Jala el gatillo, Señor, desata el potencial de mi vida!

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Vamos a la palabra del Señor en el capítulo 2 del Libro de los Hechos, pasaje ultra conocido. Dice: “…Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba el cual llenó toda la casa donde estaban sentados y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego asentándose sobre cada uno de ellos, y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas según el espíritu les daba que hablasen….”

Por donde comienza uno? Yo he estado luchando con este pasaje, es un pasaje tan importante y tan lleno de enseñanza. Llevo predicado tantas veces acerca de él o alrededor de él que hasta pensé, mira, vamos a saltar al capítulo 3 y continuemos con nuestro estudio del Libro de los Hechos de esa manera. Pero yo creo que sería un acto criminal si así lo hiciera verdaderamente porque es un pasaje que tenemos que respetar y darle su lugar adecuado. Y vamos a ver cuánto tiempo en las próximas semanas nos tomas atravesar a través de este pasaje, pero es importante que nos detengamos sobre él.

Este pasaje es como la fundación de la iglesia de Jesucristo, es como la inauguración del mover de la iglesia aquí en la tierra. Es una graduación, por así decirlo, de los seguidos de Jesucristo y su iniciación en una vida de servicio, de evangelismo y de conquista.

El Señor, desde los inicios, en el Evangelio de Lucas por ejemplo ya había dicho, y el mismo Juan también había dicho, Juan el Bautista. Juan había hecho una distinción entre su ministerio, que era un ministerio de entrar a la gente en arrepentimiento y predicar la palabra de Dios y también de bautismo en agua como señal de arrepentimiento y nueva vida en Cristo. Él había hecho una distinción entre ese ministerio que Dios le había dado a él, Juan, y el ministerio de Jesús que tenía un ministerio mucho más poderoso caracterizado por un mover tormentoso del poder de Dios, un ministerio que estaría caracterizado por la capacidad para transmitir directamente el poder y la energía de Dios.

Juan reconocía que él se movía en el aspecto sacerdotal, religioso. Él tenía una capacidad para anunciar la verdad de Dios. Él podía manejar los símbolos de la iglesia de Dios. Quizás uno podría decir como que él tenía la capacidad para manejar la palabra logos de Dios, pero el ministerio de Jesús era cualitativamente superior al de Juan porque Jesús podía manejar el poder creativo de Dios. Jesús podía impartir dones. Jesús podía activar ministerios. Jesús podía dar vida a esa iglesia que estaba todavía como mera potencialidad. Juan no podía hacer eso. Juan solo podía declarar una verdad que había recibido de Dios pero Jesús podía moverse con poder.

Por eso es que Juan decía, yo puedo bautizarlos a ustedes con agua, es decir, un símbolo, pero él dijo, pero detrás de mí viene otro que los va a bautizar con el Espíritu Santo y con fuego. Y se me ocurre al pensar en esa diferencia entre el ministerio de Juan el Bautista, y el ministerio de Jesucristo que esa es la diferencia entre una iglesia cristiana que solamente posee la verdad general de Dios, eterna de Dios, una iglesia que puede ser muy bella y muy agradable a Dios como Juan el Bautista era agradable al Señor, una iglesia que puede moverse en los ritmos, en los símbolos y en la verdades de Dios, que puede anunciarle a las personas acerca de Cristo, de su ministerio, una iglesia inclusive que puede introducir a la gente a Jesús como Juan introdujo a la gente a Jesucristo.

La diferencia entre esa iglesia juanina, por así decirlo, es un término teológico…. Y una iglesia ungida, llena del Espíritu Santo, una iglesia que tiene sobre el fundamento de la palabra y la verdad general y eterna de Dios pero que tiene sobre ese fundamento la super estructura, por usar una palabra de domingo, del bautismo y la llenura del Espíritu Santo, los dones del Espíritu Santo, el acceso a la revelación directa de Dios, la capacidad para transmitir el poder de Dios a otros, la capacidad para entrar a otros en una experiencia vital y directa con el poder del Espíritu Santo, la capacidad para libertar a los cautivos, para sanar a los enfermos, para moverse en el poder de Dios, para recibir revelación directa de parte de Dios, para manejar los instrumentos transformadores del poder de Dios.

