Sermon clásico #6062: El arca dentro de nosotros

Primera de Samuel, vamos a ir al capítulo 4, yo voy a repasar otra vez este pasaje, quiero continuar entonces con nuestra meditación en torno al tema de la santidad. Y yo espero que este estudio de la santidad no sea algo estéril para usted, yo no quiero que así sea, sino que quiero verdaderamente que usted sea bendecido, que su mente sea abierta, que usted se entusiasme, que vea la santidad no como algo seco, estéril y aburrido, sino como una meta a la cual debemos apuntar, que está llena de gozo y de promesas de parte del Señor. En realidad la santidad es el camino al gozo, el camino al poder. No está diseñada para aguarnos la fiesta, sino todo lo contrario, para hacer posible que la vida abundante de Cristo se manifieste en nuestras vidas.

Y así tenemos que ver la santidad, no como santurronería, digo yo, son dos cosas diferentes, sino como un regalo que Dios tiene para nosotros. Capítulo 4, Primera de Samuel, dice que Samuel habló a todo Israel, es decir, yo pienso que quiere decir que profetizó, le ministró, le habló para que corrigieran sus caminos. Vimos la bancarrota espiritual en que se encontraba Israel como consecuencia de la pobreza de sus líderes. Dios levanta un gran hombre, que es Samuel, un profeta que comenzó a reedificar los muros espirituales de ese pueblo. Y entonces aquí Samuel comienza su ministerio y dice que él habló, le ministró a todo Israel.

Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos y acampó junto a Ebenezer, y los filisteos acamparon en Afec, y los filisteos presentaron la batalla a Israel. Y trabándose el combate Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en la batalla en el campo como a 4 mil hombres. Cuando volvió el pueblo al campamento los ancianos de Israel dijeron, ¿por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos. Y envió el pueblo a Silo y trajeron de allá el arca del pacto de Jehová de los ejércitos que moraba entre los querubines. Y los dos hijos de Elí, Ofni y Finés, estaban allí con el arca del pacto de Dios. Aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al campamento todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló. Cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo dijeron, que voz de gran júbilo es esta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había sido traída al campamento. Y los filisteos tuvieron miedo porque decían, ha venido Dios al campamento y dijeron, ay, de nosotros, pues antes de ahora no fue así, ay de nosotros, quién nos librará de las manos de estos Dioses poderosos? Estos son los Dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto. Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres para que no sirváis a los hebreos como ellos os han servido a vosotros. Sed hombres y pelead. Pelearon pues los filisteos e Israel fue vencido y huyeron cada cual a sus tiendas, y fue hecha muy grande mortandad pues cayeron de Israel 30 mil hombres de a pie y el arca de Dios fue tomada y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finés…”

Dice, “…. Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, llegó el mismo día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza y cuando llegó he aquí, que Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios…”

Este hombre se imaginaba el desastre que venía, el sabía de qué se trataba. Era un hombre ya de mucha experiencia espiritual, aunque no supo usarla.

“… Llegado pues aquel hombre a la ciudad, y dada las nuevas, toda la ciudad gritó. Cuando Elí oyó el estruendo de la gritería dijo, qué estruendo de alboroto es este? Y aquel hombre vino aprisa y dio las nuevas a Elí. Era ya Elí de edad de 98 años y sus ojos se habían oscurecido de modo que no podía ver. Dijo pues aquel hombre a Elí, yo vengo de la batalla, he escapado hoy del combate y Elí dijo, qué ha acontecido hijo mío? Y el mensajero respondió diciendo, Israel huyó delante de los filisteos y también fue hecha gran mortandad en el pueblo, y también tus dos hijos, Ofni y Finés, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada. Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios Elí cayó hacia atrás de la silla de la puerta y se desnucó y murió porque era hombre viejo y pesado y había juzgado a Israel 40 años….”

Vamos a dejarlo allí, hermanos, el resto de la historia es también muy triste, pero creo que tenemos una idea del desarrollo de este evento, como Dios se cumplió su promesa terrible, su castigo que le había prometido a Elí y a sus hijos como consecuencia de su descuido espiritual. Pero vamos ahora a meditar en esto y vamos a pedir que Dios nos bendiga en nuestro estudio.

Bueno, hermanos, estábamos diciendo el domingo pasado que hay una relación íntima entre el poder y la santidad. Decíamos que la santidad y el poder son hermanos, que no se pueden separar uno del otro. La santidad es el conducto a través del cual fluye el poder de Dios a nuestras vidas. Si nosotros queremos que la gracia de Dios esté en manifestación en nuestra vida, si queremos ser partícipes de los dones del Espíritu Santo, si queremos tener autoridad espiritual, tenemos que vivir una vida que agrade al Señor. No podemos estar viviendo en dos aguas.

