Ajustar nuestras expectativas a los planes de Dios

TRANSCRIPT

En Isaías capítulo 43 hay un verso que yo he leído en otras ocasiones pero que esta vez lo estoy leyendo con un nuevo ángulo, con una nueva perspectiva que quiero compartir con todos ustedes. Pero si yo les preguntara por señal de manos, ¿cuántos de ustedes están en la expectativa de algo que Dios hará? ¿Cuántos están en la expectativa de algo? Okay y ¿cuántos no están a la expectativa de nada? Si quieren levantarse, ¿cuántos de ustedes no están esperando absolutamente nada? Siéntanse libres, no los voy a culpar ni nada.

Miren esto. Isaías 43 el verso 18. Dice: “No se acuerden pues de las cosas pasadas ni traigan a memoria ninguna de las cosas antiguas porque he aquí que yo hago cosas nuevas y pronto saldrán a la luz”. ‘He aquí yo hago cosas nuevas y pronto saldrán a la luz’. “¿Acaso no las pueden percibir?”. Es verdad que el texto dice ‘¿No la conoceréis?’ pero hay otra versión que también dice ‘¿No la pueden percibir?’ como quien dice ‘Don’t you get it?’. ¿No lo pueden ver que ya se está acercando?

“¿No la pueden percibir? ¿No lo pueden ver que se está acercando? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad”. Déjame dejarlo ahí. Mis hermanos, lo que quiero compartir con ustedes es un simbolismo que está envuelto en la Biblia, está envuelto en las Escrituras y obviamente yo creo que cada mujer que ha dado a luz se puede identificar muy bien con esto. Y los hombres, tal vez, se les hace difícil identificarse con eso porque nosotros no damos a luz como lo hace una mujer. Pero si usted ha presenciado, si usted ha sido parte de su esposa en ese proceso usted se puede identificar muy bien con que significa dar a luz.

Pero, miren esto que interesante: nueve meses de total expectativa pueden ser bien interesantes. Nueve meses de total espera donde uno tiene sus propias expectativas de qué será, como va a ser. Al menos una de las expectativas que nosotros teníamos era ¿como van a ser sus narices cuando nazcan? Ese es mi trademark por así decirlo. La nariz. Mi suegra siempre me relaja porque ella siempre me dice: “Si sale con tu nariz le voy a poner un palillo para que se le perfile la nariz”. Esa nariz, ahí redondita. Y uno siempre está a la expectativa. ¿Cómo serán las cosas? Uno se pone a pensar en el día del alumbramiento y obviamente mi esposa y yo hablábamos y estábamos diciendo ‘¡Guau! Qué sea natural, que yo pueda empujar sin mucho dolor y que salga ahí en cuestión de dos o tres horas y ya para afuera’.

Uno se pone a hacer todas esas expectativas. Un sonograma nos dijo que era un varón pero en varias ocasiones yo soñé que yo me veía cargando una niña y yo me decía ‘Señor, ¿será confusión del sonograma y lo que viene es una nena en vez de un nene?’ Y están todas esas expectativas ahí. Yo comenté eso con una persona y me dice “Eso lo más seguro es la tercera”. Y yo, ‘¡No, no! Déjame con el segundo por ahora. Déjame ver como me va con dos, no me tires a tres todavía. Por favor. ‘El asunto es que en ese proceso hay tantas expectativas que uno tiene. Es como que uno está en un mar de emociones. Hay veces que uno se siente bien contento y otras veces una preocupación que abruma a uno y es como que ‘¿qué será de esto?’

Y entonces cuando uno llega a ese punto que uno está ahí esperando y uno empieza a sentir esos dolores que muchas veces hacen a uno llorar, que desesperan. Son dolores que hasta muchas veces hasta frustran por así decirlo. Como que ¿Cuándo se va a acabar esto ya de una vez y por todas? ¡Sal ya muchacho! Pújalo. Y hay veces que requiere la mano de otras personas para que eso pueda también salir y llevarse a cabo y concretizarse. Y una vez, si ya está afuera y uno lo tiene en las manos es como que ‘¿Y ahora qué?’.

