Trabajar con las manos de Jesús

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Quisiera compartir con ustedes en este momento una meditación que para mi ha servido de mucha inspiración desde que me crucé con ella. Es algo un poco distinto a lo que hablé esta mañana, pero yo creo que va a ser de mucho bien a cada una de nuestras vidas. Esto fue algo que Dios me dio en Puerto Rico hace un tiempo atrás y lo compartí aquí en la iglesia, pero fue en un servicio en la mañana. No tuve la oportunidad de compartirlo en un servicio de la tarde, asi que por esas casualidades de la vida usted estuvo esa mañana en la que yo compartí esta reflexión, pues, double portion for you then, doble porción para usted pero si no pues que sea de bendición.

Quisiera que vaya al libro de Lucas, Capítulo 13, en el verso 10. Dice el pasaje:

“... Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo y había allí una mujer que desde hacía 18 años tenía espíritu de enfermedad y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo, ‘mujer, eres libre de tu enfermedad’, y puso las manos sobre ella y ella se enderezó luego y glorificaba a Dios....”

Voy a dejar ahí. ¿Qué usted cree? Dondequiera que Jesús pone sus manos, las cosas cambian. Diga a la persona que está a su lado, ‘dondequiera que Jesús pone sus manos, las cosas cambian’. Si yo lo quisiera decir en una forma bien portorriqueña, porque ese es el contexto en el cual yo prediqué esto, yo diría, ‘donde Jesús mete la mano todo cambia’. Cambio el poner por la palabra de meter las manos.

Pero miren esto, hermanos, esto es algo interesante, porque aquí vemos el contexto donde Jesús está enseñando en la sinagoga. Obviamente en ese tiempo en la sinagoga, había casi siempre todos los hombres eran los que cogían el lugar al frente, principalmente los fariseos eran los que más cercanos estaban al que estaba enseñando, entonces el resto de la gente estuviera, como quien dijera, en la periferia, en la parte de atrás donde no tenían mucho acceso y era un sitio bien apretado. Había gente que tenía que estar de pie en una esquina.

Y así era el contexto de esa sinagoga en la cual Jesús estaba enseñando. Y he aquí en este momento se aparece una mujer, yo me imagino de repente que entre medio de la gente como que uno empieza a ver que la gente se empieza echar para el lado porque viene este bulto, como que pasando así entremedio de la gente tratando de encontrar por donde meterse.

Y yo quiero que ustedes visualicen esto. Estamos hablando de una mujer por 18 años encorvado. Yo no se cuantos de ustedes han visto una persona que tiene una joroba, pero yo me he encontrado con, hubo un tiempo que yo me encontré con una señora en el colmado, esto fue cuando estaba haciendo mis compras, y la señora, su joroba era de tal grado que su quijada estaba pegada al pecho. Ella caminaba así, con la quijada en el pecho y así ella iba empujando su carrito haciendo su compra.

Cuando yo vi eso, ese pasaje que yo estoy leyendo ahora fue algo que me hizo un flash en mi cabeza y me hizo pensar, ‘guau, qué agonizante sería el uno tener una condición como esa por tanto tiempo’.

Hay veces que yo estoy sentado de frente a una computadora y como que noto que mis hombros se hechan para el frente, como muchos de nosotros ahora. Yo hago este gesto y yo veo a gente ya que se están enderezando, como que, voy a enderezar mi espalda. Y hay veces que uno sentado así, medio doblado, uno como que se siente incómodo. Imagínese usted por 18 años, todo doblado, encorvado mejor dicho.

Y aquí se encuentra esta mujer, y Jesús ve a esta mujer entrar, y cuando otros tal vez la podrían haber ignorado, Jesús no la ignoró. Él quiso usar esa oportunidad como una enseñanza adicional a lo que él estaba hablando. Y él mismo, llama a esta mujer, ella pasa al frente donde todo el mundo la pudiese ver. Y obviamente Jesús ya tenía esta reputación de que siempre que estaba enseñando en el día de reposo y le daba por hacer algún tipo de milagros se metía en problemas con los fariseos, siempre se armaba una discusión, cada vez que él hacía algo en el día de reposo.

