Que esperas de Jesus? (Lucas 24:13)

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Yo quiero darle las gracias a Dios por el ministerio de jóvenes de esta iglesia, hermanos. Estos muchachos que ustedes ven aquí arriba que ponen toda su pasión para adorar y alabar al Señor, usted tiene que conocerlos a ellos para verdaderamente saber todas las cosas que estos muchachos pasan. Y a través de 3 años, yo he aprendido a apreciar el don y el regalo que estos muchachos son. Yo, por ejemplo, me fijo en Raúl que es un muchacho que está reciente aquí, que acaba de llegar a nosotros, que está cantando aquí enfrente. Raúl salió de ‘Teen Challenge’. Dios lo rescató de las calles, ha transformado su vida y ahora es un muchacho que está encendido por el Señor en una manera que hasta yo mismo me asombro cuando lo veo y es para mi como que un regocijo ver eso, de saber de cómo Dios tiene el poder para tomar a una persona y transformarla por completo cuando esa persona realmente pone su vida en sus manos.

Y no es solamente el sino muchos otros muchachos que estaban aquí, hermanos, muchos de ellos están peleando con llamados ministeriales. Yo tengo una gran carga en mi corazón para orar para que ellos puedan discernir y entender ese llamado que Dios tiene para sus vidas, y yo quiero compartir esa carga con ustedes, para que ustedes también puedan orar por ellos. No tan solamente por ellos sino por toda la juventud que nosotros tenemos en nuestra iglesia. Dios tiene grandes propósitos con la juventud de esta iglesia, tanto adolescentes como jóvenes adultos, y yo se que sus propósitos se van a lograr. Así que pongo esa palabra ahí para honra y gloria de Dios y también para dejarles saber a ustedes, muchachos, que ustedes guardan un lugar bien especial, no tan solamente en el corazón de Dios sino en el corazón de esta iglesia también.

Bueno, vamos a lo que vinimos. Hermanos, yo no se cuántos de ustedes participan en los miércoles en la noche en los tiempos de oración que nosotros tenemos aquí. Yo les recomiendo que si no lo hacen, que lo consideren hacerlo, porque es una gran bendición, sacar tiempo para orar en el medio de la semana. Pero yo recuerdo que hace unos miércoles atrás, yo había compartido una reflexión que era mas bien parte de un estudio personal que yo hice, lo quise compartir con muchos de los hermanos ese miércoles, y hoy quiero traer esa reflexión y compartirla con ustedes en un contexto mayor de aquí en la iglesia. Y yo no se cuántos de ustedes tienen expectativas con respecto a la vida y mayormente cuando estamos hablando acerca de nuestra vida en Jesús.

Hace unos jueves atrás yo recuerdo que yo estaba en la cárcel, en una de las visitas que yo hago para predicar, y uno de los muchachos allí en la cárcel que ha aceptado al Señor, de repente se me acercó a mi y me preguntó: Pastor Omar, yo tengo que hacerle una pregunta. Dime: So what? Esa fue la pregunta que me hizo. After you accept Jesus Christ, so what? Después de que tu aceptas a Jesús, ¿qué pasa, qué más hay? Yo estoy esperando que yo pueda salir de la cárcel para volver a estar con mi familia pero nada de eso ha pasado todavía. Estoy metido en problemas con muchos de los muchachos que están aquí mismo en la cárcel, que son tal vez de otras gangas y yo no quiero buscar problemas con ellos pero ellos si lo buscan conmigo, ¿qué más? ¿qué puedo esperar de esta vida? Y esa mera pregunta me hizo cuestionar a mi algo que muchas veces hay gente que entra en la vida cristiana con las expectativas incorrectas. Y yo entiendo que para uno poder disfrutar la plenitud de lo que es una vida en Jesús, nosotros tenemos que tener una perspectiva correcta de lo que significa tener a Jesús en medio de nuestra vida, de lo que significa el yo decir: Jesús, te acepto en mi corazón como mi salvador personal, que tu eres el que limpia y lava todos mis pecados, me renuevas delante de Dios y eres el que me da la vida eterna. ¿Qué es lo que significa el yo hacer una confesión como esa, y qué implicaciones tiene tanto para mi personalmente como para mi, en vista de otros también? Así que yo quisiera dirigirlos en una reflexión basado en esto pero antes déjame orar. Déjame no decir nada más sin orar.

Dios yo elevo mi corazón ahora mismo delante de ti, Señor porque yo se que estoy delante de tu presencia y compartir tu palabra es una responsabilidad bien grande y yo no lo quiero tomar en una manera mediocre, Jesús. No te pido que me escondas detrás de la cruz porque estoy de frente de ti, Señor, solamente pido que tu tomes el control de mis palabras , de mi corazón, de mi cuerpo, de todo lo que yo soy, mi pasión por ti, mi pasión por tu palabra, toma control de todas las cosas. Tu conoces la necesidad con la cual tu pueblo ha venido hoy delante de ti, te pido que tu palabra como es viva y eficaz puede traspasar a lo más profundo de nuestros corazones, nos inspires, Señor y nos des ese aliento que necesitamos para poder seguir adelante en nuestro caminar contigo. Gracias te doy, Jesús. Hoy llevo cautivo, Señor, todo pensamiento que se revele en contra tuyo, lo llevo cautivo en tu nombre, Jesús, y declaro oídos y corazones abiertos para recibir tu palabra hoy. En el nombre de Jesús, amen.

Quisiera que vayan conmigo a Lucas 24. Es un pasaje que tal vez se usa mucho cuando estamos en el tiempo de Semana Santa, pero yo entiendo que es un pasaje que tiene mucho, hermanos, honestamente hay veces que nosotros leemos la Biblia así a lo loco, y leemos un verso detrás del otro pero no paramos a profundizar en algunas cosas que están allí presentes en la escritura. Y en Lucas, Capítulo 24, versículo 13 hay un relato de dos hombres de camino a la ciudad de Emaús o a la aldea de Emaús, mejor dicho. Solamente voy a leer algunos versos, no lo voy a leer todo porque voy a ir a través de algunos de ellos, pero ustedes me pueden seguir.

