Sermon clásico #6056: Liberandanos del pasado (B)

Romanos 12:2, y espero que muchos de ustedes los pueden inclusive recitar de memoria. Dice la palabra del Señor: “…no os conforméis a este siglo sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios agradable y perfecta…”

La clave allí es renovaos o transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.

Pasamos a Primera de Corintios, el libro siguiente y allí en el capítulo 13:11 conocido por todos nosotros también, dice:

“… Cuando yo era niño hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, más cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño…”

Segunda de Corintios, capítulo 5, versículo 17, dice:

“… de modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron y he aquí todas, todas por lo menos en la mente de Dios, son hechas nuevas….”

Y finalmente en Filipenses, capítulo 4, versículo 8, uno de mis favoritos, una clave de la salud mental, dice:

“… por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, y hay virtud alguna, y algo digno de alabanza en esto pensad….”

Hermanos, yo les decía que nos quedamos en la introducción y en estos domingos estamos hablando acerca de la importancia de la vida mental del cristiano, podemos decirlo así, la importancia de nuestra vida mental y emocional, lo que cual les he dicho, no suena muy espiritual, no suena como que uno puede decir constantemente amén, no suena muy estimulante en términos superficiales, pero es uno de los temas clave, yo creo según más medito en estos asuntos, más me convenzo que el pueblo de Dios tiene que ir a un nivel mayor de profundidad en términos de nuestra vida afectiva y de los misterios de cómo Dios obra por medio de su espíritu en nuestra vida y de ese juego, esa combinación, esa cooperación que se da entre la voluntad humana, la libertad del hombre y el espíritu de Dios que quiere obrar en nosotros, sobre nosotros.

Y decíamos que es importante que nosotros cobremos conciencia de esa relación cooperativa entre usted y el Espíritu Santo. Pues a veces tenemos la idea de que Dios lo hace todo por nosotros, simplemente nos montamos en el tren del Evangelio, vamos por ahí cantando y mirando por la ventana y nos olvidamos que Dios quiere que nosotros aportemos nuestra parte en esa conquista de nuestra tierra prometida mental y emocional. Aludo a la vez a esa imagen de Josué que ya he usado con ustedes, con relación a esto, yo te he dado toda tierra que pise la planta de tu pie, pero mira que te mando, dice el Señor, que te esfuerces y seas valiente, aludiendo allí a la importancia que hay en el hombre también, la importancia que le toca al individuo en su relación con Dios. Dios nos da la victoria, Dios nos promete que tenemos la victoria pero también pide que nosotros nos envolvamos en esa lucha como el pueblo de Israel tuvo que envolverse en la conquista de la tierra prometida.

Y el domingo pasado hablábamos del pasado, y la importancia que muchas veces juega el pasado en nuestra vida espiritual. Yo decía que muchos de nosotros a veces vivimos tanto en el pasado que no podemos disfrutar del presente ni tampoco podemos interpretar correctamente el presente porque nuestro pasado está coloreándolo tanto, distorsionándolo tanto que las voces del presente las escuchamos en torno, yo decía esa grabación consciente o inconsciente de las experiencias pasadas. Y entonces no podemos llegar a esa plenitud de vida en Cristo Jesús, no podemos recibir todas las bendiciones que Dios tiene para nuestras vidas porque estamos tan centrados en el pasado que no podemos ver ese precioso y glorioso presente espiritual que Dios tiene para nosotros.

Y como decía, muchas veces nosotros queremos espiritualizar demasiado el Evangelio y queremos como decía, ser más católicos que el Papa, y Dios es un Dios que brega con nosotros allí en nuestra humanidad, Dios brega en nuestra necesidad, en nuestra realidad, y tenemos que estar tan conscientes de la importancia de nuestra vida inconsciente de las cosas de las cuales no nos damos cuenta inclusive. Por qué? Porque yo creo que Satanás y Dios, perdone que los use a nivel paralelo, pero son los dos protagonistas en ese drama espiritual del universo. Satanás y Dios nos ven, no solamente en términos de lo que nosotros creemos que somos, ni de los que nosotros creemos que sentimos, sino de lo que en realidad nosotros somos y sentimos. Y yo les decía que muchas veces nosotros creemos que somos una cosa y en realidad somos otra. Muchas veces la parte consciente de nuestra personalidad es simplemente un frente, es simplemente la punta de una pirámide muy grande, de una montaña inmensa, y debajo de esa punta de nuestra vida consciente está todo este pasado y nuestros verdaderos sentimientos. Y cuán fácil es para el hombre, el hombres yo creo que es el ser más capacitado de la creación para engañarse a sí mismo y para creer que cree una cosa y para creer que lo que quiere creer eso es lo que es.

