Sermon clásico #6055: Liberandonos del pasado (A)

Éxodo capítulo 2, versículo del 2 al 10, una historia que ustedes muy bien conocen pero le quiero dar un enfoque un poquito diferente. Habla acerca del nacimiento de Moisés, dice la palabra del Señor que:

“… un varón de la familia de Levi fue y tomó por mujer a una hija de Levi la que concibió y dio a luz un hijo, y viéndole que era hermoso le tuvo escondido tres meses, pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río….”

Ustedes saben que el faraón quería matar a los niños judíos por eso le escondieron.

“… y una hermana suya se puso a lo lejos para ver lo que le acontecería al niño y la hija de faraón descendió a lavarse al río y paseándose sus doncellas por la ribera del río vio ella la arquilla en el carrizal y envió una criada suya a que la tomase y cuando la abrió vio al niño y he aquí que el niño lloraba y teniendo compasión de él, dijo, de los niños de los hebreos es este. Entonces su hermana vio a la hija de faraón, -es decir, la hermana de Moisés,- iré a llamarte una nodriza de las hebreas para que te críe este niño? Y la hija de faraón respondió, ve. Entonces fue la doncella y llamó a la madre del niño a la cual dijo la hija de faraón, lleva a este niño y críamelo y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió y cuando el niño creció ella lo trajo a la hija de faraón, la cual lo prohijó, es decir, lo adoptó, y le puso por nombre Moisés diciendo, porque de las aguas lo saqué…”

Ahora vamos rápidamente a Primera de Corintios 13:11, un versículo o dos que quiero que tengan allí en mente también, muy conocido. Primera de Corintios 13:11, ese famoso pasaje acerca del amor, dice el Apóstol Pablo allí:

“… Cuando yo era niño hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, más cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño…”

Y el último pasaje se encuentra en Segunda de Corintios, el próximo libro, capítulo 5, versículo 17 y allí dice, escuchen esto, hermanos, yo no sé cuántos de ustedes verdaderamente, yo también si hemos creído lo que dice allí, dice:

“… De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas…”

El tema que me concierne a mí hoy es el pasado. Dios habita, dice la Biblia, en un eterno presente, en una eternidad. Dios no conoce eso de presente, pasado y futuro. Su tiempo es el tiempo de la eternidad. El hombre tiene que imitar, el cristiano hasta cierto punto tiene que imitar a Dios y vivir en el presente, en el ahora. Pero qué del pasado, porque hermanos, el pasado a veces gobierna nuestro presente y ahí está la parte que yo quiero tocar en este día.

Y si fuéramos hablar de una manera, podríamos decir que este sermón apunta hacia la necesidad que tiene cada uno de nosotros de libertarse del pasado. Tenemos que, este señor que nos esclaviza, estoy pensando en lo que Cristo dijo, conoceréis la verdad y la verdad os hará libre, y los judíos le dijeron, quién nosotros? Nosotros nunca hemos sido esclavos de nadie, no tenemos que ser libres.

Pero el Señor también estaba hablándoles acerca de ese pasado israelita al cual ellos se estaban aferrando y no podían ver el presente del Mesías que estaba allí frente a ellos, porque tenían esa gloria pasada de Israel, cuando Israel gobernaba todas las naciones alrededor de Medio Oriente, y ellos querían volver a esa gloria y estaban llenos de aquel orgullo de pueblo que una vez fue grande y no pudieron reconocer al humilde Mesías que venía caminando en un asno como símbolo de la humildad del hijo de Dios.

Y ellos no quisieron reconocer que había una imagen del pasado allí subconscientemente que estaba gobernando sus percepciones, sus palabras, sus acciones, sus reacciones al Mesías que estaba parado frente a ellos, y no podían ver el presente glorioso de Dios porque estaban esclavizados por el pasado.

Y allí había como una grabadora que estaba tocando un mensaje y diciéndoles, no, el Mesías no puede ser así, el Mesías va a ser un ser glorioso que va a venir en un caballo blanco con una espada grande y refulgente en la mano y nos va a libertar del yugo romano y va a restaurar a Israel otra vez a su antigua posición de gloria. Y entonces esa grabadora, mientras el Mesías humilde que era Jesucristo les hablaba de una liberación espiritual, interna, mental, profunda, lo que tenían era esa grabadora del pasado glorioso, militar, político de Israel, y no les permitía entonces tener acceso a la verdad presente del Señor que estaba allí.

