Romanos 12

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Capítulo 12, Romanos. Han pasado un par de domingos antes de la última vez que tratamos este libro. Quizás ustedes recordarán, lo último que tratamos fue sobre el pueblo de Israel, ¿recuerdan? Los Capítulos 9, 10 y 11 y estamos haciendo un recorrido a través de la Epístola a los Romanos. Estamos ya avanzando bastante. La Epístola a los Romanos tiene 16 Capítulos, vamos por el 12 hoy y ahí en el versículo 1 dice:

“.... Así que hermanos, os ruego por la misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro culto racional....”

Yo voy a matizar un poco lo que dice ahí, ‘que es vuestro culto racional’. ¿Qué quiere decir eso en verdad?, dentro de un momento.

Versículo 2 “... No os conforméis a este siglo sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros que no tengo más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.....”

¿No se si está eso....Gonzalo, se puede poner el texto en.....? Ok, lo están buscando. Gracias. Ya uno como que se ha mal acostumbrado a tenerlo allí. Es una gran bendición, un gran servicio ese.

Versículo 4 “.... Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros también siendo muchos somos un cuerpo en Cristo y todos miembros, los unos de los otros, de manera que teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; y finalmente el que hace misericordia, con alegría.”

Bendiga el Señor su santa palabra. Padre, la encomendamos a ti ciertamente en esta mañana para que sea tu boca hablando a nosotros, Padre, ministrándonos a cada uno y abriendo nueva visión de tu revelación a tu pueblo, en el nombre de Jesús. Amen.

El que lee este pasaje, Capítulo 12, habiendo leído los previos 11 Capítulos, inmediatamente se da cuenta de que hay un cambio en el tono de la carta del Apóstol Pablo. Sin duda alguna, este Capítulo marca el comienzo de una nueva sección en toda esta carta. Los primeros once Capítulos han sido una reflexión teológica sobre la naturaleza de la salvación, la misericordia de Dios, el pecado del hombre, el hecho de que el hombre no se puede justificar por sí mismo, necesita la gracia de Dios, el hecho de que Jesucristo es el instrumento que Dios usa para salvarnos por gracia.

Habla acerca del proceso de santificación y de que el hecho de que somos salvos por gracia y no por obras, no quiere decir que podemos descuidarnos en nuestro comportamiento, en nuestra vida moral, sino todo lo contrario. Dice que hemos muerto al pecado y que ahora pertenecemos a otro y que así como antes servíamos al pecado, ahora se supone que sirvamos a la santidad, aclara todas esas cosas.

Es una reflexión teológica muy profunda, muy matizada de un hombre altamente entrenado en lo que es la reflexión bíblica, teológica, erudita, un hombre que pone sus matices donde tiene que ponerlos, aclara términos, anticipa objeciones, todo lo que se puede hacer para dar una idea clara de lo que es la teología de la iglesia con respecto al tema de la salvación, la caída del hombre, su tendencia a pecar y a ofender a Dios y por eso la necesidad de un salvador. Todas esas cosas están muy bien delineadas en esos primeros once Capítulos.

Pero en el Capítulo 12 entonces comienza una sección práctica, aplicada. Es la aplicación de lo que ha trascendido hasta ese momento. Es un llamado del Apóstol Pablo a que, bueno, ahora que ustedes saben lo que Dios ha hecho, su situación y la situación del hombre y el plan de salvación de Dios, éstas son las cosas que ustedes tienen que hacer para vivir a la luz de esa alta revelación que ustedes han recibido, de todo lo que Dios ha hecho por ustedes.

Y sobre todo cuando uno piensa que en el Capítulo 11, al final de ese Capítulo 11, el Apóstol Pablo hablando de cómo Dios se las ha ingeniado para llevar a toda la humanidad a un punto de dependencia total de él, a reconocer que todos han pecados, que todos están destituidos de la gloria de Dios, judíos, griegos, creyentes y que Dios ha invertido tanto cuidado en elaborar todo un plan eterno, universal para salvar a la humanidad y para prepararla, en otras palabras, que Dios se ha esforzado y se ha esmerado en preparar un plan perfecto para la humanidad.

En el Capítulo 11, en el versículo 33 a Pablo se le escapa una alabanza y una expresión de admiración por la misericordia y la grandeza de Dios. Dice en el versículo 32 “... porque Dios sujetó a todos en desobediencia para tener misericordia de todos. Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios, cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos...”

