No te lleves de regreso tu paralítico

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Lucas, capítulo 5, versículo 17. Voy a ser juicioso en el nombre del Señor con el tiempo también, pero por lo menos plantar una palabra una semilla de fe allí en su espíritu, en su corazón. Dice la palabra, el Señor, Lucas 5, 17, "aconteció un día, que él, Jesús, estaba enseñando y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea y de Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para sanar,” nota por favor, Meches, gracias. Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle delante de él, pero no hallando como hacerlo,” aquí está el obstáculo, “pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y por el tejado," es decir por el techo, “le bajaron con el lecho poniéndole en medio, delante de Jesús.

Al ver Él la fe de ellos, les dijo, hombre…” –en los dos otros pasajes dice hijo; en los pasajes paralelos de Mateo y Marcos, “hombre tus pecados te son perdonados.” Entonces los Escribas y los Fariseos comenzaron a cavilar,” es decir a hacerse… a cuestionar en sus mentes, diciendo, ¿quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo, les dijo, que caviláis en vuestros corazones, qué es más fácil decir, tus pecados te son perdonados, o decir, levántate y anda. Pues, para que sepáis que el hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico, a ti te digo levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos y tomando el lecho en que estaba acostado se fue a su casa, glorificando a Dios. Y todos sobrecogidos de asombro glorificaban a Dios y llenos de temor decían, hoy hemos visto maravillas.” Bendiga el Señor su Santa Palabra.

Hermanos, como ustedes saben, estas semanas estamos predicando sobre el tema de la fe y nuestra meta es que todo este año 2009, nos llenemos de esos principios de fe escarbemos allí en lo profundo de la Palabra de Dios, vayamos hondo minemos, hagamos trabajo de mineros para extraer de lo profundo del suelo de Dios esas verdades que tienen que ver con el tema de la fe.

Yo siento que Dios quiere ungir y preparar nuestra congregación. Cuando Dios quiere hacer algo, siempre prepara primero los instrumentos que va a usar. Cuando el Señor iba a comenzar a hacer milagros en medio de Israel, para entrarlos a la Tierra Prometida, llamó a Josué y le dijo, mañana yo voy a comenzar a hacer milagros entre ustedes, y entonces dijo, manda a los hombre a ser circuncidados, que se purifique todo el pueblo, que se purifique todo el pueblo.

Cuando Dios quiere hacer algo, primero tiene que trabajar en los instrumentos, tiene que limpiar las vasijas, tiene que preparar los instrumentos que él va a usar, y él quiere que tú te prepares, que yo me prepare, que nos purifiquemos… que busquemos la unción de Dios, Que permitamos que Dios transforme las estructuras de nuestra mente, nuestra sensibilidad espiritual, porque cuando nuestras estructuras no están preparadas, no van a poder contener la unción de Dios.

Lo primero que tiene que ser preparado, y yo por eso siento que este año es un año de preparación de enseñanza en el área de la fe. Dios me dio esa palabra la víspera de año nuevo acerca de un año para hablar, para meditar, para vivir principios de fe y todo comienza precisamente preparando nuestra mente, nuestro concepto, nuestro entendimiento... Yo les decía a los hermanos, esta mañana, en el servicio de las 9, primera vez en muchos años que me pasa esto, se me olvidó cambiar el reloj. En cuanto se le olvidó esto… ajá… aún a las 12 todavía no sabía, eso quiere decir que estaba durmiendo, y a las 11:45. Pero, se me olvidó cambiar el reloj, que lo tenía muy presente. Y sabe lo interesante, bueno… llegué aquí con la lengua afuera, llegué aquí a las 9 :14, 9:15... Rogándole que no me viera un policía de esos de los troopers de Boston. Y sabe qué, yo miré mi computadora como cuatro o cinco veces y vi el reloj, porque tú sabes que las computadores tienen... y se ponen al día, es decir, no es como el reloj de mano de uno, que uno tiene que cambiarlo, no. Lo que es el celular y los relojes de las computadores se ponen enseguida en la nueva hora, pero yo lo miré como cuatro o cinco veces, porque estaba trabajando allí en ella, etc. Y sabe qué, lo miré pero no vi la hora verdadera.

Y a las 7:57 yo estaba de lo más feliz porque me quedaba un tiempecito y terminar, y venir a la iglesia, no sabía que eran las 8:57. El gran pánico cuando sentí que me di cuenta de la verdad terrible, pero sabe, lo que quiero decirle es lo siguiente ve, ¿por qué yo no vi la hora en el reloj? Porque yo, en mi mente, estaba en la hora antigua. ¿Usted entiende? Digan, hmm, sonó bien… Yo estaba en la hora antigua, es decir, mi mente estaba pegada… yo todavía no había echo el ajuste, la hora había cambiado, la realidad había cambiado pero mi mente no había cambiado. Entonces, cuando su mente no cambia, usted ve lo que usted quiere ver y lo que usted cree que tiene que ver. Es así, esa es la mente. Usted proyecta lo que usted cree, lo que usted piensa, los paradigmas, para usar una palabra filosófica grande. Según los paradigmas que usted tenga así va a suceder en su vida. Si su mente no está preparada, no se ha anchado para que quepa el vino nuevo de Dios en su vida, usted no va a poder recibir lo que Dios quiere hacer porque usted va a estar viendo las cosas… las va a estar mirando, pero no las va a estar viendo. Y esto fue lo que pasó con esos Fariseos, y de paso estos hombres teólogos que tenían una teología fallida, no estaba preparada para entender toda la verdad mágica y poderosa que Dios tenía a través de la persona de Jesús.