Dios, el Espíritu Santo bregan con nosotros en términos de esa realidad de nuestra vida, no en términos de lo que nosotros nos hemos creado, esa realidad a veces ficticia de nuestro ser, sino en términos de la realidad verdadera, lo que estamos sintiendo. Déjenme ponerle un ejemplo, el resentimiento. Esa es una de las cosas que yo creo que más daño le hace al ser humano y que creo que más hace estancarse la fluidez, el flujo del Espíritu Santo en nuestra vida, y que impide de manera más efectiva la bendición plena que Dios quiere que nosotros tengamos en nuestra vida, el resentimiento, el rencor.

Esas dolencias que no hemos querido desprendernos de ellas, que fulanito nos hizo, que el mundo nos hizo, que los amigos nos hicieron, que la vida nos hizo, y estamos allí, con esa memoria, ese recuerdo encerrado en nuestro corazón incluyendo a veces las cosas que nuestros padres nos hicieron o que nosotros creemos que ellos nos hicieron y muchas veces no nos hemos desprendido de ese rencor que está allí y lo hemos cubierto a través de los años con un lenguaje piadoso y con una serie de imágenes ficticias y con un formalismo religioso, pero no hemos bregado con ello, no lo hemos procesado, no lo hemos confrontado, no lo hemos reconocido por lo que es y entonces eso que está allí, y que ya por fuerza de oscurecerlo y ocultarlo porque no nos gusta la imagen que nos proyecta de nosotros mismos, el saber que tenemos rencor dentro de nosotros, no es compatible con el lenguaje del Evangelio, digamos, lo vamos escondiendo y vamos acumulando polvo sobre ello y pasa el tiempo y nos olvidamos de que está allí, pero ese rencor está allí y está afectando nuestra vida, aunque no estemos conscientes de ello, está, traduciéndose en formas muy sutiles en nuestro trato con los demás seres humanos, en lo que esperamos o no esperamos de la iglesia, nuestro trato con el pastor, nuestro trato con nuestros propios hijos, familiares, amigos, trabajo y eso está allí, y hasta que usted no lo procesa y lo reconoce por lo que es y lo llama por su nombre, sin miedo, con total honestidad y usted dice, Señor, verdaderamente yo tengo rencor y hay algo allí que yo no lo he resuelto en mi vida.

Hasta que usted no hace eso el espíritu de Dios no puede fluir con la libertad que quiere fluir a través de los canales de su vida, porque el espíritu de Dios es energía y nosotros somos el conducto de esa energía. Y cuando ese conducto está obstaculizado con algún nudo, ya sea resentimiento, ya sea una pobre imagen de nosotros mismos, ya sea temor, ya sea algún tipo de agresividad, o sea lo que sea que está allí, un complejo de emociones que están hechas un nudo, ese nudo está obstaculizando el conducto a través del cual se supone que la energía divina fluya y como una tubería que está obstaculizada el agua no puede fluir con toda fluidez. Y entonces cuando sale, sale mucho más débil de lo que debiera y por eso es que no podemos acumular el poder que Dios nos ha legado como hijos de él.

Por eso es que nuestra vida no es tan bendecida, por eso es que no podemos disfrutar de esos ríos de agua viva, del cual Cristo habló que fluiría en todos aquellos que creyeran en él. Por qué? Porque los ríos están allí pero la tubería está obstaculizada, los ríos no tienen por donde salir, por donde acudir hacia el mundo y bendecir al mundo y regar a la humanidad y regar nuestra propia vida.

Y Satanás por su parte, él sabe que hay allí resentimiento, y qué hace él? Él explota ese resentimiento, él lo mantiene atizado continuamente, él encuentra formas a través de las circunstancias de la vida y de nuestra vida mental y emocional, y nuestros pensamientos planteados allí, él va manteniendo ese rencor vivo porque él sabe que mientras hay rencor en nuestra vida, el juicio de Dios por ley, por justicia divina tiene que permanecer sobre nosotros. O no dijo Cristo, cuando oréis perdonad a los que os han ofendido. Y dice Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre, perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Si yo no le he perdonado sus deudas a mis deudores el Señor, por ley, su palabra, él respeta su palabra, él no me puede perdonar las mías.

