Morir para Vivir

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Continuando con nuestro estudio de nuestra carta de Romanos, reiniciamos el año continuando con una enseñanza muy, muy poderosa. Y les recuerdo a los hermanos y a los visitantes también cuál es el corazón de esta carta y es hasta aquí hemos visto al Apóstol Pablo mostrarnos una cosa: el hombre, la mujer, el ser humano, no se puede salvar por si mismo, necesita un salvador y ese salvador es Cristo Jesús.

Pablo se dedica en los primeros Capítulos a mostrar que los inconversos, los judíos que son el pueblo de Dios, y hoy en día podríamos decir, los Evangélicos o los Católicos, o cualquier cristiano, nadie se puede salvar por sus propias obras de justicia, todos, dice, estamos destituidos de la gloria de Dios porque hemos pecado. Ningún ser humano, por si mismo puede ser salvo y por eso Dios ha provisto a Cristo Jesús. La salvación es ¿por qué? Por gracia, por la generosidad de Dios para con nosotros. Cuando el hombre, cuando la mujer, entiende su incapacidad para ser salvo por si mismo y se acoge a la obra de Cristo en la cruz del calvario y le dice al Padre, ‘Padre, yo creo que tu Hijo es el salvador de mi vida y de la humanidad y lo confieso con mi boca’, el Señor dice, ‘está bien, hija, ya no hay condenación para ti, ahora yo te justifico’.

Y el Señor entonces nos acredita justicia, nos acredita santidad y sana nuestras deudas y estamos bien con Dios. Por eso el Apóstol Pablo dice más adelante, “... ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”.

¿Por qué dice eso? Porque cuando tu estás en Cristo ya no hay condenación. Cristo anuló, dice, el acta de los decretos que nos era contraria en la cruz del calvario. Ya el diablo no te puede acusar. Ya tus obras no te pueden impedir entrar al Reino de Dios. Ya Dios te dice, ‘Yo te recibo como mi hijo’. Recibes papeles ¿de qué? De adopción al Reino de Dios. Diga amen, aunque sea para animarme un poquito. Gloria a Dios.

Usted recibe un acta de nacimiento que dice, ‘esta es una nueva criatura. Recibe papeles de ciudadanía mejores que los de los EEUU. Usted se hace un ciudadano del Reino de Dios a través de Cristo Jesús. Y eso es lo que Pablo dice.

Primero pinta una imagen muy negra, muy sombría. Nadie se puede salvar, todos han pecado, pero dice, ¿saben qué? La solución es Cristo Jesús. Gracia, perdón, misericordia, solamente conectándose uno a la sangre que fluye del costado de Jesucristo. Ese es el misterio del Evangelio.

Y entonces Pablo elabora todo eso en diferentes maneras, es por gracia. Ahora en el Capítulo 6, él como teólogo logrado y como pensador muy coherente que él es, él matiza lo que acaba de decir y se anticipa a un error lógico que algunos pueden cometer muy convenientemente y él, como dijera yo, se adelanta a ese error y lo neutraliza inmediatamente y el Capítulo 6 está dedicado a señalar cuál es ese error.

Vamos hacia adelante en el Capítulo 6, al versículo 12, estos dos versículos, 12 ó 13 al 14, resumen en un sentido todo el Capítulo 6. Dice: “....No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias, ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia, porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo ¿qué? bajo la gracia”.

Recordemos eso siempre, hermanos. Nosotros no estamos bajo la condenación de la ley, sino que nosotros vivimos bajo la gracia de Dios. Ahora, sabe cuál es el problema cuando eso se dice muchas veces en las iglesias, que siempre tenemos la tendencia a irnos a los extremos. La doctrina de la gracia, es una de las doctrinas más bellas que Dios le ha dado a la iglesia. La doctrina de la gracia nos quita la atención. La doctrina de la gracia nos invita a reposar en Dios y en las obras que cristo consumó en la cruz del calvario. La doctrina de la gracia nos quita ese sentido de condenación y de inseguridad acerca de nuestra salvación eterna y de que estamos dependiendo del vaivén de nuestras obras y de nuestra humanidad, tan propensa a traicionarnos una y otra vez.

La doctrina de la gracia le quita la fragilidad a la doctrina de la salvación . Pero ¿saben cuál puede ser el error también? Que muchas veces nos podemos enamorar tanto y entusiasmar tanto por esa idea de que yo soy salvo por gracia, que se me olvida de que Dios también espera de que yo viva en santidad.

¿Cuántos dicen amen a eso? Y que yo debo ser obediente a los mandamientos de Dios. la doctrina de la gracia no neutraliza la doctrina de la santidad. Lo que la doctrina de la gracia dice es los siguiente: Dios te salva gratuitamente. Ahora, una vez que tu estás salvo, él espera que tu vivas en santidad.

Es decir, Dios te justifica para que tu te santifiques. Alguna gente piensa que uno tiene primero que santificarse para ser justificado. Y hay muchas iglesias que se van al lado contrario y dicen: tu tienes que vivir una vida adecuada y todo es ley, todo es mandamientos, todo es ‘tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro, no puedes hacer esto, no puedes hacer aquello.’ Y la gente se crea a veces la idea de que tienen que accionar para que Dios los salve, tienen que vivir bien para que Dios los salve. Y la doctrina de la gracia cambia el orden y dice, ‘No, tu tienes que salvarte y entonces vivir bien’. O también dice, ‘Como tu eres salvo, entonces tienes que vivir conforme a los mandamientos de Dios’.

