Una vida que refleja a Cristo - En las manos del alfarero

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Yo espero que esta palabra sea de bendición para cada uno de nosotros y yo he titulado este mensaje “Una vida que refleja a Cristo en las manos del alfarero”. Yo quiero exhortar a la congregación a que nosotros tratemos de presentar vidas que reflejen a Cristo dentro y fuera de la iglesia y que estemos dispuestos a ponernos nosotros mismos en las manos del alfarero para que el Señor nos quebrante y nos moldee nuevamente para poder ser vasos de honra en sus manos.

El primer pasaje que quiero compartir con ustedes está en Efesios 4, del 22 al 32 y dice la Biblia:

“…Cuando a la pasada manera de vivir despojaos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovaos en el espíritu de nuestra mente. Y vestíos del nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo porque somos miembros los unos de los otros. Airaos pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca sino la que sea buena para la necesaria edificación a fin de dar gracia a los oyentes, y no contristéis al Espíritu Santo de Dios con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia. Antes sed benignos los unos con los otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo…”

Esta palabra ha estado en mi corazón porque a medida de que nosotros hablamos de construir el nuevo templo y vamos a habitar el nuevo templo, y el templo está bonito y queremos que todo esté en su lugar. Dios ha puesto una carga en mi corazón de que nosotros también nos preparemos y que nos santifiquemos. Hace una semana el pastor ha estado predicando acerca de la santificación, de lo que es vivir vidas santas, vidas que reflejen a Cristo y yo quiero hacer eco un poquito a eso. Y escogí las palabras del hermano Pablo, el Apóstol Pablo en el Antiguo Testamento cuando se dirigió a las personas de la iglesia en Éfeso.

Éfeso era una ciudad bien moderna en Asia, considerada la primera metrópolis de Asia. Había muchas personas influyentes, era una ciudad bien comercial que estaba camino a Roma y había personas adineradas, personas que no eran adineradas, era una ciudad bien diversa. Y había un grupo de creyentes que eran judíos y gentiles a los cuales Pablo se dirigió ya casi al final de su vida cuando él estaba preso en Roma y les envió una carta pidiéndoles que cuidaran su manera de vivir como cristianos. Y tocó varios temas, hablaba acerca de la unidad en Cristo, lo importante que es ser uno en Cristo, ser personas de un mismo sentir, lo importante que es ser personas que cada día busquen crecer en el Señor, que no nos creamos que ya alcanzamos un nivel de espiritualidad o santidad en el cual no tenemos que leer más, y eso se refleja a través de su carta.

Cuando él comienza la carta de Efesios él se introduce como Pablo, Apóstol de Jesucristo, dándole a saber a ellos que él era un Apóstol y él tenía autoridad para hablar con ellos, pero luego a lo largo de la carta, ustedes ven que él siempre se refiere a él mismo y dice, como siervo de Jesucristo, prisionero en cadenas, y un lenguaje que denota que su corazón era servir a la comunidad cristiana de aquel entonces.

Entonces, en su carta él está hablando acerca del compañerismo cristiano, la unidad, la sumisión de los unos a otros, y animando a la iglesia a que quiera crecer. Y era algo paradójico porque un hombre que antes perseguía a la iglesia y quería exterminar a todos los cristianos, ahora está hablando, no, unámonos, seamos fieles, estemos juntos, etc.

Y leyendo en este pasaje, yo pude identificar tres pasos para reflejar a Cristo, tres cosas que Pablo le está pidiendo la iglesia en Éfeso que ellos tienen que hacer para reflejar a Cristo. El primer paso es que tenemos que despojarnos del viejo hombre. Y en el versículo 22 Pablo comienza diciendo:

“… en cuanto a la pasada manera de vivir, despojados…”

La versión nueva internacional dice “…quítense el ropaje del viejo hombre −que es la vieja naturaleza− que está viciado conforme a los deseos engañosos…”

Pablo le está diciendo a los hermanos de Éfeso, ya ustedes han conocido a Cristo, ustedes dicen que profesan ser cristianos y quieren vivir como Cristo, pongan a un lado, todas esas cosas que son de su naturaleza pecaminosa.

Las cosas que usted hacía antes de Cristo tiene que ponerlas a un lado y quitarlas del medio. Porque esas cosas que están ligadas a los deseos engañosos y ahí contrasta la palabra engañosa cuando dice, conforme a los deseos engañosos contra lo que es lo verdadero y puro de Dios. Entonces, dice todos esos deseos carnales que nosotros teníamos antes de Cristo son cosas pasajeras, que van a perecer y que por lo tanto tenemos que poner a un lado.

Y esa es la primera cosa que él dice, despojaos del viejo hombre. Vamos a poner nuestra naturaleza carnal y pecaminosa que no honra a Dios a un lado. Número dos, él dice, renovaos en el espíritu de vuestra mente. Y eso está en el verso 25.

Yo me puse a buscar qué significa eso de renovaos, qué Pablo se refería cuando hablaba de renovarse. Y encontré en la Real Academia de la lengua española, ese diccionario que todo el mundo va cuando no sabe hablar español, dice, renovar es hacer como de nuevo algo o volverlo a su primer estado.

Y cuando yo leí esta definición, yo dije, guau, que interesante que Pablo utilice esa palabra, porque a lo mejor está haciendo alusión a que ya nosotros por el pecado, hemos sido tan corruptos, tan manchados que él quiere que nos renovemos para que volvamos a nuestro primer estado antes del pecado, a ese estado cuando Adán y Eva tenían una relación con Dios donde se hablaban de frente, donde no estaban avergonzados por sus pecados y quizás Pablo está diciendo, cuando dice renovaos, vamos a moldearnos nuevamente, vamos a purificarnos, a volver otra vez al estado en el que estábamos, que teníamos acceso con Dios sin vergüenza alguna.

Otra de las definiciones decía que es restablecer o reanudar una relación que se había interrumpido. Básicamente hacerse de nuevo, ser hecho nuevo, mejorar la condición en la que uno está.