Y hermanos, muchas veces nosotros, hijo de Dios, creyentes en Jesucristo, que tenemos el privilegio de la palabra en nuestras manos, cometemos el mismo error. Y no podemos percibir el presente con exactitud ni podemos reaccionar a las experiencias del presente ni podemos ser felices con nuestro presente porque en el subconsciente de nuestra mente, allí detrás, sin darnos cuenta está funcionando una grabadora cuyos mensajes están compuestos de nuestras experiencias allá en el pasado remoto, muchas veces de nuestra niñez. Y entonces las experiencias del presente, las deformamos según los mensajes en código de esa grabadora. Y las voces de nuestro presente no las escuchamos, las distorsionamos porque no concuerdan con las voces y la tonalidad de ese mensaje pregrabado que está allí en la parte trasera de nuestra consciencia.

De nuevo, estas cosas no suenan muy espirituales porque yo lo que quiero es contrastar lo que dice la palabra de Dios con esa realidad del pueblo de Dios. El Apóstol Pablo dice, cuando yo era niño hablaba como niño, juzgaba como niño, pensaba como niño, más cuando ya fui hombre dejé las cosas que eran de niño.

Pero hermanos, la mayoría de los seres humanos no llenamos ese patrón ambicioso de la palabra de Dios. Aunque ya somos hombres y mujeres crecidos, con esposas, esposos, hijos, trabajo, responsabilidades de adultos, todavía hay un niño dentro de nosotros con un mensaje pregrabado que gobierna muchas de nuestras acciones, palabras, percepciones y reacciones a las experiencias del presente.

Y entonces esa imagen gloriosa de una adultez que ha dejado las cosas de la niñez detrás y que ahora está entrando plenamente las responsabilidades, privilegios y gloria de ser adulto, no concuerda con la realidad de nuestra vida.

Hay está ese otro pasaje glorioso en Primera de Corintios, si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas, Segunda de Corintios 5. ¿Qué quiere decir eso? De nuevo, lo mismo, que ya cuando nosotros entramos a la gloriosa presencia, influencia, sanidad, gracia sanadora de Jesucristo, en la mente de Dios ya lo que hay es un hombre, una mujer, un joven que ha dejado atrás las heridas deformadoras del pasado y los traumas de la niñez y las cosas feas de nuestras experiencias pasadas, los rencores, las heridas, y ya entonces en la mente de Dios el deseo de Dios, y los recursos de Dios están allí para que nosotros entonces saltemos y accedamos a una gloriosa novedad de vida en Jesucristo.

Y sin embargo, de nuevo, muchas veces eso no se da en la vida de los creyentes, lo contrario, seguimos siendo aquella vieja criatura, no solo en sentido del pecado, sino también en sentido de que seguimos cargamos el bagaje negativo de nuestras experiencias del pasado. Y no nos hemos libertado de los fantasmas que están en nuestro pasado y de los muertos que tenemos encerrados en nuestros clósets. Muchas veces sin saber que están allí.

Y qué pasa? Que eso, como decíamos anteriormente, cuando las experiencias de nuestro pasado muchas de ellas deformadoras, no son observadas y analizadas a la luz de la palabra de Dios, cuando permanecen allí simplemente metidas en la parte trasera de nuestra casa mental y no sabemos por qué están allí ni que están allí, ni cómo explicarlas, esas experiencias reprimidas que están en lo profundo de nuestro ser nos deforman la vida y se manifiestan de formas negativas en nuestra existencia.

Es como cuando usted entra a su casa y usted siente un mal olor. Y usted dice qué pasa si yo acabo de lavar la casa y está todo perfumado, etc. Y usted comienza a buscar, busca la basura, no hay nada, busca si los muchachitos tiraron algo en algún sitio, no hay nada, pero la casa huele mal. El hecho de que usted sepa o no sepa dónde está lo que hace oler mal la casa, la casa huele mal porque eso no depende de su consciencia sino que depende del hecho de que está allí algo que es maloliente y que está contaminando el aire de la casa. Y hasta que usted no va y busca y encuentra dónde está el pedazo de carne, perdonen que sea un poquito grotezco, escondido allí de tres o cuatro días pudriéndose y haciendo que la casa huela mal, usted no puede libertarse de ese mal olor.