Dice así el versículo 13, Lucas, Capítulo 24: “...y he aquí dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús. Estaba a 60 estadios de Jerusalén (más o menos 7 millas y media si lo cambiamos a millas) e iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido, esto es la muerte de Jesús en la cruz, y sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos, más los ojos de ellos estaban velados para que no le conociesen. Y El les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tienen entre vosotros mismos mientras caminan? ¿Por qué están tan tristes? Respondió uno de ellos que se llamaba Cleofás y el le dijo: ¿Acaso eres tu el único turista, forastero en Jerusalén que no ha sabido de las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces Jesús les dijo: ¿Qué cosas?”. Vamos a dejarlo ahí.

¿Qué cosas? Hablando acerca de expectativas, hermanos, este pasaje demuestra a dos hombres que tenían grandes expectativas acerca de la persona de Jesús. Ustedes tal vez se dan cuenta que el pasaje no identifica a estos dos hombres como el círculo de discípulos más cercano a Jesús, el grupo de los 12, 11 en este caso, porque ya Judas había sido eliminado del panorama. Pero ellos dos no eran parte de ese grupo de discípulos más allegados. De hecho, en mi estudio de este pasaje, muchos de los comentaristas dicen que estos dos pueden estar relacionados al grupo de los 70 mencionados en Lucas, Capítulo 10. el grupo de 70 discípulos cuando Jesús envió el grupo de 70 para ir y predicar, como quien dice, preparando el camino también en nombre de Jesús, ellos volvieron y compartieron con Jesús de todas las cosas que habían pasado, de cómo los demonios salían y enfermos eran sanados. Muchos comentaristas los identifican a estos dos hombres como parte de ese grupo de los 70.

Ahora pero hay algo bien interesante de este pasaje que me llamó la atención, que tal vez uno lo lee por encima y es como que está ahí, pero a mi me llamó mucho la atención que después del acontecimiento de la crucifixión en la cruz estos dos hombres, iban de camino ¿a dónde? A Emaús. Saben yo creo que cuando la Biblia pone algún detalle ahí, por alguna razón es. Si dice que estos dos hombre iban de camino a esa ciudad, Emaús, yo me puse a preguntar, y ¿qué es Emaús, dónde está Emaús? Obviamente nos dice que está a una cierta distancia, a unas 7 millas de Jerusalén, y allá iban caminando, pero cuando me puse a indagar acerca de la ciudad de Emaús. ¿Saben lo que significa Emaús? Emaús significa manantiales tibios o baños tibios. Eso es lo que significa el nombre Emaús. Así que yo en mi estudio yo puedo inferir que estos dos hombres después de haber experimentado todas las cosas que experimentaron en el tiempo de la crucifixión y que tal vez sus expectativas se fueron por el piso, estos dos hombres iban de camino a la tibieza, a lo cómodo, tal vez lo familiar, lo conocido para ellos.

Yo no se si ustedes se recuerdan, pero en Apocalipsis dice que más vale que tu seas frío o caliente porque si eres tibio, ¿qué te pasa? Afuera que vas. Y yo me digo que esto es bien interesante porque para nosotros hay algunas cosa tibias que nos gustan, por ejemplo que yo sepa la mayoría de nosotros si por una muestra de manos, si yo les pregunto ¿cuántos de ustedes se bañan con agua tibia? No levantaron la mano. ¿Se bañan con agua caliente? ¿Se bañan con agua fría? Los que no están levantando las manos me están preocupando, saben, porque entonces la pregunta que tengo que hacer es; ¿se bañan, si o no? Si no quieren responder pues yo puedo asumir que la mayoría de nosotros nos bañamos con agua tibia. O al menos en los días de frió el agua caliente predomina. O tal vez algunos de ustedes se coman una sopa. ¿Cuántos de ustedes se comen una sopa bien caliente? ¿Y cuantos de ustedes le echan un hielito a dos para que se enfrié un poquito y después la puedan comer? Yo hago eso. Pero hay veces que las cosas tibias, cálidas es como que es placentero, es lo mismo que con la temperatura. Si está demasiado frió, oh qué frío hace. Si está demasiado caliente, ay, sálvame de este calor! Ahora, pero cuando la temperatura esta en 70 o 75, bien cálido pues, lo tibio, lo cálido, es familiar, es bueno, es placentero.

Pero cuando yo llevo estos conceptos a la vida espiritual, hermanos, lo tibio es un peligro. Lo tibio es un peligro porque demuestra una comodidad, una estabilidad espiritual que es totalmente opuesta a la espiritualidad que Jesús quiere que nosotros vivamos. Me da gracia porque uno le dice: que significa frío. Frío significa estar con el diablo y caliente significa estar con Dios ¿o es viceversa? Y yo lo que puedo decir es, mira, o tu eres frío o caliente con Dios o eres frío o caliente para el diablo. Las dos se aplican a Dios. Eso era algo que yo pensaba cuando era chiquito. Cuando yo leía ese pasaje me decía, bueno caliente será estar con Dios y frío será estar con el diablo, pero no hace sentido porque si el diablo está en el infierno, el infierno tiene que ser caliente, el cielo tiene que ser más friiito, así que cambiaba la perspectiva. Pero ahora que soy grandecito, pues ya puedo decir, uno o el otro, con Dios, o yo estoy frío con Dios, tenue que nada me vuele las azucenas, o estoy caliente, encendido con el Señor.

