Yo hago cosa nueva

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Isaías 43, versos 18 y 19. Okay. Si usted tiene la Biblia ahí, vamos a leerlos todos juntos. ¿Estamos listos? ¿Si? Okay. Déjame leer de la misma versión que ustedes puedan tener también. Dice, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

“No os acordéis de las cosas pasadas ni traigan a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva. Pronto saldrá a la luz, no la conoceréis. Otra vez abriré caminos en el desierto y ríos en la soledad.”

Recibe esa palabra. Dígale a esa persona al lado suyo, “Recibe esa palabra”. Omar, recibe esa palabra. Santo. Con acento en la “i”: Recibe esa palabra. Un llamado a cosas nuevas, eso es lo que Dios puso en mi corazón hoy. Es algo bien interesante porque, y esto es algo que lo estoy meditando más o menos en línea con las cosas que Dios ha estado trayendo a nosotros como Iglesia en estas últimas semanas y por alguna razón u otra el Señor me hizo reflexionar más en este verso que yo hice referencia a él el miércoles pasado. Pero hoy el Señor me inquietó a detenerme más en él.

En este texto de Isaías, ese verso 18 comienza con un llamado de olvidar las cosas del pasado. Olvidar las cosas del pasado. Brevemente, les voy a dar un minuto. Yo quiero que usted piense aunque sea en tres cosas de su pasado que usted quisiera olvidar pero que no es difícil olvidar. No me las tiene que decir, solamente piénselas. Tres cosas de su pasado que usted quisiera olvidar pero que se le hace difícil olvidar. Okay, ya las tiene ahí. Eso fueron 30 segundos, no un minuto. Sorry, mi reloj está malo acá arriba.

El asunto es que lo que Dios está haciendo con esa palabra es que él está motivando a su pueblo en ese momento, en el contexto donde se está trayendo esta palabra –recuerden que el pueblo de Israel, en ese momento, estaba como quien dice en exilio, estaban en cautiverio, estaban siendo presionados por naciones, por pueblos que eran más fuertes que ellos y se estaban aprovechando de su nobleza. Y estaban siendo atormentados hasta cierto aspecto y en medio de esa situación, esta es la palabra que el Señor trae- ‘Olvídate de tu pasado, no vivas ya en él porque yo voy a hacer algo nuevo’.

Ahora yo quiero que usted se imagine esto: porque si usted está en un aprieto y de repente yo vengo y le digo: “Mira, ¿sabes que? Olvídate de ese aprieto o de lo que causó ese aprieto. Piensa en lo nuevo que Dios va a hacer contigo”. ¿Sabes qué? Hay veces que uno está tan hasta las narices de ese aprieto donde uno está que lo que yo le digo le puede entrar por una oreja y le sale por la otra.

Eso nuevo es como que ¡guau! Parece que está tan y tan allá que yo todavía estoy lidiando con lo que tengo aquí ahora mismo, o con esto que estoy arrastrando desde hace mucho tiempo.

Pero el llamado es a olvidarnos de ese pasado. El olvidarnos de ese llamado, significa que hay que aceptar que hay que recibir y hasta cierta forma hay que buscar intencionalmente esas cosas nuevas. Miren esa última parte que yo dije: hay que aceptar, recibir y en cierta forma buscar intencionalmente esas cosas nuevas.

Es bien interesante, porque el texto dice ‘Yo hago’, es como que las está haciendo. Está allá arriba en algún lugar, en algún lugar de ese mundo eterno del cual se hablaba el domingo pasado hay algo que Dios decreta a ese nivel. Que ya lo esta haciendo, pero nosotros no lo vemos tangible aquí en el ahora y por lo tanto parte del llamado es que nosotros nos podemos esforzar para buscar y encontrar y aceptar esas cosas nuevas que el Señor las tiene como quien dice “marcadas para cada uno de nosotros”.

