Mi fe es como mi radio...

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Algo que el Señor ha puesto en mi corazón y yo no se cuantos de ustedes estuvieron aquí el domingo en el segundo servicio. A ver, por muestra, hermanos ¿cuántos de ustedes escucharon el mensaje del segundo servicio? Amén. Okay, muy bien, muy bien.

Los que no lo han escuchado y si usted tiene acceso al Internet o si puede comprar los CDs de ese segundo servicio, le recomiendo que lo compre. Si usted se considera una parte vital de lo que es Congregación León de Judá, usted no se puede perder ese mensaje. Ese mensaje tiene que estar en su librería de mensajes de los Pastores de León de Judá, así que por favor, escúchelo. Revéalo, escúchelo y revéalo una vez más.

Pero el asunto es que yo no estaba aquí el domingo pasado, yo estaba predicando en otro lugar, pero el Pastor Miranda me dio la tarea de que yo tenía que escuchar ese mensaje. Y, yo pues, como buen estudiante, como buen alumno, anoche me acosté a las once y media escuchando el mensaje porque yo estaba preparado por sí acaso él me preguntaba algo en la reunión de staff que teníamos así que quería estar listo.

Pero el asunto es que yo no lo escuché tanto por el sentido de una tarea. Yo lo escuché, mis hermanos, porque yo entiendo que Dios está haciendo algo importante; que Dios está haciendo algo en medio de esta Iglesia, en medio de cada uno de ustedes, es porque ustedes son la iglesia. Cuando hablamos de la iglesia, mis hermanos, yo les recalco: la iglesia no es tan solamente este edificio, la iglesia son cada uno de ustedes. Cada uno de ustedes componen lo que es Congregación León de Judá y cada uno de ustedes juega una parte vital en el llamado, en el propósito que Dios tiene para esta iglesia; cada uno de ustedes es una pieza de ese rompecabezas que va a formar un escenario, una pintura, un panorama que al final cuando se vea va a ser algo grandioso.

Y pensando yo en ese mensaje hay algunas cosas que el Pastor Roberto mencionó inspirado por el espíritu y yo entiendo que lo dijo en una forma profética que yo quiero reflexionar en alguna de esas cosas. Es como -yo no sé cuantas veces ustedes han escuchado a alguien que da una presentación y después vienen otras personas y como que dan su respuesta a lo que esa persona dijo- pues, más o menos yo quiero hacer algo así, pero no es que me voy a ir de la línea de lo que el Pastor dijo, consta.

Y yo quisiera comenzar leyendo una pequeña historia que me encontré hoy en una reflexión que estaba haciendo. La historia de un personaje y solamente voy a leer algunas líneas y no las voy a leer todas. Pero este personaje dice, esta es su historia: 'Compré un radio para mi oficina, lo encendí y busqué mi estación favorita. Todo lo que escuché fue estática. Pensé que quizás el radio estaba muy cerca de la computadora, así que lo moví y mejoró un poco la señal, pero finalmente hallé un lugar donde la recepción fue buena y pude escuchar la emisora con claridad'.

Yo no sé cuantos de ustedes en algún momento han vivido eso, que ustedes tienen un radio con la antenita esa que uno como que va moviendo por distintos lugares en la casa a ver donde sirve mejor y no sé es algo como que "quédate ahí, no te muevas".

Yo no sé, hay veces que en mi casa, yo no sé por qué se hacía esto, yo todavía no logro entender pero mi papá había veces que cogía un papel de aluminio y se lo ponía a la punta y lo conectaba con una ventana que supuestamente aumentaba la recepción o algo así, yo no se, yo "un día te va a dar un cantazo de corriente, es lo que te va a dar eso".

¡Oh! un alambre de esos, un gancho de ropa, también se lo conectaban para que tuviera mayor señal o algo.

