Dios con nosotros

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Vamos a ir a Mateo, capítulo 1, versículo 18 hasta el 23. Dice aquí que el nacimiento de Jesucristo fue de la siguiente manera: “…Estando desposada María, su madre, con José, antes que se juntasen, se halló que María había concebido del Espíritu Santo y José, su marido, como era justo y no quería infamarla quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo, “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, porque lo que en ella es engendrado del Espíritu Santo es.” – Y aquí está la parte que yo quiero enfatizar a ustedes – “Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Y todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta cuando dijo, “He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Emanuel” – que traducido es Dios con nosotros…”

Digamos todos, Dios con nosotros. Dios en medio de nosotros. Ese el mensaje esencial, es el corazón del mensaje navideño. Es una de las cosas más misteriosas que puede procesar la mente o el espíritu humano. El hecho de que el Creador del universo en el cual todo subsiste y por lo cual todo es sostenido, se adelgazara a sí mismo de manera de poder entrar dentro de la propia creación que él encapsula y contiene.

Y Dios hizo esto con un propósito benévolo y misericordioso, entre otras cosas para sentir lo que nosotros sentimos. Él lo entendía abstractamente porque lo conoce todo, pero él quiso estar en nuestra condición y experimentar lo que nosotros experimentamos como hombres y mujeres. Y ese hecho estaba en la mente de Dios desde el principio mismo de la creación porque la Biblia nos dice que en el mismo huerto del Edén Dios dijo que de la mujer nacería algo que iba a golpear en la cabeza el principio del mal.

Esto no fue algo que se le ocurrió al Señor como a último hora, como un detallito más de la encarnación, sino que fue algo esencial en el mensaje navideño. Siglos antes de que Jesús entrara en el mundo, ya Isaías, capítulo 7, versículo 14 decía, en una profecía que se habría de cumplir en Jesús:

“…Por tanto el Señor mismo os dará señal. He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamará su nombre Emanuel…”

Y ese es el mensaje que Gabriel, el ángel, cuando le anuncia a José acerca de este ser misterioso, él dice que precisamente se está cumpliendo esa profecía y que su nombre esencial, su esencia misma será Emanuel, Dios con nosotros.

Ahora, esa es una verdad teológica exaltada, es un concepto tremendamente poderoso y grandioso. Pero ¿qué quiere decir eso para ti y para mí hoy en el año casi 2016 en el cual estamos entrando ahora mismo? Y cómo puede este mensaje ayudarnos en nuestra vida diaria, en nuestras luchas y nuestros retos que confrontamos cada día.

Bueno, lo primero ya lo hemos dicho, pero quiero resaltarlo ahora en una forma aislada. Y la razón por la cual quiero señalar este punto primeramente aunque parezca redundante es porque hay grupos hoy en día y a través de toda la historia, que han cuestionado esta verdad que yo les voy a señalar ahora mismo. En los primeros siglos del cristianismo esto fue un tema de mucho debate y mucha lucha interna en el pueblo cristiano.

Y lo que quiero decir es primeramente que Emanuel indica claramente que Jesucristo es Dios. Nosotros decimos que es la segunda persona de la Trinidad, el Padre, Hijo y Espíritu Santo, una manifestación muy consciente, muy personal de lo divino, la persona del Hijo de Dios, Cristo Jesús.

Y eso quiere decir, hermanos, que Cristo tiene toda autoridad y por lo tanto podemos creer cuando él establece un propósito en nuestras vidas, cuando él dice, por ejemplo, “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia,” eso se tiene que cumplir porque Jesucristo es Dios y su voluntad tiene que cumplirse en nosotros.

Cuando el Señor le dio la gran comisión a los discípulos les dijo, “toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra por tanto id.”

El es Dios todopoderoso. Su voluntad se ha de cumplir en la tierra y en la historia. Aunque hoy en día veamos tantas cosas que están pasando que parecen contradecir la voluntad redentora de Cristo Jesús, sin embargo, su venida al mundo para anunciar su mensaje, para establecer el Reino de Dios sobre la tierra y para que nosotros discipuláramos a las naciones, eso se ha de cumplir irresistiblemente.

La palabra dice que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. Y otra cosa que nos recuerda que Jesucristo es suficiente. No necesitamos a más nadie para venir ante la presencia del Padre. Cristo es suficiente porque él es Dios mismo.

