Borracho en el Espíritu Santo?

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Vamos al libro de los Hechos, en el capítulo 2. Como recordarán muy bien estamos atravesando cuando el Señor nos da permiso y nos permite dentro de todas las demás cosas que hacemos aquí en las predicaciones, regresando al libro de los Hechos y tomando temas de allí que nos ayudan a forjar lo que llamamos esa mentalidad sobrenatural, esa mentalidad pentecostal, espiritualmente profunda que Dios quiere que nosotros tengamos, basada en su palabra.

Y aquí en el capítulo 2, en el versículo 14 retomamos la historia que dejamos hace unas dos ó tres semanas atrás, donde vimos el día de pentecostés cuando desciende el Espíritu Santo sobre esos discípulos que estaban reunidos, posiblemente en el aposento alto, algunos dicen que quizás estaban aún en el templo ese día y que no fue en el aposento alto necesariamente.

Si usted lee el texto no está totalmente claro al respecto, pero ya que siempre hemos dicho que fue en el aposento alto, pues para qué cambiar ahora, ¿verdad? Vamos a dejarlo así, fue en el aposento alto. Pero es posible que fuera en otro lugar también.

Ahora, vimos cómo en ese pasaje los elementos del viento, de las lenguas y del fuego, eran parte de lo que Dios quería expresar acerca de cómo sería la manifestación del ministerio del Espíritu Santo en la vida de su pueblo, un ministerio de poder, de sanidad, de manifestaciones sobrenaturales, de comunicación directa con Dios, de acceso universal de todos los creyentes a los dones del Espíritu Santo, todas esta cosas. Y ahora retomamos la historia aquí en este pasaje donde Pedro se pone en pie y dice:

“… que alzó la voz y les habló a la multitud, y vamos a ver de dónde viene esa multitud, y les dijo, ‘Varones judíos y todos los que habitáis en Jerusalén esto os sea notorio y oíd mis palabras, porque estos que ustedes ven aquí no están ebrios, es decir, no están borrachos, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día, las 9 de la mañana. Más esto es lo dicho por el profeta Joel y en los postreros dice Dios, y cita ahora el Libro de Joel, derramaré de mi espíritu sobre toda carne y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, vuestros ancianos soñarán sueños. Y de cierto sobre mi siervos y mis siervas en aquellos días, derramaré de mi espíritu y profetizarán y daré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo, el sol se convertirá en tinieblas, la luna en sangre, antes que venga el día del Señor grande y manifiesto, y todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. Varones israelitas, entonces aquí entran…”

No lo voy a leer todo, entra aquí en un pasaje donde habla acerca del ministerio de Jesucristo y voy a tocarlo un momentito más adelante, el llamado de Cristo a ser mesías y a ser Señor. Y entonces más adelante en el versículo 32, vamos a acelerar un poquito la lectura, dice:

“…A este Jesús resucitó Dios, todavía estamos en el sermón de Pedro, a este Jesús resucitó Dios de lo cual todos nosotros somos testigos, así que exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo ha derramado esto, que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos pero él mismo dice, dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi diestra hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies…”

Y aquí está la conclusión absoluta y certera: “… sepa pues, ciertísimamente, toda la casa de Israel que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo…”

Bendiga el Señor su santa palabra. Amén. Amén. Qué pasó aquí? Vimos lo siguiente, el Espíritu Santo se derrama, hay un estruendo que levanta toda la comunidad, se crea un revuelo alrededor de los discípulos. La gente se acerca, es un día de un festival inmenso, es una época donde gente de todos los países donde hay judíos esparcidos, en todos los países de la tierra, han venido a Jerusalén a hacer un peregrinaje para celebrar precisamente esa fiesta muy importante que es la fiesta de los nuevos frutos, de la nueva cosecha, que se llamaba pentecostés. Era un festival judío religioso.

Hay gente de todas las naciones. Hay un estruendo. La gente acude al lugar donde están esta gente teniendo unas manifestaciones muy interesantes. De momento esta gente comienza a hablar, se sabe que no son estudiosos, no son eruditos, no han estudiado idiomas y sin embargo están hablando con perfecto acento, cada uno de los diferentes idiomas de las tierras donde están estos judíos, y por eso pueden ellos reconocer el idioma de esas tierras donde ellos viven. Y hay un gran revuelo, entonces Pedro aprovechando la oportunidad para explicar lo que está pasando se pone de pie y comienza este texto que acabamos de leer.

Y cómo comienza Pedro su sermón? De paso, este es el primer sermón que registra la Biblia y probablemente el primer sermón que fue predicado bajo la nueva época, digamos así, del Evangelio ya después que Cristo muerte, resucita y asciende al cielo. Es el primer sermón podríamos decir, de la era cristiana. Por eso es que es tan importante ese sermón.

