Sin reservas, sin retorno y sin nada que lamentar

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¡Aleluya! Primera de Corintios 9:24 al 27. Estábamos orando con Susan, cuál era la palabra que cada una tenía que traer. Esta es una palabra que el Señor me dio hace poco y que ha ardido en mi corazón y creo que es una palabra que el Señor quiere que comparta en este primer servicio.

Primera de Corintios 9:24 al 27. “¿No sabéis que los que corren en el estadio todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha de todo se abstiene. Ellos a la verdad para recibir una corona corruptible, pero nosotros una incorruptible. Así que yo de esta manera corro, no como a la aventura, de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”

El título del mensaje que quiero compartir con ustedes esta mañana se llama “sin reservas, sin retorno y sin nada que lamentar”. El Apóstol Pablo está aquí presentando una porción en su carta a los Corintios. Ustedes saben que la iglesia, los Corintios, era una iglesia que vivía en el mover de los dones del Espíritu Santo profetizaban, oraban en lengua, caían al suelo, temblaban, había toda clase de manifestaciones, pero vivían una vida en la carne, con una inclinación hacia lo que era pecado. Había fornicación, había pecado, incesto, había muchas cosas en la iglesia de Corinto, una iglesia que Pablo amaba profundamente y que en sus cartas vemos sus exhortaciones con infinito amor e infinita misericordia, pero también con mucha justicia de Dios.

SIN RESERVAS

Y él toma esta figura, muy común para ellos en ese tiempo, la figura de las carreras en el estadio. El día viernes tuvimos el día libre y nosotros con Susan tomamos un tour de la ciudad en un trole porque es primera vez que estamos en Boston y todo el mundo que sabía que veníamos a Boston nos decía, es una ciudad bellísima. No pueden perder conocer esa ciudad. Así es que nosotros tomamos nuestro tour y nos llevaron a conocer las partes más importantes de la ciudad. Quedamos impresionadas porque a mi personalmente me encanta mucho la parte histórica, me encantan los monumentos antiguos y las antigüedades tienen algo muy especial en mi corazón. Mi casa está decorada entre moderna y antigua, entonces para mi es algo muy especial. Lo disfrutamos a pesar de que yo estaba muy enferma con este ojo.

Pero el director, el que iba dirigiendo el tour, él habló en determinado momento acerca de una carrera que es muy famosa aquí, una carrera que ustedes hacen, una maratón, ¿cierto? Y él habló mucho de eso, se ve que era algo muy especial y él habló también de una mujer enana que murió pero que logró culminar la carrera, logró correr de tal manera a pesar de sus imposibilidades físicas, a pesar de que tenía la estatura de una niña compitiendo con los grandes, pero logró terminar la carrera.

Y ese es el cuadro del Apóstol Pablo acerca de nosotros, los cristianos, él utiliza el cuadro de esa carrera que era tan famosa en los tiempos de los griegos y de los romanos. Y él comenta varias cosas comparándola con lo que es nuestra vida cristiana. Dice que los que corren a la verdad en el estadio, todos están corriendo, pero a la final uno solo se lleva el premio. Y nos exhorta a correr la carrera cristiana de tal manera de que podamos obtener el premio.

Ahora, tu dirás, bueno, nosotros ya obtuvimos el premio y el premio es nuestra salvación, como cantábamos ese coro tan hermoso. Pero, nosotros también sabemos a través de Primera de Corintios que habrá un día donde estemos en el cielo, que se llevará a cabo lo que es el Tribunal de Cristo donde cada uno de nosotros recibiremos una recompensa, coronas y Pablo peleaba por esa corona. Pablo caminaba en pos de esa corona, de ese galardón. Y él dice, corramos de tal manera que podamos obtener el premio, nos motiva a obtener un premio.

Luego en el versículo 25 él dice, “todo aquel que lucha”, lo que quiere decir, todo aquel que está corriendo también se abstiene de todo. O sea hay una disciplina en su vida. Si quiero ser un buen atleta, si quiero ganar la carrera tiene que haber una disciplina en mi vida. Tengo que dejar de comer cosas que no van a ser buen efecto en mi cuerpo. La disciplina tiene que ver con la alimentación, con el ejercicio, tiene que ver que al correr también tengo que llevar la clase de ropa que debo llevar, eso lo habla Hebreo Capítulo 12, versículo 1 cuando habla de que corramos despojándonos de todo peso y de todo pecado, para que corramos la carrera que se nos ha sido impuesta y dice Hebreos, puestos los ojos en Jesús. Y Pablo está hablando, corramos de tal manera hacia la meta. Tu y yo tenemos que correr esta vida cristiana hacia una meta y nuestra meta es poder llegar a cumplir lo que el Señor ha establecido en su llamamiento para cada uno de nosotros.

Pablo sigue hablando en el Capítulo 9 que acabamos de leer, él dice, yo corro y no corro como aventura, o sea, no corro sin dirección, yo corro de tal manera que yo voy a una meta, a un blanco. Luego dice, y peleo de tal manera, y golpeo mi cuerpo; él está hablando de afectar toda esta carne, que se nos trata a veces de salir hasta por los poros. Es un cuadro lindo, es un cuadro que necesitamos hoy recapacitar.

Tengo carga en mi corazón, tristeza en mi corazón muchas veces porque cuando miramos si un crecer numérico. En Latinoamérica tenemos un gran crecer numérico. Las iglesias crecen todos los días, cuando vemos lo que aquí en los EEUU, iglesias de miles de personas, pero saben tengo carga y tristeza en mi corazón porque veo que hoy hay una vida cristiana muy superficial. En vez de la iglesia afectar al mundo, el mundo está afectando la iglesia.

Tengo tristeza en mi corazón cuando en Latinoamérica los cristianos se deslumbran por los programas de televisión que se ven que nos llegan de acá, cristianos donde es un espectáculo de Hollywood. Tengo tristeza en mi corazón porque hoy el pastor está a millas de distancia de sus ovejas. No huele a oveja. Solo trabaja con un grupo muy reducido de personas. Tengo tristeza en mi corazón porque no hay contacto. Tengo tristeza en mi corazón porque hoy a lo bueno se le llama malo, y a lo malo se le llama bueno.

