Cristo - el pasaporte para entrar al reino

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Romanos 1:16 dice: “.... porque no avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego, porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe como está escrito, más el justo por la fe vivirá.”

Y entonces continúa desarrollando esa idea ya desde otra perspectiva y dice: “.... porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, de Dios, su eterno poder, su deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles, por lo cual, es decir como consecuencia de esa actitud y de esa postura, por lo cual también Dios –esta es la reacción de Dios a esa actitud- los entregó a la inmundicia en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira honrando y dando culto a las criaturas antes que al creador, el cual es bendito por los siglos. Amen.”

Lo voy a dejar allí y quizás tendremos ocasión de hacer mención de algunos de los versículos que siguen, pero para economizar tiempo..... Ustedes recordarán que el domingo pasado les dije que iba a continuar con el tema de Romanos. Hace unas semanas atrás el Señor me llevó a detenernos en el Capítulo 8 de Romanos, no era mi intención cuando comencé a predicar sobre el tema inicial de continuar con romanos. Solamente quería tocar un texto de allí, pero viendo lo hermoso de ese Capítulo 8 y la coherencia de ese Capítulo, el Señor nos dirigió a 4 sermones en torno al Capítulo 8. Y me di cuenta de que hay tanta riqueza en la epístola a los romanos y tanto potencial para instruir al pueblo de Dios sobre verdades esenciales de la fe, que decidí entonces continuar, y entonces he ido hacia atrás, al principio y en los próximos domingos según el Señor me de la oportunidad voy a estar trabajando con ustedes diferentes textos del libro de los Romanos, para continuar nuestro proceso de aprendizaje de estas verdades tan importantes que traza este maravilloso libro.

Entonces, comencé el domingo pasado leyendo en los versículos 16 y 17. Estos dos versículos, 16 y 17, son como el resumen de todo lo demás. Lo que sigue después de esos dos versículos es simplemente un desarrollo de esa idea esencial que se plantea en los dos versículos, 16 y 17. Todo lo demás es elaboración.

El Apóstol Pablo era un hombre muy altamente educado y como un erudito, intelectual que era, él establece su tesis, establece la esencia de lo que él va a desarrollar, de su conferencia o de su tratado y entonces lo desarrolla punto por punto.

Es decir que lo que ustedes están leyendo aquí en el versículo 16 y 17 es como la totalidad de todo este libro tan complejo, que se considera la joya máxima de la teología cristiana. Romanos fue el libro que usó Martín Lutero, monje católico, en el siglo XVI para comenzar lo que se convirtió en la Reforma Protestante, de la cual nosotros somos descendientes, cuatro siglos y pico después. Cambió totalmente el curso del cristianismo en el siglo XVI y todavía tiene impacto.

Pero Romanos fue el libro que tocó el corazón de ese monje y lo llevó a buscar una reforma de su iglesia, que finalmente terminó en una ruptura total, que se convirtió en el movimiento protestante evangélico del cual nosotros somos descendientes hoy en día.

¿Qué fue lo que movió a Martín Lutero? ¿Qué fue lo que provocó el choque entre lo que él leyó y lo que representaba la iglesia en ese tiempo? Una idea revolucionaria. La idea de que la salvación es por la fe solamente y no por las obras, ni por ningún rito que usted haga, ni la afiliación con un grupo o una iglesia, simplemente creerle a Dios lo que él dice.

Y por eso es que aquí Pablo, cuando dice por ejemplo, “....no me avergüenzo del Evangelio porque es poder de Dios para salvación a....” ¿quién? Buena pregunta allí. ¿Es salvación a todo el mundo? ¿El Evangelio para que toda la creación, todos los hombres y mujeres de todas las naciones de todas las épocas sean salvas y sin discriminación alguna? Uno quisiera que fuera así, pero no es así.

Dice, “... para salvación ¿a quien?... para salvación a quién, a todo aquel que cree”, lo cual quiere decir que si una persona no cree en el Evangelio no recibe la salvación para la cual el Evangelio fue destinado. Eso es bien importante.