Y entonces, miren lo primero que Pedro aclara. Dice: “… porque éstos no están borrachos, no están ebrios, como ustedes suponen…” Qué había pasado aquí? Uno se pregunta, por qué Pedro se siente impulsado a hacer esta primera aclaración? Lo primero que dice, señores, esta gente no están borrachos como ustedes piensan. Yo me pregunto, yo traté de visualizar qué estaba pasando allí? Probablemente había unas manifestaciones raras, porque si hubiera sido solamente que estuvieran hablando en una forma muy ordenada, en secuencia, un idioma tras otro, la gente hubiera dicho, guau, esto es algo absolutamente… No, pero estaban pensando que esta gente estaba borracha. Por qué? Porque yo creo que había otras manifestaciones allí entre ellos. Yo me imagino que algunos estaban…

Ha oído usted hablar de alguna persona que ha sido bautizada en el Espíritu Santo y hay que arrastrarlas como si estuvieran borrachos? Se ríen como locos, están que no coordinan sus movimientos, borrachos en el Espíritu Santo. Esto es algo que se ha dado mucho en los últimos tiempos también. Y sabe que hay gente que se escandaliza acerca de ellos. Y dicen, no, eso no puede ser de Dios porque Dios es un Dios de orden. Quizás estaban todos glorificando. Dice que profetizaba, yo creo que la Biblia usa eso en términos de que estaban glorificando a Dios exaltadamente. Algunos adoraban al Señor y decían, tu eres grande, tu eres poderoso. Otros, Cristo Jesús tu has sido enviado para salvar a la humanidad, gloria a Dios.

Usted ha ido a un culto de esos pentecostales donde esto es un sal para fuera, todo el mundo está adorando al Señor, alabando al Señor. Dice el corito, unos cantaban, otros oraban, pero todos alababan al Señor. Había una fiesta en ese momento. El Espíritu Santo había descendido y estos judíos con su rutina, con su religión muerta, seca, al ver esa exuberancia, pensaron, no, esta gente se le volaron los fusibles de los sesos, están locos, están ebrios. Están borrachos. Y Pedro dice: no señores.

Por qué será que la gente que no tiene costumbre de discernir el Espíritu Santo siempre piensa que los que tienen el Espíritu Santo están borrachos, o están fuera de orden. Usted recuerda a Elí el sacerdote, cuando Ana, llorando, derramando su corazón ante Dios clamando por un hijo y decía Elí allí, esta mujer discierne tu ron. Yo no creo que tenían ron en ese tiempo, pero lo que fuera, tu vino, contrólate, esta es la casa de Dios.

Cuando la gente no tiene experiencia con el Espíritu Santo muchas veces interpreta la exuberancia que viene por medio de la visitación del espíritu con borrachera, con desorden. Recuerdan a Mical, la esposa de David, cuando David lleno del espíritu se quita la ropa y se queda en calzoncillo y danza entre las cámaras de televisión y de internet y todo eso. Y allá está Mical, la hija de un rey, con su nariz puesta para arriba, mirando a su esposo y dice en qué lío yo me he metido casándome con este hombre. Está loco. Míralo ahí como si fuera un cualquiera, danzando frente a la comunidad.

Por qué? porque la gente que no tiene experiencia en el Espíritu Santo no entiende muchas veces, y cuando el Espíritu Santo se manifiesta, a veces pasan cosas raras. Y yo creo que toda mentalidad sobrenatural, toda gente que tiene experiencia en los dones del espíritu tiene que reservar un espacio para cosas raras. Escuche cómo lo estoy diciendo. No todo va a ser bien ordenadito, todas las botellas de Coca Cola puestas en línea, una en frente de otra. Va a haber a veces un poquito de desorden. Y lo digo con cautela porque voy a matizar eso un poquito más, para que no se me salgan tampoco del corral las vacas.

Pero yo creo que sí, nosotros tenemos que saber que a veces Dios hace cosas raras cuando el Espíritu Santo visita, los cables del cerebro como que se salen un poquito de su lugar y hay manifestaciones un poquito raras. Y nosotros tenemos que aprender a discernir esas cosas.

Entonces Pedro les aclara, señores, esta gente no está borracha, miren la hora, son las 9 de la mañana. Las licorerías todavía están cerradas, habrá dicho él. Pero quería aclarar eso, porque yo creo que nosotros tenemos que saber, sí, yo creo en el orden, yo creo en la disciplina y creo que no se predica lo suficiente acerca del orden en la adoración. Y ustedes saben que muchas veces me han visto intervenir para mantener el orden. Porque yo creo que cuando una iglesia se abre las manifestaciones del Espíritu Santo también tiene que haber orden, tiene que haber coordinación, tiene que haber autoridad, tiene que haber un réferi que no deje que los muchachos se jalen los moños unos a otros, porque a veces en la manifestación del espíritu, pues, la gente se cree que esto es un, ok, como chivo sin ley, como dice Gregory muchas veces. No, tiene que haber también un balance.

