El don de dar con generosidad

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Tengo la misión de poder hablarles acerca de lo que hay en el corazón de nuestro pastor y es interesante porque estamos viviendo los últimos pasos del desafío para poder terminar la construcción del nuevo santuario. Cuántos están contentos por eso?

Probablemente alguno dirá, Señor, no habita en templo hecho por manos de hombres. Pero lo pasamos bien aquí cuando le cantamos al Señor, o no? aquí hay un montón de templos, ya el Señor habita en nosotros. Pero cuando nos reunimos el Señor trae bendición. Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar, morar, compartir los hermanos juntos en armonía.

Y ahí hay un detalle de la gracia y de la obra del Espíritu Santo y al final dice, porque allí envía el Señor bendición y vida eterna. Sabe cuál es el objetivo de que nos podamos juntar un día en la semana o dos días en la semana? Es que ese momento, cuando usted lo disfruta con sus hermanos, usted salga bendecido. Dígale a su hermano, tu vas a salir de aquí bendecido, por dos razones, dígale, porque el Señor te va a bendecir y porque me viste y porque estoy sentado a tu lado.

Usted sabe que la historia de José dice que el Señor bendecía por causa de José, los que estaban alrededor de él eran bendecidos, así que usted si usted tiene algún hermano a su lado, el hermano debiera sentirse orgulloso de estar bendecido porque está usted a su lado. Y usted debe tener la responsabilidad de bendecir a su hermano que está a su lado, de ser un motivo de bendición.

Sabe, es bueno que cada uno de nosotros pueda entender que necesitamos completar la obra que el Señor nos ha permitido hacer. Este es un tiempo especial para nuestra iglesia donde el reconocer la fidelidad de Dios está a prueba por parte de nosotros. Con esto quiero decir, cuántos de nosotros reconocemos la fidelidad del Señor? El Señor ha sido fiel? El Señor ha estado con usted aún en esos momentos que aún hasta la sombra se le va?

La generosidad de cada uno que como parte de una visión nos hace responsable de terminar la obra que se nos ha encomendado. Hay muchas maneras de mostrar a Dios nuestra gratitud, pero una de las más difíciles es con la constante de dar. No es fácil dar. No es fácil entregar. Al único que le demandamos que dé es al Señor, “Señor, dame, Señor, dame, Señor, dame.”

Y a veces llegamos con la lista de supermercado a la orilla de nuestra cama y en reverencia nos arrodillamos y comenzamos y le presentamos la lista de supermercado. “Señor, dame esto, dame lo otro, me falta esto, me falta lo otro.” Y Dios es tan bueno que nos escucha. Y aún muchas cosas de esas nos responde, y aún muchas cosas de esas él nos las da. Él es fiel. Y no hay otra manera de describir la fidelidad del Señor en nosotros.

Cada uno de nosotros debe entender que estamos en un momento donde la iglesia debe aprender a entrar en la dinámica del reino, de entender que en algún momento de nuestro caminar vamos a tener la oportunidad de ofrecer sacrificio de adoración y alabanza en el área de dar en la obra del Señor.

Nosotros sabemos que dar en la obra es un acto de adoración. Aún la palabra del Señor nos recomienda que cuando nosotros vamos a dar, vamos a adorar, estemos a cuenta con nuestro hermano. Nosotros no podemos llegar delante del Señor ni con una ofrenda monetaria ni con una ofrenda de adoración, si no estamos a cuenta con nuestro hermano. Así que es un desafío constante para nosotros.

No muchas congregaciones tienen la oportunidad de proyectarse hacia estos desafíos. Saben, en Massachusetts hay cientos de congregaciones. Los que llegan a estos desafíos son muy pocos, y aunque es el sueño de cada uno de nosotros como pastores y ministerios, no todos alcanzaremos esta tarea. No está mal hacerlo.

Pero a los que se les permite el Reino de esta manera, somos desafiados constantemente a cumplir con esta labor que el Señor nos ha encomendado. El significado de dar es ceder o entregar algo, alguna posesión, alguna cosa que usted tenga. Pero el dar generosamente significa dar o entregar aún más allá de los intereses o utilidades que podamos conseguir nosotros. Y es ahí donde está el desafío de la iglesia del Señor, llegar a esa dinámica del Reino de dar generosamente es cuando comprendemos que nosotros dependemos de Dios.

Cuántos han aprendido a depender de Dios? Si el Señor ha vestido las flores y los campos, el Señor será fiel con su creación. El Señor ha sido fiel con usted? En la acción de dar generosamente, necesita estar más alto de lo que algunas personas nos puedan decir. Muchas veces somos cuestionados por nuestras familias, nuestros amigos, o incluso la sociedad. Dígame que no le han dicho, “Oiga, usted le entrega el 10% al pastor?” “No, yo le entrego el 1 nomás.”

