Yo sé que mi redentor vive

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Quiero hablar acerca de ese redentor vivo que nosotros tenemos. Así que prepare su espíritu en esta tarde. Si usted no conoce a ese redentor yo quiero retarle a considerarlo como su redentor también, como su Señor y salvador Cristo Jesús. Quiero ir al capítulo 19 de Job. Vamos a comenzar con el versículo 23. Y Job dice aquí:

“…Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas – él no sabía que sus palabras iban a ser escritas de hecho, escritas en este libro maravilloso que es el Libro de Job – quién diese que se escribiesen en un libro y que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra para siempre. – Y aquí está la parte primordial del sermón – Yo sé que mi redentor vive – Gloria al Señor. Diga amén. Yo sé que mi redentor vive. – y al fin se levantará sobre el polvo y después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios, al cual veré por mí mismo y mis ojos lo verán y no otro. – Y añade esta frase un poquito misteriosa – Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.”

Padre, bendecimos tu palabra maravillosa, bendecimos los principios que ella contiene, bendecimos cada declaración que se ha dado en este lugar santo en este día. La alabanza hermosa que hemos tenido, las oraciones, la celebración de la resurrección de tu Hijo Jesucristo, tu bello pueblo que se reúne aquí en este día, de todas nuestras comunidades, Señor, reflejando la excelencia que tu nos has dado como pueblo tuyo, Padre, por la diversidad que se ha visto en este lugar, Asia, África y Latinoamérica y España y todos los países de la tierra en sentido representados en este ensamblaje que tenemos aquí hoy, Señor. Y te damos gracias por tu creación representada en tu iglesia en este día.

Y ahora pedimos que tu palabra resuene con claridad en los corazones de los que estamos aquí, Señor, para gloria de tu nombre, en el nombre de Jesús lo pedimos. Amén y amén. Esta semana yo acostumbro tomar el Mesías de Haendel, no sé cuántos han oído esa pieza maravillosa, es una de las grandes piezas de música excelsas de toda la historia. Haendel escribió esa pieza musical compuesta de muchos diferentes segmentos musicales en el siglo XVIII en Inglaterra. Haendel era alemán pero se transportó a Inglaterra y la mayor parte de su vida escribió muchos libretos y mucha ópera y Dios lo tocó para que escribiera esta maravillosa ensamblaje musical que yo les recomiendo mucho que lo escuchen para enriquecimiento cultural pero sobre todo espiritual.

Y el Mesías de Haendel contiene una porción que para mí es la más bella y más conmovedora de todas, que habla precisamente… es una pieza musical donde una soprano declara “yo sé que mi redentor vive,” y lo hace en una forma extraordinaria. Y escuchando esa pieza esta semana se me hizo claro como nunca antes lo misterioso y lo poderoso del contenido de este texto de donde fue extraída esa pieza musical, de Job, donde él dice, “yo sé que mi redentor vive y al fin se levantará sobre el polvo y después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios.”

Y entonces me puse esta semana a explorar ese pasaje y pensé, aunque es un pasaje difícil de exponer en toda su complejidad, me voy a proponer usarlo como base para mi sermón en esta tarde. Y deseo que esto sea como un poema dedicado al Señor Jesucristo y a su resurrección y que todos nosotros podamos afirmar estas palabras de Job, un hombre que conoció el sufrimiento como ningún otro hombre posiblemente, por eso está en la escritura.

Job después de una vida próspera, bendecida, Dios le había dado hijos, le había dado prestigio, influencia social, gran riqueza, todas las cosas que un hombre podía desear, se encontró involucrado en una controversia entre Dios y Satanás. Satanás, cuando Dios le dice, mira mi hijo Job, no te avergüenzas cómo me sirve. Era un hombre piadoso, un hombre temeroso de Dios. y Satanás le dijo, como es nuestro acusador, sí, eso es cierto, él te sirve porque tu le has dado todas estas bendiciones, toda esta riqueza, toda esta gloria, pero quítale esas cosas para ver si te bendice en realidad.

Y el sentido de honor de Dios se vio implicado en esto y el Señor le dijo, está bien, quítale esto, después quítale lo otro, y Job fue perdiendo todo lo que él había apreciado y tenido hasta que se quedó absolutamente desprovisto y lo último que le tocó fue su mismo cuerpo y su cuerpo se llenó de llagas y de cosas supurantes y de terrible dolor e incomodidad, todos sus hijos murieron en un accidente un día, su dinero se fue todo. Y este hombre pasó años y esto es lo que describe el Libro de Job, luchando con Dios y preguntándole, Señor, por qué me ha pasado esto? Si yo te he servido, yo he sido fiel a ti, yo he vivido una vida justa, he hecho todo lo que estaba de mi parte.