Dice la palabra de Dios que el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. No podemos estar con Dios y con el diablo, con el mundo y con el espíritu. Tenemos que servir a un solo Señor y si queremos que Dios manifieste todo su poder en nuestras vidas, tenemos que ceñirnos, ceñir nuestra vida, nuestro patrón de vida a lo que Dios manda en su palabra, a los valores del Reino de Dios.

Yo quiero continuar con este pasaje que nos expresa eso, porque aquí vemos que Israel cree que simplemente pues trayendo el arca van a resolver su problema. Y la cosa es mucho más honda que esto. Y yo quiero que continuemos en esa dirección. Hay algo que a mi me impacta acerca de este pasaje y es que vemos que Israel estuvo en una esterilidad espiritual tremenda durante muchos años. Veíamos en un pasaje anterior que dice que la voz de Dios no llegaba a Israel, no había, dice, profecía con frecuencia. Silo, donde estaba el arca de Dios, donde estaba el templo de adoración, estaba en una esterilidad tremenda. Dios había sido contristado por la impureza de Ofni y de Finés, de Elí y del pueblo de Dios también que se había dejado contaminar. Y el Espíritu Santo dejó de hablar. La iglesia, por así decirlo, dejó de recibir revelación, dejó de haber manifestación de los dones de Dios en medio de Israel.

De momento Dios levanta a Samuel. Samuel, un hombre de Dios, consagrado al Señor, criado en el templo, criado en las cosas de Dios, recibe palabra de Dios en una forma abundante y se constituye en un profeta, en un juez espiritual en Israel, que rige al pueblo con una mano sabia e íntegra. Y Dios comienza a hablarle otra vez a Israel.

Yo creo que eso, como decíamos, el significado de ese versículo al principio del capítulo 4 que dice, que Samuel habló a todo Israel. Comenzó a ministrarle a Israel y Dios respaldó la profecía y la predicación de Samuel con el cumplimiento de todo lo que Samuel profetizaba. Y vemos entonces que de ahí se salta y dice que entonces Israel trabó batalla con los filisteos. Los filisteos era una tribu muy poderosa, una nación muy poderosa cerca de los israelitas y para este tiempo los filisteos se han convertido en una nación que domina a Israel, que oprime a Israel. Era una nación más numerosa, más poderosa militarmente, e Israel ha caído en decadencia material porque la decadencia espiritual lleva una y otra vez lo vemos en el Antiguo Testamento a la decadencia material. Israel ha sido oprimido durante largo tiempo por los filisteos. De momento ellos desean libertarse del yugo de los filisteos y traban guerra, traban batalla contra los filisteos.

Y yo pienso, yo me preguntaba por qué esa conexión de que Samuel le habla a Israel e Israel comienza como a levantarse y a tratar de libertarse de sus opresores. Yo creo que hay una conexión en la mente del Espíritu Santo y de la persona que escribió esto. Yo creo, hermanos, que cuando Dios comienza a moverse en nuestras vidas, nosotros comenzamos a experimentar nuevas energías. Nuestro espíritu comienza a despertarse y a cobrar fuerza y cosas a las cuales nosotros estamos acostumbrados antes a mantenernos oprimidos y sin poder libertarnos de ellas, situaciones en nuestra vida, el rasgo de nuestro carácter, algo en nosotros comienza a despertarse y queremos quitarnos de esos yugos de encima. Porque el Espíritu Santo está comenzando a hablar a nuestras vidas. Estamos comenzando a experimentar la vida de Dios, aunque no la escuchamos claramente, aunque quizás todavía hay mucho que trabajar pero hay un nuevo impulso.

Porque cuando Dios entra a nuestra vida, cuando la energía de Dios, cuando la palabra de Dios comienza a correr en nuestras familias, en nuestros hogares, en nuestra mente, en nuestra personas, hay cosas positivas que comienzan a pasar. Hay vitalidad que comienza a surgir en nuestra vida, como una mata que no ha tenido alimento durante mucho tiempo, comienza a recibir agua, comienza a recibir alimento, comienza la vida a manifestarse en ella con más plenitud.

Y yo creo que algo de la vitalidad de Samuel y de la palabra de Dios que comenzó a caer sobre el pueblo llevó a Israel a levantarse contra sus enemigos y querer quitar el yugo filisteo de encima de ellos. Pero hermanos, hay algo importante también en esto, es que la vida de Dios está muchas veces acompañada también al juicio de Dios. Las dos cosas están ahí, a veces queremos solamente el aspecto positivo de Dios, el aspecto fácil, prometedor, conveniente de la presencia de Dios, pero hermanos, cuando Dios llega a nuestra vida hay muchas cosas que nosotros tenemos que poner en orden, porque cuando Dios viene, Dios viene con su bendición pero también viene con su juicio y con su santidad.