A cuántos no le han dicho eso? “Y tu le entregas el 10% a la iglesia? Y ese pastor mire el carrito que tiene. Mire las casas que se ha comprado.” A cuántos no nos han dicho eso?

Pero sabemos dónde está nuestra bendición. Y sabemos que no le damos al hombre, obedecemos al Señor. La iglesia del Señor es la única entidad humana y organismo viviente donde la prosperidad y la abundancia se basan en dar al Señor lo que él nos está demandando.

Sabe que el Señor no le pidió a Isaac, solo dame la pierna de Isaac nomás. Se lo pidió entero. Y ahí fue con Isaac. Isaac estaba esperando el cordero, no sabía que era él. A veces el Señor nos pide todo para darnos todo. Muchas veces el Señor nos pide todo para que todas sus promesas comiencen a ser activadas en nosotros.

Sabe por qué le estoy diciendo esto? Porque la iglesia, la congregación León de Judá está entrando en el último tramo del santuario y necesitamos que usted, que la iglesia en general, todos los que nos escuchan en el internet, los que nos van a ver algunos días después, los que van a venir el domingo, puedan venir con una consciencia de reino de decir, “Yo quiero que la obra del Señor se cumpla.”

Hay tres principios, primero sabemos que todas las cosas son de Dios. Salmo, capítulo 24, versículo 1, dice que de Jehová es la tierra y su plenitud. De Jehová es la tierra y su plenitud. Así que de él son todas las cosas. Si nosotros podemos comenzar a entender eso, vamos a comenzar a entender que al Señor no podemos negarle nada. El segundo principio es que todas las cosas provienen de Dios.

En primera de Crónicas, capítulo 29, versículo 12, dice ‘las riquezas y la gloria proceden de ti y tu dominas sobre todo, en tu mano la fuerza y el poder y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.’

Aún si tenemos la capacidad más extraordinaria que puedan ser registradas en este estado, en este país, el Señor en su misericordia no dio eso. Si tenemos las habilidades, si tenemos la inteligencia y la sabiduría para hacer buenos negocios, no es por un asunto de nosotros, es porque Dios nos dio esas habilidades.

Así que todo es del Señor. Todo proviene del Señor, aún nosotros. En el libro de Salmos, capítulo 100, versículo 3, dice así la palabra del Señor, “reconoced que Jehová es Dios, él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. Pueblos suyos somos y ovejas de su prado.”

El don de dar con generosidad se activa cuando entendemos o entramos en el proceso de entender que de Dios provienen todas las cosas. Nada de lo que tenemos es nuestro por lo tanto, cuando el Señor nos pida, no porque él necesite, sino que él nos prueba, prueba nuestra obediencia, prueba nuestra gratitud y él no dice dame.

Así que si usted cree que esto es una prueba, dígale gracias, Señor. Siempre creemos que las pruebas son como hermanas de las tentaciones. Sabe lo que es una prueba en el Señor? es un examen. Cuántos han dado exámenes en la escuela, en la universidad? Hay algunos que están en los finales, no sé si es la final de la copa del mundo o en alguna otra final, pero las finales, están dando prueba de la prueba. Te miden, qué miden? Lo que tu has estudiado, lo que tu has aprendido en el proceso. Las pruebas que el Señor nos envía a nosotros, si consideramos que darle al Señor es una prueba, es producto de lo que él nos ha enseñado en el camino de la fe.

Él nos ha sostenido, él ha sido nuestro proveedor, él ha sido fiel, de él vienen todas las cosas. Por lo tanto, cuando él dice, ‘hoy día los voy a probar,’ nosotros tenemos que pasar ese examen con una alta calificación. Decirle, ‘Señor, es para ti. Señor, yo aprendí. Señor, yo confío en ti. Sé que tu no me abandonarás, sé que tu no me dejarás, sé que todas las cosas provienen de ti, por eso yo apruebo mi examen.’

Así que si alguno de ustedes piensa que darle al Señor es una prueba, más le vale que la pase. Muchos de nosotros quedamos reprobados. Aquí hay maestros en esta iglesia que saben lo que es reprobar un alumno, y saben lo que es promocionar a otro.

El creyente generoso entiende no solo que Dios es el dueño, sino que además, mire, Dios nos permitió ser sus socios administradores de la creación. Quién le va a dar a usted parte de su capital? Nadie. Quiere ser socio y tu no pones ninguno. Solo el Señor nos permitió vivir de esta sociedad que él nos ha permitido disfrutar, así que somos administradores de las bondades del Señor.