Tengo tristeza en mi corazón porque hoy tenemos un liderazgo tan superficial que en cualquier tormenta hemos visto caer a muchos líderes. Tengo tristeza en mi corazón porque hoy está pasando lo que sucedió en la época cuando David en el Capítulo 2 de Primera de Samuel o 1, él hace una endecha por la muerte de Saúl, el gran rey, el primer rey, y él por tres veces en su endecha exclama con dolor y dice, la gloria de Israel ha perecido. Pero él estaba hablando de otra cosa, porque los últimos días de Saúl fue a consultar a una adivina. Como han caído los valientes, dijo, hermanos de los filisteos. Y junto a ese Saúl cayó su gran amigo, Jonatan, un hombre de Dios, fiel a su padre y 3 veces David dice, cómo han caído los valientes, cómo han perecido las armas de guerra.

Y yo tengo tristeza en mi corazón porque hoy nuestros jóvenes tienen pocos modelos. Hay muchos héroes, pero tu sabes que los héroes caen rápidamente, pero hay pocos modelos. Y somos responsables ante una generación que está emergiendo. Se acabó la disciplina en la iglesia, eso es arcaico. Ya no se debe poner en disciplina. Se ha acabado un liderazgo santo, pero obviamente hay sus remanentes. ¡Aleluya!. Y por esos remanentes el Señor quiere hablarnos, tu y yo necesitamos vivir una vida como a Dios le agrada aunque para otros cristianos entre comilla, lo que tu y yo vivimos les parezca que es anticuado y arcaico. Pero si eso anticuado y arcaico está basado en esta palabra, entonces tiene que decir que tu estilo de vida según Dios es demasiado contemporáneo. Porque esa palabra es demasiada contemporánea, se aplicó ayer, se aplica hoy y se aplicará mañana, porque Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos y él dijo que el cielo y la tierra pasarán pero su palabra nunca pasará.

Por eso quiero compartir esa palabra sin reservas, sin retorno y sin nada que lamentar. Hace un tiempo, unos años, dos años atrás tal vez, meditando en mi devocional encontré en el librito de devocional encontré una historia que tocó mucho mi corazón, y era acerca de un hombre que nunca yo le había oído nombrar.

Era un joven llamado William Burten, estadounidense, hijo de una familia multimillonaria en este país, han sido los dueños de lo que es la leche, los Burten’s milk y también de los pegantes y todo eso, una familia supremamente millonaria. William Burten fue muy afectado en su vida espiritual por su madre. Su madre fue una influencia maravillosa en la vida de William Burten. A la edad de 16 años terminado sus estudios de bachillerato, sus padres le regalaron un viaje por ciertas partes del mundo y él después de regresar de ese viaje, él vino encendido con un fuego muy grande en su corazón por misiones. Y Dios tocó su corazón por un llamado a trabajar en la China con los musulmanes de la China. William Burten entró en la universidad de Yale y de Princeton y cuando él entró a la universidad su única meta era prepararse para servir a Dios. Universidades cristianas.

Su padre murió y él fue llamado para administrar los negocios de su familia y él se negó rotundamente a hacerlo porque él dijo, Dios, mi Padre celestial me ha llamado a sus negocios. El recibió después de la muerte de su padre una multimillonaria herencia y él oró mucho al Señor y él sintió entregar todo, toda su herencia para la extensión del Reino. El no dejó nada para él y cuando él hizo esto, él escribió en la portada de su Biblia, en la primera página, él escribió una frase que es el primer punto de mi mensaje en esta mañana, él escribió la frase, sin reservas, sin reservas.

Sin reservas, reservar quiere decir guardar, quiere decir retener algo. Hablándolo en nuestros términos significa no darle todo a Dios. Es cuando reservamos una parte de nuestra vida o de nuestras posesiones y le damos a Dios el 80% o el 70%, pero no lo damos todo.

Cuando se va al Evangelio de Marcos, Capítulo 10, los versículo 17 al 22, el Señor tiene un encuentro con un joven, Marcos 10:17 al 22. Dice: “...Al salir él para seguir su camino vino uno corriendo e hincando la rodilla delante de él le preguntó, Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo, ¿por qué me llamáis bueno, ninguno bueno, sino solo uno, Dios? Los mandamiento sabes, no adulteres, no mates, no hurtes, no digas falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre. El entonces respondiendo le dijo, Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús mirándole le amó –que interesante, dice le amó- y le dijo, una cosa te falta, anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoros en el cielo. Y ven, sígueme tomando tu cruz. Pero él afligido por esta palabra se fue triste porque tenía muchas posesiones.”

El fue atraído por Jesús y él le dijo que podría hacer para ganar la vida. Y el Señor comienza, conociendo su corazón, comienza a darle ciertas pautas. Los mandamiento practícalo. Oh, Señor todo lo he hecho. He honrado a mi padre y a mi madre, soy bueno. Pero al final puso el dedo en la llaga, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres. Porque dice la palabra que él era muy rico y tocó el área débil, el dinero, las posesiones materiales. Y dice que aquel joven entristecido se retiró, no podía desligarse de sus posesiones.

Ahora, el Señor no estaba interesado en sus posesiones. El Señor estaba interesado en su corazón pero él sabía que el problema en el corazón era eso. No me malentienda, las posesiones materiales no son malas, lo malo es que las posesiones materiales nos posean a nosotros. Es que lo que Dios nos da nos posean de tal manera que nos imposibiliten servir con libertad al Señor, tener no es malo, lo malo es que lo que tengamos nos tenga a nosotros.

El problema del joven era la parte del dinero. Pablo entendió muy bien, desde el principio de su conversión lo que significaba sin reservas. En Filipenses, Capítulo 3, donde encontramos realmente su hoja de vida, su currículum, Pablo está hablando de lo que él era antes de estar en Cristo. El describe su identidad, él habla de que él era un hebreo de hebreos, un cumplidor de la ley, un hombre celoso de su religión, perseguidor de la iglesia, era irreprensible en el cumplimiento de la ley. El habla donde se educó a los pies de Hamaliel, pero luego que él hace este recuento, me encanta cuando Pablo dice, pero todas estas cosas, todo esto que yo consideraba que era lo más grande, hoy lo tengo por basura, hoy lo tengo....

Y la nueva versión internacional lo dice más fuerte, dice lo considero estiércol, por el conocimiento de mi Señor Jesús, por amor del cual lo he perdido todo y hoy lo tengo por basura. Pablo perdió todo para ganar a Cristo. Perdió su reputación dentro de su religión, perdió su posición dentro de su religión, perdió su honra religiosa y no le importó nada por ganar a Cristo. Todo lo entregó y tu y yo sabemos que la vida de Pablo fue una entrega desde el momento cuando Jesús se le revela en el camino a Damasco y él rendido dice, Señor, ¿qué quieres tu que yo haga? Desde ese día Pablo entregó todo.

