Un hombre masculino es un hombre templado

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Vamos al Salmo 103 en honor a los padres, a los hombres, sean padres o no, en nuestra congregación. Usted puede ser un padre biológico y espiritual, y puede ser un padre no biológico y ser un padre espiritual. Las dos paternidades son igualmente poderosas, asegúrese de ser un padre para alguien. Esas palabras me salen, ahí tiene usted el primer punto del sermón, asegúrese de ser un padre para alguien, ser un mentor para alguien, hay una carencia de modelos hoy en día en nuestra sociedad, varoniles, terrible, y una abundancia de modelos destructivos y negativos.

La humanidad necesita hombres nutridos por la Palabra del Señor, formados, esculpidos golpe a golpe por la Palabra del Señor. Hombres saturados con los principios del Reino de Dios, que le den su calor a alguien, a un jovencito, temeroso, inseguro acerca de su masculinidad porque no ha tenido modelos sanos, de una masculinidad adecuada, los modelos que tiene son deportistas y músicos de rock o de lo que sea, actores de cine o lo que sea que muchas veces no modelan los valores de la realidad, y sobre todo los valores de la Palabra de Dios.

Nosotros los hombres tenemos el privilegio de estar continuamente sazonándonos en la Palabra del Señor, cociéndonos lentamente en la Palabra del Señor, y espero que esa Palabra esté penetrando en nuestra vida, nuestra sensibilidad. Y entonces tenemos un gran tesoro dentro de nosotros, y ser buenos mayordomos de ese tesoro, compartirlo con nuestros hijos, con nuestra Iglesia, pero ahí afuera también hay una cantidad, quizá en el mismo edificio donde tú vives, o en la calle también, un niño de tu familia extendida que no tiene papá o que la familia no está completa, y tú puedes ser ese hombre. Abre tus ojos y estate atento a las necesidades alrededor de ti, y vas a encontrar a alguien a quien tu puedas mentorear, para el que tú puedas ser un tutor, un mentor.

Gracias a Dios nuestra Iglesia está haciendo un trabajo excelente a través del Centro de Tutores, mentores, para docenas de niños, esperamos que un día pueda ser cientos de niños, y la ciudad de Boston está tomando noticia de esto, nuestro programa goza de un respeto bien alto en la ciudad en términos de mentoría, proveer sanos valores a nuestros jóvenes a través del programa de Passport, el programa de mentoría, y hay que salirse. Dios nos ha dado tanto, nos ha bendecido tanto que no podemos ser menos que ser padres espirituales de alguien, y ante todo ser padres de nuestros hijos, de nuestras familias, nuestras familias extendidas en nuestra Iglesia y también en nuestra comunidad.

Así que, aún si tú no eres padre físico, no tienes hijos físicos todavía o ya pasó ese tiempo, tú todavía puedes ser un mentor para alguien, un tutor, un modelo, una fuente de buen consejo para alguien, para un jovencito, una jovencita, y algunos jovencitos necesitan hombres piadosos, hombres de Dios, que puedan ver lo que es un hombre, porque las niñas en su formación femenina necesitan también no solamente la mamá, la mujer que les ayuda a desarrollar su femineidad si no el hombre también, hay una parte de la mujer que necesita relacionarse con un hombre, como asociarse con un hombre, como darse a un hombre, y por eso es tan importante que encuentren hombres que no las abusen, no las exploten, y hombres que puedan ejemplificar una paternidad, una sexualidad saludable, eso es necesario, tenemos un gran privilegio y una gran responsabilidad como hombres de ejemplificar el carácter, la masculinidad de Jesús.

Yo no creo que haya un ser más masculino en la historia del universo que Jesús. Estoy seguro que era un hombre varonil pero también tierno, podía tomar a los niños y bendecirlos y jugar con ellos, y darles la bienvenida, y los niños se sentían atraídos a Él, y podía también reprender a un fariseo orgulloso y pretencioso, y coger un azote y protestar contra la violación de la Casa del Señor, podía hablar la verdad con total claridad y también decirle a una mujer adúltera, vete y no peques más, Yo tampoco te condeno.

