Préstale tu barca al Señor

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El capítulo 5 de Lucas dice: “Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y el Señor vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago y los pescadores habiendo descendido de ellas lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco y sentándose enseñaba desde la barca a la multitud.

Cuando terminó de hablar dijo a Simón, “Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar.” Respondiendo Simón le dijo, “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado, más en tu palabra echaré la red.” Y habiéndolo hecho encerraron gran cantidad de peces y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que viniesen a ayudarles y vinieron, y llenaron ambas barcas de tal manera que se hundían.

Viendo esto Simón Pedro cayó de rodillas ante Jesús diciendo, “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.” Porque por la pesca que habían hecho el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él y así mimso de Jacob y Juan, hijos de Sebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón, “No temas, desde ahora serás pescador de hombres.” Y cuando trajeron a tierra las barcas dejándolo todo le siguieron.”

Bendiga el Señor su palabra. Amén. Préstale tu barca al Señor. Dios nos ha escogido para que colaboremos con él en la evangelización del mundo. Y a nosotros nos toca decirle sí a esa invitación a través de nuestra vida. Como Cristo le rogó a Simón Pedro que le prestara su barca para llevar a cabo su tarea evangelística que estaba delante de él. Él también nos pide a nosotros que le entreguemos nuestra barca, nuestra vida, nuestros recursos para que él pueda expresarse a través de nosotros.

Este pasaje comienza describiendo una necesidad en el ministerio docente evangelístico de Jesús. Las multitudes lo seguían dondequiera que él iba y estaban desesperados, se agolpaban sobre él. ¿Por qué? Porque el Señor les daba comida, llenaba las necesidades de la gente y por eso lo perseguían. Jesús era muy diferente a los religiosos de su tiempo, a los fariseos, a los saduceos, a los establecidos de la religión. Él llenaba necesidades, si la multitud tenía hambre él proveían comida, si estaban endemoniados los liberaba, si estaban necesitados de una palabra de afirmación como Saqueo o la mujer con el flujo de sangre o sanidad, lo que fuera, el Señor proveía esa necesidad. Si necesitaban sanidad física, el Señor los sanaba físicamente, les daba esperanza.

Y yo creo que una iglesia que quiera ser efectiva evangelísticamente tiene también que llenar necesidades. Ahora no solamente las necesidades que la gente identifica, por si usted le dice a la gente simplemente qué ellos quieren, le van a decir queremos comida, queremos dinero, queremos fama, queremos que Dios nos diga que somos buenos, pero no van a estar dispuestos necesariamente a pagar el precio de esas cosas. Y la iglesia tiene también que llenar necesidades secretas que ellos mismos no conocen.

Tenemos que despertar esas necesidades y eso es parte también de la predicación de la iglesia. Pero es importante que esta gente se agolpaba sobre Jesús, lo perseguía, lo cual no sucedía con los fariseos y los saduceos. Una religiosidad muerta no tiene nada que enseñarle o darle a la gente. Hay que ofrecerle a esta cultura un enfoque del Evangelio que llene las necesidades de esta cultura.

¿Cuáles son algunas de las necesidades de la gente de este tiempo? Hace poco fui a comer con un pastor que me invitó en New Hampshire, un pastor amigo mío, John Foster, y me llevó a un sitio muy lindo, un restorán italiano muy bonito en un área muy próspera de New Hampshire y nos sentamos en un sitio precioso. Este hombre tiene dos restoranes, uno que queda bien cerca y este es como una especie de un grocery store, una bodega italiana con carnes exquisitas, curtidos de todo tipo, todos los vinagres habidos y por haber, todas las aceitunas. Es un sitio como de museo casi, precioso. Y dentro de ese sitio grande tiene también una cafetería, un pequeño restaurante, un café donde la gente puede tomarse sus lattes y sus capuchinos, un sitio muy lindo, muy escogido.

Y mientras estábamos ahí esperando que nos sirvieran yo miraba alrededor y veía toda esa gente de clase media y media alta, porque esa área de New Hampshire es así, es uno de los sitios más prósperos de toda la nación. Yo le decía a John, mirando esta gente ahí sentados tan contentos, tan sofisticados, en ese ambiente tan sofisticado, decía guau, venir a esta gente y decirle, ¿sabes qué? Cristo quiere sacarte de tu vida miserable. Él quiere calmar tu infelicidad, se reirían de nosotros. Porque esa gente está muy contenta, tienen dinero, tienen casas lujosas, tienen sitios como este para comer lo que les da la gana, leen periódicos muy sofisticados, tienen acceso a toda la cultura del mundo. Venir a decirles a ellos, el Señor quiere rescatarte de tu vida pobre y triste, no les hace sentido a ellos.