También dice que nosotros perdonemos para que nuestras oraciones sean contestadas. Entonces Satanás viendo allí el rencor a él le interesa mucho que el rencor permanezca y mientras más escondido esté mejor porque entonces no podemos bregar con él. Es decir, que tenemos que nuestra vida espiritual, el éxito de nuestra vida, el poder de nuestra vida está en gran parte determinado por ese análisis que nosotros debemos hacer continuamente, y eso en realidad es lo que más me interesa de todo esto, de todos los aspectos de nuestra vida.

Si yo consigo a través de estos sermones que estamos predicando tan solo plantar en ustedes una inquietud, y eso es lo único que me interesa porque creo que estos temas son demasiado vastos y demasiado complejos para uno esperar cubrirlos en dos o tres sermones. Hay escuelas sobre escuela de psicología y de psicoanálisis, de psiquiatría de veinte mil ías e íos, que se han especializado en diferentes perspectivas de la personalidad humana. Yo solamente aspiro, hermanos, en estos sermones a plantar una inquietud en usted, de que nuestra vida interna es mucho más amplia y más complicada de lo que nosotros estamos acostumbrados a pensar.

Yo creo que si eso usted consigue llevarse esa inquietud yo me considero que ha valido la pena todo esto que yo estoy predicando. Si usted se va a su casa y dice, verdaderamente yo soy un ser más complicado y más rico de lo que yo pensaba, más traicionero inclusive de lo que yo pensaba, y si usted comienza a ver su vida de esa manera compleja y profunda, de diferentes perspectivas yo creo que ya yo he cumplido una gran labor como predicador.

Yo sé, de nuevo, que muchas veces nosotros queremos ese pan directo espiritual, como les digo, este tipo de lenguaje no suena pero yo lo llamo espinaca espiritual. Esto es esa comida que usted necesita más profunda, meditar sobre ella para entender que Dios es Dios tan profundo. Satanás, el Señor lo reprenda, es también muy profundo y nosotros también somos seres profundos. Y Satanás se mueve, dónde? En las tinieblas de nuestra vida, en las áreas no reconocidas de nuestra vida. No es él el rey de las tinieblas? No es él aquel que se mueve en esos vericuetos, en esos lugares escondidos de nuestra existencia? No es él que se mueve en esa imagen ficticia que nosotros tenemos de nosotros mismos?

Muchas veces cuando uno le pregunta a la gente, o uno le dice porque su lenguaje lo revela y su actitud, hermano, hermana, yo creo que usted tiene que bregar con algún tipo de rencor en su vida. Quién yo? Rencor? No, si ya yo he perdonado todo, yo sé lo que dice la palabra, y hasta le citan el Padre Nuestro y le citan todos los versículo de la Biblia. Pero cuando usted analiza su vida, su conducta, tus palabras y el entretejido de sus palabras, usted descubre que sí, que allí hay rencor y allí hay cosas no perdonadas. Y allí hay aspectos de la vida que le ha sido más cómodo, mantenerlo en las tinieblas, no tocarlo mucho porque les causa demasiado dolor. Y entonces permanecen allí rehenes de la fuerza maligna que quiere que esas cosas permanezcan.

Y mi único deseo es, hermanos, que nosotros entendamos que yo no solamente me puedo conformar con lo que yo creo que yo siento, sino que tengo que ir más profundo y verdaderamente descubrir qué es lo que yo estoy sintiendo y cuáles son las fuerzas que están controlando mi vida. Y en todo esto yo les decía que el pasado, hermanos, juega un papel tan importante.

Recuerdan esos tres mecanismos que discutimos: el mecanismo de que nosotros retenemos todo lo que pasa en nuestra vida a un nivel consciente o inconsciente. El mecanismo de la represión, nosotros tendemos a esconder y a relegar a los callejones y a los lugares más oscuros de nuestra mente, todo aquello que no nos gusta o que nos causa ansiedad o que empobrece nuestra imagen de nosotros mismos, o que nos amenaza en lo que nosotros creemos que es nuestro mundo tranquilo. Y en tercer lugar hablaba de la transferencia, que nosotros transferimos los sentimientos de experiencias pasadas a nuestro presente.

Y esas son tres cosas que yo creo que le hacen una meya terrible al cristiano. Y yo pensaba en esto en torno a nuestra niñez, que es tan importante que nosotros cobremos importancia de que esos eventos de nuestra niñez, de hace 30, 40, 50, 60 años que ya hemos relegado a la oscuridad total y al destierro mental, siguen candentes afectando dimensiones grandes de nuestra vida y que esas dimensiones, la palabra de Dios reconoce, por eso es que yo leí ese pasaje de Moisés, cuando Moisés fue puesto en la cunita esta y tirado en el río, que la mamá tuvo la perspicacia de tramar para que ella misma pudiera educar a su hijo los primeros años de su vida.

