Romanos 8:12

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Capítulo 8, Romanos Capítulo 8, la Epístola, recuerdan la carta a los romanos. Creo que era a los hermanos de las 12 que les decía, para beneficio de aquellos que están comenzando en la fe, comenzando en los caminos del Señor, que a veces no conocen todo el lenguaje bíblico. Cuando hablamos de la carta a los romanos, estamos hablando de un tratado, un trabajo teológico que hizo uno de los Apóstoles para iluminar y para instruir a una congregación o un grupo de cristianos en una ciudad específica.

En este caso el Apóstol Pablo escribió un tratado, un escrito a Roma, a los cristianos en Roma, una gran, gran ciudad evidentemente casi una nación, la capital del Imperio Romano. Había cristianos allí ya para ese entonces y Pablo les escribe una carta para instruirlos en las cosas de la fe y los asuntos de la creencia cristiana.

Romanos es una carta muy conocida por todos sus elementos muy profundos, muy teológicos, muy fundamentales de la vida cristiana. Entonces comenzamos a leer en el versículo 12 del Capítulo 8 de Romanos, me encanta ver algunas plumas y lápices. Si usted tiene una pluma en la mano, levántela ahora, por favor. Increíble. ¡Guau! Impresionante. No sabía que... óyeme qué bien. ¿Y las van a usar?.... amen, ok. Que bendición. Eso quiere decir que están poniendo atención, ojalá que otros....

De paso pensaba en eso esta mañana. Traiga su Biblia a la iglesia. Si usted está comenzando en los caminos del Señor, acostúmbrese a traer su Biblia, aunque sea de decoración, pero tráigala. Yo recuerdo esos cristianos cuando yo era niño, hace unos 15 años más o menos ó 20 por ahí, en la República Dominicana, los.... all right, don’t give me a hard time. Esos evangélicos que iban con sus tremendas biblias por las calles y eran… brillaban en realidad por su excepcionalidad. No había tantos pero ellos no se avergonzaban de decir ‘yo soy evangélico’. Los llamaban Aleluya, esto y lo otro pero ellos andaban con sus biblias para ir a la iglesia. En las calles daban testimonio. ‘Mira ahí va uno, es evangélico que cree en Jesucristo’.

Y nosotros damos testimonio de esa manera y es una forma también de uno acostumbrarse a traer su Biblia y de estudiar la palabra, de no ser un oyente pasivo sino ser un oyente que está interaccionando con los conceptos y las enseñanzas que están recibiendo. Eso es muy bonito, muy importante así que les animo. Cómprele a sus hijos también una Biblia, acostúmbrelos a venir a la iglesia con su Biblia. Eso se les va a quedar grabado en la mente cuando sean mayores.

Dice el versículo 12 “...así que hermanos, deudores somos, no a la carne para que vivamos conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne -¿qué va a pasar?- ....moriréis; más si por el espíritu hacéis morir las obras de la carne -¿qué va a pasar?- ... viviréis.”

Hay un contraste aquí no, entre morir y vivir, carne y espíritu. Es el contraste, el espíritu da a la vida, la carne lleva a la muerte.

“.... porque todos, dice el versículo 14, todos los que son guiados por el espíritu de Dios éstos son hijos de Dios, pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu -¿de qué?- ... de adopción.”

Mire ahí hay otro contraste entre esclavitud y adopción.

“.... habéis recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos aba, que quiere decir ‘papito’, ‘papi’, ‘padre’. El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios y si hijos somos también -¿qué?- herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él para que juntamente con él seamos glorificados”.

Entonces aquí comienza una nueva línea de pensamiento que está relacionada con lo anterior. Dice:

“.... Pues tengo por cierto, dice el Apóstol Pablo, tengo por seguro que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse, porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujeta a .... no por su propia voluntad sino por causa del que la sujetó en esperanza, porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una y a una está con dolores de parto hasta ahora. Y no solo ella, sino que también nosotros mismos que tenemos las primicias del espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

Porque en esperanza fuimos salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza porque lo que alguno ve a qué esperarlo. Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el espíritu nos ayuda en nuestra debilidad pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos. Pero el espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del espíritu porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.”

Bendiga el Señor su santa palabra. Qué hermoso pasaje. No le podemos hacer justicia en treinta minutos, pero por lo menos podemos aislar algunos pensamientos.