Entonces, cuando Pablo dice renovar el espíritu de vuestra mente se refiere a que nuestro interior debe estar renovándose día a día, que las cosas que nosotros detectamos que no andan bien delante de Dios, que no están bien, tenemos que renovarlo. Es como cuando usted ve una silla en su casa que está pelada, raspada en un lado y usted quiere pulirla, quiere pintarla otra vez, cuando las paredes se dañan, todo lo que tiene que ver con renovación es arreglando cosas que existen pero que están dañadas y que si no se tratan pueden continuar deteriorándose. Y eso es lo que Pablo se refiere aquí cuando habla con la iglesia de Éfeso diciéndole, renovaos en el espíritu de vuestra mente.

Examina tu mente, las cosas que no se ven bien, las cosas que no están de acuerdo a la voluntad de Dios, tenemos que pulirlas, tenemos que arreglarlas, tenemos que prestar atención a eso. Eso fue el segundo paso para vivir una vida que refleje a Cristo.

Número 3, Pablo le dice en el verso 24, y vestidos del nuevo hombre creado según Dios, o sea, creado a la imagen de Dios, en la justicia y santidad de la verdad.

Pablo nos deja tres cosas bien claras aquí. Dice, lo primero que tenemos que hacer es despojarnos del viejo hombre, ponerlo a un lado, renovar el espíritu de vuestra mente, y en esa renovación tenemos que vestirnos del nuevo hombre y ponernos una vestimenta nueva que es la que Dios nos quiere dar a través de su palabra.

Y me puse a pensar acerca de esto, de vestimenta, y me llamó la atención. Por qué Pablo usa la palabra vestimenta? Por qué Pablo hace alusión a esto de que tenemos que vestirnos del nuevo hombre? Y me puse a pensar, cuando uno se viste es para que la gente vea a uno, que uno anda bien vestido, Verdad que sí? Hoy tengo que ponerme una ropa que represente a uno, ¿verdad? que hable bien de uno.

Y por lo general, cuando nosotros estamos escogiendo qué vestir, estamos pensando en cómo nos vamos a ver ante los demás. Qué mensaje vamos a trasmitir a los demás? si la ropa está limpia, si la ropa está sucia, etc. el caso es que esto de la vestimenta, la regla general de esto, es que uno se viste de acuerdo a la ocasión.

Cuando uno va a una boda, uno utiliza cierto tipo de ropa. Cuando uno va a un funeral, uno utiliza cierto tipo de ropa. Dependiendo del trabajo que uno tenga, si uno es un carpintero, si uno es un abogado, si uno es un policía, un soldado, hay diferentes tipos de ropa para esas cosas. Cuando uno va a hacer deporte, diferente tipo de vestimenta, cuando uno trabaja con los niños, en la escuela dominical, yo siempre ando con mi camiseta de escuela dominical, cuando vengo a predicar me pongo el uniforme de pastor, eso no significa que uno sea mejor que otro, lo que significa es que hay cosas diferentes para diferentes estados y la ropa dice algo de uno.

Lo que uno viste hable de la personalidad de uno, de la identidad de uno, etc. es bien interesante que Pablo utilice este lenguaje de vestimenta y yo dije, bueno, él lo que está diciendo es que cuando uno se viste nuevamente, uno como que está cambiando de rol. Por ejemplo, si a mí ahora después de predicar me toca ir a trabajar con los niños en el tercer piso, yo me voy a quitar esto y me voy a poner más cómodo, me voy a poner unos jeans, unos tenis, una camiseta y voy a ir a hacer otra función. Es como el soldado que está peleando, que está trabajando, los fines de semana si no tiene que hacer nada, se pone ropa de civil para estar con su familia.

Entonces Pablo está hablando de esto y está diciendo, la ropa que tu tienes vieja de la naturaleza anterior, ahora tu tienes que cambiarla porque tu vas a hacer cosas diferentes, ya tu no vas a hacer lo que tu estabas haciendo cuando tu estabas sin Cristo. Entonces, ahora yo necesito que tu te pongas una nueva vestimenta.

Y son esas tres cosas, que él habla de eso, de despojarse del viejo hombre, renovar nuestra mente y vestiros del nuevo hombre. Esto de la vestimenta fue interesante porque yo no pienso que aquí Pablo se está refiriendo a cómo uno se viste los domingos necesariamente, él está hablando acerca de las actitudes del interior, pero me puse a pensar, oye, cuál será la regla para uno vestirse los domingos en la iglesia?

Yo crecí en una iglesia donde uno siempre andaba así, siempre todo el tiempo así, planchadito, lo mejor que uno tenía uno se lo ponía cuando iba para la iglesia. Este país yo vi los cielos abiertos porque dije, ay, aquí la gente se pone jeans para ir a la iglesia. Entonces, ¡Aleluya! Gloria a Dios, voy a ponerme un jean, mis tenis. Porque en realidad no es una regla que diga que uno tiene que vestirse con ropa fina, ropa formal ni nada.

Sin embargo, leyendo un libro que estoy leyendo en estos días, el autor de ese libro dice que uno se viste formal para ir a la iglesia, no porque es obligado sino porque uno quiere mostrar respeto para las cosas de Dios. No es obligado, es si uno quiere mostrar respeto, uno muestra respeto. Dios quiere que uno esté cómoda, que uno venga a su casa y se sienta cómodo para escuchar su palabra pero qué lindo se siente que uno en su comodidad, uno le muestre respeto a Dios o quiera mostrarle respeto a Dios.

Y me puse a pensar, guau, uno hace las cosas porque uno quiere mostrar respeto. Cuando uno va a un teatro o algo a veru una obra fina, Shakespeare, o lo que sea, uno se pone una ropa cómoda porque uno quiere respetar el lugar donde uno se encuentra, que lindo sería que nosotros también decidiéramos respetar el lugar donde nos encontramos, cuando estamos en la presencia de Dios.