Y para colmo vinieron sus amigos, entre comillas, bien intencionados y hermanos, tengamos mucho cuidado muchas veces con el consejo que le ofrecemos a la gente que está sufriendo. Nunca le diga a nadie, mira, eso está pasándote porque Dios está tocándote por alguna razón porque hiciste esto, porque hiciste lo otro. Aún cuando usted piense que es así, tenga mucho cuidado. Estos amigos vinieron a donde Job y comenzaron a decirle que era porque él tenía algún pecado escondido y que por eso Dios… no entendiendo todo el misterio que estaba detrás de la situación de Job, que era una controversia y que Job era como el vínculo principal de la honra de Dios y había que ver si él se iba a mantener fiel dentro de todo.

Y dentro de su gran confusión, su gran sentido de pérdida, de dolor, de sufrimiento, de agonía física, le brotaron estas palabras, que precisamente por ese trasfondo tan doloroso y tan terrible tienen un significado mucho más valioso, más poderoso, “Yo sé que mi redentor vive.”

Podemos nosotros, hermanos, cuando nos encontramos en lugares de pérdida decir de esa manera y todavía alabar al Señor? Yo le pido al Señor que me ayude en mi propia vida si hay un momento de pérdida o de prueba que yo pueda tener la fortaleza para decir, Padre, beso tu mano y te bendigo y yo sé que tu vives. Yo sé que tu eres real, yo sé que tu eres fiel.

Job estaba diciendo esto desde las entrañas mismas. Y yo no estoy seguro que él sentía todo lo que estaba diciendo, pero lo declaró por fe de todas maneras. Y yo veo en este pasaje misterioso una serie de elementos que son bien importantes que nosotros tengamos en nuestro corazón claros y que si no lo tenemos así, entonces necesitamos venir delante de Dios y como ajustar nuestra fe y ajustar nuestra confesión.

Y yo quiero invitarte a que tu hagas un recorrido espiritual a través de tu vida y te preguntes si tu puedes decir estas cosas que Job está declarando aquí. y quiero ir al punto principal central de su declaración, la palabra redentor. Porque esa es una palabra bien importante porque… recuerden otra cosa antes de decir esto, que Job es el libro más antiguo de toda la Biblia, aunque que está como a la mitad casi del Antiguo Testamento es el libro que fue el primer libro escrito de toda la escritura. Es más, es el libro y el relato más antiguo de toda la Biblia.

Algunos comentaristas de la escritura dicen que este libro fue escrito como 1500 años antes de Jesucristo y que es un libro misterioso porque no se sabe de su procedencia ni quién lo escribió. Si se supiera quién lo escribió por lo menos se podría datar, pero no es así. Por lo menos muchos cientos de años antes de que Cristo viniera al mundo y que él ejerciera toda su función redentora y salvífica, Job está diciendo estas palabras y yo creo que en buena parte sin entender todo lo que él estaba diciendo.

Yo creo que Job entró como en un trance profético y comenzó a declarar cosas que tenían que ver con su situación personal ciertamente, y era una afirmación de fe que él estaba haciendo de su condición, pero en realidad el Espíritu Santo estaba dirigiendo a Job porque Dios sabía que este drama que estaba expuesto en este libro iba a servir como fundamento para el consuelo de incontables almas a través de la historia de la humanidad y para muchos de nosotros leer este libro nos ha traído consuelo. Guau, si Job lo hizo yo también lo puedo hacer. Si Job mantuvo su fe en medio de algo que negaba totalmente la fidelidad de Dios, yo también lo puedo hacer.

El Señor estaba elaborando un libro que parecía que era para ese momento pero era para toda la eternidad. Y eso nos recuerda algo, hermanos, que nosotros somos testigos vivientes y que lo que nosotros pasamos en nuestra vida está expuesto no sabemos a quién pero, cómo nosotros pasamos las pruebas de la vida, cómo nosotros vivimos, cómo testificamos las cosas que decimos, a veces tienen resonancias para toda la existencia, y hay impactos que tienen que nosotros ni siquiera nos damos cuenta para la eternidad.