Y Jesús estaba seguro que al él traer a esta mujer y operar un milagro en su vida, él sabía que se iba a formar otra vez un buen.... revolu..... una buena discusión se iba a armar otra vez. Vino esta mujer, la llama y Jesús entonces asume esta acción de intervenir en una forma sobrenatural sobre la vida de esta mujer. Con esa acción de sus manos, de poner sus manos sobre la espalda de esta mujer, yo me imagino que lo puso en su espaldo o tal vez una mano estaba en la espalda y la otra en los hombros para ver si la lograba enderezar en alguna forma.

El asunto fue que él decidió meter sus manos en la vida de esta mujer. Y esa acción causó mucha conmoción allí, porque rápido empezaron a cuestionarse, ‘pero qué se cree este en el día de reposo, no se supone que haga eso en el día de reposo, si va a sanar, si va a hacer algún milagro, hazlo de lunes a viernes, como quien dice, pero el sábado, no, no. Y eso a Jesús lo molestó de tal forma que Jesús comenzó a retar a las autoridades. Y miren en qué forma lo hizo.

Él le dice a sus autoridades, bueno no sus autoridades, le dice a los fariseos, ‘ah muchachos, ¿si ustedes tienen una vaca o un buey que necesita ir al campo a comer su grama o a hacer sus necesidades, ustedes por casualidad no lo sacan y lo llevan a que hagan sus cosas y después vuelven y lo traen, ¿verdad que sí? Que más entonces esta mujer, y mire como Jesús la identifica, esta mujer que es hija de Abraham. La conectó directamente con ellos, porque es de su propia tradición. Es de su propia herencia, es de su propio trasfondo y Jesús la conecta inmediatamente con ese mismo trasfondo y le dice, ‘esta mujer que por 18 años el enemigo la ha tenido ahí amarrada, ¿por qué a ella no la vamos a desatar de esa enfermedad?’

Yo me puse a pensar, hermanos, esto es algo tan interesante. Cuando yo trato de traer esto al mundo de nosotros hoy día, yo me pongo a pensar, ‘Señor Jesús, ¿cómo tu intervienes en nuestras vidas poniendo tus manos en nuestras distintas situaciones? Cualquiera sea la situación en la cual nosotros nos..... es más, déjame decirlo así, cualquiera sea la encorvadura que usted tenga, de cómo el Señor Jesús se interesa por poner sus manos sobre usted y traer en su vida la sanidad, la libertad, la fuerza que usted necesita.

Yo creo que esto es algo bien interesante y lo primero que yo quiero apuntar aquí es que Jesús está hasta dispuesto a retar los sistemas y las autoridades, y las reglas establecidas por el hombre por bendecirlo a usted, por bendecir su vida. Eso es lo primero que yo veo aquí. Jesús sabái desde el principio que a la primera que él llamara a esta mujer, primero, miren lo que está haciendo, está trayendo una mujer al mismo centro de la acción, cuando se supone que las mujeres estuvieran afuera. Miren lo que Jesús hace, la trae al mismo medio, y yo estoy seguro, que él cuando lo ve usted, tal vez otras personas lo ven a usted y usted siente que está en la periferia de su vida, pero cuando Jesús pone sus ojos sobre usted, Jesús lo va a traer en el mismo centro de la acción de él, no de la acción de otras personas, de la acción de él. Y al él atraerlo a usted, yo creo que aquí hay dos cosas que pueden suceder: usted tiene la libertad de responder a esa invitación de Jesús en una forma afirmativa, usted puede decir, ‘ah si, Jesús, si tu me llamas, voy’, o usted puede responder en una forma negativa, ‘no, no, hay mucha gente alrededor, no quiero. No thank you. Me quedo aquí con mi encorvadura’.

