Romanos 14 - Preferirse unos a otros

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La santidad del matrimonio. Romanos Capítulo 14, vamos allí ahora rápidamente. Romanos, Capítulo 14, para nuestros visitantes, continuamos con nuestro estudio de la epístola a los Romanos. Estamos acercándonos hacia el final. ¿Cuántos se han beneficiado de ese estudio de la epístola a los Romanos? Amen. Gloria a Dios. Espero que así sea, porque hemos dado lo mejor que hemos podido.

Yo espero que ustedes se den cuenta como uno puede leer la palabra, estudiarla, en una forma sistemática, continuada. Hay tanto que se le puede sacar a la Escritura, cuando uno la estudia así, versículo por versículo. Esto se llama exégesis. La exégesis de la palabra del Señor es ese estudio versículo por versículo, Capítulo por Capítulo. Hay mucho provecho en esto.

Entonces, en Romanos Capítulo 14, que es el Capítulo que nos toca, estudiamos de paso, la última vez acerca de aprovechar el tiempo. Pronto la noche viene, dice ese coro, tiempo es de trabajar. Hay que aprovechar mientras hay oportunidad como decía Julie, mientras hay oportunidad para predicar el Evangelio, hay que aprovechar esas oportunidades. Mientras hay puertas abiertas hay que vestirse de las armas de la luz, hay que vivir vidas puras, hay que esforzarse por desechar todo lo que no es Dios, aprovechar estudiando la palabra del Señor, preparándonos para ser útiles en toda buena obra, como dice la Escritura.

Pero ahora vamos a pasar a otro tema, porque hay todo tipo de temas en la Escritura que son de utilidad y de edificación para el pueblo de Dios. Aquí el Apóstol Pablo cambia de tema, habló acerca de respetar las autoridades, ustedes recordarán, la importancia de rendirle honra y respeto y tributo al que se lo merece y después también de aprovechar el tiempo.

Ahora él pasa a otro tema, que yo creo que van encontrar ustedes muy, muy provechoso, como iglesia y vamos a ver, Capítulo 14, dice, versículo 1:

“... Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones porque uno cree que se ha de comer de todo, otro que es débil come legumbres. El que come no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha recibido. ¿Tu quién eres que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae, pero estará firme porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día, otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios, y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios, porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos porque Cristo para esto murió y resucitó y volvió a vivir para ser Señor así de los muertos como de los que viven. ¿Pero tu por qué juzgas a tu hermano, o tu también por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, porque escrito está, vivo yo, dice el Señor, que ante mi se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios, de manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.”

Amen. Lo vamos a dejar allí, aunque todo el Capítulo en realidad es una sola unidad. Pero ya usted se dará cuenta, algunos de ustedes se estarán preguntando, bueno, ¿cuál es el centro de este pasaje? ¿De qué en realidad está hablando el Apóstol Pablo aquí? ¿Qué utilidad posible puede tener este pasaje para nosotros?

Esto de que el que come y el que no come, y el que guarda el día y el que no guarda el día, ¿con qué se come esto? ¿De qué está hablando este hombre?

Hay que recordar que el Apóstol Pablo se estaba refiriendo a un problema de la iglesia local de aquel tiempo. Recuerden que él está escribiendo a hermanos que apenas están comenzando en la fe y él está escribiendo una carta para ordenar la forma en que la iglesia en la ciudad de Roma se conduce. Él, como un hombre de autoridad reconocida, está conciente de ciertos problemas. Quizás le han escrito cartas o han ido hermanos de la iglesia de Roma para decirle que hay controversia entre los cristianos de Roma acerca de algunos asuntos teológicos y de conducta, y quieren escuchar de parte de alguien como él, que tiene la revelación de Dios, acera de ¿cómo debemos resolver este problema? ¿Cuál es la solución y cómo debemos conducirnos?

Él entonces responde a esta pregunta según las controversias de aquel tiempo. Hoy en día quizás las controversias son diferentes, quizás no se trata hoy en día de comida o de días, y vamos a ver exactamente a qué se refiere eso, pero hoy en día hay otras controversias entre el pueblo de Dios, aquí mismo entre nosotros ahora misma hay una diversidad de trasfondos denominacionales y religiosos, y hay algunos que son más concientes de ciertas cosas que otros. Algunos tienes diferentes opiniones acerca de ciertas cosas.

Entonces, en esa diversidad, Dios quiere que haya armonía. Dios quiere que haya unidad y hay que buscar cuál es el espíritu que Dios quiere. Pablo comienza diciendo, “.... Recibid al débil en la fe pero no para contender sobre opiniones...”, y entonces, él da una ilustración acerca de aquellos que comen legumbres. ¿A qué se refería? En aquel tiempo, había diferentes sectas religiosas que creían que no se debía por ejemplo, comer carne. Aún entre los judíos había diferencia de opinión acerca de ciertas comidas. Por ejemplo, si usted lee el Capítulo 11 de Levítico, usted va a ver allí que los judíos recibieron de parte de Dios conforme a la ley mosaica una cantidad de prohibiciones.