Es como que vamos a salir con Dios. Cuando va para una cita uno quiere ponerse la ropa bien bonita y se perfuma y todo. La misma actitud podríamos nosotros adoptar cuando se trata de venir a la iglesia, a pasar un tiempo con Dios. Me puse a pensar en esto y me puse a pensar que a veces, por ejemplo, a mí, no me gusta andar así en la calle los domingos porque digo guau, la gente ya va a saber que uno va para la iglesia, desde la gente que me en la calle dice, ese es evangélico, ese es cristiano. Y a mí me da vergüenza, digo, no yo quiero ser como todo el mundo, quiero andar con unos jeans, yo quiero pasar desapercibido.

Yo dije, guau, que triste es que uno en su nueva manera de vivir quiere asemejarse al mundo, quiere ser aceptado por el mundo y vestirse como las personas del mundo nada más para que la gente no diga, él es cristiano, ella es cristiana. Dije, Señor, perdóname, perdóname.

Y hoy cuando venía por ahí caminando, dije, no, yo voy para la iglesia, yo voy para la iglesia. Pero son cosas que uno tiene que pensar, y son cosas que uno tiene que cambiar. Esa actitud de la mente que ya la próxima que yo vaya a la iglesia que no me de vergüenza que mis vecinos se den cuenta que yo voy para la iglesia. Yo no quiero que mi vecino me ame porque yo soy cristiano, yo simplemente quiero que él me respete. Y esto fue algo que yo escuché en esas charlas políticas de estos días, había una persona hablando diciendo que su mamá le dijo a él que había una diferencia entre amor y respeto y que ella no quería que sus hijos la amaran, porque muchas personas te aman o dicen que te aman, y no te respetan y ella decía que yo prefiero que mis hijos me respeten porque a raíz de ese respeto me van a comenzar a amar.

Y yo dije, que lindo sería que nosotros no nos diera vergüenza andar como cristianos en la calle, sin importar que la gente del mundo no nos amen, pero ganándonos el respeto de la gente del mundo. Que ellos cuando nos vean respeten a uno porque uno anda como un cristiano y dije, bueno, Señor, por ti, por el amor y el respeto que tengo a ti, yo pienso cambiar mi vestimenta.

Claro, Pablo no está hablando de la vestimenta física, Pablo está hablando acerca de las actitudes internas, el corazón y de la mente, como vemos en el pasaje. Pero es importante saber que cuando uno comienza a cambiar en su interior, se nota en el exterior. Y la gente tiene que ver eso.

Pablo nos ha hablado de tres cosas aquí y es lo mismo que él le decía a la iglesia en Roma. En Romanos 12, él les dijo a ellos, un versículo que todos conocemos, él dice:

“…No os conforméis a este siglo sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta…”

Era algo que en cada carta que Pablo le escribió a las diferentes iglesias, él tenía el mismo tema. Somos cristianos, vamos a andar diferentes, vamos a hablar diferente, vamos a transformar nuestra mente constantemente. Y era una exhortación hacia una vida diferente.

Ahora, esa exhortación a una vida diferente los tres pasos que Pablo estaba compartiendo aquí con la iglesia de Jesús tenían implicaciones. Y yo encontré cinco implicaciones bien prácticas y súper straight forward, directas, que más claro no canta un gallo, como dicen. Lo primero él le dijo, no hablemos mentira, hablemos verdad, por lo cual desechando la mentir, hablad verdad cada uno con su prójimo porque somos miembros los unos de los otros.

Ya aquí Pablo está yendo de lo general a lo específico. Qué significa renovarnos constantemente? Qué significa renovarme? Qué significa quitarme y ponerme? Una de las cosas que significa es dejar de hablar mentiras, no importa que sea una mentirita sencilla, lo que sea, mentira es mentira. Entonces, dejar la mentira y hablar la verdad.

Ahora, cuando dice hablar la verdad, no es para que nosotros nos pongamos, no, porque yo no le tengo miedo a nadie, yo le digo la verdad en la cara a quien sea que hay que decírselo. Conoce usted gente así? Yo conozco gente así, que dice a mí no me importa, yo se lo digo en su cara. A quién es que hay que decirle? Dime. Vamos. Vamos a ir a decirle.

No, no, Pablo, en el verso 15 del capítulo 4, él le dice, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo aquel que es la cabeza, esto es Cristo.

Él dice, hablar la verdad en amor. Es como cuando usted va a hablar con su hijo, su hijo ha hecho algo malo, y usted tiene que regañarlo. Usted lo va a regañar utilizando la verdad, diciéndole mira, esto es así, esto es asá, pero uno lo regaña, uno lo corrige de una forma en que el niño no se desmoralice, sino que se sienta animado. ¿Verdad? es con amor que uno tiene que corregir a las personas, no es con el deseo de aplastarlos, de dejarle saber que lo hizo mal. Porque ya sabe que lo hizo mal. Es una verdad que te da esperanza y te da paz de que no todo está perdido, todavía soy aceptado, todavía soy querido, todavía soy amado.

Entonces, cuando Pablo dice, dejen de hablar mentira, él dice, hablen la verdad en amor. Hay veces que uno no está de acuerdo con ciertas actitudes de personas a nuestro lado, que no sé qué, y como que le seguimos la corriente porque tememos que si le corregimos se sienta mal la persona. Pero Pablo dice aquí, oye, no mientas.

Mentir no es simplemente hablar mentira. La mentira es la ausencia de la verdad. Cuando uno simplemente no dice la verdad y se queda callado, eso puede resultar en una mentira. Uno puede vender una ilusión que no es cierta a una persona. Entonces, Pablo dice, no dejes la mentira, no hables mentira, no des ilusiones falsas, habla la verdad, pero habla la verdad en amor para con tu hermano, buscando restaurarlo, renovarlo.

Luego dice que cuando uno tiene que dejar la mentira, es que uno tiene que darse a conocer en el trabajo, en la casa, en la escuela, dondequiera que uno esté la gente debería conocernos a nosotros porque fulano, fulana siempre dice la verdad. Es una persona que no anda diciendo mentiras, es una persona que su sí es sí y su no es no. que en su trabajo la gente se sienta en confianza de sentarse a escucharlo a usted, de escuchar lo que usted dice porque sepa que usted es una persona de integridad, que es recta, que dice la verdad en todo tiempo.

