Ayunar

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Quiero poner en ustedes una semilla de inquietud en esta mañana acerca de algo que parecería contradictorio con el espíritu de gozo que acabamos de manifestar ahora mismo. Pero ¿saben qué? esto de lo cual yo les quiero hablar es en realidad lo que hace posible que nosotros podamos fluir en ese gozo y en esa libertad del Señor y que podamos decir con esa fe y esa convicción ‘Se puede’.

Y estoy hablando del ayuno y de la oración. Digan ustedes conmigo, ayuno, otra vez, ayuno. Ese es un tema poco popular para muchos de nosotros, poco popular para las iglesias, pocas veces tomamos tiempo para hablar de este tema tan importante. Pero Dios nos está llamando como iglesia y como ciudad y aún como región en Nueva Inglaterra, a un tiempo de ayuno y de oración sostenido para que pueda bajar la gloria que Dios quiere traer a Massachussets y a Nueva Inglaterra.

Estamos moviéndonos, hermanos, en un tiempo cairos, un tiempo de oportunidad, un tiempo en que Dios quiere hacer cosas extraordinarias en esta nación. Dios quiere derramar su avivamiento sobre Massachussets. Pero nosotros tenemos que hacer una parte, y es proveer las vasijas para que caiga la unción del Señor. Y por eso es que el ayuno es tan importante.

En Joel, Capítulo 1, el profeta comienza hablando de una situación muy negativa, muy pesimista. Si usted mira en el Capítulo 1, en el versículo 11, dice “confundíos labradores, gemid viñeros por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo.”

Y si usted lee la Escritura, en el Antiguo Testamento sobre todo, la cosecha del trigo era algo para una sociedad agrícola, extremadamente importante, y que se perdiera eso, era una señal de gran tragedia y de gran pérdida.

“....la vid está seca”, otra cosa, la uva, los viñedos que eran señal del gozo, del vino que se usaba para celebrar las cosechas y para alegrar la vida, “... la vid está seca y pereció la higuera”, señal del aceite. Tres cosas que eran absolutamente claves para la sociedad hebrea: el trigo, el vino y el aceite. “El granado también, la palmera también, y el manzano”, señales de gozo, de fertilidad, de abundancia. “... todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres”.

Lo que está hablando aquí el profeta es de una situación extremadamente negativa y problemática para el pueblo de Israel. Israel ha pecado. Israel se ha apartado de Dios. Israel se ha ido detrás de los ídolos y el Señor ha enviado su juicio sobre la nación y se ha secado la abundancia, ha venido la carencia.

Hermanos, cuando un pueblo, cuando una familia, cuando un individuo, sobre todo después que conoce al Señor, se aparta de los caminos del Señor, viene juicio porque Dios es misericordioso y El quiero que nos apartemos de nuestros pecados. Y entonces El envía su castigo como un padre castiga a sus hijos para crear conciencia en ellos de que necesitan volver al redil. Y eso es lo que está pasando en esta nación, colectivamente esta nación, según se ha ido alejando de Dios, sus enemigos se han multiplicado, sus tragedias, sus calamidades han crecido y se han hecho mayores.

En la vida de la iglesia también ha pasado lo mismo. Según Nueva Inglaterra, por ejemplo, y la nación de EEUU se ha ido apartando más y más. Según la iglesia, ha ido perdiendo el conocimiento de esos secretos de las sendas antiguas de buscar la unción de Dios, de buscar la santidad, de buscar el derramamiento del espíritu santo, de hacer de la palabra de Dios el fundamento de su vida. Y según la iglesia, ha ido poniéndose cada vez más elegante, más dependiente de la tecnología, de los programas, de la administración, de las plantas físicas y de los diplomas de sus ministros, y ha dejado de buscar esos secretos fundamentales de la palabra de Dios.

¿Qué ha pasado? La iglesia también ha ido en decaimiento. Su aceite, su unción se ha secado. Su gozo, su vino ha decaído y su pan, su palabra también ha decaído y por eso los púlpitos muchas veces están secos también y no predican la palabra del Señor. Y el pueblo llega a la iglesia hambriento y se va hambriento con las mismas depresiones, con la misma impotencia contra sus problemas, porque la unción de Dios se ha secado también en la iglesia.

