Sobre fe

TRANSCRIPT

Cuántos de ustedes tienen fe? Ahá, hay algunos que no me escucharon, estaban mirando para abajo. Cuántos de ustedes tienen esa convicción, esa certeza de lo que se espera, lo convicción de lo que no se ve? Cuántos de ustedes tienen eso en sus vidas? Amen.

Estamos todos en el mismo vuelo. Ustedes recuerdan que el miércoles comencé a hablarles, en la primera presentación comencé a hablarles acerca de este tema de las cuatro dimensiones de la fe o de nuestra fe.

Comencé más bien en la introducción y estuve hablando acerca de la fe concerniente a nuestra dinámica de salvación y obviamente quisiera elaborar un poco más y resumir lo que empecé hablando la semana pasada y la próxima... pantalla, próximo frame, la próxima página, yo hice una gráfica para que ustedes pudiera visualizar un poquito mi proceso mental concerniente a esto.

Y yo quisiera que usted se imagine su fe como que en el centro de esta gráfica. Su fe, lo que lo tiene aquí ahora, y cómo su fe se concentra en estas cuatro dimensiones, o se mueve en estas cuatro dimensiones. Y por un lado tenemos la fe que dirige la salvación, que fue una de las primeras cosas que les dije. La fe que tiene que ver con certeza, convicción. La fe que tiene que ver con el don de fe y la fe que tiene que ver con el aspecto de fidelidad.

Yo hablé un poco acerca de la fe concerniente a la salvación, pero hoy le voy a dar para… le voy a dar reverso, un poquito a mi grabación, y voy a empezar con lo que es la esencia de la fe. En su esencial, en lo esencial.

Y fe tiene que ver con creer. Si yo lo veo así como creer en algo, nosotros podemos creer en distintas cosas. Usted puede creer que esto es color negro, yo puedo creer que esto es color blanco, aunque obviamente es negro. Usted puede creer que cuando usted va a prender una luz y usted le da al switch, es que cuando le da la luz se va a prender. Y usted puede creer eso.

Si a usted alguien le da una promesa y le dice, mira, yo te prometo que tal día yo voy a hacer tal y tal cosa por ti. Pero usted cree en esa persona y cree en esa palabra y lo recibe y cree en ello y vive esperando recibir algo de acuerdo a esa creencia.

La gente alrededor cree en distintas cosas. Hay gente que creen en otras personas. Hay gente que cree en líderes políticos. Hay gente que cree en celebridades. Hay gente que cree o no cree en distintas cosas. Pero cuando nosotros estamos hablando acerca de nuestra fe, la fe como bien dice ese pasaje de Hebreos 11, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Hay otro pasaje en filipenses, Capítulo 1 verso 6 que también dice, “estando persuadido de esto que el que comenzó en nosotros la buena obra, ¿qué dice? La perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

Lo más básico que tiene que ver con nuestra fe es poder estar convencidos, persuadidos, creer, tener la certeza en algo o en alguien aún cuando nuestros 5 sentidos se puedan como quien dice, puedan cuestionar aquello sobre lo cual estamos creyendo. Me cogieron ahí o los perdí? Lo que quise decir fue que la fe se va más allá de nuestros 5 sentidos.

Muchas veces la gente basa su creencia, su nivel de certeza en algo, de acuerdo a las cosas que pueden probar. Lo que puedo tocar, lo que puedo gustar, lo que puedo oler, lo que puedo escuchar, lo que puedo sentir, creemos en esas cosas. Pero esta dimensión de la fe se va un poquito más allá, bueno un poquito no, se va mucho más allá que eso, porque estamos esperando en cosas que no necesariamente las podemos probar por nuestros sentidos, más sin embargo es fe, está ahí.

Esa es la certeza. Cuando usted está convencido de algo, cuando está persuadido de algo o en alguien, es como que se le mete ahí entremedio de ceja y ceja y no hay quién lo pueda sacar de ahí. Acaso usted no se ha encontrado con alguien que ha sido tan empedernido, una persona que la pueden llamar terco o terca y es como que es el tipo de persona que cuando tiene algo entre ceja y ceja, es como que nadie lo puede convencer de otra forma. Usted puede dar un flip, puede pagarle dinero, puede hacer lo que usted quiera, pero si esa persona está convencida en algo, ahí se queda.