Y la dice en amor. Cuántos de nosotros nos damos a conocer por eso en nuestros trabajos, en la nuestras escuelas, en nuestras comunidades? Hay muchos de nosotros que nuestros vecinos no se atreverían a hablar con nosotros. No se atreverían a creer cosas que nosotros decimos, porque no hemos reflejado a Cristo con esta actitud que Pablo menciona aquí, de hablar la verdad. Porque en el medio de la ausencia de la verdad, proyectamos una imagen que no es la de Cristo. Entonces, tenemos que prestar atención a esto.

Número 2, Pablo dice en el verso 26, airaos pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo. La nueva versión internacional dice, no dejen que el sol se ponga estando aún enojados. Ojo aquí. Esto no es permiso para que uno se aíre. Hay gente que dice, oye, la Biblia dice airaos, pero no pequéis. Yo me puedo enojar, yo me puedo quillar como dicen en Dominicana, pero yo nada más no le voy a [inaudible] pero le voy a dejar saber que estoy airado, que no me gustó, estoy quillado, estoy encendido.

La Biblia dice aquí, airaos pero no pequéis. Hay una traducción que dicen, en caso de que tu te aíres, no peques. Y la segunda parte del verso es la más importante dice, no se ponga el sol sobre vuestro enoja. Dice, que no te dure mucho esa ira, ese enojo. Porque cuando tu estás en ira, cuando tu estás en enojo no estás reflejando el fruto del espíritu de Dios y estás mal.

No hay ninguna justificación aquí en la Biblia para que uno se aíre. Cuando uno ve cosas que a uno le causan indignación, uno respira, Señor, bendice a ese hermano, ayuda a ese hermano. Uno se siente mal, pero una cosa es sentirse mal y otra cosa es airarse y enojarse. Y cuando uno se aíra, cuando uno se enoja, no salen cosas buenas de la boca de uno, uno no actúa de la mejor manera. Entonces, Pablo está diciendo, airaos pero no pequéis.

Esto se aplica a todo tipo de relación, relaciones de parejas, relaciones de amigos, relaciones laborales, relaciones en la casa. Muchas veces uno se aíra en contra de sus hijos y porque son niños uno le grita. Ese muchacho…mira….no está siendo de bendición para la vida de tu hijo. No estás reflejando a Cristo para la vida de tu hijo. En el trabajo cuando uno se aíra, muchas veces uno no grita, pero le aplicamos la regla del hielo a la persona. Yo no voy a hablar, hola… hola… No estamos reflejando a Cristo cuando hacemos eso.

Y cuando hacemos eso le damos oportunidad a la persona que diga, y eso que es cristiano. Después que la persona dice así, eso es lo que tu le estás demostrando. Porque hay personas que se aíran y explotan, pero hay personas que se aíran pero internamente, pero lo demuestran. Entonces, por eso la Biblia dice, no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Cuando tu te aíres, trata de que se te pase pronto, porque esas son cosas que no edifican, eso no te ayuda, no ayuda a nadie. La ira no es de Dios.

Entonces cuando usted se aíre con su pareja, que tu que te vas para el mueble… no, yo siempre digo, cuando yo me case, en mi casa yo no voy para el mueble, si ella quiere que se vaya para el mueble pero yo no voy para el mueble. Entonces, cuando usted se aíre trate de que se le pase rápido porque no van a llegar a ningún lado con eso de la ira.

Eso se aplica a todo tipo de relaciones. Luego, mira si esto de la ira es tan importante que Pablo habla mucho de esto. Mira lo que dice en Santiago 1 del 19 al 20. Dice:

“….Por esto mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios…”

Cuando uno se aíra no está actuando [inaudible] de Dios. Mira lo que dice Mateo 5:22:

“…Pero yo os digo que cualquiera que se aíre contra su hermano, cualquiera que se enoje contra su hermano, internamente o exteriormente, será culpable de juicio…”

Luego en Gálatas 5:20 cuando está hablando acerca de las obras que van en contra del fruto del espíritu, que son conforme a la carne, tiene una lista y dice:

“…Idolatría, hechicería, enemistad, pleitos, celos, iras – ahí está la ira…”

Es algo que está completamente contrario al fruto del espíritu que nosotros debemos de exhibir en una nueva vida en Cristo.

En Colosenses 3 del 12 al 14 miren lo que dice aquí:

“…Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas, ira – comienza con la ira – enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca, ni mintáis los unos a los otros, habiendo despojado del viejo hombre – mire el lenguaje, y esto es una carta que él escribió a la iglesia en Coloso, a los colosenses – y revestíos del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbara ni escrita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos…”

Mire el lenguaje aquí otra vez de la vestimenta. “…Vestíos pues, como escogidos de Dios santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros y si alguna tuviera queja contra el otro de la manera que Cristo os perdonó así también hacedlo vosotros y sobre todas estas cosas vestíos de amor que es el vínculo perfecto...”

Aquí vemos el mismo tema, la misma temática. Se lo escribió a la iglesia en Éfeso, se lo escribió a la iglesia de Corinto y yo pienso que nos lo escribió a nosotros también. Porque Dios sabe que nosotros todos luchamos con estas cosas.

Este lenguaje de la vestimenta me hizo pensar en los bautismos. Recientemente nosotros celebramos unos bautismos en el lago, pero hay personas que se bautizaron y esas personas cuando se bautizaron dijeron, hoy yo voy a descender a las aguas para dejar mi viejo hombre y voy a salir de las aguas para comenzar a vivir una nueva vida en Cristo. Lo que yo hacía antes, no lo voy a hacer, voy a tratar de mejorar todo lo que está mal dentro de mí.

Entonces, lo que estamos ahí que no nos bautizamos necesariamente, pero que presenciamos lo que esta personas estaban haciendo, debemos de preguntarnos, y yo estoy andando de acuerdo a lo que Dios quiere que yo ande? Estoy viviendo como Dios quiere que yo viva? Aquí está la carta de Pablo que nos dice qué es lo que tenemos que dejar.