Yo espero que usted haya entregado todo y que hoy sea confrontado con esa palabra por si ha habido alguna reserva, sin reservas. La vida cristiana es sin reservas.

F. B. Meyer un gran hombre de Dios estudió en un seminario bíblico. El comenzó a predicar, su iglesia tenía cierto número de personas, tenía un ministerio bueno. Un día llegó a su ciudad un compañero de seminario bíblico. Iba a estar 8 días en su ciudad y él lo invitó a predicar esos 8 días en su iglesia. Fue una revolución. 8 días este hombre predicó de la manera más sencilla, pero con una unción y un poder del Espíritu Santo que Meyer nunca lo había visto. El fue impactado, la gente fue tocada, pero él fue impactado. Al final de esos 8 días mientras su amigo estaba empacando la maleta, él se acercó a la habitación y habló con él. Y de manera muy orgullosa ministerialmente le preguntó, ¿cuál ha sido el éxito de esto? ¿Por qué Dios te usa de esta manera? Y su amigo le dijo, sencillo.

Un día yo fui confrontado por el Señor mientras oraba y sentí que Dios vino a mi vida y tocó mi vida. Y Dios me pidió que yo le entregara todas las llaves de mis cuartos cerrados. Y desde el día que yo le rendí todo a él, el ministerio cambió, mi vida cambió. Vivo en una dimensión diferente. Meyer no le pidió que orara por él. A veces los ministros tenemos un orgullo que no podemos pedirle a otro que haga una oración por nosotros. Hay muchos que sienten que están perdiendo su dignidad ministerial cuando al contrario la está ganando.

Cuando él fue a dejar a su amigo al tren y volvió, él se arrodilló en su cama. Meyer hizo lo mismo, empezó a orar y dijo, Dios hoy quiero hacer una rendición total a ti. Y mientras estaba en oración, él sintió la presencia de Jesús venir al lado de él. Y era tal la presencia de Jesús en su habitación que él casi no se podía mover. Y él sintió que Jesús venía para pedirle las llaves. Entonces, Meyer tomó las llaves y las levantó en su mano y con su corazón rendido le dijo, oh, Señor, toma todas las llaves de mis cuartos cerrados. Te rindo todo. Y las puso en las manos de Jesús. Y luego él sintió que Jesús le dijo, ¿son estas todas las llaves? Y Meyer dijo, casi todas, Señor. No te preocupes, algunas que dejo son pequeñas cosas, de eso yo me encargo. Y sintió que Jesús le devuelve las llaves y le dijo, Meyer, o todas o nada. Y dio la vuelta y en ese momento su corazón fue estremecido y comenzó a llorar y le gritó, todas, Señor. Y él rindió todas las llaves de sus cuartos vacíos. Porque sabes, en nuestra vida hay cuartos cerrados que están vacíos aunque creemos que están llenos, que no le hemos rendido al Señor, cosas que a veces ni nosotros mismos nos damos cuenta, situaciones de carácter, situaciones que nos ligan a personas a cosas, pero en la vida cristiana es sin reservas.

Es entregándole todas las llaves, es entregándole todas las áreas de nuestra vida, es sabiendo que no puedo reservar nada para mi, es sabiendo que tengo que vivir una vida al estilo de vida de Dios, cosas que me agradan pero que tengo que mantenerme como dijo el Apóstol Pablo, yo martirizo mi carne, yo golpeo mi carne, crucifico mi carne porque el problema es que hoy los cristianos crucifican la carne con puntillas de dos pulgadas y la carne tiene que crucificarse con los clavos de la cruz.

El problema es que hoy los cristianos quieren pasar por liberación, por todo le atribuyen al diablo todo, pero no reconocen que es su carne, su carácter que son situaciones en su vida. Sin reservas. Dios te quiere sin reservas.

Hoy es un día para entregarle a Dios todas las llaves. Hoy es un día para que nada más nos afecte, nada más nos ligue ni al mundo ni a ninguna otra situación, ni sentimientos personales que no son correctos. Sin reservas. Díganle a la persona que está al lado, sin reservas.

Es entregarle todo a Dios, es entregarle nuestra vida, es entregarle nuestras fuerzas. Jóvenes, es entregarle tu juventud pero qué va a pasar. Pasará lo mejor. Es entregarle todo.

Cuando yo estudiaba en el colegio, yo era capitana de uno de los equipos de basketball. Me encantaba el basketball, y cada vez que teníamos que competir con otros de los equipos de nuestro colegio, entonces nuestro instructor estaba allí trabajando con nosotros. Había una disciplina, había que compartir el tiempo entre el estudio y la disciplina de entrenar. Y nunca olvido, cada vez que íbamos a jugar el entrenador nos miraba a cada uno de nosotros, y él decía, poniendo el dedo nos decía, entrega todo lo que tienes. Y nos hablaba así, entrega todo lo que tienes. Y nosotros sabíamos que cuando él hacía este dedo, él estaba diciendo, entrega todo lo que tienes. Y luego repetía, no se olviden, den todo.

Y muchas veces mientras estábamos jugando, y a veces íbamos perdiendo, y lo mirábamos para ver qué instrucción había, solo había una instrucción: entrega todo. Y cuando veíamos este dedo, entregábamos todo, a veces el cuerpo estaba cansado pero le entregábamos todo hasta que ganábamos. Sin reservas.

La vida cristiana es sin reservas. Yo llevo 31 de haber conocido al Señor y te quiero decir, hasta aquí, mi vida fue sin reservas. Ha sido sin reservas. Yo me entregué hoy a Cristo y mañana, era sin reservas. Algo pasó en mi vida, algo impactó mi vida, en medio de una ciudad pequeña, de una sociedad muy estricta. Fui la primera persona de nuestra sociedad en conocer al Señor y la familia me dio la espalda, nos amigos nos dieron la espalda. Ser evangélico en ese tiempo era un precio demasiado grande.

Nací en la costa, nacía bailando, todos los que nacimos en la costa, las mujeres de la costa bailamos muy bien. Amen. Alabado sea Dios!

Oh, tu estás en el vientre de tu madre y .... mira cuando yo di a luz mi segundo hijo, estábamos bailando con mi parido cuando nos dieron los dolores de parto. Puedes imaginar. Y nacimos bailando, y desde que tu naces tu mamá, chiqui chiqui chiqui, o sea llevas el ritmo en la sangre, por eso yo entiendo el merengue. ¡Aleluya! la salsa y el control, y es bueno porque son ritmos nativos que tenemos que usarlos para adorar y alabar al Señor.