Y yo creo que cuando Dios comenzó a hablar a Israel, Israel comenzó también a sentir las demandas de Dios de poner su vida nacional a cuenta, de ponerse rectos con Dios. Por eso yo digo, hermanos, el peligro, cuando la gente viene a los caminos del Señor muchas veces están afuera en el mundo y hacen y deshacen, no tiene a Dios. Un día se encuentran con el Evangelio y entran al Evangelio por medio de una aceptación de Jesucristo, o lo que sea, comienzan a venir a la iglesia pero hermanos, yo quiero que usted entienda que eso es un arma de dos filos. La bendición de Dios comienza a entrar a su vida, Dios va a comenzar a hablar a su vida, pero ¿saben qué? Que Dios es un Dios que cuando trabaja, trabaja parejo y trabaja en una forma insobornable, y de total integridad, y de total pulcritud. Dios entonces va a entrar a tu vida con su bendición pero también él va a querer poner tu vida en orden. Dios va a, no solamente a bendecirte, sino que él va a comenzar a hablar también en otras áreas de tu vida que necesitan orden y dirección y enderezamiento.

Y quizás tu mismo ni siquiera estés consciente de esas áreas, quizás tu creas que en esas áreas tu estás bien pero la luz de Dios va a comenzar a brillar en tu vida y va a comenzar a alertarte de muchas otras cosas que tu tienes que poner en orden en tu vida. Porque muchos de nosotros tenemos una idea tan superficial de lo que es la vida cristiana y creemos que si yo dejo las cosas más burdas y más feas y más sucias, que ya con eso es suficiente. Pero Dios, hermanos, Dios quiere la totalidad de nuestro ser.

Dios quiere entrar en todas las áreas de nuestro ser. Y hay veces que hay cosas en nuestro pasado o hay cosas en nuestra vida, en nuestro sistema de vida, nuestras relaciones humanas o nuestro trabajo, o nuestra relación matrimonial o con nuestros hijos, o nuestra vida mental, o emocional que Dios también las quiere tratar y trabajar y él va a comenzar a entrar en esas áreas de nuestra vida y la espada de Dios va a comenzar a cortar y va a comenzar a disciplinar, no como castigo, no como juicio necesariamente sino porque Dios necesita que esas cosas sean puestas al día. Dios es un Dios que le gustan las cuentas claras.

Y cuando nosotros entramos a los caminos del Señor entendamos que es posible que por un tiempo cuando Dios comience a moverse en nosotros, van a haber tiempos de prueba y de dificultad y nosotros nos vamos a preguntar pero qué es lo que está pasando si yo acabo de entrar a los caminos del Señor? Ahora se supone que venga bendición y lo que hay es problemas. Y muchas veces yo he visto situaciones de familias o de individuos a los cuales yo aconsejo, y siempre el Señor me habla y me dice, diles que no es tanto esto una muestra de mi ausencia o de mi juicio sino todo lo contrario, de que yo estoy levantando cosas que estaban adormecidas y sucias y las estoy sacando a la luz y estoy haciendo que se pongan en claro y que se arreglen.

Pero ustedes saben, hermanos, que muchas veces para arreglar primero hay que desarreglar. Para edificar hay que destruir primero. Para poner fundamentos sólidos hay que tumbar el edificio de encima que está viejo y corroído y cavar los fundamentos sucios, y entonces poner nuevos fundamentos y entonces comenzar a construir positivamente. Y muchas veces hay situaciones en nuestra vida que van a parecer tragedias pero son simplemente parte del trabajo de Dios que está poniendo las cosas en orden en nuestra vida, y que estará levantando crisis y situaciónes y conflictos y tribulaciones quizás que son las formas en que nosotros vamos a trabar lucha con esa situación en nuestra vida y dominarlas y ponerlas en orden, entonces vendrá la bendición, el refrigerio, el descanso, el gozo, el crecimiento espiritual y la paz que estamos anhelando.

Pero muchas veces los tiempos de paz y de descanso y de cosecha tienen que estar precedidos por tiempos de lucha y de conflicto que son las formas en que Dios está sacando esos cuerpos muertos y podridos ya y los está sacando a la superficie, van a oler mal por un tiempo y perdone lo gráfico de la ilustración, pero una vez que sean arreglados y puestos en su lugar, entonces la vida nueva verdadera de Dios puede comenzar a fluir en tu vida.