Miren lo que dice Eclesiastés 7:9, Proverbios 22:4 dice;

“…No te entrometas con el iracundo ni te acompañes con el hombre de enojos. No te apresures en tu espíritu a enojarte porque el enoja reposa en el seno de los necios…”

Está diciendo una exhortación bien práctica. En caso de que te aíres, procura no pecar y que se te pase rápido.

Lo número 3 que nos dice, es no es necesario robar, podemos trabajar. El que hurtaba no hurte más sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno para que tenga que compartir con el que padece necesidad.

Cuando Pablo está haciendo una alusión a que no robe, él está quizás citando la ley de Moisés, el octavo mandamiento es no robarás. Y cuando él hace alusión a esto él está dejándole saber a su audiencia que de una forma u otra lo que él está diciendo, él no lo está inventando, no es algo nuevo, es algo que viene desde el Antiguo Testamento y que Dios mismo lo había indicado para su pueblo. Y le dice, no robarás.

Cuando yo miré esto, yo estaba leyendo pero, eso está fácil yo no tengo que hacer nada. Ya yo estaba, Señor, perdóname porque a veces me quillo, me aíro con la gente en el trabajo y me sube la sangre. Cuando yo vi esto de robar, ah, pero yo no robo y seguí para adelante leyendo. Después escuché una vocecita que decía, Jonatán, y cuando tu estás en Facebook en hora de trabajo explícame, tu no estás robando el tiempo? Cuando tu estás mirando videos en You Tube en horas de trabajo, explícame, no estás robando el tiempo?

Muchas veces nosotros robamos el tiempo de nuestras empresas donde trabajamos. Imagínense yo en la iglesia, le estoy robando a Dios. Pero en los lugares de trabajo cuando uno se pone a perder tiempo, cuando uno no hace las cosas como las debe hacer, cuando uno las hace mediocremente, cuando uno se la pasa mirando videos, chateando con amigos en Facebook, todas esas cosas, uno está robándole el tiempo a sus empleadores.

Cuando yo trabajaba en la universidad en el seminario Gordon Conwell, las fotocopias a los estudiantes les cobraban 10 centavos y se supone que los 10 centavos se lo cobraba a todo el personal. Siempre que necesitaba una copia había que sacar 10 centavos. Como yo trabajaba ahí decía, no, yo voy a tirar mis copias y cuando tenía que entregar algún papel a algún profesor, yo imprimía mi papel, le sacaba copia y lo repartía y todo. Y dije, Dios mío, pero le robé muchísimas copias al seminario.

Porque las copias de los papeles que ellos hacían, no eran copias administrativas, no eran copias de la oficina, eran cosas mías. A veces yo veía un artículo en internet que me gustaba y lo imprimía. Es la tinta de la empresa. Estoy robando porque no me han autorizado a gastar los recursos de mi empresa así. Los lapiceros siempre desaparecen, las gomas de borrar… tenemos que tener cuidado con las cosas que nosotros hacemos. No robarás es no robarás, punto, dondequiera que tu te encuentres. Tu no tienes que robar un banco para ser un ladrón.

Y son cosas que nosotros tenemos que enseñar a nuestros hijos. Ahora, por la misma moneda, esto también se le aplica a los empleadores. Cuando usted no le paga lo suficiente a una persona que trabaja con usted, usted le está robando dinero a esa persona. Y cuidado si usted tiene el dinero para pagarle pero simplemente por razones de ahorro usted no quiere pagarle como esa persona se merece. Usted le está robando dinero a esa persona.

Cuando usted le dobla la carga de trabajo a una persona, esto pasa siempre con la gente inmigrante que no tienen documentos, son la gente que más trabajan, porque la gente se aprovecha de ellos y abusan por su condición. Usted le está robando a esas personas. Esto es algo para las personas que tienen, en aquel tiempo para la iglesia de Éfeso, era para las personas que tenían esclavos, diciéndole, oye, tus esclavos no les robes el tiempo, no les robes el tiempo de su familia. No robarás.

Y le está diciendo para que tu te renueves, si tu tienes eso de robar, okay, deja de robar y ponte a trabajar y mira lo que dice aquí:

“… haciendo con tus manos lo que es bueno para que tengas que compartir con el padece necesidad…”

Aquí está diciendo la palabra de Dios que si tu eres un ladrón, deja de robar, ponte a trabajar y tu verás cómo tu vas a poder compartir con las personas que tienen necesidad. Y en eso Dios se glorifica. Un ejemplo, fue el ejemplo de Mateo, el cobrador de impuestos. Él le robaba, siempre cortaba a la gente que le… no, es que tu me tienes que pagar tanto por esto, por esto, lo volvió [inaudible] y le robaba.

Cuando Mateo se convirtió, que entendió lo que era renovar su entendimiento, él dijo, okay, yoi le voy a devolver el dinero a toda la gente que yo les robé este año los taxes. Cuántos de nosotros truqueamos el gobierno con los taxes. Yo voy a decir que tengo tres hijos, que son mis dependientes, que esto, yo voy a decir que estoy divorciado, que esto, que lo otro. Estamos robando.

Los sistemas cuando le dan comida a la gente, yo necesito… Dios dice, deja de robar y ponte a trabajar para que tu seas de bendición. El ejemplo de Mateo, el cobrador de impuestos, eso fue lo que él hizo. Antes de Cristo él le robaba a la gente, después de Cristo él se puso a ayudar a la gente. Un ejemplo práctico que encontré en un libro que estaba leyendo, es una persona que vende autos. Cuál es la diferencia de una persona que vende autos y ayuda a las personas a comprar autos? El vendedor de autos no le importa que uno se endeude adquiriendo un carro que está fuera de su presupuesto. Él te lo va a poner lindo, de diez mil maneras, y te lo va a vender porque lo único que le importa es vender el auto.

La persona que te ayuda a comprar un auto, evalúa tu situación y te dice, mira, no te metas en ese carro porque tu no lo vas a poder pagar. En este libro que yo estaba leyendo, el autor decía que un miembro de su iglesia era vendedor de autos y cuando él se convirtió, él cambió de mentalidad, renovó su mente y dijo, yo voy a dejar de engañar a la gente vendiéndole los carros y yo voy a comenzar a ayudar a la gente a comprar carros. Eso fue una renovación del entendimiento de esa persona.

