Tomar el riesgo y vivir de acuerdo a la verdad

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Los animo a que de vez en cuando visiten la página de internet, vea los sermones que van a lo largo del año, vea la temática, mis hermanos, que están corriendo ahí. Porque yo creo que hay cosas que Dios nos está hablando. Hay cosas que Dios nos está queriendo dejar saber. Y yo sé que cada mensaje tiene como su enfoque, su tonada específica, pero cuando usted empieza a ver el conglomerado de todas esas cosas y la totalidad de lo que Dios nos está comunicando, uno puedo hacer sentido de distintas cosas. Y yo creo que eso es una de las cosas más bellas de la palabra de Dios.

Cuando la Biblia que la palabra de Dios es viva y eficaz, es eso, que tiene una vida y tal vez para alguien, una palabra que escuche hoy va a tener un impacto que otra persona que lo escuche por otro lado. Y puede ser que de aquí a dos semanas usted vuelva a escuchar ese mensaje y como que otra parte le capta la atención y eso lo hace reflexionar en otro aspecto de su vida.

La vida de la palabra de Dios es así, versátil, no es estática, es bien diverso y uno tiene que aprender a ver a Dios en todos esos aspectos. A qué voy con toda esta introducción? Es que esta mañana yo tenía un dilema, voy a compartir un poquito de mi dilema con ustedes. Para qué otro dilema, pastor, no necesito más ya, con los míos suficiente.

Pero el asunto es, mis hermanos, que miren esto, obviamente uno como pastor recibe muchas noticias de situaciones que están sucediendo en la vida de distintos hermanos y hermanas y hay veces que uno como que se abruma, es como que guau! Cuándo va a parar todo esto? Cuándo va a parar estos escenarios medio negativos y vamos a empezar a escuchar historias un poquito más positivas? Y de repente, yo recordé esas primeras palabras que se compartieron en el servicio de año nuevo, cuando el pastor estaba diciendo que este año obviamente, él no puede prometerte un año libre de problemas, pero sí te podemos prometer un año lleno de victorias.

Y a la misma vez estaba diciendo que en distintas formas todos nosotros nos vamos a ver expuestos a experimentar algún tipo de pérdida, algún tipo de frustración, algún tipo de situación o problema que será bien difícil, algo bien inesperado y que uno va a haber un momento donde uno se va a sentir como que y ahora qué hago? De dónde saco esto? Cómo hago para resolver esta situación?

Pero lo que venía detrás de esa palabra, es que con todas esas situaciones Dios te dará la victoria y Dios va a glorificarse en medio de ello. Yo me ponía a pensar, Señor, habremos nosotros dicho una mala profecía o algo así? Pero no, no es así. Es que la vida es la vida y sea como sea, uno va a tener sus riesgos, unos va a tener sus momentos duros, difíciles.

Orábamos por el esposo y la esposa, y tal vez hoy tu esposa estaba cuchi cuchi contigo, mañana se levanta y es como que Gua! O viceversa. Porque a los hombres les pasa igual, hoy el hombre está todo zalamero. Mi amorcito, mañana cuando se levanta es como que, uf. La vida le pisa.

Es así, y uno tiene que aprender a cómo vivir con todas esas cosas. Hoy un compañero en el trabajo te saludó y tu te quedaste como guau! Me saludó. Espéralo mañana y te pasa por el lado, y es como una mosca en la pared. Y qué pasó con el saludo de ayer? La gente tiene sus momentos.

Pero miren, en medio de todas estas cosas, mientras yo pensaba esta mañana, yo me dije, Señor, qué podemos hacer en medio de todas estas cosas? O sea, cuando la vida se pone así, dura, difícil, qué hay en tu palabra que nosotros podemos sacar de ella? Y me puse a escuchar un podcast de uno de mis predicadores favoritos y el que me encontré hoy él estaba hablando acerca de riesgo. Los riesgos de la vida.