Tenemos que ofrecerle un Evangelio que hable a lo que ellos necesitan. Porque hay necesidades en ellos, y nosotros tenemos que entonces presentarles el Evangelio de una manera contextualizada, como hizo Pablo, por ejemplo, en el areópago en Grecia. Les habló acerca de su apetito de conocimiento, de intelecto, de cultura y enmarcó el Evangelio en una forma que ellos pudieran entender, y aún lo rechazaron así, pero hubo cierto tipo de cosecha al final.

Pero nosotros tenemos que ser una iglesia que llene necesidades como Cristo llenó ciertas necesidades. Yo diría que algunas de las necesidades de la cultura de este siglo XXI que está alrededor de nosotros, Boston, una de las grandes, grandes ciudades del mundo, bueno la gente siempre necesita comunidad. La gente a pesar de todo su dinero está solitaria y necesita venir a un ambiente donde se sientan amados.

Una de las cosas que yo descubro, aún por ejemplo en el ministerio en inglés que ahora misma celebra su culto paralelo a nosotros, es que hay mucha gente de Europa, de Asia, quieren venir a donde estamos nosotros los latinos porque hay un calor que nosotros ofrecemos. Se sienten bienvenidos. Se sienten que están entre gente que tiene cierto grado de sanidad emocional, porque a veces el dinero y la cultura te da ciertas cosas pero también te esteriliza muchas veces y esta gente necesita calor humano, necesitan una sonrisa, necesitan estar con gente que tenga salud emocional, que se rían, que no tengan todas las pretensiones que tiene la gente sofisticada y muy estudiada.

Y nosotros podemos ofrecerles ese cariño. Cuando la gente viene a la iglesia salúdeles. Si usted no conoce a la persona, extienda su mano hacia ellos, cuando entren por la puerta, quien quiera que sea, si usted no le conoce, preséntese, quizás es miembro de la iglesia pero usted no lo conoce, ni él o ella a usted. Preséntese, salúdele, extiéndale la mano, en vez de salir apurado que vamos de acá de una vez para la casa, o ir a saludar a la gente que conocemos, tenga ese sentido ministerial de extenderse hacia a alguien y busque a alguien, dígale, mi nombre es… no tiene que darle un discurso, simplemente, hey, ¿cómo está? Mi nombre es tal y tal, Dios le bendiga, qué bueno que estamos acá ¿verdad? Y quien sabe si se puede entablar una amistad muy bonita.

Así que la gente necesita comunidad. Todo el dinero que tengan y la vida allá afuera la gente está solitaria. Una persona con mucho dinero no encuentra a veces sinceridad, no encuentra calor humano muchas veces y usted se va a sorprender de lo que puede hacer una sonrisa y un gesto de generosidad.

La gente también necesita un sentido de realización personal, se sienten inseguros acerca de sí mismos. A pesar de que tienen el título universitario o académico, a pesar de que tiene la posición en la corporación, todavía hay áreas en que se sienten inferiores, se sienten que no han llegado, se sienten que les falta algo todavía. Y por eso es que tratan de llenarlo con cosas materiales y con títulos y logros y posiciones, pero eso no llena la necesidad que hay en su alma de sentirse como conectados a algo que está más allá de ellos.

Y una iglesia tiene que ser un lugar que conecte a la gente con Dios, los conecte con un sentido de mayor propósito, de que hay algo más. Y por eso es que cuando nuestra gente viene a la iglesia y cuando la gente de afuera viene, necesitan un ambiente donde la vitalidad del Reino de Dios sea manifiesta, donde la adoración sea sentida, intensa.

Yo les insto, hermanos, a meterse en la alabanza y la adoración, a crear un ambiente, a suscitar un ambiente de alabanza. No vengamos como gente pasiva, a que nos manipulen como marionetas, no, usted venga bien orado, bien preparado para adorar al Señor y para suscitar un ambiente de alabanza. Usted es parte del milagro de la adoración, usted es parte del milagro de hacer vivía la presencia de Dios en medio del ambiente, así que yo sé que sobre todo para el servicio de las 9, es temprano en la mañana y como que la mañana invita a una quietud y a una suavidad, y por eso es que tenemos que ser doblemente insistentes en adorar al Señor con vitalidad para que la gente venga y sienta esa presencia de Dios en el espíritu.

Hay que ir más allá y a veces nos sorprendemos cuando hacemos un poquito de esfuerzo se calientan los motores y sentimos más fuertemente la presencia de Dios. Porque hay una parte que nosotros tenemos que hacer en nuestra vida y que la gente venga y sienta esa presencia de Dios. La gente necesita enseñanza práctica acerca de las relaciones humanas, el trabajo, la familia, tienen problemas interrelacionales y la iglesia tiene que ser un lugar que provea consejo, que provea enseñanza, que provea una predicación práctica, que los ayude a entender cómo relacionarse con los demás y cómo relacionarse también con su familia, esposos y esposas. Por eso, por ejemplo, estos talleres de matrimonio, son tan importantes.