Ustedes recordarán que el domingo pasado hablábamos del Apóstol Pablo comienza ahí en Romanos, Capítulo 8 diciendo “ahora pues, ninguna ¿qué? condenación hay para aquellos que están en Cristo Jesús, aquellos que andan, dice, conforme al espíritu no conforme a la carne”.

Y nos detuvimos allí, meditamos acerca de esa idea de que ya ahora nosotros que estamos en Cristo Jesús, no tenemos que vivir la condenación, bajo la culpa, bajo el temor, bajo ese sentido de que estará Dios airado conmigo, me voy a salvar o no, temerosos de la muerte y del más allá. El cristiano convencido que ha sido tratado por el espíritu santo y que ha sido introducido en las glorias de la vida cristiana, ya no vive bajo esa sombra, yo no tiene esa nube oscura sobre su cabeza. Ahora ha entrado en una dimensión luminosa, llena de esperanza.

Ahora el Apóstol Pablo habla de que es importante dos cosas: primero que esté en Cristo Jesús, y segundo que ande conforme al espíritu y no conforme a la carne. Y tratamos un poquito eso, qué quiere decir vivir conforme al espíritu, ¿no?

Decíamos que la persona que anda en el espíritu, que vive en el espíritu es aquella persona que pone su prioridad en las cosas eternas, las cosas espirituales. Hay dos maneras de vivir: enfocados en lo material, en el ahora y el aquí, en el mundo y sus recompensas y sus placeres y sus prioridades, o en la eternidad, viviendo para Dios, para las cosas sublimes, para los valores eternos, para la perpetua santidad, los valores del Reino de Dios, el mejoramiento de nuestro ser más alto.

Hay personas que su meta es su cuerpo llevarlo al estado de mayor perfección y efectividad, y usted lo ve que desde que sale del trabajo inmediatamente se meten al gimnasio y pasan allí dos horas y se cuidan de lo que comen, para que la barriguita no se les salga ni una media pulgada y todo tiene.... es la carne, ¿no?

Otros ponen su énfasis, y no está malo que uno se cuide. Otros ponen su énfasis en las cosas del espíritu y su mayor placer es ¿qué? Bueno, estudiar la palabra del Señor, servir a Dios, adorar al Señor, tener comunión con sus hermanos, crecer en la fe, deshacerse de las imperfecciones de su personalidad y su temperamento, y cada día, como dice la palabra, ser más y más como Cristo Jesús. Esa es su prioridad, en eso está enfocada su vida. Y hacen una cantidad de otras cosas: trabajan, tienen su cuentita de banco, atienden sus negocios, se van de vacaciones de vez en cuando. No está malo nada de eso, pero lo primordial en su vida es las cosas del espíritu y tienen su mente puesta en la eternidad. Y esas son las personas que se benefician verdaderamente de el hecho de ser cristianos ¿no?

Entonces, todo eso es lo que dice en el pasaje anterior al que leímos hoy, dice que “.....si el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús, mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su espíritu que mora en vosotros.”

Saben, hermanos, el mayor beneficio que tiene el hijo de Dios de todos los beneficios que uno puede reclamar como hijo de Dios, el mayor de todos es la vida eterna, la salvación de nuestra alma. Porque aquí en la tierra Dios le puede dar muchas cosas, le puede bendecir con salud, con bendición familiar, dinero, todas esas cosas muy buenas, pero cuando usted se muere ahí se acabó todo eso.

Pero, óigame la persona que tiene a Cristo la muerte es simplemente una transferencia a una vida perfecta. No hay muerte para el hijo de Dios. El cristiano pasa de una vida imperfecta a una vida totalmente perfecta. Entonces, esa es la idea de que el que está en Cristo Jesús tiene un seguro de vida que mire, ni la Metropolitan, ni ninguna, ni John Hancock, ni ninguna compañía de seguros le puede dar el seguro que Cristo le da a usted.

La mayor esperanza de todo es saber eso que cuando yo esté ahí en mi lecho de muerte, yo puedo confiar que va a haber una tropa de ángeles esperándome para darme la bienvenida a la eternidad. Por eso no le tenemos que tener miedo a la muerte.

A mi la muerte de un hijo de Dios, les digo la verdad, me causa dolor porque se van de viaje y no los veré por un buen tiempo, pero yo se que están en mejor lugar.

