Éxito en las relaciones interpersonales - Parte 2

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Vamos a seguir con nuestra enseñanza. Había una vez un hombre sentado a la orilla del camino, pasó un viajero y le dijo “Óigame, dígame ¿como son las personas que viven en este lugar?” el hombre que estaba ahí sentado le dijo “¿Cómo son las personas? Excelentes”. Él le dijo “las personas de donde yo vengo son horribles, criticonas, chismosas”. “Bueno, le dijo, aquí no va a encontrar algo diferente. Son muy parecidas las personas”.

Siguió ahí sentado el hombre y al rato vino otro viajero y le hizo la misma pregunta “Óigame, ¿Cómo son las personas de este lugar? ¿Qué personas voy a encontrar?” “Dígame usted, ¿Cómo son las personas de donde usted viene?” “¡Ah! Yo vengo de un lugar donde las personas son bondadosas, lindas, preciosas, amables, encantadoras, dadivosas, confiables”. “Bueno, lo mismo va a encontrar aquí”. ¿Por qué razón?

Porque la forma en la que nosotros nos vemos, vamos a ver a los demás. Y como nosotros veamos a los demás así los vamos a tratar. Por eso es que un líder tiene que auto conocerse. Tiene que saber quien es, que piensa, que siente y en que nivel del camino va. Hay un engaño que consiste en que ‘yo creo que lo que se lo estoy viviendo’. ¿Qué pasa entonces? Yo creo que estoy hasta aquí.

De repente viene una crisis, viene una situación difícil y ¡ay! Sorpresa, como reaccioné. ¡Qué sorpresa! Vi que no estaba hasta aquí, estaba hasta aquí. ¿Por qué razón? Las crisis lo único que hacen, las situaciones difíciles lo único que hacen es evidenciar el nivel en donde estamos. No nos cambian de nivel, solo evidencian el nivel en el que estamos. Y las reacciones que tenemos pues van a evidenciar el nivel en el que yo estoy.

Así es que el auto conocerme, verme yo en un espejo y saber exactamente en donde estoy y no creer que porque se mucho estoy hasta arriba. Toda mujer tiene que tener un auto conocimiento. Eso es básico. Ahí empiezan las relaciones de liderazgo. Como me veo yo, voy a ver a otros. Yo soy criticona, voy a ver a los criticones; soy bondadosa los voy a ver bondadosos. Ahí empiezan las relaciones de liderazgo, partiendo de cómo me veo yo a mi misma. Muy bien.

Yo tengo que tener conocimiento ¿en qué cosas? Yo tengo que saber en que nivel de restauración yo estoy. Porque todos vamos en niveles de restauración. Dios empieza a restaurar en nosotros áreas grandototas, aquellas que si no las restaura no podemos seguir adelante. Pero poco a poco la restauración es más fina. Nos deja pasar menos cosas. Entonces ¿en qué nivel de restauración yo estoy? Yo no he llegado a un nivel total.

Vamos a pasar toda la vida siendo restaurados. Vamos de gloria en gloria, de victoria en victoria pero no lo hemos alcanzado todo. Vamos camino a, y cada día tenemos que ser mejorados. Nuestro hombre interior tiene que crecer aunque el exterior se vaya desgastando. Yo tengo que saber como está la influencia del pasado en mi vida. Todos tenemos un pasado. Eclesiastés nos dice que “las cosas pasadas ya fueron y las que van a ser ya son”.

Pero yo tengo que saber como está mi influencia del pasado todavía manejando mi vida como líder. ¿Por qué razón? Porque de repente va a venir alguien y va a decir una cosita chiquitita y yo la sentí enorme. ¿Por qué razón? Hago de una pulga un elefante, ¿por qué razón? Porque se conectó con un área del pasado que todavía no había sido sanada. Y si yo la identifico y reconozco que una conexión del presente tocó el pasado y el pasado fue el que surgió, se lo voy a poder entregar a Dios y voy a ver sanada. ¡Que bueno que lo podemos evidenciar!

Pero tenemos que saber como voy con el pasado. Si usted es un líder, usted va a tener dolor. Y si es mamá va a tener dolor, y si es esposa va a tener dolor. Entonces tenemos que saber como estamos manejando el dolor. El dolor si no lo sabemos manejar puede ser devastador. Hay dolores que son profundos, que son intensos y tenemos que aprender a manejar el dolor en el liderazgo y el dolor personal para seguir caminando en el Señor.

El dolor no nos puede detener. Tenemos que aprender a manejarlo. Tenemos que pedir la ayuda que se necesite pero no dejar que el dolor nos detenga, que va a venir tarde o temprano a nuestra vida. A veces con más a veces con menos intensidad. Esto nos lleva también a los conflictos no resueltos. Los conflictos no resueltos son todas esas situaciones que nosotros no hemos hecho nada por resolver. Sí estamos de pleito pero no importa y seguimos caminando con el conflicto sin resolver.

Pero ¿qué pasa cuando tenemos muchos conflictos sin resolver? Al rato tenemos una carga encima con todos los conflictos que no tenemos resueltos. Dios no quiere que llevemos cargas. Tenemos que cerrar las gestalt. ¿Qué es el cierre de una gestalt? Es cierre de una gestalt es ir cerrando situaciones emocionales. A veces tenemos una situación emocional con una persona que no hemos cerrado, abierta la situación. Tenemos otra situación emocional con otra persona. Tenemos situaciones emocionales abiertas en el liderazgo, en la casa, en el trabajo.

