Sermon clásico #6064: Una fe sencilla

Colosenses 2:1, dice la palabra del Señor, “… porque quiero que sepáis cuan gran lucha sostengo por vosotros y por los que están en la Odisea y por todos los que nunca han visto mi rostro, para que sean consolados sus corazones, unidos en amor hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento a fin de conocer el misterio de Dios, el Padre y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento y esto lo digo para que nadie os engañe con palabra persuasivas porque aunque estoy ausente en cuerpo no obstante en espíritu estoy con vosotros gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.

Por tanto de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo andad en él, arraigados y sobreedificados en él y confirmados en la fe así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad. Y vosotros estás completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal en la circuncisión de Cristo. Sepultados con él en bautismo en el cual fuisteis también resucitados con él mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados, y en la circuncisión de vuestra carne os dio vida juntamente con él perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros que nos era contraria quitándola del medio y clavándola en la cruz y despojando a los principados y a las potestades nos exhibió públicamente triunfando sobre ellos en la cruz. Por tanto nadie os juzgue en comida o en bebida o en cuanto a días de fiesta, luna nueva, o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo es de Cristo….”

Bendiga el Señor su palabra. Bien hermanos, el domingo antepasado cuando estuvimos hablando acerca de la Epístola a los Colosenses vimos cinco atributos que el Apóstol Pablo entre muchos otros, le reconoce a Jesucristo. Vimos allí en ese capítulo 1 comenzando con el versículo 15 cómo Pablo presenta a Jesucristo como Dios mismo, la imagen del Dios invisible, como el Creador que creó todo lo que existe, y para quien todo lo creado fue hecho. Como el sustentador que mantiene el universo en función y que lo sostiene con su poder y con su presencia. Lo vimos como la cabeza de la iglesia. Cristo es el cerebro de la iglesia, los pensamientos, los proyectos, los planes de la iglesia vienen de Jesucristo y son canalizados a través de las personas que él escoge para dirigir a su iglesia. Y finalmente Cristo es el reconciliador, el reconciliador de toda la humanidad y de todo lo creado, es el que une todas las partes, incluyendo nuestra propia mente, nuestro propio entendimiento, todas las partes de nuestro ser.

Cada atributo veíamos tiene una implicación práctica, tiene algo que ver con la conducta de la iglesia. Ahora Pablo, en el capítulo 2, continúa y es interesante, yo pensaba, en esta epístola de una u otra manera surge la persona de Jesús, la obra de Jesús la figura de Jesús y cómo el Señor es el centro de toda la vida de la iglesia.

Se ha dicho de Pablo que su Evangelio era un Evangelio Cristo céntrico en el cual Cristo ocupaba el primer lugar. Y yo pensaba que esta Navidad precisamente este tiempo en diciembre que celebramos el advenimiento de Jesucristo y que recordamos la venida del Señor al mundo es muy importante y muy apropiado que nosotros usemos este tiempo para meditar en quién ese Jesucristo, en lo que su persona representa para la vida de la iglesia. Algunos le parecería algo tan obvio que ni siquiera necesita hablarse acerca de eso. Pero yo creo que muchas veces en nuestro trabajo como iglesia, y en nuestros programas y nuestras actividades y todas las cosas en que nos involucramos muchas veces podemos perder de vista la centralidad de Jesucristo y podemos olvidar de dónde viene nuestro poder, de dónde viene nuestra energía, de dónde viene el significado de nuestra fe.

Y para Pablo el Señor Jesucristo ocupaba un lugar absolutamente primordial. Y cualquier cosas que amenaza la posición de Jesucristo para Pablo era algo que tenía que ser rechazado y que tenía que ser confrontado, y que tenía que ser denunciado. Porque Pablo era un hombre que había experimentado el poder transformador de ese Jesucristo. Pablo había tenido un encuentro crisis con la persona de Jesús camino a Damasco y allí el orgulloso fariseo con todo su entendimiento y con toda su energía celosa de su religión, tuvo un encuentro frontal con el poder de Jesucristo y cayó al piso y su vida nunca volvió a ser la misma.