Y puede ser que esté convencido en algo erróneo y usted está tratando de hacerle ver el error, pero si la persona está ahí, no… un joven que está rebelde y usted como padre le está diciendo, no muchacho, estás haciendo las cosas mal, si sigues así te vas a dar un cantazo, hazme caso.” “Yes, mami, papi, tu no sabes, yo sé lo que yo estoy haciendo. Yo estoy en control de mi vida.” Y está empedernido, está terco, en algo, está ahí enfocado en algo. Y él cree, o ella cree, está convencido, está persuadido de lo que él está haciendo, lo que ella está haciendo es la forma para hacerlo y lo que dice mami y papi no cuenta, no vale. y no es hasta que se da el cantazo que lo que tenía entre ceja y ceja se le rompe y entonces dice, “Oops, espérate, mami y papi tenían razón.”

Así que paciencia, padres, paciencia, el momento llega. Piense en usted mismo, acaso usted no era igual o no es igual en algún aspecto de su vida. Usted cree algo, usted está convencido de algo, esposo, usted está convencido, persuadido de algo concerniente a su esposa o esposa, usted está convencida de algo concerniente a su esposo, y usted está centrado en eso. Y no da el brazo a torcer. Entienden la idea de por dónde voy, lo que es la convicción, lo que es la certeza?

Ahora, cuando aplicamos eso a nuestra vida de fe, esa misma certeza es algo que nos define, es algo que nos mueve, es algo que nos impulsa, es algo que nos saca de un estado de adormecimiento a un estado de acción, porque hay algo que nos motiva, hay algo que nos mueve. Esa fe se convierte como en el motor de todas las cosas, que nos mueve, que nos impulsa, nos da una energía, nos da una vitalidad, nos da una razón de por qué levantarme todos los días por la mañana y hacer lo que tengo que hacer. Porque está esa fe que me está impulsando.

Cuando yo tomo ese aspecto de convicción a lo que es nuestra fe en el Señor Jesucristo que aquí es donde vuelvo entonces al punto que hablé el miércoles pasado, acerca de esa fe que dirige a salvación. Aquí entonces, es donde yo veo esa dinámica de cómo nosotros entramos en esta acción, en esta dinámica, esta relación con Dios porque nosotros, cuando no teníamos a Jesús, cuando no teníamos a Jesús nosotros no creíamos en él, no teníamos la certeza de que él podía hacer algo por nosotros, no teníamos la convicción de que yo necesitaba a un ser como Dios en mi vida para poder hacer lo que tenía que hacer. Eso no existía en nuestro sistema antes de…

Nuestra creencia era como que todo lo puedo en Omar, que Omar me fortalece. Esa era nuestra creencia. Yo opera de acuerdo a mis términos y de ahí no me saca nadie. Así era como nosotros vivíamos antes de Cristo.

Pero, qué es lo que pasa? No es entonces hasta que uno llega a este punto donde escuchamos versos, como que ah, porque de tal manera amó Dios al mundo para que todo aquél que en él tenga convicción, que esté persuadido, que tenga la certeza, no se pierda sino que tenga vida eterna. Eso es un verso que todos conocemos.

Otro verso, Romanos 10, del 9 al 17 dice:

“Más qué dice, cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos, que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación. Así que la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios…”

Un último verso es Efesios, Capítulo 2 verso 8 al 10, dice:

“… Por gracia somos salvos, por medio de la fe y esto no es de nosotros pues es don de Dios…”

Hay una gráfica aquí que yo les quiero enseñar. Esta gráfica, yo espero que se vea bien ahí. Esa fe que está en el centro es una fe que entra en acción con lo divino y nuestra dinámica humana. Voy a tratar de explicarlo lo más sencillo posible.

Miren lo que sucede con esa fe que dirige a salvación. Porque hay una parte que hacemos nosotros, desde nuestra perspectiva hay un punto donde nosotros en nuestra limitación humana, lo más que podemos hacer es creer en algo, para confesarlo y así iniciar ese proceso de salvación. Eso es lo más que nosotros podemos hacer.