Uno de los problemas precisamente en la fe es eso, hermanos, que nuestra mente tiene que cambiar y nosotros tenemos que ser lo suficientemente humildes muchas veces para que cuando Dios quiere hacer algo que no cabe dentro de los parámetros que nosotros tenemos establecidos, tener la humildad de decir, sabe qué, voy a anchar un poquito las paredes para que quepa la verdad de Dios en mi vida.

La mente tiene que cambiar, y es por eso que estas enseñanzas yo las lanzo como una forma de anchar nuestros parámetros, de expandir nuestra visión, nuestra capacidad de ver, porque estos hombres, estos fariseos, como usted ve aquí, cuando el Señor estaba allí en ese momento. El Hijo de Dios, el enviado de Dios, el Dios mismo delante de ellos, pero ellos no podían entender lo que Dios quería hacer y estaba haciendo en ese momento, porque sus parámetros teológicos no incluían la idea de que fuera Dios mismo que descendiera en forma de hombre, y que hiciera lo que Jesús había venido a hacer. Sus enseñanzas teológicas eran diferentes, su saco teológico era muy pequeño para que cupiera todo lo que Dios tenía encerrado en la persona de Jesús, por eso es que cuando el Señor Jesucristo dice, tus pecados son perdonados, era como cucleándolos a ellos, porque Él sabía… Él quería ver lo que ellos hacían cuando Él dijera eso, ¿por qué? Porque en su teología decía, solamente Dios puede perdonar pecados. Y el Señor decía, saque, exactamente.

Y por eso Él dijo tus pecados son perdonados, para ver qué ellos pensaban. Y claro, de momento se le fundieron los fusibles, la teología farisaica, porque ellos no podía… la computadora empezó a echar humo. ¿Qué hace con eso? Cavilaron en sus corazones, porque no estaban preparados, su mente no estaba preparada para recibir la presencia misma de Dios hecha hombre. Eso no estaba en la... usted busque en Isaías, está allí, pero de nuevo, los lentes que usted se pone le permiten ver o no muchas cosas en la vida. Yo le pido al Señor, Padre, ancha mis conceptos mentales, espirituales.

Hermanos, mire, esto no es ni siquiera donde yo iba a comenzar, pero si esto es lo que Dios quiere para ti, amén. Sé humilde y deja que Dios… ¿cómo lo pondría de esta manera? Dios quiere hacer algo nuevo, diferente, inesperado y necesita gente flexible y gente que esté dispuesta a dejarse moldear. Nosotros cantamos muchas veces, “toma mi vida y hazla de nuevo, yo quiero ser por tu poder un vaso nuevo.” ¿No? Es decir, el barro blando que en las manos del alfarero… cuando el barro se seca y se endurece ya no se puede hacer nada con él. Y Dios necesita gente que esté dispuesta a ir a otro nivel, que estén dispuestos a… mire, lo que Dios te pida, dáselo, si Dios tiene algo nuevo para tu vida, algo que tú no esperabas, algo que es inclusive escandaloso, no te pero.... mira, dáselo al Señor, vale la pena. Si Dios está hablándote en este tiempo en tu vida, si Dios quiere que tú le entregues lo que sea, una relación, una profesión, un sueño, unos planes acerca del futuro, un entendimiento de lo que Él quiere para tu vida y l oque tu piensas que él va a hacer en cinco, diez años, pónselo todo en las manos al Señor. Dile, Padre, lo que tú quieras de mí eso es lo que yo voy a hacer.

Si tú quieres que yo camine por un pordiosero por todos los caminos de la tierra predicando tu palabra, heme aquí, como dijo María, he aquí la sierva del Señor, haz de mí como tú quieras. Esa es la palabra del hijo de Dios... la hija de Dios, siempre. Porque a menos que tú no tengas esa visión abierta, sencilla, suave, maleable, Dios no va a poder hacer lo que Él quiere hacer con tu vida.

Yo le pido al Señor, Padre, haznos como niños verdaderamente, que podamos creer cualquier cosa que salga de tu boca. Pidámosle al Señor que cree una congregación de niños espirituales aquí, en el sentido bueno de la palabra. Gente moldeable, gente enseñable, gente inocente en el espíritu, gente que esté allí con el espíritu abierto para ver lo que Dios quiere, para que Él pueda hacer la obra que Él quiere hacer… Yo siento que él quiere trabajar en esta iglesia y hacer cosas verdaderamente grandes. Yo veo gente joven, jóvenes adultos, veo gente madura ya, cronológicamente y también en el Señor, veo profesionales, veo gente trabajadora, veo gente que no ha tenido muchos estudios y otros que tienen muchos estudios… mire Dios quiere convertir a cada uno de ustedes en un obrero poderoso, un evangelista, un guerrero, un profeta, una predicadora, una maestra, pero necesita que estemos abiertos a lo que él quiere hacer.

Que seamos esos odres nuevos, capaces de que cuando el vino se expanda dentro de nosotros tengamos la sutileza para expandirnos, porque si somos como el cuero viejo ese de los odres, ¿qué pasa? El cuero viejo ya está seco, no se puede expandir, cuando el vino... con la efervescencia del vino y los procesos químicos del vino nuevo comienza a expandir… no puede. No encuentra donde anchar, entonces muchas veces Dios tiene revelaciones a nuestras vidas, Dios quiere mostrar a un Jesús poderoso, un Jesús maravillosamente nuevo que es el mismo, sin embargo. Y nuestros esquemas son tan pequeños, nuestros esquemas están dentro de los esquemas religiosos, venir a la iglesia los domingos, ponchar la tarjeta e irnos otra vez para vivir como paganos el resto de la semana. Y Dios dice, no, yo quiero todo, yo quiero la totalidad de la vida, yo quiero que vivas como un levita, como una sacerdotisa metida en mi casa aunque esté en la calle pero metida en el espíritu en mi casa, adorándome, sirviéndome, cambiando tus paradigmas, cambiando tus patrones para yo poder usarte. Cambia tu mente, cambia tu actitud porque si no, no vas a poder entender.

