Todo me es lícito?

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Hermanos, vamos a la palabra de Dios, Romanos Capítulo 14, vamos a ir a la segunda parte del Capítulo. Casi estamos terminando ya esta jornada de la epístola a los Romanos que nos ha tomado muchos meses pero damos al gracias al Señor que ha sido muy fiel y nos ha traído hasta este punto ya de casi terminar la epístola. El Capítulo 15 en realidad, es un Capítulo más bien de como atar cabos sueltos y cosas cotidianos, pero el 14 tiene todavía buena carne aquí que podemos sacarle mucho provecho todavía. Voy a leer comenzando con el versículo 13, Romanos 14, comenzando con el versículo 13 hasta el final, dice:

“Así que ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano...”

Y déjenme aclarar algo para lo que vamos a leer porque sino usted va a estar leyendo quizás sin entendimiento o sobre todo si no tiene el hilo de lo que hemos estado predicando, y no conoce el contexto. Yo lo voy a explicar un poquito más a fondo, pero el Apóstol Pablo se está refiriendo a costumbres que eran típicas del tiempo en que él escribió esta epístola, que hace dos mil años atrás, donde había diferencias de opinión en la iglesia con respecto a comer carnes sacrificada a los ídolos previamente o no, y ciertas libertades o no, que se permitían los creyentes de aquel tiempo. Entonces, a usted le puede sonar un poquito quizás como foráneo lo que voy a leer, pero yo lo voy a explicar más adelante y yo se que usted va a poder tener claridad, cómo se aplica eso a nuestro tiempo actualmente.

Entonces dice, “....sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Dice Pablo, yo se y confío en el Señor Jesús que nada es inmundo en sí mismo, más para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor....”

Ahí está él entrando de lleno en el tema de este segmento. “.... si tu hermanos es contristado ya no andas conforme al amor, no hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. No sea pues vitupera, en otras palabras blasfemado, vuestro bien, porque el Reino de Dios no es comida, ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve a Cristo agrada a Dios y es aprobado por los hombres. Así que sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias, pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda o se debilite. Tienes tu fe, tenla para contigo delante de Dios. bienaventurado el que no se condena a si mismo en lo que aprueba, pero el que duda sobre lo que come es condenado, porque no lo hace con fe y todo lo que no proviene de fe es pecado...”

Y vamos a continuar porque en realidad el tema continua en el Capítulo 15. Voy a leer solamente ese versículo primero del Capítulo 15, dice:

“Así que, los que somos “fuertes” debemos soportar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos.”

Bendiga el Señor su santa palabra. ¿De qué está hablando el Apóstol Pablo aquí? Yo creo que hace como unas 3 semanas que no tocamos el libro de los Romanos, porque uno fue el día de las madres; antes de eso tuvimos otro asunto que nos sacó del ritmo que teníamos. Entonces ya hace unas 2, 3 semanas que no tocábamos este tema de Romanos, y entonces los quiero poner al día, y de todas maneras siempre es bueno uno repasar estas grandes verdades de la palabra de Dios.

En el Capítulo 14 el Apóstol Pablo se toma tiempo para llamar a los creyente a una vida de armonía entre ellos, no de conflicto, sino de armonía y de tolerancia mutua. Recuerden que él está hablando a una congregación que podría ser León de Judá. Es como si ahora mismo nosotros nos pusiéramos a leer una carta enviada por el pastor fundador de León de Judá donde da ciertos consejos a los hermanos de cómo llevarse bien, cómo evitar los conflictos sobre temas específicos que tienen que ver con esa congregación en particular.

En el mundo grecorromano en el cual el Apóstol Pablo estaba escribiendo. Recuerden que él estaba escribiendo a las iglesias en la ciudad de Roma y en todo el mundo pagano en que se movían los primeros cristianos había un problema que había surgido, y era el asunto de qué se hace cuando una comida ha sido previamente ofrecida a ídolos, ¿qué debe hacer el cristiano en ese caso?