Asimismo pasa con nuestra conciencia. Hay experiencias de nuestro pasado y de nuestra niñez que nos han marcado de una manera profunda y nos han rasgado la personalidad y la sensibilidad y no sabemos qué es pero está allí y está gobernando nuestra vida y está deformando nuestra acciones y como está allí reprimido y encerrado, con llaves que nosotros mismos hemos cerrado sin darnos cuenta, engañándonos a nosotros mismos, están allí contaminando, están oliendo mal porque el aire no les penetra y están contaminando nuestra vida afectiva, nuestras emociones, nuestros pensamientos, y deformando de nuevo nuestras acciones.

Y entonces uno tiene que ir y examinar esos salones y hacer una investigación de los cuartos de la casa y buscar esos candados que ya están corroídos porque nunca se han abierto, y abrirlos y abrir la puerta para que entre la luz. Y eso tenemos que hacer nosotros regularmente en nuestra vida, una especie de higiene mental y emocional en la cual nosotros vamos hacia nuestro pasado y examinamos las experiencias del pasado para que la luz del espíritu de Dios, aquí está la clave, y para que la palabra de Dios, y al final yo voy a tocar un poquito más sobre estas técnicas de higiene mental y emocional, para que la luz del espíritu de Dios y de la palabra de Dios pueda brillar sobre esas áreas escondidas de nuestra vida y pueda sanarlas porque dice la Biblia que la palabra de Dios es viva y eficaz y penetra, dice, hasta partir las coyunturas y los huesos y divide el alma del espíritu. Y dice que no hay cosas en este mundo que esté escondida de su escrutinio.

Y cuando usted permite que la palabra de Dios vaya entrando en su vida y que la gracia de Jesucristo vaya entrando en esas áreas de su vida que están allí adormecidas y encogidas y que huelen mal, entonces la luz del espíritu, el viento del espíritu entra y sopla y va limpiando esas áreas.

Hay tres mecanismos psicológicos que operan en este asunto del pasado que yo quisiera tocar brevemente con ustedes a riesgo de sonar muy técnico. Yo lo que quisiera es que simplemente si no resolvemos nada en este día porque son temas que son tan largos de uno discutir, por lo menos que nosotros salgamos de aquí sensibilizados, concientizados, a la importancia de esa higiene mental, de regresar a nuestro pasado de vez en cuando y de analizarlo y observarlo con honestidad y con integridad del Señor para que entonces Dios pueda hacer su obra allí.

El primer mecanismo es el siguiente y yo lo llamaría “retención”, y es el hecho simplemente de que yo usé una ilustración esta semana hablando con una persona de la iglesia, que la mente humana la podemos comparar con un lago, un lago profundo y sobre ese lago vienen los pescadores y los nadadores, y las personas que se van a bañar en verano y usted ve que lo que están pescando, cogen la lata de cerveza cuando se les terminó, la tiran y la lata se va al fondo. Y si sale un pez que no les gustó y ya está muerto, lo cogen, lo tiran y el pez se va al fondo y se pudre allí en medio del agua. Y si un barco se hundo se va hacia el fondo y allí se queda. La superficie parece muy limpia, pero allí debajo en el fondo del lago hay toda una historia de todas barcas y las personas que han pasado por la superficie de ese lago y que se han detenido allí y ese lago es un receptáculo que recibe todo, lo bueno y lo malo. Allí, como les digo, están las latas vacías, y corroídas, ahí están pedazos de madera ya carcomidos por el agua, ahí están también los peces vivos, saludables, que se mueven y están las algas y la vegetación saludable, está lo bueno y está lo malo, está la vida y está la muerte, está lo que huele bien y está lo que huele mal. Y la calidad absoluta del agua de ese lago es una suma total de todas las cosas que han caído en él.

