La oración cambia destinos

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Quiero invitarles a ir a la palabra de Dios en Primero de Crónicas, Capítulo 4. Un pasaje maravilloso, en este tiempo de ayuno y oración quiero hablar sobre una de las oraciones más hermosas que registra la Escritura, que es la oración de Jabes. Si usted no ha escuchado acerca de esta oración, yo sé que va a tocar su vida en una manera muy especial y vamos a comenzar de lleno, de una vez, Primero Crónicas 4, versículos 9 y 10.

Esa oración está como insertada allí como un tesoro secreto. Durante muchos siglos se habló muy poco de esa oración y Dios levantó un hombre, en este siglo XX, más bien a finales del siglo XX, de los ’90 por ahí más o menos, Bruce Wilkings, creo que es, no recuerdo su apellido. El caso es que este hombre de Dios entendió algo más acerca de esta oración y escribió un libro The prayer of Jabes, La oración de Jabes, y ese libro ha vendido como 11 millones de ejemplares. Un libro muy, muy poderoso donde él registró el impacto que había tenido esa oración en su vida. Y como que eso causó un gran conmoción en las naciones acerca de esa oración.

Y que lindo es cuando Dios despierta una generación a ciertos tesoros de su palabra. Y esa oración, la verdad es que encierra muchas cosas lindas y en esta semana de ayuno, de oración, yo quiero animar su corazón a orar y buscar el rostro de Dios con el contenido que se desprende de esta oración. Dice ahí en el versículo 9 del Capítulo 4:

“… Y Jabes fue más ilustre…”

Diga conmigo ilustre. Vamos a ver qué quiere decir esa palabra, en inglés hablan de honorable, he was more honorable, fue más honorable que sus hermanos.

“… fue más honorable que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo, por cuánto lo di a luz en dolor…”

El nombre que ella le puso en hebreo aludía al dolor que ella había experimentado cuando dio a luz a Jabes.

“… por cuanto lo di a luz en dolor…”

Ahora, miren la segunda parte aquí:

“… E invocó Jabes al Dios de Israel… ─ saben que yo en vez de e, quiere decir es una conjunción, quiere decir y, yo pondría pero, porque en realidad eso es lo que hay ahí.

“… Pero invocó Jabes al Dios de Israel diciendo, “Oh, si me dieras bendición y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo y me libraras del mal para que no me dañe…”

Y saben lo que pasó? Le otorgó Dios lo que pidió. Nos está invitando la palabra, hermanos, a orar y clamar a Dios, a creerle a Dios por un milagro en nuestras vidas. Como decía, esa oración, esa perla está insertada en un desierto, en un sentido, porque está insertada en una esas genealogías que tanto nos aburren en el Antiguo Testamento.

Usted sabe esto de que fulanito engendró a fulanito, y fulanito engendró a zutano, y zutano engendró a mengano, y de ahí salieron cuatro más zutanos y de allí, etc. Y pasamos eso a las mil millas, ¿no? porque queremos ir a la carne.

Pero metido ahí en esas genealogías está esa oración hermosa, ese tesoro espiritual. Por eso yo le digo, no subestimemos nada de la Biblia, porque Dios deja todas las cosas allí por un propósito. Algo tiene Dios cuando pone un nombre allí, él quería registrar algo. Y cuando nosotros simplemente mencionamos ese nombre, estamos honrando a alguien que Dios quería honrar, registrándolo en la Escritura.

Así que toda la Escritura tiene algo bello, y muchas veces yo he encontrado que cuando me propongo leer cosas así, que parecen aburridas al inicio, guau, de momento me tropiezo con una joya que abre algo, un panorama diferente a mi vida y Dios me bendice y dice, ves, como descuidaste mi palabra, ahí tenía eso para ti, una propina. Eso es bueno. Así que siempre hay que leer la palabra de Dios con gran reverencia y esperando algo.

Entonces, esta historia es una historia fascinante. Nos habla de un niño que nació por medio de un parto crítico, peligroso y doloroso para su madre. Tan crítico, tan doloroso que impresionó el corazón de su mamá, que ella inocentemente, y uno diría casi como imprudentemente decidió marcar ese momento en su vida metiéndole una carga encima al pobre hijo llamándolo Dolor, porque lo concibió en dolor.

Usted sabe que la mentalidad hebrea, en la Biblia usted ve eso mucho, para los hebreos el nombre que le ponían a sus hijos encarnaba algo especial para ellos. Muchas veces era, por ejemplo, un destino que el padre quería declarar sobre su hijo o la madre, señalar un momento en el nacimiento del niño, podía ser la función que el niño llenaba en la familia, o el orden que el niño nacía en la familia. Para los hebreos darle un nombre a un niño era como adscribirle o imputarle una identidad también, una función en la vida. El nombre encarna la autoridad, encarna la persona. El nombre es la vasija que contiene la vida de un ser humano, por eso es que a Cristo Dios le dio un nombre que sobretodo nombre, para que el nombre de Jesús se doble toda rodilla de lo que está en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. El nombre tiene poder.

Por eso es que cuando usted va ante los principados, las potestades, las enfermedades, la falta de finanzas en el nombre de Jesús, usted está usando una llave mágica que abre puertas, porque el nombre de Jesús tiene ese poder. Usted se está escondiendo detrás de la autoridad. Los nombres contienen poder. La boca del Hijo de Dios pronuncia las cosas y le da vida.

