El pecado y la gracia

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Vamos a primera de Juan, la primera carta de Juan, Capítulo 2 y vamos a leer ese primer versículo. Segundo Capítulo de la Primera epístola del Apóstol Juan, versículo 1. Mis hermanos, si hay una verdad clave en el Evangelio de Jesucristo es la verdad, la teología por así decirlo, de la gracia. Y mi petición en esta noche es que esta noche salgamos conociendo lo que es verdaderamente la gracia en los ojos del Señor. Para así alcanzarla, explorarla, soñar con eso, que habitemos en su gracia en nuestras oraciones. Francamente mi propósito en el nombre de Jesús es aclarar el blanco, nuestro blanco debe ser alcanzar la gracia del Señor. De eso depende el Evangelio de Jesucristo. Es un Evangelio de gracia. Pero qué es eso?

Interesante, sabe en toda la epístola de Juan en Primera de Juan, en toda esta epístola, ni siquiera aparece la palabra gracia, que interesante. Pero para mí este versículo lo define. Todos los elementos de la gracia están aquí y regados por toda esta epístola y vamos a explorarlo en el nombre de Jesús. Primera de Juan, Capítulo 2, versículo 1:

“…Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis…”

Digan conmigo, no pequéis.

“… Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis y si alguno hubiera pecado abogado tenemos para con el Padre a Jesucristo, el justo…”

Amén. Gloria a Dios. Ahí, hermanos, tenemos todos los elementos de la gracia y a la vez vemos una de las luchas más ardientes en la iglesia evangélica. Hay iglesias, y yo no sé cuántos de ustedes, muchos de nosotros, y yo he oído esto una y otra vez, pastor Samuel, y no es que sea esta iglesia, pero una iglesia efectiva, conocerá este balance y la gracia tiene que ver con un balance. Y es así.

Muchos de nosotros venimos aquí ni siquiera les voy a pedir que levanten las manos, pero básicamente estamos aquí refugiados. Algunos de nosotros hemos llegado a aquí porque solamente hemos oído la primera parte de ese versículo, hijitos míos, no pequéis. Dejen eso. Dejen de pecar. Somos pecadores. Y nunca se le ocurrió o de una forma muy pasajera o mínima, hablar de la otra parte, abogado tenemos, abogado tenemos.

Ahora, también algunos de nosotros también venimos refugiados de otros tipos de iglesias en que eso es todo lo que se oye. Gracia. Tenemos un abogado. Podemos vivir, no hay consecuencias, podemos vivir como queramos, hacer lo que inventamos y aún sentándose ahí, aunque todas las palabras son positivas, en nuestros corazones algo nos dice instintivamente, aunque nadie te lo predique, el espíritu de Dios te da testimonio que algo anda mal, que algo falta, que hay algo incompleto.

Bueno, sí, el Señor es un Dios bueno, un Dios de gracia, pero por qué tiene él que ser un Dios bueno? Bueno en el contexto de qué? Por qué importa que Dios sea bueno? Y por qué necesito yo un abogado? Yo necesito un abogado y a dónde voy yo entonces, a qué corte voy a comparecer que necesite yo un abogado? Para mí, si necesito un abogado es porque estoy en un lío. La única razón por que yo llamaría un abogado es porque algo anda mal y necesito un profesional que sepa lo que esté haciendo.

El Señor nos dice, mira la gracia es este balance entre el pecado y la naturaleza corrosiva del pecado, y el amor sacrificial del Señor. El amor sacrificial de Jesús. En la carta de Primera de Juan usted no oye la palabra gracia, pero sí se habla del pecado. Y mucho. Y tal vez usted no oirá la palabra gracia, pero se habla mucho del amor de Dios.

Y, hermanos, para poder aprovechar la gracia del Señor primeramente tenemos que confrontar esta realidad. Primeramente confrontar este hecho: ojalá esto no sea noticia… ustedes sabemos que todos llegamos pecadores, ¿verdad? Ok. Si esto es noticia para usted, prepárese, ajústese los cinturones, se va a poner mejor, pero por ahora, sepan esto y claro: nosotros somos pecadores. We’re sinners.