Y Job está declarando en este libro, “yo sé que mi redentor vive.” La palabra redentor es una palabra que hoy en día en el siglo XXI nosotros los cristianos después de haber leído las cartas de Pablo y los Evangelios y conocer el drama de Jesucristo en la cruz, su salvación sustitutiva por nosotros, su muerte en la cruz, su justicia, imputada a nosotros por medio del sacrificio de Jesús en la cruz del cual cantamos tan elocuentemente esta tarde, nosotros entendemos lo que quiere decir la palabra redentor, pero Job no entendía ninguna de estas cosas.

Job no sabía que él estaba en realidad predicando un pequeño Evangelio en 3 ó 4 oraciones y que él estaba haciendo como un catequismo que nosotros también tenemos que poder confesar en esta tarde y si hay una pieza, es como un reloj este catequismo, es un reloj que cada pieza está engranada con la otra y si una pieza no funciona las otras tampoco van a funcionar. Entonces es importante que tu entiendas en tu espíritu los diferentes elementos que componen la declaración de Job.

Y la primera palabra que Job usa, la palabra principal es eso, redentor. Yo sé que mi redentor vive. Y esa palabra que nosotros traducimos al español redentor, es una palabra que está cargada de significado en el hebreo original en que el Antiguo Testamento fue escrito. La hemos traducido al español redentor, en inglés se traduce redeemer, pero esa palabra que Job usó era una palabra que en su mundo era muy entendida porque el goel, esa es la palabra original que Job usó, yo sé que mi goel vive. El goel era un personaje que a veces lo vemos en las páginas del Antiguo Testamento, por ejemplo en el caso de Boosz cuando redime a Ruth y le lleva descendencia. Porque el esposo de Ruth muere sin dejar descendencia y Booz se casa con Ruth para redimir en un sentido la descendencia de su pariente. Y al casarse con ella y darle hijos y parentela entonces permite que la descendencia de ese pariente continúe y su nombre continúe.

El goel era un personaje como Booz que jugaba un rol redentor y de asistencia y de ayuda en una crisis de la familia. Era como un patriarca en un sentido que servía como abogado, servía como defensor de los derechos de algún miembro de la familia. Era un personaje respetado, poderoso, a veces podía jugar el papel de un vengador de justicia por alguna ofensa recibida por la familia. Representaba a alguien en la corte de la tribu o de la comunidad, se paraba al lado de alguien de la familia cuando estaba en problemas y en necesidades, y yo espero que usted vaya viendo ya esta idea de Jesús en su rol de paracletos, de ayudador, que se para al lado de nosotros, que nos representa, que un día nos representará en la corte celestial y que abogará por nosotros ante el Padre celestial.

Entonces, todas estas ideas del goel como este personaje que defiende nuestra causa y que nos representa ante una corte, y que se para en sustitución de nuestra debilidad, de nuestra flaqueza, lo que nosotros no podemos hacer, él lo hace a favor de nosotros. Eso es lo que Cristo hace. El Señor suple todo lo que tu y yo no podemos suplir ante la corte de Dios. Ninguno de nosotros, dice la Biblia, puede ser salvado por su propia justicia. Nadie puede venir ante Dios por más bueno que sea, por más bien que se comporte, por más obras de caridad que haga, por mejor ciudadano que sea, por mejor padre que sea, por más trabajador que sea, por más bien comportado que sea, nadie puede venir ante el trono del juicio eterno un día y decir, aquí estoy, no tengo nada de qué arrepentirme. Déjenme entrar por mi propia justicia.

La Biblia dice que no es por nuestra propia justicia sino por la justicia de Cristo Jesús. Dice, no por obras, para que nadie se gloríe. Todos nosotros, no importa quiénes somos, estamos en déficit, somos débiles, somos deficientes ante la corte de Dios. Solamente a través de nuestro goel, nuestro redentor, Cristo Jesús, nosotros podemos venir ante el trono de Dios. y un día tendremos que venir todos, un día cada uno de nosotros tendrá, dice la Biblia, que dar cuenta de lo que hemos hecho, sea bueno o sea malo, y necesitaremos un goel, necesitaremos un redentor, Cristo Jesús que abogue por nosotros, que se pare frente a nosotros y que el Padre no nos vea a nosotros sino que vea a Cristo Jesús primero que nosotros y nos vea a nosotros a través de la justicia de su Hijo Jesucristo.

