Como orar?

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Hoy quisiera enfocarme en algo que tiene que ver con el tema de la oración. Y si pudiesen ir conmigo al libro de Lucas, capítulo 11, hay algo que quisiera hacer referencia aquí a este verso. Voy a estar en Lucas, capítulo 11 y en Mateo, capítulo 6. Y tal vez usted dirá, como que guau, el tema de la oración está quemado como quien dice, pero no, no, no; el tema de la oración siempre es vital, muy importante.

Esto no pasa de onda ni de moda. Lucas, capítulo 11, verso 1. Yo estoy leyendo la edición Dios habla hoy, así que me pueden seguir. Me gusta mucho la versión, Dios habla hoy. Dice, una vez, Jesús estaba orando en un lugar y cuando terminó uno de sus discípulos le dijo, ‘Señor, podrías enseñarnos a orar así como Juan le enseñó a sus discípulos,’ y Jesús les dijo, ‘digan cuando…’ No, no, no lean el resto.

Él dijo, cuando oren, digan… Miren, aquí hay algo que yo creo es bien importante. Y lo primero que estoy viendo es que si usted tiene que preguntar algo, muchas veces es importante que usted le pregunte a un experto en esa área que usted está preguntando, ¿verdad? Si usted quiere saber de computadoras a quién le tiene que preguntar… A un Bill Gates o un Steve Jobs, o algo así, le tiene que preguntar a ellos.

Si usted quiere saber algo acerca de… estoy tratando de pensar. Ah, si quiere preguntar algo de ciclismo, pregúntele a Lance Armstrong, a mí no. Si usted quiere saber algo en el área de música, ¿a quién le puede preguntar? ¿A quién? A Bethoven, bueno, búsquelo siete pies bajo tierra o yo no sé donde esté ahora, pero, vamos más cercano no tan contemporáneo. ¿A quién le pueden preguntar? ¿Dónde está Quique? Se me pierde Enrique. Lo ve que está allá adentro, no, okay. Allá arriba, claro que sí a Arturo también. Oh, es más, si usted quiere saber de sonidos y audiovisual, otro experto también, allí está Bruno, a él también le pueden preguntar.

Si usted quiere saber acerca de cómo cocinar, al estilo, voy a mencionar distintos estilos. Voy a comenzar con el estilo dominicano, mire aquí tiene bastantes personas a las que le puede preguntar. Si quiere aprender a cocinar al estilo colombiano, ¿a quién le podemos decir? Colombianos, aquí, yeah? Miguel, claro, Tú eres un experto en la cocina. Si quieren preguntarle cómo se cocina algo en Costa Rica, ¿con quién vamos a hablar? Allí está Berta, allí está también Antonio. Le podemos preguntar a ellos. De Puerto Rico, yo sé que hay otros que no soy yo. Así que…

Ahora, pero cuando viene el tema de la oración, aquí es donde yo veo un ejemplo donde los discípulos de Jesús fueron al experto, fueron al Maestro a preguntar acerca de la oración. No se pusieron a hablar entre ellos, sino que fuero directamente al recurso de información. Y aquí es donde yo veo, mis hermanos, que había algo en el estilo de orar de Jesús, que les cautivó la atención a sus discípulos de tal forma que los provocó a ellos a ir en un momento donde Jesús, y decirles… ¡Chicos! Thank you. Les provocó a ellos decirles en un momento, ‘Jesús, necesitamos que nos enseñes a orar como Tú oras, nosotros queremos aprender a orar como Tú oras.’

Y aquí es donde yo veo que hay algo que es bien importante. Aquí hay algo bien importante, porque el asunto es que… Eso me lo hace Lucas a cada rato… Así… Diana, no te apures, yo estoy totalmente familiarizado con esa escena, así que me voy por un lado y se van por otro, pero yo estoy bien claro, mis hermanos, que hay algo en lo que Jesús estaba haciendo que los discípulos dijeron, guau, hay algo distinto aquí y yo quiero aprender como él lo hace.