Yo me atrevo a pensar que muchas veces cuando hablamos de riesgos, los riesgos es como algo… tiene una dimensión de temor porque cuando tu estás hablando de un riesgo es que estás corriendo un peligro. Hay algo que puede suceder o que vaya bien o que vaya mal, y eso es la definición de riesgo. O sea, tu te estás atreviendo a hacer o decir o actuar en una manera donde el resultado tu no lo sabes si va a terminar siendo bueno o va a terminar siendo malo.

Y muchas veces nosotros evitamos vivir en esa línea del riesgo. Pero el asunto es que tarde o temprano cada uno de nosotros nos enfrentamos a algún riesgo. Cuando usted venía aquí a la iglesia usted se pudo haber corrido el riesgo de que algo le pasara en el camino. Dios lo libre, que no le pase. Pero están esos riesgos.

Cuando cae la nieve que hay hielo ahí afuera, usted sale a caminar, usted camina con el riesgo de que no se vaya a resbalar y darse un cantazo bien fuerte. Si alguien trabaja en construcción imagínese usted. Si alguien que trabaja en construcción, que trabaja arreglando techos o algo así, siempre que alguien va subiendo una escalera tu corres el riesgo de que en algún momento tu pie se resbale o algo.

Hoy yo me puse a tirar fotos desde el techo del nuevo edificio. Y cuando me dijeron sube al techo, que yo voy subiendo por esa escalerita, digo, aquí yo me estoy cogiendo un riesgo. Porque tras que el viento estaba soplando y yo tan flaco, el viento me coge y me puede volar por el borde del techo. Uno se toma sus riesgos.

Y ¿Saben qué? La Biblia está llena de historias de personas que corrieron riesgos. Y yo me crucé con algunas que se las quiero traer a colación en estos próximos minutos.

Segunda de Reyes, Capítulo 7, quiero contarles esta historia que me pareció muy jocosa, pero que es muy interesante acerca de esta dinámica de riesgos. Segunda de Reyes, Capítulo 7 empezando en el verso 3. Esto es un relato que el profeta Eliseo está haciendo para traer una moraleja a un grupo de personas. Y en este relato miren lo que él dice:

“…Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, lo cuales se dijeron el uno al otro, ‘Para qué estamos allí hasta que muramos? Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad vamos a morir en ella. Y si nos quedamos donde estamos, también moriremos. Así que vamos pues ahora y pasemos al campamento de los sirios, si ellos nos dieran la vida pues, viviremos, y si nos dieren la muerte, pues sea como sea, vamos a morir…”

Vieron los gozos de esta historia, es como los Three Stooges estaban hablando consigo, bueno, okay vamos a ver qué podemos resolver de este dilema que tenemos? Estamos leprosos, es una enfermedad que puede causar la muerte, si nos quedamos aquí donde estamos sentados, vamos a tener una muerte lenta y dolorosa. Si nos metemos a la ciudad, si ustedes saben los parlamentos de ley en aquel entonces, era que un leproso tenía que irse fuera de la ciudad, hasta que se curara para entonces volver a entrar. Si ese leproso entraba a la ciudad cuando estuviera leproso todavía se podía correr el riesgo de que lo apedrearan, porque estaba rompiendo una ley. So, ellos dicen, hey, si entramos a la ciudad o morimos porque nos apedrean, o morimos porque hay hambre en la ciudad, una de las dos. Y si nos quedamos aquí sentados nos morimos en los laureles en los que estamos.

Y entonces, de repente pensaron, ahora si nos vamos al campamento de los enemigos quién sabe si allí, si nos rendimos, levantamos la bandera blanca, hey, venimos en son de paz y nos dejen entrar allí, pues, viviremos. Tal vez nos den una esquinita en el campamento donde nadie entre en interacción con nosotros, pero allí estaremos.

