Cómo orar al Señor

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Libro Segundo de Crónicas, lo que queremos hacer en esta tarde es apuntalar este tiempo de clamor que hemos comenzado esta semana. Yo voy a estar leyendo unos Capítulos del libro Pies de Barro, que trata precisamente acerca de la oración y de algunos principios que deben gobernar nuestra vida de oración. Cómo le oramos al Señor.

Este libro parte de la vida del rey Josafat, y uno de los grandes momentos de la vida del rey Josafat fue cuando llegó este gran ejército del cual hablamos el domingo pasado, para destruir a Judá y expulsar al pueblo de Dios de su tierra. Y el rey Josafat clamó al Señor, era un hombre que amaba a Dios y en vez de ponerse a huir, deprimirse, entregar las armas, Josafat decidió clamar al Señor y levantar su mirada hacia Dios.

Y al hacer esto nos dejó una serie de principios que yo exploro en este libro entre otras cosas. Yo hablo también acerca de la adoración de guerra. Lo que nosotros estamos llevando a cabo esta tarde es adoración de guerra. Es cuando proclamamos la voluntad del Señor, cuando rompemos muros espirituales con nuestra adoración y hacemos uso de las armas. Como decía ese coro, “golpe de espada es la alabanza, golpes de guerra que salen de Dios.” Y hay muchas otras cosas que usó el pueblo de Judá en esa historia para derribar al enemigo y obtener una gran victoria de lo que parecía una situación sin esperanza. Y nosotros vamos a ver algunos de estos principios.

Todo este libro está basado en la vida de Josafat pero es simplemente como un punto de partida para nuestra propia vida. Como ustedes van a ver estos son principios que debemos poner en práctica y debemos estudiar estos principios y usarlos en nuestra propia vida personal.

Entonces Josafat en vez de darse por vencido, ora y dice que, cuando Josafat escucha que viene este gran ejército en contra de Judá y que se están acercando ya, dice que:

“… Él tuvo temor y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová e hizo pregonar ayuno a todo Judá…”

Proclamar ayuno así como Congregación, como pueblo, no es nada nuevo. Es la esencia de la historia de la iglesia a través de los siglos.

“… Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová, y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová…”

Que bueno es cuando el pueblo de Dios convoca a una gran reunión, nos damos cita, clamamos al Señor. Oh, si esta nación hiciera esto, hermanos, qué pasaría. Si el presidente Obama, que Dios lo bendiga y lo ilumine, declarara un ayuno y una santa convocación en Estados Unidos. Óigame, temblaría la tierra. Pero muchas veces los hombres somos demasiado sofisticados y establecemos principios humanos en vez de los principios del espíritu.

“… Y entonces Josafat se puso en pie… ─ después de convocar esta gran asamblea ─ … de la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo y dijo, Jehová, Dios de nuestros padres, ¿no eres tu Dios en los cielos y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder que no hay quien te resista?...”

Qué está haciendo Josafat allí? Está adorando al Señor. Él está diciendo, tu tienes poder, Padre, no hay nadie que te pueda resistir. Tu tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones.

“…Dios nuestro, no echaste tu los oradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel? Y la diste a los descendientes de Abraham, tu amigo, para siempre? Y ellos han habitado en ella y te han edificado en ella, santuario a tu nombre diciendo, “si mal viniera sobre nosotros, tu espada de castigo o pestilencia o hambre, nos presentaremos delante de esta casa y delante de ti, porque tu nombre está en esta casa. Y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti y tu nos oirás y salvarás…”

Josafat le está recordando a Dios la historia de Israel, su relación con su pueblo. Nosotros tenemos que recordarle a Dios, ha habido avivamientos antes a través de la historia, ha habido tiempos de sequía como este en que estamos viviendo, y el pueblo de Dios ha clamado, se ha humillado, ha pedido perdón y Dios ha enviado bendición.

La palabra dice, “…si mi pueblo se humillare y clamare y se limpiare sus pecados, dice, yo escucharé desde mi trono y sanaré su tierra y acudiré a ellos….” Entonces nosotros tenemos que recordarle al Señor, Señor tu has dicho esto, tu has dicho lo otro. Recuerdan lo que decía acerca de pararse sobre una palabra que Dios ha dado? Y eso es lo que él hace aquí.