Y asimismo es nuestra personalidad, asimismo es nuestra mente, asimismo son nuestras emociones. El ser humano, dicen los psicólogos, no olvida nada de sus experiencias. Hay cosas que yo hoy camino de mi casa hacia aquí, vi que ni siquiera sabía que las vi pero están registradas dentro de mí. Están allí y me han afectado, yo no se cómo me han afectado pero están allí. El hecho de que yo esté consciente de ellas no quiere decir que estén o no estén. Mi consciencia y mi subconsciencia lo registran y yo estoy, yo no se cómo continuamente, y usted también está absorbiendo todas las experiencias de su pasado y están cayendo allí, se están depositando, y usted sin darse cuenta las está ordenando y las está poniendo en diferentes compartimentos de su vida, algunas son demasiado dolorosas y como a usted no le gusta pensar en esas cosas que son demasiado dolorosas y que le causan ansiedad, usted las coge y las pone allá bien en el fondo, en el último clóset y hace de cuenta que nunca las vio, o si las vio, por un momento se hace de cuenta de que se olvidó de ellas, pero están allí y están afectándoles.

Hace tiempo yo hablaba con una persona y me dijo, acerca de una experiencia muy dolorosa, no voy a ser demasiado específico, pero en su niñez sus padres, cuando era niño y eso lo vino a descubrir solamente a través de semanas de consejería con un psicólogo cristiano, una noche sus padres le hicieron pasar una vergüenza muy grande y él no se acordaba de eso. Después él recordando, él dice que recuerda bien claro cuando en la noche ya en su cama llorando, él dijo para sí mismo, no importa, yo mañana no me voy a acordar de lo que pasó y todo va a estar bien. Y esa experiencia parece que tuvo un impacto en su vida tan grande, que ya años y años después esa persona adulta no puede ser feliz en términos de una relación porque hay cosas allí en su pasado que él ni siquiera se acordaba. Le han afectado. Y podría mencionar otros casos de cosas que pasan y que después se nos prende la luz, y uno dice, caramba, verdaderamente sucedió aquello hace años atrás y esto me ha estado afectando.

Y ese mensaje subconsciente ha permanecido allí, esa experiencia que hemos reprimido porque era demasiado dolorosa, la hemos guardado en el fondo de nuestro ser pero ella permanece. Recuerden lo que decía, que dicen los físicos que la energía no puede ser ni destruida ni creada, pero puede ser cambiada en formas diferentes. Y las energías negativas y positivas que penetran en nuestra vida ellas no se desaparecen, ellas siguen allí moviéndose, solo que nosotros las suprimimos y las disfrazamos y las canalizamos en otras maneras, pero están allí funcionando dentro de nosotros.

Así que recordemos esto, hermanos, toda experiencia de nuestra vida permanece dentro de nosotros y depende de qué nosotros hagamos con esa experiencia para que ella nos afecten de una manera positiva o negativa.

Pero recuerden eso, que nuestro subconsciente que es la parte más amplia de nuestra personalidad, aquellas cosas de las cuales nosotros no estamos conscientes de ellas, compone como el 99% de nuestra personalidad. Lo que usted recuerda y cree que le afecta es solamente un 1%, es solamente una parte, una puntita de una montaña inmensa. Y nosotros creemos que ese soy yo, la parte que yo conozco de mi mismo, pero no, la parte mayor de mi es todo el fondo de ese lago grandísimo que está allí corrompido y contaminado con veinte mil substancias corrosivas, y destructivas que se han ido acumulando en el fondo del lago y que han viciado la calidad del agua. Así que ese es un punto importante y podemos usar eso para recordar que las experiencias que nosotros le damos a nuestros hijos los afectan para toda la vida y tener cuidado, eso lo digo de paso, cómo nosotros tratamos a nuestros hijos porque son una grabadora que está absorbiendo todos los sonidos, estemos conscientes o no, y todas las experiencias y todas las cosas que ven y sienten. Nuestro pasado está allí con nosotros, usted lo carga. Las experiencias buenas y malas y pequeñas y grandes de su niñez están con usted, 30, 40, 60, 80 años después y están influyendo en su vida. Y el simple hecho de que usted está consciente de eso le va a ayudar a usted a mirar hacia atrás y tratar de analizar su existencia a la luz de esa larga carrera, de ese bagaje que usted lleva con usted.