Mire por ejemplo, en Levítico 11, para que tenga un ejemplo, y esta gente cuando entraba al Evangelio traía todo ese trasfondo de prohibiciones y de cuidado de esto y de lo otro, y su mentalidad estaba poblada por cautelas, sobre si debían comer esto o lo otro, y qué ahora en el Evangelio, si era posible comer de esas cosas que eran inmundas según el judaísmo, si podían comer de todo.

Por ejemplo, en Levítico 11 habla en el versículo 9 por ejemplo, “.... esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas, - esto es los peces y los animales acuáticos- todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar y en los ríos, esto comeréis, pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve, como de toda cosas viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán pues abominación, de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación....”

Hermanos, ahí acaban de eliminarnos la langosta, los camarones. Señor reprenda al diablo. Los escalops, tan buenos que son, porque no tienen aletas y no tienen escamas. Entonces estos pobres judíos tenían muy limitado lo que podían comer. Imagínense qué harían los caribeños sin las chuletas, sin el cerdo. Eso es un castigo peor que el infierno para muchos hermanos que están acostumbrados a sus chicharrones, su carne de cerdo, sus chuletas. Son como los judíos diciendo, ¿oh, los ajos y las cebollas de Egipto dónde estarán?

Y estos judíos habían recibido una cantidad de prohibiciones entonces entraban al Evangelio con esta mente muy cautelosa de lo que podían o no podían comer. También había otras sectas como los gnósticos, los Pitagoreanos, los Esenios que también algunos eran vegetarianos, algunos creían que el alma estaba prisionera en el cuerpo y que la única manera de eliminarla era viviendo una vida de estricta adherencia a leyes dietéticas y todo este tipo de cosas. Había una cantidad de grupos diferentes en el mundo romano, greco romano, que entraban al Evangelio y su mente todavía estaba con todas estas.... Es como digamos, hermanos pentecostales a rajatabla que vienen a León de Judá y tiene la idea de que las mujeres no pueden usar faldas que estén por encima del tobillo, digamos, o que no sean hecho de dongaride, de denim, de la cosa que hacen los pantalones de mecánico y cosas así, y que se ha dicho que no pueden usar pantalla, como dicen ustedes, o aretes o pintalabios.

Imagínese, al venir aquí, desgraciadamente quedan descalificadas como hijas del diablo, muchas de ustedes, enseguida. Entonces, entran a digamos una iglesia que cree de manera diferente y entonces están en duda y miran alrededor y ven a esta hermanita hablando en lenguas, pero también tiene pintalabios puesto y como que experimentan un choque emocional increíble.

Hay hermanas que vienen de tradiciones donde por ejemplo, no se puede ir al cine, y todas estas cosas, entonces esto se encuentra dentro de nosotros. Hay hermanas que se le ha dicho, por ejemplo, que para orar tienen que ponerse un velo y hemos visto hermanas así en nuestra congregación, tan lindas que se ven, también. Pero, son de diferentes opiniones.

Entonces, estas personas en el mundo greco-romano venían con todas estas tradiciones y entraban a un ambiente donde se les había dicho que el Evangelio no consiste en todas esas cosas, que Cristo nos ha hecho libres de esas cosas. Porque el Apóstol Pablo mismo, en otros pasajes, ha hablado ya acerca de todo esto.

Mire, por ejemplo, en Gálatas, Capítulo 4, versículo 10 y 11, donde Pablo dice, “... guardáis los días, los meses, los tiempos y los años, me temo de vosotros que haya trabajado en vano con vosotros....”

Y en Colosenses 2:16 dice, “... por lo tanto nadie os juzgue en comida o en bebida o en cuanto días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo es de Cristo. Nadie os prive de vuestro premio afectando humildad y culto a los ángeles entrometiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal....”

El propio Apóstol Pablo había hablado bien claro de que el Evangelio no consiste en comer esto o no comer lo otro. De hecho, el Señor Jesucristo fue todavía más gráfico. Él dijo, mire nada de lo que entra al estómago contamina al hombre porque uno se lo come, y él dijo, perdonen la expresión, va a la letrina. Dice que lo que contamina al hombre es lo que sale del corazón, eso es, las malas palabras, los odios, todo ese tipo de cosas. Eso es lo malo.

Es decir, que el Evangelio surge en el mundo libertando al hombre de la atadura a la religiosidad, a los ritos, a las cosas externas, a los sacrificios externos, a esto a lo otro, a tener cuidado porque en Cristo Jesús hemos recibido libertad, en Cristo Jesús él es la propiciación por nuestros pecados. Él nos ha permitido entonces, ser más libres. Ahora, tenga cuidado, no se me vaya demasiado rápido, no es que tengamos una libertad para ser libertinos o para... esa no es la idea. Pero sí, Cristo nos ha libertado de la paranoia, de la obsesión, la compulsión, el temor de que hice esto, y ya el Señor me va a enviar un rayo de fuego para destruirme. Hice lo otro y tengo que tener.....