El asunto es que estaba buscando una mejor frecuencia para oír claramente lo que estaba diciendo. Ahora este señor, del cual estoy leyendo, dice: 'Mi fe es como mi radio. Dios siempre me está enviando mensajes pero no siempre estoy en el lugar correcto para recibirlos'.

A ver, déjame leer esa línea de nuevo, lento. A ver déjame decirlo como un poema:

“Dios siempre me está enviando mensajes pero no siempre estoy en el lugar correcto para recibirlos. A veces mi mente y mi corazón no están sintonizados para escuchar el mensaje. Los servicios de adoración en mi iglesia pueden ser un lugar donde yo puedo escuchar la voz de Dios. La compañía con otros creyentes me puede ayudar a sintonizarme para escuchar la voz de Dios. El leer la biblia y tener tiempo de reflexión me ayuda a sincronizarme con la voz de Dios. Pero muchos de nosotros, así como el radio, necesitamos estar en el lugar adecuado si queremos escuchar claramente el mensaje de Dios.”

Cada uno de nosotros necesita estar en el lugar adecuado si queremos escuchar ese mensaje, esa palabra de Dios.

Ahora, esa reflexión me hizo pensar en algo que para mí lo pude conectar con el mensaje que el Pastor estaba trayendo. Una de las partes de ese mensaje, porque ese mensaje estaba lleno de cosas, pero una de las cosas fue cómo el Pastor estaba identificando distintas poblaciones que están dentro de la iglesia. Personas que están como que en distintos círculos concéntricos donde tal vez, hay personas que todavía como que el mensaje del Evangelio, como que no ha penetrado de tal forma de que sus vidas hayan sido transformadas por completo.

Y a mí me llamó mucho la atención porque en la grabación del mensaje cuando el Pastor dijo eso, yo escuché el eco de la gente: "Amén, gloria a Dios. Sí, eso es verdad" y el Pastor como que " No, no, no. No digan Amén, no digan Gloria a Dios porque usted puede ser una de esas personas".

Yo cuando oí ese mensaje, yo mismo en mi casa como que lo oí y "¡Uf! Déjame no decir Amén porque yo puedo ser una de esas personas también". El asunto es que mientras meditaba en esto, por alguna razón el Señor me dirigió a la parábola del sembrador. La parábola del sembrador. Y yo quiero que ustedes vayan conmigo a Mateo capítulo 13. Quiero simplemente repasar algunos versos de esta parábola con ustedes y ver como hay una conexión aquí.

Mateo capítulo 13. Y voy a empezar a leer en el verso 9. Voy a leer algunos versos, así salteados. Verso 9. Y por favor no se me confundan, recuerden que estoy aprendiendo de esta nueva versión de la biblia. Esta nueva versión internacional en español, así que, es como si la estuviera leyendo de nuevo la Biblia. Así se aprende algo nuevo.

Pero Mateo capítulo 13 verso 9. Empiezo a leer aquí. Miren como dice el verso 9: “El que tiene oídos para oír, oiga.”. Mira por donde empezamos, Jesús es bien directo. “El que tiene oídos para oír, que oiga.” No es que le entre por un oído y le salga por otro. Es el que tiene oídos para oír, que oiga. En otras palabras que lo que tiene que decir es importante, siempre.

“Los discípulos se le acercaron y le preguntaron a Jesús: ¿Por qué le hablas a la gente en parábolas?”

Miren la respuesta de Jesús. Me fascina esta respuesta: “Jesús respondiendo les dijo: Porque a ustedes les es dado a saber los misterios del reino de los Cielos, más a ellos no les es dado.” Algunos versos más abajo –verso 16: “Dichosos los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. Porque les aseguro que muchos profetas y otros justos anhelaron ver lo que ustedes ven pero no lo vieron y oír lo que ustedes oyen pero no lo oyeron.” Ahora aquí es donde está el meollo.

Verso 18. Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. 'Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Esta es la semilla sembrada junto al camino'. Este es el ejemplo número 1.