Entonces, en el Capítulo 12, en el versículo 1, hablando de esa misericordia que acabamos de señalar que Dios tiene para todos, el Apóstol Pablo dice, “.... Así que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos....”

¿Ve? Ese ‘así que’ indica que hay una conexión en el pensamiento de Pablo con lo que ha escrito anteriormente. Lo que nos dice, hermanos, es que cuando nosotros consideramos todo el cuidado que Dios ha tenido con nosotros, la misericordia que Dios ha tenido; dice la palabra que cuando nosotros estábamos sumidos en pecado Cristo murió por nosotros. Nosotros no lo buscamos a él, él nos buscó a nosotros. Él entregó a su hijo unigénito para que nosotros no nos condenáramos, para que ninguno se perdiera.

Dios es un Dios de gran misericordia. Ha invertido tanto cuidado con respecto a la humanidad, entonces Pablo dice, hermanos, a la luz de esa gran misericordia que Dios muestra con nosotros lo único que podemos hacer, lo mínimo que podemos hacer es presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios.

¿Qué quiere decir ‘presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo’? Esa palabra ‘presentar’, ‘paristemi’, quiere decir ‘presentar algo, entregar algo para que sea usado en cierta manera’.

Si usted va al Capítulo 6 de Romanos, en el versículo 13, dice “... ni tampoco presentéis vuestros miembros....”.

Es la misma idea. Vuestros miembros quiere decir vuestros brazos, vuestras piernas, vuestros ojos, vuestros órganos en general, todo lo que es tu vida, no lo presentes –ahí está la misma palabra ‘paristemi’- quiere decir presentar, entregar, rendir algo a alguien como su propiedad para su uso, que se convierta en su objeto y que entre bajo su control o domino, poner a la disposición.

Pablo dice, ‘no presentéis vuestros miembros, vuestro cuerpo, vuestra vida, al pecado como instrumentos de iniquidad...’

Es decir, no entregues tu vida, no permitas que tu vida sea usada para cosas pecaminosas y dañinas, sino, dice, “.....presentaos –de nuevo la misma palabra- vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos....”

¿Ve la imagen ahí? Esa imagen de sacrificio en el Capítulo 12. Aquí se habla de “.....presentaos como vivos de entre los muertos y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia....”

En otras palabras, el llamado de Dios al creyente es un llamado a vivir una vida consagrada a las cosas nobles, a las cosas buenas, a la justicia, al amor, a la misericordia, a la bondad, a las buenas obras. El cristiano nunca debe ser usado para hacerle daño a nadie, ni de boca, ni de acción, ni de nada. Nosotros somos gente completamente consagradas a una sola cosa, y es a ser ángeles aquí en la tierra, ser portadores de la gracia de Dios, a ser mensajeros del amor de Dios. Dondequiera que tu estés, en tu casa, en tu trabajo, en tu vecindario, dondequiera, tu cuerpo, tu vida ha sido consagrada para ser un instrumento de justicia, de amor, de bondad, de misericordia.

Y eso es lo que nosotros somos 24 horas al día. Si tu ves a alguien en la calle en necesidad, tu te tienes que ver ahí como un instrumento de la gracia, la misericordia de Dios. Si tu ves a alguien en tu trabajo triste, deprimido, que necesita una palabra de consuelo o de consejo, tu estás ahí porque tu estás... tu vida es eso. Tu has presentado, tu has consagrado tu vida para servir al Señor y para ser un instrumento de bendición. Si alguien tiene una necesidad material, económica y tu puedes tenderle la mano y ayudar, ese es tu llamado. Pero tu no puedes ser usado para nada que sea innoble o injusto, porque tu vida ha sido consagrada al Señor y el Señor te llama acerca de eso.

Es más, tu mente inclusive tiene que estar consagrada a lo positivo. En Filipenses, Capítulo 4, versículo 8, el Apóstol Pablo dice: “... por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad...”

En otras palabras, nuestro ámbito, donde moramos, como gente que ha sido presentada al Señor es el mundo de la bondad, del amor, de la justicia, de las cosas buenas y nobles. El Apóstol Pablo dice en otro pasaje que “....las armas de nuestra milicia no son carnales...” y dice también que nosotros no usamos armas de las tinieblas sino las armas ¿de qué? de la luz.