Dios quiere una visión basada en fe, porque la fe es la plataforma, como hemos dicho, sobre la cual Dios puede llevar a cabo sus procesos milagrosos. La fe es lo que está aquí… hombre tus pecados, te son perdonados. Estos hombres ejemplifican ese elemento de la fe que Dios quiere impartir a nuestras vidas, Ese elemento de valor, de atrevimiento de audacia, que caracteriza. Una de las características de la fe… una de las características que usted va a ver a través de toda la escritura, que señala a las personas como gente de fe, es que son audaces, son atrevidos. Son incorrectos, son políticamente incorrectos muchas veces también. Y estos hombres como la mujer con el flujo de sangre, ejemplifican esa acritud de falta de corrección. Es una falta de ortodoxia en un sentido, de lo que se espera. Ellos operan fuera de la caja, como dicen en inglés.

Y esto… mucho de la fe se refiere a vencer obstáculos. Mucha de la gente que usted ve a través de la escritura, que son gente de fe, vencen obstáculos, vencen dificultades, las montañas son muchas veces símbolo del obstáculo, y por eso yo creo que el Señor dijo, si tuvieres fe como un grano de mostaza, ¿qué pasaría? Le dirías a ese monte muévete y échate al fondo del mar, y obedecería. Eso fue una hipérbole que el Señor usó, pero hey, yo creo que antes de que el mundo pase, va a tener que venir alguien para poder cumplir esa palabra del Señor y va a tener que mover un monte, yo no se cómo Dios lo va a hacer o quizás Dios ya lo hizo y nosotros ni sabemos. Pero, el Señor Jesucristo dijo, si tienes fe como un grano de mostaza, cualquier obstáculo, ese monte representa los obstáculos, las dificultades. La fe se especializa en quitar obstáculos. Como estos hombres quitaron el obstáculo, una multitud impide que ellos lleguen a Jesús, la casa está llena de gente, ellos tienen este paralítico que quieren exponer al poder de Cristo y no saben cómo hacerlo.

La fe siempre confronta y vence obstáculos, mucho de la fe tiene que ver con vencer deficiencias, vencer deficiencias. Si usted mira a través de la escritura, esa es una de las áreas. Por eso es que muchas veces la fe se identifica con gente débil, demasiado débil para la tarea que tienen por delante. Porque la fe tiene mucho que ver con debilidades que son sobrepuestas y vencidas por medio de la creencia en que Dios es poderoso para reponer lo que falta. Por eso es que siempre cuando usted ve fe, usted probablemente va a ver deficiencia que es esa igualizada o igualada o contrapesada por la fe. El caso clásico, la imagen gráfica clásica es la imagen de David y Goliat. David, muchachito jovencito, inexperto en la guerra, tierno, no tan tierno porque él le dijo a Saúl que cuando él era pastor y venía un oso a querer matar una oveja él lo cogía por la quijada, así que no era tan tierno tampoco, pero no era un guerrero experimentado. Fíjese, que cuando Saúl quiere ponerle la armadura de él, que era una hombre de guerra, fuerte y grande, ¿qué pasa? Le bailan la armadura al pobre David porque no era un hombre muy grande aparentemente. Y David le dice, sabe qué deja eso mejor aún lado porque yo tengo otras armas que tú no conoces. ¿Qué dice la palabra? Dice que nuestra armadura no es… dice que las armas de nuestra milicia no son carnales sino que poderosas en Dios, diga, en Dios. Para la destrucción de fortalezas.

Pero David en su pequeñez, y Goliat en su sobresuficiencia ejemplifican eso, ¿no? Que Dios iguala la diferencia. Recuerdo que yo les dije el domingo pasado acerca de la mujer con flujo de sangre y Jairo. Jairo era el hombre exitoso, influyente, poderoso con relaciones sociales influyentes. Esta mujer anónima, impura ceremonialmente sin recursos ya porque se lo había gastado todo, pero cuando su fe entra en acción ella se salta a la línea y se pone a la cabeza de la línea, porque la fe iguala deficiencias.

El gigante entonces es reducido a su tamaño real y el pequeño es subido a un nivel mucho más que suficiente, Porque la fe es lo que iguala los términos de la lucha en el mundo del espíritu, así que la fe es vencer deficiencias. La fe es atreverse a lo improbable. Hay cosas que parecen imposibles a los ojos del hombre, pero para Dios dice que todo es posible, todas las cosas son posibles para aquél que cree. Eso le dijo el Señor a Marta. Parecía imposible que un hombre que había estado muerto cuatro días, creo que era, ya olía en ese calor de medio oriente. Imagínese metido en una tumba, en una cueva envuelto en cuanto trapos había por allí, el pobre Lázaro. Cuatro días muerto y el Señor le dice, tu hermano va a resucitar. Y lo único que da la fe de Marta es para decirle, sí Señor, yo sé que resucitará en el día de la resurrección de los muertos. Y el Señor dice, no, no. Él va a resucitar ahora, aunque no parezca posible, aunque no parezca probable, ahora es que yo lo voy a resucitar. Es más, a veces el Señor permite que las cosas lleguen al nivel de lo improbable para entonces hacer el milagro, porque Él necesita que parezca imposible para que sea fe. Si fuera posible, entonces no sería fe, sería vista, sería otra cosa. El Señor permitió que se cocinara bien el pobre Lázaro allí en la cueva, que se madurara bien, perdone la expresión, no quiero dañarle la comida… para entonces hacer el milagro.

