Llenados hasta toda la plenitud de Dios

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Voy a estar hablando en el libro de Efesios, la carta a los efesios, en el capítulo 3, versos 14 al 19: “…Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra para que os dé conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su espíritu para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones a fin de que arraigados y cimentados en amor seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios…”

Dios bendiga su palabra en esta mañana. El Apóstol Pablo a principios de esta carta a los efesios establece un patrón en que explica el misterio de las edades. Y me llama la atención porque estando Pablo preso, mientras escribe esta carta, comienza esta porción de este capítulo 3 diciendo, “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo…” Y eso como que no dice mucho.

Para nosotros es común ver a alguien que se arrodille y ore, pero para un judío la oración se hacía de pie con las manos extendidas hacia el cielo. Y de esa manera Pablo le está diciendo a este grupo de gentiles y judíos, esta oración que Pablo está haciendo desde la cárcel tiene un significado mayor, tiene un significado profundo y tiene que ver con el futuro de la iglesia.

Es increíble que Pablo está preso. Pablo está sufriendo. El gran Apóstol, el hombre de Dios, no tiene libertad, pero aún desde su prisión, aún desde su circunstancia Pablo reconoce que hay una causa mayor que su propia circunstancia. Y esta causa mayor le hace a él el escribir de una manera pasiva e imperativa y les dice a los efesios en otras palabras, yo tengo que someterme y humillarme ante el Padre, porque yo entiendo lo que la iglesia significará en el futuro. Y tiene que ver con que estamos sembrados – y más adelante voy a hablar de eso – y estamos cimentados y vivimos en el amor de Dios. Si no lo sabías ahora lo sabes.

No nos movemos si no es dentro de ese amor de Dios. Es un pensamiento paulino. En Romanos dice, “¿Quién nos separará de ese amor?” Él enfatiza eso.

Verso número 15, en esta forma sumisa, en esta forma humillante él le dice a ellos, “estoy orando en estos momentos pero no es a cualquier Padre, es de quien toma nombre en toda familia en los cielos y en la tierra.”

No hay otra forma de explicar esta frase a menos que entendamos que dentro de ese amor en que vivimos, que caminamos, que respiramos, que nos mueve, que nos dirige, que nos guía, que nos une, como una sola familia de los que ya estamos aquí y los que hemos partido, somos partícipes sin saberlo de ese gran amor de Dios, que no solamente antes éramos gentiles, antes no le conocíamos. Antes no estábamos ni pensando en servir a nuestro creador, pero ahora Pablo desde su prisión dice, a ese que yo estoy orando, me ha dado nombre, pero no cualquier nombre, me ha hecho parte de la familia, me ha insertado, me ha traído, me ha hecho de él, me ha dado posición que antes yo no tenía, no porque yo la merezca, no porque yo sea mejor, no porque yo tenga dinero, por el amor de Dios me ha hecho partícipe, que ahora me puedo llamar hijo de Dios. Ahora puedo andar con mi cabeza erguida, no importa cuál ha sido mi pasado, no importa cuál ha sido mi historia, no importa dónde yo me encontraba, Jesús, al que Pablo le está orando, nos está diciendo, ahora yo soy parte de la familia. Ahora yo soy, como decía Pedro, soy real sacerdocio, soy nación santa, soy linaje escogido por ese amor de Dios que sobrepasa todo lo creado.

Ya no soy solamente Isaías Rivera, soy Isaías el hombre por quien Cristo dio su vida. Soy Isaías la persona porque quien el Señor Jesús me levantó y me salvó. Que aunque yo no pueda mantenerme perfecto en mis caminos, el amor de Dios es tan profundo, no hay forma de poderlo medir.

Yo me imagino que estas personas que están escuchando esta carta pensarán, pero ¿por qué Pablo no nos escribe de sus problemas? ¿Por qué Pablo no nos habla de su situación? ¿Por qué Pablo no se queja? ¿Por qué Pablo no dice algo en contra de la causa? Que es lo que establece en el verso 14, “por esta causa,” no porque yo quiera, no porque yo lo desee, no porque lo haya estudiado o lo haya escuchado, es por lo que yo he recibido, es por lo que yo he sentido en mi vida, es por lo que he visto que yo tengo que doblar mis rodillas e interceder y decirle al Padre que tome acción porque la iglesia que estaba formando en aquel entonces, va a necesitar una intervención divina para poder ser iglesia en el futuro.