Nosotros somos gente que ha sido consagrada al Señor y Pablo dice, “.... presentéis vuestros cuerpos...” ¿Sabe cuándo uno presenta a un bebé? Uno presenta a un bebé y uno lo trae al Señor y se lo consagra al Señor, eso es lo que hacían los judíos, que traían al primogénito, traían a los niños cuando nacían, los circuncidaban o presentaban a la bebé o el bebé y se lo consagraban al Señor, se lo presentaban. Esa es la idea.

Y asimismo nosotros tenemos que presentar nuestras vidas, nuestros cuerpos al Señor, consagrarlos. Otra imagen que ayuda a explicar eso, es la imagen del sacrificio que era presentados ante Jehová, cuando un cordero, un animal era degollado para propósitos del templo del sacrificio, el sacerdote lo degollaba o el levita y entonces lo presentaban al Señor. A veces las ofrendas, si eran ofrendas, por ejemplo, de vegetales, de harina o de aceite, la mecían delante de Dios, se la presentaban al Señor para que el Señor como que dijera, ok, la apruebo, la recibo.

Es como cuando en un restaurante bien fino vienen y usted pide una bebida que no voy a decir cuál, muy elegante, y le presentan la botella, ¿no? Yo lo he visto en películas solamente, así que.... y el mesero viene y le presenta la botella a ver si usted aprueba, ¿ok? Y se la presenta.

Y asimismo es que nosotros presentamos nuestras vidas al Señor. Y Pablo dice, les ruego que presenten sus vidas..... a la luz de todo lo que Dios ha hecho, lo único que nos queda a nosotros es que nuestra vida sea una entrega, un sacrificio al Señor. En esa idea de que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, de nuevo está la idea, hermanos, de que cuando nosotros entramos en los caminos del Señor, a la luz de todo lo que Dios ha hecho, ya nosotros hemos muerto.

¿Recuerdan que en el Capítulo 6 también hay toda esta imagen de morir? Yo hablé acerca de eso, la imagen de morir al mundo, morir al yo, morir al pecado, morir a la carne, todas estas cosas y que en ese morir hay gran bendición porque resucitamos a una vida nueva. Entonces, cuando nosotros vivimos nuestra vida como un sacrificio, hay muchas cosas, la vida cristiana está llena de cosas que tenemos que sacrificar ante Dios. Hay muchos placeres y muchas preferencias que nosotros tenemos que con mucho gusto nosotros nos involucraríamos en ellos, pero sabemos que Dios no los aprueba y entonces se los sacrificamos al Señor.

Hay mucha gente sin embargo que no quiere ceder esas partes de su vida y quieren vivir con un pie en el mundo, un pie en el Evangelio, y les gustan tanto las cosas del mundo que no están dispuestos a soltarlas. Pero con Dios no es así, nosotros tenemos que vivir nuestra vida como un sacrificio vivo.

Otra idea que yo obtengo de esa imagen del sacrificio vivo, es que la vida cristiana es un continuo proceso de renovación y de cambio, de entregar cosas, de ceder cosas, de morir a cosas, es continuo. Esa idea de un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Tu tienes que hacer un sacrificio vivo, 24 horas al día por el resto de tu vida. Tu tienes que estar continuamente ardiendo delante del Señor y que tu vida sea usada para gloria de Dios, que tus energías, que tu dinero, que tus talentos, tu familia, tu tiempo, todo, tu profesión, todo tiene que estar disponible; un sacrificio vivo. Tu eres un sacrificio vivo, Dios está continuamente esperando que tu lo bendigas a él con el olor de tu vida que se está consumiendo para gloria de él.

¿Cuántos dicen amen a eso? Eso es lo que Dios quiere. Que presentéis vuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Dice en su traducción quizás dice, que es ‘vuestro culto racional’. Eso es una de las traducciones más pésimas que hay en todo el idioma español, porque el griego original, la idea que sugiere es ‘lo cual es vuestra adoración verdadera’ o ‘lo cual constituye vuestra verdadera adoración o vuestra adoración espiritual’. La palabra ‘logiken’ que se traduce ‘racional’ aquí, es una palabra bien compleja de donde viene la palabra ‘lógica’, pero quiere decir más bien, ‘es vuestra adoración con coherencia, con consistencia, con razón’. En otras palabras, la verdadera adoración del Hijo de Dios es esa: vivir su vida de esa manera, como un sacrificio vivo.