Entonces, como vemos yo creo que eso es lo nos enseña este pasaje aquí del capítulo 2. Al inicio del capítulo 2 encontramos simplemente una iglesia que ha estado con Cristo y ha recibido la palabra de Jesucristo. Es una iglesia que ha visto los milagros de Jesús y ha caminado con él pero no es una iglesia que tiene todavía el poder de Dios, no es una iglesia que puede hacer temblar la tierra, no es una iglesia que puede transformar la sociedad, no es una iglesia que puede causar intriga y inquietud de parte de la sociedad.

La sociedad alrededor de ellos ni siquiera sabe hasta cierto punto que ellos existen, ellos están encerrados y escondidos orando y esperando algo que va a suceder. Ellos son potencialidad pero ese potencial todavía no se ha desatado.

Imagínese un revolver cargado de balas puesto sobre una mesa de madera. Ese revolver está allí, tiene la capacidad para matar y destruir en maneras muy poderosas. Tiene las balas que necesita para hacer lo que fue creado para hacer, pero simplemente es potencial. Ese potencial no se convierte en algo actual hasta que una mano no lo coge y dispara el gatillo. Y así pasaba con la iglesia primitiva, estaban allí, tenían dentro de ellos toda la potencialidad que Cristo había ido acumulando en ellos a través de su ministerio terrenal. Ellos eran el arma de Dios puesta sobre la mesa pero el Señor sabía que antes de que ellos pudieran ser usados para desarrollar su potencialidad el Espíritu Santo tenía que venir y prender la chispa para que se pudiera disparar lo que estaba dentro de ellos.

Yo no soy un experto en armas de fuego pero yo tengo entendido que en todo lo que tiene que ver con las armas de fuego se necesita fuego, ya sea una chispa para desatar el potencial que está en el proyectil. Cuando un gatillo o la pólvora en un cañón se prende, ese fuego, esa chispa que sale cuando el gatillo golpea el metal de la bala, eso desata la pólvora y entonces suelta la bala, la parte metálica del proyectil. Es interesante que aún una bomba atómica con toda su complejidad necesita ese fuego inicial para desatar el poder del átomo que está dentro de ella.

Lo mismo pasa en las reacciones químicas. Toda reacción química necesita lo que se llama un catalítico, es decir, es la infusión de energía de afuera que capacita la reacción entre dos o más elementos. Y no voy a entrar demasiado hondo porque sé que aquí hay científicos que me podrían ridiculizar si voy más hondo que esto. Así que lo voy a dejar así en términos generales. Pero la idea es que para que la potencialidad de las cosas pueda desatarse, para que reacciones entre diferentes elementos puedan darse y se puedan mezclar al nivel atómico, se necesita la infusión de, por así decirlo, fuego que añada presión…

Y es interesante que algo así sucede en el día de Pentecostés. Y es interesante para mí porque yo siempre veo que Dios obra sobrenaturalmente pero también respeta los principios de la naturaleza. Se me ocurre que eso es simplemente porque en realidad para Dios no hay tal cosa como sobrenatural y natural. Los principios que nosotros llamamos naturales en la ciencia son simplemente la mente de Dios vertida dentro del tiempo y el espacio. Pero cuando Dios quiere obrar en el ámbito espiritual también usa los mismos principios de su mente generales.

Así que para que se desatara el potencial que estaba dentro de los discípulos se necesitaba una infusión de energía de afuera, un fuego que viniera de afuera, que entrara en ellos y en un sentido dispara el gatillo. Encendían esa chispa de fuego que le prendiera fuego a la madera que estaba sobre el altar. Y todo eso, yo creo, que está implicado en este pasaje.

En realidad, nunca se me había ocurrido de la manera en que lo he explicado en esta tarde, pero creo que es exactamente en términos espirituales lo que pasó el día de Pentecostés. Dios quería iniciar a su iglesia, Dios quería liberar lo que Cristo había puesto en ellos. Para ellos moverse de lo potencial a lo actual, ellos necesitaban que el Señor los tocara con fuego de lo alto, que Dios les prendiera fuego al holocausto que estaba allá sobre la mesa.

