Una vida de perpetuo crecimiento

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Quiero en honor a nuestros hombres y padres de la Congregación, compartir con ustedes esta meditación que nos invita a vivir una vida de perpetuo crecimiento. Repita conmigo: perpetuo. Eso quiere decir que queremos estar continuamente en proceso de crecimiento y desarrollo.

Y el Señor puso esta mañana en mi corazón el leer, mas bien, una porción de un libro que yo comencé hace ya años atrás antes de que comenzara todo esto de la construcción, había comenzado a escribir, y se quedó ahí por mitad, todavía no lo he vuelto a retomar, está esperando ahí de lo más manso a que yo vuelva otra vez a terminarlo. Quiero compartir unas páginas, lo voy a leer; normalmente no predico leyendo, pero quiero compartir con ustedes esto así que, abra su espíritu a estas palabras y yo espero que la sintaxis de la Escritura no sea demasiado compleja, esto va a ser sencillo. Pero abra su corazón a este llamado de parte de Dios a una vida de perpetuo desarrollo y es siempre más y más, y crecer más en el Señor porque eso es lo que el Señor quiere, que seamos más conforme al carácter de Jesucristo.

Y eso es de lo cual Pablo habla en Filipenses capítulo 3, en el versículo 12. Si leemos el contexto de las palabras de Pablo en el versículo 12 usted verá que es en términos de: "Ser más como Cristo, llegar a conocer más al Señor, la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor" dice Pablo: "de conocerlo y participar de Su personalidad, el poder de Su Resurrección," dice: "Participar aún en sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él" en todo nivel, toda expresión. Y de eso se trata la vida de un hombre de Dios, una mujer de Dios y es siempre parecernos más, tratar de ser más y más como Cristo.

Y sabemos que nunca llegamos, a esa medida total de la plenitud, la estatura de Cristo Jesús. Pero nuestra vida debe ser un perpetuo ascender, un perpetuo ir cada vez más y más en dirección al ideal que es Cristo Jesús.

Y Pablo dice en el versículo 12: "No que lo haya alcanzado ya" en otras palabras, nunca llegamos a ser perfectos ¿no? en el sentido de no tener más nada que alcanzar o que lograr, "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sino que" ¿qué hace él? "prosigo." ¿Estás tú "prosiguiendo" al blanco? esa es tu vida, no te estanques; sigue hacia adelante. "Prosigo por ver si logro asir" una palabra fina que quiere decir: si logro agarrar, tomar posesión de, "si logro abrazar aquéllo para lo cual yo también fui tomado" agarrado, atraído "por Cristo Jesús."

Hermanos: yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado pero una hago, si tú puedes hacer algo en la vida esto es lo que tienes que hacer: "Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." Diga: amén.

Hermanos: la visión esencial de todo hijo, todo hombre, toda mujer de Dios debe ser alcanzar el máximo nivel de desarrollo personal y espiritual a lo largo de nuestra jornada en la Tierra. Aún la gente secular que no conoce de Dios, entiende que la mayor virtud de un ser humano no es la riqueza o el poder, o el atractivo físico sino su carácter, la configuración total de su personalidad.

Henry Ford, el famoso empresario e inventor ha dicho y cito: "La vida es una serie de experiencias, cada una de las cuales nos hace más grande, a pesar de que en ocasiones es difícil darnos cuenta o percibirlo, pues el mundo fue construido para desarrollar carácter, y debemos aprender que los fracasos y dolores que experimentamos en la vida nos ayudan en nuestra marcha hacia adelante." Nuestro programa de vida debe consistir en reflejar cada vez más la perfección y el carácter de Cristo con el paso del tiempo.

Al entender cabalmente el hecho de que Dios es glorificado, no tanto por lo que hacemos como por lo que somos, nos sentiremos motivados a hacer de nuestra jornada en la Tierra, un holocausto de olor suave para la gloria de Dios. Nuestra vivencia entonces deberá estar gobernada de que, mucho más importante que vivir vidas superficialmente respetables: ir a la Iglesia, dar dinero a la Iglesia o a los pobres, respetar externamente las leyes de la sociedad, en verdad se supone que reflejemos mas bien el carácter excelente, la grandeza ética y moral de Cristo Jesús.

Al entender este hecho, de que es más importante lo que somos que lo que hacemos, entenderemos que el comportamiento exterior deberá estar fundamentado sobre profundos cimientos de sólida espiritualidad, de amor, misericordia, humildad, de compasión por los demás y de reconocimiento de nuestra propia fragilidad esencial.

Por eso el creyente que se ha compenetrado con el sentir esencial de la Escritura no se deja engañar por la falsa idea de la vida cristiana como un proyecto rudimentario de reforma superficial del comportamiento, es más que eso. El siervo maduro, la mujer espiritual entiende claramente, que el camino para agradar a Dios involucra muerte y resurrección continuos, la entrega total del yo. Nada menos que someterse continuamente a un trato radical de parte del cirujano divino, hasta que la imagen de Cristo sea formada en nosotros.