Y es importante que pensemos en eso. no es lo que nosotros podamos hacer como pueblo de Dios, no son nuestras energías, no es nuestra fuerza, no es nuestro dinero, no es nuestra sabiduría, es el amor de Dios que vive en nosotros y nosotros en ese amor que promueve, que nos ejercita.

Si fuéramos nosotros los que estuviéramos presos, como Pablo, y esta es una cárcel diferente, no es una cárcel moderna, ¿cuántos de nosotros en la posición de Pablo hubiésemos hecho una carta de esa manera? La carta diría, “No me dan buena comida, la comida es fría. Mi compañero de celda no se baña a menuda. No tengo mucha oportunidad para hacer ejercicio.” O también diría si la persona es más joven, “tráeme unos sneakers pero tienen que ser Nike y no puede ser [Inaudible]” ¿Me van siguiendo?

Un actitud egoísta, una actitud de un corazón que no ha conocido, ni ha entendido lo que es el amor de Dios. Oh, si entendiésemos a cabalidad, lo que implica ser amados por Dios. Si entendiésemos la plenitud de ese conocimiento de que no fue que yo le amé, fue que él me amó a mí, y no solamente me amó, él lo demostró, porque como dice la escritura, “dejó toda su gloria,” dejó todo lo bonito, dejó toda adoración, para venir a esta tierra, a formar parte de un cuerpo corrupto, un cuerpo que no sirve, para decirle a la criatura que había creado, ahora yo voy a tomar tu lugar, ahora yo voy a morir por ti, ahora yo voy a llevar tu pecado, no porque tu seas bueno, seas mejor, es porque yo te amo, es porque yo te amo y es porque yo te amo.

En esta mañana démosle al Señor un abrazo espiritual. Ese es mi amado. Y Pablo entendió eso, por eso Pablo pudo pasar sus vicisitudes, por eso Pablo en estos momentos tan traumáticos, se olvida de sí y piensa en la causa. ¿Cuántos de nosotros en nuestros momentos traumáticos que nos vienen en nuestras vidas, nos olvidamos de la causa y pensamos en nosotros? Y no solamente eso, somos peor que Pedro, porque por lo menos Pedro no tenía la historia, nosotros sabemos la historia de Pedro y la repetimos.

En una ocasión un monje estaba orando y quería explicarle a su pueblo qué es el amor de Dios y lo que quería hacer de una manera más visual, no quería traer palabras, traer poesías, y estuvo orando un tiempo, y se le ocurre abrir una misa a las 7 de la noche, cuando ya no había luz del sol, e invita por un mes a su congregación, que esos domingos en particular a las 7 de la noche él va a hablar y va a enseñar de manera palpable lo que es el amor de Dios. Y cuenta él que siempre venían estas personas a su congregación y ese domingo se llenó, casi mil personas y gente afuera del templo, porque él iba a hablar de lo que es el amor de Dios.

Cuando llegaron a la iglesia él no permitió que se prendieran las luces, sino pusieron un sin número de velas para que la gente por lo menos pudiera caminar y sentarse. Entonces cuando llegó el momento de la predicación, este cura fue hacia la cruz, la imagen de Cristo con una linterna, porque del altar tampoco se veía nada y le dice a esa congregación, “Esta es la mejor manera de explicarles a ustedes lo que significa el amor de Dios.” Y él cogió su linterna y enfocó la cabeza de la imagen, la corona; después enfocó las manos clavadas; después enfocó los pies clavados y termina diciendo, “Esta ha sido la expresión más grande para la humanidad de lo que significa el amor de Dios. Dios les bendiga.” Y con eso él terminó su sermón.