Yo le pedí al Señor hace meses, muchos meses atrás, Señor, ayúdanos a ser una iglesia que le ministre más a la familia, a la juventud, a los matrimonios, esposas y esposos, padres e hijos, y hemos hecho esfuerzos y hemos visto gracias al Señor, que hay cosas, pero desgraciadamente muchos de nosotros a veces que necesitamos esa enseñanza no venimos.

¿Sabe quiénes vienen muchas veces a los talleres de matrimonios? Los que no necesitan, porque tienen familias y matrimonios sólidos. Digo no necesitan, todos necesitamos, pero muchas veces los que vienen a estos talleres son las personas que tienen ya matrimonios que están funcionando muy bien. Por eso tienen buenos matrimonios, porque le dedican tiempo a ello.

Muchas veces las parejas que necesitan fortalecerse no vienen. Y esto no es un regaño, o sí, quizás sea un regaño. Pero les animo a participar de estos recursos porque la iglesia quiere ser una iglesia que supla necesidades y esa es una de las áreas que más necesita el siglo XXI, familias y matrimonios saludables.

Entonces, hay muchas otras cosas que diría. No quiero perderme en ese punto solamente, pero es importante que nosotros, la iglesia de Cristo, como Jesús provea para las necesidades del hombre, de la humanidad. Y si una iglesia, si un cristiano, si un creyente es un indicio de la presencia de Dios en el mundo, va a ser contagioso y la gente va a venir a donde él, a donde ella, o va a venir a la iglesia porque está supliendo necesidades.

Y el Señor de momento se encuentra que hay una multitud que lo está persiguiendo, quiere escucharlo, se pegan contra él y él está rodeado de la gente y no puede hablar, no puede predicar porque se requiere distancia entre el predicador y la gente a quien le va a predicar. Entonces él mira alrededor, uh, una barca sola, vacía. Hay unos pescadores cerca de ella que están limpiando sus redes, lavando las redes para que la sal no se las carcoma y están preparándolas para la próxima pesca.

El Señor decide resolver su dilema pidiéndole al dueño de la barca, Pedro, y va donde él y le dice, “Mira, ¿me quieres prestar tu barca porque necesito predicarle a esta multitud?” “Claro que sí, no la estoy usando, adelante.” Y el Señor me imagino que llamó a un par de personas, cogen la barca, la retiran de la orilla y la ponen más o menos cerca de la orilla pero ya en el agua. El Señor se sube sobre la barca y la multitud está un poquito más alejada y entonces el Señor, teniendo una plataforma adecuada puede predicarle a la multitud el mensaje con más detenimiento.

Y es interesante que Pedro, veremos más adelante, ha estado toda la noche tratando de pescar y no ha cogido ni un solo pez. Pedro en un sentido es ahora una imagen hasta cierto punto de derrota financiera. Tiene problemas financieros porque si usted no pesca va a tener problemas, pero eso es para más adelante. Hay un drama también paralelo que se está desarrollando allí.

Pero ahora Pedro puede ser útil prestándole su barca al Señor. Y aquí yo veo un simbolismo muy interesante y es que nuestras vidas, como dije al inicio, nuestras vidas son como la barca de Pedro. El Señor necesita su palabra proclamada a una multitud necesitada que urge de la palabra del Señor y nosotros, como Pedro, como la barca de Pedro, somos la respuesta a la necesidad del Señor.

Ahora Jesucristo hubiera podido buscar otra solución a su dilema, como Dios que él era y como un ser totalmente milagroso. Vemos a Jesús haciendo milagros tremendamente creativos en otro momento, calmando una tormenta, haciendo que aparezcan monedas en un pez. Para él no hubiera sido ningún problema magnificar su voz. ¿Usted cree que él no podía hacer eso? claro que sí, magnificar su voz y que toda la gente le escuchara. No hubiera necesitado de la barca de Pedro.

Pero Dios en sus esfuerzos por la redención del mundo Dios siempre trabaja en asociación con el hombre, siempre. Dios no trabaja unilateralmente, a él le gusta trabajar en comunidad y nos ha escogido a nosotros para que seamos parte del milagro de la evangelización del mundo.

Eso es un misterio para mí porque Dios podría coger un arcángel poderoso, fuerte, no le da problemas al Señor, no necesita comida, no tiene mujer que sostener, no tiene un hogar, hijos que le causan problemas, no tiene que dormir, puede viajar con alas muy poderosas de un país a otro y predicar el Evangelio, no necesita mantenimiento, no hay peligro de que cometa errores. Él podría usar ángeles pero no, él ha querido usarnos a nosotros, su creación. Y nosotros somos parte del milagro de la evangelización.

El plan evangelístico de Dios es usar a hombres y mujeres como nosotros para proclamar su Evangelio. No tiene ningún otro plan. Aunque es un plan un poquito difícil, pero le trae gran satisfacción al Señor y si nosotros no predicamos el Evangelio no hay quién lo predique.