Pablo lo expresa de esta manera, cito: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros" Gálatas 4:19. Esa expresión del apóstol Pablo denota el profundo sentir del Espíritu Santo. Deseoso de formarse un pueblo que viva a la altura del ejemplo de Jesús, que refleje Su Gracia, Su amor y Su Misericordia manifestando en todo momento el fruto del Espíritu Santo. Dios no se conformará con nada menos que hombres y mujeres que lo honren con una vivencia de excelencia y grandeza moral.

Esa grandeza a su vez sólo puede emanar de una riqueza moral interior, gestada a lo largo de una vida que se ha comprometido con los valores excelsos del Reino de Dios, y que se ha dejado tratar por el escultor divino. Nunca podremos agradar a Dios con meros actos de buen comportamiento y respetabilidad religiosa. No podremos sobornarlo sólo con ofrendas cuantiosas y actos heróicos, en última instancia, superficiales.

Primera de Corintios 13:3 declara: "Si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser entregado" ¿qué pasa? "de nada sirve." Ante todo, Dios busca la calidad interna, la calidad del corazón. El alma anhelosa de vivir en consonancia con Su santidad y Su justicia, con Su Misericordia y con Su amor. El salmista declara: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás Tú, oh Dios" lo interno del corazón, la calidad interna del ser humano, no necesariamente los sacrificios externos superficiales que le traemos como para sobornarlo y pagarle una deuda ¿no?

Antes de hacer esta declaración el salmista dice: "Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría, no quieres holocausto." A veces lo más fácil hermanos es traer un sacrificio al altar. Ofrecerle a Dios una ofrenda externa y apresurada dejando el interior, el corazón intocado. Pero lo que Dios quiere es hacer un trabajo profundo y radical en nuestras almas, alinearnos con Su personalidad absolutamente íntegra y armoniosa.

Lo verdaderamente difícil y de paso, hermoso para el ser humano, es morir a sus propias prioridades y deseos, a todo aquéllo que le da gran placer, pero que a la misma vez lo empobrece y lo debilita, y le impide la posibilidad de ser bendición a sus semejantes. El trabajo más arduo para todo ser humano, consiste en adoptar un plan a largo plazo, escuche esto, es muy importante, el trabajo más arduo, más difícil, más raro en realidad para todo ser humano, consiste o debe consistir, podríamos decir, en adoptar un plan a largo plazo de perfeccionamiento radical. Así es que debemos vivir nuestra vida, con un compromiso de: el resto de mi vida yo voy a ir perfeccionándome, puliéndome hasta que haya en mí una transformación.

Pablo habla de que somos transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento. La Biblia está llena, de paso, de alusiones y referencias a que nosotros debemos ser siempre un perpetuo sacrificio puesto sobre la mesa y el altar de Dios, consumiéndonos poco a poco como un holocausto agradable al Señor; de eso se trata, de ese perpetuo mejoramiento, desarrollo, perfeccionamiento que viene a través de la obra del Espíritu Santo en nosotros.

Nuestra visión abarcadora debe consistir en emprender un programa de vida que involucre todo nuestro ser y que tenga como meta nada menos que la reconstrucción total de nuestra personalidad, hasta que ésta quede conformada a la imagen perfecta de Cristo Jesús. Todo rasgo que no glorifique a Dios: adicciones de cualquier tipo, rencor, sensualidad, fobias, temores, inseguridad, orgullo, ambición, materialismo, complejos de toda índole, deben ser extirpados uno a uno de nuestro ser.

De esa vida transformada, esculpida golpe a golpe por el cincel divino a lo largo de una carrera intencional y deliberada, entonces emanarán los nobles actos que el mundo podrá observar y celebrar, y que sólo entonces traerán deleite al corazón de Dios, porque habrán nacido de un subsuelo auténtico y verdaderamente moral. Toda la Escritura insiste sobre esta verdad esencial, es la siguiente: al corazón de Dios sólo se llega por medio del cultivo de un corazón generoso, una postura humilde, un estilo de vida como el de Jesucristo.

Por eso la agenda de nuestra vida deberá siempre ser el desarrollo de una personalidad balanceada y generosa que refleje en todo lo posible las especificaciones y las cualidades de la criatura original que Dios instaló en el huerto del Edén antes de la caída; en esto consiste el verdadero éxito moral y expiritual.

Nuestras supuestas virtudes son como trapo de inmundicia nos recuerda el profeta Isaías. "Si bien todos nosotros somos como suciedad y toda nuestras justicias como trapo de inmundicia." De nuevo, nuestras propias virtudes son como trapo de inmundicia a menos que estén sustendadas por un espíritu tratado por Dios y purificado hasta lo sumo.

Lo que Dios exige en realidad es muy sencillo mis hermanos, y también muy sencillo a la vez. El profeta Miqueas lo expresa por medio de palabras memorables y poéticas. Dice el poeta Miqueas: "¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios altísimo? ¿Me presentaré ante Él con holocaustos, con becerros de un año? ¿se agradará Jehová de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?"

En otras palabras el profeta retóricamente se pregunta: ¿cómo voy a agradar a Dios? ¿se agradará Dios de que yo haga sacrificios, de que camine a Roma de rodillas, de que me azote la espalda toda la noche hasta que sangre, la piel se me quiera caer? ¿se agradará Dios con esos sacrificios externos y héroicos, y cuantiosos? mire cómo él se responde a su pregunta retórica. Él dice: "Oh hombre" en otras palabras necio "Dios te ha declarado lo que es bueno, ¿y qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios."

