Aviva el fuego del don de Dios

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Les invito que abran sus Biblias a 2 de Timoteo, capítulo 1. En el estudio de la Biblia esta noche; 2 de Timoteo, capítulo 1, tal vez un texto que conocemos ya. Bendito sea el Señor. ¡Qué bueno es saber que hemos estado en la presencia del Señor! Servimos un Dios que atiende a nuestro clamor, nos ama…

Leamos, el versículo 6 y el versículo 7. Amén. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Con lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti. Volvemos al versículo 6. 2 de Timoteo, capítulo 1, versículo 6. “Con lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti. Por la imposición de mis manos, porque no nos ha dado Dios, espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

Señor, gracias por esta palabra, gracias por esta oportunidad de escudriñar tu palabra y ser escudriñada por ella, e invito Espíritu de Dios que soples sobre esta palabra y la vivifiques. En el nombre de Jesús. Amen. Esta palabra esta noche fue inspirada por una conversación que tuve con un hermano que amo mucho y que está creciendo en el Señor y tuvimos una conversación de repente. Y digo esto con todo respeto, porque yo estoy muy cierto que él está escuchando en esta noche. Pero estuvimos hablando; él pasó por la oficina, es más, fue tal vez mi última conversación la semana pasada.

En medio de esta conversación, él me hizo esta pregunta, me dijo: “Pastor, yo quisiera que el Señor me regale un don. Que el Señor…” más o menos fueron sus palabras, “me regale un don – derrame sus dones sobre mí.” Y me compartió de la manera que él desearía ver que el Señor lo usara. Él me compartió cómo él deseaba verse usado por el Señor. Y en ese momento yo le contesté… todo esto – nada de esto, ni siquiera teníamos una cita, esto es pura obra del Espíritu… pan caliente que el Señor nos estaba dando en esta conversación, y le contesté, “bueno, mi hermano, fíjate – buenas noticias, no tienes que pedirle un don al Señor, el Señor ya te lo ha dado. Tienes un don de Dios, poderoso. Dios ya se encargó de darte un don. Lo que te toca es caminar en ese don. Lo que te toca es desarrollar ese don. Es más, lo que dice la palabra es eso, ‘que avives el fuego del don que ya está en ti – que avives el fuego del don de Dios que ya está en ti.’”

Y no satisfecho con eso me dice –me pregunta–, “¿Cómo se hace eso?”
Y, ¿cómo se hace eso? Y yo digo, ¡Guau! Good Lord, gracias por ponerme en aprieto y vamos a ver, Señor, cómo… ¿qué hacemos? Y entre mí pensé, buena pregunta y cómo… cómo se hace eso? ¿Cómo se aviva el don de Dios que está en nosotros? Y, primeramente, mis hermanos, lo que le compartí a ese hermano es universal. ¿Sabe que se aplica a usted? ¿Sabe que usted tiene un don? Que Dios antes de usted nacer, usted nació precisamente para ejercer el don de Dios sobre esta tierra. Y ejercer el don de Dios en esta tierra, porque Él tiene el propósito para su iglesia, tú eres parte de eso, y Él quiere bendecir este mundo a través de su vida y a través del don que Él puso sobre usted.
Y, tal vez, ese don – toda su vida, tal vez, fue inerte hasta el momento que usted vino al Señor. Esto no solo se aplica a Timoteo, esto no es meramente hablando… yo – al leer esto, no creo que esto se limita meramente a la imposición de manos sobre ministros, ordenándolos, aunque eso es cierto. Pero en una ordenación, fíjate, lo que se está haciendo es reconociendo los dones que ya el Señor está operando sobre la vida de este ser que un pueblo está apartando para plano ministerio que ya está ejerciendo.
Por cierto, la imposición de manos que aquí se habla, creo que es otra cosa. Yo creo que es mucho más sencillo, más sencillo y más universal. En el momento, que usted dijo, Señor, quiero ser tu discípulo, quiero caminar cerca de ti. Yo quiero ser parte del Reino de Dios. Y tal vez en ese momento usted pasó al altar, de seguro, y tal vez en ese momento alguien puso manos sobre ti. Una vida vivificada por el poder de Dios imponiendo manos sobre otra vida, deseando ser vivificado por el poder de Dios. Y como una resurrección espiritual, esa brasa encendida, pasa… transmite, el fuego de Dios sobre esta brasa fría e inerte.
Y de momento salta una llama de esa vida que pasa. Eso es una de las cosas más mágicas y más preciosas que se hace en la Iglesia de Jesucristo. De brasa a brasa se enciende el fuego de Dios en su vida. Y ese don, que era potencial, ahora por imposición de manos, el Espíritu Santo ahora morando en ti, porque eres ya templo del Espíritu Santo cubierto por la sangre del cordero; ahora el Señor puede poner en acción y operar ese don.
Y, mis hermanos, déjenme decirles, como nunca antes, esta iglesia – la Congregación León de Judá, radicado en el South End de Boston… Sí, la Iglesia de Jesucristo, pero yo hablo a usted y a esta Iglesia, como nunca antes, se necesita que usted, y usted, y usted y todos aquí en el Señor, ha llamado este cuerpo, caminen en sus dones y operen en sus dones. Y que sea lo que estaba predicando el pastor Gregory el domingo pasado; esta idea del Pastor Roberto transmitiendo su don apostólico y su don pastoral, y el Señor le dio este mensaje a Gregory mucho antes de esa llamada telefónica el domingo, dejándonos saber, recordándonos, “fíjate que nuestro Pastor está hecho de carne y huesos y es humano, y tiene el derecho de enfermarse y de cansarse.”

