Solícitos en guardar la unidad

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Filipenses 2:1 dice: “…Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia completad mi gozo, sintiendo lo mismo…”

Ahí está ese pasaje. Qué lindo. Ese es como el corazón del pasaje, es como el Espíritu Santo del Padre dice, completen mi gozo, llénenme ya de la bendición que yo necesito. Yo les amo, me gozo en ustedes, pero hagan ese gozo totalmente pleno y manifiesto al sentir ustedes lo mismo.

Qué quiere decir sentir lo mismo? La expresión griega quiere decir, pensando una cosa como pensando lo mismo. Es ser de una sola mente, un solo pensamientos, una forma de pensar, siendo Congregación León de Judá una familia unida, una familia que sea tan armoniosa que es como si tuviéramos una sola mente, un solo pensamiento, unidos por el Espíritu Santo.

Ese es la oración de Jesús. Padre, que sean uno, como tu yo somos uno. El Señor quiere que nuestra iglesia perfeccione ese amor, que pongamos todas las rencillas a un lado, todas las divisiones de clase, de raza, de nacionalidad, de proveniencia socio económica, de educación.

Cuando nosotros entramos aquí todo eso se queda allá afuera. Aquí somos hijos de Dios, siervos de Jesucristo, discípulos del Señor, creyente en él, unidos por un solo espíritu, una sola fe, un solo bautismo, un solo amor, como dice la palabra, un solo Señor. Eso es lo que el Padre quiere y nosotros tenemos que pedirle al Señor, Padre, quita toda rencilla, toda murmuración, todo chisme, todo resentimiento entre nosotros. Ayúdanos a ser solícitos, dice, en guardar el vínculo del amor. Solícitos quiere decir que hay que esforzarse, hay que ser como un mesero es solícito de que su cliente está en la mesa, tenga el agua que necesita, se le cayó una servilleta, y antes que toque el piso, ya la está cogiendo.

Usted ha ido a un restaurant de esos bien caros? Donde esos mozos están mirando como vigías en una esquina. Desde que el vaso se le bajó un poquito del agua, viene y le echa un poquito más. Solícito. Eso es un mozo solícito. Nosotros tenemos que ser así, solícitos en agradar al Padre, y solícitos en guardar el vínculo de la unidad.

Es decir, cualquier cosita, muchas veces nosotros no somos solícitos. Desde que alguien dijo algo que no me gustó ya de una vez me enciendo, desde que hicieron que no me cayó bien, desde que no me llamaron, desde que no me invitaron, desde que no me pusieron allí como un vidrio de Belén, ya me siento ofendido. Entonces no somos solícitos.

Eso quiere decir que cuando tu veas que se está acalorando la conversación, retírate de una vez, en vez de seguir dándole más leña al fuego para que el vínculo del amor permanezca. Una congregación tiene hacer un voto de armonía.

Dice, “… completad mi gozo sintiendo lo mismo…” siendo de una sola mente, siendo de un solo corazón, siendo de un solo sentir, una sola actitud, un solo deseo, sintiendo lo mismo, una misma cosa. Dice:

“…Nada hagáis por contienda o por vanagloria…”

Fíjense que todo esto va a una cosa y usted lo va a ver dentro de un momento, y es la semana de la pasión. Él está en realidad poniendo la aplicación antes de la exposición. En otras palabras, eso que él está diciendo debiera estar al final de lo que viene, pero él lo pone al principio, y entonces usa lo que sigue como una ilustración de lo que él está pidiendo que hagamos.

Entonces, entonces está diciendo, rece a León de Judá, sean de un mismo sentir, sean una iglesia unida, sean hermanos que se aman unos a otros, que esté solícitos en guardar el vínculo de la paz. Nada hagan por contienda o por vanagloria.

Cuando yo me paro aquí yo tengo que decirles, Señor, quítame toda pretensión, todo deseo de hacer nada por mí mismo, de ensancharme a mí mismo, o de recibir algo de la gente. Yo tengo que examinar mi corazón muy bien cuando hago cualquier cosa aquí arriba, porque yo sé lo peligroso que es cuando uno hace cualquier cosas por vanagloria, por orgullo, por llamar la atención hacia sí mismo o por de alguna manera, darse un guille, como dicen los puertorriqueños, o un momentito allá, qué bueno, qué grande… No.