Job no entendía estas cosas, pero estaba diciéndolas como en un trance profético, como hubo en otras ocasiones, a través de la escritura uno ve muchos pasajes donde personajes de la Biblia hablaron de cosas que habrían de pasar cientos de años después y que entonces se podría entender lo que se quería decir. Como el caso, por ejemplo, de la sangre que era pintada en el dintel de las puertas de los hebreos antes de salir de Egipto. Dice la Biblia que Dios iba a destruir todos los primogénitos de los egipcios pero mandó que en todas las casas judías se pusiera sangre de un cordero alrededor de la puerta y cuando el ángel de la muerte pasara para tocar la vida de todos esos primogénitos de ese país que se había revelado contra Dios, al ver la sangre en el dintel pasaba de largo. Y ese es el significado de la palabra pascua, de hecho, pasah, que quiere decir pasa de largo.

Entonces, nadie entendía lo que estaba haciendo pero después de siglos nosotros entendemos que esa sangre del cordero pascual que es Cristo Jesús, es la que nos lava de todo pecado. Y entonces la Biblia estaba anteponiendo un símbolo de algo que habría de suceder siglos después, que ahora nosotros entendemos perfectamente.

Cuando Job está diciendo redentor, está diciendo yo necesito y sé que tengo un redentor, tengo alguien que puede abogar por mi causa. Por qué? Porque estaba siendo acusado por sus amigos de tener pecados y por eso Dios lo estaba condenando, que por eso estaba sufriendo, amigos bien intencionados pero necios que no entendían lo que había detrás de ese padecimiento de Job, todo el drama glorioso que había.

Pero Job decía, no, yo sé… cuando su mujer le dice, maldice a Dios y muérete. Dice, no, yo sé que mi redentor vive, yo sé que él está conmigo. Yo tengo un redentor, yo tengo un abogado, yo tengo alguien que aboga por mi causa y que va a mostrar tarde o temprano que yo soy justo y que yo no merezco esta situación.

Y así nosotros tenemos que ver a Jesús como nuestro redentor. Conoces tu a Cristo como tu abogado? Lo conoces como el que te va a representar un día cuando tengas que comparecer ante el trono de Dios? que entonces va a convertir el trono de juicio en trono de gracia para todos aquellos que creen en él. Necesitas reconocer a Jesús como tu redentor.

Lo segundo que dice Job, yo sé. Hay una afirmación de gran certidumbre. Nosotros tenemos que confesar con nuestra boca que Cristo es nuestro redentor. Y yo creo que Job tenía una angustia en su corazón y por eso al final dice, aunque mi corazón desfallece dentro de mí. Cuántas veces hemos dicho algo, aunque no lo sentimos completamente, pero lo decimos porque es la verdad de Dios, lo decimos confesando con nuestra, cosas que a veces no estamos seguros pero cuando las decimos se convierten en realidad.

El confesar a Cristo como Señor y salvador nunca va a ser algo que tu digas, yo creo ciento por ciento de certidumbre, siempre habrá algo de duda, lo que yo llamaría duda biológica. Hay momentos en que nuestra biología nos va a traicionar y la vida cristiana va a ser una vida de luchas, de dificultades y a veces el diablo nos va a decir como le dijo la esposa de Job, hey, deja de creer en esas patrañas.

Sin embargo, nosotros tenemos que confesar que Jesucristo es nuestro salvador, tenemos que decir, yo sé que Cristo es mi redentor. Estamos nosotros dispuestos a confesar con nuestra boca? La Biblia dice que hay que confesar a Cristo como Señor y salvador, hay que confesarlo ante los hombres. El Señor dijo una vez, el que me confiese ante los hombre yo lo confesaré ante mi Padre que está en los cielos. El que me niegue ante los hombres yo lo negaré ante mi Padre que está en los cielos.

Sabe por qué los evangélicos enfatizamos tanto el que la gente confiese a Jesús como Señor y salvador? Es por eso, es porque hay algo cuando tu declaras como hizo Job, yo sé que él es mi redentor. Es como que tu firmas algo en el mundo del espíritu, con nuestra boca nosotros declaramos algo. Es como cuando en esas transacciones electrónicas nos dicen, chequea aquí esta marquita, queriendo decir que usted firma.

Cuando un hombre o una mujer declara con su boca algo está poniendo detrás de ellos su voluntad, sus emociones, su personalidad, todo su ser. Y nosotros tenemos que llegar a ese punto que digamos ante los demás, yo sé que Cristo es mi salvador y mi redentor y yo lo recibo de esa manera.

Estamos nosotros claros en eso? Todos los que están aquí, hemos confesado a Jesús como nuestro Señor y salvador? Y si no lo has hecho yo quiero invitarte a que ahora mismo tu comiences a mover tu espíritu en esa dirección y al final de este tiempo yo no quiero que nadie se vaya de aquí sin estar claro en que tiene un redentor que es Cristo Jesús. Y que tu lo hayas confesado, y que tu te vayas seguro, que no vengas a un servicio como este tan hermoso simplemente por costumbre o por inercia o porque alguien te invitó y no quisiste desairarlo. Vete de este lugar habiendo firmado un pacto con Cristo Jesús.