¿Qué balance no?, eso es un hombre masculino, una personalidad templada, yo he admirado el carácter de Jesús por ese balance, ese equilibrio que yo veo en Él, para mí esa es la verdadera masculinidad, yo la veo en el Padre también, veo ese amor y luego también esa fortaleza, esa justicia, esa claridad que hay en Él. Y eso nosotros los hombres tenemos que tratar, de hacer todo lo posible de ejemplificar esa masculinidad, una masculinidad sana, la sociedad moderna está desesperadamente necesitada de hombres que encarnen, ejemplifiquen una masculinidad sanada, ¿por qué digo sanada?, no solamente sana, porque todos estamos heridos, y todos de una manera u otra tenemos un grado de enfermedad en nosotros, y tenemos que someternos a la Palabra de Dios continuamente para que vaya como un piano desafinado, afinándonos otra vez y poniéndonos a tono de nuevo con la tonalidad del Padre y su masculinidad, y su Ser, que no es ni masculino ni femenino, pero nosotros somos hombres porque Dios tiene una parte masculina, y ustedes son mujeres porque Dios tiene una parte que es femenina.

No se llama así, nosotros llamamos así, pero hay una música que Él toca que se parece a la de la mujer, y una música que Él toca que se parece a la del hombre, y nos legó ese tono a nosotros también. Pero cuando entramos al mundo el mundo nos desafina, como cuando un piano toca mucho y necesita volver a ser afinado, y nosotros tenemos que escuchar la tonalidad del Padre, y afinarnos con Él, y eso es un proceso de toda la vida, y la Palabra del Señor, a medida que va penetrando nuestra vida, y vamos escuchando esa Palabra, siendo obedientes a ella, sujetándonos a ella, vuelve a afinarnos, y entonces nos desafinamos otra vez, y vuelve a afinarnos, así pasa, tenemos que estar continuamente escuchando la tonalidad de Dios para que nos ayude a ser hombres bien templados, bien afinados, para que toquemos exactamente en la tonalidad perfecta del Padre.

Y el mundo necesita esto, el mundo necesita ese tipo de masculinidad en ese tiempo, y el único lugar donde vamos a encontrar el punto de referencia para esa masculinidad es en la Palabra y los valores de la Palabra, del Reino de Dios. Quiera el Señor que siempre nosotros podamos ir a esa Palabra para ser verdaderamente hombres, en este caso en el día de los Padres, que le demos al mundo un ejemplo de lo que es una masculinidad sana, porque este mundo no conoce, sin la Palabra de Dios la sexualidad se sale de su cerco como un corcel salvaje que de momento rompe, da una patada a la cerca y sale corriendo, destruyendo todo a su alrededor, cuando el hombre se sale del cerco de la Palabra del Señor, olvídese que va a destruir un montón de cosas, y una de las primeras cosas que el diablo va a querer dañar es la sexualidad del hombre y la mujer, su identidad masculina y femenina como vemos en este tiempo.

Porque el diablo sabe, la sexualidad es el centro mismo de la vida de un hombre, una mujer. Freud lo dijo y no se lo creyeron, yo creo que sí, es la fuerza más grande del universo, causa guerras, y también inspira poemas, es una fuerza increíblemente creativa y también destructiva, es una fuerza divina y también puede tornarse demoníaca, el diablo conoce esa fuerza y por eso cuando quiere asestarle un golpe de muerte a una sociedad primero va a su sexualidad, y comienza a dar alambres y a inspirar al hombre para que empieze a juguetear con ese delicado mecanismo, es tan delicado que él lo sabe, una vez que lo desestabiliza ¿cómo volver a ponerlo en su lugar?, porque El que lo hizo sólo sabe como volver a hacerlo.