Y desde entonces su panorama, su horizonte fue ocupado por esa figura dominante de Jesucristo y toda la vida de Pablo y todo su servicio y toda su predicación giraba alrededor de la persona de Jesús. Y Pablo se preocupaba cuando cualquier doctrina o cualquier individuo de una manera directa o indirecta estaba quitándole su lugar central, su primacía a la persona de Jesucristo y por él escribe esta carta como decíamos, porque en ese tiempo en esta región de Colosas estaban circulando doctrinas y enseñanzas que aparentaban ser muy sofisticadas y muy complejas, muy intelectuales, o muy profundas, pero que eran un engaño y que estaban amenazando con quitarle la mente a sus queridos colosenses de las cosas centrales del Evangelio entre las cuales la primordial era la persona y la obra de Jesucristo.

Y entonces Pablo aquí comienza en capítulo 2, él comienza indirectamente y va ganando velocidad hasta que llega al centro mismo de su enseñanza y él comienza el capítulo 2 hablándole a los colosenses hablándoles de la gran preocupación que él como Apóstol, que se siente responsable espiritualmente por el bienestar espiritual de esta gente, la gran preocupación que él siente. Él dice, quiero que ustedes sepan hermanos, la gran lucha que yo sostengo por ustedes. Y esa palabra que se traduce al español lucha, si vamos al griego original, es la palabra donde nosotros sacamos agonía, la gran agonía que yo padezco por todos ustedes, mis ovejas, aunque nunca les he visto, pero yo siento una gran preocupación por ustedes.

Pablo aquí tiene un momento muy humano donde él habla acerca de como pastor en un sentido de esta gente, que se siente responsable por la salud espiritual de esta gente, la lucha que él siente ahí en su corazón. Hermanos, eso es algo que toda persona que ha trabajado del pastorado o que tiene algún sentido de responsabilidad del cuidado de almas, sabe lo que es esa agonía y esa preocupación que uno siente por aquellos que el Señor ha confiado en sus manos. Uno siempre está pensando en fulanito que hace días que no lo veo, en el otro que noto como que últimamente no se le ve el tenía al principio cuando conoció al Señor, por aquel que uno ve que está por allí jugando doble juego con el Señor, por aquel que está pasando por un tiempo difícil, sea en su matrimonio, sea en sus finanzas, sea un problema de salud, y uno siente esa carga y es algo, a menos que uno no haya estado allí batallando en ese sentido uno no puede entender lo que es ese sentido de peso, por el bienestar, por la salud espiritual, por la condición, la temperatura espiritual de las personas que están a cargo de uno.

Esa carga no se compara a ninguna otra carga ni preocupación del servicio cristiano. Y por eso Pablo hablaba en otro pasaje en Segunda de Corintios, capítulo 11, 28 al 29, después de hablar de todos los sufrimientos que él como Apóstol había padecido, azotado, apedreado, naufragado, él dice, y además de otras cosas, en el versículo 28, “…lo que sobre mí se agolpa cada día la preocupación por todas las iglesias. Quien enferma y yo no enfermo, a quien se le hace tropezar y yo no me indigno….”

Pablo sentía eso en su corazón y él se preocupaba y él estaba preocupado a distancia por lo que estaba pasando allí en Colosenses que sus queridos colosenses estaban experimentando la amenaza de ciertos vientos de doctrina que estaban amenazando la salud espiritual de los colosenses y él sentía esa carga y por eso él escribe esta carta.

Y Pablo dice, yo estoy aquí agonizando y luchando espiritualmente para que ustedes mantengan una vida espiritual sana. Y el Espíritu Santo le señala a Pablo algunas de esas cosas que caracterizan una fe sana en oposición a esa fe hereje que está rondando como un león rugiente queriendo devorar a los colosenses. Y nos sorprendemos de ver las cosas sencillas por las cuales Pablo pide para sus colosenses. Y por eso es que yo he titulado este sermón “Una fe sencilla”, porque Pablo quiere que sus hermanos ahí en Colosas mantengan las cosas fundamentales de la vida cristiana y de las cuales la más fundamental de todas es simplemente la persona de Jesús, la lealtad y la consciencia de la centralidad de la persona de Jesucristo.

Y por eso Pablo dice, yo lucho para que sean consolados sus corazones, unidos en amor hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento a fin de conocer el misterio de Dios, el Padre y de Cristo. Eso es lo que Pablo pide para los colosenses. Primero dice que sean consolados sus corazones, y la palabra consolación aquí me parece que no es la más apropiada porque la idea es como que cuando ustedes estén sufriendo que sus corazones sean consolados y que cuando ustedes estén llorando, que sientan la consolación del Señor.