Es como que “reality sets in” y le cae a una así encima ese peso y uno lo tiene en las manos y por un lado es un gozo, un vislumbre que uno pueda ver en una forma tangible lo que ha estado escondido pero que se estaba formando delante de tus propios ojos y ahora lo tienes en tus manos y puedes disfrutarlo, te puedes reír, te pueden bautizar también cuando le estas cambiando y cosas así por el estilo. Pero el asunto es que disfrutas eso en tus manos. Y yo me puse a pensar, mis hermanos, créanme que en estos días pasados yo he estado pensando “Señor ¿cuántas veces Tú no haces eso con cada uno de nosotros?

Qué hay promesas, hay cosas que Tú has sembrado ahí en cada uno de nuestros corazones hay deseos, hay anhelos, hay expectativas que tenemos con nuestra relación con Dios, expectativas que tenemos que tenemos con seres queridos a nuestro alrededor, expectativas que tenemos de otros, expectativas que tenemos de nosotros mismos. Expectativas que podemos tener de una iglesia y como cada una de esas expectativas se llena o no. Cómo cada una de esas expectativas van formando o formulando un vislumbre de lo que será pero que no es todavía y muchas veces los que será que nosotros formamos en nuestro interior cuando lo vemos concretizarse para muchos puede ser como que ‘¡Ah! Eso no es lo que yo esperaba’.

Para muchos puede ser como que un proceso de frustración porque es como que ‘¡Guau! Yo esperaba otra cosa de otro tamaño y con otros olores, más sin embargo recibí esto otro’. Y hay veces que hay personas como que no lo logran asimilar esa transición de las expectativas de lo que uno puede tener aquí dentro versus lo que está real delante de uno. Y muchas veces en esa transición perdemos algo. Más sin embargo si yo reconozco que de lo que yo pude haber formulado aquí y lo que Dios trae y me permite disfrutar en mi mano. Si yo reconozco que eso es algo que proviene de Dios, no importa el color, no importa la forma, no importa los olores que tenga. Si proviene de Dios es algo bello y es algo hermoso.

Y mi responsabilidad entonces es poderme asimilar a lo que Dios quiere con eso que está ahí tangible delante de mi. Con lo que está tangible delante de usted. Estas expectativas, mis hermanos, forman un sentido de esperanza en nosotros. Yo no se usted, pero a mi me gusta vivir con esperanza. Yo tengo esperanza en muchos sentidos. Yo tengo esperanza, usted también tiene esperanza. Hay personas aquí que tienen esperanza que van a ver sus hijos llegar a los pies del Señor y que usted lo dice. Que usted en su vida antes de que usted se muera, usted va a ver a su hijo y a su hija a llegar a conocer al Señor. Hay muchos aquí que tal vez dicen lo mismo con respecto a su cónyuge, a su esposo o a su esposa: que antes de que usted llegue hasta siete pies bajo tierra, usted va a ver a su esposo o a su esposa reconciliado o reconciliada con el Señor.

Hay personas aquí que tienen la esperanza que su estatus migratorio, tarde o temprano, se va a llevar a cabo. Por más impedimentos que puedan salir, usted tiene la esperanza de que algo va a suceder que va a beneficiar a su vida. Hay muchos aquí que tienen la esperanza que tal vez están luchando con un problema de carácter o de actitud que es algo como que sigue ahí revelándose una y otra vez. Y en algún lugar profundo en su corazón usted tiene la esperanza de que ese carácter puede cambiar, puede dar un giro de 180 grados. Y usted tiene esa esperanza. Usted tiene la esperanza de que llegará el día que usted va a salir de todas sus deudas. Usted tienen la esperanza de que tal vez algún día usted va a conocer a su príncipe verde o a su princesa violeta. Digo otro color porque me estoy saliendo como quien dice de lo común y corriente por así decirlo.

Yo no creo que haya tal cosa como príncipe azul o como, ¿cuál es el color de la mujer? ¿Una princesa blanca? Usted tiene la esperanza de que la sanidad que usted está esperando en su cuerpo, usted tiene la esperanza de que la sanidad que usted está esperando por algún ser querido que esa sanidad va a llegar. Y mire, ¿sabe qué? Aún si llegara el punto de la muerte, en el Señor tenemos la esperanza que hay una vida que nos espera más allá todavía. La muerte no termina en las cosas, esa no es la palabra final de la vida. La palabra final la tiene el Señor. Pero esa esperanza está ahí. Y miren como dice la Escritura en Romanos 5:5 “Esa esperanza que nosotros tenemos no avergüenza”.