Y entonces mientras más tratan, más experimentan, más tratan de encontrar el camino, más la deshacen, comienzan como un ignorante tratando de bregar con un carro último modelo, y entonces empiezan haciendo lo que quieren, como una sociedad se desangra en su sexualidad, todo lo demás se desestabiliza, la familia, la paternidad, el gobierno, los valores morales, éticos, religiosos, y se siembra un caos en la sociedad. Tenemos por ejemplo yo creo una sociedad hasta cierto punto, perdónenme si esto ofende a mis hermanas, pero es una sociedad donde la femineidad ha ganado un grado de preponderancia desbalanceado. Antes era en este país la masculinidad que se tornó demoníaca y opresiva como los países del Medio Oriente y otras partes del mundo, donde el hombre pervierte a la mujer metiéndola dentro de un saco literalmente, y escondiéndola literalmente.

Pero la sociedad se puede ir al otro lado, donde la femineidad es preponderante, hay una sensibilidad femenina que penetra no obviamente pero está allí, se manifiesta en la homosexualidad, padres castrados, una masculinidad ridícula como la vemos en la televisión en Hollywood, y entonces entra en la religión también, y Dios hizo a la mujer y al hombre para ciertas cosas, y cuando el hombre no ocupa su lugar y la mujer toma ese espacio que el hombre deja, entonces comienzan a surgir modelos destructivos, y la sociedad pierde su derrotero y su sentido de dirección. Y por eso es que en este tiempo la Iglesia tiene que ser lugar donde hay una masculinidad sanada, porque tenemos que sanarnos todos, las mujeres tienen que sanarse, los hombres también tienen que sanarse.

Tenemos que pedirle al Señor que nuestras Iglesias sean lugares donde nosotros podamos trabajar primero con los problemas de la sexualidad o del género, de la identidad sexual, ¿qué es un hombre, qué es una mujer, qué es un esposo, qué es una esposa?. Y entonces al nosotros trabajar eso, esa problemática conforme a los valores del Señor, rectificar nuestro hogar, rectificar nuestra masculinidad, rectificar nuestra femineidad, entonces nosotros podemos ser aptos para nuestra sociedad allá afuera, al ver nuestros hogares funcionando conforme al modelo de Dios, al ver hombres varoniles y tiernos, al ver mujeres femeninas y firmes, y seguras de sí mismas, y al ver un hombre y una mujer conviviendo y dándose el lugar cada uno en una hermosa danza de complementariedad, la sociedad va a decir wow, yo quiero eso también. Entonces los valores del Reino de Dios podrán ofrecer una alternativa válida, atractiva, creíble, a ese mundo allá afuera que necesita esos valores.

Así que ahí tienen el primer punto, no creo que va a ser muy corto, pero voy a hacerlo. Pero lo que yo quiero hablar es acerca de la misericordia de Dios, y de los padres, para nosotros que tenemos que ejercer los unos para con los otros, como el Padre ejerce misericordia para con nosotros. Pero quiero explicar ese sentido de misericordia específicamente relacionado a la paternidad, a la maternidad y al ser hijos, y les voy a explicar por qué la misericordia es tan importante en estos tiempos que habitamos padres e hijos.

Entonces el Señor me guió hacia el Salmo 103. Y en el versículo 8 del Salmo 103 dice allí: "Misericordioso es Jehová, lento para la ira y grande en misericordia. No contenderá para siempre ni para siempre guardará el enojo, no ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra engrandeció su misericordia." Mire la preponderancia de la palabra misericordia en esta lectura. "Engrandeció su misericordia sobre los que le temen, cuando está lejos el Oriente y el Occidente hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones, como el Padre se compadece de los hijos se compadece Jehová de los que le temen, porque Él conoce nuestra condición, se acuerda de que somos polvo." Voy a dejar ahí.