Nosotros hablamos, abrimos, cerramos, bendecimos, maldecimos, con nuestra boca. Por eso es que los nombres que le damos a nuestros hijos son importantes. Y no solamente el nombre que le damos al hijo cuando nace, o la hija, sino también los nombres que le ponemos, estúpido, tu no sabes hacer nada. Si Dios no tiene misericordia vas a terminar en la cárcel. Nunca he conocido a alguien tan desobediente y tan malo como tu. Este muchacho no escucha y muchas veces decimos cantidad de…

Yo he oído padres hablando de sus niños ahí, y hablando de ellos en formas bien despectivas y críticas, mientras el niño recibe todo eso. Cuántas veces hemos visto madres frustradas en las malls de la ciudad, arrastrando a sus hijos, gritándoles, maldiciéndoles, imputándoles negatividad. Tengamos cuidado, hermanos, con los nombres que le damos a nuestros hijos. Hablemos bien, hablemos bendición, seamos gente de buenas palabras.

Esta mujer no entendía. Esta mañana presentamos a una niñita que se llama Trinity Grace, Trinidad Gracia y sus padres le pusieron ese nombre con toda intencionalidad. Que lindo es cuando escogemos nombres y decimos en el nombre del Señor, yo creo que eso es lo que Dios va a hacer sobre la vida de mi hijo.

Dios quiere gente profética, gente que piense conforme a los patrones de la palabra. Esta mujer no entendía eso. Estaba impartiéndole a su hijo, bien intencionadamente, ella no quería hacerle daño, pero quería así como hacer una estatua que recordara ese momento de sufrimiento en su vida y le puso al pobre Jabes, Jabes, Dolor, y ese niño tuvo que caminar con esa carga, ese fardo negativo sobre su vida.

La diferencia está en que Jabes hizo algo que era importante. Hay otra historia parecida donde Raquel, una de las esposas de los hijos de Abraham, cuando ella da a luz en este parto, fue tan terrible el parto que murió. Pero antes de morir, mientras nacía su hijo, mientras ella daba a luz, le puso un nombre, lo llamó Benoni, que quiere decir, hijo de mi tristeza. Imagínese. Lo último que dijo, pónganle Hijo de mi tristeza, antes de morirse.

Pero miren lo que pasó aquí, dice que:

“…Aconteció que al salirse del alma, pues murió, llamó su nombre Benoni, pero qué pasó, que su papá entendía de las cosas espirituales y enseguida él dijo, bueno, Raquel, te amo mucho, pero cuando ya se murió, te amo muchísimo, pero no voy a permitir que ese nombre esté sobre un hijo. Así que dice que lo llamó Benjamín, que quiere decir, Hijo de la mano derecha.

Que lindo cuando en la familia hay gente que sabe computar la vida en términos espirituales, conoce los patrones espirituales. Es tan importante, hermanos, yo les decía a los jóvenes adultos los otros días, estudien la palabra de Dios porque ahí es donde ustedes van a entender cómo funciona el mundo espiritual. Cuando su mente, mientras ustedes leen la Biblia, los patrones de pensamiento, de razonamiento de la Escritura, se meten en su cerebro y ustedes comienzan a pensar como piensa la Escritura.

Entonces ustedes entienden cómo bregar con las dimensiones espirituales que son las que gobiernan el mundo. Este papá entendía que no debía llamar a su hijo Benoni, hijo de mi tristeza, porque esa maldición iba a estar sobre su hijo, sino que dijo, no, sabes qué? Yo te veo a ti como mi mano derecha, yo te veo a ti bendiciendo a tu familia, yo te veo a ti como el escogido de la familia y entonces eso puso bendición sobre la vida de él.

Les comparto un secreto personal. Mi nieto, Caleb, Meche y yo andábamos por Maine, recién nacido Caleb y yo encontré una pequeña estatuita hecha por un escultor norteamericano, de un jovencito que tiene como 14 años, más o menos, atractivo, atlético, varonil, sentado sobre una pila de libros, de este tamaño, sentado sobre esa pila de libros leyendo un libro muy metido en lo que está leyendo. Y cuando yo vi eso, yo dije, sabes qué? Ese es el destino que a mí me gustaría, aunque sus padres son los que tienen última autoridad sobre su hijo evidentemente, pero yo dije, como su abuelo, yo quiero bendecir y yo voy a declarar que así va a ser Caleb, un niño que le guste los estudios, sabio, con curiosidad por el mundo, con un deseo de conocer los misterios de la vida. Él está sentado sobre esa pila de libros metido, pero también es varonil, es atractivo, no es un enclenque cualquiera simplemente, un ratón de biblioteca. No, no, es un hombre, aunque no está desnudo, pero yo espero que tenga pelo en el pecho. No, porque esa combinación de masculinidad y de sabiduría, quién dijo que esas dos cosas tienen que estar aparte? Un hombre es espiritual o varonil y no las dos cosas unidas. Podemos ser las dos cosas.

La mujer puede ser femenina en extremo, pero también una guerrera en el espíritu. Las dos cosas. Dios es masculino y femenino. Nosotros somos femenino y masculino, digo con balance adecuado, hermanos, no es tampoco… entiéndame bien lo que quiero decir.

Lo que quiero decir es que cada vez que yo miro, y esto no es brujería, pero cada vez que yo miro esa estatuita de Caleb, yo digo, Señor, que se cumpla esa visión de un hombre entendido, sabio, curioso del mundo, y también fuerte físicamente.

Entonces, yo creo que nosotros tenemos que aprender a pronunciar palabras, a ser un pueblo profético, un pueblo que se mueva creyéndole a Dios, que declare bendición, que use su voz para decir cosas poderosas, que abra brecha en el mundo, que declare, que abra puertas, que cierre puertas, que derribe muros, que levante muros con su voz, que vaya por el mundo sanando y declarando sanidad y bendición sobre las naciones, sobre su vecindario, sobre su casa, sobre los lugares donde trabajan, un pueblo que sepa que las palabras tienen mucho poder.

Seamos gente de palabra sana. Que en nuestros hogares resuenen palabras sanas. Que la música que se toque en nuestros hogares sea de bendición. Que desde que nos levantemos la palabra de Dios esté en nuestra boca. Nuestra mente esté pronunciando la palabra y nuestros hijos sean bendecidos continuamente con palabra fresca, nombres proféticos.