No es solamente venir a la iglesia y cantar con nuestra boca y venir al culto. Y eso es algo que tenemos, la mentalidad de los hijos de Dios tiene que cambiar con respecto a eso, hermanos, a nosotros muchas veces se nos ha enseñado que ser cristiano es ir a la iglesia un momentito, ser testigo de algo que se está dando en la plataforma y entonces, bueno ya cumplimos, nos vamos a nuestra casa hasta el próximo domingo que volvemos. ¿Cuántos vivían un tiempo así, pensaban que eso era la religión, verdad que si? Ir allá, y uno se sentaba allí y quizás se persignaba y decía algo mientras pensaba en las habichuelas que había dejado en la casa, que se están quemando, o lo que sea, y uno pensaba de que por el hecho de que yo estaba allí, en ese lugar y hacía esas cosas, y llevaba a cabo ciertos ritos, como que ya yo cumplí. Sí, porque lo que importa es eso, es llevar a cabo los ritos.

Pero en el Evangelio no hay tal cosa. En el Evangelio se supone que nosotros mismos estamos absoluta y profundamente involucrados en la vivencia cristiana. No es solamente el sacerdote o el pastor, o el evangelista, cada cristiano, cada creyente. Y eso si tu lo piensas es una idea revolucionaria: el hecho de que tu, se supone que tu vivas tu vida en completa intimidad con Dios, en interacción con Dios, con la palabra de Dios, con el llamado de Dios, viviendo tu vida como un sacrificio, sudando, llorando, clamando, sirviendo, dando, creciendo, transformando, entregando, perdiendo, ganando, siendo martillado por la palabra de Dios.

Tu estás en continuo trato con Dios, tu eres un atleta espiritual y eso es lo que constituye tu verdadera alabanza y adoración. No es el venir a la iglesia y llevar a cabo rituales exteriores. Todo eso es bueno, bello, hermoso. Cantarle al Señor con el pueblo de Dios es bello. Orar es lindo. Diezmar es precioso, diezmar es precioso. ¿Cuántos dicen amen? No pude escapar esa. Todo es bueno, pero eso no es lo que constituye nuestra verdadera adoración. La verdadera adoración es lo que tu vives fuera de la iglesia en un sentido, ¿sabes?

Venir aquí a la iglesia es fácil. Aquí todos somos angelitos. Una corbata hacer maravillas para cambiar a una persona, pero la verdadera alabanza es la vivencia allá afuera ¿eh? Cuando Francis les dice, hermanos, no ponga el carro ahí tan cerca del otro. Ah, yo soy un sacrificio vivo, antes de tirarle la daguita esa por los ojo, di, ‘yo soy un sacrificio vivo’. Respira, cuenta hasta 10, dice, ‘gracias, hermano, está bien, lo voy a mover. Que el Señor le bendiga’.

En la carretera cuando alguien se te cruza, en vez de sacar palabras en lenguas no angelicales, tu dices, yo soy un sacrificio vivo, ¿no? Y entonces usted domina los caballos y hace lo que hace un hijo de Dios. Cuando hay una pugna matrimonial y usted quiere sacar eso que tienes reservado ahí ya hace 4 días, que está bien añejo ya porque usted lo ha ido saboreando bien y que listo para tirarlo con todo gusto, ¿no? y usted dice, no, yo soy un sacrificio vivo. ¿Cuántos dicen amen a eso?

Esa es la verdadera adoración, ‘logiken la treian’, verdadera adoración. Es la adoración que tiene coherencia, que tiene sentido, que tiene consistencia. Cuando vivimos nuestra vida como un sacrificio al Señor entonces estamos verdaderamente adorándolo y él se goza de nuestro sacrificio. Él mira desde su templo, desde su santuario y le huele a carne quemada, y dice, ‘mmm, qué bueno, mi hijo está aprendiendo’. Qué bueno huele un chicharroncito que se está friendo ahí, huele bien. Eso es, a Dios le gusta aspirar el olor a carne que se está cociendo poco a poco.

“....Sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, lo cual constituye vuestra verdadera adoración.”

Y él continua elaborando esta idea, ¿no? en el versículo 2 él dice “... No os conforméis a este siglo....”

