Una iglesia sin murallas

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Hay algo que el Señor ha puesto en mi corazón que quiero compartir con ustedes y es algo que está bien reciente en mi corazón, es algo que he sido inspirado –como quien dice, este fin de semana- para compartir esta palabra. Y créanme que no es un mensaje que no sea espiritual, yo creo que es súper espiritual este mensaje, pero quizás no voy a escuchar muchos “amén” o muchos “aleluya” pero sí yo espero que cada una de sus mentes, sus corazones y sus espíritus salgan de aquí con una convicción diferente.

Es mi deseo que usted pueda salir hoy con un sentido de estar más abierto a lo que Dios está haciendo en medio. Como nosotros hemos escuchado mucho en los últimos meses, se está hablando de esta Palabra profética de que Dios quiere hacer algo en medio nuestro, que Dios va a traer un mover nuevo aquí al área de Nueva Inglaterra. Y siempre que escuchamos esa palabra decimos “Amén”, ¿verdad? ¿Podemos decir amén a eso? ¿Qué queremos ver un mover de Dios en medio nuestro? Un mover que cubra niños, que cubra jóvenes, que cubra adultos; pero también un mover que sin duda alguna va a cubrir a toda la iglesia con “I” mayúscula por así decirlo. El cuerpo de Cristo donde quiera que se reúna sobre la faz de la Tierra.

Este fin de semana aquí en la ciudad de Boston se estuvo llevando a cabo una conferencia que se llama “Ethnical American Summit” que se estaba dando un capítulo aquí en Boston. Y esta conferencia es una conferencia donde distintos ministerios multiculturales de toda la nación se dieron cita aquí en Boston. Habían distintas personas que estaban hablando, que estaban compartiendo sus experiencias, sus perspectivas en lo que significa tener un ministerio multicultural en sus lugares de ministerio.

Y yo participé el viernes de esta conferencia. Yo se que había distintas personas de aquí de la Iglesia que también estuvieron por ahí. Yo se que mi hermana Patricia, mi hermana Damaris estuvieron bien involucradas en la combinación de este evento. Yo se que nuestro hermano Eldie Villafañe también estuvo ahí. Pero hubo algo que yo saqué de esa conferencia que yo siento una responsabilidad delante de Dios de poderla compartir con ustedes como mi Iglesia también.

Yo creo que es una revelación tangible de lo que Dios está haciendo en medio de nosotros. Hay veces que nosotros hablamos de revelación de que ha estado durmiendo y tuvo un sueño y vio esta visión así. Pero lo que yo voy a compartir con ustedes fue una visión literalmente tangible, en vivo y a todo color. Algo que se pudo tocar, algo que se pudo experimentar. Y esta conferencia estuvo basada en el texto que se encuentra en Zacarías Capítulo 2. ¿Capítulo Dios dije? [Risas] Bueno, ese capítulo es nuevo. Bueno todos los capítulos tienen a Dios ahí en el corazón. Zacarías Capítulo 2, perdón. Yo no se si ustedes han conocido a Zacarías piedras del río pero ese no es el Zacarías que estoy hablando aquí ahora.

Okay. No cogieron el chiste, ¿verdad? “Sacarías piedras del río” ¡Ah! ¡Ahora! [Risas] Libro de Zacarías en el Antiguo Testamento en el Capítulo 2. Voy a comenzar a leer en el verso 1, voy a leer los primeros 5 versos nada más. Dice: “Alcé pues mis ojos y miré y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir. Y le dije ‘¿A dónde vas?’ y él me respondió ‘Voy a medir a Jerusalén para ver cuanta es su anchura y cuanta es su longitud. Y he aquí salía aquel ángel que hablaba conmigo y otro ángel le salió al encuentro y ese otro ángel le dijo “Corre, habla a este joven y dile que Jerusalén va a ser habitada sin muros o sin muros será habitada Jerusalén a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella”.

“Yo seré para ella –dice Jehová- muro de fuego en derredor y para gloria estaré en medio de ella”. Si yo fuera a parafrasear este verso lo que este verso está diciendo es que Jerusalén va a ser una ciudad sin paredes, sin murallas. Que Dios va a estar protegiendo esta ciudad como si fuera un muro de fuego alrededor de ella y que la Gloria de Dios estaría viviendo justamente en medio de esa ciudad. Tres puntos bien importantes aquí en este pasaje. Ahora déjenme ponerles en contexto del por qué quiero compartir esto hoy con ustedes.

El viernes yo tuve la oportunidad de compartir un taller en esta conferencia de Ministerios multiétnicos donde me pidieron que yo pudiese hablar de mi perspectiva pastoral y de nuestra experiencia como Congregación León de Judá en lo que han sido nuestros retos en poder tratar de levantar un Ministerio multicultural y como desde una perspectiva pastoral nosotros hemos logrado lidiar con esos retos en alguna forma u otra. Para mi eso fue un reto. Yo me dije “¡Guau! Yo creo que eso el Pastor Greg lo puede hablar mejor que yo o tal vez el Pastor Roberto Miranda”. Pero obviamente el Pastor Miranda está en Puerto Rico y el Pastor Greg tenía una conferencia ese mismo día también. Así que yo me dije “Bueno, pues me va a tocar a mí el vellón. Así que vamos a prepararnos para eso”.

El asunto es que cuando yo llego a mi salón y me dijeron que tal vez iba a tener un grupo como de 15 personas. Pues yo me preparo para un grupo de 15 personas y cuando veo que se empieza a llenar el salón y termino con 35 personas en mi salón. Y yo empiezo a notar la gente que yo tengo en el salón. Tengo un Pastor anglicano que viene de Castleberry, ¿es que se llama esa ciudad allá en Ámsterdam si no me equivoco? Viene de allá él pero que está localizado acá en Nueva Inglaterra. Tenía otro Pastor que llegó de la India también para estar en esa conferencia, tenía una pareja joven –tal vez ellos se encontraban en sus mid-twenties- que llegó de Hawaii. Tenía como nuestro querido Pastor Greg, tenía dos gringos confundidos allí también. Bueno, dos gringos y dos gringas confundidos que estaban allí que entendían muy bien el español y lo hablaban muy bien.