El asunto de esta historia, mis hermanos, es que estas cuatro personas estaban decidiendo si tomaban un riesgo o no. hay otra historia en el libro de Ester, para hablarle a las mujeres también. Esta es una de las líneas que más impacta de toda la Escritura. Es cuando el pueblo, los israelitas que estaban viviendo ahí en ese tiempo de cautiverio, se había pasado este edicto de que los iban a eliminar a todos y Ester obviamente, mujer judía pero que estaba como una de las concubinas del rey, ella estaba tranquila. Entonces viene su tío Mardoqueo y le dice, hey, quién sabe si para un momento como este Dios te permitió que tu estuvieras en el lugar donde estás. Y miren cómo dice el relato, Ester, Capítulo 4 empezando en el verso 13, le dice:

“…Dijo Mardoqueo que le respondieran a Ester, no pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío, porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos, más tu y la casa de tu padre pereceréis. Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? Ester, dijo que le respondiesen a Mardoqueo, ve, y reúne a todos los judíos que se hayan en Susa y ayunad por mí, no coman ni beban en tres días, noche y día, yo también con mis doncellas haré igualmente. Entonces entraré a ver al rey aunque no sea conforme a la ley y si perezco, que perezca…”

Ahí está el riesgo. Esta mujer se estaba arriesgando a perder su vida, pero se atrevió, tomó el riesgo.

Un tercer ejemplo, en el libro de Daniel, tres de mis personajes favoritos, Sadrac, Mesac y Abednego, amigos de Daniel. En el Capítulo 3 de Daniel se habla acerca del relato donde el rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro para que todo el mundo adorase a esa estatua, que cuando sonaren todos los instrumentos, trompetas, bocinas, címbalos, todo, dondequiera que estuviera la gente, en cualquier punto de la ciudad, todo el mundo se tenía que inclinar en dirección a esta estatua y adorarla. Qué pasó con Sadrac, Mesac y Abednego? ellos no lo hicieron así, porque su única adoración iba dirigida a Dios, no a ningún ídolo, ninguna estatua. Y miren qué interesante relato de estos tres varones. Daniel Capítulo 3 en el verso 16, miren cómo dice:

“…Sadrac, Mesac y Abednego respondieron al rey Nabucodonosor diciendo, ‘Rey, no es necesario que te respondamos sobre este asunto, porque he aquí que nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo y de tu mano, oh rey, nos librará… ─y aquí es donde se ve el riesgo─ … y si él no nos librase… ─miren lo que están diciendo, estos tres muchachos son guapetones, son tigres─ … y sino sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado…”

Ahí fue donde se vio el riesgo de estos tres personajes. Cómo sigue la historia? El rey se encendió `más que el horno, los tiró a los tres en el horno a quemarse, y después de unos minutos, el rey se asomó otra vez y qué vio? Tres muchachos bailando en el fuego con un cuarto. Dime tu, por qué? Por qué les estoy hablando de esto, mis hermanos?

Yo creo que como el mensaje que traje en el primer miércoles, donde yo les estaba hablando acerca del fracaso como la matriz para el éxito, se recuerdan de ese mensaje los que lo pudieron escuchar? Esa idea, mis hermanos, del riesgo está bien involucrada en toda esta temática. Muchas veces nosotros queremos vivir alejados de ese margen de riesgo porque nos gusta estar en una vida cómoda, nos gusta saber que tenemos todo bajo control, nos gusta saber que yo estoy en control de mis finanzas, que estoy en control de pagar todas las deudas en mi casa, que mis hijos están bien alimentados, bien vestidos, bien calentitos ahora en el invierno. Me gusta saber que tengo una vida donde yo me levante mañana y sé qué es lo que va a pasar, porque tengo mi agenda ahí al dedillo.

Pero cuando nos acercamos a ese margen de riesgo, cuando ya yo me estoy metiendo en una dimensión de que lo que suceda va a ser algo desconocido, ya ahí muchas veces evitamos vivir ahí. Pero la idea es, mis hermanos, que ahí en esa línea es donde más podemos conocer a Dios. No es que Dios no esté contigo en el área de confort, de comodidad y de seguridad. Dios está contigo ahí y Dios quiere que vivas ahí, pero también Dios te provee y quiere que tu tengas esos momentos donde tu te atrevas a arriesgarte y a vivir cosas que de alguna manera u otra van a transformar tu vida.

