La oración ejemplar de Ana

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Quiero invitarles a ir a la Palabra del Señor rápidamente. Hablar de una madre, una mujer que quería ser madre y que tenía una avidez tremenda. El Pastor David Marrero hace poco nos habló de esa matriz que dice "Dame, dame, dame", ¿Recuerdan eso? Y Ana en el Primer Libro del Profeta Samuel era una mujer así. Tenía un deseo voraz de ser madre y canalizó ese deseo, ese anhelo de maternidad en una forma constructiva. Dios en su misericordia le concedió las peticiones de su corazón.

Quiero leer para ustedes este pasaje primero de Samuel, Capítulo 1, porque Ana yo la considero una mujer ejemplar cuya vida, valores, comportamiento en medio de prueba y necesidad nos anima a nosotros y nos da razón también para emular su comportamiento.

Capítulo 1 de Primero de Samuel dice: "Hubo un varón que se llamaba el Cana y tenía él dos mujeres…” -versículo 2- y, hermanos varones, no cojan esto como un ejemplo para ustedes ni nada, esto era simplemente él hace como 3000 años. Estamos en el Siglo XXI por sí acaso, 2009.

"Y tenía él dos mujeres. El nombre de una era Ana y el de la otra Penina. Penina tenía hijos, más Ana no los tenía y todos los años aquel varón, el Cana, subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos, en Siloh donde estaban dos hijos de Elí: Ofni y Fines sacerdotes de Jehová".

Es decir todos los años este hombre subía con toda su familia con Ana y con Penina y con los hijos que ella tenía y como se acostumbraba en Israel antiguo pues en esos tiempos del año de Festivales Sagrados ellos iban a Jerusalén, probablemente, a ofrecer allí sacrificios en el templo y presentar su ofrenda al Señor. Iba toda la familia, era un gran evento familiar, me imagino y allí tenían que convivir si no lo hacían antes Ana y Penina y se encontraban allí en esa jornada. Iban ellos a adorar allí en ese lugar donde estaba el sacerdote Elí y dos hijos que él tenía que también eran sacerdotes.

"Y cuando llegaba el día" -versículo cuatro- "en que el Cana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas a cada uno su parte"

Quizás les daba a cada uno su prenda de ropa, un sweater o les daba un dinerito para la merienda o lo que fuera, les daba su parte para su sostén, o un regalo especial.

"Pero a Ana él le daba una parte escogida, porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos".

Esa expresión es muy importante: "aunque Jehová no le había concedido tener hijos". Yo creo que es muy intencional de parte del escritor poner eso allí.

Pero Ana a pesar de no tener hijos, que en esa cultura hebrea tan dada a esperar hijos, y como que si usted era una mujer y estaba casada y no tenía hijos, eso era como… se veía en esa cultura como un fracaso. Porque la cultura hebrea exaltaba los hijos y como que la razón de vivir de una mujer era llegar a ser mamá, llegar a tener hijos y una mujer estéril que no podía llegar a tener hijos, el papá o el esposo se sentía como que "no ha cumplido su misión".

"Pero el Cana a pesar de que Ana no le había dado hijos, amaba a Ana".

Pregúntese por qué, y vamos a ver probablemente, y yo espero que me de el tiempo aunque sea para señalar algo que había en el carácter de Ana que se había ganado el amor de Cana.

"Y su rival", una palabra muy deliberada escogida por el escritor, "su rival, Penina, la irritaba, enojándola y entristeciéndola porque Jehová no le había concedido tener hijos".

De nuevo allí está esa expresión, "Jehová no le había concedido tener hijos".

Yo creo… le pregunto, ¿piensa usted que esa expresión es puramente poética, metafórica o es en realidad que era así? El Espíritu Santo escribió esto en última instancia.

"Y Dios no le había concedido…", había una decisión allí yo creo. Lo que está implicando es que había una decisión de parte de Dios de no haberle concedido tener hijos. Yo no necesito defender a Dios, y eso es lo que dice allí. Yo no voy a buscar adornar al muerto con algo, ni nada, eso es lo que dice allí, "Dios no le había concedido tener hijos", dos veces.

Voy a explicar por qué insisto en esto. "Así hacía cada año, cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba", se burlaba de ella, "por lo cual Ana lloraba y no comía". Ana sufría en carne viva ese hecho de no poder ser madre.

Y el Cana, su marido, le dijo: 'Ana ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? y ¿por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?". El Cana parece que tenía una alta estima, ¿no?, no sufría de baja autoestima: '¡Ey! Me tienes a mí, ¿para que tú necesitas hijos?'. Yo me imagino que Ana… ‘Mmm… quisiera responderte pero voy a darte una respuesta diplomática aquí'- Ana quería un hijo, amaba a su esposo y se gozaba en el amor de su esposo, pero en su corazón había una necesidad de ser mamá y eso es lo que más le preocupaba a ella.