Uno tiene que subir aquí, desvestido de toda pretensión humana y asimismo usted tiene que hacer en su ministerio, lo que usted hace, si usted es líder de una célula, si usted trabaja como hujier. Guau, qué bien se ve este uniforme, qué lindo me veo hoy domingo. No, usted tiene que desvestirse de toda vanagloria y también nada hacerlo por contienda.

A veces que nosotros hacemos cosas, ah, para que vea, para que se den cuenta. Ni por vanagloria, que es una cosa… ni por contienda, sino las dos cosas, negativo y aparentemente positivo, nada debemos hacer nosotros. Tenemos que examinar nuestro corazón cada vez que nosotros estamos ministrando en un grupo o en lo que sea, hay que decir, Señor, solo por tu misericordia y tu bondad.

Cuando una congregación hace eso, hermanos, cuando está compuesta de gente así, es la bendición y la gloria más grande de Dios. Dios desciende sobre una iglesia así. Dice:

“…No hagan nada por vanagloria ni por contienda, sino más bien con humildad…”

Tenemos que pedirle al Señor que nos enseñe lo que es verdaderamente la humildad.

“…Estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismos…”

Ese es un principio que se repite muchas veces en la Escritura. Si yo fuera un predicador pentecostal, les diría a ustedes ahora mismo, mira a su hermano a su derecha, por qué no lo hace? Mire a su hermano y dígale, tu eres superior a mí. Dígale. Eso si yo fuera pentecostal. No quiero decir que tenga un complejo de inferioridad, porque el complejo de inferioridad no agrada a Dios.

Lo que está diciendo es que tu tienes que mirar a tus hermanos y ver lo bueno que hay en ellos y en un sentido ver tanta bondad en ellos y estar tu tan consciente de tu defecto y tu pecado, que es como si vieras a tu hermano y dijeras, él es mucho mejor cristiano que yo. Lo que está diciendo es…

Porque muchas veces nosotros siempre estamos mirando lo bueno que nosotros tenemos y lo malo que tienen los otros. Yo creo que la Biblia nos invita, no, mira lo bueno que tienen los demás y mira tu mismo y ve todo tu pecado y todo lo que te falta por caminar. Y entonces que tu digas, guau, verdaderamente.

Es así, hermanos, hay mucha gente que está aquí en el púlpito sirviendo a Dios y llevándose mucho la gloria y hay gente en los asientos que llegarán primero al Reino de Dios antes que ellos. Yo entiendo eso muy bien. Y uno tiene que estar consciente de eso continuamente. Uno tiene que estar consciente de la bendición que hay en la persona más humilde.

Nosotros muchas veces nos exaltamos tanto a nosotros mismos, no estamos lo suficientemente conscientes de nuestra propia pobreza espiritual. Si hay algo que tu has hecho que tu crees que te mereces gloria, renuncia a eso inmediatamente. Ve siempre lo bueno que hay en tu hermano y exáltalo y bendícelos y vete en tu pobreza espiritual. Y eso, en vez de hacerte inferior, te va a levantar.

Miren lo que dice aquí, “… no mirando cada uno por lo suyo propio sino cada cual también por lo de los otros…”

Usted ve todo eso, esos primeros 4 versículos es una invitación a lo que es la ética congregacional de la familia de Dios: no hacer nada por vanagloria, por contienda, estar consciente de su propia pobreza, estar consciente del mérito del hermano, esforzarse por mantener el vínculo de la armonía unos con los otros, no estar uno protegiendo su pedacito.

Muchas veces nosotros somos así, como los perros que gruñimos cuando nos van a quitar el hueso. Si yo me senté en el mismo lugar por 10 años y se me sienta alguien allí, olvídate, que enseguida… grrrr…. Salen todas las púas. Si el hermanito me está molestando porque estoy cantando desafinado, le hago dejar saber que me está molestando. Se sentó alguien, se me pegó un poquito demasiado porque tiene un abrigo… no mirando cada uno por lo suyo propio, sino también por lo de los otros.