Esta semana fuimos al funeral de nuestro hermano querido, William González y lo vimos allí en su ataúd con su familia alrededor de él, y les digo la verdad, hermanos, yo aunque amé tanto a William a través de tantos años que lo conocimos, y eso me pasa a mi una y otra vez, cuando voy a un funeral de un hijo de Dios, yo a veces voy a ver el cuerpo que está en el ataúd por cortesía, no porque me interesa verlo, ni con mi papá cuando murió hace muchos años, yo en realidad hice un propósito de no ver su cuerpo, porque en realidad eso no es la persona ya. El hijo de Dios ya partió con el Señor, lo que queda ahí es el envase. Lo que queda ahí es simplemente un cascarón porque su esencia, su personalidad, su vida ya está con el Señor.

Esa es la realidad que nos consuela. Esa es la consolación más grande. Entonces, es el tesoro más grande que tiene un hijo de Dios que está en Cristo Jesús, que vive en el espíritu, entonces por eso el Apóstol Pablo dice en el versículo 12, “.... así que, hermanos...”

En otras palabras, como consecuencia de ese gran beneficio que nos da tener a Cristo como nuestro salvador y vivir en el espíritu, como consecuencia de eso, no somos deudores ya a la carne, para que vivamos conforme a la carne. Porque si vivimos conforme a la carne vamos a morir, sino que somos deudores ¿a qué? Al espíritu.

En otras palabras, lo que está diciendo el Apóstol Pablo, como consecuencia de ese gran beneficio y de esos otros beneficios que tu obtienes por ser un hijos de Dios por medio de Cristo Jesús ya tu no le debes a la carne, tu compromiso no es con la carne. Porque ¿qué es lo que te da la carne? Dice, muerte y es cierto. Leímos allí cuales son las obras de la carne: enemistades, pleitos, orgías, muerte, violencia, el mundo vive. Mire alrededor, mire la historia humana, mire la política humana hoy en día, mire las naciones cómo están y usted se dará cuenta a qué conduce la carne.

Entonces, el Apóstol Pablo le dice a cada uno de nosotros ‘Señores, si ustedes viven en la carne, si viven bajo los dictados de la carne, si viven atendiendo a las cosas de la carne, y si viven enfocados en las cosas de la carne, como si le debieran algo a la carne, como si la carne fuera su acreedor, que tiene derecho a demandar algo de usted, usted está condenado a la muerte’.

Es decir, muerte es todo aquello que es negativo. No es muerte en el sentido solamente biológico de que te cortaron la cabeza y dejaste de vivir. No, la muerte de la cual habla la Biblia es una muerte espiritual, es la muerte de todo lo bello, todo lo bueno, todo lo sano, todo lo noble, todo lo que es digno de alabanza, que el diablo le gusta matar y destruir y afear. Eso es la muerte. Porque mata todo eso, todo lo bello que hay en el seres humanos.

Entonces, usted no le debe nada. Si los beneficios que usted obtiene como hijo de Dios vienen de vivir en el espíritu, y vivir en Jesucristo entonces hay una contradicción. Hay muchos cristianos que habiéndose beneficiado tanto del espíritu viven todavía cautivos a los dictados de la carne. Entonces, vivimos una vida esquizofrénica, dividida. Un rato vamos a la iglesia, adoramos al Señor, manejamos los conceptos de la Biblia y estamos allá en la gloria, pero salimos de la iglesia y otra vez a chapalear el lodo de la carne.

Vivimos como si no conociéramos de Dios. Nos volvemos al afán de la vida, a la vanidad de los ojos, dice la vanidad de la mente. Muchos estamos así, presos y cautivos al qué dirán, a los amigos, y a la cultura.

Hay un pasaje en Efesios, Capítulo 2, dice que cuando estamos sin Cristo vivíamos como esclavos del mundo, prisioneros del espíritu que reina las potestades de los aires. Dice “... cautivos a nuestros deleites y pasiones”.

Así viven tantos cristianos inclusive. Es una contradicción. Pablo dice ‘no, mis hermanos, ustedes no pueden vivir así, ya ustedes no le deben a la carne ni la carne tiene sobre sus vidas ningún agarre. No debe tenerlo, porque lo único que conduce la carne es a la muerte.

Dice el versículo 14 “.... porque todos los que son guiados por el espíritu de Dios éstos son hijos de Dios”

Hay algo, eso conduce al Apóstol Pablo a toda una serie de ideas que él desarrolla más adelante.

¿Qué quiere decir ser hijos de Dios? Bueno, muchos dicen, bueno todos somos hijos de Dios. Y es cierto, en un sentido general todo ser humano, bueno, tiene su vida porque Dios existe. Pero ¿saben qué? en el sentido real de la expresión no todos los hombres, no todos los seres humanos son hijos de Dios. Quizás todos los seres humanos son criaturas de Dios como lo son los peces, los animales, las aves, pero no todos son hijos de Dios.