Entonces, dijimos el domingo pasado que él deseaba anunciar el Evangelio a los romanos por una sencilla razón, dice, porque yo no me avergüenzo. En Roma los cristianos eran perseguidos, eran avergonzados y denigrados, y Pablo decía, yo no me avergüenzo de predicar el Evangelio porque yo se lo que el Evangelio es, es poder de Dios.

¿Por qué nosotros compartimos el Evangelio con otras personas? No es porque creamos que somos mejores que nadie, o porque somos insensitivos a las creencias de los demás. Es porque nosotros estamos convencidos de que en el Evangelio hay algo que no hay en ningún otro concepto humano, es el poder, la energía de Dios, la gracia de Dios se expresa a través de las verdades y las enseñanzas del Evangelio.

Y ¿qué es el Evangelio? Buenas nuevas. La palabra griega evangelion quiere decir eso precisamente, buenas nuevas, buenas noticias. Y ¿cuál es la buena noticia? De que el hombre ya no tiene que estar en enemistad con Dios por su pecado. De que ya Dios no está necesariamente airado con el hombre, de que ningunos de nosotros ya tiene que perecer en su pecado porque ya Dios abrió un camino y proveyó un medio para que el hombre y Dios sean reconciliado. Y ese camino es Cristo Jesús.

Hay salvación, hay oportunidad. Usted ve, el hombre cuando está sin Cristo está condenado, está desprovisto de toda esperanza. Anoche mientras yo predicaba aquí al grupo en inglés, hablábamos acerca de eso, de que cuando uno está sin Dios hay una serie de cosas que suceden.

Por ejemplo el Apóstol Pablo en Efesios dice que.... en el Capítulo 2. Vamos a ver en el versículo 11, dice “.... por tanto acuérdense de que en otros tiempos, ustedes los gentiles en aquel tiempo estabais sin Cristo alejados de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos de las promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo.”

Esa es la condición del hombre que está sin Cristo, o la mujer que está sin Cristo. Está perdido, está sin esperanza, no tiene acceso a Dios. No puede comunicarse con el creador. Por eso es que los cristianos insistimos en la persona de Jesús, porque la Biblia nos ha dicho que el único que puede traer al hombre a Dios y efectuar reconciliación entre Dios y el hombre es Jesucristo. No es porque nosotros creamos que somos mejores que nadie, o que el islamismo o el budismo, o el hinduismo o las demás religiones del mundo, no es como que nosotros estamos por orgullo diciendo, nosotros somos mejores que ustedes. Es simplemente que el libro al cual nosotros nos hemos sujetado nos dice que solo en Cristo hay salvación y esperanza para el hombre. Que el hombre sin Cristo está perdido y que solo Cristo lo puede sacar de su perdición y darle salvación y vida eterna.

El Señor Jesucristo mismo lo dijo, yo soy el camino y la verdad y la vida y nadie viene al padre si no es por mi. Y también dijo que todos los que vinieron antes de él eran ladrones y salteadores.

Eso no lo digo yo, yo no me atrevería a decir eso. Lo dijo el Señor Jesucristo con palabras bien, bien..... ahora, uno tiene dos opciones: 1) o dice, eso no lo dijo él, yo no lo quiero creer y eso yo lo neutralizo y lo borro del Evangelio como si uno tuviera el derecho de escoger lo que uno quiere de la Biblia. O uno dice, bueno, es lo que dice la palabra, yo me sujeto a la palabra, así que tengo que creer eso también.

El caso es, hermanos, que Pablo se sentía bien, bien apegado al Evangelio y lo anunciaba donde él podía, porque el Evangelio es poder para salvar a la gente, para sacarla de su oscuridad y su tiniebla. Toda persona que está sin Cristo está en oscuridad y en tinieblas.