Porque el Señor se mueve en el terreno de lo improbable, y sabe qué, que muchas cosas Dios permite que los asuntos en nuestra vida lleguen a ese terreno y Él está allí madurando las cosas, y nosotros allí clamando, mira Señor ya me está llegando al cuello, me está llegando a la nariz. Padre, haz algo y el Señor espera a veces, hasta el último segundo, para intervenir, para mostrar que es él quien está obrando. No te dejes vencer por el tiempo ni por porque hayas clamado o esperado mucho. A veces Dios quiere precisamente que las cosas parezcan color de hormiga para entonces hacer la obra en tu vida. Entonces, la fe vence deficiencias, la fe se atreve a lo improbable. Este paralítico, imagínese, un hombre paralítico, no puede moverse, cuadriplégico en una camilla. Jesús no los conoce, la casa está llena de gente, está llena de dignatarios, dice aquí que de todas las ciudades de alrededor habían venido, sacerdotes, escribas, levitas, gente de conocimiento teológico para examinar a Jesús. Estaban allí ellos. Esta gente era del pueblo, no tenía educación teológica, no tenía una tarjeta de representación que los llevara donde Jesús. La casa está llena de gente, no hay por donde entrar.

Si hubiera sido yo me llevo mi paralítico otra vez, le digo otro día, tratamos, tú viste que tratamos, ¿verdad? Bueno, vamos a ver lo que pasa. Quizá venga otra campaña y entonces te podemos llevar. Era improbable que nada iba a pasar. Era improbable porque físicamente no podían, pero ellos se sobrepusieron a eso y buscaron una salida, buscaron una respuesta, la encontraron en el techo de la casa. Ahh, okay, vamos a quitar unas cuantas tejas y vamos a ver qué pasa.

Siempre, yo les decía a los hermanos, siempre hay una salida en Dios. Yo soy de los que creen que siempre hay una opción, siempre hay una solución. Siempre hay una respuesta que Dios tiene, nunca te des por vencido. Winston Churchill, creo que lo dije hace un tiempo atrás, ¿no? En el tiempo más oscura de la vida de Inglaterra, esa islita pequeña que es Inglaterra, porque la gente cree que es un país inmenso –es una isla. Y en esa isla, estaba la vista puesta de toda la maquinaria de guerra nazi con toda su potencia, con todo su poder Parecía imposible, todo Europa estaba arropada por el ejército nazi, parecían invencibles. Y Winston Churchill le dijo las famosas palabras a los ingleses en uno de sus discursos, les dijo, nunca, nunca, nunca se den por vencidos. Y se pararon en su fe y en su creencia y esa maquinaria nazi tuvo que caer de bruises ante la fe del pueblo inglés y de los aliados. Porque es que, hermanos, miren, El enemigo a veces parece que viene como agua, que viene como río impetuoso, irresistible. Pero en ese momento lo único que puede sacar a un hombre, una mujer del aprieto es pararse firme sobre lo que Dios ha declarado, y creer que aunque parezca improbable, imposible, para Dios siempre hay una salida.

Por eso yo digo hermanos, este tiempo financiero económico de esta nación y del mundo entere, parece como los muros de Jericó, cerrados, bien cerrados. Quién saca de este lío en que se ha metido el hombre, a la humanidad en este tiempo. Solamente un milagro de Dios. ¿Cómo vamos nosotros a pasar estos tiempos? Mire, agarrándonos de los cuernos del altar y clamando a Dios, y creyendo que Dios siempre tiene una solución, Dios siempre tiene una salida. A veces, las cosas parecen imposibles, todo cerrado, pero por eso están esos ejemplos allí en la escritura. No hay muro que Dios no pueda derribar, no pueda hacer caer, y ¿con qué cayeron los muros de Jericó? Con la alabanza, con la adoración, con la declaración profética, con el sedio, con el asedio… con el circulamiento del pueblo de Dios dando vueltas allí, dando vueltas hasta amarrar eso y hacerlo caer a pedazos.

Dios tiene siempre una respuesta, Dios tiene algo que puede hacer en tu vida. Yo le digo, Señor, ayúdame a creer en ti, porque yo me doy cuenta que mi fe es insuficiente, hermanos, para lo que Dios necesita hacer. Necesitamos una transformación, una operación quirúrgica de parte de Dios. Que Dios mismo nos meta su bisturí en nuestro cerebro y haga lo que tenga que hacer. Que haga unas conexiones nuevas, para que nosotros podamos tener la suficiente fe para creer que Él puede hacer lo que Él quiere hacer. El milagro es grande, hermanos, que Dios quiere hacer. La cosa es grande, hay algo en la Biblia que dice así, que la cosa es grande. En algún momento voy a pensar en eso, pero sí la cosa es grande, lo que Dios tiene es grande. Y, se necesita prepararse. El bebé pesa 14 libras hermanos, y hay que pedirle al Señor que le de fuerza a la mujer. La iglesia tiene que dar a luz, la iglesia tiene que dar a luz, la iglesia está lista para dar a luz, pero le falta fuerzas, es como una mujer que tiene que dar a luz pero está agotada, y no hay fuerzas para sacar al bebé y si se pasa el bebé, la va a matar a ella y va a morir el bebé.

No va a pasar eso, porque Dios es más poderoso que eso. Pero, hermanos, necesitamos pedirle al Señor darnos fuerza, ancha nuestras estructuras, nuestra mente, nuestra estructura espiritual para que podamos a dar a luz la vida de Dios, es importante que nosotros estemos a la altura de lo que Dios quiere hacer y que creamos que lo que parece imposible, lo que parece improbable, Dios lo puede hacer y que clamemos al Señor, paguemos el precio.