Cuáles son las cosas que nosotros tenemos que renovar en nuestro trabajo en cuanto a la manera en que nosotros le robamos tiempo, recursos a Dios y a los demás? Son cosas que nosotros tenemos que preguntarnos a nosotros mismos. Pónganse a trabajar.

Luego la cuarta implicación que dice aquí, está en el verso 29, “… ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca sino la que sea para la necesaria edificación a fin de dar gracia a los oyentes…”

Cuidado con lo que dices, que sea edificante. Y este fue el versículo que me llegó a la mente cuando me dijeron, mira, te toca predicar el domingo. Y de qué yo voy a hablar? Y me llegó este versículo a la mente. Yo recuerdo que cuando niño mi mamá siempre, ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca… ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca… y yo crecí con un miedo de decir malas palabras, que nada más Dios y yo sabíamos. Y yo trataba de no decir malas palabras, pero estudiando este versículo la segunda parte dice:

“… sino la que sea buena para la necesaria edificación a fin de dar gracia a los oyentes…”

O sea, una palabra corrompida no es simplemente una mala palabra. Toda conversación que no edifica es una conversación corrompida. Y aquí Pablo está hablando de 3 cosas. Ya vemos que habló de la ira y del enojo, la actitud de la mente; habló de nuestras acciones cuando uno roba, lo que uno hace construcción sus acciones. Ahora está hablando acerca de lo que uno hace con sus labios. Está hablando de la boca.

La facultad de hablar declara que nosotros somos creados a imagen de Dios porque Dios es un Dios que habla. De toda la creación el único ser que puede hablar como Dios somos nosotros. Los animales no hablan, las plantas no hablan. Algunos animales pueden imitar el vocabulario del hombre pero no hablan. Nosotros tenemos facultad de hablar.

Dios creó el mundo con su palabra y si nosotros estamos creados a imagen de Dios, nuestra palabra tiene poder, tiene poder para construir una vida y tiene poder para destruir una vida.

Hay que prestar atención a lo que uno dice. El poder hablar es un don. Cuando Pablo habla de palabras corrompidas, él está hablando de dos tipos de palabras, hay palabras que son de bendición y hay palabras que son corrompidas. Yo me puse a estudiar eso de corrompido y en griego la palabra es sapros que significa podrido, corrompido y descompuesto. Cuando la Biblia dice ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, es que ninguna palabra podrida, corrompida, que no sea verdad y descompuesta salga de vuestra boca.

En otros pasajes esta palabra se utiliza para referirse a frutos de un árbol, frutos podridos. En Mateo 17, dice:

“…Guardaos de los falso profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas pero por dentro son lobos rapaces, por sus frutos lo conoceréis. Acaso recogen uvas de los espigos o higos de los abrojos? Así todo buen árbol da buenos frutos pero el árbol corrompido – esta es la palabra que se utiliza en este edición – el árbol corrompido da malos frutos. No puede el buen árbol dar frutos corrompidos ni el árbol corrompido dar frutos buenos…”

Yo cambié el lenguaje y donde decía malo puse corrompido porque esa es la palabra en griego. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego así que por sus frutos los conoceréis.

Aquí la Biblia está comparando a los hombres con árboles que dan frutos. Y habla de los profetas. Qué es lo que hace un profeta? Declarar por su boca. Dice, guardaos de los profetas que son lobos rapaces. En otro versículo le dice, sepulcro blanqueado, y vamos a hablar más adelante, y dice, que un árbol corrompido por dentro no puede dar frutos buenos y un árbol bueno no puede dar frutos corrompidos. Los árboles dan naranjas, manzanas, peras, nosotros qué fruto damos? Una manzana, una naranja? No. el fruto de nosotros es lo que sale de nuestra boca. Y lo que salga de nuestra boca es lo que está en nuestro interior.

Y si nosotros estamos corrompidos interiormente eso es lo que vamos a decir. Entonces hay que tener cuidado con eso. En inglés la palabra que se utiliza, una palabra es evil que es malo, y la otra palabra es unwholesome, que es insalubre. Y me llamó la atención ver eso, insalubre. Y por qué Pablo dijo ninguna palabra insalubre salga de tu boca, sea corrompida. Y es algo bien interesante porque lo opuesto de algo que está corrompido, que está podrido, es algo que no se ha preservado y la sal se utiliza para preservar las cosas. Entonces, cuando nuestra vida no tiene suficiente sal, nuestro interior se corrompe y se pudre porque no se preserva.

Entonces, mira lo que dice la Biblia en Colosenses 4:6 dice:

“…Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal para que sepáis cómo debéis responder a cada uno…”

Está diciendo que nuestras palabras tienen que ser sazonadas con sal. Inmediatamente yo pensé, oye, la Biblia dice que nosotros somos la sal de la tierra y cuando nos dice que nuestra palabra tienen que ser sazonadas con sal es para que nosotros demos sabor a un mundo que está sin sabor, para que nosotros preservemos los valores de Dios en un mundo que sin esos valores se pudre.

Otra cosa interesante de la sal es que la sal aumenta la salinidad en el cuerpo causando sed. Por eso es que cuando uno come galletitas saladas, cosas con sal, uno tiene sed y uno tiene que beber agua. Yo me puse a pensar en esto y dije, cuál es la implicación de eso para nosotros como iglesia? Para nosotros como iglesia si nuestras palabras están sazonadas con sal nuestras palabras deben causar sed de oír en las personas que nos escuchan. Si las personas que nos escuchan no tienen sed de Dios después que nos escuchan hablar, nuestras palabras no están lo suficientemente sazonadas y son palabras corrompidas.

Entonces, tenemos que procurar que todo lo que nosotros digamos no sea palabras corrompidas, no sean palabras insalubres, palabras obscenas, palabras abusivas, chismes. Muchas veces no es con malas palabras que uno daña la imagen de Dios, es con chistes. A veces hay unos chistes que no edifican.