Esa mujer fácilmente se pudo haber quedado en una esquina por allá detrás cuando Jesús la llamó. Esa mujer fácilmente pudo haber dicho, ‘hey, no, no, yo no voy a coger el riesgo de ser avergonzada otra vez. He sido avergonzada muchas veces por este hump back que yo tengo aquí en mi espalda así que, no, no voy a pasar, no le voy a hacer caso a tu llamado’.

Pero esa no fue la situación. Esta mujer sabía quién era quien le estaba llamando. Ella sabía que no era un hombre común y corriente. Ella sabía que no era un fariseo de los que estaban allí calentando una banca y queriendo ser lo que tal vez no eran. Ella sabía que era Jesús quien la estaba llamando y por ende respondió.

Y yo pienso eso, mis hermanos, cuando Jesús nos llama a nosotros, nosotros tenemos la opción de o quedarnos sentados o responder a ese llamado. Ahora, si usted responde a ese llamado, prepárese, porque hay algo que él va a hacer, hay algo que él va a hacer. Yo creo que las manos de Jesús están en una continua acción y tal vez nosotros no lo vemos.

Esta mañana yo decía que hay veces que Dios trabaja tras bastidores, behind the scenes y tal vez uno puede pensar o sentir de que no está ocurriendo nada, de que no se está moviendo nada, pero sí, el Señor está en acción. Su mano está en acción en favor de ustedes, en favor de su vida. Y cuando llegue el momento oportuno ese momento va a traer el cambio que su vida necesita, la transformación que su vida necesita, va a ocurrir en el momento oportuno. Pero nosotros tenemos que responder a ese llamado y entender la acción que las manos de Jesús están obrando en ese momento en el cual nosotros estemos, sea cual sea la situación de nuestras vidas.

Al yo pensar en esto, mis hermanos, yo no pude evitar el tratar de identificar las manos con las cuales yo me encuentro hoy día. Si yo entiendo que las manos de Jesús están en un continuo deseo y necesidad de poder servir, de poder ayudar a cada uno de nosotros en cualquiera sea nuestra necesidad, yo también hoy día puedo decir, que yo me he encontrado con manos que están totalmente cruzadas. Eso es una de las manos con las cuales yo me he encontrado hoy día, manos que están cruzadas, manos que dicen, no, conmigo no cuentes, yo no voy, yo no voy a hacer esto, yo no voy a hacer aquello. Y son manos que están cerradas todo el tiempo. No hay esa disposición.

Y conectadas con esas manos están también las manos que son bien rápidas para poder apuntar, para poder criticar, para poder juzgar, como lo estaban haciendo las manos de los fariseos apuntando a Jesús, ‘oye, ¿pero qué tu te crees, chico? Eso es algo que tu no puedes hacer.’ Y están ahí apuntando y tu hiciste aquello, o aquel mira lo que estaba haciendo aquella noche, y aquel que se cree la gran cosa pero no lo es. Y están ahí apuntando. Son manos que parecen una pistolita y como siempre decimos, aunque hay un dedo apuntando hacia allá, hay 3 dedos apuntando hacia mí, que me están juzgando a mí, que me están midiendo a mí.

Y en conjunto con esa, hay una tercera clase de mano con las que yo me he encontrado, y son las manos que están totalmente decaídas y desanimadas, manos que no hayan encontrado ni la fuerza para poder hacer algo, que han intentado tantas veces que ya... olvídalo, no me interesa más. Se han rendido por completo.

Y al encontrarnos con ese tipo de manos, cuál es la respuesta que nosotros tenemos, hermanos. Miren, yo creo que las manos que están cansadas, por así decirlo, una respuesta que yo encontré en la Escritura fue un relato de Jonatán y David. En Primera de Samuel, Capítulo 23 hay un relato de cuando David llegó a un punto de desánimo en su vida por la persecución que el Rey Saúl tenía sobre él, y dice el relato:

“...Entonces se levantó Jonathan, -estoy leyendo en el verso 16 de Primera de Samuel, 23, si lo quieren leer, dice- ..... Entonces se levantó Jonathan, hijo de Saúl y vino a David en a Hores y fortaleció su mano en Dios....”

