Fe persistente y repetitiva

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Lucas capítulo 11. Vamos al Evangelio según San Lucas, capítulo 11, versículos 5 al 10. Y en estos d1ías que estamos hablando del tema ¿de qué? De la fe. El tema de la fe. Este año es un año en que vamos a estar meditando continuamente sobre temas y consideraciones que nos orientan hacia la fe, a vivir vidas de fe. Vidas de autoridad en el Señor. Vidas que reflejen el uso de los recursos del espíritu. El uso de las verdades de la palabra de Dios. Eso es una vida de fe, una vida que puede aprovisionarse, aprovechar... agarrarse de los instrumentos que Dios ha dado en su palabra porque cree que son verdaderos, que son útiles, que son confiables, que son reales y que son para este tiempo, que son para mí y para ti. Eso es fe.

Fe es la actitud, la postura... que nos permite conectarnos con los recursos del reino de los cielos. Con las verdades del Reino de los Cielos. Esa apertura a lo que Dios ha declarado y esa sencillez de corazón que nos permite creer que si Dios lo dijo, que si lo dice la Palabra de Dios, es real y que puedo ir al banco con ello. Amén. Eso es fe. Es una actitud de receptividad a las promesas y a las declaraciones de Dios.

Y uno de esos elementos... Yo he hablado hasta aquí, por ejemplo, acerca de, de que en estos tres personajes, el paralítico y sus amigos, Bartimeo, la mujer con el flujo de sangre, hemos hablado acerca de lo que decía… esa fe que es atrevida, esa fe que procede forzosamente como el Reino de los Cielos, esa fe que puede ser a veces violenta y a veces hasta un poquito descortés y como que se impone a las cosas. Esa fe que no admite barreras, esa fe que no obedece al temor, esa fe que no se deja intimidar porque la empresa parece improbable, incierta y hasta imposible. Esa fe que no deja que los obstáculos, no importa cuán grande sean, nos impidan ir detrás de nuestros objetivos porque creemos que Dios es poderoso para allanar las montañas que están detrás de nosotros.

Y estos personajes ejemplifican ese tipo de postura. Hemos hablado también, de paso, acerca del Rey Josafat y su batalla y precioso mensaje –dos mensajes– que yo sé que van a bendecir mucho en su vida, están ahí en el Internet. Mucha gente ha escrito acerca de esos pasajes, esos sermones. Antes de eso, comenzamos con el pasaje de María. ¿Cómo será esto? Siempre la fe pregunta, ¿cómo será posible que se haga este milagro? Dios dice que se va a hacer, Dios dice… Dios me ha llamado. Yo siento en mi vida una, una visión que quiero realizar. ¿Cómo… cómo será? ¿Qué va Dios a hacer para que eso sea posible? A nosotros nos puede parecer imposible pero Dios siempre tiene una solución y las soluciones de Dios siempre son sencillas pero poderosas.

Y ahora, yo quiero entrar en otro aspecto de la fe bien importante y escuche esto, por favor. La fe es… ya hemos hablado acerca de eso un poquito pero quiero ahora aislar ese punto. La fe es persistente, la fe es persistente. Diga conmigo: Persistencia. “Persistencia.” ¿Qué quiere decir la palabra persistencia? Quiere decir mantenerse en el objetivo, quiere decir insistir. Es hermana o amiga de la palabra insistencia –persistencia. Ahí andaba la palabra también repetir. Es repetitiva. La fe es una ametralladora que está disparando, disparando hasta que alcanza su objetivo. Es un martillo mecánico y que está dando, dando, dando hasta que penetra el clavo en la superficie dura.

La fe es esa corriente de agua que va poco a poco lamiendo una superficie con muchas pullas y muchas perezas y que con el paso del tiempo ese poquito de agua que parece que no haría nada, desgasta una superficie y la vuelve lisa. Porque es persistente a través de años y años y años poquito a poquito una… dos o tres átomos por aquí, dos o tres granitos por allí, va pelando una superficie hasta que la deja lisa porque es persistente, insiste. Yo podría llamar este sermón así mismo, la fe insiste, la fe es persistente, la fe sigue insistiendo hasta que alcanza lo que se propone y también voy a usar, en estos días quiero hablar uno poco también acerca de la oración. Es decir, en realidad van a tener ustedes dos temas dentro del gran tema de la fe que es la persistencia y también la oración. Porque la oración es, hermanos, el vehículo que Dios usa para hacer bajar su poder.

La fe se conecta con la oración. Yo diría que la fe... o la oración es fe en expresión. La oración es fe expresándose, ¿okay? Entonces, estos dos temas de la oración y la persistencia van a estar aquí en estos días circulando en mis comentarios y por eso, por ejemplo, el pasaje de Lucas 11, es un pasaje muy apropiado, versículo 5. 11, 5. Ustedes van a ver allí esta parábola de Jesús del amigo a media noche. El amigo a media noche.