“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia y la paciencia produce prueba y esta prueba esperanza. Y la esperanza no avergüenza porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. Mira eso, mis hermanos, esa esperanza que nosotros tenemos… si yo combino esa esperanza con mis expectativas y me encierro en mis expectativas y mi esperanza se basa en que mis expectativas sean cumplidas puede ser que yo me frustre al final con el resultado.

Ahora, pero si mis expectativas basadas en la esperanza de ese amor que Dios me ha dado a través de su Espíritu Santo se ciñe y se cimenta a lo que Dios pueda hacer en medio de Él en las cosas, en medio de mi vida, aunque no suceda como yo lo esperaba, con todo, yo se que voy a estar bien. Porque es algo que Dios lo permite, es algo que Dios lo hace. Es algo que Dios lo trae a nuestras vidas. Para muchos ¿saben qué? La prueba que produce esa esperanza es bien dura y yo no lo puedo negar. Yo se que para muchos ese proceso de espera y de expectativa para ver lo que Dios hará es un proceso bien duro y bien doloroso.

Que muchas lágrimas se han botado, que muchas lágrimas se están botando y que muchas lágrimas se seguirán botando quien sabe en los días por venir. Pero cuando llegue el tiempo en el que ese período cese y que el Señor diga “Ya hasta aquí llegó. No más”. Llega la recompensa de tu esperanza. Entonces lo que eran lágrimas antes se va a convertir en lágrimas de gozo, en lágrimas de canto, en lágrimas de regocijo. Porque uno puede ver el fruto final de lo que uno esperaba y como Dios lo llevó a su cumplimiento final, a la expectativa de lo que Dios hará.

¿Saben qué? Yo los miro a ustedes y yo miro sus caras y yo los veo mirándome y yo me digo ‘Señor, are they getting it? ¿Lo estamos entendiendo esto?’. Yo me digo a mi mismo, ‘Señor ¿verdaderamente yo entiendo lo que estoy diciendo? ¿Entiendo lo que esto significa?’ Y yo se que mi mente en parte es bien fina: yo logro comprender tan solamente una parte de. Pero cuando tengo eso en mis manos, cuando llega ese nuevo momento, ese nuevo suceso, cuando veo que eso que estaba creciendo iba creciendo y el Señor me iba diciendo ‘¿No lo percibes? ¿No lo conoces? Ves que está ahí. Ya mismo llega, ya mismo llega’.

Como que lo puedes ver, puedes ver a veces los roces cuando se mueve eso ahí adentro. Y cuando llega el momento de que sale y está ahí ese es otro punto en el proceso porque ahí es cuando nos encontramos con lo que decía hace unos minutos: y ahora ¿qué? Cuando tus hijos llegan a conocer al Señor y ¿ahora qué? Cuando tu esposo o tu esposa llega a reconocer al Señor y es restaurado por el Señor y ¿ahora qué? Cuando te dan el aumento de trabajo que tú esperabas y ¿ahora qué? Cuando tú logras ver que en ti hay un cambio en tu conducta, en tu carácter, y ahora ¿qué? ¿Sabes por qué hago esa pregunta de “¿y ahora qué?”? Porque muchas veces nos acostumbramos a vivir con –como puedo decir en una forma respetuosa- hay veces que nos acostumbramos a vivir con nuestros “achaques”.

Nos acostumbramos a vivir con nuestras vainas. Somos bien complacientes. Gracias. O mejor dicho, déjame ponerlo en contexto. Estamos como que viendo hacia lo que Dios va a hacer pero seguimos comportándonos y pensando y viviendo y mirando en una forma que no se asemeja a lo que eso otro trae. So, entonces cuando eso otro llega si en este proceso por el cual yo voy no hay un ajuste de mente, no hay un ajuste de espíritu, no hay un ajuste de las células de mi cuerpo para poder entrar en esto nuevo, pues me voy a quedar en el ahora y aquí y ahí me voy a quedar estancado. Voy a estar viviendo como quien dice a la deriva por el diario vivir y no me hago un plan.