“…Ahora, pues he aquí los hijos de Amón y de Moab y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos y no les destruyese. He aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de heredad que tu nos diste en posesión…”

Yo no puedo reprimir, hermanos, una cosita aquí y es que hoy en día, se habla mucho de que Israel parta la tierra con los palestinos para que haya paz. Y lo que yo a través de toda la Biblia es que esa tierra se la dio Dios a los hebreos. Hermanos, no porque sean la mejor gente del mundo, porque los hebreos son rebeldes y son orgullosos, han pecado contra el Señor, pero Dios les dio esa tierra. Dice, “… por toda la perpetuidad…”

Hizo un pacto irrevocable con Abraham. Ni el gobierno judío tiene derecho a dar esa tierra a nadie. Porque esa tierra es una heredad que Dios le dio y yo no puedo ser más justo que Dios, yo no puedo ser más justo que la palabra. Yo me escandalizo cuando oigo cristianos diciendo que Israel debe compartir su tierra. Porque lo que hay en toda la Escritura es eso, esta tierra tu nos la diste, nadie tiene derecho a quitárnosla. A mi no me importan las complejidades históricas, sociológicas que hayan intervenido en los años en que el pueblo de Dios estuvo fuera de la tierra, la promesa de Dios estuvo con Israel. Y esa tierra pertenece al pueblo de Dios. Y nosotros tenemos que estar orando para que ese pueblo no tenga que partir ni una pulgada de esa tierra, hermanos.

Estudie la Biblia, estudie las profecías, estudie la palabra y usted entenderá entonces por qué no se puede negociar esa tierra. Y entonces eso es un anuncio no pagado, eso está ahí extra.

“… He aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tu nos diste en posesión. Oh Dios nuestro, no los juzgarás tu? ─ y aquí está una palabra clave, dice, ─ …porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros. No sabemos qué hacer y a ti volvemos nuestros ojos…”

Esa es la oración de Josafat. La oración que fue contestada con una tremenda profecía que le dio instrucción al pueblo de cómo ellos iban a derrotar a esa nación enemiga. Yo digo aquí, al escuchar del ejército invasor que se acercaba, lo primero que hizo Josafat fue reconocer con exactitud la situación que confrontaba.

Lo primero que hizo fue ser preciso, reconocer cuál era la situación que él estaba confrontando. Él reconoció el gran peligro en que se encontraba. Vio claramente lo que se avecinaba contra él, fue específico. Aquí está la clave. Cuando uno ora uno tiene que ser específico. Ese es el punto central en que me estoy concentrando. Él fue específico en definir y reconocer su situación. Es importante que nosotros sepamos lo que estamos viviendo, que no vivamos pensando en pajaritos en el aire como el avestruz, con la cabeza metida en la arena, pensando que si hace caso omiso del problema no tendrá que confrontarlo.

En lo personal prefiero reconocer mis gigantes. Me resulta más provechoso a la larga hacerme dolorosamente consciente de mis limitaciones, mis luchas personales, las circunstancias conflictivas de mi vida. Tengo que nombras mis gigantes, darles nombre y apellido. Dios quiere un pueblo realista, no para obsesionarse con los problemas, pero sí para saber específicamente cómo acometerlos.

Tu tienes que definir tu situación. Tienes que darle al Señor con lujo de detalles qué es lo que estás confrontando, dónde viene esa adicción, por qué tu hijo se está comportando y cómo se comportando de esa manera. Cuál es la situación financiera que estás pasando, cuál es el problema matrimonial que te está aquejando. Dónde está el problema con tus finanzas o con ese callejón sin salida en que te encuentras, el atolladero de tu vida. Tienes que explayarlo, tienes que ser honesto contigo mismo y ser específico delante de Dios.