Así es que mi vida era el baile. Era una juventud muy sana. Cada sábado en la noche nuestros amigos, a bailar, no teníamos mucho plata entonces llegábamos a un salón, pedíamos dos coca cola y 12 vasos. Porque nuestra meta era poder ir y había que consumir algo, ¿no? así es que con 12 vasos, lo importante era bailar tres horas, con la mejor orquesta caribeña.

Cuando me casé y me enamoré de mi esposo y después nos casamos, yo sabía, mi esposo, es del interior del país y yo sabía que estaba enamorada de él. Les voy a decir cuál fue la señal: ninguna mujer que baila bien en la costa se casa con un hombre que no sabe bailar. Y mi esposo no sabía bailar.

Voy a ....., ya puedes imaginar. No sabía bailar y yo estaba tan enamorada que le enseñé a bailar. Obviamente él no se iba a mover como nosotros nos movemos, pero ya había aprendido. Así es que todos los sábados nosotros bailábamos. Pero cuando yo me convertí a Cristo y el pastor que me instruyó la siguiente mañana después de haberme entregado a Cristo, él me dijo: sabe el Señor la quiere, y yo dije, pero no me vaya a decir que tengo que dejar nada. Porque yo conocía la mentalidad de los evangélicos. El fue tan sabio que me dijo, no, usted no tiene que dejar nada, él la quiere así. Ah, bueno, así, si.

Y allí esa mañana, un día martes en la mañana, yo rendí todo al Señor. Martes en la tarde jugábamos canasta en el club las mujeres. Me encantaba el juego. Martes en la tarde, tu vas a creer que yo no fui al juego, me llamaron. Por primera vez estaba leyendo esta Biblia-. El fuego de Dios apasionó mi corazón.

El sábado siguiente mi esposo dijo, listos, nos vamos. Yo dije, no, yo no quiero, el Señor me quitó todo. Algo, un cambio al extremo. Sin darme cuenta yo rendí todo y han pasado 31 años y te voy a decir, cada vez estoy rindiendo más, más, más en la medida en que el Señor me muestra, sigo rindiendo.

El mundo ya no fue mi placer. Mi placer y mi único gozo es él. El me llena todo. Sin reservas. Sin reservas. Díganle al que está al lado, sin reservas.

SIN RETORNO

Vamos al segundo punto del mensaje. Sin retorno. Dígale al que está al lado, sin retorno. Cuando William Burten tenía 25 años, había acabado sus estudios universitarios y cuando William Burten salió para la China para cumplir su llamado, él escribió la segunda frase en su Biblia, después de haber escrito sin reservas, él escribió sin retorno.

Sin devolverse, allí él escribió, sin retorno. Cuando usted va a Lucas Capítulo 9, versículo 57 al 62 hay un encuentro de tres jóvenes con el Señor. Lucas 9:57 al 62 dice:

“Yendo ellos, uno le dijo en el camino, Señor, te seguiré a donde quiera que vayas, y él les dijo, las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos, nidos, más el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otros, sígueme. Él le dijo, Señor, déjame que primero vaya entierre a mi padre. Jesús le dijo, deja que los muertos entierren a sus muertes, y tu ve y anuncia el Reino de Dios. Entonces también dijo otro, te seguiré, Señor pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.”

Estaban hablando, allí hay tres jóvenes que tenían su corazón en lo material, en la familia, en los amigos, en los parientes, y en el versículo 62 el Señor lanza una palabra, una frase y dice “... Jesús les dijo, ninguno que poniendo su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.”

Y él está diciendo aquí ninguno que ponga su mano en el arado y mire hacia atrás es digno del Reino de Dios. William Burten, cuando salió para cumplir su llamado a misiones, él dijo, sin retorno. Una vez que pongo mi mano en el arado para servir y seguir al Señor, no puedo volver atrás. Y este es el problema de muchos. Que un día si y otro día dicen no. es el problema de muchos que hoy son entre comillas cristianos radicales y luego les vemos retroceder.

La vida cristiana es una caminar hacia delante, nunca hacia atrás. La vida cristiana es caminar en pos de una meta que está delante de nosotros, que se llama el blanco. El Apóstol Pablo dijo en Filipenses Capítulo 3 versículo 13, dice “yo no he alcanzado lo perfecto, yo no soy perfecto, pero una cosa hago, olvidando lo que queda atrás, olvidando la religiosidad, olvidando el fariseísmo, olvidando los honores, olvidando las glorias pasadas, yo me siento hacia adelante, hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

La vida cristiana es una marcha hacia adelante nunca hacia atrás, porque cuando tu miras hacia atrás no puedes alcanzar lo que está adelante. El pueblo de Israel en el desierto, cada vez que salieron ellos, cada vez que avanzaba y venía una prueba y venía una lucha, y se les terminó el alimento, ellos comenzaron a mirar a Egipto. Y miraron el alimento de Egipto, y miraron lo que comían en Egipto. Les faltó agua y miraban a Egipto. Ojalá muriéramos. Esa generación nunca alcanzó la promesa. Esa generación nunca alcanzó la tierra prometida porque su caminar fue hacia atrás, nunca hacia adelante. Solamente Josué y Caleb fueron los de esa generación que alcanzaron la bendición de Dios y la promesa. Josué y Caleb que afectaron la siguiente generación, que impactaron la siguiente generación, cada vez que moría alguien en el desierto y venían y decían, Josué, murió la familia tal, Josué decía, ¡alabado sea Dios!

¿Sabes por qué decía ¡alabado sea Dios! Porque ellos son menos, ellos tienen que quedar enterrados en el desierto, sus propias palabras los enterraron en el desierto. Ya quedan menos, ya vamos a alcanzar la tierra, ya vamos a llegar a la tierra. Porque Josué y Caleb caminaban hacia adelante.

Pablo caminó hacia delante. Usted y yo tenemos que mirar hacia delante. No importa que vengan las pruebas, no importa que vengan las luchas, no importa que vengan las tentaciones, si su vida está fundamentada en la roca inconmovible de Cristo, los vientos y las tempestades más duras, no le podrán derribar, usted seguirá mirando hacia delante. Se moverán, se le caerán algunas hojas, se le quebrarán algunas ramas, pero su meta está hacia delante. Sin retorno. La vida cristiana es sin retorno.