Y, ¿sabe? El Señor no espera que él lo haga todo y por eso el Señor lo ha rodeado de una iglesia y ha poblado esta historia de seres minados con dones, tesoros que el Señor quiere que broten. Usted tiene un don, y ese don nos hace falta ahora más que nunca. Que el Señor te imponga este don. Es un hecho de que usted avive el don de Dios que está en usted. Prenda de nuevo las llamas de esa brasa que un día brincó en vida por la imposición de manos.

Bueno, ¿cómo se hace eso? Y, hermanos, yo quisiera poder ofrecerles una revelación profunda en esta noche. Pero lo que les voy a compartir es tan básico, es tan elemental – tal vez, para muchos de ustedes, aburrido. Que en verdad voy a cubrir estos puntos porque yo les aseguro, mis hermanos, ustedes han oído todo esto ya. Y, bien, si lo han oído ya, gloria a Dios. ¡Qué bueno sería si todos nosotros lo practicáramos!

Si lo practicáramos, este lugar sería un horno de brasas encendidas funcionando en sus dones, comenzando conmigo. Pasos súper básicos, vergonzosamente básico. ¿Por qué?

A propósito, esto es mucho más y a las vez les digo, es mucho más complejo que meramente decir, pues, use su don. Si es profecía, profetice; si es liderazgo, vaya administre, sea un líder dirigente. Amén. Eso dice la palabra. También yo lo digo, pero el detalle es este: son dones del Espíritu Santo. Y sin el Espíritu Santo operando en su vida, su don o el ejercicio de su don, o su intención de usar su don, hará más daño que bien. Sería más – aún en el ejercicio del don de Dios – sin la unción del don de Dios, es una receta para fracaso.

Mis hermanos, dejen que sólo el viento del Espíritu de Dios puede avivar esa brasa. Sólo el soplo del Espíritu de Dios puede sacar una llama de una brasa fría – el fuego viene de Él.

¿Cómo se aviva el don de Dios? Mis hermanos, tal vez, otros les pueden dar una receta más interesante. Yo aquí le ofrezco una avena tibia, espiritual, pero creo que será muy saludable y si lo logramos hacer el Señor nos va a bendecir.
Primeramente, una búsqueda de Dios cotidiana. O sea, diario. A propósito, si no has tomado las clases de discipulado, arranque – o si lo has tomado, baje su manual del nivel tres, abre la lección número tres. Y si lo tiene, gloria a Dios, bendecidos y si ya lo tienen el mensaje, más todavía de lo que le iba a compartir. Todo esto está allí y más. Primeramente, una búsqueda de Dios cotidiana.

Lo que en el nivel tres y en otros niveles se habla de la cita con Dios. Hermanos, estamos hablando meramente de la buena higiene espiritual. En otras palabras, llegar a un punto y si usted está allí, gloria a Dios. Si no, hermano, mañana no es tarde para comenzar.