Y miren lo que me llama la atención de lo que les dijo Jesús, cuando Jesús dice, bueno, “cuando ustedes oren háganlo de esta forma....” Miren, qué interesante, porque esa frase es bien importante. Él no dijo, si quieren oren de esta forma. Él dijo, cuando oren, háganlo de esta forma. En otras palabras, Jesús estaba asumiendo de que sus discípulos iban a tener… ¿qué? El tiempo para orar.

Y aquí fue donde yo me di cuenta de que esto es algo tan revelador y no es que yo esté diciendo, guau, yo no sabía que tenía que sacar tiempo para… Pero, más bien en esas palabras de Jesús, porque Jesús cuando nos enseña a orar es porque nos está diciendo, bueno, si Tú quieres orar es porque tienes el tiempo para hacerlo. Miren, cómo estoy diciendo esto. Si quieres orar, si quieres hablar conmigo es porque tienes el tiempo para hacerlo. Y mi pregunta básica hoy es, ¿le estamos sacando el máximo a nuestro tiempo de oración? ¿Le estamos sacando el máximo a nuestro tiempo de oración?

Y, miren mis hermanos, yo voy a hacer una confesión aquí delante de todos ustedes y de todo el mundo en el Internet, yo no le estoy sacando el máximo a mi tiempo de oración. ¿Por qué? Porque no tengo tiempo a veces, o no hago el tiempo, mejor dicho. Déjame decírtelo así. No hago el tiempo como debería hacerlo. Yo sé que muchos de nosotros cuando estamos orando, sí, yo oro en mi casa y cosas así, fácil, cuando me voy a acostar a dormir, yo me arrodillo y oro y allí estoy cinco minutos y después de cinco minutos, el cansancio es tanto que uno se queda dormido.

Entonces decimos que usamos la oración como una anestesia para poder dormir bien. O si no, cuando nos invitan a venir al tiempo de oración a las cinco de la mañana, es como que, ¡Ay, pero levantarme tan temprano! Cuando usualmente el mejor sueño se coge a las cinco de la mañana y hay veces que se hace difícil, y de cuatro sábados en la mañana vengo uno cada… fill in the blank. Mensual, okay, me entendió, gracias, uno mensual.

So, el asunto es, mis hermanos, que aquí el aspecto del tiempo es clave. Y el asunto es que el mismo Jesús en su ejemplo, él sacaba tiempo para orar. Y no es que Jesús no tenía, como quien dice, una agenda vacía. Jesús tenía una agenda bastante llena, pero aún en su agenda, él sacaba ese tiempo para hablar con papá… hablar con su papá, hablar con su padre. Y él nos estaba dejando ese ejemplo a nosotros también. Mis hermanos, yo sé, y aquí nos montamos todos en el mismo barco, las circunstancias de la vida pueden ahogar ese tiempo de oración.

Hay veces que uno se preocupa tanto por los afanes y los quehaceres del diario vivir, que mire, yo entiendo que muchas veces es difícil, es duro sacar ese tiempo; sacar ese tiempo es un sacrificio, es un esfuerzo, o hay que sacrificar, horas de sueño o hay que sacrificar horas para llegar al trabajo, o hay que sacrificar tiempo que compartir con la familia por hacer esto o aquello o lo otro. Requiere tiempo, pero si yo no saco ese tiempo hay algo que nos estamos, hay algo que no, sí, que lo estoy diciendo por todos… Hay algo que nos estamos perdiendo. ¿Y qué es eso que nos estamos perdiendo?

Vayan conmigo a Mateo, un momentito, Mateo, capítulo 6. Solamente algunas observaciones que quiero hacer aquí desde el verso 5 en adelante, porque cuando digo que hay que sacarle el máximo a ese tiempo de oración, es poder aprovechar bien el tiempo. No significa que el tiempo tiene que ser una hora entera, que yo pase orando delante de la presencia del Señor, o dos horas, o tres horas. Sino que el más mínimo tiempo que yo pueda sacar, aunque sean cinco o diez, o quince minutos, pero que sean cinco, diez o quince minutos bien intencionados, bien significativos pero que yo le estoy sacando el máximo a ese tiempo.

