SERMONES
Fe basada en la Palabra
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Déjenme compartir con ustedes brevemente algo que el Señor ha estado poniendo ahí en mi corazón desde el miércoles pasado. Vamos a decir que es una continuación del mensaje que compartí con ustedes el miércoles pasado. Se recuerdan el miércoles pasado hablamos acerca de ¿qué? como andamos nosotros. Como era que decía el texto, ah, bueno, como que se me quedaron dormidos.
Ok, déjenme hacer un paréntesis, vamos a hacer un paréntesis. Yo quiero que usted agarre a la persona al lado suyo y le haga cosquillas o algo, se levante, si está dormido o dormida. Ok, ya se despertaron. Estuvimos hablando el miércoles pasado acerca de esta idea: nosotros andamos por fe y no por vista y esto era un pasaje que estaba hablando acerca de cómo Dios ha puesto un tesoro en nosotros que es el tesoro de su poder en medio de nuestras vidas, pero que no es poder que muchas veces se puede medir por cosas físicas a nuestro alrededor sino que es algo que uno lo tiene que creer y recibir como bien estaba diciendo ahorita por fe.
Esto es algo que solamente obra y opera en medio de nosotros por fe. El elemento de la fe en nuestra vida cristiana, mis hermanos, es clave. Ninguno de nosotros se puede llamar un cristiano si no tiene fue. Aunque dude pero si duda y tiene fe usted se puede llamar que usted es un cristiano verdadero y genuino o genuina. Pero sin el elemento de la fe no sé, es un filósofo o una filósofa que entonces solamente está pensando en cosas esotéricas o algo así.
Pero miren, vayan conmigo al libro de Efesios, capítulo 3, desde el verso 14. Hoy les voy a hablar acerca de fe en ¿qué? ¿Fe en qué? fe en el amor. Uno pone su fe en el amor. Hay algunos que ponen su fe en el dinero. Money, Money, Money….. hay otros que ponen su fe en otra persona, pero fe en qué? ok, vamos al texto, Efesios, capítulo 3, verso 14 dice así:
“… por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra para que él les de, a ustedes, conforme a la riquezas de gloria, de nuevo esa idea de que hay un tesoro que está puesto en vasos de barro, que él de conforme a las riquezas de su gloria el ser fortalecidos con dinamita…. El ser fortalecidos con arroz y habichuelas, el ser fortalecidos con una buena chuleta o costilla lo que sea a usted le guste…. Ya les di hambre ¿verdad? El ser fortalecidos, ….lo más seguro es que alguno diga que ese es su pasaje favorito y yo se lo desmoroné por completo. He hecho una herejía aquí y ahora. No, …. Que les de el fortalecidos con poder en el hombre o la mujer interior por su espíritu para que habiten, quién?, por qué? en dónde?. Ok, vamos a parar ahí.
Para que habite Cristo por medio de la fe en sus corazones. Hay 4 cosas que yo quiero mencionarles hoy. Fe en qué mis hermanos, en qué ustedes creen que se basa nuestra fe? Nuestra fe se basa en la persona de Cristo Jesús pero Pablo en Romanos 9 dice que nuestra fe es por el oír y el oír de qué? de la palabra de Dios. Todo lo que nosotros creemos está cimentado en la palabra de Dios, está cimentado en las cosas que han salido, las pronunciaciones que ha hecho Dios de su palabra propia, de su boca, que salen de su corazón. Si la Biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca, eso también se le aplica al Dios mismo. Que cuando Dios habla, cuando Dios decreta una palabra es una palabra que está saliendo de lo más profundo de su corazón y al salir de su corazón, que sale por su boca, esa palabra tiene un efecto en aquel o en aquella que lo recibe.
Nuestra fe está fundada, está cimentada en esa palabra de Dios. No es tan solamente esta palabra escrita sino en la palabra que Dios declara sobre su vida día tras día y noche tras noche, minuto a minuto, segundo a segundo. Usted va a decir, pastor Omar, usted piensa que Dios le está hablando ahí sin parar todo el tiempo? No, no necesariamente pero yo creo que la palabra de Dios es constante, es eterna. No tiene principio ni final. Puede ser que usted haya recibido una palabra del Señor en su corazón o en su vida hace unos 5, 10, 15, 20 años atrás y usted podrá pensar como que esa palabra era en aquella temporada, en aquel entonces, pero eso no anula esa palabra sino que esa palabra sigue siendo viva y activa y se sigue refrescando en medio de su ser.
Qué es lo que nos dice el libro de Hebreos? Que la palabra de Dios es qué? vamos a leerlo. La palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos y penetra hasta partir el alma, el espíritu, las coyunturas y los tuétanos. Y la mejor parte, y discierne, qué?, los pensamientos y las intensiones del corazón. Hebreos 4:12 por si acaso no lo sepan.
Yo les digo, la palabra de Dios tiene pepa, como diría un buen portorriqueño, tiene pavo. Cuando Dios decide decir algo nada lo detiene. Es más, otro de mis pasajes favoritos, se los voy a leer. Estoy compartiendo pasajes favoritos con ustedes hoy. Isaías, miren esto, Isaías capítulo 55, verso 10, empezando en el verso 10, dice:
“… porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve y no vuelve allá sino que riega la tierra y la hacer germinar y producir, y da semilla y al que siembra y pan al que come, miren cómo dice, así será la palabra que sale de la boca de Jehová. No volverá atrás vacía sino que hará lo que yo quiero, esto es Dios, y será prosperada en aquello para lo cual Dios la envía…”
Fe en qué? palabra, promesa. Yo no sé cuantos se recuerdan de ese verso que dice, porque Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta. Dónde está eso? Números, libro de Números, yo lo sé porque yo lo busqué, tuve que pasar un ratito buscándolo. Números, capítulo 23, verso 19:
“… Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta, él dijo y no hará, habló y no ejecutará…”
Miren, yo puedo seguir enumerando libros, pasajes, versos que precisamente enfatizan esta verdad de Dios, que una vez y Dios decreta una palabra sobre sus hijos, sus hijas, esa palabra crea lo que a su tiempo se va a dar. Esa semilla a su tiempo se va a dar.
Y miren, déjenme decirles algo, solamente por consuelo de sus vidas y de sus corazones, no todas las semillas crecen al mismo tiempo, conste. Déjenme decirlo otra vez porque no sé si lo entendieron. No todas las semillas crecen al mismo tiempo. Cuantos de ustedes hicieron una vez un experimento en su escuela de la habichuela, ¿verdad? Cuantos hicieron ese experimento una vez, ¿verdad? En cuantos días empieza a salir ese retoño? A los 3 días, a los 3 días empieza a salir ese retoño rápido. Cuántos han sembrado una pepa de mango? Cómo se dice mangó, mango, es que yo le pongo el acento en la o. la semilla del mango, cuánto se tarde eso en retoñar? Esa se tarde más, ahí estamos hablando ya de…. Cómo es? Hasta se le olvida a uno que la sembró y cuando vienes a ver, dices, de dónde salió ese árbol? 3 meses después uno tiene un árbol de mango en el patio de la casa.
Miren, mis hermanos y hermanas, ahora mismo es bien interesante, para mí esto es bien revelador, porque ahora mismo es la semilla de la palabra de Dios en medio de nuestros corazones. Esa semilla puede ser que usted la recibió cuando usted tenía 5 años pero esa semilla estaba ahí, y no fue tal vez hasta sus… hasta ahorita, vamos a dejarlo así para no revelar los años que han corrido, no fue hasta ahorita que esa semilla empezó a germinar, empezó a salir y empezó a salir un retoño. Cada semilla crece al tiempo que Dios tiene determinado.
Pablo en Primera de Corintios él está hablando acerca de este dilema que tiene la gente que algunos tienen favoritismo, que algunos dicen que ay, yo prefiero seguir las enseñanzas de Pablo, yo prefiero seguir las enseñanzas de Apollo, y qué es lo que Pablo le responde a estas personas? Miren, mis hermanos, qué pues es Pablo y qué es Apollo? Solamente servidores por medio de los cuales ustedes han creído y eso según lo que cada uno concibió el Señor. Yo planté Apollo regó, pero quién da el crecimiento? Dios. Dios es el que da el crecimiento.
Fe en qué? fe en las promesas y en las palabras de Dios sobre nuestras vidas. Esa fe, mis hermanos, esa fe como decíamos la semana pasada, trae a nuestras vidas un poder que ninguna otra persona puede experimentar. Esa fe en nuestras vidas causa algo como decía algo, hay un tesoro y ese tesoro es ese poder de Dios, esa unción de Dios que está en vasos que pueden romperse en cualquier momento más sin embargo ahí es donde Dios lo ha depositado y esa fe está en medio de nosotros con un propósito, no tan solamente el propósito de mantenernos a nosotros alineados y a la voluntad y el propósito del Padre, de poder vivir en una forma reconciliada con él, de apartarnos del pecado y vivir para Dios, por Dios y en Dios. Esos son los propósitos que tiene pero a la misma vez esa fe nos dirige a nosotros a cumplir con aquello que Dios tiene para nuestras vidas. Esa fe nos da un sentido de razón de ser, nos da un propósito, nos da una dirección a la cual nosotros podemos proseguir. Que si vienen distracciones alrededor nuestro o si esas distracciones nos tratan, como quien dice, de apartar de lo que Dios nos tiene a nosotros, esa fe es la que vuelve y nos encamina una vez más en los planes y las intenciones que Dios tiene para nuestras vidas.
Déjenme leerles este otro verso en Efesios, capítulo 2, estoy como quien dice leyendo la línea de pensamiento de Pablo aquí. Efesios capítulo 2, verso 8, miren lo que dice.
“… porque por gracia ustedes son salvos por medio de la fe, una vez más, y esto no es de nosotros pues esto es un don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe, miren aquí es donde está el hincapié que yo quiero hacer, porque nosotros somos hechura de Dios…”
En otras palabras, nosotros somos una pieza de arte en las manos de Dios, somos hechos por él. Miren cómo dice:
“… creados en Cristo Jesús para buenas obras….”
Miren, déjenme compartirles mi dilema, aquí les voy a abrir mi corazón. Yo no sé cuántas veces nosotros tratamos de usar este salmo que dice, “…deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón…? ¿Verdad? Salmo 37. Y nosotros podemos coger nuestra fe y la amarramos, a nuestra fe la amarramos muchas veces a ese texto y decimos, yo tengo fe que todo lo que yo pida al Señor, pues el Señor me lo va a dar. Y hay veces que nos empecinamos en eso y es como que nadie me saca de ahí. Dios tiene que conceder mi petición porque es su promesa, es su palabra y él me la tiene que conceder.
Pero miren aquí es donde está mi dilema porque hay veces que esas cosas que nosotros pedimos no están alineadas con las obras para las cuales Dios nos creó a nosotros en Cristo Jesús. Me siguen la línea de pensamiento aquí por donde voy? Esa idea de yo deleitarme asimismo en Jehová, lo que conlleva esa frase es este sentido: que el yo deleitarme en Jehová significa, Señor, yo me deleito en lo que sea que tu quieras para mí. Mi deleite está en hacer tu voluntad. Mi deleite no está tan solamente en yo querer alcanzar las cosas que yo personalmente quiera y consta, punto y aparte. No significa que uno no vaya a como quien dice, a ser proactivo y emprendedor en las cosas que uno quiere en la vida. Yo creo que hay planes, que hay propósitos que el Señor bendice, que obviamente están en uno, metas que uno quiere alcanzar y que yo estoy seguro que el Señor va a decir, hey, let’s go for it. Vamos, alcánzala, yo estoy contigo. Yo te echo porras. Echa adelante.
Yo estoy seguro que nuestra fe se puede aplicar a ese contexto también donde si algo sale en nosotros, pues mira, que Dios como quien dice, que es lo que hace un abuelo con sus nietos? Consiente, que Dios por consentirlo a usted pues mira, él dice, tu quieres eso? Let’s go, go for it. Pero hay otras cosas, mis hermanos, donde nuestros deseos personales van a estar en roce con los deseos del corazón de Dios. No necesariamente porque sean malos sino porque tal vez, para ese tiempo, para esa temporada, para ese momento en tu vida no están alineados con los deseos del corazón de Dios para ti o para mí.
Y esto es difícil asimilarlo, mis hermanos, es difícil asimilar esto. Pero yo lo estoy diciendo con un propósito porque cuando yo leo ese texto, creados en Cristo Jesús para buenas obras, miren lo que dice después, no he llegado a la otra parte, “…. Las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas….”
Yo no sé tu, pero eso huele como que Dios nos está diciendo, that’s for me to know and for you to find out. Eso es para yo saberlo y para tu averiguar qué es lo que es. Es como que Dios sabe obviamente, Dios sabe el plan, Dios sabe el camino, Dios ve mucho más allá de lo que nosotros vemos y en ese camino nosotros vamos a tener nuestros tropezones y nuestras decisiones y qué sé yo, y obviamente Dios va a tener que hacer mucho troubleshooting como quien dice con nosotros, para volvernos a encaminar en lo que él tenía intencionado para nosotros, pero sea como sea, esa fe que está puesta en nosotros cobra una vida aún mayor cuando nosotros usamos ese poder para verdaderamente descubrir esas obras que Dios quiere que nosotros hagamos y poder vivir a la luz de ellas.
Cuando nosotros estamos alineados a ese sentir, miren, nuestra vida de fe cobra un sentido totalmente distinto, cobra un sentido totalmente diferente porque hay una diferencia bien grande: vivir la vida con anhelo de querer hacer algo o alcanzar algo versus el vivir la vida con un sentido de vocación y con un sentido de llamado.
Cuando nosotros vivimos nuestra vida de esa forma, créanme, que no importa cuantas veces usted se desvíe del camino, ese sentido de llamado y vocación, lo va a volver a alinear una vez más.
Conversaba yo la semana pasada con mi hermano Roberto, Roberto si no te molesta voy a hacer mención a nuestra conversación, by the way, escuché grandes cosas de ese mensaje, Dios te bendiga y que esa palabra siga dando frutos, así que gloria a Dios por eso. Pero yo conversaba con Roberto, estábamos hablando y estábamos hablando precisamente de eso, muchas veces las veces que hemos experimentado en nuestras vidas que pensábamos que estábamos en el camino correcto pero a medida que íbamos por ahí, nos dábamos cuenta como que era como que, that’s not the way. Y lo único que nosotros pudimos entender y experimentar que nos enderezó nuestros pasos una vez más fue la fe que ambos teníamos en ese sentido de llamado que Dios había depositado en medio de nuestras vidas, que aunque fue un llamado que recibimos hace tiempo atrás, pero sea hace 15 ó 17 años que recibimos eso, esa palabra que Dios decretó, que Dios sembró, que Dios la coció y la selló con su espíritu en nuestras vidas, esa fue la palabra que en esos momentos volvió y nos encaminó.
Fueron momentos en los cuales tal vez Dios nos habló por una impresión directa en nuestros corazones y nos dejó saber, como que, aquí hay algo raro, tengo que volver otra vez. Como también ambos experimentamos hombres y mujeres de Dios que proféticamente Dios los usaba para recordarnos precisamente de ese llamado que Dios tenía en nuestras vidas, y esas palabras el Señor las usaba para refrescar eso en nuestras mentes y en nuestros corazones y volver una vez más al camino.
Pero las interesantes ¿saben qué? fue cuando Dios usó piedras para recordarnos de ese llamado. Saben a lo que me refiero, ¿verdad? La gente que menos ustedes se esperaba, aún no cristianos señores y señoras, salió Juan Pedro de la casa y yo no sé de dónde rayos, de la casa, exacto, y de repente viene y le habló algo a uno que uno se queda como que, guau, esto literalmente es Dios hablando a través de las piedras.
Dios se va a buscar la forma de que esa semilla que se sembró en usted de el crecimiento a su tiempo, de el crecimiento a su temporada. Y no tan solamente el crecimiento sino que también de su fruto. Crecimiento y fruto van una con la otra. Y esto mis hermanos, lo creemos todo por fe.
Fe en qué? no es fe en nuestras propias fuerzas, no es fe en nuestra propia sabiduría o inteligencia. Miren, nuestras propias fuerzas así se pueden ir, así como oramos para poder dormir bien, así mismo pueden venir las ansiedades de la vida y le atrochan el sueño otra vez, pero en el nombre de Jesús eso no va a suceder. Amén.
Pero cuando nuestra fe está cimentada en esas palabras, en esas promesas del Señor que cuando yo recuerdo lo que dice la Escritura, el cielo y la tierra pasará más su palabra no pasará, la palabra de Dios es eterna. La palabra de Dios no tiene ni principio ni fin. Tendrá un principio y un fin en nuestras vidas pero en Dios no lo tiene. Dios mora en la eternidad y desde la eternidad Dios viene e inunda nuestro espacio, Dios inunda nuestro entorno y comienza a darnos como que una nueva faceta a todo lo que nosotros somos, todo lo que hacemos, todo lo que yo digo, todo lo que yo pienso, todo lo que yo hago. De yo poder tener la fe de que si yo veo a alguien que yo sé que está luchando, que está decaído, que esa fe en mí no va a permitir que las ansiedades de esa persona me digan como que, ah, tu no tienes esperanza, tírate de un puente.
Pero que esa fe que Dios ha puesto en mí me va a obligar, me va a obligar, sí, es un deber, me va a obligar a decirles a esa persona, mira, no, Dios no ha terminado contigo. Dios tiene sus propósitos contigo. No te rindas, no desmayes, levántate, eleva tu mirada a él. Te dejó el novio, la novia, has pasado un divorcio o te despidieron de un trabajo, sea lo que sea, o te botaron de tu país, sea lo que sea, mira, no desmayes, mantén tu fe puesta en el Señor, mantén tu fe afirmada en los propósitos, en las promesas que Dios ha declarado sobre ti.
Es más, yo voy a subrayar algo ahora y lo digo confiando en el Señor con toda certeza. Puede ser que en algún momento en tu vida alguien declaró una palabra sobre ti que tal vez hasta te confundió, que tu dijiste como que, guau, está fuera de orden, qué pasó allí? Puede ser que alguien quiso decirte una palabra con sus buenas intenciones pero esa palabra como que tergiversó algo en ti. Mira, yo te digo, en el nombre de Jesús que aún las palabras que se dijeron incorrectamente el Señor las puede tomar y sacar algo bueno de ellas. El Señor puede coger esa semilla que tal vez cayó en un terreno equivocado que Dios la puede coger una vez más y ponerla en el terreno que tiene que ir. O una palabra que tal vez fue comunicada con unas intenciones equívocas, el Señor puede coger esas palabras y a lo largo de tu vida puede darle una nueva forma y una nueva dirección a esas palabras y esas promesas.
Que si tal vez alguien te dijo, ah, tu te vas a casar con un pastor y vas a tener 4 hijos, y 2 de ellos van a ser mellizos y tal vez ni en tu vida te has casado con un pastor y tuviste una nena y te salió con pelo grifo…. Parte de la belleza de Dios, mi pelo representa eso también. Pero el asunto es mis hermanos, que digamos que la esencia de esa palabra fue que tu pudieras tener una vida fructífera, que tal vez el fruto en aquel entonces se medía con tener un esposo, una esposa de tal calibre y tantos números de hijos. Pero la bendición que Dios tenía, la medida que Dios tenía para ti se ha reflejado en otras formas. Pero sigue siendo la misma bendición de Dios que fue declarada sobre ti.
Eso también lo produce la fe. La fe produce eso, mis hermanos. Esto es material para otro mensaje. Pero la fe produce esto, que cualquier palabra que se haya declarado sobre tu vida, cualquier promesa que se haya declarado sobre tu vida, mira, la fe permite a uno decir, Señor, que sea tu voluntad y no la mía. Si esa palabra que se me ha dado en la forma que se me adornó y se presentó, si hay algo en ese paquete que tu a lo largo de mi vida lo quieres cambiar, esa fe que está en mí, ese poder que está en mí me va a permitir decir, Señor, dame el discernimiento para yo saber cómo ese paquete se va a ir desenvolviendo a lo largo de mi vida. Y para yo poder saber discernir cómo tu le das forma para saber cómo responder a ese llamado tuyo.
Fe en qué? finalmente como bien dijimos al principio, fe en el mismo Señor Jesús que es una palabra que proviene de ahí.
Mis hermanos y hermanas, yo les invito, vamos a orar. Yo creo que Dios nos está animando a que nuestra fe pueda ser fortalecida, que nuestra fe pueda ser cimentada cada vez más y más en el Señor, y ¿saben qué? yo les digo, la vida no es fácil, el mismo Señor Jesús nos advirtió que en el mundo vamos a tener aflicciones, van a haber personas que nos van a dar dolor de cabezas, van a haber situaciones que van a ser contrarias a lo que uno esperaba o lo que uno deseaba vivir, pero eso no implica que esas situaciones están ausentes del poder de Dios.
Es tu fe, esa fe que está en ti, ese poder que se ha vertido en ti, ese poder que se ha depositado sobre ese vaso que es corruptible, es esa fe la que va a permitir que Dios permee todas las cosas. Es esa fe la que cuando uno está en la barca que está batiéndose de lado a lado por los vientos y las olas, es esa fe la que me permite estar confiado sabiendo que el Señor tiene control de mi barca. Que aunque la barca pueda coger agua por un tiempo, pero el Señor se va a encargar de mantenerme a flote.
Y mire, me atrevo a decir, que si se hunde la barca, el Señor va a traerle un salvavidas para que su cabeza se mantenga fuera del agua. Y si usted termina debajo del agua, se va a encargar de traerle un tanque de oxígeno con una máscara y un tubo para que pueda respirar. Reciba esa palabra, mis hermanos, porque eso es fe. Eso es fe.
Dios se encuentra con usted en el aire aquí en la tierra y debajo de la tierra y en el agua también, Dios se encuentra con usted. Ahora, no se vaya a tirar debajo del agua a propósito, consta. No tenemos agallas como peces para respirar debajo del agua.
Vamos a orar, mis hermanos, vamos a orar. Señor Jesús, cuan bella y admirable son tus obras, sobre todas cosas cuán bella es la palabra que tu hablar a nuestras vidas. Señor, tu palabra que no tiene límites, tu palabra que trasciende tradiciones, trasciende religiones, trasciende trasfondos étnicos, culturales, mi Dios, de experiencias, tu palabra que llega a niños, que llega a jóvenes, que llega a adultos, que llega a ancianos, tu palabra que llega al que habla inglés como el que habla español, chino, coreano, suajili, sea cual sea portugués, tu conoces, tu palabra no tiene límites. Es más, tu palabra tiene un lenguaje que es de los cielos, que no se compara a los lenguajes que están en esta tierra.
Más sin embargo así tu palabra llega e invade nuestros espacios, invade nuestro tiempo, invade nuestras agendas, invade nuestras vidas, pero lo invade con un propósito y con un propósito divino, con propósitos eternos porque tu sabes los pensamientos que tienes para nosotros, Señor, pensamientos de bien y no de mal, para darnos el fin que esperamos que es un fin lleno de ti, Señor, un final mi Dios, que está definido por tu gloria, Señor, un final que está repleto de la altura, la profundidad, la longitud de tu amor, Señor.
Y no tenemos que esperar al final para experimentar eso sino por la fe lo podemos vivir en el día de hoy, en este mismo momento, Señor, cada cual en su silla y en la comunidad con nuestros hermanos y hermanas podemos experimentar esa bendición de lo que es vivir en ti, por ti, para ti, Señor.
Padre, yo te ruego que a través de estas palabras que han salido de mi boca, Señor, yo te pido que la fe de cada uno de mis hermanos y hermanas en esta noche pueda ser afirmada aún más, que a pesar de las dudas, Señor, su fe pueda ser fortalecida en tu palabra, Señor, en tus promesas sobre sus vidas.
Oh mi Dios, que no importa la etapa de crecimiento que tenga esa semilla. Padre que el terreno de esos corazones pueda ser nutrido constantemente por ti, Señor. Tu has traído personas que han sembrado una semilla, tu has traído personas que riegan esa semilla, Señor, con agua fresca, algunos tal vez tratarán de regarlo con agua sucia, contaminada, pero sea como sea, Señor, tu te encargas de dar el crecimiento en esa semilla, Señor. Hay una semilla en nuestros corazones, hay algunos corazones que ya tienen una planta completa, hay algunos que tienen un arbusto completo, hay algunos que están dando y experimentando sus frutos, Señor, hay distintas etapas que están aquí representadas. Más sin embargo lo que define y lo que une a cada uno de ellas eres tu. Tu eres el elemento que unifica cada una de esas experiencias, el nutriente, Señor, que alimenta nuestras vidas.
Así que, Señor, hoy nuestra fe recibe esos nutrientes que solamente provienen de ti, Señor. Yo declaro fe sobre la vida de cada uno de mis hermanos, Señor, fe que si ellos no pueden ver esa luz al final del túnel, mi Dios, que hoy puedan salir de aquí viendo, no tan solamente a la luz sino también la salida, Señor. Padre, yo declaro fe para recibir sabiduría sobrenatural, fe para saber administrar los recursos que tu pones en nuestras manos, tanto a nivel de familia, a nivel personal, como a nivel de trabajo, Señor, fe para saber cómo lidiar con relaciones interpersonales, fe, Señor, para saber cómo acercarnos a ti, crecer, en los propósitos que tu tienes para nuestras vidas. Te damos la gloria solamente a ti, Señor. Recibe, mi Dios, de parte nuestra, de parte de tu iglesia la honra y el honor, mi Dios, es toda para ti, Señor. Te adoramos Jesús. Gracias, gracias, Señor, gracias por tu palabra, por tus promesas. Decimos que sí y amén a cada una de ellas en el nombre de Jesús. Amén, Señor. Gracias, Dios.
Somos como una Perla
22 de marzo del 2010 - Por Betsy Behan
También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. Mateo 13:45-46
Sabemos que LAS PERLAS naturales se forman cuando un cuerpo extraño (una partícula de arena por ejemplo) penetra al interior del cuerpo del molusco, el cual reacciona cubriendo lentamente la partícula con cristales de carbono de calcio y una proteína llamada conchiolina, de esta mezcla obtenemos el nácar. Al cabo de un periodo variable la partícula termina cubierta por una o más capas de nácar, formando una PERLA. El brillo proviene de la reflexión luminosa en la superficie cristalina, múltiples capas de nácar translúcido.
Eso mismo nos acontece a nosotros; somos un cuerpo extraño, vamos vagando por lo profundo del mar sin sentido, y cuando entramos al redir del Señor Jesús, El nos cubre con Su sangre preciosa, nos envuelve con su Espíritu Santo, gracia y amor, y con Su luz cristalina nos ilumina convirtiéndonos en UNA PERLA PRECIOSA.
Los químicos con el tiempo pueden transformar a una PERLA fina y brillosa en una simple cuenta opaca y seca. Hay que evitar que los perfumes y otros productos que contengan alcohol y aceites entren en contacto con ellas. Deben guardarse separadas en bolsitas de tela suave. Para su limpieza tenemos más de diez formulas naturales las cuales van desde: agua purificada, leche de vaca, vinagre de vino fuerte, jabón blanco de Castilla, hasta hilo de seda. SOMOS COMO UNA PERLA. Debemos evitar las cosas que nos contaminen las cuales terminan opacándonos, debemos guardar nuestros corazones para que los ríos de agua viva sigan fluyendo en nuestras vidas, y conectados al Señor Jesús con la formula Divina: Oración, Su palabra, Obediencia, los frutos del Espíritu, etc..., para que su brillo permanezca, y resplandezca a través de nosotros y de ésta manera ser guía para otros.
Querido Dios, Gracias por cubrir nuestras vidas con colores translúcidos, por envolvernos en Tú luz. Gracias por transformarnos de la nada en PERLAS PRECIOSAS para Tú GLORIA. ¡Amén!
Cápsula de inspiración:
Lo que hace las perlas más bellas es el brillo translúcido. Unidas brillan mucho más. Lo que hace las perlas más valiosas es su color natural. Unidas su valor aumenta. Unámonos y formemos un precioso collar para la honra y gloria de nuestro Padre Celestial.
¡Bendiciones!
Tocando a Jesus podemos reescribir nuestra historia
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Roberto Mata trabajó en las tierras de California, en campos de California cosechando frutos y vegetales como tantos hermanos mexicanos y centroamericanos, que vienen a Estados Unidos a buscar una mejor vida. Creo que no le molesta que digamos que estuvo indocumentado por un tiempo también trabajando a brazo partido, un jovencito mexicano, sin papeles y Dios lo ha llevado de una manera muy bella a estudiar en un seminario de las Asambleas de Dios en una universidad, la Asamblea de Dios, también creo que era parte seminario, comenzar sus estudios allí, ordenar sus papeles. Y lo ha llevado hasta la universidad de Harvard donde está haciendo su doctorado hoy en día, así que es una carrera muy interesante, él está en la escuela de divinidad.
Es un hombre que busca de Dios, ha sido un miembro de nuestra iglesia por varios años. Está casado con nuestra hermana Noemí Blanco, creo que es originalmente, pero ahora es Noemí Mata, española, gallega, de Galicia. Y Roberto y Noemí son una pareja muy bella que Dios hace muchas cosas lindas a través de ellos aquí en la iglesia. Roberto da clases en nuestro programa de discipulado, da también clases en Cume y es una persona que está creciendo mucho en el Señor. Es muy hambriento de la cosa de Dios. Ha sido un recurso para nuestra iglesia también y él está, como digo, haciendo su doctorado ahora mismo en divinidad y siempre estamos buscando formas de que nuestros hermanos sean impregnados con palabra de Dios de diferentes recursos que Dios pone en nuestra congregación y queremos también que esos talentos que Dios ha puesto allí tengan oportunidad de desarrollarse y tener oportunidad de bendecir a otros y usar los dones que Dios les ha dado.
Así que Roberto y yo nos reunimos hace poco, estuvimos hablando y le dije, mire Roberto por qué no vienes, nos bendices con una palabra del Señor. Y este es el día que Dios ha escogido. Denle un aplauso de bienvenida al pronto para ser doctor Roberto Mata, y vamos a escuchar palabra del Señor de parte de nosotros, Roberto bienvenido, un placer tenerte con nosotros, Dios te continúe bendiciendo, mi hermano.
Dios les bendiga, hermanos. Es un privilegio poder estar aquí con ustedes y quiero agradecer primeramente al pastor la oportunidad y la confianza que me brinda para poder compartir con ustedes esta mañana lo que el Señor ha puesto en mi corazón, y que yo creo que es el mensaje para usted en este día y como el pastor dice, yo soy mexicano. Yo llegué a este país a los 14 años y sí trabajé en los campos de California recogiendo todo tipo de frutas y verduras, todo lo que ustedes se comen de frutas aún zanahorias también. Y gracias al Señor, el Señor durante ese tiempo me tomó ahí de los campos, de los viñedos de California y puso en mi corazón un deseo de buscarle y seguirle. Y sentí el deseo de ir a prepararme, a la universidad y terminar un bachillerato en ciencias sociales y estudios bíblicos. Y de ahí el Señor abrió puertas también y me dio una beca a la universidad de Harvard y estoy hasta este día estudiando ahí.
La gloria sea para el Señor. Estamos en casa. Amén. Gloria a Dios. En esta mañana quiero compartir con ustedes una inquietud, un análisis, un discernimiento que tuve hace ya unos cuantos meses atrás que continua aún, concerniente a la condición social, política, económica del país en que vivimos y quizás también hasta cierto punto de la iglesia.
En el tiempo presente pienso yo la iglesia y la comunidad hispana enfrentan grandes retos y yo pienso que no es ninguna sorpresa para muchos. Estos retos son retos educativos, sociales, económicos. A nivel educativo el 19% de estudiantes hispanos no terminan la escuela. A nivel social, 6 de cada 10 adultos en este país no son residentes legales o ciudadanos sino ilegales, como en algún tiempo yo también lo fui. Recuerdo a pure hispanic center, a nivel económico 9% o sea 1 de cada 10 hispanos que son dueños de casa, durante esta crisis económica se han retrasado al menos una vez con el pago de su hipoteca. 3% dicen haber recibido noticias de embargo y 36% viven en temor de perder su casa.
Estas son preocupaciones reales que agobian aún al pueblo de Dios. En este panorama yo pienso que también todos estos factores a veces se juntan y caen sobre nosotros y crean cierta carga en muchas personas, crean cierta desilusión, aún falta de confianza en el liderazgo político y en la iglesia en ciertas áreas, quizás hasta un enfriamiento espiritual. Pero la mayoría de las veces crea una sed y un hambre de algo que sea real, un hambre de Dios.
Me recuerdo de la oración del profeta Habacuc cuando decía, Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos. Y yo pienso que los tiempos en que vivimos esa es una oración más que apropiada, Señor, yo tengo sed y hambre de ti. Aviva tu obra en mi vida. En que los tiempos, Señor, son inestables que yo pueda ser firme y cimentarme en tu palabra.
Pero cómo vamos a lograr eso? Cómo vamos a sobrevivir en esos tiempos y no solamente sobrevivir, sino levantarnos y también ser una luz de esperanza para los demás. Quizás para los vecinos que no conocen de Dios. Cómo vamos a lograr esto? Bueno, en esta mañana desde Marcos, capítulo 5 al 25, cuando lo encuentren díganme amén para…. Marcos 5:25 viene una mujer que es muy conocida en nuestros círculos como la mujer del flujo de sangre y esta mujer nos dice que para sobrevivir estos tiempos, para mantener nuestra vida espiritual avivada, es necesario que seamos proactivos y que nos atrevamos a tocar a Dios. Y no solo eso, ella también nos da la receta, los pasos a seguir, un ejemplo de cómo ella también aún en su vida, viviendo en tiempos similares a los de nosotros, pudo tocar a Dios.
Pero qué conlleva tocar a Dios? Eso es precisamente lo que quiero tratar con ustedes. Vamos a verso 25 y voy a estar leyendo hasta el verso 30 la palabra del Señor, se lee de esta manera:
“….pero una mujer que desde hacía 12 años padecía de flujo de sangre y había sufrido mucho, de muchos médicos y gastado todo lo que tenía y nada había aprovechado, sino que antes le iba peor. Cuando oyó hablar de Jesús vino por detrás de entre la multitud y tocó su manto porque decía, si tocare tan solo su manto seré salva. Y enseguida la fuente de su sangre se secó y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote…”
Y conforme va avanzando el sermón profundizaremos un poco más. Por qué no inclina su rostro conmigo y vamos a hacer una oración para encomendar esto en las manos del Señor.
Padre celestial, te damos gracias Señor por tu palabra, Señor, te pedimos, Señor que abras nuestros corazones, que abras los oídos de nuestro entendimiento, Señor, nuestro corazón para que podamos recibir, Padre Santo, lo que tu tienes para nosotros en esta mañana. Te pedimos, Señor, que tu nombre sea glorificado, Padre Santo, que nuestro corazón se una, Señor, a tu iglesia, y al espíritu que dice, ven, sí, ven Señor Jesús. Amén.
En los tiempos en que vivió esta mujer no eran fáciles. Yo sé que muchas de las veces nosotros cuando vemos el texto bíblico, decimos, ah, bueno es que estos personajes bíblicos la tenían muy fácil en su tiempo. No tienen los problemas que tenemos ahora, todo el estrés, ellos no pasaban por las pruebas que nosotros pasamos. Y a veces como que menospreciamos lo que esos personajes pasaron. Pero cuando nos adentramos en el texto bíblico vemos que la realidad es diferente y de hecho tienen mucho que enseñarnos y si estamos dispuestos a aprender podemos recibir una bendición.
En los tiempos en que vivió esta mujer, Israel, el antiguo Israel, la tierra de Palestina, estaba sufriendo una crisis económica, social, militar y religiosa. Militarmente Palestina estaba bajo la ocupación romana. Los romanos no eran muy buenas gentes que digamos. No iban a venir a su pueblo y lo iban a tratar muy bien. Políticamente los romanos quitaban y ponían reyes a placer. Y económicamente durante la ocupación romana de Palestina, los pobres usualmente eran los que llevaban la peor parte. Por qué? porque ellos tenían que pagar al menos tres tipos de impuestos. Nosotros nos quejamos hoy día que pagamos ciertos impuestos, no? Pero imagínense usted pagar tres impuestos. Y a tres entidades diferentes. El primer impuesto era el impuesto a los romanos, imagínese usted que usted le tiene que estar financiando la ocupación de su país a un invasor y aparte de que lo están oprimiendo, están ocupando su país usted tiene que financiar sus acciones.
El segundo impuesto era el impuesto a Herodes. En aquel tiempo Herodes se había envuelto en un gran proyecto de construcción. Había construido puertos, ciudades, pero toda esa carga recaía sobre la gente pobre. El tercer impuesto, era el impuesto al templo. Herodes también había edificado ciertas áreas del templo y una vez más los pobres tenían que pagar ese impuesto. Cierta parte de ese impuesto iba también a la clase sacerdotal que es los saduceos.
Imagínese usted, Marcos nos dice que la mujer había padecido de esta hemorragia por 12 años, 12 largos años. Y que aún le iba peor. Usted sabe que a veces cuando la ciencia falla, cuando las cosas perdemos nuestra confianza fallan, la gente se desorienta y de pronto todo va, una píldoras de hígado de bacalao, unas píldoras de cartílago de piel de tiburón, algo así, y no sé cuánta cosa. Y la gente a veces no encuentra algo que pueda saciar su sed, que pueda usar para ser sanado.
En ese tiempo ciertamente no había income tax returns, entiende. No podía la mujer esperar que después de pagar todos esos impuestos se los iban a regresar. No. Una vez que ella daba el dinero, it was gone. Entiende? Y tampoco había seguros médicos. Un seguro que ella pudiera decir, bueno, tengo esta enfermedad voy a ir a un doctor y voy a llevar mi seguro médico. No, no había seguros médicos, no había Blue Cross, ni Harvard Pilgrim, olvídese. Nada de eso. La mujer básicamente estaba mirando la desesperanza cara a cara.
Estaba confrontando su fin. Como decimos en inglés, she was coming to the end of her road. Era casi su final. Y no sé si usted ha estado alguna vez en una situación donde usted siente que su mundo se está deshaciendo, poco a poco. No sé si usted en algún momento, quizás en su vida espiritual, en su vida cotidiana, haya visto cómo de pronto todos los fundamentos de su vida se van desvaneciendo. Me bendicen los testimonios de esta mañana. Me bendicen los testimonios de esta mañana porque hablan de una experiencia real con Dios, pero también hablan de una crisis, de una lucha que se tuvo que sostener para llegar a ese nuevo entendimiento de Dios. Y la mujer que tenemos delante de nosotros estaba teniendo esa lucha.
Cuando tenía 8 años mi madre enfermó crónicamente. Precisamente de una hemorragia similar. Y ya era común en mi casa ver llegar a la ambulancia y llevarse a mi madre. Era como el pan diario. Hasta que una vez llegué de la escuela y la ambulancia estaba ahí y los médicos le habían dicho a mi madre, ya no tenía remedio. Mi madre vino a casa solamente para pasar los últimos días con nosotros y antes de eso había un proceso de ver nuestro mundo desvanecerse. Vimos como mi padre tenía que dejar de trabajar para llevarla a los diferentes hospitales de la ciudad de México y los doctores decían, no hay cura, no hay nada que podamos hacer, no sabemos en realidad como parar esto. Y de pronto mi padre tuvo que vender su herramienta. Imagínense ustedes, él trabajada de albañil en la construcción. De pronto, tenía que vender su herramienta, de pronto los muebles. Había un mueble en particular, un artefacto en particular que cuando lo vi ser vendido, dije, estamos en crisis y era la máquina de coser de mi madre. Usted conoce esas máquinas que le daba usted con el pie, no eran ni eléctrica, solamente usted las movía con el pie y empezaban a coser. Cuando ese artefacto se fue de la casa, todos entendimos que estábamos en grandes problemas.
Pero afortunadamente, hermanos, cuando estamos en estas situaciones aún hay esperanza. En el caso de esta mujer y ella nos los dice, muy claramente, una de las cosas que podemos hacer cuando nos encontramos en tiempos difíciles como estos y podemos vencer es primeramente escuchar atentamente. Diga conmigo, escuchar atentamente.
En el versículo 27 vemos que nos dice, cuando oyó hablar de Jesús… la primera cláusula, cuando oyó hablar de Jesús. En el griego original se lee, ……………. Escuchó hablar acerca de Jesús. La Reina Valera nos queda de ver de ese aspecto porque lo traduce muy general, solamente que ella oyó hablar de Jesús. Pero en el griego original se nos dice que ella oyó hablar acerca de las cosas que Jesús hizo. Nota usted la diferencia? En una no hay necesariamente un énfasis, pudo haber escuchado cualquier cosa. Pero en el griego original ella escuchó hablar de las cosas que Jesús hizo.
Esta mujer escuchó testimonios de los milagros que Jesús hizo. No sé yo, quizás escuchó hablar de aquel leproso que el Señor Jesús sanó. Quizás escuchó hablar de aquel paralítico que sus amigos tuvieron que abrir un hoyo en el techo y bajarlo para que el Señor pudiera sanarlo. Quizás escuchó de la liberación del endemoniado. Y estoy seguro que debió haber escuchado de ese momento cuando Jesús calmó la tempestad.
Y sabe usted que la fe viene por el oír, y el oír de la palabra de Dios. Por eso es importante los testimonios. Es importante escuchar a los hermanos, a la gente porque estamos escuchando de alguien que ha experimentado el poder de Dios en ese momento y Dios se ha convertido en algo real para sus vidas. Amén. Es algo precioso escuchar a Dios, escuchar hablar las cosas que Dios hizo.
Qué significa? Escuchar también puede traducirse hasta cierto punto como entender la palabra de Dios, como entender, como discernir casi. Qué discernió esta mujer? Esta mujer discernió quién era el que estaba pasando por esas áreas de Galilea. Entendió quién era el que estaba caminando cerca de su pueblo. Y al contrario que los sacerdotes, que los fariseos, que las instituciones religiosas, ella creyó en su corazón.
Saben que el error más grande que cometían los Apóstoles continuamente en el Evangelio de Marcos era que no entendían muy bien, no captaban muy bien la persona de Jesús. Jesús continuamente les está diciendo, bueno, quiénes dicen ustedes que yo soy? Dicen, bueno, unos dicen que…. No, no, no, pero quiénes dicen ustedes que yo soy? Y si usted ve los Evangelios cuidadosamente no daban una los Apóstoles, no daban una. Ya hasta el final que el Señor dice, Pedro, a ver tu, dime, quién crees que yo soy? Tu eres el Cristo, Señor. Tu eres el Cristo.
Pero los fariseos, los saduceos, esta gente, nunca entendió quién era el Señor. Por eso, cuando el Señor tenía conflictos con ellos, ellos le decían, cómo va a ser tu mayor a Abraham, que nuestro padre Abraham, que ha vivido tantos años? Y el Señor dice, de cierto os digo antes de Abraham fuese, yo soy.
Ustedes hablan tanto de Salomón, que Salomón para allá, Salomón para acá, pero he aquí alguien más grande que Salomón, en este lugar. Eso fue lo que la mujer discernió. El escuchar es también discernir. Oír lo que se dice del Señor, los testimonios acerca de Dios.
En el caso de mi madre había una pequeña iglesia pentecostal cerca de la casa y a mi madre le gustaba que los hermanos vinieran a hablar con ellas. Nosotros no éramos cristianos en ese tiempo. Pero mi madre le gustaba, entonces venían, y de pronto las monjas, porque también éramos católicos, pues se enojaban, se enojaban. Y venían y decían, pero cómo puedes dejar tu que venga esa gente? Y mi madre decía, pero es que a mí me gusta escuchar, me gusta escuchar los testimonios de la palabra de Dios.
Y saben que el día que vinieron los médicos a dejarla, la ambulancia vino a dejarla en la casa, el día que le dijeron ya no más, los hermanos estaban ahí. Yo era pequeño pero me recuerdo, teníamos una sala pequeña en la casa y en un lado estaban las monjas con sus rosarios y en el otro lado estaban los hermanos pentecostales orando por sanidad para que mi madre se levantara, y en el cuarto estaba el cura con mi madre. Y le estaba dando algo que se conoce, no recuerdo muy bien, como la extremaunción, como los santos óleos. Y tenía ahí un incienso y me recuerdo que nos llamaron a todos. Yo estaba afuera, yo no quería entrar. Hacía un mes que no veía a mi madre. No sabía cómo iba a estar. Y no quería entrar y vino mi padre y dice, ven, quizás esta sea la última vez.
Y entramos y estaba mi madre y estaba entrando y saliendo… se desmayaba por momentos, por momentos volvía otra vez, estaban mis hermanos pequeños. Somos 7. Estábamos todos ahí y escuché cuando el cura le dice, mujer, ya es tiempo, ya es tiempo. Descansa, muere y descansa. Esas fueron las palabras del cura. Muere y descansa. Y yo puedo escuchar, y aún recuerdo hasta ahora cuando mi madre dijo, no, no, no. Y los pentecostales seguían orando, Señor, has la obra. Levántala. La fe viene por el oír. Y el oír la palabra de Dios.
Sabía usted que una persona puede escuchar 4 veces más rápido de lo que otra persona puede hablar? Si usted en verdad está dispuesto a escuchar, usted puede digerir 4 veces más rápido de lo que la persona por más habladora que sea, y usted sabe que de vez en cuando nos encontramos con personas que, fíjate que esto y aquello…. Si usted en verdad está interesado en lo que esta persona quiere decir, usted lo puede digerir. Sabe por qué? porque cuando escuchamos quiere decir que tenemos interés, que estamos interesados en lo que está diciendo, pero también cuando escuchamos quiere decir que hay hambre, que hay necesidad de ver, que hay sed y que hay también esperanza. Y nos aferramos a ella, nos aferramos a la vida. Esos tiempos por difíciles que sean si escuchamos, si atentamente abrimos los oídos y nuestro corazón para escuchar lo que el Señor está haciendo en la vida de diferentes personas, podemos alimentarnos de eso. Esa puede ser una semilla de esperanza en nuestros corazones. No lo cree usted así? Y podemos seguir al día a día.
Imagino yo que esta mujer cuando estaban contando acerca de las cosas que Jesús había dicho y hecho, las estaba digiriendo, quizás 8 veces o 16 veces más rápido, porque imagínese usted estar en cama por 12 años, 12 largo años sufriendo, padeciendo todos estigmas que esta enfermedad implicaba. Pero de hecho, uno de los problemas más grandes de nuestra sociedad el día de hoy es que no sabemos escuchar.
Cuántos aquí saben escuchar? Cuántos son buenos oidores? Cuando la esposa le está hablando y usted está mirando el partido de fútbol. Oh, sí, oh, sí, sí… y de pronto usted teniendo un monólogo porque la esposa ya se dio cuenta que usted no le está haciendo caso y usted está sí, oh.
Y según los estudiosos, note usted, la causa de los problemas por los cuales nos cuesta escuchar simplemente es como decimos los mexicanos, la flojera. No sé cómo le dirán en el español dominicano o caribeño, la flojera. Cómo le llaman? La pereza? La vagancia. Por pura vagancia, por pura vagancia. Y también quizás por las distracciones de la vida. Oh, los juegos y si usted es aficionado al box a todas estas cosas, pueden distraernos y quitarnos verdad, de una bendición, pero también muchas de las veces no escuchamos es por el cinismo. Porque cuando suceden todas estas cosas y perdemos de vida a Jesús nuestro corazón se endurece y a veces decimos, ah, eso yo ya lo escuché y nunca pasa nada. O aquello ya pasó y no… el corazón se endurece.
Le pido al Señor que en esta mañana como congregación, como amados hermanos que los oídos de nuestro corazón estén abiertos para que podamos escuchar lo que el Señor está haciendo aún en nuestros medios. Amén.
Sé que pasamos cosas difíciles pero estoy convencido también que si como esta mujer escuchamos, ni la muerte ni la vida, ni el pago de una hipoteca, ni las sequedad espiritual, o algún achaque físico nos podrá separar del amor de Cristo.
Gloria a Dios. Pero con todo escuchar no es suficiente, no es suficiente. Cuántos no hemos escuchado una buena historia y decimos, ah, sí, que bien. Debemos actuar. Debemos tomar acción y este es precisamente el mensaje de la mujer para nosotros esta mañana. Sí, escucha, siembra esperanza, ve lo que el Señor está haciendo pero también acepta el reto. Y es el reto que nos presenta, tomar la acción adecuada. Qué acción tomó ella?
Si vemos en el capítulo 27, en la segunda cláusula, vemos que cuando ella oyó hablar de Jesús, qué hizo? Vino, vino y tocó. Pero antes de tocar ella vino y ahora vemos el verso y decimos ah, sí, que fácil, de seguro alguien le contó y dijo hmmm, ya voy. Pero lo de esta mañana, si también profundizamos un poco más en el texto, nos vamos a dar cuenta que hubo una lucha interna, poderosa, la cual ella tuvo que vencer antes de poder ir al Señor. Ella tenía la disposición pero usted sabe que el espíritu está dispuesto siempre, pero la carne es débil. Y veamos, qué significó entonces tomar la decisión adecuada de ir a Jesús? Significó, lo sugiero en esta mañana, enfrentar sus temores, enfrentar los estigmas. Después de 12 años tenían esas cargas, esos estigmas religiosos y sociales pues dada su enfermedad ella era considerada una persona impura. Sabía usted? Según Levítico, capítulo 15:19 cuando, lo voy a leer:
“… cuando una mujer tuviere flujo de sangre y su flujo fuere en su cuerpo, 7 días estará apartada y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche…. El verso 25 dice, que la mujer cuando siguiere el flujo de sangre por muchos días, fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de sangre más de su costumbre, todo el tiempo de su flujo será inmunda, como en los días de su costumbre…”
Una cosa es ser inmundo por unos cuantos días, no cree usted? Pero 12 años, 12 años. Y no solamente eso, sino que todo lo que usted tocare iba también a ser inmundo y todo el que lo tocare a usted iba a ser inmundo. Qué le habrá hecho eso al psiquis de esa mujer? No cree que usted eso de alguna manera le habrá afectado negativamente? Y le pudo haber quitado la fuerza, la confianza? Me imagino que para no contaminar a nadie, y que nadie se contaminara la mujer debió haber permanecido mucho tiempo en su casa y que le daba aún vergüenza salir a la calle porque el flujo no paraba. Y es cosa seria, es cosa seria.
Me recuerdo en una ocasión, cuando niño antes de que mi madre enfermara con más gravedad, íbamos a la ciudad de México a ver a mi padre cada semana y de pronto tuvo flujo por su enfermedad. Y en ese momento yo hubiera querido ser más grande, más fuerte, casi como ahora, para proteger a mi madre, para infundirle a mi madre algún tipo de confianza, que no se sintiera tan débil, porque yo miraba en sus ojos, aún de niño discernía cierta preocupación, como no saber qué hacer y me recuerdo que ella en su desesperación fue. Nos fuimos de la ciudad y fuimos a donde están los vecindarios, y tocó una puerta al azar y le pidió a la señora, señora, por favor necesito usar su baño, es una emergencia. Y esta señora comenzó a insultar a mi madre. Y yo de niño viendo eso decía, pero cómo puede ser la gente así? y mi madre le explicó, mire señora, usted es mujer, usted entiende y la mujer a regañadientes le abrió la puerta y la dejó pasar.
No ha de haber sido fácil me imagino yo para esta mujer cargar con esa enfermedad por 12 años. Pero en esta mañana yo quiero preguntarle a usted también, hay algún estigma moral o religioso que usted esté todavía cargando y arrastrando? Yo sé que como comunidad hispana, como creyentes hispanos a veces somos sujetos a todo tipo de vejaciones. De tal forma que para muchos el término hispano es sinónimo de pobreza, de ignorancia, de violencia. La realidad, para muchos es el pasado, el pasado que nunca terminamos de deshacernos de él.
En mi clase de Nuevo Testamento tengo un hermano que vino antes de que la clase comenzara y mirando que nadie estuviera ahí y me dice, maestro, quiero hablar con usted. Digo, sí, qué pasa? Dice, yo tengo muchos deseos de aprender, muchas ganas de estudiar y este libro que usted tiene parece que va a ser muy bueno pero yo no sé leer muy bien y es que no es que yo no quiera, es que mi papá siempre me dijo que yo era un burro y que nunca iba a aprender nada en la vida. Y yo estoy todavía luchando con eso. Yo sé que a nosotros se nos ha dicho esto, se nos ha dicho aquello.
Imagínese usted cuando estaba en el tercer grado mi profesora de matemáticas me humilló grandemente, me avergonzó delante de los estudiantes, delante de los padres, de mi madre y dijo, este muchacho, nunca va a ser nada en la vida. Le voy a mandar una carta diciendo, mira, saludos desde Harvard. Gloria a Dios.
Pero es necesario romper con el pasado, es necesario vencer esos estigmas. Para ir a Jesús tenemos que lidiar con esos problemas por muy difíciles que sean, ir a Jesús, significó pues también tener un objetivo, enfocarse en la meta. No debió haber sido fácil seguramente para esta mujer y no sé si en su mente dijo, cómo lo voy a hacer? Si yo toco a Jesús pues será que él también, pero no…. Si él es el Hijo de Dios de ninguna manera va a ser él inmundo porque su santidad es mayor que todo, mayor que la vida. Yo seré transformada. Y pienso que de alguna forma la mujer no le quería causar problemas al Señor también, porque recuerde usted con el Señor Jesús toda la gente que le seguía, no necesariamente todos creían, muchos le seguían porque él les daba de comer, otros seguían para criticarlo, como los fariseos y los saduceos, y otros lo seguían porque él los había llamado.
La mujer tenía cierto conflicto pero tenía un objetivo y su reto para nosotros en esta mañana es enfocarnos en la meta. Para ir a Jesús tenemos que enfocarnos en la meta. No debió haber sido fácil.
Si usted caminaría con esa enfermedad por ese mundo, habrá salido gente a la calle diciéndole, apártate de mí, o habrá gente también señalándole y diciéndole, inmunda. Pero la mujer tuvo que olvidarse de su alrededor, tuvo que olvidarse de la gente, de las críticas, de todas las cosas con un objetivo en mente y es que es claro, hermanos, que para tocar al Señor a veces tenemos que olvidarnos de todo, no tenemos que escuchar todas aquellas palabras que dicen, tu no puedes, tu nunca vas a ser nada en la vida, tu eres un burro, tu eres un bueno para nada, todas esas cosas tienen que ir quedando atrás mientras nosotros vamos caminando hacia Jesús. Amén.
El tocar a Jesús también significó ser atrevidos, tener valentía. Esta mujer, hermanos, nos da un reto tremendo porque las circunstancias donde ella se encontraba ameritaban una intervención inmediata. Si usted se da cuenta en este pasaje su historia se encuentra encerrada dentro de otra historia. Cuando ella fue a tocar el Señor Jesús, el Señor Jesús iba en camino a sanar a la hija de Jairo. Ustedes conocen a la hija de Jairo? La niña de 12 años que se estaba muriendo. Era una situación urgente. Imagínese usted si usted es un poquito tímido y apenado y diciendo, bueno, no puedo ir a interrumpir al Señor porque él ya va en camino a otro milagro, mejor lo espero a la próxima vuelta. Pero esta mujer habrá dicho, por 12 años yo he estado padeciendo esto, no puedo esperar, yo tengo que ir y tocar a Jesús. El Señor tiene poder para levantar muertos, la hija de Jairo puede esperar.
Y fue. Si usted lee la historia cuidadosamente es como si la mujer abriera un paréntesis a la fuerza y ahí se cumplen, pienso yo, las palabras del Señor que dicen, que el Reino de los Cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Y esta mujer en último esfuerzo, con la última fuerza que tenía, el último aliento se levantó, venció sus temores, salió de su casa y fue al objetivo que era tocar a Jesús.