Y lo que Pablo hace en el Capítulo 6 es tratar de mantener un balance entre las dos doctrinas y eso, al la iglesia no entender esto, ha llevado a la iglesia de Jesucristo a través de los siglos a unos extremos tremendos. Yo creo que hoy en día en el siglo XXI parte del problema de muchas iglesias cristianas que son muy misericordiosas y muy avanzadas teológicamente, es que el péndulo se les ha ido del lado de la gracia. Entonces, todo es aceptar, amar, tolerar, no mencionar mucho el pecado para que la gente no se le agüe el almuerzo después del servicio. Y no se vayan de la iglesia, porque si van entonces van a ir al infierno.

Y entonces, hay como un temor de hablar del pecado porque tienen temor de que si hablan del pecado están neutralizando la doctrina de la gracia. Y lo que Dios quiere es que mantengamos una sana tensión entre ambas cosas, de que entendamos que nuestra salvación no depende de nuestras obras, pero nuestras obras expresan nuestra salvación. ¿Usted entiende? Las dos cosas están unidas.

Miren, por ejemplo, digamos la luz. La luz es una energía y unida a la luz está inevitablemente el ahuyentar las tinieblas, una cosa va con la otra. Luz implica ahuyentar tinieblas. No puede haber luz si hay tinieblas, ¿si o no? Porque dondequiera que hay luz las tinieblas huyen, entonces es la misma idea. Si tu tienes la luz de la salvación dentro de ti eso quiere decir que no puede haber tinieblas que contradigan la presencia de la luz en ti. Hay mucha gente que dice, ‘No, yo soy salvo. Soy salvo por gracia’, pero su vida no refleja. Su vida es tinieblas. Entonces, la Biblia dice, no.

Por eso es que Pablo dice, la fe sin obras, es muerta. No es que él estuviera diciendo que las obras son lo que justifican la fe o la hacen posible. Pero él está diciendo que donde hay verdadera fe en Dios y en la palabra de Dios, si no hay acción que evidencie esa fe, entonces hay una mentira allí. Por ejemplo, él dice, tu no puedes decirle a una persona que tiene hambre y está desnuda, ‘hermano yo te amo mucho, que Dios te bendiga. Voy a orar por ti’, y tu tienes 50 dólares en el bolsillo y no le das siquiera diez pesos para que se compre una comida y un abrigo, o lo que sea, ¿no?

Él dice, ‘No, si tu tienes amor, tu amor se va a desbordar en acción porque el amor no es algo simplemente que existe en teoría. El amor se manifiesta en alguna manera’. Y es verdad.

Entonces tu tienes que bendecir a esa persona con misericordia, con acción, cubriéndolo, proveyéndole, mostrándole amor. Lo mismo es con la gracia. Si Dios te ha salvado, si Dios te ha tocado, si Dios ha infundido su espíritu dentro de ti y ahora tu eres un hijo de Dios, no es posible que entonces tu vivas practicando y esclavizado al pecado.

Ahora, no está diciendo que tu tienes que vivir una vida absolutamente perfecta, porque nadie la puede vivir, pero está diciendo, ‘tu vida no puede reflejar un patrón de pecado. Tu vida no puede reflejar una conciencia endurecida que peca indisciplinadamente y que no siente dolor y temor y angustia por ese pecado, sino que tu vida debe reflejar una lealtad a la santidad que pide el Evangelio.

Y por eso Pablo en el Capítulo 6, mire cómo él comienza diciendo: “... ¿qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?”.

Esa palabra perseverar, es muy reveladora, porque quiere decir ‘¿nos mantendremos en el pecado, viviremos en el pecado, practicaremos insistentemente el pecado, nos definirá el pecado? Esa es la idea de perseverar.

Para que la gracia abunde: ¿por qué él está haciendo esa pregunta? Dondequiera que usted ve la palabra pues, generalmente quiere decir que se está refiriendo a algo anterior.

Mire lo que dice el versículo 20 del Capítulo 5, mire allí un momentito. Dice “... pero se introdujo para que el pecado abundase, más cuando el pecado abundó sobreabundó la gracia”.

Pablo está diciendo algo aquí que es absolutamente esencial que nosotros entendamos. Es uno de los elementos que se repiten en varias ocasiones a través de la Biblia, y es lo siguiente: ¿por qué proveyó Dios la ley judía si él sabía que los judíos a la larga iban a revelarse como incapaces de vivir conforme a la ley, como pasó. Él los tuvo que exiliar, los tuvo que sacar de su tierra, porque no fueron capaces de vivir conforme a sus mandamientos.