Mucha gente está viviendo una vida artificial sin mucha relación con la realidad que verdaderamente habitan. Disfrazan sus defectos, le echan la culpa a los demás, ignoran los problemas financieros hasta que le dan con un bate en la cabeza. Ahí está la pobre mujer diciéndole al esposo, mira, paga la cuenta de la luz que ya nos hemos atrasado dos meses. Y él contesta, totalmente despreocupado, no te apures que todavía tenemos mucho tiempo. Y llega un día que trata de prender la luz y nada sucede.

No, miren lúcidamente su situación. Sea específico en definir sus problemas. La especificidad es clave en la vida cristiana. El ser específico al abordar las situaciones de la vida es uno de los principios más poderosos para el éxito. Hay que hacer listas. Hay que escribir las cosas.

Si Dios te pone un pensamiento preñado, escríbelo antes de que se te vaya. Escribe, dice, la visión, en Habacuc Capítulo 2, anota las cosas que Dios ha puesto en tu corazón, presenta a Dios específicamente lo que tu necesitas de parte de él y dónde está tu problema. Mira dentro de ti, reconoce tus defectos. Mira lúcidamente tu situación. Se específico en definir tus problemas. La especificidad es clave en la vida cristiano.

En el versículo 2 Josafat ve que viene contra él una gran multitud, vienen desde el otro lado del mar y se Siria, actualmente se encuentran en una región vecina a Judá y vienen decididamente contra él. Él está claro en lo que está sucediendo. Él no disimula lo que está sucediendo. Él sabe que se trata de un ejército mucho más poderoso que ellos, que no queda mucho tiempo, que viene con intención de poseer la tierra violentamente, y desalojar al pueblo hebreo de su posesión.

Él se informa bien sobre lo que está pasando y experimenta temor en su corazón y reconoce que tiene temor. Cuando el enemigo viene contra nosotros, hermanos, es importante que sepamos en qué consisten sus armas y en qué consisten las nuestras.

Cuando David se prepara para confrontar a Goliat le dice, tu vienes contra mí con espada y lanza y jabalina más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel.

David sabe lo que tiene el gigante y lo que él tiene. David estaba claramente consciente de cada arma que poseía su contrincante, a la misma vez, sabía específicamente con qué él contaba y cuál era la verdadera naturaleza de su propia armadura.

Mientras escribo estas líneas, esto yo lo escribí hace varios meses, estoy profundamente involucrado en el proceso de planificación para la construcción del nuevo templo. Esta es una de las grandes tareas que actualmente tengo por delante como pastor. Quizás el mayor reto que yo haya acometido en toda mi carrera ministerial. Se trata del proyecto más ambicioso y arriesgado que haya emprendido nuestra Congregación en toda su historia.

Estoy muy consciente de que construimos en uno de los tiempos de mayor crisis económico que se haya visto en muchas décadas. Como pastor líder y administrador tengo que medir exactamente lo que conlleva esta tarea. No puedo permitirme demasiadas inexactitudes porque sé que el terreno financiero en que me muevo es terriblemente traicionero y peligroso y que no perdonará aún pequeños errores.

En el curso de planificar he tenido los servicios de consultores financieros cristianos que me han dado asesoramiento sobrio y preciso. Hemos elaborado una detallada estrategia para negociar con los bancos y poder presentarles clara y ventajosamente nuestras finanzas. Gloria a Dios que nos escucharon y nos dieron el préstamo que necesitábamos.

He tenido que identificar los diferentes aspectos de este proceso. Está por una parte, el financiamiento multimillonario que necesitamos recibir de parte de un banco. Está la campaña financiera que necesita recaudar una suma millonaria de parte de la Congregación, la cual hemos estado planificando durante meses y ya estamos metidos en ella y estamos confiando en que ustedes van a ser fieles. Amén. Tenemos que lidiar con la contratación de una compañía de construcción adecuada para nuestras necesidades, que sea capaz de operar dentro de la metodología que queremos emplear. Tenemos esa compañía, lleva meses ya trabajando con nosotros.

Y dada la grave situación financiera que atraviesa la nación y aún el mundo entero, estoy muy consciente del estado emocional de mi Congregación y sé que debo dirigirme a sus preocupaciones muy legítimas en una forma que dirija su mirada hacia el Dios todopoderoso que no conoce de escases o recesiones económicas y que les inspire suficiente confianza como para dar en una forma atrevida y generosa. Diga amén.