La segunda parte de nuestro verso dice que tenemos que hablar cosas que sean edificantes. Hay unos chistes que no edifican. Ayer yo estaba comiendo pizza con unos amigos, y un amigo de nosotros él tiene el pelo raspadito, raspadito y yo le dije a una, mire, él parece un luchador de la lucha libre de México. Todo el mundo se rió menos él. Ahí mismo yo me dije, oye, una palabra corrompida. Eso no fue edificante.

A todo el mundo le gustó a él. Qué le pasó a él en su interior cuando yo dije eso? Muchas veces son chistes. A veces una palabra corrompida puede ser en verdad, te lo dije. Cuando una persona falla y uno le dice te lo dije, eso no está edificando a esa persona. Por qué es necesario que tu le digas te lo dije? Ya él sabe que tu se lo dijiste. Palabras edificantes son palabras de ánima, de esperanza, y de restauración. Entonces nuestro vocabulario, nuestras palabras tienen que estar sazonadas con ese tipo de palabras.

Por eso es que dice, si no la que sea buena para la necesaria edificación. Hay muchas cosas que nosotros hablamos que no son necesarias, no es necesario que tu hables de eso. Así se comienzan los bochinches en la iglesia y las cosas que uno gana diciendo eso. Como creyentes nosotros debemos usar nuestras manos, nuestras palabras, nuestras bocas, todos para compartir la vida de Cristo en medio de las personas. Nosotros no debemos manchar el testimonio de Cristo por nuestros comentarios.

Y hay que tener cuidado porque a veces en nuestros amigos de confianza, mientras más confianza tu tienes con una persona, más pronto estás tu a chismear, más pronto estás tu a hablar cosas que no son edificantes. Por qué? Porque tu sabes que mi amigo de confianza no me va a juzgar y está de acuerdo conmigo. Hay que tener cuidado con el tipo de conversación que nosotros hablamos. Si no son edificantes no valen la pena.

Cuando una persona nos hiere a nosotros, nuestro primer impulso es ir a otra persona a contarle nuestras penas y a acabar a ese hermano. No, no, tu tienes que mantenerte eso por dentro. La Biblia dice en Proverbios 25:29:

“…Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro, no sea que te deshonre el que lo oyere y tu infamia no pueda repararse…”

Cuando usted tiene un problema con un hermano en la congregación no lo divulgue a una tercera persona. Porque su problema no va a ser edificante para la persona que lo oye y no va a ser edificante para usted. Usted puede estar lo más airado posible pero la Biblia te dice aquí, trata tu causa con tu compañero, habla con esa persona y eso se tiene que quedar entre tu y él.

Una vez que sale de ahí tu estás pudriendo, estás corrompiendo el cuerpo de Cristo, estás corrompiendo la imagen de tu hermano y estás corrompiendo la imagen de Dios en ti. Déjenme decir eso otra vez, estamos corrompiendo la imagen de Dios en nosotros.

Muchas veces nosotros, vamos ahora por fulano porque fulano está haciendo esto, esto y esto y eso no se hace así… cuidado, cuidado con las personas que tu más confianza tienes. Esas son las personas que debemos cuidar más y tenemos que cuidarla frenando nuestra boca.

Yo encontré una cosa, los tres filtros de Sócrates en internet. Eso fue algo que una amiga compartió conmigo hace años en la República Dominicana y decía que los tres filtros de Sócrates son la verdad, la bondad y la utilidad. Y hablaba de que un joven se acercó a Sócrates a decirle, mira, está pasando esto y esto con fulano de tal y Sócrates le dijo, espérate. Estás absolutamente seguro de que lo que tu me vas a decir es verdad? y él dijo, no. fallado el primer filtro. Muchas veces nosotros compartimos cosas que nos dijeron. No, fulanito dijo tal cosa. Estás absolutamente seguro de lo que tu estás diciendo es verdad? independientemente de que te lo hayan dicho o no, tu eres que tienes que asegurarte que lo que vas a decir es verdad.

La segunda pregunta que le hizo Sócrates al joven fue, es algo bueno lo que vas a decirme de fulano? No necesariamente. Okay. Vamos a ver la tercera a ver si pasa. Será útil para mí lo que vas a decirme de mi amigo? No. y luego Sócrates le preguntó, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, ni útil, por qué me lo vas a decir? Eso a mí me impactó porque muchas veces nosotros nos pasamos la vida hablando de cosas que no estamos seguros si son ciertas, y aún cuando estamos seguros que son ciertas, no son buenas o no son útiles.

Por qué hablar cosas así? Tenemos que prestar atención a lo que pasa ahí. Si nosotros queremos reflejar una vida que refleje a Cristo tenemos que ponernos en las manos del alfarero y permitir que Dios nos quebrante y quite todas esas cosas que a nosotros no nos ayudan, no nos edifican.

Muchas veces nosotros criticamos líderes de la iglesia, muchas veces criticamos ministerios de la iglesia, y le voy a poner un ejemplo. El ministerio de jóvenes está en boca de todo el mundo. Son cosas que no edifican y por lo tanto son cosas corrompidas. Todo comentario que se habla del ministerio de jóvenes son cosas que no edifican y tiene que parar, tiene que parar. Que no seas tu que diga eso. Y sabes por qué?

En el libro de Números, Dios habla acerca de Moisés y María cuando Aarón y María criticaron a Moisés, criticaron a Moisés porque Moisés se metió con una mujer cusita. Moisés estaba en pecado, ¿verdad? y ellos lo criticaron. Y qué hizo Dios? Lepra para María. Y lo que ellos decían era verdad? sí, era verdad. Pero Dios les dijo a ellos, ustedes no tienen por qué estar diciéndolo, porque son cosas que no edifican, son cosas que no ayudan.

Entonces, cuidado cuando hablemos de un líder de la iglesia, ya sea a través de chistes, de comentarios, o cuando digamos la verdad. Cuidado, hermanos. No critiquemos los líderes. Padres, cuidado con lo que ustedes dicen frente a sus hijos. Sus hijos lo repiten todo en el tercer piso, no tienen filtro. Y yo escucho a niños diciendo cosas acerca de otros líderes, ah, que fulano, que fulana, que me parten el corazón. Cuidado con lo que usted dice, con lo que usted comparte con su esposa, con sus hijos, con sus familiares. Usted puede compartir cosas que no son edificantes con ninguno de ellos.