¿Qué quiere decir eso? ¿Qué quiere decir ‘no conformarse a este siglo’? Primeramente ¿qué siglo? No es el siglo XXI, la palabra en el griego original es ‘aion’, que quiere decir, época, era, tiempo. Dice, no se conformen a este tiempo, a esta época en que están viviendo, y eso es para todos los siglos.

El Señor nos dice, cristianos, ustedes no deben ajustarse. Nosotros somos gente contra cultural, ¿sabe eso? El cristiano es contrario a la cultura. La gente va en una dirección y el cristiano ahí con su carro, yendo en el medio, en la otra dirección. Y la gente dice, ¿y por qué este no se mete con nosotros? ¿Por qué va en dirección contraria? Porque la palabra dice ‘no se conformen a este siglo’.

La vida del creyente, los valores del Reino de Dios son totalmente diferentes a los valores del mundo. Pone de cabeza los valores del mundo, por eso cuando Juan y Santiago vinieron donde Jesús para decirle, Señor, cuando tu estés en tu reino ponme a mi a la derecha y a mi hermano a la izquierda; y el Señor le dijo, ‘un momentito, en el Reino de los Cielos, es muy diferente la cosa. En el mundo los que son señores se sirven de los demás, pero en el Reino de Dios no es así. En el Reino de Dios el mayor, ¿qué pasa? Sirve al menor y el primero tiene que ser como ¿qué? Como el postrero, como el último. Pone las cosas de cabeza.

El Señor siempre dijo, oísteis que fue dicho, aborrece a tu enemigo y ama a tus amigos, y el Señor dice: No señor, no es así: amarás a tu amigo, bendecirás al que te maldice, ¿no? Ayudarás al que te está haciendo mal, hablarás bien del que habla mal de ti porque ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza y Dios te bendecirá porque estás haciendo eso.

Dice que la manera en que nosotros peleamos no es conforme a la carne, sino son las armas de Dios que son poderosas para la destrucción de fortaleza. El hombre está acostumbrado al martillo, al rifle, a la daga, y el hijo de Dios dice, ‘no, yo tengo armas mucho más poderosas que esas. Yo tengo armas que cambian el corazón, que cambian al enemigo en amigo, que lo neutralizan, que le tiran ángeles encima que pueden hacer un mejor trabajo en destruirlo que yo’.

La palabra dice, deja la venganza al Señor, mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. No busques la venganza tu, dice. ¿Ve? Es esa idea, no se conformen a este mundo, no vivan conforme a las leyes, las costumbres, los valores, los gustos de la cultura en la cual ustedes se encuentran. Eso es terrible, es difícil porque uno quiere vivir conforme, uno quiere vestirse como se viste la gente. Uno quiere hablar como habla el mundo, uno quiere actuar como el mundo actúa y la Biblia te dice, ‘no, tu has entrado en una cultura diferente, es la cultura de Dios’. Y ahí las cosas se mueven en una manera completamente contraria a como se mueven en el mundo y entonces tenemos nosotros que ajustarnos a eso y vivir con la agonía de cada día.

Eso es parte de ser un sacrificio vivo, ¿sabe? Cuando sus amigos quieren que usted vaya en una dirección y usted dice, ‘ah, no puedo’, y entonces viene el conflicto y usted se siente solo. Cuando usted está en la universidad y el sábado en la noche están los muchachos por ahí correteando, y haciendo y deshaciendo y acostándose con todo el mundo, y el licor fluyendo, y las drogas... y usted está metido allí, jovencito, en su cuarto, viendo televisión porque no puede participar con ellos. Eso es ser un sacrificio vivo, porque usted dice, ‘no, yo no puedo conformarme a este siglo. Yo soy miembro de una raza diferente’.

Eso es vivir la vida como un sacrificio vivo. Eso es no conformarse a esta época. Es difícil, ¿si o no? Cuando usted va a la tienda de video y usted ve ese video que usted se muere por verlo, pero tiene una R ahí que no se ve muy bien, y usted sabe que tiene contenido sexual, que le va a complicar su vida, y usted se lo arranca de la mano y lo vuelve a poner y lo mira así, caramba, ¿por qué, Señor? Una excepción, Padre, aunque sea por hoy. “No os conforméis a este siglo”. “No os conforméis a este siglo”.