La palabra dice, cómo escucharan el Evangelio si no hay quién les predique. Qué misterio tan grande es ese. Entonces, el Señor dice, “Pedro, préstame tu barca,” y Pedro accede a la petición de Jesús y desde ese momento se inicia un proceso que llevará a un cambio radical, dramático en su propia vida también. A veces los cambios pequeños, las decisiones pequeñas que nosotros hacemos son tremendamente significativos y cambian nuestro destino.

Pedro dice, no estoy usando mi barca, claro que sí, Señor, adelante, úsala. Esa decisión que él hizo cambia su vida radicalmente. Y así con nosotros también. Asistir a la iglesia, aparte del domingo, un día usted decide, voy a dejar de venir a la iglesia solamente el domingo, voy a ir un miércoles en la noche y quizás Dios le encuentre en un servicio de oración humilde, sencillo, usted vea otra dimensión del plan de Dios para su vida.

Registrarse para una clase de discipulado puede cambiar su vida. Cuántos de nuestros hermanos han sido impactados grandemente por su estudio en las clases de discipulado. Invitar a alguien a nuestra casa a una cena para hablarle del Evangelio. Acercarse a ese vecino que usted todos los días ve y que baja la cabeza. Ambos bajan la cabeza para no mirarse cuando se van para el trabajo por la mañana. Acérquese un día, preséntese y quién sabe lo que Dios puede hacer a través de ese encuentro pequeño.

Hacer una lista de oración para orar por 5 personas, meterla ahí en su Biblia y cuando usted está en el autobús o en el tren sacarla y 5 minutos orar por cada uno de esas personas para que conozcan al Señor, para que Dios cambie sus vidas. Apuntarse para servir en algún ministerio de la iglesia. Venir al taller de parejas. Son cosas sencillas pero esas son las cosas que llevan a una vitalidad espiritual que le permite entonces ser útil al Señor.

Y cuando usted comienza y es fiel en lo poco en lo mucho entonces Dios le pondrá. Amén. Tenemos que salir de la rutina, de ser domingueros, perdóneme si eso le ofende un poco, pero la vida cristiana es mucho más que venir a la iglesia los domingos. Hemos retenido esa tradición católica de ir a la misa, pero la vida cristiana es mucho más que eso. El domingo es simplemente como la culminación de una vida de toda la semana vivida ante la presencia del Señor. Y no es sustituto para una vitalidad, para una entrega, la vida de un verdadero discípulo, consagrado, sirviendo al Señor militantemente, entregando todo lo que tiene, todo lo que es para el servicio al Señor.

Es allí donde se dan los encuentros con el Señor. Es en esos momentos donde Dios te habla y cambia tu vida y te provee también para tus necesidades. Pedro hace un gesto pequeño, accede a que Cristo use su barca y eso cambia su vida totalmente. Y entonces el Señor puede montarse sobre la barca de Pedro, cumplir su propósito predicándole a la multitud y aquí yo creo que verdaderamente se inicia el verdadero drama de este texto, de Lucas 5 1 al 11.

Porque a mí siempre me encantan esos momentos de encuentro dramático entre el drama de un hombre y Jesucristo. Y aquí está este caso, porque ahora Pedro es invitado por Jesús a tomar la barca y bogar mar adentro. Dice aquí que cuando él terminó de hablar, “le dijo a Simón, “Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar.”

Guau, parece que el Señor tenía otra agenda secreta y ahora esa agenda va a comenzar a desarrollarse. Y aquí yo veo otro simbolismo bien importante. Primero señalamos la barca en su simbolismo de nosotros, nuestras vidas que pueden ser usadas como plataforma para la proclamación del Evangelio. Pero aquí yo veo un simbolismo rico que a mí me abrió mucho acerca de este texto, y es que este texto nos habla de 3 posiciones diferentes que ocupa la barca a través de esta narrativa.

Y así puede ser también nuestras vidas, nuestros niveles de acercamiento al Señor. 3 diferentes niveles de acercamiento al Señor, y también 3 niveles de utilidad y de compenetración con el espíritu de Dios. Porque esta barca, primero cuando la vemos retratada en Lucas 5, está cerca de la orilla dice el versículo 2, “vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago.”

La primera posición es cerca de la orilla. La segunda posición de la barca es apartada de tierra un poco, versículo 3, “le rogó que la apartase de tierra un poco.” Esta barca pasa de estar a la orilla, pasa a estar apartada de la tierra un poco. Y finalmente vemos que la barca es llevada mar adentro, “boga mar adentro.”

Esta barca va como a través de diferentes niveles posicionales, pero yo creo que así también nuestra vida es igual. Y también así como esa barca sirve en 3 maneras diferentes y tiene como 3 niveles de utilidad, también nosotros en la medida en que vamos a través de las 3 posiciones también nuestra vida adquiere diferentes niveles de utilidad y de riqueza espiritual.