Y lo quiero decir, esto sale del corazón de Dios, esto sale producto de unas reflexiones que hice en la mañana cuando me levanté, y esa, la importancia de la misericordia, y el perdón en la vida de la familia. Y de nosotros primeramente ser misericordiosos con nosotros mismos, y ser compasivos con nosotros mismos, y perdonarnos en nuestras fallas, como padres, como madres y como hijos. Y yo creo que hay una seria falta en la familia cristiana y en el mundo secular definitivamente, de misericordia y compasión unos con otros. Y necesitamos eso.

Y ayer mismo en el tiempo de ministración, una amada hermana, varios hablaron acerca de su sentido de, porque uno de los temas que se trató es acerca del perdón, y claro porque hay que perdonarse a uno mismo, hay que perdonar a otros, hay que pedirle perdón a Dios, hay que pedirle su misercordia, son cuatro cosas que se me ocurrieron, voy a apuntarlo antes de que se me olvide.

Pero varias de las personas hablaron de una manera u otra acerca de su deficiencia, y de culpabilidad con respecto a cómo habían desempeñado su rol como padres y como hijos. Y hay mucha angustia de los hijos de Dios con respecto a nuestros padres, y con respecto a nuestra propia paternidad. A veces los padres nos sentimos deficientes con respecto al papel que hemos desempeñado en la vida de nuestros hijos. A veces nos sentimos deficientes como ese jovencito que descuidó a su papá, con respecto a cómo hemos tratado a nuestros padres también. Y a veces una Palabra nos dice y nos hacer recordar, no he llamado a papá, no he pedido perdón, no he puesto las cosas correctas del pasado con mis padres.

Y yo creo que hay una, nosotros como somos gente moral y ética, y estamos siempre bregando con la Palabra de Dios que nos está siempre recordando estas cosas, muchas veces sentimos dolor, las faltas que hemos cometido. Y eso es importante que nosotros tratemos con ese asunto, porque yo creo que hay un tipo de culpabilidad que debilita. La Biblia dice que hay una tristeza que destruye y mata, y hay una tristeza que conduce a arrepentimiento, entonces se torna en una acción que corrige el mal y lleva a un cambio de conducta. La tristeza no siempre es mala pero si es algo que te congela y te llena de culpabilidad puede ser destructivo en tu vida.

Yo creo que cuando nosotros podemos descansar en el Señor, eso libera unas energías que entonces nos permiten ser libres para ser como Dios quiere que seamos, ¿entiende lo que estoy diciendo?. Muchas veces cuando usted tiene sentido de culpabilidad eso le impide, porque entonces el fracaso se congela, y estoy como que desangrandome poquito a poquito por un hoyito de culpabilidad. Y por eso es que creo que nosotros necesitamos pensar en ese Padre que como Padre se compadece de los hijos, se compadece de los que le tememos. Y yo tengo una Palabra para ti en esta mañana, padre, madre, y quiero también hablar a los hijos un momento.

Para decir hey, ok, no lo hiciste todo bien, una hermana hablaba acerca de, una mujer que refleja la vida de Dios en su rostro, y que sus hijos también por lo que yo he visto refleja su gracia, hablaba de su dolor cuando era joven siempre tratando de darle lo mejor a sus hijos siempre trabajó demasiado, y quizás no estuvo siempre allí, para ellos, ¿y cuántos de nuestros padres han tenido que hacer la terrible decisión entre poner buena comida sobre la mesa de sus hijos y darle la ropa que necesitan para estar bien ante sus compañeros de la escuela, y poder tener un rato de conversación con ellos y poder compartir con ellos, salir con ellos?. Porque eran las únicas dos opciones, no ganaba mucho dinero, tenía que trabajar dos trabajos, a veces fines de semana, y su misma compasión y sentido de deber los impulsaba a trabajar, querían darle lo mejor a sus hijos porque cuando eran niños no tenían, y sabían lo duro que era llegar con los zapatos rotos a la escuela, y esconderlo.