Y, entonces, el Señor les ofrece una parábola a sus oyentes y les dice, “les digo también, quién de vosotros que tenga un amigo va a él a media noche y le dice, 'amigo, préstame tres panes porque un amigo mío ha venido a mí de viaje y no tengo qué ponerle delante’. Y aquél respondiendo desde adentro le dice, 'no me molestes, la puerta ya está cerrada y mis niños están conmigo en cama, no puedo levantarme y dártelos.'" Y es aquí donde viene el elemento de la persistencia. Dice, “os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, –” ¿por qué? “Por su importunidad…” “Por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.”

Aquí la palabra importunidad, en el contexto de este pasaje, indica eso… es esa insistencia. Ese no me voy a ir, hasta que no me atiendas. Y si tú no te levantas, pues no vas a dormir hoy. Así que mejor levántate y dame lo que necesite así puedes volver a tu cama y dormir el resto de tu noche tranquila, ¿no? ¡Qué interesante!

Muchos de los personajes que vemos en la escritura tienen esa cualidad de persistencia y también de descortesía, por eso es que yo les digo que esto es como una continuación de los temas que hemos tratado hasta aquí, pero con un giro un poquito diferente y es como que esta descortesía que insiste, insiste, insiste hasta que finalmente consigue sus objetivos. Y eso es un principio, hermanos, muy poderoso de la vida cristiana y de la vida de fe. Déjeme decirles, no estoy hablando de parajitos en el aire ni de cosas bonitas, esto es algo muy poderoso para nuestra vida espiritual.

Si usted quiere ser un hombre, una mujer de victoria en la vida cristiana, persista. Aún en relación con sus oraciones y sus peticiones delante de Dios. Y eso fue l oque el Señor quiso aislar aquí, y entonces dice, “por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.” Y entonces aquí viene la conclusión, ¿por qué dice el Señor yo le estoy ofreciendo esta parábola? Y, ¿qué pueden ustedes sacar de esta parábola? Bueno, "y yo os digo, pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá…” Nota usted aquí la imagen dinámica. “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, tocad y se os abrirá…” Y como que uno ve una gente pidiendo, por diferentes partes y pidiendo.

Ve a uno tocando allí para que se le abre y ve a otro buscando como la mujer ésta de la parábola, ¿no? Hasta que encontró la moneda que se le había perdido. Yo veo cuando el Señor dice, pedid y se os dará, buscad y hallaréis, tocad y se os abrirá… yo veo gente insistiendo en esa acción. El Señor quiso proyectar una imagen de dinamismo, de insistencia, de continuidad en la acción. Y, entonces dice, “porque todo aquel que pide recibe y el que busca, halla, y al que llama se le abrirá.” Bendiga el Señor su Santa Palabra.

Pero, ¿sabe qué? Vamos a otro pasaje. Siento que es… remachar el clavo, para que usted vea que esto no fue una enseñanza aislada de Jesucristo aunque hay tantas lecciones a través de la escritura que nos indican lo mismo acerca de la persistencia. Miren el capítulo 18 del Evangelio según San Lucas, comenzando con el versículo 1. Esto no era una idea aislada en la mente de Jesús, sino que era, Él que conocía el corazón del Padre, Él que conocía como nadie más los misterios de la vida en el espíritu. Él que conocía como ninguna otra persona cómo llegar al corazón de Dios y obtener lo que se necesita. Si él es Dios mismo, Él tenía que saber cómo uno consigue cosas de parte de Dios. Así que si Él nos está dando, hermanos, una enseñanza como esta, ¿no haremos nosotros bien en agarrarnos de ella y ponerla en práctica y aislarla en nuestra mente y hacer un bookmark? Hacer como un check y subrayar esta verdad.

Mire aquí, capítulo 18, versículo 1, Lucas. "También, les refirió Jesús una parábola…” ¿Sobre qué? “… la necesidad de orar siempre,” Y, ¿qué más? “… no desmayar.” ¿Ve aquí usted, de nuevo, la relación entre la oración y persistencia? “Sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar.” Se recuerdan lo que dice el Apóstol Pablo, ¿orar cómo? Sin cesar, orad sin cesar. Okay, aquí dice la necesidad de orar siempre y no desmayar. Y entonces, Él dice, una… relato en una parábola: “Había una vez un juez que ni temía a Dios ni respetaba hombre. Había también en aquella ciudad una viuda la cual venía a Él…” ¿Ve? 'venía a Él’ ese es el imperfecto en gramática, quiere decir, insistentemente venía una y otra vez, no dice vino a Él, que es el estado perfecto pasado, no. Venía. No se ha cumplido, por eso dice el imperfecto porque no está completamente realizado.