Es parte de su propósito, es parte de la intención del corazón de Dios. Déjeme adelantarme, déjeme decirles el último punto aquí. Como parte de ese proceso, mis hermanos, hay que pedir un discernimiento sobrenatural. ¿Por qué yo digo esto? Pregunta, por muestra de manos: ¿Cuántos de ustedes en su tiempo de oración le piden al Señor discernimiento por x o y situación? La palabra discernimiento, no estoy hablando de sabiduría, no estoy hablando de inteligencia, no estoy hablando de cualquier otra cosa. Estoy hablando de discernimiento. ¿Oran por eso? Si no lo están haciendo, les animo a que lo hagan.

Porque hoy más que nunca necesitamos poder discernir bien las cosas que están aconteciendo a nuestro alrededor. Porque hay veces que cosas nuevas pueden suceder en nuestro entorno y nosotros podemos decir: “¡Guau! esto es Dios”. Pero Dios no está metido en eso ni para los pillos, para ningún lugar. Puede ser cualquier otra cosa y uno tiene que saber discernir que es “eso” nuevo que Dios está haciendo en medio de la gamuza de cosas que está sucediendo a nuestro alrededor.

El discernimiento es importante. ¿Por qué yo hago mención de estas tres cosas? Yo quiero que vayan conmigo a Mateo, capítulo 14. ¿Cuáles son esas cosas nuevas a las cuales el Señor nos está llamando? Esas cosas nuevas a las cuales el Señor nos llama.

Mateo, capítulo 14. Muchos de ustedes son bien familiares con esta historia. Los versos del 22 al 33. Este es uno de mis pasajes favoritos y hasta me atrevo a decir que este fue el primer mensaje que yo prediqué en mi vida. El pasaje de cuando Pedro caminó sobre las aguas así que este es un pasaje bien cerca del tuétano de mi corazón. Pero miren, les voy a hablar un poquito del relato.

Verso 22 dice: ‘Enseguida Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado, mientras Él despedía a la multitud. Después de despedir a la gente, subió a una montaña para orar a solas. Cuando llegó la noche, estaba allí solo y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas y porque el viento le era contrario. En la madrugada Jesús se les acercó a sus discípulos, caminando sobre el agua del lago y cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua quedaron aterrados y empezaron a gritar que era un fantasma’.

Miren una de las primeras cosas que yo veo aquí. Jesús en su soberanía de alguna forma u otra Él orquestó todo lo que estaba aconteciendo en este escenario, en este panorama. Porque si vemos bien desde el principio dice que “enseguida Jesús hizo que sus discípulos fueran a, se montaran en la barca y fueran al otro lado. O sea ya Jesús tenía una intención.

Miren, que interesante, me gusta el trato de Jesús, porque Jesús ve todo el panorama. Nosotros vemos parte nada más: lo que tenemos de frente. Pero Él ve más allá y porque Él ve más allá yo me atrevo a decir que Jesús provoca situaciones en nuestras vidas para ver donde nosotros estamos, como vamos a responder a tal o tal otra situación.

Y no es tan solamente porque Él sea un Dios terco y nos quiera probar, pero nos quiere probar. Él quiere probar donde nosotros estamos en nuestra vida de Fe. Él quiere de una forma u otra estirarnos, enseñarnos algo de las cosas, de los propósitos que Él tiene para nuestra vida y de lo que Él quiere hacer con nosotros.

Así que en ese panorama, yo veo como de alguna forma u otra, Jesús lo estaba preparando y aquí es donde yo veo que sucedió algo nuevo para los discípulos. Algo nuevo, inesperado que tuvo que provocar que los discípulos se olvidaran de lo que ellos conocían del pasado, lo que ellos conocían de la ciencia de que: no hay nadie que pueda caminar sobre el agua. Ellos se tuvieron que olvidar de esa teoría porque se encontraron con alguien que pudo romper esa teoría. Hubo alguien que desafío la fuerza de la gravedad y pudo caminar sobre el agua.

Esas cosas nuevas de Jesús, mis hermanos, son las que a mí me llaman la atención. Porque cuando empiezan a suceder cosas nuevas, ¿saben qué es lo que pasa? Nosotros respondemos igual que los discípulos: nos aterramos.