Número 2: 'El que recibió la semilla que cayó en el terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente le entra un éxtasis y le da euforia. Dice "¡Guau! ¡Qué rico, qué chévere está esto!

Recibe la palabra con alegría pero es todo superficial. Pero -miren ese pero bien grande que dice ahí- como no tiene raíza, la euforia le dura poco tiempo. Cuando surgen los problemas o la persecución a causa de la palabra enseguida se aparta de ella.

Ejemplo número 3: 'El que recibe la semilla que cayó entre los espinos es el que oye la palabra, pero -de nuevo el gran pero ahí- las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan de modo que esta no llega a dar fruto'.

Ahora el verso 23, este es el cuarto ejemplo. 'Pero el que recibe la semilla que cayó en buen terreno, es el que oye la palabra y la entiende'.

Miren esto qué interesante, mis hermanos, el ejemplo número dos y el ejemplo número tres son los ejemplos donde habla acerca de las circunstancias de la vida y como las circunstancias de la vida, vinieron, se escabulleron y le robaron lo que se había sembrado ahí.

Pero el ejemplo número 1 y el ejemplo número 4 son los únicos ejemplos que usan la palabra "entiende" o no la entiende o la entiende.

Hay algo bien importante aquí, porque yo puedo oír algo y como bien dije ahorita: ese algo que yo escucho me puede entrar por una oreja y me puede salir por el otro y mi entendimiento va a ser ¿qué? Nulo, cero, mínimo, o bien superficial. Va a ser mi entendimiento de eso que yo escuché.

Si Bruno me quisiera explicar a mi de como funciona un circuito de electricidad, yo estoy seguro que él me lo puede explicar con todas las palabras técnicas que existen en el vocabulario de ingeniería y a mi me va a entrar por aquí y me va a salir por allá.

Él me puede preguntar: "¿Entendiste?" y yo le voy a decir: "Si". "Okay, ahora hazlo tú". Se quema el circuito cuando yo lo toco.

Nosotros podemos leer un libro de ayuda personal, un libro de autoestima, un libro que me ayude a poder rebajar un poco la pipa que tengo o algo así pero si no entiendo lo que yo estoy leyendo, solamente va a ser un libro más que acabo de leer y lo vuelvo y lo pongo en mi librero y ahí se queda.

La diferencia es, mis hermanos, que cuando yo logro entender algo, hay algo que pasa en el interior. Porque con el entendimiento viene un sentido de transformación. Con el entendimiento viene un sentido de que, "¡Guau! La forma en que yo estaba haciendo las cosas, no está muy bien, así que yo voy a considerar esta otra opción"

Cuando a mí me dicen: "Omar, mira, la forma en la cual tú estas llevando tu chequera no está muy bien. Yo te voy a explicar como tú debes llevar tus números". Y si alguien me lo explica de tal forma que yo lo entienda, ese entendimiento si se cimenta en mi cabeza va a ocasionar un cambio en como yo llevo mi chequera.

Si yo he sido el tipo de persona que he tenido relaciones interpersonales con otro y estoy brincando de una novia en otra, de una novia en otra y nunca logro conseguir la persona ideal; y si alguien me dice: "Mira, Omar, yo creo que tú tienes que ajustar estas cosas en tu carácter y entender lo que las relación significa y que significa una vida duradera con otra persona". Si alguien me explica y yo lo logro entender, en mi vida se van a dar los ajustes necesarios para yo entonces poder tener una relación saludable con otra persona.

Pero hay una clave para esa parte de poder entender y poder entender tiene que ver con como está mi corazón.

Antes de yo poder entender la palabra yo tengo que entender como está mi terreno. Y esto es bien importante, mis hermanos, porque hay veces que estamos tan y tan desconectados de lo que está aquí adentro que por más que se hable la palabra no va a causar efecto.