¿Qué pasa entonces si no las cerramos? Si no le damos una finalización, un cierre adecuado. La energía que gastamos en ello es mucha, entonces estamos candados. Es exactamente como cuando tenemos cosas que no hemos terminado. Tengo una costura sin terminar, una carta sin terminar, un libro sin leer. La casa empiezo a barrer la cocina y la dejo sin terminar y me paso y barro la sala y la dejo sin terminar, quedó toda la casa sin terminar. El closet a la mitad, todo eso da confusión e igual es en lo emocional. Entonces cuando tenemos gestalt sin cerrar no podemos tener relaciones saludables.

Luego tenemos que aprender a caminar en los círculos de rechazo. Hay que saber si uno ya está sanado cien por ciento del rechazo. Puede ser que nos llevemos la sorpresa que no. Todavía me molesta que no me saluden, no hemos cerrado todavía el circulo del rechazo. Todavía me molesta que no me inviten. No hemos cerrado todavía el círculo del rechazo. Todavía estamos tomando ciertas situaciones como rechazos personales. Y cuando caminamos en círculos de rechazo: a mi me rechazan, yo empiezo a rechazar y tenemos entonces un liderazgo en un equipo en todos medio nos manejamos con cierto rechazo y no llegamos a ningún lado.

Luego, acá tenemos que tener con mucha claridad el nivel del manejo de aceptación. Ya vimos el manejo del dolor, los conflictos no resueltos, el cierre del gestalt, los círculos de rechazo y yo tengo que tener como está mi nivel de aceptación. De repente yo estoy como el de la figura y me miro en el espejo como que tengo un concepto un poquito elevadito del asunto. Y si yo me creo más, en mi país dicen ‘la mamá de los pollitos’ yo voy a ver a los demás para abajo.

Mi posición existencial va a ser ‘yo estoy bien, pero ustedes…’. Y si por el contrario yo tengo complejos del famoso complejo de inferioridad, que me creo menos, que me creo tonta, que no me creo capaz. Que en realidad es lo mismo que el de superioridad solo que con una manifestación diferente. Dios nos quiere que nos veamos ni más ni menos. Dios quiere que nos veamos exactamente como Él nos ve. Y Él es el mejor reflejo. Preguntarle a Él es verme con mis habilidades, mis cosas buenas, mis fortalezas y mis debilidades, ¿para qué? Para entregárselas a Él y que no afecten el liderazgo.

Cuando yo no tengo una buena imagen de mi misma, ¿qué va a pasar? Yo no voy a pedir ayuda porque si me siento muy poca cosa no merezco la ayuda, si me siento mucho no la necesito. Un líder hay momento que tiene que pedir ayuda. Hay momentos en que el líder tiene que aprender, tiene que reconocer que comete errores. Porque todos cometemos errores. Todos fallamos. El problema no es fallar, el problema es no corregir el fallo y no aprender.

Y podemos aprender de los que están más arriba que nosotros, de los que están al mismo nivel y de los que tenemos a nuestro cargo. De todos podemos aprender, siempre y cuando tengamos un espíritu abierto a aprender. Muy bien. Y aquí viene algo sumamente importante: como está mi madurez emocional. Yo puedo tener los años que tengo, no se los repito, y tener una madurez emocional muchos años atrás. Saber mi nivel de madurez emocional es importante. Ahora ¿cómo yo la conozco? Yo tengo que saber que tengo emociones.

A veces creemos que porque somos muy espirituales tenemos muchas revelaciones, Dios nos habla mucho ¡qué lindo! ¡Qué hermoso! Pero eso no quita que aún tenemos emociones y tenemos que aceptarlo. ¿Para qué? Para que Dios nos ayude a manejarlas. Si no lo reconocemos no podemos entregárselas a diario y pedirle ayuda para manejar las emociones. Las emociones van a influir en nuestras relaciones. Como líder tenemos que decidir que tipo de liderazgo quiero tener. Quiero tener un liderazgo emocional en el que dejo fluir mis emociones o quiero tener un liderazgo espiritual donde las manifestaciones del fruto del Espíritu se van a ver.

Porque las manifestaciones del fruto del Espíritu son relaciones: bondad, gozo, amor, paz, mansedumbre, paciencia son relaciones. Así de sencillo. Yo tengo que saber que tipo de liderazgo tengo y que tipo de liderazgo quiero tener. Ahora bien. Hay una emoción básica. Todos tenemos mínimo una emoción básica. A veces tenemos dos o más. ¿Qué es una emoción básica? Una emoción básica es aquella emoción que venimos manejando fuertemente desde la infancia. Todos de alguna manera hemos tenido situaciones traumáticas.

Todos, de una u otra forma. Si no las hemos tenido reales las hemos tenido en la cabeza. Pero las hemos tenido. Cuando una situación traumática, cuando hay un dolor, cuando hay algo que no podemos manejar, que no sabemos como responder hay emociones. Y esa emoción si no la aprendemos a manejar va perdurando durante la adultez. Entonces es la emoción o las emociones que ahora me cuesta manejar. Generalmente, las mujeres la emoción que nos cuesta manejar es la ira.

No nos enseñaron a manejarla y generalmente la reprimimos en la infancia y ahora venimos manejando mal la ira. ¿Qué pasa con un líder que no reconoce que es su emoción básica y no la maneja? Va a gritar a todos, enfrente de todos y nadie quiere estar cerca de un líder que grita. Nada quiere estar cerca de una mamá gritona, nadie quiere estar cerca de una esposa gritona, de una esposa enojona o de un líder enojón. ¿Por qué? Porque no hemos reconocido nuestra emoción básica.

Entonces puede ser que la estemos reprimiendo y reprimiendo y de repente una cosita nos conecta con eso y “¡fum!” estallamos, como la olla. ¿No han visto las ollas esas, Presto creo que se llaman? Yo de cocina no se así que no se si son Rinaweb o esto. Entonces las ollas ¡fum! Estallan. Así estallamos a veces y si no vamos reprimiendo y reprimiendo las emociones y llegamos a la depresión. A veces la emoción que no podemos manejar es la ansiedad. Por eso compre el CD.