No me tracé un plan para que cuando esto se manifieste pues que yo pueda correr con eso y navegar esas aguas. La gente me dice ‘¿Te estas preparando para no dormir cuando llegue Sebastián?’ y yo ‘Mira, sí, me estoy preparando. Ya estoy preparado’. Pero ¿saben qué? Mi esposa y yo, yo creo, que esto es lo que pasa cuando uno se casa con una mujer que es bien logística. Una mujer que le encantan los números y si los números no suman y restan como ella quiere, no se da, pues hay que ajustarnos así. El asunto es que, y eso es una virtud bella en mi esposa yo lo digo así, cuando vemos que ese hijo va creciendo allí adentro, nosotros empezamos ya a ver que vamos a hacer cuando llegue el tiempo de dormir. Mucha gente nos decía “¡Ah! Duerme con él en la cama para que sienta tu calorcito” o “Cárgalo todo el tiempo para que lo añoñes bien. Los bebes necesitan ser añoñados”.

Mira ¿sabes qué? Yo le doy gracias a Dios por esto. Porque cuando vemos el “¿ahora qué?” que lo tenemos ahí, cuando estábamos en el hospital ella me decía ‘Nos quedamos con él aquí en el cuarto con nosotros para que duerma’ y yo le dije ‘¿Sabes qué? Me encantaría tenerlo aquí pero tú necesitas recuperarte así que vamos a mandarlo al nursery y cuando empiece a llorar que te lo traigan. Pero tú y yo necesitamos descansar porque si no descansamos no vamos a tener energía para poder atender el chico’. Así que miren, desde el momento que eso nuevo se revela uno empieza a hacer ajustes. Desde el momento que eso nuevo llega uno empieza, como quien dice, ese tango: ‘It takes two to tango’.

Se necesitan dos y uno da un paso aquí y otro da un paso allá y uno se va ajustando aquí y se va ajustando allá. Los caracteres se tienen que ir ajustando y pensando como vamos a hacer para que el otro hermano no se sienta celoso y que se pueda sentir atendido también. ¿Cómo vamos a hacer esas cosas y ajustarnos a esa nueva vida juntos? Mis hermanos yo estoy hablándole de ilustraciones que estoy viviendo ahora mismo arriba de mi carne y sangre pero a la misma vez eso se da en las cosas que Dios quiere hacer con nosotros. Eso se da en nuestro diario vivir con el Señor. Cada día que nosotros podemos abrir nuestros ojos es un día que hizo el Señor y con cada día que tiene el Señor, Dios tiene algo nuevo que puede aparecer ahí.

Pero nosotros tenemos que estar pendientes y ver esas cosas cuando salen a la luz. Cosa que cuando Dios lo hace que yo pueda responder. ‘¡Ah! Sucedió esto. ¿Cómo me puedo mover por aquí entonces?’. ‘¡Ah! ¿Sucedió algo pequeño que me acerca un poquito más a lo que yo esperaba?’ Mira ahí está la recompensa a mi esperanza porque poco a poco voy viendo vislumbres aquí y allá que me van acercando cada vez más y más. Y cuando yo veo eso si yo los resiento no estoy asimilándome a esas cosas nuevas que yo deseo ver en mi vida. Y entonces de nada vale que yo este orando por eso nuevo si desde aquí yo no estoy haciendo ajustes para eso.

Por lo tanto, mis hermanos, esas expectativas que nosotros tenemos –voy a cerrar aquí- miren mis hermanos, nuestras expectativas en vez de nosotros ajustar las expectativas de Dios a las nuestras, ajustemos nuestras expectativas a las expectativas de Dios. Yo se que es un proceso duro, es un proceso difícil porque eso requiere, como quien dice, el uno bajarse uno mismo pero eso es lo que Dios quiere. Cuando yo leo la Escritura “deléitate a ti mismo en Jehová y Él concederá las peticiones de tu corazón”, ese deleite significa eso: Señor mi deleite está en ti, mi deleite no está en yo tener lo que yo quiero. Mi deleite está en Ti y cuando yo me deleito en Ti entonces Tú concedes las peticiones de mi corazón que van en línea con las cosas que Tú quieres para mi.