Y qué pasó? Que después de esos primeros años de indoctrinación judaica, y parece que la mamá de Moisés hizo un buen trabajo, después de décadas de indoctrinación egipcia, pagana, no pudieron borrar de la personalidad de Moisés esa consciencia de que él era judío y de que él servía al Dios vivo, al Dios Jehová, no a los dioses paganos egipcios. Y por eso fue que cuando llegó el día que Moisés ya hecho un hombre, un príncipe de Israel, quizás nunca más había vuelto a ver a su madre, yo no sé, pero Moisés vio a un hebreo siendo abusado por un egipcio y esa indoctrinación, esa enseñanza del pasado, yo me imagino que fue como un agua que subió de momento así a la consciencia de Moisés y Moisés inconscientemente quizás recordó todo esa indoctrinación, tu eres judío, tu perteneces al Dios vivo, tu pueblo es el pueblo escogido de Dios, te llenó de celo vivo por el Señor y se tiró sobre el egipcio y lo mató.

Sabemos bien que fue injusto lo que él hizo y que estaba saliéndose del tiempo de Dios pero el hecho está allí de que ese entrenamiento, esos primeros años de la infancia de Moisés fueron claves en determinar su identidad futura. El Señor es muy sabio y por eso es que tenemos que meditar lo que dice la palabra, instruya al niño en su camino porque cuando sea viejo no se apartará de él.

Hermano, hermana, la semilla que usted planta en el corazón de sus hijos, usted tiene que entender, yo tengo que entender que estamos sembrando allí para la eternidad.

Si usted le enseña a sus hijos, si usted se preocupa porque sus niños coman de la palabra y reciban el pan espiritual y usted es ese ejemplo, eso se va a quedar allí y eso va a ser por lo menos una palabra que los cuestione y los inquiete y los confronte aunque se vayan donde se vayan, usted le ha metido, ha programado la computadora y esa computadora tiene que reconocer ese aspecto de su personalidad.

Para que nosotros entendamos la importancia de lo que es esa formación infantil, esos primeros años, hay toda una rama de la psiquiatría, el psicoanálisis se basa en la idea de que todos los problemas mentales del ser humano en la adultez vienen de los primeros 6 años de existencia, lo que ellos llaman esa relación edipal del complejo de Edipo. Los primeros 6 años dicen los psicólogos, en los primeros 5 años el 85% de la personalidad humana está ya determinada. Los primeros 5 años. Los padres que tenemos hijos de 5 años para arriba ya esos primeros años el 80, 85% de su personalidad ya está definido. Lo que nos queda es un 15% que la vida va a pulir y va a perfeccionar o a terminar de distorsionar.

Y si los padres entendiéramos eso de que ese instruya al niño en su camino no solamente se refiere a la palabra de Dios sino que también se refiere a los malos ejemplos, a las malas palabras, a las palabras destructivas, a la crítica excesiva, al abuso excesivo, todas estas cosas. Estamos allí programando la computadora de nuestros hijos y en los años futuros ellos consciente o inconscientemente van a estar funcionando conforme a ese programa que nosotros le hemos metido en esos primeros años de la vida. Los psicólogos, los psiquiatras dicen que el niño ya prenatal, es decir, en el vientre de su mamá ya tiene una vida afectiva. Y a través de hipnosis y otras cosas se ha encontrado que ya aún en el vientre de la madre ya está recibiendo estímulos del exterior. No hablemos ni siquiera de cuando sale. Nosotros tendemos a subestimar la importancia de esos primeros dos o tres años. Ellos van más lejos y dicen inclusive que el niño tiene una vida erótica, sexual aún en los primeros meses de existencia, y eso hasta cierto punto yo estoy de acuerdo con ellos, si definimos correctamente lo que es vida erótica.