Ante esa situación extremadamente negativa de esterilidad. ¿Cuál es la solución? ¿A qué nos está llamando Dios en este tiempo? Porque saben ustedes, hermanos, Dios quiere hacer algo extraordinario en América. Dios quiere hacer algo de renovar su iglesia al nivel nacional. Dios quiere traer de nuevo el fuego a las congregaciones. Dios quiere de nuevo despertar el brillo en los ojos del pueblo de Dios. Dios quiero que nuestros corazones de nuevo latan de pasión por las cosas del Señor, pero hay algo que hay que hacer, en este tiempo, en este momento del plan eterno de Dios, porque es importante eso.

Yo podría predicar este sermón hace un año atrás y no sentiría la misma intensidad para predicarlo que yo siento en este momento. Porque yo estoy convencido, hermanos, de que estamos en un momento en que Dios está preparando para levantarse de su trono y extender su cetro sobre la tierra y derramar de su espíritu y traer un avivamiento como nunca antes en la historia se ha visto. Y, hermanos, yo creo que estamos ahora mismo al borde, si no ya hemos entrado en la zona del avivamiento en Massachussets, en Nueva Inglaterra y en EEUU. Yo lo creo.

Hace unos meses atrás, el Señor me llevó, aquí mismo en este lugar a proclamar este año 2006 como un año de cambios, un año de definición, un año de gloria. Y yo recuerdo que mientras yo estaba aquí en el púlpito Dios me habló a mi espíritu y, de nuevo, esto no se trata de León de Judá, entiendan bien, no se trata de nuestra iglesia, no se trata de este ministerio, no estamos glorificando hombres ni instituciones. Pero el caso es que Dios me habló a mi espíritu, ya terminando el servicio, y yo iba a hablar acerca de que yo pensaba, y esto fue lo que me vino a mi mente, que este era el año del León de Judá.

Pero, escuchen esto, de nuevo no lo hice para glorificar a León de Judá, la iglesia, ni nada, sino a Cristo que es el León de Judá. Pero, pensé, bueno, en algún otro momento quizás. Déjame pensar un poquito más en ese instinto que he recibido, en esa intuición espiritual, y lo iba a reprimir, pero en un momento un hermano de la congregación, el hermano Jacobo, que está aquí, se acercó a mi al final del servicio y me trajo un cuadro que era un rompecabezas que él y su familia habían muy amorosamente armado del León de Judá, y me dijo ‘Pastor, yo quisiera presentarle esto antes que terminara el servicio a usted delante de la congregación’.

Fíjense, estaba el pensamiento en mi mente. Yo lo había reprimido, no lo iba a..... y este hermano se acerca en ese momento y me trae el cuadro de León de Judá. Y yo dije ‘Señor, esto tiene que ser de ti’. Y yo no se si ustedes recuerdan que yo fui movido a decir ‘yo creo que este es el año en que el León de Judá, Cristo Jesús en su manifestación guerrera, en su manifestación de realeza, de rey, en su manifestación violenta y militante, en su manifestación de soberano sobre las naciones que no se va a dejar avergonzar por los principados y las potestades que quieren tomar control de EEUU, se va a poner de pie y va a apuntar su dedo sobre la nación de EEUU y va a sujetar por el cuello a esta nación y le va a decir ‘Yo, todavía estoy sentado en mi trono’.

Y yo me recuerdo, dice el Señor, de los pactos que mi pueblo hizo hace 300 años, cuando fundaron esta nación. Y yo no voy a permitir que esos pactos sean violados. Y yo los voy a renovar esos pactos y voy a cavar de nuevo y voy a abrir esos pozos que están segados y están cerrados para que fluya de nuevo la unción y el agua en mi nación.

Y por eso es que, hermanos, nosotros hemos entrado en ese tiempo. Yo pensé que yo era el único que me estaba tirando ahí al abismo con esa proclamación, pero en los últimos meses me he dado cuenta de que hay profetas por todas partes de la nación, y aún en el mundo, que están declarando que el año 2006, es un año de cambios, de desplazamientos, de transformaciones, de una manifestación gloriosa del espíritu del Señor sobre esta nación. Y es más, yo creo que sobre todo el mundo, sobre toda la tierra.