En resumen, tengo que ser extremadamente lúcido, aquí es mi punto, específico y detallista. A la misma vez que opero desde una postura de fe, tengo que poner suma atención a los detalles, no puedo permitirme el lujo de ser descuidado o superficial en mi proceso de planificación.

Es decir, hermanos, en la jornada espiritual del creyente, el elemento de la fe no impide que permanezcamos conscientes de los obstáculos y detalles o que empleemos sanas destrezas de planificación y estrategia. No impide, en otras palabras, que como Moisés expiemos la tierra antes de poseerla, aún sabiendo que Dios ha prometido entregárnosla.

De paso, la actitud detallista que refleja Moisés en sus instrucciones a los dos espías es tremendamente instructiva. Antes de enviarlo a su misión él les instruye de esta manera, dice:

“…Subid de aquí al Neguev y subid al monte y observad la tierra cómo es y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco numeroso, cómo es la tierra habitada, si es buena o mala, y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas, y cómo es el terreno, si es fértil, estéril, si en él hay árboles o no…”

Usted ve, la mirada específica. Él tiene una batalla. Él cree en Dios. Él ha hecho cosas increíbles para llegar a ese momento pero todavía envía para informarse. Nosotros tenemos que asimismo en nuestra vida informarnos. Hay que leer, hay que estudiar, hay que indagar adentro, hay que pedirle al Señor sabiduría, hay que traer las peticiones. Uno tiene que ser lúcido, hermanos, no todo es simplemente oración, oración, unción, unción. No, hay que poner leña sobre el altar para que Dios lo prenda. Y esa es la parte que nosotros hacemos.

Nótese las instrucciones específicas y detalladas, la mirada minuciosa del estadista y líder militar competente buscando inteligencia precisa sobre los elementos que han de determinar la estrategia a seguir. La fe no niega la lucidez. Las dos cosas tienen que ir juntas. Tenemos que pedirle al Señor sabiduría e inteligencia. La Biblia habla de ciencia también.

Pídele al Señor que te de inteligencia, conocimiento, estrategia. En tiempos de carencia y esterilidad financiera se requiere gente dotada con inteligencia especial para encontrar recursos donde otros no los ven. Por eso tenemos que pedirle al Señor, dame conocimiento, Padre, dame estrategia para escarbar y encontrar donde otros no encuentran nada. Se necesita una mirada lúcida, una consciencia detallista que nos permita ir ante el Dios proveedor, con una petición específica que nos permita recibir estrategia y recursos para la batalla que tenemos por delante. Define tu situación, cuenta el costo, nombra a tus gigantes.

Un pasaje ilustrativo, Bartimeo, el ciego, clama a Jesús, “… Señor, hijo de David, ten misericordia de mí. Finalmente el Señor dice, tráiganmelo. El caso es que cuando Bartimeo viene ante el Señor, el Señor Jesucristo le dice, bueno, qué quieres que te haga. Yo siempre he dicho, este hombre llega allí tanteando como un ciego, y el Señor sabe que está ciego, él sabe lo que quiere Bartimeo, pero le dice, qué quieres que te haga?

En otras palabras, el Señor quiere escuchar de ti tu petición. Y muchas veces yo digo el Señor no contesta nuestras peticiones inmediatamente porque muchas veces no están bien definidas, no hemos contado el costo de la contestación que esperamos, no estamos lo suficientemente conscientes de qué es lo que eso conlleva, no hay suficiente arrastre en el clamor que estamos pidiéndole al Señor. Estamos simplemente allí haciéndolo en una forma barata y superficial, y Dios quiere que escarbemos, que vayamos hondo, que ganemos consciencia, que maduremos, que trabajemos la petición. Y por eso él se hace el que no escucha, pero él está escuchando.