Y por último, hermanos, vemos que para tocar a Jesús ultimadamente tenemos que hacerlo. Una cosa es llegar a la oportunidad pero otra cosa es completar el trabajo, ah, cuántos cuando ya estamos en medio de una situación, como dicen los mexicanos, es tiempo de bailar, de pronto nos tiemblan las piernas y decimos, no, bueno, y a veces como que retrocedemos.
Pero esta mujer, hermanos, cuando llegó, she got the job done. Ella hizo lo que tenía que hacer. Y al hacerlo, hermanos, experimentó el poder de Dios. Según Marcos, dice que enseguida la fuente su sangre se secó y ella sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Cuando tocamos a Jesús le conocemos de una manera diferente, ya no es solamente una historia que escuchamos, o aquel gran personaje sino que se convierte en una realidad para nuestra vida, una realidad palpable. Y la mujer descubrió también una nueva revelación acerca de Jesús, descubrió, como sugiero esta mañana, que Jesús no puede resistirse a la necesidad humana. Jesús no puede resistirse a la necesidad humana. Por tanto él también decía, venid a mí los que estáis trabajados, cargados y cansados que yo os haré descansar. Venid a mí todos los que tienen sed. El que tiene sed que beba.
El Señor se voltea atrás y ve a la mujer pregunta, quién me tocó? El Señor no puede resistirse a la necesidad humana. Se le adelantaron, lo único que le quedó al Señor fue bendecir a la mujer y decirle, mujer, yo me imagino que el Señor ha dicho, bueno, ya me tocaste, ya solo me queda darte la bendición. Vete. Tu fe te ha hecho sana. Y la mujer dice, en ese momento quedó libre de su azote, quedó sana y no solamente eso, al quedar sana ella reescribió su historia y desde el momento que ella tocó a Jesús ya no se le conocería más como la mujer del flujo de sangre sino como la mujer que tocó a Dios.
Yo les sugiero a ustedes en esta mañana que si como esta mujer escuchamos atentamente, venimos a Jesús, vencemos todas esas cosas y le tocamos, nosotros podemos reescribir nuestra historia, de tal forma que ya no nos van a definir las circunstancias, ni sociales ni políticas, nada, sino el Señor. Y la palabra del Señor para nosotros es la misma que fue para la mujer, vete en paz. Tu fe te ha sanado.
Por qué no se ponen de pie conmigo en esta mañana. Padre, quiero darte gracias Señor y quiero Señor que tu palabra en esta mañana también se haga una realidad en la vida, Señor, de todas las personas que están aquí presentes. Mira a tu pueblo delante de ti, Señor, cargamos una larga historia, Señor, muchos temores, muchos estigmas, cuántas cosas, Padre Santo, abusos quizás de la niñez, circunstancias desafortunadas, Padre, pero tu calmaste la tempestad, tu sanaste al paralítico, Señor, yo te pido, mi Dios que como en aquel tiempo también en este tiempo, Señor, tu te hagas real en nuestra vida y que podamos también llegar a un entendimiento nuevo, Señor, de quién tu eres, que podamos tomar tu palabra, Señor, en nuestros corazones, encontrarnos con tu mirada, mi Dios, que nos dice, vete en paz, tu fe te ha sanado.
Amén. Gloria a Dios.
Caminar por fe y no por vista
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En esta vida que nosotros tenemos, lo que implica el caminar por fe implica el nosotros confiar en la palabra y las promesas que Dios nos ha dado, implica el nosotros poner un nivel de certeza en algo que no se ve y dejar que sea ese alguien quien guíe cada uno de nuestros pasos.
Ahora, es bien interesante porque sin usted saberlo en ese caminar van a venir un montón de otras voces que van a tratar de dirigir tus pasos. Se dieron cuenta lo que sucedió? Yo era el que estaba dirigiendo sus pasos y otra gente con las mejores intenciones querían ayudar a la persona, pero no estaban viendo lo que yo estaba viendo desde el lado de acá. Y esas voces te empiezan a decir, no, mira, has esto, oh mira aquella, no, vas por el lado incorrecto. Pero esas voces no están viendo lo que la persona principal está viendo para poder dirigir.
Y esas voces pueden distraer muchas veces, esas voces pueden confundir muchas veces, esas voces pueden venir a hablarle de parte de Dios pero realmente están hablando de parte ellos. Porque yo les leo este verso, vayan un poquito antes, capítulo 4, verso 7, capítulo 4, verso 7 de Segunda de Corintios, perdón. Miren cómo dice;
“… pero tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no se nosotros…”
De qué tesoro está hablando? Está hablando del tesoro de la bendición de tener el llamado de Dios en nuestras vidas, de que hay un poder, hay una unción que vive y se mueve en nosotros, que no es de este mundo sino que es algo sobrenatural, es algo fuera de este mundo porque proviene de Dios. Y esa unción, ese poder, esa dinamita Dios la ha puesto, la ha vertido en vasos de barro, la ha vertido en personas que son quebrantables, lo ha vertido en personas que pueden romperse en cualquier momento, personas que son frágiles, aunque pueden haber muchas personas aquí que usted los mira de primera intención y podrá parecer que tienen fuerza, que pueden resistir. Pero aún el más fuerte de apariencia física tiene su debilidad, tiene su flaqueza, cae. Aún la mujer que pueda tener la mirada más seria tiene su fragilidad por dentro.
Y en esas personas que Dios ha decidido depositar su bendición, es sobre cada uno de esas personas que Dios ha dicho como que, ah, esta muchacha se cree que no es nada pero conmigo sí lo es. A este muchacho le han dicho, tu no vales para nada, pero yo le digo a esa persona, sí vales para alguien. Y es sobre ese vaso que yo vierto lo que yo tengo.
Miren cómo dice esto, a mí me fascina este parafraseo que hay aquí en estos textos, dice:
“… tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros. Qué, estamos…. Miren cómo dice…. Atribulados en todo más no angustiados, en apuros pero no desesperados, perseguidos pero no desamparados, derribados pero no destruidos…”
Déjenme ver cómo yo puedo dramatizar estas palabras? Señor ayúdame aquí. Voy a leer estas palabras en otra versión para ver si hace mejor conexión. Dice:
“…. Así que estamos llenos de problemas, pero no estamos sin salida… esta es la versión Dios…. Una persona atribulada, cómo yo puedo identificar una persona atribulada? La persona se está jalando de los pelos todo el tiempo, como era César antes, que ya no tiene pelo porque se lo jaló todo. Se come las uñas hasta la carne, se la come la uña. Pero ve que está caminando para todos lados, pensando qué voy a hacer, qué voy a hacer, cómo voy a hacer esto, cómo voy a hacer lo otro. Está así de lado a lado, de lado a lado. Es un atribulo que está ahí. Pero no está sin salido.
El segundo, miren cómo dice, está un apuro, cuál es la mejor ilustración de una persona que está en apuro? Yo me imagino que de ustedes se están riendo porque el mejor ejemplo de una persona en apuros, es una persona que tiene que ir al baño. Esa es la mejor forma de identificar a alguien que tiene un apuro. Corre! Cuando hay un solo baño en la casa. Sal, que lo tengo que usar.
Ahora, imagínense ustedes una persona en ese tipo de apuro pero sin desespero. Cómo es eso? Con qué se come eso? Cómo dice después? Cómo es?
Estamos perseguidos pero no desamparados. Imagínense eso, que usted está huyendo de algo o de alguien pero que no está desamparado, desamparado como que uno no se siente solo sino aunque está esa persecución, usted tiene un sentido de presencia, algo que está con usted, o alguien que está con usted.
Y esa idea de estar derribados es como ese guerrero que pam, le dan un cantazo y se cae pero, luego se para y sigue ahí aunque le falte un brazo, pero sigue, y le dan otro cantazo y pam se cae de nuevo pero vuelve y se pare y coge su compostura y sigue adelante confiado, confiada.
Ese es el tipo de personas que esas caídas no definen el tipo de persona que es porque esa persona está definida por un Dios que lo levanta, que levanta su cabeza para que esa persona pueda seguir adelante.
Ese misterio, esa bendición está puesta en un vaso de barro. Y qué mas dice? Sigo leyendo, un poquito más adelante, verso 16, mire cómo dice:
“… por tanto no desmayamos antes aunque nuestro hombre exterior, nuestra mujer exterior se va decantando, el interior, qué pasa?, se renueva de día en día…”
Óigame porque estábamos orando hace unos minutos atrás… un Dios que tiene la intención de renovar a sus hijos y a sus hijas día tras día. Y nos es una renovación como tómate esta pastilla y verás que el próximo día te vas a sentir en las nubes, sí, vas a estar en las nubes porque vas a estar como que… en la capa de ozono o algo así. Pero la renovación que Dios trae es una renovación que llega a niveles que ninguna otra cosa podrá llegar. Esa es la renovación, el reposo que Dios quiere dar.
Verso 17, “… porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria…”
Piense en la tribulación que tu tienes ahora, tu dirías que esa tribulación es leve? No? Saben cuál es la tribulación de la cual estaba hablando Pablo? Es lo que estábamos leyendo aquí. Él estaba diciendo, mire cuál es su tribulación, estamos atribulados, estamos en apuros, estamos perseguidos, estamos desamparados, ven acá, esos 4 adjetivos a él usa son algo fuerte, son graves. Algo tenía que estar pasando que le estaba causando presión a él, más sin embargo él puedo decir todo lo opuesto, hey, estoy pasando por esto pero tengo esto por delante.
El ver las cosas con esa perspectiva de la fe permite decir, todo eso, ah, eso es leve, eso es pasajero, eso es como quien dice una pajita en el hombro y pac uno se la quita de encima.
Ríase un momento por favor. Sí, porque yo sé que las cosas que estoy diciendo pueden sonar a veces como que, eso es como dicen easier said than done, como dicen, más fácil decirlo pero más difícil es hacerlo. ¿Verdad? Ah,… miren el verso 18, qué dice?
“… no mirando nosotros las cosas que qué?, que se ven sino las que no se ven porque las cosas que se ven son temporales pero las que no se ven son eternas…”
Óigame, y ese misterio está puesto en vasos de barro. Oye, mi hijo, mi hija me sigue dando dolor de cabeza, qué tu estás viendo? Estás viendo el dolor de cabeza o estás viendo los planes eternos que Dios tiene para esa persona? Sigue flaqueando con el mismo problema, qué estás viendo, estás viendo el problema o estás viendo la restauración eterna que Dios tiene para tu vida? Oye, sigo bebiendo, bueno, sigue bebiendo pues. Sigo bebiendo… me levanto y me acuesto con la botella. Pues que estás viendo, mi hermano, estás viendo la botella? Doble? O estás viendo la restauración eterna que Dios tiene para ti?
Vean mis hermanos, déjenme decir esto, porque yo puedo seguir mencionando ejemplos que pueden ser bien cercanos al tuétano de nuestra vida. Yo puedo seguir viendo el esposa, la esposa que te sigue sacando canas y tu como que guau, qué voy a hacer con esta persona. Y yo puedo decir, mira, qué estás viendo? Estás viendo lo que se ve o estás viendo lo que no se ve? Estás viendo el problema que tiene esa persona ahora mismo o estás viendo lo que no se ve que es lo que Dios estás haciendo en medio de la vida de esa persona?
Lo que Dios está haciendo tras bastidores, lo que tu estás viendo como quien dice, esta persona que le sale el ogro de repente y Dr Jekill y Mr Hyde como quien dice, le sale este monstruo así, eso es lo que tu ves de frente. O estás viendo a través de los ojos de la fe que es un Dios que está trabajando en ese carácter de esa persona para renovarla y restaurarla a las intensiones que Dios tiene.
Es más, estás viendo un monstruo o una monstrua dentro de ti? No, no una mosca, una monstrua, un monstruo dentro de ti que te asusta cuando sale y tu dices, como que, oh, de dónde salió eso? Estás viendo lo que se ve o estás viendo lo que no se ve? Qué es lo que Dios está haciendo en tu vida?
Y cuando estamos hablando de lo que no se ve me refiero a las acciones que Dios está haciendo en ti y se le estás prestando atención a esas acciones y dejando que esas acciones verdaderamente dominen sobre tu vida para que entonces esa vasija que tu eres, esas partes que están rotas, quebrantada Dios las pueda restaurar al propósito y la imagen y la forma en que él quiere para que entonces nosotros podamos decir, mira, yo estoy caminando en una dimensión que es fuera de este mundo. Sí, yo veo todos estos errores, todas estas imperfecciones pero mis ojos del espíritu están viendo una cosa totalmente distinta.
Óigame, si yo me dejo llevar por lo que yo veo, yo no estaría aquí predicándoles ahora mismo, hace rato yo estaría sabe Dios dónde. Estaría por allá, por Monterrey, haciendo sabe qué. Por que Monterrey? No sé. Solamente quise decir un sitio.
Mis hermanos y hermanas, cuando nosotros andamos por fe andamos definitivamente caminando en un terreno que Dios mismo ha separado para nosotros. Y aquí es donde yo quiero, como quien dice, darle algo más tangible a usted. Bueno, yo sé que estaba hablando cosas tangibles, pero yo quiero que usted salga de aquí con esto: mire aún esa misma oración que hicimos hace unos momentos, una oración por descanso, mire que usted llegue a su casa y que usted lo crea por fe, que usted lo crea por fe que cuando usted se va metiendo en la cama y empieza a estirar las piernas y se empieza a acurrucar así, yo no sé cómo usted hace con la almohada, si usted da puños a la almohada o algo, y como que abraza esa almohada, yo no sé si usted usa una pijama con calcetines de Winnie the Pooh o algo así, yo no sé qué es lo que usted usa, yo no sé si usted se pone los pantalones de Sponge Bob o algo así para dormir, pero lo que sea que usted use, mire, piense que usted está durmiendo en la presencia de alguien que quiere darle descanso. Eso yo lo puedo ver a través de la fe solamente. Si yo me acuesto pensando en lo que yo estoy viendo con mis propios ojos, si yo me acuesto como quien dice, en mi mente con todas las cosas que yo tengo ahí de frente a mí, mire, me acuesto y a los 5 minutos voy a abrir el ojo de nuevo. Me acuesto de nuevo y a los otros minutos abro el otro ojo. Yo voy a estar así toda la noche porque no estoy confiando, no estoy creyendo en la palabra del Señor de que él quiere que nosotros podamos descansar, que podamos….
Miren, les voy a terminar diciendo este testimonio: antes de yo llegar aquí a León de Judá como algunos de ustedes saben, yo estaba en una iglesia en Springfield, una iglesia bien parecida a esta, bien enérgica, bien.. en aquel momento cuando yo llegué esta iglesia estaba entrando en una avivamiento espiritual y había mucha actividad en la iglesia. Era como dos veces al mes se hacían vigilias, de viernes a sábado, pero eran vigilias a fuego, allá había niños, había jóvenes, había adultos, todo el mundo orando, cantando.
Hubo un tiempo en el cual se invitó a una mujer que tenía un don profético de los más genuinos que yo he visto y que yo he experimentado y esta mujer, una noche de esas vigilias, el Señor la llevó a ministrarle al pastor principal de la iglesia y en esa iglesia el altar era como, obviamente era mucho más grande que este y tenía como extremos hacia las esquinas, y ese tiempo el pastor estaba bien atribulado por distintos proyectos que estaba la iglesia, cosas que el Señor estaba poniendo en su corazón, y se podía ver la tribulación que él tenía en su cara, en su rostro se le notaba. Eran como las 10 de la noche, mis hermanos, empezando esa vigilia, eran como las 10 de la noche y el Señor movió a esta mujer para ministrarle al pastor y comienza a orar por él y le dice, pastor, el Señor te va a dar un sueño profundo ahora mismo. Mis hermanos, este pastor cayó como una guanábana en el altar. Nosotros podíamos escuchar hasta sus ronquidos literalmente pero Dios lo puso a dormir a él en una esquina del altar.
Usted dice, en una vigilia, como va a ser! Tiene que estar orando, es el pastor! Mire, ese hombre durmió en esa esquina hasta las 5 de la mañana. Cuando se levantó a las 5 de la mañana, usted lo notaba en su rostro, su rostro brillaba. Él se levantó como que, uh, y él dice, cuánto tiempo pasó? Él ni se dio cuenta de la hora. Miren mis hermanos, yo creo que Dios puede ministrar a ese nivel también. Porque a veces nos ajetreamos tanto por las cosas que tenemos alrededor y hay veces que nos creemos Dios, que podemos hacer las cosas por nuestra propia fuerza, y hay veces que Dios está ahí como esperando, hmm, yo voy a esperar a que tu sistema haga un shut down completo. No, no, no es que va a esperar a que te haga un shut down, pero hay veces que él mismo tiene que intencionar un…, déjame darle el botón de reset a esta persona para que baje las revoluciones.
Yo lo creo, mis hermanos, miren yo no sé por qué Dios ha puesto esa carga en mí hoy en esta noche en particular, pero sí, si de algo sirve que yo sé que sí, reciba eso. Cuando usted salga de aquí hoy camine por fe y no por vista. Cuando llegue a su casa dele un beso a su esposa, a su esposo, al perrito, a la perrita, el gato, y di voy a dormir en presencia de Papá hoy. Mire, acurrúquese, no te tomes la pastilla para dormir, yo lo digo por fe. Si tu tomas pastillas para dormir, no te la tomes hoy. Yo creo que Dios te va a permitir descansar. Si no sucede, pues mira, ven y échame la culpa. Yo le tiro los 20 a Dios después. Pero créelo. Es más elimino lo que acabo de decir, borra eso, yo sé que Dios te va a permitir descansar, es por fe, es por fe.
Enfrentando los problemas en nuestra vida
15 de marzo 2010 – Por Carmen Ray-Calvo
Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían. Nahúm 1:7
Si usted está enfrentando un problema no permita que ese problema le robe su gozo, porque perderá su fuerza y estará vulnerable a los ataques del enemigo. Ya que uno de sus propósitos es mantenernos angustiado y turbados. La palabra de Dios nos dice en Juan 14:1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios creed también en mí”. En este versículo Jesús está hablando a nuestro corazón.
Después de un tiempo de oración e inquirir si mudarnos a Florida o no, adquirimos una casa muy bonita que nos motivó a mudarnos. Pero no sentía paz para hacerlo todavía ya que no estaba dispuesta a compartir la idea con mi pastor, a quien tanto amo. Luego mi esposo me dijo que no quería que nos mudáramos por ahora. Rentamos la propiedad y buscamos otra casa cerca de la que hasta entonces teníamos. Durante el proceso de mudarnos nos llamaron para informarnos que el sistema de aire acondicionado se había dañado y que era conveniente cambiarlo. Esta noticia me afligió un poco porque esto nos conllevaría a un gasto no programado. En oración se lo presenté al Señor, inmediatamente vino a mi mente el versículo 7 del capítulo 1 de Nahúm, y al leerlo me dio paz y no permití que esto me quitara mi gozo, en unos pocos días todo se resolvió y volvimos a la normalidad, gracias a Dios.
Oración: Amado Padre Celestial te doy gracias porque en todo momento tú palabra nos consuela, recordándonos que tenemos un padre amante que no nos dejará ni nos desamparará. En Cristo Jesús Amén.
Queremos a Cristo levantar, ver su bandera en la ciudad
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Vamos a Hechos, capítulo 2. El domingo pasado estuvimos hablando, no entramos de lleno en el texto mismo del capítulo 2, del libro de los Hechos pero hablamos acerca de la necesidad de una iglesia avivada, a diferencia de la iglesia juanina, como yo la llamé. Juan predicó que él bautizaba con agua, pero que vendría uno después de él que bautizaba con el Espíritu Santo y con fuego, ese era el Señor Jesucristo.
Y hablábamos de la necesidad de esa iglesia que se moviera, fluyera en el pueblo de Dios y que fuera movida por el Espíritu Santo como nosotros hemos visto esta tarde en nuestro servicio, una iglesia que fluye en alabanza, fluye en ministración, fluye en palabra profética. No sé si usted sabe que eso es lo que estábamos haciendo, profetizando. Cuando nosotros decimos queremos a Cristo levantar y un paso hacia adelante y queremos ver a Cristo… eso es profecía. Cuando estamos cantando, un río de vida está fluyendo de tu trono, oh Dios. Que estamos diciendo, estamos haciendo una afirmación por fe, y estamos profetizando que eso es lo que va a suceder. A veces creemos que la profecía solamente, oh Dios, así te dicen Señor, escucha. No necesariamente. Profetizar puede ser simplemente anunciar, un mensaje de Dios en la unción del Espíritu Santo del momento. Profecía puede inclusive ser coger un versículo de la Biblia y proferirlo para un momento dado, para una persona.
Entonces ese versículo que es eterno y que es general cobra especificidad para ese caso, esa persona, esa ocasión, y entonces se convierte en una palabra profética. Así profecía es muchas cosas. Profecía puede ser alabar al Señor en la unción del Espíritu Santo como hizo Elizabeth cuando sintió su criatura, Juan, reaccionar a la criatura del Mesías que estaba en el vientre de María y Elizabeth profirió, alaba alma mía al Señor glorifique, y profetizó. Aunque era una alabanza simplemente. Así que profecía es muchas cosas.
Nosotros estamos profetizando esta mañana y cuando diferentes hermanos oraban había elementos de profecía en ellos también. Es decir, que estábamos fluyendo. Y es lo que dice el Apóstol Pablo, de paso, cuando habla dice, y qué hermanos cuando se reúnen entre ustedes que uno tiene palabra de profecía, uno tiene un himno, uno tiene un salmo; él está hablando de cómo esa adoración que tenía esta gente, esos primeros cristianos no tenían una historia de cómo se hace un servicio. Nosotros seguimos tradiciones de siglos de cómo se hace un servicio, pero eso ha sido algo que se ha ido desarrollando a través de los siglos de iglesia y de historia de la iglesia y hemos adquiriendo un programa, una forma de hacer las cosas.
De hecho, parte de ese programa nos viene de la tradición católica, de la cual se separó el movimiento protestante en el siglo XVI con Martín Lutero. Pero muchas de las cosas que nosotros hacemos y hemos convertido en algo evangélico, en realidad nos viene de esa larga tradición histórica de la iglesia católica y también de los tiempos antes de la iglesia católica, antes de Constantino y de los antiguos tiempos.
Pero yo creo que esos primeros cristianos cuando se reunían en una casa no tenían un ritual, no tenían unario, no tenían una Biblia como nosotros la conocemos, no tenían el Nuevo Testamento, ciertamente, no tenían ni siquiera a veces el Antiguo Testamento porque un rollo de esos costaba carísimo y no todo el mundo, es más, muy pocas personas podían ni siquiera una página de las Escrituras, cuanto menos un rollo de un libro de la Biblia. Estos cristianos se veían obligados en esos primeros tiempos de la iglesia cuando se reunían a improvisarlo todo. Como esos antiguos grupos pentecostales que se reunían en los campos de nuestros países, ahí simplemente a escuchar del Señor porque quizás el que fundía como pastor, ni siquiera sabía leer o escribir, pero tenía la unción de Dios y entonces se reunían y alababan y hablaban del Señor y oraban y la bendición de descendía sobre sus vidas. Y yo creo que cuando nosotros sacamos tiempo para romper la rutina y nos abrimos así a lo que el Señor quiera hacer, estamos como metiéndonos en esa tradición de gente que deja que el Espíritu Santo les dirija y haga lo que quiera con nosotros.
Y yo creo que ese tipo de iglesia está más cercano a la iglesia que Dios quiere para estos tiempos. Ahora bien, yo les digo que no quiere decir que vamos necesariamente tenemos que hacer eso todo el tiempo, todas las veces. Yo creo que cualquier cosa se puede convertir en rutina y lo que es de Dios un momento y lo que es el mover de Dios para un momento se puede convertir en un ritual como cualquier otra cosa.
Por ejemplo, los quakers que es una denominación evangélica que data del siglo XVIII, creo que es, que vino de un mover poderoso de Dios en las partes nortes de Europa, cuando ellos se reunían, eso fue parte de una avivamiento muy poderoso que hubo en Europa, cuando ellos se reunían temblaban, de hecho, la palabra quaker quiere decir una persona que tiembla, como earthquake. Usted ha visto la avena Quaker, como dicen los dominicanos, ese hombre que está pintado en la avena Quaker es el tipo de esa tradición religiosa evangélica que viene un avivamiento. Y los llamaban quakers porque era como ridiculizándolos, que temblaban a veces en los servicios y el Espíritu Santo venía sobre ellos y comenzaban a temblar y Dios los movía en maneras poderosas.
Bueno, hoy en día, los quakers aquí en Estados Unidos son unas de las denominaciones más liberales, esa gente no creen ni en la luz eléctrica. Muy liberales pero todavía retienen los orígenes, porque los quakers en un tiempo se reunían en sus santuarios, en sus salones bien sencillos, desprovistos de todo ornamentos, y se sentaban y simplemente se quedaban en silencio esperando una palabra de Dios, una palabra profética. Entonces, según Dios los iba iluminando ellos no tenían programa, y si alguien recibía algo del Señor se paraba y profetizaba y hablaba lo que el Señor le decía. Y estaban en silencio y simplemente fluían conforme a lo que Espíritu Santo les decía.
Hoy en día, ellos todavía retienen, y yo los respeto, son gente déjenme decirles, muy culta, muy decente, con un sentido de justicia social que nos dejan a nosotros chiquitos. Yo los bendigo. Entiéndanme lo que estoy diciendo. Mi crítica es respetuosa en un sentido. Pero hoy en día ellos retienen la forma de esos antepasados históricos en el sentido de guardar silencio y de esperar pero cuando usted analiza verdaderamente la matriz y la concepción religiosa que fundamenta eso que ellos hacen, es muy diferente. Su concepción de lo sobrenatural y de los espiritual es muy diferente, pero retienen el rito.
Así que déjenme decirles que si uno no se cuida las espontaneidad puede convertirse en un rito. Entienden lo que estoy diciendo? La espontaneidad puede convertirse entonces en la nueva rutina, así que el diablo se mete hasta en la sopa, en dondequiera si uno no se cuida. Uno tiene que estar siempre discerniendo el espíritu. Así que, lo que quiero decir con eso es que nosotros vamos siempre a buscar y tratar de escuchar del espíritu y ajustarnos a la manera en que Dios quiera, pero eso es lo que Dios quiere, una iglesia que siempre esté captando la nueva onda del espíritu y yéndose atrás de ella, no las modas del mundo pero sí el fluir del espíritu. Cristo dice que el espíritu va por donde quiere, nadie puede coger el viento y agarrarlo y meterlo en una caja. Y nosotros tenemos que fluir y esa es la iglesia, yo creo que Dios quiere en este tiempo para hacer algo poderoso a través de ella.
Y vamos a seguir indagando y buscando y experimentando y dejando que el Señor… yo espero que ustedes estén a tono con lo que queremos hacer y lo que Dios nos está llamando a hacer. Amén. Porque de nada sirve estar haciendo cosas si el pueblo está a mil millas de distancia. Cada uno de nosotros tiene que estar metido en esto y haciendo su parte para venir y traer la bendición de Dios a este lugar.
Otra cosa que decía, cuando estábamos cantando ese coro, queremos ver a Cristo en la ciudad y un paso a paso hacia adelante, cada oración un golpe de guerra, etc., etc., yo pensaba acerca de eso, de lo importante que nosotros entendamos lo que estamos diciendo. Yo creo que estamos en un tiempo y esto es lo que Dios cada día como que me sella más acerca de ese mensaje de llevar ese mensaje dondequiera y es que sí, nosotros estamos al borde de un gran avivamiento, de una gran conquista de la tierra, de un derramamiento del Espíritu Santo de proporciones mundiales, de una lluvia poderosa del Espíritu Santo, una cosecha de almas como nunca antes en la historia, una abundancia de señales, milagros y prodigios como nunca antes en la historia, una libertad para fluir en la unción del Espíritu Santo de parte del pueblo de Dios sin precedentes, todo eso viene.
Y mire, otra cosa, también una conquista de los sistemas que sustentan a la sociedad y un re poseer la tierra, esa es la parte más radica de toda, es decir, un reclamar para Jesucristo y los valores del Reino de Dios de los diferentes sectores de la sociedad y de la cultura que ahora mismo están bajo la mentalidad del mundo, de lo secular, y en última instancia, de los demoníaco y de lo anti cristiano. Por ejemplo, en esta nación donde estaba leyendo algo que una hermana muy profética me dio al principio del servicio y entre las cosas que esta persona hablaba de lo que Dios….. porque es que está hablándole a sus profetas en todas partes.
Miren hermanos, déjenme decirles, o Dios está preparando algo o vamos a cerrar la puerta de esta iglesia y vámonos a dormir a nuestra casa y olvidemos esto de jugar a evangélicos, vamos a cerrar el negocio porque yo creo que si Dios no hace algo, porque es que dondequiera que uno va hay una inquietud y hay una expectativa de parte del pueblo de Dios de que estamos al borde de algo. Yo no sé cuánto tiempo se va a tomar para que el estallido poderoso y evidente se haga evidente pero estamos al borde de algo. Dondequiera hay señales.
Esto que yo leía hablaba, entre las muchas cosas que señalaba, Provincetown, cuántos saben dónde está Provincetown? Provincetown está allá por el Cape Cod, es el borde, uno de los puntos extremos de Massachusetts, del cabo Bacalao, Cape Cod, suena mejor Cape Cod, pero ahí fue donde llegaron los peregrinos cuando vinieron de Europa buscando libertad religiosa para sin ellos saberlos cabalmente, aunque ellos sabían que eran parte de un proyecto milagros de Dios, pero ahí llegaron los peregrinos, ahí aterrizaron ellos, desembarcaron cuando venían de Europa, hambrientos, muriéndose de frío, muchos enfermos, casi al borde de la muerte, llegaron allí. Interesantemente, no se suponía que llegaran allí de hecho, su viaje los dirigía más bien hacia Nueva York, era allí donde iban a desembarcar, pero por diferentes razones llegaron a ese punto de Massachusetts. Ahí comenzó esta nación en un sentido aunque había ya inmigrantes en Virginia, por ejemplo, y habían ido también otros a la Florida, españoles y otros grupos. Pero en realidad la única comunidad que floreció, porque todos los de Virginia murieron casi todos, y no se desarrolló allí una comunidad fuerte, que echara raíces, la inmensa mayoría, cientos de los inmigrantes ingleses que vinieron a Estados Unidos por primera vez a Virginia, murieron de hambre, enfermedad, matados por los indios, etc., pero este grupo con el Mayflower llegaron ahí a ese lugar y echaron raíz allí y de allí nació esta nación, y nació el gobierno de Estados Unidos y una cantidad de cosas. Y esta gente, ahí en Provincetown, se hincaron inmediatamente que pisaron tierra norteamericana e hicieron un pacto con el Señor, se llama el Mayflower Compact. Ellos lo hicieron en el barco de hecho antes de desembarcar, y declararon su propósito de fundar una tierra dedicada al Señor y un compact, se llama un pacto porque ellos pactaron entre sí de seguir al Señor y de establecer una tierra que adorara al Señor y de dedicarle esa empresa al Señor.
Y entonces ahí en ese lugar en Provincetown fue donde comenzó esta nación y donde comenzó la herencia espiritual que esta nación estableció. De ahí los peregrinos y puritanos, vinieron otros después de Europa, y se fueron esparciendo por diferentes pueblitos de Massachusetts y después de Rhode Island y siguieron llegando por Connecticut y siguiendo hasta Nueva York y otras partes, se fueron esparciendo por diferentes partes de Nueva Inglaterra, por eso se llama Nueva Inglaterra porque eran ingleses originalmente. Y dondequiera que ellos fundaban un pueblito nuevo, lo primero que hacían era establecer una iglesia. Ellos nunca fundaban un pueblo nuevo sin establecer una iglesia, y nunca establecían una iglesia sin hacer un pacto de entregarle ese pueblo al Señor. Y dondequiera que ellos iban ellos escribían su fe en el Señor.
Si usted va a la casa de gobierno de aquí de Boston, el State House, vaya un día, entre a los salones principales de la casa de gobierno. Usted puede hacerlo gratis. Y usted va a ver allí murales, inscripciones que hablan del señorío de Cristo y de la reverencia que se le tiene al Evangelio, aún en la casa de gobierno. Hoy en día, esa gente que está ahí en la casa de gobierno, los representantes y senadores se avergüenzan y tratan de minimizar su herencia cristiana. Y lo que tiene hoy en día, lo que hablan es del secularismo y del multiculturalismo, y el pluralismo. Es como la gente que se avergüenza de que su abuela es india o es negra, y tratan de esconderla cuando vienen los visitantes. Dónde está tu abuela? Recuerdan ese dicho en el Caribe?
Esta gente se avergüenza de que sus antepasados declararan el señorío de Cristo. Ahora, ¿saben qué? Yo creo que cuando Dios hace un contrato él no se olvida, cuando Dios hace un pacto él no se olvida. Esta gente hizo un pacto con Dios, hay un título establecido, hay un documento legal en los cielos que declara que esta nación, sus instituciones, muchas de sus casas de gobierno, sus iglesias, pertenecen a Jesucristo. Y sabe lo que se necesita, simplemente que el pueblo de Dios reclame esas cosas y venga ante el diablo y diga, suelta eso porque yo tengo el título aquí que dice que esto es del Señor Jesucristo.
Yo pienso a veces en muchas de esas iglesitas exquisitas que hay en muchas de las aldeas de aquí de Nueva Inglaterra, bellas, antiquísimas, del siglo XVIII, siglo XVII, todavía están allí esas iglesias en las plazas de muchos pueblos de aquí de Nueva Inglaterra, y de otras partes de Estados Unidos. Esas iglesitas fueron fundadas por hombres y mujeres que creen en esa palabra, como la palabra de Dios. Pero con el paso del tiempo esas iglesitas fueron perdiendo su visión y las congregaciones que las sostenían fueron evolucionando y cambiando bajo enseñanza hereje y se fueron convirtiendo en iglesias liberales que no creen en esta palabra que nosotros creemos. Le dan algún tipo de reverencia formulaica pero no creen en el contenido sobrenatural de esa palabra. Y esas iglesitas que en un tiempo declaraban la palabra preciosa y sencilla de Dios hoy en día le dan a la gente que va allí una comida enfermiza, dañina y venenosa que les mata su espíritu y les corta la visión y les induce un sueño y un sopor que les impide entrar en contacto con la energía del Espíritu Santo, están cautivos. Están como el rey ese, en una de las trilogías, de la película The Trilogy, que está como cubierto por un demonio y está simplemente completamente hipnotizado y bajo un hechizo y necesita ser despertado.
Así hay tanta gente en Estados Unidos que están hechizados por una doctrina de demonios. Y yo lo digo eso con amor y con temor y temblor y van a esas iglesias y reciben una doctrina maligna. Es la Biblia la que llama a eso doctrina demonio, no yo, y hay que pedirle al Señor que libere esas iglesias porque esas iglesias pertenecen a Jesucristo. Harvard tiene una gran capilla que predica generalmente herejía y enseñanza contraria a la palabra de Dios. Esa capilla inmensa pertenece a Jesucristo. Harvard fue fundada para educar y preparar hombres para el ministerio, hoy en día, prepara hombres y mujeres para una doctrina secularista humanista, racionalista, anti cristiana. Pero yo creo que Harvard y sus edificios pertenecen a Cristo Jesús. Y nosotros tenemos que reclamarlos.
A dónde voy? Y este es mi mensaje, ni siquiera estamos ahí dando vueltas como un avión alrededor del tema del capítulo 2 del Libro de los Hechos. A donde vamos? Y es lo siguiente, cuando nosotros decimos queremos ver, Bruce, si tu puedes poner el coro ese, queremos ver a Cristo, queremos a Cristo levantar, etc… ponlo ahí, porque lo que estamos diciendo en este tiempo es, Señor, nosotros queremos que todas estas cosas que nos han sido robadas, que fueron establecidas por gente que te amaba, temía tu nombre, fundamentaba su vida en tu palabra, queremos que esas cosas le sean devueltas a tu pueblo, queremos conquistar las estructuras de la ciudad, queremos que City Hall y la casa estatal sean tomados por gente que ame a Cristo y que venere el nombre de Jesús y que tema el nombre de Jesús y que instituya leyes que reflejen los valores del Reino de Dios. Queremos que las universidades, de Harvard para abajo, de MIT para los lados, tengan profesores, presidentes, jóvenes que alaben a Cristo y que esos salones puedan estar llenos de alabanza y adoración y de gente que hayan bajado su intelecto ante los pies de Jesucristo.
Queremos que el arte de esta nación, la literatura, la música, la filosofía, los sociólogos, los que enseñan política, historia, ciencia, que todo el elemento intelectual, cultural también venga a los pies de Jesucristo. Que en vez del arte y el cine en Hollywood hoy en día promover una agenda homosexual, por ejemplo, y siempre que digo homosexual digo con amor y respeto a tanto cristiano que algunos en nuestra congregación que luchan como nosotros luchamos con otras inclinaciones, adúlteras y pornográficas, y abusivas, violentas y rencorosas, que ellos luchan con esas… con amor a ellos y con gran respeto y aceptación y gozo de que están en nuestra congregación, pero hay un movimiento homosexual, hermanos, que es demoníaco, es posesivo, es imperialista, quiere conquistar y quiere conformar a esta cultura a su imagen y semejanza, y nosotros queremos que esas regiones de Hollywood y del mundo intelectual, también bajen la cabeza ante el señorío de Cristo Jesús.
Y queremos que la levadura que es el Evangelio leude esa masa también. Y queremos asimismo, también, que el Evangelio penetre en Wall Street y que penetre en la Bolsa de Chicago, y que penetre en las grandes corporaciones que hoy abusan y explotan al pobre y que penetren la industria del real estate también, que ha causado tantos de los líos que ahora estamos pagando nosotros, todas esas cosas.
Y queremos que entre también el mundo de la salud donde hoy se predica también que los jóvenes no son capaces de mantener su zipper cerrado y por lo tanto no hay que darles condones, perdonen la expresión, para que no tengan hijos pero no se les puede enseñar que pueden controlar sus apetitos, y entonces lo que hay que hacer es animar y fortalecer como quiere este gobierno la industria del aborto que al llenar esta nación de clínicas de aborto para que cuando tengan que abortar haya una clínica en cada esquina, no tengan que ir muy lejos, ni tengan que pedirle permiso a sus padres, aunque sea menores de edad, y que haya abundante dinero para pagar todos los abortos que sean necesarios y mucho dinero para campañas promoviendo anticonceptivos, y nosotros queremos que en esos lugares también penetre el señorío de Cristo y una doctrina de continencia, de santidad, de buscar el rostro del Señor y de pelear la buena batalla, porque no es fácil vivir en pureza y en santidad en estos tiempos. Entendemos eso.
Pero queremos también que el señorío de Cristo entre en el mundo político donde se generan las leyes, allá en Washington, y que el señorío de Cristo sea puesto allí también, en el mundo de los hospitales, y del trabajo social, en todas esas áreas, en el mundo del Internet y de los medios de comunicación tan poderosos hoy en día que están siendo usados por Satanás para captivar las mentes con pornografía y a los jóvenes meterlos en una comunidad virtual donde no hablan con los adultos, y ni siquiera hablan entre ellos mismos, hablan al control remoto, a través de un twitter o como se llame, o de un iPhone o un Ipod, o lo que sea, pero no son capaces muchas veces de una buena conversación con un adulto y sentarse y escuchar de él y recibir bendición de una cabeza con canas.
Y queremos que el Señor penetre en el mundo de las comunicaciones también y que haya productores en Hollywood que produzcan películas de primera categoría pero con un sedimento de reverencia ante el Señor y que proclamen que sus talentos vienen de Dios y se lo entregan a Dios. Y que haya cristianos que hagan sinfonías y piezas musicales que rivalicen con cualquier gran pieza musical que pueda producirse en el mundo secular porque están ungidos con el Espíritu Santo. Y beben como David del espíritu de Dios y tocan su harpa bajo la unción del Espíritu Santo y el demonio de va de Saúl.
Y eso es lo que estamos pidiendo y lo último que digo al respecto, qué es lo que Dios quiere? Y por eso es que nosotros tenemos que estar llenando de una energía, una gasolina, un combustible Premium, súper Premium, que Dios quiere darnos para que este vehículo que es la iglesia pueda subir la empinada cuesta que representa esta cultura y pueda conquistarla, porque tenga una comida como la de Elías que le permita caminar en el desierto 40 días y 40 noches.
La iglesia que Dios necesita tiene que nutrirse de algo nuevo, diferente, esa comido. Por eso es que tenemos que buscar más del espíritu de Dios. Yo creo que Dios nos ha metido en ese estudio del libro de los Hechos en el año 2010, estamos en el 2010 ¿verdad? Sí, la última vez que chequee. En este año 2010 porque él quiere proféticamente decirnos sí, hijos, eso es lo que yo quiero. Yo quiero esa iglesia, yo quiero que usted mediten en lo que es el Espíritu Santo, lo que es la mentalidad sobrenatural. Yo quiero que ustedes metan su mente y su espíritu en los patrones, en los paradigmas que ese libro representa, porque yo puse ese libro allí en mi Escritura porque yo quería que siempre la iglesia que se sentiría tentada a abandonar los patrones que yo he establecido del espíritu, tuviera que volver y compararse con ese mover de mi espíritu que es la base y la norma, y el punto de referencia para cualquier iglesia a través de los siglos.
Yo quiero que ustedes vuelvan y se metan en esas aguas, se mantengan allí por un tiempo, y beban y se impregnen, y sean marcados por las imágenes que emanan de ese libro de los Hechos. Yo les animo en el nombre del Señor…. Meditando en el libro de los Hechos, sigan meditando en ese libro. Sigan meditando en ese libro, léanlo como parte de su vida devocional, léanlo muchas veces y pídanle al Espíritu Santo que vaya impregnándoles de la energía que contiene ese libro de los Hechos.
Y vamos a pedirle al Señor que haga de la congregación León de Judá una iglesia verdaderamente íntegramente pentecostal, una iglesia que pueda fluir conforme a los patrones de la iglesia primitiva, la iglesia que se movía bajo la acción del Espíritu Santo, esa iglesia que conquistó toda la tierra a pesar de ser una iglesia en gran desventaja.
De nuevo, mire, aquí sí que concluyo con esto, escúcheme bien lo que el Espíritu Santo nos está diciendo. Mi escatología, sabe lo que es escatología? Escatología es el estudio de los últimos tiempos, cuando una persona estudia en un seminario hay toda una disciplina que se le enseña que se llama escatología. En el griego original escatología quiere referirse a eso, hacia el cumplimiento de los tiempos, hacia el final de las cosas.
Y durante años muchos de ustedes y yo hemos recibido la doctrina de que el mundo se va ir poniendo peor y peor y peor, que viene el anticristo y que la iglesia va a ser perseguida y que en algún momento este mundo va a ponerse tan feo, tan malo, tan terrible que el Señor va a tener que sacarnos de la tierra. Hay todo un escenario que se ha construido, entonces la mayoría de nosotros, es más, casi todos nosotros hemos crecido bajo esta idea que de paso les digo, es simplemente un modelo reconstruido de todos los diferentes pasajes que hay en la Escritura, pero así como está ese modelo hay otros modelos y yo lo que quiero es someterles a ustedes a que consideren lo siguiente:
Yo creo que sí, que viene el anticristo, yo creo evidentemente Cristo viene por segunda vez, todas esas cosas, pero aquí está lo que yo creo que Dios les está diciendo a la iglesia, y se lo está diciendo a muchos profetas de Dios, yo creo que Cristo no viene hasta que la iglesia no haya conquistado esas regiones de las cuales yo estoy hablando. Yo creo que, no sé cuanto tiempo la iglesia va a lograr conquistar esa tierra y retenerla, pero yo creo que todavía antes que se cumplan los últimos detalles de la escatología de la iglesia, hay algo que queda todavía por hacer, y es re poseer la tierra y entregarle al Señor lo que al Señor le pertenece.
Todo mi espíritu, todo mi ser, y de paso les digo, que yo he buscado mucho en la Escritura comparando lo que Dios me ha hablado para ver si yo estoy fuera de la Escritura, porque en última instancia es la Escritura la que tiene que determinar lo que nosotros queremos y yo no he encontrado nada que contradiga esto. Yo creo que la iglesia siempre ha pecado del aceleramiento, en nuestro deseo de ver a Cristo venir siempre hemos tratado de adelantarnos y siempre el Señor ha tenido que decir, hey, todavía falta, hay que hacer esto, tiene que pasar esto, tiene que pasar lo otro. Y yo creo, hermanos, que todavía falta un tiempo para que Cristo venga. Quizás yo lo veré, es más, yo creo que yo veré a Cristo venir, quizás sea un ancianito por allí con bastón, pero yo lo voy a ver. Y Cristo está cerca, Cristo está a la puerta, pero antes de eso hay que trabajo que hacer. Hay que reconquistar la tierra. Hay un gran avivamiento todavía que viene. Hay una última gran cosecha, hay un derramamiento del Espíritu Santo.
Esa Escritura de Joel a la cual aludió el Apóstol Pedro en el día de Pentecostés es interesante, esa Escritura sí, tuvo un cumplimiento parcial cuando Pedro alude a ella, como diciendo esto que ustedes ven es lo que señaló el profeta Joel, pero si usted lee el libro de Joel y en las complejidades de lo que es la declaración profética, hay profecías que se cumplen dos veces y esa profecía de Joel, sí, Pedro entendió que se refería a ese derramamiento del Espíritu Santo pero yo creo que hay un último derramamiento del Espíritu Santo que es aquello a lo cual verdaderamente se refiere el libro de Joel, que es para los últimos tiempos.
Evidentemente el contexto del libro de Joel, y después lo vamos a ver, no se refería exclusivamente a Pentecostés, se refería a los últimos tiempos. Porque si usted lee ahí en el libro de Joel dice que en aquellos tiempos derramaré de mi espíritu…
Déjenme aunque sea para que no se me vayan así todos confusos y temerosos de que el pastor Mirando se está volviendo un hereje, miren lo que dice en el versículo 28 del capítulo 2 de Joel:
“… y después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijos, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones y también sobre mis siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días….”
Siempre que la Biblia habla de aquellos días, es los últimos días. Y miren lo que dice:
“… y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre y fuego y columnas de humo…”
Eso no se refería a los tiempos de Pedro, se refiere a los últimos tiempos. Lea cualquier profecía acerca de los últimos tiempos y habla de estas señales, sangre, fuego, columnas de humo.
“… el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que venga el día grande y espantoso de Jehová…”
Esa declaración de un último avivamiento, un derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne donde los jóvenes verían visiones, los ancianos soñarían sueños, los humildes de la tierra profetizarían, y habría unas señales en la naturaleza terribles, se refiere a ese último tiempo antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.
“… y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo….”
Viene un tiempo, hermanos, en que en la India van a evocar el nombre de Jehová y muchos, millones de personas van a ser salvos. En Asia, en Japón, en Corea, en Vietnam, en Cambodia mucha gente invocará el nombre de Jehová y no podrán recitar las 4 leyes, pero invocarán a ese Dios y serán salvos.
Y en África, en Latinoamérica, en Australia, en Norte América, en Canadá, en Estados Unidos, invocarán el nombre de Jehová millones de personas y serán salvos también. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo. Ese es el avivamiento ese que viene, esa gran visitación del Espíritu Santo, esa cosecha de almas inmensa antes de que venga ese último..
“… porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación….”
Saben, hermanos? Lo otro que se van a convertir los judíos en Jerusalén, en Israel habrá grandes conversiones masivas de judíos, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado. Hay un remanente del pueblo hebreo que también se convertirá al Señor.
Entonces, cuando nosotros decimos queremos a Cristo levantar y ver su bandera en la ciudad, que todos conozcan su verdad, que él es el camino al cielo. Mire, eso es concreto, lo que estamos diciendo eso no es poesía vana, vaga, esotérica, metafórica, lo que estamos diciendo es nosotros queremos ver la bandera de Cristo puesta en la casa de gobierno, en la alcaldía de Boston, en la Casablanca, en la casa del presidente de Harvard, queremos verla en el Museo de Bellas Artes de Boston, queremos verla en el Symphony Hall de Boston, queremos verla en los salones donde se escriben las novelas y donde se componen las piezas de música de esta sociedad.
Estamos diciendo, queremos reconquistar, y lo queremos ver en Provincetown, que hoy donde aterrizaron esos peregrinos y lo que yo decía, ahí se estableció un monumento a los peregrinos, un monumento, un museo hace 100 años y pico lleno de alusiones a la fe cristiana, a los peregrinos, hoy en día, saben ustedes que la comunidad gay, la comunidad homosexual, se ha apoderado de Provincetown, Provincetown es un pueblo homosexual, uno de los pueblos más bellos de Estados Unidos y de Nueva Inglaterra es un pueblo homosexual. Ellos controlan allí.
Usted cree que eso es coincidencia? Que donde comenzó, en la cuna de esta nación donde vinieron hombres y mujeres con apetito de establecer el señorío de Cristo, hoy en día, el diablo ha puesto su bandera allí en una manera bien poderosa y hoy gobierna allí? Y han quitado muchas de las referencias a Cristo y al cristianismo de ese Museo. Está allí pero completamente eviscerado de referencias al cristianismo. Nos han robado la casa, nos han robado nuestra herencia.
Y yo creo que el Señor dice, yo quiero que ustedes vayan y re posean a Provincetown, yo no sé cómo lo vamos a hacer, hermanos, lo único que yo sé que la gasolina, eso es lo que yo quiero, la gasolina, con la gasolina yo no sé si vamos a ser cocteles de molotov, pero algo vamos a hacer con la gasolina. Pero con la gasolina vendrá la estrategia también, con la gasolina vendrá el poder de Dios, con la gasolina vendrán las señales y prodigios y los actos proféticos de Dios que obligarán a los que no quieran crujiendo los dientes, los obligarán a entregarle las llaves de las propiedades que le robaron a Jesucristo. Va a haber conflicto, va a haber lucha, Enrique pasa por acá, miren, va a haber lucha, va a haber guerra, va a haber conflicto, quizás va a haber hasta sangre, yo no sé, no está hablando de violencia para aclarar bien, va a haber quizás derramamiento de sangre de cristianos y de gente que va a dar su vida para que esto se de. Y va a haber gente violenta que se va a levantar contra esa iglesia avivada y contra las profetas de Dios que van a declarar la verdad.
Hermanos, escúchenme esto bien, Cristo no vino a traer paz, vino a traer espada para que ese avivamiento que Dios tiene se de, va a haber guerra, va a haber conflicto, va a haber violencia, los dientes le van a crujir a los enemigos de Dios, cualquier cristiano que quiera por allí ganarse a la gente con una sonrisita y andar por allí muy simpático y creyendo que así el diablo se va a convertir al Evangelio, váyase a su casa a dormir porque primero va a haber guerra, va a haber conflicto, va a haber una lucha de poder, va a haber un forcejeo, porque el Reino de Dios cuando camina y cuando se mueve, se mueve como un témpano de hielo, rompiendo los montes, las rocas, los caminos, abriéndose paso con fuerza, dice el Evangelio. Y solamente la gente que sabe moverse con fuerza posee el Reino de Dios.
Así yo le pido, Señor, llena nuestros corazones de vigor, llena nuestros corazones del corazón de un león que no retrocede aunque los cazadores sean muchos y grandes y poderosos. Llena tu iglesia de un fuego del Espíritu Santo, llena tu iglesia de un apetito de agradarte a ti en vez de agradar a los hombres, llena tu iglesia de una convicción de aunque me cueste la vida o la muerte yo voy a ser fiel a la palabra del Señor, yo voy a anunciar la palabra del Señor, yo voy a vivir para el Señor, yo voy a reconquistar la tierra.
Esa es la iglesia que va a tomar esta nación. Pónganse de pie y pídale al Señor que esto que yo estoy declarando, hermanos, lo haga real en nuestras vidas. Yo declaro estas cosas, me estoy escuchando diciéndolas, las digo por obediencia, porque yo creo que estamos en el tiempo para anunciar estas cosas y para pedirle al Señor que se levante un pueblo en el mundo hispano, afro americano, anglosajón renovado, un pueblo del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, un pueblo pentecostal, un pueblo con fuego en los ojos y fuego en el corazón, un pueblo que ya haya muerto y no le importe morir físicamente porque ya está muerto de todas maneras, y lo que quiere es irse a la eternidad. Pero que le entregue al Señor la tierra y que le de al Señor lo que es suyo, que recoja las gavillas y se las presente al Señor, le diga, ok, Señor, ahora ven, porque tu iglesia ha hecho lo que tu le dijiste que hiciera, que es discipular a las naciones y predicar el Evangelio en todas partes del mundo.
Falta tiempo, hermanos, falta tiempo, falta tiempo, hay mucho que hay que hacer todavía, hay mucho que hay que hacer antes que Cristo venga. Hay mucho trabajo, hay mucha tierra que hay que conquistar. Quien sabe si estamos hablando de algo de 3, 5, 7, 10 años que va a tomar eso, pero yo sé que hay un tiempecito todavía antes de veamos al Hijo del hombre venir en las nubes.
Y hay un último Pentecostés que tiene que venir y quien sabe si este es el tiempo y esta es la hora, para que ese Pentecostés caiga sobre el pueblo de Dios en diferentes naciones. Yo sé que yo quiero ser parte de ese Pentecostés. Vamos a buscar, vamos a pagar el precio.
Así que damos gloria y honra al Señor. Padre, te adoramos, te bendecimos. Glorifique el nombre del Señor. Dele gloria al Señor y pida que esta palabra se grabe en nuestros corazones y que Dios nos ayude a hacerla real, a hacerla vigente. Reclamamos la tierra, Señor, reclamamos la tierra, reclamamos la tierra, reclamamos las ciudades, reclamamos las naciones, reclamamos las regiones del mundo y enséñanos a caminar en tu perfecta revelación. Y ayúdanos a hacer tu voluntad. Bendigo a tu pueblo, Señor, llena a tu pueblo, llena a tu pueblo, Padre con esa fresca unción.
Vamos a cantar ese coro una última vez, bien suavecita y luego veremos cómo el Señor nos dirige, veremos a Cristo levantar, ver su bandera en la ciudad, y cántelo con el entendimiento que este mensaje yo espero que haya añadido a su vida.
La queja es un mal hábito
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Quiero hablarles un poquito hoy día acerca de algo que ha preocupado mi vida porque es una manera muy doméstica de nosotros de estar viviendo. Cuántos se han quejado alguna vez? No estoy hablando de esas quejas de dolor, porque a veces por la enfermedad, pero quejarse de insatisfechos, o quejarse de llenos, o quejarse de tener mucho, o quejarse de tener poco, o quejarse de no tener nada. Es una habitualidad en nuestra vida quejarnos. Nos quejamos hasta por si acaso, para ver si agarramos algo.
El capítulo 10, en el versículo 1 del Libro de Job, hay un versículo muy interesante, siempre Job, el Libro de Job uno no le puede hablar muy mal del Libro de Job, pero yo voy a hablar mal de Job hoy día. Sí, cuando uno saca un ejemplo de depresión, de enfermedad uno va a Job, pero mire el versículo que nos presenta Job aquí en el libro de Job, capítulo 10, versículo 1 dice:
“Está mi alma hastiada de mi vida…., alguien ha dicho eso alguna vez? No levante la mano, no diga amén tampoco. “…. Daré libre curso a quién?, a mi queja. Hablaré con amargura de mi alma….”
Que levanten la mano los amargados, los quejumbrosos. Yo creo que en un momento… este sermón no es como predicarlo antes de la adoración, no es cierto? Porque después de la adoración es muy difícil que alguien pueda levantar su mano. Ay, pero esto estaba calculado así, para no caer en problemas de conciencia.