Así que hermanos me voy a callar. Tengo mucho más que decir, pero me voy a callar porque mi voz no me deja. Así que vamos a orar, vamos a orar con esto en mente. ¿Saben qué? Yo puedo imaginarme cuales son algunas de sus expectativas porque tal vez son expectativas que compartimos en alguna forma u otra. En esencia las compartimos pero también yo se que Dios tiene expectativas con cada uno de ustedes. Así como usted desea ver algo nuevo de Dios, así también el Señor desea ver algo nuevo de usted. Así como yo deseo que Dios se comporte y proceda con mi vida en una forma u otra, Dios también anhela y desea ver algo en mi vida que se mueva en dirección a Él.

Así que todos estamos a la expectativa de lo que Dios va a hacer. Todos estamos a esa expectativa. Que esa expectativa no muera. Escuche bien: que esa expectativa no muera, que esa esperanza no muera, que esa esperanza no se ahogue por las circunstancias de la vida sino que esa esperanza pueda permanecer porque esa esperanza, ¿sabe qué? No te va a dejar caer en vergüenza. Otros querrán que tú caigas en vergüenza pero si tú esperanza está basada en lo que Dios quiere para ti, tú no vas a caer en vergüenza jamás. Ni tú ni los tuyos caerán en vergüenza y cuando tú veas la revelación, la manifestación de eso que tú estabas esperando que tú puedas entonces fluir en esa nueva corriente que Dios tiene para ti. Que no te quedes como que en el “y ¿ahora qué?” sino que puedas fluir de lleno.

Vamos a orar. Gracias Jesús. Gracias Señor. Padre yo te doy las gracias por tu pueblo que está aquí hoy. Gracias por cada uno de tus hijos e hijas, gracias por las expectativas que Tú tienes concernientes a nosotros porque eso nos da esperanza, Señor, de que Tú tienes interés en medio de nuestras vidas. Por cada uno de nosotros Tú te interesas y nos amas. Así que Señor, yo te ruego que cada uno de mis hermanos y hermanas que están aquí, ellos también tienen expectativas. Nosotros tenemos expectativas concernientes a Ti Yo te pido que nos enseñes a vivir de una forma, Señor, en la cual nosotros podamos alinearnos a las tuyas porque Tú eres mayor que nosotros, Tú eres más grande que nosotros, Tú eres más fiel que nosotros.

Tú tienes más de lo que nosotros podemos ofrecer. Así que te pido que Tú nos ayudes a alinearnos a ti Jesús. Y Padre en la misma forma que por el amor que Tú tienes hacia nuestras vidas nosotros podamos ver cumplidas las expectativas y esperanzas que nosotros tenemos también en esta vida que tenemos hoy día. En cualquier forma que eso se pueda manifestar. Sea a nivel de familia, sea a nivel de trabajo, sea a nivel personal, sea a nivel de finanzas, sea a nivel de provisión material, sea a nivel de paz interior, sea lo que sea Señor. Sea a nivel de salud física, emocional, espiritual. Señor yo te pido que Tú desde lo más profundo de Tu corazón Tú traigas en nosotros esta convicción de que Tú quieres llenar nuestras expectativas.

Y que a la misma vez deseas que nos ajustemos a las tuyas para que una vez y estas se manifiesten sepamos como vivir con esos cambios, Señor. Sepamos como vivir con esos nuevos ajustes. Enséñanos mi Dios, enséñanos el camino que debemos andar. Tu Palabra es lámpara para nuestros pies, lumbrera a nuestro camino, Señor. Permite que Tu palabra siga alumbrando cada paso de nuestras vidas para que cuando llegue la manifestación de esas cosas que Tú tienes guardadas, Señor, que podamos disfrutarlo, que podamos gozarnos y que sepamos como vivir segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora, día tras día Señor.

A la luz de lo que Tú tienes para cada una de nuestras vidas. Te bendecimos Señor. Gracias te damos Padre por las bendiciones que Tú nos das, que nos has dado y nos seguirás dando, Señor. Bendice a cada uno de mis hermanos y hermanas en esta noche, llévalos con bien hasta sus hogares y que Tú les concedas a cada uno Tu Paz. Gracias en el nombre de Jesús. Amén.