Pero tenemos que reconocer cual es esa emoción que venimos manejando mal. Y no me diga que no tiene ninguna porque ¿sabe cuantas emociones hay? 180 emociones y a veces hay un día de paz pero a veces las 180 emociones se acuerdan en el día y es ese uno de esos días tormentosos que usted pasó por todos los estados emocionales y en la noche solo se tira en la cama porque ya no puede más. 180 emociones, ¿se da cuenta? Y a veces decimos “no yo no tengo que manejar ninguna”. Mentira. Si somos humanos, yo hasta creo que son más de 180, fíjese. Todavía le estoy quitando algunas.

Otra cosa que hay que reconocer son los disparadores emocionales. ¿Qué es un disparador emocional? Esos nunca los identificamos. ¿Sabe cuales son? Son esas palabritas, esos gestos, ese tonito de voz que cuando alguien nos lo dice rápidamente saltamos o nos defendemos. Yo se cuales son mis dos disparadores emocionales. Mire, estoy pidiéndole al Señor que siga trabajando en eso porque de repente son dos palabritas que me dicen y yo como que ‘pongo freno’. ¡Ay, Señor! Son los disparadores, ¿verdad?

Pero si no sabemos cuales son los disparadores, vamos a reaccionar y le vamos a echar la culpa al otro y no es la culpa del otro. Son mis reacciones, es lo que yo no he manejado que se dispara con las palabras del otro. A veces es un gesto, a veces solo basta que alguien nos haga “así” y saltamos, ¿verdad? “Este me dio mal”. Hay que conocer y un líder tiene que conocer cuales son sus disparadores emocionales, todos los tenemos. Y tenemos que reconocerlos para entregárselos a Dios.

Tenemos también que conocer cuales son nuestros estados anímicos. ¿Qué son los estados anímicos? Son esas tendencias a estar de cierta manera emocional y a veces no sabemos ni por que. ‘¡Ay! Es que hoy me siento, no se como… melancólica, triste, animadísima’. Son estados emocionales aprendidos muchas veces de la infancia. Patrones emocionales que venimos aprendiendo. Yo he tenido que luchar mucho con la ansiedad porque yo aprendí ese patrón emocional.

En mi casa siempre se manejaba la ansiedad, pero…. Sinónimo de responsabilidad. Entonces cuando yo llegué al Señor y me decían que echara toda la ansiedad sobre el Señor, yo dije “bueno, esto no es responsable, pues”. No es así la cosa. Lo que pasa es que pasa es que tenemos que aprender a manejar esas emociones pero tenemos que identificar esos estados emocionales aprendidos. Fíjese que a veces yo me empezaba a sentir ansiosa y no había razón. Tenía que decir ‘Olga, calma. Tranquila, tranquila. Come despacio, no vas a ningún lado. No te están quitando la comida’ y así.

Y yo sola calmarme, ¿por qué? Porque tenía un patrón aprendido de estar con ansiedad y con estados anímicos que no son los adecuados. ¿Qué son las emociones? Las emociones, pues son agitaciones internas producidas por situaciones externas a veces producidas por ideas, a veces producidas por recuerdos que nos van a dar una conmoción física que va a ser más o menos evidente. La mayoría de nosotros demostramos las emociones. Creemos que no, pero las demostramos: con los gestos, con la cara, con los ademanes, de alguna manera demostramos las 180 emociones.

Tengo que tener conocimiento de los conflictos del yo. O sea del ego. El ego es lo que me identifica como persona. Hermana, ¿yo tener ego? Ya no, si yo ya estoy crucificada. No lo creo. Todavía hay mucho de eso. Lo que pasa es que no lo veo porque son lo que se llaman los puntos ciegos. ¿Sabe que es un punto ciego cuando usted va manejando? Usted va manejando y mira para atrás y ve los carros que vienen pero hay un punto que usted que por más que haga así y se tuerza ya no mira y ¡zas! Le dan en el carro. Eses es el punto ciego. El punto que uno ya no ve.

¿Quiénes conocen nuestros puntos ciegos? Los que viven con nosotros, nuestro equipo de liderazgo y nosotros conocemos los puntos ciegos de nuestro equipo. Porque para conocer los puntos ciegos del otro, los puntos ciegos míos y que ni me los digan porque me enojo. Criticones que son. El egoísmo. Va junto con el orgullo. ¿Cómo miro yo si tengo orgullo? Yo hago, yo vuelvo, yo dirijo, yo esto, yo el otro y yo, yo, yo. Y cuando alguien es “yo” ¡ay! Que fácil verlo pero cuando yo soy no lo veo. Lo veo muy normal, pero en realidad voy a preguntarle al Señor si no realmente hay todavía esto de esto que van combinados.

Mire, la vanagloria. Creerme insustituible. No lo soy. Favor que me hace el Señor con usarme. Pero si yo me creo que el líder es insustituible… La altivez también es colocarme en una posición más arriba que los demás y a veces en el liderazgo –estamos hablando acá mas o menos de los liderazgos de mandos medios- aún de mandos medios a veces nos volvemos un poquito…. Y no nos damos cuenta. ¿Por qué? La altivez no la vemos pero cuando alguien nos la dice pues debemos llevarla delante del Señor para ver si es cierto.

Y la prepotencia, también. ‘Solo yo hago las cosas bien. Si se la doy a otro las va a hacer mal’. Mejor las hago yo. Tengo que enseñar a los que están conmigo, a mi equipo a que las hagan bien. ¿No las hicieron bien la primera? Tengo que enseñarle la segunda porque hay una cosa que usted necesita como líder: paciencia. Mire, la carrera más rápida es la de uno solito. Llega más rápido. Como no podemos ir solitos hay que tener paciencia.