En Cristo hay mayor libertad, podemos descansar. Tenemos un Dios que más tolerante de esas cositas pequeñas, que antes los hombres tenían que estar pagando multas, y haciendo sacrificios para purificarse. Si tocaban un muerto, ya tenían que irse al sacerdote y buscar una paloma y que le echaran agua, y estar toda una semana impuro antes de poder entrar a su casa. Si tropezaba con un animal muerto en la calle pues, ya era una cosa terrible. Tenía que estarse lavando las manos diez veces por día para estar....

Cristo dijo, no, la fe verdadera no es así. Entonces, el cristianismo se movía en esa libertad, pero venían hermanos que se convertían al Señor y todavía tenían en su corazón cierta cautela, con ciertas cosas. Y había entonces pugna entre esos hermanos y los demás de las congregaciones cristianas. Algunos eran extremadamente liberales y se sentían libres en comer, le pegaban dos chuletas y venga pa’ ‘lante, y si hay una tercera, también le metemos mano. Se querían vengar de todos esos años que no habían comido cerdo.

Otros, sin embargo, las miraban y recordaban las prohibiciones anteriores. Otros, por ejemplo, habían sido libertados de la cuestión de tener que guardar el sábado con toda la puntillosidad con que se guardaba el sábado en el judaísmo, o los otros días religiosos de las otras culturas y de religiones, y habían sido libertados de todo eso, y se sentían libres. Para ellos no estaban esclavizados a un día en particular, otros, sin embargo, todavía tenían ese cuidado, ¿no?, como hay muchos cristianos, por ejemplo, que el domingo no le hable absolutamente de hacer nada que ser ir a trabajar o lo que sea, o ir de compras, porque eso es pecado. Otros cristianos son un poquito más, a veces demasiado libres, se les pasa la mano y el domingo no quiere decir nada para ellos, y ni el lunes tampoco. El problema es que ningún día es para ... se van del otro extremo.

Entonces, siempre en realidad lo que a nosotros nos importa no es tanto la situación específica a la cual el Apóstol Pablo se estaba refiriendo en aquel tiempo, sin embargo hay un principio que es lo importante a lo cual el Apóstol Pablo alude. Hay dos o tres cosas que nosotros tenemos que recordar en una comunidad tan diversa como la nuestra. Y es la siguiente, ¿qué hacemos con la diversidad en nuestras congregaciones? ¿Cómo debemos nosotros tratarnos unos a otros cuando hay diferencia de opiniones acerca de cosas que nosotros consideramos importantes?

Por ejemplo, de nuevo, entre nosotros no hay tanto eso de comer o no comer, guardar días o no, pero hay cantidad de otras cosas que nos dividen. Por ejemplo, hay hermanos que piensan que ir al cine es un pecado, pero eso sí, se compran su buen video y lo ven en la casa. Pero piensan que ir al cine es pecado.

Otros, no, van al cine todo lo que pueden. Algunos piensan que tomarse una copita de vino con una paella valenciana no es problema, y otros ven eso como algo pecaminoso, tomar alcohol, tomar vino, porque fueron educados quizás en otra tradición. Algunos piensan, por ejemplo, algunas hermanas piensan que ponerse un pantalón no es ningún problema, ¿no? y a veces también se les pasa la mano y esos pantalones le dan gangrena de lo apretados que están. Otras hermanas piensan que solamente una falda conviene y que hay que vestirse con una falda que cubra el encanto lo más posible.

Hay pugnas y entonces, ¿qué pasa? En esos tipos de ambientes donde hay diferencia de opinión, ¿cuál es la tendencia? Cada uno mira al otro que no piensa igual con desprecio o juzgándolo. El que es conservador en algún área mira a la persona más liberal juzgándola y dice, ‘ese no puede ser cristianos, esa persona, míralo tomándose esa copa de vino, es un carnal, es un pecador. Como se atreve si es bien claro que no se debe tomar alcohol’, y entonces lo juzga, es decir, lo juzga como que no es del pueblo de Dios.

Ahora el que se siente cómodo tomándose su copita de vino menosprecia y ridiculiza al otro, ‘mira a ese santurrón ahí, pensando que no le ha amanecido la verdad de Jesucristo, ya Cristo nos libertó del pecado y ya estamos en la gracia del Señor, y todo esto,...’ entonces menosprecia al hermanito más conservador. Entonces, hay una pugna en la iglesia, y nos criticamos unos a otros y nos dividimos en campos.

Hay grupos en las iglesias que dicen, pastor, oremos porque hay mucho pecado en la iglesia, hay que orar porque el diablo está suelto en León de Judá, hay que atar al diablo, etc.’

Otros hermanos están por allá como corderitos saltando por todas partes y felices y su mente está despejada, no tiene ningún problema y se siente a la vez, ridiculizan a los otros porque son tan rajatabla, tan conservadores’.