Cuando usted va a Génesis Capítulo 19, en el versículo 17, en la destrucción de Sodoma y Gomorra, los ángeles advirtieron muy bien a Lot y a su familia lo que ellos tenían que hacer si querían ser salvos de la destrucción. Y en el versículo 17 las recomendaciones le dijeron ellos, cuando los hubieran llevado afuera, le dijeron escapa por tu vida y, miren la recomendación, “no mires tras de ti, no pares en esta llanura, escapa al monte, no sea que perezcas”. Pero cuando tu vas al versículo 26 del mismo Capítulo dice, “....entonces la mujer de Lot miró atrás a espaldas de él y se volvió estatua de sal”.

Correcto. Ella miró atrás. Una vez que tu y yo miremos atrás quedaremos convertidos en estatuas de sal, porque es sin retorno. Es sin reservas pero sin retorno.

Como me gusta la vista de Eliseo. En Primera de Reyes en el Capítulo 19, si avanzo un poquito usted se va a dar cuenta la vida de este joven profeta llamado por el Señor para servirle como profeta. Elías acababa de pasar un tiempo muy duro, Elías había estado en una depresión muy profunda a causa de la amenaza de Betsabé. Lo vemos luego subir a Oreb, el monte de Dios, y ahí Dios le reconfirma su llamado y le dice, hay un nivel mayor, tu vas a ir, tu vas ahora a preparar a tu sucesor y lo vas a encontrar, vas a extenderle el manto, vas a ungir reyes.

 

 

En el versículo 19 está el encuentro de Elías con Eliseo y dice, “...partiendo él de allí, halló a Eliseo, hijo de Zafad que araba con 12 yuntas delante de sí. Y él tenía la última y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías y dijo, te ruego que me dejes besar a mi madre y a mi padre, y luego te seguiré. Y él le dijo, ve, vuelve ¿que te he hecho yo?”

Aquí está un hombre joven que estaba arando. Tenía posesiones materiales, tenía tierra, estaba arando la heredad que le correspondería. Había una relación muy linda familiar. Seguramente Eliseo, como todos los jóvenes de ese tiempo, anhelaban un ministerio profético. El ministerio de Elías había sido impactante en Israel. Elías fue uno de los más grandes profetas, hasta hoy el pueblo de Israel lo espera. Cada vez que celebran la pascua, en cada familia hay un lugar reservado en la mesa, para el profeta Elías.

Así es que Elías impactó su generación. Había una escuela de profetas. Elías pone el manto sobre Eliseo, eso era la confirmación de un llamamiento. Qué gozo para Eliseo, había soñado con el ministerio que Dios le había dado a Elías, y ahora era la confirmación. Pero hace una cosa sabia, y él le dice, permíteme regresar por un momento a despedirme de mis padres.

Tu dirás, pero los otros jóvenes pidieron lo mismo, pero esto era diferente, la motivación del corazón era diferente. Usted va a ver lo que Eliseo hizo. Y dice, ¿qué te he hecho yo? Lo que le quería decir es, yo no te he llamado, el que te ha llamado es Dios. Yo solo estoy confirmando tu llamado. Haz lo que quieras. El vuelve a casa, dice que él besó a su padre y a su madre. ¿Por qué? Porque él sabía que el llamamiento era sin retorno. El besó a su padre y a su madre porque él dijo, hasta aquí. Hasta aquí estoy con ustedes, los amo, los honro, pero Dios me está llamando. Él volvió e hizo algo más. En el versículo 21 dice:

“...Y se volvió y tomó un par de bueyes, los mató y con el arado de los bueyes, coció la carne y le dio al pueblo para que comiese. Después se levantó y fue tras de Elías y le servía”.

Sin retorno. El no solo se despidió de sus padres, él tomó lo que era su trabajo, sus bueyes. Lo que él hizo fue un acto profético. El cogió los bueyes y los mató. El tomó las yuntas, él tomó sus herramientas de trabajo, las partió y con eso asó los bueyes y se los dio a sus empleados. Estaba diciendo, nada me puede hacer volver. Nada, ni lo material ni lo familiar, una vez que yo estoy caminando en pos del llamado de Dios, es sin retorno, es hacia adelante, nada me puede hacer volver. Estoy quemando todo lo que me puede ligar al corazón, todo lo que me puede hacer volver, porque desde este día Elías, yo solamente te voy a servir. Voy a caminar al lado tuyo. Mire, era un hombre rico, pero fue a servir.

Sin retorno. La vida cristiana es sin retorno. Nada nos puede hacer volver, nada. Hoy nosotros vemos gente que empieza con una explosión de gozo la vida cristiana y uno dice, van bien, pero cuando sale el sol, como dice la semilla que cayó entre pedregales, no hay profundidad, y en la primera prueba, pregunta, ¿y por qué, Dios? Y retrocedemos. Pero la vida cristiana es sin retorno.

Número uno, sin reservas. Número dos, sin retorno. Dígale al que está al lado, sin retorno. Y vamos a la tercera frase rápidamente, diga sin nada que lamentar.

SIN NADA QUE LAMENTAR

William Burten tenía 25 años cuando salió a su llamado. Yendo para la China tenía que quedarse en Egipto, primeramente recibiendo un curso práctico de misiones. William llegó a Egipto y su entrenamiento en Egipto solo duró 25 días. Porque le dio una meningitis en la espina dorsal que luego afectó su cerebro. Y en 25 días, William Burten, murió. Y cuando su cadáver fue traído a los EEUU, y cuando su familia abrió el ataúd encontró la Biblia en los brazos de William Burten. Sus compañeros de misiones la habían colocado allí. Y al abrir la Biblia estaba escrita la tercera frase: sin nada que lamentar.

Escuche bien: sin nada que lamentar. William Burten no solo entregó todo su dinero, dio su vida para servir al Señor. para muchas personas tal vez podrían decir, fue una pérdida. ¿Cómo un hombre con tanta pasión y con tanta entrega solo duró 25 años? Para muchas personas tal vez su vida fue un desperdicio. Pero yo quiero decirte lo que habla Internet acerca de él.

Dice que el día de su entierra cientos de jóvenes vinieron a consagrarse completamente a Dios. Dice que después de su entierro la cantidad de jóvenes que vinieron para servir al Señor en misiones fue impresionante. La vida de William Burten impactó a su generación. La vida de William Burten sigue impactando todavía hoy. Aunque poco se sabe de él sigue impactando para los que le conocen. A mi personalmente la vida de este muchacho me ha impactado.