Pero cuando nosotros hacemos eso, entra en acción otra dinámica que es la dinámica de la acción de Dios, interviniendo en nosotros, tomando acción en nuestras vidas. Porque por nosotros mismos, nosotros no lo podemos hacer, no podemos responder por nuestras propias fuerzas a la acción de Dios. Tiene que venir algo de parte de él también que nos cause, que nos provoque el nosotros responder a esas acciones que Dios está teniendo sobre nuestras vidas. Me siguen?

Así es como se da esa dinámica de fe y esto no es tan solamente concerniente a esa fe que dirija a salvación, esto es nuestra fe en nuestra vida en general. Dios está en acción en todo lo que nosotros hacemos, motivando, infundiendo, alimentando, dándole gasolina a nuestra fe.

Pero a la misma vez tiene que estar esa acción de parte de nosotros. Miren, los versos claves que yo menciono ahí. Romanos 8:26, quién sabe cuál es Romanos 8:26? Y de la misma forma el espíritu nos ayuda en nuestra… ay, qué pasó la gente de discipulado! Ligereza bíblica, vamos a ver quién busca la Biblia. Romanos 8:26

“Y de la misma forma el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad porque no oramos como sabemos, sin embargo el espíritu de Dios que conoce de qué nosotros tenemos necesidad intercede por nosotros con gemidos indecibles.”

Ese verso nos da una idea. El segundo verso es Segunda de Corintios 12:9. A ver quién se sabe este? Es más les doy un…

“Bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad.”

Al menos ese se lo saben. Y Filipenses Capítulo 2, 12 y 13. Cuál es ese?

[Inaudible]

Vean como dice, “ocupados en nuestra salvación con temor y temblor, y qué dice el verso 13? Sigue, Napoleón.

[Inaudible]

“Porque Dios es el que hace en vosotros, el que produce en vosotros el querer como el hacer.”

Esos dos versos que yo escogí ahí confirman esa dinámica, esa relación. Que hay algo que yo tengo que hacer en respuesta a esa acción que Dios está teniendo sobre mi vida. Yo respondo al amor de Dios. yo respondo a la gracia de Dios. Algunos responden más temprano que otros, como bien dije el miércoles pasado. Hay algunos que cuando son niños, o cuando son adolescentes dicen, “Sí, Señor, yo te confieso como mi Señor y Salvador” y viven todas sus vidas, toda su juventud la viven para el Señor.

Como también hay otros que ya ahí, al punto de la muerte, a su último suspiro dicen, “Señor, me arrepiento de todos mis pecados, te entrego mi vida, tu eres mi Señor, te confieso como mi Salvador.”

Y mire la salvación se activa ahí también. Hay personas que a lo largo de toda su vida tienen altos y bajos, altos y bajos, pero como todo y esos altos y bajos, es una dinámica que se ve ahí en acción. La gente, el hombre, la mujer, respondiendo al trato de Dios que hay veces que lo hacemos más fuerte que otro, que hay veces que nos cansamos, que hay veces que nos desanimamos pero hay otras veces que estamos ahí, como caballos desbocados, buscando la forma de cómo acercarnos más y más a Dios.

Y en la misma forma, tu ves a Dios tomando esas acciones sobre nuestras vidas, haciendo cosas en favor de nosotros. Que antes vivías en una ansiedad total y de repente te cubre una paz que no tenías antes y eso es algo que lo hace Dios. que estabas peleando por conseguir un trabajo y otras personas a tu alrededor conseguían mejores trabajos y tu ahí esperando, esperando. Y cuando te entregas al Señor y te dedicas a él, de repente se te abre una puerta y consigues algo mejor de lo que tu estabas esperando. Esas son acciones de Dios sobre tu vida.

Estabas enfermo o enferma y se opera una sanidad en ti. Tenías un conflicto con otra persona que no la podías ver ni en pintura y de repente un día te cruzaste con esa persona y Dios te dio un amor que, tuviste que darle un abrazo a esa persona. Porque lo hizo Dios.

Son esas acciones, mis hermanos, son esas acciones que van día tras día, es como una neurona informándole a la otra. Y hay veces que nosotros nos aguantamos en nuestra acción pero Dios como quiera sigue dando, sigue dando, sigue informando, sigue llenando.