Miren como dice el verso 5, “y cuando ustedes oren…” Es más, Jesús está haciendo el énfasis, “y cuando oren,” en otras palabras, cuando saquen el tiempo para orar, “no seamos como los hipócritas a quienes les gusta orar de pie en la sinagoga y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que con eso ya tienen su premio.”

Ahora, déjame hacer una nota al calce aquí. Porque no significa que si nosotros estamos aquí en la iglesia en público, no significa que estamos siendo hipócritas, no es eso, al contrario cuando estamos aquí en la iglesia nosotros fomentamos el hecho de que todos podamos orar, porque esa oración que estamos haciendo aquí es para bendecir unos a los otros, para llamar la presencia de Dios aquí en este lugar, invocar su presencia y pedirle que Él se mueva en medio de la iglesia.

So, ese tipo de oración, a la cual nosotros practicamos es una totalmente distinta a la que Jesús está hablando aquí. Porque lo que Jesús está enfatizando es la gente que habla más bien por un sentido, o que ora, no que habla… sino, gente que ora más bien con un sentido de altanería y egoísmo y vanagloria, como quien dice, mírame aquí qué bien oro con toda esta palabrería de… las últimas palabras del Diccionario de la Real Academia Española y nadie puede orar con la elocuencia que yo lo hago.

Ese tipo de espíritu, yo creo que es el espíritu… entiendo que es el espíritu que Jesús dice, mira no lo hagas así, porque eso es una forma falsa, no es genuino. Allí estás queriendo aparentar algo que no eres, o estás queriendo ofrecer algo que no tienes. Y no estoy diciendo que uno no aprenda a hablar bien, obviamente con Dios, pero el asunto es que también Dios se enfoca en las palabras que uno habla con sencillez. Miren cómo dice, el verso 7, voy a brincar el verso 6.

Dice el verso 7, “pero al orar no repitan ustedes palabras inútiles como hacen los paganos, que se imaginan que cuanto más hablen más caso les va a hacer Dios. No sean como ellos, porque su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.” Miren esto, aquí yo quiero parar un momento, mis hermanos, porque a mí el Pastor Gilberto, cuando él estuvo predicando ciertos miércoles atrás me hizo reflexionar en esto.

Él estaba hablando de el ejemplo de muchas veces la gente que viene, “Oh, Santo Dios, Aleluya!” Y tienen que adornar su oración con esta palabra así, miren a mí me cayó el baño de agua. Yo oro en la misma forma, y me embollo y estoy allí, “Santo Señor, Aleluya, y Tú vives y tienes poder y me salen todas estas palabras que son como quien dice, bien, repetitivas.

Pero el asunto es que muchas veces el uno quedarse en esas palabras bien repetitivas, uno le está perdiendo el son y el ton a lo que la oración verdaderamente quiere hacer. No se ha dado cuenta usted que hay algunas personas que cuando están orando tienen la frase, “Santo Padre” y “Santo Padre” esto y “Santo Padre” aquello, y “Santo Padre” lo otro, y todo esto es “Santo Padre” y “Santo Padre” y la mayor parte de la oración se va en “Santo Padre”. ¿Han escuchado eso o yo soy el único que ha escuchado eso? Okay. Ya me estaba asustando yo como que, estoy yendo a otra iglesia o algo así.

Pero uno oye eso y, mis hermanos, la cosas es que eso se convierte en una muletilla, eso es como le dicen, una muletilla, que hay que, como quien dice, para que la oración se más larga y más llena y más poderosa, pues tengo que decir estas cosas para que Dios me oiga un poquito más o para que la gente grite, “¡Gloria a Dios, Aleluya!” Pero no necesariamente es así.

Saben, hay veces que la oración que Dios más escucha es la oración que es más una conversación. Cuando tratamos de definir oración, ¿qué es lo que siempre decimos? Es una conversación con Dios. Sentarme yo con Dios a hablar con Él y expresarle mi sentir. Por eso es que Jesús cuando está diciendo, miren cómo Jesús dice, en el verso 6: “pero cuando Tú ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en lo secreto.” O sea, eso está implicando una conversación bien sencilla entre dos personas, y esto aquí es donde yo veo que está la belleza de la oración. Porque hay veces que yo pienso en lo que Jesús dice, como que queremos adornar y elaborar nuestra oración en una forma tan religiosa, dominguera, con un vocabulario bien bíblico, bien proper, y como que esta es la forma, esta es la fórmula en la cual Dios me va a escuchar a mí.