Hagamos el ejemplo, podríamos ponerlo en términos de hoy en día, digamos que a usted lo invitan a un bautismo, a un bautizo como dicen los hermanos católicos y allí digamos, se ha orado por la comida y usted se siente como que, como usted es evangélico quizás no debe comer de esa comida, no debe estar en ese lugar. Hay cristianos que ni siquiera quieren pisar en una iglesia católica porque piensan que no es de Dios y yo creo que eso es un error, personalmente, pero respeto los puntos de vista.

Quizás puedo tomar algo todavía más extremado que eso. Quizás es una ilustración un poquito demasiado mansa, pero digamos que usted va a una casa donde se practica la santería, pongamos ese ejemplo, y lo invitan a comer, y usted no está seguro si esa gallina que le están sirviendo ahí fue primero ofrecida a un santo de esos raros por allí, o no, y se la ponen ahí, un sancocho con buen arroz blanco, y todo eso. Se ve que tengo hambre, ya son la una y pico de la tarde.

Pero ustedes dicen, hummm, esta gente aquí que son santeros, yo se si degollaron esa gallina y se la ofrecieron a santa Rosa o a una de esas santas, Señor las reprenda por allí, y usted no quiere comer, ¿no? porque tiene miedo de que esta comida esté contaminada. Pero hay otro hermano allí de otra parte de la iglesia que él dice, hey, qué es eso de santa Rosa ni santa Bárbara, yo en el nombre de Jesús yo reprendo esos demonios y coge un cucharón grande y se sirve su buena cantidad de sancocho. Veo, que esos son la mayoría de ustedes y se lo come con todo gusto y da gracias al Señor y neutraliza todo mal que pueda haber en esa comida y adelante, vamos a lo que vinimos.

Entonces, ahí está el hermanito que no quiere comer de esa comida por cosas de conciencia, mirando al hermano ahí metiéndose su cucharada de sancocho y mirándolo juzgándolo y diciendo, hm, si este hombre si fuera un verdadero evangélico no haría eso porque está contaminando su estómago esto y que lo otro. Y el otro hermanito mientras se echa la cuchara en la boca, mira al otro y se ríe de él diciendo, qué tonto este, perdiéndose tan buen sancocho.

Entonces, el Apóstol Pablo dice, esa no debe ser la manera en que el uno se vea al otro, sino que más bien lo que cada uno debe hacer es respetar la actitud del otro. Y aquí hay una verdad espiritual bien grande y es que muchas veces en la Biblia habrá cosas que no estará claro qué es lo que tenemos que hacer, no hay una palabra así absolutamente contundente y clara ciento por ciento, y entonces en ese caso tenemos que aprender a tolerarnos unos a otros más bien, y a darnos cierta libertad en el Señor y no ponernos tropiezo el uno al otro.

Entonces lo que vimos es que en esa primera parte del Capítulo 14, el Apóstol Pablo lo que recomienda más bien es que ni el que se siente libre en el Señor para hacer ciertas cosas menosprecie al que no se siente libro. Y el que no se siente libre, no juzgue la espiritualidad del que tiene un poco más de libertad en el Señor, sino que cada uno reconozca el estado en que está el otro y se toleren unos a otros y se den espacio, porque después de todo, los dos son siervos del Señor y el Señor se encargará de ellos, cada uno.

Entonces eso fue lo que discutimos en el domingo pasado, la última vez que discutimos este asunto. Ahora en el versículo, 13, la porción que nosotros acabamos de leer, Pablo introduce otra cosa muy importante con respecto a esto de las diferencias de opinión y de espiritualidad en el pueblo de Dios. Porque es verdad, en las iglesias hay mucha diversidad, hay cristianos que vienen de un trasfondo legalista, digamos, y bien estricto, pentecostal donde estornudar en el servicio es un pecado mortal. Otros se siente más libres y no tienen problema con eso y sienten un poco más de espacio en el Señor y hay otras cosas así porque cada uno viene de una cultura diferente, un trasfondo diferente. Y en ese caso, tenemos que aprender cómo gobernar esa diversidad que hay en la iglesia.