Y el Apóstol Pablo dice, ‘no debemos ni ridiculizarnos ni juzgarnos unos a otros, debemos respetarnos en nuestra diversidad’, ¿Cuántos dicen amen a eso? Debemos aprender a tolerarnos y saber que mientras estemos en la tierra va a haber diferencia de opiniones.

Yo creo, hermanos, que cuando las iglesias y los pastores tratamos de meter a la gente en una camisa de fuerza y hacerlos santos conforme a nuestra imagen y semejanza, tarde o temprano soltamos una cantidad de problemas en la iglesia. Déjenme decirles, hacemos más daño que bien, por eso es que muchas iglesias usted entra y son como un pequeño ejército, ¿no? todas las hermanitas están vestidas de la misma manera, sentadas en la misma sección, los hombres por otra parte también igualito con su corbata, nada de pelo en la cara, de ningún tipo ni nada. Pero ¿qué pasa? El diablo está suelto en otras formas y hay escándalos y cosas suceden y esto y lo otro. Porque, hermanos, la carne no se puede meter en una celda. Lo han tratado los monjes a través de siglos y no han podido. La carne es algo rebelde que solamente cuando Dios nos glorifique va a ser.... y la diversidad de pensamiento, los dictadores han tratado de meter a los países dentro de una camisa de fuerza y no han podido porque la naturaleza humana es creativa y es dinámica y siempre tiende a irse en diferentes direcciones.

Lo que tenemos que aprender a hacer es cómo manejar la diversidad. Además, yo creo que la diversidad es hermosa también, cuando nos respetamos, cuando nos amamos unos a otros, cuando aprendemos a enriquecernos y a fertilizarnos mutuamente por medio de cruce de ideas y de modelos, eso fortalece al pueblo de Dios.

Y aprendemos los unos de los otros. El hermanito conservador y temeroso de todas las cosas aprende, me puedo relajar un poquito, me puedo soltar el moño un poquito y estar bien, Dios no me envió un rayo para destruirme, qué bueno. Y se suelta un poco y crece en su fe en su confianza en el Señor, y en la gracia de Jesucristo. Y el otro que es demasiado liberal, y demasiado suelto, como que se aprieta un poquito también y dice, guau, la verdad es que debo aprender a orar un poco más y ayunar un poquito más y quizás esta falta me está haciendo daño, este pantalón demasiado apretado, vamos a soltarlo un poquito. Y quizás ese escaparme a la discoteca todos los sábados, no me está haciendo bien porque no está contribuyendo a mi salud espiritual y debo quizás buscar un poco más de la santidad de Dios y de la entrega al Señor. Y aunque no sea pecado, pero debo buscar más de lugares y ambientes donde está la presencia de Dios en vez de estar contaminándome con ambientes donde no me va a edificar nada.

Entonces, mutuamente nos fertilizamos, mutuamente nos fortalecemos y nos ayudamos unos a otros. En el pueblo de Dios no debe haber ese desprecio mutuo, esa crítica, ese juzgarnos unos a otros, ese murmurar. Cuando las iglesias se dividen en bandas y en grupos de los santos y los liberales y cada uno tirándoles el uno al otro, y grupos de intereses y divisiones, eso no es de Dios.

Tenemos que aprender que mientras estemos en la tierra va a haber diversidad de opiniones, vamos a entender la palabra en diferentes maneras y tenemos que estar concientes de que somos parte de un cuerpo y que tenemos que respetar el espacio unos de los otros.

Me vino una imagen pensando en la vida cristiana de una iglesia, una congregación, como una especie de baile. Perdone que use esta imagen, pero no es que yo jamás haya estado en un sitio así, pero ¿usted ha ido a una discoteca o a un sitio donde se baila? Hay mucha gente bailando, muchas parejas y todo el mundo está bailando con su pareja, muy metido en el baile y lo que está haciendo con su pareja, pero también está conciente de las demás que están alrededor, de no pisar los pies, de no empujarlos. Uno está conciente de dos cosas: de lo que está pasando en la danza interna, uno con su pareja, pero también la danza mayor de todos esos cuerpos que están girando unos alrededor de los otros ocupando un espacio cerrado. Y la mente está tanto en lo local como en lo ambiental.

Y yo creo que así debe ser en la vida cristiana, cada uno debe estar convencido en su propio ser de lo que uno cree, lo que Dios le ha hablado a uno, pero también uno está conciente de que uno pertenece a una comunidad, ¿verdad?, que somos miembros todos de un solo cuerpo y que no podemos pisarnos los cayos unos a otros, porque si yo me involucro tanto en mi danza que le piso los pies a uno que mide 6’8” me va a dar un cocotazo probablemente y me va a aguar toda la fiesta. Entonces tengo que tener cuidado de no moverme demasiado ampliamente tampoco porque tengo que respetar el espacio de los demás.