Se babea usted la novela esa, cuando ve los anuncios pero no tiene buenas imágenes, me va a llenar mi mente. La palabra dice ‘todo lo bueno, todo lo puro, todo lo amable’, y ahí yo no veo nada bueno, ni puro, ni amable, ni digno de alabanza, así que no puedo ir allí. Como un sacrificio vivo, no conformándose a este siglo.

Lamento si le compliqué la mente a algunas hermanas. ¿No? Entonces, pero dice, “no se conformen a esta cultura sino ¿qué? transfórmense, transfórmense por medio de la renovación de su entendimiento.

En otras palabras, en vez de.... hay un juego de palabras allí, en vez de ajustarnos al mundo, lo que tenemos que hacer es siempre estar en proceso de continua transformación y renovación. El cristiano tiene que estar siempre transformándose, tiene que estar siempre en movimiento. Dios no te llamó a que te metieras en el Evangelio y siguieras exactamente igual que lo que eras hace 20 años. No hay cosa más bella que un cristiano que ha dicho, ‘No, yo quiero estar con continuo proceso de cambio en mi vida, cada día aprendiendo cosas nuevas.’

Yo veo a muchos de ustedes, y he podido ver a través de los años los cambios en sus vidas, las transformaciones, el crecimiento, la personalidad se ha ido ajustando más al Evangelio y a la palabra de Dios, han hecho sacrificios, han tomado parte de su carácter y han dejado que el Señor lo moldee. Ya son un poquito más dulces, hay menos púas cuando los todo, así, siento más suavidad en su piel, la mirada les ha cambiado un poco; hay rencores que ya se han soltado. Algunos varones han aprendido a llorar ante la presencia del Señor, antes ni siquiera podían cantar, ahora alaban a Dios con alegría y con soltura. Algunos han experimentado cambios de diferentes maneras, han aprendido a darle al Señor de su tiempo, de sus recursos, de su dinero. Ha habido cambios, se han ido transformando y renovando.

La vida cristiana tiene que ser así, hermanos. Hay que cambiar, hay que renovarse. Uno no puede decir, ‘yo nacía así y así me voy a morir y así me formé’, y ser cristiano. Eso es una contradicción. El cristiano está siempre renovándose, cambiando, adquiriendo nuevas cosas. Gloria al Señor.

Dios te ha llamado a una vida de perpetuo crecimiento, ir desarrollando nuevas destrezas, conocer nuevas cosas, cambiar tu personalidad. No hay nada más bello que un hombre y una mujer cuando está cambiando, y mejorando y entregándole al Señor nuevas cosas y aprendiendo lo que es la vida cristiana, a fluir en el Señor, descubriendo nuevos recursos espirituales para su vida. Eso es bello, como un sacrificio vivo, está soltando, soltando y cada vez más liviano, más alegre, más hermoso. Disfruta más de la vida. Eso es lo bello, mientras tu más le das al Señor, más recibes, más bendición, más gozo para la vida. Todo es para ti.

No se conformen a este mundo sino transfórmense por medio de la renovación de su entendimiento. Por eso es que es tan importante uno compenetrarse con la palabra de Dios. Yo no conozco una mejor manera de cambiar su forma de pensar que aprender a estudiar la Biblia, aprender a leer las Escrituras y deleitarse en las Escrituras.

Lo que yo más recuerdo de mi madre era su amor por la palabra de Dios. Una de las cosas que a ella más le dolió cuando perdió, cuando comenzó a perder la vista era que no podía leer la Biblia y su fuente de sabiduría y de su personalidad tan especial era que fue una mujer que se alimentó de la palabra. Ella no era una mujer educada, muy altamente intelectual, pero la palabra de Dios le enseñó a ella tantas cosas, en su sencillez, la palabra se convirtió en una fuente de sabiduría para ella.

Y ella, una de las cosas por la cual yo le doy gracias a Dios, es que ella me transmitió a mi es ese gozo por la Biblia, por la palabra. Y ese respeto que yo tengo, de todos los libros que hay en el mundo, hermanos, yo les puedo decir con toda seguridad, no hay un libro más profundo y más sabio que la palabra de Dios. Y el acto de uno leerla, no es solamente la información que uno adquiere, es que esta Biblia, esta palabra tiene una cualidad que es viva, dice. Y se le mete adentro de usted y le cambia a usted, es como que usted está comiendo energía, está comiendo gasolina espiritual y eso está cambiando sus entrañas. Cuando usted actúa con la palabra del Señor, la palabra de Dios le da sabiduría y le cambia su mente. Usted entonces ve la vida de una manera muy diferente, y usted procesa los eventos de la vida, las relaciones humanas, las tragedias, las luchas, los problemas, las tensiones, las enfermedades, los sinsabores, y los triunfos también, y las alegrías, usted las procesa con una computadora muy diferente a la computadora del mundo. Su entendimiento es cambiado y usted puede disfrutar más de la vida, porque puede entender mejor el por qué de las cosas que usted está viviendo.