Versículo 9 dice: "Y se levantó Ana, después que hubo comido y bebido en Siloh", ya están allá en el lugar del Santuario "y mientras el Sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del Templo de Jehová"... y esto es importante.

¿Quién era Elí? Elí era un Sacerdote llegado ya a la ancianidad, y... después le voy a explicar quizás un poquito más acerca de él; pero es un personaje interesante en los primeros años de la vida de Samuel de hecho y Elí está sentado en uno de esos pilares, mucho más grande que uno de estos pilares aquí; yo me imagino a Elí y por su forma de ser y por el carácter que nos perfila la Biblia, yo me lo imagino sentado con una silla recostada del pilar este indolentemente mirando al Santuario, que quizás en ese momento como no parece que era un momento de culto formal, estaba quizás vacío o semivacío.

Y él… quizás sus ojos estaban recorriendo el espacio del Santuario y ahí llegó Ana y Elí está sentado junto a un pilar del Templo y dice el Versículo 10 que "Ella con amargura de alma", esa es una expresión bien fuerte, "con amargura de alma oró a Jehová".

¿Cuántos saben que a Dios no le ofende que ustedes a veces lloren delante de Él, derrame la bilis que tiene allí, derrame sus lágrimas y eche una perreta delante de Él?

Eso es bueno, yo lo he hecho y he salido bendecido de eso, ¿saben? A veces hay que clamar delante de Dios. A Dios no le molesta que usted se haga frágil delante de Él, a Dios no le molesta que inclusive usted le hable en palabras sentidas. Al contrario, yo que a Dios hasta le agrada, porque usted no le hablaría fuertemente a alguien a menos que usted no creyera en él y no creyera que es capaz de recibir lo que él está diciendo.

Ahí nos dice que nos "acerquemos confiadamente al Trono de la Gracia", confiadamente para mí quiere decir que yo también le puedo explayar al Señor todas mis debilidades, mis molestias a veces, mi sentido de duda, temor, cuestionamiento, lo que sea, hermano siéntase libre para soltar su humanidad delante de Dios.

A Dios no tenemos que venirle con pretensiones ni con fórmulas, ni pantalleo como decimos nosotros.

Venga ante el Señor abiertamente, confiadamente, humanamente y derrame su necesidad delante del Señor. Al Señor le encanta eso.

"Entonces Ana lloró con amargura de alma y oró a Jehová y lloró “abundantemente” e hizo voto diciendo: 'Jehová de los Ejércitos si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva y te acordares de mí y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón…" Hay que serle específico al Señor, no dijo, ‘dame ahí lo que tú quieras, si tiene dos cabezas está bien’, sino que dijo, ‘dame un hijo varón’.

¡Qué importante es ser específico delante de Dios! Amén.

Dígale al Señor con nombre y apellido lo que usted necesita, si tiene un problema descríbaselo con lujo de detalles, si está buscando algo en su vida, tómese tiempo, elabórelo delante de Dios. Dios sabe ya lo que usted necesita, pero a Él le gusta cuando nosotros se lo dejamos saber, cuando entramos en conversación con Él. Eso indica intencionalidad de nuestra parte, indica que creemos en Él.

Tómese tiempo para elaborar sus necesidades.

Hizo su petición delante de Dios: "Si me dieres un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida y no pasará navaja sobre su cabeza". Eso no quiere decir que Ana no quería gastar dinero en un barbero de paso.

En el contexto judío, ¿ustedes han oído hablar de los nazareos? ¿Alguien sabe lo que es un nazareo? ¡Ah! Yo creo que aquí hay un nazareo, porque aquí alguien dijo "Amén" con tanta fuerza. El hermano, Roberto Naranjo, allí. Usted es un nazareo aunque se ha cortado el pelo, aunque se ha cortado el pelo, mi hermano, porque vive dedicado al Señor, él y su esposa.

El caso es que los nazareos eran un grupo de gente muy escogida dedicada completamente al Señor, había.... y a veces una persona podía hacer un voto de un año, que se llama el "nazareato", creo era; donde uno podía decir este año yo lo voy a dedicar al Señor... mi vida... y lo distintivo de los nazareos era que no se cortaban el pelo. Su pelo largo era una señal de su consagración al Señor.

¿Alguien me puede decir el nombre de alguien que nunca se cortó el pelo hasta que llegó una mujer allí que le metió una zancadilla? Sansón.

¿Recuerdan que Sansón nunca se cortó el pelo? Y, hasta que el pobre cayó en una trampa allí y entonces perdió la unción que Dios le había dado. Pero era una señal de consagración al Señor.

Y Ana dijo: "Señor, si Tú me das un hijo, yo lo voy a dedicar a Ti, lo voy a dedicar a Tu servicio".