De nuevo, la palabra griega que Pablo emplea es la raíz de la palabra de donde viene paracletos, el consolador, hablando del Espíritu Santo y sabemos que el Espíritu Santo cuando se habla del consolador no es el que simplemente le pasa la mano cuando estás llorando, sino que es el fortalecedor. Una palabra mejor sería quizás el Espíritu Santo es el animador, es el fortalecedor, es el afirmador y eso es lo que Pablo está diciendo aquí. Yo quiero que sus corazones sean fortalecidos, que sus corazones sean afirmados en la fe.

Pablo quería que los colosenses siguieran firmes en esa decisión que han hecho de seguir a Jesucristo. Dice además que sean unidos en amor, porque hermanos, el distintivo de una iglesia saludable en mi opinión primordialmente tendrá que ser la unidad y la armonía. Porque eso es lo que decía Pablo, si yo hablase lenguas humanas y angélicas y no tengo amor, vengo a ser como metal resuena o címbalo que retiñe.

En una iglesia puede haber muchos dones y muchas sanidades, y muchas cosas grandes como había en Corinto, pero si no hay la unidad del cuerpo, si no hay un sentido de compañerismo, si no hay un sentido de identificarnos unos con los otros, pues no hay salud espiritual. Y esa es una de las cosas más fundamentales de una iglesia saludable y una iglesia espiritual, una iglesia donde la persona de Cristo verdaderamente ha encarnado, que haya armonía, que haya unidad, que haya amor entre los hermanos, que haya sinceridad entre los hermanos.

Yo hablaba hace dos sábados con el grupo de líderes y yo les hablaba acerca de la necesidad de que nosotros como líderes establezcamos un ejemplo a la congregación de unidad y de armonía y de compañerismo y de espíritu de compartir y de cuerpo. A veces yo agonizo ante el Señor pidiendo que nuestra congregación sea una iglesia que se distinga por ser una iglesia cálida, una iglesia de amor, que cuando venga la gente a la congregación sean visitantes, o que estén aquí por el tiempo que sea, que sientan verdaderamente que hay gente aquí que ama, y que hay gente que les apoya. Lo peor es una iglesia donde la gente es estéril y árida y por cualquier cosita de una vez critican y atacan y se alejan. Mientras que cuando el amor de Cristo está moviéndose en una congregación hay tolerancia, hay paciencia, hay un sentido de compañerismo. Cuando uno sufre todos sufren. Cuando uno está cayendo espiritualmente en vez de venir el dedo acusador y el juicio y el querer sacar a la persona lo que hay es la mirada restauradora y el abrazo que coge al débil y trata de atraerlo otra vez al Señor, y de apoyarlo.

Y por eso es que Pablo pide que esa unidad caracterice. Hermanos, como congregación hagamos un pacto en el nombre del Señor de amarnos en el Señor, de que si usted sabe que alguien pertenece a su congregación y no es que solamente amemos a los de casa. No, pero si no podemos amar a los de aquí, cómo vamos a decir que amamos a los de afuera. Que nosotros nos identifiquemos unos con los otros y que nos apoyemos unos a otros, y que nos cubramos las espaldas unos a otros, en vez de azotarnos como a veces puede hacerse en la vida de la iglesia. Y que sepamos que hay una lealtad que nos une, que está más allá de cualquier división posible, que el diablo o las circunstancias puedan traer a nuestras relaciones. Estamos unidos como hermanos en carne, estamos unidos por algo más sólido todavía que es la sangre de Jesucristo y entonces tenemos que amarnos y tenemos que estar unidos. Y para mí esa será una de las cosas básicas de la vida cristiana. No podemos ir mucho más allá hasta que no hayamos verdaderamente perfeccionado o por lo menos desarrollado bastante ese arte del amor.

Que hay fortaleza en la fe y una seguridad de lo que hemos creído, lo que confesamos, que haya unidad en el cuerpo, y también Pablo habla de que hasta que todos lleguen a alcanzar las riquezas de pleno entendimiento a fin de que puedan conocer el misterio de Dios, el Padre. Yo veo aquí una petición de que la iglesia tenga una solidez doctrinal, que haya una enseñanza sólida, que haya un espíritu de aprender y de estudiar. Por eso yo defiendo la importancia de programas como Vida Abundante, porque uno no puede crecer en la fe a menos que uno no se instruya en el conocimiento de la palabra, y en las verdades del Evangelio que nos permitan conocer ese misterio, esa cosa tan compleja que es la persona de Jesucristo. Y para eso necesitamos estudiar la palabra, necesitamos instruirnos en las cosas del Señor, necesitamos llegar a una solidez doctrinal, a una instrucción sólida y un conocimiento de las verdades fundamentales del Evangelio para tener entendimiento espiritual, de la verdad a la cual nosotros servimos.