Pero lo que les quería decir, hermanos, nunca subestimemos la importancia de una palabra bien dicha o mal dicha, de un gesto de rechazo, de un abuso injustificado, en esos primeros meses y años de la vida de nuestros hijos. Yo les traje aquí un pasaje que quizás algunos de ustedes han escuchado antes. Es una especie de poema o de meditación que nos recuerda, dice:

“…Los niños aprenden lo que viven…”, algunos de ustedes quizás lo han leído, ser padre es la cosa más complicada que hay en el universo, es un arte que requiere continuo estudio y atención y cuidado y energía e inversión de tiempo y nosotros tan fácil que podemos descuidar esto. Y les dejamos a las escuelas y a la iglesia y a los baby sitters que ellos determinen la personalidad de nuestros hijos. Cuando nosotros tenemos el privilegio durante esos primeros años de irles formando a la luz de la palabra de Dios y eso requiere entendimiento, requiere sabiduría, requiere ejemplos, requiere inversión de energía. Pero no subestimemos la importancia porque ese pasado que ahora es un presente va a gobernar en gran parte la vida futura de ellos.

Y yo no encuentro ningún manual más perfecto que la palabra de Dios para instruir al padre sobre cómo ser un padre adecuado y por eso no debemos subestimar la importancia de esa palabra, porque a través de ella nosotros vamos a sellar a nuestros hijos por el resto de sus días.

Dice: “… si un niño vive en un ambiente de crítica aprenderá a condenar, esto es a los 50, 60, 70, 80 años. Si un niño vive con hostilidad aprende a pelearse, si un niño vive con miedo será temeroso, si un niño vive cerca de personas quejumbrosas aprenderá a sentir auto conmiseración, si un niño vive en un ambiente de burla de otras personas hacia él, aprenderá a ser tímido, si un niño vive rodeado de celos y querellas aprenderá lo que es la envidia, si un niño vive con gente avergonzada y marginada aprenderá a sentirse culpable, si un niño vive con estímulo aprenderá a ser confiado, si un niño vive con gente tolerante, aprenderá a ser paciente, si un niño recibe alabanza aprenderá a apreciar los valores, si un niño vive con los que le aprueban aprenderá a estar satisfecho de sí mismo, si niño se siente aceptado aprenderá a amar y si un niño recibe el reconocimiento de los demás aprenderá a fijarse una meta, si un niño vive con quienes comparten aprenderá a ser generoso, y si un niño vive con honestidad cerca de él aprenderá la verdad y la justicia, y si un niño vive con seguridad aprenderá a tener fe en sí mismo y en los que le rodean, si un niño vive rodeado de amistad aprenderá que el mundo es un hermoso lugar en el que vivir y finalmente si su niño vive con serenidad su niño vivirá con paz en el alma.”

Eso constituiría una serie de meditaciones allí solamente porque eso es tan cierto, hermanos, la experiencia lo confirma, la palabra de Dios lo sugiere claramente que el ambiente y el trato que reciban nuestros niños va a determinar su vida futura y por ende el trato que nosotros hemos recibido en nuestro pasado infantil, en nuestra formación infantil va a determinar nuestra vida. Ahí tiene usted una buena clave para comenzar su exploración de su propia vida afectiva. Haga un análisis, cuando usted llegue a su casa examine con honestidad su vida pasada, esa niñez, y trate de establecer cómo hay concatenación, cómo hay un encaje entre esa experiencia pasada y sus actitudes, y usted descubrirá cuan fielmente hay una relación entre estas cosas.

Ese es uno de los elementos que más determina nuestro presente, nuestra relación con nuestros padres. Yo le podría sugerir otras cosas, el ambiente familiar general y finalmente la disciplina que nosotros recibimos de nuestros padres, eso con referencia al ambiente hogareño simplemente. Pero son 3 cosas que son determinantes y que nosotros muy bien podemos pensar sin temor, porque a veces decimos no, cuando nos dicen, examina a tus padres, entre nosotros inmediatamente surge un rechazo instintivo de esa sugerencia. Por qué? Porque nuestros padres están tan vinculados a nuestra relación personal, de nosotros mismos con nuestra manera de vernos a nosotros mismos, por la formación del niño que cuando se nos pide que examinemos a nuestros padres con ojos crítico, es decir, con ojo imparcial, tenemos miedo de lo que vamos a descubrir porque ningún padre es perfecto.

Yo no estoy diciendo esto para que usted comience a condenar a sus padres, porque entonces me caen a mí los papás encima, y dicen que el pastor está sugiriendo a los hijos que vayan en contra de sus padres. No, no estoy diciendo eso, estoy diciendo que nosotros tenemos que examinar a nuestros padres, yo tengo que examinar a mi madre, tengo que recordar el recuerdo de mi padre, y yo tengo que reconocer los defectos que hay en ellos a la luz de la palabra de Dios, no para tenerles por debajo, ni para amarles menos, sino para entender su humanidad y para saber lo que yo soy. Y eso es tan importante que nosotros estemos conscientes con amor, con confianza, con una libertad en Cristo que nos dice, mi autoestima, mi sentido de identidad propia no depende de lo que son mis padres, depende de mi relación con Cristo Jesús.