¿Cuántos saben que los hijos son del Señor? No son suyos, no son míos, son de Dios. Dios nos los da para que los cuidemos, para que se los pastoreemos y para que los dirijamos hacia Él, su corazón, pero los hijos no nos pertenecen ni a usted, ni a mí. Dios tiene una carrera con ellos, Dios tiene un propósito, Dios tiene un llamado, Dios tiene un destino, Dios tiene un curso de entrenamiento para ellos y será mejor que nosotros no nos metamos en el camino de Dios cuando quiera hacer algo.

Muchos padres son demasiado posesivos y queremos controlar a nuestros hijos, queremos guiarlos minuciosamente, nosotros, y a veces ahogamos el propósito de Dios en sus vidas. Y es un arte, uno saber hasta donde apretar y hasta donde soltar para que Dios sepa lo que Él tiene que hacer y haga lo que tiene que hacer en la vida de nuestros hijos. Eso requiere una fe tremenda, ¿saben? pero necesitamos hacer eso, necesitamos abrir espacio para que Dios pueda obrar en la vida de nuestros hijos y lo que tenemos que hacer es encomendárselos al Señor, entregárselos a Dios, confiárselos a Dios y esperar que sean hombres y mujeres de Dios. Ese es el propósito más grande que nosotros podemos concebir para nuestros hijos.

Antes de que queramos que sean astronautas, ingenieros, médicos o políticos influyentes, que sean hombres y mujeres de Dios. Lo demás es crema sobre el pastel, lo demás es secundario. Gente de carácter. Y por eso es que tenemos que entrenar a nuestros hijos, como dice la Palabra en el temor de Dios, en el conocimiento de la Palabra, darle énfasis a la formación espiritual de nuestros hijos.

Por eso hermanos y hermanas, y lo que estoy haciendo es hilvanando el Sermón con la lectura misma, tan importante que como padres es que nosotros invirtamos en la educación espiritual de nuestros hijos. Muchas veces en la Iglesia se estarán ofreciendo programas y tenemos los servicios de jóvenes y hay actividades.

Miren, hermanos y hermanas, en vez de gastar $15 en llevarlos al cine a comer jelly beans y a ver una película que no les va a servir de nada muchas veces, si hay una oportunidad de invertirlo en un buen libro, en una conferencia para jóvenes, en una experiencia espiritual que los marque, no escatime en todo lo que pueda bendecir a sus hijos.

Muchas veces requerirá que en invierno usted tenga que llegar a su casa, comerse algo y montarse en su carro para soltar al muchacho o la muchacha en la Iglesia para la clase de viernes en la noche o para otra cosa, alguna experiencia en algún sitio espiritual, un retiro, lo que sea. Mire, hágalo en nombre del Señor, invierta y diga “Padre, eso lo hago como una inversión en el carácter de mi hijo o de mi hija”. Usa este gesto que yo estoy entregando para bendecir y crea un hombre, una mujer que te sirva y que te amen por sobre todas las cosas.

¿Cuántos pueden decir Amén a eso? Denle un gran aplauso al Señor y afirme eso en su vida.

Tenemos que saber cuales son nuestras prioridades, hermanos, ser madre, ser padre no es un trabajo part-time. Es una cuestión intensiva, requiere dedicación. Es el Ministerio más importante que ningún hombre o ninguna mujer pueda ejercer: ser madre. Y es una de las cosas más exaltadas. Hoy en día se enfatiza mucho la mujer profesional, la mujer que se lleva el mundo por delante, la mujer exitosa y a veces como que se minimiza el papel de una madre.

Mis hermanas, yo quiero afirmarles y decirles: No hay nada más importante que ser una madre en el nombre del Señor, con valores espirituales que infundamos en la vida de nuestros hijos. Esa es la labor más noble, más digna, más influyente que puede haber en la Tierra. Nunca deje que nadie le diga lo contrario. Esa mano que mece la cuna, es la influencia más poderosa del mundo, no es la política subida allá arriba en una tarima nacional. Es esa mano que arrulla, que bendice, que infunde valores, que ora por esa criatura y crea hombres y mujeres que aman a Dios y que están bien fundamentados en el Señor.

¿Qué dice la Palabra? Dice: "Instruye al niño en su camino y cuando viejo, no se apartará de él".

Madres y padres, también, muchas veces nosotros invertimos en nuestros hijos y pensamos: "¡Ey! Esta semilla está cayendo en tierra yerma. Está cayendo en tierra estéril. No veo resultados". Mire lo que usted está haciendo al educar a sus hijos es poner bombas de tiempo espirituales en sus corazones. Quizás usted no las vea inmediatamente, usted está sembrando semillas a largo tiempo.

Pero un día cuando esos niños rebeldes o toscos de oído lleguen a cierta edad y sientan la presión y el peso de la vida, cuando comiencen a tener que ganarse el pan de cada día, o tengan su primer fracaso cuando soliciten a la universidad y no los reciban o cuando les deje la primer noviecita o novia que sientan el primer ahincamiento en sus corazones, o tengan que ganarse el pan de cada día, o se casen y sientan los problemas del matrimonio... esas bombas de tiempo comenzarán a estallar dentro de sus corazones.