Como vimos anteriormente el hombre carnal, el hombre sin Dios está sujeto al mundo, sujeto a la carne y sujeto a Satanás. Tres cosas, es esclavo, y el único que puede redimir....

¿Qué quiere decir la palabra redimir? Quiere decir comprar de la esclavitud a una persona. ¿Cómo nos compró Cristo? A través del derramamiento de su sangre en la cruz. La sangre de Cristo, su vida fue el pago que recibió la justicia de Dios por nuestros pecados.

Entonces, Pablo entendiendo eso, dice, yo estoy feliz y orgulloso de anunciar el Evangelio porque yo se que el Evangelio es poder para la salvación de todo aquél que cree. Antes de que tu puedas recibir el poder de Dios en tu vida, antes que tu puedas usar de las bendiciones que hay en la palabra del Señor, todas las promesas, toda la vida que hay en Jesucristo, todo el potencial que ofrece la palabra de Dios, antes de que tu puedas tener diálogo con Dios, tu tienes que creer lo que Dios ha dicho en su palabra, que Jesucristo es el hijo de Dios, que vino al mundo en la carne, que murió en la cruz por tus pecados, y que fue resucitado al tercer Dios. Y que si tu crees que Jesús es quien él dice que él es, entonces, tu puedes ser también adoptado y ser hecho hijo de Dios.

La palabra dice que a los que le recibieron, a los que creyeron en su nombre le fue dada potestad de ser hechos hijos de Dios. Esa es la esencia del Evangelio, hermanos.

Y por eso Pablo dice, no me avergüenzo de ese Evangelio. Saben, Pablo era muy insistente en que el Evangelio es ante todo un asunto de poder, de energía, no de palabras. No es una teología, no es una serie de enseñanzas, eso no es lo que salva, lo que salva es el poder de Dios en tu vida, por medio de la presencia del espíritu santo.

Cuando nosotros oramos por el hermanos Eloy esta mañana, nosotros estábamos estableciendo contacto con el poder de Dios. Yo podría pararme aquí y simplemente predicarles un tratado religioso, teológico y usted irse a su casa igualito que como entró. Pero lo que hace este tiempo que usted está invirtiendo valioso, es que usted está teniendo contacto con el espíritu santo por medio de la adoración, de venir al frente y orar, o de recibir oración, de escuchar la palabra del Señor, todo eso está liberando un poder que está teniendo impacto sobre su vida y está limando las asperezas y las contaminaciones de su vida. El Evangelio es poder, por eso tenemos que buscar siempre, más y más, el poder de Dios en nuestras vidas.

Y dice que el Evangelio es poder para todo el mundo; para el judío, dice, y para el griego. ¿Qué quiere decir Pablo con eso? Los judíos ya estaban bien cerca de la salvación porque tenían la Escritura, tenían la revelación de Dios, eran el pueblo escogido de Dios, pero se habían corrompido y creían que eran mejor que todo el mundo y habían perdido el contacto con el espíritu de Dios y Dios dice, a través de Pablo, para ellos es necesario el Evangelio primeramente, y si ellos reciben el Evangelio son salvos primeramente por es el pueblo de Dios y también para los griegos.

Y hablando de los griegos quería decir todos los que no eran judíos, todos los que pertenecían a cualquier otra cultura y la cultura griega era como la esencia de la cultura en ese tiempo, era como EEUU, un poder cultural muy grande. Ya Roma había tomado poder sobre ellos, pero todavía estaba la influencia griega, el símbolo de Grecia como el poder del mundo secular, del hombre secular, no judío.

Entonces, Pablo dice, salva a todo el mundo, los que están bien cerca por medio de su vida religiosa y los que están bien lejos, a pesar de todos sus malos comportamientos, como era la cultura griega, toda su racionalidad y todo su racionalismo.

Hermanos, el Evangelio es para todo el mundo, es para la persona, es para el adicto a drogas, es para el mujeriego, es para el jugador, es para el criminal y es también para la persona respetable que trabaja de 9 a 5 y que no rompe un plato. Para todos el Evangelio es necesario.