Y yo creo que así debe ser en la vida congregacional. Nadie, ha dicho alguien es una isla. Todos somos miembros de un continente, de una totalidad. Y yo creo que sabio es el cristiano que está conciente de que es parte de una familia donde no todo el mundo piensa igual. Y tenemos que expresar respeto por los otros, tenemos que estar conciente de los modelos que ofrecen diferentes hermanos y examinarlo todo y ¿qué? retener lo bueno.

Y la persona más cuidadosa, más conservadora, más dada a los aspectos de la santidad, del cuidado de lo divino, debe mantenerse dentro de eso y a la misma vez estar conciente de las personas que no es tan dada a enfatizar esas cosas y ver qué puede aprender de esa persona. Y lo mismo del otro lado, porque yo les digo, yo aprendo tanto de los hermanos pentecostales que son más entregados al Señor, y ojalá algunos de nuestros jóvenes tuvieran ese celo así, que los hay, más de ellos por el Señor y que nuestras congregaciones fueran más dadas al ayuno, a la oración, a la santidad y otras cosas que han sido de gran bendición para mi vida meditar en ello y aprender de ellos. Y esa gente debe permanecer y ojalá que puedan aprender a soltarse un poquito también y a darle libertad al espíritu en otras maneras diferentes.

Pero Pablo está hablando acerca de eso, que no debemos contender sobre opiniones, dice al principio, no para contender. El Evangelio no es, hermanos, para pelear unos con los otros. El Evangelio no es para estar argumentando más que tu, mi interpretación es mejor que la tuya y esto y lo otro y estar siempre allí cortando finito cada versículo del Evangelio. El Evangelio es paz, dice el Apóstol Pablo, el Evangelio es amor, el Evangelio es gozo, el Evangelio es unidad y tenemos que trabajar hacia aquellas cosas que contribuyen a la unidad del pueblo de Dios.

No podemos menospreciarnos unos a otros, juzgarnos unos a otros, todo lo contrario tenemos que respetar la diversidad. Ahora, fíjese que hay algo que a Pablo lo ayuda en este proceso y es la conciencia de que yo no soy el dueño de mi hermano. ¿Quién es el dueño de mi hermano? El Señor. ¿Quién es el juez de mi hermano? El Señor, así como también es mi juez.

Juan no es propiedad mía para que yo esté vigilándolo a cada momento, que hizo esto, que hizo lo otro, que no llamó , que no comió, que bebió, que fue. Él tiene ..... su conciencia pertenece a Dios. Él es de Dios, el Señor de Juan es el Señor Jesucristo y es el Señor mío también. Yo no puedo pretender estar viéndolo a él, juzgándolo a él, determinándolo a él como si yo fuera su Señor.

Por eso él dice aquí en el versículo 4 “...¿tu quién eres que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie o cae, pero estará firme, dice, porque poderoso es el Señor para hacerlo estar firme....”

Eso es bien importante, hermanos, eso me ayuda a mi, saber aunque yo no esté totalmente de acuerdo con el hermanito o la hermanita en su forma de pensar, pero que el Señor que la llamó a ella es poderoso para llevarla a donde tiene que llevarla al final. Mi llamado es orar por ella, bendecirla, respetarla y darle gracias a Dios porque está en la iglesia en vez de estar durmiendo o haciendo poca vergüenza allí en la calle. Por lo menos está aquí buscando de Dios. Gloria al Señor por eso.

Mire, si hay alguien sentado al lado de usted, y está dormido, roncando, no se ofenda, oh, cómo se atreve esta persona mientras está el pastor predicando, déjelo tranquilo, mejor que duerma en la iglesia a que duerma allá metido en un cuarto solo. Bendígalo. Ese muchachito que está por ahí haciendo algo... mire, mejor que esté en el regazo del pueblo de Dios escuchando alabanzas y recibiendo el calor de hombres y mujeres que están buscando del Señor. Quizás un día el Señor lo va a tocar. Hay más posibilidades que Dios lo toque aquí en la iglesia que en la calle. Así que bendigámoslo. Tratemos de ayudarlos, disciplinémoslos, pero démosle gracias al Señor que por lo menos están en la casa de Dios, porque fiel es el Señor para que un día les amanezca la pasión del Evangelio y se conviertan en hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo sirviendo al Señor. Amen.

Entonces, yo creo que eso es, hay un hermanito que está luchando con esto o con lo otro y que de vez en cuando cae y se levanta. Mire, bendígalo en el nombre del Señor, un día el Señor lo va a levantar, lo va a fortalecer y lo va a poner firme sobre sus pies para siempre. Poderoso es el Señor para que esté firme.

Y cuando yo se que mi hermano pertenece al Señor y que el Señor tiene un plan en su vida, y que el Señor tiene una jornada establecida con él o con ella, a mi no me toca meterme en el trato de Dios con una persona, hermanos. Yo he aprendido aún como pastor, que cada individuo tiene un plan de tratamiento que Dios establece cuando entra en los caminos del Señor. y Dios lo llama así espiritualmente hablando y lo sienta, y le dice, mira, aquí tengo yo mi plan. Esto es lo que te va a pasar. Tu vas a pasar por esto, por lo otro y yo te voy a tratar en esta manera, y te voy a quebrantar aquí, te voy a limpiar allí, voy a hacer esto contigo por allá, y te va a tomar diez años pero al final vas a estar limpio y listo para irte conmigo cuando llegue tu momento.