Hasta que aquí adentro no haya un terreno que verdaderamente pueda recibir esa palabra, que transforme el corazón el efecto va a surgir en lo que se dio en los otros ejemplos. Va a crecer por un tiempo, pero después se va a secar. Va a crecer otra vez pero los espinos, las circunstancias la van a amortiguar completa y no se va a dar el crecimiento.

Yo creo, mis hermanos, que... déjenme ponerlo de esta forma. Hubo una palabra que el Pastor mencionó el domingo, que a mí me quebró mi corazón, pero en una forma buena, no en una forma mala. En una forma buena, porque el Pastor estaba reconociendo que nosotros como iglesia hemos llegado a un nivel de vivencia en el Señor, pero que es un nivel incompleto. Y nosotros podemos ver todo lo que Dios ha permitido que Congregación León de Judá haya podido logarado hacer, lo que hemos podido lograr alcanzar. La forma en que Dios ha usado este ministerio para bendecir a otros, eso lo reconocemos.

Pero el yo escuchar de las palabras de mi Pastor, de su pastor, decir que todavía nos falta, que todavía no estamos preparados para lo que Dios tiene para esta iglesia, eso a mí me trabajó. No en una forma mala, recuerden, y miren que yo estoy hablando en capacidad Pastoral, pero estoy hablando como si fuera un feligrés igual que ustedes que está recibiendo la palabra de mi Pastor, de su Pastor. Esa palabra me hizo pensar a mi "qué yo estoy haciendo o qué yo no estoy haciendo para que esa revelación adicional que Dios quiere traer a nuestras vidas, se pude dar. Él usó ese ejemplo de tener un velo.

Miren, ustedes si me veían a mí anoche, tal vez se echaban a reír. Pero yo anoche cogí una bufanda de mi esposa que es medio "citrus" por así decirlo y yo me dije: "Okay, déjame ver que significa tener un velo," y yo me la puse así en la cara y yo podía ver la silueta de mi mano pero no la veía completamente. Me puse a dar vueltas alrededor de la cocina, la sala y yo como que tratando de ver. No era que estaba haciendo trampa por debajo de la cosa que me puse, sino que estaba buscando a ver como se sentía.

Y miren, obviamente yo conozco mi casa, o sea yo me puedo mover y se donde estar la esquina para no chocarme ni nada por el etilo. Pero el asunto es que no lo estaba viendo todo y tal y como estaba. Yo estaba viendo todo en una forma nébula. Y eso a mi me hizo tanto sentido, mis hermanos, porque como iglesia, miren, yo se, yo entiendo que Dios nos ha permitido movernos en una dimensión. Dios nos ha permitido como iglesia experimentar algunas cosas.

Hay personas aquí que han experimentado cambios en sus vidas, milagros, provisión de trabajos, restauración de familia, restauración de emociones, restauración de tantas cosas y eso ha sido por gloria y misericordia de Dios. Pero aún al pensar en eso atreverse uno a decir que todavía no estamos ahí, que todavía no estamos en el punto que Dios tiene intencionado para nosotros; que todavía hay un velo que hay que como que coger un bisturí, y cortarlo y abrirlo así, para poder entrar en esa dimensión.

Oigan, mis hermanos, yo no sé ustedes, pero eso a mí me emociona y me asusta a la misma vez. Me emociona y me asusta. Y por un lado yo conecto esto con lo que yo estoy leyendo aquí de esta parábola. Porque por un lado, para yo poder pasar ese velo y ver lo que está al otro lado yo tengo que asegurarme de que mi terreno esté listo y preparado para lo que vaya a ver en el otro lado.

Hace mucho tiempo, yo estaba hablando aquí, una de las palabras de Jesús en el libro de Juan, que cuando Él se estaba despidiendo de sus discípulos Jesús les dice a los muchachos: 'Muchachos aún tengo muchas cosas que revelarles pero todavía no es el tiempo. Todavía no están preparados para'.