Ningún sacrificio que podamos ofrecerle a Dios, por más significativo que parezca, es capaz de hacernos merecedores de Su aceptación. No podemos pagarle a Dios con acciones externas por Su amor, no podemos sobornarlo ni ganarnos a Dios solamente haciendo cosas externas que no nazcan del corazón interno, que no estén unidas. Mi punto en todo esto es que lo externo de nuestra vivencia tiene que estar en perfecta conjunción con lo interno. Nuestros actos externos tienen que expresar la riqueza interna de nuestra vida y por eso es que la vida que agrada a Dios nace adentro, y entonces se expresa afuera.

Muchos de nosotros lo que queremos es expresar una vida por fuera, asumir una serie de conductas, de deberes, de tareas, de comportamientos externos y muchas veces dejamos nuestro ser interior sin que Dios lo toque; le decimos: Tú puedes quedarte ahí en la antesala ¿ok? incluso te voy a meter al comedor si Tú quieres, pero no pases ni a la sala ni al dormitorio y sobre todo no pases aquí a esta morada interna ¿no?

Y no le podemos poner barreras a Dios. Todas las llaves de nuestro ser tienen que estar en Sus Manos, todas, aún el subconsciente y eso es lo que a Dios le agrada. Y cuando Dios ve un corazón entregado a Él totalmente entonces Dios se ocupa de poner en nosotros las virtudes que nos harán hombres y mujeres que con nuestras acciones reflejaremos el carácter de Jesucristo, y seremos agradables a Él, y de bendición a los demás.

Ningún sacrificio que podamos ofrecerle a Dios por más significativo que parezca es capaz de hacernos merecedores de la aceptación divina, sólo la excelencia del corazón, ese hacer justicia, amar misericordia y humillarnos ante nuestro Dios del cual habla el profeta Miqueas, sólo eso puede darnos entrada al Trono de la Gracia y atraer la aprobación divina sobre nuestras vidas. Paradójicamente el reconocimiento de que siempre estaremos lejos de alcanzar la justificación personal por medio de nuestros actos es precisamente lo que nos hará merecedores de esa justificación que tanto deseamos; el saber que somos cortos, somos débiles, somos pobres, somos pecadores, nos quedamos cortos de la Gracia de Dios y de Su justicia, eso nos hace merecedores de Su justicia y de Su amor.

La necedad de querer reducir la grandeza espiritual a un proyecto de acumular puntos por medio de buenas obras y buen comportamiento social sólo consigue acarrearse el desprecio de Dios. La búsqueda de la respetabilidad por medio de obras sólo conduce al orgullo espiritual y a la autojustificación. Pero Dios, nos dice la Biblia: "Es excelso y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos."

Una de las parábolas más profundas y reveladoras de Jesús nos muestra dos personajes que se acercan al templo a orar: un religioso demasiado seguro de sí mismo y un pecador abrumado por el reconocimiento de su pecado, Lucas 18:9 al 14.

La primera figura es la encarnación misma del buen comportamiento, la moralidad reducida a buenas obras. Este hombre está saturado de un profundo sentido de su propia justicia y de su derecho irrefutable de presentarse ante el Trono de Dios. Dice la Biblia que: "Puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano."

El publicano por su parte, estaba embargado por la consciencia de su comportamiento inmoral y sabía que merecía el castigo divino. Había abusado de su puesto gubernamental, había traicionado a sus compatriotas cooperando con el gobierno romano invasor y decía para sí dice la Palabra: "El publicano estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Dios, se propicio a mí, pecador."

¿Y cuál es la lección moral de todo este relato? Dice la Biblia que el pecador arrepentido y humilde descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

En el Reino de Dios cualidades morales como: la humildad, el arrepentimiento son mucho más valiosas que las obras cosméticas y superficiales. Depender de las buenas obras sólo consigue muchas veces fomentar en nosotros el orgullo espiritual y el menosprecio de los demás.

Ahora, todo lo que yo vengo diciendo hasta este momento persigue una sola meta y es hacernos conscientes a ti y a mí del profundo alcance de lo que es verdaderamente el éxito, una vida exitosa, una vida de grandeza, una vida de desarrollo.

Yo digo aquí: ya que hablaremos tanto en este libro de lo que es la grandeza y el éxito es necesario que lo definamos bien ahora, quiero definir para ti qué es lo que es una vida lograda, una vida realmente exitosa, porque hay mucha gente por ahí hablando de éxito y de prosperidad, y de bendición.

Quiero que ubiquemos ese concepto de una vida exitosa dentro del marco de referencia apropiado: el marco bíblico, el contexto de la Palabra de Dios y los sublimes valores de Su Reino. No queremos que se confunda este término y que se rebaje su significado limitándolo al nivel pedestre y superficial al cual muchas veces ha sido reducido aún por muchos maestros de la religión cristiana.