Lo que a Dios le interesaba, hermanos, no fue, de paso, no fue como que Dios se sorprendió un día y dijo, ‘Caramba, esta gente que yo levanté esta nación, yo esperaba que me iban a obedecer, y qué sorpresa me he llevado de que se están portando mal.’ No, Dios tenía, recuerde que el plan de Dios es un plan eterno, desde la eternidad hasta la eternidad. A Dios nada le coge por sorpresa. Todo lo que ha sucedido en la historia, Dios lo ha planificado y lo ha esperado. Dios estableció la ley para establecer lo que yo llamo, un precedente legal para toda la humanidad.

Él tomó a Israel como un microcosmos de la humanidad. Israel era como un representante de toda la humanidad. Así como Cristo es el Hijo del hombre que representa toda la humanidad en su sacrificio en la cruz. Y cuando Cristo murió en la cruz, estaba muriendo, óigame esto, toda la humanidad con él. ¿En qué sentido? En que él estaba llevando en su cuerpo toda la muerte de todos los hombres que merecían la muerte por su pecado. El lo llevó en la cruz. Yo creo que en potencial, en potencialidad, y yo espero aquí que los teólogos como el doctor Edwin Villafañe y Gregory no me vayan después a acusar de esto. Pero podríamos decir, yo no voy a insistir demasiado en esto, pero podríamos decir que un sentido judicial, potencial, en la cruz, Cristo estaba en potencial llevando todos los pecados de la humanidad, presente, pasada y futura, porque él era el Hijo del hombre, y él representaba la muerte de una humanidad que merecía la muerte.

Ahora bien, Israel, en ese sentido judicial, yo creo, que ejemplifica la humanidad y Dios estaba creando un precedente universal, judicial, a través de su trato con este pueblo. Él les dio las mejores condiciones posibles: su palabra, su espíritu que moraba dentro de ellos, los levantó como pueblo. Y entonces, estableció una cantidad de mandamientos y de leyes y de preceptos y principios morales y les dijo, o él se dijo a si mismo, ‘ahora vamos a ver si ellos son capaces, como un microcosmos de la humanidad, de vivir conforme a esos principios’. Y evidentemente no pudieron. Él sabía que no iban a poder. Porque él estaba pensando ya, adelantándose en el futuro, cuando él iba por gracia a perdonar a la humanidad.

Y este pueblo que él levantó en las mejores condiciones y que le proveyó todas las posibilidades para que vivieran según sus mandamientos, fracasó totalmente. Y por extensión, entonces, él podía decir, ‘nadie ahora puede decir que puede vivir conforme a mis mandamientos. Todos han pecado, todos están destituidos de la gloria de Dios’.

Dios es un ser que piensa judicial, legalmente. Estableció un precedente legal, judicial a través de Israel y preparó algo para entonces, ¿qué? Para poder salvar a toda la humanidad conforme a la gracia.

Déjeme, que he dicho algo bien serio y ahora voy a apuntalarlo bien, ya que no quiero que vayan a pensar que me estoy dando guille de teólogo aquí. Mire, por ejemplo, vamos a ver, estoy tratando de encontrar aquí algunos pasajes que puedan ayudarme a declarar esto mejor. Vamos al versículo 29 del Capítulo 11 de Romanos.

Dice, “.... Porque irrevocable son los dones y el llamamiento de Dios, pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora, habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia ¿para qué? Para tener misericordia de todos.”

Y miren, cuando Pablo comienza a pensar, y hay otros versículos. Cuando Pablo comienza a pensar en lo complejo que ha sido el plan salvífico de Dios, todas las cosas que Dios ha hecho a través de la historia, y cómo se las ha ingeniado para llevar a la raza humana a un callejón sin salida, donde tuvieran que admitir y tirar los brazos al lado y decir; “Ciertamente, yo no me puedo salvar por mis propios actos”.

Cuando Pablo contempla la complejidad del plan de salvación de Dios, el versículo 33 lo lleva a admirarse y a hacer una declaración de asombro, y dice:

“....Oh, profundidad de la riqueza, de la sabiduría de Dios y de la ciendia de Dios. Cuán insondables son sus juicios e inestimables sus caminos”

En otras palabras, que a Dios se le ocurriera un plan judicial tan complejo, para él hacer una cosa al final de todo, y era mostrar su gracia y su misericordia.

Una de las cosas que Pablo traza a través de todo el libro de Romanos es esa idea y también en el Libro de Efesios lo vemos. Todo lo que Dios hace a través de la humanidad es simplemente para gloria de él. Él ha elaborado todas las cosas para que sea evidente que él es el que salva, no es el hombre.

Recuerde que yo he dicho que la controversia mayor de Dios es ese asunto de que el hombre se está tomando la gloria y no dándosela a él. Entonces, Dios se las arregló a través de la ley para mostrar que es por gracia y no por obras. Dios desarrolló una cantidad de mandamientos y le dijo a la humanidad a través de Israel, ‘¿Miren a ver si ustedes pueden vivir por ellos?’

La ley, dice Pablo, es simplemente un ardid, es un método, un instrumento que Dios ha usado para señalar pecado. Yo les decía a los hermanos esta mañana: piensen en una señal de STOP en una calle. Piense por un momento una calle donde no hay una señal de STOP y usted viaja todos los días por esa calle y como no hay una señal de PARE, usted simplemente pasa esa cuadra y no hay problema. Pero un día, la ciudad decide poner una señal de PARE y usted de lo más contento, lo más campante sigue manejando, no ve la señal de STOP, la pasa y hay un policía que está detrás de usted enseguida tocándole la sirena.