Karl Barth, teólogo famoso, bien famoso, está en una conferencia en Holanda y le preguntaron, “¿Cuál ha sido tu momento más importante en tu vida como teólogo?” Y cuando él fue a contestar estaba todo el mundo pendiente para empezar a escribir porque es Karl Barth, y él le dijo, “Cristo me ama, Cristo me ama, Cristo me ama, la Biblia dice así.” El amor de Dios.

Aunque el mundo nos rechace, aunque las circunstancias sean negativas, aunque yo haya crecido sin que me hayan abrazado o me hayan demostrado el amor, la pasión como familia, ahora yo tengo a alguien que me ama por toda la eternidad. Ese amor no se acaba.

Ese amor no depende si hiciste las tareas con tu esposa o tu esposo. Ese amor no depende si eres bueno o no en tu trabajo, porque ese amor no depende de ti, ese amor no depende de usted, ese amor depende del amor divino y pleno y suficial de nuestro Señor Jesucristo, demostrado no solamente en la cruz del calvario, aún hoy en día con nuestros errores y problemas y denials, nos vamos para atrás y no queremos caminar, él nos sigue amando. Como Pablo decía, “¿Quién, quién, quién nos separará de ese amor?” Porque nos está amando el amor del Padre, el amor del Hijo y el amor del Espíritu Santo.

Y no solamente Pablo se queda en la oración, verso 16 dice, “Para que os dé conforme a las riquezas de su gloria.” Para que nos dé conforme a las riquezas de esa gloria que nosotros no conocemos. ¿Qué podemos pensar? Quizás es una riqueza como la que tiene Donald Trump, quizás algo posicional de propiedades.

Hace algunos años tuve la oportunidad cuando trabajaba en hospitales, estuvo el jefe de seguridad de Donald Trump hospitalizado y empezamos a hablar ya que nos unía que él es bien fanático de los Yanquis y ustedes saben que yo soy fanático de los Yanquis. So, empezamos a hablar por el deporte, nadie es perfecto, y yo le pregunto, “¿Cómo es esa vida?” Y él me dijo, “Donde entra Donald entro yo, si Donald reserva un hotel bien lujoso ahí también yo tengo mi habitación.” Y yo le vuelvo a decir otra vez, “Yeah, pero ¿cómo es tu vida en esa vida?” y él me dijo, “No tengo paz, no tengo tranquilidad. La gente que está cerca de mí no porque me aprecia sino porque estoy cerca de Donald Trump. So, yo no sé quién es sincero, quién es honesto. Cuando estoy en actividades bien grandes, tengo que estar pendiente de Donald Trump, no puedo estar pendiente de nada más.”

Le digo, “Guau!, ¿y te gusta esa vida?” Me dice, “Bueno, es un buen salario, pero no tengo vida.” Entonces, me pregunta a mí, “¿y usted qué hace?” “No, yo soy el director de mantenimiento aquí, pero no tengo que estar pendiente de los pacientes, ni tengo que estar esperando a los médicos, porque yo tengo a uno que yo conocí en mi juventud, que no solamente vela por mí, él es el dueño y Señor, no solamente de la tierra, de todo lo creado en el universo y ese que yo conozco es quien me protege, es quien me vela, y no solamente porque yo sea algo importante, yo no soy nada, pero porque él me ama, me hace ser especial. Yo soy especial porque el amor de Dios es reflejado, es depositado, vive en mi vida.”

Y me acuerdo que él me dijo, “Guau! ¿Y cuánto te paga el pastor?” Él quiso decir los diezmos, y yo le dije, “No, solamente el 10% y otra cosa.” Él me dijo, “Yo daría todo lo que yo tengo por tener eso, alguien que me ame.”