Son tres cosas muy básicas las cuales Pablo desea para el corazón de sus hermanos: una firmeza de fe, una armonía entre ellos y un conocimiento sólido acerca de la persona de Jesucristo. Y entonces él está poniendo eso como un trasfondo porque él está diciendo esto porque hay una preocupación como yo decía, en su ánimo. Y entonces ahora él comienza a entrar en calor en el versículo 4, dice:

“….Y esto, esto que yo les digo, esa lucha que yo sostengo, y estas cosas que yo quiero que ustedes reciban, esto yo lo digo por la siguiente razón: para que nadie le venga a ustedes con cuentos por ahí, con palabras persuasivas, que nadie les venga por allí con doctrina pseudo intelectuales y pseudo sofisticadas que tienen mucha apariencia y que son muy impresionantes y muy deslumbrantes pero que cuando uno escarba a fondo, no tienen sustancia, no tienen valor espiritual, no tienen alimento, no promueven una fe sana, una fe sencilla, una fe poderosa.

Él les está haciendo una advertencia, no se dejen engañar, no se dejen deslumbrar por cosas que suenan muy grandilocuentes pero que no tienen esa sana cualidad que distingue la doctrina de Jesucristo. No se dejen engañar por enseñanzas que suenan convincentes pero que detrás de ellas tienen el frío de la serpiente y de la muerte. No se dejen engañar por aquellas enseñanzas que desvían la mirada de lo que verdaderamente importa que es la persona de Jesucristo, quien es el fundamento de todas las cosas. Porque esa herejía que estaba corriendo por ahí por Colosas, una de las cosas que hacía era hablarle a la gente de dioses y de semi dioses que supuestamente estaban entre el Dios principal y los hombres y que había que adorar a esos dioses, y que había que conocerlos y que había que usarlos como intermediarios para poder ascender a un plano de existencia superior y que había que apaciguar a esos dioses, y que había que estudiar unas doctrinas por allí bien complicadas, que solamente eran dadas para aquellos que se metían muy a fondo en estas enseñanzas. Y Pablo dice, esa no es la fe sencilla que yo he aprendido. La fe sencilla que transforma el corazón, la fe sencilla que promueve una espiritualidad sana, una espiritualidad sólida, un conocimiento de la persona de Jesucristo y yo quiero que esa sea la enseñanza que distinga a ustedes, mis hermanos, y que esa sea la enseñanza que a ustedes le alimente. La enseñanza que promueva la persona de Jesucristo.

Pablo está consciente de la solidez espiritual de esta gente, él sabe que son gente que aman al Señor, él sabe que son gente que están bastante bien fundamentados y por eso él dice en el versículo 5, “…porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros gozándome y mirando en el espíritu, imaginándome vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Jesucristo….”

Entonces Pablo dice, ustedes están tranquilos, ustedes están bien y yo no quiero que nada venga a socavar y a destruir esa buena vida espiritual que ustedes tienen. No se dejen engatusar, no se dejen deslumbrar por cosas que le vayan a sacar de esa quietud y esa prosperidad espiritual en la cual ustedes se encuentran.

Y Pablo empleo ahí dos palabras de naturaleza militar, dice, vuestro buen orden y la firmeza, vuestra firmeza. La firmeza de vuestra fe. Son dos palabras que en el griego original nos habla de un escuadrón militar tipo romano en que todos los soldados se juntaban y ponían sus escudos y hacían una pared infranqueable con sus escudos y avanzaban entonces en contra del enemigo. Y Pablo dice, así yo los veo a ustedes, ese buen orden que ustedes tienen, esa solidez en su vida corporal, esa firmeza en su fe, esa vida sencilla, esa fe sólida que ustedes tienen, yo veo eso y yo no quiero que nada de este mundo venga a quitarles y a entretenerlos y a inquietarlos y hacerlos pensar como que eso que ustedes están viviendo que no es suficiente y que tiene que haber otra cosa, y que ustedes entonces se lancen y dejen esto tan hermoso y tan sólido que ustedes tienen aquí entre ustedes.