Dice la palabra del Señor, en Juan creo que en el libro de Juan, dice que a los que lo recibieron, dice “a los que creyeron en su nombre les fue dada potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Solamente los que han reconocido a Jesús como su Señor y salvador pueden ser cambiados a la condición de hijos de Dios. De nuevo, en ese pasaje de Efesios, Capítulo 2, dice que cuando estábamos en Cristo éramos hijos de ira. Yo busqué la palabra ira en español, la busqué en el griego original y es la misma palabra que se usa para orgía. La idea se refiere a una pasión fuerte, un sentimiento fuerte. La ira de Dios es tan grande que es como una orgía, es orgiástica. Es decir, cuando usted está sin Cristo, usted está bajo la ira de Dios, usted es hijo de ira.

El hombre o la mujer que no tiene a Cristo en su corazón, está reservado, dice, para el día de la ira. Ahora Dios contiene su ira sobre la humanidad porque su misericordia lo empuja a tener paciencia con esta humanidad rebelde, pero un día va a soltar su ira contra este mundo y todos aquellos que no estén cubiertos por la sangre de Jesús, van a sentir la ira de Dios. La van a sentir o aquí en la tierra o en el juicio final, pero la van a sentir.

Lo único que le garantiza a usted tener paz con Dios es tener a Cristo como su salvador y Señor. Dele gracias a Dios porque usted conoce a Jesucristo. Dele gracias a Dios porque usted ha entregado su alma y su vida al Señor Jesús. Y si no lo ha hecho tema y asegúrese de no salir de este lugar sin haber hecho su paz con Dios, porque el único que puede llamarse hijo de Dios es uno que tiene a Cristo en su corazón.

Y ¿qué quiere decir eso también? Quiere decir que nosotros hemos sido adoptados. El Apóstol Pablo maneja esa idea en el versículo 15, ese es otro concepto bien importante que debemos entender, para entender plenamente el concepto de ser hijos de Dios, ser hechos hijos de Dios.

Dice el versículo 15 aquí, “.... pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor”

¿Ve lo que decimos de no hay condenación? Ese es el espíritu de temor. No hay condenación.

Entonces dice, “...no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de ¿qué? de adopción por el cual clamamos, aba, ‘papito’, ‘papá’....”

¿Qué quiere decir eso? De nuevo, cuando usted recibe a Jesús en su corazón hay un espíritu que entra a su vida y no es el espíritu de temor. Muchos cristianos viven bajo ese espíritu de temor, no han aprendido la libertad en Cristo Jesús. Vivimos siempre temerosos de que el diablo me va a hacer esto, el diablo me va a hacer lo otro, y que la gente es mala, y que me va a pasar algo en la calle cuando salga, y que Dios está molesto conmigo y vivimos en ese espíritu de cómo una especie de paranoia. No ha penetrado en nosotros las buenas nuevas del Evangelio de salvación. Y Pablo dice ‘no, mis hermanos, lo que ustedes han recibido ahora es un espíritu de adopción.’

Miren, ahí hay un juego de palabras entre esclavitud y adopción. Ser esclavo y ser hijo adoptivo. Hay un caudal de imágenes allí que nos recuerdan, el Apóstol Pablo habla de el esclavo y el hijo. Un esclavo no tiene derecho a nada, un esclavo es propiedad simplemente. Y un hijo tiene todos los derechos de su familia, y de su paternidad.

Ahora, ha habido en la historia esclavos que han sido adoptados y que han pasado a ser hijos. Yo no se cuantos han visto la novela, o la película Ben Hur, ¿no? Hace muchos años de eso, todavía está en video. Si no la han visto les sugiero que la busquen. Es una bella, bella película. Ben Hur y creo que debe estar en español también.

Y ahí hay un episodio interesante de lo que es ser adoptado según el código romano. Recuerde que Pablo está escribiendo a romanos que entendían de todos estos conceptos legales que imperaban en el Imperio Romano. Y el proceso de adopción en Roma era algo tremendamente complejo y muy solemne.

Para un hombre, por ejemplo, o una mujer ser adoptada a otra familia, había que pasar por un proceso bien elaborado. Lo primero que hay que entender es esto, que en el Imperio Romano había un concepto que se llama ‘patria potestas’, o el poder paternal, que un padre tenía absoluto poder sobre sus hijos, absoluto control aún entrados en la mayoría de edad.