Porque se trata de 3 posiciones con respecto al mundo. Para mí la orilla es el mundo. Ustedes recuerdan la historia de la semilla que cae en 3 ó 4 diferentes lugares. Una dice que cae junto al camino y en el camino la gente la pisotea y queda infructuosa. El camino, la orilla, es el lugar donde estar el ir y venir de la vida, es el mercadeo, es el afán humano, es el lugar donde están las multitudes, donde la gente va y viene y trafica y todas estas cosas. Y esa barca se encuentra allí cerca de la orilla cuando la vemos.

Y muchos cristianos son como la barca de Pedro que está cerca de la orilla. Su mente todavía está en las cosas del mundo. Sí, han hecho un gesto de acercamiento al Señor pero todavía están en la orilla, tienen interés en las cosas espirituales, es cierto, visitan la iglesia de vez en cuando, evitan los pecados más gruesos, más escandalosos, pero no se han entregado al Señor completamente, no son discípulos todavía, no son verdaderamente seguidores de Jesucristo. Son gente religiosa, más o menos, y a veces ni siquiera eso. son quizás como Nicodemo. Nicodemo sabía que Jesús era un hombre importante, religiosamente hablando y viene a donde Jesús de noche para que no lo vean. Cuántos de nosotros así somos, ¿verdad? No cargamos nuestra Biblia porque no queremos que nos identifiquen como religiosos, evangélicos. Eso no quiere decir nada, quizás su Biblia la tiene en un Ipod o en un Iphone o lo que sea. Pero la verdad es que muchas veces nosotros tenemos hasta vergüenza de que en nuestro vecindario nos identifiquen como uno de esos pentecostales rajatablas que van con la Biblia en el brazo.

Muchas de estas personas todavía no han tenido ese encuentro. Nicodemo era así. Vino de noche, Señor, sabemos que tu eres un hombre de Dios porque haces esto y lo otro. Y el Señor lo paró y dijo, Nicodemo, no me vengas con esas cosas. Si tu no naces de nuevo no puedes ver el Reino de Dios. El Señor era directo, identificó de qué pie cojeaba. Es como el joven rico, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna? Bueno, entrega tus bienes a mí, sígueme. No puedo, Señor, estoy demasiado apegado a mi dinero.

Hay gente que está cerca de la orilla. En León de Judá puedo decir que hay unos cuantos, me perdonarían si soy así directo, pero los hay. Debes tu preguntarte, ¿Dónde estoy yo con respeto a estas posiciones espirituales? Y Dios nos recibe allí pero él quiere que vayamos más hondo, que vayamos más a fondo. Dios no nos puede usar. La barca está allí vacía, infructuosa, simplemente inerte. Y cuando un cristiano no se ha consagrado al Señor, no ha entregado su vida al Señor, no ha habido ese quebrarse de la vara de la voluntad bajo el dominio de Cristo, ese cristiano tarde o temprano va a estar vacío como la barca, va a estar inútil como la barca, no va a experimentar las revelaciones más profundas del Evangelio, no va a experimentar el gozo del Señor como Dios lo quiere. Va a tener cierto grado de beneficio porque el Evangelio tiene beneficios.

Cuando tu pones el dedo sobre el Evangelio se transmite energía y vida, pero qué bueno sería si metes toda la mano para que traspase todo tu ser, sería mucho más poderosa esa experiencia.

La segunda posición de la barca es cuando se aparta de tierra un poco. El Señor le dice, sácame la barca un poquito para yo poder anunciar la palabra a la multitud. Muchos creyentes pasan a veces de ser seguidores casuales, como los que acabo de describir, permitiéndose escapadas a la carne de vez en cuando, una vacacioncita después de toda la santidad es tan difícil que de vez en cuando hay que sacar un día libre. Manteniendo su tiempo y sus finanzas y sus placeres separados de su fe hasta cierto punto, evitando todo lo posible ser cristianos radicalmente comprometidos, vienen a la iglesia, dan su ofrenda, alaban, leen la Biblia de vez en cuando, se identifican hasta cierto punto como evangélicos, pero todavía no han tenido esa entrega radical. No viven esa posición desesperada, clamando al Señor, Señor, quiero más de ti. Quiero conocerte.

Hay una posición donde Dios nos llama a muchos de nosotros y ya hemos entrado a cierto nivel en la vida de la iglesia. Y yo quiero animarles a ir más allá de esa posición, quizás usted hace ciertas cosas, quizás es miembro del grupo de ujieres o ayuda en I wanna u otras cosas. Usted ha entrado a cierta posición, pero yo creo que hay una posición todavía más poderosa de la vida cristiana y yo soy un poco místico en ese sentido, en el sentido bueno de la palabra, porque Dios quiere algo más de nosotros y hasta que no llegamos a la tercera posición vamos a estar a medias en la vida espiritual. Dios quiere algo más profundo que simplemente venir a la iglesia todos los domingos y aún a veces algunos miércoles.