Uno de ellos era de San Francisco, California; otro venía de Arizona y también había un Pastor original de Méjico que está ministrando en Texas ahora. So, tenía, claro está había como unas cuatro personas afro-americanas en el salón. So, miren la amalgama de personas que yo tenía en medio de este salón. Y claro está yo un Puertorriqueño en medio de todos ellos. Cuando yo me encuentro de frente a todas estas personas, yo me dije “Señor ayúdame”. Porque yo se que el tema que me toca hablar es bien difícil y yo estoy de frente a personas que tienen experiencias y perspectivas totalmente distintas a las que yo traigo a la mesa. Así que solo te pido que me pongas en gracia para poder comunicar lo que tengo que hablar.

Miren mis hermanos, cuando yo empecé a hablar… a mi siempre me gusta la interacción y gracias a Dios, desde el principio la gente empezó a interactuar. Pero hubo un momento que yo sabía que había un comentario que yo iba a decir que en algún momento u otro iba a abrir una caja de Pandora y así mismo sucedió. Porque yo estaba hablando en un momento acerca de que muchas veces las relaciones que se dan entre hispanos y afro-americanos que en algunos momentos creemos que tenemos muchas cosas en común y sí las tenemos. Pero son cosas en común que se experimentan con historias totalmente distintas.

Por ejemplo, el comentario que yo estaba hablando tenía que ver con el tiempo de la esclavitud. Y cuando yo saqué este comentario las personas afro-americanas que estaban allí, yo se que toqué un nervio en ellos. Y aunque estas personas reaccionaron y como que levantaron la mano e hicieron un comentario y yo como que “¡Guau! Déjame ver como arreglo esto ahora”. Pero al final estas personas se me acercaron y comenzamos a profundizar un poco más el comentario que yo había hecho. Ellos entendieron que yo no lo hice con ninguna intención de ofender pero si lo que sucedió fue algo que yo entiendo que fue milagroso. Porque en esa conversación se llevó a cabo un entendimiento que si yo no hubiese dicho ese comentario, jamás nos hubiésemos podido entender.

Y tal vez usted se está diciendo, ‘Pero Pastor Omar, ¿qué fue lo que usted dijo?’ Obviamente no voy a entrar en detalles pero in a nutshell lo que yo dije fue: “Que hay veces que yo –porque yo estaba hablando de mi- puedo percibir que cuando tratamos de hacer esfuerzos de ministerio combinado con estos dos grupos particulares hay veces que nuestras historias se interponen al nosotros poder ejercer un ministerio efectivo y productivo. Porque siempre estamos con ese prejuicio: ‘Okay, si yo me envuelvo contigo, what am I going to get out of it?’ ‘¿Qué voy a sacar de esto yo?’

Y es como que viene de un prejuicio ya de los tipos de historia que nosotros tenemos. Pero no fue hasta que yo hablé con estas personas que entonces me comenzaron a decir: “Mira tú tienes que entender que que esto es una historia que está bien cercana a nuestro corazón, que está bien cercana a nuestra experiencia”. Yo lo entendí así también. Pero a la misma vez me dieron el permiso de yo poder decir que si nosotros queremos alcanzar un tipo de ministerio que sea productivo, fructífero y de acuerdo a lo que Dios quiere y lo que Dios intenciona tenemos que aprender a mirar por encima de esas historias por más dolorosas que estas puedan ser. Para verdaderamente lograr hacer conexiones entre nuestros grupos, para nosotros verdaderamente poder definir que nuestra etnicidad está medida por los valores del Reino de Dios y no tan solamente por los grupos culturales de donde nosotros venimos.

Para nosotros poder reconocer reconocer que nuestra nacionalidad está en el Cielo y no tan solamente aquí en la Tierra aunque es una nacionalidad bien real. Pero si nosotros pertenecemos al Reino de Dios y queremos ver el Reino de Dios establecido aquí en la Tierra tenemos que pensar entonces con esa mentalidad. Porque si yo sigo juzgando las cosas con lo que tengo de frente a mi los alcances que yo pueda hacer van a ser bien limitados. Porque siempre va a haber un prejuicio a través del cual yo voy a estar mirando ese tipo de experiencias. Y eso no es lo que Dios intenciona y yo he salido de esta conferencia bien convencido de eso. Estaba convencido antes pero ahora aún más.

Miren unos puntos que quiero compartir con ustedes. Cuando yo leo ese texto que dice “Jerusalén va a ser una ciudad sin muralla, que Dios va a estar en derredor de ella como un muro de fuego y que su propia gloria va a estar viviendo en medio de nosotros…” miren alguno de los puntos que yo logré sacar de toda esta conferencia y de leer o interpretar este texto. Este texto, créanme este fin de semana ha sido evaluado en muchas formas, teólogos han hablado de este texto, pastores han hablado de este texto, lideres laicos han hablado de este texto; así que yo solamente quiero compartir con ustedes hoy la porción que me tocó a mi: uno de sus pastores compartiendo esto con ustedes.

Pero el primer punto yo lo tomé del Doctor Al Padilla cuando en su presentación el viernes por la mañana él estaba diciendo que ser parte de una ciudad sin murallas- y para esto consta, vamos a hacer un cambio aquí- ser parte de una iglesia sin murallas. Lo voy a decir así. Ser parte de una iglesia sin murallas significa o implica un nuevo aprendizaje al cual todos nosotros nos tenemos que enfrentar. Un nuevo aprendizaje al cual todos nosotros nos tenemos que someter de alguna forma u otra. ¿Por qué un nuevo aprendizaje? Imagínense ustedes que si ustedes viven en una ciudad fortificada que tiene murallas a su alrededor y dentro de esas murallas hay un sistema de gobierno. Un sistema social a través del cual todo el mundo se rige y cada cual está acostumbrado a vivir de esa forma, esas murallas proveen un sentido de protección, proveen un sentido de seguridad. Todo el mundo está bien cómodo con su propia esquinita y todo el mundo vive de esa forma.

Ahora si quitamos esas murallas, ya la cosa es totalmente distinta. Porque lo que se entiende que es el sentido de protección, lo que era seguro ya no es más y tenemos que empezar a lidiar entonces con que somos una comunidad totalmente abierta, que cualquier persona puede llegar a donde nosotros estamos. Si yo les doy un ejemplo bíblico el profeta Isaías habló de esto en un momento. Isaías en el capítulo 54 los versos del 14 en adelante. Miren algunas palabras que él dice inspirado de parte de Dios. Él dice “Con justicia –hablando de Jerusalén- serás adornada y estarás lejos de opresión porque no temerás y lejos de temor porque no se acercarán a ti.