Y para que una persona pudiera ser adoptada por otro papá, tenía primero que romperse la patria potestas, es decir la potestad paternal del primer padre, para poder pasar a la patria potestas del segundo padre. Tenía que haber todo un proceso legal para que se diera eso.

Entonces, esta persona cuando pasaba por el proceso de entrar bajo su nuevo padre, obtenía todos los derechos de su nuevo papá. Se convertía en un heredero inclusive de sus bienes, como cualquier otro hijo tenía derecho legal a heredar se parte de su padre. Aunque vinieran otros hijos naturales a ese padre, ese hijo adoptado tenía todos los derechos de un hijo más. No se le podía quitar su derecho de heredar.

Otra cosa también, cuando ese hijo pasaba a la patria potestas de su padre adoptivo, su vida antigua dejaba de existir. Si tenía deudas, por ejemplo, en su antigua vida, todo eso quedaba completamente anulado porque dejaba de existir en la vida antigua y pasaba ahora a una vida nueva, como hijo adoptivo de ese nuevo padre y de esa nueva familia. Y también pasaba bajo el control y el dominio y el señorío de su nuevo papá.

Fíjense, ve usted los paralelos con esta idea de que somos hijos adoptados. Hemos recibido dice, el espíritu de adopción, no de esclavos. En la película esta de Ben Hur, Ben Hur pasa de ser un esclavo prácticamente y este potentado romano, un noble, un gran noble romano, lo adopta como hijo. Entonces Ben Hur pasa a tener todos los derechos de un ciudadano romano de la clase noble, de la clase alta. Ya su condición de esclavo judío, todo eso queda a un lado, y pasa a ser un romano con todos los derechos y toda la dignidad de un romano. Una linda historia, véala. Es bellísima la historia. Una historia del tiempo de Cristo.

 

 

Entonces cuando Pablo está hablando de que somos hijos adoptados, y de que ya no somos esclavos, está jugando con estas imágenes, ¿no? Cuando nosotros estábamos sin Cristo éramos esclavos del pecado, dice, estábamos gobernados y esclavos del espíritu demoníaco que gobierna el cosmos, el universo. Éramos esclavos, éramos hijos del diablo, hijos de ira, condenados a la muerte. No teníamos relación con Dios. Estábamos esclavos de las pasiones de nuestra carne. No había esperanza para nosotros.

Por eso es que yo no creo, hermanos, cómo un cristiano, una persona cristiana puede decir ‘yo no puedo romper con ese hábito, no puedo romper con esa adicción.’

Si Pablo dice aquí que se ha roto el espíritu de la esclavitud. Sí, quizás vamos a tener que luchar y pelear contra algo en nuestra mente o en nuestra vida, pero un cristiano no puede decir ‘oh, yo me voy a acostumbrar a este hábito porque no puedo, no soy capaz de romperlo. Yo nací así y así me voy a morir’.

Esa es una mentira del diablo. El cristiano no es esclavo de nada, hermano, créalo en el nombre de Jesús. Pablo dice ‘yo no me dejaré dominar de nada’. Es más, no se deje dominar ni siquiera de algo bueno, les digo, hermanos, porque hay cosas a veces que uno hace por compulsión y no por escogencia. Hay personas, por ejemplo, que son generosos con los demás, no porque han pasado por un proceso de entender por qué es bueno ser generoso con los demás, sino que lo hacen porque necesitan servir y que los aprueben y que digan que son buenos y están bajo una compulsión psicológica, y eso no es bueno.

Cuando usted haga algo, hágalo lúcidamente. Hágalo porque usted escogió habiendo entendido el por qué hace las cosas. Hágalo inteligentemente. No sea esclavo de ningún impulso en su vida. Asegúrese de que en todo usted trate lo más posible de sujetar su carne, sujetar sus pasiones. Tenemos que hacer eso, hermanos, porque la carne siempre trae trampa. Esas áreas de nuestra vida que no le hemos rendido al Señor son áreas de peligro y no vamos a ser gobernados por nada.

Nuestra vida debe ser siempre una emancipación total de toda esclavitud. Cualquier área de tu vida que te ata y que te conduce a hacer cosas que tu no quieres, declárate en contra de ella y declárale revolución en el nombre de Jesús. Voy a pelear contigo hasta que te venza, dile a cualquier situación en tu vida. Porque Dios te ha roto el espíritu de esclavitud y te ha dado un espíritu de libertad en Cristo Jesús.