Y ellos ahora que pueden aquí en una sociedad que les permite trabajar, ellos han querido sanar esa herida dándoles a sus hijos lo que ellos no tuvieron. Entonces trabajan duramente, y quizás no tienen el momento para sentarse con sus hijos, enseñarles a tocar el piano, porque ellos primeramente nadie les enseñó a tocar el piano, se sentó con ellos a hacer esas cosas. Y entonces llegamos a cierta etapa de nuestra paternidad, de nuestra maternidad donde nos sentimos deficientes, y que no hemos hecho todo lo que debíamos haber hecho. Quizás otros tuvimos errores más grandes que esos, quizás rompimos un hogar, nos enamoramos de otra persona y nos fuimos antes de conocer al Señor, fuimos desleales a nuestras esposas y a nuestros hijos. Quizás durante años hicimos daño a nuestra familia con un comportamiento violento, abusivo, bebiendo, lo que fuera.

Un día conocimos al Señor, entregamos nuestra vida al Señor, nos arrepentimos. Pero todavía esas deformaciones del carácter estaban en nuestro corazón, o las consecuencias, de esas heridas ya fueron depositadas en el corazón de nuestra familia. Como un hueso que se quebró, se sanaron pero estaban deformes, un poco, y cuando un hueso se quiebra y se sana otra vez por más que se sana nunca vuelve a ser exactamente lo que era cuando Dios lo hizo cuando lo diseñó. Y entonces nuestra familia está siempre rengueando un poquito por el lastre de ese pasado. Las heridas están allí, Dios las ha perdonado, pero están, nosotros podemos verlas, eso nos hace sentir también culpables, nos desangramos un poco más todavía.

Y hay muchas otras cosas también que hacen que nosotros nos carguemos de un sentido de culpabilidad, y de una carga que está allí en nosotros. Y yo pienso hermanos que esta Palabra del Señor es para cada uno de nosotros, para que nos sintamos como que no hemos tocado a la perfecta tonalidad del Padre Celestial. Hemos cometido errores, quizá lo tomamos tan en serio que le dimos con la Biblia a los hijos por la cabeza, y ellos se rebelaron y ahora nosotros un poquito más viejos, más sobrios, nos damos cuenta que quizás debimos ser un poquito más balanceados con ellos, también eso a veces nos hace sentir. Yo creo que hay muchas maneras.

Mire, nadie, nadie, nadie, que sea humano puede decir que ha sido un padre o una madre perfectos, la única madre, el padre perfecto es el Padre Celestial que está allá arriba, a su modelo tendremos siempre que apuntar, y para que la gloria sea siempre solamente para Él. No hay madre, no hay padre que no peque, ninguno de nosotros puede decir yo no cometí un error con respecto a mis hijos. Pero sabe que Dios entiende eso muy bien, y Dios lo sabe ya eso, y Dios lo sabía desde el principio. Y la gracia de Dios, el favor se extiende hacia ti, padre o madre. Cuando nos sintamos inadecuados tomemos dos aspirinas y tomémoslas, y acostemos nuestra cabeza sobre la almohada y digamos Señor, confío en Tu gracia, confío en Tu misericordia, porque eso es lo que tenemos que hacer.

Lo primero que tenemos que decir es hey, pasó lo que pasó, yo no puedo volver el tiempo atrás, me arrepiento, sé que fallé, quiero hacerlo mejor, pero en un momento dado tú tienes entonces que confiarte a la gracia y la misercordia del Señor y saber que, ser un padre, ser una madre es la tarea más inhumana, inhumana en el sentido de que sólo lo divino puede hacer la paternidad adecuada. Es una labor que Dios nos ha encomendado que nadie saca una A en paternidad, nadie, la paternidad es una adivinanza que Dios nos ha dado, y a lo máximo un 70 u 80, u 85%, pero por más que quiera la paternidad es algo que nunca va a poder hacer perfecto, porque es como uno de esos espejos de los parques de diversión que están torcidos de por sí, por más que tú te miras, te enderezes, trates, vas a salir torcido siempre.