Pero mira, no, hay veces que el mero hecho que uno se siente en una silla y que uno pueda decir, ‘Señor, no puedo más.’ Ya eso se convierte en una oración. Es decir, el mero hecho de que yo pueda venir y sentarme y mirar las estrellas una noche y yo quedarme así atónito, es decir, ¡guau Dios, la verdad es que Tú eres increíble! Tú que hiciste todo eso, si Tú estás en control de todas esas cosas que están allá arriba, cómo no vas a estar en control del dolor de muela que yo tengo, por decir un ejemplo.

Y yo entiendo que hay veces que la oración se pone intensa. ¿Cuántas veces una conversación entre dos personas no se pone intensa? Que uno está hablando entre dos personas y el argumento se puede poner medio intenso, mira, hay veces que uno expresa esa intensidad en esa conversación con Dios. Pero el asunto es que estamos hablando en una forma tan libre con Él. Y si yo veo lo que dice la segunda parte del verso 6, “y tu Padre que ve lo que haces en secreto te dará tu premio.” Y la versión de ustedes dice, te dará tu premio en público.

Miren esto, o sea, no te creas como que para que Dios me recompense en público me voy de aquí, me voy a mi casa, me encierro en el cuarto y vamos a orar porque yo quiero ver mi recompensa en público Oiga si usted procede con la oración así yo creo que su recompensa se va a quedar en privado y se va a quedar en privado en Dios porque ni usted la va a ver. O sea, no procedamos en la conversación. Ahora sé yo, ahora sé yo que yo voy a hablar con Blanca que se está riendo aquí y yo voy a hablar con Blanca porque yo quiero que ella me dé 10 dólares para yo poder llegar a mi casa hoy. Y voy a empezar a hablar y le voy a dar la vuelta a Blanca solamente porque quiero 10 dólares. Solo estoy esperando aquí en público, ahora, los 10 dólares.

Mis hermanos, allí es donde yo veo que está la sencillez de cómo Jesús nos enseña a orar. Tal vez los discípulos estaban esperando que Jesús les diera una cátedra en la oración. Estas son las palabras apropiadas para usar para dirigirse al Padre, para dirigirse al Rey de Reyes, al Señor de Señores… no vengas con palabras así, porquerías del bajo mundo, no, no, no, no. Te estás dirigiendo al creador del universo, tienes que hablarle así con este tono de voz porque si no pones ese tono de voz no te va a escuchar Dios. Si le hablas así pues no te va a escuchar.

No, esa es otra cosa porque a veces hasta el tono de voz nos cambia cuando estamos orando. ¡Dios! Hasta con eco y todo. O sea, Dios escucha ese corazón sencillo. La oración del justo, Dios la escucha, mis hermanos. Esa oración suave que muchas veces hasta se susurra. ¿Qué fue lo que pasó con Ana, la mamá de Samuel? Ella estaba hablando entre labios pero su oración estaba siendo tan intensa que Dios la escuchó. Es más, miren, ¿saben qué? Hay veces que hasta yo mismo cuando estoy en una conversación con otra persona, en una consejería o algo, hay veces que la gente se asombra de por qué yo no termino orando al final de esa consejería.

Y sabes lo que yo siempre le respondo a esa persona, mira, yo creo que esta conversación fue una conversación delante de Dios, también. Que tal vez lo único que tengo que decir, amén, que Dios se encargue de todo pero la persona espera que yo le imponga manos y que la unja con aceite y reprenda al diablo y allí es donde se da la consejería.