Hermano: si lo que queremos lograr es vidas exitosas y realizadas, y hemos de definir ese concepto a la luz de los valores del Reino de Dios, entonces nuestro propósito primordial deberá ser, escuche esto, esto es una vida exitosa, una vida que ha conseguido eliminar de nuestra propia vida todo lo que no se parezca a Cristo Jesús, lo que no se alinee con Su carácter impecable. Todo lo que contradiga la belleza y la excelencia que Cristo vino a restituir sobre la Tierra. Todo lo que nos limite o empobrezca. Todo lo que se interponga en el camino de nuestra felicidad y nuestro desarrollo físico, moral o espiritual, deberá ser identificado como un enemigo y sometido al trato correctivo del Espíritu Santo.

Con esto lo que quiero decir es que: nuestra meta en la vida debe ser llevar nuestro ser interior, nuestra constitución moral, espiritual de carácter, nuestra forma de ser, nuestra personalidad a un nivel tan alto de desarrollo que cuando Dios nos mire se agrade y diga: Este hombre, esta mujer refleja Mi grandeza, Mi belleza, Mi excelencia, Mi santidad. Y por eso es que hablo entonces de que no podemos conformarnos solamente con lo exterior, trabajar para asegurar siempre el interior porque de ahí nacerá todo lo demás, y que nosotros tenemos que considerar nuestra vida lograda no por el dinero que alcancemos, ni los títulos, ni nada sino: ¿hasta qué nivel un hombre, una mujer ha llegado a desarrollarse al máximo conforme al carácter de Cristo Jesús?

Entonces por eso es que, todo lo que hay en tu vida que contradiga ese carácter de Cristo, tú tienes que medirte siempre a la luz del carácter de Cristo, Cristo es tu norma. ¿Cómo habría obrado Cristo en esto? ¿cuál es la calidad que Cristo manifiesta en esta situación, esta relación, este momento? y si tú ves que lo tuyo está muy por debajo de lo que Él refleja, entonces tienes que trabajar eso continuamente.

Por otra parte todo lo que exalte el Nombre de Jesús en nuestras vidas, cualquier cosa que proclame la belleza y la excelencia del Reino de Dios, cualquier cualidad que apunte directa o indirectamente hacia lo que Cristo vino a posibilitar con Su Venida a este mundo deberá ser exaltado e integrado a nuestra propia vivencia para que nuestra vida, aún mudamente, declare la excelente del Hijo de Dios.

Filipenses 4:8 nos llama a enfocar nuestros pensamientos en cualquier cosa que refleje los atributos del Reino de Dios. Pablo dice: "Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." Hay que enfocar nuestra vida siempre y nuestras metas en la grandeza, las cosas bellas, los atributos del Reino de Dios.

Ese debe ser el programa que gobierne nuestros esfuerzos de superación personal cada día de nuestras vidas. Debemos esforzarnos continuamente para incorporar a nuestra personalidad nuevos atributos que manifiesten las virtudes que componen el carácter divino.

Queremos actualizar el ADN, la genética divina que está en nosotros por medio de nuestra adopción ganada como hijos de Dios. Nuestro proyecto de vida debe ser convertir en realidad lo que ya somos, ¿usted entiende? Dios tiene una imagen tuya en Su mente. Tú eres una nueva criatura por ejemplo. Tú eres un hijo de Dios por ejemplo. Tú has vencido a los principados y a las potestades dice la Palabra del Señor. Tú has heredado toda bendición espiritual en los lugares celestiales. Tú has sido configurado conforme a la imagen de Cristo. Ese es el programa que tú tienes dentro de ti.

Dios te ve a ti continuamente así como infinitamente valioso, como poderoso en Él, como lleno del Espíritu Santo, como que todo lo puedes en Cristo que te fortalece. Esa es la visión de Dios para ti. Y entonces tu meta en la vida debe ser cada día unir la potencialidad que Dios ha instalado en ti y la forma grandiosa en que Él te ve con tu realidad en la Tierra cuando tú caminas cada día. Este hombre gigante, esta mujer gigante que está ahí al lado tuyo, que es lo que Dios ve debe cada día alinearse más y más con el hombre que tú eres o la mujer que tú eres ahora, hoy para que lleguen a ser consonantes el uno con el otro.

Uno a uno debemos ir despojándonos de nuestros malos hábitos y prácticas autodestructivas, y reemplazándolos con comportamientos acordes con el carácter de Jesús, así la vida se convertirá en un hermoso y admirable proyecto de perfeccionamiento continuo. Como hemos dicho anteriormente, si el propósito radical para la Venida de Cristo al mundo es para que tengamos vida y la tengamos en abundancia, entonces todo lo que contradiga ese programa esencial de Cristo en nuestras vidas, deberá ser re-alineado y sometido a la intención benévola, benigna de Dios.

Todo lo que esté fuera de línea y de conformidad con lo que Dios ha querido para nosotros al decir: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Tú tienes que preguntarte: esto que hay en mí, este rasgo, este carácter, este comportamiento, esta forma de ser ¿expresa la vida abundante que Dios ha venido a darme? y si no lo expresa, escríbelo y nómbralo: es un enemigo que tienes que derribar, es un opositor que tienes que vencer; mételo a tu programa de perfeccionamiento, apunta ahí: hmm, a ti te voy a cortar la cabeza algún día también. Y entonces tú vives tu vida ¿no? poniéndole atención. Son muchos los enemigos que están en tu campo ¿sabes?