No pequéis. Qué es lo que me está diciendo el Señor ahí? Primeramente el Evangelio en su belleza es una invitación a andar en la luz de Jesucristo. Mira, el primer Capítulo, por ejemplo, Capítulo 1, versículo 5. Este es el mensaje que hemos oído de él y os anunciamos, Dios es luz, Dios es luz y no hay ninguna tiniebla en él.

Ahora, lo bello de esto es esto, ese Dios que es luz anhela tenerte cerca. Y anhela tenerte caminando en su luz, pero declara la palabra, si decimos que tenemos comunión con él, con este Dios que es luz, y andamos en tiniebla, mentimos y no practicamos la verdad, por qué? Hermanos, por qué nos importa el pecado? Bien, bien fácil. Hay buenas razones por qué evitarlo. Si la palabra no te lo dijera y si eso no es suficiente, sepan esto, qué nos importa si pecamos o si se encuentra pecado en nosotros?

Primeramente y esto debe ser suficiente, el pecado nos separa de la luz de Dios. El pecado nos separa de la luz de Dios. Y qué importa eso? Si nos separa de la luz de Dios nos separa de su comunión, nos separa de su capacidad de bendecirnos, interrumpe su obra en nosotros , congela la obra de gracia que él ha comenzado desde que usted nació, el proyecto de Dios que él inició en el momento que él produjo tu DNA nos aleja de su rostro, enmudece su voz profética y empobrece la integridad que el Señor ha programado dentro de ti.

O sea, imagínese el pecado como si fuera una lluvia de ácido, lentamente corrompiéndonos y corrompiendo nuestro caminar con el Señor. Y, mis hermanos, la gracia comienza con este reconocimiento, la gracia comienza con este hecho, sabiendo el pecado sí es malo y yo no lo quiero en mi vida.

Ahora, te tengo buenas noticias. Si usted puede aún imaginar ese pensamiento es que ya el Espíritu Santo está obrando en ti. Solo alguien que ha tenido un encuentro con el Espíritu Santo es capaz de caminar en la luz de Jesucristo, bienvenido. Pero lo que el Señor quiere en este momento es eso mismo, decir, sabe, Señor, yo estoy en buena compañía como dice en el versículo 8. Si decimos que no tenemos pecado, qué hacemos? Nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.

Y, hermanos, lo primero que quiere Dios es esto. El Señor quiere primeramente sobre todo ver esto en nosotros, ver esto en nuestro corazón. Cuando nosotros venimos delante del Señor como hicimos ahorita, declarándole esas palabras, yo te entrego mi ser, te doy mi corazón, qué es lo que le estamos diciendo? Estamos diciendo, Señor, yo sé que no soy perfecto, y sé que soy pecador porque todos hemos pecado y nos hemos encontrado destituido de la gracia de Dios, all of us.

Señor, a pesar de eso, a tu invitación yo vengo delante de ti. Y Padre, yo determino que el pecado no se encuentre dentro de mí. Y, hermanos, si usted dice eso, si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de qué? De todo pecado.

Ahora, mis hermanos, yo no los voy a abrumar con un catálogo de pecados. Estaríamos aquí toda la noche y saldríamos de aquí deprimidos. El primer deprimido sería yo. Es una lista larga. Pero tiene su género, por ejemplo, this is fun, pecados que cometemos conociendo la ley. Está ese especie de pecados, lo hago, lo sé que lo estoy haciendo y lo voy a hacer porque Dios es un Dios de gracia. No. Eso sí que no lo haga, bad news, bad judgement, very, very bad, don’t do that. Pecados intencionales.

Pero hay otros. Pecados de omisión, o sea, lo que deberíamos hacer y no lo hacemos. Dentro de este lovely género está honrar a nuestros padres, está perdonar a alguien que nos ha ofendido. Sabemos que la palabra lo requiere y no lo hacemos. Eso es un pecado de omisión.