Miren qué interesante: para contrarrestar las manos que están cansadas y caídas, están las manos de otros que vienen y están dispuestos a levantarlas para que puedan seguir adelante. Es como cuando Moisés estaba orando en el monte por el pueblo y Josué, que estaba peleando allá en la batalla y tuvo que venir, Aarón y Ur para levantar las manos de Moisés, cosa de que esa batalla pudiese ser ganada en todo momento. Cada vez que Moisés bajaba sus manos porque estaba cansado, el pueblo de Israel empezaba a perder la batalla, pero cuando alguien venía y levantaba sus manos, se armaban de fuerza y de poder de nuevo, sacaban el pecho y...... chchchch... y ahí iban y le cortaban la cabeza a dos o tres. ¡Guau, qué brusco sonó eso! La idea de una batalla, ¿verdad?

Y ese es el punto, donde hay manos que están decaídas no pueden faltar las manos que están dispuestas a levantar y fortalecer. Y hermanos, yo creo que hoy el Señor más que nunca está en busca de ese tipo de manos, más que nunca el Señor hoy está en la necesidad de encontrar esas manos que están dispuestas a levantar a aquellas manos que están caídas. El Señor más que nunca está buscando manos que puedan no contradecir, sino que puedan intercambiar con esas manos que están cruzadas y apuntando, él está buscando esas manos que estén dispuestas a poner su mano en el arado y seguir adelante sin mirar atrás.

Esa imagen de las manos es bien importante, de las manos en el arado, son bien importante, hermanos. Si yo pienso en esa imagen, imagínese usted un terreno, una tierra bien fuerte, bien sólida, llena de piedras, de raíces de árboles y este arado ahí que va con esa pala, una palanca que va ahí en medio cortando. El arado está obviamente siendo jalado por unos bueyes al frente, pero usted tiene que hacer la fuerza para poderlo balancear y empujar a la misma vez.

Cualquier otra persona que no entiende esa dinámica, se encuentra con la primera piedra y pffff.... esto es demasiado difícil, yo no voy a hacer eso. Y de las manos se sueltan del arado y vuelven y se cruzan o se esconden en el bolsillo y no hay quien saque más las manos de ahí. Pero las manos que entienden bien cuál es su misión, cuál es su propósito, cuando meten esa mano ahí en el arado, saben que hay un trabajo que hay que hacer, y saben que está la fuerza de Dios para ayudarlos, para fortalecerlos y cruzar todo ese terreno cualquiera que sea.

Piense usted, mi hermano, yo veo caras aquí y yo veo manos que tienen su mano en un arado trabajando en un tipo de terreno que solamente usted sabe cuál es. Piense usted cuál es su terreno. Puede ser en su familia, puede ser en su trabajo, en su profesión, puede ser en su escuela, puede ser con una amistad, puede ser en su matrimonio, puede ser en su noviazgo, puede ser en su soltería, puede ser lo que sea; usted tiene un terreno en el cual usted está trabajando y en ese terreno usted se encuentra con distintas cosas que pueden hacer imposible que usted pueda arar ese terreno. Y muchas son las veces que usted se puede sentir totalmente desanimado, que usted suelta y se va en otra dirección. Ese es el sentido de escapar las cosas, es bien fácil de hacer. Pero aquellos que están dirigidos por la mano de Dios, por esa acción de las manos de Jesús que si verdaderamente han causado un impacto en nuestras vidas, nosotros nos encontramos con nuestro terreno y nosotros decimos, ‘No matter what’, aquí voy a seguir.