Déjeme darle distintos ejemplos. Ya que estábamos orando por los matrimonios, dígame ustedes si estoy en lo correcto o no, que muchas veces las parejas evitan conversaciones por evitar conflictos. ¿Sí o no? que tu sabes que tu sabes, que tu sabes que si tu traes a colación este tema se va a colmar la copa y algo va a suceder, o al menos así es como tu estás asumiendo que va a pasar. ¿Verdad? ahí hay alguien que está totalmente de acuerdo conmigo.

Si tu estás en tu lugar de trabajo y tu ves que tienes un colega que está haciendo algún tipo de trato o trabajo que no va de acuerdo a los principios de la compañía donde tu estás y tu sabes lo que está sucediendo, tu te tienes que tomar un riesgo, en que vas a tus superiores y les dejas saber lo que está sucediendo o evitas un problema con tu colega de trabajo, y para que tu no te metas en problemas con él, y quién sabe si con otros colegas, pues, tu dices, yo no vi nada, conmigo no es.

Hay veces que surgen problemas entre familia, padres con hijos, la suegra se quiere meter y tomar decisiones en el matrimonio también, o el suegro, y cuando surgen ese tipo de dinámicas así muchas veces es como que ay, la suegra. Si usted quiere escuchar buenos mensajes acerca de las suegras, les recomiendo que oigan a Dante Gebel, ese hombre es un maestro hablando de las suegras. Búsquelo en Google quién es Dante Gebel, habla muy bien de las suegras. Dante Gebel dondequiera que esté, no nos conocemos pero le di una buena promoción.

El asunto es, mis hermanos, que en esas dinámicas de familia muchas veces surgen situaciones que usted sabe que si usted trae a colación un tema o que usted tiene que confrontar a un hermano o una hermana concerniente a algo, usted sabe que si usted se toma ese riesgo, el tiro le puede salir por la culata de alguna manera u otra.

Yo no sé por qué siempre nos ponemos a pensar que las cosas van a salir mal en vez de pensar que las cosas se pueden resolver. Por qué será que a nosotros como humanos la tendencia casi siempre es pensar, si digo algo, olvídate, la cosa se va a acabar de empeorar, y no pensamos del otro lado. No, tengo que decir algo porque si lo digo, yo sé que esto se va a resolver. Y puede ser que usted sea una de esas personas bien positiva que está aquí, si usted lo es, lo aplaudo, gloria a Dios. Siga siéndolo.

Pero el asunto es, mis hermanos, que nosotros tenemos que aprender a vivir en esa línea de riesgos, de atrevernos a decir algo que se tiene que decir sea porque estamos viviendo bajo los principios de la palabra de Dios, o sea porque una acción va a traer una consecuencia que de alguna manera u otra va a traer algún tipo de reconciliación a lo que esté sucediendo. Pero el punto es que uno se tiene que atrever a cruzar esa línea del riesgo, uno se tiene que atrever a vivir en esa línea del riesgo porque por más incómodo que sea, mis hermanos, nos tenemos que atrever a vivir ahí.

Mientras yo pensaba en esto yo me decía en mi cabeza, guau, cuántas preguntas a mí me gustaría hacerle a mi papá, pero yo sé que si se las hago vamos a terminar discutiendo. Pero en algún en mi corazón yo sé que yo necesito tener esas conversaciones con él porque van a traer algún tipo de claridad a mi corazón que me van a ayudar a poder tratar con él en una manera totalmente distinta, y él conmigo. Pero no nos atrevemos porque no queremos tomar el riesgo.

Tu esposa, tu esposo, cuando tu llegas a tu casa, si no está aquí o si lo tienes ahí al lado tuyo, ahora mismo tu me estás escuchando pero aquí al lado de tu cabeza, tu sabes que está situación entre nosotros dos, y como que el pelo te pesa más de ese lado. Y tus ojos me miran, ah, pastor Omar, si usted supiera! Yo no tengo que estar ahí. Yo me imagino cómo es.