Entonces, somos adoptados. ¿Ve? Pasamos de ser esclavos de la carne, esclavos del diablo, esclavos del mundo, pasamos ahora a la patria potestas de nuestro Dios celestial. Ahora, él es quien manda, él es quien gobierna nuestra vida. Pasamos del gobierno demoníaco al gobierno divino. Nuestro vida antigua terminó, como terminó la del hijo adoptado en Roma y empieza nuestra vida nueva en Cristo Jesús.

Dice Segunda de Corintios, creo que 7:14, dice “... si alguno está en Cristo nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. El hijo adoptivo pasa de una vida de muerte y de adicción a la carne a la libertad. Todas las deudas son también canceladas.

Dice la palabra del Señor que en la cruz Cristo derrotó a los principados y a las potestades y neutralizó todas acusaciones del diablo contra nosotros. Clavó todos los pecados nuestros en la cruz del calvario. Todas las deudas fueron perdonadas. Y ahora entramos en nuestra condición de libres.

Y otra cosa es que podemos heredar conforme a nuestro padre celestial. Hay muchos pasajes que hablan de la herencia que hemos recibido como hijos adoptivos. Como hijo de Dios, hija de Dios tu tienes ahora derechos, ¿sabes? A heredar como Cristo Jesús.

Mira lo que dice ahí mismo en el versículo 16, dice “... el espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios y si hijos también ¿qué? herederos de Dios y ¿qué? coherederos con Cristo”. ¡Aleluya!

Ahí hay algo bien, bien lindo. Volviendo, siguiendo la imagen de la adopción al estilo romano. Sabe que el proceso de adopción romano era tan complejo, tan serio que requería 7 testigos presentes que dieran testimonio de que la adopción era legítima y permanente. ¿Por qué? Porque si algún día había un cuestionamiento de la capacidad de ese hijo adoptivo para heredar, o de que no se hubiera hecho bien, o que sea una mentira porque había muerto el padre y ya no quedan personas que puedan o no hay documentos que puedan probar que verdaderamente esta persona fue adoptada, había testigos que podían ir a la corte y decir, ‘sí, yo estuve presente cuando esta persona fue adoptada por medio de procedimientos legales válidos.’

Entonces, mire lo que dice, dice que “....el espíritu da ¿qué? testimonio de que somos hijos de Dios”.

¿Sabe cuál es el testigo en ese proceso de adopción? El espíritu santo que está en usted. Cuando el diablo le venga a decir, ‘ah, tu eres un allegado, tu no te convertiste verdaderamente, tu no te salvaste, esto y lo otro’, dígale ‘mentira en el nombre de Jesús, yo fui adoptado por Dios cuando recibí a Cristo como mi Señor y salvador, y el espíritu de Dios da testimonio de que yo soy una hija, un hijo de Dios’.

Por eso es que es importante tener comunión con ese espíritu santo, mantenerse tierno. No deje que nada endurezca su corazón y lo entorpezca de manera que usted tenga dificultad en sentir las emanaciones que salen del espíritu de Dios, que usted sea tierno y que pueda escuchar cuando el espíritu dice ‘no, tu estás bien, Dios te ama. Quizás pecaste, quizás ofendiste, pero ya el Señor te ha perdonado porque te arrepentiste. Tu estás bien con Dios’.

No permita que el diablo jamás le de testimonio de que no, tu no fuiste verdaderamente regenerado. El espíritu santo que está dentro de usted como resultado de ser un hijo de Dios debe dar siempre testimonio de que tu eres, verdaderamente un hijo de Dios.

De paso, no podemos escapar esa linda palabra dice que “....el espíritu de adopción por el cual clamamos aba, padre”.

Cuando yo estuve en Israel esta última vez pude escuchar a niños diciéndole a su papá en hebreo ‘aba’. Esa palabra sí me di cuenta que la estaban diciendo. Aba, porque por lo menos esa palabrita ya la conocía del hebreo bíblico y aba quiere decir literalmente ‘papi’.

De hecho, no lo sienten ustedes, la palabra aba es una palabra como dulce, así que es una palabra linda. Fíjese eso para los judíos debe haber resultado muy extraño porque el judío tenía una idea de Jehová como el Dios sublime, sagrado, 7 veces santo, sentado en su trono de majestad, inaccesible, puro, que había que acercarse a él por medio de todo tipo de sacrificios, para entrar en el lugar santísimo había que.... solamente un hombre podía entrar ahí una vez al año bajo un temor terrible.