Lo segundo es este aspecto de represión que es un términos psicológico y es la idea de que, lo que yo decía, cuando usted tiene una experiencia muy negativa, que le causa ansiedad o que le causa disgusto o que amenaza su percepción de sí mismo o de su mundo, o de alguien que usted quiere mucho, o de su sistema te valores éticos o morales, o espirituales, cuando nosotros nos vemos amenazados con una experiencia o un recuerdo que nos amenaza en una forma muy profunda, sabe lo hacemos, esconderlo en el fondo, reprimirlo, olvidarlo, y el ser humano está equipado de una manera que puede hacer eso. No me pregunte, nadie sabe cómo es que funciona ese mecanismo, pero el hecho es que el mecanismo de la represión es muy real y usted esconde lo que no le gusta y lo que le causa tensión y lo que le causa ansiedad y lo disimula. Hay otra palabra, lo sublima, usted entonces lo que hace es que lo expresa, usted tiene que expresar la presencia de eso ahí adentro, y muchas veces las neurosis y los traumas, y las obsesiones y las compulsiones, y los hábitos externos de nosotros son formas de nosotros simbólicamente expresar esas energías que están allí reprimidas y escondidas pero hay una equivalencia y esas cosas cuando nos causan temor o dolor las escondemos, y nos hacemos de cuenta que no existen.

Está el ejemplo digamos de todo niño quiere que su padre y su madre sean perfectos. Ningún niño quiere ver las inconsistencias en sus padres en los defectos porque eso amenaza la seguridad del niño. El niño quiere pensar que sus padres son todopoderosos y que los pueden proteger de cualquier problema, que son buenos, que lo aman intensamente, y entonces en la mente del niño se da un mecanismo muchas veces de reprimir todo aquello que le haga ver a sus padres en una luz negativa. Y entonces usted ve que hay muchos niños que sí, ellos se dan cuenta de que sus padres no los aman o que son demasiado autoritarios sobre ellos y que les han reprimido la personalidad, y que son abusivos, que son descuidados, que no los querían, pero en el corazón del niño, el niño no puede admitirse a sí mismo que sus padres son malos, en otras palabras, o que no los quieren. Entonces reprime ese conocimiento que se ha dado cuenta de él y lo sustituye con una verdad ficticia, de que mis padres me quieren, mis padres me aman, y entonces crecen con esa verdad consciente, esquizofrénica, por una parte han construido un castillo precios por arriba, pero la parte real, abajo es un castillo de esqueletos y de monstruos, es el subconsciente.

Entonces por encima usted lo ve que hace todo tipo de cosas buenas para sus padres, les lleva flores cuando son ancianos, etc, etc., pero por dentro está viviendo una vida bien neurótica y tiene una ira y un resentimiento hacia sus padres que no lo quisieron cuando era niño, y no lo atendieron, y entonces está dividido. Y ese conocimiento profundo que está reprimido lo manifiesta en formas destructivas, a veces haciendo cosas que en última instancia son agresivas contra sus padres, puede que esa flor que le lleva un domingo, esté contrapesada con olvidarlo por seis meses después para vengarse de ellos. O hacer otras cosas todavía, o esperar hasta que ya estén viejos y entonces meterlos en un sitio para que se pudran allí simplemente y olvidarlos. Quién sabe cuántas de las cosas que pasan hoy en día con los ancianos y todas las cosas, están debidas a una generación que está llena de resentimiento con sus padres que los descuidaron en otros tiempos.

Y son maneras que la persona no se dice, si usted le pregunta, tu amas a tus padres? Los amo tremendamente, daría la vida por ellos, son los mejores padres del mundo. Pero han reprimido la verdad que ellos saben desde su niñez y entonces manifiestan esa verdad de maneras agresivas inconscientes, sin ellos darse cuenta.

Y nosotros funcionamos con ese mecanismo en diferentes maneras en nuestra vida, con nuestras amistades, con nuestras diferentes experiencias, todo esto, pero está allí, en un sentido estamos castigando a los demás, al mundo y a las personas que pensamos que nos han ofendido en formas, es decir, nosotros nos creamos una verdad ficticia y una verdad real. Y entonces uno tiene que tener cuidado, si uno no conoce cómo estoy yo funcionando, si hay en mí algún resentimiento que expresar hacia un amigo, o hacia mi padre o hacia mi pastor, lo que sea, si yo no expreso eso y no lo trato, y no lo hablo y no lo resuelvo a la luz de la palabra de Dios eso va a estar enconándose allí, y va estar metiéndose en lo profundo de mi ser y va a estar causando angustia en mí. Y nosotros muchas veces creemos, no, si yo no tengo resentimiento contra fulanito, no, si yo lo quiero a esa persona de una manera tremenda. Pero en nuestra realidad interna estamos llenos de rencor y de odio y de resentimiento. Y Satanás ve la realidad y Dios tiene que operar dentro de esa realidad, no según las ficciones que nosotros nos creamos, sino según la realidad afectiva de nuestro ser.