Si se lo hago en una idea un poco más cotidiana a nuestro tiempo de hoy. Yo no se cuántos de ustedes tienen su carro enterrado bajo nieve ahora mismo, o cuántos de ustedes tienen su driveway ahora mismo tal vez, con una capa de nieve y encima de eso una capa de hielo. Cuando usted llega a su casa usted tiene la opción de poner sus manos en el control del televisor y olvidarse del trabajo que tiene que hacer, o usted puede coger sus manos y meterle mano a la pala y limpiar todo ese driveway por completo aunque le duela, aunque le salgan callos en la mano.

Solamente usted sabe la necesidad que hay y hay veces que usted puede empezar y es como que, ya me cansé, voy a coger un break, y el break es tanto que cuando vuelve de nuevo la nieve se ha congelado y es imposible sacarla. Ahora, pero si usted empezó y está como quien dice, in the flow way, en el momentum, y es como que tiene su posición biomecánica correcta, su espalda en su buen lugar, sus manos, sus hombros y usted le empieza a echarle mano a la situación, mire, no hay quién se le pare en el medio, ni un bloque de hielo. Usted va a completar su tarea.

En la misma forma, piensen en esto, Jesús tiene sus manos en acción en su vida. El está interactuando con usted, él lo está identificando a usted en medio de una multitud, y en cada momento cuando menos, en un momento cuando usted menos se lo espera, el Señor está ahí para identificarlo y meter sus manos en usted, trabajar con usted, trabajar con su corazón, trabajar con aquellas cosas que lo atribulan y con aquellas cosas que le dan gozo. El Señor está ahí dispuesto a intervenir y esos encuentros con el Señor ocasionan algo en usted, no tan solamente el que usted pueda experimentar una transformación en su vida, sino que eso se va a ver demostrado, mis hermanos, yo creo que por obligación esas acciones del Señor en su vida se van a ver reflejadas en otros a su alrededor.

Yo creo que la acción de Dios siempre obra en esa manera, que no es tan solamente para intervenir en usted sino para que a través de usted otros puedan recibir ese mismo toque. Piense en esto, mi hermano, si usted tiene el amor del Señor Jesús en medio de su vida, yo creo que dondequiera que usted meta sus manos las cosas pueden cambiar. Si usted lo hace en el nombre de Jesús dondequiera que usted meta sus manos, las cosas van a cambiar.

Ahora, si usted lo cree va a suceder, si tiene duda, siga dudando y espere a que algo suceda. Pero si usted duda, créame que va a ser como las olas del mar, que usted va a estar tratando y lo que va a hacer es patinar en hielo. Pero si usted está verdaderamente está convencido que el Señor Jesús está en usted, que él ha hecho en medio de su vida, y él ha hecho y está haciendo y seguirá haciendo una obra de transformación en usted, créame que donde usted quiera meta sus manos, las cosas van a cambiar.

Piense, hermano, piense en esos escenarios. Piense en las posibilidades, piense usted tal vez se cruza con alguien, miren este ejemplo. Esto fue algo que me pasó la semana pasada, yo compartí esto con los jóvenes adultos el viernes en el servicio que teníamos y yo les dije a los muchachos, ‘miren, hubo al principio de esa semana yo le estaba pidiendo al Señor, yo le decía ‘Señor, dame una oportunidad para yo poder bendecir a alguien de alguna forma u otra, dame una oportunidad y abre mis ojos para yo poderlo identificar también’, porque hay veces que el Señor nos da oportunidades y nosotros estamos tan enfocados en lo que queremos hacer que ..... cuando salen las oportunidades las dejamos pasar porque no estamos pendientes.