Hay veces que las cosas nuevas, los cambios nuevos que suceden en nuestras vidas, noticias que uno recibe –deseadas o no deseadas- hay veces que todas esas cosas, como que, la reacción primordial es como que ¡uhh! Me da el susto.

Apareció el cuco como quien dice. Y en medio de todas esas cosas, sabes que yo oigo como que el eco de las palabras de Jesús diciendo: “¡Hey! Tranquilo, calma, no te apures, yo soy. Es Jesús el que está con ustedes”. En medio de esas cosas nuevas, mis hermanos, miren esto. Hay cuatro cosas que yo quiero resaltar aquí. Lo voy a hacer lo más rápido que pueda. Pero hay algo que yo aprendo del personaje de Pedro, aquí.

Si seguimos leyendo el texto -el verso 27- ‘Pero enseguida, Jesús les habló diciendo: Tengan ánimo yo soy. No tengan miedo’. Entonces Pedro le dijo a Jesús: ‘Señor, si eres Tú, manda, ordena a que yo vaya a ti sobre las aguas’ y Jesús le dijo ¿qué? ‘Atrévete, ven sal del barco. Atrévete’.
Yo quiero hacer una ilustración aquí un momento. Yo necesito 13 voluntarios. 13. Yo necesito 11 personas que se paren aquí y yo voy a ser el número 12. Viene, viene. No se si las cámaras van a poder coger esto, pero 11 personas que se paren aquí. Medrat yo te voy a usar a ti de Jesús, vete allá. Voy a hacer una ilustración aquí. Váyase ya, allá a la otra esquina.

Yo quiero que ustedes se imaginen esto, porque hay veces que hay cosas… No están los 11 pero está bien, estamos algunos. Yo voy a hacer el personaje de Pedro -déjame quitarme lo que tengo en los bolsillos- ya porque me voy a meter al agua. Aquí estamos en una barca, esta es nuestra barca, la barca se está moviendo de lado a lado por las olas, cosas así y de repente Pedro que se conoce como el imprudente pues le dice: “Jesús si verdaderamente eres tú el que está sobre el agua, yo quiero que Tú ordenes que yo pueda caminar sobre el agua y vaya hacia ti”.

Y obviamente, Jesús le dice ‘¿Cómo?’. Dímelo al estilo tuyo, ¿cómo tú me lo dirías? Dale, así me gustó. Okay, ahora imagínense esto. Mira, Pedro recibió ese llamado pero todos los demás lo escucharon. ¿Qué ustedes me dirían ante eso que dijo Jesús?

‘No te atrevas Pedro, mira lo que me dijo, te vas a ahogar’. Tú me dirías: te va a ahogar. Fine. Respuesta humana, señoras y señores.

Empújenme, dale empújenme, suave… suave. Okay. El asunto es que ante tal reto, ante eso nuevo que se apareció delante de Pedro, Pedro decidió tomar ese llamado, aceptó ese llamado. Y ahí va Pedro. Yo no se si el brincó por el borde o se bajó poquito a poquito y tocó el agua así con el dedo primero a ver si lo aguantaba o no… el asunto es que se bajó y todo el mundo se queda con la boca abierta, también.

El asunto es que poco a poco, Pedro ahí va. Ahora pero ¿qué es lo que dice el texto después? Voy a darle pausa a la escena. Pausa. ‘Él dijo: “Ven, y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús”. Pedro al ver el fuerte viento –todo el mundo que haga el efecto del viento y alguien que haga relámpagos también y lluvia- Okay.

El asunto es que ante todas esas cosas, Pedro empezó a tener miedo y, ¿qué pasó? Jesús no me quiere salvar. So, Jesús me agarra y yo como que estoy mitad adentro y mitad afuera, todavía del agua y ¿qué es lo que Jesús me dice? “Hombre de poca fe”.

Pero como me lo dirías tú. ¡Qué guajero eres! Ahora yo no sé si ustedes van a poder ver esto pero aquí es donde yo veo lo bello de esta historia, mis hermanos, porque hay mucha gente que cuando leen esa historia piensan que lo que pasó con Pedro fue un fracaso.