Y ¿saben qué? Buscarán una iglesia, buscarán la oración, buscarán de Dios y lo que usted sembró allí saldrá a la luz. Siembre, siembre, siembre, siempre y deje el resultado al Señor. Amén.

El Apóstol Pablo dice: "Yo sembré, Apolos regó, pero el crecimiento lo da Dios". Nuestra parte es sembrar la semilla y asegurarnos de que sea buena semilla en la tierra de nuestros hijos y regarla con oración, con amor, con desvelos, con declaraciones de confianza en el Señor y creer que Dios dará el crecimiento en su momento. Lo que usted siembre para sus hijos no quedará sin resultado, no dejará de tener éxitos.

Así que hermanas y hermanos, les animo a sembrar en el Señor.

Y cuando digo hermanos, quiero recordar que el trabajo de sembrar y educar a los hijos no es solamente de las mujeres, por si acaso.

Padres, yo creo que una de las necesidades más grandes que tiene la cultura en este tiempo de cualquier nacionalidad pero en la latina, en la afro-americana y también, yo creo, en la anglosajona yo creo que mucho, mucho hay una necesidad grande de padres comprometidos, de hombres ejemplares, de hombres con la Palabra de Dios brotando de su boca, porque su corazón está lleno de ella.

Hombres de oración, hombres defensores de sus familias, hombres que de mañana y de noche están al frente como sacerdotes encabezando la vida espiritual de su familia. Hombres que están dejándose quebrantar por el Señor, hombres tiernos de corazón, hombres que se tracen la tarea de ser padres y esposos ejemplares, de ganarse el corazón de sus mujeres, de ganarse el amor y el respeto de sus hijos y de sus esposas y de sus familiares. Hombres que estén dispuestos a dejar cosas que ellos aman y no piensan que tienen que dejar para que sus familias puedan seguir adelante y progresar y para que sus matrimonios puedan seguir al próximo paso. Una de las grandes ausencias, que yo creo tiene nuestra comunidad es, precisamente, la falta de sacerdotes en los hogares. Y yo les animo, varones vamos, incluyéndome a mí mismo, vamos a trazarnos la meta de crecer cada día más y más en el Señor. Amén.

Déjenme decirles que eso es bien importante, porque muchas veces en la oficina, en tiempos de consejería, vienen a mí hermanas que sangran porque ellas están creciendo, están recibiendo la Palabra, están siendo bendecidas, están entregándose, son tiernas, dejan que el Señor les forme y son como blanda cera que El Señor solo tiene que imprimir muy levemente su dedo para que tomen la configuración que Dios quiere en sus vidas.

Pero están sangrando porque sus esposos no están caminando al lado de ellas y se sienten que están dejando atrás a sus esposos. Están creciendo, están avanzando, están recibiendo la bendición de Dios y muchas veces los varones no estamos dando todo. Y esto es una palabra amorosa y pastoral para mis hermanos, no para ponerlos en problemas con sus esposas, ¿saben?

Pero es importante que los varones nos pongamos las pilas. Dios quiere sacerdotes. Hermanos, yo adoro la obra de las mujeres en nuestra iglesia y en la iglesia de Jesucristo. Yo creo que, bueno no tengo palabras suficientes, para decir cuanto yo le doy gracias al Señor por cada una de las hermanas.

Pero ¿saben qué? Yo siempre insisto que hay algo muy especial, hay un rol sacerdotal que Dios tiene para el hombre. Yo sí creo, contrario a lo que se predica hoy en día, que el hombre es la cabeza de la mujer. Ahora, no la cabeza para oprimir, controlar, abusar, sino para encabezar en el sentido de la palabra.

Por ejemplo, con ejemplo y con comportamiento, hermanos. Amén.

Y para eso necesitamos sabiduría de Dios, para eso necesitamos entrega al Señor, no le deje la carga a su esposa en la oración, en la lectura de la Palabra, en el crecimiento espiritual.

Sea usted el primero, ahí delante. Gánese el derecho a dirigir, porque usted ejemplifique el carácter de Jesucristo y pasión y amor por las cosas de Dios.

Y cuando tengamos parejas “parejas”, nuestros hogares van a ser bendecidos. No disparejas; sino cada uno ahí al lado del otro, caminando paso a paso, conquistando tierra, bendiciendo a sus familias, ejemplificando unidad, recibiendo ambos del Señor y creciendo juntos como dos plantas frondosas, nutridas por aguas corrientes y frescas. Dios va a bendecir nuestros hogares.

No tendremos hijos por ahí dando vueltas, queriendo afirmar su masculinidad indebidamente porque no tienen ese calor de padre y tendremos mujeres confiadas que habitarán seguras porque tienen buen respaldo. Amén.

Así que, esas son algunas de las cosas, y yo creo que mi tiempo casi se está acabando, pero déjenme continuar un poquito porque si usted tiene tiempo, hermano, hermana, use esta semana para meditar en esos primeros dos pasajes de Primero de Samuel. Son pasajes bellos, muy nutridos y con mucha enseñanza extraordinaria.