Y entonces cuando usted se cimenta en Cristo y usted sabe que su vida está centrada en Cristo, usted entonces puede con toda libertad y soltura analizar su ambiente alrededor de usted y ver las fallas y las grietas en su pasado y a través de eso entonces usted puede iniciar un proceso de fortalecimiento espiritual, mental, emocional que le va a hacer un mejor cristiano, un mejor padre, un mejor amigo, un mejor siervo de Dios.

En qué formas nos deforma nuestro pasado familiar? Hay tantas maneras, hermanos, yo he anotado unos cuantos porque no quería que se me olvidaran. Por ejemplo, algo tan esencial en el ser humano como la identidad sexual del ser humano, como yo me concibo como hombre o como mujer. Dios nos ha programado de una manera, es decir, Dios nos ha dado una identidad masculina o femenina y por eso es que la liberación sexual de nuestro tiempo depende tanto de que quitemos a Dios del panorama. Una vez que usted quita a Dios ya no hay forma de usted probarle a nadie que el hombre nace con una naturaleza inherente. Pero una vez que usted tiene a Dios en el centro de la existencia y usted cree que usted fue creado por Dios usted entiende que Dios le ha dado al hombre una identidad sexual.

Pero eso está allí como un germen dentro de nosotros, y la vida y la relación con los padres y otras cosas, se supone que desarrollen esto y lo fortalezcan y lo traigan a nuestra consciencia. Y que entonces la enseñanza de nuestros padres y otras cosas vaya fortaleciendo esa imagen sexual que Dios ha puesto en nosotros, en una forma, en código. Pero cuando esa relación con nuestros padres ha sido desvirtuada de una manera específica, eso afecta nuestro sentido sexual. Quién yo soy como hombre? Quién yo soy como mujer? Y creo que definitivamente no es total coincidencia del hecho de que según el hombre se ha ido industrializando en los países desarrollados y según se ha perdido la importancia de esa formación familiar o simplemente según las circunstancias familiares que no le permitan a los padres ciertas cosas de enseñanza y de patrones de relación entre sus hijos, en el siglo XX hay ido desarrollándose esta liberación, entre comillas, yo creo que más bien esclavización del ser humano. Y ahí vemos la homosexualidad, el lesbianismo, todas estas cosas que son parte de cierta desvirtuación de esa identidad que Dios ha puesto en nosotros.

Eso es parte del pecado. Yo creo que el ser humano está afectado en otras, todos somos seres desvirtuados y ese es simplemente una de las manifestaciones del pecado en este mundo, en nuestra vida, pero es una de ellas. Y nosotros tenemos que entender la importancia de esto, aún como nosotros nos sentimos como seres sexuales depende en parte de nuestro pasado, nuestra relación con nuestros padres y otras cosas que están allí también.

Nuestras actitudes hacia el matrimonio dependen de esas relaciones también. Si nuestros partes se peleaban continuamente y estaban continuamente rompiéndose los platos en la cabeza y nosotros como niños vimos eso, mi imagen del matrimonio va a estar afectada en un futuro por eso, y mi expectativa de lo que mi esposo va a hacer, o mi esposa, y cómo yo lo voy a tratar y todas esas cosas, está siendo programado por lo que yo veo allí.

Nuestras actitudes hacia figuras de autoridad. Cuantos jóvenes viven con resentimiento contra la policía, contra los padres, contra los maestros y viven una vida de crimen y de rebeldía y todas estas cosas, por qué? Porque allí en su pasado su relación con sus padres que son la máxima figura de autoridad en el plano humano y en la formación fue negativa. Están resentidos contra todo lo que les recuerde autoridad. Y entonces eso puede también desvirtuar la personalidad. No tiene solamente que manifestarse en términos grotescos de crimen, etc. sino aún como yo les sugería en nuestra relación con nuestros superiores en el trabajo, en la iglesia, y todas estas cosas están determinadas en parte por ese pasado nuestro.