Yo creo que una cosa y la otra, hay una tensión allí que tenemos que mantener. Pero yo creo que la persona que tiene experiencia en el Espíritu Santo no se escandaliza por la mayoría de las cosas que ve. Hay gente que pierde la comunión de cualquier cosa. Una hermanita comienza a danzar un pasito allí y ya de una vez, es como si se rompe en de cualquier cosa. No, uno tiene que, hey, amén, amén, usted siga con lo suyo y no se preocupe.

Ahora, habiendo dicho eso, aprovecho para decir, hermanos, que también cuando uno adora, uno tiene que tener cuidado de lo que están alrededor de uno también. Si usted lee Primera de Corintios, capítulo 14, no es como que tampoco, pues yo estoy teniendo mi fiesterita aquí y los demás por allá ellos, que se la bandeen como puedan, no? Si no les gusta eso es problema de ellos. Yo estoy aquí adorando a mi Dios. No, no, uno tiene que siempre tener conciencia de los demás. Eso lo dice el Apóstol Pablo porque somos un cuerpo.

Entonces si yo estoy desentonando demasiado con mi adoración, el Padre entiende, no se crea, él no me va a castigar porque yo aguanté un poquito en mi adoración por consideración a los hermanos. No, al contrario, el Padre me va a alabar porque estoy ejerciendo misericordia, compasión.

Muchas veces en una iglesia como la nuestra viene mucha gente de diferentes trasfondos, tenemos el Internet donde nos ven miles de personas. No es lo mismo usted ver a través de una cámara de dos dimensiones a gente que usted ni siquiera saben a dónde están a veces, haciendo cosas raras, que si usted los conoce, los ama, es parte de ellos.

Es decir, que todas estas cosas hay que tener un balance en la vida. Yo digo, hermanos, mire, si usted siente que tiene que en algún momento de la adoración que pegar un grito, yo no le digo, no lo pegue, pero váyase al baño, corra y métase una toalla en la boca o algo, o simplemente hágalo lo más inobtrusivamente posible y exprese su adoración, pero considere a los que están alrededor de usted también. Hay un balance en la vida.

Ahora, yo creo también, que en un momento de exhuberancia donde todos estamos adorando al Señor, glorificándolo, que lindo es la alabanza libre al Señor, un cántico nuevo, cuando se oye una adoración por acá de una manera, otra por allá, alguien se arrodilla, unos danzan, eso es la gloria de Dios en la tierra. Yo creo en la libertad de la adoración también. Pero también considerándonos unos a otros, dice la palabra del Señor.

Yo lo que busco es ese balance, esa tensión. Cuando usted me ve a mí poner orden en un tiempo de adoración, no diga, no, el pastor es un sangrigordo, el pastor mata el espíritu, no, vea al pastor simplemente teniendo un corazón pastoral y considerando a todas sus ovejas, no solamente una o dos. Y eso es lo que yo quiero que Dios nos lleve más y más.

Quería aprovechar ese momento para sacarme eso de allí, esa espinita. Y son momentos en que podemos instruir a la iglesia porque por eso fue que Pedro aquí dice, no están ebrios, no están locos. No, es la manifestación del Espíritu Santo.

Ahora, dónde va Pedro para probar, dónde va Pedro para señalar que lo que está pasando es de Dios? Al profeta Joel. Va a la palabra, va la Biblia que ellos tenían disponible en su tiempo que era el Antiguo Testamento, lo que llamamos el Antiguo Testamento. Y allí Pedro encuentra un pasaje, iluminado por el Espíritu Santo, en el libro de Joel, un famoso pasaje que yo estoy seguro que toda esa gente en una manera u otra, había escuchado acerca de ese pasaje. Y yo sospecho también inclusive que el mismo Jesucristo, en realidad yo creo que Jesús hablándole a los discípulos en su ministerio terrenal, acerca del mover del Espíritu Santo les había dicho, cuando venga el Espíritu Santo lo que va a pasar allí, se va a parecer. Está basado en lo que el profeta Joel había profetizado cientos de años antes.

Ahora, en este momento Pedro queriendo explicarle a la gente y aprovechando esa oportunidad, les habla acerca del libro de Joel. Y qué importante es, hermanos, que nosotros aprovechemos oportunidades para hablar de Dios. Esta gente estaba confundida, había confusión, había revuelo en el aire, y Pedro dijo, esta es mi oportunidad para predicar acerca de Jesús, esta es mi oportunidad para sensibilizar a la gente acerca de las cosas del Evangelio.