Si alguno conspirare en contra tuya lo hará sin mí. Y el que contra ti conspire delante de ti caerá. Ninguna arma forjada en contra tuya prosperará y condenarás toda lengua que se levante en contra de ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová y su salvación de mi vendrá”, dijo Jehová. Aquí Dios está hablando de esa dinámica de Él ser ese muro de fuego que protege a la ciudad. Qué Él es el que protege de cualquier influencia que trate de venir de afuera para destruir lo que está ocurriendo adentro. Ahora si yo leo más adelante en el capítulo 60 el verso1. Miren esto que interesante.

Dice: “Levántate y resplandece porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti porque he aquí que tinieblas cubrirán la Tierra y oscuridad las naciones más sobre ti amanecerá Jehová y sobre ti será vista su gloria”. El verso 3, aquí está la clave. “Y andarán las naciones a Tu luz y los reyes al resplandor de Tu nacimiento. Alza tus ojos alrededor y mira. Todos estos se han juntado y vinieron a ti. Tus hijos vendrán de lejos y tus hijas serán llevadas en brazos”. Obviamente Isaías está hablando de un tiempo de exilio donde está diciendo que todo el pueblo de Jerusalén va a ser reunido una vez más pero a la misma vez cuando él habla de que naciones y reyes vendrán a esta nueva luz que ha amanecido sobre Israel, está hablando precisamente de ese plan nuevo que Dios está estableciendo con esta nación.

Que va a ser una nación donde otras naciones van a llegar a ella para explorar, para disfrutar, para aprender de lo que está sucediendo en medio de esa nación. Ahora, cuando nosotros vemos esto a la luz de la Iglesia, cuando nosotros vemos esto a la luz de lo que Dios está queriendo hacer aquí en medio de Nueva Inglaterra, esto tiene muchas implicaciones mis hermanos. Porque eso significa que cuando nosotros oramos y pedimos que Dios traiga avivamiento aquí en este lugar, que Dios traiga avivamiento en esta reunión o en esta región y nosotros decimos “Amén” a eso, ¿verdad? Siempre que oímos esa palabra es como que “¡Sí, amén! ¡Que venga avivamiento!” y todo se va en fiesta cuando decimos eso. Pero es bien importante entender, mis hermanos, que el avivamiento de Dios no viene a una iglesia local tan solamente. Lo que Dios quiere hacer no es tan solamente con una iglesia local. Lo que Dios quiere hacer es con un cuerpo mayor. Lo que Dios tiene intencionado abarca a mucho más de lo que es León de Judá.

León de Judá es tan solamente una milésima parte de lo que Dios quiere hacer en una región aún mucho mayor. Y eso tiene grandes implicaciones para nosotros como iglesia. Porque eso implica que para nosotros poder ser parte de ese plan mayor tenemos que entender primero como se aplica esa idea de ser una iglesia sin murallas. De ser una iglesia cuyo sistema está abierto a una total revolución y renovación de parte de Dios para nosotros aprender lo que significa vivir dentro de ese sistema. Y esto es algo bien difícil porque a ninguno de nosotros nos viene natural el ajustarnos a esos cambios. A ninguno de nosotros se nos sale natural exponernos a personas que no conocemos. Personas de distinto color de piel, personas con un acento distinto en su voz, personas con olores a gardenia y personas con olores a basura.

Se nos hace bien difícil ajustarnos a todas esas dinámicas. Más sin embargo si somos una iglesia sin murallas vamos a ser expuestos a eso. De alguna forma u otra van a llegar personas aquí a este lugar que Dios las va a traer, mis hermanos, yo lo tengo que decir así, Dios las va a traer. En alguna forma u otra esas personas van a empezar a llegar aquí y nosotros como iglesia tenemos que estar listos y preparados para saber como lidiar con esas nuevas multitudes que llegarán aquí.

Miren, yo les doy un ejemplo. Esto es acabadito de sacado del horno. ¿Cómo quieren el pan? ¿Lo quieren francés, lo quieren italiano? ¿De qué sabor lo quieren? Miren esto. Yo se los tiro y ustedes le ponen la mantequilla o la jalea como ustedes quieran. Miren esto, yo comparto esto, mis hermanos no porque es que me las quiero echar pero comparto esto porque yo creo que fue una respuesta de Dios inmediata a lo que yo prediqué esta mañana. Cuando yo me bajo del altar voy arriba me empiezo a comer mi guineo o mi banana, como mejor ustedes entiendan. Voy allí y de repente llega esta hermana, corriendo a mi oficina: “Pastor tenemos un muchacho allí abajo que necesita ayuda, que necesita coger un taxi y no tiene dinero. A ver si usted puede bajar y ayudarlo”. Y yo “¡Guau! Okay” y cuando voy así bajando con ella, ella me dice: “Parece que el muchacho le dieron, alguien lo golpeó, el muchacho no se ve muy bien”. Y yo me imaginé tal vez tenía un tajito o algo, el muchacho.

Entonces cuando llego aquí a la escalera me encuentro con un muchacho que tenía el ojo totalmente apagado, un tajo aquí en la frente, sangre por la nariz, sangre en la oreja y solamente tenía una camisita de hospital azul de plástico. Y él estaba ahí sentado. Cuando yo me le acerco y lo toco el muchacho estaba frisado porque estaba loco allá afuera tratando de conseguir una guagua y la guagua no lo dejaba entrar. Estaba tratando de conseguir un taxi pero nadie lo ayudaba a conseguir un taxi. Y esta muchacha de la iglesia lo vio allá afuera medio desorientado y que fue lo que hizo: “Déjame traerlo a la iglesia para ver si alguien lo puede ayudar”. Y ¿quién es el primero que la muchacha encontró? El Pastor Omar.