El Apóstol Pablo escribió muchísimo en el libro de los Gálatas específicamente señalando que la salvación no es Cristo más otra cosa sino Cristo Jesús solamente. Cuando tu oras, no necesitas a nadie más que te ayude a orar, si tu oras en el en el nombre de Cristo Jesús. Cualquier otra cosa es simplemente innecesaria, es un desperdicio de tiempo. Cristo es todo lo que tu necesitas para venir ante el Padre Celestial.

Yo creo que otra cosa también es lo que hemos hecho hoy es que Cristo es digno de toda adoración y de toda alabanza, toda gloria y todo honor. Los magos lo adoraron, los ángeles lo adoraron, los pastores lo adoraron y nosotros también lo podemos adorar cada día en nuestras vidas. Amén.

Cada vez que nosotros venimos a la iglesia, al templo, recordemos eso. Cuando estamos señalando el en el nombre de Jesús estamos adorando al Dios vivo, al Dios viviente, al Dios suficiente y poderoso. Cristo es Dios mismo, orémoslo en esa actitud.

Y sabe otra cosa acerca de Jesús que me gusta cuando yo pienso que es Dios, con nosotros, Dios en medio de nosotros, es que ya no tenemos que tenerle miedo a Dios cuando nos acercamos a él. Tenemos un Dios que comparte nuestra naturaleza y todo lo que nosotros somos y que cuando nos acercamos a él nos estamos acercando a uno que fue como nosotros también.

Y eso es algo importante porque cuando uno mira en el Antiguo Testamento, en esa revelación progresiva que vemos a través de la escritura, uno ve en el Antiguo Testamento, aunque también hay pasajes que nos recuerdan que Dios es como una madre que nos cubre con sus plumas, y que es accesible también pero en realidad en aquellos tiempos, como decía la introducción a uno de los himnos, creo que eras tu cuando hablabas de que la gente a veces, y aún los cristianos, a veces se nos ha perdido de la visión esta idea de que Dios no está enojado, Dios no es un sangrigordo que tenemos que acercarnos con temor de nuestra vida, si la abortamos de alguna manera incorrecta. Él es como nosotros, nos entiende muy bien también, a través de Cristo.

Esta mañana cuando estaba elaborando más el sermón pensaba en ese pasaje en el Antiguo Testamento que nos habla de cuando Uza y su hermano estaban guiando el arca y Uza con muy buenas intenciones… el arca estaba siendo entrada a Jerusalén y estaba la carreta moviéndose un poco y como que parecía que se iba a caer y Uza, con la mejor intención del mundo, se acercó al arca y trató de agarrarla para protegerla, dice que el espíritu de Dios se enojó con Uza y ahí mismo pereció Uza y quedó muerto. Y esto fue una terrible tristeza para Israel y especialmente para David, el rey, que tenía tantos deseos de ver el arca entrar a Jerusalén.

Pero eso nos recuerda, con buenas intenciones pero usando la forma correcta tocó el arca y Dios se indignó con él y fue destruido. Eso nos dice algo acerca del contraste con este Cristo accesible que la palabra del Señor nos presenta. Hay un cambio, una fluctuación.

En contraste con eso… el aplauso es para Gregory que hizo un mejor trabajo traduciendo que yo diciéndolo. En contraste con eso, yo pienso en las palabras de Isaías que dice, porque un niño nos es dado, hijo nos es nacido. Es decir, Cristo nace como un bebé en la familia. Hace un momento celebrábamos todos estos niños, qué ternura provoca el nacimiento de un niño. Uno quiere tocar a un niño, besarlo, abrazarlo, y asimismo este niño que nace a la familia de Dios y a toda la humanidad, nos recuerda de ese Dios que es todo lo contrario de ese Dios que tenemos que acercarnos con muchas liturgias y muchos sacrificios y muchas fórmulas antes de poder tener acceso a él. Qué diferencia tan grande.

Y yo creo que eso era parte del plan de Dios, que lo viéramos como bebé, y por eso está ese relato. Quizás no era necesario en un sentido teológico relatar eso de que el bebé y verlo allí en el pesebre, y todas estas cosas, pero Dios quiso como que él creciera frente a nuestros ojos, con nosotros, y que pudiéramos tener ese sentido de que era parte de nosotros también y que sea familiaridad que Cristo provoca en nosotros con respecto a la persona de Dios.