El que no quiera pasar por tiempos de lucha, de confrontación y de tribulación que no le pida a Dios que arregle su vida, porque muchas veces Dios va a tener que tomar esas áreas que están allí, que nos han oprimido durante años, que no las hemos tratado, esos enemigos que están cómodos simplemente porque no se les está retando. Desde el momento que usted trate de romper la cadena, usted se dará cuenta que hay cadenas allí bien férreas, son transparentes pero son cadenas. Los demonios están muy contentos de mantenerse tranquilitos que nadie los moleste dentro de usted ni de su vida, excepto cuando usted comienza a retarlos, cuando la presencia de Dios comienza a entrar, cuando el vapor de la presencia de Dios comienza a hacerlos incómodos, entonces se revelan. Estaban allí, pero solo cuando la presencia de Dios comienza a obrar sale afuera y se manifiesta la lucha, entonces se traba la lucha, entonces viene a veces esos tiempos de dificultad y ahí es donde mucha gente se va del Evangelio.

Los primeros dos o tres meses son los tiempos de la luna de miel, todos los hermanos buscan a uno, le dan la mano a uno, llaman a uno por teléfono, usted es algo nuevo, interesante y todo el mundo está bien con usted, etc. pero ya después de 3, 4 meses, ya usted es de casa y entonces ya la gente a veces le pasa y ni siquiera lo ve, no le da el saludo, o ya comienzan a salirle el diablito que tenía escondido allí reprimido en sus relaciones. Ya comienzan a hacer cositas que usted le molestan, y comienzan entonces los problemas afuera a manifestarse. Usted se comienza a dar cuenta de que esto no es un picnic, que todos sus problemas no se resolvieron de la noche a la mañana, que esto no es un romance 24 horas al día, sino que también es trabajo, una relación que hay que pulirla, hay que trabajarla con Dios, que Dios no le va a resolver por varita mágica todos los problemas, que usted tiene que ponerse a trabajar también.

Y qué pasa? Que mucha gente ese tiempo crítico, después de la luna de miel es el tiempo que usted los ve que se van, se desaparecen de la iglesia, se desaparecen de los caminos del Señor. Por qué? Porque no se dieron cuenta que esto es una relación seria, es como digo yo, como una relación matrimonial, es a largo plazo. A Dios no se le puede poner tiempo, de decir, ok, Señor, yo quiero que tu me soluciones mis problemas en los próximos dos meses y sino pues, lo siento, me voy a ir. Eso tiene que ser un compromiso completo porque Dios trabaja en los fundamentos más hondos de nuestro ser. Dios se toma tiempo para arreglar nuestra vida, pero cuando él la arregla, hermanos, él la arregla bien. Y si usted se da por vencido, y como dicen los mexicanos, se raja al primer momento de prueba, usted nunca va a llegar a esos otros momentos de celebración y de gozo y de triunfo en el Señor.

Si usted va a invertir en el reino de los cielos, usted tiene que invertir a largo plazo para toda la vida porque va a haber fluctuaciones relativas, habrá momentos de dificultad, pero en esos momentos lo que Dios va a estar haciendo es simplemente sacando a la luz lo escondido, provocando las crisis para que tu las trabajes, para que te hagas conscientes de ellas, para que tu seas fortalecido, para que tu entiendas que el reino de los cielos es algo real, es verdadero, es sólido, es sobrio. No es pajaritos en el aire, no es algo romántico, no es algo etéreo, no es algo abstracto, esto es cuestión de meterse uno a trabajar y a hacer real el reino de los cielos en nuestra vida con el poder que Dios nos da.

Y va a haber que confrontar esos enemigos, y en esa guerra algunos de esos enemigos por un tiempo van a tener una aparente victoria, pero tu sigues adelante, Dios te va a ir purificando, Dios te va a ir confrontando, tu irás aprendiendo cosas, áreas de opresión en tu vida serán libertadas y entonces tu vas a ver cómo la línea de tu vida va a ser una línea ascendentes.

Habrá momentos, sí, relativos, en que vas a descender un poquito, pero cuando tu mires la dirección general de la línea, con una gráfica, tu vas a ver que tu vida va ir en aumento. Como dice la palabra, hasta que la luz es perfecta, hasta que la presencia de Dios se haga real en tu vida.