Enfoque el carácter de Ana, mire todo lo que Ana puede enseñarnos y también Elí. Elí, de paso, no fue un buen padre. Elí era la antítesis de Ana y pagó un precio muy alto por su descuido y su falta de disciplina e integridad y en como manejó a sus hijos que eran Pastores, eran Sacerdotes. Y Dios lo condenó fuertemente. El final de su vida, fue un final deshonroso, porque no desempeñó su labor de padre.

Así que lean estos dos capítulos, primordialmente. Es más, los primeros tres son tremendos capítulos y usted va a aprender mucho de ellos. Use esta semana para meditar sobre estos capítulos y para crecer en el conocimiento de esta parte de la vida cristiana.

Entonces, continuemos... Ana está allí en el Santuario, está orando al Señor, llorando amargamente, pidiéndole a Dios que le conceda un hijo. Le dice: "Señor si Tú me concedes ese hijo yo no lo voy a controlar, no lo voy a poseer, no voy a pretender que es mío, te lo consagro a Ti, para que Tú hagas de él lo que Tú quieras. Va a ser un instrumento en Tus manos".

Esas son las oraciones que Dios honra. Las oraciones que pedimos no para halagar nuestros propios apetitos sino para Glorificar al Señor. Ese tipo de oración usted puede casi ir al Banco pensando, que va a ser contestada. La oración que es pedida para glorificar al Señor y para avanzar su Reino, esa oración a Dios le encanta sobre todas las demás oraciones, honrarlas.

Entonces dice que: "mientras ella oraba" -versículo 12- "largamente..."

¿Saben qué? La oración debe ser apasionada, persistente y detallada y tomarse uno su tiempo. Allí tiene cuatro cualidades de la oración.

¿Cuántas veces hacemos oraciones vapor, no? Mientras nos estamos poniendo la corbata para irnos decimos: 'Señor bendíceme este día y la familia, en el nombre de Jesús. Amén'. Salimos por ahí disparados, ¿no?

Mientras nos estamos comiendo el plato de avena o las tostadas: 'Señor Gracias por este día. Bendíceme....' y salimos de una vez a trabajar.

A Dios le gusta que usted se siente, tranquilo, tome su capuchino, su tacita de café, busque su mejor asiento, saque tiempo, en el mejor momento del día. ¿Saben cuál es mi mejor momento? Quizás yo ya lo he compartido con ustedes. Temprano en la mañana antes de que salga el sol. Muchas veces si ha salido el sol, yo me siento que desperdicié el día.

Oiga, ¡pero que lindo en invierno! cuando usted sabe que afuera el frío está rugiendo y el viento está zumbando por todas partes, usted está en su casa sentado en un rinconcito en su sofá o asiento favorito tomándose una taza de té o de café, conversando con el Señor, antes de que comience el día.

Ese tiempo en que su mente está limpia después de unas horas de descanso y usted no está todavía contaminado con las noticias o las conversaciones del día o el ruido de la calle y usted puede sentarse a hablar con su Señor. Consagrar su día a Dios, hablarle con lujo de detalle, porque usted se ha tomado el tiempo y bendecir su familia, bendecir los temas de su vida, presentar al Señor los anhelos de su corazón, ponerse al día con Dios y también escuchar de Él.

Porque muchas veces, en esos momentos, Dios va a poner impresiones en su espíritu y le va a hablar acerca de lo que Él quiere con usted, también. Porque a Él le gusta un diálogo, no le gusta un monólogo.

Tómese tiempo para escuchar de Dios, también. Cierre los ojos y deje que Dios le hable y usted verá que comienza a experimentar pensamientos, impresiones, anhelos que usted ni siquiera sabrá de donde vinieron. Cuando los reciba conságreselos al Señor y dígale: "Padre, gracias por hablarme. Voy a actuar sobre eso. Voy a santificar y te lo voy a entregar a Ti".

Saque tiempo, tome tiempo para orar al Señor. Las oraciones deben ser así: apasionadas, persistentes y detalladas y específicas. Todas estas cosas están aquí.

Miren la oración de Ana, de paso, es una de esas oraciones ejemplares que hay en la Escritura. Yo la pongo al lado de la oración de Daniel en su libro, al lado de la oración de Nehemías en el Primer o Segundo Capítulo de su Libro, la oración de Salomón antes de consagrar el templo y ésta oración es una de las grandes oraciones de la historia. Y es un ejemplo de los valores y los elementos que deben ejemplificar una oración que Dios escucha y honra.

Dice que: "mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella".