¿Saben qué? Usted puede ser el ciudadano más respetable y el filántropo más generoso, pero si usted no tiene a Cristo en su vida, usted se va a al infierno como el criminal más grande de la tierra. ¿Por qué? ¿Es que Dios es injusto? No, es que simplemente para usted entrar en el reino perfecto de Dios usted tendría que ser perfecto, y nadie es perfecto. Y por lo tanto, no hay tal cosa como bueno, medio bueno, un poquito bueno, usted lo único que garantiza un hombre, o una mujer pueda entrar por su propia justicia al Reino de Dios sería la perfección. Y como nadie puede ser perfecto en esta tierra, todo el mundo que está sin Cristo se va al infierno, solamente Cristo le puede dar a un hombre la capacidad para adquirir esa cualidad que le permite entrar en el Reino de Dios.

Por eso es que mucha gente que usted le pregunta, le dice recibe a Cristo como tu Señor y salvador, y le dicen, bueno, pero para qué yo tengo que recibir a Cristo si yo no mato, yo no robo, yo no hago nada malo, yo no le hago daño a mi prójimo. No se trata de eso, cuando tu llegues al trono del juicio la única pregunta que te van a hacer es, ¿recibiste a Cristo como tu Señor y salvador? Y si tu dices, no, si tu resististe a Jesús aquí en la tierra, tu pasaporte no va a estar estampado, tu no vas a poder entrar al Reino de Dios.

Mire un ejemplo, cuando yo venía de viaje ahora, toda persona que entra de otro país a EEUU tiene que pasar por una serie de pequeños escritorios, digamos, o mostradores donde hay un oficial de inmigración. Y ese oficial te pide tu pasaporte y te pide tus papeles. Ahora, lo único que te va permitir a ti entrar oficialmente a esta nación o cualquier otra nación es que tus papeles estén en orden. Tu necesitas o una visa de EEUU o un carné de ciudadanía o de residencia.

Ahora, imagínate una persona que se pare allí ante ese mostrador de un oficial de admisión y le diga, ¿dónde están tus papeles? Y le dice, yo no tengo papeles pero soy una persona honesta y este país me puede usar porque yo tengo conocimiento de ciencias y de otras cosas, y soy un buen ciudadano y yo prometo que voy a respetar las leyes. En mi país la gente dice que yo soy la persona más respetable que hay en toda la nación. El oficial le va a decir, lo lamentamos mucho. Si usted no tiene sus papeles en orden usted no puede entrar a esta nación. ¿Verdad que sí?

Y es así mismo con respecto a entrar al Reino de Dios, lo único es sus papeles en orden. ¿Y quién puede estampar? Cristo Jesús, la sangre de Jesús. Tiene que haber una gota de sangre en tu pasaporte para tu entrar al Reino de Dios, la sangre de Cristo. Y por eso es que nosotros tenemos que anunciar el Evangelio porque es poder para..... No importa quién sea, sea bueno, muy bueno o muy malo, si no está en Cristo, no tiene la salvación.

Ahora, por eso es que la salvación hermanos es algo de fe. Aquí dice que la justicia de Dios porque el Evangelio de la justicia de Dios se revela por fe y para fe. En el griego original la idea es más bien de fe a fe, o de fe hasta fe. Lo que quiere decir es que el Evangelio es desde la ‘a’ hasta la ‘z’ un asunto de fe, de creerle a Dios.