Pecados ligados a nuestro carácter. Engañamos porque somos engañadores. Hablamos con soberbio porque somos orgullosos. Y son áreas de nuestro carácter que todavía el Señor tiene que tratar.

Y pecados que cometemos por inercia. Malos hábitos. Ni siquiera tiene que tratar muy duro, solamente te tienes que levantar por la mañana, esperar 5 ó 10 y no te apures, dentro de poco vas a pecar porque está ligado a nuestro carácter y nuestros hábitos.

Te tengo buenas noticias. Todos esos pecados, cada uno de esos pecados, y ahora se va a poner interesante, todos esos pecados, la sangre de Cristo nos limpia. Cada uno de esos pecados, como declara el versículo 9 del Capítulo 1, si confesamos nuestros pecados y hermanos, esa es la clave. Esa es la clave. Es una victoria pero es una victoria condicional.

El Señor está en su trono esperando. Todo el aparato de gracia está listo, la mesa está servida, el cirujano tiene sus instrumentos listos, la medicina, el jarabe mágico necesario para que nosotros vivamos una vida de plena victoria en la luz, sabe quiénes viven en la luz? Los ángeles del Señor, los arcángeles, los serafines, caminando en la luz. Tener acceso a su trono, it’s easy. Pero hay una condición, ahí está la solución, el detergente que nos limpia de esos pecados.

Pero hay un si, si confesamos nuestros pecados él es fiel cada vez, no tengas temor, no lo pienses dos veces. No crea que él no te va a escuchar, no creas que él te va a dar la espalda, no creas que ya está cansado de ti, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Y eso es tener un abogado.

Sabe, la parte del abogado viene después de eso. Si usted ha pasado por ese proceso, Señor, claro que soy pecador. Señor, quiero vivir una vida intachable delante de ti. Es imposible no tengo, yo quiero acceso a tu trono, yo quiero acceso a tu gracia, yo quiero ser heredero de tus promesas. Límpiame con tu sangre.

Si usted ha dicho eso, usted ha retenido el mejor abogado del universo. En el momento que usted ha hecho eso, Jesucristo, el justo, se convierte no en tu juez, sino en tu abogado. Y si usted ha hecho eso, mis hermanos, a propósito, ya el enemigo no tiene autoridad sobre ti. Si usted ha hecho eso, ya el enemigo no tiene autoridad sobre tus hijos. Si usted ha hecho eso ya la cadena de pecados generacionales comienza a pudrirse.

Es increíble. El que descubre esta realidad de la gracia, ha descubierto un arma poderosa. Porque el pecado, lo primero que hace el pecado es retener una ola de poder que inunda nuestras vidas y nuestros hogares. Pero en el momento que el Señor comienza a decir, no, este es mío, él me pertenece, él permanece en mí. El Señor comienza a aplicar sobre nosotros, nosotros no somos justos pero nosotros nos pertenecemos a él. Él es nuestro amo, nosotros somos sus siervos, automáticamente tu eres de la casa.

Y su justicia se aplica a ti. Sabe lo que se llama eso? Gracia. Gracia. Ahora, si hay un compromiso, hay algo que él pide de nosotros. Él dice y en esto sabemos que nosotros reconocemos, dice en el versículo 3 del Capítulo 2, si guardamos sus mandamientos, el que dice yo lo conozco y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él, pero el que guarda su palabra en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado por esto sabemos que estamos en él.

O sea, en este momento, guau, yo voy, hago una decisión, voy a seguir al Señor. Pero pastor, tu no acabas de decir que somos pecadores y que voy a caer? Yo trato de caminar en su luz, lo he hecho, yo me levanto por la mañana, yo le digo, Señor, yo te seguiré y dentro de media hora, una hora, dos horas, sea lo que sea, en nuestro seguir a Jesús resbalamos. Esta es la belleza de esto.

Gloria a Dios por la gracia de Jesucristo. Porque saben lo que hace este proceso? No es meramente que nos cubre nuestros pecados, pero descubrimos algo después de un tiempo. Trátalo, vive así y sabes lo que vas a descubrir? Vas a descubrir dos cosas. Primeramente vamos a descubrir lo inútil que somos nosotros, verdaderamente, lo incapaz que somos nosotros.