Luego yo tengo que conocer, y esto es bien importante, mis estados mentales o sea los mecanismos de defensa. Repetirlos como yo se los voy a repetir ahorita es bonito, evidenciarlos en mi vida es difícil porque ya los he hecho propios, ya son míos, ya se volvieron parte de mí y tengo que dejar que Dios me los quite. Si Dios no nos quita los mecanismos de defensa, si no se los entregamos a diario vamos a seguir caminando en ellos y no vamos a crecer. No vamos a madurar emocionalmente, no vamos a tener aprendizaje, no vamos a ser enseñables.

Y ¿Cuáles son? La negación. Negamos lo que sentimos. ‘¿Te enojaste con lo que te dije?’ ‘No, si yo soy cristiana, ¿Cómo me voy a enojar?’ ‘Es tan colega conmigo ¿Cómo va a hacer eso? De ninguna manera’. La represión: yo introduzco las emociones y las guardo ahí adentro como una gavetita y de repente se ha fijado que en las gavetas usted mete y mete cositas y de repente un papelito y ya la gaveta no cerró. Y usted empuja y la gaveta ya no cierra. Igual es eso. Acumule cosas adentro y usted va a vivir cansada, confusa y de repente estallamos.

¿Por qué? Porque todo se lo guarda. Estamos equivocando el guardarnos todo con la bondad y la mansedumbre. Esas son manifestaciones del fruto del Espíritu reales. Esto es guardarse lo que siente: ‘estoy bien brava y me lo guardo’. Es otra cosa. Desplazamiento: usted está en su casa bien molesta con sus hijos y viene aquí y remata con los de su equipo. ‘¿Y a esta que le pasó?’ O al revés: nos enojamos con alguien al que no le podemos decir nada y vamos a la casa a ver quien nos las paga. Y ¿dígame si no funcionamos a veces así?

‘Pero mamá ¿Qué te pasa? Y entramos regañando a todos y por todo. Lo que usted ayer no regañó porque dejaron los escarpines tirados hoy se pone furiosa y regaña. Pero no son los calcetines los que nos tienen brava. Son otras cosas que no pudimos manejar. Y vivimos haciendo estas cosas muchas veces. La regresión: el líder o la persona del equipo que de repente Dios ‘me dijo que me fuera’. Pero hay veces que Dios no nos dice es que yo ya no quiero seguir en el asunto y que asumo una conducta infantil y todos saben que es el cuerpo que está peleando porque algo no le gustó y el único engañado es uno.

¿Por qué? Porque estos mecanismos de defensa son inconscientes. No son conscientes y a no ser que permitamos que el Espíritu Santo penetre a profundidad en el inconsciente, en el subconsciente y rompa todas estas cosas que traemos de la infancia, del pasado, vamos a seguir caminando engañadas. ‘¿Por qué se fue de la iglesia?’ ‘¡Ah! Es que no me gusta esto’ pero la hermana se fue, esa es la realidad. Formación reactiva: algo negativo lo convertimos en lo contrario. Entonces a veces aparecemos ‘hermanita linda, preciosa’ y usted sabe que en el fondo no es ni hermanita linda ni preciosa.

La mira con el tono de voz. Porque nos volvemos… ‘Si mi linda’ pero es un “Sí mi linda” que no es ni linda aparte de alguien que lo dice con sinceridad pero yo tengo discernimiento para saber cuando nos están diciendo de verdad o no. Y la gente no sabe que está haciendo eso porque inconscientemente está usando esos mecanismos para no decir y confrontar con lo que se siente y manejarlo.

Aislamiento: fíjese que a veces aislamos la parte emocional de la parte mental y entonces hablamos las cosas como que somos un palo, sin emoción. ¿Por qué? Porque el corazón se ha endurecido. Y mucha gente de la que viene al conocimiento del Señor viene así con las emociones aisladas porque son tan dolorosas, le han pasado tantas cosas en su vida que las ha tenido que aislar. Y cuando usted la trata de ministrar parece que no entra la ministración. Y usted trata y trata y parece como que hay un palo adentro, una dureza de corazón.

Y eso tiene que irse rompiendo poco a poco, con amor, con entendimiento, con dulzura, con palabras nobles, con comprensión, con paciencia y todo es trabajo que nos toca a nosotros con las personas. Luego tenemos la racionalización o justificación. Esa todas la usamos: ‘porque vino tarde’; ‘fíjese’, ‘fíjese’. Vinimos tarde porque salimos tarde. Y va la media verdad y la media mentira: porque en parte es cierta y en parte no. Pero para Dios o es verdad o es mentira. ‘Hermana, ¿verdad que usted estuvo orando por mi, intercediendo?’ ‘Claro que sí mi hermana’ y por dentro ‘¡qué pena, nunca oré!’. Que bueno que Dios ya le contestó.

Proyección: yo proyecto en otro lo que yo siento. En ese grupo donde estoy ninguno es amoroso. Me voy a otro ministerio, pero tampoco son amorosos y me voy a otro y resulta que tampoco. Entonces ¿toda la iglesia no es amorosa? ¿Quién será la que no es amorosa? Yo. Identificación proyectiva: yo me identifico tanto con ciertas actitudes de otra persona que si es en negativo pues me contamino y si es en positivo empiezo a actuar igual que la persona a vestirme igual que la persona y mucha veces ni siquiera me doy cuenta.

