Estrellas escondidas

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Deutoronomio, 8. Y sólo vamos a leer un texto sencillamente, y reflexionar por unos momentos. Es algo que yo sentí que el Señor puso en mi corazón, ahora mismo de hecho, que yo sentí que Dios quería que leyéramos juntos, ¿no? Yo dije antes que la mejor escuela del Señor no es un salón de clases, es y lo hablamos antes, el desierto.

No sé si alguien ha vivido en un desierto, yo no, pero me imagino que no es un lugar tan lindo. Dios llama a sus siervos allí, es un lugar donde tú no sabes de dónde viene la próxima comida, es un lugar donde no hay sombra para protegerte del sol, es un lugar donde tú no miras a nadie, te sientes completamente solo a veces. Es un lugar que parece ser eterno, que tú no miras el final porque hay horizontes por todas partes y sólo ves arena y todo seco. Y nuestro Señor dice, 'allí, mi escuela perfecta de la fe' Y él llamó a Abraham, Jacob, Isaac, José, Moisés y todo su pueblo, Jesús mismo al desierto para ser formados.

Pero allí vemos que Dios no es cruel, cuando Dios nos pasa por el desierto es porque Él tiene un plan para nosotros y esto es no solamente para nosotros individualmente, es para nuestra iglesia. Dios nos ha llamado a ser atrevidos en el desierto y ver si vamos a serle fiel en este tiempo, para que veamos su gloria manifestada.

Deutoronomio, 8, comenzando en versículo 1. Dice, "cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy para que viváis y seáis multiplicados y entréis y poseáis las tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios, estos cuarenta años en el desierto para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tú corazón. Si habíais de guardar o no sus mandamientos y te afligió y te hizo tener hambre y te sustentó con maná, comida que no conocías tú ni tus padres la habían conocido. Para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti ni el pie se te ha hinchado en estos 40 años, reconoce asimismo en tu corazón que como Dios castiga el hombre a su hijo, que como castiga el hombre a su hijo así Jehová, tu Dios, te castiga."

Padre, en el nombre de Jesús sabemos que tú eres un Padre que castiga con propósito, que tienes tu plan para nosotros, te pido que nos hables en el día de hoy en el nombre de Jesús, amén.

Castigar... eso no es una palabra que yo quiero escuchar. ¿Quién quiere castigo? ¿Alguien? Castigo en la Biblia, en este uso no es un cocotazo, porque te has portado mal. En este caso, castigo es entrenamiento, es disciplina, es el castigo del sargento. ¿Cuántos han vistos esas películas de boot camp? ¿No? O, ¿cuántos tal vez han servido de militar? Y sabe que el sargento se pone en la cara, y te grita… te trata mal, no para humillarte, aunque te humille en el momento, sino para que tú seas duro y fuerte para cuando venga el momento de la batalla, tú seas preparado para luchar y para ser exitoso y para sobrevivir.

Y nuestro Dios es un padre que sabe muy bien cómo levantar a sus hijos y Él usa de todo en la vida, especialmente los tiempos de escasez y prueba para formarnos. El mejor oro, ¿dónde se purifica? En el fuego. Se aprieta el carbón para hacer el diamante que Dios tiene para nosotros, que seamos estos diamantes. Dios hizo a Israel pasar por el desierto, no por ser cruel, no por ser malo, sino para enseñarles algo.

Yo quiero que tú sepas que ‘no solamente de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.’ Yo quiero que tú sepas muy bien de dónde viene tu sustento, para que cuando tú entres en la tierra prometida y ya tienes el trabajo y el dinero y la casa, y ya estás prosperado que no te olvides de dónde viniste, que no te olvides de dónde vino la provisión en tu vida, ¿no?