Esta mujer no entendía eso, le pone a su hijo Jabes, y ¿Saben qué? Yo creo que la vida de Jabes, por el texto mismo, me sugiere a mí que la niñez de Jabes fue una niñez tristona y negativa. Porque primero, el escritor nos aclara que su mamá lo llamó Jabes porque tuvo dolor en su parto y él considera eso importante para que entendamos. Y en segundo lugar, la oración que hace Jabes, cuando Jabes termina la oración que dice:

“… me libraras de mal para que no me dañe…”

La palabra hebrea que se traduce al español ‘dañe’ es en realidad la palabra dolor. Es la misma palabra que su nombre representa. Por eso yo titulé este sermón Una contradicción de su nombre, porque la vida de Jabes se convirtió en una contradicción de su nombre. Su nombre era dolor, su destino era dolor pero Jabes, por medio de su oración, cambió su situación, cambió su destino.

Y entonces cuando Jabes dice: “… Señor, que tu me libres del mal para que no me cause dolor…” él estaba rebelándose contra esa identidad que su madre le había declarado sobre su vida. Y por eso yo creo que esta palabra comienza con dolor, dándole un nombre de dolor a su hijo y termina con la palabra dolor, donde Jabes, por medio de la oración se enfrenta a esa maldición no intencional que su madre le puso sobre él.

Hermanos, la oración cambia destinos. La oración cambia nuestras situaciones. Pero no es esa oración religiosa a la cual yo me refiero, que muchas veces hacemos nosotros los evangélicos, es una oración que nace del alma, es una oración sentida, es una oración que responde a un reconocimiento de los gigantes que estamos confrontando, de la situación que estamos viviendo. Como yo decía, tenemos que conocer nuestra situación, tenemos que definir nuestros gigantes, tenemos que saber cuál es la batalla que estamos peleando. Tenemos que hacer un recuento de dónde están los dolores de nuestra vida, y tenemos que acumular esa presión dentro de nosotros para que cuando nuestra oración salga de nuestra boca, sea como un bólido que llegue directamente al corazón de Dios.

Y por eso Dios muchas veces no contesta nuestras oraciones inmediatamente, porque él está esperando que nuestra oración adquiera la presión necesaria para que pueda llegar delante de él. Muchas veces Dios espera que nuestra vida llegue al nivel de la desesperación antes de él responder.

La Biblia está llena de gente desesperada como Jabes, cansados de su situación, hartos de su situación. Y ya no pueden aguantarse más y cuando Cristo pasa al lado de ellos, sale un grito de ellos, Señor, hijo de David, ten misericordia de mí. Y el Señor se detiene y hace lo que tiene que hacer.

Así era la mujer con el flujo de sangre. Años desangrándose gota a gota, apartada de su comunidad, impura, incapaz de entrar en la comunidad espiritual de Israel, sintiéndose solitaria, avergonzada, alejada de Dios. Y ella dijo, sabes qué? Ya estoy cansada de eso. Y violando todas las leyes de la pureza religiosa se metió entre la multitud, abrió paso y se acercó a Jesús.

Yo me imagino su mano extendiéndose entre las piernas de los hombres que estaban alrededor de Jesús protegiéndolo, y ella metió su mano y tocó el borde del manto de Jesús. Y le arrancó bendición al Señor. El Señor no tenía la intención de sanarla a ella en ese momento, pero su fe se conectó como un cable eléctrico, poderoso y la corriente de Cristo le pasó a ella y dice que la fuente de su desangramiento quedó sellada en ese momento.

Y el Señor sintió la descarga que salió de él y dijo, Quién me tocó? Señor, cómo que quién te tocó? Si todo el mundo te está tocando, estás alrededor de una multitud. No, alguien me tocó, pero me tocó con desesperación, me tocó con fe, se distinguió entre la multitud. Porque sabe lo que distingue tu vida de la multitud? Tu fe. Por eso es que ese coro tan bello: Con mi fe te tocaré, con mi fe te alcanzaré, mi milagro recibiré, etc. Etc. Por qué? Es mi fe, es mí milagro, es mí confianza en ti.

Cuando tu tocas al Señor en esa forma distintiva es cuando Dios responde a tu necesidad. Por eso es que aquí dice que Jabes era más honorable que todos sus hermanos. Por qué pone el escritor Jabes era más honorable que sus hermanos al comienzo del relato? Había algo en el corazón de Jabes que lo preparó para hacer esa oración distintiva.

Jabes era uno de varios hermanos, pero había algo en su corazón que lo distinguía y lo separaba de todos los demás. Sabe usted qué es lo que yo creo que lo distinguía y lo hacía más honorable? Su sufrimiento. Paradójicamente esa niñez tristona, esos años de sentirse alejado, esos años que quizás los niños se rieran, ay, míralo cómo se llama. Dolor. Se reían de él. Acomplejado.

Yo creo que ese dolor empujó a Jabes a buscar de Dios, la soledad. Hermanos, muchas veces los tiempos de desierto en nuestra vida, son los tiempos que más bendición traen a nuestra vida, son los tiempos de estar en el desierto, son los 40 años del Moisés en el desierto, son los 40 días de Elías caminando día y noche para llegar al monte de la revelación de Dios, son los años que pasó Saulo, que no sabemos dónde estaba en ese tiempo hasta que lo llamaron, después de su conversión y su bautismo en el Espíritu Santo, lo llamaron para que entrara en la comunidad de los creyentes y ahí comenzó su ministerio.

Son los años que pasó David corriendo de David, habiendo ya sido ungido rey, pero con un rey maligno que quería matarlo porque no quería que le quitaran su reina que ya había perdido legitimidad. Y David tuvo unos años huyendo y aprendiendo a ser guerrero, aprendiendo a ser líder, aprendiendo a mandar hombres tan desesperados como él. Y se formó el carácter de David en ese tiempo.