Otra cosa que yo veo también, otra consecuencia de ese Dios con nosotros, es que Dios como ha vivido entre nosotros y en nuestra condición y nuestra naturaleza él conoce íntimamente nuestra condición y nuestra naturaleza.

Y asimismo lo dice el Salmo 103, porque él conoce nuestra condición. ¿Por qué? Porque él estuvo allí, él la experimentó, él la conoce íntimamente. Y aún mirando eso un poquito más concretamente, eso quiere decir que él puede entender nuestras tentaciones, por ejemplo. Si tu estás luchando con alguna condición en tu vida, algo que te causa dolor porque tu quieres controlarlo pero te es difícil, estás en lucha, tus pensamientos te traicionan a veces, hay situaciones en tu vida, un carácter que quieres mejorar, defectos en tu personalidad, cosas que a veces te atraen que tu sabes que no son convenientes para ti. ¿Sabes qué? Dios entiende muy bien tus tentaciones.

Aún mientras te animamos a buscar esa santidad de Dios y a cada día dejar que la persona de Cristo se forme más y más en ti, recuerda que te acompaña uno que conoce esa trayectoria progresiva hacia la santidad, esa lucha con la tentación porque él pasó, dice la Biblia, que fue tentado en todo pero sin pecado. Pero lo importante en este caso es que recuerdes que él conoce la dinámica de la tentación y él puede tener misericordia de ti y animarte para seguir adelante por medio del Espíritu Santo.

En tu jornada hacia la santidad recuerda que Dios está ahí a tu lado, diciéndote, adelante, sigue, no te preocupes, levántate, ponte de pie, sigue adelante hasta que hayas completado la carrera. Dios quiere que tu ganes la carrera.

Otra cosa acerca de esta consecuencia de que él conoce nuestra condición, es que él conoce también nuestras dolencias, él conoce nuestros padecimientos, nuestros dolores, nuestros quebrantamientos emocionales y espirituales.

Isaías 53:3 habla del Mesías como familiarizado con los padecimientos, experimentado, dice, en quebrantos y nosotros sabemos de todos los quebrantos. Él conoce acerca de la soledad, él conoce acerca de sentirse desamparado, él conoce acerca de la traición y el abandono, él conoce la incomodidad de un bebé con todo lo que padece, la pobreza, muchas otras cosas, es decir, todos esos padecimientos. Si tu estás padeciendo en este tiempo separación de tu familia, estás deprimido, te sientes confundido, cualquiera que sea tu situación emocional, recuerda que eso no quiere decir que Dios no está contigo, todo lo contrario, él conoce tus dolencias, se identifica con ellas y está también allí alentándote, sigue adelante, yo estoy contigo en medio de tu lucha y tu prueba.

Yo le quiero decir a los hermanos que tienen sus familiares en otras partes de Latinoamérica o Europa o el Caribe o donde sea, en este tiempo a veces uno se siente un poquito triste. Si estás en alguna manera separado por algo, si estás desempleado, lo que sea, recuerda que el Señor está a tu lado y él te bendice, te ama y él quiere llevarte a una victoria y va a usar todos esos elementos bendecir tu vida. Él conoce tu situación.

Una tercera cosa que a veces nos hace dudar acerca de ese Dios que promete estar con nosotros, es la enfermedad, simplemente enfermedad física. Muchos de nosotros quizás estamos padeciendo de alguna condición física que nos limita, estamos pasando en este tiempo quizás por algún tipo de padecimiento físico y eso a veces, yo sé que es natural y de nuevo, si tu te sientes a veces como que guau, ¿dónde está esa promesa de Dios de sanar, etc.? Y tu te estás cuestionando, ¿sabes qué? La encarnación tiene una palabra de ánimo para ti también.

Ese Dios que asumió un cuerpo físico conoce acerca también de lo que es estar enfermo. Yo no sé si al Señor le dio resfriados, la Biblia no nos dice acerca de eso, no sé, pero si le hubiera dado eso no me reduce mi amor, mi respeto y mi sentido de reverencia por él. No me voy a meter en eso, pero mire lo que dice Isaías 53:4, dice, “… ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido…” ciertamente él llevó nuestras enfermedades.