Es el tu quitarte la mirada de ti mismo y ponerla sobre el otro en una forma benévola, llena de gracia. Es la ética de la gracia. Entonces, habiendo dicho todo eso, fíjense esa es la parte práctica de este pasaje, entonces él usa un ejemplo de alguien que llevó eso a su máxima expresión. Quién es ese? Jesús. Esta semana nosotros celebramos precisamente ese acto. Dice entonces:

“…Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús…”

En otras palabras, Cristo ejemplificó todo eso que está ahí, él no miró lo suyo propio, él no hizo nada por vanagloria, no hizo nada por contienda, él veía lo bello en los demás, todo lo hacía con humildad, no buscando su propio placer, su propia comodidad sino la de los otros. Dice:

“…Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús – y él entonces él explica por qué Cristo ejemplifica eso en el nivel máximo. Mire cuál era la condición de él –

Si yo soy o usted tratamos de ser humildes es porque sabemos que no nos queda otra, porque la verdad es que no merecemos gran cosa, pero el Señor tenía todo el derecho de exaltarse a sí mismo, de ser vanagloriosa, porque era verdad todo lo bueno que se pueda decir, él lo ejemplificaba. Dice:

“…El cual siendo en forma de Dios – y yo no voy a exponer, porque es un pasaje glorioso y sublime, y voy a resistir porque ya lo quiero soltar, pero dice − … el cual siendo en forma de Dios – en morfe Teu, esa es la palabra de forma, Teu, Dios, en morfe Teu – siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios…”

Ahí está la divinidad de Cristo. Como cosa a qué aferrarse, no se agarró a nada, sino que todo lo contrario, se despojó a sí mismo, se robó a sí mismo, se vació, es la palabra, quenosis. Quiere decir él se vació, se despojó, se deshizo a sí mismo, “…tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres y estando en la condición de hombre se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz…”

Ahí está la exposición de lo que nosotros se supone que hagamos. Él ejemplifica eso en forma máxima y tu y yo se supone que lo usemos a él como modelo. En vez de solamente, oh, Señor qué bueno tu eres, qué grande tu eres, te alabamos. No, Señor, ayúdame a ser como tu en todo tu comportamiento, en toda tu forma de ser.

Porque ¿Saben qué? Esa actitud es la que atrae lo que sigue en la vida de un hijo de Dios. Dice:

“…Por lo cual Dios también − como él hizo eso, Dios hizo su parte, dice,− le exaltó hasta lo sumo…”

No podía llevarlo más alto “… y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que en nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra, y aún debajo de la tierra…”

Los demonios un día van a tener que arrodillarse, los principados, las potestades, todos los poderes del infierno van a tener un día, también… porque ellos tienen autoridad, ellos tienen su propia gloria diabólica, pero la tienen, pero un día van a tener que arrodillarse cautivos, un día toda la creación va a tener que reconocer, los ateos, los vanidosos, los materialistas, los filósofos que no quisieron reconocerlo, los artistas que quisieron tener su propia gloria en vez de dársela al Señor, los filántropos que cogieron demasiada gloria para sí mismos en vez de decir, ese dinero que yo di, es porque Cristo me lo dio, Dios me lo dio.

Toda esa gente va a tener que humillarse delante del Señor. Los animales, las aves, los peces, los insectos van a elevar una sinfonía de adoración al Señor. Eso va a ser algo increíble.

“…Toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre…”

Usted ve, hermano, ese pasaje que dicen que es uno de los primeros himnos que se cantaba en la iglesia, haya pues en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús el cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios. Se cree que es un himno que se cantaba en la iglesia.

Hubo una confesión, un credo, pero el origen de eso es un llamado a nosotros a modelar y ejemplificar eso que Cristo modeló en una forma extraordinaria. Esta semana de la pasión, como se llama, esta semana de Semana Santa nos invita a reflexionar sobre la forma de vivir de Jesucristo, la forma de ser de él, lo que lo trajo a la tierra, lo que lo llevó a la cruz, lo que lo llevó a adelgazarse y meterse en el cuerpo transparente de un bebé y vivir como un hombre, como dice la Biblia, que es sin atractivo para que nadie lo deseara.