Moisés, en esos 40 años solo cuidando cabras, mientras escuchaba el viento en la noche, del desierto, mientras caminaba por esos parajes y no tenía mucho que ver y por lo tanto, su alma tenía que ir hacia adentro y mirar adentro de él, aprendió, cultivó profundidad, introspección, capacidad para entender los misterios de Dios.

Hermanos, en los tiempos de sufrimiento y de padecimiento, no maldigas a Dios. Pídele al Señor que te de sabiduría para discernir qué te está diciendo Dios en esos tiempos. Bendice la mano de Dios. Pide que Dios te libre y te saque, pero mientras él te tenga allí di, Señor, sabes qué? Me voy a acostumbrar, después de todo un poquito de lodo no es tan malo, un poquito de oscuridad, no es tan malo después de todo. Enséñame a discernir qué tu quieres de este tiempo, qué tu me estás enseñando? Me voy a pegar más a ti, voy a aprender a orar más, voy a aprender más.

Hay veces, hermanos, que usted ora en medio de la noche y cuando está pasando por tribulación y dificultades, usted tiene que encomendarse al Señor y decir, Padre, ten misericordia de mí. Cuántas veces te ha pasado a ti que te levantas de madrugada, tienes que irte al trabajo, tienes problemas en tu matrimonio, hay una situación financiera terrible, estás lleno de ansiedad, pasaste una noche malísima y cuando te vas a levantar no tienes la fuerza y tienes que decir solamente, Señor, en tus mandos me encomiendo.

Pero ¿Saben qué? En esos tiempos de tristeza y de sufrimiento se forja un hombre o una mujer de Dios. En esos tiempos se templa el alma y uno aprende a no huirle al enemigo, y uno aprende fe, y uno aprende dependencia de Dios, uno aprende humildad. Dios te quebranta, Dios te desangra, Dios te imparte y te sella con fuego tu identidad. Y si es necesario que seamos probados por un tiempo para que nuestra fe, probada como el oro, que cuando es quemado es purificado, así nosotros podamos resultar en alabanza y gloria para Cristo Jesús.

¿Saben qué? La gloria a Dios no solamente se da en las alabanzas de gozo sino también en la tristeza. Ahí es donde muchas veces Dios forma a un hombre o una mujer. Los evangélicos pentecostales huimos del dolor, huimos de la enfermedad y así tendríamos que ser en un sentido, pero ¿Saben qué? No maldiga la enfermedad, no la niegues, si eso es lo que Dios pone en tu vida, sufrimiento por un tiempo, pídele que te saque. Ora, clama, pero mientras estés allí disfruta de lo poco que puedas y come esa gotitas de agua que hay en el cactus en el desierto, tómatela y recibe bendición de ello. Aprende a beber de las cosas pequeñas también.

Porque muchas veces nosotros necesitamos mucha abundancia para disfrutar y a veces tenemos que aprender a comernos un pan con un poquitito de aceite verde y un poquitito de sal y disfrutarlo como si fuera el mayor manjar. Los muchachos hoy en día tienen decenas de juguetes en sus casas, juegos electrónicos, computadoras, televisor, música, cantidad de cosas y no saben disfrutar. Los juguetes tirados por allá, no saben usar su imaginación, no saben disfrutar de un libro, no saben coger un juguetito de rueditas sin motor. Hoy en día, todo tiene que ser motorizado y los niños no desarrollan una capacidad imaginativa, intuitiva.

En África, en Latinoamérica, en Asia, los muchachos cogen un pedazo de piedra, le meten tela, cogen esparadrapo y lo amarran y con eso juegan al baseball de lo más bien. Cogen una ruedita de bicicleta, el aro simplemente y un pedacito de alambre y son unos reyes en el vecindario. Porque han aprendido a desarrollar su imaginación. Pueden conversar con los adultos, tienen sentido del humor, tienen capacidad imaginativa. Por qué? Porque donde hay desierto la capacidad interior se desarrolla.

Los ciegos desarrollan un sentido de tacto y de oído increíble. Los sordos aprenden a leer los labios de la gente. Por qué? Porque su cerebro se ajusta a la carencia y desarrolla otras…

Entonces, lo que estoy diciendo, hermanos, es que muchas veces Dios te pone en tiempo de sequía y esa es la preparación para la bendición que viene a tu vida. No hay gran bendición sin gran espera, recuerda eso siempre.

Jabes pasó su niñez ahí en ese crisol de su nombre y yo creo que tuvo una vida inicialmente dolorosa. Pero llegó un momento en su vida en que Jabes se hartó de la tristeza y vino delante del Señor. Y sabe, de nuevo, esa tristeza lo había preparado. Y dice que Jabes era más honorable que sus hermanos. Por qué? Porque había sufrido más y estaba listo ya para recibir.

Ese sufrimiento le imputó una identidad, Jabes tenía un peso. Yo le decía a los hermanos esta mañana, la palabra honorable en el hebreo original se refiere también a peso, ser pesado. Jabes era más pesado que sus hermanos, no en el sentido de que era más gordo, sino que tenía más peso, más gravitas, más carácter y eso llegó un momento en que Jabes dijo delante de Dios:

“… Oh si tu me dieras bendición…”

Todo el dolor de Jabes se apretó en una bola de pasión y de frustración y de esperanza. Yo le decía a los hermanos esta mañana, mi parte favorita de todo ese relato es la palabra ‘Oh’ si me dieras bendición… en ese ‘Oh’ estaba toda la personalidad de Jabes.