¿Cuántos saben de lo que estoy hablando? No tienen que levantar la mano. Y usted le dice al policía, ‘Bueno, lo siento, señor policía, no vi la señal. Yo siempre he pasado por aquí y nunca vi una señal.’ El policía dice, ‘No, un momento. Desde que se puso esa señal y usted no la respetó, ya usted está violando la ley.’

La Biblia habla de que donde no hay ley, no hay pecado. Y la ley Dios la usó, hermanos, para establecer violación. La ley no era el último propósito de Dios para salvar a la humanidad, porque él sabía que no iban a poder hacerlo. La ley fue simplemente un paso intermedio y Dios le dio STOP signs por dondequiera a los judíos y a la raza humana. No matarás, no adulterarás, no dirás falso testimonio, no comerás esto, guardarás el sábado, esto y lo otro. Y dondequiera puso cientos de signos de PARE y quién puede decir que en algún momento no hay violado un signo de PARE en su vida. Siempre. Todos lo hemos hecho.

Y Pablo dice, ‘eso es la única función de la ley es mostrarle a la humanidad que ellos no se pueden salvar por si mismos.’ Y entonces, él poder presentarse como el gran salvador, el que rescata a la humanidad en su caballo blanco y le dice ‘Yo se que ustedes no pueden hacerlo por si mismos. Ahora entren en la gracia que yo tengo preparada a través de mi Hijo Jesús. Esa es la obra.

Ahora, fíjense en eso. Dice aquí que cuando abundó el pecado, entonces sobreabundó la gracia. ¿Qué pasó? Cuando ya el hombre estaba perdido en sus pecados, como dice Efesios, entonces la gracia de Dios se derramó abundantemente sobre la humanidad. La lluvia de bendición y de perdón que cayó sobre la humanidad fue mucho mayor que el número de pecados que la humanidad había cometido.

El segundo Adán, fíjense por qué llaman a Cristo el segundo Adán. Porque era como la raza humana representada en él, así como el primer Adán representaba a la primera raza humana, y por el pecado de uno, toda la raza, porque ejemplificaba a la raza, fue maldita. Ahora, por la obediencia del otro segundo Adán, la humanidad en potencial fue bendecida pero con más abundancia de bendición que la maldición que cayó a través de Adán. Eso está en el Capítulo 5. Léalo y gloria a Dios por esa bendición que en Cristo Jesús.

Pablo dice, una y otra vez, la riqueza del plan del salvación a través de la gracia es mucha mayor que la maldición de vivir sin Cristo Jesús. Nosotros entramos en la bendición de Dios. Entonces, aunque hubo pecado, aunque la ley sirvió para señalar todo el pecado que había en la humanidad, la gracia de Dios fue mucho más abundante.

Ahora, ¿qué pasa? Que hay mentes perversas por allí que decían, ‘Guau, déjame ver, si cuando abunda el pecado, sobreabunda la gracia, pues vamos a pecar más para que haya más gracia’. ¡Qué conveniente! ¿verdad?

Hay personas que pensaban así o que podían pensar de esa manera. O hay otros que dirían, ‘bueno, como es por gracia, pues entonces eso quiere decir que lo que yo haga no importa’. Y hay gente que ha caído en ese error, gente muy temerosa de Dios y muy doctos en el examen de la palabra que dicen que si tu eres salvo, tu te vas a meter de cabeza, llegan a ser tan radicales, y eso es una contradicción que no se puede resolver en el calvinismo es hiperdesarrollado, porque muchas veces hay en las teologías, que si tu eres salvo, tu no te puedes perder, una vez que tu aceptaste a Cristo y si Dios quiere salvarte, él te va a meter de cabeza, de jondión, como decimos los dominicanos, dentro del cielo, aunque tu no quieras hacerlo porque él lo dictó.

Para mi eso es un error, porque siempre está este asunto de ese llamado, ese llamado que es inescapable de que si, la salvación es por gracia, pero tu tienes que vivir, con la ayuda de Dios una vida que manifieste que tu verdaderamente eres salvo. Y no puedes tu agarrarte de que es por gracia y por lo tanto seguir pecando. Yo creo que hay muchos evangélicos que cometen ese error y vivimos vidas descuidadas, hermanos, y quizás aquí entre nosotros puede haber algunos que estamos tan concientes del aspecto de la gracia que nos olvidamos de que Dios espera que vivamos en santidad, vivamos en entrega al Señor.

 

 

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De nuevo, hermanos, tengamos cuidado de no descuidarnos. Dios está llamando a su pueblo a ser más cuidadoso que nunca. El diablo ha sido soltado sobre la humanidad como nunca. A Satanás se le ha dado poder en esta cultura como nunca para arrebatar vidas. El poder del pecado que hay en el siglo XXI, yo creo que es mucho más abrasador que en cualquier otro tiempo de la historia, aún en el Imperio Romano o Griego o aún cuando el mundo vivía en el paganismo. Porque es pecado tremendamente sofisticado. Es un pecado acompañado del poder de la razón que puede resistir y desconstruir a Dios y desmontarlo, y convertir a Dios en un impulso electroquímico del cerebro.