La vida es un continuo batallar. El hombre, la mujer de Dios nunca se quita la armadura, nunca se quita la espada de la mano, siempre tiene que estar porque hay muchos enemigos de esa personalidad perfecta, de esa imagen de Cristo que Dios ha declarado sobre su vida y todo lo que se opone hay que cortarlo, porque Dios dice: Yo te he entregado toda la tierra que pisen la planta de tus pies, pero mira que te mando que te esfuerces y seas valiente.

Tenemos que estar continuamente descabezando gigantes que se oponen a la vida poderosa y abundante que Dios ha declarado sobre nosotros. Y bajo esa categoría de elementos adversos y negativos que necesitan ser confrontados podrán entrar todo tipo de obstáculos y retos. Podrán tratarse de defectos de nuestro carácter, carencias de nuestra personalidad, podrá involucrar una circunstancia de nuestra vida que como un tumor, impide que la energía divina circule libremente dentro de nosotros. Podrá incluir una relación problemática: matrimonio, paternidad, una amistad, trabajo.

Cualquier relación problemática podrá involucrar una herida emocional que nos roba la paz, una deformación del pasado, un mal recuerdo, un abuso recibido. Positivamente, puede que se trate de un sueño noble que queremos realizar: comprar una casa, alcanzar un título universitario, no sé, aprender a vestirnos mejor o lo que sea. Cualquier cosa, un sueño noble que queramos realizar o una meta relativamente pequeña que nos hayamos propuesto la cual daría cierto realce a nuestra vida; todo esto debe constituir materia prima para nuestros esfuerzos de grandeza y de desarrollo personal.

Aquí voy a meter la aguja quizás un poquito pero estamos entre familia. Por ejemplo algo tan sencillo, escogí algo bien básico, bien burdo y cotidiano: la meta de perder peso por ejemplo. Esto podría parecernos trivial y hasta gracioso en cierto sentido, pero para mucha gente se trata de un asunto de vida o muerte. Estados Unidos ahora mismo por ejemplo está confrontando una epidemia de obesidad terrible, los niños están siendo, y hermanos: cuidemos a nuestros hijos, cuidémonos a nosotros mismos, eso es lo que quiero decir ¿no? Asegurémonos de que nuestros niños creen sanos hábitos de alimentación, de nutrición desde pequeños; nosotros demos el ejemplo ¿verdad que sí? no podemos predicar la moralidad en calzoncillos como dijo alguien por ahí.

La obesidad les roba el gozo de la vida a muchos, les reduce su autoestima y limita grandemente sus alternativas sociales. Conozco personas que llevan toda una vida luchando inútilmente contra la gordura lo cual trae una frustración a sus vidas y aunque parezca cómico ¿sabe qué? Cristo también vino para darnos victoria sobre la gordura. Uso la palabra gordura en vez de la más elegante, obesidad, porque a veces "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" ¿no? y pensamos en legiones de demonios. Pero a veces es simplemente, mira, cepillarte los dientes todas las mañanas o bañarte, cosas sencillas ¿no? El poder de Dios es para todas las dimensiones.

En última instancia ese tipo de lucha que tenemos ¿no? es parte de la gran victoria sobre las obras del diablo que el Hijo de Dios apareció para deshacer. Dios quiere proveernos los recursos y la fuerza de voluntad que nos permita tener cuerpos saludables y balanceados, forjándonos una meta clara y detallada, declarándola con nuestra boca, orando sobre ella, ejerciendo paciencia y visión a largo plazo, persistiendo por medio de oraciones pequeñas y acciones pequeñas e incrementales, podemos vencer a ese gigante y obtener control sobre ese aspecto de nuestra vida.

Y quizás has deseado durante muchos años eliminar tus deudas, establecer sanos hábitos de ahorro y comprar tu propia casa. Para muchos esto requerirá una estrategia a largo plazo compuesta de muchas pequeñas intervenciones a lo largo del camino. Esa meta es enteramente factible a la luz de las promesas de la Palabra de Dios. Son metas hacia la grandeza ¿no?

Cualquier proyecto, cualquier cosa ¿no? Puede ser positivo o puede ser negativo. Puede ser heróico y sublime o puede ser muy básico y cotidiano. La cosa es que nosotros tenemos que hacernos una agenda de lograr metas en la vida que aumenten nuestra altura espiritual y moral.

Y tal vez tienes una meta espiritual o profesional que quieres alcanzar. O quieres ver cambios significativos en tu vida matrimonial o familiar, o paternal. O quizás que tu matrimonio pase de ser una mera convivencia caracterizada por la distancia emocional y se torne en una relación plena y satisfactoria caracterizada por la transparencia, el amor y la buena comunicación. ¿Sabes qué? los recursos del cielo están esperando tu iniciativa para alinearse a tu favor y darte la victoria en el nombre del Señor.