Y estos dos hombres iban de camino a un lugar tibio, un lugar cómodo, un lugar placentero, y esto me estuvo a mi tan interesante, hermanos, porque aunque eran hombres que no eran del grupo cercano de los discípulos, ellos como quieran tuvieran la oportunidad de experimentar algún contacto con Jesús, tuvieron esa oportunidad de poder estar o ver cómo ahí mismo el Señor les dio poder a ellos para que ellos fueran a cumplir con una misión y volvieron y tuvieron sus experiencias, las contaron, fue algo que ellos pudieron ver. Tal vez eran hombres que vieron cuando El dio de comer a los 5000, cuando vio cuando sanaba a los enfermos y estaba ahí con ellos. Pero no eran del grupo más intimo, era un grupo más superficial que se quedaba ahí en la superficie. Y yo entiendo, hermanos, que cuando estos dos hombres van ahí de camino a Emaús, una vez más, eran hombres que sus expectativas de Jesús fueron tronchadas, fueron quebradas, fueron rotas y entonces dijeron: Bueno, si este Jesús se murió todo lo que El había prometido, todo lo que El había dicho, se fue al aire pues, me vuelvo otra vez para mi casa. Me voy a lo que yo conozco, me voy a lo familiar.

¿Saben por qué yo digo que estos dos hombres tenían expectativas incorrectas? Si ustedes leen conmigo en el verso 19 dice “... entonces Jesús les respondió: ¿qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obras y en palabra delante de Dios y todo el pueblo.” Miren cómo estos dos hombres identificaron a Jesús, primero lo identificaron como un nazareno, segundo como un profeta, poderoso en obras, muchos milagros hacía, y poderoso en la palabra delante de Dios. ¿Saben lo que ellos fallaron? Que ellos no reconocieron a Jesús como el Mesías, no reconocieron a Jesús como el hijo de Dios, no reconocieron a Jesús como el salvador y el Señor y el redentor, no tan solamente de Israel sino de toda la humanidad completa. Por lo tanto el acercamiento que estos hombres habían tenido a Jesús, no había sido uno tan profundo para ellos conocer la real identidad de Jesús y por eso fue que sus expectativas fueron quebrantadas.

En el verso 21 miren como ellos le siguen diciendo: “....nosotros esperábamos que El era el que había de redimir a Israel, y ahora además de todo esto, hoy es ya el tercer día que ha acontecido todo”, lo de la muerte de Jesús. Ellos pensaban que Jesús iba a ser un gran líder político, que iba a traer orden una vez más a Israel. Ya que estaba haciendo todos estos milagros, todas estas señales, pues ellos pensaban; pues este va a ser el hombre que va a restaurar el orden político de Israel, tenemos esperanza, así que nosotros nos vamos a acercar para poder ser parte de ese reino también. Pero esa no eran las intenciones de Jesús. La intención de Jesús era restaurar el corazón de Israel y reconciliarlo una vez más con Dios, no eran de traer un orden político, era restaurar corazones con su Creador. Pero ahí en medio de ese camino a Emaús, estos hombres iban preguntándose, cuestionándose, la confusión que ellos tenían.

Miren, cuando uno se confunde hay veces que uno piensa, dice o hace cosas que no tiene uno ni sentido ni dirección. Eso pasa a una persona confundida no puede coordinar bien, no tiene la habilidad de poder tener una mente y unas emociones estables para poder tomar decisiones que lo puedan ayudar a seguir adelante. Y en ese caso, estos dos hombres, al menos tuvieron la gran idea de irse juntos y no irse uno por un lado y otro por otro lado. Si se hubiesen ido solos, su confusión hubiese sido aún mayor, pero al menos estando juntos tenía la oportunidad al menos, como quien dice, de desahogarse uno con el otro y estar hablando el uno con el otro. Cuéntame tu tus confusiones y yo te cuento las mías. Uno podrá pensar: Omar, pero eso suena como un ciego dirigiendo a otro ciego. No yo lo digo, eran dos ciegos caminándose sus cosas ellos dos solos. Pero estaban juntos, hermanos.

Voy a punto con esto de estaban juntos. Hay veces que cuando uno se confunde, uno como que se encierra en si mismo. Hay veces que la reacción de la persona es encerrarse en si mismo o en si misma, y desconectarse del resto del mundo. Pero estos dos varones decidieron irse juntos, y fue en ese caminar donde Jesús se apareció a ellos. Miren esto que interesante, hermanos. Presten mucha atención a esto, porque esto tiene un punto aquí. Uno puede pensar que si Jesús tenía su grupo de discípulos, más cercano, que entonces Jesús solamente se iba a revelar a ellos, porque eran sus discípulos cercanos, era su circulo más íntimo y uno puede entonces entender si Jesús se va a revelar, pues El se va a revelar solamente a aquellos que más cerca estuvieron con El. Pero aquí yo puedo ver que Jesús decidió revelarse no tan solamente a un grupo íntimo, sino que se reveló también a aquellos que no eran parte de ese equipo, de ese grupo. Y El se acercó a ellos.

Si ustedes se dan cuenta, hermanos, en la Gran Comisión, en Mateo la Gran Comisión, si ustedes la leen bien, no tan solamente los discípulos eran los únicos que estaban allí con Jesús, había otras personas adicionales a los discípulos y cuando Jesús da la Gran Comisión no se la dio a los doce solamente, se la dio a todos los que estaban allí presentes. La revelación de Dios no esta solamente para un grupo íntimo, selecto, la revelación de Dios es para todos. La revelación de Dios es para alcanzar a todo el mundo.

Y ese es el ejemplo que yo puedo ver aquí, de cómo Jesús se acerca a estos dos hombres y les hace entender cosas que ellos no habían podido entender porque no estuvieron en la cena con Jesús, no estuvieron cuando Jesús les lavó los pies a sus discípulos, pero ahí va Jesús y se acercó a ellos. Y esta caminata es bien interesante, en esa caminata Jesús comienza a revelarle a estos hombres todas las cosas que habían de acontecer con respecto a El desde Moisés hasta los profetas. El comenzó a revelarle la Escritura, si ustedes ven donde dice en el verso 27: “...y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas les declaraba en todas las escrituras lo que de El decían”, todas las cosas que tenían que suceder con respecto a Jesús. Pero tal vez estos dos hombres estaban tan metidos en su propia frustración que no podían entender eso. Cuando este pasaje dice que sus ojos estaban velados hay muchos escritores que dicen que fue Dios el que causó que sus ojos estuvieran cegados y que no pudieran reconocer a Jesús cuando estaba caminando con ellos. Pero hay otros que también dicen que por su propia confusión y su propia frustración no les dejó ver a Jesús, no los dejó reconocer Jesús que andaba con ellos.