Y por eso el Señor Jesucristo le dijo, no se vayan de Jerusalén hasta que reciban ese poder, esa infusión de energía de lo alto, porque si ellos se hubieran movido a hacer la obra que Dios les había encomendado sin recibir esa actualización del poder que estaba dentro de ellos, ellos hubieran sido como un revolver que simplemente se levanta de la mesa solo y pretende hacer la obra que él tiene que hacer sin que haya una mano detrás de él disparando el gatillo.

Así se me ocurre que muchas veces nosotros, los siervos de Dios y las iglesias de Dios, tratamos de hacer la obra que Dios nos ha encomendado sin primero asegurarnos de haber recibido esa activación del poder de Dios que está en nosotros, en potencial.

Hay una controversia falsa entre los teólogos cristianos hoy en día. Hay teólogos que dicen, bueno, cuando yo recibo a Cristo como mi Señor y Salvador, ya yo he recibido y tengo el Espíritu Santo y por lo tanto ya yo no necesito más nada porque yo tengo el Espíritu Santo y ya, porque Cristo dice que cuando yo recibo a Jesús el Espíritu Santo entra dentro de mí, y entonces este tipo de personas usando ese argumento dicen, yo no necesito una segunda experiencia de un bautismo del Espíritu Santo. Y está el mundo pentecostal, carismático que dice, sí, uno recibe a Cristo pero necesita una segunda, como una infusión de poder, una inmersión en el poder del Espíritu Santo, una activación del poder de Dios que está en ti, un prender la chispa, un disparar el gatillo. Porque en realidad, en el sentir pentecostal está la idea de que sí, nosotros tenemos el Espíritu Santo dentro de nosotros cuando recibimos a Jesucristo y eso que tenían los discípulos cuando estaban ahí en el aposento algo esperando la visitación del poder de Dios, ellos ya tenían el Espíritu Santo dentro de ellos.

El Señor en un pasaje se nos describe, creo que es el Evangelio según san Juan, y creo que fue después de su resurrección que él se les apareció a los discípulos y les dijo, recibid el Espíritu Santo. Yo pienso, si el Señor Jesucristo dijo, recibid el Espíritu Santo, creen ustedes que lo habrán recibido o no? Porque cuando él dice algo eso se cumple. Entonces si ellos recibieron ese Espíritu Santo cuando el Señor les dice que lo reciban, por qué el Señor les dice, no se vayan de Jerusalén hasta que no hayan recibido poder de lo alto? Era porque el Señor se estaba refiriendo a una experiencia cualitativamente diferente a la primera.

Hasta que nosotros no somos quemados por el Espíritu Santo lo que tenemos dentro de nosotros es simplemente el potencial de Dios. Y déjenme decirles como Juan nosotros podemos hacer muchas cosas con simplemente ese reservoir, esas reservas de poder que está dentro de nosotros, pero cuanto más se puede hacer cuando esa reserva de agua se convierte en una cascada poderosa que se mueve.

Yo creo que mi meditación en esta mañana ya va a terminar, se va a limitar solamente a una apologética del bautismo del Espíritu Santo. Déjenme mirarlo de otra manera, piense en un lago apacible, lleno de agua, conteniendo agua, una reserva de agua, en un lago plácido y tranquilo como dice Samuel, se pueden hacer muchas cosas, uno puede ir …. Uno puede coger un barquito y una canoa y estar allí simplemente escuchando la naturaleza y viendo la puesta del sol. En un lago se puede pescar, en un lago se puede uno bañar y nadar, hay muchas cosas que se pueden hacer dentro de un lago, pero su uso es limitado, su capacidad para desatar energía es limitado.

Y así es con la iglesia de Jesucristo que no ha tenido esa experiencia transformadora del poder del Espíritu Santo. Así es el caso de un creyente que simplemente conoce el bautismo de Juan y la experiencia de la iglesia evangélica juanina. Esa iglesia puede hacer muchas cosas interesantes, importantes y útiles. No debemos denigrar ni criticar excesivamente a esa iglesia, tiene mucha utilidad y hace muchas cosas en favor del Reino de Dios. Pero su utilidad está limitada como el agua de un lago está limitada porque está encerrada.

