El poder de Jesús

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En esta mañana quiero compartir con ustedes un mensaje sobre el poder de Jesús. ¿Para qué me sirve el poder?¿Para qué necesito? ¿Me interesa saber o conocer que Jesús tiene poder? Hermanos, la vida es bastante compleja. La vida es bastante difícil y yo no se cómo vive su vida, pero yo se que yo no encuentro todas las respuestas a los grandes enigmas que se me presentan.

Yo se que muchas veces me encuentro con dificultades y problemas que van más allá de lo que yo estoy capacitado a resolver. En más de una oportunidad me siento que no tengo o el conocimiento o la fuerza o la inteligencia para poder enfrentar lo que se me presenta en la vida. Y a veces necesito una fuerza superior a mi y yo quiero, en esta mañana, sugerirte que el Señor Jesús es aquella fuerza que te puede dar el poder para hacer lo imposible, que te puede dar el poder para realizar lo inalcanzable, poder para darte la victoria cuando parece que vas de derrota en derrota.

Y no es simplemente poder que una persona puede hacer algo; como decimos ¿me puedes alcanzar un vaso de agua?, y alguien te alcanza un vaso de agua. Estoy hablando de que Jesús tiene un poder, pero un poder que va más allá de simplemente la capacidad de hacer algo, sino al autoridad con que..... la fuerza con que se hace. No es que Jesús simplemente darte un empujoncito en la vida, Jesús puede darte la victoria en la vida. Y yo quiero mostrarte tres ejemplos que encontramos en la palabra de Dios donde vemos a Jesús demostrando su poder, y yo quiero que veamos en esta tarde Jesús demostrando su poder para vencer las fuerzas externas. Jesús demostrando poder para derrotar las luchas internas y Jesús demostrando su poder sobre los problemas físicos.

Si ustedes tienen sus Biblias, yo voy a leer el pasaje que encontramos en el Evangelio según San Marcos en el Capítulo 4, comenzando a partir del versículo 31, y vamos a ver en estos Capítulo 4 y 5, tres incidentes donde vemos a Jesús obrando con poder y cuál es la lección que nosotros podemos tomar de esto.

Marcos Capítulo 4, versículo 35: “Aquel día cuando llegó la noche les dijo a los discípulos ‘pasemos al otro lado’. Despidiendo a la multitud, le tomaron como estaban en la barca y había con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento y echaba a las olas en la barca de tal manera que ya se anegaba. Y él, Jesús, estaba en la parte de adelante, en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Y le despertaron y le dijeron ‘Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?, y levantándose Jesús, reprendió al viento y dijo al mar ‘calla, enmudece’, y cesó el viento e hizo grande bonanza. Y le dijo ‘Por qué estáis así amedrentados, cómo, ¿no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor y se decían el uno al otro, ¿quién es este que aún el viento y el mar le obedecen?.”

En este pasaje encontramos a Jesús controlando una situación que estaba fuera de control. Los discípulos eran, la mayoría eran pescadores, sabían cómo pescar. Lo único que no podían hacer era parar el viento, parar una tormenta. Todavía no lo podemos hacer. Se puede pronosticar, podemos saber si va a hacer frío o calor, pero cuando hace frío no podemos hacer nada para que cambie la temperatura. Tampoco le podemos pedir al viento que pare. Viene un huracán, no nos gusta, pero viene. Y son situaciones que no las buscamos, pero vienen. Y son crisis que se nos presentan, no porque las querramos, sino porque así está en el designio de Dios.

Y aquí encontramos a los discípulos y a Jesús en medio de una crisis que ellos no la buscaron. Los discípulos, siendo pescadores, se daban cuenta que esto se estaba tornando peligroso. El lago de Genesaret, en el Mar de Galilea, es pequeño, pero muy profundo y si levantan olas, y estos hombres que eran marineros sabían cuando las cosas estaban peligrosas.