Como también se da la otra dimensión que hay veces que Dios como que, no lo han sentido ustedes así? Es como que Dios, como que paro un momento y uno se queda como que, hey! Hey! Te estoy tirando algo aquí. no respondes, qué pasó? Pero no significa que Dios se ha salido de la gráfica. No, él está ahí pero es la flecha que apunta a nosotros, como que se freezó de repente.

Pero Dios sigue ahí. Dios está ahí. Dios está presente. Dios nos ayuda en nuestra debilidad. Nos dice, “hey, mi gracia es suficiente porque cuando tu te sientes débil ahí es donde yo me luzco y hago lo que tengo que hacer en tu vida. No te he dejado solo, te he dado mi espíritu, porque mi espíritu te ayuda. Mi espíritu sabe lo que verdaderamente tu tienes necesidad y él te ayuda a que tu puedas seguir con esa acción también. Ocúpate en tu salvación, trabájala tu también, esfuérzate, ora, ayuna, congrégate, ríete, disfruta con tu familia, haz todas esas cosas que producen, que conllevan a una vida de salud, de eficacia y tu verás que yo me voy a encargar de hacer el resto. Yo voy a seguir poniendo en ti, no tan solamente el querer hacer algo sino también el hacerlo, el llevarlo a cabo.”

Esas son las acciones de Dios. así que ahí está nuestra fe concerniente a lo que es la certeza, la convicción, el creer en algo, y cuando nosotros tenemos ese creer, nos lleva entonces a esa dinámica de salvación, de entrar en una relación directa con Dios.

Y de ahí entonces, vemos otra dimensión de la fe que es la fe como el don del espíritu. Tengo tiempo, guau! Están conmigo todavía ¿verdad?

La fe como el don del Espíritu Santo. Ustedes ven, conocen la lista de los dones, ¿verdad? Primera de Corintios, Capítulo 12, del 7 al 9 que dice:

“… Pero a cada uno les es dada la manifestación del espíritu para provecho porque a uno le es dado por el espíritu palabra de sabiduría, a otros palabra de ciencia, por el mismo espíritu, a otros se le da fe por el mismo espíritu y a otros dones de sanidades por el mismo espíritu, a otros hace milagros, a otro profecía, a otro discernimiento de espíritu, a otros diversos géneros de lenguas, y aún a otros interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo espíritu repartiendo a cada uno en particular como él quiere…”

Pero el verso 9 dice: “A otros se le da fe.” Miren esta gráfica. Miren a ver si ustedes entienden esta gráfica. Imagínense esta gráfica, imagínense en el centro el cuadro de la fe como algo bien robusto, como algo bien fuerte. Imagínense el don de fe es la fe en esteroides, por así decirlo. Es una fe con esteroides, una fe que se ha comido anabólicos, que le dieron suero de esteroides y como que así preñado. Exacto, se puso verde como Hulk, por así decirlo. Le dio algo y se rompió la ropa y…

Esa es la fe, el don de fe. Saben por qué lo digo, porque imagínense que el don de fe, la forma en que actúa es una acción sobrenatural de parte de Dios que se mueve a través de ese don de fe, como que sobrecoge la fe que está en nuestro ser y la mueve a una exponencia aún mayor.

Ese don de fe, ¿Saben qué? Es el don que cuando otros dicen, como que esto no va a funcionar, esto se acabó, esto está muy feo, ya aquí no hay esperanza, cuando esas son las palabras que están dominando en el ser humano, el don de fe, dice, “ah, ah, todavía hay. No, todavía se puede. No, Dios no ha terminado todavía. No, hay algo más que hacer.” Ese es el don de fe.

O mejor, dicho, la fe informada en el don del espíritu, influenciada, impactada por el don del espíritu. Esa es una fe también que el Espíritu Santo la hace actuar en nosotros en distintos momentos, en distintas situaciones. Y yo me atrevo a decir que cada uno de nosotros hemos experimentado esa dimensión de la fe en el algún momento u otro de nuestras vidas, que tal vez usted se encontraba en una situación como que ya usted estaba a punto de tirar la toalla y decir, “No más”, pero de repente algo como que se le metió por dentro, algo como que lo poseyó y usted, como que, guau! Espérate. Aquí hay algo más que se puede hacer, hay una puerta más que puedo tocar, hay una persona más con la cual puedo hablar. Hay una oración más que puedo hacer, hay un poquito más de tiempo que puedo doblar mis rodillas para poder encontrar la solución.