Y yo he aprendido que lo único que yo puedo hacer, como pastor es manejar ese proceso un poco, facilitar, ayudar. Soy como una partera que no puede sacar al bebé, no puede meter la mano en la mujer y sacar al bebé, pero le dice, empuja, respira, no te des por vencida, adelante y cuando la cabecita está saliendo, pues ayuda un poco y facilita, pero hay una parte que solo puede hacerla la naturaleza, la criatura y la madre. ¿Si o no? entonces nosotros tenemos que ser así unos con los otros.

Hay una parte que nosotros podemos edificarnos mutuamente, aconsejándonos, amonestándonos, ayudándonos, alentándonos en el camino de la fe, pero hay un 80% que solo Dios y esa persona. Y yo tengo que tener la suficiente conciencia del señorío de Cristo en su vida, y el plan soberano y único de Dios en esa persona para echarme para atrás y decir, hey, Señor, aquí no me voy a meter yo, porque ese no es mi asunto.

Nosotros como cristianos tenemos que saber, cuándo podemos meter las manos y cuándo tenemos que echarnos para atrás y respetar lo que Dios está haciendo en una persona, porque Dios no obra con cada individuo de la misma manera. Cada uno tiene su forma de llegar a donde Dios lo quiere llevar. Algunos peces se cogen con una carnada de este tipo, otros con otro, otros con otro, y Dios sabe cuál carnada va a usar para traer a cada uno a los pies finales de Jesucristo.

Y nosotros tenemos que estar tan concientes entonces de la presencia de Cristo en la vida de cada hijo suyo, y de su trato con cada uno de sus hijos, y su plan elaborado, puntilloso, específico en cada uno, que nosotros aprendamos a respetar y darles espacios aunque no piensen igual que nosotros, aunque no vean las cosas como nosotros las vemos, y estar convencido de que Dios lo va a llevar porque poderoso es Dios para que esté de pie al final.

Y eso hace, entonces, que las iglesias puedan estar en armonía, que podamos amarnos unos a otros y bendecir al hermanito que piense en una manera diferente, la hermanita que usa su falda solamente, puede bendecir a la otra que usa pantalones solamente y las dos pueden bendecirse y pueden ir a comer después del servicio y bendecirse unos a otras y aconsejarse unos a otras, hasta que el Señor las convenza de exactamente donde tienen que estar. Poderoso es el Señor para que estén firmes.

Hay otra cosa que Pablo dice aquí muy interesante, dice en el versículo 5 “.... cada uno esté plenamente convencido en su propia mente, el que hace caso del día, lo hace para el Señor, y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace...”

Esto de que cada uno esté plenamente convencido en su propia mente, quiere decir ¿qué? Mira, si tu crees que no tomar alcohol es la única forma de un cristiano comportarse, pues, mira, está seguro de eso y no estés mirando por detrás del hombro que está haciendo el hermanito o caramba, debiera yo verdaderamente tomar una copita, tan bueno que sabría con esta comida.... No estés haciendo allí cavilaciones en tu mente, si eso es lo que Dios te ha dicho, mira, párate firme, créelo y vive con toda seguridad en que eso es lo que Dios te ha revelado y está bien allí.

Y si tu crees que tomarte una copita de vino no hace daño, pues mira, hazlo y no estés tampoco cavilando, Señor, verdaderamente estaré agradando o no, será esto de Dios o no, me estoy condenando o no. No, hazlo y confíate al Señor y confíate a la gracia de Dios y está convencido en tu manera de ver la Escritura.

Ahora, aún dentro de esa convicción interna, esa parte de la danza interior, también está conciente de la danza mayor, de hay otros que no piensan como tu. Que lindo es cuando en el pueblo de Dios hay gente convencida de su punto de vista pero también capaz de respetar la diversidad de opiniones en el pueblo de Dios. Entonces hay armonía en la casa del Señor, hay gozo, hay bendición.

Yo prefiero una iglesia de diversidad de opiniones, que una iglesia artificialmente metida en una camisa de fuerza, con gente aparentemente muy santa pero ardiendo por dentro, con todo tipo de pensamientos y cosas. Es una religiosidad externa, pretenciosa, en última instancia, mentirosa porque no hay legislación que verdaderamente esclavice la mente humana. Lo que yo puedo hacer es convencer, yo puedo enseñar, yo puedo instruir, yo puedo informar. Con la predicación de la palabra del Señor, yo puedo tocar corazones, puedo darles textos y material para que puedan hacer sus juicios. Yo tengo que hablar la palabra del Señor y voy a predicarla como el Señor me dice, y como yo la interpreto. Ahora, yo espero que usted, ahí en su mente reciba eso y esté abierto a lo que el Señor le está diciendo. Tampoco sea resistente. Si usted está escuchando de parte de Dios, reciba lo que Dios le está diciendo.