Quejarse es una manera habitual hoy día en nuestras vidas de poder conseguir cosas o de poder creer que nos faltan cosas. Mentalmente nuestra sociedad el que no se queja no tiene. Por eso por muchos años supóngase en los Estados Unidos se abusó mucho de los sistemas de ayuda social y hoy día el sistema de ayuda social está en la banca rota. Cada vez se hacen más recortes. Hay gente que se quejaba teniendo y todavía recibía. Eso provocó que a través de los años muchas cosas fueran cambiando y muchos beneficios se fueron reduciendo y como yo no vivo hace muchos años acá me imagino que ya muchos beneficios de los que había hace 20 años atrás ya no existen.
La queja es parte de nuestra conducta humana. La queja viene desde allá, desde el huerto del Edén. Por qué no podemos comer de ese arbolito? Era el `más bonito, de colores, de frutos, era el que el Señor había cuidado, pero había una queja. Este término queja lo vamos a denominar como murmuración, es más común esa palabra, murmurado. Alguien ha murmurado alguna vez? Fueron muchos los amén, yo creo que fue poca adoración la que tuvimos hoy día.
La murmuración es parte de este concepto de la queja. La murmuración refleja nuestro descontento. La murmuración y la queja, o la queja que es lo mismo, vamos a tomar el mismo concepto para la idea, trae en nosotros muchas veces dudas, falta de fe. La queja en nosotros provoca el enojo de Dios. La queja en nosotros provoca la ira de Dios. Y vamos a ver algunos versículos en esta hora y media que nos queda de servicio…. Cuántos ya tienen sueño? Hay gente que se acuesta a las 9. Quién se acuesta a las 9? Y para qué vino a la iglesia? Aquí vamos a terminar después de las 9. Ya puede irse a dormir a las 10.
Cuando el Señor quiere hablarnos nos habla después de la hora en que nos acostamos, no es cierto? Cuantos han recibido un mensaje por sueño? Señor, por qué no me dejaste dormir, me tuviste que dar ese sueño ahora? Bueno, la murmuración traer ciertas consecuencias a nuestra vida. Yo sé que esta iglesia no está acostumbrada a murmurar y la mía tampoco, por si acaso. Pero para otros que murmuran quiero decirles que partamos de una base: fuimos creados para darle honra y gloria y alabanza al Señor. Cuantos dicen amen a eso? Fuimos creados para rendirle todo honor, todo imperio y toda majestad en su presencia. Fuimos creados para dar gloria, para dar gracias siempre en todo momento, en las épocas buenas, y en las épocas malas. Cuantos han aprendido a dar gracias al Señor en las épocas malas? Ahí hay bendición también. Ahí el Señor no se olvida de sus hijos. Ahí el Señor los toma y los lleva en sus brazos y dice, no te preocupes, esto es un tiempo, sigue agradeciéndome y yo te voy a dar todavía más. Se fiel en lo poco porque lo mucho te voy a poner.
Pero la queja es un hábito y yo quiero que salga de aquí estudiando la conducta, no solo suya, sino de los que lo rodean, y se va a dar cuenta mañana en su trabajo, con sus compañeros de trabajo, o de la escuela, o donde usted esté, y usted comience a enumerar las quejas de cada uno de ellos y se va a dar cuenta de que realmente la gente se queja mucho. Y eso traer una actitud a nuestra vida.
Job nos presenta este versículo y yo tomé este versículo porque creo que es interesante cuando el alma de uno, cuando la personalidad de uno comienza a definir el rumbo de su vida en torno a quejarse siempre. Yo voy a decidir, aquí Job está diciendo, yo voy a decidir libremente quejarme. Eso es lo que dice. Voy a murmurar de todas esas cosas que se supone yo debiera haber tenido para bien pero no me han salido para bien. Es una conducta recurrente en cada uno de nosotros, el quejarnos. A veces no nos damos cuenta. Es tan habitual en nosotros quejarnos que no nos damos cuenta que nos estamos quejando. Es parte de nuestra idiosincrasia. Es parte de nuestro vocabulario, pero una iglesia que entiende que el quejarse trae maldición, comienza a dejar de quejarse.
En el libro de Números, capítulo 11, y capítulo 14, y capítulo 17, hay una serie de historias y habla de las quejas del pueblo de Israel. Pero Job dice, daré libre curso a mi queja. En Job capítulo 7, versículo 13, si usted tiene un lápiz anótelo porque no vamos a tener mucho tiempo de buscar, “…la queja trae depresión…”, el quejarse continuamente trae depresión. La depresión es un síntoma normal de estos tiempos. La depresión no es una enfermedad, es la consecuencia de una serie de acontecimientos en nuestra vida que nos llevan a un punto que se llama depresión.
La queja puede ser una de esos caminos que nos llevan a la depresión. Si usted lee Job, capítulo 7, versículo 13 y si usted lee Job, capítulo 7, versículo 11, nos hace hablar con pesimismo, la queja nos hace hablar con pesimismo. No encontramos valor en nada, no encontramos nada interesante. No encontramos nada entretenido. No encontramos nada que pueda ser de bendición. La queja comienza a tener forma de pesimismo.
Cuántos son pesimistas aquí? En el Libro de Números, capítulo 17, versículo 5 y versículo 10, estos son versículos clave: la queja nos hace que nos revelemos contra la voluntad de Dios. La queja hace que nos revelemos contra la voluntad de Dios. Y hace que cada vez que Dios quiere hacer algo nosotros comencemos a cuestionarnos, comencemos a preguntarnos, será de Dios? Será de Dios eso? Dios estará haciendo esto bien o querrá una ayudita de nosotros?
Cuando nuestro corazón y nuestra mente se llenan de quejas, comenzamos a dudar de lo que Dios ha determinado para nosotros. Y ¿saben qué? Dios ha propuesto un plan, ha diseñado un plan para nuestras vidas, un plan perfecto, un plan donde tu y yo entramos perfectamente. Aquí no es que el Señor hoy día te llamó y mañana se olvidó de ti. O ayer te llamó y hoy día ya no te quiere tener en su camino. El Señor tiene un plan, ha trazado un plan en tu vida, y no es a base de las quejas, es a base de fe. Es a base de creer en el Señor.
Cuando nosotros podemos leer estos versículos y podemos llenarnos de lo que él realmente quiere de nosotros, nos podemos dar cuenta de que Dios no quiere que nos quejemos. Dios quiere que seamos siempre insistentes con él porque él tiene todavía muchas cosas para nosotros.
Quiero invitarlos a abrir su Biblia en el Libro de Números, capítulo 14, versículo 2. Dice, “.. y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel y les dijo toda la multitud, ojalá muriéramos en la tierra de Egipto o en este desierto, ojalá muriéramos…”
La queja nos lleva a ser conformistas. Nos conformamos, nos conformamos con lo que teníamos, nos conformamos con la mediocridad, nos conformamos con el estilo de religiosidad que llevábamos, nos conformamos con el estilo de vida que llevábamos. A veces encontramos que era mejor, nos enojamos, porque parece que en el mundo nos iba mejor. Cuantos han dicho eso alguna vez?
Yo llegué a Cristo y desde que llegué me han ido una cantidad de cosas en mi vida… sabes, cuando la luz llega a tu vida, todo se alumbra. Lo que no veías antes, lo ves ahora. Y esa es la gracia de tener un Dios poderoso que nos va llevando de victoria en victoria. ¿Saben qué? La queja puede traer el enojo de Dios.
En el Libro de Números, capítulo 11, versículos 1 en adelante, habla cómo el pueblo se quejó y la ira de Dios se encendió y él mandó como un rayo, como una muestra a un rincón del pueblo, de la ciudad, y la gente se asustó.
Cuando nos quejamos provocamos la ira de Dios. Las quejas traen consigo otros pecados. ¿Saben qué? El pecado de la queja o la murmuración son un pecado? La murmuración y la queja son impedimentos para entrar en el Reino de los Cielos. Así que no hay que quejarse, pensemos. Las quejas traen consigo envidias, mentiras, descontento, duda, amargura, tristeza, trae soberbia, traer avaricia, trae enojo, trae maldición.
Cuantos quieren en maldición? Si alguien quiere vivir en maldición comience a quejarse. Eso es bien cortito se los digo, comience a murmurar contra Dios, comience a murmurar contra lo que el Señor ha hecho por usted, contra las obras maravillosas, dice incomparables, incontables. Yo no las puedo enumerar, dice el salmista. Si usted quiere vivir en maldición comience a desconocer lo que Dios ha hecho en su vida y se va a dar cuenta de que la mano de Dios puede que se aleje un poquito.
Cuantos quieren vivir en bendición? Seamos hijos agradecidos del Señor. Seamos una iglesia agradecida del Señor. Reconozcamos todas las cosas que él ha hecho por cada uno de nosotros, ha hecho cosas el Señor por usted? Como qué cosas? Salvarnos, qué más ha hecho el Señor por usted? Perdón? Perdonó nuestros pecados. Qué más ha hecho el Señor? Murió por nosotros. Algo más contemporáneo? Somos libres. Provee hoy día, provee. Él es la fuente. No es solamente el banco, él es el dueño del banco. No es solo el banco celestial, es el dueño del banco celestial y es muy distinto a que sea el banco. De él proviene, de él nace toda obra de bondad, toda obra de grandeza, toda obra de milagro, de él proviene. Él es la fuente de nuestra provisión. Él es la fuente de nuestra sanidad. Él es la fuente de nuestra transformación. Él es la fuente de nuestra regeneración. Él es la fuente de la vida eterna. Él es la fuente de la salvación. Él es la fuente de vida.
Ese es el Señor. Así que si usted o yo tenemos la costumbre de quejarnos, quiero invitarle a que dejemos esa actitud de lado y poder ser agradable a los ojos de Dios. En el salmo, capítulo 77 versículo 3, … la queja hace que nuestro espíritu desmaye, hace que nuestro espíritu flaquee, hace que nuestro espíritu se tambalee. Y yo no quiero desmayar. Yo no quiero desmayar.
En Hebreos, capítulo 13, versículo 17, dice que la queja no trae provecho, no trae satisfacción. En Santiago, capítulo 5, versículo 9, dice que la queja trae condenación. El murmurar, el quejarnos delante del Señor trae condenación. No cree usted que es una actitud que deberíamos cambiar?
En el salmo 77, un salmo de Asaf. Asaf estaba enojado con Dios porque él quería tener muchas posesiones, que otros tenían, y solo él le tocó ministrar en el templo. Y a mí me gusta el salmo 77, versículo 10 al 15, dice así: “… dije enfermedad mía es esta, traeré pues, escuche bien, traeré pues a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Me acordaré de las obras de Jehová, sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras y hablaré de tus hechos. Oh Dios santo es tu camino, qué Dios es grande como nuestro Dios? Amén.
Leo de nuevo la pregunta: ¿Qué Dios es grande como nuestro Dios? Tu eres el Dios que hace maravillas, hiciste notorio en los pueblos tu poder. Con tu brazo redimiste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José….”
Si usted lee todo el salmo 77, se va a dar cuenta cómo este salmista comienza a reconsiderar su posición frente al Señor. Así que el quejarnos delante del Señor trae para nosotros condenación y estoy seguro que aquí ninguno de nosotros quiere vivir en condenación. Amén.
En Abakuc, vamos a ver el Libro de Abakuc, en el Antiguo Testamento, el último versículo, Abakuc, capítulo 2, versículo 1, dice, “… sobre mí guarda estaré y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá y qué he de responder, tocante a mi queja…”
Podemos estar firmes en la roca que es Jesucristo y cuando uno está firme en el Señor no hay motivo de queja, no hay motivo de murmuración, no hay motivo de condenación, no hay motivo de maldición. Al contrario, hay motivos de bendición, de agradecimiento, hay motivos de alegría porque Dios no nos dejará abandonados.
Cierre sus ojos un momento. La palabra de Dios nos dice que él es nuestro guardador en todo momento. Es nuestro ayudador. Es nuestro proveedor. Es nuestro sanador. Dice que aquel que quiere ver días buenos refrene su lengua del mal. Dios quiere bendecirnos y sus bendiciones están esperando por cada uno de nosotros. El quiere abrir los cielos sobre nosotros y bendecirnos sobreabundantemente.
Señor Jesús, tu conoces nuestros corazones, Señor, tu conoces que cada día tratamos de seguirte y obedecerte y cumplir tu palabra de la mejor manera pero a veces nuestra naturaleza humana, Señor, hace que nos quejemos, que nos olvidemos de lo grande que tu eres. Señor, enséñanos a reconocer tus obras por sobre nuestras circunstancias porque tu nos declaraste que somos tus hijos, tu nos pusiste nombre, tu nos dijiste mío eres tu, tu nos guardas, tu satisfaces cada una de las áreas de nuestra vida, yo oro por esta iglesia, Señor para que se haga un ejemplo, Señor, allá afuera, hombres y mujeres gozosos y agradecidos de Dios, aunque sea en los peores momentos, que la circunstancias no sean motivo de olvidarnos de las cosas grandes que tu has hecho por nosotros. Las circunstancias pasan, pero tu te quedas para siempre, tus promesas son eternas. Tu permaneces con nosotros.
Gracias Señor, por este tiempo. Gracias Señor, por tenernos en tu casa de adoración. Gracias por estos tiempos de oración y de fe que pudimos experimentar hoy día. En el nombre de Jesús, Señor, condensamos todo eso en una expresión de gratitud, reconociendo que tu eres Dios todopoderoso. Amén.
Guárdanos al regreso de nuestro hogar. Con tus bendiciones, Señor, en el nombre de Jesús. Amén. Amén. Que el Señor les bendiga. Que el Señor les bendiga. Dele un buen abrazo a su hermano y bendígalo con todas las bendiciones espirituales.
Dios cierra y abre puertas
8 de marzo del 2010 - Por Betsy Behan
Cuando Dios abre ninguno cierra y cuando cierra ninguno abre (ver Apocalipsis 3:7)
"Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar” Apocalipsis 3:8
Muchas veces luchamos, tratamos y agotamos todos los recursos por mantener una puerta abierta, tratamos tanto de que no se cierre que hasta nos majamos los dedos y luego de verla cerrada deseamos tumbarla. No nos detenemos a pensar en la energía y el tiempo perdido, nos quedamos mirándola, llorando y lamentándonos, olvidándonos que cuando Dios cierra ninguno abre.
También nos olvidamos que cuando Dios cierra una puerta es porque ya abrió una "Mejor" y casi siempre abre varias y si es solo una es de las dobles de esas llamadas puertas francesas, por donde entra mas brisa, brisa fresca que nos envuelve en su frescor y si miramos alrededor vemos ventanas grandes por donde entran los rayos del Sol los cuales nos bañan con su esplendor y si continuamos mirando seguiremos encontrando mas bendiciones. Así es como nuestro Señor obra. Mis queridas no olvidemos que cuando Dios abre ninguno cierra.
Oración:
Querido Dios, no tocaremos las puertas cerradas y te damos gracias por las que ya abriste. ¡Amén!
"Cápsula de Inspiración"
Cuando una puerta se cierre anímate y seca tus lágrimas
Para que puedas ver, entrar y disfrutar de la que Dios ya abrió
¡Dios las bendiga mucho, mucho!
Jala el gatillo, Señor, desata el potencial de mi vida!
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Vamos a la palabra del Señor en el capítulo 2 del Libro de los Hechos, pasaje ultra conocido. Dice: “…Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba el cual llenó toda la casa donde estaban sentados y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego asentándose sobre cada uno de ellos, y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas según el espíritu les daba que hablasen….”
Por donde comienza uno? Yo he estado luchando con este pasaje, es un pasaje tan importante y tan lleno de enseñanza. Llevo predicado tantas veces acerca de él o alrededor de él que hasta pensé, mira, vamos a saltar al capítulo 3 y continuemos con nuestro estudio del Libro de los Hechos de esa manera. Pero yo creo que sería un acto criminal si así lo hiciera verdaderamente porque es un pasaje que tenemos que respetar y darle su lugar adecuado. Y vamos a ver cuánto tiempo en las próximas semanas nos tomas atravesar a través de este pasaje, pero es importante que nos detengamos sobre él.
Este pasaje es como la fundación de la iglesia de Jesucristo, es como la inauguración del mover de la iglesia aquí en la tierra. Es una graduación, por así decirlo, de los seguidos de Jesucristo y su iniciación en una vida de servicio, de evangelismo y de conquista.
El Señor, desde los inicios, en el Evangelio de Lucas por ejemplo ya había dicho, y el mismo Juan también había dicho, Juan el Bautista. Juan había hecho una distinción entre su ministerio, que era un ministerio de entrar a la gente en arrepentimiento y predicar la palabra de Dios y también de bautismo en agua como señal de arrepentimiento y nueva vida en Cristo. Él había hecho una distinción entre ese ministerio que Dios le había dado a él, Juan, y el ministerio de Jesús que tenía un ministerio mucho más poderoso caracterizado por un mover tormentoso del poder de Dios, un ministerio que estaría caracterizado por la capacidad para transmitir directamente el poder y la energía de Dios.
Juan reconocía que él se movía en el aspecto sacerdotal, religioso. Él tenía una capacidad para anunciar la verdad de Dios. Él podía manejar los símbolos de la iglesia de Dios. Quizás uno podría decir como que él tenía la capacidad para manejar la palabra logos de Dios, pero el ministerio de Jesús era cualitativamente superior al de Juan porque Jesús podía manejar el poder creativo de Dios. Jesús podía impartir dones. Jesús podía activar ministerios. Jesús podía dar vida a esa iglesia que estaba todavía como mera potencialidad. Juan no podía hacer eso. Juan solo podía declarar una verdad que había recibido de Dios pero Jesús podía moverse con poder.
Por eso es que Juan decía, yo puedo bautizarlos a ustedes con agua, es decir, un símbolo, pero él dijo, pero detrás de mí viene otro que los va a bautizar con el Espíritu Santo y con fuego. Y se me ocurre al pensar en esa diferencia entre el ministerio de Juan el Bautista, y el ministerio de Jesucristo que esa es la diferencia entre una iglesia cristiana que solamente posee la verdad general de Dios, eterna de Dios, una iglesia que puede ser muy bella y muy agradable a Dios como Juan el Bautista era agradable al Señor, una iglesia que puede moverse en los ritmos, en los símbolos y en la verdades de Dios, que puede anunciarle a las personas acerca de Cristo, de su ministerio, una iglesia inclusive que puede introducir a la gente a Jesús como Juan introdujo a la gente a Jesucristo.
La diferencia entre esa iglesia juanina, por así decirlo, es un término teológico…. Y una iglesia ungida, llena del Espíritu Santo, una iglesia que tiene sobre el fundamento de la palabra y la verdad general y eterna de Dios pero que tiene sobre ese fundamento la super estructura, por usar una palabra de domingo, del bautismo y la llenura del Espíritu Santo, los dones del Espíritu Santo, el acceso a la revelación directa de Dios, la capacidad para transmitir el poder de Dios a otros, la capacidad para entrar a otros en una experiencia vital y directa con el poder del Espíritu Santo, la capacidad para libertar a los cautivos, para sanar a los enfermos, para moverse en el poder de Dios, para recibir revelación directa de parte de Dios, para manejar los instrumentos transformadores del poder de Dios.
Entonces, como vemos yo creo que eso es lo nos enseña este pasaje aquí del capítulo 2. Al inicio del capítulo 2 encontramos simplemente una iglesia que ha estado con Cristo y ha recibido la palabra de Jesucristo. Es una iglesia que ha visto los milagros de Jesús y ha caminado con él pero no es una iglesia que tiene todavía el poder de Dios, no es una iglesia que puede hacer temblar la tierra, no es una iglesia que puede transformar la sociedad, no es una iglesia que puede causar intriga y inquietud de parte de la sociedad.
La sociedad alrededor de ellos ni siquiera sabe hasta cierto punto que ellos existen, ellos están encerrados y escondidos orando y esperando algo que va a suceder. Ellos son potencialidad pero ese potencial todavía no se ha desatado.
Imagínese un revolver cargado de balas puesto sobre una mesa de madera. Ese revolver está allí, tiene la capacidad para matar y destruir en maneras muy poderosas. Tiene las balas que necesita para hacer lo que fue creado para hacer, pero simplemente es potencial. Ese potencial no se convierte en algo actual hasta que una mano no lo coge y dispara el gatillo. Y así pasaba con la iglesia primitiva, estaban allí, tenían dentro de ellos toda la potencialidad que Cristo había ido acumulando en ellos a través de su ministerio terrenal. Ellos eran el arma de Dios puesta sobre la mesa pero el Señor sabía que antes de que ellos pudieran ser usados para desarrollar su potencialidad el Espíritu Santo tenía que venir y prender la chispa para que se pudiera disparar lo que estaba dentro de ellos.
Yo no soy un experto en armas de fuego pero yo tengo entendido que en todo lo que tiene que ver con las armas de fuego se necesita fuego, ya sea una chispa para desatar el potencial que está en el proyectil. Cuando un gatillo o la pólvora en un cañón se prende, ese fuego, esa chispa que sale cuando el gatillo golpea el metal de la bala, eso desata la pólvora y entonces suelta la bala, la parte metálica del proyectil. Es interesante que aún una bomba atómica con toda su complejidad necesita ese fuego inicial para desatar el poder del átomo que está dentro de ella.
Lo mismo pasa en las reacciones químicas. Toda reacción química necesita lo que se llama un catalítico, es decir, es la infusión de energía de afuera que capacita la reacción entre dos o más elementos. Y no voy a entrar demasiado hondo porque sé que aquí hay científicos que me podrían ridiculizar si voy más hondo que esto. Así que lo voy a dejar así en términos generales. Pero la idea es que para que la potencialidad de las cosas pueda desatarse, para que reacciones entre diferentes elementos puedan darse y se puedan mezclar al nivel atómico, se necesita la infusión de, por así decirlo, fuego que añada presión…
Y es interesante que algo así sucede en el día de Pentecostés. Y es interesante para mí porque yo siempre veo que Dios obra sobrenaturalmente pero también respeta los principios de la naturaleza. Se me ocurre que eso es simplemente porque en realidad para Dios no hay tal cosa como sobrenatural y natural. Los principios que nosotros llamamos naturales en la ciencia son simplemente la mente de Dios vertida dentro del tiempo y el espacio. Pero cuando Dios quiere obrar en el ámbito espiritual también usa los mismos principios de su mente generales.
Así que para que se desatara el potencial que estaba dentro de los discípulos se necesitaba una infusión de energía de afuera, un fuego que viniera de afuera, que entrara en ellos y en un sentido dispara el gatillo. Encendían esa chispa de fuego que le prendiera fuego a la madera que estaba sobre el altar. Y todo eso, yo creo, que está implicado en este pasaje.
En realidad, nunca se me había ocurrido de la manera en que lo he explicado en esta tarde, pero creo que es exactamente en términos espirituales lo que pasó el día de Pentecostés. Dios quería iniciar a su iglesia, Dios quería liberar lo que Cristo había puesto en ellos. Para ellos moverse de lo potencial a lo actual, ellos necesitaban que el Señor los tocara con fuego de lo alto, que Dios les prendiera fuego al holocausto que estaba allá sobre la mesa.
Y por eso el Señor Jesucristo le dijo, no se vayan de Jerusalén hasta que reciban ese poder, esa infusión de energía de lo alto, porque si ellos se hubieran movido a hacer la obra que Dios les había encomendado sin recibir esa actualización del poder que estaba dentro de ellos, ellos hubieran sido como un revolver que simplemente se levanta de la mesa solo y pretende hacer la obra que él tiene que hacer sin que haya una mano detrás de él disparando el gatillo.
Así se me ocurre que muchas veces nosotros, los siervos de Dios y las iglesias de Dios, tratamos de hacer la obra que Dios nos ha encomendado sin primero asegurarnos de haber recibido esa activación del poder de Dios que está en nosotros, en potencial.
Hay una controversia falsa entre los teólogos cristianos hoy en día. Hay teólogos que dicen, bueno, cuando yo recibo a Cristo como mi Señor y Salvador, ya yo he recibido y tengo el Espíritu Santo y por lo tanto ya yo no necesito más nada porque yo tengo el Espíritu Santo y ya, porque Cristo dice que cuando yo recibo a Jesús el Espíritu Santo entra dentro de mí, y entonces este tipo de personas usando ese argumento dicen, yo no necesito una segunda experiencia de un bautismo del Espíritu Santo. Y está el mundo pentecostal, carismático que dice, sí, uno recibe a Cristo pero necesita una segunda, como una infusión de poder, una inmersión en el poder del Espíritu Santo, una activación del poder de Dios que está en ti, un prender la chispa, un disparar el gatillo. Porque en realidad, en el sentir pentecostal está la idea de que sí, nosotros tenemos el Espíritu Santo dentro de nosotros cuando recibimos a Jesucristo y eso que tenían los discípulos cuando estaban ahí en el aposento algo esperando la visitación del poder de Dios, ellos ya tenían el Espíritu Santo dentro de ellos.
El Señor en un pasaje se nos describe, creo que es el Evangelio según san Juan, y creo que fue después de su resurrección que él se les apareció a los discípulos y les dijo, recibid el Espíritu Santo. Yo pienso, si el Señor Jesucristo dijo, recibid el Espíritu Santo, creen ustedes que lo habrán recibido o no? Porque cuando él dice algo eso se cumple. Entonces si ellos recibieron ese Espíritu Santo cuando el Señor les dice que lo reciban, por qué el Señor les dice, no se vayan de Jerusalén hasta que no hayan recibido poder de lo alto? Era porque el Señor se estaba refiriendo a una experiencia cualitativamente diferente a la primera.
Hasta que nosotros no somos quemados por el Espíritu Santo lo que tenemos dentro de nosotros es simplemente el potencial de Dios. Y déjenme decirles como Juan nosotros podemos hacer muchas cosas con simplemente ese reservoir, esas reservas de poder que está dentro de nosotros, pero cuanto más se puede hacer cuando esa reserva de agua se convierte en una cascada poderosa que se mueve.
Yo creo que mi meditación en esta mañana ya va a terminar, se va a limitar solamente a una apologética del bautismo del Espíritu Santo. Déjenme mirarlo de otra manera, piense en un lago apacible, lleno de agua, conteniendo agua, una reserva de agua, en un lago plácido y tranquilo como dice Samuel, se pueden hacer muchas cosas, uno puede ir …. Uno puede coger un barquito y una canoa y estar allí simplemente escuchando la naturaleza y viendo la puesta del sol. En un lago se puede pescar, en un lago se puede uno bañar y nadar, hay muchas cosas que se pueden hacer dentro de un lago, pero su uso es limitado, su capacidad para desatar energía es limitado.
Y así es con la iglesia de Jesucristo que no ha tenido esa experiencia transformadora del poder del Espíritu Santo. Así es el caso de un creyente que simplemente conoce el bautismo de Juan y la experiencia de la iglesia evangélica juanina. Esa iglesia puede hacer muchas cosas interesantes, importantes y útiles. No debemos denigrar ni criticar excesivamente a esa iglesia, tiene mucha utilidad y hace muchas cosas en favor del Reino de Dios. Pero su utilidad está limitada como el agua de un lago está limitada porque está encerrada.
Ahora, piense en un gran río, un río caudaloso, un río que está corriendo a una gran velocidad, que va adquiriendo fuerza a través de su choque con rocas y su mover a través de las curvas del canal de ese río, ese río que va en declive a través de largas distancias pero va poco a poco y va cogiendo velocidad cuando va hacia el mar. Ese río tiene una potencialidad y un poder para hacer cosas que no tiene el lago, porque esa energía puede inclusive, el hombre puede tomarla y hacer construirla en una reserva, y convertirlo por ejemplo, en una represa eléctrica que da luz a multitudes, que mueve motores, que hace posible todo tipo de transacciones dentro de una sociedad, cosas que dan vida, que transforman, que mueven. Hay una diferencia y eso pasa con esa energía, ese poder de Dios cuando está desatada dentro de nosotros.
Resulta interesante que el Señor Jesucristo no comparó la energía que él trae a sus creyentes y a sus seguidores con un lago apacible y hermoso de contemplar, sino que la contempló como la energía de un río que estaba corriendo y saltando por todas partes. Por eso el Señor dijo, los que creen en mí ríos de agua viva saltarán de su interior. Porque la energía que Cristo incorpora en la vida del creyente y que desata es una energía que rompe, que cambia, que transforma, que mueve las cosas.
Y les prometo ahora hermanos que voy a aterrizar finalmente. Nosotros estamos ahora mismo en este punto de la historia de la humanidad en que hay grandes cosas que tienen que ser movidas, hay naciones enteras que tienen que ser iluminadas, hay ferrocarriles, hay motores que tienen que ser movilizados y movidos, hay montañas que tienen que ser traspasadas y convertidas en túneles, hay rocas que tienen que ser movidas, hay poderes que tienen que ser derrotados, hay revelación que tiene que ser recibida, hay cosas que tienen que ser declaradas, hay muertos que tienen que ser resucitados, hay gente enferma que tiene que ser sanada, hay mentes cautivas del diablo que tienen que ser liberadas, hay corazones aprisionados por las mentiras de Satanás que tienen que ser abiertos con una llave que solo Dios tiene poder para dar.
La energía que se necesita para liberar el mundo en el siglo XXI no vendrá de la iglesia juanina. La energía que se necesita tendrá que venir de una iglesia dotada con el poder transformador del río de vida que solo Cristo puede proveernos.
Después de este viaje que yo acabo de dar a España, que acabo de regresar anoche, mi esposa y yo, antes de anoche, y estábamos allá compartiendo con los pastores de una denominación española y sus líderes también, si me están escuchando alguno de ellos les bendigo en el nombre del Señor y gracias por recibirnos y darnos tan buen trato. Pero una de las cosas que se hizo abundantemente claro durante nuestra estadía allá es que España y toda Europa está cautiva por el poder del secularismo y del modernismo, y toda la Unión Europea y todas las naciones de Europa están cautivas por el mismo poder.
De hecho, se podría decir que todo el mundo occidental industrializado está cautivo de este poder. Eso incluye Estados Unidos, incluye Canadá, incluye Australia, los grandes países, los países donde reside el poder tanto militar como económico, como intelectual están cautivas de este espíritu. Y nuestros hermanos pastores y los líderes de España estábamos claros en que España no hay manera, ni en Europa, esta nación misma, yo veo claramente no hay manera que nosotros podamos romper el encerramiento en que el diablo ha metido a estas naciones.
En esta nación de Estados Unidos, una iglesia meramente evangélica, con la verdad general juanina de Dios no puede romper las rocas y abrir las celdas que tienen que ser abiertas. Cada día yo estoy más y más claro que como esos primeros discípulos nosotros tenemos que concentrarnos en amontonar y fortalecer el poder de Dios dentro de nosotros hasta que haya un estallido de poder.
Yo creo que el Señor nos está diciendo, iglesia, no se muevan, no salgan de Jerusalén hasta que ustedes no sean investidos con poder de lo alto. Porque con el poder que ustedes tienen actualmente van a ser como ese revolver moviéndose pero sin una mano que apriete el gatillo.
Yo entiendo que por eso nos movimos en la manera en que nos movimos esta mañana aquí durante el tiempo de adoración. Yo entiendo que nosotros tenemos que aprender a desatar, tenemos que aprender la química del poder de Dios, tenemos que aprender a manejar las sustancias del poder de Dios, los elementos del poder de Dios. Tenemos que aprender los químicos aprenden a combinar sustancias y experimentan hasta encontrar la fórmula perfecta que pueda mover la máquina de la iglesia, hasta que el poder de Dios descienda sobre nosotros y estallemos como estallaron los primeros discípulos en el día de Pentecostés.
Yo sufro, yo muero un poquito durante servicios como el de esta mañana. Por qué? Porque mi intelecto y mi deseo de controlar y de seguir el programa me mete en agonía y en lucha con lo que Dios me está diciendo. Yo pienso en los hermanos que han preparado y han ensayado un buen programa de adoración y me pregunto cómo se sentirán ellos, me pregunto qué pensarán ustedes del pastor Miranda motorizando la adoración y la predicación, pensarán los hermanos que el pastor Miranda se cree que es un gran cantante y por eso está haciendo; pensarán los hermanos del ministerio en inglés que por qué no nos permiten ya ir a los servicios y continuar con la parte que nos toca a nosotros, y mientras estamos cantando una canción yo estoy pensando, bueno, si los suelto ahora qué van a hacer ellos porque ya les quitamos quizás todo el tiempo, entonces los voy a dejar como en el aire y como comienzan ellos y empatan lo que yo he dejado. Y yo estoy pensando, bueno, ok, cantamos este coro entonces qué viene después, qué pasa después y qué pasa si me quedo sin más coros que cantar y entonces estamos a mitad del servicio. El Señor me dice, mira, canta esto, y yo digo, pero lo único que tengo es una palabra y qué pasa si a mitad de frase me quedo sin nada, el cántico nuevo. Y entonces me pregunto, bueno, y qué pasa si le pido a John que suba aquí y entonces lo pongo a él en un aprieto, lo pongo a Enrique en un aprieto.
Yo quiero que ustedes sepan que todos esos pensamientos y muchos más estaban pasando por mi mente mientras nosotros dirigíamos aquí esta mañana. Hay una parte, y les hablo así porque quiero que ustedes tengan entrada a los pensamientos de un pastor y un hombre como yo que le gusta el control y que no le gusta ser un mal papel ante la gente. Pero en ese proceso hay una parte de mí que dice, no, pero nosotros tenemos que aprender a dejarnos mover en el poder del Espíritu Santo. Tenemos que aprender a movernos tanto en el orden de Dios como en el caos creativo de Dios. Tenemos que aprender a navegar tanto las aguas apacibles como las aguas tormentosas del río del Espíritu Santo. Necesitamos ganar experiencia en estas cosas. Necesitamos aprender a desatar el don de Dios que ya está en nosotros.
Pablo le dice a Timoteo, te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti. Yo creo que Dios quiere hacer grandes cosas a través de la congregaciones en este tiempo. Yo creo que muchas veces el Espíritu Santo viene y dice, mis hijos, yo quiero que me adoren y me exalten como decía la profecía esta mañana. Yo quiero que ustedes me ministren, me sirvan a mí como un mozo sirve a alguien en un restaurante. Y cuando ustedes me hayan levantado y exaltado entonces yo soltaré mi bendición sobre ustedes y mi poder. Pero ustedes tienen que dejar el apetito de control, tienen que soltar el espíritu de programa y Roberto Miranda puede ser el primero que tiene que aprender a hacer eso. Porque muchas veces los pastores somos los primeros que nuestro deseo de mantener nuestras congregaciones ordenadas y contentas, reprimimos esa muerte que tiene que darse para que a través de las grietas abra el paso el poder de Dios. Nosotros tenemos que ser quebrantados nosotros primeramente, el intelecto tiene que ser quebrantado, nuestro apetito de control tiene que ser quebrantado, nuestra inclinación a ponernos nosotros en el lugar que solo Dios debe ocupar tiene que ser quebrantado.
Eso es lo que contrista el corazón de Dios en este tiempo de la historia sobre la humanidad, el deseo del hombre de tener él el control de determinar programas, y nosotros tenemos que hacer acciones proféticas y decir, Señor, te cedemos el control y si perecemos que perezcamos.
Una ilustración última, un pastor español con el cual pasamos un día allá en España hace unos tres días, después de un día, no fue simplemente un viaje que dimos y en el viaje de regreso al final del día él me decía que había comenzado una serie de sermones sobre el bautismo del Espíritu Santo y que ese primer sermón que él iba a predicar en ese domingo, el domingo pasado, hubo un tiempo maravilloso de adoración y Dios se estaba moviendo poderosamente en el tiempo de adoración, pero que como ya se estaba pasando el tiempo del sermón él decidió detener el tiempo de adoración y comenzar su sermón, pero que lo que pasó fue que cuando él comenzó a predicar su sermón sobre el bautismo del Espíritu Santo dice que terminó con un sentido total de fracaso y nos pusimos a discutir y llegamos a la conclusión de que posiblemente ese no haber alcanzado la meta, el blanco de su sermón se debía a que posiblemente el Espíritu Santo fue contristado. Porque quizás todo lo que el Espíritu Santo quería en ese primer día de esa serie de sermones sobre el Espíritu Santo es que lo dejaran a él tomar el control. Y el Espíritu Santo quería hablar de sí mismo a través de esa oración libre, pero al el programa tomar control entonces el Espíritu Santo dijo, bueno, no te puedo bendecir en la proclamación de la palabra.
Yo me pregunto cuántas veces nosotros hablamos del Espíritu Santo solamente con una teoría, pero sin tener experiencia acerca del misterio y las formas secretas de cómo el Espíritu Santo verdaderamente se mueve. Así que, hermanos, el Señor nos dice, pueblo mío aprendan a moverse en mi poder. Aprendan a respetar mis prioridades y mis prerrogativas. Sepan cuándo yo les cedo lugar y cuándo ustedes tienen que cederme a mí el lugar. Y ahí entonces yo creo que comenzará un mover más poderoso de Dios en nuestras vidas y en nuestras congregaciones.
Yo sé que me he tomado mucho más tiempo de lo que tenemos planificado pero eso es lo que pasa cuando el Espíritu Santo toma el control, esa es la lección que el Espíritu Santo quiere dar acerca de sí mismo, una lección objetiva, es un drama que el Señor está elaborando en medio de nosotros. Aprendamos a fluir en la energía del Espíritu Santo.
Vamos a ponernos de pie. ¡Aleluya! Gracias, Señor. Te adoramos, te bendecimos. Adore al Señor un momento. Entréguele al Señor el exceso de tiempo, entréguele al Señor los planes que usted tenía, entréguele al Señor las expectativas que usted tenía. Dele gracias al Señor que el Espíritu Santo le place tomar control de su tiempo que no es su tiempo, es el tiempo de esta iglesia y de su programa y hacer las cosas como él quiere. Y dígale, Señor, yo quiero vivir mi vida de esa manera. Y dile Señor, yo quiero que tu me enseñes, que me lleves a lugares donde yo no quiero ir, que me hables y me digas cosas que yo no quiero oír, que me mandes a hacer cosas que yo no quiero hacer, que tu cambies mi vida, que tu transformes mi vida y que me hagas algo diferente a lo que yo quiero ser.
Digámosle al Señor que queremos ser una iglesia que se mueva en el viento impredecible del Espíritu Santo. El viento se mueve a donde él quiere ir. El viento no lo controla usted, el viento lo controla a usted. Dale control al Señor. Dale control al Señor, dile, Señor, jala el gatillo, jala el gatillo. Jala el gatillo, Señor, dispara el gatillo en mi vida, desata el potencial. Oh Señor, te adoramos, te bendecimos.
Recibiréis poder
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Una vida sobrenatural. Hechos, capítulo 1 comenzando con el versículo 6, versículo 7, versículo 8. Mientras están buscando, hermanos, esta palabra les quiero animar a ver si usted está aquí, no todos, pero muchos de ustedes tal vez la mayoría de nosotros, tal vez no todos pero gran parte estamos aquí porque estamos confrontando algo grande, aparentemente insuperable. Yo estoy hablando de si hay problemas, pero le digo que hay problemas y hay problemas que no son problemas, ya es modo de vivir. Hay problemas que son tan grandes y tan aparentemente insuperables que ya nos hemos acostumbrados a ellos, ya es casi parte de la familia. Ya hemos dictado una vida a través de ellos, controla la escena de tal manera que ya dicta nuestra manera de pensar, las decisiones que hacemos, cómo criamos nuestros hijos, cómo trabajamos, por qué trabajamos, a dónde trabajamos. Ya dictan como vivimos, nos controlan, nos controlan.
Y usted está aquí porque le está pidiendo al Señor, Señor, habrá una manera de superar esto de una vez y conquistar esta colina. Y lo que le dice el Señor, y esto lo que el Señor le está compartiendo acerca de esta palabra, es que esa no es la visión del Señor para ti, primeramente lo superes. Dios quiere más, espera más de ti y por ti. El Señor no solamente quiere que superes estos problemas aparentemente insuperables, el deseo es que lo conquistemos, que lo conquistemos. Y para eso tienes acceso a su poder sobrenatural.
“…..Entonces los que se habían reunido le preguntaron diciendo, Señor, restaurarás el reino de Israel en este tiempo? Y les dijo, no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, o sea, los tiempos y los momentos clave que él ha determinado, no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en su sola potestad, pero recibiréis poder y cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra…”
Mis hermanos, cada uno de nosotros, no se pueden identificar ustedes con los discípulos. Imagínense, ellos le preguntan al Señor, Señor, antes de que te vayas, antes de que asciendas, no piensas tu restaurar a Israel, no piensas tu arreglar estas cosas que están fuera de quicio y se supone que el Mesías iba a arreglar? Se supone que tu atenderías y para eso llegaste? Hermanos, entiende bien, este el momento de mayor gloria aparentemente, parece que el Cristo resucitado se va en el momento de su gran triunfo. Vieron a Jesucristo vencer sobre la muerte, lo ven incorporado después de haber muerto, ven claramente que Jesús es el Señor. No hay duda que él es el Mesías, ahí él está resucitado.
Por qué ahora decide el Señor irse al cielo con tanto que no se ha resuelto? Qué hace el Señor, qué locura es esto? El Señor dejar la escena así con tantas cosas fuera de control. Y no es así. Declaramos un Evangelio que dice que Jesús ha resucitado de entre los muertos, que está sentado a la diestra del Padre, que tiene toda autoridad y ustedes mismos no han hecho esta pregunta cuando no conocían al Señor. Conocías así y por qué tanto desorden? Si es así, por qué tanta injusticia? Si es así, por qué estas leyes tan injustas? Si es así, por qué tantas enfermedades? Si es así, por qué la economía está como está? Si es así, por qué hay tantas cosas fuera de control? Ustedes no han oído eso? Usted no han hablado así?
Y ¿saben qué? nosotros todos entramos a este mundo ya con sistemas y políticas en su lugar en el momento que nosotros llegamos y nosotros no teníamos ningún control sobre ellos. En el momento que llegamos, en el momento que naciste ya había cosas en su lugar sobre las cuales usted no tuvo control. Ahí están, ahí están. Y no sabemos por qué, no sabe por qué Dios permite que estas cosas estén ahí, por qué lo ha permitido.
Pero la respuesta del Señor es mira, hay ciertas cosas por las cuales el Padre no quiere ni siquiera que te molestes. Y hermanos, hay ciertas cosas que usted le ha estado pidiendo al Señor y yo les puedo animar, vengan delante del Señor, traigan sus peticiones al Señor, traigan sus preguntas al Señor, traigan sus incertidumbres al Señor, pero no se escandalice si acaso las respuestas del Señor es, eso no te toca a ti, mi hermano, eso usted nunca tendrá la respuesta, nunca conocerá el corazón de Dios acerca de eso. El Señor por alguna razón ha permitido esto y lo otro.
Sabe, y es así, el Señor le dice, mira, no os toca a vosotros saber estas cosas. Hay cosas que están fuera de su control y fuera de sus manos y así lo quiso Dios. Antes de que se deprima les voy a decir que esta escena va a cambiar, pero stay with me, por el momento y sepa que ahí Dios tiene un plan con esto, créeme, pero por el momento sepa que Dios ha permitido ciertas cosas que estén fuera de su control y fuera de sus manos. Nosotros no escogimos como nacimos. Usted nació como y donde y a través de los padres que el Señor escogió para usted. No escogiste como naciste, no escogiste quiénes iban a ser tus padres, no puede cambiar su estatura, su raza, su piel o el color de sus ojos, no puedes cambiar lo que los antepasados le hicieron a los suyos. Usted no ve gente viviendo todas sus vidas todavía peleando una guerra que aconteció 150 años atrás? Y esa es su razón de vivir. Tratando de corregir injusticias que estuvieron aquí antes de ellos nacer y estarán aquí si Dios permite, después que nosotros nos vayamos y así viven.
O más todavía, no podemos cambiar ni siquiera lo que usted ha hecho, lo que hicimos años atrás. Lo hecho, hecho está. Las decisiones que usted hizo 5 años atrás, 10 años atrás, el mes pasado, eso hecho está. Y está escrito en la historia. Ahora, cómo usted reacciona al oír eso? Y esta es la diferencia. La actitud sobrenatural sabe que puede escoger.
En esta noche y esta es la diferencia del poder sobrenatural, usted puede escoger el síntoma de víctima, usted puede escoger en esta noche y decir, bueno, yo no tengo control sobre estas cosas y nos podemos vivir lamentando nuestros fracasos, lamentando lo que hemos perdido o lo que nunca has tenido. Usted puede vivir así. Y hay muchos que viven, la gran mayoría de la humanidad vive así.
Pero usted está aquí en esta noche porque Dios te ha mostrado una puerta número 2, una alternativa. Usted está aquí porque por alguna razón gloria a Dios, el Espíritu Santo ha trabajado en tu espíritu y te ha dicho, no tienes que vivir así. No tienes que vivir lamentando lo que no puedes controlar porque podemos recibir poder.
Hermanos, tal vez no sea así o no se oiga así en su interior, pero tal vez la vocecita que usted oyó que le trajo aquí le dijo algo así, algo semejante a esto. Sabe, no entiendo por qué lo siento así, pero siento que nací para algo más. Aunque nadie en mi familia, aunque ninguna de mis circunstancias digan que yo voy a sobrevivir esto, algo me dice que mi vida puede cambiar. Es más, algo y este algo indefinido que hay una esperanza aunque yo no veo cómo puede haber esperanza, que hay una solución aunque es imposible ver la fuente de esa solución. Y por eso este misterio del Evangelio, la voz de las cascadas, como dice el salmo 42, hablando en la profundidad de nuestras almas, el susurro del Espíritu Santo invitándonos a buscar algo más.
Dice el Señor, sí, ok, hay cosas que no te tocan entender y tal vez hay cosas que no te tocan controlar, pero esto te dice el Señor, recibiréis poder. Cuando el Espíritu Santo se descienda sobre vosotros, sabe, no es suficiente… el propósito de Dios no es que usted controle sus circunstancias, eso no es la meta de la iglesia de Jesucristo. Hay muchos programas que ofrecen eso. El mundo ofrece eso. El mundo secular, la mente secular puede ayudarte a sobrellevar tu situación pero el propósito del Reino de Dios no es que controlemos nuestras circunstancias ni siquiera que superemos nuestras circunstancias, el propósito del Reino de Dios es que conquistemos nuestras circunstancias.
Qué quiere decir con esto? Viajemos a Romanos, capítulo 8, por un momento. Todo esto lo hace la presencia del Espíritu Santo en ti. Romanos, capítulo 8, versículo 11, este es el proceso. Usted oye ese susurro de parte del Señor, dentro de una iglesia, ve, busca donde este hermano adora, su hermano, su vecino, su primo que va a esa iglesia. Ve. Tal vez su situación puede cambiar, ese momento usted tiene un encuentro con el Espíritu Santo y la palabra declara así:
“… y si el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por su espíritu que mora en vosotros….”
O sea, estamos hablando de uno y el mismo espíritu que levantó a Jesucristo de entre los muertos. Qué quiere decir eso? Primeramente, número 1, lo primero que muere es la muerte. El Señor te está prometiendo vida eterna. En el momento que el Espíritu Santo mora en ti tu recibes a Jesucristo como tu Señor, borra tus pecados, él, el Cristo vivo vive en ti, el Señor escribe tu nombre en el libro de la vida, pero hay más. Cuando el espíritu de Dios mora en uno cosas tienen que cambiar y así declara la palabra. Vamos entonces al versículo 31:
“… qué pues diremos a esto, si Dios es con nosotros quién contra nosotros?...” versículo 37, “… antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó por lo cual estoy seguro que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados, ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada….”, leyes son cosas creadas, su familia es algo creado, la situación que te trajo aquí fue algo creado…., “… ninguna otra cosa bajo el trono de Dios te puede separar del amor de Cristo y su autoridad…”
Bueno, al ras del suelo qué quiere decir esto? Transformación. En esta misma noche hermanos, si usted dice, y esto es un proceso. Primeramente usted tiene, como le dijo Jesús a sus discípulos, busquen el Espíritu Santo, anhelen el Espíritu Santo, enamoren al Espíritu Santo, dile, yo te necesito. Esto no puede cambiar a menos que tu no lo cambies. Esto te requiere, espíritu de Dios. Señor, has mi vida un lugar digno, digno, Señor, de tu presencia.
Y qué pasa? Tal vez en ese momento usted no sentirá nada, pero en el momento que usted va a su casa, usted y su mundo cambiarán. Primeramente usted no verá a la vida igual. Lo primero que pasa cuando el Espíritu Santo comienza a morar en usted es que ves puertas abiertas cuando había muros, ve esperanza y gozo cuando solo reinaba depresión y mortandad. O sea, lo primero que pasa, pasa dentro de nosotros. No le sucedió a usted así? parece algo paulatino pero de momento usted entra a su departamento, sube a su carro, camina las calles, el mismo día que usted recibió al Señor Jesús y de momento usted dice, espérate, algo no anda igual. Y tal vez usted se está dando cuenta de más problemas. El desorden en su casa, el desorden en sus finanzas, el desorden en su familia, bienvenido a la vida, despertaste de entre los muertos. You are alive. Estás vivo. Por fin el Señor abrió los ojos de tu entendimiento, y no solo eso, el mundo a tu alrededor comienza a ver la autoridad de Dios en ti.
Hay algo indefinido que acontece cuando el Espíritu Santo mora dentro de ti. Y ya las leyes del universo tienen que doblegarse al Espíritu Santo que está en ti. Hermanos, por el hecho de que el Espíritu Santo está en ti puertas comienzan a abrirse que antes usted ni siquiera se daba cuenta que existían.
Poder, quiere decir puedes. Por el hecho de que el Espíritu Santo está en ti puedes recibir sabiduría para una decisión que hace años, cosas que han sido un obstáculo para su vida, ya de momento usted ve el Señor le ilumina su mente y recibir la mente de Cristo. Puede por fin tener control sobre sus finanzas. Puede por fin tener control sobre adicciones y fallos de carácter que lo han estado siguiendo por toda su vida. Puedes por fin ser el padre que ese muchacho necesita. Puedes por fin ser la madre que ese hogar le hacía falta. Y me seréis testigos.
Y ese es el punto. Jesús tenía un plan, tenía un plan para que el Reino volviera a Israel. Sabe, cual era su plan? Su vida.
El domingo pasado en una clase de discipulado los hermanos daban su testimonio por qué estaban ellos en… qué fue lo que los conmovió a seguir a Cristo y qué fue lo que les conmovió al entrar en el discipulado? Y cada uno de esos hombres de distintos países, de distintas edades, con distintos trasfondos dijeron la misma historia: yo vi a mi madre llegar al Señor y vi como su actitud cambió, como dejó de fumar, como dejó de desvelarse, como venció la depresión, y por fin yo dije, guau, hay algo en esto y me tengo que acercar que ver qué es lo que hay aquí. Vi a mi esposa, mi esposa llegó primero, y vi que como Dios la transformó. Y al principio yo la acompañé por acompañarla, pero al fin y al cabo, la palabra me llegó y mi vida no ha sido igual.
Mis hermanos, el mundo puede porfiar con nuestra teología, pero el mundo no puede porfiar ni en esta época ni hoy con milagros. Hermano, usted es una fábrica de milagros. En el momento que el Espíritu Santo mora en ti tu eres una máquina a través de la cual el Señor produce resultados milagrosos. Y serás un testigo.
Pongámonos de pie. Yo les voy a invitar a recibir poder en este momento. Tu eres más que vencedor, a través del espíritu de Dios que mora en ti. Y comienza con él, comienza con un diálogo con él. Hermanos, hay momentos que yo soy uno de estos discípulos y yo mido las señales y miro las noticias y miro lo natural y me turbo, yo les voy a confesar, me turbo porque dejo de mirar el hecho de que dentro de mi mora el espíritu del Dios resucitado, de Cristo resucitado. Mis hermanos, dialogue con el espíritu de Dios en este momento. Jesús a través de tu espíritu invito tu poder. Señor, a través de tu espíritu, enfoca tu poder y dile dónde, dile dónde, dile dónde. Si usted es uno de esos di, Señor, esto tiene solución, yo no tengo que vivir con una sentencia perpetua de este problema, de esta adicción, de este muro para eso tu resucitaste y por eso tu espíritu mora en mí. Te invito espíritu de Dios, te invito espíritu de Dios, te invito espíritu de Dios, te invito espíritu de Dios. Declaro que mi cuerpo es tu templo, declaro que toda autoridad, toda potestad cae a tus pies. Declaro Jesús, que tu eres ahora el que gobierna. Ahora, mora sobre toda circunstancia, en el nombre de Jesús tu me has hecho más que vencedor. Sea hoy, sea mañana, pero Señor, tarde o temprano me declaré vencedor sobre todo lo que se opone a tu reinado en mi vida. Lo declaramos en el nombre de Jesús.
No eres nuevamente un ganador, hermanos, sepa lo que eres, somos más que vencedores. We are more tan conquerors. Más que vencedores, por medio de ti Jesús. Thank you Jesus.
De Muerte a Vida
1 de marzo 2010 - Por Marina Miranda
“Estimada para Dios es la muerte de sus santos.” Salmo 116:15
Aún como cristianos a veces no tenemos una idea bíblicamente correcta sobre la muerte. En el Jardín del Edén Dios declara que la paga del pecado es muerte. Y es verdad que ésta es una sentencia negativa. Más desde el principio Dios tenía un plan para abrogar la muerte eterna a través de su Hijo Cristo. Jesús declara: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá “(Juan 11:25).
Poco Después de la muerte de mi madre, una mañana mientras tendía la cama, hablaba con Dios. Le decía con dolor: “Señor, yo pensaba que tú ibas a sanar a mi madre.” A los pocos instantes, sentí en mi espíritu que Dios me respondía: “Yo la sané.” Ya ella no siente más dolor; no más pastillas; no más enfermedad. Nunca ha estado más viva.” Aún en medio del dolor sentí esa paz “que sobre pasa todo entendimiento.”
Luchar con la pérdida de un ser querido no es fácil y ciertamente es un proceso que lleva su tiempo. El proceso puede ser más largo para unos que para otros dependiendo de la persona y las circunstancias. A veces la tristeza nos embarga de momento con algún recuerdo y cuando menos lo esperamos surge el llanto y el dolor. Pero también está ese bálsamo sanador que es la palabra de Dios. Traigámosle a Dios nuestro dolor y permitamos que nos hable y nos conforte. Como cristianos no lloramos como el que no tiene esperanza ya que si creemos la palabra de Dios sabemos que un día también nosotros nos reuniremos con ellos.
Oración: Gracias Dios por el precio que pagaste en la cruz para darnos vida eterna. Ayúdanos a valorar el regalo de la vida y tu sacrificio. Amén
Una comunidad ungida y diversa (Parte 2)
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Esta mañana tuve el privilegio de poder traducirle al Pastor Greg su mensaje en inglés ya que él estaba predicando en inglés y hoy, pues, ahora quisiera traer más o menos los mismos puntos que él trajo y añadirle algunas otras cositas que el Señor también ha puesto en mi corazón. Pero va todo más o menos en la misma línea. Digamos que es la segunda parte de ese mensaje.
Así que si quiere escuchar la primera parte vaya al Internet y oye la primera parte y ahora recibe la segunda. Pero le va a hacer sentido como quiera. Primera de Corintios Capítulo 12. Leemos en la Escritura. Voy a comenzar leyendo en el verso 4. Dice: “Ahora bien, hay diversidad de dones pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de operaciones pero Dios que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho.