Es posible que toda tu vida hayas querido desarrollar un hobby, practicar un deporte o aprender un nuevo idioma, nunca es demasiado tarde. Nunca es válida la excusa de que ya somos demasiado viejos o que ya nuestra mente no es capaz de procesar nuevos retos. Al contrario: nuestro cerebro ¿saben? retiene su vitalidad. Todos los neurólogos y los psicólogos dicen lo siguiente: nuestro cerebro retiene su vitalidad y su flexibilidad por más tiempo de lo que pensamos.

Hay gente que usted los ve a los cuarenta años: no, ya yo estoy demasiado viejo para cambiar. Ya Dios me hizo así y que esto y que lo otro. Esa futilidad y ese, cómo dijera yo, fatalismo, esa es la palabra, Meche está acostumbrada a corregir mis errores y que yo ponga en práctica lo que predico también (risas). Ese fatalismo que mucha gente: yo oigo gente a los cuarenta años, a los cincuenta años diciendo como si ya fueran ancianos y ya no pueden cambiar, ya no hay nada más que hacer, ya es simplemente vivir la vida fatalistamente porque ese es mi destino, ya yo soy así.

Usted ve hoy en día, muchas de las cosas que pasan en la cultura moderna actualmente, justificando mucha inmoralidad y muchas ataduras espirituales que la Biblia llama pecado, la gente dice: no, Dios me hizo así, yo soy así y por lo tanto yo no puedo cambiar. No me pidas que cambie. Entonces convertimos lo que es un defecto, algo que Dios está dispuesto a trabajar y a mejorar, y que puede inclusive ser un peldaño hacia la grandeza moral, porque muchas veces la lucha interior genera en uno el poder para llegar a ser un héroe espiritual, pero muchas veces lo que decimos: no, ya soy así, Dios me hizo así, ya yo traté, no puedo más; así que entonces pasamos de lamentar, a acomodarnos, a celebrar y a atacar a otros cuando no nos ven como nosotros queremos vernos a nosotros mismos, y a querer inclusive a querer conformar a otros según nuestra identidad fatalista, eso es lo que está viviendo esta cultura.

En vez de poder decir: no, yo puedo hacerlo todo en Cristo que me fortalecer y aún en mis luchas, aún en mis caídas, aún en mi agonía yo voy a llegar a ser representante de la gloria de Dios, voy a ser un héroe, un caballero andante siempre batallando para llegar a lo que Dios ha destinado para mi vida. Me parece una vida mucho más grandiosa que acomodarnos simplemente: ah porque ya Dios me hizo así, yo traté, ya soy demasiado viejo, ya no puedo cambiar.

Es posible que toda tu vida tú hayas querido cambiar algo: aprender un nuevo idioma, aprender a tocar el piano, ir a la universidad, aprender a manejar. Nunca es válida la excusa de que somos demasiado viejos o que ya nuestra mente no es capaz de procesar nuevos retos. Al contrario: nuestro cerebro retiene su vitalidad y flexibilidad por más tiempo de lo que nosotros muchas veces pensamos.

Uno de los secretos para evitar la senilidad y aún dicen algunos la enfermedad de Alzheimer y la demencia es precisamente mantener nuestra mente activa, tratando nuevas cosas, emprendiendo nuevos retos, aprendiendo nuevas destrezas, retando a nuestra mente a nuevos niveles de ejercicio. Mantén tu mente siempre activa mi hermano aunque sea haciendo crucigrama, lo que sea pero mantén tu mente siempre inquieta yendo al próximo nivel. Este es un músculo como cualquier otro; si no lo usas se atrofia. Úsalo, Dios te ha dado un músculo precioso allí, en Cristo Jesús tú tienes una mente privilegiada, tienes la mente de Cristo dice la Palabra del Señor, así que úsala. Esa mente no se envejece, esa mente no se atrofia, esa mente no se endurece, esa mente está siempre porosa, penetrable, ágil porque es la mente de Dios, es la mente de Dios, tú la tienes.

Mientras más viejo te pones más fuerte te haces, más sabio, eso es lo que dice la Palabra del Señor. Dice: "El justo florecerá como la palmera, crecerá como cedro en el líbano; plantados en la Casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aún en la vejez fructificarán. Estarán vigorosos y verdes para anunciar que Jehová, mi fortaleza es recto, y que en Él no hay injusticia" dice la Palabra del Señor. No hay nada imposible, no eres ni demasiado joven ni demasiado viejo para alcanzar metas en tu vida y llegar a toda la grandeza que Dios tiene para ti.

Para la persona en perpetuo estado de crecimiento, el entrar en una edad avanzada o aún en la vejez, puede ser un tiempo de gran belleza, una oportunidad para hacer la paz con nuestros seres queridos o con nosotros mismos. Puede ser un tiempo de sanidad interior en que finalmente sujetemos todas esas energías negativas que tanto dolor y conflicto nos han causado a lo largo de la vida. La vejez puede representar una oportunidad para desarrollar nuevas facetas de nuestra personalidad largamente reprimidas, para probar nuevos colores en nuestras vestiduras, ampliar el círculo de nuestras amistadas. Finalmente acometer esos proyectos que quisimos emprender durante nuestra juventud pero que por alguna razón u otra no pudimos. Un antiguo dicho judío declara: "Para los ignorantes la vejez significa tiempo de invierno, para los instruídos, tiempo de cosecha." Amén.