La fe siempre arriesga cosas, hermanos. En toda la escritura usted ve siempre que la persona que va a hacer algo, una hazaña de fe, tiene que arriesgar algo. Ustedes recuerdan lo que yo dije en una de las predicaciones anteriores, toda esa gente que arriesgó algo. Siempre hay que arriesgar algo, la fe es hermana del riesgo. Si no hay riesgo yo diría que no hay fe en alguna manera u otra. Allí está de nuevo la historia de Ester, por ejemplo. Ester tuvo que arriesgar algo para ser usada por Dios. Cuando llegó el momento de la verdad, nadie le había dado derecho para entrar en la recamara del Rey, ella no tenía un appointment, una cita, aunque era la concubina principal, la esposa del Rey. Y la ley decía, el que entra allí a ese lugar sin ser invitado, pena de muerte. Pero, había una necesidad, Dios quería hacer algo y el tío de Ester le dijo, mira, quién sabe si a ti te han puesto para este momento, y tú vas a tener que decidir, si tú no lo haces otra persona lo va a hacer probablemente. Pero te vas a perder la gloria de ser tú.

Así que mira a ver lo que hace. Y ella se atrevió, dice, puso a sus amigas a orar tres días y ayunar. Tres días. Ayunó ella y ayunaron sus amigas, sus compañeras. Tres días. Hermanos, hay veces que las cosas que Dios quiere hacer requieren un ayuno sostenido, una oración sostenida. Que digamos para, al mundo a la realidad, a los afanes, a los compromisos y a las cosas de la vida, que abramos espacio. Para mí, el ayuno es símbolo de abrir espacios, sí o ¿no? Porque el ayuno es cuando tú abres espacios en el tiempo porque sabes cuándo tiempo uno pasa a veces comiendo, es increíble el tiempo que sentado a la mesa, hablando y esto y lo otro, tres veces al día. A veces, muchos más que eso, mucho más al día de lo que debiéramos. Lo primero que pasa cuando usted saca tiempo para ayunar es que usted aparta el tiempo para el Señor y segundo, usted abre el tiempo adentro, también. Yo creo que se abre, es decir, se abre espacio. Ese espacio que iba a estar lleno de comida ahora está vacío.

Y Dios puede hablar a veces en esos vacíos que le abrimos al Señor. Y, ciertamente, hay algo también que se ha comprobado. Médicamente, experiencialmente que cuando hay ayuno hay lucidez mental, hay una apertura de la mente. Hay hambre, muchas veces, pero la mente está clara. Yo se lo puedo decir por experiencia propia. El Señor hace muchos años, hace 20 años me puso en un ayuno que yo no lo busqué, no lo pedí, no lo deseaba, era contrario a mi naturaleza y por casi un año yo estuve ayunando de todo tipo de carne, excepto así mariscos de vez en cuando, y yo… una persona más carnívora del mundo, no carnal, pero carnívora –es una diferencia. Y Dios me puso, me frenó en eso de comer carne y era porque yo tenía que hacer mi tesis doctoral y estaba pastoreando, trabajando y no tenía tiempo para parar ninguna de esas cosas. Y necesitaba una comida como Elías, poder seguir trabajando y además escribir una tesis doctoral sin consejero de tesis, ni nada, yo solito allí. Dios y yo solamente.

Y Dios me puso un ayuno, y a raíz de comenzar ese ayuno que me salió de la nada, comenzó entonces la vitalidad mental que yo necesitaba para escribir, escribir, escribir. Meches está allí, ella sabe, ya estábamos casados. En seis meses Dios me permitió hacer una tesis de 500 páginas y someterla a un jurado implacable y Dios permitió que saliera airoso. Y también completar otros requisitos, también, en menos de un año para gloria del Señor porque Él, y la lucidez mental y claridad que yo tenía en ese tiempo, y la claridad mental increíble. Porque el ayuno hace eso, el ayuno abre espacios para que Dios pueda obrar, limpia el panorama. Por eso es que el ayuno tiene tanto poder, es algo misterioso. Pero a veces tenemos, hermanos, si queremos… conforme a lo que queremos que Dios haga, a veces tenemos que pagar un precio, la salvación es gratis pero todo lo demás… ni eso es gratis, porque el Señor tuvo que pagar un gran precio. Dios pagó un gran precio por la salvación, siempre hay algo que pagar.

Ahora si tú quieres entrar en mayor nivel de unción paga el precio, ora, ayuna, busca el rostro de Dios. Ester tuvo que clamar a Dios, y tuvo que decirle a sus amigas... únanse a mí, vamos a orar, vamos a clamar. Es más, y dijo, dile a todos los judíos en la zona que oren y ayunen también porque la cosa era grande, lo que tenía que hacerse era grande. El milagro que se requería era cambiar un decreto del rey, que era en el sistema de esa época Medo Persa, eso era imposible. Una vez que el rey daba su palabra, y él había decretado que en tal día los judíos tenía que ser exterminados. Sabe que la guerra contra los judíos no es solamente del nazismo en el siglo XX, eso ha sido a través de todos los siglos porque el diablo odia al pueblo de Dios. Y también, porque el pueblo de Dios no ha hecho su parte, ha sido cabeciduro, siempre. Ya voy terminando, pero el caso es que ella dijo, pongan a todo el mundo a orar y ayunar y yo voy al cabo de ese tiempo, yo voy a entrar a la corte del rey. Y cuando ella hizo eso, Dios hizo lo que tenía que hacer. Y ella arriesgó algo.

Nosotros tenemos que arriesgar algo, hermanos. Según el milagro que tú quieres que suceda, tú tienes que arriesgar algo. Si no te cuesta nada, no es adecuado. Tienes que arriesgar algo muchas veces para que Dios pueda hacer la obra que Dios quiere hacer en tu vida. A veces, hermanos, la fe es imprudente. La fe está mezclada con la imprudencia muchas veces. Es interesante eso de que muchas veces hay una descortesía afiliada con la fe, o hay una falta, a veces, de sabiduría según los hombres estiman la sabiduría. A veces la gente de fe es una gente poco cortés. Son atrevidos, son impulsivos, son emprendedores, son guerreros y hacen cosas que no son. Mire estos hombres aquí. Ellos tenía que traer a su paralítico ante el Señor, no había entrada, ellos rompieron el techo, se expusieron a que les metieran una demanda por daños a la propiedad. Se impusieron sobre la predicación de Jesús, fueron descorteses con toda la gente que habían venido a escuchar un sermón de parte del Señor. Pero ellos dijeron, nosotros tenemos una necesidad. Hemos venido y no nos vamos de aquí sin ver a ese hombre cargando su camilla.