Entonces, Pablo dice, transfórmense renovando su computadora mental, cambiando su entendimiento. Hermano, yo te aconsejo en el nombre del Señor, conviértete en un estudiante y en un amante de la palabra de Dios. Aprovecha los recursos que esta iglesia te ofrece.

Ahora mismo hay hermanos que están tomando sus clases aquí, estudiando el discipulado. Yo les animo a otros a hacer eso, cuando llegue el momento más adelante, incorpórese a las enseñanzas. Lea su Biblia todos los días. Tenga su Biblia cerca ahí en el trabajo, cuando tenga 10 minutos de la hora del almuerzo, váyase a una esquina, lea dos Capítulos y dedíquele tiempo a esos dos Capítulos. Ahí, ¿qué me está diciendo Dios? Voy a sacar una verdad y voy a meditar en esa verdad hoy. Y mañana voy a hacer lo mismo, y usted va a ir acumulando verdades que le van a ser de gran bendición a su vida y usted va a ir creciendo en sabiduría porque su entendimiento va a ser cambiado cada vez más y más.

Y por último, lo que sucede como consecuencia de esto.... Le voy a pedir a los hermanos que se preparen dentro de un par de minutos para venir y vamos a distribuir la santa cena.

Lo último que pasa cuando nosotros vivimos la vida así, mire lo que hemos dicho, vamos a hacer un recuento antes de concluir. Dios ha entregado mucho, ha dado mucho, ha invertido mucho en nosotros, su misericordia la hemos vistos en esos Capítulos anteriores. Por lo tanto, nos toca vivir la vida entregando nuestros cuerpos, todo lo que tenemos y sacrificando lo que sea necesario para que Dios sea glorificado y para que lleguemos a ser un sacrificio agradable al Señor.

Esto constituye nuestra verdadera vida de adoración. Esto es lo que distingue a un creyente que es un verdadero adorador. No es lo que sale de la boca ni lo que hace con su cuerpo en la iglesia, sino la manera en que vive su vida 24 horas al día. Una de las cosas que permite que podamos vivir la vida así es, que digamos, yo no me voy a conformar al mundo, sino que voy a vivir mi vida conforme a los valores de Dios, transformándome a mi mismo continuamente y renovando mi mente por medio del estudio de la palabra de Dios, sometiendo mi cerebro, mi forma de ver la vida a la forma de razonar del Reino de Dios.

Dice, ‘para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta’. ¿Por qué dice el Apóstol Pablo eso? Para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Bueno, yo interpreto esto de esta manera: para nosotros poder confirmar las bendiciones que Dios tiene para nosotros, para poder comprobar lo bueno del Evangelio, los beneficios de ser un cristiano, para poder entrar en los propósitos que Dios tiene para mi vida, que son propósitos de bien y no de mal, como dice Jeremías 29, para que se den las cosas que Dios promete que se van a dar en mi vida, yo tengo que vivir de esa manera. ¿Si o no?

¿Ve? “... para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. La manera en que uno entra en el disfrute de lo que Dios tiene para los hijos de él es, primero dándole a él, entregándole a él, sacrificando por él, pagando al contado, pagando al frente. Y entonces cuando uno hace eso las bendiciones de Dios comienzan a manifestarse en la vida de uno.

Es maravilloso, hermanos. Muchos de nosotros no queremos darle a Dios cosas que nos interesan y que nos gustan y nos aferramos a ellas, y somos muy comedidos con lo que le damos a Dios, aunque para otras cosas no somos tan comedidos, pero cuando se trata de Dios nos convertimos en una gente bien sobria y bien prudente. Le damos a Dios como Simón el fariseo, solamente lo mínimo. Y Dios dice, ‘No, yo quiero que a mi me den con abundancia’, como le dio la mujer que derramó el vaso de perfume. Le dio un perfume caro y regó con sus lágrimas el cuerpo de Jesús y secó su cuerpo con su propio cabello, y besó sus pies, y le mostró amor abundante.