Y por eso es que si usted no tiene cuidado y usted no se da cuenta de que verdaderamente hay rencores en usted y hay complejo de inferioridad, y hay cosas que se deben a su pasado, usted no está consciente de ellas, usted cree que está ante Dios muy bien, pero dentro de usted hay cosas que no le permiten a la gracia divina penetrar. Y por eso es que muchas veces vamos a la iglesia años tras años, tras años y no crecemos y no prosperamos porque no estamos siendo honestos con nosotros mismos.

Recuerdan lo que decíamos acerca de la verdad que nos hace libre. Cuando esa verdad penetra en nuestro ser y la descubrimos a la luz de la palabra de Dios, esa verdad nos libra y entonces al entender los mecanismos que están operando en nuestra vida, entonces podemos disiparlos y podemos controlarlos y podemos bregar con ellos. De nuevo, represión.

Y el tercer mecanismo es transferencia. Usted transfiere las experiencias del pasado al presente. Si usted por ejemplo, fue digamos, voy a poner un ejemplo rápido, si su padre, los padres cometemos errores, yo soy uno de ellos, pero si digamos usted se crió en un ambiente donde su padre fue extremadamente autoritario y lo hostigó y abusó de usted y le impidió desarrollarse como un ser humano pleno, quizás usted ni siquiera se de cuenta de que usted eso, pero usted lo descubrió, usted lo entendió y usted tiene un tremendo resentimiento hacia su padre, o quizás usted se lo está imaginando. No quiero atacar a los padres solamente, quizás usted está interpretando eso de esa manera, pero está allí y eso está pasando en su ser. Qué pasa? Que entonces después usted llega a la iglesia y usted ya a través de su vida tiene un problema con figuras de autoridad porque su padre es la figura de autoridad primordial en su vida, y usted entonces ha transferido ese resentimiento contra su padre que representa la autoridad contra toda persona, o toda institución que represente autoridad. Entonces un día el pastor, digamos, por alguna razón mínima le dice, hermano, te podrías sentar, en vez de sentarte allí atrás por qué no te sientas mejor allí delante para que otros hermanos puedan venir. Y usted no sabe cómo pero reacciona con una ira por dentro, y un resentimiento contra el pastor que le está quitando de su asiento, y por qué tengo yo que pararme de mi asiento si esta es la iglesia, etc., entonces se queda ahí y protesta. Usted muchas veces está quizás reaccionando a un resentimiento contra figuras de autoridad, el pastor es una de esas figuras de autoridad que le recuerda, los diáconos. Y entonces tiene un resentimiento grande contra toda autoridad que le recuerde de aquellas cosas que usted pasó o cree que pasó en el pasado. Y esa es la transferencia.

Nosotros transferimos las experiencias de un ámbito de experiencia a otro ámbito de experiencia. Usted tuvo un problema con un policía hace muchos años, todo policía que usted ve en la calle usted quiere tener una piedra y romperle la cabeza, porque usted está transfiriendo la experiencia negativa viva de aquella experiencia a toda figura que se parezca.

Hay personas que nosotros conocemos, por ejemplo, que nos las presentan y les miramos la cara, las facciones y la forma de vestirse y algo dentro de nosotros como que lo rechaza a esa persona. Y si estamos en un ámbito cristiano carismático, decimos, oh, el espíritu me está diciendo que ese individuo tiene algo malo, hay que evitarlo. Dios me ha dado un don de discernimiento. Mira, muchas veces quizás como yo decía es simplemente que usted está proyectando, está transfiriendo las experiencias del pasado que este individuo le recuerda a alguien en el pasado que le hizo tal y tal cosa o que se reveló ser una persona mala, y ahora como esa persona inconscientemente le recuerda a aquel individuo, usted está transfiriendo los malos recuerdos y los resentimientos a ese otro individuo y le está causando que se revivan otra vez esos malos sentimientos. La pobre persona no sabe ni siquiera lo que está pasando en su mente, ni usted tampoco sabe lo que está pasando.