Miren eso que interesante. El mero hecho de que el mismo Jesús dice: 'Yo quiero revelarme algo más pero todavía no es el tiempo'. Y esto yo lo veo en dos formas: todavía no es el tiempo de Dios para que esa revelación llegue y todavía no es el tiempo en la dimensión suya porque nosotros no estamos preparados todavía para recibir lo que sea que Dios tenga para nosotros.

¿Qué yo tengo que hacer para poder estar preparado? ¿Qué yo tengo que modificar en mi vida para que en mi se pueda dar lo que dice esa parábola del sembrador: 'Que mi fruto pueda ser al 30, al 60 hasta el 100 por ciento, ciento por uno. Que mi vida pueda dar ese fruto'.

Y obviamente, yo sé que nuestro Pastor, hiló fino en muchas cosas, que yo mismo cuando las oía yo iba que como con una libretita apuntando: me falta, aquí estoy más o menos, aquí estoy bien; esto me falta, aquí estoy bien mal. Yo voy haciendo mi lista.

¿Saben por qué mis hermanos? Hay una belleza acerca del Dios al cual nosotros servimos. Dios tiene este lado que es bien gentil, que es todo amor, que es como que todo bien chévere, bien nice. Como que ¡guau! cuanto te amo, cuanto te anhelo, cuanto deseo que tu vida experimente toda la abundancia que yo tengo para ti.

Está ese lado que es bien sweet, bien como quien dice: 'la cherry en el tope del frosty del pastel'. Pero Dios también tiene ese lado que es bien cortante, es bien tajante, mis hermanos. Y hay veces que nosotros nos olvidamos de eso y yo se que para nosotros poder entrar en esa dimensión que Él tiene para nosotros, miren hay asperezas en mi. Hay asperezas en todos nosotros que se tiene que ir cortando poco a poco, poco a poco para entonces poder entrar a eso que Dios tiene para nosotros.

Requiere por un lado, un sentido de vulnerabilidad.

¿Se recuerdan cuando yo hablé hace unos miércoles atrás de vulnerabilidad? De uno como quien dice, bajar sus defensas y dejar a otro, como que le toque sus botones, como quien dice: 'Mira te voy a decir algo y te vas a molestar pero déjame que te lo diga porque yo se que va a ser de bendición para ti'.

Y que uno no se revele en contra de eso sino que uno lo pueda recibir, que uno lo pueda aceptar y así mismo aceptar la bendición que Dios tiene para uno. El trato de Dios en el terreno del corazón, por así decirlo. De como Dios pueda meter sus manos en ese terreno y abonar nuestros corazones, de sacar escombros para que esa semilla que está plantada pueda dar fruto y que de ese fruto provea otra semilla para que otro tipo de producto se lleve a cabo en nosotros.

Yo les digo, mis hermanos, yo estoy seguro de que así como vienen tiempos buenos, tiempos de bendición, tiempos de poder en la misma forma van a venir tiempos duros. Van a venir tiempos fuertes porque esos cambios no son muy placenteros a veces. El mero hecho de que la Escritura dice en Romanos, como dice el Apóstol Pablo: "Por tanto no se conformen, pues, al mundo en el cual viven ahora sino sean renovados porque la renovación, transformación de nuestra mente, nuestro entendimiento, nuestra forma de pensar".

Mira que si me dicen: 'No seas cabeciduro'. 'Pero si yo no soy cabeciduro' y lo se que lo soy cabeciduro y yo comenzara a ser intencional en ponerme en situaciones donde yo pueda identificar esas cosas que están fallando, que están flaqueando, que de una forma u otra están impidiendo, están frenando lo que Dios quiere proceder en mi vida.

Y ¿saben qué, mis hermanos? La responsabilidad es de cada uno de nosotros. Miren como Dios trabaja. Yo me recuerdo de ese mensaje que prediqué hace unos domingos atrás y ahora como que me está haciendo un flash en mi mente.