Jesús escuchó a Bartimeo, el primer momento que clamó, pero Bartimeo necesitaba ganar más consciencia. Entonces cuando el Señor le dice, qué quieres que te haga? Señor, que recobre la visa. Bueno, hágase conforme a tu fe. Recibe la vista. Hay que ser específico, usted ve. Por eso es que a veces tenernos que trabajar las oraciones. Eso no es simplemente un clamor superficial. Hay trabajar las oraciones y hay que detallar las cosas. Hay que hablar con Dios como se habla con un psiquiatra. Tómese tiempo, lujo de detalles, defina el problema, paséese sobre el problema y alrededor, mire los contornos del problema, mire sus diferentes facetas, expláyesele al Señor. Usted mismo irá ganando consciencia de su propia situación, se enriquecerá como resultado de eso.

Y cuando usted le lance esa bola de cañón al corazón de Dios va a dar exactamente en el centro mismo y Dios va a responder a sus necesidades. Pero hay que ser específico. Hay que pedirle al Señor específicamente, con lujo de detalles lo que queremos. Eso es bien importante.

Entonces, en segundo lugar, hablando de especificidad, en segundo lugar algo muy importante que hizo Josafat. Y recuerde que estamos hablando de esto en el contexto de esta semana que estamos orando al Señor, estamos buscando dirección del Señor. Josafat se humilló y buscó el rostro del Señor. La palabra clave es se humilló.

Mucha gente sufre porque prefieren hacer las cosas por su propia cuenta. Buscan a Dios como último recurso. No se llevan de consejo y no buscan sabiduría de parte de él. Se empecinan en hacer las cosas a su manera empleando sus propios recursos inadecuados. Como hemos visto, el mismo Josafat, en ocasiones cometió el error de depender demasiado de su propio razonamiento con consecuencias funestas.

En este caso el mismo carácter desesperado de la situación lo obligó a ir directamente al trono de Dios para pedir ayuda y recibir sabiduría. El versículo 3 nos informa lo siguiente, dice:

“… Entonces él tuvo temor y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová…”

No tengas temor de reconocer que tienes temor. En nuestro país tenemos un dicho, mejor que digas aquí corrió que aquí murió. El sabio Salomón lo dice de una manera aún más gráfica, dice, porque mejor es perro vivo que león muerto. Muchas veces resulta mucho mejor reconocer que tienes miedo que no sabes qué hacer. Mejor es buscar ayuda de parte de Dios o de otros que insistir en sacar agua de tu propio pozo seco con recursos que en realidad no posees.

Hay que pedirle al Señor sabiduría y dirección. El Apóstol Santiago dice en Santiago, Capítulo 1, “Si alguno tiene falta de sabiduría, qué debe hacer, pídala a Dios el cual da abundantemente y sin reproche, y le será dada…”

Lo primero que yo busco cuando tengo necesidad o una tarea en mi vida, es pedir ayuda. Señor, dame sabiduría, dame la estrategia. Yo creo en Dios que habla, un Dios que ilumina, que nos dice por dónde tenemos que caminar. Dios promete en salmos 8:32, te haré entender, dice el Señor, y te enseñaré el camino que debes andar. Es una promesa.

Usted puede ir ante Dios y decirle, Padre, yo tengo aquí una promesa que dice que tu me enseñarás el camino en que debo andar. Yo necesito sabiduría, dame sabiduría. Y Dios tendrá que ser fiel, él es fiel. El Espíritu Santo es el instructor por excelencia.

Dice la Biblia que él nos llevará hacia toda la verdad. Cree, pídele al Señor sabiduría y humíllate, pídele con fe creyendo esa promesa de que él te dará abundantemente lo que le pides. Dile, Señor, la verdad es que yo no tengo lo que necesito. Mis manos están vacías. Tengo que dar a luz y me he quedado sin fuerzas.

Dios no permitirá que quedes en vergüenza. Él mismo nos llama a confiar en él. Encomienda a Jehová tu camino y confía en él, dice la palabra, y él hará. Ese, ‘él hará’, hermanos, cubre todo. Él hará. Qué hará? Lo que tu necesitas. El obrará como él sabe obrar. Exhibirá tu justicia, dice la palabra, como la luz y tu derecho como un medio día. En la debilidad hay gran poder. El reconocer nuestra debilidad, en cultivar deliberadamente un sentido de insuficiencia, hay poder. Por qué? Para el hombre sin Dios, la mujer sin Dios, el cultivar debilidad lleva a la depresión y al fracaso, lleva a inacción.