De repente, yo me visto igual que la líder, igual que la que dirige el grupo. ¿Por qué? Porque estoy usando este mecanismo. Dios nos ha hecho individuales, diferentes, únicos. Entonces esto es bien importante. Mire. Que todos los días vayamos delante de Dios y le preguntemos en toda situación difícil ‘Señor ¿qué mecanismos de estos estoy usando?’ No cuales usa el otro o la otra, ¿Cuáles uso yo? Yo se cuales son los que uso y estoy dejando que el Señor trabaje. Todavía tengo que partes que vamos caminando. No somos perfectas de ninguna manera. Yo se cuales uso.

Y hay que tener cuidado en eso y permitir que Dios entre a las capas profundas de nuestra personalidad. Que entre al inconsciente y al subconsciente. Eso es cuestión de pedírselo todos los días. Mire, engañoso es el corazón, mas que todas las cosas y por algo es escribista decía “Escudriña, ¡Oh, Dios! Mi corazón. Pruébame. Muéstrame que hay de malo en ello y enséñame el camino correcto” Y escudriñar es meter hasta el fondo, es entrar al consciente, subconsciente y el inconsciente.

Luego la vuelta contra si mismo. Esto es la persona que por la culpa empieza a auto agredirse. Y fíjese que este mecanismo a veces nosotros decimos “Bueno nosotros como cristianos ya no nos auto agredimos”. Fíjese que sí, no nos cuidamos ni físicamente muchas veces, ni emocionalmente ni espiritualmente. A veces es una forma de auto agredirnos. ‘Hermana, mire, usted lo que tiene que hacer es esto, esto y esto’ y van y no lo hacen.

¿Quién se está auto agrediendo? Uno. O si no: ‘Hermana tómese esta pastilla cuando el médico le mandó una pastilla’ y no la tomamos cuando nos dijeron. ¿Cómo nos queremos curar? O nos dice lo que hay que hacer y no lo hacemos. Entonces tenemos que preguntarle a Dios que mecanismos de estos estamos usando. En un equipo de trabajo yo voy a tener una personalidad y mi equipo va a tener otras personalidades. Y ahí viene la situación problemática. ‘Yo quiero que todos piensen como yo’, ‘Yo quiero que todos actúen como yo creo que deben de actuar’.

Y resulta que yo voy a tener una gama de personalidades y por ejemplo aquí podemos ver el que está siempre alegre. En ciertas clasificaciones le llaman el sanguíneo, otras le llaman el festivo, diferentes maneras. Pero es la persona que le gusta exhibirse, que siempre está contenta y siempre quiere exhibirse. Y ¿qué nos pasa? A veces decimos “el show es lo que le gusta”, “lucirse es lo que le gusta”. Es su personalidad y la podemos usar en algo que le gusta si eso lo hace bien.

Tiene buen contacto con la gente por lo que estar en la puerta es bueno para ella porque saluda a todos y se goza con todos. Y los saluda y los abraza y los hace sentirse bienvenidos. Pues, ¡que bueno! A veces tenemos otra personalidad. Podemos tener el que es muy serio. El que es muy serio va a decir ‘¡Uy! Tanta abrazadera, ¡eso no!’ ¿Por qué? Porque no es así. Simple y sencillamente lo que le gusta es estar pensando, analizando, viendo detalles. Yo no quiero saber cuantos abrazos dieron, yo quiero saber cuanto dinero entró. Son los contadores. Son los que llevan las finanzas porque esas personas son meticulosas y entonces ellos lo que necesitan son detalles.

Entonces sepamos que hay personas con personalidades así en nuestro grupo y que tenemos que usarlas correctamente. Podemos tenemos al que se llama el colérico o que se puede llamar también agresivo o que se llama emprendedor. Es aquel que lo que quiere es acción. Entonces a él démosle retos. Es que lo quiere hacer todo, ¡ah! Demoledle ya bastantes cosas. Le gusta estar haciendo cosas porque lo que le gusta es el reto. Él lo que quiere es: hagamos. En cambio podemos tener al –que en algunos lugares se llama- flemático, en otras clasificaciones pacifico.

Esta persona pregunta ‘¿Y cuál es la prisa?’ ‘¿Pero para qué estamos corriendo?’ Es calmado. Y el líder a veces quiere que el flemático vaya al ruido. Imagínese un colérico de líder y todos los que tiene son flemáticos. Los otros pobres no le pueden seguir el paso. Y en cada equipo tenemos que reconocer cual es la personalidad del equipo completo para manejarla, como se integran las personalidades y que está predominando. Porque imagínese donde tenemos un liderazgo donde todos somos sanguíneos. Todos viven felices, todos empiezan todo, nadie termina nada, después están las reuniones pero nunca llegamos a la meta.

Imagínese que nuestro equipo es de todos de coléricos. Pues, vamos a un ritmo muy fuerte y si todos somos serios, imagínese un equipo solo detalles, como que lo pensamos tanto que no hacemos nada porque demasiados detalles, demasiada planificación y nunca logramos hacer nada. Usted tiene que tener un equipo donde haya de todo para combinarnos, para balancearnos y yo como líder tengo que conocer mi personalidad y tener cerca de mi personas que me complementen y tengo que entender que no las puedo hacer igual a mi.

Me tienen que complementar. No quererlas cambiar y que todos nos volvamos iguales. Muy bien. Ahora vamos a entrar un poquito al manejo de las personas difíciles. Me voy un poquito rápido por razones de tiempo. Pero vamos a ver el manejo de las personas difíciles. Recordemos a la hora de manejar una persona difícil que lo que tenemos que manejar es la relación. Lo que hay que cambiar es la relación, lo que hay que encontrar es la manera de caminar con la persona persona difícil. Si yo la quiero cambiar me voy a pasar la vida entera cambiándola. La persona va a cambiar al ritmo que ella deje, con el Señor.