Recientemente leí la conmovedora historia de una linda ancianita llamada Rosa, la cual me recordó el poder que tiene una actitud positiva para desterrar los supuestos estragos del envejecimiento y mantenernos vitales y atractivos a pesar de los años. Esta ilustración dice así: "El primer día de clases nuestro profesor se presentó y nos invitó a saludar a alguien que no conocíamos en el salón" esta es la ilustración que le quiero ya dejar, este joven está en el primer día de clases. El profesor los invita a saludar a alguien que no conocen en el salón.

"Y al ponerme de pie" dice el escritor "para mirar a mi alrededor, una mano suave tocó mi hombro. Me volteé y descubrí a una ancianita arrugada, enfocándome con una sonrisa que iluminaba todo su rostro. Me dijo: hola guapo, me llamo Rosa ¿te puedo dar un abrazo? Me reí y le respondí entusiastamente: ¡claro que sí! y ella me dió un fuerte apretón."

"¿Qué haces estudiando en la universidad a una edad tan temprana e inocente? le pregunté. Riéndose me contestó: estoy aquí para conseguir un esposo rico, casarme, tener un par de hijos y entonces viajar."

"No, de veras, le dije. Tenía curiosidad sobre lo que había motivado a esta mujer para asumir un reto de este tipo a esa avanzada edad. Siempre soñé, dijo ella, con obtener una educación universitaria, y ahora finalmente lo estoy consiguiendo, me respondió."

"Después de clase caminamos hacia el salón social de los estudiantes y compartimos una batida de chocolate. Nos hicimos amigos instantáneamente. Todos los días durante los próximos tres meses salíamos juntos de clase y hablábamos sin parar. Me sentía hipnotizado escuchando a esta máquina del tiempo, mientras compartía su gran sabiduría y experiencia conmigo. Durante el curso del año, Rosa se convirtió en una sensación en el campo universitario y fácilmente hacía amigos donde quiera que iba. Le encantaba maquillarse y sentirse bien, y disfrutaba inmensamente de la atención que derramaban sobre ella todos los estudiantes." Se lo estaba gozando todo.

"Al final del semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete de fútbol. Nunca olvidaré lo que compartió con nosotros en esa ocasión. Se le presentó y subió al podio. Mientras se preparaba para dar su discurso dejó caer las tarjetas con sus notas sobre el piso. Frustrada y un poco abochornada, se inclinó hacia el micrófono y dijo sencillamente: lo siento, me siento bastante tensa. Estoy ayunando de cerveza para la cuaresma y este whisky me está matando. Sé que no voy a poder organizar mis tarjetas de nuevo a tiempo, así que simplemente déjenme compartir con ustedes lo poco que sé."

"Mientras nos reíamos se aclaró la garganta y comenzó. Dijo lo siguiente: no dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar. Sólo hay cuatro secretos para permanecer jóvenes, ser felices y alcanzar el éxito. Número uno: tienes que reirte y encontrar el humor que encierra cada día." Amén, podemos santificar estas enseñanzas, está bien.

"Número dos: tienes que alimentar un sueño" alimentar un sueño. "Cuando pierdes tu sueño te mueres. Tenemos tanta gente caminando sobre la Tierra que están muertos y no lo saben."

"Tercero: hay una diferencia entre envejecer y madurar. Si tienes diecinueve años y te quedas acostado en la cama durante todo un año sin hacer nada productivo aún así llegarás a tener veinte años. Si yo tengo ochenta y siete años y me quedo acostada en la cama durante todo un año sin hacer nada, aún así llegaré a tener ochenta y ocho. Cualquiera puede envejecer, eso no requiere ningún talento o habilidad especiales. La clave está en madurar por medio del descubrimiento constante de las oportunidades que encierra la vida y que encierran los cambios."

"Último: no te quedes en el pasado alimentando el remordimiento o la culpabilidad. Generalmente los ancianos no lamentamos lo que hicimos como lo que no hicimos. La única gente que le teme a la muerte es la que tiene algún tipo de remordimiento que lo posee."

"Al final del año Rosa obtuvo el grado universitario que había comenzado hacía tantos años. Una semana después de la graduación Rosa murió apaciblemente mientras dormía. Más de dos mil estudiantes universitarios asistieron a su funeral, presentando su tributo a la maravillosa mujer que nos enseñó a través de su ejemplo que nunca es demasiado tarde para ser joven."

"Con su actitud positiva, su humor y su disposición a tomar riesgos, a pesar de su edad avanzada, Rosa mostró que podemos lograr nuestros sueños no importa la edad que tengamos. La vida está esperando a que emprendamos la jornada del conocimiento, el triunfo y la superación personal." Todo eso y mucho más está a tu alcance hijo de Dios, está a tu alcance por medio del Poder de Dios que se mueve dentro de ti. Empleando los principios que Dios ha provisto en Su Palabra podemos declarar confiadamente, como el apóstol Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."