Hoy en día, el hombre ha adquirido una capacidad para explicarlo todo y sujetarlo todo a lo eléctrico, a lo químico, a lo biológico, que puede hasta esfumar hasta a Dios mismo, y puede justificar su pecado en maneras terribles.

Hoy en día, tenemos demonios racionales, filosóficos, teológicos que han penetrado a la humanidad. Y hoy en día es más peligroso que nunca caminar en el mundo. Jesús dijo que en los últimos tiempos las cosas se pondrían tan difíciles que Dios acortaría los días de la gran tribulación porque sino nadie sería salvo, hermanos. Dios acortaría esos días de pecado.

Y es la verdad, hoy en día nosotros tenemos que encomendarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos cada día a la misericordia, a la protección de Dios porque hay leones allá afuera que quieren matar, robar y destruir el alma. Y a menos que nosotros no vivamos vidas sobrias y vigilantes, no vamos a ganar la batalla.

La palabra dice “... sed sobrios y velad porque vuestro adversario, el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quien devorar”.

La palabra también dice “...ocupaos de vuestra salvación ¿cómo? Con temor y temblor”.

Y ese mismo pasaje lo dice en otra parte, ahí mismo, en ese mismo pasaje está hablando de que Dios es quien hace la obra y esto y lo otro y dice, “... por tanto ocupaos de vuestra salvación”.

Hay una contradicción allí que es parte de lo que estamos hablando aquí. Dios quiere que se nos quite a nosotros, como se dice en inglés, el ‘baby fad’, la inocencia que tenemos muchas veces como cristianos. Y yo creo que hay muchas personas que vienen a las iglesias cada día y cada domingo pero no entienden lo serio que es caminar en el Evangelio y que es asunto de sobriedad, de tener cuidado, de como caminamos ante Dios, de tener cuidado las aperturas que le abrimos a la obra tentadora, destructiva de Satanás.

Si hay áreas en tu vida que están abiertas al ataque del enemigo. Si hay áreas de tu vida, de tu conducta, de tu vida mental, de tu comportamiento, de tus relaciones con los demás, lo que sea, prácticas secretas que tengamos, yo te suplico en el nombre del Señor, cierra esas puertas lo más pronto que tu puedas. Porque tenemos un enemigo que no olvida ninguna deuda y que muchas veces puede esperar días y días, y hasta años de prácticas pecaminosas para un día sacar con interés, provecho a esas áreas.

Y el Apóstol Pablo dice, ‘no permitas, no perseveres en el pecado aún cuando has recibido gracia de parte de Dios’.

Vamos, de nuevo al versículo 12, ya voy aterrizando. Vamos al versículo 12 de nuevo en el Capítulo 6. Yo creo que podemos entender mejor lo que dice aquí en el versículo 12, Capítulo 6 “...no reine pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias...”

Hay una palabra aquí importante ‘reinar’ y otra palabra ‘obedecer’. El que se somete al pecado, el que practica el pecado hace del pecado su rey y se convierte en esclavo del pecado. El diablo se vale mucho de una trampa muy grande que nos tiende continuamente y es creer que si yo simplemente de vez en cuando me doy una escapadita, o cometo un pecadito aquí y algo allí que yo puedo vivir impunemente. El Señor dice que cuando nosotros pecamos y practicamos el pecado tarde o temprano el pecado termina poseyéndonos, enseñoreándose de nosotros.

Y Dios dice, ustedes son libres. Cristo los ha hecho libres. No dejen que el pecado, que nada se enseñoree de ustedes excepto Cristo Jesús y Dios. Todo ser humano tiene dos seres a quien servir: o sirven a Dios o sirven a Satanás; o son esclavos de Jesucristo o son esclavos del diablo; o son esclavos de la justicia o son esclavos de la iniquidad.

Y Dios nos dice, ¿a cuál de esos dos reinos usted quiere servir? Evidentemente el cristiano está llamado a sujetarse al Reino de Dios, al espíritu de Dios. Tengamos cuidado. Yo creo que uno de los problemas con esta cultura precisamente, hay mucha gente atada. Estamos atados a tantas cosas , el problema por ejemplo, con el mundo homosexual, es precisamente que entraron en ese mundo, practicaron el pecado y cuando han querido salir, se dan cuenta que no pueden y entonces dicen, ‘ve, yo no puedo. Entonces eso quiere decir que es algo genético. Yo nací así.’ ¿Por qué? Porque es más fácil tu decir eso que luchar contra el pecado. Llega un momento en que tu dices, ya, si me someto a esta lucha me voy a morir, así que mejor la acepto y me meto dentro de ella.

Y por eso para ellos, la idea de que una persona se pueda salir de la homosexualidad, dondequiera que se menciona la palabra ex homosexual, esta gente reacciona como un caballo que le hubieran metido una espuela. ¿Por qué? Porque eso les dice que lo que están viviendo es una mentira. Ellos necesitan creer que eso es lo que ellos son, porque están esclavizados. Entonces cuando hay alguien que se ha liberado de eso con su lucha y lo que sea, eso contradice su idea. ¿Por qué? Porque muchas veces el pecado es tan adictivo, hermanos, que cuando queremos salirnos de él, descubrimos que estamos atrapados dentro de él.