Primero vamos a tener aquí la palabra de Dios. Miren aquí la palabra de Dios dice que “vivamos en paz”. Vamos a tener al negativo. Como que en un grupo a todo lo que usted dice, dice “no se puede”. Aquí hay tres elementos que usted va a tener que usar en todas las personas difíciles que tenga que manejar en su casa o en el liderazgo o donde sea. Y el primero de ellos es: Reconozca al negativo interior. Todos tenemos algo de negativo: ‘¡Ah, no! Yo no’. Todos tenemos algo de negativo. En otro lo vemos fácil, pero todos tenemos algo de negativo.

Segundo: Acepte a la persona como es. Dios nos acepta como somos y en base de esta aceptación nos empieza a transformar. Tercero, estas tres cosas, mire, van para todo: Ore por la persona. A veces se nos va en criticarla y no en orar por ella. Especialmente cuando se vaya a juntar con él, ore para que usted pueda relacionarse bien con la persona negativa. ¿Qué hacer con una persona negativa en el grupo? Por favor no discuta con el negativo. El negativo dice que no y usted que sí. ¿Sabe que haga? Acepte el negativismo pero dígale que hay alternativas.

Le puede decir algo así como “Está bien, entiendo que no quiera que hagamos ese proyecto porque hay muchas cosas difíciles. Es cierto. Pero también hay alternativas que yo quisiera probar. Si en el camino vemos que las cosas que usted dice no se pueden solucionar buscaremos otras maneras”. Entonces usted sigue adelante con su grupo, no entró en discordia con el negativo pero tampoco dejó que el negativo le quite el impulso de caminar adelante. ¿Por qué razón? Porque el negativo lo que le pasa es que siente que no tiene el control de las cosas.

Le da miedo fracasar, le da miedo lo miedo. Entonces ¿Cuál es su manera de asegurarse que no va a fracasar? El no hacer nada. ¿Cuál es su manera de asegurarse que no va a correr riesgos? Pues no hace nada. ¿Por qué? Porque le teme a eso. Entonces si reconocemos al negativo interno y entendemos que le pasa al negativo vamos a poder relacionarnos con él aunque siga siendo negativo pero no nos va a detener. Luego tenemos a uno que no nos gusta para nada: el criticón. Mire ese todo el tiempo se queja, todo el tiempo aconseja sin que usted se lo pida.

Ahora todos tenemos un criticón interior. Dígame si no. ¿Nunca ha criticado? ¿Nunca ha dado consejos sin que se lo pidan? A cada rato: ‘Yo que tú haría’. Pero usted no es la otra persona. Ni le están pidiendo consejo ni le están oyendo tampoco. Y lo mismo, ore y acepte al criticón. Ahora bien. Cuando viene la crítica tenemos que diferenciar varios aspectos. Uno es ver de donde procede la crítica. Hay críticas que proceden de personas que valen la pena oír y hay criticas de personas que usted dice todo el tiempo ‘está en las mismas criticando’.

Hay críticas que no vale la pena oír y que hay que detener. Entonces nosotros tenemos que diferenciar: que críticas sí oír, que criticas no oír. Cuando alguien venga con la crítica escuchemos y llevémosla delante del Señor y veamos cual es la perspectiva de Dios. Puede ser que Dios diga ‘Sí, oye la crítica y corrige ese error’. Puede ser que Dios diga ‘No, no tienes ese problema’. Pero oigamos, veamos la perspectiva de Dios para la crítica.

La otra cosa que hay que ver es el número de los criticones. Fíjense que los criticones a veces hablan tan fuerte y son tan seguido lo que critican que parece que fueran muchos y a lo mejor son dos. Y uno dice ‘Es que todos me critican’. Veamos las cosas despacio. ¿Quiénes son todos? ¡Ah! Fulanita y ¿quién más? Zutanita y ¿Quién más? Menganita. Pero fácil decimos ‘todo el grupo me critica’. ¡No! Hay que ver cuantos son. Fíjese que a Jesús las cosas que le criticaron eran fuertes pero no eran muchas. ¿Por qué razón? Porque en realidad a veces no son muchos los que nos critican, a veces son pocos y entonces tenemos que tener ese cuidado.

Tenemos que evitar la triangulación. La triangulación es cuando la crítica empieza a correr y a correr y no se arregla para nada y tenemos ya una situación de crítica dentro del grupo. Y también en la crítica hay que ver los puntos débiles. Fíjese que así como los disparadores son palabras o gestos que nos llevan a reacciones, en la crítica hay veces que usted mira venir la crítica, mira venir una palabra y sabe que viene al punto que le duele. Usted la mira venir y sabe que le van a dar en el mero corazón ¿verdad? Y entonces antes nos ponemos defensivos.

Cuando viene la crítica ya no la oímos y empezamos a atacar. Tenemos que conocer los puntos débiles. Y lo pensamos y decimos ‘ya se por donde viene’. Ya empieza la defensa. Que Dios nos ayude para recibir las críticas que debemos de recibir y dejar a un lado las que no debemos de tomar y que no nos detenga la crítica. Porque le voy a decir algo: si usted es líder espere la crítica. Espérela de una vez, porque va a venir. Y si no viene es porque usted no está haciendo nada. Entonces ¡que bueno que venga!

El antagónico es aquel que pelea hasta con su sombra. ¿Ha visto que hay gente que pelea hasta con su sombra? Y de repente le sale en su grupo uno así. ¿Qué hace usted? ¿Qué hace con un antagónico? Con el antagónico hay que trabajarlo preventivamente. ¿Cómo se trabaja el antagónico preventivamente? Primero reconozca al antagónico interior. Todos tenemos un poquito. Acepte al antagónico y ore por él. Esto va con todas las personalidades. ¿Cómo puedo yo manejar el antagonismo para que no me ocasione problema en mi grupo?