Esta gente estaba firme, estaban relativamente bien en su vida espiritual y congregacional pero parece que estaban comenzando a dejarse perturbar por estas personas que venían y les ofrecían unas cosas como más sofisticadas, más amplias, unas experiencias más profundas. Era como que le decían, ah, miren, eso que ustedes están experimentando ahí en su iglesia, bueno, eso está bien, eso está bonito, pero no, vengan yo les voy a enseñar verdaderamente lo que es conocer a Dios. Ustedes no han experimentado todavía quién es Dios. Y entonces claro, la gente como que se pone un poquito sospechosa y dice, hmm, espérate, verdaderamente quizás hay algo más. Comienzan a dudar, comienzan a mirar en otra dirección, y muchas veces abandonan lo sólido y se van detrás de un espejismo y entonces descubren que se quedan, como decimos nosotros, sin pito y sin flauta. Llegan allí y se entra en estas doctrinas y en estas enseñanzas y descubren que era todo un espejismo pero ya es demasiado tarde y ya se han apartado de su fe original.

Y esa palabra de Pablo, hermanos, y este pasaje me ha hecho pensar en estos días en el cuidado que tenemos nosotros que tener, ustedes y yo, en la solidez de nuestra fe y que nosotros estemos seguros de en quién nosotros hemos creído, y que nosotros como iglesia, y ustedes como individuos, nosotros como individuos cristianos estemos firmes y sepamos lo que creemos, por qué lo creemos, en quién hemos creído, en qué reside verdaderamente la solidez de nuestra fe, qué es verdaderamente lo que importa en la vida cristiana, para que no andemos por ahí dando vueltas por donde quiera y buscando algo nuevo para adornar nuestra fe y nuestra doctrina, que nosotros seamos gente sobria, gente segura.

Pablo peleó una y otra vez contra ese fenómeno, ahí vemos en la epístola a los gálatas, Pablo les escribe y dice, yo estoy sorprendido de que tan pronto ustedes se hayan apartado de la fe que ustedes adquirieron por medio de mi enseñanza, porque habían venido por ahí maestros judíos, cristianos que le enseñaban que a los cristianos que no solamente Cristo, sino que también tenían que circuncidarse para ser salvos, y entonces ya la fe estaba siendo socavada por eso. En Corinto había maestros que venían con su sofisticación intelectual y con sus artes oratóricas y vinieron también a decirle a los corintios, eh, ese Pablo, es hombrecito pequeñito por allí, no muy atractivo que escribe unas cartas que suenan bien fuertes pero que su apariencia corporal no es impresionante, ese no es nada, nosotros tenemos la verdad. Y entonces venían a declamar sus enseñanzas y sus cosas y por eso Pablo escribe en Primera de Corintios, dice, cuando yo fui a vosotros no fui con grandeza de palabra, ni de doctrina, dice, sino que fui con temor y temblor y me propuse no saber nada sino a Cristo y a Cristo crucificado.

Y hermanos, si alguien tenía derecho a ser pretensioso intelectualmente era Pablo. Porque Pablo era un fariseo de fariseos, como él dice. Pablo había estudiado con Gamaliele, uno de los maetros judíos más grandes de la época, había ido, podríamos decir, a una de las más altas universidad de su tiempo y Pablo tenía doctorado de doctorado en teología y en muchos conocimientos, y si él hubiera querido andar por ahí pavoneándose acerca de sus conocimiento, él lo hubiera podido hacer. Pero Pablo se había enamorado de Jesucristo y Pablo había dicho, yo todo lo he tenido por basura, por amor de aquel que me rescató y que me cambió a mí, el más vil de los pecadores. Y Pablo estaba tan enamorado de Jesucristo como que él no tenía mucho espacio en sus emociones para poner su amor en ninguna otra cosa que no fuera Jesucristo. Además él se había dado cuenta de que solo el espíritu de Cristo obrando en los corazones y en la sensibilidad de la gente, y en la mente de la persona eso es lo que cambia a la gente. No es la mucha enseñanza intelectual, no es la mucha redundancia teológica, y la mucha pretensión humana. No es el mucho adorno intelectual, es la doctrina básica la que transforma los corazones. Todo lo demás es muy importante, yo creo mucho en la instrucción teológica, yo creo mucho en el conocimiento, yo estoy continuamente leyendo e instruyéndome lo más que yo pueda, pero yo he descubierto, hermanos, que verdaderamente lo que cambia a la gente es un corazón humilde, entregado a Jesucristo. Y entregado a la obra transformadora del Espíritu Santo.