Ahora, el Apóstol Pablo aquí en el versículo 13 dice “.... así que ya no nos juzguemos más los unos a los otros...”

Hermano, ni tu ni yo tenemos derecho a juzgar a nadie. Juzgar quiere decir, ponerle una X a una persona y decir, esa persona no puede ser un cristiano. Usted se está metiendo en algo que solamente Dios derecho a determinar. Hay cosas que nosotros nos parece que es un error grave, o un pecado, y tu no sabes todos los detalles que hay detrás de eso.

Mira por ejemplo, cuando Jesús está hablando con la mujer samaritana. Él estaba predicando a esa mujer, estaba evangelizándola a ella, y cuando los discípulos llegaron que lo vieron hablando con esa mujer, se sorprendieron porque un judío piadoso nunca usted lo agarraba, ni un rabino sobretodo hablando con una mujer, sobretodo una mujer de mala reputación como ella, en un lugar público, así como estaba Jesús hablando. Si ellos se hubieran puesto a hacer juicio y a juzgar que cómo hace el Señor esto, que esto y que lo otro, no hubieran entendido que el Señor en ese momento estaba abriendo las puertas para la evangelización de toda una aldea, porque todo ese pueblo samaritano se convirtió a través de esa mujer en particular.

Otro ejemplo, cuando María derramó el vaso de perfume de alabastro sobre la cabeza del Señor y enjugó el exceso del perfume con sus propios cabellos y sus lágrimas caían sobre el Señor, Simón, el fariseo, estaba cerca ahí, ¿y qué decía Simón? Dice, éste, hablando de Jesús, si fuera profeta discerniría que esta es una mujer de mala reputación y no permitiría que ni se le acercara. Pero Simón no entendía que en este momento había un misterio que se estaba dando como explicó Bob Bakke la vez que predicó aquí, de que esta mujer estaba preparando el cuerpo de Jesucristo para su sepultura en una manera simbólica y espiritual.

En otras palabras, hermanos, a veces hay cosas que Dios está haciendo en una vida que si usted mete la cuchareta antes de tiempo, usted puede dañar lo que Dios tiene preparado y el creyente tiene que tener mucho cuidado, mucha humildad para dejar que Dios complete su obra y darle tiempo al tiempo antes de salir a juzgar a su hermano.

Entonces, la Biblia dice, no nos juzguemos más, tenemos que dejar eso. En nuestra iglesia vamos a decidir, no vamos a estar juzgándonos unos a otros. Amen, hermanos. Eso es para otro lugar, pero no aquí, en el nombre de Jesús. Aquí no hay lugar para chismes, aquí no hay lugar para murmuración, aquí no hay lugar para estarse metiendo en la vida unos de los otros. Deje que Dios se encargue. Remita al Señor esa persona, ore por ella, y que Dios se encargue. Dios es poderoso.

Yo le digo a la gente a veces, hermanos, yo les digo, yo no puedo estar metiéndome en la vida privada de cada uno y resolviendo todo problema que hay en la iglesia. No tengo el tiempo, primeramente, no tengo la energía, ni tengo la capacidad de estar en más de un lugar a la vez. Entonces, yo como pastor, puedo orar, puedo si es posible y hay ciertas oportunidades, puedo confrontar, puedo aconsejar, pero yo no puedo estar cada fueguito o huyendo detrás de cada ratón que aparece en la iglesia tratando de meterlo otra vez en su hoyo. No se puede. Pero yo remito mi causa al Señor, yo oro por ustedes, oro por cada uno de mis hermanos, y en casos en que yo digo Señor, tu sabes lo que haces, si esa persona es de ti, mantenla, sino llévatela en el nombre de Jesús. O la iluminas o la eliminas, como decimos nosotros ¿no?