Yo creo que estamos prestos a entrar, o si no hemos entrado ya, hemos entrado ya mejor dicho, en el último gran avivamiento que habrá sobre la tierra antes de que Cristo, en algún momento, venga sobre la tierra. Yo lo creo así. Y yo se que muchas veces se ha predicado acerca de la venida de Jesús a través de la historia, y no quiero necesariamente decir que va a ser mañana, pero yo creo que estamos al borde de una gran visitación del espíritu santo.

Y la iglesia tiene que estar preparándose para ese momento. Hay una parte que nosotros tenemos que hacer. Siempre que Dios ha querido derramar su unción sobre una sociedad o sobre una época de la historia, el pueblo de Dios ha tenido que prepararse.

Dice la palabra que Dios no hace nada sin primero notificarle a sus profetas. Dios nunca se mueve sobre la tierra sin antes notificarle a su iglesia, a su representante, lo que El va a hacer para que ellos se unan con El. Y Dios siempre obra en una manera ordenada y El siempre espera que nosotros, sobre los cuales El ha delegado la autoridad sobre la tierra, lo invitemos a El, el Rey de Reyes, a entrar y obrar sobre la tierra. Porque un rey necesita ser invitado.

Cuando un rey viene a una ciudad, o viene a una nación, siempre hay jolgorio, siempre hay anuncios, siempre hay expectativa, siempre los dignatarios de esa nación o esa sociedad se presentan para recibirlo. Los que están autoridad preparan el ambiente, le emiten una invitación oficial, conforme a la dignidad de ese rey para que venga y entre el ámbito donde está siendo invitado.

Nosotros tenemos, la iglesia de Jesucristo tiene la autoridad espiritual sobre la tierra, y si queremos que Dios obre, si queremos que el León de Judá, que Cristo Jesús entre en acción en este tiempo crítico de la historia, la iglesia tiene que preparar el camino. Lo torcido tiene que enderezarse; lo que está demasiado alto, tiene que ser rebajado; lo que está demasiado bajo, tiene que ser levantado; los caminos tienen que ser arreglados; las calles tienen que ser adornadas para que pueda entrar el Rey de Gloria y hacer lo que El quiere hacer sobre las naciones.

A veces yo me he encontrado pensando locamente y es una de las primeras veces que lo digo públicamente, que yo creo que todo este lío de estas carreteras el big dig, y todo en la 93 y todas las cosas que se han hecho, es como una preparación profética simbólica para la venida del avivamiento que Dios ha de traer sobre la ciudad de Boston y es una forma en que Dios ha estado diciendo ‘preparen el camino para que mi gloria pueda afluir, que las sendas sean preparadas’, como dice Isaías antes de que viniera el Mesías, asimismo, que preparan senderos, prepararan caminos para la venida del gran Rey.

Entonces yo creo que Dios está preparando un avivamiento en este tiempo funesto, en este tiempo oscuro en que vive la iglesia, en que viven las naciones, el terrorismo, la amenaza de guerra nuclear con Irán, el levantamiento de Islam con toda su furia y su deseo de dominio, las naciones están de nuevo en zozobra. Pensábamos que con la caída del muro del Berlín y la caída del imperio soviético, como que ya podíamos respirar y íbamos a tener billones de dólares para dedicarlos a restauración de las naciones, y cuando murió ese enemigo se levantó otro casi peor: el terrorismo, que ha hecho estragos en esta nación, que no hizo ni siquiera la guerra fría.

¿Por qué? Porque cuando una nación, cuando una sociedad, cuando una iglesia está alejada del Señor que la fundamentó, un enemigo cae pero se multiplican los que vienen y son más feroces que los anteriores, menos responsables. Por lo menos la Unión Soviética era una nación constituida, lo que tenemos ahora es un enemigo que no tiene forma, no tiene nombre, no tiene gobierno, no se rige por ninguna ley gubernamental ni internacional. Y las cosas se irán...... este es el momento preciso, como relata Joel, de la oscuridad, de la pérdida.