Y hermanos, esto es algo bien interesante porque muchas veces nosotros podemos estar metidos en una situación y estamos tan enfocados en eso que no nos damos cuenta que tenemos a Jesús, como quien dice, en nuestras propias narices, y no lo reconocemos. ¿Por qué? Porque estamos metidos en una situación, nuestra mente, nuestras emociones, aún nuestro cuerpo, cada célula de nosotros está tan metido en eso que no puede reconocer la presencia de Dios en medio nuestro. Pero ahí van estos hombres, se iban acercando al lugar donde iba llegando y Jesús hizo como que iba en otra dirección. Miren cómo dice, verso 28: “..llegaron a la aldea donde iban y el hizo como que iba más lejos, más ellos lo obligaron a quedarse diciendo: Quédate con nosotros porque se hace tarde y el día ya ha declinado”. Y a mi me estuvo tan interesante esa acción de Jesús. Primero se apareció a ellos en el camino; segundo cuando ya se iban acercando El hizo como que iba en otra dirección. Y esto me da a entender dos cosas: 1) que Jesús no se impone a ninguna persona. Esa frase que nosotros decimos, que el espíritu santo es un caballero que no va a obligar a nadie, esa frase que nosotros muchas veces oímos de predicadores y aún gente cuando hablan acerca de su experiencia con el Señor, yo entiendo que sí que el Señor no se impone a nadie. El no va a causarte a ti que tu, como quien dice, torcerte el brazo detrás de tu espalda para decirte: Acéptame ahora. No, Jesús no va a hacer eso.

Al contrario en Apocalipsis dice: Estoy aquí, yo estoy a la puerta y llamo. Qué dice después? Si alguno oye mi voz y me da permiso para yo romper la puerta y entrar entonces estamos bien. Yo voy a venir con el equipo de SWAT de la policía, romper la puerta y voy a entrar, voy a ser morada con ellos. No, lo que dice es: si alguno oye mi voz, y abre, yo entonces voy a entrar, voy a morar con ellos, voy a cenar con ellos, voy a compartir con ellos. Jesús entonces entró porque estos hombres lo invitaron a estar con ellos. Miren qué interesante. ¿Qué fue lo que terminaron compartiendo? Terminaron compartiendo una tremenda torta de pan, “...Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió y les dio, entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron más El se desapareció de su vista”. Y entonces llego al verso que más me gusta de todo este pasaje. Mirem como ellos dicen: “no ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras. ¿Cuál fue el momento donde estos dos hombres pudieron entender que tenían a Jesús delante de ellos? Cuando estaban compartiendo el pan. Pero si ustedes lo ven en una manera más profunda, era cuando estaban reunidos en la hermandad con Jesús. Esa conexión de hermanos, esa conexión de compartir lo que ellos tienen, lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, fue ahí donde la revelación de Dios se hizo clara delante de ellos.

¿Saben qué, hermanos? Este pasaje representa muchas cosas de nuestro andar en nuestra vida cristiana con Jesús. Todo, todo este pasaje tiene algo que decirnos a nosotros. Muchas veces, hermanos, nosotros llegamos a aceptar a Jesús con expectativas incorrectas. Llegamos a Jesús porque queremos que El se encargue de nuestra esposa, o se encargue de nuestro esposo. Llegamos a Jesús porque tengo unos hijos que son unos bandoleros y me están causando trabajo y están en la cárcel metidos a cada rato, y llego a Jesús para que El los arregle, para que El se encargue de ellos. Llego a Jesús porque estoy en bancarrota y necesito dinero y yo necesito que el Señor me provea dinero. Llego a Jesús, porque tengo un problema en mi familia, sea en Puerto Rico, en Guatemala, en la Patagonia, allá en Argentina.

Y yo vengo entonces a Jesús para que Jesús se encargue de esa situación, y saben qué, aunque yo se que el Señor se puede encargar de todas esas situaciones y mucho más, pero si eso es lo que te está moviendo a ti a aceptar al Señor, estás haciendo una decisión incorrecta. ¿Por qué? Tu decisión por Jesús es porque quieres tener un encuentro y una relación con El. El propósito principal de Jesús es de restaurar y reconciliar tu corazón con Dios, no es de darte dinero, no es de darte un trabajo, no es de arreglar tu hijo que está en la cárcel. El propósito inicial de Jesús es de limpiarte a ti de todo pecado y restaurar tu condición de una naturaleza caída, a una naturaleza totalmente restaurada y reconciliado una vez más con tu Creador, Dios y Padre de cada uno de nosotros. Ese es el propósito inicial de Jesús. Una persona que viene aquí al altar: Si, yo quiero aceptar a Jesús como mi Señor y Salvador y lo confieso y aquí estoy pero tengo estos problemas y bla, bla..... y por ahí sigue la lista.

Y después se va de aquí, vuelve y se sienta y sigue llevando su vida normal común y corriente. Saben qué es eso? Yo le doy valor a eso, yo se que eso comienza algo en la persona, pero si la persona se queda solamente en esa decisión, se está quedando en la superficie. Le está pasando como a estos dos hombres, conocieron a Jesús solamente de la superficie y no tuvieron la iniciativa de acercarse aún más. No tuvieron la iniciativa de conocer a Jesús mucho más profundo, solamente se quedaron viendo todas estas cosas, ahí lo vamos a dejar. Eso no es suficiente. Yo se que este hombre va a hacer algo y espero entonces que lo haga, pero sus expectativas eran totalmente incorrectas, y si nosotros tomamos una decisión por Jesús, que se queda así en la superficie también hermanos, nuestras expectativas tarde o temprano se van a frustrar. ¿Por qué? Porque estamos esperando que el Señor haga algo, porque la intención de nuestro corazón es: si Señor yo quiero que tu pongas, a, b y z en su orden y eso es lo único que quiero de ti.