Yo veo mucho cristiano que le da al Señor lo externo y le da al Señor las cosas más grandes, más feas y más notorias de la vida cristiana, pero no le dan su interioridad. Yo veo cristianos que los he conocido durante tantos años y son, hasta cierto punto su carácter no ha cambiado mucho, tienen los mismos defectos personales, uno predica a veces sermones que uno dice, guau, finalmente la flecha se metió en el corazón, y al otro día usted lo ve haciendo exactamente lo que han estado haciendo todos los días de su vida.

¿Por qué? Porque han cerrado ciertas partes de su ser a la penetración de la palabra del Señor. Sabe que para mí la frontera más fuerte del Evangelio es cuando usted le da su interioridad al Señor, su carácter, su temperamento, sus defectos, sus relaciones humanas, su forma de hablar, su forma de tratar a los demás, su orgullo. Hay gente que Dios tiene que convertirles la lengua, tiene que convertirles el bolsillo, tiene que convertirles su cerebro, tiene que convertirles su pasado, sus recuerdos del pasado. No han permitido que el Señor entre en esas áreas de su vida y vienen a la iglesia a hacer muchas cosas pero no le han entregado al Señor su interioridad, esa segunda etapa de la barca, cuando hay un nivel de consagración que nos separamos.

Mejor dicho, es el segundo nivel en el sentido de externo. Pero el tercer nivel, no quiero confundir las imágenes. Primero, casualidad más bien en el Evangelio; segundo, una entrega mediana y Dios hace ciertas cosas a través de nuestra vida. Pero a mí la que más me interesa de todos es la tercera posición. El Señor le dice a Pedro, “ahora boga en mar adentro. Lleven la barca bien afuera.” Es cuando la barca está totalmente separada de la orilla, hasta el punto de que casi no se puede ver la orilla.

Esa es la posición que yo llamaría la posición de la consagración del yo, la entrega total a Dios. Es ahí en esa posición radical donde Dios puede obrar en nosotros y a través de nosotros, y hacernos verdaderos ganadores de almas, efectivos. Es allí donde Dios comienza a contestar nuestras oraciones dramáticamente, donde vemos los milagros de Dios, donde comenzamos a vivir una vida sobrenatural, donde le conocemos a él profundamente y él a nosotros.

Yo hablaba con un hombre muy exitoso esta semana en unas reuniones que tuve y me sorprendí de su profundidad espiritual. Estábamos sentados almorzando en unas reuniones – ustedes pensarán, el pastor se pasa la vida almorzando todo el tiempo. Estábamos en una junta directiva y este señor, un inversionista muy exitoso, me sorprendió con su profundidad espiritual. Yo lo he visto, lo conozco ya varios años porque siempre que vamos a las mismas reuniones ahí nos vemos, pero nunca había tenido ocasión de hablar. Y descubrí un hombre muy profundo, muy conocido en las cosas del Evangelio, los misterios del Evangelio, muy consagrado al Señor.

Y él me hablaba de conocer a Cristo y de ser conocido por él. Y él me hablaba de que él quiere ser conocido por Dios. Él dice que cuando Dios nos conoce, y es cierto, la Biblia habla de eso de ser conocido por Dios y de conocer a Dios. Conocer es algo activo, no solamente algo pasivo. La Biblia dice que Adán conoció a Eva. En el Antiguo Testamento conocer quiere decir tener intimidad física.

Y yo creo que esa es la idea de conocer a Dios y ser conocido por él. Esa es el bogar mar adentro. Pablo dice, quiero conocerle, hablando de Jesucristo. Y quiero conocerle en su poder y en sus padecimientos. Moisés le dijo al Señor, muéstrame tu rostro. Si tu me amas, si quieres verdaderamente usarme, quiero verte, quiero conocerte. Ese es el lugar donde verdaderamente Dios quiere que lleguemos. Es allí donde tenemos encuentros con Dios, donde él se abre a nosotros, nos enseña quién él es verdaderamente.

Mar adentro Pedro conoce quién es Jesús. La multitud escuchó solamente una dimensión de Jesús pero en mar adentro Pedro conoció la deidad de Jesús, tanto así que se llenó de temor. Cuando vio esa pesca milagrosa, todos esos peces y entendió, este ser con quien yo estoy aquí en tanta intimidad y cercanía en esta barca acaba de mandar cientos y cientos de peces que acudieran de todas partes y que se metieran en nuestra red. La peor de las situaciones, durante el día cuando los peces están asustados y hay ruido y no quieren estar cerca y se van bien lejos, Cristo hace este tremendo milagro. Y Pedro se llena de temor, como se llenó Isaías cuando vio la divinidad de Dios, como los profetas cuando vieron a Dios muy cerca, sentían que iban a morir porque vieron la deidad de Dios.