Hubo un domingo donde yo prediqué un mensaje que decía:"Yo soy el responsable de mis encuentros con Dios". Yo no puedo estar dependiendo en lo que otros puedan estar haciendo por mi, yo soy el responsable de como Dios se pueda revelar a mi vida. Yo soy el que le pongo a Dios límites. Dios puede tener muchas cosas para mi pero si yo le empiezo a poner límites y le digo: "No Dios aquí no te metas", "No esto no lo puedo soltar", "No Dios, aquí tú no sabes como bregar con esto porque yo soy el que hay bregado con eso por mis 30 y pico años de vida", o mis 40 y pico o mis cincuenta y algo y mis dieciséis algo de vida que usted tenga.

Pero el asunto es mis hermanos, que ha una semilla que el Señor quiere sembrar: una semilla nueva. Yo lo veo así. Hay una semilla que se ha puesto en nosotros, que ha crecido, que ha dado fruto pero yo creo que hay una semilla nueva que ese sembrador quiere tirar y que el fruto de esa semilla nos lleve a esa nueva dimensión. Pero nosotros tenemos que ser bien responsables con como está el terreno de nuestro corazón.

Y miren, hermanos, que si yo tengo que aceptar el que me digan algo fuerte, mire, recíbalo en el nombre de Jesús. Consta que yo también se lo que dice la palabra en Primera de Telesalonisenses, Capitulo 5. Hay una palabra que para mí también es crucial, que la uso también en este mensaje y es esa palabra que dice: 'examinadlo todo, retened lo bueno y desechad, rechazad lo malo'.

Ahora ¿qué es lo bueno y qué es lo malo de acuerdo a los lentes por lo cual usted lo este viendo? o ¿qué es lo bueno y lo malo de acuerdo a los lentes de Dios? ¿Cuál de los lentes me voy a poner yo para ver? Para poder entender y discernir que es lo bueno y que es lo malo: lo bueno con lo cual me tengo que quedar y lo malo que tengo que desechar.

Lo bueno que tengo que recibir de los que viene de afuera hacia mi, lo malo que tengo que rechazar de lo que pueda venir de afuera hacia mi como también lo que pueda salir de adentro para afuera. Lo bueno que esté en mi retenerlo y lo malo que esté en mi rechazarlo, echarlo afuera.

Mis hermanos, yo les digo, las cosas que Dios tiene son fuertes, son bellas y lindas pero a la misma vez son fuertes. Y yo sé que el Pastor hablaba de un porcentaje de personas y dentro de ese porcentaje de personas, mira, puede ser que haya algunas que entren en esa nueva dimensión como también puede ser que haya aquellas que se queden rezagadas.

Y, ¿sabes qué? I wouldn't be surprised. No me sorprendería porque el mismo Jesús lo dice: 'Hay algunos que van a escuchar su voz y que van a responder y se van a lanzar por completo. Pero también van a haber aquellos que va a ser todo lo opuesto'. Yo quisiera que no fuera así. Mi corazón pastoral es como que yo quiero tener a todo el mundo en el barco pero si el mismo Jesús dijo que no todo el mundo va a estar en el barco, yo, busco -como quien dice- salvar los más que pueda, meter en el barco a los más que yo pueda por cumplir mi parte del llamado. Mi parte de lo que Dios pide que yo haga.

El resto, it's up to him -depende de Él. Él es el que se encarga de tocar los corazones.

Así que en esto, mis hermanos, yo lo veo en una forma dual. Es algo que va en dos vías. Por un lado, sí es lo que Dios quiere hacer conmigo y por lado es lo que pide que yo haga para Él en retorno. Que ese tiempo de comodidad en la cual yo me encuentro, que tal vez mi comodidad se tenga que ver alterada en algún tiempo, en alguna forma para yo poder descubrir y experimentar eso nuevo que Dios tiene, pero que a la misma vez ese sacrificio va a traer sus frutos. Ese sacrificio va a traer el fruto en su vida.