Venía Él diciendo, “hazme justicia de mi adversario…” Como ustedes saben una viuda… todos los días, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado… a las 9 de la mañana estaba ella a la puerta de la corte. Y cada día le decía al juez, usted no ha escuchado mi causa, usted no ha querido atender a mi caso, usted no me ha hecho justicia y el juez allí con su maletín debajo del brazo seguía para dentro, lunes, martes, miércoles… pasan tres semanas, cuatro semanas y la mujer allí siempre. Y cada vez que ve a la bendita mujer por la mañana se le agria todo el día, se le daña el día al juez, este. ¿No? Y, entonces dice aquí, y “él no quiso entonces por algún tiempo, pero después de esto dijo dentro de sí, aunque ni temo a Dios ni tengo respeto a hombres, sin embargo, porque esta viuda me molesta...” En otras palabras, pa' que me deje tranquilo, para que no me moleste más, “… le haré justicia, no sea que viniendo de continuo me agote la paciencia.”

De nuevo en mi idea, esta mujer por su insistencia, por persistencia alcanzó su objetivo. Venció el obstáculo, venció un corazón renuente que no quería atenderla y de eso vamos a hablar en un momentito. Y dijo el Señor, oíd lo que dijo el juez injusto. Pero aquí está el punch line, aquí esta la clave: “… y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a Él…” ¿cómo? Día y noche. Bueno no que claman a Él un día y se acuestan a dormir y se olvidan de lo que dijeron ya para siempre y se cansaron porque no recibieron inmediatamente. “… que claman a el día y noche, ¿se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia.”

Ahora una pregunta allí, ¿cuando venga el hijo del hombre hallará fe en la Tierra? Una de las preguntas más terribles que yo creo que hizo el Señor Jesucristo. La verdad es que muchos de nosotros escuchamos estas cosas, pero les aseguro que se nos olvidará a algunos de nosotros. No debo de decir ni siquiera eso porque estoy profetizando negativo. En el nombre del Señor, no se nos va a olvidar y vamos a salir de aquí bendecidos y vamos a salir de aquí… Pero, el Señor entendía cuán difícil muchas veces es para la gente recibir estas verdades, aplicarlas en su vida, cuán fácil la gente se descorazona, cuán tardos somos para poner en práctica las verdades del Espíritu. Y el Señor se pregunto, ¡caramba! Es que la verdad, cuando yo regrese, ¿habrá gente que… que aplique estas verdades?

Hermanos, de nuevo, allí tienen ustedes dos pasajes que nos hablan precisamente acerca de este aspecto de la persistencia. Y mire que en ambos lugares, volviendo digamos al de capítulo 11 de Lucas. Donde este amigo llega a media noche, a donde su amigo, vemos aquí varios elementos que nos recuerdan a nosotros mismos. Lo primero que yo veo en este pasaje es este hombre con una necesidad bien fuerte y parecería algo casi sin importancia, pero para él tenía una profunda importancia. Nosotros tenemos que... el Señor era un maestro en coger temas de la cultura en la cual Él esta administrando, del tiempo que Él estaba administrando y usarlo para ilustrar verdades eternas que hoy en día todavía nos hablan.

Uno tiene que remontarse a la cultura del medio oriente en el siglo I cuando el Señor está hablando, para entender cómo lo que Él estaba diciendo era perfectamente comprensible y ellos se podían identificar con el aprieto en que se encontraba este hombre. Su estado de necesidad muy fuerte porque primeramente en esos tiempos del siglo I no había comunicaciones como las hay hoy en día. No había Internet, no había teléfono, no había celulares… no había ni siquiera telégrafo, simplemente usted sabía que venía un familiar porque alguien vino hace tres meses de la aldea donde él vive y le dijo que su familiar le decía que iba a ir un día a visitarlo allá a su casa. Él se fue cuando ustedes eran chiquitos, se separaron y no se han vuelto a ver durante 10, 15 años y dice que quiere venir a verlo. Pero usted no sabe cuándo va a llegar porque él vive por allá en otra montaña bien lejos y no hay transportación muy buena, no hay…

Y la gente vive allí de esa manera, ¿no? Cuando pueden, pues hacen las cosas. Y un día menos pensado, son las 12 de la noche, usted ya se ha acostado, apagó la vela y está de lo más, allí entrado en el sueño, y pum pum pum un toque bien fuerte a la puerta y allí viene su primo con la esposa y con los siete hijos y con la sirvienta también, y los dos mulos que contrataron para que trajera todas las cosas y vienen a quedarse unos cuantos días y, ¿qué pasa? Es precisamente el día que usted no tiene ni una cucharita de café en la despensa, no tiene azúcar, no hay nada en la despensa. Se le olvidó hacer las compras o la cosa está un poco apretada.