Pedro se llena de temor y dice, “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.” Mar adentro Cristo le revela su divinidad, le revela su verdadera identidad a Pedro. Es mar adentro donde tu conoces al Señor, es en oración, buscando de Dios, entregando tu vida, clamando a él, deseándolo de una manera desesperada, es allí donde Dios quiere mostrarte lo que él quiere para tu vida.

Hasta que no tenemos mucha hambre Dios no nos da mucha comida. La Biblia dice, buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y las demás cosas vendrán por añadidura. Pedro le cede su barca a Jesús y el Señor le dice, “Ahora te voy a mostrar algo que tu no has visto jamás.”

Cuando servimos a Dios primero y le damos todo lo que tenemos y somos para sus propósitos entonces él nos da cosas que ni siquiera esperábamos. Una de las cosas que Cristo le da a Pedro es que le suple sus necesidades físicas, materiales. Pedro está en la orilla lavando redes que no han pescado ni un solo pez y ahora el Señor le dice, “Boga mar adentro, echa tu red para pescar.”

Tu sabes, cuando tu sirves a Dios y dejas que Dios use tu vida primeramente sabes que el Señor vela por toda tus demás necesidades. Yo no tengo temor de decirle a la gente, sirve a Dios, sirve a Dios radicalmente en tu vida y el Señor siempre te bendecirá. Esto no es prosperidad barata. Esto es gente que sabe. Yo le puedo decir que yo hablo porque he experimentado la generosidad de Dios en la vida.

Cuando tu sirves a Dios, Dios te bendice, bendice a tus hijos, bendice a tus finanzas, bendice tu matrimonio, bendice tu familia, bendice tus emociones, pero tienes que amarlo desesperadamente y darle la mejor parte a él. Muchos de nosotros le damos al Señor el ala para quedarnos nosotros con la pechuga. Tiene que ser de la otra manera, dale la pechuga y él te va a dar el pollo entero.

Esa es la clave de una vida bendecida. Yo les digo sin temor a equivocarme, dejen que Dios les use primeramente, denle y dense al Señor y ustedes verán que su vida…, Dios va a velar por los suyos, Dios va a defender sus intereses, Dios va a multiplicar sus panes y sus peces, pero tienes que comenzar así.

Pedro le dio a Jesús su barca y el Señor le dijo, “Ahora, Pedro, te voy a enseñar algo, ven, vamos mar adentro.” Y Pedro, que no pudo pescar un solo pez en la noche en condiciones óptimas, ahora pesca una gran multitud de peces, porque atendió primero a las necesidades del Señor.

Cuando ustedes me escuchan aquí animándolos, denle al Señor para que su iglesia tenga lo que necesita para su trabajo misioneros, los pastores no deberíamos tener que estarle rogando a la gente, inventándonos cada domingo una forma nueva y creativa de que den, eso debe ser la ética del creyente, del hijos de Dios, deseo de darle al Señor. Usted no necesita que le rueguen ni que le convenzan, dele al Señor generosamente y olvídese de todo lo demás y usted verá que Dios se encargará de sus necesidades. Tan sencillo como eso.

Otra cosa que yo veo mar adentro es que la fe de Pedro es probada. El Señor le pide que pesque en condiciones menos que ventajosas y esto requería fe de parte de Pedro. Hoy en día, la posibilidad de una pesca milagrosa de almas parecería imposible. El mundo está tan indiferente a las cosas del espíritu. Yo pienso en esta jornada que estamos emprendiendo al evangelismo y a traer vidas a Cristo y de hacer de nuestra iglesia una iglesia con una orientación primordialmente evangelística, en esta ciudad tan cerrada, tan sofisticada, tan siglo XXI, como es Boston, y pienso en tanta gente, no solamente los latinos. Los latinos somos hasta cierto punto fáciles de evangelizar, aunque también tenemos nuestra propias complejidades, pero pienso también en otras personas, otras nacionalidades, otros grupos. Porque Dios ha puesto a León de Judá para pescar en muchas aguas diferentes.

Pero cuando usted contempla la gente hoy en día parecen muy difíciles de pescar, y el Señor nos dice, no, echa la red para pescar. Pedro dice, “pero Señor, si hemos tratado toda la noche y no hemos cogido ni un solo pez.” Gracias a Dios que él tuvo la sagacidad de decir, “Pero en tu palabra yo echaré la red.”

Nosotros tenemos que echar la red la palabra de Dios. Es su responsabilidad no es nuestra. Echa tu red en el en el nombre de Jesús, echemos las redes en el en el nombre de Jesús. Si estamos en la voluntad de Dios él se encargará de darnos la tecnología y de darnos la estrategia y los medios. Yo sé que Dios va a bendecirnos con una gran pesca milagrosa porque lo vamos a hacer en el poder sobrenatural de Dios.