Aquí entonces, mira a mi me estuvo bien curioso esto, la muchacha me dice “Pastor lo dejo ahí entonces para que practique lo que predicó hoy”. [Risas y aplausos]. ¿Verdad que sí Fabio? Mira que interesante esto, mis hermanos, yo creo que Dios tienen un sentido de humor y la gente también. Yo amo a mi gente, definitivamente. [Risas]. El asunto es que yo estaba hablando con Bruce entonces y yo “Bruce, ¿tienes el dinero para ayudar a este muchacho? A ver si hacemos un serrucho entre tú y yo”. Yo tenía como ocho dólares y Bruce me dio uno de 20 y yo le di los 8 y yo cogí el de 20 y voy para allá abajo a hablar con el muchacho [Risas].

Cuando estamos ahí que yo me acerco, yo no se, hubo algo que me compungió mi corazón. Yo empiezo a hablar con este muchacho, le pregunto su nombre se llama César, así que oren por César. Estoy ahí hablando con él y le empiezo a preguntar “César, ¿qué pasó contigo?” Y él me explicó que anoche después que salió del trabajo salió con unos amigos a darse un par de cervezas y cuando salió una ganga le cayó encima y le agolpearon y le dejaron tirado en la calle y después de eso él no se recordó que más pasó. So, él estaba aquí tratando de coger un taxi porque él estaba bien cansado, bien adolorido y quería llegar a su casa. Yo le dije “Bien, pues vamos a ver, ¿Cómo consigo un taxi?”. Busco un número y empiezo a hablar y de repente me puso con Fabio y le digo “Fabio, ayúdame a ver si podemos conseguir a alguien que viva en East Boston que lo pueda llevar allá”.

So en el ínterin de tiempo, yo cojo al muchacho y lo traigo aquí a la antesala y sigo hablando con él, sigo hablando con él y yo me doy cuenta que el muchacho estaba como que temblando de frío. Obviamente, imagínense una camisita de hospital, así de plástico finita. Y yo de repente me digo “¡Guau! Señor, ¿Qué yo puedo hacer con este muchacho ahora?” Y yo tenía, los que se recuerdan esta mañana, yo tenía un sweater verde por encima de esta camisa, y es uno de mis sweaters más favoritos. Era, era uno de mis sweaters favoritos. Tengo que recalcar eso. Era. [Risas]. Alguien lo está disfrutando ahora. Pero, mis hermanos, fue eso de verdad. Yo honestamente, yo voy a hacer esta confesión. Desde la primera vez que yo vi al muchacho me pasó esto por la cabeza “Pásale tu sweater” y yo “No”. ¿Saben por qué yo dije que no? Porque eso ya me había pasado aquí en esta iglesia anteriormente cuando yo empecé.

En mi primer año aquí en la iglesia yo recuerdo que mi esposa me había regalado un jacket de lluvia bastante chévere. Deportivo como a mi me gusta. Y yo recuerdo que hubo un día que se acabó el segundo servicio y llegó una persona una persona de afuera de la calle y yo se que estaba borracho y como que se empezó a poner medio violento. Y el tipo se me acercó y miró mi jacket y me dijo “Oye, me gusta ese jacket”. Y yo “¡Ah! ¿Te gusta? Toma”. Me lo quité y se lo di y después me arrepentí. [Risas]. Como tres días después veo al muchacho por ahí por la calle caminando con mi jacket cubriéndose. Y yo “Señor, fíjate, Señor, que lo disfrute”.

Pero la cosa fue que cuando me encontré con César aquí también me pasó lo mismo, mis hermanos. Y yo quiero que entiendan lo que estoy diciendo porque yo me sentí incómodo. Hubo una parte mía que se sintió incómoda. Yo sabía que era Dios el que me estaba inquietando a yo poder hacer eso con una persona que lo necesitaba. Y estaba diciendo “O le doy el sweater o le doy la chaqueta, ¿cuál de los dos le va a funcionar más?” Miren, pregúntenle a Fabio. Fabio estaba conmigo. “Mira, toma el jacket”. Se lo pusimos, lo ayudamos porque él casi ni podía mover las manos, los vestimos, le traemos un cubo. En lo que entonces llegaba mi hermano Salomón, mira como funciona el cuerpo de Cristo, que él se ofreció para llevarlo allá. Lo llevó hasta allá, hasta East Boston. [Aplausos]. Pero miren como funciona. Miren como funciona este mensaje que yo estoy comunicando ahora mismo con cada uno de nosotros mis hermanos.

Que las cosas que Dios quiere hacer, no necesariamente es un avivamiento espiritual de “¡Ah! ¡Qué rico se siente! Y los pelos se esmorusan y uno habla lenguas por allá, y el otro profetiza por allá, y uno es sanado por aquí y de repente se oye de un milagro por allá. Amén. Gloria a Dios por eso que suceda”. Pero las cosas sobre naturales que Dios también quiere hacer es precisamente eso que pasó esta mañana. Que llegue gente adolorida, que llegue gente dañada por la sociedad. Gente que ha sufrido injusticias de la sociedad y que lleguen aquí y que puedan encontrar un tipo de refugio y que se encuentren con un hombre o con una mujer que está dispuesto a quitarse su camisa y dársela o que está dispuesto a faltar a parte del servicio por llevar al muchacho allá a East Boston y volver otra vez. De eso es lo que se trata lo que Dios quiere hacer en medio de nosotros. Ahora estoy hablando del contexto hispano nada más. Pero lo que Dios quiere hacer trasciende culturas. Trasciende grupos étnicos.

Y aquí es donde yo también entiendo que muchas veces se pone difícil para nosotros. Cuando hablamos de avivamiento, Dios quiere avivar a su iglesia. Dios quiere avivar a hispanos, Dios quiere avivar a afroamericanos, Dios quiere avivar a asiáticos, a brasileños, a españoles. Dios quiere avivar a todas las naciones y culturas representadas alrededor del mundo entero. Y para eso nosotros como iglesia tenemos que estar preparados. Porque eso no nos va a venir, así, demasiado fácil. ¿Saben qué? Esas injusticias es uno de los prejuicios que nosotros también tenemos que sobrepasar. Porque muchas veces aunque estamos hablando de grupos minoritarios, nosotros mismos hemos tenido tertulias o percances con esos mismos grupos hispanos. Particularmente en la comunidad más joven. Hay veces, jóvenes hispanos que están en peleas con jóvenes afroamericanos o jóvenes asiáticos que también están en peleas con jóvenes afroamericanos.