Porque a éste le es dada de Palabra por el Espíritu de sabiduría, a otro Palabra de ciencia según el mismo Espíritu, a otro fe por el mismo Espíritu. A otros dones de sanidad por el mismo Espíritu, a otro hacer milagros, otro profecía, otro discernimiento de espíritus, a otros diversos géneros de lenguas y a otros interpretación de lenguas. Pero todas las cosas las hace uno y el mismo Espíritu repartiendo a cada uno en particular como Él quiere”.
Vuelvo y repito ese verso 11: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu repartiendo a cada uno en particular como Él quiere”. Hay algo de lo cual yo quisiera hablarles en esta tarde y es acerca de las dinámicas de un cuerpo sobrenatural. ¿Cuántos de ustedes entienden que tienen un cuerpo sobrenatural? Si se mira de lado o si se mira de frente o si se mira de espalda usted puede decir yo tengo un cuerpo sobrenatural. ¿Cuántos pueden decir eso?
¿Cuántos de ustedes se están mirando con los ojos de la fe? Si nos miramos con los ojos de la fe todos tenemos un cuerpo sobrenatural, ¿verdad? Pero ¿saben qué mis hermanos? Todos nosotros somos parte de un cuerpo sobrenatural y eso es el cuerpo de Cristo. Y hay algo que está inmerso en este pasaje, lo cual yo he querido reflexionar hoy. Y he querido más o menos poner esto en contexto, mis hermanos, porque yo creo que el Pastor Greg dijo unas cosas que son bien importantes esta mañana y yo quiero que ustedes las reciban también.
Que hay algo que para nosotros poder entender la dinámica de este cuerpo de Cristo, de esta comunidad de fe, esto es algo que se adquiere o que se puede entrar en ese tipo de dinámica solamente por la impartición del espíritu de Dios obrando en medio de nuestras vidas. Toda persona que ha recibido ese bautismo del Espíritu Santo que ha entrado, que ha accedido a aceptar la persona de Jesús en su vida, en su corazón, esto es la llave que abre esa puerta para nosotros ser parte ahora de esta familia, de esta comunidad.
No es una comunidad perfecta pero aún así sigue siendo una comunidad sobrenatural. Por aquél que opera en medio de esa comunidad. Y el Espíritu Santo y como ustedes ven, este pasaje es ese agente que funciona que imparte de parte de Dios, de parte de Jesús. O sea en este pasaje, mis hermanos, yo voy a leer un poquito más adelante en el verso 4. Yo quiero que ustedes vean esto. Dice: “Diversidad de dones pero el Espíritu es el mismo”.
“Diversidad de Ministerios pero el Señor –hablando de Jesús- es el mismo y diversidad de operaciones pero Dios que hace todas las cosas, en todos es el mismo”. Aquí primero que nada nosotros vemos una clara representación de lo que es la Trinidad, mis hermanos: Dios Padre, Dios hijo, Dios Espíritu Santo que está operando en ese cuerpo. Esa energía que este cuerpo recibe no lo recibe de ningún otro ser, de ninguna otra cosa que fue creada sino que la recibe de parte de un Dios trino.
Un Dios que tiene una entidad en sí solo pero que a la misma vez tiene esas funciones que lo distinguen. Greg decía esta mañana –me gustó mucho esto- que si usted trata de entender la Trinidad va a perder la cabeza. Pero si no trata de entenderla de alguna forma u otra puede perder su alma. Por eso es que es tan importante nosotros reconocer, mis hermanos, que Dios nuestro Dios opera en distintas formas pero a la misma vez lo hace impartiendo sobre su cuerpo, el cuerpo de Cristo. Las bendiciones, la influencia que él quiere que este cuerpo tenga.
Ahora cuando hablamos de cuerpo, mis hermanos, nosotros aquí Congregación León de Judá somos un cuerpo, somos una familia, somos una comunidad de fe. Pero asimismo esta comunidad es parte de un cuerpo aún mayor. Lo que se dice la Iglesia universal y no estoy hablando de denominación, consta. Estoy hablando de la iglesia de Cristo que se reúne alrededor de todo el mundo. Usted puede ir a China y se encuentra con una iglesia cristiana y usted es parte de ese cuerpo en el nombre de Jesús.
Usted puede llegar a la Patagonia y se encuentra con una iglesia cristiana y allí usted está en el cuerpo de Cristo. Usted puede ir a Alaska al tope de una de las montañas más frías y si allí hay hermanos y hermanas que están viviendo y adorando al Rey de reyes y Señor de señores usted es parte de ese cuerpo, también. Yo quiero que nosotros tengamos esto bien claro, mis hermanos, porque esto tiene grandes implicaciones.
Tiene implicaciones bien serias para cada uno de nosotros de cómo vivimos y nos movemos en este cuerpo. Y hay tres cosas que yo quiero enfatizar aquí hoy. Voy a ser rápido en esto. Tres cosas: número 1, esos tres aspectos de ese cuerpo tienen algo que es sobrenatural y número uno es que recibe de parte de Dios, se nutre y transmite. Son tres partes que quiero mencionar con ustedes.
Primero esta idea de que recibe esa impartición particular. La recibe de parte del Espíritu de Dios. Esto no es algo merecido, mis hermanos, ni es por mérito sino que viene por la gracia de Dios sobre cada una de nuestras vidas. Nosotros entendemos muy bien que nada de lo que nosotros hacemos puede, como quien dice, ganarnos crédito delante de Dios. Porque lo que Dios da para nuestras vidas, Él lo da por gracia, lo da porque te ama.
Lo da porque aún cuando nosotros éramos pecadores Él mandó a su hijo a morir por nosotros y así fue como Él mostró su favor para cada una de nuestras vidas. Así que esto no es por mérito sino que es por la gracia de Dios que pertenecemos a esta familia. Miren, cuando yo veo allí en ese verso número 7 que dice: “Pero a cada uno le da la manifestación del Espíritu para provecho”.
Esto me da a entender que cada uno de nosotros mis hermanos, cada uno de nosotros, ustedes donde ustedes están; los que están sentados atrás en la esquina, por allá detrás, aquí al frente los que están arriba, cada uno de ustedes recibe una impartición particular de parte del Espíritu. Cada uno de ustedes tiene un don de parte de Dios. Tal vez usted lo conoce o tal vez usted es ignorante a ese don. Pero hay algo de parte de Dios en usted.
Y eso que Dios ha puesto en su vida es importante para el funcionamiento de este cuerpo. Si eso que Dios ha puesto en usted no se pone en función, este cuerpo no va a funcionar en su plenitud. Ahora, pero si cada uno de nosotros hacemos lo que tenemos que hacer por más grande o más pequeño que sea, este cuerpo va a estar funcionando en todo su apogeo. En su mayor eficiencia posible como Dios intenciona.
Y claro está hay distintas cosas mis hermanos como ustedes ven esa lista de dones y créanme yo hago eco de algo que mencionó el Pastor Greg esta mañana. Recuerden que un don no es lo miso que un talento. ¿Cuántos de ustedes tienen talentos aquí? ¿Sí? ¿Cuántos de ustedes pueden tocar una guitarra? ¿Cuántos de ustedes pueden cantar en la ducha? Eso es un talento también. ¿Cuántos de ustedes tienen un buen ojo para el arte, qué usted puede hacer una buena pintura o algo?
¿O que tal vez usted es un fotógrafo o una fotógrafa y usted puede tomar fotos que nadie más puede tomar porque su ojo lo tiene ahí? Cualquier cosa. Usted puede escribir una carta, usted puede hacer una llamada de teléfono y eso puede ser algo que le sale innato a usted. Usted puede correr una milla en 5 minutos y el Pastor Samuel puede correr en ocho. ¡Eso es un talento! ¡Qué estamos talentosos en una forma u otra!
Tengo que coger a alguien de punto, ya que Patricia me cogió a mi de punto yo voy a coger al Pastor Samuel ahora de punto. Gracias Patricia, donde quiera que estés. El asunto es mis hermanos que cada uno de nosotros tenemos algo innato, nacemos con algo, pero eso no lo hace un don. Usted puede tener un talento y usted puede dedicarlo al Señor. Usted puede orar y decir “Señor, esto que yo tengo lo dedico a ti. Dios lo puede usar para bendecir a este cuerpo”.
Pero cuando hablamos de dones son aquellas cosas que vienen directamente del espíritu de Dios y que son ahí sembradas en nuestros corazones, en nuestras mentes, en nuestro ser completo para que eso funcione para edificar el cuerpo de Cristo. Ahora es bien interesante porque Pablo comienza ese capítulo número 12 con el verso 1 diciendo: ‘Hermanos yo no quiero que ignoren acerca de los dones del Espíritu’.
Y eso es bien importante porque ninguno de nosotros podemos ser ignorantes de esto. No importa donde usted esté en su carrera, en su vida, usted no puede ser ignorante de cómo Dios quiere que usted funcione, que Dios quiere que usted opere en medio de este cuerpo. Lo que usted es, su vida con sus altas y sus bajas, con sus lados oscuros y sus lados claros, todo lo que usted es funciona como parte del propósito de Dios para que el cuerpo de Cristo pueda funcionar como Él intenciona.
Y nosotros recibimos eso de parte de Dios. Ahora cuando recibimos esto mis hermanos, también, nos nutrimos precisamente de esa impartición de parte de Dios. ¿Cómo nos nutrimos mis hermanos? Cuando aprendemos a vivir y vemos como es esas cosas que Dios da se manifiestan en medio de nosotros. De alguna forma u otra, mis hermanos el Espíritu de Dios nos permite el nosotros poder discernir, el nosotros poder ver como Él se está moviendo.
No tan solamente en medio de nuestras vidas individuales sino también como Él se mueve a través de las historias y de los relatos de otras personas que nosotros tenemos alrededor. Y a través de eso nosotros podemos aprender. Podemos recibir de Dios esa gracia para saber como funcionar mis hermanos.
Y esto es bien importante porque esto significa que nosotros tenemos que buscar intencionalmente las oportunidades de que este cuerpo pueda estar juntos.
Y que podamos, como quien dice, rozar nuestros hombros, nuestros codos y poder crecer unos con otros. En el Libro de Hebreos capítulo 10, los versos 23 y 25 se nos exhorta a que nosotros no dejemos de congregarnos. Esto es bien importante, mis hermanos.
Cada vez que nosotros tengamos la oportunidad de venir a cualquiera de las reuniones que tenga la iglesia no podemos dejar de congregarnos porque ahí es donde, como quien dice, ese fuego se enciende aún más en medio de nuestras vidas. Si usted coge los carbones en el barbacue, ¿verdad? Y los separa, ¿qué pasa? Se van a apagar. Pero si los mantiene todos juntos y los llena se mantienen ahí hirviendo, cocinando esa carne que usted pone en el grill para los que tienen hambre. Buena ilustración.
Busquemos intencionalmente, mis hermanos, esas oportunidades y a la misma vez cuando somos parte de ese cuerpo, nosotros resistimos –escuchen bien- tenemos que resistir cualquier cosa de rechazar o evadir a otros miembros de ese cuerpo. Y aquí es donde yo quiero hacer un alto. Vayan conmigo al verso 20.
Dice: “Pero ahora son muchos los miembros pero el cuerpo sigue siendo uno. Ni el ojo le puede decir a la mano ‘¡Ey! No te necesito. Ni tampoco la cabeza le puede decir a los pies ‘No tengo necesidad de ustedes’. Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios y aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos a estos vestimos más dignamente y los que en nosotros son menos decorosos se tratan con más decoro’.
‘Porque los que en nosotros son más decorosos no tienen necesidad pero Dios ordenó el cuerpo dando más abundante honor al que le faltaba para que no haya desavenencia en el cuerpo sino que los miembros todos se preocupen todos unos por otros’. Aquí mis hermanos yo veo dos cosas que el Pastor Greg también mencionó. Perdonen que esté repitiendo lo que dijo el Pastor Greg pero quiero ser fiel a las palabras que él también mencionó esta mañana aquí hoy.
Pero aquí hay dos cosas. Aquí hay un sentido de inferioridad y también hay un sentido de superioridad reflejado en esos versos. El mero hecho de que una persona diga ‘¡Ah! Como yo soy el dedo más chiquito del pie y no soy ojo pues no significa que no soy del cuerpo o que no funciono en el cuerpo’ o que una persona diga ‘¡Ah! Porque yo soy el ojo y no soy el pie, pues no necesito al pie’. Ahí es donde se ve la superioridad. Uno se considera más importante que el otro o el otro se considera más pequeño que el otro porque está más cerca del piso o algo.
Mire, yo le aseguro si usted coge su cuerpo físico ahora mismo y le cortan el dedito chiquito del pie [murmullo] ¿Qué pasa si le cortan el dedo chiquito del pie a usted? ¿Además de que le va a doler, claro está? El balance se le va a ir a ajuste. ¡Usted no va a tener balance! El tímpano en el oído, ¿qué es lo que hace el tímpano? Afecta el balance. Cuando a usted le da una afección de oídos ¿qué es lo que pasa? Uhhh, se va en un viaje de repente.
¿Qué es lo que hace el hígado? Estoy dando una clase de anatomía aquí. ¿Cómo fue? Oí muchas cosas. El hígado limpia ¿qué? Yo pensaba que eso eran los riñones que purificaban la sangre. Estamos ahí relacionados, no se apuren. No estoy esperando que ustedes sean maestros de ciencias ahora. Pero miren lo que les estoy diciendo, mis hermanos. Esas partes que parecen más pequeñas, que parecen más indecorosas o que tal vez no se ven.
Que alguien diga: ‘¡Ah! Porque soy la vesícula y no estoy expuesto y no me ven, pues la vesícula va a decir “no soy importante”. Aunque yo se que la vesícula hay veces que se la sacan a la gente y la gente sigue funcionando como si nada. Pero la vesícula es una parte importante del cuerpo. En la misma forma, mis hermanos, yo quiero que ustedes vean esta ilustración porque así funcionamos nosotros en el cuerpo de Cristo.
Nadie aquí le puede decir a Hernán: “Hernán yo no te necesito porque tú no funcionas dentro de mi Ministerio”. Yo no puedo hacer eso. Yo no le puedo decir –deja ver a quien más puedo coger de punto, me voy a desquitar ahora. A ver, a ver… me voy a desquitar ahora. Deja ver a quien puedo ver por ahí - ¡Danny! Danny ahí atrás. Mi hermano Danny, levanta la mano, Danny. Yo no le puedo decir a Danny: ‘Danny como tú no predicas igual que yo, pues yo no te necesito en esta iglesia”. Yo no puedo decir eso. Dios me libre de decir eso.
Déjame ver a quien más puedo coger de punto. ¿Rosa tú quieres que yo te coja de punto? Tú estas haciendo así. Es más, Tatiana. Tatiana ahí atrás. Tatiana perdón te cogí de punto. Levanta la mano, Tatiana, di hola. Yo no le puedo decir a Tatiana, ‘Tatiana yo no te necesito en esta iglesia porque yo no te he visto haciendo nada’. Yo no puedo decir nada de eso, ella es parte de esta iglesia.
Yo no le puedo decir al hermano Roberto Naranjo, ahí atrás, ¡ay! imagínese. Yo no le puedo decir al hermano Roberto Naranjo: ‘Roberto Naranjo como usted no, es más voy hacer un chiste: ‘como usted necesita 3 distintos espejuelos para leer la Biblia, yo no, no puedo usarlo a usted aquí en la Iglesia’. Yo no puedo decir eso, y voy a explicarles el por qué del chiste, ¿Me das permiso Roberto? ¿Puedo?
Miren esto fue algo jocoso en el día de ayer. Voy a hacer un paréntesis. Ayer nosotros estábamos celebrando la vida de nuestro hermano Ernesto González. Gracias a Dios por la familia González los bendecimos. Pero a mi hermano Roberto ayer le tocó compartir una palabra y mi hermano Roberto mientras se preparaba a leer la biblia, el sacó un set de espejuelos de este del bolsillo y esos no eran, sacó otro set de espejuelos de aquí y esos tampoco eran, y todo el mundo tuvo que, nos tuvimos que echar a reír por que era como ¿cual de todos son los que el usa para leer la biblia? Hasta que sacó los que eran y se los puso para poder leer.
Miren mis hermanos, esas cosas así, eso es lo que hace el cuerpo de Cristo algo sobrenatural. Y tal vez a los ojos de este mundo eso va ha parecer como una locura pero eso es lo que hace a el cuerpo de Cristo algo sobrenatural. Por que Dios trae esta diversidad de personas de tantos lugares. Dios trae una diversidad de caras, Dios trae una diversidad de personalidades, Dios trae una diversidad de historias, unos trasfondos que muchas veces si nos sentamos a escuchar todas esas historias ¡Guau! Podemos hacer una novela, que gana cinco estrellas.
Pero el asunto es que Dios une todas estas cosas, mis hermanos, y hace un cuerpo tan y tan y tan diverso, que ahí es donde se ve esa naturaleza sobrenatural de Dios. Es ahí donde se da esa manifestación del Espíritu donde la gente lo busca es algo mas homogéneo donde todo el mundo podamos conectar, Dios lo hace a través de diversidad. Dios funciona a través de diversidades.
Y miren aquí en la Iglesia, está bien que uno pueda compartir con gente que son de su propio país o que mas o menos comparten los mismos estilos, las mismas ideas, pero eso no es el todo. Dios intenciona que nosotros vivamos con un sentido de incomodidad a la misma vez por que somos parte de ese cuerpo y hay algo que fluye y nos nutre para nosotros poder funcionar como parte de ese cuerpo.
La historia suya y la historia mía, por mas distinta que pueda ser, con todo y eso forma parte de la historia de Dios, para que sus planes y sus propósitos se puedan cumplir en el tiempo en el cual nosotros estamos viviendo. ¿Podemos decirle Amen a eso? Miren, hay algo que yo me puse a reflexionar esta mañana. Y yo me pongo a pensar a veces ¿cual es ese elemento, ese vinculo que mantiene la unidad en todo este cuerpo? ¿Algunos de ustedes me pueden decir? ¿Qué es lo que mantiene este cuerpo vivo funcionando? El Espíritu Santo, claro está, el Espíritu Santo.
Si nosotros pensamos en el cuerpo humano, ¿Cuáles ustedes me dirían que son los dos órganos más importantes en el cuerpo humano? El corazón y el cerebro y el oído. Ahí hay alguien que entiende que es oído y quiere mencionar que el oído es importante también. Mire, ¿Sabe que su cuerpo puede funcionar sin el cerebro? Una persona que cae en coma, su cerebro esta totalmente apagado, pero si ese corazón sigue bombeando, esa persona, su cuerpo va ha estar vivo entre comillas.
Ahora si su corazón se apaga, ahí si que se va todo lo demás, pero hay algo mucho más sutil. Gracias. La sangre mis hermanos. ¿Acaso eso no es interesante? La sangre es la que lleva el oxigeno a los lugares mas recónditos del cuerpo humano. Si de repente hay un coagulo que le tapa la vena que le lleva sangre a su dedo gordo del pie, ¿Qué le va ha pasar a ese dedo? ¿Cómo es que se dice? Le da ¿gangrena es? Se empieza a morir ese dedo y detrás de ese dedo sigue la otra parte del pie.
Si hay un coagulo que le tapa una arteria de las que van al cerebro ¿qué le va a pasar a su cerebro? Se va ajuste. Si hay un coagulo que se mete en alguna de las arterias carótidas que van al corazón ¿Qué le pasa al corazón? Se va. Un paro cardiaco eso es así. La sangre es la que corre por todos lados. Es la sangre la que lleva el oxigeno limpio, es la sangre la que coge todas las toxinas y las elimina, es la sangre la que hace eso.
Que interesante que en el cuerpo de Cristo es la sangre de Jesús, la que nos limpia es la sangre de Jesús, la que nos libera, es la sangre de Jesús la que limpia todas las toxinas en medio de nuestras vidas, es la sangre de Jesús la que mantiene tu parte, mi parte, la que mantiene, lo que tú haces, el don tuyo que lo mantiene corriendo que lo mantiene fluyendo. Es la sangre de Cristo con todo su poder obrando en medio de nosotros.
Ahora yo no estoy diciendo que cojamos, yo no estoy diciendo mis hermanos, que cojamos una cubeta así de sangre y nos tiremos ¡no, no, no!, eso es algo pagano no piensen eso. Recuerden que la sangre de Cristo es el símbolo espiritual que permea todo lo que nosotros hacemos. Cuando uno esta orando por el poder de la sangre de Cristo mire los demonios se tienen que ir huyendo de donde quiera que estén, por que no pueden resistir el poder que se encierra en la sangre de nuestro Señor Jesús y en el sacrificio que el hizo por cada uno de nosotros.
Cuando nosotros somos parte de ese cuerpo, es esa misma sangre la que nos une y el significado detrás de esa sangre que lo que viene detrás de eso es el amor de Dios. Lo que el amor de Dios estaba haciendo en cada uno de nosotros, mire, el amor de Dios es el fundamento de todas las cosas. Pablo mismo dice en Colosenses dice: “Vestíos todos, pues, de amor que es el vinculo perfecto” ¿de qué? “de unidad”. Es el vínculo perfecto de unidad, mis hermanos.
Aquí en esta Iglesia, con toda la diversidad de personas que tenemos, miren, nosotros podemos decir que somos una Iglesia mayormente hispana verdad. ¿Cuántos están de acuerdo conmigo? Pero aún dentro de esta comunidad hispana hay una gran diversidad, ¿verdad que sí Pastor Samuel? Él es el primero que tiene una gran diversidad por dentro.
Él dice que es puertorriqueño pero yo digo que es “new yorkrican”.
No es puertorriqueño de pura cepa como yo. Pero como quiera somos parte del mismo cuerpo. Dentro de la comunidad hispana aquí hay casi como 20 veintes países representados. Usted menciónelos y así mismo nosotros nos dolemos. ¿Cuántos de ustedes cuando escucharon la noticia del terremoto que sucedió en Chile, cuantos de ustedes no se sintieron, verdad? Ahora voy a hacer una pregunta más.
¿Cuántos de ustedes se recordaron de sus hermanos chilenos aquí en la iglesia y rápido se pusieron a pensar “Caramba algún familiar en la iglesia tendrá alguien allá”? Eso es lo que hace es el cuerpo de Cristo. Yo les confieso que antes cuando yo vivía en Puerto Rico y escuchaba esos desastres y lo más que me salía de la de la boca “¡Ay! Bendito que Dios los cuide”. Eso era lo más que me salía de la boca y estoy siendo bien honesto.
Pero ahora que Dios me ha puesto, me ha sembrado aquí en este cuerpo y estoy en contacto con tantas y tantas personas de distintos lugares cada vez que yo oigo algo así lo primero que me viene a la cabeza “¿Quién en la iglesia nosotros tenemos que es de ahí?” Que no vaya a ser que tengan algún familiar que haya sufrido o algo. Cuando sucedió lo de Haití también lo mismo. Es más hasta rápido pensamos en la República Dominicana pensando en como las ondas de ese terremoto pudieron afectar.
Y nos ponemos a pensar en todas esas cosas. Eso es lo que hace la conexión del cuerpo de Cristo, mis hermanos. Es por eso que yo me enfatizo tanto en lo que dicen estos versos, mis hermanos. Nosotros tenemos que rechazar esa idea, eliminarla por completo de nuestro sistema de que “Mira yo no me puedo rozar con este o no puedo hablar con esta persona o no puedo trabajar con esta persona porque su estilo no me gusta o tiene el pelo demasiado grifo o porque tiene el pelo rubio” o sea lo que sea mis hermanos.
No podemos dejar que eso afecte el funcionamiento de este cuerpo. A la primera que nosotros dejemos entrar a eso este cuerpo comienza a "desfuncionar" en otras palabras. No podemos, mis hermanos, no podemos darnos y miren yo les estoy hablando esto y yo solamente les estoy pidiendo a Dios que nos de discernimiento para saber como estas palabras se aplican a nuestras vidas.
Como se aplican a nuestros ministerios, como se aplican a nuestras familias. Nosotros tenemos que buscar cuidar este cuerpo, mis hermanos. Cuidar la diversidad que Dios ha puesto en este cuerpo. Es más, cuidarla y honrarla y celebrarla mis hermanos. En el primer servicio nosotros celebramos la idea que teníamos personas que son directamente de África, africanos que teníamos aquí.
Africanos que vienen con su estilo. Que muchas de estas personas se visten con sus trajes típicos de África y vienen con estos sombreros así bien grandes que parecen como una flor a veces en su cabeza. Pero eso, hay veces que uno lo mira como que “¿Y esa persona de donde salió?” Pero Dios lo mira como que ‘ese es una hija mía, eses es un hijo mío y yo quiero que tú celebres eso’.
Que si por casualidad llega una persona así bien vestida y con un vocabulario bien “proper” y ‘Hola ¿cómo está?’ y tratando a todo el mundo de usted y su vocabulario es bien filosófico, bien elaborado y es como poesía a mis oídos cada vez que escucho a una persona hablando así. Y de repente me encuentro con alguien de la calle “Ay a ‘mano ¿qué es lo que pasa, muchacho? Tú sabes como es”, “Mira m’hijo tú no te enteraste la última” y me vienen hablando así y hermano Elías ¿tú sabes como es la cosa, verdad?
Y lo único que te dicen es eso “¿Tú sabes como es, verdad?” Porque así es como hablamos en la calle. Mira hay veces que uno dice ¿con quien me gustaría más hablar, con esta persona proper o con este así de la calle que es todo así ‘Mira ‘mano tú sabes’? Mira en el cuerpo de Cristo tenemos que abrazarlos a ambos. Yo tengo que aprender como hablar. [Aplausos]. Yo tengo que aprender como hablar en una forma informada con esta persona que es bien proper y cosas así.
Y también tengo que venirme acá al otro lado y hablar con mi hermano en el lado de acá y relajar con él: “Chilling you know”. Es verdad que nunca me van a ver con un pantalón a mitad de… ya tú sabes donde, pero si puedo conectar con esa persona. Este cuerpo tiene un llamado también mis hermanos y es el llamado de transmitir esa misma gracia de Dios que está en nosotros.
No es tan solamente para que este cuerpo se nutra entre sí mismo, que nosotros podamos mirarnos y podamos vernos y digamos “¡Guau! ¡Qué chévere! No puedo esperar a que llegue el miércoles para verte de nuevo. No puedo esperar a que llegue el domingo para verte la cara otra vez”. Es como que siempre está ese deseo de conectar con mis hermanos y hermanas. Pero a la misma vez esa bendición que Dios trae aquí tenemos que regarla aquí afuera donde quiera que vamos.
Porque Dios nos llama a que ese cuerpo sea un cuerpo contagioso y no es que le estemos contagiando viruses malos ahí sino que estemos contagiando esa misma gracia de Dios. Miren esto. El mismo Jesús hablando en el Libro de Juan Capítulo 17 el verso 21 cuando Jesús está en esa oración tan intensa y tan intima con el Padre, una de las cosas que Jesús le dice al Padre es que Él le dice es “Señor que ellos puedan ser uno como tú y yo somos uno”.
“Padre que en su unidad, el mundo crea que” ¿qué? “que Tú me has enviado”. Es en esa unidad muchas veces mis hermanos, en esa cotonía que es la expresión teológica diría yo, en esa comunidad, en ese compartir, en ese compañerismo, cuando estamos todos en un mismo sentir, en una misma mente y en un mismo espíritu que la misma sangre corre por todos nosotros.
Cuando viene alguien que no es parte de ese cuerpo, mira, y ve esa energía que está corriendo ahí, esa persona no va a poder evitar y resistir el decir: “¡Guau! Espérate aquí hay algo mucho más interesante de lo que está sucediendo allá”. Hay algo mucho más genuino de lo que yo me estoy encontrando afuera en la calle. El cuerpo con el que yo me conecto en la barra de la esquina que estamos ahí hasta las 3 de la mañana bebiéndonos las penas y después llego al mi casa y estoy totalmente solo, ese cuerpo no está funcionando.
Pero si esa persona llega aquí y se encuentra con un hermano, con una hermana que le recibe que lo saluda, que le da una sonrisa, que le dice “Oye, ¡que bien te veo!” aunque esté andrajoso, mira, esa persona va a recibir algo distinto aquí. Es esa unidad que transmite la verdad de Dios obrando en medio de nosotros. Hay otro texto cuando Pablo, en Segunda de Corintios capítulo 2 verso 15 él dice: “Donde quiera que nosotros vamos llevamos el olor o el aroma de Cristo a todos los lugares”.
Pregúntale a la persona al lado suyo ¿a qué tú hueles? Dile ¿a qué tú hueles que hueles tan rico? Digo, si huele rico, consta. Chantel, aquí tienen Chantel, qué se yo, Champs, Channel, whoops! Viste ya ahí… Okay. A los que huele a Maja, hay un perfume que se llama Maja o Majo. ¿A qué hueles? Llevas el aroma de Cristo contigo. Donde quiera que vas tú puedes decir que tú hueles a Cristo, que la gente se te pega y es como que ¡Ah!
Samuel huele a Cristo definitivamente aún en el segundo servicio. Aún más todavía. (Aplausos). Miren en Efesios 3, este me gusta mucho, voy terminando ya. Pablo también dice otra cosa que es muy importante. Él está hablando aquí en Efesios 3, verso 10, él está hablando del llamado de la iglesia como parte de la iglesia dice “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia, los principados y potestades en los lugares celestes”.
Esa frase “la multiforme sabiduría de Dios”. ¿Qué es algo multiforme? Que tiene distintas formas obviamente. Dios no tiene forma de caja, Dios no tiene forma de círculo, Dios no tiene forma de pentágono. Dios no tiene forma de triángulo. Yo quiero que usted se imagine todas esas formas metidas en una, ¿Cómo se verá eso? Eso es como una molécula química.
Saben las moléculas químicas que tienen como distintas formas que se van una pata por allá y una pata por allá.
Y se siguen extendiendo así y uno no sabe que tipo de forma tiene pero tiene una forma. Esa es la multiforme sabiduría de Dios. Dios se le puede revelar, hermano César, en una forma totalmente distinta a una forma en que se le puede revelar a mi hermana Ana Andújar. Dios se le puede revelar en una forma totalmente distinta a mi hermana Clarita y se le puede revelar en una forma totalmente distinta a mi hermano Quique también.
Dios se le puede revelar en una forma totalmente distinta a mi hermana Lisie y se le puede revelar en una forma totalmente distinta a ¿cuál es tu nombre? No, a él, ¿cuál es tu nombre? Daniel. Daniel, iglesia, iglesia Daniel, mucho gusto. Se le puede revelar en una forma totalmente distinta. Dios se revela en distintas formas, mis hermanos y hermanas. Por el mero hecho de que Él se te revele a ti en una forma y a otra persona en otra no significa que tú eres más importante que el otro.
¡No! Porque Dios como quiera se está revelando a su cuerpo, está transmitiendo algo, está comunicando algo. Y mis hermanos nosotros tenemos que entender esa dinámica que cuando vemos que Dios se mueve en distintas formas y el cuerpo entero con sus líderes como que busca entender lo que Dios está comunicando y cuando lo recibimos, when we grasp it, es como que podemos tener el alcance total de ese conocimiento de Dios.
Entonces ese cuerpo está llamado a comunicar esos misterios de Dios al mundo, a la sociedad en la cual nosotros vivimos. Eso es algo que el mismo cuerpo de Cristo no lo puede limitar o impedir. A la primera que el cuerpo de Cristo deje de ejercer ese contacto hacia afuera pierde parte de su funcionalidad. Porque entonces el cuerpo se va a estar aquí llenando, llenando y llenando.
Nos vamos a estar poniendo todos gordos, de “grasa espiritual” y entonces el cuerpo poco a poco se va a ir dañando. Más sin embargo cuando nos mantenemos activos que estamos alcanzando nuestra comunidad siempre, buscando la forma en como alcanzar a más personas para Cristo, a como compartir su amor, a como trabajar en ese propósito de transformación de nuestra sociedad, de nuestra comunidad.
Cuando nos ejercitamos de esa forma, mire, ese cuerpo va a tener una forma sobrenatural sin duda alguna porque va a estar ejerciendo un llamado, un propósito que es de Dios, sale del corazón de Dios. Así que mis hermanos y hermanas en esta tarde yo quiero cerrar con esto: cada una de estas partes del cuerpo se necesita a sí mismo. Esa frase es clave en este texto. Yo no le puedo decir a nadie “Mira, no te necesito, échate para allá”.
Yo no puedo decir eso. En alguna forma u otra aún esas partes que nos se ven, aquí mismo en medio de nosotros, mire, hay gente que en forma secreta en sus casas están orando. Hay gente que pasan horas orando, intercediendo por alguno de ustedes, intercediendo por nosotros los líderes, intercediendo por los propósitos de la iglesia a nivel local y el propósito de la iglesia a nivel mayor.
Hay gente que están orando y tal vez usted nunca los va a conocer. Es más, puede ser que usted hasta los haya saludado pero no sabe que esa persona tiene ese llamado. Que su función es esa, de estar orando, de estar intercediendo en cualquier parte de su casa o donde quiera que va, esa persona está constantemente orando, intercediendo. Ninguno de nosotros le podemos decir a esas personas “¡Ah! ¿Pero quién tú eres? Yo no te veo, yo no te necesito”.
Mire, Dios reprenda eso. Mentira del diablo porque esas son las personas que más necesitamos, que mantienen ese aceite de oración corriendo a través de este cuerpo funcionando y mantienen esa maquinaria ahí corriendo en todo momento. Cada una de las partes son necesarias mis hermanos. Desde la persona que trae un vasito de agua al predicador para que no se ahogue cuando esté hablando hasta la persona que hace llamadas por teléfono.
La persona que cuando se encuentra con alguien ahí afuera en la calle y lo reconoce, le llama por su nombre “¡Ey! ¿Cómo estás? Mira, me alegro que estés viniendo a la iglesia, sigue viniendo con nosotros”. O que estás así trabajando y tienes un colega y ese colega lo viste y lo reconoce ¡Ah! Mira esta persona lo vi en la iglesia los otros días. Y tú vas y te le acercas y puedes hablar con esa persona y esa persona se desborda en lágrimas y te cuenta todos sus traumas.
Y tú como que ¡Guau! ¿Qué hago ahora? La gracia de Dios está funcionando a través de ti. Eso es lo que este cuerpo está llamado a ser sin ser un cuerpo diverso y reconocer esa diversidad, celebrarla pero a la misma vez funcionar de acuerdo a las intenciones y los propósitos de Dios. Mírese usted mismo, mi hermano, mi hermana.
Si en algún momento por su cabeza le ha cruzado ese pensamiento, ‘esta iglesia es muy grande para mi. Aquí nadie me conoce, yo me siento solo. Yo me siento sola’. Mire ahora mismo elimine ese pensamiento. Esta iglesia es cuerpo de Cristo. Esta iglesia es una comunidad de fe, esta iglesia es su familia. Usted es tan parte de esta iglesia sea que llegó ayer, sea que llegó hoy, como si estuviese aquí desde los 25 años que esta iglesia lleva funcionando.
Usted es parte de esta familia. Que hay partes en la que usted pueda conectar, sí, y nosotros como iglesia tenemos el llamado en buscar la forma en como ayudarle a conectar con esas otras partes del cuerpo. Pero que usted se sienta que no es, (sonido onomatopéyico de ‘no’). Not here. Aquí no. Tal vez usted nos se va a poder aprender los nombres de las novecientas y pico de personas que vienen aquí constantemente los domingos. Pero si se aprende el nombre de al menos de cincuenta o de 25 o de 5 o de 10 o de otra persona, usted es parte de esta iglesia.
Usted es parte de esta comunidad, usted es parte de este cuerpo. En otras palabras usted es parte de Cristo. Usted es parte de Dios. (Aplausos) Usted es parte de Él y Él es parte suya. Él es parte suya también. Así que yo quiero que se ponga de pie. Vamos a orar. Y voy a hacer lo mismo que hizo el Pastor Greg esta mañana. Con mucho respeto yo le pido que usted mire a la persona que está al lado suyo y que usted le diga a esa persona “Mira, yo te necesito”.
Te necesito para mi crecimiento, te necesito para tener gozo, para tener vida. Mira si es su esposo o su esposa aprovéchese. Déle el beso y el abrazo que no le ha dado en el día de hoy. Si es su mamá o su papá aproveche, déle también ese cariño y si es un hermano o una hermana en la iglesia, mire, edifique el cuerpo de Cristo mejor dicho. Vamos a decirle así. Señor Jesús estamos delante de ti. Tú eres la cabeza de este cuerpo Señor.
Es de ti que proviene toda la vida Señor. Es tú sangre la que corre por toda las partes de este cuerpo, Señor, limpiándonos, purificándonos, trayendo vida, trayendo ese oxigeno que necesitamos para poder funcionar. Y Señor ahora mismo, yo presento de ti a todas las partes de este cuerpo por más grandes o más pequeñas que sean. Señor sea que seamos partes públicas, expuestas mi Dios en nuestra labor, en nuestro funcionamiento o sea que seamos partes que funcionamos tras bastidores, mi Dios.
Donde nadie nos ve pero que estamos ahí bien activos, Señor. Nutriendo la vida de esta iglesia, de esta comunidad. Tú nos estás haciendo un llamado a reconocer ese aspecto sobrenatural de este cuerpo Señor donde si operan milagros, sanidades, pero uno de los milagros más grandes que podemos ver es la hermandad que existe entre cada uno de nosotros, Señor. Ese es un milagro de cada día, de cada momento.
Que tal vez a pesar de nuestras diferencias, Señor, a pesar de los malos entendidos que podamos tener en algún momento u otro, Señor, podemos una vez… más y encontrarnos con esa persona y disculparnos, Señor y abrazarnos. Y mira, seguir trabajando juntos, Señor, no nos extirpamos el uno al otro sino que buscamos sanarnos unos a otros, Señor. Cuando una parte de ese cuerpo se duele nos dolemos todos con esa parte, Señor. Y cuando una parte de ese cuerpo recibe honra, Señor, todos recibimos honra.
Y nos alegramos con esa parte, Señor. Padre yo celebro la vida que está aquí ahora mismo Señor. Celebro la vida de esta comunidad, Señor Jesús, la diversidad que existe en medio de nosotros. Padre sigue trayendo esa diversidad en medio de nuestras vidas y enséñanos a saber como recibirla, Señor, como nutrirnos de esa diversidad, como aprender a vivir unos con otros.
Para a la misma vez poder seguir transmitiendo tu gracia, tu poder y tu unción, Señor en los distintos lugares donde nosotros podamos entrar. Padre, que esto sea una comunidad transformadora, un cuerpo transformador, Señor. Que las personas que se sigan uniendo aquí puedan ser impactados con el poder de tu amor funcionando en medio de ellos y que todos, mi Dios, podamos ser, podamos llamarnos que somos parte de tu cuerpo. Que somos todos una familia, Señor.
Que siempre podamos estar dispuestos para escuchar, Señor cuando es tiempo de escuchar. Para poder hablar cuando es tiempo de hablar. Para poder extender la mano cuando hay que extenderla, para poder abrazar cuando hay que abrazar, para poder llorar cuando tenemos que llorar y poder reír cuando hay que reír, Señor. Para guardar silencio cuando hay que hacerlo y para declarar tu justicia cuando también es el momento oportuno para hacerlo. Yo bendigo a este pueblo, Señor.
Que tu gracia y tu poder pueda seguir funcionando, Señor día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, Señor Jesús. Que tu gracia funcione, Señor, en una forma bien fluida aquí en medio de nosotros. A ti te damos la gloria y el honor por siempre Señor Jesús. Gracias te damos Papá. Aleluya. Amén, amén. Gracias Jesús. Oiga, salude al pie, a la mano, al ojo, al oído que está ahí al lado suyo. Salude a la vesícula que está al lado suyo. Salude al pulmón que está ahí al lado suyo.
Saludo al átomo, a la molécula más pequeña que está ahí al lado suyo. Salúdele en el amor, Señor. Hermanos, que el Señor les bendiga, que el Señor les guarde. Adelante en el siempre. Será hasta la próxima. Bendiciones.
Dios puede cambiar cualquier situación
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Si pueden ir conmigo a Segundo Libro de Reyes, capítulo 2 versos del 19 al 22. Vamos a estar mirando cuatro versículos en esta noche. Segunda de Reyes capítulo 2 versos del 19 al 22. Dice la Palabra de Dios: ‘Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo “He aquí el lugar donde está colocada esta ciudad, es bueno, como mi Señor ve. Mas las aguas son malas y la tierra es estéril.
Entonces él dijo ‘Traedme una vasija nueva y poned en ella sal’. Y se la trajeron. Y saliendo él a los manantiales de las aguas echó dentro la sal y dijo así ha dicho Jehová: ‘Yo sané estas aguas y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad’. Y fueron sanas las aguas hasta hoy conforme a la palabra que habló Eliseo”. Estos son cuatro versos muy simples aparentemente que relatan uno de los milagros que hizo Eliseo luego que Elías había partido de dentro de su presencia.
A simple vista uno lee esto y dice: pero ¿qué puede uno sacar de estos cuatro versos? Vemos que Dios hizo un milagro a través de Eliseo, que sanó unas aguas y todo lo demás pero ¿cómo eso se aplica en nuestra vida? ¿Cuál es el mensaje oculto en estos versos? Y cuando yo estaba estudiando este pasaje esa fue la pregunta que me hice: ¿y para qué me va a servir este pasaje? ¿Estos cuatro versos? ¿Qué yo voy a aprender de estos cuatro versos?
Una historia muy bonita y para mi sorpresa el Señor ministró a mi vida de una manera muy especial mientras yo estudiaba este pasaje. De una manera que yo no esperaba. Y en esta noche lo quiero compartir con ustedes lo que el Señor compartió a mi vida. Y quiero enfocarme, quiero que a medida que estudiemos este pasaje juntos en esta noche mantengan en su mente que Dios puede cambiar cualquier situación por medio de su Palabra.
Esa es la idea central de este pasaje. Dios puede cambiar cualquier situación sin importar lo imposible que parezca por medio de su palabra y yo se que muchos de nosotros atravesamos diferentes situaciones –hoy día, en esta noche: venimos del trabajo, de la escuela, de la casa, cansados con sólo Dios sabe con cuantos problemas ya sean problemas emocionales, problemas financieros, problemas de salud.
Problemas que quizás a simple vista nosotros no podemos hacer nada al respecto porque se escapan de nuestras manos. Problemas que venimos delante de Dios orando ya hace mucho tiempo y todavía aparentemente no recibimos una respuesta. Cosas que se nos escapan de las manos y que no podemos cambiar por nuestras propias fuerzas. Pero a través de este pasaje vamos a ver como Dios a través de su palabra puede tornar lo imposible en posible.
El pueblo de Israel en este contexto se encontraba en una situación que estaba fuera de su control. Durante el tiempo de este pasaje existía un fenómeno de idolatría muy fuerte en el pueblo de Israel. Ustedes saben que en el Antiguo Testamento ese era uno de los problemas más grandes de estas personas: que se iban tras dioses paganos, dioses ajenos en buscas de soluciones a sus problemas.
Y por lo tanto desobedecían la ley de Dios y en este pasaje el ídolo principal de estas personas era Baal un dios pagano que era supuestamente el dios de la fertilidad y de los efectos naturales. Ese dios se caracterizaba porque supuestamente controlaba la lluvia, el viento, la tierra y un sinnúmero de cosas que le tenía que ver con los efectos naturales. Pero vemos que en este pasaje está hablando de que hay un problema con las aguas de la ciudad.
En un mundo donde reina el ídolo de Baal. Si recuerdan, ¿cuántos de ustedes recuerdan la historia de Elías cuando se enfrentó a los cuatrocientos profetas? ¿Verdad? Porque había una sequía durante ese entonces y Elías confrontó directamente a estos profetas que adoraban… Eran profetas ¿de quién? De Baal, ¿verdad? Eran cuatrocientos profetas de Baal. Ellos adoraban a Baal y todo. Ese era el ídolo preeminente en ese entonces.
Y en este pasaje se está retando de forma directa el poder de Baal en contra del poder de dios. Las personas en aquel entonces no entendían por qué en su ciudad había un problema con las aguas y si Baal era el ídolo del momento por qué Baal no había resuelto este problema. Pero para darle un poquito más de información acerca de la ciudad, estamos hablando de Jericó. Una ciudad que se encontraba relativamente cerca como a 5 millas del Río Jordán que era un río muy fructífero en una zona muy desarrollada.
Era una ciudad magnífica, el único problema de esta ciudad era que el agua era mala. El agua causaba infertilidad y por lo tanto en esa tierra no había frutos de árboles. Algunos comentaristas dicen que las mujeres en cinta perdían sus hijos porque el agua está contaminada. Y para nosotros no es nuevo pensar en el agua como un símbolo de vida, ¿verdad?
Cuando uno piensa en agua uno piensa en vida, el agua que fluye a través de la cual los árboles se alimentan. Nosotros necesitamos mucha agua para poder hidratar nuestro cuerpo y poder desenvolvernos. Entonces, en una sociedad donde el agua estaba contaminada era difícil ser productivo. Y ese era un problema que estaba afectando esta ciudad que irónicamente se encontraba cerca del río Jordán.
Y las aguas del río Jordán eran buenas, eran fructíferas. Pero ¿cómo entonces esta ciudad tan cercana a ese río tenía un problema con las aguas que se escapaba de sus manos? Que quizás los científicos de aquel tiempo no podían explicarse, no podían arreglar el problema. Era algo sin precedentes que ellos no se explicaban. Y entonces ¿qué pasa con ellos? Ellos vienen donde Eliseo y le presentan el problema.
Le dicen en el verso 20: “Los hombres de allá dijeron a Eliseo ‘el lugar donde está colocado la ciudad es bueno, es una ciudad [imagínese la ciudad de Cambridge aquí en Boston cerca del río Chas una ciudad muy atractiva, ejecutiva, con muchas escuelas y todo pero que de repente diga: hay un problema con el agua. El agua en esa ciudad es un desastre. No se puede vivir por más linda que sea la ciudad, por más edificios que tenga, el agua está mala, no se puede vivir en esa ciudad.]
Entonces sería un tiempo muy interesante para las personas tratando de vender o rentar apartamentos, promover su localidad sabiendo que hay un problema así. Era un problema similar el que afectaba a esta ciudad. Y estas personas se preguntaban: ‘¿Dónde está Baal? ¿Dónde está el dios Baal? ¿Qué está pasando con Baal?’. Muchas veces nosotros como cristianos tenemos dioses ajenos aparte de Dios.
Que durante nuestra vida recurrimos a ellos. Vamos a decir “el dinero” puede ser que sea uno de esos dioses que nosotros tenemos. Muchos de nosotros dependemos del dinero para hacer todo. Y ponemos el dinero en un lugar tan alto en nuestras vidas que se convierte en un ídolo. Pero sin embargo al pasar de los años uno se da cuenta de que hay cosas que el dinero no puede resolver.
Y uno dice: Y ¿qué pasa con mi dinero que no me puede sanar de esta enfermedad? No puede sanar mi corazón, no puede sanar una relación rota, no puede sanar a mi hijo, mi hija, mi esposo, mi esposa. Cosas que se nos salen de la mano y entonces acudimos a Dios. Algo similar era que estaba pasando en el contexto de este pasaje. Sin embargo había algo más allá de lo que estas personas podían entender.
Que era la razón por la cual el agua en esta ciudad estaba mala. Si van conmigo a Josué 6:26. El libro de Josué. Dice aquí –vamos a leer desde el 25 para darle un poquito el contexto-: “Mas Josué salvó la vida de Raab la ramera y a la casa de su padre y todo lo que ella tenía y habitó ella entre los israelitas hasta el día de hoy por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a recoger Jericó.
En aquel tiempo hizo Josué un juramento diciendo: maldito delante de Jehová al hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó sobre su primogénito hecho en los cimientos de ella y sobre su hijo menor asiente sus puertas. Esto ocurrió inmediatamente después que los israelitas habían marchado siete veces alrededor de la ciudad de Jericó y las murallas se cayeron.
¿Cuántos de ustedes recuerdan esa historia? Una historia muy famosa ¿verdad? Que Jericó era una ciudad que oprimía a los israelitas entonces ellos marcharon siete veces, se cayeron las ciudades. Inmediatamente luego de eso Raab que fue la persona que Dios utilizó para que ayudara a Josué luego de que ella fue salva, Josué declaró una maldición encima de esa ciudad.
Y está diciendo aquí que “maldito el hombre que delante de Jehová se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó sobre su primogénito hecho sobre los cimientos de ella y sobre su hijo menor asienta sus puertas”. Declara una maldición sobre esta ciudad. Pero cuando vamos más adelante, el pasaje de nosotros en Segunda de Reyes nos dice que esta ciudad era Jericó. O sea que años después, alrededor de 500 años más tarde la ciudad había sido reedificada.
Y era una ciudad, un lugar bueno aparentemente, pero había un problema que no se podía explicar que se relataba hasta este evento, aquí, en el libro de Josué. Una maldición proclamada por Josué y endorsada por el mismo Dios. Pero ¿quién construyó la ciudad otra vez? Bueno en primera de Reyes 16:34 nos da el relato de un hombre.
Dice: “En su tiempo Jirel de Betel reedificó a Jericó a precio de la vida de Avían su primogénito echó el cimiento y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas. Conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Non”. Aquí vemos que hubo un individuo que construyó esa ciudad a precio de la sangre de sus hijos.
Esto es una abominación terrible delante de los ojos de Jehová. Inmediatamente esta persona hizo eso, la maldición de Josué tomó en efecto. Y esta era una ciudad que había estado oprimida ya por alrededor de 500 años bajo una opresión divina que había sido permitida por manos de Dios. Pero ¿por qué? Por causa de la desobediencia de esta persona.
En el tiempo de los Reyes el Señor se comunicaba con esa persona a través de los Profetas. Los Profetas servían como un recordatorio de que ‘Dios está en nuestro medio y Dios está hablando’ y Eliseo estaba recordándoles a ellos la presencia de Dios en sus vidas. En el verso 20 dice: “Y él dijo ‘tráiganme a mi una vasija nueva y pongan en ella sal’ y ellos lo trajeron a él. Los hombres obedecieron”.
¿Por qué pide él una vasija nueva y con sal? Ellos están hablando de que el agua en la ciudad está mala y él dice “tráiganme una vasija nueva y con sal” y hay quien pregunta ¿qué vas a hacer tú con una vasija nueva y con sal? ¿Acaso tú vas a resolver la situación con una vasija y con sal? Y si es una vasija ¿cuánta sal tú necesitas? Yo me imagino que estas fueron las cosas que estaban pasando por su mente a medida que Eliseo responde de esta manera.
Pero sin embargo, ellos obedecieron y le llevaron su vasija nueva y su sal. Sin preguntas. Para que Dios trabaje en nuestras vidas el primer paso que tenemos que dar es: obedecer sin preguntas. A veces no vamos a entender exactamente cual es el propósito de Dios a través de las cosas que nos rodean y la cosa más absurda puede ser el instrumento que Dios use para llevar a cabo su plan en nuestras vidas.
Entonces estas personas trajeron la vasija nueva y la sal. La sal, como ustedes saben, es un símbolo de purificación y de preservación en el Antiguo Testamento. Todo esto era simbólico. Y la vasija nueva quizás representaba el nuevo ministerio endorsado por Dios del Profeta Eliseo. El Profeta conocido en aquel tiempo por Elías porque Elías fue que se había enfrentado –esto ocurrió después de la confrontación con Elías y los profetas de Baal.
Él era el profeta preeminente en aquel entonces y Eliseo era un muchachito nuevo que acaba de llegar y que todo el mundo: “Vamos a ver si Eliseo puede hacer algo”. Entonces quizás este lenguaje de vasija nueva y sal era algo simbólico. Pero noten lo que dice el Verso 21 dice: “Saliendo él a los manantiales de las aguas echó dentro la sal y dijo: ‘Así ha dicho Jehová: “Yo sané estas aguas y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad” “.
¿Qué hizo Eliseo? El fue a los manantiales. Los manantiales es como la fuente donde nacen las aguas ¿verdad? La mayoría de la gente identificó un lugar por donde pasaba el agua y eso. Él fue a la fuente, él identificó la raíz del problema y allí fue y echó la sal. Pero sin embargo, él no está diciendo que fue la sal que hizo la purificación o la preservación.
Él está dando crédito a la Palabra de Dios. Ni siquiera está tomando crédito para si mismo como el profeta de Dios que acaba de hacer este milagro. ¡No! Él está apuntando todo otra vez a Dios y dice: “Así ha dicho Jehová: ‘Yo sané las aguas y no habrá más en ella muerte ni enfermedad´”. Dios había cambiado una maldición que estaba oprimiendo esta ciudad por más de 500 años a través de su Palabra.
Y el significado profundo que hay aquí es que Dios cambió algo que estaba muerto y dio vida. Esas aguas estaban malas, contaminadas y causaban muerte y esterilidad. Y Dios por medio de su Palabra cambió todo eso demostrando su poderío en contra del ídolo de aquel tiempo, que era ¿quién? Baal. Fue Dios que lo hizo. Fue un recordatorio que Él estaba dando otra vez a estas personas de que “Yo soy el Dios verdadero”.
Y una vez que ellos habían agotado todos sus recursos que ya no tenían ninguna otra forma de solucionar el problema tuvieron que acudir a Dios. Entonces dice que “ya no habrá más muerte ni enfermedad”. Listo todo. Y el verso 21 dice: “fueron sanas las aguas hasta hoy conforme a la Palabra que habló Eliseo”. O sea el resultado de la intervención de Dios hasta hoy fue eterno.
No fue que las aguas se sanaron y que años después tuvimos el mismo problema y se pinchó una tubería y yo no se qué. ¡No, no! Cuando Dios obra, Dios obra de por vida. Y así es que Dios quiere transformar nuestras vidas. No importa que problema nosotros tengamos, ni por cuantos años hemos lidiado con ese problema. Ya sea nosotros, nuestras familias, sea un problema financiero, un problema emocional, un problema causa del pecado. No importa.
Yo no se cual es tu problema pero la Palabra de Dios dice que Dios lo puede cambiar a través de su Palabra. El mismo Dios de ayer es el mismo Dios de hoy. Y si nosotros creemos que Dios hizo esto y que levantó una maldición que Dios mismo había endorsado encima de una ciudad, Dios puede levantar cualquier maldición que hay en tu familia.
Cualquier opresión que hay en tu familia. Dios la puede levantar pero en su tiempo. A estas personas les tomó 500 años. Y muchos de ellos decían: ‘¡Oh! Será que Dios cambió de opinión finalmente”. No, Dios no cambió de opinión. Para ellos parecía que Dios había cambiado de opinión. Pero Dios desde antes de declarar la maldición, Dios sabía que había declarado una maldición y que 500 años después la iba a levantar.
Dios en su soberanía sabía. Pero Él quería mostrarles a estas personas quien era el verdadero Dios. Y así es que Dios decide glorificarse, manifestarse a través de nuestras vidas. Cualquier opresión que nosotros estemos atravesando tiene que ser obvia para las personas que nos rodean. ¿Por qué? Porque Dios se quiere glorificar a través de eso. Esta situación era obvia para la ciudad entera.
Y las ciudades de alrededor, me imagino, que dirían “¡Oh! En esa ciudad no se puede vivir. Ahí hay un problema”. Entonces era algo obvio. Pero así es que Dios decide hacer las cosas para glorificarse. Para que cuando el mundo dice “no se puede”, Él entrar y decir “Sí se puede”. Yo no se cuantas veces tú has escuchado en esta semana “No se puede. No se puede”. Quizás tú creciste en una familia que eso era lo único que escuchabas: no se puede.