Por eso es que yo no creo mucho en estar argumentando con la gente acerca del Evangelio. Para mi yo trato de discernir si una persona quiere creer o no, si está dispuesta a creer. Yo le doy un tiempecito y trato de ayudarla con algunos argumentos y yo he estudiado un poco de apologética y tengo mis propios argumentos de por qué yo creo en Jesucristo desde la perspectiva racional. Pero cuando yo discierno que una persona quiere entrar en un argumento conmigo, y como que convénceme de que lo que tu me estás predicando es verdadero. Y cuando yo veo ya una resistencia y una especie de altanería racional en esa persona, yo dejo de hablar y me voy por otro camino o simplemente le digo, mira, en otro momento quizás podemos continuar; o voy a orar por ti, o déjame orar por ti, o lo que sea. Pero no argumento porque la salvación es por fe, es que nosotros creamos, es que tiene que haber una humildad esencial en el seres humano que diga, está bien, yo me sujeto y bajo la cabeza.

Por eso a veces el Señor tiene que coger.... hay personas que Dios les tiene que dar duro, tienen que sufrir, tienen que llegar al fondo en sus vidas, tienen que fracasar mucho para que lleguen a ese punto de receptividad y que reconozcan entonces, sí, tengo que bajar la cabeza y aceptar. Porque mientras el hombre está muy seguro de si mismo, muy confiado, muy fuerte comienza como a argumentar contra Dios y no quiere recibir el Evangelio.

Entonces el Evangelio es por fe. Uno tiene que creerlo. Yo le digo a la gente, alguien ha dicho que es como saltar al vacío. Hay mucha gente que está, creo o no creo y usted los ve que vienen a la iglesia, y llevan años y todavía no entregan su vida al Señor. Usted lo ve que todavía su corazón por dentro está erguido, todavía no han dado ese paso, no tienen esa humildad en su rostro de la persona que finalmente ha bajado la cabeza ante el señorío de Cristo.

Y uno le pregunta ¿y por qué no te entregas? Bueno, es que estoy esperando a ver si..... porque todavía no estoy convencido. Y eso es como la gente antes de meterse al agua. Usted ha ido aquí a las playas frías de EEUU en el verano, ¿verdad? y usted mete el dedo gordo y ufff y saca de una vez porque hace frío. Y después mete 4 dedos y más rápido los saca porque hace frío. Y si usted está allí pensando, me tiro o no me tiro, nunca lo va a hacer. Usted tiene que tirarse allí y sufrir por dos segundos y ya pasó la agonía y ya se metió. Así es el Evangelio. Uno tiene que saltar y entonces cuando tu estés adentro del Evangelio, muchas cosas que antes tu no las entendías, las vas a entender perfectamente bien porque al Evangelio se entra así. Es por fe.

Por eso dice que la gracia de Dios es decir, la justificación que Dios le da al hombre por medio de Jesucristo se revela por medio de la fe en lo que Dios ha declarado. Porque dice que el justo por la fe vivirá. El Evangelio es un asunto de fe. Nosotros tenemos que vivir por fe, creerle a Dios. Cuando estemos en problemas le seguimos creyendo a Dios, cuando hay enfermedad le seguimos creyendo al Señor, cuando vienen las pruebas, las dificultades seguimos creyendo en el Señor porque el justo vive por la fe. No es por obras, no es por circunstancias, no es por lo que tu veas, no es por lo que te digan, no es por lo que tu sientas, es por fe solamente.

Es simplemente que tu decides creer que lo que Dios ha dicho en su palabra es verdad. Y como Job tu dices, aunque él me mate, yo seguiré creyendo en él. Esa es la carta final que se juega el creyente. El justo por la fe vivirá. Esa es la esencia de.... no es nada que tu hagas tampoco, sabes. La salvación no es porque tu te arrodilles y camines una milla de rodillas, como hacía la gente antes, que hagas una promesa, y que te azotes la espalda hasta que sangre, o que pases 30 días sin comer pasteles o dulces, o que vayas a la iglesia todos los días, o que diezmes y des dinero. Nada de eso te hace salvo. Todo eso tiene significado una vez que tu eres salvo, no hay obras. El Evangelio es puramente por creerle a Dios.

Por eso es que también cuando tu has pecado, si tu le crees a Dios que Cristo de puede sanar y perdonar de tus pecados también tu eres sano de tu pecado. Eres salvo. Te arrepientes y eres salvo.