Por eso yo les digo a los jóvenes, por ejemplo, jóvenes, si ustedes por ejemplo, han visitado una página, y esto lo digo porque es algo que está afectando tanto a la juventud, el Internet, por ejemplo, la pornografía está destruyendo a la juventud en el Internet, a los hombres también y a las mujeres cada día se van adictando más a eso. Si no lo has hecho nunca, no lo pruebes porque puedes quedar atrapado en ello. Si nunca has entrado en alguna actitud pecaminosa de prácticas indebidas, mejor, no lo hagas una sola vez. Si no has probado un cigarrillo de marihuana, o una droga más fuerte, no lo hagas, porque quedas atrapado muchas veces y el pecado entonces reina sobre tu vida, se establece, se adueña de ti y si estás en ello, no te sometas a ello, no dejes de luchar. Busca ayuda, habla con alguien a quien tu le puedes tener confianza. Delátate a ti mismo en una manera apropiada. Habla con un pastor, habla con una persona madura y oblígate a salir de la clandestinidad.

Una de las cosas más poderosas para romper la trampa del pecado es denunciarse a si mismo, sacarlo a la luz de alguna manera y hablarlo. Por eso Pablo dice, “...confesaos vuestros pecados unos a otros para que seáis sanados”.

Una de las maneras más fuertes de romper la trampa es humillarte a ti mismo. ¡Que humillante es uno decir ‘yo he pecado’ ante otro ser humano! Pero es el comienzo de la sanidad, vivir vidas transparentes y buscar ayuda de parte de Dios. Orar, confesar, clamar al Señor.

Hermano, te puedo decir algo, lo único que Dios busca, yo creo, es conflicto interior para él cubrirnos con su gracia. Cuando hay conflicto interior y hay una persona que está luchando y deseando agradar a Dios, para esa persona no hay condenación, yo diría.

Mire, lo que Dios no quiere es la persona que está pecando y pecando y no siente compunción, no siente dolor, no siente arrepentimiento y no está tratando todo lo posible, con la ayuda del Espíritu Santo. Pero si tu quieres agradar a Dios, la misericordia, la gracia va a estar allí contigo siempre tratando, trabajando contigo, ayudándote, llevándote. No abandones la pelea, en otras palabras.

Muchos están batallando con diferentes cosas. Dios dice ‘Hijo, hija, lo que yo quiero es que tu me busques, que tu confíes, que tu reconozcas tu pecado, que tu te acojas a mi gracia, que tu busques ayuda, que tu hables a otros, que busques los recursos que hay en mi reino y yo voy a estar contigo. Y en esa batalla yo me voy a glorificar. En esa lucha yo voy a infundir en ti las cosas que yo necesito infundir.

El Apóstol Pablo luchó con cosas interiores, que no sabemos cuál era su naturaleza, dice que Dios le envió un mensajero del diablo para humillarlo, y tres veces él vino ante el Padre diciendo, ‘Señor, líbrame de esto’, y ¿cuál fue la respuesta del Padre? Bástate mi gracia. ¿Por qué? Porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

Él le quiso decir, ‘mira, yo no te voy a quitar eso aunque tu lo quieres, porque mi gracia está obrando en eso. Así que si tu tienes una batalla en tu vida, yo te estoy diciendo, esa batalla es indicio de que Dios está obrando, paradójicamente, en ti.

Ahora, no quiere decir que tu la practiques por eso, pero te estoy diciendo simplemente hay misericordia, hay bendición, hay esperanza, y un día el Señor te va a dar una victoria completa. Lo importante es no abandones la batalla, no quites la mano del arado, no te entregues al pecado, no perseveres en el pecado. Dios aún en eso, también se está glorificando.

“....No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias, ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad”.

¿Qué miembros? Manos, mis ojos, mi mente, mi cuerpo, todas las partes de mi ser. La palabra presentar, ‘paristemi’, es una palabra muy profunda que usted va a encontrar después en el Capítulo 12, donde dice “presentad vuestros cuerpos en sacrificio vivo, como sacrificio vivo”.

La idea de presentar es como entregar, es como un niño cuando se presenta a Dios, que se consagra a él para su uso y para su señorío. Eso es lo que hacemos con nuestros niños. Y Pablo usa ese mismo concepto aquí, de presentar nuestra vida. Él dice, ‘no entregues tu ser, no entregues tu cuerpo, no entregues tu mente para hacer cosas de iniquidad’.

Nuestra vida, hermanos, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestros recursos deben estar consagrados para agradar al Señor, para traer gloria al Señor, para bendecir a la humanidad, para agradar a Dios que nos ha rescatado. Y nosotros tenemos que decir, ‘mi cuerpo, mi vida, yo no se la voy a rendir al diablo. Yo no voy a someter mi vida para propósitos pecaminosos porque yo soy un templo del Espíritu Santo.