Y si tu estás pasando por algún tiempo de enfermedad, ese Cristo que padeció enfermedad, primero, su divinidad le da poder para sanarte y debes continuar creyendo y orando y pidiéndole sanidad, intervención sanadora en tu vida. Pero sabe también que si estás padeciendo esa enfermedad el Señor que entendió lo que es estar enfermo, estará contigo a través de ese proceso, y él usará todos los elementos de tu vida para bendecirte, fortalecerte y hacerte más y más como él.

Entonces tenemos un Dios que conoce nuestra condición cuando somos tentados, cuando estamos en dolores emocionales y espirituales, y cuando estamos padeciendo de diversas enfermedades físicas y eso lo hace a él sumamente accesible a nuestras peticiones, podemos confiar que él puede identificarse con nosotros y podemos presentar nuestras oraciones con toda confianza delante de él.

Me encanta lo que dice el escritor de Hebreos en el capítulo 4, ver 15, “… porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades…” escuche eso. el sumo sacerdote que nosotros tenemos, que interceda, que nos presenta ante el Padre, que lleva nuestras oraciones ante el Padre, no es el tipo de sumo sacerdote que no puede compadecerse. En otras palabras, sí puede compadecerse de nuestras debilidades.

Tenemos un mediador que entiende y que es accesible porque dice el escritor de Hebreos que tenemos un sumo sacerdote que fue tentado en todo según nuestra semejanza. Es decir, conforme a los procesos naturales humanos, así el Señor sintió toda esa gama de sensaciones, aunque salió victorioso de todas ellas.

Otra cosa que nos recuerda a ese Dios que está en la humanidad, es que la enemistad… a través de Cristo Jesús la enemistad entre Dios y la humanidad ha terminado, ha sido anulada completamente. No hay enemistad en el sentido de que tenga que ser así. Dios a través de su hijo Cristo Jesús anuló, para los que creen en Jesús cualquier tipo de contrariedad, cualquier tipo de conflicto y de enemistad con Dios. Ahora somos amigos de Dios, somos amigos de él también.

Efesios 2, versículo 12 al 16 dice que, “… En aquel tiempo – es decir, antes de conocer a Jesús, cada uno de nosotros, antes de aceptar a Cristo como nuestro Señor y salvador, – estábamos alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa sin esperanza y sin Dios en el mundo…”

Sabían ustedes que si no estamos en Cristo y con Cristo estamos alejados de Dios, estamos sin esperanza y sin ningún tipo de apelación o acceso al Padre Celestial. Si tu estás sin Cristo actualmente, si Cristo es simplemente algo lejano y bonito pero tu no has hecho de Cristo tu Señor y tu salvador, recuerda que no importa cuán buena gente tu seas, estás alejado del Padre, estás en enemistad con el Padre, dice la palabra, porque solo Cristo puede establecer amistad y comunicación entre Dios y el hombre.

Solamente Jesús es el intermediario, solamente Jesús activamente, siendo aceptado, invitado, recibido por nosotros, puede establecer esa comunicación directa con el Padre. Ahí mismo en Efesios 2:13 dice, “…Pero ahora en Cristo Jesús vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hecho cercanos por la sangre de Cristo…”

Y mire aquí acerca de esa enemistad que queda quebrantada en Cristo Jesús, en ese Dios encarnado, dice en el versículo 14, “… porque Jesús es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre haciendo la paz y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.”

Como pastores de esta congregación hermosa, yo le pido al Señor que siempre nos ayude a habitar dentro de nuestra gran diversidad en unidad, como un pueblo que ha sido unido por la sangre y la persona de Cristo Jesús.

El deseo de Dios para esta congregación este año venidero y en los años futuros, es que León de Judá junto con otras iglesias en esta ciudad sea como una pequeña vitrina de ese Reino de Dios en el cual las enemistades entre diferentes niveles socio-económicos, clases, grupos étnicos, todas las cosas que dividen a la humanidad, que esta iglesia pueda ser como una señal profética a la ciudad y a la nación de un pueblo muy diverso, pero que de alguna manera misteriosa y milagrosa hay amor entre nosotros, hay comunicación, hay aprecio mutuo, hay respaldo de unos por los otros.