Cuando el poder de Dios está en nuestras vidas ningún obstáculo puede frenarnos o empobrecernos. Dios siempre proveerá su poder para sacarnos victoriosos. Lo importante es tenerlo a nuestro lado y ponerlo a él en el primer lugar y obedecerlo en todo. La obediencia a la palabra de Dios siempre trae recompensa y victoria.

Yo veo mucha gente cambiando la metodología y queriendo irse a formas que no escandalicen a la gente, opacan el Evangelio, le quitan sus demandas radicales. Tratan de hacer el Evangelio tipo vainilla, básico, quitan el nombre que puede inquietar a la gente, omiten todos los temas que puedan resultar desagradables y escandalosos, y tratan de buscar un Evangelio término medio para que la gente… abren un poco más la puerta para que la gente pueda entrar.

Pero a la misma vez empobrecen el Evangelio porque la cosecha de almas, la pesca milagrosa no se da nosotros mejorando los medios del Evangelio, sino buscando el poder de Dios. Y por más escandaloso que sea, por más contra intuitivo que sea, si lo estamos haciendo en el espíritu de Dios y en la palabra de Dios, tendremos resultados positivos en nuestra vida. Llenémonos del poder de Dios, busquemos vidas más entregadas al Señor.

Estos tiempos de oración que hemos tenido los viernes… De paso este viernes no vamos a tenerlo por diferentes razones, pero el otro viernes sí vamos a tener tiempo de oración, como lo hemos tenido. Dios ha bendecido grandemente esos tiempos, hemos tenido una asistencia maravillosa, unas visitaciones del poder de Dios espectaculares, muy bellos tiempos de oración.

¿Por qué estamos haciendo eso? porque queremos el poder de Dios, queremos una iglesia bien cerca al Señor y a su palabra, queremos llenarnos del Espíritu Santo, queremos que esa vitalidad cunda en todas las áreas de nuestra vida congregacional, porque si estamos llenos del poder de Dios, si estamos mar adentro, si tenemos un entendimiento de la deidad de Cristo y de su poder, no hay obstáculo que no podamos vencer.

Por qué no bogar mar adentro en tu vida, en mí vida. Eso es lo que Cristo quiere que nosotros hagamos, que tengamos una visión de él como Señor, como salvador, como Dios. Eso es lo que tenemos que hacer en nuestra vida espiritual. Dios te está llamando a un encuentro con él.

Y yo quiero llamarles a todos ustedes y a mí mismo a buscar una consagración mayor en nuestras vidas. Tómese un momento en su espíritu y ingiera este mensaje y reciba este llamado del Señor en su vida. Si hay alguien que siente de Dios buscar más hondo, buscar más profundo en esa vida espiritual, en ese acercamiento al Señor, yo le invito ahora a entregarse completamente al Señor, consagrarse a él. Adopte una vida más radical para con Cristo. Pídale al Señor que lo inquiete a buscar más hondo en la vida cristiana. Comprométase a leer más de la palabra, una vida de oración más profunda.

Pídale al Señor que esas áreas de su vida que le impiden ser todo lo que Dios quiere para usted, sean quitadas. Saque tiempos de ayuno, santifíquese más, clame más al Señor. Santiago dice que doblemos las rodillas, que lloremos delante de Dios, que le pidamos al Señor que nos fecunde. Entrega tu vida al Señor. Consagra tus recursos al Señor cada día más y más. Eso es lo que Dios quiere para tu vida.

Si hay alguien en este día que quiera entregar su vida al Señor Jesucristo inclusive también abrimos ese espacio. Puede levantar su mano, pasar aquí al frente. Queremos orar por usted también, es una manera que usted puede ir, salir de la orilla y entrar más hondo, apartarse de la tierra un poco, comenzar esa jornada con el Señor. Si no lo ha hecho, le invito a hacerlo en esta mañana, levantar su mano, si no quiere pasar al frente, yo puedo orar desde donde usted está también, pero no se quede pasivo. Participe con el propósito de Dios en su vida también.

Y como congregación le pido, hermanos vamos a entregarnos más. Dios quiere una congregación radicalmente comprometida con el Reino de Dios. Invito a todos nuestros hermanos a buscar más hondo el propósito de Dios en su vida. Padre, en el en el nombre de Jesús te pedimos, Señor, éntranos más hondo en la vida espiritual. Éntranos más hondo, Señor, en la vida del espíritu. Queremos más de ti, Señor. Queremos que tu gloria, Padre, llena esta congregación. Y te pedimos, úsanos, sácanos de la orilla, Padre, éntranos mar adentro donde podamos tener una visión de lo que tu tienes para nosotros, que pasemos a ser verdaderos pescadores de hombres, Padre. Queremos más de ti, Señor, te necesitamos.

Gracias por este día. Entregamos este servicio a ti con acción de gracias en el en el nombre de Jesús. Amén.