Nosotros – llegar al punto de que así como es impensable salir a la calle, sin bañarse, sin una ducha o sin cepillar sus dientes, o sin esa primera taza de café. Llegar al punto de que es impensable salir a la calle sin tener un momento a solas con la palabra del Señor y con el Señor. Aprovechar ese tiempo – en esos momentos, sean 20 minutos, sean media hora. Si el Señor te puede regalar media hora en la mañana, fabuloso, a donde la palabra es declarada. Usted está meditando la palabra en una forma sistemática, estudiándola, y dejándola, como oí decir a un teólogo a un grupo de pastores, este no es el momento de estudiar la palabra, este es el momento de dejar que la palabra le estudie a usted y que en ese momento medimos nuestras vidas contra ella.

Y si hay un desbalance, saber que el problema no es con la palabra sino es contigo y que tenemos que balancear nuestras vidas contra la palabra. Yo sé esto no es divertido. ¿quién quiere hacer esto todas las mañanas? ¿Quién quiere?
Pero, fíjate, si nuestros niños no cepillan sus dientes, verdad que nosotros le decimos, hazlo si no te vas a quedar… antes de graduarte de la cuarta, ¿verdad? Hacer cosas por disciplina, aunque no nos parecen bien o nos parece aburrido. Pecados, en esos momentos, son compensados y tratados y perdonados. Peticiones son declaradas. Le damos al Señor la acción de gracias por cosas que pasamos por alto. Si usted logra hacer todo eso, en esos 15, 30 minutos que está delante del Señor, mis hermanos, no subestime el valor de este tiempo.

No lo subestime. ¿Por qué? Porque no se crea que cada vez que esté delante del Señor, en estos tiempos, a solas con el Señor, usted va a recibir una reacción emocional o espiritual. Sí, habrá mañanas en que el Espíritu del Señor te visitará, habrá lágrimas. El Señor arderá en ti, tal vez oirá la voz del Señor en una forma poderosa, pero tal vez no. Es más, la mayoría de las veces, no. Yo diría el 80 - 90% de los tiempos que usted esté a solas con el Señor será pura rutina, aparentemente. Una rutina.

Lea la palabra del Señor. Samuel, ¿qué aprendes de esto? ¿Qué te dice el Señor de esto? ¿Dónde tienes tú que crecer? ¿A qué le tienes que decir amén? Si hay una promesa del Señor que yo necesito para ese día, ¡Gloria a Dios! Me lo pongo en el bolsillo, me apropio de eso. Si hay algún un lugar a donde tengo que crecer, Señor, aplico la sangre del cordero, reconozco que esta es un área de flaqueza. Espíritu de Dios, aprendo esta lección. ¡Gracias! Y allí asegúrate que tus peticiones están delante del Señor.

Hermanos, si verdaderamente… ¿Cómo se va a aburrir? ¿Cuántas peticiones verdaderamente usted le puede traer al Señor en una hora? ¿Cuántos pecados podemos nosotros confesar en una hora? ¿De cuántas cosas no le podemos dar al Señor gracias en una hora? Y en ese tiempo, mis hermanos, por más aburrido que parezca, las brasas se mantienen ardientes. Eres más sensibles a la voz del espíritu, eres menos expuesto a las trampas del enemigo. Usted no sentirá este río de agua viva, tal vez, pero tu alma está 100% mejor prepara para este día.

Uno, no ignore su búsqueda de Dios cotidiana. Dos, perdona.

Perdonar. Una práctica, un estilo de vida de perdonar. Declaró Jesús, porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial. Mateo 6:14. El 15, más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. No fluimos en los dones efectivamente, mis hermanos, muchas veces por raíces de amargura que obstruyen el canal y contaminan el dituri que el Señor nos ha dado para operar en círculos, extremadamente santo.
Hermanos, al perdonar, estamos ejerciendo – el Señor, en su sabiduría sabe, que esto es la manera en que nosotros aprendemos principios que son mucho más allá de nuestros dones. Sobre el cual, sin ella, el don no tiene contexto como gracia y misericordia, Porque, ¿no es esa manera –en ese ambiente– que el Señor nos trata a nosotros? Y, mis hermanos, yo no paso por alto el hecho de que muchos de nosotros, tal vez muchos de nosotros estamos luchando con algo mucho más serio que la hermanita que te mintió.
O el hermanito que trajo una calumnia contra usted. O la señorita en el supermercado que te cobró más de lo que debería y después dudó su integridad. Cosas mucho más serias. Yo lo sé… aruñazos al corazón.