Sabe usted que los sumos sacerdotes cuando entraban una vez al año al lugar santísimo que era el lugar más recóndito del templo hebreo, tenían que entrar con unas campanitas en la parte baja de su atuendo y esas campanitas.... y además le metían una soga en una pierna. Le voy a decir por qué. Mientras los sacerdotes oían las campanitas, eso quería decir que todo estaba bien, se estaba moviendo el sumo sacerdote dentro del lugar santísimo. Nadie podía entrar allí. Ahora, si las campanitas dejaban de sonar, usted sabe que ese hombre tenía alguna impureza y Dios lo había fulminado y lo había matado. Ese era el temor que tenían de entrar ahí en ese lugar donde supuestamente la ‘shekina’, la gloria de Dios, estaba. Y entonces, ¿qué pasaba? Si dejaba lo jalaban, el cuerpo lo jalaban porque nadie se atrevía a entrar en el lugar santísimo. Esa era la concepción que tenían los hebreos del Dios que ellos adoraban.

Ahora, mire lo que dice aquí que dice que nosotros hemos recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos y decimos ‘papito’, ‘papi’. Un hebreo decirle a ese Dios es terrible, papi, eso era una cosa completamente, es más hay cristianos que se ofenden cuando oyen a otros cristianos decirle a Dios ‘papi’, creen que eso es irreverente pero el Apóstol Pablo dice que nuestra cercanía con Dios es tan grande en Cristo Jesús que podemos decirle a Dios ‘papi’, podemos acercarnos. Dice el escritor de hebreos dice que entremos ante el trono de la gracia confiadamente por ese camino precioso y ancho que Dios abrió a través de Cristo Jesús.

No se acerque a Dios con temor, con miedo, acérquese con reverencia, sí, pero acérquese con confianza, porque Cristo ya lo ha hecho aceptable delante de Dios a través de su sangre derramada en la cruz del calvario.

Así que eso es lo que yo me voy a detener allí. Vamos a terminar, le voy a pedir a los músicos que pasen por acá rápidamente, pero quiero que nos demos cuenta, hermanos, de todas estas hermosas ideas que están involucradas aquí.

Dice que si somos hijos, también somos herederos y coherederos con Cristo. Ahora, hay algo aquí, dice que eso es, si es que padecemos juntamente con él para que juntamente con él seamos ¿qué? glorificados.

De nuevo, otro par de palabras allí contrastantes: padecer y ser glorificados. ¿Saben qué? Hay mucha gente que solo piensa en oh, ser glorificados. Piensan solamente en los beneficios de la vida cristiana, pero ¿saben qué? Ahí hay costos también, hay responsabilidades, usted tiene ciertos privilegios pero hay que padecer juntamente con Cristo también. Hay que pagar el precio de ser cristiano. No toda la vida cristiana es simplemente gloria y gozo y disfrute. No, hay también pruebas que vamos a pasar. Hay dificultades que vamos a pasar. Hay privaciones, hay que sujetarse. Hay que no hacer muchas cosas que uno quiere y le gustaría hacer, hay que esforzarse en el Señor. Hay que sembrar en el Señor. Hay que purificarse y santificarse. Hay que llorar muchas veces también. Hay que pagar el precio. Yo siempre les digo eso a las personas que quieren entrar de lleno en el disfrute de la vida cristiana. Yo les digo ‘hermano, paga el precio.’ Sobretodo cuando venimos del mundo y tenemos que liberarnos de una cantidad de cosas, hay un precio que pagar. Es difícil, hay que esforzarse mucho.

Dice que el reino de los cielos se hace fuerte y los valientes lo arrebatan. Hay que padecer también por Cristo Jesús. No creas que es todo simplemente gloria, gloria, gloria. Hay muchos predicadores y muchas iglesias que solo le presentan a la gente el lado luminoso de la vida cristiana ¿no?

Dios te va a dar un Cadillac. No te preocupes, Dios te va a dar tres carros en la marquesina. Dios te va a dar una casa y te va a dar un esposo con ojos azules y pelo rubio. Y todo esto ¿no? y pide, pide, pide que vas a recibir. No te apures, lo que clames Dios te lo va a dar, etc.