Fueron imprudentes. Fueron poco corteses. Muchas veces hay que ser así para recibir algo de parte del Señor. Mucha de la gente que recibió de Dios, fueron descorteses, fueron imprudentes. Incluyendo esa mujer del flujo de sangre, incluyendo Bartimeo que gritó y gritó y gritó, y todo el mundo decía ya cállate que estás molestando a los vecinos, y él dijo, no, Señor, hijo de David, ten misericordia de mí. El Señor se detuvo y lo atendió, ese hombre salió sanado de allí, porque fue insistente. Piense en el vecino que viene a media noche a donde su vecino. Le llegó gente a la casa, no le mandaron un e-mail diciéndole vamos a llegar a las 11:45 de la noche o las 12. Se aparecen, como se han aparecido así en nuestros países, ¿verdad? Cuántas veces no le ha llegado gente a la casa, cuando usted menos lo espera. Porque están acostumbrados a eso. Cuántas veces no llega gente y le dice, mira voy a visitarte este verano, pero no le dicen cuando y le aparecen allá con todos los motetes a quedarse dos semanas en la casa. ¿Le ha pasado eso a alguien alguna vez en su país? Confiéselo, claro que sí.

Y en esos tiempos de Israel, era así. La gente no tenía forma de comunicar cuándo llegaba así que se podían aparecer, si el caballo se les quebraba una herradura, llegaban a la hora que llegaban. Se le aparece gente inesperadamente a media noche, él no tiene azúcar, no tiene café para darles en ese momento y no quiere pasar la vergüenza de no tener nada que ofrecerles y dice, pérate Agapito aquí al lado, claro que sí. Déjame ir a ver, él tiene café, yo sé porque lo olí el café esta tarde cuando lo estaba colando. Va allá, le toca la puerta, Agapito está rendido, roncando a pierna suelta y no quiere abrirle. Ya lo escucha pero se hace de cuentas de que no le oye. Pero la premura de este hombre es tan grande, la presión que él tiene encima es tan grande de no pasar la vergüenza que él sigue tocándole, tocándole, tocándole hasta que finalmente Agapito dice, sabe qué para no cogerlo de los moños y darle una buena bofetada le voy a dar el bendito café ese. Le abre la puerta, le entrega lo que quiere y el hombre se va lo más risueño a atender a sus invitados, y el Señor dice así es que tenemos que ser para recibir de Dios.

Tenemos que ser persistentes, tenemos que ser insistentes. A veces tenemos que ser importunos, tenemos que ser imprudentes. Hay veces, hermanos, hermanas, que Dios va a pedir algo de ti, esperar algo de ti, y tú vas a tener que decir, mira aunque piensen los vecinos lo que pienses, aunque mi familia diga que estoy loco, lo voy a hacer porque eso es lo que el señor ha puesto en mi corazón. Y muchas veces usted se sale con la suya, o con la de Dios, depende como usted lo mire. Porque usted se atrevió a ser imprudente en el Señor. La locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, dice la palabra del señor. Dios necesita gente, mire a veces nuestro problema es que somos demasiado prudentes. Hay personas que yo les digo, mira, tú definitivamente necesitas crear prudencia en ti. Hay otros que yo les digo, tú tienes que ser imprudente. Algunos somos tan corteses, tan apropiados, tan correctos, tan sabios en nuestro proceder, tan conservadores, tan planificadores, que Dios no puede moverse a través de nosotros, porque estamos –e iba a decir estreñidos… estamos restringidos… y necesitamos que Dios nos haga más fluidos.

Por eso, esta tarde, hermanos lo que hicimos aquí, de vez en cuando ustedes saben. Sacamos tiempo y decimos, sabe qué, el programa, ese coro… lo tiramos, el otro por acá, el plan que teníamos… y decimos, Señor, haz tú lo que tú quieras. Porque eso es, no solamente glorifica al Señor, no solamente permite que Dios sea glorificado como Él quiere, pero yo pienso también que es un ejercicio para esta Congregación, mental y espiritual, de decirnos a nosotros mismos: somos un pueblo que fluye conforme al espíritu de Dios. Y cuando el Espíritu Santo dice, yo quiero que me adoren y que saquen tiempo para estar conmigo… los niños están aquí, hermanos.

Llegaron los niños. Déle, cómo es que dicen por allí… quién que está aquí… El caso es hermanos, mire déle gracias a Dios que ellos están allá arriba la mayor parte del tiempo. Lo que pasa es que nos excedimos, pero gloria a Dios.

Lo que estoy diciendo hermanos, mire, necesitamos a veces romper el molde. Necesitamos salirnos de lo correcto. Okay. Son las dos y media, se supone que a las dos estamos afuera, pero de vez en cuando hay que darle al Señor un poquito más. Amén. ¿Sí o no?