En el cristianismo no hay tal cosa como una persona que se puede salvar haciendo cosas. No es posible, no es porque sea miembro de la iglesia, nada, lo único que te salva es una relación personal con Jesucristo en tu vida. Y eso es lo que detiene la obra del diablo en tu vida. Es por fe. Todo es por fe. La vida cristiana es absolutamente un asunto de fe. Y el Evangelio te anuncia estas cosas.

Cuando Pablo dice el Evangelio yo creo que se está refiriendo también a toda la palabra de Dios. Todo lo que está escrito aquí es el Evangelio, es la buenas nuevas a la humanidad, por eso es tan importante que nosotros conozcamos el Evangelio, conozcamos la palabra de Dios, la estudiemos, la leamos para que esas verdades se puedan apegar a nuestro corazón y hacerse parte de nosotros.

Una idea más y con eso voy a terminar entonces porque vamos a tener la santa cena dentro de un momento. Dice aquí el Apóstol Pablo, “... porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad....”

Aquí se introduce un concepto nuevo en la Escritura, en este pasaje. Es ¿qué? La ira de Dios, la ira de Dios. Usted sabe que hay círculos cristianos donde la idea de la ira de Dios no se habla de eso porque no suena políticamente correcto. Porque la gente,.... por eso es que yo me molesto a veces con muchos cristianos que hablan solamente de Dios como el Dios que acepta, el Dios que ama, el Dios que recibe a todo el mundo, el Dios que no hace diferenciaciones.

Hoy en día hay una herejía, tanto afuera como adentro de la iglesia que ha cortado una parte de la personalidad de Dios y solamente pone a Dios como un abuelo senil que se sonríe con todo y todo lo acepta y todo lo permite, y que para él todo el mundo está bien, todo es aceptable y cuando la iglesia dice, pero eso no es lo que dice la palabra del Señor. Dios traza barreras y linderos claros. Hay gente que se aira con los cristianos. La idea de que Dios se aira es algo que mucha gente no quiere aceptar, pero dice la Biblia que Dios es amor pero que es ¿qué también? Fuego consumidor.

Y mire la palabra ira en el griego original es la misma palabra que se usa para orgía. Quiere decir es una ira, es una flama, es una llama de fuego. La ira de Dios es eso, es fuego, es algo que explota. En Dios hay una capacidad para airarse terrible.

Por eso cuando Dios se le aparece al pueblo hebreo en su primera manifestación en el monte de Sinaí dice que se oían trompetas, y había fuego y había truenos, y fue tan terrible esa presencia de Dios que los judíos dijeron, mmm, Moisés, vete tu mejor, pero nosotros no queremos ir allí. Tu habla con Dios y represéntanos y dinos qué es lo que él dice, pero no nos queremos acercar. Era tan terrible. Hay una ira que Dios siente contra el hombre en este tiempo. El corazón de Dios ama y quiere reconciliación pero también está airado. Y cuando el hombre resiste a Dios, Dios se aira y se molesta porque es un soberano.

Imagínese que uno vaya ante el Presidente Bush y comience a tratarlo con demasiada confianza o a insultarlo en su propia Casa Blanca. ¿Cómo va a reaccionar ese potentado? Claro, que si, con ira y con molestia. Y Dios se aira contra la raza humana que resiste la palabra de Dios. Hay una ira de la cual Dios es muy capaz y cuidado con nosotros querer relegar a Dios solamente a la bondad y la aceptación.

La ira de Dios se revela desde el cielo contra ¿qué?, contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. Sabe, la palabra detener en el griego original, la idea es que aguantan o resisten o se oponen a la revelación de Dios. En este tiempo de la humanidad, por ejemplo en este país y sobretodo en el mundo occidental, hay un tipo de resistencia de Dios que es obstinada. Es una resistencia arrogante. Hay un orgullo espiritual que tiene el hombre moderno por todo su poder, toda su ciencia, todos sus descubrimientos, todos los objetos que le ha deparado su razón. Y el hombre cada día más y más resiste la palabra de Dios, resiste la revelación de Dios y eso hace que Dios se sienta airado.

