¡Levántate!

5 de abril del 2010 - Por Nancy Meléndez-Girón

Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz… Isaías 60:1

Inesperadamente el día miércoles 10 de junio del 2008 recibimos la noticia de que mi suegro había pasado a la presencia del Señor. Ese mismo día a las 9 de la noche salimos de Boston rumbo a New York. El viaje se extendió debido a las escalas y esperas que tuvimos que hacer hasta llegar a nuestro destino el día viernes 12 de junio a las 2 de la madrugada. El Señor me dio la palabra “levántate” mientras estaba en Boston haciendo las gestiones y preparativos para el viaje.

Fue durante el viaje de San Pedro Sula a Tegucigalpa que tuve tiempo para reflexionar en la palabra “levántate”. Un viaje que se supone durara 3 horas y media, duró ¡7 horas! de 7 de la noche a las 2 de la madrugada. Las luces del carro en que viajábamos no funcionaron y tuvimos que depender de las luces de otros carros para ver la carretera en que estábamos viajando.

Durante esas horas largas de viaje en la oscuridad de la noche, ante el eminente peligro de ser asaltados, atacados, de tomar el camino equivocado por la falta de luz, de la posibilidad de chocar con otro carro porque el nuestro no tenía las luces apropiadas, de irnos a un abismo por no poder ver las señales de la carretera, de pensar que íbamos a hacer si el carro fallaba, fue que Dios empezó a susurrarme: levántate por encima del miedo, que sientes y confía en mi cuidado por ti, levántate por encima de las circunstancias adversas que te rodean y confía en que yo tengo el control de tus circunstancias, levántate por encima de la oscuridad que te rodea y confía en que yo soy tu luz que te ilumina en la oscuridad, levántate por encima de la soledad en la carretera y confía en que yo soy tu compañía, levántate por encima del sentido de muerte que puedas sentir porque yo te protejo, levántate por encima de la duda si podrás llegar a tu destino final porque yo soy tu seguridad.

“Levántate” tú también te dice el Señor, por encima de lo que sea que te esté sucediendo en este momento de tu vida porque Él te da la fuerza para hacerlo. En un acto de tu voluntad decide creerle a Él por encima de todo sentimiento/emoción contraria a Sus promesas que son eternas.