Lo que verdaderamente hace un cristiano fuerte, poderoso y lleno de unción no es todos los títulos que tenga pegados en su pared, sino haber tenido un encuentro frontal con la persona de Cristo Jesús. Y eso, hermanos, es lo que nosotros tenemos que cultivar en nuestra vida. Todo lo demás lindo, precioso, hermoso, pero es debe ser la crema que está sobre el bizcocho. Lo básico, lo fundamental es una vida que esté continuamente recibiendo directamente savia de parte del Señor.

Cristo dice, yo soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en mí lleva mucho fruto, el que permanece pegado a la persona de Jesús, el que permanece cerca de la palabra sana, de buscar esos momentos en la que la realidad de Cristo se compenetre con nosotros. Y eso es lo que verdaderamente importa.

Y por eso Pablo le dice a los colosenses, Señores, no estén por allí con los ojos como mirando a ver qué le falta a ustedes, como si no estuvieran completos buscando cada viento de doctrina que viene, cada nuevo maestro que viene, dejándose sacar de su quietud y de su suficiencia en la persona de Jesús.

Y hermanos, yo digo hay muchos cristianos, estamos en un tiempo de gran inquietud espiritual y donde yo sé que hay mucha falsa doctrina en las iglesias evangélicas inclusive, y que hay muchas iglesias hoy en día que están en crisis, y que hay mucha enseñanza mala, que está saliendo de los púlpitos, y Dios me libre a mí, Dios tenga misericordia de mí de que yo no sea parte de eso, y yo le pido siempre que nos preserve. Y por eso es que tenemos que estar bien educados, ustedes, para saber discernir cuando el hombre es el que está hablando y cuándo el Dios a través del hombre. Porque no todo lo que sale de la boca del hombre, necesariamente viene de la boca de Dios. Pero un pueblo instruido puede discernir una cosa y la otra.

Pero la verdad es que hay mucha mala doctrina y hay mucha gente inquieta, mucha gente insatisfecha, hay mucha gente está en las iglesias y dicen, Señor, yo necesito algo más. Yo creo que tienen derecho de buscar hasta que encuentren lo que necesita su alma, habiendo dicho eso, también creo que hay muchos hermanos en todas las iglesias a veces que teniendo lo que necesitan, lo básico, viven entonces como saltando de iglesia en iglesia y buscando de lugar en lugar, como buscando algo, algo más. Hay como una inquietud en el aire buscando como experiencias más profundas, buscando al evangelista, fulanito tal, que tiene un fuego tremendo y que ese sí que hace esto y lo otro. Y entonces vivimos inquietos y vivimos perturbados y vivimos en un estado de inquietud, y yo veo que hay como una especie de promiscuidad teológica, yo lo llamo así. el hombre que es demasiado enamorado, que vive como el picaflor, de mujer en mujer. Asimismo a veces nosotros podemos correr el peligro de andar de iglesia en iglesia, o de líder en líder, o de fenómeno en fenómeno, o de programa de televisión en programa de televisión, como buscando algo. Entiende?

Yo creo que si usted está, sinceramente buscando fortaleza del Señor y bendición del Señor y usted sabe en qué ha creído. Gloria a Dios! Yo creo que eso es bueno, pero también hay el peligro, hermanos, todo está en el ánimo que impulsa nuestras acciones, toda está en la forma y el por qué hacemos las cosas. Eso es lo que importa. Pero que verdaderamente que nosotros sepamos en quién yo he creído, y que haya cierta lealtad hacia ciertas cosas básicas de la vida cristiana porque muchas veces lo que pasa, hermanos, es que cuando vivimos así con esa inquietud que no se satisface con nada y que vivimos siempre buscando nuevas experiencias y nuevos fenómenos y nuevas cosas raras, que somos fácil presa para el engaño y para el error y entonces vivimos muchas veces desalentados porque vamos de lugar en lugar y es como en todos los sitios, hermanos, cuando usted tiene tiempo para descubrir a veces vienen hermanos que visitan nuestra iglesia, gloria a Dios por eso, pero yo le digo no venga aquí a esta iglesia buscando la iglesia perfecta porque desgraciadamente esta iglesia no lo es. Yo no sé si habrá alguna iglesia perfecta en Boston, gloria a Dios si la hay, pero yo les aseguro que esta no es, y este pastor no es perfecto tampoco. Y si usted viene escapando de una iglesia imperfecta buscando esta iglesia perfecta, me temo que se va a desalentar y se va a decepcionar. Ahora, venga a compartir y a crecer y a buscar de Dios y enseñarme a mí a ser enseñado y entonces así juntos podemos crecer.