Nuestra relación con Dios, porque si mi padre era un hombre autoritario y que me reprimía mi desarrollo humano y que continuamente estaba allí dándome, tu no vales nada, tu no sirves para nada, nunca vas a hacer nada, el niño, su imagen de Dios comienza a través de su imagen de sus padres, y en particular de su papá, porque Dios es tu Padre y usted le está diciendo, ok, como es mi padre entonces… porque los niños son matemáticos instintivos. Si Dios es mi padre, pues entonces mi padre se parece a Dios y Dios se parece a mi padre, etc. y ahí comienza. Entonces si mi papá es in sinvergüenza, pues Dios es también un sinvergüenza. Y entonces nuestra imagen de Dios como un ser autoritario, que tiene el látigo siempre en la mano, y que cualquier momento que yo levante la cabeza me la va a cortar, muchas veces viene de ese padre autoritario que no permitió que yo desarrollara una imagen positiva de lo que es el hombre.

Muchas mujeres tienen problemas en darse a sus esposos, ya sea sexualmente o afectivamente, porque su relación con sus padres está tan desvirtuada que se forjaron una imagen destructiva de lo que es el sexo masculino. Y ya tienen 30, 40 años y tienen problemas en su relación física con sus maridos y en su relación afectiva con ellos, tienen un aguantarse, tienen un temor de abrirse y de confiar su fragilidad a otro ser humano porque tienen miedo, porque recuerdan lo que les pasó allí, lo que papá le hacía a mamá, lo que papá le hizo a ella. Y entonces papá se traduce en esa figura masculina del esposo y tienen dificultad. Hay muchos maridos cuya relación con sus esposas está desvirtuada por su relación con sus madres. Y si tu madre era acaparadora y los agobiaba y los ahogaba en el desarrollo de su masculinidad y su independencia entonces tienen miedo. Cada vez que su esposa viene a abrazarlo o que sienten un afecto creciente con un sentido de que necesitan a su mujer, ese recuerdo de mamá allí ahogándolos y cubriéndolos les hacen sentir así con la corbata, se la abren y se separan, se echan para un lado, se distancian, porque tienen miedo de lo que signifique esa relación con otra mujer de amor y de acercamiento. E inconscientemente desarrollan una defensa en cuanto a eso.

Así que, nuestra relación matrimonial, nuestra relación con Dios hay actitudes, por ejemplo, la depresión, sabemos que en algunos casos, yo creo, yo no estoy convencido por la evidencia, muchas veces la depresión puede ser algo físico, alguna carencia de alguna sustancia química, aún ahí yo digo, yo no estoy totalmente convencido de esto. Pero el caso es que la depresión es debido a algo afectivo, muchas veces la actitud depresiva de un ser humano te puede trazar a un pasado deficiente con los padres, a unos padres que mataron la estima propia de ese niño, que le hicieron sentirse como que si no tenían su aprobación, la aprobación de los padres no valían nada y entonces a través de los años, cuando ya sus padres se han ido de la película, se encuentran solo, no tienen orientación, no tienen valor en sí mismos.

No se les enseñó, tu vales porque tu eren un hijo de Dios, tu vales porque tu eres criatura divina, tu vales en sí aunque tu padre y tu madre te dejara Jehová con todo te recogerá, y se le ha enseñado, no, tu vales como proyección de nosotros. Y entonces cuando los padres desaparecen, o simplemente cuando su vida cambia y se tiene que independizar y se encuentran como buques sin timón, como hojas mecidas por el viento, no tienen sentido de orientación porque no están cimentados en sí y en Dios.

Y por eso es una de las cosas más importantes que usted como padre, yo como padre, debemos hacer con nuestros hijos es decirles, tu vales porque tu eres hijo de Dios, tu vales porque Cristo mora dentro de ti, tu vales porque el espíritu del creador del universo está dentro de ti, tu vales porque Dios dio su vida por ti en la cruz del calvario. Y aunque yo me muera, y aunque yo desaparezca, y aunque yo me convierta en un monstruo mañana sigue creyendo que tu vales porque eres un hijo de Dios.

Y entonces nada va poder apartarlos de esa seguridad, están cimentados en Cristo. Cuantas mujeres viven inseguras de que si su marido ya no van a poder hacer nada, y aguantan todo tipo de abusos y de opresión y se van achicando para que ese otro ser se vaya engrandeciendo porque nunca han aprendido que tienen valor en sí misma y siempre se han visto como que para estar completas tienen que estar casadas con un hombre al lado. Hermanos, yo creo en el matrimonio, yo creo en la importancia y en la santidad del matrimonio y quién puede hablar más de la importancia del matrimonio que yo, pero yo les quiero decir es que una relación matrimonial tiene que estar basada en que dos seres completos en el Señor, seguros de sí mismos porque Cristo mora en ellos, se unen y están allí por amor y por un acto de su voluntad no por dependencia, no porque si desaparece la otra mitad, entre comillas, ya pues, estamos incompletos, estamos bebiendo agua y tratando de mantenernos a flote. No, usted es completo porque Cristo dio su vida por usted, usted vale mujer, hombre, porque el Señor ha compartido su vida con usted, y porque el poder del espíritu se mueve dentro de usted.