Y usted siente la… invita al amigo a entrar a la casa, o al familiar, lo sienta, comienzan a hablar de las cosas y usted está pensando mientras hablo y está sonriendo, ¿dónde voy a darlo yo café a esta gente que viene de tan lejos? Aunque sea un juguito de naranja o algo para que se duerman tranquilos en lo que yo mañana arreglo la situación. Y finalmente a usted se le ocurre, a ¿sabe qué? Fulanito aquí al lado, mi vecino, yo estoy seguro que él tiene café o estoy seguro que él tiene una lata de jugo congelado allí, marca Minute Maid y allí.... se lo voy a pedir prestado hasta mañana que yo pueda ir al supermercado y comprar algo, ¿no? Entonces, fíjese eso, para mí ese momento de fragilidad de este hombre, ese momento de que no quiere pasar una vergüenza, de que no quiere acostar a esa pobre gente así como vino y tampoco quiere decirle, ‘mira, la verdad es que no tengo nada que ofrecer.’

¿Qué penoso eso? Y yo sé que, a veces, uno sufre más por cosas pequeñitas que por cosas grandes. Y allí estaba el asunto de la honra, tan importante en las culturas del Medio Oriente, de la hospitalidad mezclada de atender a la gente cuando llega a su casa y ofrecerle su cobertura y todo este tipo de cosas. La verdad es que parece algo sencillo pero es un aprieto y es algo tomado de la vida diaria, que la gente que escuchaba en ese momento puede identificarse con ello. Y yo pienso hermanos, que muchas veces este hombre en su necesidad extremada, en su fragilidad, es una imagen de usted y yo en la vida. Que tenemos momentos de fragilidad, de necesidad, nosotros somos gente de la contingencia, no sabemos cuando va a llegar un momento de necesidad y a veces nos encontramos en aprietos, nos encontramos en necesidad. Y no tenemos los recursos con nosotros, no tenemos cómo resolver el problema.

Y eso para mí es la esencia de la oración. Cuando tú reconoces y sabes que tú no tienes los recursos que necesitas para resolver una situación y tú reconoces tu fragilidad y sabes que vas a tener que ir a donde alguien que tiene lo que tú necesitas y ese alguien se llama Dios, se llama Jesucristo, se llama el reino de los cielos. Y tú reconoces tu fragilidad. Hermanos, yo creo que el origen de toda oración es un hombre, una mujer que dice, ¿sabe qué? Yo no tengo lo que necesito para esta situación y tengo que ir a mi Padre Celestial y tengo que humillarme y tengo que reconocer que lo necesito a Él.

Mientras uno está confiado en sí mismo, lleno de sus propios recursos, seguros de que yo puedo salir de esta, yo puedo resolverlo o puedo ir donde un médico o puedo ir donde alguien que me preste dinero... o puedo usar esa técnica que yo usé la vez pasada.... Mientras uno trata de buscar ayuda en el nivel humano solamente, uno está buscando donde verdaderamente no es donde uno tiene que ir. Lo primero, yo creo que la oración nace de un hombre, una mujer que ha reconocido debilidad, ha reconocido insuficiencia.

Yo he estado estudiando mucho el pasaje de Josafat, la vida de Josafat, y uno de los temas que vimos hace un tiempo cuando tratamos de Josafat cuando se encontró en esa terrible necesidad de este ejército que venía a Judá, a destruir a Judá y a quedarse con su tierra y Josafat hizo una oración. Y hay unas palabras de él que como que resumen lo que es la oración y lo que es la postura de la oración, y es en el versículo –no tiene que buscarlo, en el versículo 12 del capítulo 20, Segundo de Crónicas, “y Josafat ya después de describir su necesidad ante Dios y orarle a Él y clamar ante una audiencia nacional, dijo, 'O Dios nuestro, ¿no nos juzgarás tú?" Refiriéndose a esa multitud que viene contra ellos, "…porque en nosotros no hay fuerza...” Escuche eso. "…porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros.” Allí está la raíz de toda oración poderosa delante de Dios, es reconocer que en mí no hay fuerza. Y en mí sí hay una gran necesidad.

Dice, “… no sabemos qué hacer y a ti volvemos nuestros ojos.” “… no sabemos qué hacer y a ti volvemos nuestros ojos.” Eso, hermanos, es la esencia. Si usted me pregunta, ¿qué es la oración? Allí está. Yo le diría esa palabra de… el rey Josafat, “no sabemos qué hacer y a ti volvemos nuestros ojos.” La oración es cuando una persona no sabe qué hacer, vuelve los ojos hacia Dios y le pide al Señor una respuesta. El salmista pregunta, “alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra.” Entonces, recuerde eso hermano, usted y yo siempre dependemos de Dios. Y tenemos que cultivar un sentido de fragilidad. Yo creo que cuando uno cultiva ese sentido de fragilidad uno siempre va a estar orando al Señor. Yo no sé usted, pero yo tengo que orarle al Señor decenas de veces al día y no hago oraciones largas, pero yo creo que a veces, la gente, cuando yo estoy manejando, pensará que yo estoy loco. Siempre estoy diciéndole cosas, Señor… y a veces me tengo que esconder, si miro y hay un carro muy pegado al mío para que... no crean que yo estoy loco.