Pero Dios a través de su Palabra te dice: “Si se puede” y los cambios van a ser eternos. Pero tienes que obedecerme. Lo único que yo quiero es que me obedezcas y que si te pido una vasija con sal por más ridículo que parezca que me la entregues. Y yo me voy a glorificar. Me voy a glorificar para que las personas en tu comunidad, en tu escuela, en tu hogar vean que fui yo que transformé y redimí tu vida.
Que transformé y redimí tu relación tu relación con tu papá, tu relación con tu mamá, tu relación con tu hijo, con tu vecino, con tu jefe. Así es que Dios trabaja en nuestras vidas. Y Él transforma algo que está muerto y lo llena de vida hasta el día de hoy. Y tenemos muchos ejemplos de esto a través de la Biblia entera.
En el Antiguo Testamento, ahí en el mismo Libro de Reyes, Elías resucitó al hijo de la viuda de Zarepta. Estaba muerto. Muerto. Era una situación imposible. Ya se murió ¿qué vamos a hacer? Pero a través de la palabra de Dios el niño resucitó. En el Nuevo Testamento la hija de Jairo se murió. Todo el mundo vio, los vecinos, todo el mundo vio. Jesús fue, la levantó de entre los muertos para que fuera algo obvio.
No importa que situación sea imposible. A veces nos pasando la vida entera orando por un familiar que queremos que venga a los pies de Cristo y no pasa nada, y no pasa nada. Y bueno, ya, perdimos toda esperanza. No pierda la esperanza hermano, porque Dios lo va a hacer en su tiempo. Sea dentro de dos días, dentro de 10 años, el Señor lo va a hacer.
La vida de Saulo, Pablo, antes de que él fuera Pablo él era el perseguidor de la iglesia. Él se conocía porque perseguía a los cristianos. Los encerraba y los mataba. Si había una persona mala para con la iglesia, que la iglesia quizás no quería saber de esa persona, era Pablo, Saulo. Yo imagino que un Pastor veía que Saulo llegaba a su iglesia y se sentaba, diría “sáquenmelo de aquí por favor. Ese hombre tendrá una bomba o algo. Yo no se”.
Era una persona que en cuanto a los criterios humanos no tenía perdón de Dios. Era imposible que Saulo reaccionara y cambiara. Pero sin embargo a él fue que Dios utilizó para ser una de las personas más importantes –prominentes- en el desarrollo dentro de la iglesia. Él fue un misionero que a través de su trabajo millones de personas escucharon el Evangelio de Dios.
Y Dios se encontró con Él directamente y él escuchó la voz de Dios audible. Escuchó, entendió y obedeció, ¿verdad? Entonces no importa, hermanos, lo que haya pasado en tu vida. Todo el drama, todo el pecado, toda la maldad que hayas hecho o que una persona en tu vida te haya hecho, el Señor lo puede cambiar. Pero tenemos que venir a Dios y pedirle a Dios que lo cambie Él.
Y cuando le pedimos a Dios que lo cambie tenemos que estar dispuestos a entregarle lo que Dios nos pida. Yo no se que el Señor te está pidiendo a ti que le entregues para que Él pueda glorificarse pero recuerda: por más ridículo que parezca, sabes que es lo que el Señor te está pidiendo que le entregues. Sea tu carrera, tu vocación, tus recursos. Entrégaselo a Dios y deja que Él haga el milagro para que las personas puedan ver y Dios sea glorificado.
Vamos a orar. Señor te damos gracias porque tu Palabra es viva y eficaz, Padre. Gracias porque Tú eres el Dios que torna lo imposible en posible por medio de tu Palabra, Señor. En esta noche venimos a ti, Padre con diferentes problemas, diferentes necesidades, Señor. Tú las conoces. Muchos de nosotros, ya cansados de orar, cansados de esperar sin entender tu propósito, Señor.
Y te pedimos para que Tú renueves nuestras fuerzas, Señor. Nos des tu paciencia para poder esperar en Ti, Señor. Ayúdanos a obedecer tu Palabra y a entregarte lo que nos pides para que Tú puedas glorificarte en medio de nuestras vidas, Señor. Gracias porque Tú eres un Dios de orden y porque eres el mismo ayer, hoy y siempre, Señor.
Y nosotros declaramos Padre que de la misma forma en que Tú llenaste una ciudad de vida donde antes había muerte, Tú puedes llenar nuestra ciudad de vida en medio de muerte, Señor. Tú puedes llenar nuestras vidas de una nueva vida, Señor y purificarnos. Ayúdanos a escuchar tu voz, Señor. A entender tu voz, Dios mío, y a obedecer tu voz, Padre.
En el nombre de Jesús. Amén.
Ora a Menudo
22 de Febrero del 2010 Por Carmen Samano
Mañana, tarde y noche clamo angustiada, y él me escucha. Salmo 55:17 (NIV)
Hablando con mi hermana me decía que su nieto, que ya tiene dos años y medio, empezó a ir a la Escuela Dominical. El domingo pasado le enseñaron como orar al Señor, la maestra tomó la misma melodía de una canción que él ya sabía, “The Muffin Man” para que él en una forma muy simple pudiera aprender a orar. Y así oraron:
“Yo puedo orar con Dios, orar con Dios, orar con Dios, yo puedo orar con Dios en
cada momento, antes de dormir, antes de comer o cuando voy a la iglesia”.
Y me puse a pensar que esto también nos puede servir a nosotras para preguntarnos ¿con qué frecuencia pensamos o hablamos con Dios en el transcurso del día? El escritor de éste Salmo nos recuerda que nosotras podemos clamar al Señor en la angustia y él escuchará nuestra voz. Yo se que Dios nos escucha siempre.
Yo se que a veces solo podemos hacer una simple oración donde solamente inclinamos nuestro rostro, el Señor quiere oír nuestro clamor. Él siempre está allí las 24 horas del día, siete días a la semana, los 365 días del año. Cuando estemos en tiempos de necesidad, antes de ir con la vecina, la amiga, o tu cuñada, acuérdate de clamar a Dios. Siempre puedes confiar en su consejo, él siempre nos guiará a la verdad y nos dará la dirección que necesitamos.
Con amor y oración.
Anatomía de una decisión
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Hoy quiero hablarles acerca de la “Anatomía de una Decisión”. Quiero que analicemos un momento en la vida de la Iglesia en los comienzos mismos del Evangelio. En el primer capítulo del Libro de los Hechos. Y este incidente, este momento en la vida de la Iglesia tiene mucho que comunicarnos a nosotros acerca de que hacer cuando nos encontramos en situaciones similares.
Yo les decía a los hermanos esta mañana que por un momento casi iba a olvidarme de ese texto y pasar al capítulo 2 del Libro de los Hechos. Como ustedes saben, estamos estudiando el Libro de los Hechos y mi deseo a través de este estudio –vuelvo y les reitero el propósito- es que nuestros hermanos al examinar estos pasajes de la Escritura que nos muestran como era la vida de esos primeros cristianos que conquistaron el mundo, que estaban disfrutando de la unción del Espíritu Santo.
Que al nosotros ver como ellos vivían la vida cristiana nosotros también seamos inspirados, que podamos imitarlos a ellos, que podamos aprender de esto que constituye una vida llena del poder del Espíritu Santo y como se llega a ese estado. Al nosotros analizar esos pasajes –por eso el Espíritu Santo lo dejo allí- nosotros concebimos un deseo de integrar esos elementos a nuestras propias vidas.
Dios quiere un pueblo ungido. Dios quiere hacer los mismos milagros que Él hizo en el Siglo I quiere hacerlos en el Siglo XXI y simplemente lo que Él está esperando es un pueblo que pague el precio. Yo creo que un momento como el que experimentamos esta mañana durante el servicio adorando al Señor con esa intensidad, muy parecido, quizás a lo que podemos ver uno de los pasajes aquí de la Escritura.
Vamos a ver, aquí, por ejemplo –a ver si no les parece familiar- en el capítulo 4 del Libro de los Hechos estaban reunidos los discípulos en un salón orando y adorando al Señor y ellos comienzan a orar y alabar a Dios y en el versículo 28 están orando al Señor. Dice: “Para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora Señor mira sus amenazas. Concede a tus siervos que todo denuedo hablen tu Palabra mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu Santo Hijo Jesús”.
Yo me imagino a esta gente encerrados ahí en ese espacio, adorando y clamando al Señor y orando y todo el mundo alabando a la misma vez. Yo no creo que sea esto una cuestión allí de una oración suavecita, cada uno allí esperando. ¡No! Cada uno estaba allí como estamos nosotros aquí. Algunos quizás tirados con los rostros postrados ante el suelo, otros con las manos levantadas, de pie, otros circulando alrededor del salón. Todos clamando al Señor.
Dice el 31 que: “Cuando hubieron orado el lugar en que estaban congregados tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con denuedo la Palabra de Dios”. Es decir, esa visitación, en ese momento al ellos orar y clamar fueron llenos de un ánimo nuevo, una unción fresca, un propósito nuevo de predicar el Evangelio y Dios les dio convicción y les dio intensidad. Y salieron allí fortalecidos.
Eso es lo que crea una Iglesia guerra, eso es lo que crea una Iglesia agresiva. Es en momentos como esos donde dejamos que el Espíritu fluya y el Señor hace lo que tiene que hacer y viene la unción. Y quizás hay gente que de afuera está mirando eso. Vienen a visitar o lo que sea. No entienden esa cosa. Dice: “¡No! Esta gente están locos”. Somos unos Pentecostales arrebatados allí que necesitan terapia psicológica. Porque la gente que no está en eso no entiende esas cosas. Creen que eso es emocionalismo y que es simplemente extremismo.
Pero nosotros sabemos que esa es la unción de Dios que se está moviendo, nos está fortaleciendo. Estamos llenándonos de esa unción fresca y podemos salir fortalecidos. Hay que permitir que esos momentos… al nosotros ver esas cosas: “yo quiero eso, yo quiero esa actitud, esa postura radical, ese desenfado ante Dios, ese adorarlo sin barreras, adorarlo sin cadenas ni nada, adorarlo sin miramientos, soltar esa alabanza delante de Dios” y en ese momento la unción de Dios desciende. Amén.
Entonces, eso es lo que nosotros queremos. Por eso nosotros servimos al Señor. Hay alguien que casi le da un ataque al corazón, el que estaba sentando al lado de ese hermano. Gloria a Dios. Amén. Hay que adorar al Señor, hay que adorarlo con libertad. Ahora bien, vamos a ver uno de esos momentos y vamos a ver que provecho le podemos sacar. Allí en el Capítulo 1 Versículo 12. Por eso les digo, este evento yo casi lo paso por alto porque no parecía que tenía mucho que enseñar.
Bueno, un evento interesante y todo pero no parecía que tenía tanta carne comparado con el Capítulo 2: el bautismo del Espíritu Santo. Lenguas de fuego que caen sobre los hermanos, hablar en lenguas. Una multitud de miles de personas que se conviertan al Señor. Ahí está la enseñanza. Pero después el Señor me habló acerca de este pasaje y he estado pensando en él mucho tiempo.
Porque es un momento en que los primeros cristianos regresan de una experiencia poderosísima. Como vimos el domingo pasado, vieron a Cristo resucitado, levantarse, ascender al Cielo, desaparecer cubierto por una nube y como dijimos entrar a la presencia del Padre. Sentarse a la diestra de Dios. Un evento espectacular. Y de momento tienen que regresar otra vez a Jerusalén después que los ángeles les hablan y les prometen que Él mismo que vieron subir vendrá de igual manera.
Ahora llega el momento de regresar a Jerusalén y vamos a ver aquí, dice en el versículo 12: “Entonces volvieron a Jerusalén desde el Monte que se llama del Olivar el cual está cerca de Jerusalén camino de un día de reposo. Allí vieron al Señor ascender al Cielo”. Yo me imagino que ya los últimos destellos de su presencia se veían, ellos estaban asombrados. Pero ¿qué pasa? Uno no se puede quedar todo el tiempo en el Monte del Olivar. Hay momentos en que uno tiene que regresar a Jerusalén.
Volver a la vida cotidiana, volver a la vida del lunes por la mañana. ¡Qué bueno cuando uno está en la iglesia! Uno se siente un general ahí adorando al Señor y todo. Pero llega el lunes a las 5 de la mañana y está ese despertador cruel que lo levanta. Usted tiene que hacer el desayuno y ponerse la ropa y salir a ese frío cortante a trabajar. Ahí es donde de verdad usted tiene que saber si es salvo o no porque a veces hasta uno duda de su salvación.
Yo pienso en los discípulos en el Monte de la transfiguración viendo a Jesucristo en toda su gloria, se transfiguró, brilló como el sol y ahí se les aparece Moisés y se les aparece Elías, también. ¡Qué tremenda parranda tuvieron esa gente allí arriba en el Monte de la transfiguración! Pedro dijo: “Señor, vamos a ser tres tiendas y vamos a quedarnos aquí, vamos a comprar refrescos y vamos a estar todo el día aquí. Nos quedamos aquí en esta gloria”.
¿Quién quiere bajar de esa gloria? Pero abajo había un padre con un hijo endemoniado que necesitaba ministración. No se podían quedar todo el tiempo allí arriba. La iglesia no se hizo para estar siempre celebrando. Se hizo para meterle manos a la vida, la paternidad y el trabajo, el matrimonio, estudio, meterse en la Ruta 93 con ese tapón que hay a veces a las 8 de la mañana o siete y media. Y ahí es donde verdaderamente tenemos que coger la gloria que hemos experimentado y comenzar a transferirla poquito a poquito, cucharita a cucharita para llevar a cabo las tareas de la vida.
Y eso les pasó a estos discípulos. Ellos descendieron del Monte del Olivar, entran a Jerusalén. Dice que: “Entrados subieron al aposento alto donde moraban Pedro y Jacob, Juan” –estos eran todos los apóstoles, estaban allí en este lugar. Era un salón grande. Quizás era un salón alquilado, inclusive y ahí estaban 120 de ellos. Y Pedro y los demás regresan y se encuentran allí con los demás hermanos.
Dice que “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego”. Esta gente no estaba allí escuchando el juego de beisbol, estaban orando, estaban clamando al Señor. ¿Qué estaban haciendo allí? Esperando la visitación del Espíritu Santo. El Señor les dijo: ‘No salgan de Jerusalén hasta que no reciban la unción’. Hermanos, la oración. La oración es clave en la vida de la Iglesia.
Yo le doy gracias al Señor porque más y más hermanos cada día están sumándose a las filas de la gente que ora. Yo le animo en el nombre de Jesús a ser una mujer, un hombre de oración. La oración cuesta, la oración es trabajo. A veces uno no quiere orar pero sabe que esa es la gasolina del hijo de Dios, la hija de Dios. La oración ablanda las piedras de la vida, la oración da sabiduría, la oración da convicción, nos renueva, fortalece. La oración es el canal, el hilo a través del cual la unción de Dios desciende sobre nuestras vidas.
Y vienen las respuestas a las cosas que necesitamos. Y esta gente estaba clamando. Yo no creo que una iglesia puede ser poderosa si no ora. Una iglesia es poderosa cuando hay reuniones de oración, cuando hay gente siempre buscando la unción fresca del Espíritu Santo, cuando hay grupos de diferentes personas orando en las casas, orando de mañana, viniendo a las reuniones de oración. Buscando ese poder del Espíritu Santo.
Esta gente estaba orando. La iglesia primitiva, la iglesia que Dios usó y visitó era una iglesia que oraba y clamaba al Señor. Y eso lo vemos aquí cuando los demás regresan del Monte del Olivar, encuentran allí a todos perseverando unánimes en oración dice “con las mujeres y con María la madre de Jesús y con sus hermanos”. Me impactó eso que decía ‘con María la madre de Jesús y con sus hermanos’. ¿Por qué eso es importante?
Bueno, esta es la última vez que se menciona a María en toda la Escritura. Después de eso María desaparece de las páginas de la Escritura. Y yo creo que es importante. Fíjese. Señalan a María y le dan cierto nivel de importancia porque era la madre de Jesús y porque Dios la usó para un propósito pero tampoco la exaltan más de la cuenta. Su presencia es importante pero tampoco se detiene uno mucho sobre su persona.
Y yo creo que ese es el balance que nosotros le damos a María la madre de Jesús. Reconocemos su importancia pero sabemos también que era simplemente una persona especial, digna de señalamiento pero más de ahí no requiere. Interesante también que dice ‘y con sus hermanos’. ¿Qué hermanos? No eran los hermanos de María, los hermanos de Jesús. María tuvo otros hijos. Jesús tuvo otros hermanos.
María una vida matrimonial normal y concibió otros hijos y esta no es la única referencia en la Escritura que habla de los hermanos de Jesús. Entonces se describe esta escena aquí ¿no? Están orando, están clamando a Dios, están buscando oración del Señor. Ahí está María, ahí están los hermanos de Jesús y entonces Pedro se levanta en medio de estos hermanos. Y esto es interesante aquí porque nos señala algo acerca de Pedro.
La figura de Pedro comienza a tomar importancia en la vida de la iglesia. El Señor le había dicho a Pedro que ‘él sería una columna de su iglesia’. Sería un pilar de apoyo para la iglesia primitiva. Y Pedro comienza a ganar autoridad. Pedro, en realidad era como el mayor de todos los apóstoles y lo vemos varias veces ganando ascendencia en la vida de la iglesia. Y ahora Pedro se pone de pie delante de los hermanos.
Y les dice “Varones, hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas que fue guía de los prendieron a Jesús. Y era contado con nosotros y tenía parte en este ministerio”. ¿Qué está haciendo Pedro aquí?
Les está señalando algo importante a los discípulos y es que Jesús dio instrucciones de que hubiera doce apóstoles. Judas tentado por el enemigo traicionó al Señor y fue separado de los doce.
Dice la Palabra aquí mismo que terminó suicidándose, terminó tomando el dinero que le dieron, rechazándolo, se suicida y desaparece del mapa. Hay aquí algo interesante. Fíjese. La versión que da Pedro de la muerte de Judas y todo lo que sucedió es un poquito diferente a la que da Mateo en el Capítulo 27 de su Evangelio. Sin embargo, hay suficiente parecido en las dos versiones para sugerir que más bien se trata de una perspectiva diferente de lo que sucedió. En realidad es la misma cosa.
Judas se llenó de arrepentimiento tardío y no quiso aceptar el dinero que le ofrecieron por entregar a Jesús y simplemente fue y se suicidó. Pero Pedro sabía que el Señor había declarado que eran 12 apóstoles que tenían que ministrar en esos principios de la iglesia y Pedro quiso seguir al pie de la letra las instrucciones de Jesús y les dice: “Tenemos que escoger a una persona que reemplace a Judas”.
Entonces dice aquí en el versículo 21 “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía de entre nosotros comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba. Uno se ha hecho testigo con nosotros de su resurrección”. En otras palabras, Pedro está diciendo ‘tenemos que encontrar a otra persona que sustituya a Judas para que llene ese lugar’.
Yo veo aquí algo interesante, hermanos. Pedro no recibió una palabra directa de Jesucristo acerca de que tenía que hacerlo así pero él estaba razonando bíblicamente. Pedro conocía las Escrituras y en el Salmo 69 había algunas profecías que se sabía eran profecías dirigidas a la vida del Mesías. Y allí en ese capitulo, en el Salmo 69, dice que Pedro lee y dice “sea hecha desierta su habitación no haya quien more en ella –hablando de Judas- y tome otro su oficio”.
Pedro quiso ser fiel a esa Palabra y entendió ‘tenemos que reemplazar a ese apóstol que falta y buscar un sustituto’. Lo que a mi me impacta acerca de Pedro es su deseo de ser fiel a las instrucciones del Señor. Pedro no tenía una palabra directa de parte del Espíritu Santo o de Jesucristo pero conocía la Palabra, conocía los propósitos de Jesucristo de que hubiera doce. Doce quizás como interpretación de las doce tribus de Israel y él quiso obedecer al Señor y establecer la elección de ese apóstol número 12.
Yo creo que lo que a mi más me ha impactado de todo esto –y por eso este pasaje lo escogí así para comentar un momento sobre ello-es este cambio que está dando la iglesia. De ser una iglesia dirigida directamente por Jesucristo quien les decía lo que tenían que hacer, a quien tenían que escoger; ya el Señor se ha ido. Ahora están ellos en la realidad de ser la iglesia de Jesucristo en la Tierra, ahora tienen el llamado del Señor, el envío del Señor y ahora lo único que pueden hacer es depender de la Palabra.
Depender de los recuerdos de lo que el Señor dijo y hacer la vida de la iglesia día a día.
Vemos aquí, como el comienzo de la iglesia institucional. La iglesia que iba a convertirse en lo que es la iglesia de Jesucristo dos mil años después. Por eso es que para mi es interesante este hecho de que ellos dejan a Jesús quien se ha ido, y ahora están simplemente trabajando. Comenzando a hacer decisiones, a establecer nuevos oficiales en la iglesia, a descubrir como se hacen las cosas en esta nueva dispensación que ya no tienen a Cristo directamente con ellos.
Y yo creo que para nosotros es importante ver eso porque nosotros tenemos que hacer decisiones en la vida continuamente. Tenemos que depender, como dependió Pedro, simplemente de la Palabra de Dios, depender del Espíritu Santo, depender de las instrucciones que Cristo nos ha dejado y tratar de resolver los problemas de la vida con las herramientas que Dios nos ha dado. ¿Cómo decidieron ellos quien iba a ser el apóstol número 12?
Bueno, dice aquí “primero Pedro habla con ellos” y es interesante que uno de los requisitos para ese nuevo apóstol es que ‘comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día que de entre nosotros fue recibido arriba uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección’. En otras palabras, esta persona que escogieran tenía que haber caminado con Jesús, haberlo visto a través de su carrera aquí en la Tierra y haberlo acompañado hasta su muerte, hasta su Resurrección y hasta su levantamiento en los Cielos.
Eso iba a determinar que esa persona pudiera ser. Había varios candidatos dentro de eso y finalmente ellos escogieron dos hombres que llenaban ese requisito. Y dice aquí algo que a muchos de nosotros nos puede causar un poquito como de extrañeza: ‘echaron suertes’. No tenían dados como tenemos hoy en día pero echaron suertes. No sabemos exactamente si fue que escribieron los dos nombres. Algunos creen que en el tiempo de los judíos se escribían unas piedrecitas con los nombres de las personas.
Se metían en una botella o en lo que fuera y se sacaba uno de los dos nombres. Algo así fue o quizás cogieron dos palitos uno más largo y uno más corto y entonces el más largo fue el de Matías o el del otro discípulo. Como fuera. El caso es que ellos usaron un método un poquito extraño ¿no? Ahora dice que ‘habiendo orado, primero’. Oraron primero. Dijeron ‘Tú, Señor que conoces los corazones de todos muestra cual de estos dos has escogido’. Oraron y entonces echaron suertes.
Y de esa manera fue que decidieron quien iba a ser la persona que iba a reemplazar a Judas. Así salió Matías. Ahora no me cojan ustedes ideas de cómo entonces resolver los problemas en sus vidas, echando suertes. Esa no es la cosa. Yo creo que para mi lo más importante es que esta gente tenían que hacer una decisión, tenían que escoger a una persona. Y yo creo que aquí vemos algo de esa iglesia que está con un pie todavía en el judaísmo haciendo las cosas quizás como se hacían dentro del judaísmo.
Y una iglesia que está buscando, también, la dirección del Señor para hacer sus decisiones, para comenzar a ser la iglesia en toda su plenitud; que tenía que escoger diáconos y obispos y pastores y plantar iglesias y hacer decisiones misioneras y determinar como distribuir el dinero. Para todas esas cosas la iglesia necesitaba sabiduría y van a tener que construir de la maquinaria de la iglesia. Y yo creo que es importante hermanos que nosotros seamos gente que sepa hacer decisiones en la vida
Tenemos que pedirle al Señor sabiduría. Tenemos que pedirle al Señor entendimiento sobre como hacer las decisiones que nosotros tenemos que hacer en nuestras propias vidas. Yo no creo que esta gente hizo las cosas totalmente de la mejor manera. Yo creo que, más adelante cuando tienen que escoger a los diáconos, en el capítulo 6, ellos deciden tener una reunión y que sean elegidas las personas y dan descripciones de trabajo, dan descripciones del carácter.
Tienen que ser gente llena del Espíritu Santo, tienen que ser gente que tengan buen testimonio, gente de oración y ya como que las cosas se van poniendo un poco más sofisticadas. Pero al inicio ellos hicieron una decisión con lo poco que tenían disponible y no dejaron que su falta de experiencia les impidiera hacer una decisión e ir adelante en la obra, en el trabajo de la iglesia.
Hermanos, tú también tienes que hacer decisiones en tu vida. Tú tienes cosas que Dios quiere que tú hagas y tú también necesitas buscar esa sabiduría que viene de Dios. Pedirle al Señor que te de entendimiento, que te de su consejo, su guianza para tú hacer decisiones también sabias y poder tú manejar los asuntos de tu vida. La palabra del Señor dice en Santiago “Si alguno tiene falta de sabiduría pídala a Dios”. Si tú tienes alguna decisión en tu vida de algo que tienes que hacer en este tiempo, ve delante del Señor, ora. Busca sabiduría de parte de Dios.
Hay otra cosa, también. Mucha gente se pregunta ‘Bueno, ¿cómo puedo yo hacer decisiones sabias?’ ‘Tengo una gran decisión que tengo que hacer y ¿cómo aprendo yo, como decido yo, como se yo lo que Dios quiere? Tengo esta opción, tengo esta otra y no tengo claridad acerca de cómo debo hacer’. Bueno, yo creo que aquí hay varias cosas. Primero yo creo que esta gente, las decisiones que hicieron las hicieron en un ambiente de oración.
Estaban continuamente orando, estaban continuamente buscando la presencia de Dios. No esperes al momento en que tienes que hacer una decisión para entonces empezar a orar. Yo creo que el hijo de Dios tiene que estar continuamente orando, continuamente buscando la presencia de Dios. Y cuando tú estás en esa presencia de Dios tu mente está abierta, está porosa, es penetrable y entonces Dios te puede hablar.
Cuando tienes una decisión que hacer estás preparado ya por lo menos para la parte principal. De ahí tú le pides al Señor sabiduría. [Hermanas si necesitan por aquí hay asiento, por aquí adelante hay espacio. Si usted tiene un asiento vacío levante su mano para que alguna hermana pueda saber]. Entonces hermanos, ¿cómo crea uno sabiduría para hacer decisiones?
Número 1: una vida continuamente orando y recibiendo dirección, gozando de la presencia de Dios y entonces cuando tienes que hacer una decisión específica como esta tú también le oras al Señor específicamente por esa decisión. Yo creo que no se puede cultivar sabiduría si no hay oración. En Segundo lugar, la palabra de Dios. ¿Sabes qué? Cuando tú lees la Biblia continuamente, cuando tú estudias la Biblia, la Biblia es un libro de sabiduría, la Biblia es un libro vivo.
Cuando tú estudias la palabra y estudias los patrones de la palabra tú comienzas a adquirir sabiduría, prudencia para las decisiones de la vida. La Biblia tiene cantidad de enseñanzas con respecto a esto. La persona que quiera ser sabia estudia la palabra de Dios, estudia la Biblia. Yo pensaba en uno de los versículos, por ejemplo en Proverbios –no tengo ahora el pasaje, déjenme ver si por casualidad lo marqué aquí- no lo tengo. Dice: ‘Si alguno sale fiador [creo que es] de su amigo… Proverbios 6 parece que es. Parece que tú tuviste experiencia con eso, o ¿qué? ¿No recuerdas el versículo específico? Proverbios 6:1.
Mire por ejemplo el Libro Proverbios 6:1 dice: “Hijo mío si salieres fiador por tu amigo, si has empeñado tu palabra a un extraño te has enlazado con las palabras de tu boca y has quedado preso en los dichos de tus labios. Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate ya que has caído en la mano de tu prójimo. Ve, humíllate y asegúrate de tu amigo”. ¿Qué quiere decir eso?
Mira, a veces la gente viene ‘Oye me podría firmar aquí. Yo tengo un préstamo y necesito tu firma’ y a veces uno se deja… y ¿sabe qué? Muchas veces salimos mal. No levanten su mano pero yo se que aquí hay dos o tres que han estado en esa, ¿verdad? Miren como la Biblia le da sabiduría. Al usted estudiar la Biblia le dice ‘Mira no te metas en esa situación. Dile “hermano lo siento mucho pero no puedo” o hazle un cuento o lo que sea pero no te dejes enlazar de esa manera’.
Hay sabiduría. Cuando yo leo las narrativas de la Escritura yo veo donde quiera cosas que me ayudan a mí que me dan sabiduría y conocimiento preventivo para las decisiones que yo tengo que hacer en la vida. Por ejemplo, yo veo cuando Jacob y Esaú que la mamá de esos dos muchachos se presta para un engaño y Jacob engaña a su padre para que le de la bendición a él y le quita la bendición –en un sentido- a su hermano Esaú.
Claro que la voluntad de Dios era, porque Esaú era un hombre que no apreciaba lo que tenía. Pero esta madre se prestó a favoritismo y desató una enemistad entre esos dos hermanos que uno casi mata al otro. Y de ahí se desataron unas dinámicas espirituales que duran hasta nuestros tiempos todavía. Entonces uno aprende allí. ¿Sabes qué? Como padre, como madre yo tengo que tener cuidado como trato a mis hijos. No mostrar favoritismo.
Amarlos igualmente, una cantidad de cosas ¿no? La manipulación a veces en la familias que hay, los secreteos, las maniobras de los padres para ganarse al hijo y usan a los hijos uno contra otros. Entonces uno aprende acerca de la vida familiar. Como evitar esas cosas. La Biblia es un libro de gran sabiduría y cuando nosotros lo estudiamos devocionalmente para extraerles sus conocimientos –nunca lea la Biblia por curiosidad o simplemente para almacenar información- lea la Biblia para recibir instrucción práctica para la vida.
Para recibir consejo, para ganar experiencia. Al usted estudiar todos estos eventos de tanta gente a través de la historia y como Dios obró con ellos y como ellos relacionaron los errores que cometieron usted va ganando sabiduría para hacer decisiones que tiene que hacer en la vida. Entonces la oración le da sabiduría, le da unción de Dios. La Palabra es un estudio de casos, continuamente que le enseñan muchas cosas importantes y usted también va ganando sabiduría.
La Biblia, la lectura de la Biblia dice que alumbra el entendimiento, alumbra el rostro. ‘Lámpara es a mis pies tu Palabra y lumbrera a mi camino’. Lea la Palabra. Eso le va a dar sabiduría para hacer decisiones en su vida. En tercer lugar, yo creo que una cosa que ayuda mucho es el consejo de gente madura y de gente sabia. Péguese a gente de experiencia en las cosas del Señor. Cuando usted tiene una decisión que hacer, consulte. No haga la decisión usted solo.
Si tiene que hacer una decisión seria consulte con su esposa o con su esposo, es más consulte a veces con sus hijos. Consulte con su Pastor o con una persona madura en la Congregación, una hermana o un hermano que usted sabe que es una persona que tiene sabiduría. No vaya donde la persona que siempre está hablando por teléfono, chismeando y diciendo… no, no. Vaya donde una persona que tenga experiencia en la Palabra. Péguese a ellos, consulte con ellos.
Hay veces que yo tengo que hacer decisiones bien serias concernientes a la iglesia por ejemplo, y ¿sabe qué? Yo escojo a las personas que conocen de ese tema o conocen de esa situación. Les pregunto, consulto con ellos, busco sabiduría y no pienso solamente en lo que yo quiero hacer sino que primero… dice la Biblia que “en la multitud de consejeros hay sabiduría”, ¿ven? No sean llaneros solitarios. Hay mucha gente que por su mala cabeza siempre anda con los ojos amoratados y con chichones en la cabeza por todas partes.
Porque ellos creen que ellos son los únicos y ellos hacen sus decisiones y no consultan con nadie. Consulte. Use la gente, los recursos alrededor de usted. Sea humilde y llévese de consejos. Es muy importante. Siempre tenga dos o tres personas sabias alrededor de usted que le ayuden a hacer decisiones serias. Esa es otra cosa bien importante. Otra cosa que yo he aprendido para uno hacer decisiones sabias: no salte inmediatamente. No decida impulsivamente.
Una hermana me decía acerca de esto que le vino muy bien el sermón esta mañana porque quiere comprar un carro y como que de momento el mensaje le dijo ‘Aguántate, espérate un momentito, suave’. ¿Qué pasa? Algunas veces usted va al salón donde venden carros y ¡olvídese! Usted ve ese carro brilloso que le dice “Ven, ven, ven te necesito” ¿no? Y todo le parece tan fácil, ¿no? Cómpralo y no no hay downpayment y los primeros seis meses gratis.
Después olvídate que tiene que pagar los seis meses y los otros seis más mas adelante, ¿no? Y tú no tienes dinero quizás en el Banco pero todo parece tan fácil y el carro se ve tan brilloso y esas gomas están tan llenas de aire, ¿sabes? Usted dice “No, este es mío. Este me lo llevo yo de aquí” Y cuando vende a ver firma, no sabe lo que está haciendo y ¡pum! Se va con su carro pero entonces comienza ‘¿Pero qué he hecho?’
Ya no puede ir para atrás. Viste a esa muchacha que es la cosa más bella del mundo y ya te enamoraste de ella y vamos a casarnos. Vamos a buscar al Pastor Miranda para que nos case mañana. Después resulta que ella es una neurótica tremenda y ya ha vuelto locos a cuatro diferentes novios antes que tú y te metiste en tremendo lío. Espera. Date un viaje, ve a Europa, visita. Estate unos días por allá, vuelve otra vez. Si es para ti se van a dar. Pero no saltes de momento.
Hay que pensar las cosas, hay que meditar. No todo lo que brilla es oro, dicen por allí, ¿no? Yo he aprendido que a veces hay cosas que parecen definitivamente “esto es”. No hay nada, absolutamente nada de malo con esta decisión, pero cuando tengo tiempo de pensarlo un poquito voy y respiro y cuento hasta 10, duermo sobre el asunto y al otro día como que las cosas se ven diferentes ¿sabe?. Usted ve factores que no vio en el momento del calor de la decisión. Y el esperar a veces…
Hay veces que hay que hacer una decisión y hay que hacerlo rápido porque si no se te pasa el momento. Pero yo he aprendido que en la mayoría de los casos cuando tú sientes ese fuego y esa cosa, mejor espera. Medita y haz la decisión con más tiempo habiendo pensado más seriamente, más detenidamente las cosas. Muchas veces vas a descubrir que no era tan necesario ni tan urgente hacer las cosas.
Así que, también eso de esperar. Y yo diría que junto con eso también es madurar las cosas a largo plazo. Hay decisiones que tienes que hacer que hay como que bañarlas en oración, hay que ablandarlas en oración. Y dejar que poco a poco el Señor vaya preparando el ambiente y llevándote a través del proceso porque son decisiones grandes y serias y tú tienes que orar mucho y todos los días irlas ablandando porque tú sabes que hay un proceso largo por delante y que tienes que ir poco a poco, comiéndote ese elefante mordida a mordida. Poco a poco.
Yo recuerdo la primera vez –yo se si ya compartí eso con ustedes- que yo tuve en mi mente la imagen de ese nuevo Santuario fue en el año 1996-97. Tiene que haber sido como en el 96 porque nosotros compramos el edificio, concluimos en el 94 la compra de este edificio. Lo vimos en el 93, en le 94 como para marzo, por ahí concluimos el papeleo y entonces, comenzamos el proceso. Y como a los dos años, más o menos, quizás sí como en el 94 ó 95.
Yo estaba sentado en el segundo piso en el salón de la esquina, el 208, sentado sobre una caja de leche de madera mirando a través –no creo que ni siquiera estaba la ventana que está ahí- mirando al estacionamiento que era un pedazo de tierra baldía con un poquito de pavimento que quedaba de sabe Dios cuando. Y todavía esto estaba hecho escombros aquí adentro. Y ahí el Señor me implantó la idea de que cuando esta iglesia tuviera dos servicios los domingos, que se llenaran los dos servicios.
Yo dije ¿sabes qué? Cuando esta iglesia tenga dos servicios llenos los domingos, va a ser tiempo para construir ya el nuevo Santuario. Tendremos suficientes recursos probablemente. Y yo lo vi claramente en mi mente. Vi un Santuario sobre pilotes sobre el estacionamiento con un auditorio y un piso encima de él. Cuente desde el 96, digamos que fue en el 96 hasta el 2010, ¿Cuántos años van? 14 años. Y yo comencé a madurar eso desde entonces.
No habíamos bien comenzado prácticamente aquí estamos a una cuarta parte del proceso. El Señor ya tenía un plan. Ahora desde ese momento, hermanos, yo he estado trabajando en muchas diferentes cosas. Yo creo que algo así pasa cuando tú haces una decisión. Entonces tú lo que haces tú sientes un pequeño germen. Es como la mujer cuando concibe que lo que hay es una cosita que ni se puede ver con el ojo humano.
Pero es una chispa de vida que está depositada dentro de ti. Con el tiempo esa decisión, esa impresión, ese sueño, esa visión, lo que sea, que está dentro de ti, tú lo vas desarrollando poco a poco y tú vas orando y bañando eso en oración y tú lo vas dejando allí en remojo. Si es de Dios se va a confirmar. Si no es de Dios, Dios te lo va a arrancar. Una vez que tú concibes eso tú dices: ‘Padre, Okay, creo que escuché algo. Creo que vi algo ahí, un fuselaje que me pasó enfrente’.
‘Si es de ti, tráemelo otra vez. Confírmalo. Y entonces muéstrame lo que Tú deseas’. Yo lo dejé así y dije ‘Bueno. Amén’. Según fue pasando el tiempo, hace, quizás unos siete años, unos seis, siete años después de eso yo comencé a ver que la iglesia estaba creciendo. Y dije ¿sabes qué? No podemos esperar a que estemos ya ahogados con gente para entonces comenzar a planificar. Yo sabía que nos iba a tomar mucho tiempo. Estoy describiendo esto para que ustedes vean la anatomía de una decisión. Como se toman las decisiones en la vida.
Entonces yo le pedí al Señor que lo primero que yo necesitaba era un arquitecto. Le dije ‘Señor si esto es de ti, un arquitecto’. El Señor me guió a ese arquitecto. Una persona que yo había conocido años atrás y me lo puso enfrente. Yo dije ‘Si esto es de Dios, este hombre va a acceder porque yo no le puedo pagar gran cosa. Pero si es de Dios esto’. Y este hombre captó la visión y es el arquitecto que ha diseñado el edificio y que está ahora con nosotros aquí.
Dios fue poco a poco y esto fue, hermanos, objeto de oración, de mucha búsqueda, de mucho clamor al Señor, muchos titubeos, decisiones, batallas, buscar en la Palabra de Dios, explorarme a mi mismo, consultar con mucha gente. Todas estas cosas han estado ahí unidas. Observar el medio ambiente. Cuando tenga que hacer una decisión observa tu medio ambiente. ¿Cómo encaja lo que tú estás tratando de decidir con el estado donde está tu familia en ese momento?
Tu propio estado personal, tus capacidades en ese instante. Uno tiene que ser sabio, tiene que ser prudente. Uno también tiene que mirar el ambiente, ver que resonancia tienen las cosas en general ¿Qué está pasando alrededor? Si yo hubiera visto que la iglesia iba decayendo en su crecimiento, que había problema, que el ánimo de la iglesia estaba subiendo y bajando, etc., pues yo hubiera dicho ¿sabes qué? No nos vamos a meter en eso.
Ahora si yo veo una iglesia que está creciendo, que su unción está aumentando, que numéricamente está creciendo, que tiene potencial eso me da ánimo a mí. Entonces yo digo ‘Okay, la visión, la oración, lo que yo sentí, las cosas que estoy viendo todo concuerda’ y eso me da a mi empuje para seguir adelante. Así pasa en la vida con las decisiones que tú tienes que hacer también.
Examina tu medio ambiente. ¿Qué te dice tu medio ambiente? No es que eso va a ser la única cosa pero uno lanza diferentes coordenadas y de todas esas cosas uno va ganando inteligencia y sabiduría para hacer la decisión que uno tiene que hacer. Uno tiene que darle tiempo a las cosas. Hay decisiones que se toman, y si es de Dios, Dios te la va a confirmar y Él te va a ir abriendo camino.
Lo otro que tenemos que hacer también es mira, después que tu has orado, ayunado, buscado consejo, dado tiempo a que las cosas se maduren, consultado con gente sabia y entendida. Examinándote a ti mismo, esa es otra cosa importante. Examínate a ti mismo y se honesto entre paréntesis contigo mismo. Porque muchas veces lo que tú crees que estas haciendo para gloria de Dios o para beneficio de tu familia o para avance para tu carrera puede que sea simplemente orgullo, vanidad dentro de ti, temores que tú quieres sanar cubriéndolo con algo artificial.
Tú tienes que tener la sabiduría y el discernimiento personal para examinarte a ti mismo y decir ‘¿Sabes? Ese carro ¿por qué yo lo quiero? ¿Lo quiero porque verdaderamente necesito un carro nuevo y porque es importante que yo tenga un carro nuevo? O lo quiero simplemente para impresionar a mis amigos o porque yo tengo una compulsión de comprar, como pasa muchas veces, ¿no?
Nuestro carro está perfectamente bueno, está funcionando bien pero ¡no! yo quiero otro del año porque eso es lo que tienen mis amigos en el trabajo. Entonces uno tiene que examinarse a si mismo y tiene que tomarse dos aspirinas y decir ¿sabes qué? ¿Por qué estoy yo decidiendo hacer esto? ¿Es por qué verdaderamente es de Dios, lo necesito? O ¿por qué verdaderamente eso es lo que Dios quiere? Examínate a ti mismo y hazte tu propio psicoanálisis y asegúrate que lo que estás haciendo lo estás haciendo porque verdaderamente es algo que tiene una justificación, un propósito en si.
Ya hasta se me pasó lo último que iba a decir porque tuve ese paréntesis. Así que el caso es que cuando tú decides, habiendo visto todas esas cosas, una vez que tú haz hecho toda tu parte. Tú le has sometido al Señor todo esto y haz hecho tu parte, mira, entonces lánzate en el nombre del Señor. Sal de la barca y comienza a caminar en fe y cree que Dios estará contigo. Y no mires hacia atrás. Porque muchas veces nosotros aún haciendo todas esas cosas podemos todavía equivocarnos.
Pero ¿sabes qué? Dios dice: “No, yo quiero que tú camines en fe. Yo ya estoy en el Cielo, mi Hijo está sentado a mi diestra, yo he dejado el Espíritu Santo. Yo te he dado mi Palabra, yo te he dado la sabiduría colectiva de mi iglesia”. Tú tienes todos esos instrumentos. No andes por ahí buscando que una palabra profética, que un profeta que te diga lo que tienes que hacer. Hay gente que anda por ahí buscando una palabra.
Dios dice: “Tú tienes en tus manos las herramientas para hacer decisiones en tu vida. Decide con lo que yo he puesto en tus manos. Y cuando tú decidas, lánzate que yo estaré contigo donde quieras que tú vayas. Yo te he entregado la tierra”. Confía en el Señor. Uno no puede dejar que el temor domine a uno. Hay mucha gente que cuando llega el momento de hacer decisiones serias ¡uff! Uno comienza a pensar: ‘y si no se da esto’, ‘si no pasa lo otro’, ‘si me equivoqué’, ‘si esto’.
Llega un momento que tú tienes que decidir. Esta gente, yo estoy seguro que, cuando tuvieron que decir ‘¿Cuál de estos dos hombres escogemos? ¿Cómo hacemos la decisión? El Señor no nos dejó un manual aquí de cómo sustituir a Judas’. Ellos hicieron lo que pudieron y en el proceso fueron aprendiendo como hacer mejores decisiones como iglesia hasta que llega el momento ya en que son mucho más sofisticados.
Y así nosotros tenemos que hacer en la vida. No podemos ser como el siervo infiel en la parábola de Jesucristo que cuando el Señor le dio un talento y le dijo ‘negocien hasta que yo venga’, ¿recuerdan la parábola? Los demás invirtieron y cuando vino el Señor le dijeron ‘Señor tu mina ganó tanto’ y el otro tanto. Y el Señor les dijo “Amén, ¡que bueno! Bien hecho”.
Mire, fíjese, algunos ganaron mucho, otros ganaron menos pero todos recibieron la misma bendición de parte del Señor. Sólo uno fue reprendido y ¿cuál fue ese? El que dijo ‘Señor yo se que Tú eres un hombre que hay que tenerle miedo. Y yo tuve miedo de perder la cantidad de dinero que Tú me dabas y lo que cogí fue que la envolví en un pañuelo y la metí debajo del colchón. Así que aquí tienes tu mina’.
Dejó que el miedo lo congelara y no hizo nada y entonces el Señor lo reprendió y le dijo: ‘Siervo infiel, tú bien sabes que yo soy un hombre exigente. Porque al menos no cogiste la mina y la metiste en el Banco para que hubiera los intereses aunque fuera’. Hermanos no permitas que el temor te impida hacer decisiones en tu vida. Usas las herramientas básicas que Dios te da. Pídele al Señor, sabiduría y después que tú has hecho tu parte entonces camina en fe.
Dios te irá abriendo el camino delante de ti. Mejorarás. El perfeccionismo nunca llevó a nadie a nada bueno, ¿sabes? Comienza a caminar. Si Dios tiene un llamado para tu vida. Dios te ha dicho: ‘Yo quiero que tú me sirvas. Yo quiero que tú prediques mi palabra’. Quizás el primer día que comiences a predicar eres un fracaso total, pero la segunda vez habrás aprendido algo. Sigue adelante confía, cree que el Señor te ha llamado y sigue, sigue, sigue hasta que tú veas la Gloria de Dios manifestarse.
Dios quiere un pueblo que hace decisiones y un pueblo que usa las herramientas de la Palabra de Dios [aplausos] y que camina en fe. Y el Señor estará contigo. Yo se que el Señor tiene esta Palabra para muchos de ustedes. Yo creo que mucha gente en este tiempo tiene que hacer decisiones serias de diferentes maneras. Y el Señor les está diciendo ‘Mis hijos, yo quizás no estoy visiblemente, corporalmente con ustedes, pero mi Espíritu Santo está con ustedes, mi Palabra está con ustedes. La sabiduría que yo doy está con ustedes. Pídanme sabiduría’.
La Palabra del Señor dice “Si alguno de ustedes tiene falta de sabiduría, pídale a Dios el cual da abundantemente y sin reproche. Y le será dada”. ¿Saben mis hermanos que Dios quiere derramar sabiduría sobre su pueblo? Yo creo que la sabiduría es como una esencia. Es algo casi como tangible y cuando una persona tiene hambre de sabiduría y la busca y la escudriña como el oro, como la plata, Dios le da a esa persona sabiduría.
Dios le da entendimiento para resolver los problemas de la vida, para atender a las situaciones de la vida. Dios quiere un pueblo sabio. Y si tú te dedicas a ser un hombre, mujer de sabiduría, Dios te va a dar esa sabiduría. Usa la sabiduría que Dios da y yo te prometo que tú vas a ver. Pídele a Dios. Hazte una persona con hambre y con sed de sabiduría y ponte a buscarla y Dios te dará esa sabiduría para que tú puedas hacer decisiones seria en la vida.
Les dejo con unos versículos de la Escritura. Mire lo que dice Proverbios 1:20, dice: “La sabiduría clama en las calles. Alza su voz en las plazas. Clama en los principales lugares de reunión. ¡Hasta cuando, oh, simples amaréis la simpleza! y los burladores desearán el burlar y los insensatos aborrecerán la ciencia. Volveos a mi reprensión. He aquí que yo derramaré mi espíritu sobre vosotros y os haré saber mis palabras”.
Miren más adelante, en el Capítulo 2: “Hijo mío –versículo 1- si recibieres mis Palabras y mandamiento guardares dentro de ti haciendo estar tu oído a la sabiduría. Si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia y a la prudencia dieres tu voz, si como a la plata la buscares y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Él provee de sana sabiduría a los rectos”.
¡Qué hermosa promesa para nosotros! Mire lo que dice el 3:5: “Fíjate de Jehová de todo tu corazón. No te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión. Teme a Jehová y apártate del mal porque será medicina a tu cuerpo y refrigerio para tus huesos”.
Y con esto termino 3:13:”Bienaventurado el hombre que haya la sabiduría, que obtiene la inteligencia porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata y sus frutos más que el oro fino”. 19: “Jehová con sabiduría fundó la Tierra, afirmó los Cielos con inteligencia. Hijo mío no se aparten estas cosas de tus ojos. Guarda la ley y el consejo y serán vida a tu alma y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente y tu pie no tropezará. Cuando te acuestes no tendrás temor sino que te acostarás y tu sueño será grato. “
Léase esos primeros capítulos de Proverbios. El Señor está deseoso de darle sabiduría sus hijos. Lo que pasa es que nosotros no lo hemos tomado en serio. Y Dios quiere sabiduría para hacer decisiones, sabiduría para desempeñar tu profesión de la mejor manera. Sabiduría para administrar los asuntos de tu casa, sabiduría para crecer en conocimiento de ti mismo y del conocimiento la Palabra de Dios.
Hermanos, Dios está deseoso allá arriba buscando gente que le diga “Padre, dame sabiduría para hacer decisiones” y Él te dará esa sabiduría. Vamos a ponernos de pie. Vamos a pedirle al Señor que nos inunde con su entendimiento. Estos discípulos tenían que hacer decisiones. Ya era el tiempo. Ya el Maestro no estaba con ellos físicamente pero había otras maneras, había otros recursos que ellos podían usar y así también nosotros tenemos otros recursos que nosotros podemos usar.
Mañana cuando tú salgas al mundo del trabajo o cuando estés en tu casa limpiando la casa o meditando, o cuando estés en la escuela y tengas que comenzar a manejar los asuntos de tus estudios, sabe que no estás solo en las decisiones que tienes que hacer. Tú tienes el Espíritu Santo dentro de ti. Cualquier cosa encomiéndasela al Señor inmediatamente y ora. Ora, ora, baña cada problema en oración, ablándalo en oración, recibe la sabiduría que viene de Dios.
Lánzate decididamente y camina en fe porque Dios está contigo. Así que Padre por esta Palabra pedimos Señor que tú nos llenes de una fresca unción de tu sabiduría. Queremos ser un pueblo sabio. Gracias por lo que tú prometes a tu hijo en estos tiempos en que mucha gente está confundida y no saben a donde ir para su pan diario. Si se quedan en una ciudad, si se van a otra, si escogen un trabajo; como administrar su dinero, si van a la escuela. Si siguen trabajando. Necesitamos sabiduría, Padre.
Y yo declaro una unción especial en esta tarde sobre tu pueblo por esta Palabra, Señor. Yo declaro conocimiento y prudencia sobre tus hijos. Declaramos, Señor que no serán avergonzados cuando estén en las plazas y en las calles. Tú les vas a dar entendimiento y no les faltará lo que necesitan. Bendecimos, Señor a tu pueblo. Declaramos unción y éxito en todo lo que ellos emprendan. Que el temor no nos robe la paz, Señor. Que nuestro sueño sea apacible porque sabemos que Tú estás con nosotros en toda situación.
Gracias, Señor. Bendice a tu pueblo. Gracias por tu promesa. El Señor te está diciendo: ‘yo estoy contigo. Yo voy contigo. No vas a ser avergonzado, no vas a ser avergonzada. Pase lo que pase yo te voy a respaldar y yo voy a enderezar tus caminos. Si hiciste una decisión inadecuada yo voy a enderezar esa dirección. Pero busca mi consejo, busca mi rostro. Yo te enseñaré como salir adelante. Yo estoy contigo’, dice el Señor.
¿Entiendes hacia dónde te encamina Dios?
Transcripción
Yo me siento muy contenta de estar aquí, de ver hermanas que yo amo, que yo aprendí a convivir, que estuvieron en mi vida es un momento muy, muy difícil, cuando llegué a este país hace casi 11 años atrás, llegué sola y después de un año el Señor me trajo a mis 3 hijos que en la época eran bien chiquitos pero ahora ya están bien grandes. Mi hijo más grande tiene 19 años, llegó aquí con 9 años, Hudson, está en el College en Nueva York, vive en New Jersey pero está estudiando en el College en Nueva York, y es un pegador de fútbol americano. Está bien grande, 6 pies y 4, un muchacho bien grande. Tengo mi hija que tiene 18 años que se va a casar ahora en agosto y mi hijo chiquito que tiene 16, Felipe. Y todos llegaron aquí bien chiquitos. Y tuvimos momentos muy, muy lindos en esta congregación. Yo siempre digo donde paso que esta sigue siendo mi iglesia. El Pastor Roberto y Meche siguen siendo mis pastores. Yo puedo estar en cualquier lugar del mundo, yo nunca voy a olvidar a los hermanos de esta iglesia, los hermanos que cuando yo estaba recordando esos días hablando con una amiga, una hermana que también congregaba aquí y estaba recordando que cuando las hermanas de esta iglesia, Marta y Janet, todas, todas, todas, Mayra, todas, Diana, Ana, todas, todas, Marlene, y estábamos aquí vendiendo pastelitos para traer a mis hijos. Es verdad. Eso fue la mayor, más grande demostración de amor que yo pude tener en esta congregación amén del apoyo que el pastor Roberto y Meche me daban por un momento tan difícil que yo estaba pasando, de apoyarme y ayudarme en todo, espiritualmente, financieramente, en todo, yo debo mucho, mucho a esta congregación y para mí hoy estar aquí delante de ustedes es un privilegio muy grande.
Primero porque cuando Meche me llamó y me invitó para estar aquí, le dije, Meche, estás segura que tu quieres que yo hable? Pero ella dice, sí, sí, estoy segura, tu eres una mujer de fe, eres corajosa porque Dios mío, (…..) todavía no está tan bueno. Pero ahora yo tengo un gran desafío, más un gran desafío, aprender bien español porque la iglesia de mi futuro esposo son todos hermanos hispanos, no hay ningún brasileño. Entonces yo tengo que aprender a hablar bien español. Estoy muy feliz, muy contenta por estar aquí. Y quería invitarlos a abrir vuestras Biblias en el Libro de Ester, libro de una mujer que tiene una historia bien bonita y yo estoy segura que esa historia de Ester se asemeja mucho a tal vez, a historias de nosotras. Yo pienso que cada uno de nosotras que no llegamos tal vez a formalmente ser una reina pero tenemos una historia bien parecida, bien semejante a lo que esta mujer pasó, una historia de desafíos, una historia de tantas conquistas, una historia de coraje, una historia de mucha determinación, una historia de ser escogida por Dios para hacer algo muy grande. Yo no sé si vamos a seguir hablando con eso aquí porque yo me muevo, yo no consigo estar parada. Pero es una historia seguramente habla mucho en nuestros corazones.
Yo vengo como Meche dice, yo soy brasileña, nací en una región bien caliente de Brasil que es la región nordeste, una región de muchas playas, playas muy bonitas, vengo de una familia cristiana, vengo de familia de mi abuelo que ya duerme en el Señor, fue un pastor, mi pastor, mi abuela, una mujer de Dios la cual me enseñó muchos principios bíblicos, principios morales. Vengo de una familia que mis padres son cristianos, primos, tíos, primas, son pastores y vienen de una familia que gracias a Dios tuve la oportunidad de entender, de aprender sobre la palabra de Dios. Nací en una iglesia bautista en Brasil, toda mi familia es bautista y aprendimos mucho y yo glorifico al Señor porque Dios en todas las cosas, él tiene un propósito en nuestra vida, mismo para esta lucha que usted tal vez hoy esté aquí muy bonita, muy arreglada, muy perfumada y tal vez las personas la miren a usted y digan, pero que la hermana está tan bonita, la hermana está tan linda, está oliendo tan bien, pero que solamente Dios sabe cómo está su corazón. Porque solamente Dios puede sondar nuestro corazón, solamente Dios puede sondar nuestra alma, solamente Dios tiene el poder de mirar para adentro de uno y decir así…., mira, no, no puedo Marlene, sorry, no funciona, conmigo no funciona. Perdón. Yo me siento muy parada. Y solamente Dios tiene el poder de mirar a uno adentro, aquel lugar que nadie puede mirar, alguien puede ver su apariencia, su manera de ser, su manera de hablar, pero solamente Dios puede sondar lo que hay en su corazón. Solamente Dios puede saber lo que hay adentro en un recóndito bien escondido de su corazón. Tal vez usted ya compartió, tuvo la oportunidad de compartir muchas cosas como mucha gente pero hay algo dentro de usted que estará muy escondidito, que nadie sabe, pero yo quiero decirte que el Señor sabe.