Ahora, si usted ya tiene consciencia de esa experiencia pasada, y usted se analiza y usted se conecta con usted mismo, usted puede evitar ser injusto con ese individuo que quizás resulta ser la mejor persona del mundo.

Y aquí usted tiene entonces unas tres mecanismos que están operando continuamente, es decir, el mecanismo de retención, retenemos todo lo que pasa en nuestra vida, el mecanismo de represión, reprimimos y escondemos aquello que no nos gusta, que nos causa ansiedad o dolor, y tercer mecanismo de transferencia, transferimos las experiencias, recuerdos del pasado a nuestros ámbitos y experiencias que nos recuerdan a la misma cosa del pasado, en situaciones equivalentes.

Y estas cosas hacen, hermanos, que nuestra vida, nuestro pasado esté muchas veces gobernando nuestra vida presente sin darnos cuenta. Vamos simplemente a dejarlo allí y recordar esto de que nosotros necesitamos entonces venir ante el Señor, como dice el salmista, volviendo a ese pasaje que tan apropiado es para este tipo de sermón:

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón, pruébame y conoce mi pensamiento y ve si hay en mí camino de perversidad y guíame por el camino eterno…”

Es decir, hermanos, ningún ser humano puede tener presente en su mente todo ese caudal de experiencias que han cortado y traspasado y penetrado nuestra vida. Nadie pueda hacer eso, a menos que sea Dios, solamente Dios conoce todas las cosas y las entiende toda y entiende las conexiones entre los diferentes eventos de la vida de un ser humano. Pero yo no lo se. Entonces yo tengo que venir continuamente al Señor y decirle, Padre, yo sé que yo soy un ser eminentemente capacitado para engañarme a mí mismo y yo te pido que tu me examines continuamente a la luz de tu Espíritu Santo y que me ayudes a yo ir libertando esas áreas de mi vida que están reprimidas y escondidas y que yo no he visto para que tu me ayudes a sanarme por dentro.

No nos tomemos demasiado en serio en nuestro pensamientos actuales, lo que yo creo y me parece totalmente racional y me parece totalmente legítimo en términos de una sensación, una actitud que yo tengo, puede que simplemente sea, de nuevo, uno de esos mecanismos de auto engaño operando en mí, y yo tengo que ser lo suficientemente honesto con Dios y conmigo mismo para decir, hey, yo no conozco todas las partes de mi vida. Señor, si yo estoy mal en esta actitud con esta persona, o en este tipo de conducta en la iglesia o en este tipo de actitud con mi esposa, o con mis hijos, Padre, ayúdame a yo entender de dónde viene esto. Porque la mayoría de nosotros lo que decimos es, no, yo estoy bien. Esto se debe a tal y tal cosas. Fulanito es así por lo tanto merece que lo traten así y así. pero puede que en nosotros esté funcionando uno de esos mecanismos que nos está haciendo actuar de manera injusta con nuestros hijos o con nuestras esposas, nuestros esposos, con nuestros feligreses en la iglesia, con nuestros hermanos y hermanas, con compañeros de trabajo, y al nosotros analizar nuestro pasado críticamente a la luz de la palabra y el entendimiento de Dios y la luz del espíritu de Dios soplando y alumbrando sobre nuestra vida, vamos a descubrir muchas cosas, si somos honestos y si tenemos un pacto con Dios de verdad, de que Dios nos ilumine como él quiera, y estamos abiertos, Dios va a hacer que esa mentira que está allí reprimida comience a flotar a la superficie, no flotan más a menudo porque no le permitimos al Señor, estamos cerrados. Le decimos al Señor, sí, Señor, yo quiero conocer tu verdad pero mentira, dentro de nosotros estamos reprimiendo esas verdades.