Yo no sé si estoy leyendo demasiado en el texto, pero no creo. Por eso uno tiene que leer literariamente. Ese ‘Oh’ estaba preñado de esperanza. En ese ‘oh’ había visualización de algo diferente. En ese ‘oh’ había deseo de una vida diferente. En ese ‘oh’ había esperanza de que Dios lo iba a escuchar. En ese ‘oh’ había deleite de lo que podía suceder en su vida. En ese ‘oh’ había también frustración y rebelión contra su pasado.

Todo eso estaba metido en ese ‘oh’. Era un clamor que le salió de las entrañas. Y eso fue lo que conmovió el corazón de Dios. Hermanos, yo digo que nosotros tenemos que llegar al punto del ‘oh’ en nuestras oraciones. Llega un momento en que tu tienes que mirar tu situación, mirar esa adicción que te ha atormentado toda tu vida, mirar esa depresión con la cual tu has bregado durante años de estar en la iglesia, mirar ese rasgo de carácter que te crea problemas en tu familia y en tus relaciones sociales, mirar tu vida de carencia financiera y de sequedad material, mirar tu falta de producto en las cosas de Dios. Mirar tu situación destartalada familiarmente, mirar tu falta de progreso y de conocimiento de las cosas de Dios.

Mirar tu dejadez en las cosas del espíritu y decir, ‘oh’ si Dios cambiara mi situación. Si Dios cambiara mi carácter, si Dios cambiara mi actitud y mi condición y tu te atreves a visualizar algo diferente. En tu espíritu tu recibes y saludas una situación… y tu puedes verla en tres dimensiones y en tecnicolor, un cambio en tu vida. Tu puedes ver y tocar tus finanzas siendo bendecidas, tu salud regresando a ti, tu matrimonio siendo fertilizado con semillas de pasión y de afecto y de buenas palabras y de bendición.

Tu puedes contemplar tus hijos. ‘Oh’ Señor si mis hijos te amaran, si mis hijos desarrollaran apetito por el conocimiento. ‘Oh’ Señor si mi hogar fuera un lugar donde la alabanza brotara fácilmente, donde hubiera paz y gozo. ‘Oh’ Señor si mi mente fuera inundada con tu sabiduría y tu conocimiento y yo pudiera conocer los misterios. ‘Oh’ Señor si tu gracia corriera a través de mis manos de manera que yo pudiera imponer manos sobre un enfermo y sanara. Oh Señor, si tu cambiaras mi rebeldía, mi resentimiento, esta actitud de rechazo, este ofenderme fácilmente, estos temores que me frenan y tu me hicieras un guerrero de Dios, una persona con el carácter de Jesucristo. ‘Oh’

Usted entiende? Ese ‘Oh’ significa que tu puedes ver algo diferente en tu vida. Y muchas veces nosotros no somos cambiados porque no llegamos a ese punto del ‘Oh’ donde ya nosotros decimos, ¿Saben qué? Estoy harto, the same old thing, always. I want something new. Y hoy, yo declaro, un giro, un cambio en mi destino. Hoy yo declaro que el diablo ya no se va a salir más con la suya en mi vida. Hoy yo declaro que Dios hace algo nuevo en mi vida y yo me rebelo contra las cadenas del enemigo y declaro mi emancipación en el nombre de Jesús. Hoy yo voy a comenzar a servir a Cristo. Hoy yo voy a decir, Padre, si perezco, que perezca pero yo voy a entrar en lugar santísimo. Eso es lo que tenemos que hacer, hermanos.

Esta segunda semana de oración, de ayuno, es un ‘Oh’ que ponemos delante de Dios, porque a veces decimos, una semana, guau, tremendo. Mire, una semana no es nada para ofrecerle a Dios, para pedir la visitación del Espíritu Santo.

Cuando yo declaré eso fue como, ¿Saben qué? Mire, estamos cansados ya de la rutina. Una semana allí y nos vamos para nuestra casa igual. No, no, vamos a entrar más hondo, vamos a abrir brecha. Dios quiere que tu seas apasionado, Dios quiere pasión, hermanos, Dios quiere compromiso, Dios quiere entrega, Dios quiere un decir, ya bastante del pasado, ahora miro hacia lo que Dios tiene por delante para mi vida.

Jabes dijo, ‘Oh, si tu me dieras bendición…

Cuatro cosas, rápidamente. Si tu me dieras bendición, y si tu mano estuviera conmigo, antes de eso digo, si tu ensancharas mi territorio, si tu mano fuera conmigo y me libraras del mal para que no me dañe.

Cuatro cosas específicas. Cada una yo creo, que es más específica que la otra. Si me dieras bendición, si ensancharas mi territorio, si tu mano fuera conmigo y si me libraras del mal. Yo creo que en código había ahí cuatro elementos que deben forjar nuestras oraciones y nuestra vida de oración.

Primero, oh Señor, si tu me dieras bendición. Qué quiere decir bendición? Eso quiere decir que la gracia de Dios esté sobre tu vida, que el signo positivo de Dios esté sobre tu vida. Si a ti te preguntan, bueno, qué signo tu eres? Diles, yo, el signo de Cristo Jesús, el signo de la sangre de Cristo. Yo no soy leo, no soy virgo, no soy Júpiter o lo que sea, no, el sello mío, el signo mío es la cruz, la sangre de Jesús.

Yo quiero vivir mi vida bajo el signo de la buena voluntad de Dios. Bendición quiere decir que, mira, te sigue el bien de Dios. Como dice el salmista, el bien y la misericordia de Jehová me seguirán todos los días de mi vida.

Cuando un hombre o una mujer tiene el signo de la bendición de Dios quiere decir que Dios sopló bendición sobre tu vida, te bendijo. Tu eres mi hijo, tu eres mi hija, tu caminas con mi sello delante de ti. Tu vas y la bendición te perseguirá.