Ya casi terminando, siento al Señor que tomemos un segundo antes de otros puntos que quiero desarrollar, que oremos un momento. Bajemos nuestras cabezas, cerremos nuestros ojos para que el Señor nos haga habitar en armonía juntos en armonía.

Gracias, Padre, que no hay barrera que tu no puedes romper. Tu cruzaste, Señor, tanta distancia para hacerte humano, para hacerte uno de nosotros, para enseñar que no hay nada que nos puede separar de ti, igual Señor, yo te pido que nos unas, como tu y el Padre son uno, Señor, que nosotros seamos uno en ti.

Padre, te pido Señor, que toda visión, que toda enemistad, que todo racismo o enoja pueda ser perdonado y que podamos, Señor, ser una señal profética del poder de Dios en este mundo, porque Cristo ha venido, ha hecho uno de nosotros, te lo pido en el en el nombre de Jesús.

Gracias, Gregory. Y ya lo último prácticamente que quiero decir es esto, es que Dios quiere morar no solamente en la naturaleza, en el mundo, en la materia, en el cosmos, sino que quiere morar también en tu corazón y en mi corazón.

Y en esta tarde yo quiero animarnos a todos nosotros a examinar nuestros corazones y preguntarnos verdaderamente ese Dios que se hizo hombre, que de alguna manera misteriosa, inclusive penetró en el cosmos mismo, en la naturaleza misma, por medio de su encarnación, ¿mora en mi espíritu? Porque la palabra dice que a través de nosotros invitarlo a entrar en nuestros corazones, él viene y entra y se sienta en el trono de nuestra vida.

El Señor dice en su palabra en Apocalipsis que él está a la puerta, él llama y si alguno escucha su voz, ese Cristo encarnado, si escucha su voz y lo invita a entrar, si uno abre la puerta, él indefectiblemente, inevitablemente entrará y cenará con nosotros, es decir, tendrá intimidad con nosotros y nosotros con él.

Yo quiero asegurarme que si alguien nos está visitando en esta tarde quizás usted ha sido invitado por alguien y usted no está seguro de que se ha dado ese acto de nacimiento de Jesús en su vida y en corazón, y usted quiere en este año que viene ser parte de esta familia de Dios, que se dé ese proceso que se dio en la historia y en el cosmos, que se dé en su vida, en su hogar, yo siento que Dios quiere hacer algo extraordinario en nuestra comunidad, aquí en esta ciudad donde Dios nos ha puesto y que él quiere que nosotros, entre otras iglesias en esta ciudad, seamos como un refugio de todo lo que está pasando allá afuera en la calle ahora mismo y en los vecindarios, y que León de Judá humildemente sea un lugar para que acudamos y encontremos esperanza para nuestras familias.

Si tu eres un padre que te preocupas por tus hijos, por ejemplo, tus hijos están llegando ahora a la adolescencia y tienes temor acerca de qué va a pasar cuando entren a la escuela superior, yo quiero que mis hijos produzcan, que hagan cosas buenas, que crezcan, que sean hombres y mujeres temerosos de Dios, pero tu sabes que allá afuera la cosa se pone cada día peor y peor, yo te invito a invitar a Cristo a entrar a tu casa este año.

Yo tengo un deseo muy grande en el Señor de que muchas familias de esta ciudad sientan que pueden venir a este lugar, así como a otras iglesias, pero vamos a hablar de León de Judá, y que puedan ver a este lugar como un refugio para sus vidas. Y la clave para eso va a ser que invitemos a Cristo a sentarse en el centro de nuestros hogares, en el centro de nuestros corazones, en el centro de nuestra paternidad, en el centro del gobierno de esta ciudad.

El único que puede neutralizar el poder del diablo ahora mismo en este mundo es Cristo Jesús. Y si tu quieres que tu familia prospere, sea bendecida, tu quieres prosperar tu mismo, tu matrimonio, lo que sea, yo te invito en este día responsablemente, valerosamente invitar a Cristo a entrar a tu corazón. Mientras yo traduzco eso al inglés quiero que tu medites eso. Te estoy haciendo una invitación frontal, clara, te estoy extendiendo una tarjeta de invitación para que recibas a Cristo con tu familia, con tu hogar en esta tarde. Piénsalo un momento.