Pero tu sabes que tienes que tomar el riesgo. Tienes que recoger los calzoncillos una vez más para que el mensaje se comunique. Tienes que halagarla a ella para que el mensaje se comunique. Tienes que caminar con ella por el mall aunque no te guste, aunque sea window shopping pero tienes que caminar lado a lado con ella. Tienes que coger ese riesgo de cargar las bolsas de ropa por ella, y de zapatos aunque no sean tuyos, ya aquí estoy en desventaja. Yo me estoy tomando un riesgo bien grande al decir esto.

Pero, mis amores, muchachas, ustedes no se quedan atrás. Tienen que tomar el riesgo de decirle a él, oye, quedó bien esto, aunque no sientas decirlo. Que tal vez por la mañana tuvieron una discusión saliendo de la casa, pero ahora estás a punto de regresar a tu casa otra vez y tu sabes que sabes que ahora mismo tu estás diciendo, no le quiero ver ni la cara a ese… bendito, pero en vez de pensar así, tu riesgo se va a ver en el hecho de que tu puedas ir, sentarte al lado de él en la cama, aunque sea, y atreverte a decirle, mira, tenemos nuestras diferencias pero quiero respetarte. Quiero poder acercarme a ti aún más. Quiero tratar de restaurar las cosas. Aunque un 90 por ciento de tu corazón esté diciendo lo contrario, pero que ese diez por ciento te atreva a vivir en esa línea de riesgo y confiar en Dios de que el resultado va a ser bueno.

Tienes que atreverte a vivir en el riesgo de que si tienes que delatar a alguien, no te estés preocupando porque vayan a decir, soy un chota ahora, nadie va a confiar en mí. Digo, yo no sé si esa palabra está bien dicha, pero eso es un chivar, es como delatar a alguien, déjeme decirlo en español fino, de la Real Academia Española. Si tienes que delatar a alguien porque se está escondiendo de algo y lo tienes que delatar con algún superior, no te preocupes porque los otros van a decir, ah, este está delatando a todo el mundo. No, no te preocupes por eso, vive de acuerdo a la verdad.

Vive de acuerdo a la verdad. Tómate ese riesgo. Camina en ese lugar desconocido y Dios se va a encargar de exaltarte por encima de tus enemigos.

Tuviste un percance con alguien hace tiempo atrás y eres de esas personas que dice, yo perdono pero no olvido. Y tu sabes cómo yo soy con esa teoría, yo creo que yo he sido bastante claro aquí en la iglesia con esa teoría. Esa teoría está bastante cierta. Tu puedes perdonar y tampoco te olvidas de lo que sucedió, pero ese rencor que aguantas en tu corazón eso es lo que hace la diferencia.

Y tu sabes que tal vez tienes que tener una conversación donde tengas que pedir perdón o te tengas que acercar a alguien para, hey, tu me heriste pero yo te perdono. Y tienes que caminar en el riesgo de esa situación. Y atreverte a que lo que va a surgir de ahí Dios se encargue de traer victoria.

Miren, mis hermanos, yo sé que es easier said than done, es más fácil decirlo que hacerlo. Yo mismo conozco la incomodidad de caminar en esas aguas, pero por algo leímos Isaías 43. Yo creo lo que dice la palabra, que si caminamos por esas aguas, no nos vamos a ahogar, y si nos metemos por ese fuego, la llama no va a arder en nosotros. Son caminos duros para andar en ellos, son caminos difíciles y si los medimos a través de los ojos de este mundo, puede parecer hasta que sea injusto, pero la justicia de este mundo no se iguala a la justicia de Dios.

Y muchas veces la justicia bajo la cual Dios quiere que nosotros vivamos está mucho más alta de la justicia de este mundo. So, el riesgo no es necesariamente hacer justicia aquí, sino es hacer justicia a nivel de lo que Dios pide. Cuando caminamos en esa zona de lo desconocido, de lo misterioso, porque uno nunca sabe cómo Dios vaya a tornar la tortilla y qué ingredientes le vaya a poner, uno tiene que confiar de que las cosas van a suceder.