Porque uno siempre está hablando al Señor, uno siempre está dialogando, a veces una oración, dos frases… eh, dos frases, tres pensamientos, usted está lavando los platos y le ora al Señor, usted hablando en la computadora con algo y de repente recuerda algo y clama al Señor. Usted se levanta por la mañana y tiene su tiempo de buscar de Dios, porque usted siempre está conciente de que usted necesita. Cada día más en vida yo reconozco que soy más frágil y estoy más necesitado de la misericordia y la intervención de Dios en mi vida. Cada día yo cultivo más adrede, ese sentido de absoluta dependencia y fragilidad delante de Dios. Según pasa el tiempo, en vez de sentirme más fuerte y más confiado en mí mismo, es todo lo contrario, me siento más débil, más a la deriva y más necesitado de la gracia de Dios. Pero, sabe una cosa, qué interesante, que cuando soy débil entonces soy fuerte, dice el Apóstol Pablo.

El hombre, la mujer de Dios, cuando cultiva la debilidad en Dios, se hace más fuerte que… porque entonces se vacía de todo sentido de autosuficiencia y es en esa vasija vacía, Dios puede echar su aceite. ¿Cómo le dijo Eliseo a la viuda? Búscate muchas vasijas vacías. Y cuando ella buscó todas las vasijas que pudo, vacías, porque si hubieran estado llenas, ¿qué pasa? Dios no las hubiera podido llenar con aceite, ¿verdad que no?

Entonces, nosotros tenemos que vaciarnos de todo sentido de autosuficiencia y cuando lleguemos a ese punto en que, mire, para cualquier cosa usted sabe que necesita de Dios. Para cualquier gestión en su vida, cualquier diligencia, cualquier situación financiera, su familia, su salud, su estado emocional, una conversación que es difícil que tiene que tener con alguien, el día de trabajo que le espera... Salir a la calle, cuántos saben que es una prueba grandísima muchas veces. No sé, uno no sabe a qué se atiene en esa calle. Qué riesgos uno puede tomar, qué cosas pueden pasar. Y en todo momento uno está como ese hombre, frágil, necesitado de algo. Y eso es bueno, que nosotros entendamos eso, que tenemos que venir delante de Dios, una y otra y otra vez. Por eso es que la palabra habla acerca de eso, ¿no? Orar siempre y no desmayar.

La idea que dice Pablo, orar sin cesar… no está diciendo como que estemos 24 horas al día, 60 segundos por minuto: orando, orando, orando. No, es como la idea es que tú siempre te muevas en una atmósfera de oración. Siempre estés presentando al Señor, repetidamente, insistentemente tus peticiones. Primeramente esa idea de persistir quiere decir que la oración forma una parte continua de tu vida. La oración es lo que tú respiras continuamente, oración es lo que sale de ti desde que tú te levantas por la mañana hasta que te acuestas. Es un continuo hablar con Dios, un continuo repetirle al Señor, persistir ante el Señor acerca de: Te necesito, Padre. Tú eres mi ayudador, Tú eres mi fortaleza, sin Ti no puedo. En esta situación te necesito. Este problema de trabajo, esta crisis financiera, esta fragilidad en que me encuentro en mi vida emocional, con mis hijos, mi esposa, lo que sea, Señor, te recuerdo mi causa.

Y uno está, así, como uno aprende a respirar. ¿Cuántas veces usted respira al día? Miles de veces, y usted ni se da cuenta ya, porque su sistema autónomo ha tomado control de esa tarea. ¿Sabe qué?, yo digo que algo así debe pasar, que aún en la noche nosotros estemos orándole al Señor, aún cuando estamos dormidos. ¿Cuántas veces usted se despierta así, tiene un rato de conciencia en la noche? No. Puede ser unos minutos, a veces no sabemos cuanto tiempo… ¿Sabe qué? Un buen tiempo, aproveche y dispare tres o cuatro oraciones al espíritu santo. En vez de estar allí dando vueltas y estar sudando la gota gorda, con la ansiedad que se le mete a uno. ¡Ey!

Aproveche para darle tres pedradas al diablo allí, con tres o cuatro oraciones bien dadas. ¿No? Y usted verá como usted, ni se da cuenta, ¡uff!, vuelve otra vez a dormir. Cuando viene a ver se le pasó la hora de despertarse más. Porque tú guardarás en perfectamente paz a aquél cuyo pensamiento en ti… ¿qué? Persevera. Amén.

Tú guardarás en perfecta paz a aquél cuyo pensamiento en ti persevera. Oiga, y perseverar quiere decir, ¿qué? Mantenerse pegado. Una persona persevera, ¿cuándo? Se pega a una tarea y no la suelta hasta que no la completa, ¿verdad que sí? Entonces, muchas veces, hermano, para mantener la paz en nuestros corazones tenemos que perseverar en Dios. Tenemos que mover ese animal rebelde y agarrarlo por la soga y volver a meterlo en el camino de la oración; porque, si no, la mente comienza a divagar, a preocuparse, a llenarse de ansiedad y todo, no pues. Vuelve otra vez al camino, tienes que meter, clama al Señor, busca su rostro, pídele a Él. Nosotros tenemos que, de ese sentido de necesidad de Dios que lo cultivamos, pasamos a una vida de oración persistente. Un continuo venir delante de Dios, hacer de la oración tu pan diario, nuestro hábito continuo.