La única alternativa es decir que no, o se dice que sí o se dice que no. si no dices que sí estás diciendo que no. y si dices que sí no estás diciendo que no. así que yo te invito en el nombre del Señor ahora mismo a poner tu ‘yo sé’, esa convicción dentro de ti, y entonces deja que el Señor vaya guiándote.

Sabe que hay personas tienen un poquito de duda y están luchando en su corazón, hay otros que todavía no todo está arreglado en sus vidas, tienen una relación romántica que ellos saben que no es de Dios o tienen alguna práctica en sus vidas que no es lo que Dios quiere, o están todavía en algún tipo de adicción a algo, o lo que sea, y dicen, no, yo no puedo confesar a Cristo como mi Señor y salvador. Sabe que lo que Dios quiere es que tu comiences donde tu estás y que de ahí entonces él te va ir llevando poco a poco a donde él quiere llevarte. Pero tienes que comenzar.

No dejes que el diablo te engañe diciendo, no todavía… porque el día que tu tengas las cosas bien listas y arregladas entonces ya no necesitas a Jesús. Si tu eres pecador, bienvenido al club, ahí es donde Dios te necesita para comenzar una obra de transformación en tu vida. Si eres pecador estás más que calificado para aceptar a Cristo como tu Señor y salvador.

Cuando yo miro en los pasajes de la escritura yo veo que el Señor una y otra vez se encontró… miren a Saqueo, un pecador… Saqueo no se había arrepentido, no había confesado a Jesús como Señor y salvador, pero el Señor le dijo, Saqueo, hoy yo quiero entrar a tu casa y quiero sentarme en tu casa. Y allí el Señor comenzó una obra en Saqueo hasta que Saqueo fue llevado a confesar a Jesucristo como Señor y salvador.

La mujer samaritana por igual. Todos eran personas que no estaban todavía preparados pero al aceptar a Cristo dentro de sí y en sus hogares, entonces el Señor pudo ir trabajando en ellos y llevándolos a donde tenía que llevarlos. Comienza confesando a Jesús como tu Señor y salvador y él te llevará a donde tu tienes que ir entonces.

Job dice, yo sé que mi redentor vive, mi redentor. Al decir ‘mi’ él está personalizando esa función salvadora de Cristo Jesús. No es un salvador genérico, es un salvador personal, que era lo que Job necesitaba en ese momento.

Cada uno de nosotros que está aquí en esta tarde puede decir con toda seguridad o por lo menos con una seguridad espiritual que Cristo es tu salvador personal, tu Señor personal? Tu sabes que tu no puedes depender de que tu mamá sea evangélica, o que tu abuelita fuera maestra de escuela dominical o que usara un vestido blanco y una mantilla cuando iba a la iglesia. Alguien ha dicho que Dios no tiene nietos, tiene hijos solamente. No hay nietos en el Reino de Dios, hay hijos. Hay personas que personalmente han confesado a Jesucristo como Señor y salvador.

Cristo tiene que ser tu Señor. Tu tienes que hacer un trato con él. Tu tienes que invitarlo a tu corazón. Tenemos que trabar una relación personal, individual con Jesucristo y tenemos que caminar cada día con la mano en su mano y tenemos que ir hacia una trayectoria donde Cristo venga a ser real en nuestra vida.

No es la iglesia, mucha gente se apoya de la iglesia y vienen a la iglesia y se cubren bajo la cobertura de la madre iglesia. Pero la Biblia dice que es cada uno de nosotros individualmente que tiene que aceptar a Cristo como Señor y salvador. El Señor dice, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo.

Todas las personas que el Señor alcanzó retratadas en la escritura las alcanzó individualmente y muchas veces les preguntó, crees tu que yo soy? Crees tu que yo puedo hacer esto? Crees tu que Jesucristo es Señor y salvador personal? No te apoyes de la iglesia. No te apoyes de una confesión general. Has aceptado tu al Señor? Ha visto el Señor ese momento en que tu alma se movió por dentro y se fue hacia él y le dijo, Señor, entra a mi vida? Lo has invitado a entrar a tu corazón personalmente? Has comenzado tu una relación diaria con Cristo? Donde entonces él te va a comenzar a hablar, va a comenzar a tratar contigo, va a comenzar a reconfigurar tu cerebro, tus neuronas, te va a impartir nuevos hábitos, te va a enseñar su palabra y vas a entonces a atravesar una trayectoria de santificación gradual, donde Dios va a ir renovándote de día en día.