Hermanos, nosotros tenemos que estar preparados cuando Dios nos abre una puerta para pasar por ella. Quizás en tu trabajo, quizás en tu vecindario, tu vas a tener una oportunidad en algún momento, alguien va a venir con un problema matrimonial, alguien te va a pedir un préstamo porque está sin trabajo, alguien está teniendo una crisis de salud, y esos son momentos preciosos en que tu puedes apropiadamente aprovechar ese momento para decir, ¿saben qué? Está bien, tu necesitas un préstamo, ok, aquí lo tienes, pero me gustaría orar por ti para que el Señor bendiga tus finanzas. Puedo orar para que el Señor te consiga un trabajo? Puedo orar por ti para que Dios te sane o sane a tu hijo? Y esos son momentos preciosos en que nosotros podemos…, Dios abre puertas y nosotros tenemos que estar preparados.

Lo que Samuel decía de que ahora hay una crisis aquí en la ciudad de Boston, muchos jovencitos matándose unos a otros, es una situación muy difícil, muchas gangas, pero estas gangas, como decía él, no tienen cabeza, simplemente son gratuitas reuniones de muchachos matándose unos a otros y la policía no sabe cómo bregar con ellos. Las escuelas están con el grito al cuello y están diciéndole a la iglesia, miren, hagan su trabajo, salgan por las calles, prediquen el Evangelio. Entonces nosotros tenemos que aprovechar esos momentos.

Las crisis de los hombres son nuestra oportunidad. Nosotros somos como la gente que trabaja en la funeraria. Las crisis de la gente son…. Yo creo que es un poquito mejor para nosotros que ellos. Pero la idea es que lo que a veces es un momento para la sociedad, son los momentos en que la iglesia le puede decir, mire, Dios tiene una respuesta. Cristo puede resolver los problemas y tenemos entonces que aprovechar.

Pedro aprovecha esa oportunidad y le dice, miren, lo que dice el profeta Joel. Ahora, aquí hay algo bien importante. Ese texto de Joel, como yo compartí esta mañana, es un texto clave, es un texto que yo diría que está preñado, por así decirlo, si podemos ir un momentito a ese libro de Joel, y yo quiero aprovechar porque ¿saben qué? El pastor Fumio Taku, quien vino el domingo pasado, este hermano japonés nos habló acerca de Israel, nos habló acerca de los últimos tiempos y este texto de Joel precisamente es un texto que tiene que ver con una manifestación que se habría de dar dos veces en la historia.

Si usted lee el libro de Joel, allí el profeta Joel, dice eso precisamente. Dice:

“… Y después de esto, versículo 28, capítulo 2:28, después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones, y también sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días…”

Cuáles son aquellos días? Aquellos días son los últimos tiempos. Aquellos días son tiempos que se están acercando ahora y en los cuales nosotros estamos entrando. La cosa con esta profecía, es como yo digo, se cumple dos veces. Pedro, iluminado por el Espíritu Santo, discernió que Joel estaba hablando precisamente de ese tiempo que ellos, Pedro y sus discípulos, y la gente que estaba alrededor de ellos, estaba viviendo. Ese derramamiento del Espíritu Santo Pedro le dice, es lo que el profeta Joel dijo originalmente que había de pasar, que Dios iba a derramar de su espíritu en una forma general sobre toda carne.

Qué había pasado antes? Que el Espíritu Santo era algo muy reservado solamente para gente muy escogida de Dios, los profetas, que eran ungidos con aceite, los reyes, que tenían una misión muy exaltada que lleva a cabo y necesitaban el espíritu de Dios, se ungían con aceite, y los sacerdotes que eran consagrados con aceite para recibir la unción del Espíritu Santo. El resto de la nación se la tenían que bandear como ellos podían, no tenían acceso al espíritu y Dios dijo, no, llegará el día en que yo voy a derramar de mi espíritu. El chofer de camiones va a poder recibir mi espíritu y no solamente el sumo sacerdote. La ama de casa que cocina y lava sus platos y mantiene a su familia recibirá el Espíritu Santo. El médico lo recibirá pero también lo recibirá el obrero que trabaja en construcción. La secretaria en su trabajo podrá recibir el Espíritu Santo, yo lo derramaré sobre los ancianos, pero ¿saben qué? También lo voy a derramar sobre los jóvenes, lo voy a derramar sobre la dueña de la casa, pero también sobre la sierva, la que trabaja para ella. Ya mi Espíritu Santo lo daré sin medida, dice, y eso fue lo que sucedió en Pentecostés.

Cuando en esa nueva economía que Cristo hace posible y cuando Dios derrama de su Espíritu Santo, Dios abrió la puerta para cualquier cristiano pudiera tener acceso a los dones del Espíritu Santo. Diga gloria a Dios.