Pero el Señor te está mirando y te está diciendo: Tu quieres que yo haga de la A a la z, pero yo quiero de la A a la z en tu corazón. Y que va a pasar con esa parte? Si yo no tengo esa parte primero, el resto no va a caer en su lugar. Y entonces cuando el Señor no obra como nosotros esperamos, ¿qué pasa? Nos rebelamos y para donde corre cada cual? Cada cual se va de camino a su Emaús. Cada uno de nosotros incluyéndome a mi mismo, cuando las cosas que yo estoy orando, las cosas que yo estoy esperando de parte del Señor, no se dan, uno se decae. Bueno, yo esperaba que el Señor hiciera esto, yo esperaba que para este momento en mi vida yo pudiera haber alcanzado esto, esto y esto y todavía no lo he alcanzado. ¿Qué pasa? Que por tener mis expectativas incorrectas, me voy con el rabo metido entre la patas de camino a un Emaús. Me voy de camino a un baño tibio, me voy de camino a lo que parece ser cómodo, a lo que parece ser familiar para mi. En otras palabras me estoy dando a la escapada, me estoy escapando de lo que el Señor verdaderamente quiere para mi.

Cuando el Señor pide tu vida el te está pidiendo algo bien grande. La vida de uno muchas veces, uno la cuida un montón, uno quiere tener control de esa vida y cuando el Señor te está diciendo a ti: No, yo quiero total control de tu vida... Me estás pidiendo algo bien grande. El yo entregarle mi vida al Señor tiene unas exigencias que muchas veces, incluyen o la mayor parte de las veces, incluyen un sacrificio bien grande de parte nuestra, hermanos. Y cuando nosotros no pensamos en nuestro interior que no podemos vivir de acuerdo a esas expectativas que el Señor tiene de nosotros, entonces cogemos la ruta de escape: Ok, esto no es para mi. Hay mucha gente que puede reaccionar de distintas maneras. Hay gente que en su reacción cuando no ocurre lo que esperan del Señor se deprimen y se aíslan y ahí se quedan, se olvidan de que existe un Dios. Hay otras personas que lo hacen aún peor: hay personas que cuando no reciben lo que esta supuesta fe cristiana prometió que le iba a dar, no tan solamente se deprimen y se frustran sino que se convierten en expertos críticos de la vida cristiana y se atreven a decir que no vale la pena vivir para Dios.

Pero también hay personas que aunque tal vez sus expectativas no son llenas, y tal vez experimentan un período de frustración con todo y eso, se mantienen firmes y perseveran hasta alcanzar lo que están buscando. Y este es el ejemplo, hermanos, que yo entiendo que nosotros debemos seguir. Y tal vez ustedes o alguien que ustedes conocen se pueden identificar con esos otros ejemplos que yo mencioné, pero cada una de esas situaciones hermanos cumple un propósito específico en usted. Aun cuando sus expectativas no son llenas, no son satisfechas, eso puede servir para ustedes discernir e identificar que fue lo que los movió a ustedes en primera instancia.

Yo reconozco, hermanos, un pequeño testimonio aquí, que no creo que yo lo haya compartido antes. Cuando yo llegué aquí a Massachussets estaba estudiando en el seminario, a unos 25 minutos al oeste de aquí, yo recuerdo que yo llegué aquí convencido de mi llamado al ministerio y que yo estaba dispuesto a resistir todo y no hizo más que llegar la primera nevada, hablando de frió y caliente, no hizo más que llegar la primera nevada, hermanos, y yo me encontré en mi pequeño cuarto 10 por 10, sentado en una esquinita en el piso, diciendo: Señor esto no es para mi. ¿Qué yo hago aquí? Yo me ponía a pensar a veces, en el campo allá donde mi tío Eldo y mi tía Marisa, pastores y su esposa, una casita de campo allá en Ceiba, yo recuerdo que yo siempre iba para allá, y una parte de mi rutina era subir hasta la punta del monte donde yo podía ver toda la costa este de Puerto Rico completa.

Ese era mi lugar de encuentro, mi pequeño cielo. En esa montaña allá arriba. Yo me ponía a pensar en eso y cuando yo miraba por la ventana lo que yo veía era todo blanco. Y la nieve no caía de arriba hacia abaja, sino que caía de lado también. Yo me decía: ¿Qué yo hago aquí? Yo pude haber estudiado allá en el seminario en Puerto Rico, y yo aquí. Mi novia está allá, mi familia está allá, mis amigos están allá, ¿qué yo hago aquí? Hermanos, no se lo niego, por 3 meses yo caí en una depresión, por 3 meses, una depresión bien fuerte y yo lloraba todas las noches y no se lo decía a nadie, mis notas empezaron a irse de picada. Una noche llamé a mi madre: Mira, prepara las cosas que voy a volver para atrás. Yo recuerdo que ella con lágrimas en sus ojos, al menos yo no la veía pero al menos las escuchaba, con lágrimas en el teléfono ella me decía: Omar, yo quisiera que te vinieras para acá también, pero a ti el Señor te ha llamado para algo y por algo tu estás allá.

Yo recuerdo que esas simples palabras, y ese momento de frustración y depresión en el cual yo estaba se tornó en un momento de discernimiento intenso, hermanos, que ustedes no tienen idea del dolor que a mi me causó eso. Yo estaba en un momento decidiendo: Señor o te sirvo a ti o vuelvo para atrás como era todo antes, o acepto lo que tu tienes para mi aquí, o cojo mis maletas y me voy de camino a Emaús. Digo, no es que Puerto Rico sea un lugar tibio, pero ustedes entienden el mensaje. Al menos el agua es tibia allá.