Eso es lo que Dios nos llama. Él nos llama a la transformación de nuestra mente por medio de la renovación diaria de nuestro corazón. Job dijo, yo sé que mi redentor vive. Y esa palabra ‘vive’ es una palabra que sufre mucho empobrecimiento cuando entra al español y aún en el inglés también, porque el hebreo es mucho más complejo en sus implicaciones.

Cuando Job dice en el hebreo original ‘mi redentor vive’ la palabra que él emplea, todos los comentaristas que yo he leído, es una palabra que se refiere no a cualquier tipo de ser viviente sino Dios, divinidad, es decir, podríamos decir cuando Job dice yo sé que mi redentor vive, está diciendo, yo sé que mi redentor es el viviente, está vivo como Dios está vivo.

Si ustedes quieren que les de una ilustración porque este es un punto bien importante, en el libro de Génesis, ustedes recuerdan la historia de Agar, la madre de Ismael, que cuando Agar se encuentra en el desierto abandonada y ella y su hijo están a punto de morir, Dios la ve, dice la Biblia, y la rescata y le hace unas promesas acerca de su hijo Ismael. Dios la encontró en un pozo y dice la Biblia que Agar le dio un nombre a ese pozo, el pozo del viviente que me ve. Y en muchas palabras, dura cosa te es caer en las manos del Dios vivo, dice la Biblia.

Esta idea de vivo, de vivencia, es la palabra que Job emplea aquí para referirse a su redentor. Dice, yo sé que mi redentor es el viviente, es el Dios viviente. Está vivo. Es un Dios que encarna la vida. Y qué celebramos nosotros en el domingo de resurrección? Un Cristo vivo. Nosotros decimos, yo sé que nuestro redentor vive. Y eso es lo que hemos declarado en esta tarde. Tenemos un redentor que vive, vivo está declaramos.

Y eso es algo tan importante que nosotros tenemos que entender. Si Cristo no resucitó, dice la Biblia, somos los peores del mundo, somos dignos de misericordia, porque entonces Jesús viene a ser simplemente un mártir más que murió y que como Buda, como todos los demás, como Mahoma y todos los demás transformadores religiosos murió. El cristianismo es la única religión que se atreve a decir que su salvador vivo está.

Y eso es lo que nosotros celebramos durante el domingo de resurrección. Nadie, ninguna otra religión se atreve a decir esto. A través de los siglos muchos grandes cerebros se han propuesto refutar la resurrección. Uno de los últimos que lo hizo fue un periodista muy conocido aquí en Estados Unidos, un hombre de mucho renombre en el periodismo y él cuando su esposa se convirtió se le vino el mundo abajo, porque él era ateo. Y él queriendo salvarla de ese engaño que era el cristianismo, según él, y con todas sus destrezas periodísticas se propuso hacer una investigación como si fuera… porque su tipo de periodismo era periodismo jurídico, él supervisaba cortes y hacía reportes jurídicos para su periódico, uno de los grandes periódicos de Estados Unidos.

Y él dice que pasó un año y pico investigando todas las diferentes áreas que podían incidir sobre la resurrección y sobre la vida y la existencia de Jesucristo. Investigó la medicina, todos los relatos de la crucifixión y de la muerte y de los reclamos de la iglesia de que Cristo había resucitado, su existencia. Hizo un estudio exhaustivo como solo un periodista de su renombre y de su capacidad intelectual lo pudo hacer. Y él se propuso investigarlo de manera que si había algo que pudiera probar que la resurrección de Jesús era un mentira, él se propuso encontrarlo. Y ¿sabes qué? Terminó aceptando a Cristo como su Señor y salvador y hoy es uno de los pastores de renombre de esta nación y de hecho acaba de salir una película, que yo les recomiendo que la vean, desgraciadamente no está en todos los teatros y se llama The Case for Christ. El periodista es Lee Strobel y él escribió ese libro que es uno de los libros que más ejemplares ha vendido en los últimos años, millones y millones de ejemplares se han vendido de su libro donde él relata cómo fue arrastrado de su ateísmo a una convicción de que Jesucristo verdaderamente estaba resucitado.