¿Por qué? Porque somos frágiles. Ahora, cuando este hombre sabe que está en una situación de aprieto, va a donde él sabe que tiene lo que él necesita. Eso es una cosa bien importante porque primero está el ser humano tremendamente necesitado. Pero hay un Dios que tiene lo que tú necesitas. Él tiene los recursos. Dios tiene lo que tú necesitas. Este hombre sabía que donde su amigo había la café, había azúcar, había pan, había hasta un poquito de mantequilla inclusive. Y él va donde su amigo. ¡Qué importante es que nosotros conozcamos a Dios! ¡Qué importante que sepamos que Dios tiene lo que yo necesito! Este hombre tenía que haber estado en la casa de este amigo. Este hombre tenía que conocer lo suficiente acerca de su estdo económico coo para saber que ese amigo tenía lo que él necesitaba.

¿Sabe qué? Por eso es tan importante, hermanos, a que nosotros no esperemos a que vengan las crisis en nuestra vida para tener contacto con Dios. Yo les animo a hacer de su vida, una vida de continuo y profundo conocimiento de Dios para que usted sepa lo que Dios tiene y para que usted sepa lo que Dios está dispuesto a hacer para usted; y para que usted sepa cómo acercarse a Dios; y para que usted sepa cómo sacar de Dios lo que usted necesita para su vida. Amén.

Eso es bien importante, que nosotros conozcamos el corazón de Dios, que nosotros conozcamos estas reglas del espíritu como las que el Señor está diciendo aquí. Si usted persiste, si usted insiste, si usted persevera, si usted repite delante de Dios… Dios va a responder a su necesidad. Allí usted tiene un insight, una enseñanza, una intuición en el carácter y los recursos del cielo. Y por eso es que es tan importante que nosotros estudiemos la Biblia, que tengamos tratos con Dios por medio de la oración, que asistamos a la iglesia, tomemos las clases de discipulado. No desperdiciemos oportunidades de estudiar acerca de los secretos del manual del fabricante que es la palabra de Dios.

Porque cuando usted conozca el corazón de Dios, usted va a saber. Cuando vengan las necesidades usted no va a tener que preguntar, y ahora a dónde voy. Su corazón directamente va a ir, iré a mi Padre, como dijo el hijo pródigo, ¿no? Cuando el vio que todo el mundo lo abandonó, “ah, pérate, iré a mi padre porque él tiene lo que yo necesito. Cuántos jornaleros en la casa de mi padre comen todo lo que quieren y yo aquí comiendo algarroba. ¿Qué es eso? Vuelo a mi papa, le voy a pedir lo que necesito.” Entonces, cuando usted conoce el corazón de Dios, cuando usted ha tenido trato con Dios, usted instintivamente va a saber a dónde ir.

¿Sabe que?, un soldado tiene que repetir las mismas acciones tanto que cuando llegue el momento de la guerra y el pánico y el corre-corre y el enemigo esté tirando balas, y estén silbando por su cabeza, el soldado haya practicado tanto las mismas acciones que ya lo haga por naturaleza. Que de una vez sepa si se tiene que tirar al piso o si tiene que disparar, cómo hacerlo. O si el arma se le trancó, cómo desarmarla y volver a armarla rápidamente, porque ya ha repetido, repetido, repetido una cosa tanto de que ya es second nature, es instintivo la reacción. Y yo creo que así tiene que ser nuestra vida, nosotros tenemos que… en los tiempos de paz y de tranquilidad es cuando nosotros, continuamente la palabra del Señor, cuando uno se mantiene en forma, cuando uno continuamente está buscando de Dios, y uno tiene tratos persistentes con Dios y uno ha vuelto a repetir las mismas acciones, una y otra y otra vez.

Uno ha leído los mismos versículos. ¿Por qué yo puedo citar: "tú guardarás en perfecta paz a aquél cuyo pensamiento en ti persevera”? Porque yo he recitado ese versículo más de 450 ó 500, 600 veces a través de mi vida. ¿Por qué yo puedo decir, “por nada estéis afanosos, antes bien sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios con acción de gracias, y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestra mente y corazones en Cristo, Jesús nuestro”? ¿Por qué yo puedo repetir eso? Porque yo lo he dicho como 700 veces a través de mi vida, para recordarme a mi mismo. Roberto Miranda, en vez de tú afanarte y en vez de gritar de pánico cuando viene el enemigo, levanta tu mirada hacia Dios, órale al Señor, clama a Él.