Yo estaba en Borders, en la tienda de libros, estaba en Borders, yt estaba leyendo la sección de libros de liderazgo y de negocios. Y de repente, al lado mío se me acerca este muchacho, bien vestido, se notaba que era un profesional, se me acerca y estaba así leyendo, buscando libros, y de repente, se me acerca así de la nada y me pregunta ‘oiga, ¿por casualidad usted tiene alguna referencia de este libro en particular?’ Y en ese segundo, mis hermanos, fue como que yo me puse a pensar y yo me digo, como que, ok, yo le puedo mentir y decirle que sí, el libro es muy bueno aunque yo no sabía del libro. Descarté esa opción, no, no voy a decir eso. A la misma vez me extrañó que la persona me preguntara algo, particularmente en una tienda libros. Usualmente cuando usted va a una tienda de libros, la gente está enfocada en lo que quiere buscar, es como si estuvieran en una burbuja, o sea, están así leyendo el libro. Yo no se si esto le ha pasado, pero a mi sí, están como que leyendo libro y usted está ahí y de repente hacen..... les pasan por el lado y siguen. O sea, reconocen que usted está ahí pero es como una ignorancia total, le pasan por el lado o le pasan por el frente, algunos ni dicen con el permiso, otros al menos así dicen ‘ excuse me’...,. digo ok, puede pasar.

Pero la cosas es que este muchacho se me acerca y me hace esa pregunta y yo le dije,....... no, no se nada de ese libro. Y él, oh, ok, y se quedó ahí buscando. Y rápido a mi se me vino a mi mente esa oración que yo le hice al Señor al principio de la semana. Yo me dije, guau, Omar, tu tienes una oportunidad aquí de poder bendecir a este muchacho, de al menos poder establecer una conversación con un total extraño.

Y yo me dije, guau, ¿qué puedo decir, qué puedo decir?’ Y yo empecé a buscar libros que yo había visto y que yo sí conocía y empecé a buscar y sabes con qué libro me encontré: Good to pray, una de las recomendaciones tuyas. Digo, ‘oye, espérate, este libro sí es bueno, yo he escuchado grandes cosas, yo he leído algunos capitulos...’ y él ‘ah, sí mira qué bien..’ y de repente se salió esta conversación así de la nada, y él me dice, ‘¿tu lees mucho así de libros de negocios y tu tienes un negocio personal? Me pregunta, ¿tu eres algún tipo de gerente o algo así? Y Yo me puso a pensar, eh, yo soy un ..... assistant manager,...... eso soy yo pensando en mi cabeza. Como le explico, cómo le digo, le digo que soy pastor asociado, o lo digo en términos más de negocios, pero después yo me dije, no, yo le dije ‘mira, si, yo soy un pastor asociado y muchas veces nosotros usamos este material como para preparar y equipar a nuestra gente en su trabajo que hacen las cosas.

Y el muchacho, de repente me abrió los ojos como un búho y sale y me dice, ‘guau, ¿y su iglesia es tan abierta que cogen material como ese para preparar a sus líderes?’. Y yo le dije, ‘si, ¿por qué? Y el muchacho sale y me dice, yo soy católico romano y si nosotros en algún momento usamos un material como este para preparar a nuestra gente nos botan de la iglesia. Y yo me quedé como que guau, ahí se me abrió el cielo, mis hermanos, y fue como si todas las luces de alrededor se aparan y solamente un spotlight estaba alumbrando sobre Rick, el nombre de este muchacho y yo.

Yo dije, esto es un momento divino, Y nosotros tuvimos una tremenda conversación basado en un libro de liderazgo y cómo él en su experiencia vida de iglesia, ha experimentado tal vez frustraciones y yo compartiendo mis experiencias, que no necesariamente son frustraciones sino que han sido bendiciones de Dios, de alguna manera u otra, este muchacho se sintió estimulado en alguna forma. Y yo lo puedo saber eso mis hermanos, porque aunque terminamos esa conversación ahí, después yo me fui a la sección de los libros pero que son en audio y ese muchacho estaba ahí de nuevo, y el vino y sacó uno de los que él había leído y me lo puso en la mano, y yo, ah, muchas gracias, y seguimos hablando un rato. Yo por poco hasta le ofrezco comprarle un café o algo allí.