Entonces Pedro dice, ¿saben qué? Lo que ustedes ven aquí ahora son 120 pero como vemos más adelante, él dice, cualquiera que reciba a Cristo como Señor y salvador, podrá tener acceso a esta maravilla que ustedes ven también, porque Dios dijo, yo derramaré mi espíritu sobre toda carne. Lo haré, lo distribuiré, es como antes, quién podía tener una computadora? Solamente una persona con mucho dinero. Quién podía tener un carro? Una persona que era muy rica. Hoy en día cualquiera tiene un carro aunque esté destartalado pero lo tiene, 4 ruedas, un guía, lo que sea, porque se ha ido diseminando. Un celular, lo mismo, también. Un laptop, antes era algo muy… solamente un grupo de personas muy selecta y asimismo… entonces Dios dijo, ¿saben qué? Hoy en día no solamente los grandes, no solamente los profesionales de la religión, sino todos podrán disfrutar de mi Espíritu Santo. Y entonces por eso, dice aquí, pero ¿saben qué? Recuerde algo, el contexto original de este capítulo de Joel se refiere a los últimos tiempos, los tiempos que nosotros estamos viviendo.

Miren lo que dice aquí: “… y derramaré mi espíritu en aquellos días, versículo 29 y 30, y daré prodigios en el cielo, en la tierra, sangre y fuego, columnas de humo, el sol se convertirá en tiniebla, la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo, porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación.

Usted ve, cuando el Espíritu Santo se derrama en Pentecostés no hay esas señales. El sol no se oscurece, la luna no deja de dar su resplandor, no hay sangre y fuego como dice aquí, no hay prodigios espantosos, pero dice la Biblia que en los últimos tiempos, cuando dice aquí en aquellos días, sí, habrá.

Hermanos, yo les digo, yo no sé si será en tu tiempo y en el mío, yo creo que sí, pero nosotros vamos a ver grandes manifestaciones en los cielos y en la tierra. Dios manifestará su poder en el cosmos, lo manifestará en el mar, lo manifestará en la tierra. Vemos ya manifestaciones de cómo la tierra se está como revelando contra la humanidad en tantas diferentes maneras, temblores de tierra, cataclismos inmensos, cosas raras que están pasando.

Hebreos capítulo 12 dice que en los últimos tiempos Dios conmoverá los cielos y la tierra. Todo lo que pueda ser conmovido será conmovido. Yo creo inclusive, que esto que está pasando en el Golfo de México, este petróleo que no saben cómo parar completamente es parte de esos mensajes de Dios que han ido viniendo. La crisis económica sin precedentes que está viviendo el mundo y que ha vivido esta nación y tantos países de la tierra. El 9-11 todas estas cosas han sido un cataclismo tras otro, una cosa terrible tras otra y como que todo se va acelerando y estas son manifestaciones que irán creciendo.

Ahora, en ese tiempo también de grandes manifestaciones y cataclismos habrá una segunda visitación del Espíritu Santo. Yo creo que lo se dio en Pentecostés va a quedarse corto para la manifestación última de este poder del espíritu. Porque lo que dice aquí Joel es que en los últimos tiempos Dios derramará de su espíritu sobre las naciones. Yo creo que la iglesia de Jesucristo puede mirar hacia adelante porque yo creo que los mejores tiempos para la iglesia de Cristo están adelante. Yo espero grandes manifestaciones del poder de Dios, grandes conversiones, grandes manifestaciones de unción sobre la iglesia y nosotros tenemos que estar deseando esos tiempos, pidiéndole al Señor, Señor, envía tu poder, envía tu manifestación porque Cristo no va a venir sin que antes haya esa visitación de poder.

Dos cosas van a pasar, va a haber grandes cataclismos pero también grande unción sobre la tierra. Millones de personas, yo creo, van a llegar a conocer a Jesús y van a clamar a Dios. Ahora, hay algo interesante también en este pasaje que Pedro usa y es…, yo quiero que mire esto también porque empalma con lo que decía el pastor Fumio. Yo creo que nosotros como cristianos, tenemos que estar muy atentos a lo que está pasando en Israel. Cómo sabemos nosotros que esto que Dios prometió de esa visitación de su Espíritu Santo sin precedentes se va a dar todavía en este tiempo sobre la tierra.

Miren lo que dice en el capítulo 3, versículo 1, dice: “… porque he aquí, en aquellos días, ese mismo tiempo en que el Espíritu Santo va a ser derramado con gran poder sobre la tierra, como lo fue en el día de Pentecostés, he aquí que en aquellos días y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén reuniré a todas las naciones y las haré descender al valle de Josafat y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo y de Israel, mi heredad, a quien ellos esparcieron entre las naciones y repartieron mi tierra…”

Usted ve lo que dice aquí, esa visitación del Espíritu Santo en los últimos tiempos que se dio en Pentecostés, que se dice que será en los últimos días estará acompañada por un par de cosas, número 1, el regreso de los judíos a su tierra. Y también un gran evento donde todas las naciones Dios las va a reunir. Dice la Biblia que en los últimos tiempos muchas naciones se van a juntar para ir en contra de Israel. Israel se verá en el peor momento de toda su historia, y miren que Israel ha pasado por tiempos terribles, el cautiverio babilónico, el exilio, ataques muchas veces, pero el trago más amargo todavía le espera a Israel en estos tiempos precisamente.