Tienes una decisión que tomar, una decisión bien apremiante, que la tienes ahí que te está exprimiendo el corazón hasta más no poder. Y tienes miedo porque sabes que de una o de otra la situación puede salir en una manera deseable o no deseable. Y aquí es donde viene esa idea de que tal vez con esas decisiones uno tiene que experimentar ciertas pérdidas, pero que a medida que caminas por esas aguas, y por el fuego, de nuevo, no te vas a ahogar, no te vas a quemar, pero vas a salir al otro lado victorioso, victoriosa. Solo porque te atreviste a tomar ese riesgo inicial.

Cuando tomas ese riesgo vas a poder ver esa presencia adicional caminando contigo dentro de ese horno de fuego. Mira, escucha bien, cómo te estoy diciendo. Yo no te estoy diciendo que tu conversación con tu esposo o tu esposa te vaya a ir color de rosa. Puede ser que las cosas se pongan como el horno ese de la historia de Daniel. Puede ser que las cosas se pongan así, pero yo creo que dentro de ese horno tu y tu esposa, Dios va a estar ahí con ustedes caminando en ese fuego para sacarlos al otro lado, y que sus ropas salgan planchaditas, con vapor de horno.

Mis hermanos, yo sé que estamos en unos tiempos donde Dios está haciendo una serie de cosas y ajustes con nosotros, sus hijos, a través de toda la iglesia. La iglesia a nivel del cuerpo es universal lo que es la iglesia. Yo sé que Dios está tratando con nosotros. Y en una forma Dios nos está retando a que nosotros tomemos ese riesgo de que yo me pueda hacer responsable con alguien, que si yo estoy luchando con algo, con alguna debilidad, con algún hábito en mí que no es saludable, que yo tome el riesgo de atreverme a abrir mi boca y encontrar a alguien de confianza y poder decir, mira, te tengo que decir esto. Yo no sé cómo va a resultar la situación, pero me voy a atrever a hablarlo contigo, confío en Dios, confío en ti de que me vas a ayudar a orar y cada semana quiero hablar contigo, reportarme contigo de cómo estoy haciendo. Y te doy permiso para que me corrijas a mí también. Atrévete a tomar un riesgo como ese, y yo te aseguro que vas a ver la mano de Dios en tu vida. Tanto para hombres como para mujeres, los dos.

Yo los dejo con esto, mis hermanos, somos como el barro en las manos del alfarero. Y eso requiere un riesgo en sí como tal, dejar que otro ponga sus manos sobre mí para que me moldee, eso duele, aprieta, pero si lo estamos haciendo en el nombre del Señor, creyendo y confiando de que al otro lado del río las cosas se van a poner súper mejor, atrevámonos a tomar ese riesgo, mis hermanos.

Atrevámonos a vivir en esa línea riesgosa. Que bueno es pensar que nosotros somos una iglesia que vive en esa línea de riesgo. Asómese ahí afuera, y dígame si nos hemos tirado un riesgo grande o no. pero una cosa es tirarnos un riesgo así, confiando en Dios, que confiando en el hombre. Atrevernos a meternos a evangelizar en una sociedad que está totalmente anti Dios, anti Cristo, eso es un riesgo en sí como tal. Más sin embargo, nos atrevemos. Nos atrevemos a hacer células, nos atrevemos a compartir en nuestras áreas de trabajo, nos atrevemos a ponernos una camisa cristiana en un lugar donde tal vez te vas a sentir como una mosca en la pared, okay, tengo una camisa cristiana, y qué?

Tienes amigos a tu alrededor, hay una racha de divorcios a tu alrededor y tu propio matrimonio está como que siendo tentado a entrar en esas aguas. Te vas a tomar el riesgo de decir, no, yo voy a cubrir mi matrimonio, voy a hacer todo lo posible por fortalecer mi matrimonio, voy a buscar de Dios. voy a buscar que Dios inyecte una dosis de amor insulínico en nosotros para que podamos sobrevivir esto. Guau! Hoy no es domingo, Omar, hoy es miércoles.