La baja autoestima, el sentirse que yo no valgo, que yo no soy nadie. Yo recuerdo una señora, siempre me impactan esas palabras, me dijo, hermano, y esto es una mujer que conoce al Señor muchos años, hermano, hay veces que yo me siento como que yo no valgo nada en Dios. Yo le digo, hermana, nunca repita esas palabras porque primero le está haciendo deshonra al Señor, usted está negando lo que Dios ha dicho, que tu vales para mí, yo te tengo esculpido en la palma de mi mano, dice el Señor, quién nos separará del amor de Cristo. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Jehová es mi pastor nada me faltará.

Y cuando usted dice que yo no valgo nada, y usted tiene una imagen pobre de sí mismo, usted está contradiciendo la misma esencia del Evangelio. Y muchas veces esa autoestima baja viene de padres y de un pasado que nos enseñó, yo no valgo nada, yo soy simplemente una proyección de las circunstancias. Si la gente me quiere, pues yo valgo, si no me quiere no valgo. Y estamos continuamente entonces buscando la aprobación del mundo.

Usted ve que hay gente que no se atreve nunca a tomar una posición firme en sus creencias, y que son como que, su sí no es sí y su no no es no. Es porque no están cimentados en una estima segura de sí mismos y entonces su estima de sí mismos depende de lo que fulanito diga. Si me quieren, pues yo valgo, si no me quieren no valgo nada y me suicido. Cuando es tan importante que usted diga, no, aunque el mundo esté en contra de mí, yo voy a creer la palabra de Dios, yo me voy a plantar aquí como dijo Martín Lutero, cuando todo el imperio de Roma se abalanzó sobre él. Él dijo, yo he creído esto y no puedo creer otra cosa y allí se mantuvo y cambió la historia del mundo.

Los hombres y mujeres que impactan su medio ambiente son aquellos que están cimentados en una seguridad de que valen en sí. Usted no vale por lo que los demás digan de usted, ni por lo que los demás piensen de usted, ni por lo que sus padres hicieron o no hicieron en su vida. Usted vale porque Cristo es la roca suya, Cristo es el fundamento de su vida y usted tiene que decirse eso 24 horas al día.

Por eso es tan importante, por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza en esto pensad. Es decir, cuando usted se tiende a sentir deprimido y triste y que no vale nada y que el mundo está en contra de usted, usted contrarreste eso con una dosis positiva de la palabra de Dios, de la promesa divina. Y cuando el mundo y el diablo le quieran decir a usted, tu no vales nada si ni tus padres te quisieron, usted le dice, bueno, quizás, cuando yo estaba en el mundo eso era cierto, pero la palabra de Dios dice, si alguno está en Cristo nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas. Ahora yo valgo porque Cristo ha actualizado su vida dentro de mí y ya yo no dependo de lo que el mundo, mis padres, hayan hecho o no hayan hecho, sino que mi vida está cimentada en Jesucristo.

El resumen de todo esto es eso, hagamos el centro de nuestra vida a Cristo Jesús. Estemos claros en que nuestra vida está cimentada en él, de que mi valor como ser humano no tiene que estar gobernado por mi pasado, no tiene que estar gobernado por lo que los otros me han hecho, no tiene que estar gobernado por lo que el mundo me hace. No seamos víctimas de las circunstancias. No seamos como esas hojas mecidas por las circunstancias de nuestra vida. Nuestra ancla es Jesús, nuestra ancla es la palabra de Dios. Mi identidad propia depende no de lo que el mundo me diga que yo soy, sino de lo que la palabra de Dios me dice que yo soy.

Y quiera el Señor mover nuestro corazón que si hay allí algún sentido de tristeza o algún sentido de resentimiento o algo que no está resuelto en nuestra vida, hermanos yo les pido en este día, por qué usted no comienza allí donde usted está, mirando hacia adentro un segundo y diciendo Señor, yo reconozco que sí, que hay áreas que yo tengo que tratar.