¿Y cuál es la respuesta de Joel? En el versículo 14 dice “proclamad ayuno, convocad a asamblea, congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová, vuestro Dios. Clamad a Jehová”. Ustedes ven hermanos, esa es la clave, eso es lo que la iglesia tiene que estar haciendo en este tiempo, aquí en León de Judá, pero también en las iglesias norteamericanas, en las iglesias asiáticas, en las iglesias afro americanas, en toda la región donde Dios quiere visitar, y redimir a la iglesia, y levantar una nueva iglesia gloriosa y llena del poder del espíritu santo, lo primero que hay que hacer es convocar asamblea, congregarnos a los ancianos, los líderes de las congregaciones y aún a todos los moradores de la zona, y que vengan a la casa del Señor para clamar al Señor. Esa es la precondición, ese es el prerrequisito, para que baje, descienda la visitación del poder de Dios que tiene que descender.

Nosotros tenemos que estarnos preparando. Yo les había dicho, con la ayuda del Señor, yo salgo el miércoles para un ayuno extendido. Y Dios me ha dicho que parte de ese ayuno tiene que ser en Israel, en el área del desierto, allá hay un sitio que Dios me ha provisto para estar allá, 3 semanas. No voy a estar aquí en ese tiempo. Yo les digo esto simplemente para ustedes me apoyen en oración. Amen. ¿Puedo contar con ese respaldo, hermanos?, pero también, aquí quizás no me van a decir tanto amen, pero yo quiero que ustedes participen también en ese ayuno. Yo quiero, por eso escogí ese tema en esta mañana, porque yo que ya hay varios, hay muchos de ustedes que supieron acerca de esto y ya me han dicho ‘Pastor,’anoche mismo un hermano, fui a saludarlo y me dijo ‘Pastor, yo estoy con ustedes los 40 días de ayuno’. Y yo se que.... tenemos cuidado con la falsa piedad, la falsa humildad.

El Señor Jesucristo nos dice que estemos anunciando.... no, pero depende del corazón con que se hace. Si uno lo hace para exhibirse y para hacer alarde y para que la gente diga ‘oh, cuán santo’, entonces eso está malo. Pero si uno lo hace simplemente para inspirar a otros para que entren a glorificar al Señor, pues, gloria a Dios, debemos hacerlo. Hay un tipo de ayuno colectivo que se declara públicamente para que todos puedan participar en él.

Y yo quiero invitar a cada uno de ustedes, quiero retarlos, quiero poner celo en su corazón, quiero despertar en usted, ahora mismo un compromiso de que en los próximos 3, 4, 5 semanas, este ayuno que ha sido proclamado sobre la ciudad de Boston y Dios ha usado maneras interesantes para que se levante desde el 1 de marzo hasta el 9 de abril, 40 días, 40 días de ayuno. Mucha gente está participando en esos 40 días de ayuno.

Usted no tiene que participar los 40 días, usted no tiene que necesariamente dejar de comer durante 40 días. Usted puede coger 3 días, puede coger un día o durante los 40 días puede decir, yo voy a apartar una de las tres comidas, y voy a dedicarle ese tiempo al Señor. Usted puede hacer un ayuno en ese tiempo que usted escoja y que el Señor le dirija, simplemente tomar agua, o simplemente un ayuno vegetariano, comer vegetales, no comer carne, ni cosas muy sabrosas, como hizo Daniel en su ayuno de 21 días famoso. Hay diferentes maneras de usted ayunar, según el Señor les dirija. No se trata de atletismo aquí, ni de competir unos con los otros, ni de hacer alarde delante de Dios ni cosa por el estilo, según el Señor le dirija.

Yo le pedí al Señor, yo vengo ya semanas y semanas atrás, pidiéndole al Señor, ‘Señor, cuándo es, cuánto es el tiempo, cómo tu quieres que yo lo haga, dónde, y todas esas cosas’, y Dios me ha ido respondiendo una vez tras otra y ha provisto todo lo necesario para mi tiempo de retiro con el Señor. Dios puede hacer lo mismo con usted. Ore al Señor y dígale ‘Padre, yo quiero sacar un tiempo’, y hermanos, yo les prometo en el nombre del Señor, que su vida y esta iglesia no vamos a ser los mismos después de ese tiempo. Recíbalo en el nombre del Señor.