Yo tengo que seguir todo lo establecido. Cuando yo soy líder, hay normas, hay reglamentos. Si yo los sigo, yo le quito oportunidad al antagónico. El antagónico tiene campo cuando yo no sigo los reglamentos. La otra cosa que tengo yo que hacer es darle toda la información por escrito. Darle todo con detalles y dárselo por escrito y darle las cosas anticipadamente. Con eso yo estoy manejando a un antagónico en el grupo. No le estoy dando el espacio para que trabaje su antagonismo y tengo que buscar también cierta distancia.

Recuérdese que en la mañana hablamos de los límites y de cuando dejar la intimidad y cuando no. El antagónico no puede tenerse muy muy cerca. Tiene que haber una cierta distancia en el manejo. El antagónico si usted lo aconseja o lo manda a consejería no va a funcionar. El antagónico también se detiene un poquito aceptándolo tal como es cuando entre los líderes hay un frente unido. Los diferentes liderazgos tenemos que estar unidos. Eso nos ayuda bastante. Y ahora tenemos a otro que usted conoce muy bien: el chismoso.

Todas tenemos algo de chismocitas. No nos gusta pero nos entretiene. Esparce rumores y divulga secretos. Cuando oiga que alguien está chismeando, córtelo. Porque nosotros decidimos el rumbo del chisme. ‘Contame más’, ‘Pero que más’ y ahí se va el chisme. Si usted deja que en su equipo de trabajo se meta el chisme, no vamos a tener relaciones saludables. Entonces tenemos que detener el chisme. No podemos entrar en controversia sino que simple y sencillamente podemos detenerlo diciéndole “No quiero oír mas de lo que estás diciendo”.

Y podemos decir algo bueno de esa persona. Con eso el chisme se detiene. El chisme es como el baile se necesitan dos. Y si usted lo detiene no hay chisme. Otra manera de evitar el chisme en nuestro grupo es: cuidemos nuestros comentarios. A veces se nos va la lengüita un poco, ¿verdad? Y como que hay que pedirle a Dios como que todos los días la sujete. Y mire, cuando hay un chisme que levantó alguien contra nosotros, un rumor que no es cierto. Pidámosle consuelo a Dios. Hay veces que podemos confrontar a la persona y podemos decirle ‘Mira estas diciendo esto, esto y esto de mi’ pero hay veces que no se puede.

Y que Dios nos de discernimiento porque hay gente que se crea sus propias mentiras y entonces se creen que lo que están diciendo es cierto y entonces ¿cómo les hace usted ver que no es cierto? Entonces que Dios nos de discernimiento para saber cuando hacerlo y cuando no. Y tenemos que crear un buen ambiente de trabajo que no tenga chismes y esto solo se logra cortándolo de raíz. Pero al líder le gusta el chismito eso se riega por todo el equipo.

¿Cuál es la razón básica? El chismoso quiere ser aceptado. El chismoso se siente superior porque tiene una información que los demás no tienen: ‘¿Ya supiste?’ y todos ‘¡Ay! ¿Qué es lo que tú sabes y nosotros no?’. Se colocó hasta arriba. Entonces que Dios nos ayude, pues, porque a veces las chismosas somos nosotras. Y tenemos aquí otro que no nos gusta que sea el controlador, dominante. Y si le aparece uno en su grupo tiene dificultades. El controlador dominante es invasor. Invade su campo todo el tiempo.

Reconozcamos que todos tenemos algo de controladorcitas. Si no que lo digan los hijos, ellos saben. Aceptémoslo y oremos por él. No luche por el control. El fuego no se apaga con fuego y a ver ¿Quién tiene el control en el grupo? ¡No! Lo que tenemos que hacer con el controlador es detenerlo. ¿Cómo lo vamos a detener? Mire, el controlador usted empieza a exponer y el controlador no la deja, se le adelanta y quiere exponer por usted. Pero si usted es el líder del grupo usted tiene que detenerlo y decirle ‘un momento estoy en el uso de la palabra’ y vuelve a repetir lo que estaba diciendo.

Y el controlador le vuelve a quitar la batuta y usted solo dígale ‘continuo en el uso de la palabra’ y siga diciendo lo que tiene que decir. No se deje quitar el lugar sin entrar en contienda. Porque si entra en contienda se vuelve problema. Pero sí, no permita. Dele alternativas, dígale: ‘en este momento yo estoy en el uso de la palabra. Después vas a hablar tú. Cuando yo termine tú vas a hablar’. Eso se llama la técnica del “disco rayado”. Si hay necesidad de volver a repetir lo que empezamos lo volvemos a repetir, pero no dejamos que el controlador nos quite lo que estamos exponiendo.

Porque cuando venimos a sentir es él el que tiene el grupo a su cargo, es el líder que le llaman el líder virtual: agarra las cosas y a nosotros si el Señor nos puso a nosotros nos dio el lugar y debemos mantenerlo sin entrar en contienda. Y ¿cuál es lo que le ofrece el controlador? Mire, debe ser vulnerable y por eso quiere tener el control. Si entendemos que todas estas personalidades difíciles tienen problemas de aceptación, problemas de valorización, problemas de manejar sus vidas emocionales vamos a entenderlos más. Vamos a llevarnos mejor con ellos y no los vamos a rechazar.

Y también tenemos el traicionero. Esto si es dos caras, ¿verdad? Usted sabe ya quien es. Todos, también, adentro tenemos un traicionerito por ahí. Ahora el traicionero rastrero, mire, sepa quien es. Y ponga usted algunas formas en su grupo de que su puede como se dice corrientemente curar en salud. Y si usted ve que hay alguien traicionando usted enfréntelo y hágale saber lo que está haciendo. Y si ve que está traicionando a alguien deténgalo. No lo puede dejar avanzar, sin entrar en conflicto pero si puede detenerlo. También aquí nos ayuda mucho la red de confianza y de unidad que tengamos entre los líderes.