Y ya eso se ha hecho parte de mi vida y parte de mi corazón, está dentro de mis venas, está corriendo por mis poros, y yo no necesito que alguien me venga a decir, Roberto… No, no, eso está allí adentro, yo lo he repetido, lo he dicho tanto. Por eso es tan importante, hermanos, que nosotros repitamos la palabra de Dios. Si vamos a hablar de persistencia, persiste en entender la palabra de Dios. Persiste en repetir esos versículos. Persiste en conocer la Biblia. Persisten en practicar la oración aunque sea así brevemente porque cuando llegue el momento de la prueba, tu súper-ego, tu cerebro no va a poder accionar como tú quieres y tiene que ser una cosa instintiva. Tiene que ser un disparo que salga de lo íntimo de tu corazón porque ya es parte de tu vida, tú te has entrenado en eso continuamente.

Y es importante que nosotros, así, en los tiempos de paz, cultivemos el poder para los tiempos de guerra. No seas un cristiano de crisis, no seas un cristiano de prueba, no… no vayas a donde Dios solamente en esos momentos aislados cuando tienes necesidad. Ve donde el Señor todos los días de tu vida. Hermanos, yo creo en fe preventiva. Yo creo en vida cristiana pro-activa, atesorando allí en tu montón, en tu tienda de almacenaje, en tu almacén para cuando venga el día de la prueba. Tenemos que ser como José, cuando los días de las vacas gordas, hermano, mete trigo, mete harina, mete vegetales y sécalos o congélalos, enlata lo que sea. En los tiempos de bendición y prosperidad, ora al Señor, clama a Dios, sirve a Dios. Dale a Dios. Busca al Señor. Lee la palabra. Atesora para que cuando venga el tiempo de las vacas flacas tú puedas ir a tu almacén y sacar… sacar la bendición para tu vida.

Por eso es que tenemos que ser cristianos que continuamente estemos repitiendo las mismas acciones, preparándonos, entrenándonos, cada domingo, yo creo que no hay vergüenza en decir yo necesito ir a la iglesia. En último caso puede decir, yo puedo en mi casa; pero ¿sabe qué? Que hay algo bello cuando usted viene a la casa del Señor, algo que le fortalece ver a sus hermanos. Usted como que se anima, coge fuerza en verse unos a otros, saber usted que es parte de una familia, usted es parte de un ejército. Estamos todos en la misma cosa, estamos avanzando todos hacia Canaán, Gloria a Dios. Hasta Pentecostal me volví hace un momentito.

Estamos yendo hacia delante y tenemos que… esas cosas hay que repetirlas continuamente. ¿Cuántas veces usted come al día? Más de lo que usted necesita, muchas veces. ¿Cuántas veces se baña? Yo espero que una vez al día por lo menos. Continuamente estamos repitiendo cosas, y, ¿sabe qué? Asimismo, yo necesito continuamente repetir ciertas cosas en mi vida para mantenerme y tengo que ser como un soldado, disciplinado, practicando las mismas disci... ¿Por qué se llama disciplinas espirituales? Disciplinas espirituales se refiere al ayuno, la oración, la lectura de la palabra, el servir al Señor, la comunión de los santos, son lo que se ha llamado a través de los siglos: las disciplinas espirituales. ¿Por qué? Porque hay que hacerlo quiera o no quiera. Le guste o no le guste, tiene que hacerlo en cualquier momento para que su vida se vaya forjando y se vaya haciendo el temple de un guerrero, una guerrera de Dios.

Y, usted, para cuando llegue el tiempo de la prueba será mejor que sea como este hombre que supo exactamente dónde había comida, y cómo ir a esa persona. El último elemento que está aquí es bien importante y es lo siguiente: Hemos hablado acerca de la fragilidad inherente, y tenemos que cultivarla, tenemos que reconocerla. Número dos, tenemos que saber dónde están los recursos. Dios, Él es nuestro proveedor, nuestro ayudador, y saber cultivar una vida que nos permita ir en los momentos de necesidad. Pero hay una tercera cosa, y, ¿sabe qué? Es lo siguiente, tenemos un Dios que quiere responder y que nos invita a venir a Él.

Aquí hay algo interesante, fíjese. En los dos casos del juez injusto y del amigo indispuesto, así podríamos llamar a esta parábola, también, el amigo indispuesto. En las dos parábolas, la gente que tiene la respuesta no quiere ayudar a la persona que viene, ¿verdad que no? Son resistentes; y, ¿qué vence la insistencia del necesitado? Bueno, lo que el Señor estaba diciendo aquí es aún más importante, y es que, ¿sabe? que la diferencia entre Dios y estos personajes, es que Dios sí quiere ayudar. Dios sí quiere responder a tú necesidad. El corazón de Dios está dispuesto pero muchas veces, hermanos, ¿saben qué? Por algún misterio, cuando Dios nos dice, ven a mí. Ora, búscame, pídeme; a veces tenemos que seguir pidiendo también.