Leíamos en Internet que hace un año o dos años trajeron uno de los soldados norteamericanos que estaban peleando en Irak y el día del entierro, que estaban poniéndole allí con la bandera de los EEUU, sus padres se pararon frente al ataúd y hablaron las palabras que William Burten había escrito. Ellos dijeron al enterrar a su hijo: vivió sin reservas para esta nación, vivió sin retorno, y vivió sin nada que lamentar. Lo dio todo por su nación.

William Burten dio todo por el Evangelio. Su vida fue una inspiración. Cuando él llegó a las universidades para estudiar los comentarios que se hicieron es, él llegó a las universidades, él no quería que nadie se diera cuenta que él era un hijo de millonarios. El vivió bajo una apariencia normal. El no quería que nadie se diera cuenta, pero al poco tiempo en las universidades, la gente si se dio cuenta de quién era William Burten, no por el dinero que tenían, sino por el estilo de vida que vivía. El impactó a la juventud, él vivió una vida correcta delante de Dios. El aún enfrentó a sus profesores cuando quisieron traer nuevas ideologías a las universidades cristianas. El los retó, él los confrontó, él salía de sus estudios y él caminaba por las calles y él compartía el Evangelio a toda persona que encontraba en las calles. El caminaba por las calles y cuando había mendigos, los cogía, los llevaba a un restaurante, les pagaba el almuerzo o la comida y mientras compartía con ellos el almuerzo y la comida, les compartía el pan de vida que es Cristo.

El no pasó desapercibido en medio de su generación. El impactó su generación, no por el dinero que tenía sino por el tesoro más grande que él tenía, que era Cristo Jesús. El pudo vivir sin reservas. El pudo vivir sin retorno y él pudo cerrar sus ojos diciendo, sin nada que lamentar. Los dolores de la enfermedad fueron terribles, pero eso no hizo renegar. Al contrario sabía que los 25 años que había vivido los había vivido muy bien.

Hace 3 años cuando me encontraron el cáncer en el riñón, toda la noticia nos afectó. Estaba una tarde con mi hija en el sofá en mi casa, yo estaba recostada. Ella estaba llorando y por supuesto yo también estaba llorando. Y yo dije, si el Señor me permite o quiere llevarme a los 54 años, mira yo lo único que quiero que tu sepas es que los he vivido bien. No usé esas palabras que usó William Burten, pero yo dije, Señor, permíteme vivir más porque hay mucho por hacer, pero si aún tu me quieres llevar ahora, yo podré decirte que he disfrutado hasta el último segundo de mi vida. Sin nada que lamentar.

Y yo quiero concluir con esto. Que vivamos de tal manera nuestra vida que no haya nada que lamentar. Hoy estamos viendo con tristeza a muchos grandes caer. Gente que comenzó bien, gente que comenzó muy bien y ...... que nosotros decimos, ¿cómo pudo pasar esto? En cualquier momento descuidaron un área en su vida.

Y Pablo dice en la primera porción que leímos de Primera de Corintios 9, en la última parte él hace una exhortación y él dice “... yo corro golpeando mi cuerpo, lo tengo por servidumbre, no siendo que habiendo sido heraldo para otros yo mismo venga a ser eliminado”.

Habiendo sido heraldo. Vuelvo y repito lo que dije al principio. Nuestra generación que se está levantando, que tu tienes que mirarla con pasión porque es una generación que Dios está llamando para retar el mundo en los últimos tiempos. Estos jóvenes que tenemos necesitan modelos de vida, necesitan retos de vida, retos de vida que hayan vivido sin nada que lamentar.

Muchos están cayendo, muchos árboles grandes están cayendo porque comenzaron bien. Lo importante, amados, no es comenzar bien es terminar bien. Sabes cuando David comenzó, en sus comienzos cometió muchas fallas, tuvo muchas caídas. Pero David fue un hombre que impactó su generación, impactó la nación. Cuando David murió el lamento de la gente fue, se ha apagado la lámpara de Israel. Que tremendo testimonio.

Dice, se apagó la lámpara de Israel, porque David terminó bien. Comenzó mal pero terminó bien. Y fue un impacto para sus generaciones, cuando usted estudia los libros, el libro de Reyes, los libros de Reyes hablan más de los reyes del norte y los reyes del norte fueron reyes malos. Pero cuando usted va a Crónica usted ve un recuento detallado de lo que fueron los reyes del sur, que hubo muchos reyes buenos, como Josafat, como un Ezequías, como un Josías, como un Asa y es interesante cuando se habla de ellos y dice, que cuando ellos eran muy jóvenes asumieron el reinado. Ellos dicen, buscaron a Jehová con todo su corazón y siguieron los caminos de David, su padre.

Me llama la atención porque David no fue su padre biológico. Pero ellos soltaron la herencia de sus padres biológicos, como la herencia de una amor en Josías que era su padre perverso y de un abuelo como Manasés, que solo al final de sus días tuvo un encuentro con Dios por la grande y extrema misericordia de Dios. Pero dice que Josías siguió los caminos de David, su padre. Lo que quería decir es que ellos tomaron la determinación de seguir los padres espirituales. Y hoy tu y yo tenemos que convertirnos en padres espirituales que marquen una generación que se está levantando para que aún tengan que renunciar a la herencia de sus padres biológicos, que tal vez no siguen los caminos del Señor, para poder seguir la bendición de la herencia en sus padres espirituales.

Se ha apagado la lámpara de Israel. No importante no es comenzar bien. Alguien dijo esto que me tocó mucho, alguien comparó el ministerio y la vida cristiana como un paracaidista tirándose de un avión. Escuchen, bien amados, no importa el paracaidista cuántas piruetas haga en el aire, lo importante es que el paracaidista termine bien, caiga bien. No importa cuántos piruetas tu y yo hagamos. Lo importante es terminar bien.

Solo llévame, vas conmigo a dos Escrituras, Segunda de Timoteo, Capítulo 4 versículos 6 y 8, una Escrituras muy conocida, sus últimas cartas que Pablo escribió a su discípulo Timoteo y al final de su carta, él escribe esto:

Segunda de Timoteo, Capítulo 4, versículo 6: “...porque yo ya soy para ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. He peleado una buena batalla. He acabado la carrera. He guardado la fe, por lo demás me está guardada la corona de justicia la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día, y no solo a mi sino a todos los que aman su venida.”

Pablo podía decir con satisfacción he terminado todo lo que Dios me encomendó. He vivido correctamente, he vivido sin reservas, nunca retorné. He terminado a satisfacción sin nada que lamentar.