Esa pelea que yo tenía en mi corazón, hermanos, sirvió para yo poder identificar cuáles eran mis intenciones y las razones por las cuales yo estaba aquí. No ha sido fácil, pero yo me dije: Señor, si tu tienes algo conmigo, yo quiero que eso se cumpla a su capacidad. Si hay algo que tu quieres con este vaso tan vil, hazlo Señor. Si tu a través de este proceso, tu me quieres romper a mi y cambiar mi perspectiva para que yo pueda entender aun más lo que tu quieres hacer conmigo, hazlo. Hermanos desde entonces estoy aquí todavía.

Miren los propósitos que Dios tenía que yo estoy aquí ahora hablando con ustedes. ¿Si he crecido? sí, he crecido, pero ¿saben para qué sirvió eso? Esa experiencia sirvió para el Señor decirme: Omar, no basta con conocerme a medias, tienes que entrar más adentro. Tienes que conocerme más. No basta con lo poquito que tu viste y viviste allá en Puerto Rico, tu tienes que vivir más. Yo te estoy retando a que tu vivas más. Y ese mismo reto que yo recibí, es el mismo reto que yo les extiendo a ustedes hoy. Dios nos reta a nosotros día tras día a no quedarnos en la superficie y hermanos, hay tantos pasajes bíblicos que reflejan esto.

Miren la visión del profeta Ezequiel, cuando el estaba con este varón de Dios que se le apareció y salían estos ríos del templo. ¿Ustedes se recuerdan de esa visión? El ángel midió cierta distancia y el caminó y el agua llegaba a los tobillos, después midió de nuevo y le llegaba a la rodilla, después subía hasta la cintura, después subía más hasta el cuello hasta que no podía hacer nada más sino que nadar. Profundidades, hermanos, no basta con ser del grupo de los 70, hay que ser parte del grupo de los 12. No basta con conocer las señales y milagros de Jesús, hay que conocerlo donde el me puede ver los pies, los cayos que tengo y dejarlo que el me lave los pies a mi.

Y algo que muchas veces la gente pasa por desapercibido, es el mero hecho de cómo Dios se revela a través de su cuerpo, de cómo Dios se revela a través de su iglesia, esa imagen de cómo Jesús se sentó con ellos a la mesa, partió el pan, compartió con ellos y sus ojos fueron abiertos, las confusiones se fueron, pero sus ojos fueron abiertos en ese momento. Eso es lo mismo que pasa cuando todos nosotros nos reunimos domingo tras domingo, miércoles tras miércoles, sábado tras sábado, o en cualquier otra célula o en cualquier otra actividad donde cuerpo y espíritu se reúnen: revelación de Dios se da. Y aquí es donde mucha gente no pueden entender o aceptar esto.

Porque hay gente que por tener la perspectiva incorrecta, llegan a la iglesia y lo único que pueden ver es un grupo de personas enfermizas, con malas mañas, con malas costumbres, con carácter, con actitudes, no me llevo con esta persona, y porque no me llevo con esa persona, no lo quiero ver o no la quiero ver, y por lo tanto ¿cuál es la decisión? No voy para la iglesia,... oh aquí no pasa, eso es en otras iglesias. Pues para que ustedes se lo cuenten a otros que están en otras iglesias entonces.

Hermanos, nosotros nunca podemos equivocarnos que lo que la iglesia significa es un cuerpo, y es el cuerpo de Cristo. Y aquí si habemos un montón de personas con distintos trasfondos, con distintas maneras de pensar, con distintas maneras de acercarse a la vida y de hacer cosas en la vida, pero a través de esa misma diversidad, es que el Señor se revela a cada uno de nosotros. Es a través de yo compartir con hermanos que son de Brasil que yo puedo ver como el Señor se ha revelado a sus vidas y como esa misma experiencia pueden nutrir la mía que soy de Puerto Rico, y estamos aquí en Massachussets los dos. Es a través de esa diversidad que yo puedo ver un muchacho que está metido en la cárcel, que estuvo en un programa que su vida es un desastre, y de repente el Señor lo transforma y el comparte esa experiencia conmigo, y eso me da a entender que el Señor está en acción en medio de su pueblo. Es a través de eso, que aunque tal vez yo puedo tener un problema con alguna persona en la iglesia, pero porque tenemos la perspectiva correcta de que tu eres un hijo de Dios, de que yo soy un hijo de Dios y aunque tal vez yo te falté el respeto y tu me faltaste el respeto, pero porque tenemos a la perspectiva correcta, esas cosas se pueden sanar y restaurar y podemos seguir adelante, viendo la revelación de Dios en medio nuestro.

Yo les quiero dar un ejemplo bien reciente, acabadito de sacar del horno: voy a usar a mi querido hermano Miguel de ejemplo. Miguel, ¿me das permiso? No te apures, no te voy a poner tanto en el spot. ¿Cuántos de ustedes dicen que Miguel tiene un carácter único? Al menos los que conocen a Miguel. Miguel tiene un carácter único. Tengo jóvenes acá arriba que pueden decir lo mismo también. Pero para mi, Miguel, se ha convertido en una parte tan vital en mi vida, la primera vez que yo lo conocí el vino y me saludó con un beso. Me lo plantó en el cachete. Y yo me quedé como que: Aja? O eres portorriqueño o eres de algún lugar en Europa que se saludan con un beso. Yo me quedé medio patidifuso, como ¿que es esto? Pero eso me demostró algo de el. Si usted lo conocen a cualquier persona, el saluda a la persona así. Yo lo empecé a conocer a Miguel y yo pude identificarme mucho con el, pero llegó un momento en que Miguel y yo tuvimos un trueque, tuvimos un pequeño problema y yo: aquí se fue ajuste Miguel conmigo, yo estoy seguro que Miguel decía lo mismo de mi: Aquí se fue ajuste Omar conmigo, olvídate. Pero yo entiendo que el es un siervo de Dios y el entiende que yo soy un siervo de Dios y hubo un día, yo voy y lo visito a la casa, nos sentamos en el sótano de el y empezamos a jugar un poquito de Play Station. Como mi esposa no me deja tenerlo, cada vez que yo voy allá pues, ahí es donde yo me desahogo y me curo un poquito y me voy a jugar Play Station allá con Miguel.