Otro texto, el salmo 128, lea el salmo 128 después para que usted vea lo que viene a la vida de un hombre o una mujer cuando sigue a Dios. Pero me gustó esa expresión porque la recordé en mi mente “…y te irá bien.” te irá bien. Me gustó eso. Y dije, dónde está eso? Lo busqué en la concordancia, salmo 128, bienaventurado el hombre, la mujer que sirve al Señor, será bendecido en su casa y le irá bien.

Tener la bendición de Dios quiere decir, hermano, que tu eres el escogido de Dios. Tu eres el hijo de la derecha de Dios. No eres el hijo de la tristeza de Dios, eres el hijo de la derecha de Dios. Estamos sentados, dice, en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Y dónde está sentado Cristo? A la diestra del Padre.

Eso quiere decir que usted es un hijo de la derecha, no de la izquierda, no eres siniestro. La siniestra quiere decir la de la izquierda, ¿no? no, tu eres de la derecha y por eso la bendición de Dios te sigue todos los días de tu vida. Pídele al Señor, Padre, que mi vida, que si pudieran hacerme una radiografía espiritual de mí, cuando yo camino por las calles de Boston, vieran una nube de gloria que cubre mi vida, y dondequiera que yo voy la nube va conmigo. Si yo me paro la nube se para, si yo voy al otro lado, la nube me acompaña. Si me acuesto, la nube se acuesta sobre mi cama. Estoy cubierto con la nube con la bendición de Dios.

Oh si tu me dieras bendición. Yo le pido al Señor cada día, Padre, no me dejes salirme de tu bendición, presérvame, Señor, porque no hay nada como caminar con el Señor cada tres horas, dándote una vitaminita de bendición. Te abre la boca y te da tu bendición. Y tres horas después otra bendición, y tu caminas tu vida con la bendición de Dios. Nuestras familias caminan bajo la bendición de Dios, nuestros hijos crecen con la bendición de Dios. Nuestra iglesia es prosperada porque la bendición de Dios está sobre nosotros. Nuestras finanzas son bendecidas porque la bendición de Dios está sobre nosotros. Nuestra salud es fortalecida y el vigor de Dios está con nosotros porque la bendición de Dios…

Dile al Señor, Señor, yo quiero tu buena dicción. Eso es lo que quiere decir bendición. Tu buena palabra, proferida sobre mi boca, tu buena pronunciación sobre mi vida, que me siga todos los días de mi vida. El hombre, la mujer que sirve a Dios, que ama a Dios, que se distingue por ser una persona que ama las cosas de Dios bien decida, bien pronunciada por Dios. Dame bendición.

Segundo, que tu mano sea sobre mí. Qué quiere decir mano para mí? Yo entiendo que cuando Jabes es inspirado por el Espíritu Santo en una oración que iba a ser registrada para todos los siglos, dijo, que tu mano sea conmigo sobre mi vida. Para mí la mano de Dios en la Biblia quiere decir el poder de Dios.

Dice la Biblia que Dios sacó a Israel de Egipto con mano fuerte y con brazo extendido. La mano de Dios es su fuerza, su fortaleza. Yo me puse a pensar, Señor, qué quiso decir con tu mano? Que tu mano sea sobre mí. Por qué tu pusiste eso allí? Bueno, porque Jabes entendió, Padre, yo quiero que tu poder vaya conmigo. Yo quiero que tu fuerza vaya conmigo. Yo quiero que cuando yo emprenda algo, yo lo emprenda con tu mano poderosa abriéndome campo.

La palabra dice, no es con espada, no es con ejército, es con mi espíritu que se hace las obras. Dice la Biblia que nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortaleza. Nosotros guerreamos con armas que el mundo no conoce. Y nosotros como hijos de Dios, tenemos que pedirle al Señor cada día, Padre, hoy yo voy a entrar en una situación difícil en mi trabajo, que tu mano sea conmigo. Hoy yo voy a meterme a unas calles llenas de nieve, peligrosas, resbalosas, que tu mano sea conmigo, Señor. Hoy yo voy a tener que presentarme ante ese jefe que no me quiere bien porque hay algo en su espíritu que me rechaza a mí que soy un hijo tuyo, y yo quiero que tu mano lo dome y le amordace la boca. Tengo que comparecer ante un juez, oh, Señor, que se me haga justicia, que yo reciba lo que necesito, que tu mano sea conmigo.

El hombre o la mujer de Dios están tan conscientes de que necesitan la mano de Dios para todas las cosas que emprende. Nosotros sabemos que somos eminentemente débiles y que necesitamos la mano de Dios. Cada día que tu emprendas algo, di, Señor, que tu mano sea conmigo. No trates de hacer las cosas en el mundo solamente con tu propia fuerza. Dile, Señor, que tu mano se extienda sobre mi vida. No emprendas nada sin solicitar la mano de Dios sobre tu vida. Baña todas tus necesidades, todos los aspectos de tu vida con una petición de que la mano de Dios sea sobre ti.

Jabes pide una tercera cosa, dice, Señor, que mi territorio sea ensanchado. Ensancha mi territorio. Piense usted qué quiso decir un hombre de tres milenios atrás, ensancha mi territorio. La clave está en la palabra territorio. Jabes vivía en una cultura agrícola. La tierra es esencial, importantísima. Los campesinos, adquirir tierra eso es adquirir un tesoro. Miden su poder en términos de la tierra y las vacas que tienen.