Pero se va a tomar tiempo y va a haber momentos así como le pasó a Israel, trabaron lucha y en el primer encontronazo fueron derrotados. Por qué? Porque había cosas escondidas en la vida de Israel, había impureza, había descuido de la gloria de Dios, había por allí dos sacerdotes, Ofni y Finés, que eran sacerdotes principales que estaban en un estado de impureza y de inmoralidad terrible. La gloria de Dios había sido mancilladla. Israel estaba en pecado y todo esto sirvió para que hubiera una crisis, un choque en la vida de Israel. Si usted lee esos capítulos que siguen, usted se da cuenta porque Dios es así, hermanos, y así va a tener que ser en nuestra vida también.

Porque cuando Samuel comienza su ministerio en un sentido hay bendición, comienza la vida de Dios a fluir, hay atentados de liberación, hay comienzos ya de bendición y de victoria pero hay al principio reveses, hay dificultades, hay derrotas parciales, temporales porque hay cosas que tienen que ser resueltas, y precisamente esas crisis sirven para hacer a Israel consciente de esas áreas que tienen que ser arregladas. Junto con la bendición viene también la corrección, viene también el poner las cuentas al día. Las dos cosas son importantes.

Entonces vemos que Israel sale en batalla y es derrotado por los filisteos. Sin embargo, Israel no se queda allí, dice, bueno, y miren lo interesante de su reacción: cuando ven que son derrotados, cómo reaccionan ellos, qué dicen? Dice, por qué nos ha herido hoy, en el versículo 3, por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Qué pasa aquí? Israel le echa la culpa a Dios.

No hacemos nosotros así muchas veces? Cuando tenemos dificultades en la vida, o cuando fuimos a esa entrevista y pensamos, olvídate ese trabajo es mío, estoy segurito y usted sale de ahí, y le dicen, lo sentimos mucho, no podemos, o ya conseguimos a otro. Y usted dice, caramba, dónde está Dios, dónde están sus promesas? Le echamos a culpa a Dios cuando tenemos dificultades, cuando tenemos problemas, por qué Dios me ha hecho esto? Por qué Dios no escucha mis oraciones? Acusamos a Dios de ser falto, de ser inconsistente en sus promesas.

Hermanos, en realidad el problema no era de Dios, el problema era de ellos. Dios estaba haciendo lo que él tenía que hacer. Dios estaba trabajando en su vida. Dios estaba llevando a Israel hacia una purificación.

Tengamos cuidado, hermanos, de echarle la culpa a Dios de cosas que nosotros somos responsables. Miremos hacia adentro muchas veces porque Dios es fiel siempre. Nosotros somos los que le fallamos a él muchas veces.

Israel necesitaba otra cosa más importante. Ahora, fíjese otra cosa que ellos hacen. Ellos dicen, bueno, el problema está en que necesitamos el arma especial de nosotros, necesitamos esa arma atómica y entonces dicen, bueno vamos a mandar a buscar el arca. Olvídate, que el arca aquí entre nosotros nos vamos a comer vivos, y manda a Silo donde el estaba el arca y ahí viene el arca, porque ellos creen que si el arca está entre ellos, la solución es segura, la victoria es segura. Ese era el problema. El problema era que no tenían el arca con ellos. Pues, vamos a traer el arca y entonces sí que vamos a tener la victoria.

Hermanos, una de las cosas que yo veo aquí es esa tendencia nuestra a mirar solamente lo externo muchas veces, a creer que la solución está en las cosas externas de la vida cristiana. No entendemos que la santidad es algo mucho más profundo que las cosas externas. Ellos pensaron, bueno, si traemos ese objeto que es el arca, ya entonces eso va a traer la solución. Ellos no entendían que había un drama interior que Dios tenía que resolver.

Esta gente estaba siendo superficial en su manera de ver las cosas. En vez de ellos mirar hacia sí mismos y decir, Señor, qué ha pasado, qué hemos hecho nosotros, en qué manera te hemos ofendido? Ellos buscan una solución afuera, trayendo el arca. Esa es su solución según ellos lo ven.

Yo diría, hermanos, que en esa reacción Israel se parece a muchas personas, muchos cristianos que tienen un concepto externo, superficial de lo que es la santidad y de lo que es la vida espiritual. Tenemos una idea superficial de lo que es la espiritualidad. Muchos de nosotros entramos al Evangelio pero no cambiamos de mentalidad, cambiamos podríamos decir, de club religioso, pero no de manera de pensar, no de manera de relacionarnos con Dios, no de manera de interpretar las cosas del Reino de Dios.

Y permítanme iluminar eso un poquito, y esto lo digo con respeto, lo que voy a decir, porque así como yo critico a la iglesia católica y lo hago con respeto, así también critico a los evangélicos. Nosotros, los evangélicos no tenemos un monopolio de la vida espiritual, quiero decirles, y lamento si decepciono a alguno de ustedes con eso. Hay muchas cosas que nosotros tenemos que aprender y mejorar en nuestra vida.