Amor insulínico, guau, me gustó eso. Lo tengo que apuntar. Pero entienden la idea, mis hermanos, ¿verdad? es más, miren, piénselo de esta forma, quién sabe que el riesgo que tu tienes que tomar, que yo tengo que tomar, es atrevernos a tan solamente creer en Dios aún más todavía. Yo creo que son unos de los mayores riesgos que nosotros tenemos ahora mismo. Atrevernos a creer en Dios.

Señor, yo no sé cómo se van a tornar las cosas, pero voy a tomar el riesgo de creer en ti, de creer en tu palabra, de creer en tus promesas. Me voy a morder la lengua y voy a dejar que seas tu haciendo lo que se tiene que hacer. Si perezco, que perezca. Pero yo estoy seguro que tu no me vas a dejar perecer.

Atrévase a confiar en Dios. Tome ese riesgo. Amado Dios, decir estas palabras me llena de gran temor porque yo sé que me estoy hablando a mí mismo. Así como también le hablo a cada uno de mis hermanos que están aquí, los que oyen por el internet, y yo lo creo en mi corazón que tu nos estás llamando a tomar ese riesgo de creerte a ti aún más de lo que hacemos ahora, de creerte a ti en medio de las situaciones de nuestras familias, matrimonios, relaciones con hijos o hijas, creerte a ti en la situación de nuestro ámbito de trabajo. Creerte a ti aún en el ámbito ministerial aquí en la iglesia, Señor, y los distintos conflictos que puedan surgir entre una persona u otra.

Atrevernos a hablar, Señor, atrevernos a hablar con respeto, Señor, pero buscando que las cosas se puedan resolver o que las cosas se puedan contemplar de una perspectiva distinta para conocer algo nuevo de parte tuya. Atrevernos a perdonar, como también pedir perdón. Atrevernos a vivir de acuerdo a los principios de tu palabra, Señor, y no necesariamente por los principios de este mundo.

Sí, Señor, es un riesgo creer esta palabra pero lo tomamos. Tomamos el riesgo de creerte a ti, Señor, de creer que cuando nos movemos en tu nombre, Señor, que tu nos darás la victoria. Tomamos el riesgo, Señor, de creer que al hablar en la forma que tu nos enseñas a hablar, o el actuar en la forma que tu nos enseñas a actuar, aunque la situación por un momento se ponga un poco más turbulenta, pero tomamos el riesgo creyendo que al otro lado, Señor, tu nos darás la victoria. Y que podremos ver tu mano, podremos ver tu gloria en una manera totalmente nueva y que esos riesgos nos va a ayudar a conocerte a ti aún más, conocer algo nuevo de parte tuya.

Señor, yo no sé cómo esta palabra podrá llegar al corazón de mis hermanos, pero sí algo te pido, que tu hagas llegar este mensaje a sus corazones, tu eres el único que puede hacer esta palabra relevante a la situación de vida que están viviendo cada uno de ellos en estos mismos momentos. Así que, Jesús, yo te pido que tu nos ayudes a recibir esta palabra, a discernirla bien de acuerdo a los propósitos que tu tengas con nuestras vidas en estos momentos, que nos des la fuerza, nos des el valor para poderla asimilar y poder vivir de acuerdo a esta palabra, Señor, creyéndote a ti y no a ninguna persona.

Así que, Señor, como siempre digo, te pido que esta palabra siga haciendo eco en los corazones de mis hermanos y hermanas, que aún durante el sueño de la noche esta palabra haga reverberar verdades en medio de nuestras vidas y que mañana si así tu lo permites, cuando nos levantemos, Señor, podamos levantarnos con una perspectiva totalmente nueva y atrevernos a creerte a ti. Lleva a mis hermanos y hermanas con bien hasta sus hogares, protégelos en su camino, Señor, y que ellos puedan ir con tu paz, con tu amor y con tu gozo a sus respectivos hogares.

Gracias, Señor, una vez más y a todos danos tu bendición. Por tu Hijo Jesús oramos, amén, amén. Dios les bendiga, mis hermanos.