Porque hay demasiados elementos para tomar en cuenta en una paternidad perfecta, como lo hay en una santidad perfecta o cualquier otra cosa, son decenas de miles de sazones que tienen que entrar para hacer esa perfección, y en este mundo no es posible, entonces todos vamos a pecar y vamos a ofender, y vamos a deformar, y miraremos hacia nuestro pasado y veremos cosas que no estuvieron bien, pero lo que tenemos que hacer es encomendarnos a la gracia y la misericordia del Señor, seguir mirando a la Palabra de Dios, y darnos terapia a nosotros mismos y seguir adelante en el nombre del Señor, tratando de ser lo mejor que podamos, eso sí, mirando al modelo de Jesús siempre.

Y entonces quedando libres para reconocer eso, que ya de por sí estamos condenados a un fracaso relativo. Yo creo que cuando uno abandona el ideal de ser perfecto eso lo habilita a uno para hacer lo mejor que puede, cuando no lo usamos como una excusa para no mejorar en nuestro desempeño como padres. Pero tenemos que relajarnos y saber que tenemos ya del Padre, aunque no sacamos un 100, el Padre allá arriba nos da un 100, porque como el padre se compadece de los hijos se compadece Jehová de los que le temen, y el Señor se asegura de una manera u otra que a lo largo del camino sus nutrientes bendigan a nuestros hijos y ellos lleguen a donde tienen que llegar, y entonces se lleva el crédito siempre, y le damos la honra a Él.

Así que tenemos que relajarnos en ese sentido yo creo y descansar en el Señor. Hay otra cosa acerca de eso, y es que la sociedad en que vivimos, ya les dije que iba a ser un poco más largo, pero yo creo que es importante que lo escuchemos. La sociedad en que nosotros vivimos yo diría que es una de las sociedades más exigentes que ha existido en toda la historia de la humanidad, porque es la sociedad más desarrollada críticamente, tecnológicamente, racionalmente, científicamente que ha existido en toda la historia de la humanidad. La generación en la que habitamos actualmente tiene una capacidad para juzgar las cosas y disecarlas sobre una mesa, con una luz fosforecente perfectamente penetrante, y verlo todo con una lucidez y una claridad tremenda, y todo lo que ve lo puede ver en sus deformaciones y defectos perfectamente bien.

Pero también es una de las sociedades más hipócritas y más desagradables que yo he visto en mi vida, es una sociedad tremendamente exigente, es una paradoja, es una sociedad que se precia de ser liberal y sin embargo es una de las sociedades más farisáicas estudiando a la humanidad. Muy demandante, pero también llena de defectos y de inconsistencias terribles. Es una paradoja rara. El hombre moderno ha llegado a un nivel de competencia y de capacidad en tantas cosas que es difícil, hoy en día nosotros tenemos una presión increíble de performance, we have to perform perfectly, tenemos que desempeñar todo lo que hacemos a la perfección.

Hoy en día las madres tienen que ser ejecutivas de primera. Llegan a la oficina y tienen que ser Margaret Tacher. Perfectas en su, después llegan a la casa y tienen que cocinar perfectamente bien, tienen que hacer cinco platos diferentes con postre y todo, perfectamente preparado, y tienen que ser amantes, unas tigresas en la cama, porque se espera después de todo, Angelina Jolie, todos los demás establecen la norma, aunque se han divorciado quichicientas veces, no puede ser que J Lo se tiene que divorciar, wow, ¿qué pasa?, ¿por qué?, si fueran tan ese hombre estaría esclavizado a ella continuamente. Entonces hay una cantidad de modelos, ¿no?.

Los padres tenemos que ser también perfectos administradors, perfectos amantes, perfectos expresadores de ternura, fuertes como un león, tiernos como un poeta, y hacer todas las cosas bien también. Hay una presión tremenda, y Hollywood nos llena de esas imágenes deformes, de la mujer que se levanta de la cama perfectamente maquillada, no se sabe cómo, es una belleza indescriptible, no tiene nada en la esquina de la boca, nada (risas), y se besan apasionadamente allí y uno dice qué mouthful, qué gárgaras están haciendo allí, una persona que dura doce horas y se puede levantar por la mañana.