Pero la iglesia perfecta no existe y no podemos vivir con una inquietud como queriendo buscar a ese pastor que verdaderamente yo le pueda ver la aureola esa ahí arriba. Desgraciadamente yo no la tengo, le pido al Señor que me la de con el paso del tiempo pero no soy perfecto, ni la iglesia lo es tampoco. Y tenemos que venir con ese ánimo de juntos buscar del Señor y de juntos aprender y de dar tiempo para que la voz del Señor nos hable acerca de lo que Dios quiere de nosotros en este lugar. No podemos estar saltando de sitio en sitio, ni de doctrina en doctrina, tenemos que estar fundamentados en Cristo y en lo que hemos creído, lo que hemos experimentado, y lo demás, gloria a Dios, es bueno, es bonito pero a mí no me van a añadir nada en mi fe porque yo sé en quién he creído.

Lo que puedo hacer es simplemente adornar un poquito y ayudar un poquito aquí o allí, un poquito más de sal, un poquito más de sazón aquí pero ya el fundamento de mi fe está echado y esa es Cristo Jesús. Y nosotros tenemos que entender eso para no caer.

Miren como Pablo habla en Segunda de Timoteo, capítulo 3, versículo 5 al 7. Él habla de gente por ahí que viven predicando doctrina raras, dice, que tendrán apariencia de piedad pero negarán la eficacia de ella, y dice, a esto se evita porque de estos son los que se meten en la casa y aquí Pablo habla de mujercillas pero yo creo que esto se puede aplicar a todo cristiano inconstante, dice, estos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencia, dice, estas siempre están aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.

Hay personas así que viven siempre inquietas, buscando algo más, algo más, y nunca encuentran porque la paz y el descansa se encuentra en la persona de Jesucristo, no es en doctrina, no es en pastor, no es en iglesia, no es en hombre, es una relación directa, real, personal, detallada con la persona de Jesús. Y la persona que está fundamentada en Jesucristo entonces es una persona estable y se mueve, se mueve con aplomo porque sabe la forma en que lo está haciendo.

Y nosotros tenemos que estar fundamentados en ese individuo que se llama Cristo Jesús. Pablo, en Efesios 4:14 dice, “….para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error….”

No seamos niños, no seamos llevados con una hoja del viento de cada nueva moda teológica que surge por ahí. Seamos sobrios. Dice, “… sino que siguiendo la verdad en amor crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, quién es? Esto es Cristo

Esa es la fe, hermanos, ese es el fundamento de la fe, es eso. Y Dios nos llama hoy a cultivar esa fe sana, esa sana doctrina, esa fe sencilla, esa fe que es el fundamento de todo lo demás. Aclaramos, hermanos, aquí Pablo está hablando en contra de herejías, de doctrinas falsas y claro, todavía las hay, los Testigos de Jehová, dicen que Cristo no es Dios, que Cristo es una criatura, simplemente que Dios creó. Y yo creo que es una doctrina que Pablo hubiera condenado en una forma terminante. La Nueva Era habla de dioses y de semi dioses y de figuras místicas. Hay por ahí espiritismo que usa a los santos y todas estas cosas para promover prácticas diabólicas y contra todas esas cosas tenemos que tener mucho cuidado y tenemos que estar bien advertidos.

Pero yo creo que el Señor nos habla también hoy, no solamente de esas doctrinas totalmente falsas, sino a esa inconstancia que hay hoy en día en la iglesia moderna y en muchos cristianos que los lleva a no tener lealtad con nada ni con nadie.

Hermanos, yo creo que la vida de una congregación se parece mucho a la vida matrimonial. Si usted está buscando un cónyuge perfecto yo creo que usted tampoco lo va a encontrar. Pregúntele a mi esposa, por lo menos. Y si usted desde el primer momento en que discierne el primer defecto en su cónyuge, usted va a sacar un pie, usted nunca va a permanecer mucho tiempo en ninguna relación matrimonial, porque todos somos imperfectos, todos tenemos defectos, todos tenemos problemas.