Pero hablando así en esa manera respetuosa, yo creo que una de las cosas acerca de los que han crecido en la tradición católica, que tiene tantas cosas buenas, la mentalidad católica, la teología católica es una teología, yo diría, sacramental, que muchas veces enfatiza el aspecto ritual de las cosas. Por ejemplo, en la teología católica el sacerdote cuando oficia y cuando administra los sacramentos, aunque esté en pecado los sacramentos tienen vida en sí mismo. Es decir, cuando esa persona oficia en el nombre del Señor, esos sacramentos tienen vida propia, y aunque esa persona esté en algún tipo de situación pecaminosa, se supone que esos sacramentos sean efectivos porque son independientes del individuo que está oficiando. Todos los ritos de las promesas y todas las cosas externas de la vida sacerdotal de la iglesia católica, el ritualismo religioso, el énfasis sobre actos externos, todo eso yo creo que a veces tiende a promover en la gente una actitud exterior de la vida cristiana, una actitud ritualista de que las cosas simplemente porque llevemos a cabo ciertos actos, ya es suficiente.

Yo sé que esa no es la intención, pero para mucha gente eso es lo que se tiende a promover. Ir a la iglesia simplemente estar allí, hacer los rezos, lo que sea, y eso es todo. Ya con eso somos bendecidos. Si yo estoy bajo la cobertura de la madre iglesia ya yo tengo mis asuntos resueltos porque la iglesia me cubre con su autoridad y con su poder, y con lo que Dios le ha dado, su respaldo. Pero no promueve ese sentido de que yo personalmente, yo soy responsable delante de Dios. Yo tengo que bregar con Dios porque la idea es, tu eres parte de una colectividad, de una comunidad que es la iglesia madre universal que te cubre a ti. Y qué pasa? Que muchas veces entramos al Evangelio, entramos a los caminos del Señor, y ¿saben qué, hermanos? La manera de pensar así exterior y ritualista la entramos a la vida cristiana y entonces no nos damos cuentas de que hay cosas interiores que para Dios son tan importantes como las cosas exteriores. Y entonces en realidad somos católicos evangélicos. Y creemos que simplemente el acto externo es suficiente, el venir a la iglesia, en vez de ir a misa, venimos a la iglesia evangélica, en vez de poner una limosna en el plato, echamos ofrenda, en vez de rezar, oramos. Lo que hemos hecho es simplemente traducir el lenguaje pero no hemos traducido la mentalidad.

Y yo creo que cuando uno viene al Evangelio tiene que darse una transformación total de la manera de pensar. Tenemos que entender que no es lo externo, es lo interno lo que importa. Tenemos que entender que los actos exteriores son importantes, pero a menos que no estén unidos a una relación personal con Jesucristo, a una entrega total del yo, a una crisis personal, emocional, que nos lleve a entregarnos totalmente a Jesucristo, las cosas externas no tienen ningún significado.

Yo digo, hermanos, que no es suficiente que traigamos el arca y la pongamos allí en un pedestal para que la vida de Dios se manifieste en nosotros. El arca, yo creo, que la tenemos que coger y meterla dentro de nosotros, y dejar que esa arca se disuelva dentro de nosotros y que se distribuya a través de todo nuestro ser, de toda nuestra mentalidad, toda nuestra manera de ver las cosas.

Tenemos que entender que Dios no quiere gente que simplemente cambie de carné, que en vez de llamarse católica ahora se llamen evangélicos, sino que Dios quiere gente que hayan sido transformados en su entendimiento del Reino de Dios.

Dice el Apóstol Pablo, no os conforméis a este siglo sino transformaos por medio de qué? De la renovación de vuestro entendimiento. Tenemos que pedirle al Señor que nos ayude a mirar las cosas del Reino de Dios en una manera bíblica, en una manera espiritual, en una manera que entendamos los misterios más profundos del Espíritu Santo, que no podemos simplemente ver a lo evangélico como simplemente, como digo, un cambio de club.