Un hombre que dice ensancha mi territorio, quiere decir, Señor, amplía mi poder. Isaías 54 dice:

“… Ensancha el sitio de tu tienda y alarga tus cortinas, extiende tus cuerdas y afirma tus estacas porque te extenderás a la derecha y a la izquierda, al norte y hacia el sur…”

Ensancha mi territorio, hermano, no hay nada de malo de pedirle al Señor, Padre, prospérame, dame un carrito mejor que este carrito que hace tanto ruido, Señor, ya estoy cansado de sentir los esprines cada vez que me siento en el asiento del carro. Estoy cansado de ver ese humo que anuncia mi presencia a cuadras de distancia, Señor. Estoy cansado de ver esos mismos muebles con el mismo plástico que les puse hace diez años y ya yo quiero un poquito más sutil, más siglo XXI. Estoy cansado de mirar la misma ropa que usé hace diez años, me gustaría un trajecito mejor, Señor, con unas solapas un poquito más finas y que alargue un poquito más mi cuerpo, unos zapatos más cómodos en vez de estos que la suela pesan tres libras cada uno. Bendíceme.

Hermanos, no hay nada con pedirle al Señor prosperidad financiera, bendición, poder, influencia. No hay nada de malo con eso. Dios quiere bendecir a su pueblo. Dios quiere prosperar a su pueblo. Dios quiere bendecirte. Dios quiere darte influencia. Dios quiere sacarte del anonimato. Dios quiere levantar tu cabeza por encima de tus semejantes.

Yo sé que Dios quiere bendecir, ha bendecido, está bendiciendo y seguirá bendiciendo a esta Congregación porque bendijo a sus hijos bajo un pacto imperfecto en Israel y ahora en el nuevo pacto en Cristo Jesús la bendición es mayor. Lo que pasa es que nosotros somos mensos y no sabemos cómo arrancar la bendición de Dios. Aprendamos los principios del espíritu y seremos bendecidos: finanzas, mayordomía, darle al Señor lo primero, adorar al Señor, escoger al Señor por sobre todas las cosas, amarlo desesperadamente, honrarlo, hacer guerra espiritual. Esas son las cosas que bendicen nuestra vida y nos llenan de poder y de autoridad.

Pídele al Señor bendición, yo me revelo contra esos Evangelios que dicen, no, pídele al Señor simplemente que se haga su voluntad en tu vida. No le pidas nada porque eso son de la prosperidad. Yo tuve una gran discusión hace poco con un joven, no gran discusión porque me controlé un poco porque era más joven que yo. Samuel estaba ahí, se estaba acalorando la discusión.

Ese joven ama al Señor, un norteamericano piadoso, pero él me decía que a Dios no hay que pedirle cosas materiales. Yo le digo, sí bueno, eso dices tu porque eres de clase media, media alta y tus padres tienen dinero. Por qué será que la gente que tiene dinero le dice a los pobres, no ores para que te venga bendición? Pero ellos sí se van a sus grandes hoteles, tienen sus grandes conferencias, tienen iglesias con aire acondicionado, carros Mercedes parqueados en los estacionamientos, pero los pobres que están pidiendo, Señor, bendíceme. No, esos son de la prosperidad y están... el Señor reprenda al diablo.

Nosotros somos hijos de la bendición. Pídele al Señor bendición. Dile, Señor, ensancha mi territorio. Ensancha mi territorio. Dame influencia, Señor. Y entonces dale al Señor y usa tu dinero para bendecir a otros. Se generoso con tu dinero, porque la generosidad atrae más bendición. Yo he descubierto eso. Pon a correr tu dinero en el Reino de Dios, dale a otros generosamente y la bendición vendrá, vendrá, vendrá, vendrá. Mientras tu más das en el Señor, más recibirás, esa es la clave a la prosperidad.

Pero dile al Señor, Señor, ensancha mi territorio. No te conformes con un pedacito de tierra. Dile, Señor, yo quiero mucha tierra para usarla entonces para gloria tuya. Finalmente dice, Señor, y que tu mano sea conmigo y refrena el mal en mi vida para que no me cause dolor.

El mal, el diablo. El elemento de maldad en una creación caída. Él se cubrió por todas las partes. Este hombre jugar baseball, primera, segunda, tercera, cuarta, home. Y Señor, por si acaso, agarra ese diablo ahí y mantenlo en jaque mate, que no me toque. Que este dolor que está sobre mi vida, que esta tristeza, esa lluvia fina, esa neblina que me ha seguido toda mi vida, sea despejada y que venga tu sol brillando sobre mi vida. Frena al diablo, mantenlo a raya. Envía tu bendición.

Tenemos que orar porque hay un devorador que quiere destruir nuestra familia, nuestra salud, nuestra mente, nuestras emociones, nuestros ministerios. Y él quiere sembrar maldición en nuestras vidas. El diablo es el origen de toda maldad en el mundo. Él es el mafioso por excelencia y todos sus secuaces, que son los demonios que rigen este mundo caído, nosotros necesitamos protección de él.

Muchos evangélicos nos permitimos muchas libertades porque no entendemos que caminamos en un campo de guerra. Hay demonios por dondequiera, principados y potestades están alrededor de nosotros, quieren matarnos, quieren robarnos la bendición de Dios. Tenemos que hacer guerra espiritual. Tenemos que aprender las leyes de la guerra espiritual. Santidad, adoración, entrega a Dios, renuncia de las maldiciones generacionales, la declaración positiva de la bendición de Dios sobre nuestra vida, hablar positividad en fe, vivir en santidad, adherirnos a la palabra de Dios.

Estas son las armas de la guerra espiritual que garantizan que Dios va a protegerte. Y aún si Dios permite que el diablo te toque no podrá ir más allá de donde Dios le de posibilidad y permiso. Porque muchas veces Dios permitirá que venga a tu vida aflicción y que el diablo te toque, pero le dirá, ¿Sabes qué? Lo vas a tocar, número 1, no me lo vas a tocar más allá de donde yo te he dado permiso, y segundo, quiero decirte que ese toque va a terminar en bendición para mi hijo o mi hija, no para maldición.

Yo les decía a los hermanos, esta situación de salud que yo tuve, sabe que yo estoy seguro, ya Dios me había advertido acerca de ello. Meses atrás Dios me puso a orar, líbrame del mal, Señor. Me hizo muy consciente de la fragilidad del ser humano y de fuerzas oscuras, inconscientes.