Hay cosas que tal vez usted podrá perdonar en un segundo. Hay otros que son proyectos heroicos del perdón. Proyectos, y yo diría, divinos de perdón que serán la fuente de la liberación. Pero tienes que comenzar en algún lugar. Comenzando meramente a pasar más cosas por alto. Al darle a la gente un poco más del beneficio de la duda. A callarnos más cuando tenemos el derecho de decirle dos o tres cosas bien dichas a alguien. Incrementar nuestra capacidad para perdonar y usted se va a sorprender cuando entre en este proyecto.

Es más, cuando usted comience usted lo va a encontrar divertido. ¿A quién más puedo perdonar hoy? Porque sales ganando. Usted verá que es como un espejo, que en el momento, por más y más que usted perdona, más y más y más usted recibe gracia. Usted recibe misericordia. Usted recibe favor. Usted está viendo puertas abiertas delante de ti, y ni siquiera sabes por qué. Es porque una ley divina se está obedeciendo en su vida, en su corazón. Leyes invisibles a las cuales nuestras vidas son sujetas.

Esta ley divina, si usted perdona, te perdonaré. Si usted ejerce gracia, yo también tendré gracia contigo. Y aumentaré gracia a ti, delante de los hombres y delante de Dios. Esa es la promesa. Y en el momento que usted ejerce ese don en un ambiente de perdón, usted no va a ver la persona sobre la cual usted está orando o la persona a quien usted está dirigiendo o la persona… Porque el perdón no es en un contexto vacío.
El don necesita que usted lo haga en una comunidad, lleno de gente imperfecta y en vez de ver a esa persona como un muñeco inertemente recibiendo su don, usted ve un alma con flaquezas. Usted ve una vida igualmente o tal vez más hecho leña que usted. Usted verá una fuente de misericordia y este ser recibirá no meramente su don, pero recibirá la postura de amor y de misericordia con que usted extiende ese regalo – ese don. Es una ley – por más que nosotros ejercemos el perdón y la misericordia, más efectivos seremos como siervos de Dios, porque la gente saben cuando los amamos, oyó. They know when they are loved.

La gente sabe cuando son amados. Y eso nos lleva al tercer punto, súper extra obvio, Samuel. Mis hermanos, involúcrese en una comunidad pequeña espiritual. Involúcrese en un grupo pequeño, un grupo familiar de algún tipo. Y en esta iglesia hay cientos de oportunidades. Hay células regadas por toda la ciudad, de 10, 15, 20 almas al cual usted se puede incorporar. Están los grupos de las clases de discipulado. Las clases de discipulado son a la vez una lección en el carácter divino que usted está compartiendo con un puñado de personas, compartiendo la misma jornada. Está el ministerio de hombres que ahora está creciendo de una forma fabulosa.
Pero también el Grupo de Lázaro, o sea, a propósito buscando un lugar a donde la gente te conoce por nombre. A donde tus faltas son expuestas y abiertas al mundo entero, y a donde estás creciendo junto con otra gente. Esto, mis hermanos, esto es imprescindible. Y, mis hermanos, ¿por qué es esto tan importante? Porque, hermanos, su don necesita un contexto.

Yo he oído, cuánta gente han oído esto, “yo no necesito una iglesia.” “Dios está donde quiera, yo puedo alabar al Señor, aquí en mi casa.” Se oye muy lindo, el único problema con eso es que no es verdad. Es mitad de una verdad, y mitad de una verdad es una mentira completa. No es verdad. Es una mentira de Satanás. ¿Por qué? Y, mi hermano, el que me escucha en el Internet, con mucho amor me dirijo a usted también. Te amamos y gracias por sintonizar la página web de la Congregación de León de Judá, pero allí donde está, muy cercana de usted hay una iglesia a donde usted puede ir y crecer.

Un iglesia imperfecta. Imperfecta. Y ese es el punto. Ese es el punto. En esos lugares, su don tendrá un contexto. Pero también en esos lugares aprendemos – esos lugares, sea una célula, sea una clase de discipulado, sea donde sea. Sea el grupo de hombres, sea lo que sea… hay alguien en autoridad que no es el pastor principal. Y probablemente no es un pastor asociado. Y nosotros aprendemos en esos lugares a someternos a las autoridades que Dios a puesto y a florecer – a ver nuestros dones florecer en el contexto del cuerpo de Cristo y crecemos juntos.