Una de las cosas bien importantes es esta, hermanos, si tu no crees que Jesús es redentor, estás fallido en tu fe. Si no crees que es tu redentor, te falta también una pieza importante. Si no estás claro en tu convicción y no lo has confesado con tu boca que él es tu redentor, te falta algo. Y si no puedes creer que él está vivo hoy, te falta algo bien importante. Yo te llamo en el nombre de Jesús a confesar la resurrección de Jesucristo.

No podemos ser cristianos fidedignos si no podemos confesar que Jesucristo está vivo, que nuestro redentor vive. Y eso es lo que nosotros hacemos en este domingo. Y la última pieza que quiero dejar con nosotros en esta tarde y asegurarnos de que todos estamos claros en esto y si no estás claro, yo quiero que hoy peinemos esta congregación y vamos a pedirle al Espíritu Santo que nadie se vaya de aquí sin haber hecho esa confesión. Y pido que todos estén tranquilitos, nuestros niños, tomémoslos y vamos a tener un momento de tranquilidad para que todos nosotros podamos hacer una consideración bien claro.

Nuestros hermanos hujieres, por favor, ayúdennos en esto. La última cosa que Job declara es cuando él dice, y al fin se levantará sobre el polvo y después de desecha esta mi piel en mi carne he de ver a Dios. el Espíritu Santo sin que Job entendiera 1500 años antes de que viniera la doctrina de la resurrección, la doctrina del último juicio, la doctrina de los últimos tiempos, del fin del mundo, guió a Job a hacer una declaración muy poderosa que nosotros también tenemos que hacer.

Y es que un día todo esto que nosotros conocemos va a terminar. Los museos con todas sus obras de arte maravillosas, esas hermosas pinturas, esas estatuas se van a derretir como plomo caliente, los grandes edificios de Wall Street y de Paris y de Alemania, se van a derribar, se van a venir abajo como un castillo de naipes, los grandes aviones, las grandes construcciones del mundo, los grandes barcos, dice que los elementos van a ser derretidos antes de dar a luz a una nueva creación.

Un día todas las naciones del mundo van a reconocer que Jesucristo es el Señor. Todas las cosas de este mundo, todas las vanidades de este mundo van a pasar, dice, y al fin en el final de los tiempos se levantará sobre el polvo, y de nuevo, en el hebreo original lo que dice es más bien, él se parará sobre la tierra, sobre el polvo de la tierra, en el fin del mundo, en el fin de los días, el Señor se parará sobre la tierra, el Señor establecerá su señorío, su soberanía, su poder sobre el polvo de la tierra.

La Biblia dice que un día el Señor descenderá con voz de arcángel, con trompeta y se parará sobre el monte de los olivos, y dice la Biblia que el monte de los olivos se partirá en dos bajo el peso de su señorío y se hará un gran valle debajo de él. Y el Señor afirmará que todos los reinos de la tierra le pertenecen a él solamente y él será el Señor de Señores reconocido por todas las naciones de la tierra y entonces el Señor le entregará el reino a su Padre celestial y dirá, me lo han entregado a mí y ahora yo te lo entrego a ti para que Dios sea en todos, sobre todos y por todo. Aleluya!

Y ¿sabes qué? Nosotros estaremos allí para celebrar con Cristo por la eternidad. Y eso es lo que Job declara aquí. Job dice, después de desecha mi piel, mi cuerpo, después que yo me haya muerto, después que las lombrices se hayan comido mi cuerpo, eso es lo que dice en el hebreo original, mucho más gráfico que lo que está aquí, yo en mi carne he de ver a Dios.

Cuántos aquí en este lugar creemos que nosotros vamos a ser resucitados juntamente con Cristo Jesús? Puedes tu confesar con tu boca verdaderamente? Porque eso es lo que en última instancia, hermanos, nos consuela, nos afirma, nos fortalece, esa esperanza que nosotros tenemos. Sabe que esa es la última carta que el cristiano se juega. Nosotros podemos decirle al Señor, Padre, sáname, si estamos enfermos, podemos decirle, Señor, sácame de este aprieto en que me encuentro y quizás Dios te saque, quizás no te saque. Señor, ayúdame a salir de este aprieto de equis cosa, pero la última carta que nosotros nos jugamos es que si morimos para él morimos, si vivimos para él vivimos, sea que muramos o que vivamos del Señor somos. Aleluya!