Ahora, piense en un gran río, un río caudaloso, un río que está corriendo a una gran velocidad, que va adquiriendo fuerza a través de su choque con rocas y su mover a través de las curvas del canal de ese río, ese río que va en declive a través de largas distancias pero va poco a poco y va cogiendo velocidad cuando va hacia el mar. Ese río tiene una potencialidad y un poder para hacer cosas que no tiene el lago, porque esa energía puede inclusive, el hombre puede tomarla y hacer construirla en una reserva, y convertirlo por ejemplo, en una represa eléctrica que da luz a multitudes, que mueve motores, que hace posible todo tipo de transacciones dentro de una sociedad, cosas que dan vida, que transforman, que mueven. Hay una diferencia y eso pasa con esa energía, ese poder de Dios cuando está desatada dentro de nosotros.

Resulta interesante que el Señor Jesucristo no comparó la energía que él trae a sus creyentes y a sus seguidores con un lago apacible y hermoso de contemplar, sino que la contempló como la energía de un río que estaba corriendo y saltando por todas partes. Por eso el Señor dijo, los que creen en mí ríos de agua viva saltarán de su interior. Porque la energía que Cristo incorpora en la vida del creyente y que desata es una energía que rompe, que cambia, que transforma, que mueve las cosas.

Y les prometo ahora hermanos que voy a aterrizar finalmente. Nosotros estamos ahora mismo en este punto de la historia de la humanidad en que hay grandes cosas que tienen que ser movidas, hay naciones enteras que tienen que ser iluminadas, hay ferrocarriles, hay motores que tienen que ser movilizados y movidos, hay montañas que tienen que ser traspasadas y convertidas en túneles, hay rocas que tienen que ser movidas, hay poderes que tienen que ser derrotados, hay revelación que tiene que ser recibida, hay cosas que tienen que ser declaradas, hay muertos que tienen que ser resucitados, hay gente enferma que tiene que ser sanada, hay mentes cautivas del diablo que tienen que ser liberadas, hay corazones aprisionados por las mentiras de Satanás que tienen que ser abiertos con una llave que solo Dios tiene poder para dar.

La energía que se necesita para liberar el mundo en el siglo XXI no vendrá de la iglesia juanina. La energía que se necesita tendrá que venir de una iglesia dotada con el poder transformador del río de vida que solo Cristo puede proveernos.

Después de este viaje que yo acabo de dar a España, que acabo de regresar anoche, mi esposa y yo, antes de anoche, y estábamos allá compartiendo con los pastores de una denominación española y sus líderes también, si me están escuchando alguno de ellos les bendigo en el nombre del Señor y gracias por recibirnos y darnos tan buen trato. Pero una de las cosas que se hizo abundantemente claro durante nuestra estadía allá es que España y toda Europa está cautiva por el poder del secularismo y del modernismo, y toda la Unión Europea y todas las naciones de Europa están cautivas por el mismo poder.

De hecho, se podría decir que todo el mundo occidental industrializado está cautivo de este poder. Eso incluye Estados Unidos, incluye Canadá, incluye Australia, los grandes países, los países donde reside el poder tanto militar como económico, como intelectual están cautivas de este espíritu. Y nuestros hermanos pastores y los líderes de España estábamos claros en que España no hay manera, ni en Europa, esta nación misma, yo veo claramente no hay manera que nosotros podamos romper el encerramiento en que el diablo ha metido a estas naciones.

En esta nación de Estados Unidos, una iglesia meramente evangélica, con la verdad general juanina de Dios no puede romper las rocas y abrir las celdas que tienen que ser abiertas. Cada día yo estoy más y más claro que como esos primeros discípulos nosotros tenemos que concentrarnos en amontonar y fortalecer el poder de Dios dentro de nosotros hasta que haya un estallido de poder.