Ahora, para el hijo de Dios, la mujer de Dios cuando cultiva debilidad en el espíritu lo que hace es reconocer, yo no tengo la victoria pero Dios sí la tiene. Yo no tengo la respuesta, pero Dios es más que capaz para darme toda la sabiduría que necesito. Yo no tengo el poder, pero Dios es todopoderoso. Yo no tengo las armas, pero Dios me ha prometido toda su armadura.

Y cuando quitamos la mirada de nosotros mismos reconocemos nuestras limitaciones y ponemos nuestra esperanza exclusivamente en Dios, nuestra debilidad se convierte en la plataforma perfecta para que pueda desplegarse todo el poder del cielo a nuestro favor.

El Apóstol Pablo declara que cuando soy débil, qué pasa?, entonces soy fuerte, por tanto, dice, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades para que repose sobre mí el poder de Dios. Un hombre, una mujer, tiene que despojarse primero de su autosuficiencia y su falso sentido de independencia y decir, ¿Saben qué, Señor? Me vacío de todo eso. Lléname ahora con tu espíritu y enséñame el camino por donde debo andar.

Josafat se humilla, reconoce su profunda limitación, piensa, esto es demasiado grande para mí, no podemos, no tenemos las armas, no tenemos posibilidad de victoria, excepto por la misericordia de Dios. Ahí comienza, queridos hermanos, el poder de un hombre, o una mujer de Dios, en reconocer, yo no puedo hacerlo, necesito la gracia de Dios.

Hermanos, eso es lo que nosotros estamos haciendo. Yo le estoy diciendo, Señor, hay algo que tiene que hacerse en esta nación, hay algo, esta iglesia tiene que entrar a otro nivel, pero yo no lo puedo hacer. Esto no es cuestión de que un pastor fabrique una actitud, una atmósfera, tiene que ser Dios.

Si nosotros vamos a hacer lo que yo siento que tiene que hacerse, no puede ser el hombre, nuestra parte tenemos que clamar al Señor, Señor, estamos aquí, sabemos que hay una gran tarea que conquistar, pero necesitamos tu visitación, porque nosotros no lo podemos hacer por nosotros mismos.

Hay que estar conscientes uno de su debilidad. Esa unción ilimitada del cielo que vendrá en respuesta a nuestra admisión de insuficiencia, metida en la vasija vacía que le hemos provisto al poder divino, por medio de nuestro humilde reconocimiento, será más que suficiente para sacarnos del hoyo y establecernos sobre terreno seguro.

La decisión de Josafat de humillarse y buscar sabiduría de parte de Dios es inspiradora y ejemplar. Pero su búsqueda de la ayuda divina no queda ahí, se nos dice que adicionalmente Josafat hizo pregonar ayuno a todo Judá. Primeramente fue específico en reconocer su situación. En segundo lugar clamó a Dios, se humilló, reconoció su insuficiencia. Y en tercer lugar llamó a compañeros que lo ayudaran en su necesidad y en su clamor. Convocó que todo Judá.

En una cultura teocrática como Judá, el reino no solamente funcionaba como un líder político, sino también como cabeza espiritual. Poseía la autoridad para convocar a todo el pueblo y clamar y ayunar y no titubeó en usarla, involucró a toda la nación en apelar a Jehová para una intervención milagrosa.

El escritor provee más detalle añadiendo:

“… Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová…”

Qué principio vemos aquí? oración, sí, pero quizás más importante aún, vemos un tercer principio muy significativo, oración en comunidad. Eso es lo que vamos a hacer esta semana. En la oración mientras más gente comprometida tenemos en la trinchera con nosotros, más poderosos y efectivos podemos ser. El Señor Jesucristo declaró, donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí yo estoy en medio de ellos. Y también dijo, si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra, acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.

Por medio de estas imágenes de pluralidad el Señor quiso subrayar el poder que hay en la unidad, en el acuerdo espiritual entre los creyentes. Yo creo en la oración individual, y siempre he aclarado que la oración colectiva no es sustito para la oración privada.