Pero lo que pasó con Pedro fue algo totalmente distinto porque no tan solamente el hombre pudo caminar sobre el agua, pero él caminó sobre el agua de la mano de Jesús.

Miren esto. Cuando fueron a la barca, Jesús como que no “he didn’t drag him”, Él no arrastró a Pedro por toda el agua ahí. Yo no creo que… arrástrame, te voy a dar permiso para que me arrastres… pero en dirección al barco. Yo no creo que Jesús hizo eso. Yo creo que Jesús agarró a Pedro de la mano y los dos estaban parados sobre el agua y yo creo que los dos juntos fueron así bien pegaditos.

Y los dos fueron ahí, pie con pie y mano con mano y aquellos con la boca abierta. No, no sin temblar porque estoy agarrado de la mano de Jesús. Aquellos con la boca abierta y no decían nada ahí.

Gracias, gracias a nuestros actores. Un aplauso a nuestros actores.
Se te contestó la petición, ¿qué era tu petición? Arrastrarme por el piso a mí o algo… Hermanos, miren, yo sé que hay veces me pongo medio dramático. Pero yo quiero ilustrar algo para cada uno de ustedes. En todas nuestras etapas de nuestra vida, tanto como individuos, como personas, como familias, como iglesia que somos. Yo entiendo que hay veces que Dios orquesta una serie de cosas para que nosotros podamos ver algo nuevo de parte de Él.

Y hay veces que nosotros podemos estar tan y tan cómodos en lo que parece común, en lo que parece conocido a nosotros que miren, aunque tengamos al mismo Jesús delante de nosotros, hay veces que vamos a escoger hacer lo que los once discípulos hicieron y no tener el coraje y el valor de lo que hizo Pedro de atreverse, y lanzarse y caminar en esa nueva dimensión que el Señor tenía para él.

Miren, mis hermanos, yo no puedo decir que en esas nuevas etapas, que en esas nuevas dimensiones todo va a salir bien. Si yo les digo eso, les estoy mintiendo, les estoy engañando y yo no quiero hacer eso. Yo se que en esas nuevas etapas, en esas nuevas dimensiones cuando uno comienza a lanzarse a hacer cosas nuevas, siempre van a haber sus errores. Siempre van a haber sus momentos en los cuales nos vamos a caer o vamos a hacer que otros caigan. Pero es parte del proceso.

Lo que hace la diferencia es que nosotros podamos reconocer que en medio de esas cosas, no estamos solos. Sino que hay alguien que nos puede agarrar de la mano y que nos puede levantar para edificar nuestras vidas y en ese caso el fracaso se convierte en el fundamento para el éxito de nuestras vidas. El fracaso se convierte en el semillero para nosotros poder experimentar los frutos de la bendición de Dios en medio de nuestras vidas.

Tal vez la zancadilla que nosotros le dimos a otra persona se puede convertir no tan solamente en la oportunidad de crecimiento para su vida, sino también para la otra persona cuando procedemos en la forma que Dios tiene ordenado. En vez de buscar la mano de otra persona, poder buscar la mano del Señor Jesús que nos pueda levantar y que nos pueda poner en un terreno sólido aunque parezca agua, pero es sólido porque estamos con Él, eso es lo que hace la diferencia.

¿Saben qué? No hay nada mejor que disfrutar de la Gloria de caminar sobre los mares de nuestra vida junto de la mano del Maestro, no hay nada mejor que eso. En los mares y en las tormentas de la vida, no hay nada mejor que disfrutar de la Gloria de caminar junto a la mano del Maestro.
Déjeme decir eso otra vez. Cierre sus ojos y piense en esas palabras: En los mares de nuestra vida no hay nada mejor que la Gloria de caminar junto a la mano del Maestro. No hay nada mejor, no hay nada que se compare a eso. Pero para eso, mis hermanos, se necesitan agallas, se necesita tener valor. ¿Saben? Yo pensaba en estas palabras reflexionando en las cosas que Dios está haciendo con nosotros como Iglesia, mis hermanos. A mi pastoralmente se me hace difícil desconectarme de esas cosas.
Yo estoy tan y tan emocionado, entusiasmado por ver lo que el Señor Jesús quiere hacer en medio de nosotros, lo que el Señor Jesús quiere hacer conmigo, lo que el Señor Jesús quiere hacer contigo, contigo, contigo, contigo, contigo, contigo… yo quiero ver lo que el Señor Jesús va a hacer. Yo estoy bien convencido de que hay algo –como dice el profesa Isaías: ‘hay algo que el Señor está haciendo’.