Y miren, mis hermanos, quiero terminar con esto: Jeremías. Yo se que todos conocemos esta palabra pero quiero que la leamos. Jeremías capítulo 33, el verso 3. Es más ¿alguien se lo sabe de memoria por si acaso?

Miren eso. "Clama a mí y yo te responderé y te mostraré cosas pequeñas y al descubierto que tú las conoces ya". ¿Te confundí verdad? Eso no es lo que dice el pasaje.

Ahora, pero lo dije intencionalmente porque Dios también te puede revelar cosas que ya tú conoces lo que pasa es que tú no le estás prestando atención. Pero la cosa es que Dios lo está poniendo de un lado mucho más interesante. Dios te está diciendo: "Clama a mí y yo te voy a responder y te voy a mostrar cosas grandes y ocultas que tú no conoces". Oiga, yo no sé usted, pero cuando yo leo esa palabra me da escalofríos.

"Cosas grandes y ocultas que tú no conoces", que yo no conozco. Cosas grandes que tienen que ver con tu vida, cosas grandes que tienen que ver con el mundo en el cual vivimos. Cosas ocultas que están en ti y que tienen que salir, cosas ocultas que ocurren a nivel de los aires en los cuales vivimos y que nos las vemos, no las conocemos, no las podemos percibir pero que llegará el momento en que Dios va a traer esa revelación y todo va -como quien dice- a conectar y a caer en su lugar.

Cuando ese momento llegue, yo estoy seguro que Dios va a querer una iglesia, meaning: todos nosotros, una iglesia que pueda responder. Una iglesia que pueda -como quien dice- pararse firme como ese pasaje de Josafat que se estuvo leyendo el domingo, estar firmes, mantener su puesto, estar quietos; que Dios es su salvación, que Dios es el que se va a encargar de mover las cosas. Nosotros somos ese instrumento, ese vaso, ese conducto a través del cual fluye todo lo que Dios tiene.

Mis hermanos, yo no comparto estas palabras con la intención de traer un sentido de inseguridad, o con la intención de traer un sentido de frustración o con traer un sentido de que ¡Guau! Pues entonces yo no soy parte de. Todo lo contrario. Si comparto esta palabra, mis hermanos, es porque ustedes son parte del plan del Dios. Es porque ustedes, todos nosotros, todos, todos, todos somos parte del plan de Dios.

En alguna forma u otra, por más insignificante que uno se crea que es, uno forma parte del plan de Dios. En la forma que sea, en la forma que eso se pueda manifestar. Yo creo que por eso es que yo leí ese pasaje de Jeremías: "Mira Señor, muéstrame cual son esas cosas en las que tú quieres que yo me pueda mover. ¿Cuáles son esas cosas nuevas que tú tienes para mí? ¿Cuales van a ser los cambios que yo voy a tener que hacer para poder adentrarme en esas cosas nuevas que tú tienes?".

Dios quiere, mis hermanos, Dios quiere que nosotros nos podamos poder las pilas y podamos procesar estas cosas, mis hermanos. Que no leamos esto así a lo loco, sino que prestemos atención a lo que Dios está verdaderamente queriendo decir a nuestras vidas, a nuestros corazones; qué nosotros podamos escuchar y a la misma vez entender. Porque es en ese entendimiento, mis hermanos, donde verdaderamente nosotros vamos a experimentar las cosas que Dios tiene para nuestras vidas. Que si tal vez, yo en algún momento, yo tal vez peleo conmigo mismo y me digo: "Yo no entiendo por qué hay veces que yo me pongo tan negativo, tan pesimista, si yo se que tengo un Dios que todo lo puede, que tiene cosas abundantes para mi vida, ¿por qué, por qué, por qué hay veces que mi mente se pone tan negativa?

Es todo lo opuesto a lo que Dios tiene. Estoy diciendo testimonio porque eso hay veces que son cosas que ocurren en mi. ¿Qué es lo que Dios me tiene que mostrar? ¿Qué es lo que yo tengo que hacer? ¿Qué cosas nuevas yo tengo que implementar para que esos pensamientos negativos se arranquen de mi por completo?