El creyente generoso honra a Dios con sus bienes. Esto lo puede ver en Proverbios, capítulo 3, versículos 9 y 10. El creyente generoso es prosperado en todo. Esto lo dice también Proverbios, capítulo 11, versículo 24 y 25. En todo. Son las promesas del Señor. Usted le cree al Señor? usted le cree al Señor? cree que el Señor cumple sus promesas? Cree que el Señor no se olvida? Yo creo que el Señor no se olvida.

El creyente generoso recibe de la misma forma en que da. En Lucas, capítulo 6, versículo 38 vemos esto. El creyente generoso da con alegría. A Dios no le agradan las caras largas.

Segundo libro de Corintios, capítulo 9, versículo 6 y 7. El creyente generoso se siente y vive más dichoso cuando da que cuando recibe. Mire, lo que es dar en el reino, lo que es la dinámica del reino. Ya no nos preocupamos si vamos a recibir. Algunos sacan las cuentas, ‘bueno, si yo doy mil y el Señor dice que nos va a dar a 30.’ Algunos sacan la cuenta, no? 30, Cuál es la otra, 60 70? Y a ciento por uno, guau! Si doy mil ya tengo para mí palacio.

Y probablemente cuando comenzamos en este proceso de dar, esta mentalidad natural, humana, nos dice, ‘bueno, el Señor me va a bendecir y me va a dar el doble, el triple.’ Pero en la medida que vamos aprendiendo a entregarle al Señor lo que de él es, nosotros ya no nos preocupamos si vamos a recibir o no porque sabemos que él tiene cuidado de nosotros.

Esa es la confianza que debemos tener. La generosidad de los hijos de Dios siempre ha sido un distintivo especial. La gente del mundo no se explica la economía de Dios. La gente en el mundo no se explica cómo en las iglesias se puede hacer tanto con tan poco. Es que nosotros tenemos al creador de todas las cosas, tenemos a aquel que hizo todo de la nada. Por fe creemos que el universo fue constituido por la palabra. Cómo no estar agradecidos del Señor.

En la medida que Cristo con su poder salvador y el Espíritu Santo con su poder de convicción nos facilitan cada día más la decisión de dar a la obra. Hay tantas promesas dadas en la palabra para los que dan, pero cuando dejamos de mirar los beneficios de dar y nos concentramos en aquel que es el auténtico dador de donde provienen las cosas, entonces no nos desesperamos.

Cuando usted da, no se preocupa cuando el Señor le va a dar lo que él tiene para usted. Porque cuando le damos pensando en él, estamos diciendo, ‘Señor, sostenme en tu mano. Yo me afirmo en ti. Yo no necesito otra cosa.’

Ni aún con todo el dinero que usted pueda ganar, ni aún con todas las habilidades que usted o yo podamos tener vamos a reemplazar el poder generoso del Señor. El Señor es un Dios generoso. Dios es un Dios generoso. Y hoy día le hablo a su espíritu para que usted pueda en estos días decir, ‘Señor, enséñame a vivir para dar lo que tu quieres que yo dé.’

A lo mejor usted dice, ya lo he dado todo, y el Señor le dirá, ‘A lo mejor te falta algo.’ Propongámonos en nuestro corazón que el Señor ponga en nosotros el deseo ferviente y ardiente de ser generosos en su obra.

Cuando una iglesia es generosa Dios no escatima generosidad para su iglesia. Así que falta un pequeño tramo, falta un poquitito. Sabe lo que se hizo el domingo fue un acto profético. Cuando todo a nuestros ojos naturales puede ser negativo, a los ojos espirituales estamos tomando la tierra que el Señor nos está entregando. Sabe lo que significa eso? No significa un imperio ministerial, significa que muchos hombres, miles de hombres y mujeres, van a pasar por ahí y muchos de ellos van a tener la oportunidad de conocer a Jesús como su Señor y su salvador y usted y yo vamos a ser parte de esa gran recogida.

Así que piénselo. Por qué no ora al Señor y dice, ‘Señor, yo quiero estar presente en el último tramo.’ Le dice al Señor, ‘Yo quiero que el siervo que tu pusiste ahí realmente viva la tranquilidad del espíritu y que no se esté estresando ni preocupando más allá de lo normal.’

Esta es una iglesia que ha sido bendecida por el Señor. y mientras más demos más bendecidos vamos a ser. El pueblo que ama al Señor no escatima esfuerzos, no escatima recursos, no busca justificaciones, sino que actúa, actuamos porque amamos al Señor y él nos ha amado.