Y entonces nosotros vivimos con esa presión encima, ¿sabe?. Es una cultura que pone una presión, es una cultura que es altamente, hay personas que sí hacen cosas increíbles, y cuando uno mira por ejemplo, uno ve como la sociedad se ha desarrollado tanto, digamos cuando uno mira el deporte, uno mira los jugadores de básquetbol de hoy y los compara con los jugadores de básquetbol de hace 30 años, estos con unas piernitas de pollo, pantalones cortos que les llegaban hasta aquí y así de flacos, y uno ve a Shaquil O Neal que mide que, 6:9, y es un mastodonte, y se mueve con una agilidad tremenda, y uno ve esos jugadores que son raquíticos, son unos mequetrefes comparados con los del siglo XXI.

Y así uno ve Hollywood, los efectos especiales, la destreza artística, la demanda sobre los artistas, es increíble, yo creo que es una sociedad ultra desarrollada, los pastores de hoy tienen que ser administradores, tienen que ser abogados, perfectos consejeros, de todo, es una presión terrible, y ¿cuáles son nuestros modelos?, nos sentimos que si no nos ponemos una corbata de 1200 dólares no valemos nada, y entonces, hay una presión tremenda en esta cultura, porque esta cultura se ha desarrollado terriblemente, entonces nosotros transferimos eso a nuestras vidas como padres, como esposas, como esposos, vivimos con una carga terrible sobre nuestros corazones, nos sentimos inadecuados continuamente.

Y el Señor nos dice hey, mira, Yo soy el Dios compasivo, no te dejes deformar por esos modelos, tú vas a regarla y por eso es que mi gracia va a estar contigo, para limpiarte las rodillas cuando te caigas, y te las peles, y te rompas los pantalones, Yo voy a estar allí para bendecirte y para asegurarme de que tus deformaciones no sean destructivas para tus hijos en el futuro, Yo las voy a corregir en el futuro, descansa en Mí, recuesta tu cabeza y duerme tranquilo, porque Yo soy el que se compadece como el padre se compadece de los hijos, solamente témeme, y haz lo mejor que tú puedas, y Yo me encargaré de lo demás.

Y lo último que pienso acerca de esto es también acerca de los hijos con los padres, porque nuestra cultura es una cultura que le ha dado a los hijos una tremenda capacidad para criticar a sus padres, esta sociedad es una sociedad tremendamente analítica, las destrezas de la psicología, la sociología, la psiquiatría, han entrado en el uso común y corriente, y nuestros hijos han estudiado estas armas y estas capacidades para analizar los procesos humanos en una manera muy poderosa, ellos mismos viven con sus complejos de inferioridad que les ha dado esa cultura tremendamente analítica, y con sus mismas dudas acerca de su identidad y de su propio desempeño en la vida, y su futuro, y su profesionalismo, y tantas otras cosas porque esta es una cultura tremendamente introspectiva con una capacidad terrible para ver las fallas en sí mismas y en los demás, porque tenemos unas destrezas tremendas en esta sociedad desarrollada pero deforme también.

Entonces nuestros hijos tienen una capacidad tremenda para analizar nuestra paternidad, nuestra maternidad, nuestros matrimonios, nuestras iglesias, los pastores, la gente cristiana religiosa, y ver todos los huecos, y todas las fallas, y todas las deficiencias, y todas las inconsistencias con una luz penetrante y profunda. Y es muy fácil ver entonces en nuestros padres lo que no hicieron y a ti adulto de 50, 60, o 40 años, y mirar hacia atrás, y tú tienes dos opciones, adoptar una narrativa de victimización, y de explotación y daño, y deficiencia, e interpretar tu pasado familiar, maternal, paternal con lentes tremendamente fríos y analíticos, y verte a ti mismo, ver el vaso medio vacío, ver lo que hicieron, lo que no hicieron, o una narrativa de misericordia y de compasión, y también entonces matizar eso, esa conciencia que probablemente no es falsa, lo que estás viendo es real, pero si tú te pones encima de esos lentes otros filtros de misericordia, un poquito rosados, un poquito azules claros, vas a ver cosas muy bellas, el amor de tus padres, el desvivirse por ti, el amarte, el estar dolorosamente concientes de sus deficiencias, el hacer lo mejor que pudieron dentro de circunstancias limitantes, el estar encerrado dentro de la camisa de fuerza dentro de los modelos que ellos recibieron que los programaron psicológicamente para hacer cosas que ellos mismo no querían hacer.