O quizás no es que se arranquen sino que yo pueda aplicar lo que dice la misma Escritura: "Someterlos a la obediencia de Cristo" y que esa negatividad no influya sobre mi, sino que yo la pueda sacar de mi con el poder y la autoridad que Dios da a mi vida para entonces yo poder vivir a la altura de lo que Dios pide de mi. Ese es mi ejemplo. ¿Cuál es su ejemplo? Usted lo conoce.

Dios está tirando una semilla, Dios está saliendo al campo. Escuche bien: Dios está saliendo al campo y Él está tirando una semilla. Está tirando una semilla en tu corazón, en tu corazón, tu corazón que me estas viendo por el Internet: Dios está tirando una semilla. ¿Cómo tenemos que preparar ese terreno para que esa semilla de el fruto que Dios espera?

Padre en el nombre de Jesús, yo bendigo a tu pueblo ahora mismo. Puedo decir que estamos en el mismo bote, señor Jesús, que vemos las cosas a medias. Hemos experimentado tu poder a medias, hemos recibido tu palabra a medias, pero falta más, falta más. Falta conocer más, falta entender más, falta someternos más, falta obedecer más, falta sacrificar aún más, falta rendir aún más. Falta buscarte aún más. Falta, Señor.

Pero esta falta no es algo negativo, Señor, es algo que nos llena y nos inspira a poder buscarte, a poder seguirte, a poder anhelar lo que tú tienes en tu corazón para cada uno de nosotros. Señor líbranos de entrar en esa dimensión con intenciones egoístas, solamente con la intención de ver cuanto tú puedes hacer por mi y nada más. No, Señor, líbranos de eso.

Ayúdanos a entender que tu bendición no es tan solamente para la edificación de nuestras vidas personales, sino también para que ese fruto pueda ser de beneficio a otros a nuestro alrededor. Ayúdanos a ser el tipo de iglesia que tú nos estas llamando a ser y que cuando tu palabra empiece a fluir, Señor, que cuando esa palabra rema, esa palabra fresca, nueva en el momento oportuno cuando comience a fluir que nosotros podamos tener un corazón receptible para recibirla para dejar que tú trates con nosotros, que tú trates con nuestras imperfecciones aunque duela, Señor.

Pero es mejor sufrir bajo el trato tuyo que bajo el trato de cualquier otra persona. Ayúdanos a reconocer lo que tú estas haciendo en medio de nuestras vidas, Jesús y que no te demos la espalda, Señor. Que no ignoremos lo que tú estas queriendo hacer, sino que podamos adentrarnos, Señor y seguir al paso contigo, Dios.

Enséñanos, Padre.

Yo te pido que tú traigas discernimiento a nuestras vidas para saber como recibir esta palabra, saber como entenderla, saber como internalizarla, como aplicarla y dejar que esa palabra transforme todo nuestro ser para verdaderamente poder reflejar tu carácter, tu persona, la persona de Jesús.

Yo pido tu bendición sobre cada uno de mis hermanos y hermanas en esta noche que se han dado cita, que han aguantado hasta este momento, Señor. Yo te pido que cuando ellos salgan de este lugar, que Tú les lleves con bien hasta sus hogares. Padre que en el descanso de la noche, que su cuerpo, sus músculos, sus tendones, su corazón, su sangre, mi Dios pueda reposar en ti. Que se pueda renovar en ti y que mañana si así tú lo permites podamos levantarnos con una nueva luz, con una nueva recepción a ti, Señor.

Con una nueva sincronización contigo, que podamos estar en frecuencia contigo para verdaderamente escuchar tu voz y recibirla, Señor. Gracias por este momento, Jesús.

Te damos toda la Gloria y toda la honra a ti, Jesús. Amén y Amén. Gracias Señor Jesús, Gracias Dios. Amén. Aleluya.