Un párrafo que me llama mucho la atención, libro de Génesis, capítulo 28, acerca del trato de Jacob y Dios en Betel, versículo 15 dice, “He aquí yo estoy contigo y te guardaré por dondequiera que fueres y volveré a traerte a esta tierra porque no te dejaré hasta que hayas hecho lo que te he dicho.”

El Señor no nos va a dejar, él quiere que lo hagamos y él no nos va a dejar, quiere que cumplamos el propósito para lo que fuimos traídos en esta oportunidad. Y despertó Jacob de su sueño y dijo, “Ciertamente, Jehová está en este lugar y yo no lo sabía y tuvo miedo y dijo, cuán terrible es este lugar, no es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo y se levantó Jacob de mañana y tomó la piedra que había puesto de cabecera…”

Cuántos han dormido en una piedra? Señor, no quiero volver a esa bodega donde dormí los primeros años. Señor, no quiero aparecerme en ese ático donde tuve que pasar frío y calor. Sabe lo que hizo Jacob? Bendijo el lugar donde puso su cabeza. No era nada de cómodo. Nosotros estamos buscando una cabecera más o menos cómoda para nuestra cama que el otro día nos haga levantarnos derechitos sin mayor dolor, y compramos una cabecera cara.

A Jacob solo le costó agacharse y acomodar la piedra y poner su cabeza. Se levantó de mañana y aún con una actitud de adorador, de que entendía lo que Dios estaba haciendo para él, bendice el lugar donde puso su cabeza. Sabe lo que hizo Jacob? Dijo, Señor, esta piedra te la ofrendo por ahora. Por ahora te la ofrendo, pero sé que tu me vas a bendecir y dice al final, “E hizo Jacob voto diciendo, − versículo 20 – si fuere Dios conmigo, ya había bendecido la piedra, ya la había untado en aceite, − si fuere Dios conmigo y me guardare en este viaje, − él estaba haciendo suyas las palabras que ya el Señor le había asegurado que lo iba a bendecir, − en que voy y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios…”

Es el Señor su Dios? Es el Señor su Dios? Es el Señor su Dios? Qué le puede decir hoy día al Señor? dile, y esta piedra que he puesto por señal, no tenía un dólar, pero tenía una piedra. A lo mejor tu no tienes un dólar, tienes una piedra, úngela, porque ahí hay bendición.

“Será por señal, será casa de Dios y de todo lo que me dieres el diezmo apartaré para ti.”

El Señor nos dio primero. El Señor nos dio primero, nos entregó a nosotros primero. Entregó a su Hijo por nosotros. Así que yo no sé lo que tu tienes para bendecir, para prometer delante del Señor, pero quiero decirle algo, hay algo que va a nacer de ti estos días, y se lo vas a prometer al Señor y el Señor te va a bendecir.

Cierre sus ojos un momento. Probablemente muchos de nosotros estamos como Jacob, tenemos solo la piedra en este momento. Pero él entendió la palabra del Señor, él entendió que Dios lo iba a bendecir. Sabe, hay un concepto en las epístolas de Pablo, en la epístola de Corintio dice, “El que siembra escasamente, escasamente segará, pero el que siempre en abundancia, en abundancia segará.”

Sabe, lo interesante de esto es que usa la misma palabra en el tiempo presente continuo, el que siembra, no el que sembró ni el que sembrará, sino el que siembra. Todos los días el Señor está pidiendo de nosotros la siembra. No deje de hacerlo, no deje de decir, ‘Señor, yo voy a sembrar esto.’ Un día puede ser las finanzas, otro día puede ser tu tiempo, otro día pueden ser espacio para servirle a él. Hay tantas maneras de sembrar en tiempos distintos delante del Señor, pero lo que el Señor quiere es que constantemente, continuamente sembremos es lo que él nos está pidiendo.

Señor, Señor todopoderoso, yo te pido por los desafíos de esta congregación, yo te pido, Señor, por lo que ha puesto en el corazón, Señor, de nuestro pastor y de la visión de esta iglesia. Yo te pido, Señor, que tu puedas abrir las ventanas de los cielos, que tu abras los cielos y derrames lluvia de bendición sobre una iglesia que se va a volcar al frente de tu trono para dar en gratitud con generosidad.

Yo bendigo a cada uno, Señor, de los que a partir de hoy día va a hacer un nuevo pacto contigo, va a hacer una nueva promesa delante de ti, Señor, y tu traerás lo que has prometido para cada uno de ellos. Gracias Señor en el nombre de Jesús. Amén. El Señor es bueno? El Señor es bueno?

Vamos a ponernos de pie.