Otra cosa que yo creo que es importante con respecto a esto es, no estamos diciendo en ningún momento, hermanos, que todo va, que cada cual, bueno, si yo estoy convencido de que eso está bien, pues, amen. Hay cosas en la Biblia que son bien claras, que su no es no. Ok? No estamos diciendo, por ejemplo, el emborracharse y el perder el control, eso es pecado y el alcoholismo y cualquier dependencia del alcohol y aún el uso excesivo de alcohol que dañe su juicio y su capacidad para pensar correctamente o para manejar responsablemente, eso es pecado. Eso no es de Dios y ahí la palabra de Dios es bien clara, dice: no os embriaguéis con vino sino antes bien sed llenos del Espíritu Santo.

Hay claridad con respecto a eso. Hay otro pasaje que dice por ejemplo a la mujer, que las mujeres se vistan decorosamente, dice, ¿si o no? Es decir, la mujer de Dios debe usar cierto decoro, cierta consideración también cómo se viste, de manera que pueda presentar una imagen de una mujer sobria, una mujer de Dios que no está excitando los malos pensamientos de los que ya bastante malos pensamientos tenemos, de todas maneras, para qué más problemas, ¿no?

Entonces las hijas de Dios deben, sí, vestirse de una forma que sea decorosa, que sea agradable. Es más el Apóstol Pablo habla de no usar vestidos ostentosos ni peinados estrafalarios ni cosas tampoco para llamar tanto la atención. Es decir, hay un llamado a la moderación también. Hay valores....

Yo lo que le digo a la gente es, mire, si usted quiere que yo le diga si oír música del mundo es bueno o no, yo no le voy a decir que es bueno o no. La gente a veces quiere como que uno les controle la mente. La gente quiere ser controlada, la gente quiere no tener que pensar, no tener que ellos bregar con la palabra directamente y desarrollar madurez. Sabe que dice la Biblia que el ministerio es para aquellos que tienen los sentidos desarrollados por medio del uso. El cristiano debe bregar con la palabra, debe leer la palabra, debe luchar con esos textos que lo incitan a desarrollar sus músculos espirituales y su capacidad interpretativa para aprender cómo bregar con las situaciones. En vez de tener un pastor allí que se sienta en una silla para vengan y le digan, ¿pastor, debo hacer esto o debo hacer lo otro? ¿Debo ir a aquí, debo ir allí? ¿Me debo mudar allá o...? ¿Me debo casar con fulanito o fulanita? ¿Debo irme a tal ciudad? Eso no es lo que lo que un pastor se supone que haga. El pastor informa, el pastor enseña, el pastor instruye, el pastor aconseja pero usted tiene que hacer la decisión finalmente en su conciencia con Dios. Y será me que usted aprenda la palabra de Dios para que cuando el pastor no esté usted pueda hacer la decisión directamente con Dios.

Entonces por ejemplo, alguien me dice, ¿puedo escuchar música del mundo o no? Bueno, yo le voy a decir, hermano, a qué lo conduce escuchar esa música. Si la música lo deja a usted edificado, enriquecido, con mejor conocimiento de la vida y de los sentimientos nobles y profundos y sublime, entonces hermano, escúchela. Pero si usted va a estar escuchando de un hombre que está casado y está enamorado de otra mujer, y que lo tiene loco, que no puede dormir y que no sabe si se pega un tiro o no, si se corta las venas o si.... si se acuesta con ella o no, ¿cómo lo edifica eso a usted, hermano? Si usted bastante problemas que tiene ya manteniéndose fiel con su mujer, para qué estar dándole vueltas en su cabeza a una canción que lo que va a hacer es que lo va a contaminar su mente, le va a añadir otro frente más contra el cual pelear. ¿Qué bendición hay de eso? ¿Si o no?

Entonces, la pregunta es qué hace, cómo me afecta, cómo coincide eso con los valores del Reino de Dios, cómo me edifica, cómo contribuye a mi crecimiento espiritual lo que yo estoy haciendo. Esa es la pregunta. No es que vayas al cine, o no vayas al cine, así tajantemente. No, no se puede ir al cine. Bueno, ¿qué vas a ver? ¿Te edifica, te bendice o te contamina y te complica la mente y te deja peor de lo que entraste? Para qué necesitamos nosotros estar viendo cosas. Televisión, ¿es malo verla o no? No me pregunte a mí, ¿qué está viendo? Está viendo una novela que le llena.... con todos los problemas que usted tiene, más problemas todavía le deja al final. Y usted va diez años después y está en el mismo punto en que estaba cuando usted dejó de verla con la misma situación, las mismas luchas, las mismas tragedias, las mismas tristezas.