Pero ¿saben el pasaje que más me llama la atención de todo este Capítulo? El versículo que me da a mi más confianza es el que dice que en medio de la tormenta, versículo 38, Jesús estaba durmiendo. Jesús estaba durmiendo en medio de la tormenta. Y los discípulos van y dicen ‘hey, Jesús, despierta, ¿no te das cuenta que nos estamos ahogando? Esto no es una broma ya ¿eh?. Esto está peligroso’. Y Jesús estaba durmiendo.

Dos cosas podrían haber pasado: o Jesús era un necio, un tonto, no se daba cuenta de la situación que los discípulos le tenían que decir ‘hey, ¿no te das cuenta de la situación?. Esa es una opción. O la otra opción es que Jesús estaba tan confiado en la voluntad de su Padre y había fijado su vida, anclado de tal forma en la voluntad de Dios que El sabía que ni aún las más severas tormentas podrían removerlo o quitarlo de la voluntad de Dios. A tal punto que Jesús puede descansar en medio de la tormenta.

Y mi mensaje para ti esta mañana es que hay tormentas en nuestra vida, hay tormentas que no las hemos buscado, puede ser de enfermedad, pueden ser problemas psíquicos, pueden ser problemas económicos y muchas veces no es culpa nuestra. Y acá el problema no es buscar de quién es la culpa que viene una tormenta. La tormenta está. Y te quiero decir, que si tu crees, que porque vienes a la congregación León de Judá no vas a tener más problemas en la vida, perdona que te lo diga, estás engañado. Porque Jesús mismo dijo ‘en el mundo tendréis aflicciones’. Guau, esto no es lo que esperabas, pero no termina ahí, dice ‘pero confiad, Yo he vencido al mundo’.

Y la vida cristiana no es una vida donde no va a haber vientos, olas o tormentas. La vida cristiana es poder dormir y descansar en medio de la tormenta porque se que nada ni nadie me va a separar. Si tu vida está anclada en la voluntad de Dios, tu puedes dormir en medio de la tormenta.

En el mundo tendréis aflicciones. Es una realidad. Y el pasaje más seguro, lo más importante, lo más llamativo no es que Jesús calmó la tempestad, Jesús calmó la tempestad para demostrarles que El tenía poder. No necesitaba calmar la tempestad, porque El estaba durmiendo en medio de la tempestad.

Y yo lo que quiero decirte es que van a venir tormentas en tu vida y el Señor no te las va a quitar, pero va a permitir que tu puedas descansar confiado en el Señor. Y para demostrarle a los discípulos que no era un tonto, ni era necio, ¿oh, quieren ver si tengo poder o no? Viento, se acabó. Olas, terminen. Guau, se acabó la tormenta. Y ahí dice que los discípulos tuvieron más miedo ahora que cuando estaba la tormenta. Esto es en serio. ¿Quién es este?, dice acá.

Entonces temieron con gran temor y se decían uno al otro “¿Quién es este que aún el viento y el mar le obedecen?.

Jesús tiene poder. Jesús tiene poder y quiero en esta mañana decirte que te acerques a El, te aferres a El porque en El hay poder. Poder para poder triunfar y descansar en medio de las tormentas de la vida.

Próximo pasaje lo encontramos en Marcos, Capítulo 5, versículo 1 al 20. Cuando llegaron al otro lado del mar, me imagino que ya estaban con un susto que ya no sabían de que.... primero se asustaron de la tormenta, ahora tienen miedo a Jesús, habrán llegaron blancos de miedo, pero llegaron al otro lado.

“Vinieron al otro lado del mar a la región de los gadarenos y cuando salió El de la barca, Jesús, enseguida vino a su encuentro, de los sepulcros un hombre con espíritu inmundo que tenía su morada en los sepulcros y nadie podía atarle, ni aún con cadenas porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas más las cadenas habían sido hechas pedazos por él y desmenuzar los grillos y nadie lo podía dominar. Y siempre de día y de noche, aún andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando pues a Jesús de lejos, corrió y se arrodilló delante de El y clamando a gran voz dijo ‘¿qué tienes Tu conmigo, Jesús, hijo del Dios altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.’