Óiganme, hay gente que lo que miran es solamente lo de afuera, no miran lo de adentro. Nunca se deje influenciar por gente que no tiene visión. Nunca deje que gente carnal, mediocre, tibia, arrastre su vida hacia abajo. Porque eso es lo que van a querer hacer. Si Dios pone en usted pasión, entrega, ánimo, deseo de servir al Señor, inquietud. Si Dios pone una ofrenda escandalosa de algo para Él, no deje que los mediocres me lo arrastren. Las águilas no deben dejarse llevar de los consejos de las gallinas, eso es todo lo que les digo.

Busque águilas que le aconsejen. Y si usted no es águila, al escuchar los consejos de las águilas se va a convertir en águila. Amén.

Pero Elí era un hombre que ya había perdido la visión, es más, yo creo que en un momento la perdió física y la perdió espiritualmente. Elí había vivido una vida que ya es como ... desgraciadamente hay gente que sirve al Señor cuando llegan a la edad media o a la vejez... hermanos ya son como una espada bota que nadie se tomó el tiempo para afilarla.

Hermano, si usted quiere crecer en el Señor, ¿cuál es su meta? Mi meta es llegar a la vejez con tanto amor y pasión por el reino de Dios como cuando tenía 25 años. Es más, más, con tanto entusiasmo por Dios y la mirada brillosa y deseosa de darle al gigante otra pedrada más para asegurarme que está muerto.

Pero hay gente que es como... no podemos vivir de la inercia, en otras palabras. Muchos cristianos vivimos de la inercia, recibimos al Señor y vamos a la Iglesia para que nos den un tune up cada semana y que nos inflen la goma otra vez y creemos que eso es vida cristiana, vida discipular. Hay que vivir, hermanos, con la espada desenvainada, 24 horas al día, 7 días a la semana.

Hay que orar, clamar, leer, buscar, pedir, conversar, clamar al Señor. Eso es lo único que crea a un hombre, una mujer que llegan a la meta igualito o mejor que cuando comenzaron, con la misma pasión, el mismo gozo.

Muchos hombres y mujeres de la Biblia terminaron derrotados y comenzaron bien porque no se dieron a las disciplinas del espíritu.

Si usted ha entrado en los caminos del Señor, no quite su mano del arado, no quite su mano de la espada. Diga, yo voy a vivir cada día amando más a Dios, buscando más de Él, clamando más a Él, leyendo más su Palabra.

Elí no fue así y cuando llega a viejo ha perdido la visión espiritual, sus hijos son un desastre, su familia es un desastre. Ya lo que él está esperando que le llegue la edad para colectar el social security e irse a algún por allá a crear... y cuando él ve a Ana, él no puede entender lo que Ana está procesando.

Dice: "… pero Ana hablaba en su corazón y solamente se movían sus labios y su voz no se oía y Elí la tuvo por ebria". Dijo, esta mujer tiene que estar borracha porque él ve esta mujer no está diciendo nada abiertamente, está moviendo los labios; me imagino que su cara estaba contorsionada de pasión y de dolor, lágrimas corrían por sus ojos, su rostro quizá estaba rojo por todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Quizás estaba haciendo gestos raros. Hermano, mire, si la gente piensa que usted es raro en el Señor, déle gracias a Dios. Yo prefiero que los inconversos y la gente que no entiende de Dios crean que yo soy loco, pero ser loco para el Señor.

Quiera Dios que nuestra vida de oración y de servicio al Señor provoque escándalo en los demás que no conocen a Dios y que tengan que decir '¿Qué es lo que está pasando con esta persona?

Pero Elí ve a Ana clamando al Señor en esa manera y la tuvo por borracha y entonces le dijo Elí: "¿Hasta cuando estarás ebria mujer? Digiere tu vino." Y Ana le respondió diciendo: "No, señor mío."

Óiganme, hermanas, sean honestas, ¿cuántas de ustedes le hubieran respondido así si le dicen "mira yo creo que tú ...? Yo creo que le hubieran arañado la cara de una vez, esas uñas hubieran estado encima. Sean honestas, no levanten la mano, pero allí en su corazón confiesen. ¿Cuántos de nosotros, no?

Una de las cosas acerca de Ana es su mansedumbre. Era una mujer mansa. Yo sé que algunos hermanos dicen, "Amén, Pastor, siga por ahí que va bien". Les di bastante, ahorita, a los varones, así que...

Pero hay algo especial en la mansedumbre tanto para el hombre como para la mujer. Hoy en día la mujer dice: "Si me tira un plato, yo le tiro diez". "Si rompe algo de la vajilla, yo le voy a romper toda en la cabeza, no encima de..." Yo creo que hoy día los matrimonios no pueden llegar a nada porque todo el mundo está con cincuenta cuchillos y puñales esperando a qué... como los pistoleros que tire uno y el otro de una vez dispara, ¿no?

¿Sabe lo que va a sanar nuestros matrimonios? Es alguien que esté dispuesto a decir: "¿Sabes qué? Yo esta vez me voy a quedar callado yo. Esta vez voy a orar, voy a remitir mi causa al Señor". Usted espere a que Dios provea el momento o lo que sea pero es tan importante. No dispare desde la canana, como somos muchos de nosotros, nosotros somos expertos pistoleros; no tenemos ni siquiera que sacar el revólver. De una vez disparamos y resolvemos lo que tenemos....