Yo creo que el Señor nos está diciendo, iglesia, no se muevan, no salgan de Jerusalén hasta que ustedes no sean investidos con poder de lo alto. Porque con el poder que ustedes tienen actualmente van a ser como ese revolver moviéndose pero sin una mano que apriete el gatillo.

Yo entiendo que por eso nos movimos en la manera en que nos movimos esta mañana aquí durante el tiempo de adoración. Yo entiendo que nosotros tenemos que aprender a desatar, tenemos que aprender la química del poder de Dios, tenemos que aprender a manejar las sustancias del poder de Dios, los elementos del poder de Dios. Tenemos que aprender los químicos aprenden a combinar sustancias y experimentan hasta encontrar la fórmula perfecta que pueda mover la máquina de la iglesia, hasta que el poder de Dios descienda sobre nosotros y estallemos como estallaron los primeros discípulos en el día de Pentecostés.

Yo sufro, yo muero un poquito durante servicios como el de esta mañana. Por qué? Porque mi intelecto y mi deseo de controlar y de seguir el programa me mete en agonía y en lucha con lo que Dios me está diciendo. Yo pienso en los hermanos que han preparado y han ensayado un buen programa de adoración y me pregunto cómo se sentirán ellos, me pregunto qué pensarán ustedes del pastor Miranda motorizando la adoración y la predicación, pensarán los hermanos que el pastor Miranda se cree que es un gran cantante y por eso está haciendo; pensarán los hermanos del ministerio en inglés que por qué no nos permiten ya ir a los servicios y continuar con la parte que nos toca a nosotros, y mientras estamos cantando una canción yo estoy pensando, bueno, si los suelto ahora qué van a hacer ellos porque ya les quitamos quizás todo el tiempo, entonces los voy a dejar como en el aire y como comienzan ellos y empatan lo que yo he dejado. Y yo estoy pensando, bueno, ok, cantamos este coro entonces qué viene después, qué pasa después y qué pasa si me quedo sin más coros que cantar y entonces estamos a mitad del servicio. El Señor me dice, mira, canta esto, y yo digo, pero lo único que tengo es una palabra y qué pasa si a mitad de frase me quedo sin nada, el cántico nuevo. Y entonces me pregunto, bueno, y qué pasa si le pido a John que suba aquí y entonces lo pongo a él en un aprieto, lo pongo a Enrique en un aprieto.

Yo quiero que ustedes sepan que todos esos pensamientos y muchos más estaban pasando por mi mente mientras nosotros dirigíamos aquí esta mañana. Hay una parte, y les hablo así porque quiero que ustedes tengan entrada a los pensamientos de un pastor y un hombre como yo que le gusta el control y que no le gusta ser un mal papel ante la gente. Pero en ese proceso hay una parte de mí que dice, no, pero nosotros tenemos que aprender a dejarnos mover en el poder del Espíritu Santo. Tenemos que aprender a movernos tanto en el orden de Dios como en el caos creativo de Dios. Tenemos que aprender a navegar tanto las aguas apacibles como las aguas tormentosas del río del Espíritu Santo. Necesitamos ganar experiencia en estas cosas. Necesitamos aprender a desatar el don de Dios que ya está en nosotros.

Pablo le dice a Timoteo, te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti. Yo creo que Dios quiere hacer grandes cosas a través de la congregaciones en este tiempo. Yo creo que muchas veces el Espíritu Santo viene y dice, mis hijos, yo quiero que me adoren y me exalten como decía la profecía esta mañana. Yo quiero que ustedes me ministren, me sirvan a mí como un mozo sirve a alguien en un restaurante. Y cuando ustedes me hayan levantado y exaltado entonces yo soltaré mi bendición sobre ustedes y mi poder. Pero ustedes tienen que dejar el apetito de control, tienen que soltar el espíritu de programa y Roberto Miranda puede ser el primero que tiene que aprender a hacer eso. Porque muchas veces los pastores somos los primeros que nuestro deseo de mantener nuestras congregaciones ordenadas y contentas, reprimimos esa muerte que tiene que darse para que a través de las grietas abra el paso el poder de Dios. Nosotros tenemos que ser quebrantados nosotros primeramente, el intelecto tiene que ser quebrantado, nuestro apetito de control tiene que ser quebrantado, nuestra inclinación a ponernos nosotros en el lugar que solo Dios debe ocupar tiene que ser quebrantado.