Y muchas veces para poder tratar de edificar esos puentes hay que sanar las heridas que las injusticias han causado a lo largo de esos y cada uno de esos grupos. Y eso no es nada fácil, mis hermanos. Cuando hablamos de un nuevo aprendizaje, significa precisamente eso. Como me pasó en ese taller el viernes. Que podamos tener conversaciones difíciles con aquellos que tal vez nos han herido o tal vez nosotros hemos herido y poder tratar de aclarar esos malos entendidos para entonces podernos identificar como una etnia, con un mismo sentido, con un mismo valor que es el valor del Reino de Dios.

Es posible llegar ahí pero va a requerir sacrificio de ambas partes o de todas las partes. Porque si esto no es algo que está en la visión comunal de nosotros como cuerpo, de nosotros como iglesia, entonces no vamos a poder llegar muy lejos. Miren esto. Este es otro punto que les quiero decir. Parte de vivir como una iglesia que no tiene murallas y la gloria de Dios viviendo en medio de ella, tenemos entonces que depender aún más que nunca de esa nutrición, de esa alimentación que recibimos del poder de Dios. Si esa gloria de Dios está viviendo en nosotros, esa misma gloria de Dios es la que nos enseña a saber como vivir los unos con los otros dentro de estas cuatro paredes. Y miren que eso hace falta también.

Porque si queremos buscar unidad con otros grupos étnicos y culturales tenemos que aprender lo que es la unidad dentro de nosotros mismos como iglesia. Y eso es algo que es bien intencionado mis hermanos. De nada vale que nosotros gastemos esfuerzos y energía en buscar la unidad con otros grupos, con otras iglesias si nosotros aquí como iglesia no aprendemos lo que significa vivir en unidad. Y tal vez usted dice “Pero Pastor eso se da aquí en la iglesia. Mire”. Sí se da en la iglesia, sí se da en la iglesia. Pero si son un ministerio peleando con otro ¿a quién le dan más atención que quien? O que si llega una persona nueva y uno entonces empieza a defender su territorio cuando verdaderamente no es su territorio. Pero es como si “¡Guau! Cuidado, espérate, esta persona me va a quitar el puesto ahora. Cuidado ahora, entonces” Y uno empieza como que a actuar así como que defensivamente.

O si aquel que no me saludó y se cree que es una iglesia de mucho amor y de mucha paz y… ¡Eh! Ni Walter Mercado hace eso. Pero miren mis hermanos, es bien importante que nosotros podamos entender que ese espíritu de unidad tienen que estar bien activo y bien genuino en nosotros primero que nada para entonces nosotros poder nutrir ese mismo mover con otros grupos a nuestro alrededor. Déjenme seguir poniendo otra cosa aquí en contexto. Otra de las personas que hablaron este viernes fue el Pastor Bishop William Thompson que es el Pastor principal de la iglesia Jubile. ¿Cuántos de ustedes conocen la iglesia de Jubile aquí? ¿La conocen verdad? Una iglesia predominantemente de afroamericanos pero es una iglesia multicultural también.

El asunto es que mientras él estaba hablando precisamente acerca de este pasaje de Zacarías una de las cosas que él sacó de ahí es que para nosotros lograr ser una ciudad sin murallas, gobernada y protegida por el Señor y donde la gloria del Señor se manifieste en medio de ella nosotros tenemos que aprender a como compartir necesidades comunes que tengamos un grupo con el otro. Me explico y lo voy a hacer bíblicamente. ¿Se recuerdan? Ya que hemos estado predicando del Libro de los Hechos. En el Libro de los Hechos, capítulo 2. Una de las cosas que se menciona en el verso 44 dice: “Y todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas”. Eso es clave: ‘tenían en común todas las cosas’.

“Vendían sus propiedades y sus bienes y los repartían a todos según la necesidad que tenía cada uno”. Un poquito más adelante. Capítulo 4, verso 32. Dice: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y de un alma. Y ninguno decía suyo nada de lo que poseía sino que tenían todas las cosas en común”. Una vez más, está enfatizando el hecho de que todos tenían todas las cosas en común. Cuando yo estoy escuchando al Pastor Thompson hablar y él dice que nosotros como iglesias tenemos que aprender a como suplir nuestras necesidades. Esas necesidades que están en común unos con los otros. Él mencionó algunas. Y la primera que él mencionó es como nosotros como iglesia podemos ayudar a reducir lo que es la violencia de jóvenes en nuestras calles. Las calles de nuestros vecindarios.

Que muchas veces nos limitamos a orar y orar y orar aquí dentro de la iglesia pero es bien poco lo que hacemos cuando nos vamos allí afuera y tratamos de involucrarnos más con la comunidad para buscar la forma de reducir esos casos de violencia que se da entre nuestra juventud y nuestra juventud hispana con la juventud de otros grupos culturales, también. Otro punto que él mencionaba también es como juntos podemos trabajar en el mero hecho de poder impactar los sistemas políticos de esta nación para que puedan haber leyes que sean mucho más justas, que puedan alcanzar a una población inmigrante que sigue creciendo, creciendo y creciendo en medio de esta nación.

Inmigrantes minoritarios que se dividen en distintos grupos culturales. Ahora eso no implica que al nosotros envolvernos con otras iglesias, con otros grupos y ministerios, eso no implica o significa que nosotros dejemos de ser el tipo de iglesia que somos. Que nosotros, entonces, descuidemos el grupo hispano solamente por atender a otros grupos. ¡No, no, no! Yo entiendo que el propósito de Dios es que nosotros seamos una iglesia hispana y que podamos atender a las necesidades de nuestra comunidad hispana. Pero también yo entiendo que Dios nos está moviendo a hacer un poco más allá de eso y nosotros poder reconocer que somos parte de un grupo mayor que está ahí afuera. Y no es cualquier grupo. Estamos hablando que es la iglesia. Y Dios quiere que nosotros trabajemos con esas otras partes del cuerpo de Cristo, también.