Recuerden lo que dijo el pastor Fumio que estos rabinos ortodoxos que declararon que hemos entrado en los tiempos que se parecen mucho a la guerra de Gog y Magog, que es una guerra que habla en el Antiguo Testamento que será cuando muchas naciones se unan para ir contra Israel y atacarlo. Esas naciones creerán que lo están haciendo por su propia iniciativa, pero será Dios mismo moviendo esas naciones, enemigas de su pueblo, para llevarlas a un lugar, algunos creen que es el valle de Meguido, es un valle, si usted ha ido por el área de Israel, usted va a ver hay un valle inmenso, un lugar muy, muy grande que es el valle de Meguido, y allí dice la palabra que Dios va a reunir estas naciones. Estas naciones van a ir contra Israel y en el momento más terrible de su historia, cuando parece que no hay salida, dice la Biblia, que los judíos clamarán a Cristo, a Jesús y lo reconocerán como su Mesías. Dios abrirá sus ojos, ellos clamarán a Jesús y Dios visitará su pueblo y esas naciones van a ser destruidas completamente.

Dice Dios que él las reunirá en el valle de Josafat y hará juicio con ellas. Por qué? Porque Dios, hermanos, todas estas naciones que han perseguido a Israel, todas estas naciones que se han ensañado contra el pueblo judío, que han perseguido al pueblo hebreo y esas naciones que al final de los tiempos desatarán su odio y perseguirán a Israel Dios les está guardando sus deudas, y un día Dios dirá, bueno, es el tiempo ahora de arreglar cuentas. Y las reunirá para enjuiciarlas. Por eso es que hay dos cosas, el corazón de Dios es apasionadamente pro Israel, hermanos, aunque Israel es un pueblo rebelde y Dios los castiga y los disciplina, pero Dios ama a su pueblo, entonces en este tiempo que nosotros estamos viviendo, esos son los días.

Fíjese, cómo sabemos nosotros que estamos en esos días? Porque en aquel tiempo haré volver a la cautividad de Judá y de Jerusalén. Qué quiere decir eso? Vendrán de todas las naciones los judíos de nuevo como han hecho en las últimas décadas. Se reunirán de nuevo. Dios se reunirá estas naciones.

Dios que esas naciones esparcieron a Israel entre las naciones y repartieron mi tierra. Ahí hay algo bien revelador y es lo siguiente, hermanos, los judíos nadie tiene derecho de repartir la tierra de Israel, entienda esto. Dios le dio cada pulgada de ese territorio a su pueblo y los dones de Dios son irrevocables. Esa tierra pertenece al pueblo de Dios. Dios no ha cambiado su intensión con respecto a esa tierra.

Yo digo que ni los judíos mismos tienen derecho a dar un pedacito de esa tierra para ganar paz. Sabe lo que pasa asimismo? Hay un pueblo palestino y yo creo que son gente excelente, yo no tengo nada contra el pueblo palestino, pero tampoco podemos decir que Israel puede cometer un pecado para cubrir otro pecado. Es decir, esa gente necesita un lugar donde estar, pero Israel no puede entregar tierra y hacer de esa nación palestina otra nación separada y coger a Jerusalén como se quiere hoy en día, y dividir a Jerusalén, darle una parte a los musulmanes, palestino, y otra parte que se quede con el pueblo de Dios, porque la idea es eso, de que la parte oriental de Jerusalén, yo he estado allí, hay muchos árabes que viven allí en esa parte, que esa parte se divida y se le entregue a una nueva nación palestina, y que la otra parte se quede Israel con ella.

Hermanos, el que conoce Israel, Israel es del tamaño de Rhode Island, `más pequeño que New Jersey, es un pedacito de tierra solamente. Estos judíos han sido tirados de todas las partes del mundo, han sido perseguidos y han regresado a su tierra ancestral, que Dios les entregó, lo sabemos por su palabra. Esos judíos tienen derecho a tener su tierra.

Yo no se qué se va a hacer con el pueblo palestino. Yo diría que tendrían que convertirse en ciudadanos judíos, porque eso es lo que son asimismo. Muchos de los palestinos son ciudadanos judíos pero lo que pasa es que los palestinos quieren la destrucción de Israel, y quieren una nación aparte, y quieren estar tirándole bombas a Israel, y no reconocen a Israel como nación. Israel no puede entregarles esa tierra.