Cuánto nosotros dependemos de Jesús? Y dos, te garantizo tu vas a descubrir lo mucho que te ama Jesús, lo mucho que él se ha comprometido contigo. Mira, tu permaneces en él, no hay… dice la palabra que las puertas del infierno no prevalecerán contra su iglesia. Y eso te incluye a ti. Eso es gracia. Eso es gracia.

No es que nosotros seamos perfectos, pero tenemos un Jesús que nos perfecciona y que nos ama y que no nos va a dejar ir, que no nos va a dejar resbalar, que no nos va a abandonar, que nos va a convertir en sus hijos. Nos va a entrenar a ser huestes que gobernaremos con él. Pero eso es a través de este proceso de la gracia que es poderoso.

Pongámonos de pie. Amén. Señor, venimos delante de tu presencia. Guau, esa frase, Señor, venimos delante de tu presencia. Venimos delante de la presencia de un Dios santo, un Dios poderoso, un Dios sanador, un Dios que tiene la llave, la clave a todo lo que tus hijos le hace falta. Y Señor, si lo único que puede obstruir que cualquiera de tus hijitos se acerque al trono de la misericordia es el pecado, Padre, declaramos que a través de tu gracia y tu poder, tu has vencido el pecado a través de la sangre de tu Hijo Jesucristo.

Y ahora no hay nada, Señor, yo declaro en el nombre de Jesús, el que se aferra, this was a hard message, esto fue difícil, this is hard medicine, pero saben lo que es? El propósito de este mensaje es esto, mis hermanos, yo no quiero que nada, nada, nada, nada esté entre usted y esa presencia, entre usted y esa unción, entre usted y esa sabiduría, entre usted y esa fuerte de sanidad, entre usted y esa luz, entre usted y la victoria que tu has estado pidiendo, entre usted y la respuesta a su oración, entre usted y ese Dios que es como el rey, el esposo de Ester, extendiéndote su cetro. He wants you. Él te desea y te anhela a su lado.

Y si el pecado es el problema, gloria a Dios, hay solución. Not a problem. Hay solución. Abogado tenemos. Abogado tenemos. Venimos delante de ti, Señor, Padre, yo vengo con tu pueblo. I come before you with your people.

Y declaramos, Señor, que aquí delante de tu presencia tu estás aquí a la vez como sumo sacerdote, con la vasija de sangre preparado, chorreándola sobre tu pueblo, chorreándola, Padre, sobre sus vidas, chorreándola Padre sobre sus corazones, chorreándola Padre, sobre los dinteles de sus casas, chorreándolo Padre, sobre su hamaca y el lecho de sus hijos, chorreándola, Padre Santo, sobre sus sueños.

You are sprinkling every part of our existence, everything that we confess to you, everything that we bring before you, God the devil cannot stop this.

El enemigo no puede parar esto. El enemigo no tiene autoridad. Si confesamos nuestros pecados, la sangre del cordero lo cubre, lo cubre, lo cubre y ya no hay autoridad, y ya no hay culpabilidad, hay ahora una vida de libertad, libertad y victoria porque nuestro abogado es nuestro hermano mayor y es el Cristo de la gloria y la garantía de nuestra victoria. Es nuestra resurrección.

Thank you, Jesús. Ahora con razón decimos, gracias Jesús. Gracias Jesús. Oh, eso fue lo que tu hiciste por nosotros. Eso fue. Gracias, Jesús. Thank you, Jesús. Thank you, Jesús. Padre, que cada uno que esté aquí, cada uno de tus hijos descanse su cabeza sobre su almohada en esta noche, seguro que hay poder en ti, hay poder en ti para garantizar una nueva vida en ti, para cubrir, inunda nuestros hogares con la luz de Jesucristo. Inunda nuestros hogares con la luz de Jesucristo porque tu lo garantizas en el nombre poderoso de tu Hijo, nuestra esperanza, en el nombre de Jesús declaramos. Amén.