Hay mucha gente extremadamente religiosos, van a la iglesia continuamente pero también van donde el espiritista, donde el brujo, tienen un altar en sus casas, santería, por ejemplo, en Haití, en Sudamérica, hay personas que se convierten del vudú o de la brujería y se convierten al Evangelio, y entonces viven una vida doble, van a la iglesia evangélica o a la iglesia católica y van también a la santería. Cómo es que pueden ellos hacer eso? Porque para nosotros parece algo tan lógico. Por qué ellos pueden vivir? Por la razón de que ven a Dios, el Dios cristiano y a Jesucristo como un Dios más. Ya ha entrado a su panteón de Dioses. Son sincretistas, son politeístas, en última instancia, lo que está operando siempre es una mentalidad pagana. Ellos creen que bueno, Jesucristo ayuda, es cierto, pero habrá cosas que solamente necesitamos al vudú para que nos ayude. Entonces van al santo, van al brujo, van a quien sea porque esa cosa aparentemente en su mente es de dios, con d minúscula cuando no la pueden resolver. Si no cambiaron, su mentalidad sigue siendo pagana. Creen en el acto externo, creen que a Dios se le puede manipular, creen que Dios es una máquina que si tu aprietas la manigueta correcta te va a dar los resultados correctos. No entienden que es algo que tu tienes que disolverte en Dios y Dios disolverse dentro de ti. Tienes que pasar por una crisis, tienes que morir, tienes que ser triturado, tienes que ser transformado, tienes que ser quebrantado, tienes que compenetrarte con la mente de Dios. Es un proceso de muerte y de resurrección. Dios tiene que derribar todas las estructuras de tu mente, de su cerebro, de tu intelecto, de su espiritualidad, y rehacerlas, porque sino te vas a quedar crudo. Vas a ser simplemente un pagano metido en la iglesia evangélica, sentado en una banca, creyendo que a Dios se le manipula, como esta gente.

Eran paganos, la mentalidad judía en este caso que trae el arca es una mentalidad pagana. Si traemos el arca, si traemos ese objeto sagrado que tiene el poder de Dios en él, lo metemos en medio nuestro ese poder se va a transferir a nosotros, algo mecánico, puramente técnico. Brujería, paganismo, eso es lo que era. Por eso es que usted ve que cuando llega eso los filisteos dicen, guau, ahora sí que nos metimos en problemas, el arca llegó y hemos oído hablar de esos dioses. Miren cómo dicen, esos dioses que sacaron a Israel por allá de Egipto. Ellos sabían más de la historia de Israel que los mismos israelitas, yo creo. Y ellos tenían miedo, por qué? Porque era una mentalidad pagana la que estaba operando, la misma mentalidad que llevó a los judíos a creer que el arca tenía poder, los lleva a ellos también a creer que el arca tiene poder. Es la misma mentalidad no tratada por el espíritu de Dios.

Los judíos no querían entender que Dios requería de ellos santidad, requería muerte del yo, requería que ellos santificaran su vida nacional, espiritual, individual. Creían que todo se resolvía simplemente con mover unas fichas sobre el tablero y que ya, si las fichas estaban en la posición correcta iban a sacar el dado correcto. Pero Dios quería algo más, Dios quería una consagración de su ser.

Muchos cristianos no entienden, hermanos, no entendemos que consagración no quiere decir traer el arca al campo de batalla, sino como digo, tomar los valores que representa el arca a integrarse a ellos, integrar los valores que representa el arca dentro de su vida para que entonces el poder de Dios pueda fluir en realidad. Por qué el arca cayó en manos de los filisteos? Porque Dios no tenía poder? No, al contrario, vemos que cuando el arca es llevada al tempo de Dagon los filisteos que capturan el arca, el arca se mete en el templo y la ponen al lado de Dagón, este dios de los filisteos, qué pasa? Al otro día, el dios Dagón, está en el piso y el arca está al lado, parada porque no podía tolerar Dios la presencia de un dios falso al lado de ella. Y vienen los filisteos, ponen otra vez el dios Dagón de pie y al otro día aparece Dagón con la cabeza cortada y con las manos cortadas, solamente el tronco. Ángeles vinieron y llevaron a cabo ese trabajo, por qué? Porque definitivamente el poder de Dios estaba representado allí. Dios no había cambiado, lo que pasa es que el conducto del poder de Dios estaba dañado y esta gente necesitaba tener un encuentro con Dios primeramente.