Y el tema que usamos para estar ministrando en esta mañana es entiendes hacia dónde te encamina Dios? Hay caminos que el Señor tiene trazados para nosotros, que no tenemos cómo entender, no tenemos y por más que tratamos de entender no vamos a llegar a una conclusión hasta que Dios nos lleve al camino que él nos tiene, al lugar que él nos tiene determinado para llegar. Tal vez usted como yo tiene una historia, tiene una experiencia tal vez un tanto dolorosa, amarga, un poco triste, pero yo estoy segura de lo que les digo en este día, en esta mañana, que el Señor tiene el control. Dios nunca perdió ni perderá el control del camino al que él está llevándote. Nunca, nunca, nunca el Señor siempre tendrá el control.
Y esta historia que yo quería compartir un poquito con ustedes en este día está en Ester, capítulo 4, versículo 13 y 14. Ustedes me entienden bien? Sí? Que bueno, el Señor es bueno. Ester 4, 13:14 dice así;
“…. Entonces dijo Mardoqueo que respondiese a Ester, no pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío porque si callas absolutamente en este tiempo respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos, más tu y la casa de tu padre pereceréis. Y quién sabe si para esta hora ha llegado al río…”
Pero la pregunta que Mardoqueo su tío, su tío primo estaba haciendo, tenía mandado, algún que le preguntara a Ester y Ester, su nombre significa en la cultura persa, estrella, su nombre en hebraico era Jadasa, quiere decir una pequeña murta, un pequeño arbusto de flores perfumadas, símbolos de cosas muy agradables. Y Ester era una muchacha como nosotros, yo pienso que todas ustedes ya conocen esa historia de Ester, una muchacha que no tenía padres, que era huérfana de padre y de madre y que su tío primo Mardoqueo la corrió para criar, para educar y la palabra del Señor dice que Mardoqueo cuando tomó a Ester para educarla, para criarla, yo creo que Mardoqueo como hombre de Dios, como hombre que conocía al Señor, como hombre que temía al Señor, en lo hondo de su corazón, en su alma él entendía, en creía que Dios tenía un propósito muy grande para Ester, para Jadasa.
Y eso tanto nos prueba en la palabra de Dios que cuando Mardoqueo, cuando aconteció el problema que aconteció con la reina Vashtí, que era la esposa del rey Asuero, aquel rey en aquella provincia, una provincia muy, muy rica, muy grande, Asuero era un rey que tenía un gran poder sobre grandes provincias, sobre grandes ciudades y la palabra del Señor dice que Vashtí, como esposa del rey Asuero era fue invitada para comparecer, para que se presentara delante del rey. El rey que era su esposo, Asuero. En aquel tiempo cuando un rey invitaba a alguien para que se presentara delante de él nadie podía negar a un pedido del rey. Un pedido del rey no era como un pedido, más era como un mandato, tu tienes que presentarte y Vashtí como su esposa no podría salir de esas reglas porque como esposa más todavía tenía que obedecer, tenía que estar complaciendo a su esposo. Y ella fue llamada para presentarse delante del rey Asuero y de los príncipes de aquella ciudad, de aquella provincia y ella se negó a ir. Y ese mal ejemplo de la reina Vashtí para aquel pueblo, para el rey y para sus súbditos sonaba como un gran mal ejemplo. Por qué? Porque Vashtí como reina, ella no podría darse el luja de desobedecer al mandato de su esposo, porque antes de ser esposo él era un rey. Entonces ella no podría negarse a presentarse delante de él. Y cómo mal ejemplo? Los súbditos del rey, empezaron a reivindicar al rey, que ella tenía que ser castigada y el castigo más grande para ella sería perder su corona. Ella no sería más reina en la provincia, ella no sería más la esposa del rey Asuero.
Y eso trajo grandes consecuencias para la vida de la reina Vashtí porque primero ella entró por un camino que nosotros conocemos mucho, que cuando desobedecemos, la desobediencia trae grandes consecuencias. La desobediencia en cualquier área de nuestra vida trae grandes consecuencias, trae grandes resultadas que muchas veces no son tan buenos, son marcas en nuestra vida y la reina Vashtí perdiendo su corona, perdiendo su reinado, el rey dictó un decreto para que fuesen invitadas muchachas jóvenes, bonitas, preciosas para que se presentaran del rey Asuero, y sería escogida una, una que sería la futura reina, que substituiría el lugar de la reina Vashtí, que tenía ya perdida su corona.
Y la palabra del Señor dice que cuando Ester a pesar de ser una muchacha huérfana, a pesar de no tener padres, de haber sido criada por su tío Mardoqueo, Ester, lo que le llama la atención en esa historia de Ester, muchas cosas me llaman la atención pero que lo que me llama la atención en ese ejemplo de Ester es que Ester ella no puso excusas, ella no puso excusas para decir, no, yo soy una pobre muchacha, yo soy huérfana, yo no tengo padre, yo no tengo madre, yo fui criada por mi tío, tal vez yo no tengo una buena formación académica para la universidad, yo no tengo muchos conocimientos, pero una cosa que me llama la atención en Ester, sabe qué es, es la obediencia. Ella escuchó a su tío Mardoqueo que era un hombre de Dios y estoy segura que estaba dirigido por el espíritu de Dios, y ni una sola vez en el libro de Ester, es mencionado el nombre de Dios. Pero nosotros podemos ver la acción de Dios, la mano de Dios allí en la vida de Ester, de una manera poderosa.
Y muchas veces nosotros nos preocupamos muchas veces con el nombre y nos olvidamos que el Dios está allí. Fue hablado aquí por Ana y yo me identifico mucho con Ana porque pasamos historias en nuestras vidas de criar a nuestros hijos solas y pasamos un tiempo muy apegadas con Ana cuando vivíamos aquí en (…) cuando yo congregaba en esa iglesia, y podemos ver que Dios cuando está en silencio no es porque él está ajeno a nuestro dolor, no es porque él está ajeno a aquello que estamos pasando o sintiendo. No, yo puedo decir que eso para ustedes con mucha particularidad, con mucha prioridad, porque yo tengo pasado y pasé por caminos, yo atravesé muchos valles, porque yo sé que antes de llegar a una montaña el Señor siempre nos va a conducir a pasar por un valle, siempre hermanas, siempre. Nunca se olviden de eso. Siempre antes de llegar a una montaña, hay un valle que tenemos que atravesar. Y este valle muchas veces, el valle es un lugar que nadie quiere estar, nadie quiere estar abajo, nadie quiere estar sola, nadie quiere estar triste, nadie quiere estar con necesidades, nadie quiere sentirse rechazada pero muchas veces nosotras, todas nosotras pasamos por ese valle, pasamos por el valle de la soledad. Cuanto tiempo que yo pasé por el valle de la soledad: 18 años ahora en agosto van a hacer que estoy divorciada, 18 años sola, sola, solita. Pero solita, solita, 18 años que nunca ni un hombre me miró.
Mi mamá cuando venía aquí todos los años decía así: mi hija, yo no consigo entender porque, no sé cómo se dice en español la palabra (…) aquella ave que tiene los ojos bien grandes que está por la noche. Lechuza. Guau! Qué diferencia. En Brasil tenemos un dicho que dice la lechuza no cree que sus hijos son feos. Ella cree que son los más lindos y en Brasil está ese dicho. Y mi mamá decía así, pero yo no consigo entender cómo es que usted, una mujer tan bonita, es mi mamá….. tan bonita, tan inteligente está sola todo ese tiempo. Será posible que en este país no tenga un hombre que mire a usted. Y yo le decía, mami, no te preocupes porque todo tiene su tiempo. Todo tiene su tiempo. Como fue dicho aquí por Ester, como fue leído aquí en la palabra en Eclesiastés, capítulo 3, hay un tiempo para todo. Hay un tiempo para llorar, pero hay un tiempo de reír, hay un tiempo de plantear, pero hay un tiempo de gozar en el Señor. Hay un tiempo, hermanas, hay un tiempo para todos los propósitos debajo del cielo. La palabra del Señor es muy enfática, es muy firme en eso, hay un tiempo para todo.
Y Ester tuvo que pasar por ese tiempo, un tiempo de preparación. La palabra del Señor dice que Ester cuando se alistó para estar allí con las otras muchachas que fueron escogidas por el rey Asuero para ser la futura reina, Ester tuvo un tiempo de 12 meses de preparación, 12 meses de preparación. Tenía que preparar su cuerpo, con aromas, con tantas cosas para que cuando llegara el tiempo de presentarse delante del rey. Pero Ester no tenía la certeza, la convicción que sería ella la escogida. Ella no sabía. Pero Ester al tiempo que fue determinado, los 12 meses, un año, ella hizo su parte, ella se preparó, ella se preparó para presentarse delante del rey. Y cuando fue a presentarse delante del rey, aquella persona, aquella muchacha que el rey extendiera el cetro sería la escogida, y tenía que ser presentada delante de él. Y Ester estaba delante de aquella muchacha, era un gran desafío.
Y lo que me llama la atención aquí es que Ester no puso la excusa del rechazo, ella no puso la excusa de la soledad, ella no puso la excusa de complejos que tenía, ella no puso la excusa de frustraciones, de traumas que cargaba sobre ella, que tal vez algunas de nosotros cargamos en nuestras vidas, cargamos la frustración de que queríamos alcanzar un nivel profesional más grande y no pudimos alcanzar por falta de recursos financieros, por falta de oportunidad, pero Ester no puso excusas delante del gran desafío que estaba delante de ella. Y lo que me llama la atención es que Ester aún sin poner excusas, ella sabía que delante de ella el Señor estaba dándole una gran oportunidad, estaba delante de ella un gran desafío.
Cuantas de nosotras no enfrentamos desafíos en nuestras vidas. El desafío de llegar a este país, llegar aquí, romper la barrera del idioma, el inglés, que hasta hoy estoy tratando de aprender. Pero antes de llegar a los 90 años yo voy a aprender perfectamente. Yo estoy segura de antes delos 90 yo voy a llegar, Marta, a hablar un inglés así, sin barreras, sin barreras, sin barreras.
Pero hay tantos desafíos delante de nosotras. Está el desafío del idioma, el desafío de los biles que tenemos que pagar todos los meses y muchas veces el dinero se queda un tanto corto para pagar. Las responsabilidades, la familia que dejamos en nuestros países para ayudarlos. Hay tantos desafíos. Y muchas veces el desafío que todas nosotras pasamos cuando llegamos a este país es el desafío de la soledad. Muchas veces nos sentimos solas, yo me acuerdo que cuando antes de que llegaran mis hijos, Meche, yo venía a la iglesia, yo cantaba en la alabanza y yo venía para los dos servicios, porque yo decía, no, yo tengo que quedarme, si hubiera un tercer servicio yo me quedaba, porque yo no quería estar sola. Yo no quería estar sola y me quedaba aquí en el primer servicio, llegaba temprano a las 8.30 y estábamos aquí orando, preparándonos, veníamos para los ensayos y estábamos aquí. Cuando terminábamos los servicios siempre tenía algo que para almorzar, para comer. Wanda cocinaba arroz con (…) que me fascina, arroz con frijoles negros. Yo aprendí a comer comida hispana y yo les aseguro que yo la amo. Y siempre teníamos algo para hacer y después cuando yo volvía para la cosa donde yo estaba viviendo, para mi cuarto, yo me sentía a veces muy sola, porque yo sentía parte de mis hijos. Pero existía una promesa de Dios pero existía delante de mi también un desafío de vencer la soledad, de luchar para traer a mis hijos a este país porque existía una promesa.
Sabe una cosa que nosotras, hermanas, nunca podremos olvidar es que mismo que delante de nosotras tengamos muchos desafíos, tengamos muchos gigantes que se levanten delante de nosotros, como se levantó el gigante Goliat delante de David. David no temió, no tuvo miedo, David enfrentó, más David lo enfrentó, sabe por qué? Porque David sabía que delante de David estaba el Señor, delante de él tenía al Señor, existía el desafío del gigante pero existía también la presencia de Dios que era sobre la vida de David, que este presencia, esta unción es lo que le dio fuerza y coraje para que David pudiera enfrentar a aquel gigante en el nombre del Señor. Entonces hay muchos desafíos delante de nosotros, hay tantas cosas que pasamos. Cuántas de nosotros fuimos rechazadas. Yo vi de una historia de un casamiento, yo fui casada con un pastor, mi esposo era pastor, el papá de mis hijos en Brasil, y yo tuve 3 hijos.
Pero antes de llegar a ese casamiento, yo pasé por muchas cosas. Yo pasé por experiencias que algunas de las hermanas aquí saben un poco de mi testimonio. Yo, con dos años de edad, yo fui acometida de autismo y de epilepsia. Yo era autista. Yo no hablaba, hermanas. Mi mamá dice que hoy yo hablo demás. Hoy tiene que mandarme a callar. Pero hasta los 15 años, Diana, yo no hablaba, yo tenía principios de autismo. Yo tomaba remedios controlados por un psiquiatra, por neurólogo. Yo tenía un acompañamiento de psicólogos de mi país. Yo no hablaba.
Pero hermanas, lo que yo quiero traer para ustedes hoy en este día, y yo quiero que ustedes tengan eso bien claro en sus mentes y en sus corazones, hay una promesa de Dios sobre nosotras. Hay una promesa de Dios sobre nuestros hijos. Hay una promesa de Dios sobre tu familia. Hay una promesa de Dios sobre tu matrimonio. ¡Aleluya! Y el Señor no se olvidó de ninguna de las promesas que le hizo, ninguna. Yo usted nos podemos olvidar de las promesas que escuchamos 20 años atrás, a 15 años atrás, pero el Señor no se las olvida a ni una sola palabra. Ni una sola palabra el Señor se olvida. Aquello que le tiene prometido va a hacer, y hermana, cree que él lo va a hacer.
Pero hay una cosa que yo tengo aprendido con el Señor, que entre el cumplimiento de la promesa hay un tiempo de preparación de Dios. Dios no nos va a dar nada a nosotras si antes no nos preparamos para estar listas para recibirnos. Dios nos va, Dios va a permitir. No es porque él sea malo, no es porque sea un Padre que nos olvida, no es un Padre que le gusta ver a sus hijos sufrir. No, el Señor es un buen Padre. Es un Padre maravilloso y la propia palabra del Señor nos dice, pueden tu padre y tu madre abandonarte, rechazarte, pero que el Señor nunca te olvidará. El Señor nunca nos olvidará, hermanas. Tenemos que tener eso bien claro en nuestra mente, en nuestra alma, en nuestro espíritu, en nuestro corazón. Usted puede estar pasando por un momento de valle, ahora, muy difícil. Está pasando por una prueba dura en su matrimonio, tal vez como yo, fue rechazada una vez. Cuando mi esposo se fue yo tenía 24 años, yo tengo 41, este año en octubre yo cumplo 42 años y estoy 18 años sola. Pero el Señor tiene cuidado de mí. El Señor no se ha olvidado de mí. Y hermanas, yo puedo decir que fui rechazada por mi esposo, pero nunca fui, nunca seré rechazada por el Señor. ¡Aleluya!
Saben por qué? Hay una promesa de Dios, hay un palabra de Dios, hay una palabra de un hombre que es todopoderoso, que cuida de nosotras, en los mínimos detalles, las mínimas cosas, el Señor cuida de nosotras. En todo, aquello que a nosotros nos gusta vestir, aquello que a nosotros nos gusta comer, el Señor cuida de nosotras.
Y existía una palabra cuando mi mamá estaba embarazaba, esperando porque yo soy la primera de 6 hijos que mi madre tiene. Y yo soy la primera hija y cuando mi mamá, dice, que cuando estaba embarazada el Señor (usó un pastor que ella duerme en el Señor) y le dijo a ella, la niña que está en tu vientre será una misionera, predicará mi palabra y donde ella no pudiera llegar, su voz llegará. Existía una palabra de Dios empeñada sobre mi vida. El salmo 139 nos dice que el Señor nos sonda y nos conoce y él nos conoce, no ahora que estamos crecidos, o grandes. Él nos conoce antes de que seamos formados, en el vientre de nuestra madre. Él ya nos conocía. Él sabía cómo sería cada una de nosotras, nuestras características, nuestra personalidad, nuestro temperamento, nuestro nombre, el color de nuestros ojos, cómo sería nuestro porte físico, tal vez como yo sea fuertemente elegante, porque yo no soy gorda, yo soy fuertemente elegante. (….) fuertemente elegante, dónde están? Dónde están? Porque yo no acepto que me llamen gorda, yo no soy gorda, yo soy fuertemente elegante. Un poquito de barriga pero (…)
Pero el Señor hizo una honra muy grande en mí, ¿saben por qué? Porque yo llegué un size 22 W. y ahora estoy en 16 y 14 W. Pero hubo un camino que yo tuve que pasar. Hubo un camino, hubo un camino. Y yo quiero volver a lo que estaba hablando antes, que cuando yo nací, con dos años de edad yo fui acometida de esa enfermedad y mi mamá decía, si Señor, dónde están las promesas que tu me hiciste cuando mi hija estaba en mi vientre? Tu dijiste que mi hija sería una predicadora de tu palabra y ella predicaría tu palabra, y ella no habla. Ella no habla. Mira como las cosas son, hermanos. Dios muchas veces va a permitir situaciones en nuestras vidas que van a contradecir la palabra que él nos dijo. Ustedes están entendiendo? Dios te va a hablar de alguna forma, te va a hacer una promesa pero las circunstancias que nos rodean van a tratar de llevarnos a creer que eso no va a ocurrir. ¡Aleluya!
Yo siento el espíritu de Dios que el está hablando con alguien aquí en esta mañana. Mire, hermana, tu puedes estar pasando por circunstancias, por situaciones que estén tratando de avalar tu fe, avalar tu confianza, tu convicción en el Señor, pero yo quiero decirte hoy con la autoridad del Señor, hay una palabra de Dios sobre tu vida, hay una palabra de Dios sobre tu matrimonio, hay una palabra de Dios sobre tus hijos, hay una palabra de Dios sobre ministerio que él te tiene que entregar.
Hay una palabra de Dios, no es la palabra de cualquier persona, es la palabra del Señor. La palabra del Señor dice que el Señor tiene su tiempo, hay tiempo de restauración, pero yo quiero decirte, antes de Dios hacer cualquier obra a través de tu vida, sabe cuál es la primera obra que él quiere hacer en tu vida, antes de que tu puedas ser usada por el Señor él quiere sanar tu vida, él quiere sanar tus heridas, él quiere que tu perdones.
Yo me recuerdo cuando llegué a esta iglesia, yo traía dentro de mí, a pesar de ser cristiana desde que nací, yo nunca conocí nada del mundo, yo nunca bebí, yo nunca fumé, yo nunca hice nada que el mundo ofrece, porque vengo de una familia cristiana y yo traía dentro de mí una magua muy grande: amaba a mi esposo, el papá de mis hijos, me había dejado por la tesorera de la iglesia, se había ido con la tesorera y me había dejado con 2 hijos y uno en mi vientre. Yo estaba esperando a mi hijo chiquito, Felipe, que hasta hoy no conoce a su papá. Tiene 16 años y pueden creer que he tenido una tarea tan difícil, tan ardua pero el Señor ha estado allí conmigo, de trabajar en la vida de mi hijo, de ministrar la vida de mi hijo, que mi hijo no vaya a cargar sobre él un magua de su papá. Él no va a cargar ningún rechazo contra su papá, más él lo va a amar igual aunque él lo abandonó. Porque el Señor nunca lo abandonó. Oh ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Y yo traía, cuando llegué a esta congregación un dolor tan grande en mi alma, porque mi papá, cuando mi esposo se fue yo no tenía un lugar para vivir, con mis dos hijos y estaba embarazada, yo fui a casa de mi padre y mi padre un día, pegó todas ropas, ropas de mis hijos, en medio de la sala, y dijo, yo no te quiero más aquí porque yo no tengo ninguna obligación de cuidar, de sustentarte, yo ya te crié y yo no tengo obligación de criar a tus hijos. Y yo me acuerdo que en aquel día, yo iba a coger mis ropas, coger mis hijos y yo iba para la calle. Yo no iba para la casa mi familia, yo iba para la casa de nadie, yo iba para la calle. Pero yo estaba segura que el Señor iría a abrirme una puerta porque el Señor, como dicen ustedes aprieta pero no ahoga. Él permite la prueba para probarnos pero nunca nos va a abandonar, nunca, nunca el Señor nos va a abandonar.
Y yo me acuerdo que aquel día mi mamá dijo así, donde no caben mi hija y mis nietos yo no quepo, y mi papá recapacitó y allí me quedé en la casa de él casi 5 años y 6 meses, viviendo en aquella casa y Dios estaba trabajando en mí, porque yo dependía primeramente totalmente del Señor y de mi padre para comer, para vestir, yo y mis hijos. Y yo pasé por aquel valle y yo decía, Señor, dónde están tus promesas? Señor, dónde estás? Yo cargaba dentro de mí un magua de papá de mis hijos, de mi padre, porque ahora cuando yo más lo necesitaba mi papá quería abandonarme.
Y yo llegué a esta iglesia, Meche, yo me acuerdo el nombre de la pastora, una pastora portorriqueña, alguna cosa como Colón. Alguna cosa así, Ronda Colón, esta mujer, nunca me voy a olvidar de ella. Dios me habló tan fuerte en aquel retiro que la mujer salió del lugar que estaba, en la plataforma predicando y fue donde yo estaba. Pero hermanas, existía un dolor en mi pecho y yo decía, yo golpeé mi pecho y decía, Señor, arranca este hoyo que tengo, Señor, arranca esa magua, yo necesito perdonar al papá de mis hijos y a mi padre. Yo no puedo cargar este muerto dentro de mí. Porque la falta de perdón, hermanas, es un muerto que uno carga, es un peso que uno carga que no es de uno, que no pertenece a uno. Y yo cargaba y yo golpeaba mi pecho y le decía, Señor, Señor, yo quiero servirte. Señor, yo quiero desenvolverme en tu casa. Señor, yo quiero dar frutos para ti, pero siempre que yo quería buscar a Dios, estaba aquel recuerdo en mi mente, tu tienes que perdonar a tu papá, tu tienes que perdonar a tu esposo.
En aquel día Dios usó a la pastora Wanda y fue donde yo estaba y decía, hoy el Señor te libera de estas cadenas, hoy el Señor te libera y tu vas a fructificar, tu vas a crecer porque yo tengo una obra en tu vida. Pero yo necesité buscar eso, lo que necesitamos muchas veces nosotras es que cargamos dentro de nosotras traumas del pasado, recuerdos del pasado, y que muchas veces son impedimentos, son piedras que están delante de nosotros, impidiéndonos pasar, de pasar fronteras, de pasar cosas que el Señor tiene establecido para nosotras. Es como si fuese esa marca, esa línea aquí, hay una línea, esa línea está diciendo que hay un límite aquí.
Pero yo necesito traspasar ese límite, yo tengo que atreverme a pasar ese límite, yo tengo que tener fe, yo tengo que tener fuerza, yo tengo que tener determinación para pasar eso. Si yo quiero avanzar, yo sé que yo puedo avanzar, yo necesito romper los límites. Los límites que muchas veces son colocados sobre nuestra vida, no por el Señor, más muchas veces por el diablo, por el diablo que nos pone límites que dicen así, tu no vas a pasar de aquí, te vas a quedar aquí, viviendo con ese problema, viviendo con ese rechazo, viviendo esta falta de perdón porque el sabe, ¿saben qué? Que el potencial de Dios que hay sobre tu vida, él sabe que el llamado que el Señor tiene sobre tu vida y el no quiere que ninguna de nosotras avancemos, más el papel del diablo es matar, robar y destruir. Mata tus sueños, matar tus sueños, el sueño de superarse, el sueño de ser una mujer llena del espíritu de Dios, el sueño de ser una mujer usada por Dios.
Muchas veces nosotros pensamos que mujeres usadas por Dios es solamente quien predica, es solamente quien canta. No, tu eres una mujer usada por Dios. Saben por qué? El Señor te quiere levantar como intercesora, como una mujer que puede tener una palabra para ayudar a otra hermana. Tu puedes ser una mujeres que vaya a ayudar a tu hermana a llevar esta carga, que esa hermana está llevando y que muchas veces se encuentra sin fuerzas para llevarla.
Y yo, cuando el Señor me liberó, cuando yo abrí mi corazón le dije al Señor, yo perdono al papá de mis hijos. Señor, yo perdono a mi padre porque me abandonaron. Pero el Señor nunca me abandonó. Él sabe lo que nosotros necesitamos y necesitamos entender que tenemos que tener una relación de padre e hijo con el Señor. Nosotros debemos poder vencer esas cosas, esos límites que nos son impuestos, sabe cuándo? Cuando entendemos y creamos una relación de padre e hija. Principalmente nosotras mujeres tenemos una carencia afectiva muy grande, nosotras fuimos hechas por el Señor para que seamos amadas, para que seamos cuidadas, para que seamos protegidas, pero nosotras no podemos esperar eso simplemente de hombres, del esposo, del marido, del hijo, nosotras tenemos que esperar eso primero del Señor.
Por qué? Yo fui abandonada, pero yo no me quedé postrada delante de ellos. El Señor me dio fuerzas para romper, el Señor me dio fuerzas para pasar por esa prueba y yo puedo asegurarles, hermanas, que no fue fácil, fue bien difícil. 3 hijos, sola, venir para este país, crié mis hijos prácticamente sola, porque solo tengo una hermana aquí y estaba muchas veces pasando por problemas de enfermedad, pero el Señor me dio gracia, el Señor me capacitó para poder vencer.
Como capacitó a Ester para llegar a donde Dios quería llevarla. Dónde Dios quería llevar a Ester? Ester sería la mujer, la muchacha usada por Dios para salvar todo un pueblo, el pueblo judío. El pueblo judío, el destino de aquel pueblo el Señor tenía colocado delante de Ester. Y Ester segura que no conseguía entender por qué camino el Señor estaba llevándola, pero una cosa, hermanas, Dios nos lleva a un camino y este camino nos va a llevar a victoria, este camino nos va a llevar a bendición, este camino nos va a llevar a un camino de unción de Dios, de presencia de Dios en nuestra vida. Nosotros podremos ser probados, sí, mientras estemos en este mundo, vamos a ser probadas. El Señor nos dice que el Señor nos prueba en la jornada de la aflicción. Somos probadas como oro. Por qué? Porque hay en nosotras algo sublime, algo especial dado por Dios y que el Señor para que eso pueda desabrochar, para que eso pueda salir tenemos que ser probadas por el Señor.
Y yo me acuerdo que cuando yo liberé el perdón para mi padre, para mi esposo, las cosas en mi vida ministerial empezaron a aparecer, a crecer, a desenvolverse en mi vida. Yo empecé a crecer más en el Señor, yo dejé de ser una persona amargada, y pasé a ser una persona feliz con el Señor, no mirando las circunstancias que me rodeaban, la falta de dinero, la escasez, pero yo sabía que el Señor esta allí, el Señor estaba allí, porque yo sabía, yo no estaba entendiendo por qué camino el Señor me estaba llevando, pero yo me dejé llevar por el camino que el Señor me conducía. Porque lo que nosotros tenemos que entender es que aunque no consigamos entender por qué estamos pasando por eso, nosotras tenemos que tener bien claro que el camino que estamos yendo es en la dirección del Señor, nos va a llevar a un camino de bendición, nos va a llevar a un camino de bendición, nos va a llevar a un camino de crecimiento, nos va a llevar a un camino de tener experiencias con el Señor.
Y con 15 años el Señor me sanó, el Señor me sanó, empecé a hablar, pasé por todo un proceso. Aplaudo al Señor porque él es digno. Solo él podía hacer eso hermanos. Y yo era una muchacha que mis padres dicen que los médicos decían para ellos y para mis abuelos, que no esperasen nada de mí porque yo no sería normal como mis hermanos, yo no iba a hablar, yo no iba a estudiar, yo no iba a tener hijos. Mira, mira, como el diablo es mentiroso. Mira como el diablo es mentiroso, hermanos.
Cuantas veces el diablo tiene dicho muchas veces delante de nosotros que nosotros no vamos a conseguir, nosotros no vamos a alcanzar, que nosotros no podemos. Son mentiras de él. Nosotros podemos porque podemos todas las cosas en Cristo que nos fortalece, que nos fortalece el Señor. Usted puede estar pasando por un problema hoy, grande, en su vida, pero no deje que ese problema, no se postre delante de ese problema, no se postre delante de él. Yo sé que los problemas muchas veces nos afligen y afligen nuestras emociones, nuestro corazón, nuestra alma, lloramos, nos quedamos tristes, pero no se quede postrado delante de ese problema, luche, luche. No se rinda. Nosotras mujeres tenemos un poder dado por el Señor, somos persistentes. Nosotras somos persistentes. Si estamos fuertemente elegantes queremos quedar flaquitas. Luchamos. Ustedes no saben el esfuerzo que yo tengo hecho para bajar de peso. Dios mío. Dios mío. No se imaginan. Y a mí me encanta comer. Me encanta, me encanta, me encanta. Yo digo siempre, el siervo de Dios me fue hecho para dos cosas, dar gloria a Dios y comer. Porque lo que el creyente no toma, creyente come. No entendieron? Lo que nosotros como cristianos no tomamos, comemos. Ahora entendieron. Comemos porque es bueno comer. (……………………….. caminar, caminar y caminar). Y aguanta ni quedar en pie pero nos gusta comer.
Y yo pasé por todo ese proceso cuando salí de aquí de Boston el Señor me llevó para New Jersey, para Nueva York, yo fui a trabajar con el ministerio de mujeres, pasamos 5 años y allá el Señor me hizo pasar por otro valle. Me pasó por un valle bien duro, que yo pensé que no iba a conseguir pasarlo. Yo tuve cáncer hace dos años en la garganta, en la tiroides. Todo mi pelo se cayó, me quedé en size 22, me quedé con 250 libras. Imagínenme a mi en ese tamaño. Imagíneme a mí, bajita con 250 libras. Era una bola caminando, una bola. Y pasé. Cuando aquella doctora me dijo que yo tenía cáncer en la tiroides, hermanas, yo les puedo asegurar que yo pensé que en aquella hora vinieron todas las promesas del Señor en mi mente, y yo digo, Señor, yo no acepto eso. Eso que el doctor está diciendo, eso no es tu palabra sobre mi vida. Sobre mi vida una palabra del Señor, es una promesa, es una promesa. Y yo digo, Señor, yo no acepto eso, yo tengo mis hijos para criar, yo tengo Señor, muchas cosas para hacer en tu obra, en tu casa, yo no puedo.
Y hermanas, yo salí de aquel hospital con un diagnóstico de cáncer y la doctora dice, usted va a tener que tomar las medicinas orales porque estaban al principio y ella vio que yo no estaba todavía preparada para hacer una quimioterapia directa. Y yo le dije, doctora, yo no estoy preparada para quedarme sin pelo, yo no estoy preparada para eso. Y ella dijo, nosotros vamos a tratar de darte la medicina oral. Pero va a ser el mismo efecto de la quimioterapia. Y yo dije, por lo menos no me manden para el hospital a hacerme quimioterapia porque yo no estoy preparada. Y ella pasó las medicinas, me hicieron muchos exámenes y se constató y empecé a tomar la medicina, y esas medicinas me daban muchas nauseas, muchas ansias de vómito, muchos calambres en las piernas. Yo tenía en el servicio en la iglesia predicando, cantando y eran tantos calambres que yo fui a recostarme en un lugar, yo me podría haber caído. Y pasaron sí, y yo pasé 6 meses con ese diagnóstico sin decirle a nadie. Mi mamá no sabía, mi hermana no sabía, mis hijos no sabían, mi pastor no sabía. Y 6 meses, yo digo, Señor, yo voy a hacerte una prueba. El Señor nos dice que nosotros podemos hacer pruebas de ti y ver que eres bueno. Y yo digo, Señor, yo tengo promesa y tu palabra dice que quien tiene promesa del Señor no muere antes que la promesa se cumpla. Es palabra de Dios.
Lo nos falta a nosotros saben lo que es muchas veces, hermanas? Es conocer la palabra y reivindicar lo que tenemos derecho de la palabra. La palabra del Señor es para nosotras, es para que tomemos posesión de ella, es para hablar, es para reivindicar, Señor, yo soy tu hija. Señor, hay una promesa tuya en mi vida. Hay una palabra tuya en mi vida. Yo no acepto esta situación. Pero que muchas veces cuando vienen las luchas nos acomodamos. Ay, yo estoy con cáncer, yo sé que voy a morir. Y nos postramos en un sillón y nos quedamos esperando la muerte con la boca abierta, sin comer, eso es peor, porque comer es bueno, sin comer.
Yo digo, no, yo no me voy a poner aquí en este sillón con la boca abierta y sin comer, mucho menos. Ahora que voy a comer, quiero ser mujer con la barriga llena. No voy a parar de comer. Pero pasé por la prueba, 6 meses después estaba en mi iglesia, en la oración de la madrugada, de 10 a medianoche que todos los días teníamos (…) esa oración y yo estaba llorando tanto, tanto en aquel día, yo lo estaba pasando tan mal, tan mal, y yo le digo Señor, será que yo voy a amanecer el día de mañana de tan mal que yo me sentía? El pelo ya se me había caído muchísimo. Tenía poquito pelo porque yo siempre tuve mucho pelo y me asustaba, y aquellos dolores que yo sentía, digo, Señor, ayúdame. Y los hermanos me preguntaron, hermana, por qué su pelo está caído? Y yo decía, porque yo estoy con estrés. Y el estrés hace eso? Y yo digo, sí, hace. Pero yo dije, Señor, yo no voy a abrir mi boca porque hasta el último momento yo creo en los milagros, yo creo. Y Dios en aquella noche del lunes, usaba mi pastor, y decía así, (…) yo no sé lo que pasa pero el Señor me muestra que está sobre cuerpo una enfermedad y el Señor en esta noche quiere curarla, quiere sanarla. Miren hermanos, Dios nos conoce, hermanas. Él conoce hasta donde yo y usted podemos llegar a ir. Él sabe nuestras limitaciones. Él sabe hasta dónde soportamos. Y en aquel día Dios usó al pastor Fernando, era la noche, y me dice, mira, hermana (…) yo no sé lo que pasa. Y yo sabía en mi espíritu que el pastor sabía lo que pasaba conmigo. Pero él quería decir que yo tenía una enfermedad maligna, pero no tenía valor para decirme que el Señor le había rebelado a él el cáncer. Y cuando estábamos en un círculo con muchos hermanos orando yo dije al pastor, yo sé que no soy carne ni sangre que te reveló, fue el Señor porque yo tengo cáncer.
Hermanos, la cara de los demás se quedaron así, mirándome a mí. Y fue la época, hermanos, que yo más canté. Y muchas veces fui a cantar con dolores aquí que ustedes no se imaginan, aquí me picaba como si tuviese unas agujas, me picaba por aquí. Era mucho dolor y los días que yo estaba más mal, las noches que iba para la iglesia, para los servicios, eran los días que el pastor más me llamaba para cantar. Yo le digo, Señor, me va a matar hoy. Yo voy a morir aquí en ese altar, yo voy a morir cantando aquí. Era verdad, hermana, yo aseguraba así en el púlpito, yo decía, Señor, dame fuerzas para cantar. Y hermana (…) repite el himno. Y yo cantando y él, repite de nuevo. Yo digo, Señor, él me va a matar hoy. Hoy él me mata. Pero el Señor me estaba llevando por un camino de milagros, era el camino que Dios estaba llevándome, era el camino de milagro. Oh ¡Aleluya!
Y yo descubrí algo con el Señor, sabe cuándo nosotros tenemos más que cantar? Cuando la cosa está peor. Cuando las cosas se pusieron negras, mire hermana, abre tu bocota y empieza a cantar. No te preocupes si eres afinada, si eres desafinada. No te preocupes si tu voz es bonita, no te preocupes. Canta. Adora al Señor. El camino de la victoria, el camino de los milagros es tu adorar al Señor en medio de la prueba. Cuando las cosas se ponen feas empieza a adorar y di, Señor, yo no estoy entendiendo nada, yo no estoy entendiendo por qué estoy pasando por eso pero te quiero alabar, Señor, porque yo sé que tu tienes el control de esa situación, yo sé que mi marido no está en tu camino, no está en tu presencia, pero está en la palma de tus manos, Señor. Yo sé que mi hijo no está sirviendo, pero yo sé que es una promesa tuya sobre la vida de mi hijo y de mi hija.
He ahí que tenemos que adorar con Dios cuando todo está bien es fácil, es fácil, cuando tenemos el dinero para pagar el alquiler, la hipoteca, y para pagar el carro, para comprar la comida, para ir al mall y comprar una ropa, pero cuando no hay dinero, cuando no hay salud, no hay esposo, cuando no hay hijos cerca, cuando hay muchas luchas es difícil adorar a Dios. Pero en esta hora que el Señor quiere de nosotras un sacrificio. Oh el Señor no nos va a pedir nada que no nos cueste, hermanas. Porque el Señor muchas veces quiere ver en nosotras el sacrificio, la entrega que tenemos que tener. Cuando las cosas se ponen malas y difíciles ahí es hora de adorar al Señor, ahí es hora de glorificar al Señor.
Pasé todo ese proceso del cáncer y después de 9 meses cuando terminé todo el tratamiento yo volví al hospital universitario y ellos constataron que no tenía más cáncer en mi garganta. ¡Aleluya! Oh, hermanas aquel día fue el día más feliz de mi vida. Cuando yo hice aquella biopsia y la doctora dijo que no hay más cáncer en la tiroides, no vamos a necesitar operarte, no vamos a necesitar nada. Tienes que estar siempre haciendo chequeos, tienes que tomar tus medicinas todos los días en ayunas, tienes que cuidarte pero el período del cáncer desenvolvió en mi una diabetes. Miren hermanas, fuera el cáncer y tenía diabetes, yo digo, Señor, el Señor reprende si (….) porque es que la diabetes es la mujer del diablo. (….) que pastor, que dice así, mira, reprende esa diabla porque diabetes es mujer del diablo. Yo dije, es solamente eso lo que me faltaba. Es solamente eso lo que me faltaba. Diablo, diabetes, mira. El Señor reprenda.
Fuera! Yo soy propiedad exclusiva del Señor. Yo soy prioridad de él. Desarrollé una diabetes, hermanas, y empecé a tomar la insulina. Yo digo, Señor, yo no acepto insulina en mí. Yo no acepto, Señor, yo no acepto, yo no acepto, hermanas, yo llegué tan mal que estado de pre coma, me quedé internada 3 días en el hospital universitario y estaba allí luchando pero confiada deparando la palabra del Señor sobre mi vida. Pasé, hoy tengo que tomar, no insulina gracias a Dios, pero tengo que tomar mi medicina tres veces al día, tengo que cuidarme con la comida. Ay Dios mío, el arroz que tanto me gusta. Ay. Tengo que comer cada dos horas, siempre tengo que andar con una galletita, una frutita en mi bolsa, porque hay veces el azúcar baja mucho y hay veces que sube, pero estoy ahí. La diabetes no me va a parar. La diabetes no me va a detener de hablar del Señor. La diabetes no me va a callar mi boca. La diabetes ni ninguna enfermedad me va a dejar que yo diga que el Señor es bueno. Porque él es bueno. Con diabetes o sin diabetes, el Señor es bueno. Con lucha o sin lucha el Señor sigue bueno.
Entonces nosotros debemos, hermanas, tener claro en nuestra vida, en nuestra mente que el Señor nunca perdió ni perderá el control de nuestra vida. Usted puede estar pasando por un problema, Dios puede estar llevándote a un camino que tu ahora no estés entendiendo. Pero no murmure, no murmure. Ustedes entienden murmurar? Reclamar, no se queje al Señor. Alábelo, alábelo. El secreto es alabar al Señor. Señor, yo no estoy entiendo nada, está doliendo, Señor, está doliendo, porque quien quiere pasar por lucha, nadie quiere pasar por lucha. Pero muchas veces Dios permite la lucha en nuestra vida, no es para matarnos, no es para quedarnos postrados, sino para que podamos levantar nuestros ánimos, necesitar nuestra fe, declarar, usar nuestra boca. Porque muchas veces es más fácil reclamar que alabar al Señor, lo que es declarar una palabra.
Y el Señor quiere de nosotros hermanas, que podamos estar posicionadas delante de él. Estamos delante del problema y decir, problema yo sé que tu estás aquí. Problema, yo sé que tu estás en mi matrimonio; problema yo sé que tu estás aquí en la vida de mis hijos que tal vez estén en la droga; problema yo sé que tu estás en ese problema financiero que estoy perdiendo la casa, estoy perdiendo todo lo que construí con tanto esfuerzo, con tanto trabajo; problema yo sé que tu estás, pero yo quiero presentarte, problema, a mi Dios, a un Dios que es grande, que es mayor que tu, problema, y que me va a dar fuerza y me va a dar victoria. Eso es lo que tenemos que entender, hermanas, que el Señor está en el control, que el camino que él nos lleva nosotros podemos no estar entendiendo nada, ahora, nada, pero este camino que él te está llevando ahora va a ser un camino que en adelante, después que tu atraviesas este valle, el Señor tiene una montaña para (contrar). Y la montaña habla sabe de qué? De victoria, la montaña habla del lugar de destaque, la montaña habla de un lugar que eso llega en la montaña quien va escalando la montaña y subiendo, y subiendo, y subiendo. No es fácil subir una montaña, no es fácil, es difícil. Tiene que tener una preparación. Y el Señor está usando ese tiempo para prepararte para donde él quiere llevarte.
Las mujeres aquí en este lugar ahora, en esta congregación, mujeres que Dios va a levantar grandemente, usando a través de la palabra, a través de profecías, a través de cántico, de alabanza, mujeres intercesoras, y hermanas, no te preocupes por el título que tu vas a tener, no te preocupes por el título, preocúpate en ser una sierva del Señor, una mujer que entiende el llamado de Dios, una mujer está en la posición para obedecer al llamado de Dios, una mujer que teme al Señor, una mujer que ama al Señor, una mujer que quiere servir al Señor y hermanas, nosotras sabemos que el hombre, es la cabeza de la familia pero nosotros, las mujeres somos la columna espiritual. Qué hace la columna? Sustenta el cuerpo. La cabeza está aquí, nosotras nunca vamos a ser mayores que nuestros esposos, aunque tu esposo no sea cristiano, que sea un hombre que no sirva el Señor, él sigue siendo cabeza. Y nosotras tenemos que ser sumisas, tenemos que ser sumisas. La sumisión es un principio tremendo que si nosotros no respetamos y no necesitamos eso en nuestra vida vamos a tener problemas. La sumisión primeramente a Dios, a nuestros líderes, a nuestros pastores, a nuestro esposo, a nuestros jefes en el trabajo. Nosotros siempre tenemos que tener alguien que está siempre arriba de nosotros y entonces tenemos que ser sumisas.
Y una cosa que yo tengo aprendida del Señor, nosotras somos la columna espiritual, el marido puede mandar, el marido puede tener la última palabra porque tiene, pero nosotras a través de nuestras rodilla en el piso, orando al Señor, nosotras vamos a conquistar cosas tremendas, nosotras vamos a declarar sobre nuestros hijos. Hermanas, cuántos veces yo decía, Señor, será que yo voy a conseguir criar mis hijos? Es verdad. Diana, yo estaba mirando hace unos días atrás las fotos de mi esposo con mis hijos cuando llegaron aquí, chiquitos. Felipe tenía 6 años y yo decía, si el Señor me ayuda. Cuántos hermanos aquí en este congregación vistieron a mis hijos, inclusive Ela y el esposo, Ana, y tantas otros aquí, Marta, tanto que hicieron por mí, tanto que me ayudaron en la hora que yo necesitaba de la comida, en la comida que yo necesitaba del dinero. Meche, el pastor, tantos hermanos, Jeannette, tanta gente aquí en esta iglesia. Hermanas, yo pasé por ese camino para estar donde estoy hoy.
Sigo pasando mis pruebas, sí, pero no como antes, no como antes. El Señor me llevó por un camino y me tiene conduciéndome, yo sé que ese camino va a resultar en bendición para mi vida. Cuantas veces yo decía, Señor, será que nunca nadie me va a mirar? Dios mío. Señor, 18 años, abuela ya dentro de poco. Solita. Pero el Señor tiene preparado alguien para mí, un pastor viudo, un hombre de Dios, y el Señor…. Es interesante hermanos que cuando el Señor me trajo para esa iglesia yo decía, Señor, por qué yo estoy en esa iglesia que habla español. Yo aprendí a hablar español aquí, en esta iglesia, fue aquí con los hermanos, hablando portuñol, y los hermanos enseñándome. Eh, Maira, portuñol. Gonzalo me puso en alabanza. Y yo digo, Señor amado, cómo voy a hacer, Señor? Yo cantar en alabanza. Pero los hermanos tenían paciencia conmigo, me enseñaban y fue tan bueno el tiempo que yo pasé aquí.
Y hoy mira dónde el Señor me está llevando. Mis hijos están prácticamente criados, están todos los tres sirviendo al Señor. Hermanas, para mí esa es la más grande bendición que el Señor me podría dar. Mira, si el Señor no quisiera darme un esposo, yo me quedaba triste, pero bien. Si el Señor no quiere que yo bajara de peso, yo me quedaba triste, pero está bien. Pero la mayor alegría, la más grande alegría que yo tengo es saber que mis hijos sirven al Señor. Mi hija canta en la iglesia, mi hijo chiquito también trabaja en la iglesia, mi hijo más grande toca el teclado en la iglesia. Está lejos de mí, está viviendo en otro estado pero está firme con el Señor, sirviendo al Señor. Dios ha llevado a mi hijo a un proceso de fe muy grande. Está en el College, está estudiando y el Señor abrió esa puerta para nosotros y ahora recibimos la noticia, el mes pasado que el va a tener una beca durante 6 meses, no voy a necesitar pagar el College de él. Hermanas, eso es para mí una gran bendición porque yo sé, yo nunca perdí el foco en el Señor, mi (….) el Señor, y yo sé por caminos que él me permitió pasar que yo no entendí pero seguí, seguí, no me quedé postrada delante del problema. Ay, no tiene esposo, estoy solita abandonada, 3 hijos y ahora me voy a morir. No, no yo no me quedé así. Yo no me quedé así. Cuantas veces, Meche, veníamos para el servicio y yo estaba en la alabanza con las muchachas y bien alegre, y cuando el pastor después me llamaba para irnos al frente, para ministrarnos yo lloraba, lloraba, el Señor me ayuda, Dios me da fuerza porque yo no tengo fuerzas, Señor. Yo no tengo fuerzas.
Hermanas, nosotras no somos súper mujeres, no somos súper mujeres súper cristianas que tenemos muchas veces momentos difíciles en nuestras vidas, pero no podemos quedarnos delante de ellos.
¿Entiendes hacia dónde te encamina Dios?
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Yo me siento muy contenta de estar aquí, de ver hermanas que yo amo, que yo aprendí a convivir, que estuvieron en mi vida es un momento muy, muy difícil, cuando llegué a este país hace casi 11 años atrás, llegué sola y después de un año el Señor me trajo a mis 3 hijos que en la época eran bien chiquitos pero ahora ya están bien grandes. Mi hijo más grande tiene 19 años, llegó aquí con 9 años, Hudson, está en el College en Nueva York, vive en New Jersey pero está estudiando en el College en Nueva York, y es un pegador de fútbol americano. Está bien grande, 6 pies y 4, un muchacho bien grande. Tengo mi hija que tiene 18 años que se va a casar ahora en agosto y mi hijo chiquito que tiene 16, Felipe. Y todos llegaron aquí bien chiquitos. Y tuvimos momentos muy, muy lindos en esta congregación. Yo siempre digo donde paso que esta sigue siendo mi iglesia. El Pastor Roberto y Meche siguen siendo mis pastores. Yo puedo estar en cualquier lugar del mundo, yo nunca voy a olvidar a los hermanos de esta iglesia, los hermanos que cuando yo estaba recordando esos días hablando con una amiga, una hermana que también congregaba aquí y estaba recordando que cuando las hermanas de esta iglesia, Marta y Janet, todas, todas, todas, Mayra, todas, Diana, Ana, todas, todas, Marlene, y estábamos aquí vendiendo pastelitos para traer a mis hijos. Es verdad. Eso fue la mayor, más grande demostración de amor que yo pude tener en esta congregación amén del apoyo que el pastor Roberto y Meche me daban por un momento tan difícil que yo estaba pasando, de apoyarme y ayudarme en todo, espiritualmente, financieramente, en todo, yo debo mucho, mucho a esta congregación y para mí hoy estar aquí delante de ustedes es un privilegio muy grande.
Primero porque cuando Meche me llamó y me invitó para estar aquí, le dije, Meche, estás segura que tu quieres que yo hable? Pero ella dice, sí, sí, estoy segura, tu eres una mujer de fe, eres corajosa porque Dios mío, (…..) todavía no está tan bueno. Pero ahora yo tengo un gran desafío, más un gran desafío, aprender bien español porque la iglesia de mi futuro esposo son todos hermanos hispanos, no hay ningún brasileño. Entonces yo tengo que aprender a hablar bien español. Estoy muy feliz, muy contenta por estar aquí. Y quería invitarlos a abrir vuestras Biblias en el Libro de Ester, libro de una mujer que tiene una historia bien bonita y yo estoy segura que esa historia de Ester se asemeja mucho a tal vez, a historias de nosotras. Yo pienso que cada uno de nosotras que no llegamos tal vez a formalmente ser una reina pero tenemos una historia bien parecida, bien semejante a lo que esta mujer pasó, una historia de desafíos, una historia de tantas conquistas, una historia de coraje, una historia de mucha determinación, una historia de ser escogida por Dios para hacer algo muy grande. Yo no sé si vamos a seguir hablando con eso aquí porque yo me muevo, yo no consigo estar parada. Pero es una historia seguramente habla mucho en nuestros corazones.
Yo vengo como Meche dice, yo soy brasileña, nací en una región bien caliente de Brasil que es la región nordeste, una región de muchas playas, playas muy bonitas, vengo de una familia cristiana, vengo de familia de mi abuelo que ya duerme en el Señor, fue un pastor, mi pastor, mi abuela, una mujer de Dios la cual me enseñó muchos principios bíblicos, principios morales. Vengo de una familia que mis padres son cristianos, primos, tíos, primas, son pastores y vienen de una familia que gracias a Dios tuve la oportunidad de entender, de aprender sobre la palabra de Dios. Nací en una iglesia bautista en Brasil, toda mi familia es bautista y aprendimos mucho y yo glorifico al Señor porque Dios en todas las cosas, él tiene un propósito en nuestra vida, mismo para esta lucha que usted tal vez hoy esté aquí muy bonita, muy arreglada, muy perfumada y tal vez las personas la miren a usted y digan, pero que la hermana está tan bonita, la hermana está tan linda, está oliendo tan bien, pero que solamente Dios sabe cómo está su corazón. Porque solamente Dios puede sondar nuestro corazón, solamente Dios puede sondar nuestra alma, solamente Dios tiene el poder de mirar para adentro de uno y decir así…., mira, no, no puedo Marlene, sorry, no funciona, conmigo no funciona. Perdón. Yo me siento muy parada. Y solamente Dios tiene el poder de mirar a uno adentro, aquel lugar que nadie puede mirar, alguien puede ver su apariencia, su manera de ser, su manera de hablar, pero solamente Dios puede sondar lo que hay en su corazón. Solamente Dios puede saber lo que hay adentro en un recóndito bien escondido de su corazón. Tal vez usted ya compartió, tuvo la oportunidad de compartir muchas cosas como mucha gente pero hay algo dentro de usted que estará muy escondidito, que nadie sabe, pero yo quiero decirte que el Señor sabe.
Y el tema que usamos para estar ministrando en esta mañana es entiendes hacia dónde te encamina Dios? Hay caminos que el Señor tiene trazados para nosotros, que no tenemos cómo entender, no tenemos y por más que tratamos de entender no vamos a llegar a una conclusión hasta que Dios nos lleve al camino que él nos tiene, al lugar que él nos tiene determinado para llegar. Tal vez usted como yo tiene una historia, tiene una experiencia tal vez un tanto dolorosa, amarga, un poco triste, pero yo estoy segura de lo que les digo en este día, en esta mañana, que el Señor tiene el control. Dios nunca perdió ni perderá el control del camino al que él está llevándote. Nunca, nunca, nunca el Señor siempre tendrá el control.
Y esta historia que yo quería compartir un poquito con ustedes en este día está en Ester, capítulo 4, versículo 13 y 14. Ustedes me entienden bien? Sí? Que bueno, el Señor es bueno. Ester 4, 13:14 dice así;
“…. Entonces dijo Mardoqueo que respondiese a Ester, no pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío porque si callas absolutamente en este tiempo respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos, más tu y la casa de tu padre pereceréis. Y quién sabe si para esta hora ha llegado al río…”
Pero la pregunta que Mardoqueo su tío, su tío primo estaba haciendo, tenía mandado, algún que le preguntara a Ester y Ester, su nombre significa en la cultura persa, estrella, su nombre en hebraico era Jadasa, quiere decir una pequeña murta, un pequeño arbusto de flores perfumadas, símbolos de cosas muy agradables. Y Ester era una muchacha como nosotros, yo pienso que todas ustedes ya conocen esa historia de Ester, una muchacha que no tenía padres, que era huérfana de padre y de madre y que su tío primo Mardoqueo la corrió para criar, para educar y la palabra del Señor dice que Mardoqueo cuando tomó a Ester para educarla, para criarla, yo creo que Mardoqueo como hombre de Dios, como hombre que conocía al Señor, como hombre que temía al Señor, en lo hondo de su corazón, en su alma él entendía, en creía que Dios tenía un propósito muy grande para Ester, para Jadasa.
Y eso tanto nos prueba en la palabra de Dios que cuando Mardoqueo, cuando aconteció el problema que aconteció con la reina Vashtí, que era la esposa del rey Asuero, aquel rey en aquella provincia, una provincia muy, muy rica, muy grande, Asuero era un rey que tenía un gran poder sobre grandes provincias, sobre grandes ciudades y la palabra del Señor dice que Vashtí, como esposa del rey Asuero era fue invitada para comparecer, para que se presentara delante del rey. El rey que era su esposo, Asuero. En aquel tiempo cuando un rey invitaba a alguien para que se presentara delante de él nadie podía negar a un pedido del rey. Un pedido del rey no era como un pedido, más era como un mandato, tu tienes que presentarte y Vashtí como su esposa no podría salir de esas reglas porque como esposa más todavía tenía que obedecer, tenía que estar complaciendo a su esposo. Y ella fue llamada para presentarse delante del rey Asuero y de los príncipes de aquella ciudad, de aquella provincia y ella se negó a ir. Y ese mal ejemplo de la reina Vashtí para aquel pueblo, para el rey y para sus súbditos sonaba como un gran mal ejemplo. Por qué? Porque Vashtí como reina, ella no podría darse el luja de desobedecer al mandato de su esposo, porque antes de ser esposo él era un rey. Entonces ella no podría negarse a presentarse delante de él. Y cómo mal ejemplo? Los súbditos del rey, empezaron a reivindicar al rey, que ella tenía que ser castigada y el castigo más grande para ella sería perder su corona. Ella no sería más reina en la provincia, ella no sería más la esposa del rey Asuero.