Y entonces tú puedes, tienes el privilegio y la oportunidad de ejercer misericordia, y de escoger amar, honrar, reverenciar, respetar, perdonar y bendecir. Tú haces eso entonces tú eres bendecido, honrado, prosperado, porque un hijo no tiene la opción de no honrar a su padre, eso es un mandamiento del Señor. Y sabes, hijo, cuando tú crezcas vas a descubrir esa dinámica de ser padre, tú vas a pasar por ese proceso también por esa animación, nos recuerda que la vida es un ciclo, y el que tiene misericordia recibe misericordia. Entonces jóvenes, ustedes también tienen la oportunidad, el privilegio de honrar a sus padres, y de escoger dos cosas en la ley mosáica y pasar toda tu vida quejándote de tus padres, o sintiéndote herido por lo que tus padres no hicieron, los errores que cometieron, o bendecirlos aunque tú sabes que no fueron todo lo que debieron, tú bendecirás y honrarás la memoria de tus padres, y el Dios que se compadece de los débiles se compadecerá de ti también.

Y cuando tú seas débil en tu momento también encontrarás gracia, y así serás feliz psicológicamente estarás entero, porque donde hay gracia hay salud, y hay sanidad, y hay bendición de Dios, y hay prosperidad de Dios.

Así que allí tienen el sermón medio cocinado que Dios tiene para nosotros hoy día. Le pido a los músicos que pasen por favor. Misericordia, perdón, paciencia, perdonarnos a nosotros mismos, recibir el perdón de Dios, perdonar a nuestros ofensores, perdonar los defectos y las deficiencias de nuestros progenitores, porque somos un pueblo de gracia, somos un pueblo de misericordia, y donde corre la misericordia la bendición de Dios siempre estará presente, ¿amén?. Así que gracias Padre, por recordarnos que Tú eres un Dios de misericordia, que siempre vamos a fallar el exámen, siempre vamos a quedar cortos, en todos los teatros de la vida, pero qué bueno saber que nuestro Papá nos toma en sus brazos poderosos, hermosos y perfectos, y nos limpia y nos bendice, y nos besa la mejilla, y nos dice Yo comprendo, y nos da su gracia para seguir adelante.

Te bendecimos Señor en esta mañana, yo pido que una nube de paz inunde nuestros corazones, que Tu gracia llene cada alma aquí presente, los heridos y los que han herido, los que han sido objeto de un fallo y los que han fallado, y los que han de fallar en el futuro, que Tu gracia y Tu misericordia sea con cada uno de nosotros Señor, gracias por Tu gracia, gracias por Tu bondad y Tu misericordia, y Padre no pretenderemos jamás recostarnos demasiado de esa gracia, si no que queremos ser como Tú, queremos ejemplificar los mejores valores de Tu Palabra, ayúdanos a ser mejores de generación en generación, gracias por nuestros padres, gracias por nuestras madres, gracias por nuestros hijos, gracias por la familia cristiana, gracias por la oportunidad de ejercer misericordia en los pecados que nosotros cometemos y ser como Tú Señor.

Bendigo a Tu pueblo en esta mañana, gracias por mandarnos Tu bendición, recibe nuestra gratitud, en el nombre de Jesús, amén y amén. Dios les bendiga mis hermanos, feliz día de los padres.