“Para que os dé conforme a las riquezas de su gloria.” Tu te imaginas que está hablando de una gloria y unas riquezas que no hay que ponerlas en el banco, que no se dañan, que no se corrompen, que son eternas, y aun aunque yo pierda mi vida, aunque yo parta de este mundo, esa gloria que Dios me ha dado, dentro de esa riqueza que él ha puesto en mí corazón, ha puedo en mi vida. Nadie me la puede quitar porque la ha puesto él. Yo soy propiedad y pieza del Señor y yo llevo ahora dentro de mi ser esa riqueza, esa gloria. Aleluya! Yo me alegro en esta mañana que aunque yo no sea un ángel, soy un ser humano que voy a morir, pero yo pose en mí ser el recipiente. Soy la copa que recibe ese amor divino de Dios y puedo decir, aunque no tenga mucho, yo tengo dentro de mí la gloria y riquezas que Pablo quería que tuviésemos y que nadie me la puede robar. Me puedo acostar tranquilo, puedo dormir tranquilo, nadie puede quitarme lo que Dios me ha dado y ha puesto en mí.

Esa es la magnitud y esplendor de ese amor de Dios. Y no solamente esa riqueza, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su espíritu. Pablo ahí se la puso un poquito más difícil a los efesios, él quiere que la iglesia, ese fortalecimiento espiritual comience desde adentro, está hablando de carácter, está hablando de virtudes, está hablando de valores, está hablando de lo que reflejamos por fuera. Él quiere que ese poder comience a trabajar desde adentro. Ese hombre nuevo, esa nueva mujer, que esos valores cambien.

Yo le decía a la clase de discipulado los otros días, cuando uno viene al Señor y uno va caminando en la vida de uno, y conoces al Señor, yo cambié mi dirección completa. Conocí al Señor y ahora en ese caminar, ya que he sido justificado, la santificación es un proceso. Pablo dice, que me dé el poder para que ya yo no esté siguiendo en el mismo estilo de vida sino ya yo he cambiado y tengo el poder por el espíritu de Dios. Como dijo Jesucristo, “me voy pero dejaré un paracleto,” un abogado, una ayuda, alguien que nos guíe para que yo pueda continuar en ese poder, no porque yo quiera, es porque el poder de Dios cimentado en ese amor divino y eterno, me hace alejarme y permanecer para que entonces mi carácter, mis valores sean diferentes a cuando yo caminaba sin el Señor.

El dilema está, el problema está que muchos de nosotros, no en esta iglesia pero en otras iglesias, siguen el mismo estilo de vida. Y quieren reclamar el amor de Dios pero siguen su estilo de vida. Es como si le dieran una licencia para pecar. No. eso no es lo que dice la Biblia. Es que ya yo cambié. Estoy en un nuevo caminar. Soy un nuevo hombre. ¿Por qué? Porque siento en mi vida, respiro ese amor de Dios, ese aliento, que aunque la vida se vea amarga, yo tengo los espejuelos que me dicen, “No, aunque la vida se vea oscura, Dios sigue amándome como yo soy.”

Pablo sigue diciendo, verso 17, “para que habite Cristo por medio de la fe en vuestros corazones.” Habitar, que viene del griego, tiene que ver con morar permanentemente. So, el mensaje y la oración de Pablo y el mensaje del Evangelio, hermanos y hermanas en esta mañana, amigos y amigas, es que el Evangelio, ese amor que Dios ha puesto en tu vida, ese cambio que sentiste en algún momento en tu vida, en ese caminar, es algo permanente para que él more. Él no viene a quedarse dos o tres días contigo. Él no viene como un invitado. Jesús quiere ser el dueño de tu vida. Él quiere habitar y cuando Jesús es el dueño de mi vida, porque yo en ese amor y he visto que he me sometido… estaba perdido y no tenía esperanza, me encuentra el Señor, me encontró Dios, yo me encontré con él, él viene a mi vida no para decir Hi five.

Él viene a mi vida para habitarla. Él viene a mi vida porque él creó mi vida. Él está retomando lo que él ha creado en un principio. Él viene, I’m here, y vengo para quedarme. Vengo para hacer casa. Vengo para construir, vengo para levantar. Vengo para edificar. Vengo para hacer algo completamente nuevo. Reclama en esta mañana las bendiciones de esa nueva vida que no solamente es algo emocional o algo filosófico o algo teológico, es algo real en nuestras vidas. El Señor de los cielos, es el gran misterio que Pablo descifra, el Señor de los cielos habita en mí vida, es parte de mí y es mí dueño. Yo tengo un amo, yo tengo un Señor por eso le digo a él, “Señor, porque tu posees mi vida, porque tu eres el dueño de lo que yo hago. Y lo gracioso de todo esto es que aunque yo sea imperfecto tu sigues siendo mi dueño y me sigues amando.”