La mansedumbre, dice la Palabra de Dios que: "La blanda respuesta quita la ira". Y a mí me ha impactado mucho la reacción de Ana y tenemos todos que aprender mucho de ese carácter de Ana.

¿Por qué usted cree que el Cana amaba tanto a Ana? Yo creo que era por su carácter. Penina era todo lo contrario, era una arpía.

¿Hay alguna hermana aquí llamada Penina? Levante su mano por favor.

¿Hay alguien llamada Ana? Levante su mano.

¡Miren! Esa es la diferencia, hermanos. Penina cuando se murió, yo creo que nadie lloró, dijeron "Gracias a Dios que se fue esa arpía". El mundo está mucho mejor sin ella.

¿Saben qué? La mansedumbre, el buen carácter, la ternura, la humildad, la generosidad de corazón... eso tiene un poder increíble, hermanos. Pidámosle al Señor que nos ayude.

¿Qué dice la Palabra? "Si alguien te golpea en la mejilla, voltéale la otra". No la mejilla de él, sino la tuya.

Dice: "Si alguien te maldice, bendícelo. Los que te persiguen, ora por ellos porque ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza". Queriendo decir, le vas a poner encima como si fueran carbones encendidos, para que se sientan tan calientes que tengan que huir de ti, o tengan que pedir perdón. Los vas a avergonzar.

Hermanos, hay algo poderoso en ese carácter de Cristo, ese fruto del Espíritu Santo, ese amor, bondad, paz, mansedumbre, gozo, confianza en el Señor, benignidad. Ese fruto del Espíritu, que tiene más poder a veces, yo creo, que los dones del Espíritu. Los Pentecostales nos enfocamos tanto en los dones, pero ¿saben qué? El fruto del Espíritu es más poderoso para bregar con el diablo.

Al diablo le gusta forcejear y bregar con la gente violenta, pero con la gente que tiene el carácter de Cristo, no sabe qué hacer con ellos. Menea la cola y no sabe como entrarles porque no tienen nada que se parezca a él.

Entonces, cultivemos el fruto del Espíritu Santo. Pidámosle al Señor que nuestros hogares, sean hogares donde reine la paz, donde no haya palabras abusivas, hirientes, penetrantes. Antes de usted decir una palabra que maldiga o que hiera o corte el corazón de su hijo o de su esposa, pídale al Señor que la lengua se le aguante. Cuente hasta cien, cuente hasta trescientos, lo que sea.

Quiera el Señor que en nuestros hogares haya como un techo que impida que las emociones y las palabras fuertes vayan más de cierto nivel de intensidad. Que sean hogares donde los problemas se resuelvan con una buena conversación, donde se espere el momento adecuado para tratar un tema candente, donde se tomen turnos para esperar y remitir la causa al Señor, donde la paz de Dios esté presente. Porque eso permite que el Espíritu Santo more en un hogar. Que cuando la gente entre a su casa, sienta, "aquí hay algo diferente, aquí está la Paz de Dios".

Pidámosle al Señor que cultive... Ana tenía ese carácter hermoso y Ana respondió diciendo: "No señor mío, yo soy una mujer atribulada de Espíritu. No he bebido vino, ni sidra sino que he derramado mi alma delante de Jehová. No tengas a tu sierva por una mujer impía porque por la magnitud de mí congoja y de mi aflicción he hablado hasta ahora".

Elí respondió amansado y le dijo: "Ve en paz y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho".

¿Ven como Él transformó este hombre? Uno de los pocos momentos de nobleza que él tuvo en su vejez fue ese momento cuando entró en su función sacerdotal. Porque la respuesta de ella lo restauró espiritualmente y ella dijo "Haya tu sierva. Gracias delante de tus ojos" y se fue la mujer por su camino y comió y no estuvo más triste.

Yo lo voy a dejar allí y voy a pedir que los músicos pasen por aquí un momento.

Hermanos, qué hermoso. Allí usted tiene como el inicio y el fin de una oración ejemplar, de un proceso de fe, hermoso. Hermosamente concluido. El Señor ha querido que nos enfoquemos en este aspecto del sermón. Si usted quiere otros aspectos del sermón busque el sermón de la mañana porque hay otras cosas muy hermosas en la vida de Ana que enriquecen mucho nuestro entendimiento de esta gran mujer.