¿Quién es el que está hablando acá? El demonio que está adentro. Y Jesús le decía ‘Sal de este hombre, espíritu inmundo, y le preguntó Jesús al espíritu ‘¿cómo te llamas?’ y le respondió diciendo ‘legión, me llamo porque somos mucho’, y le rogaba que no lo enviase fuera de aquella región. Y estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo y rogaron todos los demonios diciendo, ‘envíanos a los cerdos para que entremos en ellos’. Y luego Jesús les dio permiso y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales serían como dos mil y el hato se precipitó al mar por un despeñadero y en el mar se ahogaron. Y los que apacentaban los cerdos huyeron y dieron aviso en la ciudad y los campos y salieron a ver qué era aquello que había sucedido. Vieron a Jesús y ven al que había sido atormentado del demonio y que había temido a la región, sentado, vestido, en su juicio cabal, y tuvieron miedo.”

¡Qué historia rara! Un hombre totalmente fuera de control. Ustedes pueden decirme, ‘David, pero esto a lo mejor tiene una explicación psicológica, que era un hombre que tenía esto.... Miren, hermanos, no se si lo podemos definir con términos médicos, psiquiátricos, pero se lo que tenía. Este hombre estaba totalmente poseído por una fuerza que lo estaba destruyendo. Un hombre que estaba absolutamente controlado por el diablo. Un hombre que al cual lo habían tratado de ayudar y no podían hacer nada. E incluso lo ataban, lo ataban con cadenas y con grillos para que no se lastimase más, y aún así los rompía y se seguía destruyendo. Y, David, usted me va a decir: ‘¿Pero David, esto qué tiene que ver con nosotros? Tiene que ver con nosotros mucho más de lo que te parece. Porque desgraciadamente hay personas en los cuales el pecado, Satanás ha tomado tal control que están totalmente incapacitados para recuperarse.

Yo he visto el estrago del alcohol. He visto hogares destruidos por el alcohol y he orado con personas, y hay personas que llorando me dicen ‘David, quiero y no puedo, es más fuerte que yo. Quiero y no puedo, no puedo, no es que no quiero’.

Contaba en el primer culto una experiencia que tuve hace 36 años que estoy en el pastorado y he visto más casos de estos de los que quisiera contar. Pero un caso que me venía a la memoria, hace unos 20 años, 23 años aproximadamente tuvimos que regresar a Argentina y estoy allí en Buenos Aires, en la cede de nuestra oficina, y viene alguien, golpea la puerta. Salgo, atiendo. Un hombre que parecía estar usando buenas ropas, pero se veían todas ropas gastadas y sucias y me dice ‘hola, David’. Yo lo miro, no me doy cuenta quién es. Pero si alguien me llama por el primer nombre antes que yo me hubiera presentado, y para que me llamen por el primer nombre, tiene que ser una persona que me conoce. Y yo lo miré, y me estaba dando cuenta más o menos quién era, pero no estaba muy seguro.

Dice ‘David, ¿no te acuerdas de mi, no? Yo soy Luis. Y ahí mi corazón se paró. Tenía delante de mí un hombre que había sido pastor de la iglesia bautista más grande que había en Buenos Aires, un ministerio fabuloso. No novato en el ministerio, muchos años de pastor, hijo de pastores, hermano de pastores, una iglesia ungida por el espíritu santo y de a poquito comenzó a tomar y comenzó a permitir que el alcohol tuviese un lugar en su vida. Llegó un punto la iglesia se dio cuenta que el pastor tenía un problema, no lo pudieron solucionar. El problema se agravó a tal punto de que tuvo que dejar la iglesia. Llegó a tal punto que la esposa y dos hermosas hijas lo tuvieron que abandonar.

Este pastor terminó homeless en las calles de Buenos Aires. ¿Por qué? Había una fuerza en su vida que no pudo controlar y yo me acuerdo que estaba hablando con él, éramos de la misma edad, y me dice ‘David, te parece que no he tratado. Te parece que yo no he tratado. No puedo’. Y llamé por teléfono después que estuvo en casa. Lo alimentamos, lo ayudamos, lo llamé a un hermano muy querido, que es cuñado de él, psiquiatra y pastor, me dice ‘David, lo vamos a ayudar hoy y mañana es otra vez lo mismo. Hace años que estamos tratando y no podemos’.