Dice, “a fin de que arraigados…” eso es como las plantas, sembrados, cimentado como los edificios, fundación. Oh, qué bendición, hermanos y hermanas, amigos y amigas en esta mañana, estamos descubriendo que no solamente es algo mental, el Señor de los cielos ha sembrado su vida en mí. Me ha cimentado en las profundidades de ese amor. So, si yo estoy sembrado y estoy plantado en el terreno que se llama amor, nuestro fruto debería ser amor. Si no estamos sembrados, eso quiere decir que cuando estamos sembrados… no sé cuántos aquí han visto un huracán en persona, no por televisión.

Cuando yo vivía en Puerto Rico años atrás, anunciaron que venía un huracán, yo estaba como en high school y un amigo mío nos pusimos graciosos y manejamos para la playa porque queríamos ver si de verdad las palmas se aguantan en un huracán. Y estábamos en ese vehículo, un vehículo viejo, pequeño, sin pensar que el vehículo lo podía coger el huracán y voltearlo. Nosotros estábamos parados en la playa de Luquillo, al lado de una palma a esperar. Okay, sí, sí, ahora viene, con un radio de batería, y ahí está el huracán, la fuerza bla, bla… y cuando la palma comenzó a hacer así que yo miro para un lado, mis amigos se habían ido. Yo me quedé solo con el radio y el huracán. La palma se doblaba pero no la pudo arrancar.

Yo por poco vuelo. Asimismo. Somos como la palma, deberíamos ser como la palma. Cuando yo estoy plantado en ese terreno fértil, no es terreno cualquiera, es el terreno que posee la sangre derramada en la cruz del calvario, es el terreno que refleja el amor divino y amplio de nuestro Señor Jesús, cuando yo estoy parado ahí, que me han sembrado. Que no me he sembrado yo, yo no he hecho el hoyo. Yo no he preparado el terreno. Dios ha preparado el terreno. Dios me ha sembrado. Dios me ha cuidado. Dios me ha protegido. No importa cuán grandes sean los vientos. No importa cuán grandes sean las tormentas. No importa que me doble, no importa que me tumbe, no importa cómo me ponga. Dios me ha sembrado en su amor y el amor de Dios cubre absolutamente todo.

Yo creo que eso es algo que el enemigo envidia porque fuimos creados menos que los ángeles, pero el amor que nos tiene el Señor… cuando a veces dicen que no tenemos oportunidades, que no podemos hacer nada en la vida, cuando vas a hacer nada, la gente se olvida que nuestro pronóstico ya ha sido escrito.

Jesús dice en el mundo tendrás aflicciones, pero confiad, yo he vencido al mundo. Cimentados en el amor de Dios. Regocíjate en esta mañana, celebra en esta mañana, no es que solamente podemos cantar “tengo un amigo que me ama,” yo tengo al Señor Dios soberano de todo el universo que me ama, me ama y me ama.

A veces pensamos, ¿nos amará alguien? ¿Nos querrá alguien? Dice Pablo, verso 18, “seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos – y esta es una fraseología preciosa – cuál es la anchura.” No hay manera de medir cuán ancho es ese amor, aunque los Evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, nos hablan de experiencias vistas de ese amor. Su longitud no tiene fin, es eterno. So es un amor que es ancho, es un amor que es eterno, es un amor que es… Pablo quería decir con altura, en el griego, es que ese amor es tan y tan alto que nos coge donde nosotros estemos y nos lleva inmediatamente por ese amor a la presencia de Dios, solamente por tener el amor de Dios.