Hoy, yo quiero despertar en los jóvenes, me gusta una jovencita allí aplaudiendo con una sonrisa en su rostro. Gloria a Dios, porque esto es para los jóvenes y esto es para los niños también.

This is for you children as well and this is for you, young people. This is not just for the big, old adults. No, no, this is for everyone. God wants everyone to fast.

En la historia de Jonás, cuando se le dijo a la ciudad de Nínibe que Dios iba a destruir la ciudad y que se arrepintieran, el rey de la ciudad tomó en serio el llamado a arrepentirse y declaró un ayuno nacional. Y dice que hasta los animales tuvieron que ayunar. Así que si usted tiene una cotorra, un gato, un perro, póngalo a ayunar también en este tiempo. Comience a educar a sus hijos en esos secretos espirituales. Comience a formarse guerreritos con una espada, aunque sea chiquita en la mano, pero que comiencen a crecer sabiendo que hay recursos de guerra que Dios le ha dado a su pueblo y comencemos a levantar una generación nueva, una generación que tenga amor y pasión por las cosas de Dios, una generación que pueda ir a donde tiene que ir para alimentarse espiritualmente, para vivir vidas convenientes delante del Señor.

Dios quiere renovar nuestra iglesia. Dios quiere renovar nuestros ministerios. Dios quiere renovar los pastores de la congregación León de Judá. Dios quiere renovar los ancianos que gobiernan esta iglesia. Dios quiere renovar cada ministerio. Dios quiere renovar el ministerio de alabanza. Dios quiere poner unción fresca sobre sus vidas. Dios quiere poner unción sobre tu vida. Dios quiere levantar un pueblo lleno del espíritu santo, de familias cuyo hogares sean altares donde Dios pueda venir y morar 24 horas al día. Dios quiere destruir los gigantes con los cuales tu has estado peleando durante años y años sin ningún éxito. Dios quiere renovar tu vida. Dios quiere darte la unción que tu necesitas para vivir como Dios quiere que tu vivas.

Y para situaciones extremas y necesidades extremas, se necesitan medidas y medicinas extremas, como lo es el ayuno y la oración. Así que yo pido que el Señor haga descender sobre esta iglesia en esta mañana un compromiso en los corazones ‘yo voy a sacar tiempo, voy a apartar tiempo para ayunar y buscar el rostro del Señor’.

Eso va a querer decir que quizás vas a tener que tomarte un día de tu trabajo y si no puedes tomarte el día, vas a tener que ayunar de una manera que te permita trabajar, pero recuerda que cuando Daniel decidió no comer de la comida del rey, el mayordomo que estaba sobre esos jóvenes judíos que habían sido llevados a Babilonia, les dijo ‘mira, si tu dejas de comer te vas a poner demacrado y entonces el rey va a pensar que yo los estoy descuidando a ustedes y va a cortarme la cabeza.’ Y Daniel le dijo ‘prueba solamente 10 días de nosotros comiendo solamente legumbres, y mira a ver qué pasa y después hablemos.’ A los diez días, dice la palabra, que el rostro de Daniel estaba más saludable que el de todos los demás. Y Dios le dio éxito a Daniel y a su compañero para que sacaran A en todos los cursos y les dio no solamente sabiduría intelectual sino también discernimiento en las áreas del espíritu, revelación, entendimiento de las cosas escondidas. Daniel recibió un llamado a ser un profeta de Dios por medio de ese ayuno en su juventud.

Así que no creas que el ayunar te va a quitar la energía. Si tu sacas tiempo en el Señor, en vez de tener menos energía vas a tener mucha más energía, como la siento yo ahora mismo, porque cuando el Señor visita a sus hijos, El los visita con un poder, que no es el poder de la carne, es el poder del espíritu santo.