Yo quiero invitarte en el nombre del Señor, bajemos nuestras cabezas un momento, no te dejes intimidar por el número de personas que está aquí, si tu has venido hoy con una necesidad y te atreves a reconocer tu necesidad de Cristo Jesús, yo quiero invitarte en el en el nombre de Jesús, dondequiera que tu estés, allá arriba, en un balcón, aquí abajo, que en esta tarde le dejes saber al Señor delante de tu comunidad que tu quieres que él entre a tu vida y a tu corazón y a tu familia. Y quiero invitarte a levantar tu mano dondequiera que tu estés, si tu sientes que ese llamado es para ti, quiero invitarte ahora mismo y si quieres levantarte con tu familia, con tu esposa, tu esposo, con quien sea que has venido, levanta tu mano y queremos invitarte a invitar a Cristo Jesús a entrar a tu corazón.

¿Habrá alguien que quiera hacer eso en esta tarde? Dios te bendiga mi hermano. Levante su mano, no tema. Mantenga su mano levantada. Recuerda que tu estás haciendo esto porque tu quieres que el Hijo de Dios entre a tu familia, a tu corazón, a tu vida. Vamos a comenzar algo extraordinario en esta comunidad, vamos a decirle a esta ciudad que Cristo ofrece respuesta y esperanza para toda situación de este mundo. Amén. Para esta ciudad Cristo ha nacido. Levanta tu mano en este momento.

Si tu sientes que esa invitación es para ti, tu quieres que el Señor entre a tu familia, entre a tu casa, entre a tu vecindario, entre al edificio donde vives, ponte de pie un momento. Si tu has levantado tu mano, ponte de pie. Esto no es un show, ahora mismo tu y Dios solamente. Es como si nadie te estuviera mirando excepto Dios. Él te ha dicho, yo entraré si tu me invitas. Y yo sé que hay más todavía, hay familias, hay hogares.

Invita al Señor, dile, Señor, yo voy a caminar contigo. Estoy cansado de pelear yo solo. Yo no puedo pelear yo solo. Te necesito a ti, Señor y que tu cambies mi vida, que tu cambies mi vecindario, que tu cambies mi naturaleza. Habita en mí.

Alguien que ore con cada una de esas personas, que ore por ellos. Y yo quiero invitarlos, están allá arriba, algunos han levantado su mano les bendigo en el nombre del Señor. Alguien más por acá, ore con ellos. El Cristo nacido a la humanidad, y yo declaro en el en el nombre de Jesús que esa presencia del Todopoderoso Cristo, va a revolucionar tu vida. Ese Cristo está dentro de ti. Él entra a tu corazón, él entra a tu vida, él entra a tu familia, él entra a tu casa, él entra a tu vecindario por medio de tu persona, él entra a tu edificio.

Dios va a hacer algo que te vas a asombrar tu mismo. Yo declaro en el en el nombre de Jesús que tu vas a poseer toda la tierra que pise la planta de tus pies. Yo declaro nuevas cosas que van a pasar en tu vida. Dios está rompiendo el poder del diablo sobre tu vida y está ordenando, comenzando ahora mismo todas las áreas de tu ser. Cristo se compadece de ti, te conoce, camina contigo, sabe exactamente tu condición, escucha tus peticiones, se identifica contigo, está a tu favor, todo eso yo lo declaro sobre tu vida, tu familia, tus seres queridos en esta tarde.

Invita a Cristo, dile, Señor, entra a mi corazón, te recibo como mi Dios, mi Señor, mi salvador, mi intermediario. Por medio de tu muerte en la cruz tu sanas mis dolencias, tu me haces una nueva criatura y vas a comenzar a ordenar todos los aspectos de mi vida y me das mi tierra, todo lo que yo pise, todo lo que yo anhelo para bien tu lo concedes en este día. Entra a mi vida, Hijo de Dios. Aleluya! Te adoramos, Señor. Gracias.

Padre, que ese espíritu navideño sea toda la semana y todos los días de este año que viene. Enséñanos cómo anunciar este mensaje de esperanza a la humanidad. Te bendigo en el en el nombre de Jesús, bendigo tu vida. Te bendigo. Cosas buenas y grandes, sigue viniendo a la casa del Señor, sigue aprendiendo, sigue creciendo. Dios tiene grandes cosas para ti, que la gracia del Señor sea con esta comunidad y con toda esta familia. Les bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.