Porque cuando venga alguien así, pues, nosotros estamos unidos. Tenemos una red de confianza entre si. Y ¿Qué le pasa al controlador? Tiene un sentimiento de impotencia y quiere controlándolo todo sentirse que las puede. El controlador siempre va a creer que sabe más que usted. Entonces por eso no la deja hablar, ni quiere que usted exponga. Él sí sabe y usted no. Se le detiene dándole alternativas para que después hable. Dándole después la opción pero usted toma su lugar. Tenemos también el competidor: cree que todo es superarnos unos a otros. No entremos en el juego. Nosotros tenemos nuestras metas que Dios nos ha dado.

No tenemos por que entrar en la competencia a ver quien lo hace mejor. ¡No! Usted tiene sus metas, llévelas como Dios se las ha dado, no entre en el juego. Y el competidor fácilmente puede ser una persona con un poquito de envidia. Orémosle al Señor, que el Señor nos de la cautela para esto y sigamos con nuestras propias metas. El competidor también es inseguro. Estas personalidades difíciles, que esperamos no sean las nuestras ¿verdad? Porque si nosotros somos el líder y tenemos esto pues también hay que trabajar. Y finalmente ya para terminando ¿Cómo manejar lo que los demás piensan de mi?

No gastemos la energía en esto. El único que nos debe interesar que piensa de nosotros es Dios. No finjamos que somos perfectos. Si la gente ve que tenemos errores, tenemos errores. Si la gente ve que cometimos un error arreglémoslo pero no tenemos que fingir que todo es maravilloso, que todo es perfecto. No es así y no podemos complacer a todos. Siempre va a haber alguien que no está complacido. Y algo que nos puede ayudar mucho, mire, es el consejo. La multitud de consejos siempre es buena. El consejo es bueno.

Y veamos también si de repente tenemos una persona que no habla dentro del equipo. Aquí lo mejor es usar lo que se llama la psicología invertida o si usted tiene un hijo que no habla use la psicología invertida. Le puede decir: “Se que tienes algo que decir. Respeto tu silencio. Cuando tengas tiempo me lo dices, cuando quieras me lo dices”. Le quitamos un poquito la presión y al quitarle la presión va a empezar a hablar. Pero eso sí tengamos cuidado que cuando logremos que hable escuchémoslo.

Porque de repente por timidez, por temor, por las razones que sean no habla y cuando habla no lo escuchamos o rapidito le decimos ‘No, no es así’. Ya no vuelve a hablar. Porque a veces la gente en los grupos toma esa actitud: ‘No vuelvo a decir nada’. Y nos quedamos con esa actitud de ‘No vuelvo a decir nada’. Entonces aprendamos a usar la psicología de invertir en esos momentos para que cambie la presión, o hacerle preguntas como ‘Dime que te pareció tal cosa’ pero tratando de que no solo diga sí o no; sino que tenga que dar una descripción de las cosas. Esto también ayuda.

Y ya finalmente ¿Cuáles son las actitudes a tomar en el manejo de las personas difíciles? Mire si no tenemos humildad, si no estamos determinadas a llevarnos bien con ellos a pesar de la forma que son porque nunca vamos a tener un equipo perfecto. Si usted espera ser un líder con un equipo que todas las personalidades son ajustadas, lindas, preciosas, quizás el primero que se tendría que ir sería uno mismo como líder. ¿Verdad?

Entonces aceptémoslos. Dios nos acepta a nosotros. Ayudémoslos, crezcamos junto con ellos, busquemos la manera de relacionarnos y tengamos esperanza que Dios nos va a ayudar. ¿Por qué razón? Porque los fuertes en la fe debemos ayudar a los más débiles. Y el líder, una de las razones por las que está puesto, es porque es más fuerte que nadie. Así que yo es que le quiero pedir que usted se ponga de pie. Vamos a orar.

Padre te damos gracias en esta tarde porque Tú nos has ayudado a reflexionar de muchas cosas que hay adentro de nosotros. Padre amado a veces cuando vemos tanta cosa que tenemos que cambiar, cuanta cosa en la que tenemos que mejorar, Padre a veces pensamos que nunca lo vamos a lograr. Que es tanto y que es mucha la demanda que hay sobre nosotros en el puesto que Tú nos has puesto de liderazgo, o es mucha la demanda que Tú nos has puesto como líderes en nuestra casa Padre.

Pero sabemos que cuando Tú nos das una posición de padres, de madres, de madres espirituales en la iglesia, de líderes en la iglesia Tú no nos dejas solas. Que Tu palabra dice que siempre estarás con nosotros y que Tú nos ayudarás y que Tú nos consolarás y que Tú eres el que nos lleva de gloria en gloria. Sabemos que la transformación de todas estas cosas no se va a llevar de un día para otro. Sabemos que todo esto es un proceso pero lo que sí pedimos, venimos a pedirte en esta tarde Señor Jesús es que nosotros podamos ver las áreas que tenemos que someter a Ti todavía.

Las áreas de todo esto que estamos viendo Padre que todavía necesitan ser mejoradas. Gracias por enseñárnoslas, Padre. Porque sólo conociéndolas te las podemos entregar a Ti Yo les quiero pedir a ustedes, si usted tiene un área en la que tiene que ser trabajada por Dios en cada una de estas cosas yo le voy a pedir que venga aquí enfrente con toda sencillez, con toda sencillez para Dios empiece a trabajar en cada una de estas áreas.