Hermanos, de qué le sirve eso a usted para crecer en su fe y llegar a ser la mujer, el hombre que Dios quiere que usted sea. En otras palabras, la idea es eso, hermanos, es principios, es buscar los valores eternos del Reino de Dios que nos ayudan a navegar esos problemas pequeños de la vida. Lo importante es, de nuevo, respetarnos unos a otros, vivir convencidos de lo que Dios nos ha dicho y también medir nuestras acciones conforme a los valores eternos de la palabra del Señor. No juzgarnos unos a otros, no menospreciarnos unos a otros. Aprender unos de los otros, considerarnos miembros unos de los otros, y a apreciar lo bueno que hay en la otra persona en vez de estar mirando solamente lo malo.

¿Qué les parece? ¿No son buenos consejos de parte de la palabra del Señor? Gloria al Señor. Permita Dios que nosotros podamos, como iglesia, siempre mantenernos en armonía, hermanos. Eso es bello, bello.

Dice la palabra de Señor, mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía.

Yo creo que una de las cosas más lindas que Dios nos ha dado como iglesia es nuestra diversidad. Cuando yo me paro aquí yo veo razas diferentes, nacionalidades diferentes, edades diferentes, niveles socio económicos diferentes, trasfondos educativos diferentes, regiones de diferentes países, diferentes lenguajes. Gloria al Señor. Qué bello es eso, y todos enamorados de Cristo, todos encaminados en una misma dirección: hacia la Patria Celestial. Mientras tanto nos amamos, nos respetamos unos a otros, valoramos esos principios de la palabra del Señor y nos animamos en el camino de la fe. Es difícil caminar. Necesitamos compañeros de trinchera y necesitamos gente que aunque no crean exactamente como nosotros, pero que nos animen, nos respeten, nos afirmen en nuestro deseo de llegar a la meta. Así que gloria al Señor.

Vamos a bajar nuestras cabezas un momento y vamos a hacer un pacto con Dios y con nuestros hermanos de que nosotros vamos a ser agentes de bendición, vamos a ser agentes de ánimo para los demás, vamos a respetar el misterio de ese Dios que nos llama y nos dice, no te apures, mi hija, mi hijo, yo voy a caminar contigo. Yo se que hay cosas que hay que mejorar, pero yo voy a tratar contigo y quizás va a tomar más tiempo de lo que otros desearían pero yo estoy contigo. Yo te voy a llevar.

Seamos una iglesia que de espacio a los demás, una iglesia que respete el misterio del trato de Dios con sus hijos, de la diversidad del género humano, del Dios que no se conforma con un solo sabor sino con diferentes temperamentos y estilos y acordemos de ser una iglesia de amor, una iglesia de respeto mutuo, una iglesia de reverencia los unos con los otros.

Gracias, Padre, gracias por lo que tu has hecho posible entre nosotros. Hay muchas cosas que quedan sueltas, Señor, muchos cabos por atar en este mensaje y en esta palabra que hemos leído esta mañana. Pero, gracias por lo que ya has añadido a nuestro caudal de conocimientos. Pedimos que tu permitas que siempre nos movamos en el amor de Cristo. Ese Jesús que fue tan respetuoso, aún siendo Dios de la diversidad humana y tan respetuoso de los misterios de un saqueo, una mujer samaritana, un Pedro con todos sus problemas y sus dificultades, aquellos que no lo quisieron recibir y que sus discípulos querían arrojar fuego sobre ellos y que fue tan gentil con esa gente. De Nicodemo que se escondía de los otros que no lo vieran cuando hablaba con Jesús y él tuvo compasión y misericordia de todos ellos.

Queremos tener ese mismo espíritu en esta mañana. Ayúdanos a tener el balance correcto, Padre, entre la pasión por la santidad tuya, Señor, la adherencia feroz a tus mandamientos y a tu ética, pero también saber que tu nos has sanado, nos has libertado, nos has perdonado a través de la sangre de Jesús. No tenemos que vivir con temor, con miedo, pues tu nos has hecho libres y cuando pecamos, cuando fallamos, cuando erramos el blanco, podemos ir ante ti y pedir perdón y tu nos recibes y nos sanas, y nos pones otra vez en el camino de la fe y no nos rechazas.

Enséñanos ese balance, Padre. Enséñanos tu balance, Señor. Gracias por este pueblo. Gracias por esta palabra que nos has dado en esta mañana, sácanos de aquí con paz. Bendecimos a tu pueblo y sobre él declaramos, Señor, los nutrientes de tu espíritu sobre las familias, los jóvenes, los niños, los trabajadores, las personas que trabajan en oficinas, en diferentes profesiones, los estudiantes, los maestros, nuestras comunidades, las bendecimos, Señor, en este día. Gracias por tu morada en medio de nosotros en el nombre poderoso de Jesús te damos las gracias. amen y amen.

Hermanos, les bendecimos en el nombre del Señor. Salúdense unos a otros, muéstrense la paz de Dios unos a otros. Amen y amen.