¿Qué dice Pablo por ejemplo con eso de tener contacto con prostitutas como se hacía en el siglo en que él vivía, con prostitutas sagradas y todo esto? Él dice, ‘tu eres un templo del Espíritu Santo, tu condición es de ser un ser exaltado, de ser un ángel aquí en la tierra, de ser un instrumento de justicia, ¿cómo tu vas entonces que incluir dentro de tu cuerpo una energía negativa que va a hacer que el Espíritu Santo conviva con el pecado dentro de ti? Nuestra condición es más bien de seres que tenemos que ser usados para la gloria de Dios, por lo tanto no podemos permitir que nuestro cuerpo sea usado para algo que sea contrario a lo que Dios quiere.

“... sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.

¿Por qué? “.....porque el pecado no se enseñoreará de vosotros pues no estáis bajo la ley sino bajo ¿qué?, bajo la gracia”.

Esa palabra ‘enseñorearse’ es la misma palabra que se usa para Cristo ‘ecurios’, el Señor ‘ureguei’ es la palabra en griego que se traduce aquí enseñorearse.

En otras palabras, nosotros tenemos un solo Señor, hermanos, es Cristo Jesús. El único Señor al cual tu te debes sujetar y al cual tu no debes resistir es Cristo Jesús. Todos los demás señores que demanden su sujeción, tu debes decirles ‘aquí no, yo sirve a Cristo Jesús’.

Cualquier área de tu vida que sea contraria a los valores del Reino de Dios, cualquier área de tu vida que contradiga o desmienta el señorío de Cristo en tu vida, señálala y resístela en el nombre de Jesús.

Mire como Pablo, ya con esto termino, como él dice “... no me dejaré dominar...”, Primera de Corintios, Capítulo 6, versículo 12:

Dice, “...todas las cosas me son lícitas más no todas convienen. Todas las cosas me son lícitas ¿qué? más yo no me dejaré dominar de ninguna.”

En otras palabras, no te dejes dominar de nada en tu vida que desmienta el Reino de Dios. Y hasta aquí me doy cuenta, yo he usado muchas imágenes en el área de la moralidad sexual, pero déjenme decirle que esta idea de no dejar que el pecado reine en nosotros se refiere a todas las dimensiones de la vida. El dinero, por ejemplo, no debe reinar en el corazón de un ser humano cristiano, de un cristiano particularmente, nadie pero el cristiano.... si el dinero ocupa el centro de nuestra vida y nosotros estamos dispuestos a sacrificar el Reino de Dios por el dinero, los valores del Reino de Dios por el dinero, entonces nuestro rey es el dinero.

Si yo me sujeto, por ejemplo, a una boca maldiciente y obscena que siempre está diciendo malas palabras, entonces yo me he sujetado a la maledicencia. Si yo soy una persona rencorosa y tengo un rencor allí que no suelto, y el que me la hace, me la paga, y yo siempre estoy midiendo a la gente a través del rencor y a través de la ley, y criticando a los demás y todo esto, eso contradice el principio de gracia, de perdón, de misericordia, de amor del Reino de Dios y por lo tanto, yo me estoy sujetando a un principio pecaminoso, que se llama rencor, que se llama juicio. Y yo tengo que decir, ‘yo no me voy a dejar sujetar de ninguna de esas cosas porque yo soy libre en Cristo Jesús.’

Nadie diga, hermanos, que hay algo que usted está haciendo, o que estoy haciendo que no podemos romper. Todo lo que hay de pecado en nosotros, todo puede ser sujetado a la disciplina del Espíritu Santo. Diga amen a eso.

Miren lo que dice, voy a buscar una última cita aquí que quiero compartir con ustedes acerca de precisamente ese punto. Bueno, usted sabe, dice ‘no nos ha sobrevenido ninguna tentación que sea imposible de resistir sino que Dios, junto con la tentación provee ¿qué? la salida.

Cualquiera de nosotros que tenga cualquier tipo de lucha, no digamos ‘yo no puedo romper con eso.’ No, no. ‘Yo nací así y así soy y ya....’ No, hermano, Cristo Jesús te ha hecho libre de toda esclavitud. Por eso es que nosotros los cristianos debemos aspirar a vivir vidas poderosas, vidas de perpetua transformación. Sea lo que sea, el Señor puede vencerlo en tu vida. Cualquier problema, no digas por ejemplo, ‘yo soy una persona depresiva, yo padezco de depresión y así me voy a morir toda mi vida’. Cristo puede romper el poder de la depresión en tu vida, porque contradice la vida abundante que él te ha mandado vivir.

No digas, ‘yo soy una persona que no puedo hablarle a nadie porque me pongo nerviosa y yo no sirvo para testificarle’. No, en Cristo Jesús tu eres más que vencedor, todo lo puedes en Cristo Jesús.

Yo creo que Pablo se está refiriendo a que ningún principio negativo, pecaminoso que contradiga el Reino de Dios debe esclavizarnos, nada, nada de este mundo, porque somos libres en Cristo Jesús. Y como libres y somos hechos un poquito menor que los ángeles, ¿cómo nos vamos a sujetar al diablo o al pecado o a ninguna cosa que contradiga la condición exaltada en la cual vivimos?