Y dice el Apóstol Pablo que cuando nos hacemos débiles, entonces somos fuertes en el Señor. Entonces Dios tiene libertad para moverse como El quiere en nuestras vidas. Pero hay un precio que pagar, hermanos. Hay que sacar tiempo para el Señor. Nosotros sacamos tiempo para ir al médico, sacamos tiempo para ir a ver a un abogado, sacamos tiempo para ir a hacer una compra especial, una boda, una ocasión especial. ¿Por qué no sacar un tiempo para hacer una cita con el Rey de Reyes y tener un tiempo de intimidad con el Señor? ¿O es el Señor menos importante que un abogado, que un médico, que una necesidad de una fiesta?

La iglesia de Jesucristo tiene que comenzar a poner sus prioridades claras. Tenemos que comenzar ordenar lo que es importante, hermanos. Nosotros vivimos en una especie de hipnosis, es una ilusión donde venimos a la iglesia, declaramos muchas cosas, hablamos hasta la saciedad, predicamos y movemos el mundo, y desde que salimos por la puerta, como que todo se nos va, y volvemos a las cosas cotidianas tal y como son, como si nada hubiera pasado. Y viene el diablo y arranca la semilla de nuestro corazón que ha sido sembrada en la iglesia.

Tenemos que, en el nombre del Señor, decir ‘Padre, yo te voy a obedecer, aunque mi carne me quiera engañar, aunque mi psicología despejar lo que yo recibí, yo voy a obedecerte porque yo se que esa es la verdad y quiera o no quiera yo te voy a dar ese tiempo de ayuno, y yo voy a reordenar las prioridades de mi vida’. Y ahí va a comenzar el avivamiento, ahí va a comenzar la bendición, ahí va a comenzar la unción que Dios quiere que descienda sobre esta congregación.

Yo he dicho que el 19, aunque yo no voy a estar aquí, pero esa noche, domingo, a las 7.30 de la noche, yo quiero que ustedes vengan, que llenemos este lugar, como lo hicimos hace 2 ó 3 semanas atrás, vino un grupo precioso de jóvenes, de niños. Traiga a los jóvenes, jálelo por los moños, arrástrelo, aunque vengan los trabajadores sociales, pero tráigalo a la casa del Señor, traiga a sus hijos, engatúselos, hipnotícelos, como sea, pero tráigalos a la casa de Dios. Y vamos a levantar una generación nueva, no esa generación indiferente, tímida, pálida que tenemos, porque hay toda una generación de nuestra comunidad, jóvenes que “are clueless”, están totalmente perdidos, no tienen sensibilidad, es como hablarles en chino. Tu les hablas de las cosas espirituales, tu le hablas de las cosas humanas y adultas y no entienden, porque no han recibido la educación necesaria, la cultura ha establecido una desconexión entre los valores nuestros, de nuestros antepasados y los valores cristianos que ahora tenemos, y ellos.

Y dice la palabra del Señor, que antes que venga Jesucristo en el último tiempo, vendrá el espíritu de Elías, caerá sobre una nación y ese espíritu reconciliará a los hijos con los padres y a los padres con los hijos. Dios quiere hacer eso en este tiempo. Dios quiere unificar a las familias. Dios quiere levantar a nuestros niños. Dios quiere levantar a nuestros jóvenes. Dios quiere poner una nueva pasión en el corazón de nuestros hijos y nosotros tenemos que pedirle al Señor ‘Padre, dame la autoridad. Padre, dame el peso espiritual. Padre, dame el carisma. Padre, dame el atractivo para que mis hijos se sientan atraídos a mis valores, a mi fe, a mi espiritualidad’, porque el diablo ha puesto una pared, un muro invisible, entre nuestra generación y la generación de nuestros hijos. Dios quiere reconciliar eso. Pero hay un precio que pagar, hay que buscar el rostro del Señor, hay que preparar los caminos para que venga el Señor.

En el Capítulo 2, en el versículo 15, Joel de nuevo dice: “... tocad trompeta en Sión, proclamad ayuno, otra vez el ayuno, convocad a asamblea, reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños”. ¿Ve? No es solamente para los adultos. “.... y a los que maman”, es decir para los infantes, los bebes, “.... salga de su cámara el novio y de su tálamo la novia”. Es decir, ¿quién quiere que lo saquen de su luna de miel para venir a la iglesia y adorar al Señor y ayunar? Nadie. Pero el profeta está siendo gráfico aquí, está diciendo ‘hey, deja la fiesta, deja lo que parece absolutamente imprescindible. Deja todo lo que sea placentero y lo que parezca urgente, importante y ve a la casa de Dios y busca la unción del espíritu santo en tu vida’.