Y cuántas veces hemos tratado con jóvenes que están metidos en drogas. O cuántas veces hemos tratado de solucionar problemas en hogares cuando hay violencia. En este momento estoy ayudando en una congregación en Long Island donde uno de los líderes está en la cárcel por abusar de su hija. No me digan que el demonio no ataca al creyente.

Todas estas personas no lo hacen porque lo quieren, o le gusta. Y allí se esconde parecer........ dice ‘trae los extremos’. Los hay, hermanos. Despiértense. Hay. No tienen más que manejar por las calles a la noche en ciudades como Boston, como Nueva York, y fijarse lo que es la realidad del pecado.

Y hay más historia que me imagino que el pastor Miranda y yo les podríamos contar de hombres y mujeres y jóvenes que están totalmente poseídos por el pecado, a tal forma que no pueden encontrar la forma de librarse y cuántas veces me han dicho, con lágrimas en los ojos, ‘David, quiero pero no puedo. Es superior a mi.’ Y yo quiero decirte que hay alguien que es superior. Porque nos dice la palabra ‘más poderoso es aquel que está en nosotros que aquel que está en el mundo’.

Y el Señor, el hijos de Dios, se ha manifestado para destruir las obras del diablo. Y yo quiero decirte esta mañana, esta tarde, que no importa la forma como Satanás quiera entrar aferrándose de tu vida, el Señor Jesucristo tiene poder para destruir las obras del diablo. El Señor Jesucristo tiene poder para romper las cadenas del vicio. El Señor Jesucristo tiene poder para restaurar hogares quebrantados.

Y la gente acá se asustó ¿por qué? Porque vieron a este hombre que se estaba lastimando, que estaba viviendo entre sepulcros, lo vieron sentado y en su sano juicio. Yo te quiero decir que el poder de Jesús no se ha agotado. El poder del Señor Jesucristo sigue actuando en el día de hoy. Jesús tiene poder cuando a ti te está faltando. El Señor Jesucristo tiene poder para vencer a aquello que parece invencible.

Y el tercero y último caso que quiero leerles es el que encontramos en el versículo 24, del mismo Capítulo de Marcos. Marcos, Capítulo 5, versículo 24. Dice así: “Fue pues con El, le seguía una multitud y le apretaban, Jesús, una persona muy popular, ha curado, ha sanado, es la persona de moda, la gente ha comido sin tener que pagar, lo ha multiplicado, le ha dado panes y los peces, enseña lindo, lo entienden. Es una persona muy popular. La gente lo sigue, pero una mujer que desde hacía 12 años padecía de flujo de sangre y había sufrido mucho de muchos médicos y gastando todo lo que tenía y nada había aprovechado antes le iba peor. Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás de la multitud y tocó su manto. Porque se decía ‘si tocare tan solamente su manto seré salva’, y enseguida la fuente de su sangre se secó y sintió el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en si mismo el poder que había salido de El, volviéndose a la multitud dijo ‘¿quién ha tocado mis vestido?. Y los discípulos dijeron ‘ves que la multitud te aprieta y dices ¿quién me ha tocado?’. Pero El miraba para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de El y le dijo toda la verdad y El le dijo: ‘Hija, tu fe te ha hecha salva. Ve en paz y queda sana de tu azote’.

Jesús demostrando poder cuando las fuerzas físicas parecen tomar control de nuestra vida. Tal forma una mujer que estaba padeciendo dice, por 12 años, 12 años, y no es que no había tratado, dice que había gastado todo lo que tenía en manos de los médicos y estoy seguro que los médicos trataron de ayudarla y estaba segura que todos querían ayudarla, pero era un caso donde no solamente había sufrido, sino que a causa de su sufrimiento, de acuerdo a la ley judía, ella no podía ser parte de la sociedad. Mientras una mujer estaba sufriendo un flujo era una persona que no podía estar participando en la vida de su ciudad, por 12 años ya. Estaba relegada, estaba marginada. No se lo había buscado, es una enfermedad.