No, mira, hay veces que una mera conversación. Yo lo creo, cuando… antes de que la persona llegue a mi oficina, allí estoy, “Señor, esta conversación es delante de ti, toma control, guíanos y que Tú te encargues de hacer lo que tienes que hacer.” Y nos sentamos, hablamos, lloramos, reímos, nos hacemos chiste y todo. Aún los chistes, Dios se ríe con nosotros de los chistes también. Los que sean buenos, porque Dios tiene sentido del humor. Si el chiste no es bueno, no se va a reís. Se tenían que reís allí ustedes.

Miren, mis hermanos, quiero dejarlos con este pensamiento. Yo creo que en esa enseñanza que Jesús le estaba dando a sus discípulos era una enseñanza de mantener un corazón sencillo delante de Él. Si ustedes se quieren llevar algo esta noche, llévese eso. Cuando usted saque su tiempo para hablar con Dios, mantenga su conversación con Él sencilla. No se preocupe por adornarla, de ponerle sabores, de ponerle sonidos, si usted quiere poner música de fondo, ponga música de fondo pero su oración hágala sencilla delante de Él.

Y Él que lo está escuchando a usted, Él se va a encargar de darle su respuesta. No tan solamente en público sino también en privado, como Él quiera hacerlo en su vida. Él se va a encargar de darle su respuesta. Así que yo solamente quiero animarlos con esto, es más voy a terminar así: Hay veces que Dios los va a poner en situaciones y yo no sé a quién le caiga esta gota pero, hay veces que Dios los va a poner a algunos de ustedes en situaciones que podrá parecer algo medio, como ¿qué pasó? Si yo le estoy pidiendo algo bueno y me sucede esto y hay veces que Dios tiene que ponernos en esas situaciones que aparentemente podrán ser negativas pero si no caemos en esas situaciones no vamos a poder prestar atención o sacar el tiempo para conectar con Él.

Yo, en mis vacaciones me tuve que enfermar de cama por dos días para prestar atención. “Señor en mis vacaciones, ¿por qué? ¿Por qué me tengo que enfermar?” Pero, por eso les estoy predicando, aprendí mi lección muy bien.

Así que, mis hermanos, no se sorprendan si hay algún… digo, no estoy deseando ningún mal sobre su vida, conste. Quiero aclarar eso. Pero no se sorprenda si aún cuando usted esté tratando de sacar ese tiempo, si usted ve que aún llegan situaciones que puedan parecer un poco adversas, mire, no vaya como quien dice, en contra de Dios rápido. ¡Ah! Pero Señor, ¿por qué Tú permites esto? Porque tal vez la respuesta que usted va a recibir es, lo permití porque necesito sacar tiempo contigo. Necesito que bajes tus revoluciones para verdaderamente Tú y yo poder conectar.

Así que hablemos, hablemos con Dios. No adornes tu vocabulario, déjalo sencillo, keep it simple, directo al grano. Dígale, “Señor, mira aquí está.” Si tus lágrimas no te dejan hablar, pues mira, deja que tus lágrimas hablen por ti, porque Dios entiende el lenguaje de las lágrimas también, pero el mero hecho es que estamos manteniéndolo sencillo y que estamos siendo intencionales en sacar ese tiempo. ¿Cuándo? No sé, yo no te voy a dar una receta, mira la mejor hora para orar es a las cinco de la mañana. Para algunos esa pueda ser la alternativa, para otros tal vez, la mejor hora para orar es en el trabajo al medio día cuando se cogen su lunch break que se meten en ese cubículo allí donde nadie los molesta, esa es su mejor hora para orar. Para otros tal vez su mejor hora para orar es cuando los niños se acuestan a dormir, que entonces usted puede, como quien dice, aunque sea separar media hora y sentirse, okay, Dios, one on one. Maintenance check, let’s talk.

Proceda con Dios, proceda con Dios. Y obviamente no nos olvidemos estos tiempos congregacionales también, esto es tiempo no solo para hablar con Dios. Cuando usted viene aquí los miércoles, usted tiene su tiempo para quedarse allí a solas en su silla y hablar con Dios como también tiene tiempo para unirse con otro hermano, con otra hermana, y hablar juntos con Dios a interceder unos por otros en favor de… Así que el tiempo está allí, solamente tenemos que estar bien alertas de… y recordar la sencillez en nuestras palabras.