Esa es una manera de mantener esta iglesia en sus paradigmas pentecostales, carismáticos, espirituales. Porque muchas veces, sabe, con el tiempo, las iglesias y los pastores nos vamos acostumbrando al programa, a la elegancia, a la mentalidad de clase media, burguesa. No hamburguesas, sino burguesas. Sabe, y entonces, ¿qué pasa? Que el programa se convierte en una camisa de fuerza que estanca el fluir del Espíritu Santo, entonces todo es el programa, el minuto, el terminar a la hora que dijimos que íbamos a terminar, y cantar el corito que dijimos hace una semana y media que íbamos a cantar. Y, hermanos, el pueblo de Dios es un pueblo guerrero, es un pueblo beduino, es un pueblo peregrino, es un pueblo que como los hebreos cuando se levanta la nube el pueblo se mueve, cuando se establece la nube el pueblo se queda. Eso es un paradigma que Dios estableció para que recuerde, el pueblo de Dios siempre fluye cuando un Espíritu fluye, no conforme a lo que usted quiere o yo.

Y a veces nosotros tenemos, que de vez en cuando, yo mismo tengo que tomar una pastilla pentecostal para recordar… ¿Por qué? Porque cuando uno se acostumbra… a nosotros nos gusta, gente como yo y como otros, nos gusta estar como al momento, al día, planificar, hacer las cosas que nos propusimos, seguir el plan, ser estratégicos y ¿sabe qué? A veces, eso se convierte en orgullo. Hay una arrogancia, allí, espiritual. Hay un espíritu de control, que toma control, y entonces Dios quiere a veces que recordemos, yo estoy en control y que le ofrezcamos al Señor ese apetito de control. Digamos, Padre, hoy quiero reconocer, yo te quiero dar este holocausto a ti, que el diablo menee la cola todo lo que quiera, pero te vamos a dorar a ti y vamos a darte a ti gloria y honra. Y eso es lindo hermanos.

Hay veces que hay que anchar los paradigmas, hay que ser imprudente, hay que ser un poquito desorganizado, mire, no hay organización más bella que la del Espíritu Santo. No hay adoración más hermosa y armoniosa que cuando el espíritu lo cocina, cuando el espíritu pone esa sazón que nadie más sabe. Eso glorifica, eso es bello, bello, bello. Así que, a veces hay que ser imprudentes, estos hombre fueron imprudentes, se impusieron sobre la agenda y sobre la propiedad de los demás.

Lo último, esta gente, muchas veces la fe requiere acciones desesperadas. A veces la fe requiere acciones desesperadas y que lo pongamos todo, todo sobre la mesa. Y que digamos, mira, si lo pierdo todo que perezca, pero eso… Dios no pide eso muchas veces, pero habrá ocasiones en tu vida en que tú vas a tener que hacer una decisión desesperada y que Dios te ayude y tenga misericordia de ti, para tu poder entrar en lo que Dios tiene para tu vida. A veces vas a tener que sacrificar lo que más amas, y vas a tener que ser radical y vas a tener que arriesgarlo todo. Todo por el todo. Jugártela el todo por el todo, para que Dios pueda hacer lo que quiere hacer en tu vida. Dios ama a la gente desesperada que no tiene nada que perder. El problema es que muchos de nosotros tenemos mucho que perder. Y por eso, a veces Dios no puede trabajar con nosotros y hacer lo que Él quiere hacer en nuestra vida.

Somos como el joven rico, que cuando viene ante Jesús desesperado porque tiene una depresión que lo está matando a pesar de ser un hombre muy religioso. Y le dice, Señor, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? Y el Señor sabe ya de que pie cojea, y le dice bueno, nada, guarda los mandamientos… Ah, pero si eso yo ya lo he hecho, yo soy un experto en guardar mandamientos. Dice ah bueno, entonces mira, una cosita te falta nada más. Coge todos tus bienes, toda tu riqueza, véndelas, entrega el dinero a los pobres, despójate de todo lo que tienes y entonces ven y sígueme. Como quien no dice nada.

Y dice la Biblia que este hombre se deprimió, se puso triste. ¿Por qué? Porque tenía muchas posesiones, y el Señor dijo, ah qué difícil es para la gente rica entrar en el reino de los cielos. Y sabes qué, tú no tienes que ser un millonario para a veces ser rico. A veces somos ricos en otras cosas, somos ricos en relaciones humanas, somos ricos en dormir, somos ricos en un sentido del humor que no agrada al Señor, somos ricos en hábitos que empobrecen el fluir de Dios en nuestra vida, somos ricos en rencor, somos ricos en una boca que no debiera decir las cosas que decimos…. Somos ricos en muchas cosas, y Dios dice, entrégame eso y tú vas a ver como yo obro en tu vida. Entrégame eso y tú vas a ver cómo yo me muevo con poder en tu vida. Y sabe qué, muchas veces secretamente, hacemos como el joven rico y nos escurrimos y decimos, otro día volveremos a hablar Señor. Quizás un día de estos tú bajes el precio y quizás tú y yo podamos hacer el trato.

Hay muchas cosas… riqueza es lo que tú amas. Riqueza es aquello a lo cual tú estás apegado. Riqueza es aquello que tú piensas que si no lo tienes no puedes vivir sin ello. Eso es riqueza, no es solamente dinero. Y el Señor muchas veces requiere que tú te despojes de todo y que tú hagas un Ejercicio mental de perderlo todo para que entonces Dios te lo pueda dar todo. A veces nosotros tenemos que hacer un ejercicio mental, yo digo que es uno de los ejercicios más fructíferos de todos, tú vas a hacerte de cuenta que lo perdiste todo, y si lo perdiste todo, lo que quede es bendición, crema sobre el pastel. Tenemos que vivir así como que lo perdimos todo, todo es del Señor, y cuando tú está así que no tienes nada, Dios te puede usar.