Esa convocación de santa asamblea que se de y que vengan todos a la casa del Señor. Dejen lo cotidiano, dejen aún lo que parece importante en otros niveles, y vengan a la casa de Dios. En la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová. Esto es una renovación para los pastores también, para los líderes de la iglesia, para los maestros, y digan ‘Perdona, oh Jehová, a tu pueblo y no entregues al oprobio tu heredad para que las naciones se enseñoreen de ellas. ¿Por qué han de decir entre los pueblos dónde está su Dios?

Eso es lo que dicen hoy en día de la iglesia en el mundo secular. Cuando vemos al diablo y sus poderes y principados arropando la sociedad y quedándose y sirviéndose con la cuchara grande, como decimos por ahí, con todos los aspectos de la cultura. Hoy en día la iglesia es un tema de risa, de ridiculez, cuando no de simplemente irrelevancia y total escepticismo en la cultura. La iglesia ha perdido su poder. La iglesia ha perdido su autoridad. La iglesia ha perdido su relevancia. La iglesia ha perdido su influencia sobre esta nación. ¿Por qué? Porque se han apartado de las fuentes de donde viene el poder y la autoridad.

Yo pienso en cómo era en esos tiempos cuando Elías y Eliseo llegaban, aún el rey se asustaba y se espantaba. Una vez, creo que fue Elías o Eliseo, se acerca a un rey y le dice ‘¿Vienes?’, y el rey le dice ‘¿Has venido para hacerme daño, enemigo mío?’, ¿cuándo usted ha oído que se le hable así a la iglesia? Claro, creen que la iglesia es enemiga, pero no le temen a la iglesia. Creen que la iglesia es inefectiva.

Yo quiero, el Señor quiere, que la iglesia de nuevo provoque santo temor entre las naciones, que los siervos de Dios cuando lleguen a un lugar, hagan estremecer ese lugar con la idea de que ha llegado la presencia de Dios a ese sitio. Eso se consigue solo buscando la unción, la llenura del espíritu santo, el derramamiento de Dios.

Entonces, hermanos, no tengo tiempo para desempacar todo lo que está en este pasaje, lástima, pero dice “y digan, perdona, oh, Jehová a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad”. Y el resultado de esa convocación santa, de ese buscar de Dios, al cual yo les reto que ustedes se entren, dice en el versículo 18, 2 “y Jehová solícito por su tierra”, porque Dios quiere, Dios quiere, Dios está solícito, “.... perdonará a su pueblo, responderá Jehová y dirá a su pueblo, ‘he aquí, Yo os envío pan, mosto –es decir, vino- y aceite y seréis saciados de ellos y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones”.

Ese mismo vino, ese mismo aceite, ese mismo pan que al comienzo de la imagen del profeta está carente, seco, inaccesible, desaparecido, ahora Dios dice ‘convoquen asamblea, reúnanse, pidan perdón, confiesen sus pecados, rectifiquen sus senderos y yo enviaré sobre ustedes pan, aceite y vino hasta que se llenen’.

Pan, símbolo de la palabra de Dios; aceite, símbolo de la unción de Dios; vino, símbolo del gozo de Dios. Esas son las cosas que Dios quiere derramar sobre su iglesia en abundancia. Pero tenemos que prepararnos. Hay que llorar primero, si queremos reírnos, hay que llorar primero. Si queremos que Dios nos levante, tenemos que doblar las rodillas primero. Si queremos que Dios nos exalte, tenemos que humillarnos primero. Si queremos que Dios nos de libertad para hacer y deshacer, tenemos que ceñirnos a los límites de la palabra de Dios en santidad y respetar los caminos del Señor. Si queremos ver el gozo del Señor, tenemos que afligirnos y clamar a Dios primeramente, convocar asamblea.