El diablo, hermanos, usted sabe que el diablo no te odia. El diablo no siente odio. El diablo lo que siente es una patología. Él es como un psicópata que mata sin odio. Un psicópata mata fríamente. Satanás es una fuerza ciega que solo sabe matar, robar y destruir. Los demonios son seres que ellos no odian a la humanidad pero se deleitan en el mal, se deleitan en tomar una criatura de Dios, hermosa, bella, con el espíritu de Dios dentro de ella. Nace precioso.

Meche me decía acerca de eso, que por eso ella siempre cuando pasamos por las calles de Boston y viene uno de esos andrajosos, pobres, malolientes que abundan en la Ciudad de Boston y nos toca el vidrio, ella me decía algo que es muy revelador, dice que ella se siente siempre inclinada a darles algo porque recuerda al bebé que esa criatura fue antes de llegar a ser ese hombre en trapos. Un niño que su madre quizás lo recibió con gozo, gran promesa, quizás mucha bendición, mucha celebración y el diablo poco a poco fue sorbiéndole la imagen de Dios hasta tornarlo en una criatura desfigurada y disfuncional, sin dientes, maloliente, una mueca en su rostro en vez de bendición.

Porque los elementos del mal se gozan en distorsionar la imagen de Dios en los seres humanos y tornarlos en caricaturas de la deidad angelical de Dios en ellos. Porque son seres malignos, que eso es lo que saben hacer. Su identidad es maldad. No tienen gracia, no tienen nada de bueno, y por lo tanto todo lo que ellos tocan lo contaminan aún sin querer, porque eso es lo que son, esa es su naturaleza.

Entonces, tenemos que ser conscientes de esas fuerzas ciegas. Uno de los sueños que yo tuve durante ese tiempo en el verano fue, yo me encontré metido en un bosque, era de noche, y por alguna razón me confundí y me metí en ese bosque y el bosque estaba lleno de malezas, cerrada, raíces, árboles. Era como una selva amazónica bien, bien cerrada. Y de los espacios entre las raíces y las ramas de esos árboles y de esa maleza salían gusanos, pude ver un animal que era como un gusano, pero con una uña bien grande en el frente, y salía así. Me querían tocar pero no podían completamente. Pero yo sabían que estaba en una zona bien peligrosa. Y había diferentes seres así como ciegos. Yo no veía ojos, no veía consciencia, pero simplemente estas serpientes, reptiles, animales de diferentes tipos salían de entre las… y se acercaban a mí pero no me podían tocar, pero yo estaba en un sitio de gran inminente peligro.

Y hay otras cosas allí que yo pude entender a través de esa revelación y otras dos que Dios me dio también. Yo oraba, Señor, líbrame del mal, líbrame del mal. Entendí esa parte de la oración de Jesús, no nos metas en tentación más líbranos del mal. Porque tuyo es el poder y la gloria.

Él tiene poder para protegernos. Lo único que puede proteger un hombre o una mujer en este mundo lleno de la maldad del enemigo es el poder de Cristo Jesús, el nombre que es sobre todo nombre. Tu tienes que pronunciar ese nombre sobre tu vida, tu tienes que caminar en el nombre de Jesús. Tu tienes que afiliarte con el Reino de Dios, tienes que hacerte un ciudadano del Reino de Dios. Porque es el único reino que le puede hacer oposición al reino de las tinieblas, el único. Tienes que decir, Señor, líbrame del mal.

¿Saben qué? Por alguna razón Dios permitió que me tocara el enemigo, pero saben, yo les digo delante de Dios. Yo siento que lo que Dios hizo fue hacer una operación quirúrgica en mi espíritu y en mi sistema neurológico. Yo creo que Dios puso componentes nuevos en mi vida. Dios me bendijo en una manera extraña.

Porque es que cuando uno camina bajo la gracia de Dios, aún los dardos del diablo son tornados inyecciones de vida y de poder, y de gracia sobre los hijos de Dios. Aún si Dios permite que penetre una energía demoníaca sobre tu vida, Dios la va a tornar en bendición, y ese crisol de prueba te va a regresar fortalecido, purificado, más preparado para servir al Señor.

En tu debilidad Dios se glorificará. Tu aprenderás cosas y podrás entonces decir, yo tengo mis marcas. He estado en la guerra. Qué soldado que ha estado en la guerra no tiene por ahí una marca de un cuchillo, de una bala, que aunque sea lo sesgó un poquito?

No mereces ser soldado, es importante, hermanos, que peleemos nuestras batallas, pero cuando Dios permita que entremos en el crisol de la prueba, en la zona de la aflicción, que su mano vaya con nosotros y que nos libre del mal para que no nos cause dolor. Dios quiere cambiar tu destino. Tu no tienes que vivir la vida peleando con tus propias fuerzas.

Tu oración cambia la situación. Tu oración cambia tu destino. Tu clamor a Dios, tu decir, ¿Sabes qué? Yo estoy harto ya de estar bajo el dominio del enemigo o de las circunstancias, del tiempo y el espacio, de la historia, de la humanidad, de la sociedad, de la cultura, yo me vindico y reclamo la dirección de Dios sobre mi vida.

Oh, Señor, si tu me bendijeras. Oh Señor, si tu ensancharas mi territorio. Oh, Señor, si tu mano de poder fuera conmigo. Oh, Señor, si tu protección divina caminara conmigo día a día y ¿Sabes qué? Si tu clamas así, Dios te otorgará lo que tu le pides. Acérquense confiadamente al trono de la gracia, dice la palabra y reciban oportuno socorro.

Dios le otorgó lo que pidió. Que bueno que no se quedó simplemente oh, si tu me dieras, oh si tu me hicieras, dice, y Dios le otorgó lo que pidió.