Todos vamos a tener que morir a menos que no sea esa generación que estará aquí cuando Cristo venga. Todos vamos a padecer. Lo que a mí me consuela en este mundo es saber que los afanes y los sufrimientos de este mundo no son nada comparados con la gloria que nos espera en la patria celestial. Y para tu tener ese consuelo en tu corazón, hermano, tu tienes que creer verdaderamente que tu vas a ver a Dios en tu carne. No lo vas a ver a través de un video, no, con mis ojos, dice Job, al cual veré por mí mismo y mis ojos lo verán y no otro. Aleluya!

Sabes que tu cuerpo es pasajero, tu cuerpo es fallido, tu te puedes ir a los 20 años, a los 30 o a los 80 o a los 100, pero lo maravilloso para un hijo de Dios es que nuestra existencia no está condicionada a cuántos años pasamos sobre la tierra, sino que nosotros tenemos una vida eterna y que un día veremos a Dios cara a cara y que en ese día toda lágrima será enjugada de nuestros ojos, toda queja será acallada y nosotros vivimos en este mundo y vivimos los afanes y las incomodidades y las molestias y los padecimientos de este mundo como Job lo vivía, en ese momento él estaba lleno de llagas y de dolencias, pero él decía, aunque mi cuerpo se deshaga yo sé que yo lo veré con mis ojos, con mi cuerpo lo veré.

Oh mi hermano, mi hermana, yo espero que en esta tarde tu también puedas estar seguro de que tu vida, tu cuerpo, tu existencia eterna están en las manos de Dios y que si te vas de aquí en este momento cuando tu salgas por esa puerta, nadie te puede robar lo que Dios te ha dado, que es tu salvación eterna, la salvación de tu cuerpo.

Yo quiero que bajemos nuestras cabezas en esta tarde y mientras escuchamos un minuto la adoración yo te invito al mayor privilegio que un hombre o una mujer puede tener y es considerar si tu estás claro con respecto a los reclamos del Señor. El Señor ahora mismo se presenta delante de ti y él se divide en cientos de lugares en este espacio y él se para con su ropaje real delante de ti ahora mismo y toca a la puerta de tu corazón, él toca a tu voluntad, a tu sentimientos y él dice, puedo entrar? Puedo entrar como tu salvador personal? Puedo entra como tu redentor? Puede entrar como el garante de tu vida eterna? Puedo entrar como el que es tu justicia el día que tengas que venir ante el trono del juicio? Y solo tu tienes la manija del otro lado de la puerta que puede abrirle la puerta al Señor porque él no va a forzar. Esa puerta eres tu quien tiene que abrirla.

Y yo te invito ahora en el nombre de Jesús a abrir la puerta. Visualízate a ti mismo abriendo la puerto, si no lo has hecho antes, esa puerta tu tomas la mano, la pones sobre la manija, del otro lado está la persona luminosa de Jesucristo y él está esperando que tu le abras la puerta y que le digas, Señor, entra a mi casa. Paséate por todos los salones de mi casa, paséate dentro de mi voluntad, dentro de mis emociones, mi cuerpo, mis recuerdos y memorias, mis apetitos, mis sueños, mis proyectos y planes, mis relaciones humanas, mi profesión, todos los salones de mi casa, Señor, te invito a pasearte por ellos y a poner tu bandera en cada uno de ellos y yo te recibo, te reconozco, te acepto, te confieso como mi redentor vivo, mi redentor personal, mi salvador.

Y si tu has hecho ese acto en esta tarde, si lo has llevado a cabo, yo quiero invitarte a que levantes tu mano en esta tarde ahora mismo, levanta tu mano e invita a Jesús ante tu congregación, ante tu comunidad para ser tu Señor y salvador. Todos aquellos que quieran confesar a Jesús primera vez, si no lo has hecho antes, te invito a levantar tu mano en alto, no tengas temor, no tengas vergüenza, confiesa a Jesús.

Dios te bendiga, mi hermana. Dios te bendiga. God bless you, my brother. I know that God is doing a beautiful work in your life. Dios bendiga esas manos que se levanten. Hermano, no tengas temor, que día más precioso donde tu puedes decir, yo sé que mi redentor vive. Dios te bendiga. Que se levantes esas manos. Yo sé que hay muchas manos. Yo creo que vamos a tener una cosecha esta tarde como Munca antes, lo confesamos así en el nombre del Señor. Levante su mano. Allá arriba también. Si alguien ve a alguien levantar su mano acérquese, ábrele la puerta al Señor, toma la manija y abre la puerta y di, Señor, entra. Cena conmigo, yo quiero cenar contigo. Yo te recibo, yo te confieso, mi redentor viviente. Yo sé que un día te veré en la eternidad. Tu eres mi Dios. Tu eres mi Señor, mi salvador.