Y Dios ha diseñado el matrimonio para que de alguna manera el matrimonio sirva para promover la paciencia, el amor, la tolerancia, el perdón, el amar a ese ser con sus defectos y para irnos puliendo espiritualmente. Y eso se toma tiempo para que se de, se toma toda una vida para que esa relación vaya perfeccionándose y estableciéndose. Pero si usted se zafa y echa a correr, como dicen los mexicanos, se raja enseguida que tuvieron la primera pelea o la segunda o la tercera, como hay hoy en día, el divorcio está por todos lados. Hoy en día más de la mitad de las parejas que se casan antes de los 5 años ya se han divorciado. El primer matrimonio hoy en día es un ensayo, eso es lo que es para mucha gente y mucha gente se casa como se cambian de trajes y cuando ya se cansaron de uno, pues, simplemente vamos a buscar el divorcio y vamos a otro. Y nunca crecen, nunca maduran. Hay una promiscuidad en ese tipo de actitud.

Y yo creo que pasa a veces en las iglesias lo mismo. Uno no puede crecer en una iglesia a menos que no haga un compromiso porque si desde que la iglesia comenzó a tener sus problemitas o sus dificultades o desde que el pastor cometió un error, o desde que un hermanito le pisó el cayo o le dijo algo malo porque se levantó del lado equivocado de la cama tal día, le negó el saludo, o lo que sea, si ya por eso usted se envenenó y perdió su amor hacia la iglesia y ya está enamorándose de otra que está viendo por televisión o que vio un anuncio o que oyó al pastor por la radio, usted nunca va a crecer espiritualmente porque las relaciones espirituales también requieren tiempo y requieren allí que el Señor hable y que el Señor pula, y que el Señor trabaje y a través de esa experiencia uno crece y uno se hace fuerte y uno descubre que hay una razón para mantenerse, no para estar, como digo, mirando como el picaflor de un lado al otro.

El crecimiento espiritual viene como resultado de relaciones estables, de someterse a largo plazo a una autoridad, o a una enseñanza, de los roces y de las tensiones que resultan de esa relación congregacional. Si continuamente cambiamos, y continuamente saltamos, y continuamente estamos oyendo hoy en día una predicación por allá, y otra predicación por acá, no sabemos nunca en quién vamos a creer, estaremos confundidos. El pastor fulanito dice tal cosa y el otro dice otra y cuál de los dos tiene razón. Y muchas veces entonces no tenemos un fundamento doctrinal sólido que nos fortalezca. Y Pablo aquí les dice, mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo.

Que nadie les engañe con palabras persuasivas, ustedes colosenses, yo veo su buen ánimo, yo veo su firmeza, yo veo su solidez espiritual no se dejen conmover de eso. Pongan la mirada en Cristo Jesús. Pongan la mirada en aquel que les ha transformado como él dice aquí, él les ha circuncidado, no con la circuncisión esa simbólica que hacen los judíos de cortarle el prepucio al niño, sino que les cortado la carne de pecado que ustedes tenían, porque el único que cambia el pecado en el hombre es Jesucristo, el espíritu de Dios. El único que transforma mentes es el espíritu de Jesucristo. El único que cambia nuestros malos hábitos y nos restaura y nos hace nuevas criaturas es Jesucristo. No es la iglesia, no es el pastor, no son los maestros, no son los diáconos, no son los ancianos, es la persona que obra en ti a través de Cristo Jesús.

Todo lo demás es muy bonito, hermanos, muy bonito, la predicación es buena. Si yo no creyera no estaría aquí predicando. Los coros son bonitos, las reuniones sociales son lindas, pero a la larga lo que importa es que tu sepas que el poder de Jesucristo está corriendo a través de tu vida y que tu tienes una relación personal y vital con la persona de Jesús. Yo quiero preguntarte si tu estás seguro hoy de que Cristo es verdaderamente tu Señor y de que tu te convertiste, no a Roberto Miranda, sino a Jesucristo. Y si tu tienes dudas en cuanto a eso, yo te invito hoy a dar un paso de fe y a poner tu vida en las manos de ese Jesucristo que es rey de reyes y Señor de Señores.