Así que, mis hermanos, los dejo con eso, no dejemos que las vacaciones del verano nos coman el tiempo de… nuestro tiempo – nos coman el tiempo de nuestro tiempo de oración con Dios. Pero entienden la imagen, ¿verdad? Okay. Estoy volviendo de vacaciones todavía. El miércoles que viene voy a hablar más claro.

Mis hermanos, vamos a ponernos de pie, vamos a terminar. Terminar. Vamos a concluir nuestro tiempo hoy. ¡Guau! Y tengo tiempo todavía, Dios mío. Okay. No, tengo diez minutos, ¿sí? Tenemos diez minutos para hablar con Dios, así que ¿por qué no? ¿Por qué no?

Amado Dios, ¡qué lindo fue verte en los rostros de cada una de estas personas, Señor! Qué lindo es saber que Tú buscas a que nosotros te hablemos, que Tú anhelas que nosotros hablemos contigo. Y, Señor, te dejamos saber que nosotros anhelamos el escucharte a ti hablar a nuestras vidas. Tal vez, si escuchamos tu voz no lo podríamos resistir. Pero, Señor, anhelamos escucharte, Dios, a través de tu palabra, a través de la palabra de otras personas a nuestro alrededor.

A través de la naturaleza, Señor, al medio nuestro. A través de una palabra predicada, una palabra cantada, a través del silencio queremos escucharte. Así que, Señor, como dijeron muy bien los discípulos, nosotros también lo decimos. Enséñanos a orar cada día, más y más. Enséñanos a saber lo que significa verdaderamente entrar en una conversación directa contigo, sin distracciones, una conversación bien intencionada, una conversación que aunque sea de cinco minutos, pero son cinco minutos que llenan ese espacio que solamente Tú puedes llenar.

Y que nosotros podamos llenar ese espacio que está en tu corazón también. Que Tú anhelas, y que nosotros podamos alegrar tu vida, Señor, cuando podemos hablar contigo. Dios, yo te pido por cada uno de mis hermanos y hermanas aquí esta noche, te ruego Jesús que en sus agendas como puedan ser cualquier de ellas, Señor, llenas o medio llenas, yo te ruego que por favor nos ayudes a ser bien intencionales con nuestro tiempo, Señor. Y poder verdaderamente apartar esos momentos, Señor, en que podamos hablar contigo.

Provee esas oportunidades, Señor. Donde quiera que sean esas oportunidades, pero ábrelas. Señor, sea en el tráfico, sea mientras estamos cocinando, sean cuando estemos hablando con una persona o sea que estemos caminando por el parque solos o sea que estemos disfrutando con la familia, Señor. Sea cual sea la oportunidad, permite que siempre podamos ser bien intencional con usar nuestro tiempo y separar la porción que Tú mereces en ese día.

Enséñanos también a cómo orar, a cómo usar nuestras palabras, Señor, que no estemos repitiendo cosas que no tienen son ni ton, Señor. Y que sí sepamos usar nuestras palabras en los momentos específicos, estratégicos donde verdaderamente invoquen tu presencia, Señor, en medio de nuestras vidas, en medio de la reunión congregacional. Ayúdanos a estar bien pendientes de eso, Señor. Que no oremos como se dice por allí, a lo papagayo, sino que oremos siempre conscientemente, Señor, de lo que está saliendo por nuestras bocas.

Porque nuestras bocas reflejan lo que está en el corazón, y si el corazón está hablando a lo papagayo, pues entonces, hay problemas. Llena nuestros corazones de conversaciones contigo, Señor. Yo declaro tu bendición sobre cada uno de mis hermanos y hermanas en esta noche. Llénalos con bien, su familia, sus hogares, sus trabajos, mi Dios, que ellos puedan salir de aquí con un sentido de paz que solamente Tú puedes dar.

Renueva nuestras vidas en el descanso de esta noche y que mañana si así Tú lo permites, Señor, podamos echarle mano a todo lo que venga en el día. Lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesús. Amén y amén.