Que podrán ser de un color distinto, que podrán tener un tono de voz distinto al suyo, que tal vez uno es más alto, otro es más bajito. Pero ¿Saben qué? Eso lo tenemos aquí ahora mismo así que hemos tenido una buena práctica para podernos conectar con esos otros grupos. Yo entiendo, mis hermanos, y estoy totalmente convencido de esto: que hoy más que nunca Dios está llamando a la iglesia. A que nosotros podamos aprender a estrechar nuestros lazos aún más. Yo decía esta mañana, compartía con el grupo esta mañana, donde yo vivo en Randolph en mi calle. Es bien interesante porque al frente mío yo tengo un policía de la ciudad de Hamilton que es anglo, totalmente blanco él. Le gusta ir de cacería, obviamente es policía. A cada rato me dice “me voy a ir allá a mi cabaña en Maine y me voy a trepar en un árbol a esperar que pase un venado por ahí”.

Él me dice que pasa horas trepado en ese árbol esperando que pase un venado y hay veces que no pasa ninguno. Ese es mi vecino que tengo justamente al frente. Un poquito más adelante tengo una familia de afroamericanos también que los tengo ahí, al lado mío tengo una familia colombiana que hemos establecido muy buenos lazos con ellos. Los amamos mucho. Ahí va para los colombianos. Entonces detrás de mi tengo una familia puertorriqueña. Allá de Mallagüé, de los jibaros de Mallagüé y en el verano la verdad que es interesante porque prenden el radio, acogen de él con salsa y yo tengo salsa ahí de gratis. Y hay veces que yo me digo, que no es que no me guste la salsa pero tú sabes “escucha tu música allá y yo escucho la mía acá, bajito, acá… cada cual” pero esos son mis vecinos en la parte de atrás.

Al otro lado, tengo una familia asiática que creo que son coreanos y yo no se pero cuando Estados Unidos estaba celebrando el 4 de Julio el Día de la Independencia, tres semanas después a ellos les dio por celebrar la independencia de Corea. Y de repente a las 9 de la noche yo oigo fuegos artificiales ahí que salen y yo “Rayos, se acabó el mundo. Llegó Cristo y yo me quedé”. Y cuando yo salgo y me asomo a la parte de atrás tenía esta familia de asiáticos que literalmente había como 100 personas en ese patio allá detrás. Y estaban tirando fuegos artificiales y había un dragoncito por ahí corriendo, y tantas cosas. Y yo lo único que podía decir era “Señor que no se levante Lucas, por favor”.

Y un poco más abajo también, tengo una familia de jamaiquinos que cuando a ellos les da con hacer fiestas, ellos se tiran la fiesta con todos los pavos. Hasta alquilan un Moon Walking y lo ponen allí y eso música con altoparlantes, no es un radio, es música con alto parlantes. Así que eso es una descripción de mi vecindario. ¿Saben lo que a mí una vez me cruzó por la mente? Qué interesante sería pedirle a la ciudad de Randolph un permiso para cerrar la calle y hacer un barbacue entre todas esas personas. [Aplausos] Suena bien romántico, yo se que eso suena bien romántico pero ¿saben qué difícil sería poder hacer eso? Sería algo bello y hermoso, pero ¿saben lo que es que cada cual contribuya algo al plato, al barbacue? Que los jamaiquinos traigan algo, que los afroamericanos traigan algo, los puertorriqueños traigan algo, los colombianos, el americano que traiga un canto de venado y lo ponga en el barbacue.

Sería algo bien interesante, mis hermanos. Pero miren, todo esto lo estoy diciendo porque de nuevo, mis hermanos, yo veo cada vez más y más que si nosotros queremos recibir ese mover de Dios en medio de esta región. Si nosotros queremos verdaderamente ver la mano de Dios obrando nosotros tenemos que aprender no tan solamente a como vivir nosotros como iglesia local sino aprender nosotros a vivir como iglesia local en relación con otras iglesias. Martin Luther King creo que fue el que dijo –no voy a decir ‘I have a dream’ ahora, no voy a decir eso- pero quien sabe yo también tengo un sueño. Pero Martin Luther King en uno de sus discursos, él dijo una vez que el domingo a las 11 de la mañana es el momento cuando el cuerpo de Cristo está más segregado. Miren eso. Eso duele, mis hermanos, eso duele. Yo oigo una frase como esa y me pincha el corazón por así decirlo.

Porque el cuerpo de Cristo si verdaderamente quiere estar unificado pues tiene que hacer precisamente eso. La palabra segregación no puede caber en el vocabulario del cuerpo de Cristo. Y de nuevo yo vuelvo y digo: aunque cada grupo cultural tiene el llamado de ministrar a su grupo en particular, yo creo que Dios llama a eso a cada grupo cultural aquí en medio de esta nación porque funciona como un refugio también para nosotros, también que estamos aquí. Nuestras experiencias compartidas, podemos ser ministrados dentro de este cuerpo. Pero a la misma vez la visión y el plan que Dios tiene sobrepasan a todas esas cosas. Para nosotros poder aprender a trabajar con otras partes del cuerpo. Lo hemos predicado aquí, Primera de Corintios 12, cuando estamos hablando de que ninguna parte del cuerpo le puede decir a la otra “no te necesito” o “tú no eres parte del cuerpo”. ¡No! Todos somos parte del cuerpo. Por más grande o más pequeña que sea.

Por más importante o insignificante que sea su función es todo parte del cuerpo y nos necesitamos los unos a los otros. En la misma forma ocurre con la iglesia, el cuerpo de Cristo aquí en la región de Massachusetts, de Nueva Inglaterra y también alrededor de toda la nación y aún alrededor de todo el mundo. Y esas otras partes del cuerpo de Cristo, mis hermanos, tienen colores y olores y sabores que tal vez a nosotros no nos van a gustar. Pero yo se que Dios nos llama a poder a trabajar, interactuar con esos colores, con esos sabores y con esos olores.

Si queremos verdaderamente ver el mover de Dios en medio de nosotros tenemos que abrir nuestros horizontes a esas dimensiones también. Al yo poder reconocer los dones que Dios tiene en Jubile y que nosotros no somos más que ellos, al yo poder reconocer los dones que están en el Boston Evangelical Chínese, Boston Chínese Evangelical Church, que yo pueda ver los dones y los talentos que Dios ha puesto en ellos y como esos dones y esos talentos se complementan los unos a los otros para traer ese mover de Dios en medio nuestro y que entonces juntos nos podamos mover en lo que sea que Dios quiere hacer en medio de esta región. Yo no se ustedes pero yo a eso le digo un “Amén” bien grande.