Pero de repente dejamos de jugar y comenzamos a hablar de lo que había pasado. Y, hermanos, no hay nada mejor, no hay nada mejor que uno ser totalmente honesto y transparente con una persona. Yo pensaba que de ese problema que Miguel y yo tuvimos, yo pensaba que íbamos a ser enemigos por siempre, pero cuando nosotros nos sentamos a hablar en el sótano de su casa y hasta terminamos llorando juntos. Hermanos, eso fue un “eye opener”, esa fue una experiencia para abrir nuestros ojos y dejarnos saber que al Señor que el y yo servimos, se va por encima de lo que nosotros dos podamos experimentar. Y ahora hermanos, el se ha convertido en una persona que ha ayudado a que mi vida, mi relación con el Señor, que mi ministerio pueda crecer a un nivel mucho mayor, y yo estoy seguro que de la misma manera, aunque el es mucho mayor que yo, yo estoy seguro que yo también he ayudado a su vida a crecer y a desarrollarse también.

Ahora ¿cuál es el punto, con yo mencionar estas cosas, hermanos? Yo digo, para que nosotros no perdamos de perspectiva, y el nosotros reunirnos como cuerpo de Cristo tiene un propósito bien particular. Ese concepto de nosotros ser la iglesia, el cuerpo de Cristo sobrepasa toda diferencia que usted y yo podamos tener. Que si usted es de una cultura y yo soy de otra, y tal vez digo una palabra que para usted pueda ser ofensiva, pero para mi no, por ese pequeño mal entendido pues ya... polos opuestos, pues no me uno más con Omar por eso que pasó. Eso no puede ser así en el cuerpo de Cristo. En el cuerpo de Cristo si yo dije algo mal yo me tengo que acercar a usted y decir, yo creo que esta palabra que yo dije le cayó mal, ¿verdad? Y yo creo que usted me debe dejar saber: Mire, pastor Omar, esto en mi país significa esto, esto y esto.

Hace poco yo me estaba tomando unas pastillas, y en Puerto Rico nosotros decimos que cuando una persona se toma muchas pastillas, yo digo que voy a sonar como una maraca, por las muchas pastillas que a veces que bebo, entre vitaminas y pastillas para el dolor de cabeza o algo, y hay veces que termino diciendo: Voy a sonar como una maraca. Pero lo dije delante de una persona que su cultura “sonar como una maraca” significaba que era una mujer prostituta, y cuando dije eso la persona se me quedó mirando como que pastor Omar, usted no quiere decir eso de frente a mi, y yo: pero, ¿qué significa eso? es una maraca y ya sea como que: Ay, Omar, no!! En la comunicación pudimos entender, yo pude entender lo que significaba para esa persona y ella pudo entender lo que significaba para mi. Pero si no había esa interacción, hermanos, no podíamos llegar ni a tres y dos. Y es el ejemplo que veo con estos dos hombres, es eso mismo.

No tan solamente estaban compartiendo el uno con el otro, sino que en ese compartir Jesús se hace presente y en esa reunión es donde sus ojos son abiertos por completo para yo poder entender cual es su situación, cual es su condición delante el uno del otro y delante de Jesús también y lo mismo pasa, hermanos cuando nosotros estamos aquí. ¿Tu quieres conocer al Señor? Ah, me voy a quedar en mi casa solamente orando como dice en la Biblia, me encierro en el cuarto y el Señor que me oye en privado me va a recompensar en público. Mira, si está bien, pero eso no es suficiente. Eso no es suficiente, tu tienes que estar aquí también, buscar la presencia del Señor aquí en la Congregación de los hermanos y hermanas. No es suficiente con quedarnos en la superficie es necesario profundizar aun más. No basta con yo venir aquí y orar; Señor te acepto, y ya, ahí se queda. Si te acepto, ¿qué tengo que hacer? ¿cuáles son las implicaciones para mi vida? ¿cómo te tengo que buscar? ¿cómo puedo aprender a orar? ¿cómo puedo aprender a leer la palabra? ¿cómo puedes aprender eso? Conéctate con el cuerpo de Cristo y lo vas a saber.

Los invito a que se pongan de pie, hermanos. Cada uno de nosotros tenemos un Emaús. Escuchen bien, cada uno de nosotros tenemos un Emaús. ¿Que significa eso? Cada uno de nosotros tenemos un lugar cómodo a donde vamos cuando las cosas no salen como nosotros esperábamos. Hay algunas personas que su Emaús, es una botella de ron. Hay algunas personas que su Emaús es un club nocturno. Hay algunas personas que su Emaús es encerrarse en si mismo o en si misma. Hay otras personas que su Emaús es ir y gastar todo el dinero que tienen. Pero sea cual sea tu Emaús, ese no es el camino que el Señor quiere para ti. El sí se puede revelar a ti en ese camino, pero esa no es la dirección final que El quiere que tu tomes. La decisión final que El quiere que tu tomes es el camino que va hacia El, el camino que va hacia Jesús. Es un camino que tiene unos estándares de vida que van por encima de los estándares de este mundo, como son unos estándares tan difícil, muchas veces, la gente no lo puede entender y tienen expectativas erróneas, cuando toman una decisión de entrar en ese camino. Pero, hermanos yo quiero decirles a ustedes hoy que yo prefiero que ustedes vivan ese camino a que vivan el camino de hoy día. Yo prefiero que ustedes estén en el camino de los estándares de Jesús a que estén en los caminos estándares de un mero Emaús.