Hermanos, no tenemos enfermedades porque somos masoquistas ¿verdad? Las enfermedades vienen. No las buscamos, pero vienen. Esta mujer sufría algo. Lo interesante es lo que está pasando acá. Porque Jesús es una persona popular y todo el mundo está junto con Jesús y todos los siguen. Y Jesús no tenía, como estos jugadores de basketball que andan con 14 guardaespaldas para que nadie se acerque. No, la gente venía y..... una persona popular, alegre, aparte Jesús tenía una vida social linda. Si lo invitaban a cenar El iba.

Ustedes saben que se dice que hay más, esto es cierto, fíjense. En los Evangelios hay más casos de Jesús cenando, pasando tiempo en casas de las personas que yendo al templo. No es que no iba al templo, pero tampoco rechazaba una buena invitación. A tal punto, ¿de qué lo acusaban? Este va a cenar con pecadores. Era un hombre que le gustaba, si yo tengo una fiesta yo lo invitaría, hermanos. No era un aguafiestas. Y era un hombre popular, se hacía querer, la gente iba. Y entonces todo el mundo está siguiéndolo que este hombre popular, hombre nuevo, quizás va a ser el nuevo líder religioso que estamos buscando. Y de repente Jesús se para y dice ‘alguien me tocó’. Los discípulos dicen ‘pero, Señor, todos te están tocando.’ No, todos están alrededor mío, todos me están apretujando, me están corriendo, pero alguien me tocó con fe. Alguien me tocó de forma distinta. Hay miles alrededor mío pero yo sentí que uno solo fue sanado. Y entonces se para y mira alrededor y esta mujer dice que ‘temiendo y temblando y sabiendo lo que en ella había sido hecho se postró delante de El y le dijo toda la verdad.’

Bueno, se imaginan ¿no? Jesús le podría haber muy bien dicho. ‘¿Quién eres tu para tocarme? No sabes que socialmente no me puedes tocar, eres impura. No sabes que ahora yo tengo que ir al templo y cumplir con el ritual y por 30 días no puedo ir a la sinagoga porque tu me has tocado. Porque el ritual dice, Libro Levítico, un hombre que toca a una mujer impura no puede ir al templo por 30 días, y tiene que llevar sacrificio. Era grave lo que había hecho esta mujer.

Pero la mujer se acerca y le dice ‘bueno, acá pasan dos cosas, por un lado dice que la mujer ya sabía –miren qué interesante- ya sabía porque (el tiempo pasado perfecto, gramática acá). La traducción que tenemos acá dice ‘pero es sabiendo lo que en ella había sido hecho’. Ella ya sabía que había sido sanada. Le contó todo.

Dos cosas podían pasar, que el Señor diga ‘no tienes vergüenza de haberme tocado’. La mujer hubiera dicho ‘Señor, no tengo vergüenza y si tengo vergüenza, no importa, porque ahora me curé’. Pero ella le contó todo y Jesús ¿qué le dice? Mujer, hija, no dice mujer, hija, tu fe te ha hecho salva. Ve en paz y queda sana de tu azote.’

Hermanos, yo no se la teología de esta mujer. No se si conocía mucho de la ley, al Antiguo Testamento, de las profecías sobre el Mesías. No se, pero se una cosa, que cuando yo vaya al cielo, ella va a estar allá y yo la voy a ver. Y quizás no aprendió mucho en teología en los dos últimos milenios que estuvo en el cielo, pero una cosas sabe: que ella estaba enferma y ahora está sana. Y que la fe la había salvado.

Mi hermano, el poder de Jesús no se manifestó por la cantidad de teología que la mujer sabía, ni por la influencia que podía tener esta mujer, ni por la ganancia o postura social que Jesús iba a ganar demostrando que podía hacer milagros. Una mujer que estaba sufriendo tocó por fe a Jesús y esta mujer fue sanada. Y yo te quiero decir en esta tarde, que una pequeña fe, una pequeña cantidad de fe, en un Dios grande te puede sanar, te puede sanar físicamente, emocionalmente, espiritualmente. Y yo te pido en esta tarde si tu estás padeciendo algún tipo de sufrimiento emocional, físico, psicológico, toca a Jesús, porque hay poder.