Déjenme cerrar con esto, mis hermanos, voy a cerrar con esto: yo creo que la parte más bella y más hermosa de todo esto, aunque hay una parte que es bien difícil, claro está, el mero hecho de tener que lidiar con esa incomodidad del momento, del proceso; pero esa incomodidad trae esperanza y la esperanza nunca avergüenza, como dice la palabra de Dios. Y esta esperanza lo que me da a entender a mi es que al nosotros aprender a hacer eso, el nosotros aprender aprender a vivir con otros grupos culturales, con otras iglesias, el nosotros aprender a rozarnos los hombros con ellos, el nosotros aprender a adorar con ellos. Yo no estoy diciendo adorar como ellos, estoy diciendo aprender a adorar con ellos. Porque no significa que ahora mis hermanos hispanos empiecen a actuar como los afroamericanos o que los afroamericanos empiecen a actuar como los coreanos.

Yo no estoy diciendo eso. Yo lo que estoy diciendo es que aprendamos a reconocer quienes somos pero a la misma vez ver que lo que Dios quiere para nosotros sobrepasa cada una de esas cosas. Y el nosotros aprender a vivir eso, ¿saben qué? Nos da un vislumbre de lo que nosotros vamos a experimentar en el Cielo. ¿Se recuerdan de la Palabra de Apocalipsis libro 7 verso 9? Voy cerrar aquí. Dice: “Después de esto miré y he aquí una gran multitud la cual nadie podía contar de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas que estaban delante del Trono y en la presencia del cordero vestido de ropas blancas y con palmas en las manos clamaban a gran voz diciendo: ‘la salvación pertenece a nuestro Dios que está sentando en el Trono y al cordero’.

¡Que bello y precioso va a ser ese momento en el Cielo cuando todos nosotros nos encontremos junto a esa multitud aclamando, bendiciendo y adorando a ese Rey de reyes y Señor de Señores! ¡Qué lindo será, ¿verdad?! Pero por qué esperar al Cielo cuando lo podemos hacer aquí. ¿Por qué mejor no traemos un cantito de Cielo y lo hacemos presente aquí con nosotros? Voy a cerrar con esto: I have a dream, por así decirlo. I still have. Pero hace unos meses atrás nosotros los Pastores aquí fuimos a participar en un Pastors Prayer Summit, una convocatoria de oración que sucede todos los años de distintos pastores de aquí del área de la región. Pastores anglosajones, afroamericanos, hispanos, asiáticos, jóvenes y viejos. Habían allí, no se, como tal unas 80 casi 100 personas que llegaron allí más o menos.

Estaba ese grupo y el asunto es que yo estoy allí sentado y yo empiezo a prestarle atención a las oraciones que están diciendo. Y empiezan a orar bien intenso diciendo “Señor trae avivamiento a la región de Nueva Inglaterra, trae avivamiento a nuestras iglesias, trae avivamiento a nuestros jóvenes, a nuestros ancianos. ¡Oh! Que nuestros ancianos tengan sueños y nuestros jóvenes visiones”. Pero el asunto es que en medio de todas estas oraciones yo estoy así sentado en la parte de atrás y yo recibo esta impresión, esta palabra que me dice “Mira lo que mi Padre está pidiendo yo lo quiero dar, pero no están listos para recibirlo. Porque no están unidos”. Una vez al año sacan tiempo para venir reunirse y orar pero después de esto cada cual por su lado otra vez.

¿Cómo yo puedo traer lo que yo quiero hacer verdaderamente si todavía no está esa cohesión, esa fusión de todas esas energías en una forma bien genuina y constante que se pueda mantener? Que no sea algo por un mero evento de un día nada más y después el resto del año cada cual por sus esquinas. Y mientras yo estaba como que reflexionando en esa palabra, de repente vino otra cosa así a mi mente que me dijo: Imagínate un día –y yo comparto esto con usted- Imagínense un día donde todos los templos estén vacios pero la iglesia esté llena. ¿Entendieron? Un día donde todos los templos, edificios, estén vacios pero que la iglesia esté llena, reunida, unánime en un mismo lugar. Óigame, yo no se usted, pero eso es como revivir ese momento cuando Martin Luther King logró reunir a todas esas personas de todos esos lugares con ese mismo discurso diciendo “Yo tengo un sueño”.

Donde todos los hombres y mujeres, no importando el color de su piel o su trasfondo cultural puedan ser considerados como uno solo. Yo me puse a pensar Señor el Kiddy Garden no me puede aguantar, no puede aguantar esa iglesia. El Gillette Stadium ¿Qué capacidad tiene? 60 y pico de mil personas, no puede retener a esa iglesia. El Boston Common, maybe. Pero van a tener que cerrar un par de calles para poder aguantar a la Iglesia. Yo no se ustedes mis hermanos, pero y deseo y anhelo ver ese día cuando Dios verdaderamente derrame todo su poder porque su iglesia está verdaderamente unidad, preparada para recibir lo que Él tiene.

Ese momento se acerca. Yo estoy seguro que ese momento está más cerca ahora que nunca. Pero nosotros tenemos que concientizarnos en una forma mucho más intencional y mucho más profunda de verdaderamente poder ver a través de esos paradigmas de vida que muchas veces nos han separado el uno del otro por demasiado tiempo. Y pedirle a Dios que nos de la gracia para saber como sanar las heridas de las injusticias que se han causado a lo largo de todos estos grupos y poder ministrar con la paz que solamente Dios da. Que no nos miremos los unos a otros de acuerdo a las historias de vida que nosotros hemos tenido sino que nos veamos cada uno de nosotros a la luz de la historia que Dios está haciendo con cada uno de nosotros.

Esa historia tiene mucho más peso que cualquier otra. Y consta que no le estoy quitando valor a las historias individuales de cada cual pero la historia de Dios se da por encima de cada una de ellas. Yo les animo, yo les exhorto a que cuando usted salga de aquí, tal vez usted no sale hoy con su pelo emborrizado o no sale brincando en una patita pero yo quiero que usted salga de aquí con un sentido de convicción. Que cuando usted salga de aquí salga orando pidiendo al Señor: “Señor enséñanos a como ser ese tipo de iglesia que Tú quieres que seamos. Enséñame a como yo poder intencionalmente conectar mejor con mi prójimo como Tú pides. No importando su color de piel, o la música que oye o la comida que come. Pero que yo pueda buscar la forma de conectar con ellos en una forma más intencional y directa.