Y los hombres han querido repartirse la tierra. Hoy en día, Estados Unidos está pidiendo que Israel entregue parte de Jerusalén, y no se puede. Dice aquí claramente, Dios no quiere que su tierra sea repartida. Repartieron mi tierra, echaron suertes entre mi pueblo. Entonces entendemos esto, hermanos, que este tiempo del cual habla el Apóstol Pedro aquí en Hechos, se está refiriendo a dos cosas: una visitación muy poderosa del Espíritu Santo que se daría en ese tiempo en que él estaba, pero también en nuestro tiempo, pero también en los últimos tiempos habrá otro derramamiento, la Biblia habla de la lluvia temprana y la lluvia tardía. La lluvia temprana fue la lluvia que cayó del Espíritu Santo en el libro de los Hechos. Pero habrá una lluvia tardía al final de los tiempos que será para la última gran cosecha de almas antes de que Cristo venga. Y entonces en ese tiempo, esa visitación del Espíritu Santo, esa lluvia tardía del espíritu estará acompañada de una gran cosecha de almas como la hubo el día de Pentecostés, la reunión del pueblo de Israel, un ataque terrible contra la nación judía, y un Dios que se levantará con poder para defender a su pueblo y para consumar la historia y que Cristo venga por segunda vez y todo haya terminado.

Así que tenemos que estar concientes de todas estas cosas para poder leer los tiempos que están sucediendo. Ahora, concluyo con esto. Después que el Apóstol Pedro declara todas estas cosas hasta el versículo 21, él orienta su predicación a una sola cosa y dice, hermanos, lo que ustedes ven aquí, este derramamiento del Espíritu Santo que ustedes están viendo es producto de que ha habido un cambio en el mundo del espíritu. Dios ha tomado a ese hombre que ustedes crucificaron, ese profeta que ustedes vieron que hacía señales y prodigios, dice aquí en el versículo 22, entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como ustedes mismos saben, y Pedro les dice, lo que ustedes ven, esta nueva distribución del Espíritu Santo se debe a que Dios tomó a ese hombre que ustedes crucificaron y que fue entregado por el consejo determinado y el conocimiento anticipado de Dios.

Por qué está diciendo Pedro esto aquí? Está diciendo, en última instancia ustedes no fueron los que mataron a Jesús. Dios fue su voluntad que así fuera. Dios sabía que esto iba a suceder y era el plan de Dios. La iglesia primitiva siempre dijo lo mismo, Cristo tenía que padecer, Jesús tenía que ir a la cruz, Jesús tenía que ser sepultado. Esto era parte del plan de Dios. Y entonces dice, ustedes prendieron a Jesús, lo mataron por manos de inicuos, crucificándole. A ese Jesús Dios lo levantó, una vez que los dolores de la muerte fueron quitados de él, porque era imposible que fuese retenido por ella.

Qué está haciendo Pedro aquí? Está dando en clave una esencia de lo que es el Evangelio. Cuando usted le predique a alguien el Evangelio predíquele acerca del hecho de que Dios envió a su hijo, porque amaba a la humanidad y Dios entendía que tenía que haber un derramamiento de sangre porque la sangre era lo que justificaba ante Dios, era el sacrificio que Cristo hizo posible, que Cristo murió en la cruz por los pecados suyos y que Dios lo levantó de entre los muertos y que Dios ahora, por medio de ese Cristo puede darle reconciliación a esa persona. Ese es el Evangelio, eso es lo que nosotros tenemos que predicar. Esa es la base del Evangelio. Eso es todo, usted no tiene que ser demasiado sofisticado, predíquele a Cristo en carne, predíquele a Cristo crucificado, predíquele a Cristo resucitado, y predíquele a Cristo bautizando con el Espíritu Santo. Eso es todo. Y entonces dígale, te gustaría recibir ese paquete completo gratis? Y recíbelo ahora y tienes salvación.

Entonces, los versículos 25 al 28, lo que él hace es simplemente mencionar cómo el salmista David decía algo proféticamente acerca de la resurrección de Jesús, que habría de venir. Entonces, mire, el versículo 32, aquí Pedro como que lleva su sermón ya a aterrizar. Los ha llevado a través de una secuencia de cosas, les ha dicho el profeta Joel profetizó acerca de esto, habló de lo que ustedes están viendo aquí. También nos habla a nosotros diciendo, esto también va a suceder en los tiempos en que ustedes están viviendo. Habló acerca de que todo eso era posible porque Cristo había sido crucificado y había resucitado de los muertos.

Entonces, mire el versículo 33, “… así que exaltado por la diestra de Dios habiendo recibido del padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís…”

Lo que ustedes están viendo aquí, señores, es porque el Padre le dio al Hijo la potestad de bautizar con el Espíritu Santo. Qué vemos aquí? La Trinidad trabajando en concierto unos con los otros. El Padre tiene el derecho absoluta potestad, exalta a su Hijo y dice, este es mi Hijos amado en quien yo tengo contentamiento. Escúchenlo a él. Le da al Hijo la potestad, le transfiere al Hijo la potestad de distribuir el Espíritu Santo sobre los que creen en él, y entonces el Espíritu Santo se mueve con poder. La Trinidad trabajando para que la humanidad sea salvada, perfecta coordinación.

Si alguien le dice que la Trinidad no existe, dígale, y qué pasa aquí? El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, los 3 trabajando para edificación de su iglesia, para el avance de los propósitos de Dios sobre la tierra.