Y el Señor Jesús nos está diciendo: ‘Olvídate de las cosas del pasado’. Pasado, pasó. El pasado está allá. La gloria que viste allá esa fue la Gloria que viste allá. La Gloria venidera va a ser mucho mejor. Las cosas en como el Señor –mira, escucha esto- la forma en que el Señor trató contigo allá no va a ser la misma de cómo el Señor va a tratar contigo ahora.

Por eso es que el discernimiento es tan importante, porque es rápido cuando pensamos en esas cosas nuevas, estamos esperando ver lo que para nosotros parece conocido, lo que para nosotros parece familiar y por eso es que el Señor dice: “¡Ah, ah! No pienses en eso que para ti parece familiar. No pienses en eso que a ti te trae recuerdos del pasado- Busca cosas nuevas, cosas locas”.

Yo jamás pensé que yo iba a ser arrastrado por el piso por Medrat. Pero, yo creo –no es que me estoy degradando- que a través de ese tipo de ilustración algo se les va a quedar a ustedes en su cabeza y no es tan solamente la imagen del Pastor Omar siendo arrastrado por el piso por un hombre que es el doble de grande de él. Sino es más bien la ilustración que Jesús en medio de esos aspectos de sus vidas, Él no te va a ti a arrastrar.

Dios no va a permitir que tú seas arrastrado. Dios no va a permitir que las circunstancias de la vida te tiren tan y tan al fondo que tú seas puesto en vergüenza. El Señor no va a hacer eso, porque el Señor no deja caer en vergüenza a ninguno de sus escogidos y ustedes -cada uno de ustedes- son escogidos por Dios.

Dios no te va a dejar caer en vergüenza, nunca. El que te puede dejar caer en vergüenza es el otro, pero el Señor no va a dejar que eso suceda. Y si te acercas aunque seas un vislumbre a un ese poquito de vergüenza el Señor la va a tornar en Gloria para ti. Y eso yo lo creo porque es una promesa de Él.

Así que mis hermanos, -¡guau! Sharp!- hermanos, miren yo los quiero dejar con esto. Yo los quiero dejar con esto, yo los quiero hacer pensar, hacer reflexionar. A mi me gusta hacer eso. A mí no solamente me gusta que su corazón palpite bien duro o algo, no. Mi deseo como predicador como Pastor es que estas palabras se cimienten en su corazón. Porque yo se que estas palabras son palabras de vida para usted.

Porque ahora mismo, yo no se, yo se que usted está en una etapa, en un momento, usted está en una posición en su vida donde el nosotros poder comprender estos principios de la palabra de Dios pueden hacer la diferencia en nosotros.

El yo comprender que si a Jesús le da con hacerme a mi caminar en el agua –y a lo que me refiero con eso es a hacer algo totalmente distinto, inesperado; hacer algo que en mi cabeza tan limitada nunca jamás podría haber llegado ese pensamiento a mi cabeza- si el Señor me hace a mi lograr hacer algo como eso. Miren yo se que va a ser primero que nada para la gloria de Él y segundo para enseñarme a mi lo que Él quiere hacer en mi vida y a través de mi vida.