Yo pido, en el nombre del Señor, que en estos próximos días, hermanos, aunque yo esté fuera, esta iglesia esté llena de oración, llena de ayuno. Y yo quiero que te pongas de pie ahora mismo, y quiero que cada uno de nosotros contraiga un compromiso delante de Dios en esta mañana. Los que se sientan aludidos, los que sepan que Dios te está hablando a ti, a mi no me importa si es la primera vez que tu vienes a esta iglesia, pero si tu sientes que Dios te ha llamado a ayunar y a buscar el rostro de Dios, mejor todavía.

Ayuno es simplemente abstenerse de comer, puede ser por una comida, de nuevo, puede ser por varias, dos al día. Puede ser ayunar hasta las 3 de la tarde. Usted puede, no tiene que simplemente hacerlo con agua. Usted puede hacerlo con un poquito de jugo, con un jugo de vegetal o un consomé bien liviano, sin nada sólido. Hay muchas maneras prácticas. Usted puede hacerlo por una semana, no desayunar por ejemplo, o no comer hasta las 3 de la tarde.

Pero el caso es que Dios le está pidiendo que sujete su carne, que sujete su cuerpo, que sujete su mundanalidad, que sujetemos el apetito por la vida normal y por las cosas del mundo y que comencemos a habitar en la zona del espíritu, en la zona de lo eterno, para que nuestra mente sea renovada, para que nuestros corazones sean abiertos, para que la gloria del Señor pueda encontrar vasijas vacías limpias y preparadas para que El pueda hacer descender su unción sobre nuestras vidas y sobre la iglesia.

Ese es el llamado del Señor para esta iglesia. Baja tu cabeza ahora mismo y pregúntale al Señor, ‘Padre, cuánto tiempo tu quieres, cómo tu quieres que yo ayune, yo me comprometo, yo estoy listo, yo estoy dispuesto, yo estoy preparado, Señor. Y yo deseo ver tu gloria. Yo me arrepiento de la vida normal y cotidiana que yo estoy viviendo y quiero algo más. Quiero más, quiero consagrarme a ti. Quiero que me perdones. Quiero que me santifiques. Quiero que me llenes con tu espíritu santo. Y quiero que tu gloria habite en mi casa, Señor. Y yo voy a pagar el precio, con temor y temblor, yo voy a pagar el precio. Y yo me comprometo porque yo se que este es el tiempo de tu visitación, y yo quiero prepararte la casa y yo quiero prepararte el camino, y yo quiero hacer descender tu gloria en este tiempo.

Pido que estemos orando por esta nación, que estemos orando por el estado de Massachussets, que estemos orando por Nueva Inglaterra para que Dios derrame avivamiento, que las iglesias sean prendidas en fuego, que los pastores sean renovados y reavivados, que haya un nuevo fluir de la palabra poderosa de Dios en los púlpitos de este estado y de esta nación, y que los siervos de Dios que están atemorizados, tímidos, apocados y fríos y desanimados, que sean prendidos en fuego para que se levante una gran antorcha que alumbre todo este país.

Así que Padre, derrama tu espíritu. Padre, llénanos de unción. Padre, danos la fuerza de voluntad para imponernos sobre nuestros apetitos y dedicarte nuestra vida, dedicarte este tiempo a ti. Tu palabra dice, Señor, tu no nos has dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio y nosotros recibimos ese espíritu en esta mañana. Padre yo declaro ese espíritu de continencia. Yo declaro ese espíritu de control propio. Yo declaro ese espíritu, esa unción de ayuno y oración sobre este pueblo, Padre, en estas próximas semanas.

Yo pido que León de Judá sea transformado, Dios, y que no seamos los mismos al final de este tiempo y te daremos a ti toda la gloria y toda la honra. Nos comprometemos delante de ti, Señor. Comprometemos a nuestros hijos también, y comprometemos nuestros hogares para que tu nombre sea glorificado. Lo pedimos en el nombre de Jesús y el puedo de Dios dice...... Denle un gran aplauso al Señor.

Hermanos, vamos a ayunar y vamos a orar y vamos a clamar al Señor. Son buenos tiempos los que vienen, una gran visitación de Dios viene sobre esta nación. Que la gracia sea con ustedes.