Tiene poder, claro que tiene poder. Y puedo asegurarte que muchos de los que estamos aquí esta tarde hemos sentido en nuestra vida el toque del poder del Señor Jesucristo. Entre los dos cultos un hermano vino a decirme, ‘sabe pastor, que yo estuve por 18 años preso de la botella, y hace más de 15 años que el Señor me liberó. ¿Hay poder? Si, que hay poder.

Si no crees que hay poder, fíjense quién podía dormir en el medio de la tormenta. Si no crees que hay poder, fíjate al endemoniado que ahora está sentado en su sano juicio a los pies de Jesús transformado. ¿Quieres saber si hay poder? Una mujer que no sabiendo mucho, pero teniendo fe se acercó y tocó y fue sanada y transformada porque hay poder.

Yo voy a Israel muy, muy seguido y no importa lo que hago, no importa las actividades que tengo. ¿Saben donde termino mi visita a Israel, siempre? Voy al jardín donde está la tumba. No se sabe si es la tumba real, si no lo es. No importa. Hay una tumba que se llama Gordon’s tomb que para mi es la más linda que hay, y entonces con todos los avatares, todos estos problemas, cuando termino mi viaje a Israel voy a esa tumba. Y ¿saben qué? No voy a llevarle flores, miro y ¿qué es lo que veo? No hay nadie, la tumba está vacía. ¿Por qué? Porque hay poder. Porque El tiene poder que no solamente calma la tempestad, no solamente le devuelve la sanidad al que está loco, no solamente restaura la salud a la que está enferma, sino que da vida cuando hay muerte. Y hermanos, cuando veo esa tumba vacía digo ‘aquí hay poder, aquí hay poder.’

Yo quiero invitarte en esta tarde a que por la fe hagas lo que hizo esta mujer. Si algo te está afligiendo, se están padeciendo, si estás padeciendo algo, es algo entre el Señor y tu. Yo te pido en esta tarde que por fe te acerques al Señor y encuentres que en su poder está tu victoria. Yo quiero que aprendas a descansar, a dormir en medio de la tormenta. Quiero que en forma sana, íntegra, te sientes a los pies de Jesús. Quiero que seas completamente sano como esta mujer fue sanada porque tocó a Jesús.

Pastor Miranda. Hermanos, así es el Evangelio enseñado casi como un pan recién sacado del horno, bien sencillo pero nutritivo y delicioso. Son las verdades esenciales del Evangelio. En Cristo hay poder para sanar, para transformar vidas, para tornar lo tenebroso en luminoso, para dar esperanza donde hay desesperación y para traer provisión donde hay sequía y carencia.

¿Cuántos creen eso en esta tarde? Amen. Nosotros creemos en ese Cristo, El mismo que caminó sobre las aguas. El mismo que calló la tormenta, El que sanó a la mujer con el flujo de sangre, el que liberó al endemoniado, está aquí entre nosotros esta tarde. Y muchos podemos decir El lo hizo también conmigo, y El lo puede hacer contigo en esta tarde.

Y antes de terminar yo quiero hacer un llamado y quiero que estemos un momento de meditación profunda y de comunión con el Señor. En ocasiones como esta es importante proveerle a cualquiera que esté aquí que no haya tenido la ocasión de tener un encuentro con Jesucristo la oportunidad de dar ese paso de fe. Seríamos más que irresponsables sino aprovecháramos este momento para invitar a alguien, puede ser un joven, un anciano, un niño que esté en el balcón o aquí en alguna parte. Dios quizás te ha tocado en esta tarde, a través de la alabanza o a través del sermón o a través de la obra directa de Dios en tu espíritu y sientes que quieres dar un paso de fe y entablar una relación personal con Jesús porque eso es bien importante, decirle al Señor ‘Señor, entra a mi vida. me quiero involucrar contigo de lleno. Si uno se casa y no lo hace públicamente, si se gradúa lo hace públicamente. Si se divorcia sale un anuncio en un periódico, si se muere ponen un obituario allí en el periódico,. Y así pasa..... lo más importante de todo es cuando una persona adquiere una nueva naturaleza por medio de Jesucristo. Eso no se debe dejar al anonimato, sino que debe haber un momento de señalar ese momento que se dio, esa transacción que se dio en el corazón de un ser humano.