¿Saben qué? Cuando esa fe se activa en usted no tan solamente va a infundir sobre su vida, sino que a través de su vida usted va infundir la vida de otros también, porque es una fe contagiosa. Es una fe que de alguna forma u otra va a causar un efecto en las personas a su alrededor. esa es la fe, esa tercera dimensión de la fe como un don, como un regalo de Dios.

Mire, tal vez, muchas veces nosotros no vamos a merecer que eso suceda en nuestras vidas, porque hay gente que viven en tal incredulidad que Dios dice, “Por qué yo voy a recompensar tal incredulidad con un don tan bello y tan precioso?”

Acaso la Biblia también nos dice, en el Libro de Santiago, acaso la Biblia no dice que aquel que pide sabiduría tiene que pedir con fe, no dudando nada porque el que duda es como la ola del mar que viene y va. El que tal piensa… ¿Qué es lo que dice después? El que tal piensa no crea que va a recibir cosa alguna de parte de Dios.

Acaso la Biblia no dice en otra esquina también, el que se acerca a Dios tiene que creerle que le hay. Acaso también no dice, porque sin fe es imposible agradar a Dios. so, para que esa fe en esteroides se aplique en mi vida, mi fe regular, como quien dice, mi fe neutral tiene que estar bien centrada en el originador de esa fe. Si yo vivo una vida neutral, o mejor dicho normal, con más incredulidad que fe o certeza, cuando yo tenga la necesidad de ese don de fe que se active en mi vida, mira, yo no creo que se va a dar porque no he honrado a Dios en estas otras partes de mi vida que requieren una fe, no más sencilla sino más bien una fe sólida, genuina en él.

Es como decir, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Es como que el mismo principio de aplica aquí también. Si no has sido fiel en vivir una vida de fe estable, normal, confiada en Dios, por qué te voy a poner en algo mucho mayor? O por qué voy a dejar que algo mayor se manifieste en ti si no has sabido cómo lidiar con este otro aspecto más básico, más esencial de tu vida.

Digo, en esto soy yo aquí haciendo preguntas para hacernos pensar a todos, ¿verdad? pero así es como yo veo eso. Ese don de fe se activa, se mueve en nosotros cuando nosotros podemos decir, “Mira, Señor, mi fe está centrada en ti.” Otros tal vez están diciendo, esto no va a funcionar, pero no, yo estoy convencido de que sí. Yo tengo la convicción, yo estoy persuadido de que aunque otros me han dicho que ya no hay esperanza, que no hay salida, yo estoy persuadido de que tu tienes la respuesta y aún si no, como dijeron, Sadrac, Mesac y Abednego, y aún si no, como quiera, no voy a doblar mis rodillas ante cualquier otro ídolo, porque yo sé en quién yo he puesto mi confianza.

Así que si aún yo cayera en el horno de fuego, yo estoy seguro que va a haber un cuarto que se va a aparecer ahí conmigo. Eso es fe. Eso es fe en esteroides. Óigame, no consiguen ese ejemplo antes, gracias Señor. Aquí se está dando el don de revelación ahora mismo.

Eso es fe. El poder decir, “Mira, Señor, aunque las cosas no funcionen, aunque yo termine en el mismo medio del horno de fuego con todo y eso, mi fe va a estar centrada en ti. Mi confianza va a estar puesta en ti. Esa es la tercera dimensión.

La última dimensión, puedo terminar, me pasé por cinco minutos, déjeme terminar. La última dimensión tiene que ver con el fruto de la fe. Que dice Gálatas Capítulo 5:22 y 23, dice:

“… Más el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza y contra tales cosas nadie se puede meter conmigo con esas cosas, porque eso es el carácter de Dios que está ahí centrado, cimentado en nosotros.

Ahora, pero les voy a decir un secreto. Esa fe de la cual habla ese pasaje no es necesariamente fe de creer, sino es más bien la fe que tiene que ver con fidelidad, pistis es la palabra en griego original, que tiene que ver con fidelidad. Y saben que es lo que implica esto, fidelidad? Es el mero hecho que yo pueda decir, ah, mira Camilo es una persona en la cual yo puedo confiar. Él es una persona confiable, me atrevo a cruzar el mundo entero con él porque yo sé que él no va a dejar por ahí tirado.