Simón el fariseo, estaba allí muy propio, muy adecuado, muy formal. Y hermanos, para que el Señor verdaderamente active todas las bendiciones que tiene para nuestra vida, nosotros tenemos que vivir la vida como un sacrificio vivo. Tenemos que darle al Señor. Tenemos que entregarle al Señor, tenemos que sacrificar por el Señor.

Y ¿saben qué? Lo maravilloso es que entonces él abre las ventanas de los cielos y derrama bendición hasta que sobre abunda. Hay veces que yo, y mi molesto conmigo mismo, porque a veces me quejo con Dios de que estoy trabajando mucho, estoy haciendo demasiado, que esto y lo otro, y tengo que ir a tal sitio. Y voy a regañadientes, refunfuñando, como decimos nosotros, y esto y lo otro, pero una y otra vez Dios me muestra, hermanos, que cuando yo le doy a él con abundancia, él me regresa con creces, con bendición, salud, provisión material, bendición de mi familia, gozo emocional, disfrute, todo lo que yo anhelo y deseo, Dios me lo da, cuando yo le doy a él.

Cuando yo sacrifico por él, yo compruebo la bondad de Dios, compruebo la buena voluntad de él. Muchos de nosotros preservamos nuestra vida, nos preservamos a nosotros mismos y entonces no podemos entrar en la abundancia de Dios. El Señor Jesucristo dijo “si el grano de trigo no cae a tierra y muere, se queda solo”. Un grano de trigo, a menos que no se pudra dentro de la tierra, no da vida, no se multiplica.

Dice, “... pero si cae a tierra y muere, lleva mucho fruto”. Yo he aprendido, hermanos, que cuando yo le doy a Dios, cuando le damos al Señor, cuando sacrificamos por Dios, cuando invertimos por él, él no se cansa de bendecirnos. Entonces, podemos comprobar la buena voluntad de Dios agradable y perfecta.

Elías le dijo a la viuda, ‘Dame de comer’, y la viuda le dijo, ‘Lo siento, no puedo porque nada más me queda un poquito de harina y un poquito de aceite y nos los vamos a comer mi hijo y yo y entonces nos vamos a tirar a morir.’ Y Elías le dijo, ‘No va a ser así. Dame a mi primero de comer, el siervo de Dios, la representación de Dios en esta casa, dame de comer primero y yo te prometo que no te va a faltar harina, no te va a faltar aceite y ¿qué pasó? La viuda le hizo la comida y dice que no le faltó aceite ni harina hasta que pasó el hambre en su país, en su tierra. Y cuando su hijo murió, estaba el profeta de Dios allí para salvar a su hijo y resucitarlo. Qué bendición más grande que esa. Pero ella tenía que atreverse primero a darle a Dios.

Hay que poner a Dios primero. Hay que sacrificar, hay que perder por él, hay que entregar la comodidad por él. Y cuando nosotros lo hacemos así en el nombre del Señor comprobamos la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. ¿Cuántos dicen amen?

Ese es el llamado de Dios a tu vida. Por todo lo que Dios ha invertido en ti, vive tu vida como un sacrificio vivo y comprobarás la buena voluntad de Dios.

Cristo ha dicho, yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. Pero ¿saben qué? hay que morir primero. Cuando morimos entonces podemos vivir de nuevo. Y la vida que ahora tenemos en Cristo es una vida preciosa, maravillosa, ahora le confiamos al Señor nuestra paz, nuestra abundancia, nuestra provisión. Nos preocupamos por él y él se preocupa por nosotros. Gloria al Señor.

Vivamos nuestra vida así, hermanos, sacrificios vivos que están siempre comprobando la buena voluntad del Señor. Gracias, Padre. Te adoramos, te bendecimos, Señor. Gracias porque tu nos diste ejemplo, Señor, de ese tipo de vida, porque tu te diste por nosotros, te diste por la voluntad del Padre. Tu te sacrificaste por nosotros, Señor y tu palabra dice, ‘haya pues en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús’. Y queremos ser como tu, Señor. Queremos ser como tu, queremos vivir como un sacrificio vivo para nuestro Dios. Gracias Jesús. Que así sea, Señor. Amen y amen.