Hermanos, una y otra vez en la Escritura yo veo eso, y yo creo que eso es lo que el Señor nos está diciendo en este día, que nosotros tenemos que ser cristianos maduros, profundos, tenemos que dejarnos de superficialidades. Ustedes saben que hace poco hablamos de que el diezmo es bueno, es importante, ustedes saben que es bueno venir a la casa de Dios y adorarlo, ustedes saben que es bueno llevar a cabo actos de servicio al Señor, ustedes saben que es bueno adorar a Dios con manos levantados, con una voz clara y expresiva, y si hay que danzar. Yo creo en todas esas cosas, hermanos, yo creo en todo lo externo, eso es bello, pero si nosotros cometemos el error de creer que en eso está, en eso exclusivamente está el poder de Dios, somos la gente más digna de misericordia en esta tierra. Porque eso es simplemente una expresión pero no es la realidad del poder de Dios, usted entiende? Se supone que la realidad del poder de Dios esté dentro de usted, en su vida y que eso sea una manifestación de ese poder, pero para mucha gente creemos que lo externo es el fin, eso es simplemente un medio, o un resultado a lo máximo, pero lo verdadero, lo importante es la energía, el poder, la vida, los valores del Reino de Dios dentro de usted. Y gloria a Dios si las dos cosas están unidas y el poder y la realidad de Dios está acompañado de la expresión intensa, bello, maravilloso. Pero nosotros tenemos que entender que tenemos que ir una y otra vez a la cruz para que allí Dios vaya infundiendo sus valores en nuestra vida, que el espíritu de Dios vaya hablando dentro de nosotros y vaya primero limpiando y tratando las cosas que tienen que ser tratadas. No tratemos de, como hacen por ahí algunos, no nos bañamos y cuando comenzamos a oler mal nos ponemos mucho desodorante para matar el mal olor. No podemos hacer eso. Tenemos que arreglar cuentas con el Señor. Tenemos que ser consistentes, tenemos que ser implacables, tenemos que ser honestos con el Señor y tenemos que entender que la vida cristiana es una vida de esfuerzo, de trabajo, que Dios es un Dios que no puede ser engañado.

La Biblia dice, “no os engañéis, Dios no puede ser burlado porque todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”, y eso no se refiere solamente a los paganos, se refiere a nosotros los creyentes también. Conforme a la calidad de nuestra vida interior, de nuestra santidad para con Dios será nuestra vida exterior, serán nuestros frutos.

A Dios le interesa poner las cuentas claras antes de tener un encuentro con nosotros como él lo quiere tener. Con la samaritana el Señor primero tuvo que hablar acerca de quién él era, llevarla a través de un proceso de concientización, traerle a la luz sus pecados en una forma gentil, amorosa, pero muy firme. Tuvo que enseñarle que él era Dios, que él era el Mesías. Tuvo que enseñarle que no se trataba de adorar a Dios allá en Samaria o en Jerusalén sino que los verdaderos adoradores adorarían a Dios en el espíritu y en la verdad. Tuvo que enseñarle que él lo que quería era corazones entregados a él, que no era el ritualismo judío o samaritano, que allí no estaba la solución. Tuvo que llevarla a un encuentro de su yo, a una crisis. Y cuando hubo esa confrontación entonces le dijo, ok, ahora mira, a quien estás mirando es al Hijo de Dios. Y qué pasó? Que de ahí ella se fue y se convirtió en una evangelista para su pueblo.

Hermanos, seamos consistentes, Dios quiere consistencia. Dejémonos de dejar de manipular a Dios. Dejemos de querer poner el arca en un pedestal. Dios no puede ser engañado. Le arca es buena pero el arca tiene que estar unida a una experiencia interna. Hay cosas escondidas en nuestra vida? Hay áreas, han anatemas en nuestra vida que no están siendo tratados, que no hemos cedido al Señor? Queremos sobornar a Dios con actos, con dinero, con servicio, con asistencia a la iglesia, con alabanza, con manos levantadas? De nuevo todo eso es bueno, es necesario y entonces estamos dejando cosas allí encubiertas, y creemos que se hacemos lo externo, que lo interno no se va a ver. No es así.

Dios quiere consistencia en nosotros. Dios quiere que tratemos con todo, vayamos a lo profundo, trabajemos la vida cristiana, profesemos, pongamos todo en claro y entonces viene la bendición, viene la estabilidad en la vida cristiana. Si no estamos preparados para pasar por esos tiempos tormentosos, nunca llegaremos a los lados positivos de paz y de descanso.

Dios quiere darte descanso, mi hermano, mi hermana, Dios quiere darte descanso, pero vas a tener que pagar el precio, vas a tener que cortar áreas de tu vida, va a haber muerte. La hubo en la vida de Israel. Va a haber muerte, va a haber tiempos de lucha, pero Dios es fiel y el que promete cumplirá. Dios te llevará a la otra orilla aunque el camino sea tormentoso. Él está en tu barca. Tu barca no se va a hundir. Déjalo que obre, déjalo que te confronte. Déjalo que trate con tu vida. Déjalo que ponga en orden las áreas de tu ser que no están tratadas por Dios. Cuando Dios mata es para vida, hermanos. Cuando Dios corta es para sanar y para limpiar. No es para destruir ni empobrecer. Sometámonos a la espada de Dios. Sometámonos a la cruz de Cristo porque de esa manera vamos a llegar a donde Dios quiere que lleguemos. Amen.