Ese análisis de nuestro pasado y esos mecanismos tiene que… me vino a la mente la imagen esta mañana de una alfombra, de esas alfombras densas que tienen muchas hebras o hilos que están hacia arriba, y qué pasa? Con el pisotear de la vida, y la gente pasando por ella con los pies sucios y veinte mil otras cosas y mojados, las hebras de esa alfombra que estaban bien frondosas y libres, cuando la alfombra era nueva, se van endureciendo y se van entrelazando unas con las otras y van cayendo y se van convirtiendo en cosas duras. Y así nos pasa a nosotros muchas veces, esas experiencias del pasado han hecho que la inocencia de la niñez vaya perdiendo su belleza y su verdor y se vayan apropiando y secando y entonces la inocencia y hermosura de la niñez, esos hilos, esas hebras de nuestra personalidad, se van endureciendo y enmarañando y aunque el agua de Dios viene, a veces están tan duras y tan resistentes, y estamos tan aferrados a ellas que no permitimos.

Las hebras de la alfombra están tan duras que resisten el agua. Por eso es que se necesitan esas máquinas de shampoo que giran y que cogen las hebras y las remueven con un poder fuerte y las desenmarañan y las desenredan y entonces el agua y el shampoo pueden hacer su efecto limpiador y hacer que las partículas salgan arriba y entonces sean limpiadas.

Y yo creo que en parte nosotros tenemos que ayudar al Espíritu Santo porque esa es la parte de nuestra libertad humana, nuestro libre albedrío, ayudar al espíritu de Dios, nosotros mismos haciéndonos un auto análisis y cuestionándonos con integridad y con honestidad a la luz de la palabra y haciendo que las hebras enmarañadas vayan saliendo y apartándose para que el agua de la palabra de Dios y del espíritu de Dios entonces pueda verdaderamente penetrar a lo profundo y sacar toda esa mugre, todo eso sucio a la superficie y quitarlo.

Si usted se mantiene allí seguro de sí mismo, encerrado en sí mismo, confiado en sí mismo, confiado con que su mapa de la realidad es el único verdadero y que nada ha cambiado, entonces usted no va a ser libertado por Dios. Ahora si usted dice, Señor, yo sé que soy un pecador, Señor yo sé que esta vida en este mundo pervertido y traspasado por el pecado me ha torcido a mí, yo necesito, examíname oh Dios, conoce mi corazón, pruébame y ve si hay en mí camino de perversidad. Es decir, Señor, ve si hay en mí esas áreas de mi vida que están torcidas y que están allí metidas, ese niño herido, o ese niño vengativo, o ese niño iracundo, ese niño deprimido, con baja autoestima o con todo tipo de resentimientos, o con una imagen del mundo destructiva y negra, que ese niño pueda salir a la superficie para que tu lo trates, le des tu consuelo y lo limpies, y lo sanes y lo saques a tu salud.

Porque yo creo que lo que Dios dice es verdad, si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. Pero nosotros tenemos que abrirnos para que el Señor entre entonces y haga una realidad, ese aspecto de nuestra vida.

Decíamos antes que el Señor le dijo a Josué, te he dado toda tierra que pisare la planta de tu pie, y entonces le dijo, pero mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes porque yo estaré contigo dondequiera que tu vayas, etc. Le dio la palabra, le dijo no te apartes de este camino, medita en la palabra, enséñasela a tus hijos, etc. Josué tenía una parte que hacer también. El Señor le había dicho, dondequiera que tu vayas con mi espada en mi nombre, yo te voy a dar todo enemigo que se ponga en tu frente, pero mira que te mando que te esfuerces. Se valiente, ten coraje para mirar la realidad tal y como es de tu vida, verla desnudamente para que entonces mi promesa se pueda hacer una realidad en tu vida. Usa mi palabra, usa mi entendimiento, usa los mensajes, las enseñanzas de los maestros, usa los signos, usa la oración como armas a través de las cuales esas hebras de tu alfombra que están endurecidas puedan ser libertadas para que la palabra mía pueda penetrar en lo hondo de tu ser.

Hermanos, vamos a hacer un pacto con el Señor así. decirle, Padre, si hay algo en mi pasado, si hay algo allí que algún niño estancado, atrofiado ha quedado dentro de mí, yo quiero que tu lo saques a la luz y que tu me ayudes a mirar mi pasado de esta manera y que tu me sanes y que tu me limpies, y el Señor lo va a hacer.

Gracias al Señor porque su palabra es real, su palabra es poderosa y si nosotros le dejamos al Señor nuestra vida, él va a ser fiel para enderezarla y llevarnos por caminos de verdad. Dios nos bendiga.