Y Pedro les dice, eso que ustedes están viendo es producto de todas estas cosas. Termina con el versículo 36, pido a los músicos que pasen por aquí rápidamente, por favor, versículo 36. Pedro termina con una sentencia muy, muy seria y dice:

“… Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel, era como un anuncio real, como algo casi gubernamental que se estaba declarando allí. Dios le estaba dando a una nación una notificación que venía de parte de otra nación, la nación celestial. El Reino de Dios le decía a la casa de Israel, sepa ciertamente toda la casa de Israel que a éste Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo…”

¡Aleluya! Y eso es lo que nosotros, hermanos, tenemos que hacer con la humanidad. Tenemos que decirle a la gente, hermana, quiere pasar simplemente a adorar, amén, pase por acá. Quiero terminar esto, un momentito, porque no tenemos tiempo para hablar. Siéntese por favor, hermanos, sí, gracias.

Quiero terminar esto más bien aquí. Discúlpeme. Pero hablando acerca de eso, la importancia de nosotros tener cierto orden. Quiero terminar con este mensaje bien esencial: cuando nosotros le notifiquemos a la gente acerca del Evangelio, tenemos que concluir con una cosa, el Padre ha hecho a Jesús Señor, lo ha hecho salvador. El Señor en su persona une todas las cosas. Nosotros venimos a Cristo y lo primero que hacemos es reconocemos su señorío, reconocemos su autoridad, reconocemos su gobierno sobre nuestra vida, le anunciamos a la humanidad. Tenemos que recibir a Cristo, sí, él nos salva, pero también él viene a ser señor, a ser gobernador de nuestras vidas. Él lo ha hecho Señor y lo ha hecho Cristo. Dios estableció sobre su Hijo ese manto de autoridad y nosotros tenemos que apuntar a la humanidad hacia Jesús.

La próxima vez que yo predique yo quiero tomar el resto de este pasaje y quiero mostrarles a ustedes cómo en la mente del Apóstol Pedro, o cuando él termina su sermón, él une tres cosas: aceptar a Cristo como Señor y salvador, ser bautizado en las aguas, y también recibir el bautismo del Espíritu Santo. Estas tres cosas están unidas una con la otra y nosotros tenemos que ir mirando ya hacia eso, como iglesia, de siempre anunciarle a la gente, sí Jesús te salva, bautízate también. El bautismo no salva de pecados, pero sí es algo que nosotros tenemos que hacer, debemos hacer y busca la unción del Espíritu Santo, busca el bautismo del Espíritu Santo. Eso es parte importante también de la experiencia cristiana.

Así, hermanos, mediten en estas cosas. Entiendan que Dios ha enviado a su Espíritu Santo y que en este tiempo estamos en un tiempo bien claro, miremos mucho el reloj de Israel, miremos mucho lo que está pasando allí porque Dios tiene grandes cosas que quiere hacer también a través de esta nación.

Vamos a ponernos de pie. Te damos gracias, Señor. Te damos gracias por tu palabra, Señor, en esta tarde. Gracias porque tu has enviado a Jesús para ser el que nos bautiza con su santo espíritu. Gracias porque no solamente fue para un tiempo hace 2000 años sino que todavía la mejor porción, el mejor vino está reservado para este tiempo.

La lluvia tardía todavía está por venir, Señor. Y nosotros queremos estar atentos a esa visitación. No queremos perdérnosla, Señor. Permite que nuestra iglesia pueda estarse preparando para esa gran visitación de tu espíritu, Señor, en los últimos tiempos de la cual habló Joel y que tu iniciaste hace dos mil años en el día de Pentecostés.

Y pedimos también por la nación de Israel, Padre, porque este es el tiempo que tu estás acelerando un proceso paralelo allá también, trayendo a ese pueblo a su tierra nativa y también naciones que están levantándose poco a poco en contra de tu pueblo también. Pero gracias, Padre, porque tu también tienes eso ya preparado y estás trabajando en tu iglesia, aquí entre nosotros también para una gran cosecha de almas, como la hubo el día de Pentecostés. Nosotros también, Señor, queremos ser parte de esa cosecha, como Pedro lo fue ese día de tu visitación.

Te bendecimos Señor en esta tarde. Queremos que tu nombre sea glorificado, Señor. Ayúdanos a ser entendidos, ayúdanos a amar a tu nación, amar a tu pueblo Israel, Señor, pedimos tu bendición sobre esa nación. Así como la pedimos sobre esta nación en la cual nosotros estamos también, Padre. Sabemos que estamos en tiempos significativos y queremos discernir los tiempos, queremos discernir lo que tu estás haciendo y alinearnos a lo que tu quieres que nosotros hagamos como pueblo tuyo, Padre. Alabamos y glorificamos tu nombre. Gracias, Señor Jesús. En el nombre de Jesús oramos. Amén. Amén.