Yo tengo aquí unas cosas que yo traje para ilustrar el peligro de las palabras. Yo tengo aquí un desodorante en aerosol, tengo una crema de mano y tengo una pasta de dientes. Estas cosas tienen algo en común y es que después que usted las saca no la puede volver a entrar aquí. Después que usted exprime esta crema o la pasta de dientes, es difícil entrarlo ahí. Eso pasa con sus palabras.

Cada vez que usted va por la iglesia usted no está dejando un buen aroma si usted anda en palabras corrompidas. Entonces, tenga cuidado porque muchas veces hablamos y pedimos perdón pero ya… y entonces la imagen de Dios no está en nosotros.

La Biblia habla mucho acerca de la lengua, habla de la lengua aquí en Santiago dice:

“… Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros sabiendo que recibiremos mayor condenación porque todos ofendemos muchas veces – líderes, no se hagan maestros porque los líderes tendrán mayor condenación – todos ofendemos muchas veces y algunos no ofenden en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refregar todo el cuerpo. He aquí todos nosotros ponemos freno a la boca de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos así todo un cuerpo. Mirad bien las naves… la lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. He aquí cuán grande voz que enciende un pequeño fuego…”

Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación y ella misma es inflamada por el infierno porque toda naturaleza de bestias y ningún hombre puede domar la lengua que es un mal que no puede ser refrenado….

Habla muchísimo la Biblia acerca del peligro de mal utilizar la lengua. Dios se contrista cuando nosotros mal utilizamos nuestra lengua. La última implicación práctica que Pablo nos dice es, quítense de vosotros, abandonen y dice:

“…quítese de vosotros toda amargura, todo enojo, toda ira, toda gritería, toda maledicencia, que es en realidad blasfemia, y toda malicia…”

La amargura tiene que ver con resentimientos del pasado que afectan nuestro presente. Yo escuché un pastor decir una vez que la amargura o la falta de perdón, el resentimiento es cuando uno se toma un veneno esperando que el otro sea el que se muera. Y eso es serio. Y es verdad, la amargura es así, porque el que está amargado soy yo, el que se está doliendo soy yo. Pero no, yo me voy a tomar el veneno esperando que él se muera.

Pablo dice aquí, quítense, abandone toda amargura. Cuando dice maledicencia, la palabra maledicencia en griego es blasfemia. Y qué es una blasfemia? Abusar o manchar la imagen de otra persona con la lengua. Cuando hacemos esto, manchamos la imagen de Dios porque esa persona fue creada a imagen de Dios también. Y manchamos la imagen de Dios con nosotros.

Lo que nosotros no estemos dispuestos a decirle a una persona, no tenemos que decirlo a otras personas. Y aún cuando estemos dispuestos a decírselo que la persona de frente, tenemos que decírselo a la persona y se quedó ahí. Porque si sale de ahí no edifica. Porque la persona… no, porque yo se lo digo a él en su cara, yo no tengo problema… díselo a él pero a mí no me lo digas.

Nosotros tenemos que aprender que cuando vengan personas a nuestro entorno con chistes, comentarios, cosas que no edifiquen, hey, eso no edifica. Besy, yo no sé dónde está Besy, en el campamento de Sky yo compartí un poquito de esto con los chicos porque a veces uno comienza a hablar cosas que no edifican cuando la dinámica del grupo no va bien, cuando las cosas comienzan a trabajar mal. Y en una estábamos hablando y yo hice un chiste, otros de los chistes, yo siempre me meto en problemas por la lengua, todo el mundo se rió menos una persona y Besy me dijo, eso fue un comentario que no edifica y yo me quedé así. Me chocó, y digo guau, y le dije, gracias, Besy, porque me dijiste la verdad. y me lo dijiste de una manera que fue bien, que yo entendí, que fue clara.

Entonces, la maledicencia, todas esas cosas dice, sed benignos unos con los otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros como Dios también perdonó a vosotros. Tenemos que perdonarnos. En el pasado te difamaron, te desacreditaron, metiste la pata, okay, tu tienes perdón de Dios, vamos a perdonar a nuestro prójimo.

Perdonar no es que usted se va a olvidar de lo que pasó. Usted va a recordar lo que pasó. A mí me gusta ver el perdón como una cicatriz. Yo tengo una cicatriz aquí en este codo que yo me acuerdo perfectamente cómo yo me hice esa cicatriz. Yo iba corriendo, salté, aterricé y me raspé y me dolió y me dolió pero hoy ya no me duele, y la tengo ahí. Para mí el perdón funciona de esa manera. Uno se acuerda de la cicatrices que uno tiene, las cicatrices causadas por otras personas, las cicatrices causadas por uno mismo, pero ya no te duele, ya tu te puedes sentar con esa persona y comer en paz, porque ya no te duele.

Entonces, tenemos que perdonarnos unos a otros, hermanos. En conclusión, para que nos vayamos, las 5 implicaciones prácticas para vivir una vida que refleje a Cristo en la mano del alfarero: no hablemos mentiras, hablemos la verdad, airémonos pero no pequemos, no es necesario que robemos, podemos trabajar y compartir con otros, cuidado con lo que decimos que sea edificante, no diga que ladrillo, varilla, cemento, arena, eso es edificante pero otro tipo de edificante. Y quítense de nosotros, abandonemos toda ira, todo enojo, toda gritería, toda maledicencia, blasfemia y toda malicia, toda cosa que no sea de Dios.

Yo pienso que Dios nos está llamando a esto, hermanos. Y yo espero que esta palabra pueda ser recibida con nosotros y caer en buena tierra para que nosotros vivamos vidas que reflejen a Cristo dondequiera que nosotros estamos. Ahora nosotros vamos a cantar una canción, yo quiero que ustedes se pongan de pie y canten con nosotros esta canción que dice, hacemos hoy ante tu altar.