Como esos cuatro leprosos que cuando había el hambre esa terrible en Israel, no tenía nada que perder. Y dijeron, sabe qué mira, vamos al campamento este de los Sirios, si nos matan somos unos leprosos viejos que no servimos para nada. Y nos vamos a morir de hambre de todas maneras, porque hambre hay en toda la tierra y así que si nos quedamos adentro nos morimos, y si vamos donde los Sirios, quizás tengan misericordia de nosotros y nos den de comer, y después nos cortan la cabeza pero nos morimos con el estómago lleno. No tenía nada que perder y sabe qué, cuando llegaron allí, ¿qué paso? Encontraron que el campamento estaba vacío completamente. Habían huido el ejército enemigo, porque Dios los había puesto a huir la noche anterior. Lo habían dejado todo. El resto del pueblo estaba metido en los muros allá, y ya Dios había resuelto el problema. Pero esa gente desesperada fueron los que pudieron descubrir lo que Dios había hecho.

Porque se necesita gente así, gente imprudente, gente desesperada, gente que no tiene nada que perder, como estos hombres. Ellos dijeron, bueno qué, si nos meten presos no importa. Vamos a hacer lo que tenemos que hacer. Hermanos, eso es lo que el Señor quiere. Pongámonos de pie. Samuel pasa por aquí un momento. Fe es vencer deficiencias, fe es atreverse a lo improbable. Fe es arriesgar cosas por Dios. Fe es a veces ser imprudente. Fe es ser desesperado y no tener nada que perder, porque ya tú lo has perdido todo, ya tú se lo entregaste todo al Señor. Esa es la plataforma que Dios quiere usar para hacer sus milagros.

Quiere el Señor levantar un pueblo así, comenzando con el que les habla. Padre, te lo entregamos todo, lo ponemos todo a tus pies, Señor. Todo lo que tengo, todo lo que soy te lo entrego en este día. Padre, yo predico esto y no sé de lo que estoy hablando, pero tú puedes iluminarnos, darnos entendimiento, créate un pueblo Señor, un pueblo, un pueblo, un pueblo que te agrade, un pueblo digno del tesoro que tú has confiado a nuestras manos. Señor, estamos cansados de la normalidad, estamos cansados de la respetabilidad. Estamos cansados de lo predecible, estamos cansados de la religión, estamos cansados de la rutina, estamos cansados de lo predecible... y queremos, Señor, que el viento del Espíritu Santo irrumpa con poder y trastorne toda la casa, Señor.

Espíritu de Dios, te entregamos todas nuestras riquezas, todas las cosas que amamos, incluyendo nuestros patrones mentales, la forma de pensar en la cual estamos atrapados, te la entregamos… los hábitos, Señor. Las actitudes autistas que frenan el libre fluir de tu espíritu, las rechazamos, renunciamos a ellas, renunciamos a lo que pensamos que es imprescindible para nosotros, te lo entregamos, Señor. Te lo entregamos. Créate un pueblo Padre, diferente. Señor, si tú tienes que sacarnos a nosotros y poner otro pueblo, pero que se haga tu voluntad, Señor. Cúmplase tu voluntad, vénganos tu reino Señor, vénganos tu reino Padre.

Tu reino es más importante que cualquiera de nosotros pero, Padre, te ofrecemos las vigas de este edificios, te ofrecemos su fundación, te ofrecemos sus salones, Señor. Te ofrecemos su techo, te ofrecemos cualquier recurso que tenga esta iglesia, te ofrecemos las almas, Señor, que pertenecen a esta comunidad. Te ofrecemos los talentos que tú has creado y que has testado, Señor, en esta familia. Todo lo ponemos a tus pies. Toda riqueza, toda corona, todo talento, toda posesión, Señor, a tus pies. Todo el tesoro a tus pies y no nos dejes caer de tu gloria, Señor, no nos dejes caer de donde nos has puesto, Señor, en este día. Amárranos a tu verdad, amárranos a tus principios, Señor, amárranos a tu gloria y a tu presencia Señor, por favor, no nos dejes apartarnos de tu gloria, Padre. Glorificamos tu nombre, bendecimos este pueblo, Señor, cada hondo, cada hondo, Señor, en nuestras vidas.

Te entregamos, Señor, todo lo que tenemos. Yo te suplico que si no has recibido a Jesús, como tu Señor y tu Salvador hasta hoy, hoy hazlo, allí donde tú estás, allí donde tú estás ahora mismo dile a Jesús, Señor Jesús, yo te entrego mi vida. Entrega tu vida al Señor, ahora mismo. Entrégale lo que más amas al Señor, di, Padre, entrego mi vida a Jesucristo ahora mismo. Díselo así con autoridad, convicción, con fe, dile al Señor, entra a mi vida, Jesús, ahora mismo. Entra a mi vida y lléname. Porque el Señor dice que si tú abres tu corazón Él entrará y cenará contigo y tú conversarás con Él. Así que en el nombre de Jesús, ahora mismo, entrega tu vida al Señor, y confiésalo como Señor y Salvador. Sal de aquí renovado, sal de aquí transformado, sal de aquí confrontado, quien quiera que sea que necesita hacer su pacto con Cristo, hazlo ahora mismo al Señor tu vida, Él va a escuchar, Él va a saber lo que tú estás haciendo allí en tu corazón ahora mismo. Y después lo harás públicamente, pero por ahora te reto a darle tu vida al Señor, y te aseguro que si tú lo haces no vas a hacer el mismo, o la misma, de hoy en adelante.

El Señor está aquí, el Señor está hablando con autoridad, con claridad, entrégale tu vida al Señor. Dile, Señor Jesús, entra a mi corazón, entra a mi vida y establece tu trono dentro de mí. Seas joven, seas mujer, hombre, lo que sea, entrégale al Señor, entrégale al Señor ahora mismo tu vida. Gracias, gracias, gracias Señor, te adoramos. Yo te entrego mi vida, yo te entrego esta iglesia, ministerio, todo es tuyo Señor,. Gracias, gracias Jesús, bendice esta iglesia, y que estas palabras hagan su efecto en nuestras vidas, te adoramos Señor, te bendecimos. Alabado sea tu nombre, Señor, gracias.