Y es tan profundo que llega a nuestras profundidades. Quiero leer lo que el salmista escribió acerca de esto en el salmo 139, cuando él dice, verso 7 al 12, “… a dónde me iré de tu espíritu? A dónde huiré de tu presencia? Si subiera los cielos, ahí estás tu. Si en el seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tu estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aún allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra. Si dijera, ciertamente las tinieblas me cubrirán aún la noche resplandecerá alrededor mío.”

No porque soy Isaías Rivera, es porque Dios me ha amado desde el principio y aún su amor sigue fluyendo, fluyendo, fluyendo, fluyendo. Alabado sea el Señor. Es una fuente inagotable. Es una fuente incesante. Pablo dice a esta iglesia, en esos momentos, tienen que entender, tienen que comprender que para poder entender ese amor de Dios necesitas tener en tu vida a Dios. Si no sería algo completamente filosófico y no creemos en filosofías.

Al final del verso dice, verso 19, “y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa a todo conocimiento para que seáis llenados hasta toda la plenitud de Dios.” El amor perfecto de Dios hace posible en nosotros un crecimiento y una estabilidad. El amor perfecto de Dios hace posible en nosotros el crecimiento y una estabilidad. Una vez más, el amor perfecto de Dios en nuestro corazón hace posible que crezcamos y seamos estables.

So, en esta mañana primero que nada, regresemos a ese momento y piensa y medita, en mi caminar con el Señor, en mi caminar de esta vida, en la cual estoy caminando, debo sentirme primeramente seguro porque estoy caminando, o debo estar caminando dentro de ese amor de Dios. Segundo, voy a crecer siempre y cuando mis pies, mi vida, esté sembrada. Y ¿qué significa estar sembrado y cimentado en el Señor? Significa que todo lo que yo soy, que es un pensamiento paulino, ¿se acuerdan lo que dice? Yo no vivo yo, más vive Cristo en mí. Eso suena muy bonito pero ahora en el contexto de ese amor es que todo lo que yo soy, mi mente, mi corazón, mi cuerpo, mis intereses, mis metas, mi familia, lo que yo poseo, ya no me pertenece a mí. Yo no lo he alcanzado porque yo soy mejor, yo no lo he obtenido porque soy muy bonito, todo lo que yo tengo, si yo estoy sembrado, si yo estoy cimentado, hay que estar cimentado ciento por ciento. Lo que yo quiero hacer tiene que ser dentro de ese amor que Dios quiera. Aún, aún, las finanzas de mi vida personal, si yo estoy sembrado en el Señor, no me pertenecen a mí. Él no quiere la mitad tuya, él no quiere la mitad de tu vida.

Y yo te voy a decir algo, yo hago muchas visitas a los hospitales, pero voy a hablar de gente que yo he visitado antes del año 2000 en Nueva York. Aquí no hay nadie que ha vivido en Nueva York. Uno de los problemas cuando hablamos de estar cimentados y estar sembrados en el Señor, es que estamos todo menos nuestro bolsillo. Eso no pasa aquí, estoy hablando de Nueva York, okay? Y mire, estamos comprometidos y nos gozamos y expresamos Aleluya! Expresamos amén y somos agradecidos de ese gran sacrificio de Jesús hasta que tocan nuestras finanzas, hasta ahí llega nuestro compromiso. Pero cuando has caído en el hospital, cuando no tienes alternativa, cuando no hay nada que se pueda hacer, tu darías todo lo que tu tienes por un milagro del Señor. So, ¿por qué esperar a estar en una situación de esa manera?

No solamente en el hospital, el problema de la familia, problemas de divorcio, problemas de que Dios no me escucha, los hijos no me quieren seguir, problemas de drogas, hijos presos, maridos presos, no consigo trabajo, no me promueven, la gente no me quiere. ¿Pero realmente tu estás cimentado y fundamentado en el amor de Dios? Piensa en eso en esta mañana, porque si yo estoy cimentado y fundamentado cuando se habla de las finanzas, cuando se habla de mi corazón yo le entrego al Señor mi bolsillo. Y no es que ahora yo estoy hablando… ¿pastor usted está hablando de que cuando usted cobre usted va a dar todo el dinero a la iglesia? No. es que hay gente en Nueva York que no le dan nada a la iglesia. Disfrutan de lo que la iglesia tiene, aprovechan los ministerios de la iglesia, ministerios para niños, ministerios para jóvenes, consejería pastoral, consejería prematrimonial, ministerio de cárceles, ministerio de I wanna los viernes, ministerio de discipulado, ministerio de alfa, ya no, yo estoy en Nueva York.