Y yo quiero invitarte en esta tarde, si el Señor te ha hablado en tu vida, y tu quieres decirle al Señor ‘ Señor, yo quiero que tu hagas una obra transformadora en mi vida.’ quiero invitarte a dar un paso de fe en esta tarde, invitar a Jesús a entrar a tu corazón y nosotros quisiéramos celebrar contigo y pido que si alguien aquí que quiera dar ese paso, que levante la mano, en esta tarde, y le diga al Señor, ‘Señor, te recibo como mi salvador. ¿Habrá alguien que quiere invitar a Jesús a su corazón?, levante su mano, si no lo ha hecho antes y lo quiere hacer ahora. Da un paso de fe y entrega tu vida al Señor.

¿Quieres hacerlo? ¿Quieres invitar a Jesús a que entre a tu corazón? Ya estás allá arriba. Te invito a dar ese paso. Yo se que alguien va a ser como esa mujer con el flujo de sangre que tomó fe de donde no la tenía y dio un paso y tocó el borde del manto de Jesús y fue sanada. Dios puede hacer lo mismo en tu vida. quiero invitarte a dar un paso de fe. ¿Habrá alguien?

No habiendo hecho ese paso antes y quiere dar ahora esa paso de fe, que levante su mano. ¿Habrá alguien aquí en esta tarde? Te invito. El Señor dice ‘Yo estoy a la puerta y llamo y si alguno escucha mi voz y abre la puerta Yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo’.

Siempre me ha impactado el misterio más grande de todos los que existen, que el creador del universo, primero se invite humildemente a nuestra vida. El podría tomarla por fuerza y decir ‘Yo entro y poseo’ así es que hacen los hombres, pero el Señor te respeta demasiado para violar tu libertad y El más bien dice ‘me gustaría cenar contigo, me gustaría entrar a tu casa interior y habitar junto a ti’.

Y lo segundo es que el creador del universo que contiene las galaxias y todo lo que existe pueda adelgazarse hasta el punto de entrar en tu vida, en tu corazón y morar allí. Eso es un gran misterio. Dios te bendiga hermana.

Habrá alguien que quiera dar ese paso de fe esta tarde y decirle al Señor, amen, que quiera invitar a Jesús a entrar su corazón, te invito a pasar aquí adelante. Usted hermana quiera dar una palabra y vamos a hacerlo brevemente hermana.

Hermanos, el Señor les bendiga. Ya yo di ese paso de fe y acepté al Señor en mi vida, como mi Señor y mi salvador. Quiero, tengo varias luchas en mi vida y solamente vengo a pedirle una vez más que rompa mi corazón y lo haga de nuevo y agrande mi fe. Ya lo acepté pero necesito de la oración de todos ustedes para seguir hacia delante porque esta lucha no la puedo sola.

Amen, hermana. El Señor escucha tu petición. Se que requiere valor, uno ser transparente, pero estamos en familia, y el Señor recibe eso y su corazón se quebranta y ahí comienza la bendición, cuando nos humillamos al Señor, cuando nos quebrantamos y somos transparentes.

Quizás hay otras personas aquí que necesitan ese toque del Señor. Hemos declarado un Cristo que liberta y que sana. Si tu tienes una necesidad así, apremiante, ven acá ahora mismo también. Queremos orar por ti en esta tarde y vamos a bendecirte. Habrá alguien que simplemente quiera decirle ‘Señor, yo también tengo una necesidad y necesito tu toque liberador en esta tarde.’ Pasa aquí adelante también, y vamos a orar por ti también y vamos a encomendarte a los brazos del Señor que quiere hacer una obra transformadora en tu vida.