Pero el asunto fue que cuando él se iba a ir yo comencé a pensar, y yo me dije, Omar, tienes una oportunidad de bendecir a este muchacho ahora, y yo lo que hice fue... en serio, hermanos, yo antes de despedirme de él, yo dije en mi corazón, Señor, que aunque sea con mi estrechón de manos este muchacho pueda sentir un toque tuyo. Y mire, yo estreché mi mano a ese muchacho, se la apreté como si yo lo hubiese conocido desde hace años y le dije, ‘Rick, I wish you blessings, I wish you the best in your job, in your carreer, éxito’. Digo, en otras palabras lo bendije, le extendí esa bendición a él.

Y yo creo, hermanos, que esa interacción, ese segundo, ese estrechón de manos ahí ocasionó algo en el corazón de esa persona. Yo no se si lo vuelvo a ver. Yo lo invité aquí a la iglesia, no se si él vaya a tener esa invitación o no, pero yo creo, hermanos, que la intencionalidd con la cual yo estreché mi mano en esa ocasión, algo, algo, yo lo creí por fe, y lo creo aún todavía que algo causó en el corazón de ese varón.

Y en la misma forma, mis hermanos, cualquier interacción que usted tenga con las personas a su alrededor, desde su esposo, su esposa, su hijo, su hija, su mamá, su papá, su abuelo, si tía, su amigo, su novia, su novio, sea quién sea, después que usted tenga la intención de bendecir a esa persona y que sus manos transmitan esa intención, créale que cambios van a suceder. Lo que hace la diferencia es el poder de intencionalidad que usted tiene en ese gesto.

La intención que Jesús tenía cuando hizo ese milagro con esa mujer, no fue tan solamente de liberar y bendecir a esa mujer, sino también de enseñarle algo a la gente a su alrededor. En la misma forma, cualquier cosa que usted hace en el nombre de Jesús con esa intencionalidad de bendecir, y sus manos que no se queden así de cruzadas, o que no se queden en los bolsillos, o que no necesariamente estén apuntando para criticar, pero que sus manos se extiendan para bendecir y servir, prepárese porque usted va a ver cambios sucediendo a su alrededor, usted va a ver cambios sucediendo en su familia, usted va a ver cambios sucediendo en su lugar de trabajo, usted va a ver cosas sucediendo con extranjeros a su alrededor, usted va a ver la mano de Dios obrando a través de usted.

Eso es lo que el Señor Jesús está buscando hoy día, manos que estén dispuestas a colocarse en el arado y empujar ese terreno sin mirar atrás, cualquiera sea su arado. Yo le invito a ponerse de pie, hermanos, y vamos a pedirle al Señor que selle esta palabra en nosotros, mis hermanos. Piensen bien, cualquiera sea su situación, sea que usted trabaje como un contable en un lugar y usted tal vez dice, ay, pastor Omar, mi mano lo único que hace es marcar números en una calculadora. Mire, aunque su dedo esté cansado de marcar números en una calculadora, la acción de esos dedos puede traer bendición a esa compañía, a ese lugar donde usted está.

Si usted trabaja en contacto directo con la gente, no se, que usted es como un trabajador social, o si usted es un personal trainer y usted trabaja en directo con la gente, mire que cada toque de sus manos sea para bendecir esa vida. Bendiga a esa vida, si usted recorta pelo, si usted es un estilista y corta pelo, mire que cuando usted esté pasándole la mano por ese pelo bendiga los pensamientos de esa persona, ‘Señor, toca a esta persona, bendice sus pensamiento, quita cualquier negatividad’.

Dios tiene el poder para obrar a través de esas cosas. Si usted trabaja con un martillo rompiendo terrenos, rompiendo paredes, mira que esa misma acción en el nombre de Jesús usted diga que se rompan ataduras en las vidas de la gente, meta cantazo fuerte en el nombre de Jesús y que eso resulte en acciones para la gente a su alrededor.

Esas son las manos que el Señor Jesús está buscando hoy, manos que están dispuestos a ponerse en el arado sin mirar atrás, manos que estén dispuestas a tomar acción y obrar cambios. Es más, quién sabe si aquí hay manos que se le aplica bien ese refrán que todo lo que tocan se convierte en oro. Y que Dios está esperando que tus manos que tu se las entregues por completo a él para que tu puedas bendecir la obra del Reino aún más.