Nosotros hemos visto prosperidad en esta iglesia, hemos visto personas llegar con nada, sus vidas en un desastre, en escombros. Conocen al Señor, vienen al frente y lloran aquí y se ora por ellos y se vuelan los demonios, se liberan, reciben unción del Espíritu Santo y comienzan a decirse, ya no soy víctima, todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo soy una nueva criatura en Cristo y comienzan a sentirse, no sé… fortalecidos, no orgullo, pero se sienten bien de ellos mismos. Caminan más firme, tienen una sonrisa más confiada porque saben que son nuevos en el Señor. Y se ponen a pensar quién dice que yo no puedo tomar una clase de discipulado, sí se puede, yo voy a tratar de hacerlo. Y se hace y se gradúa. ¿Quién dice que yo no puedo aprender inglés? … y se lanza a aprender inglés. ¿Quién dice que yo tengo que conformarme con el nivel educativo que tengo? … y se echan a estudiar y sacan su GED, su bachillerato y su maestría. Y compran casas y su vida se mejora en todo aspecto, porque lo espiritual resulta en transformación material también.

Pero después de toda esa transformación, ¿qué es el peligro? Que se olvida.

Y que comenzamos a pensar, ‘guau mira lo que hice yo,' y nosotros como iglesia estamos en pañales, hermanos, bueno, no diría pañales, I would say we are pre-adolescent, you know, maybe pre-teen. Tenemos 25 años pero estamos, no somos bebés pero tampoco somos jóvenes adultos todavía, estamos como teenager, pero Dios quiere entrarnos en la madurez, quiere prosperarnos, quiere bendecirnos. Pero, para eso, quiere probarnos.

Y nosotros somos parte de una generación especial en la vida de Congregación León de Judah. Somos parte de una generación que en el desierto Dios nos va a probar y ver si nosotros confiamos que Él sí puede sacar agua de la roca. Que Él puede poner una columna de fuego para guiarnos en las noches y una nube en el día para darnos sombra. Si la ropa no se va envejecer, si va haber maná cada mañana, sin nosotros guardar para mañana. Dios nos va a probar y cuando entremos en la grandeza de lo que Dios tiene para nosotros sabremos que no es por nuestras fuerzas, es porque nuestro Dios es fiel y que es Él que nos da el sustento, es Él que toma personas pequeñas y nos hace caminar grande en Él.

Dios nos llama, dios nos prueba y hermanos, si usted está viviendo un desierto personal y creo que todos lo viven en un momento u otro, puede ser algo en términos de las finanzas y provisión financiera. Podría ser una relación en la vida que está seca y tú no ves la solución de dónde va a llegar la resolución en tu familia o vida emocional. Puede ser un problema personal que tú tienes y tú no sabes cómo vas a salir de eso. Has tratado mil veces de dejar de fumar o no sé qué y es difícil. ¿Sabes qué? Dios quiere decirte algo.

El desierto parece ser eterno pero no lo es. Es una antesala como esta vida es una antesala, el desierto es antesala a la tierra prometida. Lo que pasa en el desierto sigue con nosotros el resto de la vida. Es allí que vemos que nuestro Dios es grande y fuerte y poderoso y hay testimonios para compartir. Y allí entramos conquistando en la tierra prometida sabiendo mi Dios ha sido fiel conmigo.

Tú sabes que yo anoche saliendo de un evento vi en el cielo, no sé si han visto esta estrella que está en el cielo desde diciembre, yo soy tonto con astronomía, así que no sé. Me imagino que no es estrella, es planeta o algo así no sé. Pero qué hermoso, mi hijo dice "Star! Moon! Star!" Él lo mira, está allí es una estrella bella, una estrella impresionante y yo sentí al Señor decirme, hay estrellas escondidas en esta congregación que van a comenzar a levantarse en esta época, están todavía opacadas tal vez por unas nubes, pero no va a seguir así se va aclarar los cielos y hay algunas estrellas que ahora tú no miras, tal vez pasaron por aquí pero no los conoces, que van a comenzar a brillar en Cristo. Pero ahora están opacados, están pasando por el desierto, pero saben qué, nuestro Dios los mira y los conoce por nombre. Él mira no solamente lo que son sino el potencial que ellos tienen para el futuro.