Eso es la fe concerniente a fidelidad. Es el mero hecho de que otras personas puedan decir, mira, se puede contar contigo. Tu eres una persona confiable. Esa es esa cuarta dimensión de la fe que muchas veces se nos pasa desapercibido. Hay veces que yo mismo me pregunta, “Caramba, Omar, tu serás una persona confiable? Eres una persona que se puede confiar en ti, que otras personas pueden decir, mira se puede contar con Omar?” Y ahí yo me pongo a pensar, cuántas veces la gente te ha llamado por teléfono y tu no has devuelto las llamadas. O te han escrito emails y no has respondido para atrás. O se te han cruzado en un pasillo de la iglesia y te dicen, “Pastor Omar, tengo que hacer una reunión contigo, me puedes llamar?” “Sí, sí, sí yo te llamo.”

Estoy haciendo confesión aquí, así que, acuérdense lo que dice la Biblia. La Biblia dice, confesaos unos a otros vuestras ofensas para que sean sanos. Okay? Estoy buscando sanidad y ustedes también.

Pero esa es la dinámica, mis hermanos. O sea, esas preguntas que yo me hago, me las hago muchas veces y ha corrido, porque yo sé que esa es la forma en que yo puedo mostrar que se puede contar con uno. Hay veces que yo me pregunto concerniente a mi esposa y a mis hijos, yo me digo, “Mira, cuando más ellos te necesitan, estás ahí? Y si estás ahí, estás ahí con el deseo de ayudar, o estás ahí todo aplatanado?” perdón, sin ganas, o algo.

O sea, cuando tus hijos quieren jugar contigo, juegas con ellos ahí a regañadientes o juegas con ellos con todo tu pasión, con toda tu energía? Te tiras al piso con ellos, te ríes con ellos, lloras con ellos. Pueden contar ellos contigo?

Y hay veces que yo me digo, “Mira, sí, gracias a Dios estoy logrando hacer eso.” Y esas mismas preguntas yo me las hago en muchos otros aspectos de mi vida, porque de alguna forma u otra, mis hermanos, ese sentido de fidelidad está influenciado por mi fe en el Señor Jesús también.

Acaso el Señor Jesús no se mantiene fiel con nosotros? Acaso el Señor Jesús no es una persona en la cual se puede contar, que se puede contar con él, que él es confiable, que yo puedo llamar y yo sé que él me va a responder? Si él es así conmigo, por qué yo no voy a demostrar esa dimensión de mi fe con otros también, de yo poder ser fiel, de que si me dicen, “Mira, te voy a decir algo y es en total confidencia, puedo contar contigo?” “Mira, sí, háblame.” Pero si estás pensando tirarte del Tobin Bridge, créeme que se lo voy a decir a alguien.

Es verdad, tengo que hacer eso. No, pastor, no le digas a nadie que… No, pues lo siento, pues si te vas a tirar del Tobin Bridge, lo siento, pero no puedo hablar contigo entonces. Yo no soy la persona con quien hablar. Si te tiras del Tobin Bridge, te voy a amarrar de una soga para que no llegues abajo, te quedes guindando un rato y que confieses todos tus pecados y entonces después de ahí te jalo otra vez para atrás.

No, no, de la cabeza no, porque… no lo puedo amarrar de la cabeza. Es mejor que se lo rompa un tobillo a que se le rompa el cuello. No, no. pero entienden lo que estoy diciendo, mis hermanos? Es importante que nosotros entendamos estas cuatro dimensiones de nuestra fe porque tarde o temprano mis hermanos, ¿Saben qué? Usted se va a encontrar ahí. Tarde o temprano usted se va encontrar ahí, en algún momento usted se va a encontrar preguntándose a sí mismo, como, creo yo las cosas que yo creo? Tal vez usted ha estado ahí, quién sabe si usted está, y quién sabe si va a llegar un momento donde usted se va a cuestionar, creo verdaderamente todas las cosas que me predican, todas las cosas que dice el pastor los domingos? Creo yo eso verdaderamente?