Te quiero decir eso al final. La última Escritura, Primera de Samuel, Capítulo 2, versículo 2 al 5. Cuando Samuel, el juez, le profeta, el sacerdote de Israel terminó sus días, ya era anciano, y él está frente a todo el pueblo y qué hermoso cuando Samuel confronta al pueblo, versículo 1 en adelante:

“...Dijo Samuel a todo Israel, he aquí yo he oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he puesto. Ahora pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros, yo ya soy viejos, lleno de canas pero mis hijos están con vosotros.”

Miren lo que él dice “...Y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día. Aquí estoy frente a ustedes, atestiguad contra mi delante de Jehová, y delante de su ungido si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado alguno o si de alguien he tomado cohecho para secar mis ojos con él y os lo restituiré. Entonces dijeron, nunca nos has calumniado, ni agraviado, ni has tomado algo de la mano de ningún hombre. Y él les dijo, Jehová es testigo contra vosotros y su ungido, también es testigo en este día que no habéis hallado cosa alguna en mi mano; y ellos respondieron, así es.”

Delante del pueblo Samuel podía testificar que había vivido sin reservas, que había vivido sin retorno y que había vivido sin nada que lamentar. Mayor ejemplo no pueden tener ustedes.

Ha partido para estar con el Señor, que no pudimos conocer con Susan personalmente, pero que vivió sin reservas, que vivió sin retornar a pesar de las pruebas y de las luchas, y que hoy ustedes dan testimonio porque desde que entramos a esta iglesia, al hablar esta mañana con Meche por el teléfono, su corazón estaba quebrantado, había tristeza, porque amamos a esa clase de gente que es un impacto para nuestras vidas y nuestras generaciones.

Nuestra hermana Antonia ha partido con el Señor, pero ha dejado un legado muy grande. El nombre de Antonia significa de un valor incalculable. Ella vivió sin reservas, lo dio todo. Ella vivió sin retorno a pesar de los huracanes y de las tempestades y de la fuerte lucha. Y ella al cerrar sus ojos ayer, podía decir, sin nada que lamentar.

Yo quiero vivir esa vida. Oh, que el Señor nos ayude, tienen el mejor ejemplo. Podría hablarle de William Burten, he podido hablarles de uno y de otro, pero ustedes vivieron alrededor de una mujer que vivió sin reservas, sin retorno y sin nada que lamentar.

Cada testimonio que oímos mientras llegamos a la iglesia, Mary estaba compartiendo los buenos consejos, los sabios consejos. Una mujer que tuvo visión aún de lo que venía y fue sensible para darlo. Una mujer que vivió en integridad y en verdad y les ha dejado un legado, no solamente a sus hijos y a sus nietos, sino a la iglesia entera. Que bueno vivir así.

Ay, piensa en el cielo, quiero creer que cuando ella partió con el Señor, el Señor se levantó como levantó cuando Esteban fue apedreado, y le dio la bienvenida al cielo, y le dijo, buena sierva fiel, me diste todo y caminaste sin mirar atrás y cumpliste hasta el final. Puedo creer que el Señor se paró ayer y le dio la bienvenida a su hija amada porque corrió la carrera y llegó a la meta, vivió el tiempo que el Señor le permitió sin nada que lamentar.

El Señor nos ayude a vivir de esa manera. Que el Señor nos ayude. Oh, jóvenes, que el Señor nos ayude. Ella fue un modelo para ustedes, un modelo para su generación, para los jóvenes, para los jóvenes. Aún a pesar de tener 92 años, vidas así necesitamos tener entre nosotros para que podamos vivir sin reservas, sin retorno, sin nada que lamentar.

Por favor, como me gustaría que mientras yo hago un llamado pequeño, canten la última canción que cantaron de salvación, ¿recuerda? Que hermosa canción. Que hermoso himno. Me dice Susan que ese himno fue compuesto por un hombre que perdió todo en la tragedia del Titanic. Y habiendo perdido toda su familia podía cantar las letras que nosotros escuchamos.

Cierre su Biblia por favor. Mire un poquito hacia adentro esta mañana. Solo permítanme hacer un llamado, tal vez usted ha reservado todavía algo. Tal vez hay cosas y áreas en su vida que usted todavía no las ha rendido, no las ha entregado. Tal vez hay llaves con las que se ha cerrado algunas puertas y le ha dicho al Señor, hasta aquí tu puedes tomar, pero esto no. Tal vez hay personas que necesitan rendir hoy áreas de su carácter. Yo no se cuántas cosas conozco de mi pero no de ti.

Permíteme hacer una oración por ti. Y si hay algo que tienes que entregar, quiero pedirte que pases y te pares aquí por un minuto, tomes la decisión hoy de vivir sin reservas. Si hay personas que han tratado de mirar atrás en medio de las situaciones difíciles, yo quiero que camines hacia delante para decirle, Señor, ahora pase lo que pase yo no podré mirar atrás. Yo quiero caminar sin retorno. Sin retorno, Señor, tu lo sabes. Tu lo sabes, camina hacia delante por un momentito. No mires, no hables con nadie, por un momento, tu sabes lo que tienes que rendir, tu sabes. Tu sabes si has mirado atrás y has retrocedido. En él hay esperanza.

David habla de sus muchas y extremas misericordias. Yo no se que clase de vida has llevado, tal vez nadie lo sabe, pero Dios lo sabe. Dios te conoce, Dios sabe tu corazón y hoy es una mañana para rendir todo. Hoy es una mañana para no volver atrás, es una mañana para decirle, Señor, eres tu lo único.

Mientras estás allí levanta tus manos por un momento, cierra tus ojos allí, cierra tus ojos allí, y mientras tienes sus ojos cerrados mira al Señor que está delante de ti. Hagamos esta oración. Tu sabes lo que tienes que entregar y dile al Señor, tu me has llamado a vivir sin reservas. Tu diste todo por mi, tu dejaste tu gloria, Señor. Tu dejaste tu gloriosa gloria allí arriba y viniste a esta tierra y sin reservaste te diste, fuiste a la cruz, derramaste la última gota de tu sangre por mi. Fuiste vituperado, fuiste humillado, oh tu eres el Hijo de Dios, tu eres el Dios viviente y tu tuviste que ir a la cruz, la maldición de la cruz, la muerte más vergonzosa, la muerte más terrible, allí perdiste tu dignidad, allí te hiciste pecado por mi, allí tuviste el cruel abandono de saber que Dios tenía que cerrar sus ojos a su Hijo amado. Oh, allí sufriste la soledad de no tener al Padre cerca cuando nuestro pecado fue cargado por sobre ti. Y Señor, perdiste todo, sin reservas, nunca retrocediste, aún en el Getsemaní cuando lloraste y tu sudor como grandes gotas de sangre, no retrocediste. Solo tuviste que decir, Padre, si es posible quita de mi esta copa pero no se haga mi voluntad sino la tuya. Y diste la palabra en hebreo que tu estabas mirando hacia delante, que no importó todo el sufrimiento, dice la palabra que fue por el gozo puesto delante de ti, sufriste la cruz y menospreciaste todo sufrimiento porque allí el gozo éramos nosotros. El gozo era mi vida, el gozo que tu podías ver y lo que te mantuvo para seguir adelante era que querías darme tu salvación. Nunca retrocediste, Señor.