Miren, yo compartía hoy con un hermanos de la iglesia, que este personaje de Pedro tenía tantas áreas en su vida que eran tan rough, como que tan ásperas y el Señor Jesús trató con él en tantas maneras, trató con él en tantas maneras al punto de que él sí llegó al punto de humillación.
Pero fue una humillación que él mismo se la provocó. O vuelvo y digo que Jesús mismo la había orquestado. Porque Pedro le dice –este fue el momento fulminante, no culminante, fulminante para Pedro- cuando Pedro dijo: “Jesús yo nunca te voy a negar”. ‘Ya tú veras’. “Antes de que el gallo cante tú me vas a negar 3 veces” y cuando sucedió –a mi me gustan las palabras que usan, creo el Evangelio de Lucas- ‘que cuando Pedro se dio cuenta lo que hizo, se fue y lloró amargamente’.
‘Lloró amargamente’. Esas palabras, mis hermanos es como que le llegan a uno al ser interior. Encontrarse uno en una situación en donde uno llora amargamente porque no has ofendido a nadie, no has frustrado a nadie; lo has hecho al mismo señor Jesús.

Eres un impío en otras palabras.

Pero que lo bello de todo esto es que ya Jesús lo sabía. Ya Jesús sabía cual iba a ser el resultado final. Jesús sabía que era necesario que Pedro se bebiera esas lágrimas amargas para poder hacer lo que iba a hacer después en Él.

Mire, perdone que le diga esto, pero es necesario que usted se beba dos o tres lágrimas amargas en algún momento en su vida, porque después de eso la Gloria que Dios va a traer sobre usted va a ser maravillosa, va a ser fantástica. Tal vez no en la misma forma que Pedro, pero en la forma que Dios quiera ministrarle a usted.

Hay cosas nuevas, mis hermanos. Dios nos está llamando a cosas nuevas y como iglesia y como individuos, como hombres, como mujeres, como jóvenes que somos tenemos que responder a ese llamado de Dios. Tenemos que responder a ese trato de Dios en nosotros. Mire, si eso significa que de vez en cuando nosotros tengamos que quitar nuestra atención y nuestro enfoque de las situaciones cotidianas de la vida, miren, despeguémonos de eso por un momento y busquemos enfocarnos.

Póngase como que, ‘okay, estoy en mi barca, estoy en medio de esta tormenta. ¿Cómo me voy a encontrar a Jesús en medio de esto? ¿Se me va a aparecer Jesús caminando por el agua? O ¿va a salir con un equipo de scuba con su careta y sus tanques? O ¿va a venir con un cometa? O ¿se me va a aparecer como un pececito que brinque y me muestre algo?’

¿Qué es lo que va a hacer? Yo no sé. Lo importante es que nosotros sepamos tener ese ojo para saber discernir lo que Él haga. Cosa que no nos creamos que es algún fantasma ahí que se apareció de la nada, sino que podamos entender y discernir e interactuar. Poder interactuar con lo que el Señor quiera hacer con nosotros. Qué no nos quedemos ahí blandengues, aplatanados en la barca como hicieron los otros 11 –no por ofender a los que estuvieron aquí- pero que sepamos como atrevernos a salir de esas áreas en las que estamos cómodos y lanzarnos a lo que el Señor Jesús tenga para nuestras vidas. ¿Amén? ¿Amén?

Vamos a ponernos de pie y vamos a orar. Gracias Señor Jesús. Gracias Dios. Gracias por tu Palabra, Señor. Padre tu palabra es vida, tu palabra es verdad, tu palabra es rica, Señor. Tu palabra es divertida, tu palabra es fuerte, tu palabra es seria, tu palabra nos confronta en distintas etapas de nuestras vidas. Tú nos encuentras a través de tu palabra.

Y Señor Jesús, yo no tengo la más mínima duda de que Tú nos estas llamando a cosas nuevas. Tú nos quieres sacar del anonimato, Tú nos quieres sacar de la rutina. Y hay veces que nosotros estamos tan acostumbrados a esa rutina, al pensar que vivimos como islas apartadas de los demás.
Pero Señor, no, Tú no nos llamas a ser eso. Tú nos llamas a ser una luz en medio de las tinieblas, Tú nos llamas a ser una ciudad puesta sobre lo alto de una montaña donde cualquier otro lugar, cualquier otra nación pueden ver esa ciudad. Tú nos llamas a ser un pueblo escogido, un linaje escogido, un sacerdocio real.