Ayúdame Señor a que cuando se me aparece alguien así al frente que está necesitado, que esta dolido, que esta sangrando literalmente, ayúdame a no echar mi mano para atrás. Sino a poder dar y contribuir a esa necesidad. Ayúdanos a ser ese tipo de iglesia que cuando Tú nos muevas a hacer esfuerzos en conjunto con otras iglesias con otros grupos, mira que no nos quedemos atrás como que ‘¡Ah! Pero eso es mucha cosa. No, hay mucho tráfico, no va a haber parking’. Mire por encima de esas cosas y vea las posibilidades de lo que Dios puede hacer. Yo lo creo mis hermanos, que Dios está al borde de hacer algo grande pero nosotros nos tenemos que poner las pilas. No tan solamente ponernos las pilas a nivel personal, de como nosotros podamos responder al llamado de Dios en nuestras vidas, que como que nos tenemos que ajustar. Tiene que haber un aprendizaje a nivel interno de como los valores y los principios de Dios se cimentan en nosotros.

Pero también tiene que haber una transferencia de cada una de esas cosas a nuestro exterior y como Dios nos llama a conectar con esas otras personas que tenemos a nuestro alrededor. Que Dios nos ilumine, mis hermanos, a saber como tener conversaciones difíciles con otros. Aun con la misma comunidad homosexual, porque esto está en el meollo. Que hay veces que los tratamos como que ¡Ah para afuera con esa gente! Pero mire que Dios nos ayude a nosotros a tener la gracia y la sabiduría de sabernos sentar en una mesa y no necesariamente back down de nuestros principios pero sino saber como hizo Jesús que se sentó con un saqueo, que dejó que una prostituta le lavara sus pies con lágrimas y los secara con sus cabellos y él seguía siendo Jesús.

Que Él nos enseñe a nosotros a como hacer eso. Que nos podamos sentar con otros que son diferentes, que piensan diferente a nosotros. No bajándonos de los principios y los valores que dominan en nosotros. Esos valores del Reino del Dios pero si aprendiendo a compartir una comida con ellos. Aprendiendo a como tener una conversación, aprendiendo a que lo mas seguro es que tiene que haber un momento donde yo tenga que callar para poder escuchar la historia del otro, la perspectiva del otro y también pidiéndole a Dios la gracia donde ese otro lado va a tener que callar y poder escuchar mi perspectiva y mi historia. Para que al fin de todas las cosas, mis hermanos, podamos vivir a la luz de la historia que Dios está haciendo con cada uno de nosotros.

Vamos a ponernos de pie y vamos a orar. ¡Oh, Señor Jesús te damos la gloria y la honra solamente a ti Padre! Yo te doy las gracias por Tu palabra, yo te doy las gracias por lo que Tú estás haciendo en medio de esta región, Señor. Yo te doy las gracias por esta iglesia, Congregación León de Judá, por las cosas tan bellas y tan hermosas. Lo que Tú has hecho, lo que Tú estas haciendo y lo que Tú vas a seguir haciendo en medio de nosotros. Pero a la misma vez, Señor, yo ahora en conjunto con cada uno de mis hermanos y hermanas te rogamos Jesús que Tú nos enseñes a ser esa iglesia sin murallas. Enséñanos a ser esa iglesia donde Tú eres quien nos protege como un muro de fuego alrededor de nosotros.

Ayúdanos a ser esa iglesia donde Tu gloria está tan activa y tangible en medio de nosotros que podamos entonces conectar con esas otras personas a nuestro alrededor que llegarán a esta luz. Que llegarán a experimentar esta gloria Jesús. No es una gloria que Tú tienes limitada para nosotros nada más, sino que es una gloria que Tú quieres invertir sobre Tu iglesia, Tu cuerpo, Señor. Sobre esta ciudad, sobre este estado, sobre esta región, sobre esta nación y aún alrededor del mundo entero donde se reúna ese mismo cuerpo, Señor.

Padre me llena de sumo gozo el poder saber que a la misma vez que nosotros estamos esta oración hay otras personas, hay otras iglesias en otras partes del mundo que están orando por lo mismo, Señor. Precisamente en este mismo momento, Señor. Que están orando por nosotros en Australia, que están orando por nosotros en Italia, que están orando por nosotros en Sudáfrica o en India, o en Corea y así mismo nosotros estamos orando por cada uno esas partes del cuerpo allá en esos otros lugares. Pare enséñanos, abre nuestros ojos, ayúdanos a concientizarnos a como es que Tú quieres que podamos vivir. Que si podamos fomentar la unidad entre nosotros mismos aun más y que Tú abras nuestros ojos para poder ver los momentos que estamos siendo injustos los unos con los otros.

Podernos perdonar, mi Dios y podernos abrazar para poder seguir trabajando juntos en el llamado que tú tienes para nosotros como iglesia. Como iglesia local y a la misma vez, ayúdanos, Señor, danos el discernimiento para saber también como sanar esas injusticias que se han dado con otros grupos culturales, con otros grupos minoritarios para saber entonces como vernos a la luz de los valores de tu Reino, Señor. Que podamos medir nuestra historia con la historia que Tú estás haciendo en medio nuestro, Señor. ¡Oh Padre! Queremos ver tu gloria manifestarse aquí en esta regió, Señor. Que tu gloria se manifiesta en todos los ámbitos, Señor, de nuestras vidas, de nuestras familias, de nosotros como iglesia. Enséñanos Jesús a responder a tu llamado. De ser una ciudad, de ser una nación, de ser un cuerpo sin murallas cubierto, protegido y ungido por Ti, Señor.

Bendecimos a nuestras iglesias hermanas aquí en esta comunidad, aquí en esta ciudad, Señor. Sean del color que sean, sean del trasfondo que sean y pedimos que tu gracia y poder se manifieste en cada uno de ellos también. Enséñanos a vivir juntos en armonía como Tú intencionas para este tiempo, Señor. En tu nombre Jesús oramos y te bendecimos y te damos toda la gloria y toda la honra solo a ti, Señor. Amén y amén.