Es una invitación, hermanos, a este año no dejar que vivamos vidas mediocres, vidas sometidas a la indolencia, a que no puedo hacer esto, que no puedo ir a la iglesia. Tanta gente hace buenos propósitos al principio del año: quiero ser una mujer de Dios, quiero bendecir a mi congregación, voy a tomar una clase de discipulado, voy a servir en la iglesia, voy a ayudar en algo en el Reino de Dios. Y llegan dos o tres meses y ya viene el cansancio y el tiempo, y el trabajo o un fracaso o un problema y volvemos otra vez a una vida mediocre.

Y Pablo dice “... no dejes que el pecado reine en vuestro cuerpo mortal”. Más bien hagan que sus miembros sean miembros de justicia, que ustedes vivan vidas positivas, vidas que reflejen la gloria de Dios en ustedes. No prestes tu vida a nada que contradiga la exaltada condición que Dios ha hecho posibie a través de la gracia en ti por medio de Cristo Jesús. Vive una vida victoriosa, una vida sobre abundante, una vida vencedora. Presenta tus miembros como instrumentos de justicia. Amen.

Vamos a ponernos de pie en esta tarde. Lea ese pasaje porque tiene tanto, tanto, tanto que enseñarnos. Dios nos ha dicho, en esta tarde, ‘mi gracia es simplemente un punto de partida para que tu vivas una vida santa y poderosa que refleje los valores que me caracterizan a mi.

Mi gracia no es una licencia para pecar. Mi gracia es una plataforma para que tu, liberada de condenación y de incertidumbre, tengas la suficiente energía y confianza para emprender cosas audaces que a ningún otro ser humano le son permitidas, para que tu concibas altas visiones de vida moral, ética, triunfante, para que tu te atrevas a aspirar a lo mejor de ti mismo; para que tu no vivas arrastrándote al nivel del suelo, sino que surques las alturas como el águila que yo te he hecho.

Mi gracia es para permitirte entrar en el disfrute de todo lo que yo tengo para ti, no para que tu te acuestes a dormir y vivas una vida mínima, sino todo lo contrario, espero que vivas una vida máxima, una vida que honre a mi Hijo, que honre mi Reino, que honre mi palabra, que le diga al mundo, ‘esta persona está viviendo a un plano que no es posible para un ser humano’. Por lo tanto tiene que haber algo allí sobrenatural en él o ella y entonces ese pueblo que vive a esa altura, porque ha sido liberado por la gracia de Dios, va a ser contagioso, irresistible. La gente va a querer venir donde nosotros estamos porque verán el poder libertador de Cristo a través de nosotros. Esa es la gran lucha de esta generación, hermanos, vivir a la altura del Evangelio, vivir a la altura del Cristo que pagó el precio.

Y yo quiero vivir a esa altura. Yo le pido al Señor ‘ayúdame, Padre’, y yo quiero tener compañeros como ustedes también en esa batalla. Amen.

Vamos a ser una iglesia que se caracterice por ser hombres y mujeres éticos, hombres y mujeres íntegros, hombres y mujeres que estén peleando la buena batalla de cada día. Cuando nos levantamos, nos ponemos enseguida la armadura, otra vez a la pelea. Y si fallamos en el curso del día, nos arrepentimos, confesamos pecado, vamos ante el Padre, nos sanamos y volvemos a tomar la espada en la mano y a seguir hasta que un día él nos quite la espada finalmente y nos diga, ‘ok, ahora entra en mi reposo’. Amen. Mientras tanto no abandones la pelea. Y ahí estaría el título de este sermón ‘No abandones la pelea’, sigue adelante, sigue adelante en la fe. No te sujetes a nada. No te des por vencido a nada. No admitas derrota en nada, porque el Cristo que Dios ha hecho morar dentro de ti es más poderoso que cualquier inercia que el universo pueda traer a tu vida.

Padre, nos entregamos de nuevo a ti. Confesamos que tu nos has llamado a vivir vidas altas, vidas exaltadas, Señor, y necesitamos de ti, pero en esta tarde, Señor, nosotros decimos ‘No dejaremos de esforzarnos. No usaremos excusas baratas. No nos esconderemos detrás de tu gracia, sino que liberados por ti, vamos a vivir vidas que ejemplifiquen los más altos valores del Reino de Dios y que honren el sacrificio de Cristo Jesús en la cruz y que honren también, tu plan increíblemente complejo y eterno que tu has elaborado para salvar a esta humanidad y llevarla al punto de culminación que es Cristo Jesús y la salvación por medio de su obra.

Y un día, Señor, te agradecemos tanto que tu tomaras todos los hilos de la historia humana y del universo y los unirás todos en tu Hijo Jesucristo y lo harás a él, en efecto, la cúspide, el elemento unitivo de todo lo creado, todo el universo y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.

Gracias, Padre porque somos parte de ese tejido increíblemente complejo que tu estás elaborando y hemos entrado en tu plan. Bendecimos a tu pueblo, Padre. Permítenos ser una iglesia que traiga gozo a tu corazón, que traiga alegría a tu corazón herido de Padre, por esta creación que tanto te ha traicionado, Señor. Queremos ser diferentes. Queremos agradarte, así que ven Espíritu Santo. Ven y ayúdanos. Danos fortaleza hoy. renueva nuestras fuerzas en ese sentido en el nombre de Jesús lo pedimos. Amen. Amen.