Y, mi hermano, en el Internet usted dirá, “¡Ay! Pero si León de Judá estuviera aquí.” ¿Por qué no plantan un León de Judá aquí en Lima, Perú? ¿Por qué no? Por qué no plantan un León de Judá en esta bahía en la esquina de la luna a donde estoy leyendo este mensaje, ¿por qué no? Mi hermana, cuidado lo que usted pidé, León de Judá es una bella iglesia, de aquí no me mueven, pero es imperfecta también. Yo lo sé, yo vengo aquí. Si yo estoy aquí, es imperfecta. Okay? Relieve me!
El mero hecho que yo estoy adorando al Señor aquí, te lo garantiza que sea imperfecto. Pero, mis hermanos, aún estos hermanos de León de Judá comenzaron su jornada en una iglesia más o menos imperfecta. Tal vez un ambiente legalista. También – tal vez, un ambiente donde no adoran al Señor tan fervorosamente como lo adoran aquí. Le faltaba una cosa o le faltaba la otra, pero allí comenzamos. Allí fue – aunque fue gateando, pero allí comenzamos. Allí la misericordia de Dios nos alcanzó. Allí aprendimos – sobrevivimos. Y hasta aquí el Señor nos trajo y no se sorprenda, mis hermanos, no quiero perder a nadie, pero tal vez en su jornada el Señor le mueva de aquí del León de Judá a un lugar, tal vez más apropiado, a donde el Señor le va a usar con más poder todavía.

¿Qué importa? El Reino de Dios gana. Lo que importa es que usted avive el don de Dios que está en usted. Amen. Pongámonos de pie.

¡Gloria a Dios! No sé si el Pastor Omar, o quien esté de los músicos nos puede acompañar en este momento para concluir. Pero, hermano, permítame orar por usted en el nombre de Jesús.

Señor, tú ves mejor que yo y en este momento ves lo que yo no puedo ver, ves lo que tal vez aún el Pastor Roberto, con todo su discernimiento no puede ver. Tú puedes ver lo que tal vez mi hermano y mi hermana, no puede ver. Un don, un tesoro escondido en cada hermano que está aquí. Una brasa, y Señor, estamos viviendo en tiempos en que cada brasa hace falta. En que cada brasa hace falta.

Señor, queremos que tú enciendas a Nueva Inglaterra. Queremos que tú enciendas cada esquina a donde tú has asignado a mi hermano. Los maestros aquí, quiero que tú enciendas esa aula. Quiero que tu enciendas esa escuela. A los negociantes, quiero que tú enciendas esa bodega. Quiero que enciendas, Señor, la esquina a donde ellos ministras.

Padre, los doctores y los enfermeros, queremos que tu unción, Señor, queremos ver las llamas subiendo del Espíritu. Subiendo de los hospitales a donde ellos ministran. Gracias, Señor. Porque aún al hospital donde está el Pastor, aparecieron santos tuyos; aparecieron siervos de Dios que trabajan allí. Tú tienes tu gente dondequiera. Ahora, pido, Espíritu de Dios, aviva los dones que están aquí.

Ahora, Espíritu de Dios, sopla sobre los dones que están aquí. Señor, que el que profetiza que profetice con autoridad y con la unción divina. Padre, que el que enseña, enseñe con autoridad y con la unción divina. Que el que administra, administre bajo autoridad y con la unción divina. Padre, que el que tiene don de misericordia, imponga sus manos y que sean Tus manos y que seas Tú transmitiendo su poder.

Yo declaro, Señor, que Satanás no puede impedir que estos dones fluyan porque ya lo implantaste allí. La obra está hecha, lo hiciste Tú ya. Antes de nosotros nacer, pero sopla Espíritu de Dios, porque Tú, Tú tienes un propósito. Tú tienes un plan. Hasta aquí Tú nos has traído.
Gracias, Señor, por el don y la unción apostólica sobre el Pastor Miranda. Ahora derrama, transmite, desata esa unción. Riégalo, Señor. Sobre cada alma, sobre cada célula, sobre cada clase de discipulado, sobre cada ministerio social, Señor, enciende Tu iglesia en Tus llamas. Te pedimos en el nombre de Jesús. Amén.