Dios se revela a ti. Dios, escucha bien, Dios se revela a ti a tu persona, a tu corazón. No tan solamente se revela a los pastores y a los diáconos de la iglesia, Dios se revela a ti. ¿Por qué? Porque tu eres importante para el. Tu, hombre que me escuchas, tu eres importante para el Señor. El Señor quiere algo contigo. Tu, mujer que me escuchas, el Señor quiere algo contigo. Joven que me escuchas, niño que me escuchas, el Señor quiere algo contigo. Hay algo que El ve en ti que El quiere usar. ¿Cómo nosotros vamos a responder? Vamos a tener expectativas egocéntricas donde solamente queremos que el Señor obre en favor de nosotros, o vamos a tener las expectativas correctas del Reino, que si yo me acerco al Señor es para estar cerca de El. Y que una vez yo esté en contacto con ese corazón de Dios, ¿sabes que? Ya lo sabemos, todo lo demás viene por añadidura. Pero, ¿sabes que es lo que está en el centro del corazón de Dios? Tu y yo. Gente, la gente es lo que está en el centro del corazón de Dios, es su creación y el Señor se mueve en nosotros para también ser de bendición a otros.

Muchas veces esto se puede experimentar a través de un calentón en el corazón, muchas veces se puede experimentar en el circo apacible también. Pero de una manera u otra el Señor se revela a tu vida. Y yo quiero invitar ahora, en este momento, si hay alguien que no ha tomado esa decisión de decir: Señor yo no te reconozco a ti como el Nazareno, no te reconozco a ti como un profeta, no te reconozco a ti como a un buen hombre, te quiero reconocer a ti como el Mesías, como el Hijo de Dios, como mi Señor y como mi salvador. Si hay alguien que no ha tomado esa decisión yo quiero abrir esta oportunidad para que tu tomes esa decisión, que tu puedas levantar tu mano y decir Señor, yo quiero que tu seas el Señor de mi vida. Yo quiero dar esa oportunidad para que tu puedas levantar tu mano y tomar esa decisión ahora.

I want to pray for this brother right here in the front. I want to pray for your first.

Yo quiero que todos nosotros como iglesia también podamos orar por el. Toma esa decisión hoy. He’s taking that step today, making the Lord Jesus, the Lord and Savior of his life.

Jesús ahora mismo como iglesia, como cuerpo, nosotros elevamos este hijo tuyo delante de ti, Señor. Padre, James te pertenece, el es tuyo Jesús.

We love you, Lord Jesus. He belongs to you and you come right to his side when he’s on his way to Emaús, Lord Jesus. And it is right there where you reveal to him, you reveal to his life, that you love him, that you care for him and that you want to restore his whole life completely. Father, I pray that your holy spirit may be upon him right now and that You may make him a new creature completely, Lord God. His mind, his spirit, his heart, his body that every cell that is within him, Lord Jesus, may come to know who you are. But that that decision may not stay on the surface, that it may go deep, deep within you, every day, Lord Jesus. I pray that you may move him to the depth of your love, even more every day. God I give you thanks for him and I pray that you may continue to cover and guide him.

Y ahora, hermanos, yo quiero hacer una oración por nosotros también. Yo se que todos nosotros tenemos expectativas de algo que el Señor esperamos, que esperamos del Señor. Muchas veces podrás haber experimentado frustración porque esa expectativas no se han cumplido, al menos como tu esperas, pero yo soy de los que creen que Jesús trabaja tras bastidores también, que aun cuando tu no te estás dando cuenta, el Señor está haciendo algo en tu favor, pero reconocer que el Señor lo que quiere es tu corazón día tras día, noche tras noche. Eso es lo más que el Señor desea, tenerte a ti. ¿Sabes por que? Porque una vez que te tiene a ti, una vez que tiene tu corazón, todo lo demás fluye. No tan solamente las cosas para tu propia vida, sino también para aquellos que están a tu alrededor. No tomemos en vano, hermanos el tiempo de nosotros reunirnos como iglesia porque es ahí donde el Señor también se revela a tu vida en una manera mayor, más profunda.

Yo hago un llamado ahora para todos nosotros, hermanos a no quedarnos en la superficie, a no conformarnos con ser de los 70, sino entrar al circulo más interno de la vida de Jesús. Yo quiero retarlos a todos hoy a esto y si ustedes quieren aceptar ese reto, si ustedes lo sienten así, escuchen bien, yo quiero que tu levantes tu mano, porque yo quiero orar por ti y si quieres venir acá al frente, te invito a que vengas al frente, yo me voy a parar aquí también. Yo los invito hermanos, que si ustedes quieren tener un tiempo de oración, yo creo que es necesario que nosotros tomemos esta oportunidad. ¿Cuántos de ustedes han ido de camino a un Emaús cuando tal vez no recibieron lo que esperaban del Señor? Pero, aun de camino a tu Emaús, el Señor está presente, el Señor está presente en tu vida.

No podemos dejar que nada cegué nuestros ojos, sino que siempre tenemos que mantener nuestros ojos pendientes delante del Señor, a ver como el Señor trabaja muchas veces tras bastidores en nuestros vidas, aún a través de situaciones dolorosas pero el Señor está ahí. Hasta me atrevo a decir esto, si tu quieres también esta oportunidad para reconciliar ese contacto, esa relación que tu tienes con el Señor, yo te invito a que también tu vengas aquí. Yo se que el Señor está aquí, si tu quieres reconciliar esa experiencia, ese primer encuentro que tu tuviste con el, yo quiero invitarte a que tu tomes esta oportunidad para decir: Señor aquí estoy,. Yo necesito renovar mis votos contigo. Yo necesito que tu puedas venir y tocar mi vida una vez más y que abran mis ojos para yo poder ver claramente dónde tu estás en mi, yo pueda caminar firmemente en tu dirección, no en dirección a un Emaús, no como una forma de escape, sino que yo pueda caminar en dirección a ti.