La realidad, hermanos, si nosotros, la iglesia del Señor, hablamos mucho de compromiso y de que estamos arraigados pero cuando llega a nuestras finanzas no hay quién nos hable. Tu no has conocido lo que significa el amor pleno del Señor en nuestras vidas. Un amor que dice que él va a proveer. Yo no tengo que darle a esta iglesia porque van a construir un puente. Yo tengo que darle porque ese es mi deber como creyente. Yo no tengo que esperar que venga Roberto y me diga, hay que dar, hay que prometer. No. cuando yo estaba en ese camino de pecado y Jesús vino a mi vida y yo cambié y empecé una nueva vida, yo entendí que toda mi vida, hasta mi cartera, le pertenecía a Dios. Y si yo quería bendición yo tenía que comprometerme, porque yo estoy sembrado, yo estoy fundamentado.

El Dios que yo conozco respalda y responde. Qué bueno es servir al Señor. Qué bueno es disfrutar del Señor. Le dije a la iglesia, a los que vinieron el miércoles que he perdido 21 libras, he rebajado. Se lo debo a una dieta y a crossfit. Y entendí que para poder perder peso en esa dieta tenía que comprometerme. Era comer todo tipo de carne, y a mí me encanta usar el adobo. So, no podía usar adobo, solamente ajo. Me quitaron el pan, la pasta, solamente huevo en la mañana, turkey, bacon, unas porciones y de agua o líquidos, café sin azúcar y negro. Pero en algo material, algo del cuerpo, lo hice por 30 días perdí 21 libras.

Si vamos a lo espiritual a la realidad, como iglesia, cada gente de Dios, como familia de Dios, Dios te ha dado su amor. Dios te ha dado su amor. Dios tomó tu lugar. Dios tomó tu lugar en la cruz. Dios nos dio lo que no nos merecemos. Dios nos dio lo que no hemos trabajado. ¿Qué solamente pide el Señor? Que te comprometas, que dejes que él te siembre. Pero para sembrarte tienes que ser sumiso.

Pablo comienza la oración de rodillas, como decía al principio, algo que no es judío. Se sometió. Deja que él haga ese hoyo en la tierra y te siembre. Hermanos, prueba al Señor, tómese el riesgo. Iglesia, prueba al Señor. Pon tus finanzas en las manos del Señor. Entrega tus finanzas al Señor y pruébalo, solamente pruébalo. Tu verás que él no te va a faltar porque hasta ahora el Señor no nos ha faltado.

¿Cuántos dicen amén por eso? para que seáis llenados hasta toda la plenitud de Dios. La aspiración de Pablo es que al final de sus días, cuando ya no esté en esta tierra, él pueda pensar, aunque ya yo no estoy aquí, ya no hay Apóstoles, ya ha pasado todo, si Pablo pudiese venir ahora y ver la iglesia, el producto de 12 hombres con un Maestro y cómo eso impacta un época y cómo eso ha impactado la historia. Pablo pudiera decir, el Señor contestó mi petición porque yo me humillé, la gente entonces comenzó a entender y a comprender que no soy yo, que no es lo que yo poseo, no es lo que yo tengo, es que el amor de Dios me ha cubierto y el amor de Dios es suficiente para yo poder recibir y entender su plenitud. Cuando llegue a ese cuerpo glorificado allá en los cielos, yo diré, Señor, qué bendición el haber sentido en la tierra en un cuerpo humano la bendición de ser amado.

Ya yo no puedo andar solo ni andar como que nadie me ama. Yo tengo no un amigo, yo tengo un rey que me ama, que me ama, y nada me podrá apartar de ese amor. Dios los bendiga en esta mañana.