Y Señor Jesús tal vez no tenemos el plano de todo el proceso, tal vez no podemos ver todo el escenario como Tú lo ves. Y aunque nos incomode eso Señor, aunque no nos guste poder tener todos los detalles en su lugar. Señor declaramos nuestra total dependencia en ti porque Tú si ves todas las piezas. Tú vez todas las partes, Tú aún vez los futuros errores que nosotros vamos a cometer, Tú los ves, Tú los conoces ya.

Aunque te pedimos que nos libres de ellos, pero aún cuando sucedan, Señor, yo se que Tú vas a estar ahí para levantarnos, para fortalecer nuestra fe, para fortalecer nuestro caminar contigo. Gracias porque en medio de las circunstancias Tú no nos dejas caer en vergüenza, Señor sino que Tú nos levantas y nos pones sobre ese fundamento firme y nos permites caminar mano a mano contigo, Señor.

Que si hay momento que si nos dejas caminar a nosotros solos, pero hay otros momentos donde Tú estás tan y tan cerca. Yo pido que nos ayudes a discernir, Jesús como pueblo, quita de nuestros ojos, de nuestro corazón, de nuestro espíritu, de nuestra mente ese velo que impide el que nosotros podamos verte en una forma clara.

Y Señor que cuando Tú te aparezcas, cuando Tú te reveles, cuando Tú muestres esas cosas que Tú estás preparando ya en los cielos para cada uno de tus hijos e hijas, Señor que no nos dejemos llevar por el temor, que no nos dejemos llevar por el afán sino que podamos entender que eres Tú el que te estás acercando a nosotros, caminando sobre las aguas de nuestros mares, de nuestras vidas.

Qué Tú nos llamas a salir de esa barca, qué Tú nos llamas a hacer, nos llamas a experimentar esas cosas nuevas que Tú tienes para nuestras vidas, para fortalecer y edificar tu cuerpo, Señor Jesús, y cada uno de nosotros podernos convertirnos en esas piedras sólidas donde tu iglesia pueda seguir siendo edificada, Jesús.

Padre yo declaro mi bendición sobre cada uno de los hermanos y hermanas que están aquí, Jesús. Tú nos llamas a cosas nuevas, Tú nos llamas, Tú nos llamas a cosas nuevas.

Recibamos ese llamado del Señor a cosas nuevas. Busquémoslas intensamente. No nos quedemos sentados en lo común, en lo cotidiano, en lo rutinario; busquemos, busquemos intencionalmente esas cosas nuevas que el Señor tiene.

‘Buscad y hallaréis, Pedid y se os dará. Toquen a la puerta y se les abrirá.’
Esas son las palabras del Señor Jesús para cada uno de nosotros en esta noche. Busca, pide, toca la puerta y vas a ver, vas a recibir. Señor Tú deseas y anhelas comunicar los secretos que están en tu corazón a cada uno de tus hijos. Que tal vez, la revelación plena no se pueda dar de un solo momento, pero Tú sabes como llevarnos paso a paso. Enséñanos, mi Dios, a saber seguir el paso tuyo. Poder colaborar contigo, mi Dios.

Bendice a mis hermanos a medida que se preparan para salir de aquí, Señor. Llévalos con bien, llévalos con tu paz hasta sus hogares. Dales un sueño tranquilo, reparador mi Dios. Renueva sus fuerzas en una forma sobrenatural, que esta noche ellos puedan dormir en una forma tranquila.
Que tú te reveles a través de sus sueños, Señor y que mañana si así Tú lo permites, Señor, Tú les des un nuevo vislumbre de cómo meterle mano a las distintas cosas que puedan surgir en el día. Yo declaro tu bendición sobre tus hijos e hijas. Tu provisión sobre cada uno de ellos, tu protección mi Dios y el gozo tuyo que sea sobre cada uno de ellos.

Por tu hijo Jesús te damos toda la Gloria y toda la honra, Señor. Amén y Amén.