Pero ¿cómo deben ser nuestras oraciones? ¿Cómo debe ser nuestro caminar delante de Dios? ¿Cómo debemos encarar las crisis, las carencias, los vacíos de la vida? Hay que pelearlos en Dios, hay que pelearlos con Dios a nuestro lado. Hay que santificar y consagrar nuestras peticiones delante del Señor. Hermanos quiera Dios hacer de cada uno de nosotros gente apasionada para con Dios. Gente que viva su vida delante de Dios. Si Dios no te da algo que tú anhelas grandemente, como en el caso de Ana, trae tu causa delante de Dios pero no te amargues. Mantén tu postura dulce, sujétate a la voluntad de Dios y trae al Señor tu causa, preséntale al Señor tu necesidad día tras día y pídele a Dios que torne el derrotero de tu vida. Y si Dios se toma tiempo en contestar a tu necesidad, mientras tanto disfruta de la vida y no permitas que las cosas negativas te amarguen y te quiten tu fe del Dios que tiene su tiempo para todo.

Dile al Señor: 'Padre, aunque Tú no me concedas lo que yo te he pedido, pero yo voy a pedir todos los días de mi vida hasta que Tú me entres. Y yo sé que cuando Tú me entres a Tu Reino, yo tendré todo lo que te pedí y mucho más".

Pero mientras tanto goce de la vida, disfrute de la vida. Si Dios no le ha contestado todas sus peticiones y no le ha llenado todos sus vacíos, sea como Ana. Ana no dejó que eso la amargara, contaminara su relación con Dios, le permitiera ser apasionada para con Él, buscar respuesta en su Templo, vivir sujeta al Señor.

Entrégale al Señor tu causa, no te reveles, no te amargues. Dios tiene su tiempo, Dios sabe lo que tú necesitas. Dios está deseoso de responder a tu necesidad y a tu petición.

Quiera Dios bendecirnos en este día con el ejemplo de una mujer ejemplar, Ana, que nos bendice y habla a nuestra vida a través de los siglos y los siglos.

Pónganse de pie y de nuevo nuestras madres reciban la Bendición del Señor. Váyase afirmada y también, mire, esa es otra tela que cortar que ni siquiera me voy a meter allí. Las que no son madres, las hermanas solteras les bendecimos y les decimos: ustedes son una corona o una joya en la corona de esta iglesia. No piensen en ninguna manera, jamás cometan el error de pensar que ustedes están incompletas en alguna forma. Y nosotros como Iglesia jamás cometamos el error de hacer pensar que una mujer tiene que tener un hombre para estar completa.

Dios tiene propósitos en tu vida, mujer, sea cualquiera que sea tu estado, tú eres una hija preciosa de Dios. ¡Tienes tanto que dar, tienes tanto que disfrutar, tienes tanto que aprender y experimentar! Que yo te animo a abrazar la vida y tomarla completamente y entrar en el juego de la vida con tu Dios al lado tuyo enseñándote el camino delante.

Nunca vivas pensando: 'no tengo esto, no tengo lo otro'. Enfócate en todo lo que tienes, todo lo que Dios te ha dado, todo lo que tú puedes hacer, todo lo que puedes lograr en el Señor. No estés por ahí buscando crear Ismaeles y salir del paso en cosas que no son para ti, que lo qué van a ser, van a ser tropiezos en tu vida.

Espera el tiempo del Señor y mientras tanto disfruta de tu vida. Goza de lo que Dios te ha dado y crece en el Señor, dale al Señor, cultiva hijos espirituales, cultiva amistad con gente afín a ti, viaja, lee, aprende, contribuye, sirve. Todo eso te hará una mujer realizada en el Señor. Lo demás Dios sabe sus momentos. Amén.

Vamos a vivir vidas fructíferas en el estado en que Dios nos llame, donde estemos, allí demos frutos en el Señor. Les bendecimos en el nombre de Jesús.

Padre Gracias, Gracias, Gracias.

Gracias porque donde quiera que estemos, cualquiera que sea nuestra situación, porque te tenemos a Ti, estamos sentados en tronos de reyes y de reinas. Estamos en un jardín florecido, Padre. Estamos en posiciones de autoridad, podemos vivir vidas fructíferas teniéndote a Ti, la palanca perfecta, podemos mover el mundo Señor. Podemos accionar sobre nuestra realidad, podemos cambiar destinos, podemos obtener y hacer proezas, Señor, porque te tenemos a Ti como nuestro Dios.

Gracias porque Tú tienes buenas intenciones para nosotros y gracias porque Tú has dicho que nuestras familias serán bendecidas y prosperadas. Nuestros hijos serán como plantas, nuestros hijos heredarán las naciones, restaurarán ciudades arruinadas, levantarán los muros en lugares de caídos y diseminarán Tu Palabra. Una generación bendecida.

Nuestros hogares Tú los quieres bendecir, Padre.

Yo bendigo mis hermanos y hermanas donde quieran que estén, cualquiera que sea su estado lo bendigo. Gracias por Tu Palabra, Señor.

Llévanos a nuestros hogares, permítenos disfrutar de este día. Bendice a nuestras madres donde quiera que estén y bendícenos a nosotros aquí en este país donde Tú nos has traído para hacer de Bendición. Gracias.

En tu nombre, Señor Jesús oramos. Amén y amén. Dios les bendiga mis hermanos.