Eso es lo que contrista el corazón de Dios en este tiempo de la historia sobre la humanidad, el deseo del hombre de tener él el control de determinar programas, y nosotros tenemos que hacer acciones proféticas y decir, Señor, te cedemos el control y si perecemos que perezcamos.

Una ilustración última, un pastor español con el cual pasamos un día allá en España hace unos tres días, después de un día, no fue simplemente un viaje que dimos y en el viaje de regreso al final del día él me decía que había comenzado una serie de sermones sobre el bautismo del Espíritu Santo y que ese primer sermón que él iba a predicar en ese domingo, el domingo pasado, hubo un tiempo maravilloso de adoración y Dios se estaba moviendo poderosamente en el tiempo de adoración, pero que como ya se estaba pasando el tiempo del sermón él decidió detener el tiempo de adoración y comenzar su sermón, pero que lo que pasó fue que cuando él comenzó a predicar su sermón sobre el bautismo del Espíritu Santo dice que terminó con un sentido total de fracaso y nos pusimos a discutir y llegamos a la conclusión de que posiblemente ese no haber alcanzado la meta, el blanco de su sermón se debía a que posiblemente el Espíritu Santo fue contristado. Porque quizás todo lo que el Espíritu Santo quería en ese primer día de esa serie de sermones sobre el Espíritu Santo es que lo dejaran a él tomar el control. Y el Espíritu Santo quería hablar de sí mismo a través de esa oración libre, pero al el programa tomar control entonces el Espíritu Santo dijo, bueno, no te puedo bendecir en la proclamación de la palabra.

Yo me pregunto cuántas veces nosotros hablamos del Espíritu Santo solamente con una teoría, pero sin tener experiencia acerca del misterio y las formas secretas de cómo el Espíritu Santo verdaderamente se mueve. Así que, hermanos, el Señor nos dice, pueblo mío aprendan a moverse en mi poder. Aprendan a respetar mis prioridades y mis prerrogativas. Sepan cuándo yo les cedo lugar y cuándo ustedes tienen que cederme a mí el lugar. Y ahí entonces yo creo que comenzará un mover más poderoso de Dios en nuestras vidas y en nuestras congregaciones.

Yo sé que me he tomado mucho más tiempo de lo que tenemos planificado pero eso es lo que pasa cuando el Espíritu Santo toma el control, esa es la lección que el Espíritu Santo quiere dar acerca de sí mismo, una lección objetiva, es un drama que el Señor está elaborando en medio de nosotros. Aprendamos a fluir en la energía del Espíritu Santo.

Vamos a ponernos de pie. ¡Aleluya! Gracias, Señor. Te adoramos, te bendecimos. Adore al Señor un momento. Entréguele al Señor el exceso de tiempo, entréguele al Señor los planes que usted tenía, entréguele al Señor las expectativas que usted tenía. Dele gracias al Señor que el Espíritu Santo le place tomar control de su tiempo que no es su tiempo, es el tiempo de esta iglesia y de su programa y hacer las cosas como él quiere. Y dígale, Señor, yo quiero vivir mi vida de esa manera. Y dile Señor, yo quiero que tu me enseñes, que me lleves a lugares donde yo no quiero ir, que me hables y me digas cosas que yo no quiero oír, que me mandes a hacer cosas que yo no quiero hacer, que tu cambies mi vida, que tu transformes mi vida y que me hagas algo diferente a lo que yo quiero ser.

Digámosle al Señor que queremos ser una iglesia que se mueva en el viento impredecible del Espíritu Santo. El viento se mueve a donde él quiere ir. El viento no lo controla usted, el viento lo controla a usted. Dale control al Señor. Dale control al Señor, dile, Señor, jala el gatillo, jala el gatillo. Jala el gatillo, Señor, dispara el gatillo en mi vida, desata el potencial. Oh Señor, te adoramos, te bendecimos.