No es tan fácil. La vida cristiana también tiene sus luchas, hermanos, tiene sus privaciones, tiene su precio, pero ¿saben qué? en esa lucha Dios va irse construyendo un hombre, una mujer poderosa en el Señor. En las luchas y en las dificultades, Dios te va a hacer mejor. Todo lo que pase en tu vida, y vamos a ver eso más adelante, todo lo que sucede en tu vida Dios lo está usando para construir un ser humano precioso como Cristo Jesús, para formar la imagen de Jesús en tu vida. Cualquier cosas que pase en tu vida, eso es lo que Pablo va a decir en los próximos textos, tiene un significado y va a incluir padecimiento.

Mire, si todo fuera bien y gozo, y bendición en la vida cristiana, seríamos unos niños malcriados. Estaríamos acostumbrados a que Dios me da todo lo que yo quiero y que si no me lo da, tiro una perreta, como decimos muchas veces, ¿no? Y seríamos superficiales porque ¿saben qué? lo que crea profundidad en el ser humano es el sufrimiento muchas veces.

Es así, si nosotros no sufriéramos no llegaríamos a las profundidades de la nobleza humana, porque el dolor tiene algo que abre el pecho y abre los sentimientos y nos hace tiernos y al hombre demasiado confiado en si mismo lo pone tierno. A la mujer demasiado apocada la hace fuerte y firme y confiada. Así que el Señor usa muchas veces el látigo y usa la disciplina para entrenar a sus guerreros también y para fortalecerlos y templarlos en la fe.

Así que tenemos que aceptar todo: la gloria y el padecimiento también. Ahora, dice la Biblia que si padecemos con Cristo, seremos levantados con él, reinaremos con él, seremos glorificados también.

Paga el precio de ser un hijo de Dios. No te preocupes, aquí en la tierra lo que te toque recíbelo con gozo, recíbelo con resignación, recíbelo con obediencia. Besa la mano de tu papá que de vez en cuando te da una bofetadita, bendícelo, aguanta allí en el nombre del Señor. Pídele al Señor que te de gracia y fortaleza y un día tu reinarás también con Cristo Jesús y recibirás la recompensa de todos tus padecimientos. Porque el Señor el fiel para cumplir lo que él ha prometido.

Así que, hermanos, qué bello es el Señor, no somos deudores a la carne, somos deudores al espíritu. Vivimos en el espíritu porque por medio de ese espíritu hemos sido adoptados, hemos sido convertidos en hijos de Dios, podemos heredar todas las recompensas, todas las bendiciones, todas las riquezas de un hijo de Dios.

Aquí en la tierra tenemos razón para vivir con esperanza porque Cristo está con nosotros. Vamos a bajar nuestras cabezas un momento y yo quisiera invitar a todos los que estamos aquí en esta mañana a hacer un examen de conciencia y preguntarnos ¿cómo estoy yo en mi relación con Cristo Jesús?

¿Puedo yo verdaderamente decir que soy un hijo, una hija de Dios? ¿Estoy yo seguro de que yo he sido adoptado a esa nueva condición de ser un hijo de Dios?

Si tu tienes dudas acerca de eso, porque no estás seguro de si has entregado tu vida a Jesucristo yo te quiero invitar en esta mañana a rectificar esa condición, esa situación y asegurarte de salir de aquí seguro de que tu eres, has sido hecho una hija o un hijo de Dios recibiendo a Jesús como tu salvador, declarándolo como tu Señor y abriendo tu corazón a Cristo Jesús y recibiéndolo públicamente como tu Señor.

Y quiero preguntar si hay alguien que quiera abrir su corazón a Jesús en esta mañana. Levante su mano para orar por usted. Puede ser en los balcones, dondequiera que sea, yo quisiera invitarle de que se asegure de tener a Cristo en su corazón si no lo ha hecho antes.

¿Habrá alguien que quiera aceptar a Jesús como su Señor y salvador en esta mañana? Dios bendiga a ese hermano allá detrás. Dios bendiga esa mano también que se levanta allí detrás en el mismo área. Gloria a Dios. ¿Habrá alguien más que quiera invitar a Jesús como su Señor y salvador? Levante su mano, bendito sea el Señor, otra hermana aquí que levanta su mano.

Somos adoptados. Gloria a Dios. Aquí frente a mi también. Somos hechos hijos de Dios, adoptados al Reino de Dios bajo la patria potestas, la potestad paternal de Dios por medio de ese pacto que hacemos con Cristo Jesús, todas nuestras condenaciones son echadas a un lado, nuestros pecados son puestos a un lado y somos adoptados a una condición legítima de hijo de Dios. ¿Habrá alguien más que invite a Cristo a su corazón?

El Señor dice yo entro, si tu abres la puerta yo entraré y cenaré contigo y tu conmigo.