Si Cristo hubiera pasado por una de nuestras calles hoy, nosotros ni siquiera nos hubiéramos detenido un momento a mirarlo porque era un hombre sencillo, humilde, ordinario en su apariencia física, no era Brad Pitt, en formas de hoy día.

Una de las cosas que yo creo a veces, esta serie… la serie la Biblia, qué lindo y qué bueno, pero yo no creo que Jesús era un artista de cine en su apariencia. Jesús era un hombre muy dice, sin atractivo para que lo deseemos, no es para que lo deseemos, sino sin atractivo para que nadie lo deseara, es decir, que era simplemente como que hubiera caminado por allí y parecía un jibarito de Roxbury o de Jamaica Plain. Eso era Jesús, él no era un hombre llamativo ni nada, era el Hijo del hombre, era como una mezcla de toda la humanidad, parecía brasileño, africano, árabe, era una mezcla de razas, era como la humanidad misma decantada, un hombre promedio.

Yo creo que él se hizo así, humilde, sencillo, ordinario y Dios dijo, guau, me agrada mi Hijo, mire qué bello, entonces lo levantó. Cuando uno vive en esa manera, Dios lo levanta. La gente cree que es tocando tu propia trompeta como tu llegas a la gloria, es todo lo contrario, es metiéndote en una esquina para que nadie te vea y diciendo, Señor, si tu quieres, levántame y ponme tu en el medio. Muchas veces nosotros peleamos por los mejores puestos, las posiciones de autoridad, si nos dan pleitesía nos molestamos.

Sabes cuál es la manera de tu llegar a la gloria y al poder y a la autoridad en el Reino de Dios? Metiéndote en el medio mismo para que nadie te vea de la congregación y diciendo, Señor, si a ti te agrada, tu me levantas en tu tiempo. Esa es la persona que verdaderamente llega a la autoridad genuinamente. Y entonces nadie se la puede quitar, porque Dios mismo se la dio.

Hermanos, en esta Semana Santa, prometámonos y propongámonos ser como Cristo, en su actitud, en su humildad, su sencillez y su preferencia de sus hermanos. Vamos a ponernos de pie.

Démosles gracias al Señor por su presencia tan linda, tan rica en medio de nosotros. Prepárese, venga el viernes listo para adorar al Señor. No creo que ya llenó la cuota por la semana, sabe? Vamos a venir el viernes y vamos a darle al Señor un poco más. Amén. Y váyase a su casa creyendo que a usted no le robaron nada esta noche de energía ni descanso, ni nada. Aquí le dieron energía y descanso. Cuando usted vaya a su casa esta noche su sueño va a ser bueno. Amén. Va a ser rico, usted va a descansar como un bebé.

El Señor está con usted. Regocíjese porque lo que el Señor tiene para su vida es bueno. Renuncie ahora mismo a todo temor, toda expectativa de desastre y de vejez decrépita en el nombre del Señor y de enfermedad, pobreza, hijos desobedientes. Renuncie a eso en el nombre de Jesús ahora mismo. Renuncie a todo temor, toda escasez, toda debilidad, toda deficiencia. Renuncia, toda adicción toda opresión, toda atadura. Renuncie en el nombre de Jesús ahora mismo y váyase de aquí limpio, despojada, sanada en el nombre de Jesús, llena de vida, confiese virtud que sale de Dios para su vida en el nombre del Señor. Sus anhelos van a ser completados, sus hijos van a ser bendecidos. Dios te va a entregar tu casa. Dios te va a entregar tus despojos, lo que tu has estado clamando al Señor por tanto tiempo, lo vas a recibir en el nombre de Jesús. Amén.

En el nombre de Jesús lo reclamamos. Decimos es mío en esta noche, gloria a Dios. Lo recibimos, Padre. Gracias, gracias. ¡Aleluya! Te adoramos, Señor. Te bendecimos. Santo, santo es el Señor. Amén. Amén.