Si usted quiere, hermano, yo le invito a que usted eleve sus manos al Señor ahora en una señal de entrega. Las manos físicas son manos físicas, pero la intencionalidad que ponemos en esas manos es lo que puede hacer una diferencia bien grande. Si usted nos ve por el Internet y se quiere unir a esta oración también, siéntase libre a hacerlo, presente sus manos ahí al Señor. Lo que sea que usted hace, aunque sea tejer una camisa, tejer una colcha, sea lo que sea, presente sus manos al Señor y diga, ‘Señor Jesús, aquí están mis manos. En este tiempo en el cual vivimos te entrego mis manos. Usa mis manos para traer tu bendición, a través de lo que yo hago, a través de lo que yo puedo tocar, a través de las acciones en las cuales yo pueda servir.

Usa esas acciones para bendecir a gente a tu alrededor. Y, Padre, yo declaro, Jesús, ahora mismo que tus manos se posen sobre cada uno de tus hijos e hijas en una forma bien especial, Dios mío, que tu puedas meter tus manos en nuestras vidas y enderezar esas encorvaduras que nosotros podamos tener para entonces nosotros poderte servir aún mucho mejor.

Padre danos el poder que necesitamos, danos esa motivación que necesita nuestra vida, sabemos y declaramos como dice tu palabra, que tu pones en nosotros tanto el querer como el hacer, Jesús. Padre, tal vez muchos de nosotros tenemos el querer en nuestras vidas pero nos falta el hacer y yo te suplico que ahora mismo tu completes esa obra, Señor, que el package completo tu lo pongas ahí en medio de nuestras vidas para nosotros poder servir, que nosotros saquemos nuestras manos de nuestros bolsillos, de esa actitud de indiferencia y que nuestras manos estén dispuestas a servir, que nuestras manos estén dispuestas a dar, que no tan solamente nuestras manos se abran para recibir algo, sino que nuestras manos estén dispuestas a dar, a ofrecer ese regalo de vida que tu nos das a nosotros.

Señor Jesús las intenciones de nuestro corazón que estén conectadas con las acciones de nuestras manos. Tu eres el que discierne las intenciones de nuestro corazón, Jesús y yo te suplico que ese corazón nuestro pueda ser tocado y transformado por ti en cada momento Jesús, para que así nuestras intenciones puedan ser de bendición en cada momento, Jesús, que no estrechemos nuestras manos, que no nos acortemos para bendecir, sino que siempre estemos con esos radares encendidos buscando la forma en que nosotros podamos bendecir a alguien a nuestro alrededor, aunque sea un extranjero, Señor, aunque sea una persona que jamás hemos visto, y que tal vez esa acción aunque no lo volvamos a ver nunca, pero es acción, Señor, que obre y opera su resultado en ti Jesús, porque lo hacemos en tu nombre, Señor, cualquiera sea la acción mi Dios, yo te pido que tu operes, maquines cosas grandes y poderosas en esas vidas y en nosotros, Señor, que nosotros podamos continuar viendo tu mano en acción en todo lo que hagamos, que nuestros ojos no se cieguen, Jesús sino que siempre podamos mantener nuestros ojos abiertos para verte a ti obrando en una forma especial, en una forma directa, Señor Jesús, en una forma intencional en nosotros y en aquellos a nuestro alrededor.

Bendice, Señor a mis hermanos. Yo declaro tu bendición sobre cada uno de ellos, desde el más joven hasta el más adulto, Señor, sobre aquellos que tienen una fe certera en ti y aquellos que todavía tienen sus dudas, yo declaro tu bendición, que tu traigas claridad a cada una de sus vidas y que tu mano se mueva con poder en medio de ellos.

La gloria y la honra sea toda para ti, Jesús, siempre y siempre. Gracias Señor, en tu nombre de Jesús.