Y eso trajo grandes consecuencias para la vida de la reina Vashtí porque primero ella entró por un camino que nosotros conocemos mucho, que cuando desobedecemos, la desobediencia trae grandes consecuencias. La desobediencia en cualquier área de nuestra vida trae grandes consecuencias, trae grandes resultadas que muchas veces no son tan buenos, son marcas en nuestra vida y la reina Vashtí perdiendo su corona, perdiendo su reinado, el rey dictó un decreto para que fuesen invitadas muchachas jóvenes, bonitas, preciosas para que se presentaran del rey Asuero, y sería escogida una, una que sería la futura reina, que substituiría el lugar de la reina Vashtí, que tenía ya perdida su corona.
Y la palabra del Señor dice que cuando Ester a pesar de ser una muchacha huérfana, a pesar de no tener padres, de haber sido criada por su tío Mardoqueo, Ester, lo que le llama la atención en esa historia de Ester, muchas cosas me llaman la atención pero que lo que me llama la atención en ese ejemplo de Ester es que Ester ella no puso excusas, ella no puso excusas para decir, no, yo soy una pobre muchacha, yo soy huérfana, yo no tengo padre, yo no tengo madre, yo fui criada por mi tío, tal vez yo no tengo una buena formación académica para la universidad, yo no tengo muchos conocimientos, pero una cosa que me llama la atención en Ester, sabe qué es, es la obediencia. Ella escuchó a su tío Mardoqueo que era un hombre de Dios y estoy segura que estaba dirigido por el espíritu de Dios, y ni una sola vez en el libro de Ester, es mencionado el nombre de Dios. Pero nosotros podemos ver la acción de Dios, la mano de Dios allí en la vida de Ester, de una manera poderosa.
Y muchas veces nosotros nos preocupamos muchas veces con el nombre y nos olvidamos que el Dios está allí. Fue hablado aquí por Ana y yo me identifico mucho con Ana porque pasamos historias en nuestras vidas de criar a nuestros hijos solas y pasamos un tiempo muy apegadas con Ana cuando vivíamos aquí en (…) cuando yo congregaba en esa iglesia, y podemos ver que Dios cuando está en silencio no es porque él está ajeno a nuestro dolor, no es porque él está ajeno a aquello que estamos pasando o sintiendo. No, yo puedo decir que eso para ustedes con mucha particularidad, con mucha prioridad, porque yo tengo pasado y pasé por caminos, yo atravesé muchos valles, porque yo sé que antes de llegar a una montaña el Señor siempre nos va a conducir a pasar por un valle, siempre hermanas, siempre. Nunca se olviden de eso. Siempre antes de llegar a una montaña, hay un valle que tenemos que atravesar. Y este valle muchas veces, el valle es un lugar que nadie quiere estar, nadie quiere estar abajo, nadie quiere estar sola, nadie quiere estar triste, nadie quiere estar con necesidades, nadie quiere sentirse rechazada pero muchas veces nosotras, todas nosotras pasamos por ese valle, pasamos por el valle de la soledad. Cuanto tiempo que yo pasé por el valle de la soledad: 18 años ahora en agosto van a hacer que estoy divorciada, 18 años sola, sola, solita. Pero solita, solita, 18 años que nunca ni un hombre me miró.
Mi mamá cuando venía aquí todos los años decía así: mi hija, yo no consigo entender porque, no sé cómo se dice en español la palabra (…) aquella ave que tiene los ojos bien grandes que está por la noche. Lechuza. Guau! Qué diferencia. En Brasil tenemos un dicho que dice la lechuza no cree que sus hijos son feos. Ella cree que son los más lindos y en Brasil está ese dicho. Y mi mamá decía así, pero yo no consigo entender cómo es que usted, una mujer tan bonita, es mi mamá….. tan bonita, tan inteligente está sola todo ese tiempo. Será posible que en este país no tenga un hombre que mire a usted. Y yo le decía, mami, no te preocupes porque todo tiene su tiempo. Todo tiene su tiempo. Como fue dicho aquí por Ester, como fue leído aquí en la palabra en Eclesiastés, capítulo 3, hay un tiempo para todo. Hay un tiempo para llorar, pero hay un tiempo de reír, hay un tiempo de plantear, pero hay un tiempo de gozar en el Señor. Hay un tiempo, hermanas, hay un tiempo para todos los propósitos debajo del cielo. La palabra del Señor es muy enfática, es muy firme en eso, hay un tiempo para todo.
Y Ester tuvo que pasar por ese tiempo, un tiempo de preparación. La palabra del Señor dice que Ester cuando se alistó para estar allí con las otras muchachas que fueron escogidas por el rey Asuero para ser la futura reina, Ester tuvo un tiempo de 12 meses de preparación, 12 meses de preparación. Tenía que preparar su cuerpo, con aromas, con tantas cosas para que cuando llegara el tiempo de presentarse delante del rey. Pero Ester no tenía la certeza, la convicción que sería ella la escogida. Ella no sabía. Pero Ester al tiempo que fue determinado, los 12 meses, un año, ella hizo su parte, ella se preparó, ella se preparó para presentarse delante del rey. Y cuando fue a presentarse delante del rey, aquella persona, aquella muchacha que el rey extendiera el cetro sería la escogida, y tenía que ser presentada delante de él. Y Ester estaba delante de aquella muchacha, era un gran desafío.
Y lo que me llama la atención aquí es que Ester no puso la excusa del rechazo, ella no puso la excusa de la soledad, ella no puso la excusa de complejos que tenía, ella no puso la excusa de frustraciones, de traumas que cargaba sobre ella, que tal vez algunas de nosotros cargamos en nuestras vidas, cargamos la frustración de que queríamos alcanzar un nivel profesional más grande y no pudimos alcanzar por falta de recursos financieros, por falta de oportunidad, pero Ester no puso excusas delante del gran desafío que estaba delante de ella. Y lo que me llama la atención es que Ester aún sin poner excusas, ella sabía que delante de ella el Señor estaba dándole una gran oportunidad, estaba delante de ella un gran desafío.
Cuantas de nosotras no enfrentamos desafíos en nuestras vidas. El desafío de llegar a este país, llegar aquí, romper la barrera del idioma, el inglés, que hasta hoy estoy tratando de aprender. Pero antes de llegar a los 90 años yo voy a aprender perfectamente. Yo estoy segura de antes delos 90 yo voy a llegar, Marta, a hablar un inglés así, sin barreras, sin barreras, sin barreras.
Pero hay tantos desafíos delante de nosotras. Está el desafío del idioma, el desafío de los biles que tenemos que pagar todos los meses y muchas veces el dinero se queda un tanto corto para pagar. Las responsabilidades, la familia que dejamos en nuestros países para ayudarlos. Hay tantos desafíos. Y muchas veces el desafío que todas nosotras pasamos cuando llegamos a este país es el desafío de la soledad. Muchas veces nos sentimos solas, yo me acuerdo que cuando antes de que llegaran mis hijos, Meche, yo venía a la iglesia, yo cantaba en la alabanza y yo venía para los dos servicios, porque yo decía, no, yo tengo que quedarme, si hubiera un tercer servicio yo me quedaba, porque yo no quería estar sola. Yo no quería estar sola y me quedaba aquí en el primer servicio, llegaba temprano a las 8.30 y estábamos aquí orando, preparándonos, veníamos para los ensayos y estábamos aquí. Cuando terminábamos los servicios siempre tenía algo que para almorzar, para comer. Wanda cocinaba arroz con (…) que me fascina, arroz con frijoles negros. Yo aprendí a comer comida hispana y yo les aseguro que yo la amo. Y siempre teníamos algo para hacer y después cuando yo volvía para la cosa donde yo estaba viviendo, para mi cuarto, yo me sentía a veces muy sola, porque yo sentía parte de mis hijos. Pero existía una promesa de Dios pero existía delante de mi también un desafío de vencer la soledad, de luchar para traer a mis hijos a este país porque existía una promesa.
Sabe una cosa que nosotras, hermanas, nunca podremos olvidar es que mismo que delante de nosotras tengamos muchos desafíos, tengamos muchos gigantes que se levanten delante de nosotros, como se levantó el gigante Goliat delante de David. David no temió, no tuvo miedo, David enfrentó, más David lo enfrentó, sabe por qué? Porque David sabía que delante de David estaba el Señor, delante de él tenía al Señor, existía el desafío del gigante pero existía también la presencia de Dios que era sobre la vida de David, que este presencia, esta unción es lo que le dio fuerza y coraje para que David pudiera enfrentar a aquel gigante en el nombre del Señor. Entonces hay muchos desafíos delante de nosotros, hay tantas cosas que pasamos. Cuántas de nosotros fuimos rechazadas. Yo vi de una historia de un casamiento, yo fui casada con un pastor, mi esposo era pastor, el papá de mis hijos en Brasil, y yo tuve 3 hijos.
Pero antes de llegar a ese casamiento, yo pasé por muchas cosas. Yo pasé por experiencias que algunas de las hermanas aquí saben un poco de mi testimonio. Yo, con dos años de edad, yo fui acometida de autismo y de epilepsia. Yo era autista. Yo no hablaba, hermanas. Mi mamá dice que hoy yo hablo demás. Hoy tiene que mandarme a callar. Pero hasta los 15 años, Diana, yo no hablaba, yo tenía principios de autismo. Yo tomaba remedios controlados por un psiquiatra, por neurólogo. Yo tenía un acompañamiento de psicólogos de mi país. Yo no hablaba.
Pero hermanas, lo que yo quiero traer para ustedes hoy en este día, y yo quiero que ustedes tengan eso bien claro en sus mentes y en sus corazones, hay una promesa de Dios sobre nosotras. Hay una promesa de Dios sobre nuestros hijos. Hay una promesa de Dios sobre tu familia. Hay una promesa de Dios sobre tu matrimonio. ¡Aleluya! Y el Señor no se olvidó de ninguna de las promesas que le hizo, ninguna. Yo usted nos podemos olvidar de las promesas que escuchamos 20 años atrás, a 15 años atrás, pero el Señor no se las olvida a ni una sola palabra. Ni una sola palabra el Señor se olvida. Aquello que le tiene prometido va a hacer, y hermana, cree que él lo va a hacer.
Pero hay una cosa que yo tengo aprendido con el Señor, que entre el cumplimiento de la promesa hay un tiempo de preparación de Dios. Dios no nos va a dar nada a nosotras si antes no nos preparamos para estar listas para recibirnos. Dios nos va, Dios va a permitir. No es porque él sea malo, no es porque sea un Padre que nos olvida, no es un Padre que le gusta ver a sus hijos sufrir. No, el Señor es un buen Padre. Es un Padre maravilloso y la propia palabra del Señor nos dice, pueden tu padre y tu madre abandonarte, rechazarte, pero que el Señor nunca te olvidará. El Señor nunca nos olvidará, hermanas. Tenemos que tener eso bien claro en nuestra mente, en nuestra alma, en nuestro espíritu, en nuestro corazón. Usted puede estar pasando por un momento de valle, ahora, muy difícil. Está pasando por una prueba dura en su matrimonio, tal vez como yo, fue rechazada una vez. Cuando mi esposo se fue yo tenía 24 años, yo tengo 41, este año en octubre yo cumplo 42 años y estoy 18 años sola. Pero el Señor tiene cuidado de mí. El Señor no se ha olvidado de mí. Y hermanas, yo puedo decir que fui rechazada por mi esposo, pero nunca fui, nunca seré rechazada por el Señor. ¡Aleluya!
Saben por qué? Hay una promesa de Dios, hay un palabra de Dios, hay una palabra de un hombre que es todopoderoso, que cuida de nosotras, en los mínimos detalles, las mínimas cosas, el Señor cuida de nosotras. En todo, aquello que a nosotros nos gusta vestir, aquello que a nosotros nos gusta comer, el Señor cuida de nosotras.
Y existía una palabra cuando mi mamá estaba embarazaba, esperando porque yo soy la primera de 6 hijos que mi madre tiene. Y yo soy la primera hija y cuando mi mamá, dice, que cuando estaba embarazada el Señor (usó un pastor que ella duerme en el Señor) y le dijo a ella, la niña que está en tu vientre será una misionera, predicará mi palabra y donde ella no pudiera llegar, su voz llegará. Existía una palabra de Dios empeñada sobre mi vida. El salmo 139 nos dice que el Señor nos sonda y nos conoce y él nos conoce, no ahora que estamos crecidos, o grandes. Él nos conoce antes de que seamos formados, en el vientre de nuestra madre. Él ya nos conocía. Él sabía cómo sería cada una de nosotras, nuestras características, nuestra personalidad, nuestro temperamento, nuestro nombre, el color de nuestros ojos, cómo sería nuestro porte físico, tal vez como yo sea fuertemente elegante, porque yo no soy gorda, yo soy fuertemente elegante. (….) fuertemente elegante, dónde están? Dónde están? Porque yo no acepto que me llamen gorda, yo no soy gorda, yo soy fuertemente elegante. Un poquito de barriga pero (…)
Pero el Señor hizo una honra muy grande en mí, ¿saben por qué? Porque yo llegué un size 22 W. y ahora estoy en 16 y 14 W. Pero hubo un camino que yo tuve que pasar. Hubo un camino, hubo un camino. Y yo quiero volver a lo que estaba hablando antes, que cuando yo nací, con dos años de edad yo fui acometida de esa enfermedad y mi mamá decía, si Señor, dónde están las promesas que tu me hiciste cuando mi hija estaba en mi vientre? Tu dijiste que mi hija sería una predicadora de tu palabra y ella predicaría tu palabra, y ella no habla. Ella no habla. Mira como las cosas son, hermanos. Dios muchas veces va a permitir situaciones en nuestras vidas que van a contradecir la palabra que él nos dijo. Ustedes están entendiendo? Dios te va a hablar de alguna forma, te va a hacer una promesa pero las circunstancias que nos rodean van a tratar de llevarnos a creer que eso no va a ocurrir. ¡Aleluya!
Yo siento el espíritu de Dios que el está hablando con alguien aquí en esta mañana. Mire, hermana, tu puedes estar pasando por circunstancias, por situaciones que estén tratando de avalar tu fe, avalar tu confianza, tu convicción en el Señor, pero yo quiero decirte hoy con la autoridad del Señor, hay una palabra de Dios sobre tu vida, hay una palabra de Dios sobre tu matrimonio, hay una palabra de Dios sobre tus hijos, hay una palabra de Dios sobre ministerio que él te tiene que entregar.
Hay una palabra de Dios, no es la palabra de cualquier persona, es la palabra del Señor. La palabra del Señor dice que el Señor tiene su tiempo, hay tiempo de restauración, pero yo quiero decirte, antes de Dios hacer cualquier obra a través de tu vida, sabe cuál es la primera obra que él quiere hacer en tu vida, antes de que tu puedas ser usada por el Señor él quiere sanar tu vida, él quiere sanar tus heridas, él quiere que tu perdones.
Yo me recuerdo cuando llegué a esta iglesia, yo traía dentro de mí, a pesar de ser cristiana desde que nací, yo nunca conocí nada del mundo, yo nunca bebí, yo nunca fumé, yo nunca hice nada que el mundo ofrece, porque vengo de una familia cristiana y yo traía dentro de mí una magua muy grande: amaba a mi esposo, el papá de mis hijos, me había dejado por la tesorera de la iglesia, se había ido con la tesorera y me había dejado con 2 hijos y uno en mi vientre. Yo estaba esperando a mi hijo chiquito, Felipe, que hasta hoy no conoce a su papá. Tiene 16 años y pueden creer que he tenido una tarea tan difícil, tan ardua pero el Señor ha estado allí conmigo, de trabajar en la vida de mi hijo, de ministrar la vida de mi hijo, que mi hijo no vaya a cargar sobre él un magua de su papá. Él no va a cargar ningún rechazo contra su papá, más él lo va a amar igual aunque él lo abandonó. Porque el Señor nunca lo abandonó. Oh ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Y yo traía, cuando llegué a esta congregación un dolor tan grande en mi alma, porque mi papá, cuando mi esposo se fue yo no tenía un lugar para vivir, con mis dos hijos y estaba embarazada, yo fui a casa de mi padre y mi padre un día, pegó todas ropas, ropas de mis hijos, en medio de la sala, y dijo, yo no te quiero más aquí porque yo no tengo ninguna obligación de cuidar, de sustentarte, yo ya te crié y yo no tengo obligación de criar a tus hijos. Y yo me acuerdo que en aquel día, yo iba a coger mis ropas, coger mis hijos y yo iba para la calle. Yo no iba para la casa mi familia, yo iba para la casa de nadie, yo iba para la calle. Pero yo estaba segura que el Señor iría a abrirme una puerta porque el Señor, como dicen ustedes aprieta pero no ahoga. Él permite la prueba para probarnos pero nunca nos va a abandonar, nunca, nunca el Señor nos va a abandonar.
Y yo me acuerdo que aquel día mi mamá dijo así, donde no caben mi hija y mis nietos yo no quepo, y mi papá recapacitó y allí me quedé en la casa de él casi 5 años y 6 meses, viviendo en aquella casa y Dios estaba trabajando en mí, porque yo dependía primeramente totalmente del Señor y de mi padre para comer, para vestir, yo y mis hijos. Y yo pasé por aquel valle y yo decía, Señor, dónde están tus promesas? Señor, dónde estás? Yo cargaba dentro de mí un magua de papá de mis hijos, de mi padre, porque ahora cuando yo más lo necesitaba mi papá quería abandonarme.
Y yo llegué a esta iglesia, Meche, yo me acuerdo el nombre de la pastora, una pastora portorriqueña, alguna cosa como Colón. Alguna cosa así, Ronda Colón, esta mujer, nunca me voy a olvidar de ella. Dios me habló tan fuerte en aquel retiro que la mujer salió del lugar que estaba, en la plataforma predicando y fue donde yo estaba. Pero hermanas, existía un dolor en mi pecho y yo decía, yo golpeé mi pecho y decía, Señor, arranca este hoyo que tengo, Señor, arranca esa magua, yo necesito perdonar al papá de mis hijos y a mi padre. Yo no puedo cargar este muerto dentro de mí. Porque la falta de perdón, hermanas, es un muerto que uno carga, es un peso que uno carga que no es de uno, que no pertenece a uno. Y yo cargaba y yo golpeaba mi pecho y le decía, Señor, Señor, yo quiero servirte. Señor, yo quiero desenvolverme en tu casa. Señor, yo quiero dar frutos para ti, pero siempre que yo quería buscar a Dios, estaba aquel recuerdo en mi mente, tu tienes que perdonar a tu papá, tu tienes que perdonar a tu esposo.
En aquel día Dios usó a la pastora Wanda y fue donde yo estaba y decía, hoy el Señor te libera de estas cadenas, hoy el Señor te libera y tu vas a fructificar, tu vas a crecer porque yo tengo una obra en tu vida. Pero yo necesité buscar eso, lo que necesitamos muchas veces nosotras es que cargamos dentro de nosotras traumas del pasado, recuerdos del pasado, y que muchas veces son impedimentos, son piedras que están delante de nosotros, impidiéndonos pasar, de pasar fronteras, de pasar cosas que el Señor tiene establecido para nosotras. Es como si fuese esa marca, esa línea aquí, hay una línea, esa línea está diciendo que hay un límite aquí.
Pero yo necesito traspasar ese límite, yo tengo que atreverme a pasar ese límite, yo tengo que tener fe, yo tengo que tener fuerza, yo tengo que tener determinación para pasar eso. Si yo quiero avanzar, yo sé que yo puedo avanzar, yo necesito romper los límites. Los límites que muchas veces son colocados sobre nuestra vida, no por el Señor, más muchas veces por el diablo, por el diablo que nos pone límites que dicen así, tu no vas a pasar de aquí, te vas a quedar aquí, viviendo con ese problema, viviendo con ese rechazo, viviendo esta falta de perdón porque el sabe, ¿saben qué? Que el potencial de Dios que hay sobre tu vida, él sabe que el llamado que el Señor tiene sobre tu vida y el no quiere que ninguna de nosotras avancemos, más el papel del diablo es matar, robar y destruir. Mata tus sueños, matar tus sueños, el sueño de superarse, el sueño de ser una mujer llena del espíritu de Dios, el sueño de ser una mujer usada por Dios.
Muchas veces nosotros pensamos que mujeres usadas por Dios es solamente quien predica, es solamente quien canta. No, tu eres una mujer usada por Dios. Saben por qué? El Señor te quiere levantar como intercesora, como una mujer que puede tener una palabra para ayudar a otra hermana. Tu puedes ser una mujeres que vaya a ayudar a tu hermana a llevar esta carga, que esa hermana está llevando y que muchas veces se encuentra sin fuerzas para llevarla.
Y yo, cuando el Señor me liberó, cuando yo abrí mi corazón le dije al Señor, yo perdono al papá de mis hijos. Señor, yo perdono a mi padre porque me abandonaron. Pero el Señor nunca me abandonó. Él sabe lo que nosotros necesitamos y necesitamos entender que tenemos que tener una relación de padre e hijo con el Señor. Nosotros debemos poder vencer esas cosas, esos límites que nos son impuestos, sabe cuándo? Cuando entendemos y creamos una relación de padre e hija. Principalmente nosotras mujeres tenemos una carencia afectiva muy grande, nosotras fuimos hechas por el Señor para que seamos amadas, para que seamos cuidadas, para que seamos protegidas, pero nosotras no podemos esperar eso simplemente de hombres, del esposo, del marido, del hijo, nosotras tenemos que esperar eso primero del Señor.
Por qué? Yo fui abandonada, pero yo no me quedé postrada delante de ellos. El Señor me dio fuerzas para romper, el Señor me dio fuerzas para pasar por esa prueba y yo puedo asegurarles, hermanas, que no fue fácil, fue bien difícil. 3 hijos, sola, venir para este país, crié mis hijos prácticamente sola, porque solo tengo una hermana aquí y estaba muchas veces pasando por problemas de enfermedad, pero el Señor me dio gracia, el Señor me capacitó para poder vencer.
Como capacitó a Ester para llegar a donde Dios quería llevarla. Dónde Dios quería llevar a Ester? Ester sería la mujer, la muchacha usada por Dios para salvar todo un pueblo, el pueblo judío. El pueblo judío, el destino de aquel pueblo el Señor tenía colocado delante de Ester. Y Ester segura que no conseguía entender por qué camino el Señor estaba llevándola, pero una cosa, hermanas, Dios nos lleva a un camino y este camino nos va a llevar a victoria, este camino nos va a llevar a bendición, este camino nos va a llevar a un camino de unción de Dios, de presencia de Dios en nuestra vida. Nosotros podremos ser probados, sí, mientras estemos en este mundo, vamos a ser probadas. El Señor nos dice que el Señor nos prueba en la jornada de la aflicción. Somos probadas como oro. Por qué? Porque hay en nosotras algo sublime, algo especial dado por Dios y que el Señor para que eso pueda desabrochar, para que eso pueda salir tenemos que ser probadas por el Señor.
Y yo me acuerdo que cuando yo liberé el perdón para mi padre, para mi esposo, las cosas en mi vida ministerial empezaron a aparecer, a crecer, a desenvolverse en mi vida. Yo empecé a crecer más en el Señor, yo dejé de ser una persona amargada, y pasé a ser una persona feliz con el Señor, no mirando las circunstancias que me rodeaban, la falta de dinero, la escasez, pero yo sabía que el Señor esta allí, el Señor estaba allí, porque yo sabía, yo no estaba entendiendo por qué camino el Señor me estaba llevando, pero yo me dejé llevar por el camino que el Señor me conducía. Porque lo que nosotros tenemos que entender es que aunque no consigamos entender por qué estamos pasando por eso, nosotras tenemos que tener bien claro que el camino que estamos yendo es en la dirección del Señor, nos va a llevar a un camino de bendición, nos va a llevar a un camino de bendición, nos va a llevar a un camino de crecimiento, nos va a llevar a un camino de tener experiencias con el Señor.
Y con 15 años el Señor me sanó, el Señor me sanó, empecé a hablar, pasé por todo un proceso. Aplaudo al Señor porque él es digno. Solo él podía hacer eso hermanos. Y yo era una muchacha que mis padres dicen que los médicos decían para ellos y para mis abuelos, que no esperasen nada de mí porque yo no sería normal como mis hermanos, yo no iba a hablar, yo no iba a estudiar, yo no iba a tener hijos. Mira, mira, como el diablo es mentiroso. Mira como el diablo es mentiroso, hermanos.
Cuantas veces el diablo tiene dicho muchas veces delante de nosotros que nosotros no vamos a conseguir, nosotros no vamos a alcanzar, que nosotros no podemos. Son mentiras de él. Nosotros podemos porque podemos todas las cosas en Cristo que nos fortalece, que nos fortalece el Señor. Usted puede estar pasando por un problema hoy, grande, en su vida, pero no deje que ese problema, no se postre delante de ese problema, no se postre delante de él. Yo sé que los problemas muchas veces nos afligen y afligen nuestras emociones, nuestro corazón, nuestra alma, lloramos, nos quedamos tristes, pero no se quede postrado delante de ese problema, luche, luche. No se rinda. Nosotras mujeres tenemos un poder dado por el Señor, somos persistentes. Nosotras somos persistentes. Si estamos fuertemente elegantes queremos quedar flaquitas. Luchamos. Ustedes no saben el esfuerzo que yo tengo hecho para bajar de peso. Dios mío. Dios mío. No se imaginan. Y a mí me encanta comer. Me encanta, me encanta, me encanta. Yo digo siempre, el siervo de Dios me fue hecho para dos cosas, dar gloria a Dios y comer. Porque lo que el creyente no toma, creyente come. No entendieron? Lo que nosotros como cristianos no tomamos, comemos. Ahora entendieron. Comemos porque es bueno comer. (……………………….. caminar, caminar y caminar). Y aguanta ni quedar en pie pero nos gusta comer.
Y yo pasé por todo ese proceso cuando salí de aquí de Boston el Señor me llevó para New Jersey, para Nueva York, yo fui a trabajar con el ministerio de mujeres, pasamos 5 años y allá el Señor me hizo pasar por otro valle. Me pasó por un valle bien duro, que yo pensé que no iba a conseguir pasarlo. Yo tuve cáncer hace dos años en la garganta, en la tiroides. Todo mi pelo se cayó, me quedé en size 22, me quedé con 250 libras. Imagínenme a mi en ese tamaño. Imagíneme a mí, bajita con 250 libras. Era una bola caminando, una bola. Y pasé. Cuando aquella doctora me dijo que yo tenía cáncer en la tiroides, hermanas, yo les puedo asegurar que yo pensé que en aquella hora vinieron todas las promesas del Señor en mi mente, y yo digo, Señor, yo no acepto eso. Eso que el doctor está diciendo, eso no es tu palabra sobre mi vida. Sobre mi vida una palabra del Señor, es una promesa, es una promesa. Y yo digo, Señor, yo no acepto eso, yo tengo mis hijos para criar, yo tengo Señor, muchas cosas para hacer en tu obra, en tu casa, yo no puedo.
Y hermanas, yo salí de aquel hospital con un diagnóstico de cáncer y la doctora dice, usted va a tener que tomar las medicinas orales porque estaban al principio y ella vio que yo no estaba todavía preparada para hacer una quimioterapia directa. Y yo le dije, doctora, yo no estoy preparada para quedarme sin pelo, yo no estoy preparada para eso. Y ella dijo, nosotros vamos a tratar de darte la medicina oral. Pero va a ser el mismo efecto de la quimioterapia. Y yo dije, por lo menos no me manden para el hospital a hacerme quimioterapia porque yo no estoy preparada. Y ella pasó las medicinas, me hicieron muchos exámenes y se constató y empecé a tomar la medicina, y esas medicinas me daban muchas nauseas, muchas ansias de vómito, muchos calambres en las piernas. Yo tenía en el servicio en la iglesia predicando, cantando y eran tantos calambres que yo fui a recostarme en un lugar, yo me podría haber caído. Y pasaron sí, y yo pasé 6 meses con ese diagnóstico sin decirle a nadie. Mi mamá no sabía, mi hermana no sabía, mis hijos no sabían, mi pastor no sabía. Y 6 meses, yo digo, Señor, yo voy a hacerte una prueba. El Señor nos dice que nosotros podemos hacer pruebas de ti y ver que eres bueno. Y yo digo, Señor, yo tengo promesa y tu palabra dice que quien tiene promesa del Señor no muere antes que la promesa se cumpla. Es palabra de Dios.
Lo nos falta a nosotros saben lo que es muchas veces, hermanas? Es conocer la palabra y reivindicar lo que tenemos derecho de la palabra. La palabra del Señor es para nosotras, es para que tomemos posesión de ella, es para hablar, es para reivindicar, Señor, yo soy tu hija. Señor, hay una promesa tuya en mi vida. Hay una palabra tuya en mi vida. Yo no acepto esta situación. Pero que muchas veces cuando vienen las luchas nos acomodamos. Ay, yo estoy con cáncer, yo sé que voy a morir. Y nos postramos en un sillón y nos quedamos esperando la muerte con la boca abierta, sin comer, eso es peor, porque comer es bueno, sin comer.
Yo digo, no, yo no me voy a poner aquí en este sillón con la boca abierta y sin comer, mucho menos. Ahora que voy a comer, quiero ser mujer con la barriga llena. No voy a parar de comer. Pero pasé por la prueba, 6 meses después estaba en mi iglesia, en la oración de la madrugada, de 10 a medianoche que todos los días teníamos (…) esa oración y yo estaba llorando tanto, tanto en aquel día, yo lo estaba pasando tan mal, tan mal, y yo le digo Señor, será que yo voy a amanecer el día de mañana de tan mal que yo me sentía? El pelo ya se me había caído muchísimo. Tenía poquito pelo porque yo siempre tuve mucho pelo y me asustaba, y aquellos dolores que yo sentía, digo, Señor, ayúdame. Y los hermanos me preguntaron, hermana, por qué su pelo está caído? Y yo decía, porque yo estoy con estrés. Y el estrés hace eso? Y yo digo, sí, hace. Pero yo dije, Señor, yo no voy a abrir mi boca porque hasta el último momento yo creo en los milagros, yo creo. Y Dios en aquella noche del lunes, usaba mi pastor, y decía así, (…) yo no sé lo que pasa pero el Señor me muestra que está sobre cuerpo una enfermedad y el Señor en esta noche quiere curarla, quiere sanarla. Miren hermanos, Dios nos conoce, hermanas. Él conoce hasta donde yo y usted podemos llegar a ir. Él sabe nuestras limitaciones. Él sabe hasta dónde soportamos. Y en aquel día Dios usó al pastor Fernando, era la noche, y me dice, mira, hermana (…) yo no sé lo que pasa. Y yo sabía en mi espíritu que el pastor sabía lo que pasaba conmigo. Pero él quería decir que yo tenía una enfermedad maligna, pero no tenía valor para decirme que el Señor le había rebelado a él el cáncer. Y cuando estábamos en un círculo con muchos hermanos orando yo dije al pastor, yo sé que no soy carne ni sangre que te reveló, fue el Señor porque yo tengo cáncer.
Hermanos, la cara de los demás se quedaron así, mirándome a mí. Y fue la época, hermanos, que yo más canté. Y muchas veces fui a cantar con dolores aquí que ustedes no se imaginan, aquí me picaba como si tuviese unas agujas, me picaba por aquí. Era mucho dolor y los días que yo estaba más mal, las noches que iba para la iglesia, para los servicios, eran los días que el pastor más me llamaba para cantar. Yo le digo, Señor, me va a matar hoy. Yo voy a morir aquí en ese altar, yo voy a morir cantando aquí. Era verdad, hermana, yo aseguraba así en el púlpito, yo decía, Señor, dame fuerzas para cantar. Y hermana (…) repite el himno. Y yo cantando y él, repite de nuevo. Yo digo, Señor, él me va a matar hoy. Hoy él me mata. Pero el Señor me estaba llevando por un camino de milagros, era el camino que Dios estaba llevándome, era el camino de milagro. Oh ¡Aleluya!
Y yo descubrí algo con el Señor, sabe cuándo nosotros tenemos más que cantar? Cuando la cosa está peor. Cuando las cosas se pusieron negras, mire hermana, abre tu bocota y empieza a cantar. No te preocupes si eres afinada, si eres desafinada. No te preocupes si tu voz es bonita, no te preocupes. Canta. Adora al Señor. El camino de la victoria, el camino de los milagros es tu adorar al Señor en medio de la prueba. Cuando las cosas se ponen feas empieza a adorar y di, Señor, yo no estoy entendiendo nada, yo no estoy entendiendo por qué estoy pasando por eso pero te quiero alabar, Señor, porque yo sé que tu tienes el control de esa situación, yo sé que mi marido no está en tu camino, no está en tu presencia, pero está en la palma de tus manos, Señor. Yo sé que mi hijo no está sirviendo, pero yo sé que es una promesa tuya sobre la vida de mi hijo y de mi hija.
He ahí que tenemos que adorar con Dios cuando todo está bien es fácil, es fácil, cuando tenemos el dinero para pagar el alquiler, la hipoteca, y para pagar el carro, para comprar la comida, para ir al mall y comprar una ropa, pero cuando no hay dinero, cuando no hay salud, no hay esposo, cuando no hay hijos cerca, cuando hay muchas luchas es difícil adorar a Dios. Pero en esta hora que el Señor quiere de nosotras un sacrificio. Oh el Señor no nos va a pedir nada que no nos cueste, hermanas. Porque el Señor muchas veces quiere ver en nosotras el sacrificio, la entrega que tenemos que tener. Cuando las cosas se ponen malas y difíciles ahí es hora de adorar al Señor, ahí es hora de glorificar al Señor.
Pasé todo ese proceso del cáncer y después de 9 meses cuando terminé todo el tratamiento yo volví al hospital universitario y ellos constataron que no tenía más cáncer en mi garganta. ¡Aleluya! Oh, hermanas aquel día fue el día más feliz de mi vida. Cuando yo hice aquella biopsia y la doctora dijo que no hay más cáncer en la tiroides, no vamos a necesitar operarte, no vamos a necesitar nada. Tienes que estar siempre haciendo chequeos, tienes que tomar tus medicinas todos los días en ayunas, tienes que cuidarte pero el período del cáncer desenvolvió en mi una diabetes. Miren hermanas, fuera el cáncer y tenía diabetes, yo digo, Señor, el Señor reprende si (….) porque es que la diabetes es la mujer del diablo. (….) que pastor, que dice así, mira, reprende esa diabla porque diabetes es mujer del diablo. Yo dije, es solamente eso lo que me faltaba. Es solamente eso lo que me faltaba. Diablo, diabetes, mira. El Señor reprenda.
Fuera! Yo soy propiedad exclusiva del Señor. Yo soy prioridad de él. Desarrollé una diabetes, hermanas, y empecé a tomar la insulina. Yo digo, Señor, yo no acepto insulina en mí. Yo no acepto, Señor, yo no acepto, yo no acepto, hermanas, yo llegué tan mal que estado de pre coma, me quedé internada 3 días en el hospital universitario y estaba allí luchando pero confiada deparando la palabra del Señor sobre mi vida. Pasé, hoy tengo que tomar, no insulina gracias a Dios, pero tengo que tomar mi medicina tres veces al día, tengo que cuidarme con la comida. Ay Dios mío, el arroz que tanto me gusta. Ay. Tengo que comer cada dos horas, siempre tengo que andar con una galletita, una frutita en mi bolsa, porque hay veces el azúcar baja mucho y hay veces que sube, pero estoy ahí. La diabetes no me va a parar. La diabetes no me va a detener de hablar del Señor. La diabetes no me va a callar mi boca. La diabetes ni ninguna enfermedad me va a dejar que yo diga que el Señor es bueno. Porque él es bueno. Con diabetes o sin diabetes, el Señor es bueno. Con lucha o sin lucha el Señor sigue bueno.
Entonces nosotros debemos, hermanas, tener claro en nuestra vida, en nuestra mente que el Señor nunca perdió ni perderá el control de nuestra vida. Usted puede estar pasando por un problema, Dios puede estar llevándote a un camino que tu ahora no estés entendiendo. Pero no murmure, no murmure. Ustedes entienden murmurar? Reclamar, no se queje al Señor. Alábelo, alábelo. El secreto es alabar al Señor. Señor, yo no estoy entiendo nada, está doliendo, Señor, está doliendo, porque quien quiere pasar por lucha, nadie quiere pasar por lucha. Pero muchas veces Dios permite la lucha en nuestra vida, no es para matarnos, no es para quedarnos postrados, sino para que podamos levantar nuestros ánimos, necesitar nuestra fe, declarar, usar nuestra boca. Porque muchas veces es más fácil reclamar que alabar al Señor, lo que es declarar una palabra.
Y el Señor quiere de nosotros hermanas, que podamos estar posicionadas delante de él. Estamos delante del problema y decir, problema yo sé que tu estás aquí. Problema, yo sé que tu estás en mi matrimonio; problema yo sé que tu estás aquí en la vida de mis hijos que tal vez estén en la droga; problema yo sé que tu estás en ese problema financiero que estoy perdiendo la casa, estoy perdiendo todo lo que construí con tanto esfuerzo, con tanto trabajo; problema yo sé que tu estás, pero yo quiero presentarte, problema, a mi Dios, a un Dios que es grande, que es mayor que tu, problema, y que me va a dar fuerza y me va a dar victoria. Eso es lo que tenemos que entender, hermanas, que el Señor está en el control, que el camino que él nos lleva nosotros podemos no estar entendiendo nada, ahora, nada, pero este camino que él te está llevando ahora va a ser un camino que en adelante, después que tu atraviesas este valle, el Señor tiene una montaña para (contrar). Y la montaña habla sabe de qué? De victoria, la montaña habla del lugar de destaque, la montaña habla de un lugar que eso llega en la montaña quien va escalando la montaña y subiendo, y subiendo, y subiendo. No es fácil subir una montaña, no es fácil, es difícil. Tiene que tener una preparación. Y el Señor está usando ese tiempo para prepararte para donde él quiere llevarte.
Las mujeres aquí en este lugar ahora, en esta congregación, mujeres que Dios va a levantar grandemente, usando a través de la palabra, a través de profecías, a través de cántico, de alabanza, mujeres intercesoras, y hermanas, no te preocupes por el título que tu vas a tener, no te preocupes por el título, preocúpate en ser una sierva del Señor, una mujer que entiende el llamado de Dios, una mujer está en la posición para obedecer al llamado de Dios, una mujer que teme al Señor, una mujer que ama al Señor, una mujer que quiere servir al Señor y hermanas, nosotras sabemos que el hombre, es la cabeza de la familia pero nosotros, las mujeres somos la columna espiritual. Qué hace la columna? Sustenta el cuerpo. La cabeza está aquí, nosotras nunca vamos a ser mayores que nuestros esposos, aunque tu esposo no sea cristiano, que sea un hombre que no sirva el Señor, él sigue siendo cabeza. Y nosotras tenemos que ser sumisas, tenemos que ser sumisas. La sumisión es un principio tremendo que si nosotros no respetamos y no necesitamos eso en nuestra vida vamos a tener problemas. La sumisión primeramente a Dios, a nuestros líderes, a nuestros pastores, a nuestro esposo, a nuestros jefes en el trabajo. Nosotros siempre tenemos que tener alguien que está siempre arriba de nosotros y entonces tenemos que ser sumisas.
Y una cosa que yo tengo aprendida del Señor, nosotras somos la columna espiritual, el marido puede mandar, el marido puede tener la última palabra porque tiene, pero nosotras a través de nuestras rodilla en el piso, orando al Señor, nosotras vamos a conquistar cosas tremendas, nosotras vamos a declarar sobre nuestros hijos. Hermanas, cuántos veces yo decía, Señor, será que yo voy a conseguir criar mis hijos? Es verdad. Diana, yo estaba mirando hace unos días atrás las fotos de mi esposo con mis hijos cuando llegaron aquí, chiquitos. Felipe tenía 6 años y yo decía, si el Señor me ayuda. Cuántos hermanos aquí en este congregación vistieron a mis hijos, inclusive Ela y el esposo, Ana, y tantas otros aquí, Marta, tanto que hicieron por mí, tanto que me ayudaron en la hora que yo necesitaba de la comida, en la comida que yo necesitaba del dinero. Meche, el pastor, tantos hermanos, Jeannette, tanta gente aquí en esta iglesia. Hermanas, yo pasé por ese camino para estar donde estoy hoy.
Sigo pasando mis pruebas, sí, pero no como antes, no como antes. El Señor me llevó por un camino y me tiene conduciéndome, yo sé que ese camino va a resultar en bendición para mi vida. Cuantas veces yo decía, Señor, será que nunca nadie me va a mirar? Dios mío. Señor, 18 años, abuela ya dentro de poco. Solita. Pero el Señor tiene preparado alguien para mí, un pastor viudo, un hombre de Dios, y el Señor…. Es interesante hermanos que cuando el Señor me trajo para esa iglesia yo decía, Señor, por qué yo estoy en esa iglesia que habla español. Yo aprendí a hablar español aquí, en esta iglesia, fue aquí con los hermanos, hablando portuñol, y los hermanos enseñándome. Eh, Maira, portuñol. Gonzalo me puso en alabanza. Y yo digo, Señor amado, cómo voy a hacer, Señor? Yo cantar en alabanza. Pero los hermanos tenían paciencia conmigo, me enseñaban y fue tan bueno el tiempo que yo pasé aquí.
Y hoy mira dónde el Señor me está llevando. Mis hijos están prácticamente criados, están todos los tres sirviendo al Señor. Hermanas, para mí esa es la más grande bendición que el Señor me podría dar. Mira, si el Señor no quisiera darme un esposo, yo me quedaba triste, pero bien. Si el Señor no quiere que yo bajara de peso, yo me quedaba triste, pero está bien. Pero la mayor alegría, la más grande alegría que yo tengo es saber que mis hijos sirven al Señor. Mi hija canta en la iglesia, mi hijo chiquito también trabaja en la iglesia, mi hijo más grande toca el teclado en la iglesia. Está lejos de mí, está viviendo en otro estado pero está firme con el Señor, sirviendo al Señor. Dios ha llevado a mi hijo a un proceso de fe muy grande. Está en el College, está estudiando y el Señor abrió esa puerta para nosotros y ahora recibimos la noticia, el mes pasado que el va a tener una beca durante 6 meses, no voy a necesitar pagar el College de él. Hermanas, eso es para mí una gran bendición porque yo sé, yo nunca perdí el foco en el Señor, mi (….) el Señor, y yo sé por caminos que él me permitió pasar que yo no entendí pero seguí, seguí, no me quedé postrada delante del problema. Ay, no tiene esposo, estoy solita abandonada, 3 hijos y ahora me voy a morir. No, no yo no me quedé así. Yo no me quedé así. Cuantas veces, Meche, veníamos para el servicio y yo estaba en la alabanza con las muchachas y bien alegre, y cuando el pastor después me llamaba para irnos al frente, para ministrarnos yo lloraba, lloraba, el Señor me ayuda, Dios me da fuerza porque yo no tengo fuerzas, Señor. Yo no tengo fuerzas.
Hermanas, nosotras no somos súper mujeres, no somos súper mujeres súper cristianas que tenemos muchas veces momentos difíciles en nuestras vidas, pero no podemos quedarnos delante de ellos.
La prueba produce esperanza
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Quisiera compartir algo con ustedes que me pareció muy curioso. Bueno no curioso, es algo bien real pero hace tiempo que no tocó un mensaje en este tono. Pero fue alguien que me enseñó este video en YouTube. ¿Cuántos de ustedes ven videos en YouTube? No me diga de qué, pero ¿cuántos de ustedes ven videos en You Tube? Marlene ¿Lo puedes agrandar que coja toda la pantalla? Abajo en la esquinita, aquí estamos.
Entonces como decimos en mi pueblo le puedes “dar ‘play’. En Romanos capítulo 5 hay un versos -bueno son muchos los versos que pueden hablar acerca de esta verdad- pero yo me voy a enfocar en este pasaje de Romanos capítulo 5 que dice: “Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo por quien también tenemos entrada por la fe a esa gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la Gloria de Dios”.
Y no sólo esto sino que también nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia -déjame repetir eso otra vez: sabiendo que la tribulación produce paciencia- dígale a la persona de al lado suyo como en forma de pregunta: ‘Oye, ¿Tú sabías que la tribulación produce paciencia?’. ¡Oh! Y no se queda ahí, por si no lo sabían y la paciencia produce prueba.
¡Como si no fuera suficiente, ¿verdad?! La paciencia produce prueba y la prueba produce esperanza. Déjenme analizar unas cositas aquí, mis hermanos. Primero que nada la razón por la cual yo me enfoqué en ese video de hoy es porque muchas veces nosotros nos olvidamos de una de las cosas más importantes en nuestra vida cristiana, en nuestra vida de fe. Y como ustedes vieron ahí, esos ejemplos, que muchas veces la gente se cree que es como que “¡Ah! Pero yo hice esto bueno, yo fui a un shelter una vez y ayudé a los homeless”
“Yo le repartí comida a la gente” o como decía uno por ahí, “Yy fui a África y cavé pozos de agua para que la gente tuviera qué beber”. “Donaba sangre todos los meses”. You name it! Usted puede decir todo lo que usted quiera. Pero si la persona de Jesús no está presente, it’s not good enough. Y es una verdad, mis hermanos, podrá sonar bien simple pero es una verdad bien fuerte. Es una verdad que a mucha gente se le hace difícil lidiar con ella.
Hay veces que hasta los mismos teólogos que tratan de interpretar las Escrituras muchas veces luchan con esa verdad. Pero es una verdad que está ahí plasmada. Si la persona de Jesús no está ahí presente, si nosotros no somos justificados por esa fe que nosotros ponemos en el Señor Jesús, miren no importa. Podemos traer un file, un archivo completo de cosas que hayamos hecho pero al fin y al cabo it’s not good enough.
El mismo Pablo nos dice en Efesios capítulo 2 verso 8 dice: ‘Porque por Gracia somos salvos por medio de la fe’. Y esto no proviene de nosotros, esto es un regalo de Dios. No es por obras para que nadie se gloríe. Miren que cosa, mis hermanos, esto es algo que es bien importante. Hay veces que creemos que podemos, como quien dice, tratar de manipular a Dios. “¡Ah! Pero yo me voy a portar bien”. Yo voy a hacer las cosas bien para ganar puntos con Dios.
Pero esto no es cuestión de ganar puntos. Usted puede tratar de ganar puntos con su jefe, puede tratar de ganar puntos con su esposo, con su esposa. Puede tratar de ganar puntos con el Pastor y ser bien “lame ojos” como decimos en Puerto Rico, a veces. ¿Entiende lo que es lame ojos, verdad? Por si acaso. ¿Cómo se dice en Santo Domingo? Limpia sacos. Okay. ¿Cómo se dice en algún otro lugar? Por si acaso. Lambón, ese peor. ¿Hay alguno que se oiga “más mejor” por si acaso? Un yo-yo. Vamos a dejarlo ahí, sí.
¿Cómo se dice en España, Noemí? ¿No quiero saberlo? Pues bien, no quiero saberlo como se dice en España. No voy a ir para allá. Y ¿en Chile? ¿Cómo se dice en Chile? Un chupa medias. Para beneficio de los chilenos que nos ven por el Internet. ¡Guau! Estoy aprendiendo cosas nuevas. En otras palabras, mis hermanos, la cosa es que no podemos ganar esos méritos así por las obras que nosotros hagamos, mis hermanos. Ya Dios tenía un plan de antemano.
Y el plan que Dios tenía es que a través de la muerte de su hijo Jesús es que nosotros y nuestra fe puesta en ese acto, así es como nosotros obtenemos entrar. Ese foul que abrió ahí al final lo único que decía es “este es un hijo de Dios”, este está marcado. Tiene el sello mío en su vida, está esa gotita de sangre que cayó sobre su corazón y que lo transformó o la transformó. Y eso es suficiente para entrar delante de Él.
Y ¿saben por qué a mi me pareció tan interesante cuando yo veo que Pablo empieza a hablar de todas estas cosas que dice de que “¡Ah! Pero no sólo esto sino que también nos gloriamos”? En otras palabras ¿nos alegramos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia y la paciencia produce prueba y la prueba esperanza? Miren, mis hermanos, este vocabulario yo lo veo bien conectado con todas estas cosas.
Porque hay veces que obviamente las tribulaciones que nosotros tenemos en nuestra vida nos van a hacer tirarnos por un lado o por otro. O me porto bien o me porto mal. O cedo a lo que las tribulaciones de este mundo me inclinan a hacer, si la tribulación de este mundo -como quien dice- flaquea mi carne para yo responder de una forma que no es dirigida por Dios o dejo que las tribulaciones de esta vida me formen o me moldeen de tal forma que entonces yo pueda proceder en la forma que Dios quiere para mi.
Y obviamente el yo ir por esa línea no significa que yo pues, Okay, me voy a comportar de esta forma para ganar méritos con Dios y como quien dice poder entrar al Cielo. Pero no se trata acerca de eso. No es cuestión de “Me voy a portar bien para tener entrada segura al Cielo”. No es eso, sino es más bien el mero hecho, mis hermanos, de que lo que nosotros hacemos lo hacemos por amor a Dios.
Porque hay un amor que nos ha dado a nosotros, o sea, piensen en eso, que aún cuando nosotros éramos pecadores, miren el verso 8 ahí mismo en Romanos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros en que aún cuando nosotros éramos pecadores Cristo murió por nosotros”. O sea esto es una de las verdades más crazas de nuestra vida cristiana, de nuestra vida de fe. Que muchas veces nos pasa, así, por el frente y no le prestamos atención.
Más sin embargo eso es algo clave. Clave que aún ni cuando yo había escuchado de la palabra de Dios, ya Dios había pensado en mí. Ya Dios había pensado en ti. Y Él usa todas las cosas de la vida: lo bueno, lo malo, lo feo, lo lindo; Él usa todo para formar en ti el tipo de hombre, el tipo de mujer que Él quiere que tú seas. ¿Cuántos de ustedes le han dicho a alguien en algún momento “Mira cuando estés orando no pidas por paciencia porque te van a venir más pruebas”?
¿Verdad? Ustedes lo han dicho. Me da permiso para decir algo. No diga eso. No lo diga, porque si usted lo dice se está yendo en contra del patrón bíblico. Nos estamos yendo en contra del patrón bíblico. Tengo que reconocer que yo también he dicho eso. Mire si eso está aquí escrito sabiendo que la tribulación produce paciencia, produce como un sentido de resistencia en nosotros y obviamente esa resistencia se va a afinar aún más cuando nos encontramos con distintas pruebas en nuestra vida. Se va a afinar aún más.
Pero lo más bello de nosotros, mis hermanos, hay veces que cuando vemos la palabra “prueba” como que nuestra atención se queda ahí: prueba, prueba, prueba por aquí y prueba por allá y prueba esto. Y ¿a qué te sabe? ¿Te sabe a sherry? ¿A qué te sabe la prueba? Prueba, prueba, prueba. That’s an inside joke. Pero miren el punto que nos está diciendo aquí, mis hermanos, es que esa prueba produce esperanza.
Miren esa palabra. Produce esperanza. Aquí es donde yo conecto esta palabra con ese video que yo les enseñé. Produce esperanza. ¿Sabes qué? Yo se que cuando uno deposita su fe en Cristo Jesús lo que enseña ese video, cuando llegue ese momento, yo estoy seguro que algo así va a ser. Tal vez no tan jocoso, va a ser algo tal vez un poco más serio, pero así va a ser. Donde nosotros vamos a llegar y nos van a presentar toda esta película de nuestra vida.
Y va a ser como que ¡uff! Ya van a enseñar todo en nuestra película. Dios va a tener un video ahí desde los días que yo estaba en el vientre de mi madre hasta el día que llegué a la tumba. Tener un video así, mis hermanos, donde como quien dice, usted va a tener esa persona que dice “Hiciste esto, hiciste aquello, hiciste lo otro” y te van a enseñar todo. Te van a enseñar lo bueno, lo malo que hiciste. ¡Guau!
Van a ver tu pedigree como quien dice. Pero al fin y al cabo cuando tú te trepes en ese scales y te toque ver cuanto pesas o no para entrar al Reino de los Cielos lo que va valer ahí es lo que Cristo Jesús ha hecho por nosotros. Y ahí en donde yo me enfoco en ese sentido de esperanza, mis hermanos. Porque aún yo mismo ahora hay veces que yo mismo me digo como que “¡Guau! Yo voy entrar mi cabeza baja no voy a entrar con mi cabeza en alto. Si usted me pregunta, mi hermano, mi hermana yo tengo que ser honesto.
Yo estoy seguro que yo me voy a acercar a ese momento delante de la presencia de Dios y lo más que yo voy a poder hacer es como que … No, mis hermanos, no nos riamos un momentito. Perdónenme. No nos riamos un momentito porque yo quiero que piensen en la seriedad de lo que estoy diciendo. No, no yo se, yo se. Los voy a hacer reír ahorita otra vez pero por ahora yo quiero que pensemos en la seriedad de esto.
O sea porque si yo me pongo a pensar ¡Guau! Yo que he entregado mi vida desde joven tratando de vivir por Cristo y aún así yo veo que tengo mis imperfecciones y cosas así. Y cuando llegue ese momento, o sea, el que tiene la palabra es Él. No voy a ser yo. Yo voy a ser como uno de esos que llegó ahí y ‘Mira, hice esto, hice aquello, hice lo otro. Traté de hablarle bien a esta persona. Traté de aconsejar a aquél. Llevé a este de un lugar a otro. Yo se que hice esto, hice aquello y eso no estuvo bien delante de Ti’.
Pero cuando llegue ese momento yo voy a estar como que esperando el veredicto final. Puede ser que yo hasta le diga “Pero Señor si yo oraba 2, 3, 4 horas corridas, ahí consagrado a Ti” y cosas así. “Y ayunaba y todo esto”. Pero cuando llega el momento de la verdad, mis hermanos, ahí es donde mi esperanza se va a probar. Ahí es donde después de todas esas pruebas que yo haya tenido en mi vida, pruebas que tal vez yo mismo haya ocasionado o pruebas que hayan venido hacia mí por cosas fuera de mi control.
Y como yo haya respondido a esas pruebas de acuerdo a la fe que yo haya cimentado en mi vida, que yo haya experimentado de parte de Dios y que yo haya procedido con eso. Hay una parte en mi que dice “Sí, I know I’ll go in” pero si les soy honesto hay otra parte en mi que dice “It’s up to you and I’ll be there like… You call the shots. You tell me”. Ahí es donde está nuestra esperanza, mis hermanos.
No quiero que se asusten, yo no estoy dudando, o sea sí hay … siempre está ese granito de duda por ahí. Pero yo en mi corazón, yo se en quien he puesto mi fe. Podrá sonar contradictorio mis hermanos, y ¿saben qué? La vida está llena de contradicciones también. Pero aquí y ahora mismo yo lo declaro delante de ustedes, lo declaro delante de Dios yo en mi tiempo personal cuando yo oro, yo digo “Señor yo se que mi vida está segura en Ti”.