Para la persona comprometida a aprovechar todas las circunstancias de la vida para su crecimiento personal no hay barreras infranqueables en el camino hacia la cima. Aún los fracasos y la adversidad, aún aquéllos obstáculos que no pueden ser enteramente superados pueden constituir nuestra materia prima para el éxito y para la realización personal. Por medio de una unión estrecha con el poder que hay en Jesús somos preparados para romper la fuerza de la gravedad malévola que nos arrastra hacia el suelo, fortalecidos por el Señor y en el poder de Su fuerza obtenemos la autoridad y el poder que necesitamos.

Podemos vencer las arduas luchas que inevitablemente confrontaremos en el camino hacia la grandeza personal. Cuando nos lanzamos hacia la conquista de nuestro verdadero destino podemos escuchar las palabras amorosas de Jesús: "Permaneced en Mí y Yo en vosotros; Yo soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en Mí y Yo en él lleva mucho fruto."

Hermanos: hagamos una determinación en esta mañana de lanzarnos en el camino de la grandeza, el camino del perpetuo crecimiento. Que el Señor les bendiga y que estas palabras nos ayuden a creer que podemos lograr cosas grandes con el Poder de Cristo dentro de nosotros.

Pongámonos de pie un momento, recibe el reto de Dios en esta mañana, dite a ti mismo: yo puedo lograr lo imposible con el Poder de Dios dentro de mí. Dios me ha llamado a la grandeza y a la excelencia, Dios me ha llamado a ser un caballero andante, una dama lograda en perpetuo viaje hacia un blanco exaltado. Dios no me ha llamado a sujetarme a nada, como dice el apóstol Pablo: "No me dejaré esclavizar de ninguna cosa, sino que golpeo al aire, golpeo con una meta en la mente para derribar todo pensamiento y llevarlo cautivo a la sujeción en Cristo Jesús."

¿Cuáles son las áreas en tu vida que necesitan sujetarse a Dios? ¿alguna atadura espiritual, algún complejo, algún temor? ¿alguna herida del pasado que te persigue? ¿algún abuso recibido? ¿algún fracaso moral que no te has logrado perdonar a ti mismo aunque Dios ya te perdonó? ¿algún recuerdo de la niñez que tocas como una grabadora allí, como una cinta atrapada en el pasado? ¿baja autoestima?

¿Cuál es tu lucha? ¿dónde están esas áreas de tu vida que le dicen: mentira a la declaración de Dios: "Yo he venido para que tengas vida y vida en abundancia"? Dios puede usar todo en vida; los fracasos, las luchas, las pérdidas, los dolores. Nada de eso está diseñado para derribarte, destruirte, derrotarte. Dios lo ha permitido para que sea un peldaño hacia tu grandeza. Vengas a ser más como Cristo el cual, por medio de Sus padecimientos se hizo obediente, y obediente hasta la cruz, y Dios le dió un Nombre sobre todo nombre y lo levantó hasta lo sumo.

Nosotros podemos usar las pérdidas, los sufrimientos de la vida, los defectos como peldaños hacia la grandeza. Son ejercicios que permite que vengan hasta nuestro entorno para que, por medio del forcejeo con ellos, nuestros músculos espirituales, morales se desarrollen y podamos llegar a ser esos gigantes espirituales que socorran a los débiles, rescaten a los perdidos, inspiren a los temerosos, renueven la ilusión en una sociedad que cada día se hace más y más cínica, eso es lo que Dios quiere que tú seas.

Y Dios dice: ¿Sabes qué? voy a permitir que vengan dolores a tu vida. He permitido desde tu niñez que pasara esto, pasara lo otro pero es todo porque te quiero usar para que llegues a ser como Mi Hijo, un elemento de renovación y de vida para la humanidad, porque después de todo Yo tengo el universo entero para darte cuando termines tu carrera acá. Y cuando llegues allá arriba entenderás que todo lo que pasaste aquí era mera ilusión, meros ejercicios porque lo verdadero es lo que Yo tengo separado para ti, así que no te obsesiones con las pequeñas incomodidades de este mundo. Piensa en lo que te espera allí arriba y vive la vida exaltando los valores de Mi Reino y reflejando la grandeza espiritual de Mi Hijo.

Así que yo te invito en esta mañana a abrazar la ética de un gigante espiritual, un guerrero de Dios, una mujer excelsa e idónea para hacer las obras de Tu Reino. Te invito a creer que todo es posible para aquél que cree en el Señor Jesús. Nombra tus gigantes y procede a vencerlos uno a uno hasta que te sorprenda la muerte y entonces todos caigan a tus pies, porque entonces serás como Cristo Jesús, perfecto en todo.

Padre: gracias. Bendecimos esta Palabra compartida con Tu pueblo, la sembramos Señor en sus espíritus, aunque no nos recordemos de todo lo que hemos oído pero pido que esto reverbere en nuestros corazones Señor hasta que Cristo venga, y que sea una Palabra de aliento para emprender los grandes proyectos y los pequeños proyectos de la vida también. Gracias por el privilegio de venir a Tu Casa Señor.

Bendecimos a nuestros hermanos, en particular nuestros padres en este día. Alabamos Tu Nombre y te damos gloria y honra exclusivamente a Ti Señor, en el Nombre de Jesús y el pueblo de Dios dice: amén. Dios les bendiga mis hermanos.