Aquí habla de la impiedad y la injusticia. Impiedad es la palabra ‘asevia’ que quiere decir en inglés hay una palabra mejor que dice ‘godlessness’. Es una actitud de ofensa contra la persona misma de Dios. Es un ataque contra el carácter, contra la persona, contra el señorío, contra la realeza de Dios. Lo contrario de eso es la piedad que es un respeto y una aceptación de Dios y una sujeción a Dios.

Y la otra palabra, injusticia se refiere a un comportamiento externo, contrario a los valores del Evangelio. Uno es una actitud interna y lo otro es un comportamiento externo. Y contra esas dos cosas, la ira de Dios se revela, contra el hombre. Y ¿por qué? Dice porque ellos saben lo esencial de Dios.

Saben, hermanos, el hombre en lo profundo de su corazón sabe quién es Dios. No sabe quizás todos los detalles pero hay cosas que saben. Porque cuando miran la naturaleza y miran el mundo alrededor de ellos, hay cosas que uno entiende.

Por ejemplo, una mañana como esta, linda en que sale el sol y uno mira el firmamento, como dice ese himno precioso: “Señor, mi Dios al contemplar los cielos, el firmamento y las estrellas mil; al oír tu voz en los potentes truenos y ver el sol brillar en su cenit, mi corazón entona la canción, cuán grande es él, cuán grande es él.”

Hay cosas, hermanos, que cuando uno mira la naturaleza, cuando uno mira el orden humano, cuando uno mira un pájaro cuidando a sus pajarillos pequeños, cuando uno mira, no se, el amor de una madre hacia su hijo, hacia su criatura, cuando uno mira este mundo que está creado para sostener la vida, hay cosas que uno puede derivar de eso. Uno entiende que esto tiene que haber sido creado por un Dios pensante, por un Dios de orden, por un Dios justo, por un Dios de amor y de afecto, por un Dios paternal, por un Dios que ama la vida. Hay muchas cosas, hay muchos valores que cuando uno observa la naturaleza y uno ve el orden de la creación, uno tiene que concluir estas cosas.

Y hay algo en lo que se llama la conciencia humana que habla de ciertas verdades fundamentales, cierta moralidad que comparten todas las religiones y todas las culturas del mundo. A través de los siglos han compartido ciertas ideas morales, a pesar de todas las diferencias que hay en las religiones. Y todo eso es porque Dios ha escrito en el mundo su estilo, su personalidad y hoy en día la humanidad como la que existía en el tiempo del Apóstol Pablo hace 2000 años, hoy en día otra vez la humanidad está volviendo a ese mismo tipo de resistencia racional, y están imponiendo sus propios valores por encima de los valores de la palabra de Dios.

Vamos a ver el domingo que viene que todo esto, el Apóstol Pablo es como un fiscal que está.... le voy a pedir a los hermanos si se pueden sentar un momentito por favor, ya vamos a terminar, pero tratemos de mantenernos un instante, ya vamos a concluir y estemos tranquilos un instante.

Hermanos, Pablo en este caso es como un fiscal que está haciendo un caso contra el hombre. Vamos a ver en los próximos dos sermones que él está construyendo un caso contra la humanidad. Primero va a los que no conocen a Dios y después va inclusive a los que creen que conocen a Dios, para mostrar que todos son culpables, todos están bajo la condenación y que lo único que los puede salvar es la persona de Cristo Jesús.

Entonces lo que Pablo está aquí diciendo es eso: toda la humanidad está resistiendo a Dios en su estado natural, resisten la revelación de Dios, resisten lo que ven, los argumentos de la naturaleza y por lo tanto son culpables, merecen la muerte, merecen la ira, y el único que los puede salvar es Cristo Jesús.