Y ¿Saben qué? Cuando llegue ese momento go through it. Cuando llegue ese momento pase a través de eso. Porque es importante que nosotros pensemos, reflexionemos a través de esas cosas. Eso va a ayudar a que nuestra fe se fortalezca aún más. Cuando ese sentido de certeza se fortalece aún más, ese sentido de salvación de esa fe, de yo creer en un Señor todopoderoso que tiene propósitos mucho más grandes a los míos, y que puede hacer mucho más de lo que yo puedo pensar o entender, esa fe va entonces a infundir sobre esos otros aspectos de mi vida y me va a ayudar de que si estoy en una situación un poco apretada, que en vez de decir, no, aquí no hay salida, que entonces yo pueda experimentar esa fe como un don que me dice, “No, no, no, Dios todavía tiene algo más, hay algo que él puede hacer. Él tiene la salida. Yo tengo que esperar en lo que no veo, tengo que tener la convicción de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve porque si ya lo veo, si ya lo tengo, entonces, no hay nada más de qué esperar.”

Hay que seguir esperando en esas cosas que Dios tiene ahí guardadas para nosotros. Eso es lo que nos llena de fuerza, de energía y podrá parecer irónico, porque otras personas nos dirán, “pero por qué vas a tener tu fuerza en algo que no estás viendo, que no estás tocando, que no estás disfrutando ahora?” “Mira, yo no sé por qué, pero el Señor lo hace así. El mero hecho de yo estar esperando en esas cosas que están por venir, me llena a mí de una fuerza y energía para seguir adelante con lo que tengo hoy, con lo que estoy viviendo hoy, con los achaques que tengo hoy, con los retos que tengo hoy, con los logros que tengo hoy. Esa fe me sigue moviendo para yo seguirme moviendo en la dirección que Dios quiere que yo me mueva, para poder alcanzar aquellas cosas para las cuales él me alcanzó a mí.”

Puestos los ojos en el Señor Jesús, el autor y consumador de quién? De nuestra fe. Así que, hermanos, vamos a ponernos de pie. Esta noche usted se a salir de aquí con una fe renovada. Hoy usted se va de aquí con una fe en esteroides.

Padre, y esa es mi oración, Señor Jesús, que todos nosotros, incluyendo mi persona, incluyendo mis hermanos y hermanas que están viendo por el internet, que hoy salgamos de aquí con una fe en esteroides, una fe fortalecida, Señor, sabiendo que tu eres el autor, el que consume, en ti empieza y se termina todo. Tu eres el alfa y el omega, Señor, tu eres el que pone en nosotros tanto el querer como el hacer, tu eres el que nos mueve, el que nos llena de tu gracia, de tu misericordia, Jesús, para nosotros poder disfrutar aquellas cosas que tu tienes para nuestras vidas y que a través de nuestras vidas podamos llegar y alcanzar a otros.

Así que, Jesús, mira aún cuando el mundo, aún cuando la sociedad, cuando la gente ahí afuera están diciendo, que no hay esperanza, que no se puede, que esto se acabó, Señor, que esa fe se active en nosotros, ese don de fe, esa certeza, esa convicción, esa persuasión se active en nosotros, mi Dios, y nos impulse a seguir adelante confiando en ti porque tu eres el que tiene la última palabra, sea que la veamos en nuestro tiempo o no, Señor, ponemos nuestra confianza en ti, ponemos nuestra convicción, nuestra certeza, nuestra fe está puesta en ti, Señor Jesús.

Gracias te damos por tu palabra, Jesús, gracias por cada uno de mis hermanos y hermanas. Yo declaro sobre ellos tu bendición. Llévanos con bien hasta nuestros hogares, Señor, que nuestra cama, en la noche, Señor, sea un nido, mi Dios, donde podamos descansar en ti, recuperar nuestras fuerzas para que en el día de mañana si así tu lo permites podamos echarle mano a todo lo que el día de mañana pueda traer.

Gracias te damos, te bendecimos, te damos la gloria, la honra, solo a ti porque tu la mereces. Te amamos, Señor Jesús. Oramos en tu nombre. Amén. Amén. Gracias Señor Jesús. ¡Aleluya!

Hermanos y hermanas, Dios les bendiga.