Y en algún momento yo voy a seguir hablando de eso también. ¿Por qué se hace la persistencia tan necesaria en la vida cristiana? Si Dios quiere bendecirme, ¿por qué tengo yo que pedir continuamente? Y allí viene algo de la interacción entre lo natural y lo sobrenatural. Pero yo le puedo decir algo, que hay muchas razones por las cuales nosotros tenemos que cultivar el pedirle a Dios persistentemente. Aunque Dios quiere y desea, y nos invita, tenemos que persistir, tenemos que seguir pidiéndole al Señor. Mira, si tú le has pedido al Señor algo y no lo has recibido, vuélvele a pedir. Yo he aprendido que a pesar de que yo sé que Dios me ama y que Dios es generoso y que quiere bendecirme, yo no me puedo llevar solamente de eso; que es lo espiritual, Dios queriendo que yo aprenda ciertas cosas, no es el tiempo apropiado, tengo que aprender ciertas lecciones, antes muchas razones.

Y yo no puedo tratar de second guess, yo no quiero tratar de adivinar lo que hay en el corazón de Dios. Lo único que yo sé es, que la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis dice que Dios honra a los que persisten en sus peticiones. Y que yo tengo que hacer lo mismo, si tú quieres recibir, mira, cíñete los lomos, apriétale bien el cinturón y ora hasta prevalezcas, ora hasta que recibas. Ven ante Dios, Dios quiere dártelo, Dios quiere responder a tu necesidad pero a veces Dios artificialmente se resiste un poquito para sacar de ti ese clamor, ese grito que es lo que se necesita para que vengan las respuestas de oración.

Y a veces ese grito hay que irlo cultivando, ese grito hay que irlo allí amasando. Ese grito hay que irlo calentando, oración a oración. Día a día, hasta que un día tú verás que tu clamor sale con una seguridad y tú sabes que ese día diste en el blanco y Dios recibió tú oración. Y ese día tú te puedes ya, mira, ir al banco porque el dinero va a estar allí. Tú puedes volver a tu casa y saber que ese… ese hijo que estaba hecho un demonio, ya Dios lo sanó y ya comenzó la bendición para su vida y el cambio. Porque Dios ama y Dios honra a la persona que persiste.

Esa es la lección de este pasaje, hermanos, ora hasta que recibas. Persiste en tu oración. Sigue insistiendo delante del Señor. Vive una vida de repetición de las verdades del estudio de la Biblia, del cultivo del carácter del creyente. Sé un hombre, una mujer de Dios que persiste hasta llegar al objetivo. Amén.

Quiera Dios levantar ese espíritu en nosotros. Vamos a ponernos de pie. Gloria al Señor. Gloria a Dios y de nuevo, hermanos, bien claro en esta práctica de la fe, Dios dice: persiste. En esta práctica de la fe, Dios dice: cultiva. La persistencia, no te dejes… no te dejes intimidar porque no recibiste la primera vez. No te dejes acobardar porque has tenido que orar unas cuantas veces. Y no has recibido todavía lo que has pedido. Yo te suplico en el nombre del Señor, haz un pacto con Dios hoy, de que tú vas a mantenerte en tu objetivo. Tú no vas a recibir no por respuesta. Tú vas a ser como Jacob que luchó con el ángel y dijo, no te voy a soltar hasta que no me bendigas.

Y, ¿sabe qué? Dios en vez de sentirse insultado va a decir, ¡guau! Este muchachito, parece que está aprendiendo unas cosas de la palabra. Lo voy a bendecir, le voy a dar su petición. Hermanos, cuántos quieren ser gente de persistencia, Amén. ¿Cuántos quieren ser gentes de fe? En el nombre de Jesús vamos a pedir, así como Padre ayúdanos. Amén, amén.

Guarda eso en tu corazón ahora mismo. Ponle allí una marca, allí. Persistencia. Ahora mismo en tu espíritu, ahora mismo, di: Señor, yo recibo esta enseñanza de mi pastor, yo recibo esta enseñanza que viene de tu espíritu santo y yo te prometo, Padre, voy a ser un hombre, voy a ser una mujer insistente, yo voy a aprender a practicar lo que es una vida de fe. Yo voy cada día a repetir mi oración. Y, Padre, esa oración que descontinué, ¿sabes qué? Ahora te la voy a presentar otra vez, hasta que me respondas. Porque te amo y porque yo sé que tú eres fiel. Y porque yo sé que tú que llamas, tú respondes. Tú que invitas, tú no decepciones. Tú que abres la puerta, no la cierras en nuestras narices. Tú que prometiste, serás fiel para cumplirlo. Amén. Gloria al Señor. Gracias, Padre, gracias. En el nombre de Jesús, por esa palabra, Padre. Nuestras oraciones que hemos presentado delante de ti. Las expectativas que tú has puesto en nosotros, Señor, nosotros declaramos que las veremos, las veremos, las veremos realizadas para gloria de tu nombre. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Gloria al nombre del Señor, Amén.