Gracias, Señor Jesús. Gracias, Padre. Gracias. Toca, toca las vidas, Señor. Toca las vidas. Gracias espíritu santo, Tu estás aquí, Tu estás aquí, Señor. Tu cierras lo que está excesivamente desordenado y abres lo que está estancado, Señor. Tu abres corazones entenebrecidos y mentes cerradas y tocas, Señor lo que no está derecho y lo enderezas. Lo que está demasiado exaltado, Tu lo rebajas. Lo que está demasiado deprimido, Tu lo levantas, Señor. Tu eres un Dios que lo pones todo conforme a la vida que Tu has declarado, lo que Tu eres: verdad, justicia, vida, poder, sanidad, Señor, abundancia.

Mira estas vidas, Padre, en el nombre de Jesús, las que se abren a ti por primera vez tus corazones, los que se reconcilian contigo, Padre. Los que simplemente quieren un toque desesperado como el de la mujer del flujo de sangre. Señor Jesús invocamos ahora sobre tu pueblo tu poder sanador. Lo declaro en el nombre de Jesús. Gracia. Gracia. Gracia. Gracias, en el nombre de Jesús. Gracia sanadora, libertadora, el espíritu santo llenando las vidas, tu agua, Señor, corriendo, limpiando o quitando toda aflicción del espíritu, de la mente, de las emociones, Señor.

Tu eres bueno, Jesús. Tu eres bueno y cuando Tu entras es para limpiar y sanar, Señor, así sea en esta tarde sobre tus hijos. Oh, gracias Jesús. Recibimos de ti, recibimos tu unción, Padre. Gracias. Recíbela en el nombre.... la unción de Dios está aquí. Yo la siento en este momento y Dios está sanando vidas y está haciendo cosas hermosas. Lo declaro así. Dios está trayendo nuevos derroteros, nuevas corrientes en tu vida. Gracias, Señor. Gracias, Señor. Lo recibimos, Padre. Recibo mi propia porción también, Señor. Rompiendo cadenas. Oh, ¡Aleluya! liberando pensamientos, gracias, Señor. Oh. ¡Aleluya!

Desatamos una unción sanadora sobre tus hijos, Padre. Sanidad física inclusive, Señor ahora mismo. Si hay enfermedad en tu vida, ahora mismo declaro sanidad. Aprópiatela. Recíbela. Hazla tuya. Di, ‘estoy sano, estoy sana en el nombre de Jesús’ porque el Señor tiene poder. Así como sanó a la mujer del flujo de sangre, en el nombre de Jesús, Padre, declaro sanidad sobre tu pueblo. El cuerpo de tus hijos, Señor, lo sanamos, sanamos. Declaramos sanidad, quebrantamiento del poder del diablo sobre las vidas. Donde hay confusión y depresión, declaramos ánimo, gozo. ¡Aleluya! Unción de Dios, unción de Dios sanando, libertando, reconciliando. Olvida el pasado, olvida las heridas del pasado, los fracasos del pasado, hoy todas las cosas son hechas nuevas. Hay novedad de vida para ti, en el nombre de Jesús lo declaro. ¡Aleluya! gracias, Señor por tu mover precioso en medio de nosotros. Gracias, Señor. Te adoramos. Te bendecimos. ¡Aleluya! Gracias, Señor. Gracias, Jesús. Recíbela y dile ‘gracias, Cristo. Has entrado a mi vida con renovado poder y yo lo recibo y hoy me declaro libre y más fuerte que nunca para caminar en victoria.

Anuncio un nuevo día en tu vida. anuncio la visitación del Señor en tu vida. ¡Aleluya!. Gracias porque podemos celebrar ante ti como niños, Señor, niños saludables porque tenemos un padre que nos ama y nos afirma. Gracias, Señor. Te bendecimos, Dios. Gracias, Jesús. Gracias, Jesús. Gracias, Señor. Te adoramos. Es el día de la redención, el día de la sanidad. Amen. Amen.

Regresa a tu asiento, mi hermano, mi hermana, si tu quieres hablar con alguno de nosotros, con algunos de los hujieres esta tarde, puedes hacerlo. Te animamos, si necesitas una Biblia, acércate a uno de los hujieres, déjanos saber y vamos a conseguirte tu Biblia. Te animamos a comenzar a estudiar la palabra del Señor porque ahí esa sanidad se afirma más y más, la obra que Dios ha hecho en tu vida es fortalecida.