Pero, amados hermanos, hay situaciones en que tu tienes que buscarte un amigo, un compañero de trinchera y decirle, mira, ayúdame a orar porque lo que tengo por delante es tan difícil y tan grande que orando solo lo único que voy a lograr es decaer en mi ánimo.

Cuando nos amarramos a dos o tres compañeros de oración eso nos da ánimo para seguir adelante. Así que, ora con otros hermanos, búscate gente de fe para lidiar juntos las batallas de la vida. Vive la vida en comunidad con creyentes de igual convicción. No trates de pelear la batalla solo. No seas como Elías que cuando vino el ataque diabólico se fue solo al desierto, cayó en una profunda depresión y terminó deseando la muerte.

Porque cuando nos aislamos y abandonamos la comunidad de fe alrededor de nosotros, el diablo nos puede asestar el golpe de gracia mucho más fácilmente. Sabes, cuando te estás deprimiendo, cuando estás bajando tu temperatura espíritu, sabes lo que tienes que hacer? En vez de quedarte en tu casa, huye por tu vida y ven a la casa de Dios y refúgiate y busca ayuda de parte de tus hermanos, ora junto con alguien. Amárrate con alguien y dile, hermano, necesito ayuda. Ora por mí. Tengo una tentación, tengo una lucha, agárrate conmigo y vamos a ir delante de Dios para buscar gracia de parte de Dios.

Es importante… Dios nos ha hecho un cuerpo, debemos apoyarnos unos a otros. Tenemos que buscar ese fuego de nuestros hermanos para que nuestra braza se apague. Ahora, cuando decimos, yo no puedo hacerlo solo, necesito la gracia de Dios, ahí es donde comienza el poder de un hombre, una mujer de Dios. Reconocer esto.

Basado en ese profundo reconocimiento vas y buscas sabiduría. Reconoces el peligro. Admites tu total incapacidad y te refugias como un niño en el poder de tu Dios. Esa unción ilimitada del cielo, metida en la vasija vacía que le has provisto al poder divino, por medio de tu humilde reconocimiento será más que suficiente para sacarte del hoyo y establecerte sobre terreno seguro.

Casi voy terminando. Dice aquí, de paso las batallas de la vida hay que pelearlas por medio de la oración insistente como hizo Josafat. De nada sirve la fe si no se manifiesta a través de peticiones concretas y persistentes. El gran reformador Martín Lutero, oró, amado Señor, aunque estoy seguro de mi posición no puedo retenerla sin ti, ayúdame o estoy perdido.

La oración efectiva requiere ese tipo de pasión y convicción. C. Spurgeon, el gran predicador inglés del siglo XIX escribió: “La oración jala la soga abajo en el mundo y la gran campana suena arriba en el oído de Dios. Algunos apenas mueven la campana, dice Spurgeon, de lo lánguidas que son sus oraciones, otros solo le dan un tirón ocasional a la soga, pero el que se comunica con el cielo, es el hombre que agarra la soga con denuedo y tira de ella continuamente con todas sus fuerzas. El Apóstol Pablo aconseja, por nada estéis afanosos sino sean conocidas vuestras peticiones en toda oración y ruego.

En otras palabras, en vez de llorar, ora. En vez de que te tiemblen las rodillas, dóblalas. Si están dobladas no van a poder temblar. Esto me recuerda el chiste acerca del joven ministro que fue invitado a predicar al seminario del cual se había graduado. Cuando llegó el momento de pararse a predicar, se puso de pie y dijo, Lo que tengo que decir debe ser bastante bueno porque ya mis rodillas están aplaudiendo. Ya hemos señalado, hermanos, que la oración, como la fe, no es solo para sacarnos de los aprietos y de las crisis, la oración debe bañar y saturar todo lo que hacemos. Es la bandera que va delante encabezando todos nuestros esfuerzos. Debe ser el antes y el después de toda nuestras visiones y proyectos. Es el elemento que debe fundamentar y puntualizar todos los eventos y actividades de nuestro día.