Y por allí vamos, por allí vamos hermanos. Estrellas guiando muchos a justicia como dice Daniel, como estrellas brillando en el firmamento. Hermanos, Dios te llama a ti a brillar así. Te llama, pero tenemos que decirle que sí. Señor, yo estoy dispuesto a pasar por tu entrenamiento que es mucho más que una clase, es todo el desierto que tú quieres para mí y yo voy a salir de eso un marine, un marinero con el uniforme bien puesto con esas medallas y voy a caminar con orgullo sano porque yo habré pasado por el fuego y saldré al otro lado. Hermanos, esto es para ti. Dios te llama, te conoce por nombre, sabe lo que estás viviendo y llegarás al otro lado porque nuestro Dios camina con nosotros. Amén.

Pongámonos de pie, vamos a orar. Yo invito al Pastor Omar, u otros van a administrar la oración así que adelante.

Yo, presento delante de ti a todo este pueblo, Señor. Te doy las gracias por cada uno de los hombres y mujeres, Señor Jesús, que celebramos el que hayan pasado de un nivel a otro en su discipulado, Señor, y gracias por todos aquellos que vendrán aún más. Y también, Señor Jesús, en una forma especial te damos las gracias por los desiertos de nuestra vida, Señor. Padre, porque aunque sabemos que son tiempos difíciles, podemos declarar con fe y certeza de que tú no nos abandonas, Señor Jesús, sino que tú estás allí como una nube de día guiándonos, y con una columna de fuego también en la noche, en las noches oscuras de nuestras vidas.

Tú estás allí para marcar el paso que debemos seguir, tú eres el que hace que brote agua de la peña, tú eres el que manda maná del cielo, Señor, en los momentos que menos los esperamos, Señor Jesús, cuando pensamos que más solos estamos, de alguna forma u otra tú nos dejas saber y nos dejas entender que tú estás allí, que tú estás en control, que tú estás guiando cada uno de nuestros pasos, Señor. Que si hay dos huellas que vemos que quedan en la arena, son las tuyas porque tú nos llevas cargados en tus brazos, Señor Jesús.

Así que mi Dios, yo te ruego que ninguno de nosotros olvidemos la forma en la cual tu obra se ministra en medio de nuestras vidas. No permitas que al alcanzar la riqueza, que al alcanzar el poder, que al poder alcanzar los trabajos, la educación, los grados que podamos tener, Señor, líbranos de nosotros pensar que lo hemos podido lograr alcanzar por nuestras propias fuerzas. Sino que con toda humildad podamos reconocer que lo hemos hecho por la fuerzas que tú nos das, por la sabiduría que tú nos das, por los recursos que tú has traído a nuestras manos para nosotros poderlo alcanzar así.

Así que, Señor, yo declaro tu bendición sobre cada uno de tus hijos e hijas en este momento, Señor, en esta tarde. Cualquiera sea su desierto, cualquiera sea su situación, Señor, yo declaro tu bendición sobre cada uno de ellos, sobre sus familias, sobre sus trabajos, sobre sus escuelas, mi Dios, sus universidades, en sus hogares, mi Dios, donde quiera que ellos vayan. Donde quiera que ellos estén, yo declaro tu bendición, la bendición tuya como Padre, la de tu hijo Jesús, la de tu Espíritu Santo nuestro consolador que nos guía a toda verdad. Declaro tu bendición sobre tus hijos e hijas en esta tarde.

Llévanos con bien Señor Jesús, a donde quiera que vayamos después de aquí de este lugar, llévanos con bien, con tu bendición Señor Jesús, y que podamos seguir meditando en estas palabras para poder seguir creciendo a la altura que tú nos llamas a que podamos alcanzar. Te doy las gracias por este pueblo, Señor, y sobre ellos dales tu paz, tu Shalom, tu bendición. En el nombre de tu hijo Jesús. Amén. Y Amén. Salúdense unos a otros mis hermanos, extiéndanse la paz de Dios, adelante el Señor, a los hermanos que nos ven por Internet, muchas bendiciones, adelante todos en el nombre de Jesús.