Y por eso Pablo dice, yo no me avergüenzo por lo tanto de predicar ese Evangelio porque es la única esperanza para el hombre, es la única esperanza de salvación que tiene la humanidad.

Hermanos, en esta mañana yo quiero que cada uno de nosotros reconozca ese hecho de que sin Cristo no podemos ser salvos, sin Cristo no hay esperanza para ninguno de nosotros porque Dios ha hecho bien claro que todos hemos pecado, todos hemos ofendido a Dios, todo ser humano necesita activamente someter su vida a los principios y a las enseñanzas del Evangelio.

Hermanos, hay un mundo ahí afuera que se está perdiendo, hay gente que se está yendo al infierno cada día sin saber a dónde van. Hay gente que se les ha dado un sentido falso de seguridad y creen que simplemente porque van a una iglesia o porque dan dinero a buenas causas, o porque son ciudadanos que aman a los delfines y aman a los pobres, y están bregando a favor de la justicia, como que ya eso los hace aceptos ante Dios. Y nosotros tenemos que ser una voz humilde pero muy clara que le diga a la humanidad, mira, no, no es así, lo único que te garantiza que tu puedas tener paz con Dios es el Evangelio, la persona de Cristo Jesús, que tu creas en él, que tu entregues tu vida al Señor Jesucristo porque sino tu estás bajo la ira de Dios. Eres un hijo de ira.

Dice en Efesios que nosotros todos éramos hijos de ira antes de conocer a Jesucristo. Así que nosotros honramos a Dios simplemente diciendo, Padre, reconocemos que sin ti no somos nada, que sin ti no podemos recibir salvación.

Vamos a ponernos de pie un momento y yo quisiera invitar a todos los que están aquí en su corazón a decirle sí al Evangelio y renovar nuestra fe en Jesucristo. Pero antes de hacer eso quiero pedir que si hay alguien en esta mañana que no ha dado ese paso todavía de entregar su vida a Jesús y de recibir el Evangelio de salvación, y recibir la palabra de Cristo en su corazón y aceptar a Jesús como su Señor y su salvador, que en esta mañana tenga la oportunidad de hacerlo, para orar por usted y encomendarle al Señor.

Yo quiero preguntar primeramente si hay alguien que no lo ha hecho antes y que quiera en esta mañana entregar su vida a Jesús. Le pediría que levante su mano dondequiera que esté para que oremos por usted y usted pueda entrar en esa relación personal con Jesucristo. ¿Habrá alguien que no lo haya hecho antes por el cual podamos orar en esta mañana? Si quiere levantar su mano dondequiera que usted esté.

Vamos a dar un momento; para poder ser salvos de la ira de Dios necesitamos hacer nuestro pacto con Jesucristo primeramente. ¿Habrá alguien que no ha dado ese paso todavía, que quiera hacerlo en esta mañana? Amen. Si, hermana, Dios te bendiga Iliana, amen. Habrá alguien más que públicamente quiera decirle al Señor, Señor Jesús, yo te recibo como mi Señor y salvador en esta mañana, quiera tener paz con Dios por medio del Evangelio de Jesucristo. ¿Habrá alguien más? Amen.

Ahora yo quiero también que junto con esa hermana que manifestó su deseo de recibir a Jesús, que todos nosotros en nuestro corazón también digamos estas palabras. Repítalas conmigo suavemente:

Señor Jesús, yo reconozco que tu eres el hijo de Dios, el salvador de mi alma. Tu eres el dueño de mi vida, por tu muerte yo he sido salvo y puedo tener paz con Dios. Sujeto mi vida a ti y entrego todo lo que tengo y todo lo que soy a tu señorío y renuncio a Satanás y a todas sus obras. Renuncio al mundo y renuncio a mi propia carne y abrazo los valores del Reino de Dios. Gracias Señor porque por medio de tu muerte en la cruz, yo soy salvo. Te alabo y te bendigo, en el nombre de Jesús. Amen y amen.