Martín Lutero declaró, tengo tanto que hacer que debo pasar las primeras tres horas de cada día en oración. Yo creo mucho en la oración preventiva. No esperes a que el diablo esté a la puerta para destruirte, para entonces comenzar a orar. Ora continuamente para mantenerlo neutralizado, para forrar tu vida preventivamente contra sus ataques.

El mejor tiempo para orar es cuando todo está bien, cuando no hay nubes en el cielo y el corazón está tranquilo y en paz. En esos tiempos de quietud y aún de prosperidad, como José en Egipto, atesora oraciones en el cielo para cuando venga el día malo de la sequía y la carencia. Llénate de tal vitalidad y poder, cubre todas las ventanas y puertas de tu vida de tal manera que el enemigo, cuando emprenda el ataque y pretenda lanzar sus dardos de fuego hacia el interior de tu morada, encuentre tu casa blindada y protegida por los muros del cielo, erigidos ladrillo a ladrillo por tu oración persistente. Amén.

Lo vamos a dejar ahí, hermanos, pero hay muchos principios importantes que apuntamos en este libro acerca de la vida de oración, la vida de alabanza. Estos son solamente algunos principios específicos. La vida de Josafat es una vida tremendamente elocuente a nivel del espíritu. Y usted puede aprender mucho.

Yo le suplico, de nuevo, porque este es el programa que Dios nos está dando como iglesia. Y por alguna razón Dios me puso a escribir sobre este hombre que su vida es elocuentísima y nos habla y nos instruye así que yo les animo, hermanos, en el nombre del Señor, a mí no me interesa hacer un solo centavo de ese libro, no tengo que ni siquiera aclarar eso, pero yo quiero que mi pueblo camine parejo.

Búsquese el libro, hágalo un apoyo para su vida de oración y de meditación y vamos a hacerlo como un manual de instrucción espiritual para todos nosotros y yo sé que Dios va a hacer esa obra.

Esta tarde, al final del servicio si usted no compró su libro, lléveselo, ahí va a estar disponible al final. Yo espero que esté disponible a ambos lados de la salida y si no es así los hujieres por favor ayúdenme en esto para que usted se lo pueda llevar y estudie y sobre todo esta semana, hermanos, vamos a levantar un clamor delante de Dios. Vamos a unirnos como Josafat, vamos a decir, Señor, tenemos que dar a luz pero necesitamos fuerza de parte de ti.

Pónganse de pie ahora. Vamos a darle gracias a Dios por todo lo que él ha hecho y terminemos como comenzamos, hermanos. Bruno, dale a ese piano hasta que se rompa en pedazos. No vamos a terminar con un gemido si comenzamos con una explosión de fe, vamos a darle gloria y honra al Señor.

Estos guerreros no se me rindan ahora. Vengan acá. Suban acá y vamos a terminar con un espíritu firme, hermanos. Tenemos que aprender lo que es el espíritu de la guerra, hermanos. Dios quiere bendecirnos pero tenemos que quitarnos la grasa de bebé. Vengan por acá y ponernos la armadura del guerrero que no se baja fácilmente.

Iris, ven por aquí mi hermana, deja eso tranquilo y ven por acá. Ven. Tenemos que aprender lo que es comportarnos como guerrero hasta el último momento, hermanos.

Gracias Señor, gracias. Cambia nuestro corazón, danos más, Señor, de tu fuerza. Danos más de tu fuego, Padre. Danos más de tu actitud aguerrida, Padre. Señor, transforma nuestro pueblo, transforma nuestros corazones. Levanta, Señor las tiendas de tu pueblo, Padre. Enséñanos, Señor, cómo caminar. Enséñame a mí primero. Cambia mi corazón, Señor. Cambia nuestros corazones, cambia nuestra mente, cambia a este pueblo, Padre. Cambia sus corazones, Señor, créate un ejército verdadero que traiga honra y gloria a tu nombre, Señor.

Envía tu espíritu. Hermanos, clama conmigo antes de irte, clama conmigo. Pídele al Señor, sal de aquí blindado. Sal de aquí con la unción de Dios sobre tu vida. No permitas que el diablo te arranque lo que tu has experimentado esta tarde.