Oh, fuiste el fiel modelo que queremos seguir y hoy estamos delante de ti, y aguantaste nuestros palos. Haga una lección allí entregando el área de su vida que usted tiene que entregar. ......... allí sus labios sin que nadie le oiga, pero hable con el Señor, dígale, Señor, entrego áreas, entrego ligaduras ........, entrego, Señor, áreas de mi carácter que no han sido buenas, te rindo todas las llaves de mis cuartos cerrados. Hoy me entrego sin reservas a ti, quiero darte todo para vivir una vida correcta, algo bueno tiene que pasar en mi vida. Hoy ríndalo todo allí, abra sus labios, usted sabe que tiene que rendirle al Señor. oh, dígale al Señor, hable con él allí. Hable con él un momentito y ríndale todo. Ríndale todo. Ríndale todo. Hoy rindámosle todo a él. Rindámosle nuestras posesiones, rindámosle todo lo que nos liga a este mundo. Rindámosle toda relación que no es correcta y usted lo sabe, toda relación que le he estado pidiendo.

Oh, Señor te entregamos todo. Y hoy te levantamos nuestras manos, desde hoy queremos caminar para terminar nuestra carrera como la terminó Pablo, como la terminó William Burten, sin nada que lamentar; como la terminó Samuel, pero como la terminó nuestra hermana Antonia, sin nada que lamentar.

Levante sus manos y dígale, hazme un ejemplo, hazme un modelo que rete mi generación, hazme un modelo, Señor, que viva de tal manera que mi luz nunca se apague delante de ellos. Oh, Señor ayúdame a terminar la carrera y cada de esta vida cristiana que sea un reto y un compromiso marcado con la vida de santidad, con la vida que te agrada a ti, hoy, hoy Señor, ayúdame a romper con el pecado, a romper con toda la atadura de la carne. Ayúdame a golpear mi cuerpo para rendirte lo mejor y lo más precioso.

Te doy gracias, Señor. gracias, Señor, muchas gracias, muchas gracias, muchas gracias, Señor. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

PALABRA PARA DR. MIRANDA

Pastor Roberto solo déjeme terminar esto. Yo tengo una palabra para usted, el Señor le dice, él conoce su corazón y el Señor me puso esta mañana después de que hablamos esta palabra para usted, el Señor le dice, mi pacto contigo ha sido de vida y de paz. Las cosas que te he dado en tu corazón para que me temas y has tenido temor de mi. Reverenciástelo. Has andado bien delante de mi nombre, has vivido humillado, la ley de verdad ha estado en tu boca, e iniquidad no ha sido hallada en tus labios, en paz y en justicia has andado conmigo, a muchos has hecho apartar de la inequidad y hoy te digo, los labios de sacerdote han de guardar la sabiduría. De tu boca el pueblo buscará la ley porque eres mensajero de Jehová de los Ejércitos.

Pero hay algo más, el Señor te ha dado una unción apostólica, muy fuerte y te veo como un hombre de ciudad, guardián de las puertas de esta ciudad. Se te han entregado unas llaves muy grandes. Esa llave grande, cuídalo con celo, te dice el Señor, porque te he colocado como un instrumento de justicia y de verdad. Muchos pastores, muchos líderes vendrán, abrirán su corazón porque en ti hay consejo. Lo has visto antes, pero en los días que vienen será mayor. Te estoy colocando como guardián y como príncipe entre la gente de mi pueblo, porque tu corazón es como el mío, he puesto un poquito de mi corazón en ti. Has amado mis ovejas, te has dolido con mis ovejas, has llorado con mis ovejas, y has encaminado mis ovejas.

Has tenido un corazón sencillo, hijo, un corazón que no se ha vanagloriado con la sabiduría sino que al contrario, ha buscado más de mi. He visto la sed que hay en tu corazón por mi y el hambre por mi. Y con los días que vienen hay niveles mayores, este es un nuevo tiempo. Es una nueva estación y así como has estado familiarizado con las estaciones que suceden en esta nación, yo te digo ahora hay un tiempo nuevo. Es el tiempo de primavera, es el tiempo donde verás florecer muchas cosas.

Tus ojos van a tener visión y tu corazón visión. No será tu visión sino la mía. Prepárate para pasos muy grandes que hay que dar, pasos que marcarán destino. Para muchos tal vez, locura, pero en lo profundo de tu corazón sabrás que estás en lo correcto porque hay un sentir profundo. Oh, toca la trompeta cuando haya que tocarla porque yo revelaré a ti tiempos de peligro donde tienes que tocar la trompeta, no solo para tu pueblo sino para mi pueblo en esta ciudad y en esta nación.

Toca la trompeta, tu entenderás lo que te estoy diciendo en los días que vienen, porque he colocado el sonido de la trompeta, tan agudo que lo oirás en tu corazón. Hay diferentes sonidos y tu sabes, hijo, será revelado a ti los diferentes sonidos de la trompeta y yo te lo revelaré cuando sea de convocación, tiempo de anunciar peligro y me revelaré a ti y tu lo sabrás.

Dirige a mi pueblo en mi ley. Profundízalo en mi ley. Llévalo a las profundidades de mi ley, de mi palabra. Enséñales el camino santo y recto. Háblales santidad, oh predica la cruz que tanto se ha olvidado. Predícala, hijo, es un deleite para tu corazón. Predícasela a mis pastores. Predícasela a mis líderes, porque te he puesto como hombre de liderazgo y de influencia. Días nuevos y estaciones nuevas, unción nueva para este tiempo, verás mi gloria. No temas por dice el Señor, yo iré delante de ti. ¡Aleluya!