Y ahí está mi esperanza, ahí está mi esperanza. Que a pesar de todas esas pruebas, mi esperanza no va a traer vergüenza a mi vida. Yo lo digo. Esa esperanza no va a traer vergüenza a mi vida a menos que yo intencionalmente haya traído vergüenza a Él, pues ya eso es otra cosa. ¿Verdad que me estoy metiendo en aguas bien profundas aquí? Pero yo quiero decir esto mis hermanos: va a llegar el momento sea a nivel de la eternidad o sea en esta vida aquí presente, porque yo creo, como quien dice, Dios nos mide, nos tasa y nos juzga aún aquí en este momento que estamos viviendo ahora.
Llegará el momento donde Dios va a traer una circunstancia a nuestras vidas, donde nuestras vidas van a ser pesadas y medidas y muchas veces estos son los mensajes que a muchas personas no les gusta escuchar pero los tenemos que escuchar. Porque estos son mensajes que nos ayudan a nosotros a mantenernos viviendo en la forma que Dios manda para cada uno de nosotros. De nuevo, yo no estoy diciendo “Miren, vivan bien para que ganen punto con el Señor”.
Yo no estoy diciendo eso. De acuerdo a nuestros fundamentos que recibimos de las Escrituras, mire, ¿usted declara con su boca, con toda fe de que el Señor es el Salvador, que Él murió por usted, que a través de Él nosotros somos reconciliados con el Padre y que a través de Él nosotros tenemos vida eterna? Mire si usted declara eso con todo su corazón y lo confiesa con su boca, eso se aplica a su vida. De ahí en adelante como vivimos obviamente, yo se que Dios mide cada uno de nuestros pasos.
En Abacú se dice ‘¡Ey! Meditad sobre vuestros caminos’. Es una frase que constantemente se menciona: meditad, meditad sobre vuestros caminos. El mismo salmista dice ‘¡Ey! Ved si hay en mi caminos de perversidad y guíame por el camino recto’. En otras palabras: examíname Señor. Si estoy yendo en un mal camino, muéstrame para venir de nuevo y caer donde tengo que caer.
Déjame terminar con esto. La prueba da esperanza y la esperanza no avergüenza. ¿Por qué? Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos fue dado. Ahí es donde está ese sello que yo digo que afirma mi esperanza aún más. Yo creo que el amor de Dios ha sido derramado sobre nuestras vidas. Yo creo que el amor de Dios ES derramado sobre nosotros constantemente. Cada día que uno se levanta el amor de Dios está ahí.
Si no fuera por esa gasolina que nos mantiene corriendo, ¡Uff! ¡Qué sería de nosotros! Si no fuera por esa gracia constante que está corriendo, que está fluyendo, ¡qué sería de nosotros! Si yo siguiera leyendo ¿qué es lo que dice el capítulo 6? El verso 1 del capítulo 6, ¿qué dice? El verso 6 de Romanos capítulo 6 miren lo que dice: ‘¡Oh! ¡qué pues le vamos a decir a estos! ¡Qué vamos a seguir pecando para que la gracia abunde?’.
¿Qué dice? Ahí mismo nos da la respuesta. No significa eso. Ya les di el preview para el próximo mensaje. Mis hermanos, hay un amor que ha sido derramado sobre nosotros y tenemos que vivir que vivir de acuerdo a lo que ese amor pide de nuestras vidas. A veces que yo pienso que el amor de Dios es incondicional. Sí, el amor de Dios es incondicional hasta cierto punto, después de eso hay condiciones bien interesantes con las cuales uno tiene que vivir. Eso es un secreto que se los comparto hoy y lo voy a elaborar más después.
Pero, déjenme atribularlos. Hay veces que salimos de aquí ‘¡Guau! ¡Qué chévere ese mensaje! Yo creo que esta noche es uno de esos mensajes que nos va a hacer pensar y meditar un poquito más. Yo no quiero que usted salga hoy de aquí con mucho “chiqui chija”, bueno sí, haga “chiqui chija” porque sabemos que somos salvos por esa Gracia del Señor Jesús, pero a la misma vez ¿cómo vivimos? ¿Cómo vivimos cada día? ¿Cómo vivimos con nuestro prójimo? ¿Cómo vivimos con nosotros mismos? ¿Cómo vivimos delante de Dios?
¿Cómo vivimos cuando estamos a solas? En todos los aspectos, ¿Cómo vivimos? ¿Vivimos en una forma digna del Reino de Dios? ¿ O no? Padre, en el nombre de Jesús yo te doy las gracias porque solamente a través de Ti y Tu sacrificio nosotros tenemos vida eterna y tenemos entrada al Señor. A ese Reino que Tú tienes preparado para cada uno de nosotros y aún muchos más alrededor del mundo entero.
Y Padre mi deseo es que estas palabras que yo he compartido en esta noche, Señor, mi deseo es que estas palabras infundan sobre nosotros esperanza. Estas palabras no están intencionadas para causar temor sino más bien para hacernos pensar, para reargüir nuestras mentes, nuestros corazones sobre como estamos viviendo delante de ti, Señor. Cuán en serio estamos tomando los principios de tu palabra, Señor y los implementamos, Señor a nuestro ser.
No por ganar mérito delante de ti sino por el mero hecho de hacerlo como una respuesta a ese amor que Tú has derramando sobre nuestras vidas a través de tu Espíritu. Señor yo te pido que en esta noche a medida que nos preparamos para salir de aquí y en este silencio así tan claro, mi oración es que cada uno de nosotros -incluyéndome a mi mismo, Señor- que podamos pensar y meditar en estas verdades que podrán sonar bien simples pero que son bien profundas.
Que estas verdades verdaderamente calen en nuestro corazón, rearguyan nuestra vida, rearguyan nuestra alma sobre como es que Tú quieres que nosotros vivamos hoy día, Señor. De nuevo, no por ganar méritos contigo sino vivir en una forma que demuestre nuestro amor hacia Ti, Señor. Que sea un amor recíproco de parte tuya a nosotros y de nosotros hacia ti.
Yo bendigo a mis hermanos y hermanas, Señor. Que esta noche Tú les concedas un sueño reparador, tranquilo y Señor si se cuela algún sueño medio nebuloso ¡ey! Danos sabiduría para saber discernir.
Porque hay veces que Tú nos hablas a través de los sueños, también. Que no nos llenemos de pánico, Señor, sino que podamos recibir de ti la sabiduría y el discernimiento para entender lo que Tú quieres para nosotros y saber como proceder en cada día, Señor. Bendigo a cada uno de mis hermanos y hermanas.
Y te pido que ellos puedan salir de aquí llenos de tu paz, llenos de tu amor y confiados en la esperanza de que solamente a través de ti y de tu amor tenemos acceso y entrada a una vida eterna contigo, ¡oh, Dios! Te damos las gracias por tu Hijo Jesús. Amén y amén.
La bendición de someternos a nuestros maridos
15 de febrero del 2010 Por Vanessa Santos Mirabal
Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el compartimiento de ustedes que por sus palabras, al observar su conducta íntegra y respetuosa. 1 Pedro 3:1-2 (NVI)
Amada hermana,
He pedido la dirección del Espíritu Santo para hablar sobre este delicado tema, sobre todo por el momento presente que vivimos hoy, en donde las mujeres ocupamos puestos de importancia en empresas, participamos en política, nos preparamos académicamente, ejercemos liderazgo en diferentes esferas de la vida, muchas somos económicamente independientes, y las lista no termina…porque vamos logrando más cada día…pero aún en medio de todo ese progreso Dios nos dice que hay bendición si nos sujetamos a nuestros maridos.
Esto ha sido algo revelador y transformador para mi, en la etapa que estoy viviendo, porque tantas veces he analizado la situación de muchas mujeres que se preguntan ¿cómo Dios va a querer que yo me sujete a un hombre que no ha asumido su rol en la familia o peor aún, a un hombre que no está sometido a la voluntad de Dios? y recientemente creo que encontré la respuesta o el misterio de todo esto. Encontré que cuando somos obedientes a ese llamado del Señor, es Él quien hace la obra en nuestros esposos, y no nosotras con nuestras “cantaletas” sobre la conversión , la fe y la vida cristiana.
Por muchos años he venido orando por mi esposo, quien ha sido una pareja maravillosa, y a quien amo profundamente, pero a pesar de tener tantas cosas buenas tenía una resistencia grande para las cosas del Señor, y ahí venían nuestras diferencias y conflictos. Me sentía tan decepcionada y otras veces enojada, porque no podía entender su ceguera espiritual. No podía entender cómo era posible que no reconociera lo que Dios estaba haciendo en medio nuestro o los planes buenos que Dios tenía para nuestra familia. Sentía que la necedad y terquedad se habían apoderado de él, y cada vez que intentaba abordar el tema de la fe y del propósito de Dios para nosotros, terminábamos disgustados y distanciados.
Por años este tema causó muchas tensiones familiares y no podíamos abordarlo con profundidad, porque no lográbamos ponernos de acuerdo. No fue hasta unos años atrás cuando el Señor puso en mi camino un libro que se llama “El Poder de la Esposa que Ora”, que pude entender que Dios estaba diciendo “cállate y ora” y eso comencé a hacer. Dios comenzó primero a obrar en mi, mientras oraba por mi esposo. Las cosas no cambiaron de un día para otro. Los progresos se fueron viendo poco a poco a través de los años. Pero recientemente hubo una palabra del Señor que me impactó cómo nunca antes y desató la bendición del Señor para mi esposo y fue la palabra que compartí con ustedes al principio. Yo misma le preguntaba al Señor que cómo era que yo me iba a someter a un hombre que no estaba sometido a Él, y en ese versículo de 1 Pedro 3:1-2, Él me dio la respuesta, diciéndome que es con mi comportamiento respetuoso e íntegro que él iba a ser ganado y a creer en la palabra. ¡Aleluya!
Dios es un dios sabio. Sabe lo que dice y porque lo dice y si Él nos esta mandando a hacerlo, hagámosle caso aunque no lo entendamos, porque Él promete que es Él quien hará la obra, a través de nuestro ejemplo y cuando nosotras sabiamente nos sometamos a nuestros maridos. Debemos aprender a descansar en Él y a saber que es en Su tiempo y a Su manera que Él hace la obra.
Tenemos que entender, que a pesar de todos los avances y logros que hemos alcanzado como mujeres, nuestro rol es ser el corazón de la casa y no la cabeza; ese es el rol de nuestro marido. Si nos revelamos contra eso, somos nosotras mismas quienes pagamos las consecuencias. Dice la palabra en Proverbios 14:1 que la mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la destruye. Sepamos que en nuestra lengua hay poder de vida o muerte y si lo que vamos a decir a nuestro esposo es recibido con indiferencia o irritación, el próximo paso es mantenernos calladas y orar. Dios siempre respalda nuestra obediencia y se manifiesta en medio nuestro.
Cuando entendí esta verdad, descansé y pude ver al Señor obrar en mi esposo. Solté esa presión interna que sentía por la vida de fe de mi esposo y se la entregué a Él. Le permití a Dios que fuera Él el que obrara y no yo. Me sometí en obediencia al Señor. Mi esposo ahora lee la palabra, ora con regularidad, busca del Señor, toma clases de discipulado, quiere servir en la iglesia y lo más importante, él ha declarado a Jesús como su Señor y Salvador. Dios es fiel, y cumple sus promesas. Él escucha y responde. No desmayes.
Pasos a dar:
1. Reconocer mi rol como esposa según lo que dice la palabra.
2. Hablar sólo palabras que edifiquen.
3. Aumentar nuestra vida de oración por nuestros esposo y sujetarnos a ellos, mientras Dios hace la obra.
4. Pedir sabiduría y dirección al Espíritu santo sobre este tema si todavía nos resistimos a someternos.
5. Saber con certeza que encontraremos ayuda en el Señor.
6. Perseverar.
Oración:
Amado Señor, hazme la ayuda idónea para mi esposo; que yo sea un instrumento de reconciliación, paz, sanidad en mi matrimonio. Enséñame a orar por mi esposo y a sujetarme a él. Capacítalo a él para que sea la cabeza del hogar como tú lo creaste y muéstrame cómo apoyarlo y respetarlo. Trae unidad y acuerdo entre nosotros. Ayúdame a no cansarme de hacer el bien, sabiendo que a su debido tiempo cosecharé, si no me doy por vencida. En el nombre de Jesús, tu hijo amado. Amén.
Hazlo como Moisés y entrega tu vara a Dios
Transcripción
La manera principal que nosotros podemos demostrarle nuestro amor sincero al Señor es a través de nuestro servicio. Sirviéndole a Él con un corazón entregado. Cada uno de nosotros se emociona cuando usted le pide algo a alguien y esa persona con tanto gusto y deleite va y hace lo que usted le pide, de acuerdo a la necesidad que usted tiene. ¡Qué hermoso es eso! ¿Verdad? Cuando le decimos a un hijo “Ve por favor, tráeme agua” y ese niñito corre, o ese adolescente corre a la cocina nos trae esa agua, le echa hielito, lo trae en un platito, una servilleta y todo lo demás. Y nos lo entrega con amor.
Eso enternece nuestro corazón, ¿verdad?, y afianza las relaciones. Asimismo es con nuestro Padre Celestial cuando nosotros somos obedientes a Él y le servimos de acuerdo a lo que Él nos ha mandado. Asimismo Él se deleita con nuestra ofrenda y se alegra. Nosotros tenemos que ofrendarle a Él con un corazón alegre y asimismo alegramos el corazón de Dios. Solo por el hecho de que tú eres hijo o hija de Dios ya eso automáticamente sabes que has recibido el llamado a colaborar en su Reino aquí en la Tierra.
No importa que lleves mucho tiempo sirviéndole al Señor, no importa que hayas llegado hoy a su Reino. No importa. No importa que seas jovencito, niño, joven adulto o que seas una persona ya en edad. No importa que ha pasado en tu vida. Si has tenido éxitos o fracasos o donde hayas estado. Eso no le importa a Dios. Si somos hijos de Dios automáticamente sabemos que Él nos ha llamado a colaborar en su Reino. Ninguno de nosotros está excluido, pues Dios sabe lo que Él ha depositado en cada uno.
Dios no comete errores, Él sabe, Él conoce nuestro interior. Él sabe lo que ha depositado en cada uno, sabe como nos puede usar y te conoce por dentro y por fuera y también conoce las necesidades que hay a nuestro alrededor. Por si fuera poco, Dios tiene los recursos que tú y yo necesitamos para crecer en nuestro llamado y ser obedientes y servirle a Él como Él necesita que le sirvamos. Él está buscando corazones dispuestos.
Hay un versículo que dice que ‘los ojos de Jehová contemplan toda la Tierra para mostrar su poder a favor de aquellos que tienen un corazón perfecto para con Él’. Y ahí “perfección” no quiere decir que lo tenemos todo en orden, planchadito. Lo que quiere decir es que tenemos un corazón dispuesto, sensible, enseñable para que Él nos use. Así que yo creo que todos nosotros queremos que Dios muestre a favor nuestro su poder. Así que todos estamos incluidos. Nadie, nadie se escapa de eso.
Y la Biblia tiene muchos ejemplos de personas, de hombres y mujeres y niños también, porque sabemos que hay en la Palabra a quien Dios ha llamado desde la niñez y aún desde el vientre de su madre. Así que en la Palabra hay personas así como tú y yo, personas totalmente ordinarias, comunes que Dios ha usado para su gloria. Y uno de ellos es Moisés. Encontramos su vida, su biografía, como Dios lo usó en el Libro de Éxodos que es el Segundo Libro de la Palabra.
Y antes de entrar a Capítulos 3 y 4 de Éxodos yo quiero que hagamos un recuento muy rápido. Se que muchos conocen detalles de la vida de Moisés, pero vamos a dar un recuento a vuelo de pájaro. Sabemos que Moisés nació esclavo, de padres esclavos, en Israel –que era una nación que había sido esclavizada por Egipto por cientos de años en el momento en que Dios levanta a Moisés. Nace en un momento en que el Faraón ha declarado un Edicto de que “todo varón que nazca de los Hebreos tiene que ser eliminado”.
Y los padres de Moisés en vez de hacer esto, en Fe, toman una decisión muy importante. La mamá de Moisés calafatea una pequeña arquilla, una canasta, le pone brea –asfalto- la protege, la sella y la pone en el río con el bebé Moisés de tres meses dentro de la canasta. Providencialmente la hija de Faraón se acerca por ese lado del río y lo ve, tiene compasión de él y lo más importante es que no solamente se queda ahí la provisión de Dios sino que Dios se las ingenia de manera que manda a este bebito a ser criado por la mamá biológica de Moisés.
Así que es ella la que es nodriza, lo amamanta, quizás no sabemos –la Palabra no dice- cuanto tiempo. Pueden ser dos, tres, cuatro años pero por un tiempo Moisés estuvo criado precisamente por su propia mamá. Al cumplir cierta edad, fue, pasó al palacio del Rey ya como hijo adoptado de la hija del Faraón y ahí vivió en el país más poderoso de esa época. Fue enseñado en todas las artes, las ciencias de su época. Vivió como príncipe hasta los 40 años de edad en que un día él tiene que salir huyendo por su vida.
Porque Faraón quiere matarlo porque él ha matado un egipcio por defender a un israelita a un hebreo y obviamente se acarrea la ira de Faraón y tiene que salir huyendo. Sale huyendo, deja su vida de príncipe atrás a los 40 años y va, entonces, a vivir, a morar en el desierto de Madián y ahí está 40 años más. Y es ahí en ese tiempo, en esa encrucijada de la vida de Moisés que yo quiero que entremos para el mensaje de esta tarde.
Y vamos entonces a Éxodo capitulo 3 y vamos al versículo 2. Ahí encontramos a Moisés pastoreando ovejas. Lo ha estado haciendo, ya, por 40 años día tras día. Versículo 2 dice: ‘Y se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza y él miró. Y vio que la zarza ardía en fuego y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: “Iré yo ahora y de esta grande visión porque causa la zarza no se quema”.
Viendo Jehová que él iba a ver lo llamó Dios en medio de la zarza y dijo: “Moisés, Moisés” y él respondió “Heme aquí”. Así que ese es un día que amaneció igual que cualquier otro en el desierto. Moisés no esperaba que sucediera nada fuera de lo común pero Dios se le revela ese día. Llama la atención de Moisés con esta zarza que está ardiendo en fuego pero no se consume porque está pasando algo extraordinario. Capta la atención de Moisés. Y es importante notar que es cuando Moisés deja a un lado su ocupación.
Moisés está pastoreando cuando él mira, ve la zarza y es cuando él se mueve, sale de donde él está y se mueve para ver que es lo que está pasando. Es entonces que Dios le habla y él le contesta ‘Heme aquí’. Yo creo que ese es un detalle importante porque es importante que nosotros estemos al tanto, alerta a como Dios nos está hablando a nuestra vida. Si vemos que Dios nos habla, está por allá y hay alguna indicación de que Él quiere hablarnos y nos quedamos en el mismo lugar y no hacemos un intento de conectar con eso, pues no va a pasar nada.
Ahí se queda el asunto. Pero Moisés fue a investigar y fue ahí cuando Dios vio que él se movió entonces le llamó. Es posible que 40 o 50 años antes en sus días de esplendor como príncipe en Egipto, Moisés hubiera contestado de una manera diferente. A lo mejor no hubiera dicho solamente ‘Heme aquí’ sino que nos hubiera dado su resumé como príncipe de Egipto. Pero en este momento Dios le está hablando a un Moisés que ha pasado por la escuela de Dios del desierto.
Ya no es el Moisés de antes. Ya han sido muchos años que aquella etapa de su vida terminó y es un hombre diferente. Moisés ha pasado 40 años ya en un apartado para heder de la tierra con pocos logros a su nombre. Ha tenido mucho tiempo para meditar y para dejar las ínfulas que quizás él adquirió en el tiempo en que fue príncipe en Egipto. Por eso simplemente contesta ‘Heme aquí’.
Dios no te puede usar, no me puede usar a mí, no pudo haber usado a Moisés si él hubiera estado lleno de sí mismo, con altanería y con vanagloria. Moisés le respondió a Dios de la manera que Dios necesitaba oír. Así quiere Dios que nosotros le contestemos a Él, simplemente con un “Heme aquí”. Nosotros tenemos que vivir en la continua expectativa de que Dios nos habla en lo más común de los días, en la más común de las circunstancias y aún cuando estemos o hayamos pasado por el desierto. Por un desierto.
Por más terrible que el desierto de nuestra vida haya sido. En esta etapa de la vida de Moisés ya él tiene 80 años y seguramente ya a los 80 años, ¿qué es lo que uno está pensando? No en hacer un cambio de carrera, ¿verdad? Uno hace esos cambios a los 40, como tarde 45. Ya él tiene 80 años, así que seguramente ya él pensaba que él iba a seguir laborando en el desierto como pastor de ovejas y que ahí iba a terminar sus días, criando su familia, atendiendo sus cosas de la vida diaria y apacentando ovejas.
A los ojos del mundo Moisés podría ser considerado como poca cosa. Pero para Dios era diferente, ¿sabes por qué? Porque Dios no mira las apariencias, Él no mira lo externo, Él mira lo interno, Él mira el corazón. Él mira lo que la persona tiene por dentro, la disposición de ser usada por Él. Dios conocía –como rayos-X- el interior de Moisés, así que Él sabía que él iba a ser un poderoso instrumento en sus manos. Y además de conocer a Dios así de una manera intima, Dios también conocía la necesidad de su pueblo Israel.
Si vemos en el verso 7 del mismo capítulo 3 de Éxodo, miren lo que dice ese verso: ‘Dijo luego Jehová: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias y he descendido para librarlos de manos de los egipcios”. Muy importante ese versículo y ‘Él ha descendido para librarlos de manos de los egipcios’. “Y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel a los lugares” –de unos pueblos que menciona mas adelante.
Y sigue en el versículo 9: “El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen”. O sea que vemos en ese pasaje que Dios no solamente sabe, conoce que Moisés va a ser un buen instrumento en sus manos sino que también está al tanto de la necesidad de su pueblo. Un pueblo que había estado en esclavitud más de 400 años en esa época y que por mucho tiempo había sufrido terrible angustia en manos de los egipcios.
Y Dios está al tanto. Y haciendo un aparte en ese punto, qué importante es saber que asimismo como Dios estaba al tanto de las necesidades de su pueblo Israel, asimismo Él está al tanto de nuestras necesidades. Así que a veces pensamos, sufrimos a solas, tenemos fracasos y pensamos que estamos a solas, que nadie se compadece, que el Dios del Universo se ha olvidado de nosotros. Pero no es así. Si Él se ocupó y sabía la aflicción de su pueblo, ¿Cómo no va a conocer la aflicción de cada uno de nosotros?
Cada uno de nosotros es importante para Él. Y es importante uno saber eso, que uno no está solo que en algún momento Él va a proveer el oportuno socorro.
Y lo que tenemos que hacer en esos tiempos es no resolver las situaciones a nuestra manera, rápidamente en la carne sino esperar en Él y esperar que Él nos guie y nos de la sabiduría que necesitamos. Porque los planes y las intenciones de Dios siempre son mejores que las que nosotros tenemos aún sobre nosotros mismos.
Hasta el verso 9, Moisés solamente había escuchado –si recordamos el pasaje- como latía el corazón de Dios con respecto al dolor y la opresión de su pueblo y acerca de que Él había descendido para librarlos de las manos de los egipcios. Pero en el verso 10, Dios le extiende un llamado a Moisés que cambia su vida para siempre. Un llamado contundente. Y miren lo que dice ese verso, porque hasta ese punto, Moisés ha dicho “Sí, Señor, es verdad. ¡Cuánto sufren mis pobres hermanos allá!”.
Pero en el verso diez Dios ya lo compromete a él y miren lo que le dice: ‘Ven por tanto ahora y te enviaré a Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel’. Eso suena como que Él quería de verdad decir lo que estaba diciendo: “Ven por tanto ahora y te enviaré” y le da un llamado bien exacto, contundente a Moisés. Dios determinó que Moisés era su respuesta a la necesidad de su pueblo. Yo imagino que la primera reacción de Moisés fue mirar para atrás a ver ‘¿Será que le está hablando a otro?’.
Pero se acordó que él estaba solo en el desierto y que lo único que había ahí eran ovejas y Dios no llama ovejas. Aunque nos llama ‘ovejas’ en la Palabra, sí. Pero el llamado era para él y además había mencionado su nombre: lo había llamado por su nombre. Le había dicho “Moisés, Moisés”. Algunos de nosotros actuamos así mismo también. Sabemos que ya Dios nos ha escogido para una tarea de servicio pero estamos buscando en el horizonte a ver quien lo va a hacer.
‘Dios ha puesto esta llama en mi de trabajar con los niños, de discipular en niños, de visitar los enfermos en hospitales, de visitar a los presos en la cárcel’. Cualquier cosa que sea que su corazón está como vibrando que usted desea para el Señor. Pero entonces no nos mirando a nosotros mismos como que nosotros somos la respuesta de Dios sino que estamos buscando a ver quien lo va a hacer. Así que hacemos el papel de Dios, estamos llamando a otros a hacer lo que ya sabemos que Dios nos ha llamado a nosotros a hacer.
Y vemos que lo primero que salió de la boca de Moisés –en ese momento después del llamado- no fue ‘Heme aquí, envíame’. Por lo contrario en el verso 11 dice: ‘Entonces Moisés respondió a Dios: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel?”. Así que todo lo contrario, you know, ¿qué es esto? ¿Cómo voy yo a hacer esto que Tú dices? Evidentemente, Moisés no escuchó dijo.
Si volvemos al verso 8, vemos que ahí Dios claramente que fue Él, o sea Dios no Moisés, el que descendió para librar a su pueblo de manos de los egipcios. Sin embargo, Moisés en su humanidad ante la asignación que Dios le da, se paraliza y se enfoca no en Dios sino en él mismo. No se enfoca en el poder de Dios sino que se enfoca en él mismo y en las limitaciones propias que él también sabía que tenía.
Nosotros somos expertos, nosotros podemos darle a otro una lista con lujo de detalles de nuestras carencias, de nuestros problemas y de aquello que yo no tengo. En eso se enfocó Moisés en ese momento. Cuando nosotros nos confrontamos con un llamado de Dios inmediatamente se nos pasa una película del pasado que nos grita, a veces ‘no estás cualificado, tú no sirves para eso. Cuidado vas a fracasar, fracasaste antes y ya tú sabes a la tercera va la vencida. Así que mejor quédate donde estás porque te estás arriesgando’.
‘No eres digno de ser usado por Dios porque ya tú le fallaste antes. Tú hiciste aquello, tú has estado tantos años haciendo lo otro. Tú no has estudiado. Tú tienes record criminal’. O sea una lista larga de cosas que enseguida se nos pasa en la mente diciendo ‘eso debe ser para otro. Para mi no es’. Y creo que eso mismo le pasó a Moisés. Primero él se miró por fuera y ¿qué vio? ¿Qué vio Moisés cuando se miró por fuera? Imagínense ustedes a él después de 40 años en el desierto. Vio su piel tostada, maltratada por el embate diario del sol del desierto.
Cuarenta años de sol es mucha cosa, ¿verdad?, vio los surcos de su piel –porque recuerden que ya no era una persona joven, ya era una persona de 80 años- y unas manos toscas por el duro trabajo en el desierto. Y miró sus pies y los vio cubierto de las materias orgánicas del desierto –eso por ponerlo fino, ¿verdad?- y miró su ropa y ¿qué vio? Una tela quizás raída, descolorida por el sol. En otras palabras, no era una apariencia tan agradable. Es mucho tiempo haciendo lo mismo en un ambiente inhóspito.
Luego, él se miró –se miró primero por fuera- por dentro y ensartó muchos pensamientos. Tuvo un tremendo monologo interior. Él puede haberse dicho algo así como “en un tiempo remoto –hace mucho tiempo- yo fui alguien, ahora solo soy un pastor de ovejas. Es muy tarde para dejar esto y hacer algo nuevo. ¿Cómo yo voy a saber que hacer si yo me presento ahí si hace años que yo no voy a una Corte egipcia y menos hablar con un Faraón? Además una vez en mi vida yo pensé que podía hacer algo por liberar a mi pueblo y me fue muy mal.
Decidí matar al egipcio y en vez de ganarme el respeto, el agradecimiento de los hebreos, lo que hicieron fue que me despreciaron. Despreciaron el acto de valentía que yo tuve. Y no solamente eso, sino que, Faraón dio orden de muerte contra mí. Si fracasé en ese momento en hacer esto que es liberar al pueblo, precisamente, voy a fracasar nuevamente. Y además yo ya he vivido en este desierto muchos años. Ya yo lo conozco, yo se donde está cada zarza, cada piedra, todo. Donde está un poquito de hierba, ya yo me conozco este ambiente también.
Así que yo no me voy a poner en esta etapa de mi vida a hacer algo para mi.” Eso es yo imaginándome ahí a Moisés cavilando después de ese llamado. Del verso 10 en adelante sigue una muy interesante conversación entre Dios y Moisés. Esta conversación nos demuestra que nuestra propia humanidad es el mayor obstáculo para que se cumpla el llamado de Dios sobre nuestras vidas. A veces no necesitamos ayuda, en este caso, nosotros mismos somos más que suficientes, más que capaces de cancelar el llamado de Dios al principio del llamado.
Leamos en las palabras de afirmación de Dios después de que Moisés se declara rotundamente descalificado cuando él le dice “¿Yo? Yo no soy. ¿Cómo voy a ser yo el que vaya a Egipto?”. En el verso 12, miren que palabras tan hermosas, dice –Dios le dice a Moisés-: ‘Ven porque yo estaré contigo’ y lo repito ‘Ven porque yo estaré contigo’. En otras palabras Dios le estaba diciendo a Moisés “deja de poner tus ojos sobre ti mismo. Tú eres mi instrumento, pon tus ojos sobre mi. Ve tranquilo porque en esta empresa yo voy contigo. Yo soy el responsable. Tú no estas solo”.
Estas palabras del Señor ‘Ven porque yo estaré contigo’ son como agua refrescante para cualquier hijo o hija de Dios que quiera hacer su voluntad. Porque no tenemos por que preocuparnos, porque cuando venga esa ansiedad de “¿Cómo voy a hacer esto?” Sabemos que Él ha dicho ya ‘Ven porque yo estaré contigo’. Yo recuerdo algo tonto que yo pensé cuando una vez que ya estábamos, que yo vi que el retiro de mujeres iba a ser un evento anual, ya habían pasado como dos.
Yo recuerdo que yo estaba un día así como medio temblando como diciendo “esto hay que hacerlo todos los años. Pero yo no soy lo suficientemente creativa como para tener una idea diferente cada año para este retiro”. Es irrisible, como ¿en qué Dios yo había creído? Si Él me había llamado a hacer algo, yo no tengo que preocuparme porque sale de mí, tengo que ocuparme en desarrollar esa relación con Él de manera que yo pueda recibir su guianza y su sabiduría para hacer lo que Él me ha llamado.
Así que son cosas que a veces pensamos de una manera tan ridícula y tan pequeña. Y eso nos pasa a todos, especialmente al comienzo del caminar y en etapas cuando ya vemos que Dios nos está expandiendo, nos está sacando de una zona cómoda a una zona –digamos- de riesgo. Es ahí que temblamos. Pero Dios tiene la respuesta para todo y Él nos va a capacitar. Cuando vienen esos temores, cuando vienen los desánimos y las dificultades que ciertamente van a venir cuando nosotros respondemos al llamado de Dios.
Mire, puede ser que estemos aún en el centro de la voluntad, exacta del Señor y aún ahí vamos a tener desánimos, dificultades y temores. Sí o sí, ¿verdad que sí qué es así? Todos lo hemos experimentado. Pero esta verdad de que Él está conmigo nos sirve a la vez como un ancla y como una brújula para nosotros seguir en ese camino que Él ha determinado que nosotros sigamos y reconforta nuestra alma. Porque sabemos que, ‘mira, yo no tengo que preocuparme que eso sale de mi’. Yo tengo que ser diligente y tengo que seguir aprendiendo.
Pero no tengo que preocuparme que el poder para hacer lo que Dios me ha mandado hacer venga de mí porque viene de Dios. Dios es la única y verdadera fuente de la efectividad del Hijo de Dios. No hay nada más. Fuera de Él no podemos hacer nada. Es muy posible que en nuestras propias fuerzas hagamos cosas que pueden resultar bien y hasta son buenas pero no va a ser lo mejor de Dios. Sino que yo creo que cada uno de nosotros quiere lo mejor de Dios.
Es fácil que nosotros nos metamos cuando estamos así en la obra del Señor, que nos metamos tanto en lo que hacemos por Dios que se nos olvide que lo más importante es lo que somos en Él. Hay una gran diferencia. Uno puede ser, estar afanoso haciendo, dedicarle 24 horas del día al ministerio, al servicio del Señor. Pero eso no es necesariamente lo que Él quiere. Lo que Él quiere es nuestra obediencia. Tenemos que ser obedientes. Mientras más yo estoy en los caminos del Señor, más cuenta y más real se me hace ese principio.
De que lo más importante para Dios no es lo que nosotros hagamos sino es el corazón obediente con que lo hagamos. Igualmente que cuando usted tiene una necesidad y necesita algo en el momento, ¿qué es lo que le agrada? Que sea cumplido en el momento no después cuando la persona determina que es el tiempo. Tiene que ser en el momento que usted necesita. Asimismo tenemos que hacer, la obediencia es lo más importante. Obediencia, obediencia, obediencia.
Eso es algo que me repito yo continuamente. Porque Él no puede respaldar aquello que Él no ha mandado y si estamos fuera de tiempo tampoco puede ser. Muchas personas han iniciado esfuerzos buenos otra vez, pero lo han hecho fuera del tiempo de Dios. Y hay mucha gente que ha discernido correctamente el área en que Dios quiere que ellos sirvan pero se han adelantado al tiempo de Dios y por lo tanto han fracasado. Algo parecido le pasó a Moisés. Yo creo que es muy posible –y yo creo que la Palabra lo confirma- que desde joven en el hubiera el deseo de librar a su pueblo, ¿verdad? Porque él se crió como príncipe en Egipto pero tuvo un tiempo que tomó de la leche de una mamá que creía en Jehová y de seguro no desaprovechó ningún momento para hablarle a él de quien él era, que él era parte del pueblo de Dios. Que él tenía una misión en su vida por eso había sido rescatado de las aguas, que tuviera cuidado en ese ambiente donde él iba a entrar.
Y claro un niño pequeñito quizás no entienda la complejidad de lo que su padre quiere enseñarle pero yo creo que ella le habló al espíritu. Esa madre le habló al espíritu de Moisés para que eso se quedara ahí. Y yo creo que esa es una gran lección para los padres de que nosotros no debemos desaprovechar ningún momento. Cada momento que nosotros tenemos bajo nuestra tutela a nuestros hijos, aprovechar para impartirles esa presencia de Dios, esa búsqueda de Dios, esa identidad de quien él o ella es en Dios.
El tiempo se va volando y a veces uno piensa “bueno todavía me queda tiempo para enseñarles estas lecciones a mis hijos”, pero el tiempo se va tan rápido. Su hijo puede ser que esté bajo su tutela 17, 18, 19, 20, 25 años, quizás no más, así que tenemos que aprovechar esos tiempos desde la niñez. Desde que un niño es pequeñito ir impartiéndole eso. Aunque nosotros creamos que su mente no entiende yo creo que su espíritu puede estar receptivo. Porque es un acto de fe.
Así que eso era un aparte para animarlos a –precisamente eso- aprovechar cada día para grabar en nuestros hijos eso. Ella le habló acerca del pacto, seguro que le habló acerca del pacto de Dios con su pueblo, con Abraham, con Isaac, con Jacob y le habló acerca de su identidad como parte de ese pueblo. Así que yo creo que eso estaba ahí. Adentro en el espíritu de Moisés y llegó un día en que él quiso hacer algo por eso. Pero ¿qué pasó? Lo hizo fuera de tiempo. Lo hizo en la carne.
Fue, vio que había un egipcio que estaba maltratando a un hebreo y en su propia causa, en la carne decidió matarlo y pensó que eso le iba a traer quizás el agrado del pueblo hebreo. Pero fue lo contrario, vemos que no resultó. Pero que bueno que Dios, es el Dios de las múltiples oportunidades. Él no desechó a Moisés en ese momento por su desobediencia y su altanería. Tampoco te desecha a ti ni me desecha a mí. No importa que experiencias o que pecados o fracasos haya habido en nuestras vidas.
Hay un llamado, definitivamente hay un llamado de Dios sobre la vida de cada uno de ustedes. Y Él tiene todos los recursos para restaurarnos para su Gloria. Una de las cosas que hacemos continuamente es auto condenarnos, descalificarnos de la obra de Dios por vergüenza y por sentirnos indignos. Pero el Salmo 40, versículo 2 le dice a cada uno de nosotros: “Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos”.
Así que ahí vemos que no nos quedamos en el lodo cenagoso. Y yo creo que cada uno de nosotros tiene una experiencia del lodo cenagoso. Tenemos un pasaje en algún área porque antes no teníamos la luz de Cristo y ahora si la tenemos. Cada uno de ustedes tiene no solamente talentos naturales, tiene una vocación, un temperamento, una personalidad única, unos dones que Dios ha depositado en cada uno de ustedes, sino que tienen esta experiencia del lodo cenagoso en su vida.
Y Dios sabe quien necesita escuchar de ti. Él sabe que en el mundo hay una necesidad y Él sabe como unir al instrumento de Dios con la necesidad. Así que aún eso que quizás te avergüenza, aún eso que tú quisieras olvidar cuando lo sometemos al Señor con alegría pidiéndole a Él que Él haga la obra aún eso puede servir para bien y puede ser usado para su Gloria. Dios no desecha nada, Él no desperdicia nada.
Ya vimos en Éxodo 3:12 que Dios le prometió a Moisés que Él estaría con él. Pero Moisés aún no se convence de que ese llamado es para él y expresa su resistencia y sus excusas cuatro veces más. Es un hombre persistente. Moisés no es el único que le ha pasado eso, ¿verdad? Tú y yo somos tan vulnerables como lo fue él. Yo se que, por experiencia propia, es común que detrás de un llamado se asomen inseguridades y temores y los asuntos emocionales no resueltos.
Y nosotros tenemos dos opciones para hacer con esto cuando vemos aquello que está dentro de nosotros que se opone al llamado de Dios. Tenemos dos opciones. Cuando Dios nos llama podemos quedarnos enanos y cómodos ahí donde estamos. Esa es una de las opciones. La otra opción es: podemos aceptar el reto de crecer. Así que ¿qué uno quiere? Nadie quiere truncar su crecimiento en ningún área. Así que esas son las dos opciones. O nos quedamos en lo cómodo y de ahí no pasamos, enanos sin crecer; o aceptamos el reto a crecer.
Y si ya estamos sirviendo y vienen dificultades en el ministerio –que van a venir- también tenemos dos opciones: podemos quedarnos enanos [otra vez] y salir huyendo, dejar aquello: ‘esto es muy difícil, esto no es para mí’; o podemos someternos al proceso de crecimiento de Dios en nuestras áreas de necesidad. Porque es precisamente cuando Dios nos llame y trabajamos con otra gente, eso no es fácil. Trabajar con gente es difícil, ¿sí o no? ¿Verdad que sí? Es difícil, trae sus complicaciones.
Pero no es imposible y es ahí donde uno tiene que decir: “Okay. Se me está subiendo el fuego, la candela está más caliente, ¿qué hago? ¿Me voy, dejo todo esto? Esto es muy difícil, Dios no me llamó a esto o me quedo y veo que Dios quiere hacer con mi vida y hago cambios para que el llamado de Dios se cumpla. Las inseguridades y temores de Moisés le salieron a flor de piel igual que nos salen a nosotros. Y se registran para nuestro beneficio en los capítulos 3 y 4 de Éxodo.
Es una conversación que yo encuentro fascinante. En el capítulo 3 versículo 13 dice: ‘Dijo Moisés a Dios [hipotéticamente él le habla a Dios]: “He aquí que yo llego a los hijos de Israel y les digo: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren ¿cuál es su nombre? ¿Qué les responderé?”. Esta pregunta proyecta unos sentimientos con los cuales todos podemos identificarnos y es la emoción o el sentimiento del orgullo.
Porque puede ser que usted aparentemente sea una persona humilde, sencilla, pero todos tenemos orgullo, ¿verdad? En algún lado se nos sale. A lo mejor en muchas situaciones no se nos sale, pero hay algunas en que se sale por más humilde que seamos. Porque eso le pasó a Moisés. Por orgullo muchas veces nosotros queremos tener todos los detalles en orden, conocer todas las respuestas, queremos evitar cometer cualquier error, no quedar en vergüenza delante de los demás. Y con tal de nosotros protegernos del rechazo.
Todos nosotros detestamos que nos rechacen, es una cosa que al ser humano se le hace difícil. A nadie le gusta el rechazo y unos somos más sensibles que otros en cuanto a eso, pero por orgullo no queremos ser rechazados. Nos intimidamos por lo que los otros piensan. Mucha gente ha dejado de hacer cosas que Dios le ha mandado porque está intimidado, porque se congela por lo que los demás puedan creer; o piensa que si queda mal ¿qué va a pasar? A veces le damos más peso a la opinión de los demás sobre nosotros que a obedecer a Dios.
Eso nos pasa con mucha frecuencia. ¿Por qué? Porque tenemos orgullo en nuestro corazón. Y miren la respuesta de Moisés. Él dice: “Yo soy el que soy”. Y dijo: “Así dirás a los hijos de Israel: ‘Yo soy me envió a vosotros’. Ahí Dios identifica con su nombre divino. En ese nombre está incluida la existencia absoluta y eterna de Dios, sus atributos y su carácter; en ese “Yo soy”. Y le repite a Moisés que Él es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Además en ese mismo pasaje –un poquito después- le da consolación para que él le lleve a los hijos de Israel un mensaje de consolación y de liberación. Y además, como si eso fuera poco, como Moisés tiene este temor de que él vaya a llegar allí y le van a cerrar la puerta en la cara, también le asegura que los ancianos de Israel lo van a recibir, lo van a escuchar y van a saber que fue Dios el que le envió. Así que le da esas palabras de ánimo: ‘No te preocupes Moisés. Yo te digo ya que ellos te van a escuchar’.
‘Y además voy a hacer grandes maravillas ante Faraón y no solamente eso sino que el pueblo de Israel al salir de Egipto va a despojar de una manera muy fácil a Egipto de manera que va a llevar riquezas con ellos’. Así que Dios le dice muchas cosas que deben haber ya tranquilizado la incomodidad o intranquilidad que tiene Moisés ante el llamado. En Éxodo 4:1 Moisés sigue su campaña de resistencia al llamado.
Entonces Moisés respondió diciendo: “He aquí que ellos no me creerán ni oirán mi voz porque dirán ‘No se te ha aparecido Jehová’. Pobre, sigue diciendo lo mismo: no me van a creer. Dios le dice ‘te van a creer, te van a recibir, te van a escuchar’ y dice ‘No, no. Yo me voy a aparecer allí y me van a decir ‘no se te ha aparecido Jehová’. Y que interesante la respuesta que Dios le da al insistente Moisés. En ese caso Dios le dice:’ ¿Qué es lo que tienes en tu mano?’ Y Moisés le respondió ‘una vara’.
Y en ese momento Dios procedió a convertir la vara en una culebra y nuevamente la convirtió en una vara y además le dio dos señales más para que supiera el pueblo de Israel y Faraón que él había sido enviado por Dios. Para este punto de la conversación ya Moisés sabe que ya la causa está perdida. Tiene las de perder. Sabe que tiene que batear un home-round con Dios en términos de una excusa formidable que lo saque a Él de la carrera y le haga entender finalmente a Dios que él no es el hombre correcto, que Dios se equivocó de dirección.
Y llegó allí al desierto de Maridan cuando en realidad no era allí donde Él tenía que llegar. Él tenía que llegar a otro lugar a buscar a otra persona. Y miren lo que le dice, lo que se le ocurre a Moisés. En el capítulo 4 versículo 10: ‘Entonces dijo Moisés a Jehová: “¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra. Ni antes ni desde que Tú hablas a tu siervo, porque yo soy tardo en el habla y torpe de lengua”. Yo creo que muchos de nosotros nos podemos identificar con eso, ¿verdad?
Cuando tenemos una oportunidad donde se nos mande: ‘Mira tú puedes orar por tal cosa en público, tú puedes traer una meditación de 5 minutos, tú puedes hacer esto, lo otro’. ‘Tú puedes dirigir este grupo, tú puedes abrir tu casa para una célula’. Enseguida lo que nos viene ¡ay! Pero yo no soy muy bueno en esa área. Pero es interesante que Moisés es una de sus áreas, también, de aparente debilidad. Para ahora ya Moisés ha presenciado pruebas contundentes del poder de Dios y le dice a Dios –ha visto tantas maravillas.
Ya vio la vara convertirse en culebra, la culebra otra vez convertirse en vara y otras cosas más. Ha visto la zarza que ardía y no se consumía. Ha estado hablando con el Dios del Universo pero eso no lo ha inspirado lo suficiente y miren la escusa que le da: ‘Yo no tengo las destrezas de oratoria que Tú necesitas, Dios’. ‘Eso no es lo mío’. ‘Yo creo que ya tú sabes, ya hemos hablado suficiente, ya Tú debes entender que yo no soy el que Tú estás buscando’.
Y Dios le da una respuesta que va directo al blanco de la necedad de Moisés, le dice en el versículo 11: ‘¿Quién dio la boca al hombre o quien hizo al mundo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora, pues, ve y yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que hayas de hablar’. En otras palabras: “Moisés, muy buena la excusa pero ve, you’ re going to Egypt. Tú vas para allá. Tú vas para Egipto. Tú eres el que yo tengo señalado para eso.
El Dios del Universo tiene los recursos para capacitarnos en nuestra área de carencia o de debilidad, eso es lo que tenemos que creer. Y miren esta frase: Dios no llama al capacitado sino que capacita al llamado. Otra vez: Dios no llama al capacitado sino que capacita al llamado. Esa es para usted y para mí. Él no extiende un llamado para empujarnos al fracaso. Dios no es loco. Él no nos va a hacer eso. No nos va a decir: “Tú puedes, ve, tírate al agua” y después nos va a dejar hundir y ahogar. Él no va a hacer eso porque Él es un Dios de amor.
Nuestra parte es creer y movernos en fe. Y pensamos pues que ahí se quedaría todo. Pero Moisés insistió en seguir con la mirada puesta en sí mismo, en sus limitaciones en vez de transferirla al Todopoderoso. Y vemos el versículo 13 que Moisés le dice: “¡Ay, Señor! [Otra vez: ¡ay, Señor!] Envía te ruego por medio del que debes enviar”. Otra vez, no soy yo, te equivocaste. Busca al otro, al que Tú tienes que enviar.
Y finalmente esto enojó a Dios. Pero aún así, Dios no descartó a Moisés, demostrándole sus atributos eternos de paciencia y de misericordia. Dios recogió otra vez porque sabía que él era su respuesta a la necesidad de su pueblo. A pesar de este comienzo tan frágil de Moisés, él fue creciendo en la fe. En su fe. Y de hecho yo les animo –es muy poquito obviamente lo que podemos compartir de la vida de Moisés en este tiempo- a que la lea completo desde el comienzo hasta el final. Es una historia maravillosa donde hay tantas lecciones para nuestra vida personal, para nuestra vida ministerial, el liderazgo.
Para muchas áreas de nuestra vida. Así que yo les animo a seguir leyendo y entendiendo más el proceso de Dios, el llamado de Dios sobre la vida de Moisés y como Dios lo usó. Así que a pesar de este comienzo tan frágil, tan humilde de Moisés ahí en el desierto, él fue creciendo en fe. Y ¿cómo pasó esto? Él fue caminando lado a lado con Dios, desechando su mentalidad humana, su mentalidad puramente natural.
Se fue desechando y fue adquiriendo una mentalidad sobrenatural acerca del poder de Dios, acerca de lo que es el llamado, acerca de lo que es crecer en el Señor. Él decidió abrazar el llamado de Dios para su vida con todos los privilegios y gozos al igual que con sus responsabilidades y dificultades y por eso vemos en el capítulo 11 de hebreos que es el capítulo de los héroes de la fe. Está incluido Moisés. Si vamos ahí, capítulo 11 de hebreos en los versículos 24 en adelante dice: ‘Por la fe, Moisés, hecho ya grande rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios que gozar de los deleites temporales del pecado.
Teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo, que los tesoros de los Egipcios porque tenía puesta la mirada en el galardón. Y de ahí en adelante otra parte del pasaje va diciendo otras cosas acerca de lo que Moisés pudo lograr precisamente porque había puesto a caminar su fe en Dios. Y quiero concluir con un versículo muy interesante que se encuentra [si los músicos pueden pasar, por favor] en Éxodos 4:20 y que toma lugar cuando Moisés ya se ha convencido de que es Dios el que lo ha llamado y va de camino a Egipto.
Entonces dice así el versículo, Éxodo 4:20: “Entonces, Moisés, tomó su mujer y sus hijos y los puso sobre un asno y volvió a tierra de Egipto”. Y miren esta parte del versículo: “Tomó también, Moisés, la vara de Dios en su mano”. Y la vara, hasta ese momento había sido el símbolo de su vida y de su ocupación por 40 años. Era una posesión, un tesoro de Moisés. Pero ahora en este momento, cuando ya llegamos a ese versículo, ya ha habido una transformación espiritual en Moisés. Ya él está pensando diferente.
Ahora le ha cedido la vara a Dios y ya no es más la vara de Moisés. Hasta antes, por 40 años fue la vara de Moisés, esa es mi vara. Es símbolo de mi vida. Ahora ya no es la vara de Moisés sino la vara de Dios. Y yo creo que nosotros también tenemos, cada uno de nosotros podríamos extendiendo el simbolismo ese, tiene una vara. Y ¿qué simboliza tu vara? Tu vara puede ser tu ocupación, tus talentos, tus recursos financieros, tus posesiones, tu trabajo, tu familia. O sea todo aquello que te representa a ti. Eso es lo que es tu vara.
Y yo creo que el Señor nos invita hoy a hacer lo mismo que hizo Moisés: a seguir su ejemplo, a entregarle nuestra vara personal con todo lo que eso pueda implicar. Y ¿sabes por qué? Porque Él sabe que tú eres su respuesta a una necesidad. Eso es con lo que quiero que te vayas en este día. Dios sabe, Él necesita la entrega de tu corazón, de tu vara porque Él sabe que tú eres la respuesta a una necesidad. Ya Él las unió ambas.
Y yo quiero que también que tú sepas que no subestimes, no desprecies aún aquello que parece un llamado pequeño. En el Reino de Dios no hay tal cosa como llamados pequeños y llamados grandes. Si Dios te ha llamado a ti a visitar enfermos en un hospital calladamente, aún sin que lo sepan los líderes de la iglesia, pues eso es a lo que Dios te ha llamado. Si Dios te ha llamado a tomar el teléfono y animar a aquellos que necesitan ánimo, ese es tu llamado, abrázalo. Si Dios te ha llamado a predicar, empieza a prepararte para predicar.
Si Dios te ha llamado a abrir tu hogar para que otros sean sanados por tu consejo, también hazlo. O sea, no menosprecies, ni subestimes. Y la otra cosa es que los llamados comienzan pequeños –no podemos obviamente cubrir la vida de Moisés en este momento, pero él fue dando esos pasos pequeños de fe. El primer paso fue mirar a la zarza y buscar; después de ahí escuchar a Dios e interaccionar con Él; después ir donde su suegro Jetro y decirle ‘Yo me voy de aquí. Regreso, voy a visitar a mi familia en Egipto’. Y llevó a su familia con él.
En el camino Dios siguió la transformación en el corazón de Moisés. Eso es lo Él hace, lo que Dios espera de nosotros es que nuestro corazón sea sensible a Él; que deseemos hacer su voluntad; que miremos la necesidad a nuestro alrededor y digamos “esa necesidad es para que yo la llene porque Dios me ha enviado a hacerlo”. Así que no menosprecies lo que parece chiquito. Muchos grandes héroes de la fe modernos empezaron limpiando baños.
Pero lo hicieron porque sabían que a eso los había llamado Dios en ese momento: a limpiar los baños que relucieran lo más posible, el baño más limpio de la Tierra. Y de ahí Dios fue, los saca y los va llamando. Dios va cambiando nuestro llamado según nuestra vida va progresando en Él. Así que abraza tu llamado. Pregúntale a Dios, ten esa conversación con Dios: ¿Qué es lo que Tú quieres que yo haga, Señor?
Pero recordando siempre que lo más importante es lo que somos y no lo que hacemos. Pero así a la misma vez Dios se glorifica y se agrada de nuestra ofrenda de servicio a Él. Así que en esta mañana vamos a cerrar haciendo la oración de entrega de vara. Imagínese que usted tiene su vara que representa quien es usted. Pues vamos a ponernos de pie. Los buenos cristianos se ponen de pie para hacer declaraciones. Imagínese que usted tiene su vara en su mano y vamos a entregársela al Señor. Vamos a pedirle al Señor que Él la use para su honra y su gloria.
Señor, en este momento y esta mañana, en este día, Señor, nosotros presentamos delante de ti nuestra vara, Señor que representa lo que somos, lo que hacemos, nuestra ocupación, nuestros recursos y aún nuestras carencias, nuestras limitaciones y nuestras debilidades, Señor. Y a veces un pasado que ha sido difícil, Señor. Señor, no importa en que situación estamos ahora, Señor. Sea en una situación liviana y de tranquilidad y de felicidad o sea en un desierto en nuestras vidas, Señor.
Te presentamos esa vara que representa lo que ya te hemos dicho. Señor, ya queremos renunciar a que la vara es nuestra. No es mi vara, Señor, ya no es mía. Ya no tiene mi nombre, ya tiene tu nombre. Yo te pido, Señor, que Tú santifiques mi vara, que la uses para tu obra y tu gloria, Señor. Señor lleva mi vara a lugares que yo jamás pensé. Señor úsame para tu gloria. Señor, yo delante de ti, Señor, con un corazón abierto y dispuesto a que Tú obres en mi, llévame a los lugares que Tú quieres, Señor.
Señor permíteme ver la necesidad a mi alrededor y enséñame a guiar mis pasos hacia donde Tú quieres que yo la lleve, Señor, que lleve mis pasos y mi caminar. Hazme un obrero útil, Señor. Un obrero que traiga Gloria a tu nombre, primero, Señor y que traiga una sonrisa a tus labios, Señor. Padre, que mis servicios sean servicios de alegría y de entrega total. Te amamos, Señor. En este día te entrego quien yo soy deseando que Tú me uses.
Señor no para que mi nombre sea engrandecido sino para que el tuyo sea engrandecido, Señor, en este tiempo. Padre en este tiempo en que esperamos una cosecha grande por el avivamiento que viene pronto, Señor, yo te pido, Señor que en esta iglesia no haya dos o tres personas haciendo tu obra y recargándose. Sino que en este lugar se levanten cientos y aun miles de personas dispuestos a hacer tu obra cuya vara tiene tu nombre, Señor.
Que eso sea, Señor, la verdad en nuestra iglesia. La realidad, Señor, de esta comunidad: ser usada grandemente por ti. No mirando a que el otro haga, el que está al lado mío sino a lo que yo haga y a lo que Tú me has llamado y siendo fieles en lo que Tú nos pongas a cada uno, Señor. Trabajando como un equipo, Señor. Un equipo de trabajo bien concertado, Señor, en unidad perfecta delante de ti, Señor. Gracias Padre.
Señor, levanta este pueblo, Señor para tu obra y tu gloria, Señor y úsanos, Señor, efectivamente, el ciento por ciento, Señor. En este tiempo y hasta que Tú vengas, Señor. Gracias Padre. En el nombre de Jesús, Amén.