Pero, uno no puede estar a veces el diablo quiere que uno esté continuamente mirando por un hoyito allí a ver qué está haciendo el hermano, y que esto y que lo otro. ¿Para qué? Dios se encarga, yo se que al final de cuentas Dios es justo, Dios es fiel y si tu no te comportas en la manera de vida el Señor va a hacer su justicia en su vida. Yo vivo tan confiado en eso, yo se que nadie puede hacerle daño a esta congregación porque Cristo es el dueño de ella, Cristo es su capitán. Esta iglesia no se va a ensuciar, no se va a destruir, no se va a caer, porque esta iglesia está fundada sobre la roca, no sobre Roberto Miranda, el Espíritu Santo se encarga de mantenerla limpia. De vez en cuando hay una limpieza y Dios mantiene.... Lo que tenemos que hacer es eso, no estar juzgando, ni yo mismo tengo derecho a estar haciendo eso en muchos caso.

Ahora, cuando hay violaciones obvias, crasas que están haciendo daño a la unidad del pueblo de Dios a mi me incumbe actuar. Pero después de eso hay tantas cositas pequeñas que pasan en cualquier familia que hay que dar espacio. No podemos estar juzgándonos unos a otros, sino que lo que tenemos que hacer es remitir la necesidad al Señor. Él se encarga.

Dice, “... ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.”

Ahí es donde debe estar nuestra energía invertida. Más bien en que yo no sea piedra de tropieza para nadie en la iglesia. Cuantas veces, hermanos, viene gente a la iglesia, mire, hace poco fui a orar por un hermano en el tiempo de intercesión y cuando se volteó para darme las gracias le salió un tufo a licor increíble. Pero, mire, ¿usted cree que eso a mi me escandaliza? Yo digo gloria a Dios porque está aquí. Así es que yo reacciono en ese momento. Yo digo gloria a Dios porque este hermano es un tizón sacado del fuego, yo conozco su vida, y yo no voy a ponerme a criticar a ese hermanito en ese momento y apagar, si es un tigre que está ahí por la misericordia de Dios solamente, yo le doy gracias a Dios que vino a la iglesia, y que está buscando del Señor, porque se de dónde viene, y qué milagro que esté ahí. Voy a orar por él, le voy a dar la palabra, lo voy a amar si tengo ocasión para hablar, pero se que es un proyecto en construcción. ¿Usted ve?

Pero hay iglesias donde eso pasa y cogen a este hermanito y lo critican y le hacen otro, lo hacen lo otro. Él ni siquiera es miembro de la iglesia, quiero decir, no es una persona, está en las afueras, está tratando de recuperarse, de entrar en los caminos de Dios. Para mi lo que sale es un deseo grande de misericordia, de cubrirlo con la gracia de Dios, más bien. En otro lugar lo que hacemos, como dice Jesucristo, lo hacemos doblemente hijo del diablo, lo escandalizamos, lo golpeamos y sale de iglesia maldiciendo y no queriendo volver a una iglesia más, a los brazos de Satanás. No podemos poner piedras de tropiezo.

Hay mucha gente en las iglesias que le pone piedras del tropiezo a las almas. Dice la palabra del Señor que mire mejor que nos cojamos una piedra de molino, y nos la atemos y nos echemos al fondo del mar, antes que ser piedra de tropiezo para un pequeñito de ellos. Nunca ataquemos a nadie en una congregación. Podemos exhortarnos, podemos corregirnos, podemos dar una palabra atinada de consejo, pero siempre hágalo con humildad, con mansedumbre, con amor, con paciencia, mirándote a ti mismo, no sea que tu también caigas, como dice la palabra.

Yo creo que si nosotros nos miráramos primero un poco más a nosotros mismos, óigame, tendríamos más temor por ahí de andar tirando dardos a diestra y a siniestra, ¿no? Eso es el espíritu de Jesucristo y ¿saben qué? ese espíritu muchas veces gana más gente al Evangelio que el otro espíritu de estar juzgando, criticando, disciplinando todo el tiempo, tirando piedras todo el tiempo. Eso no es de Dios.

Entonces Pablo dice, “.... sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Dice Pablo aquí, yo se y confío en el Señor Jesús que nada es inmundo en sí mismo, más para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es....”

Mire, hermano, eso es una de las cosas más profundas que hay en la Escritura, para que el que piensa que algo es inmundo, lo es. ¿Saben qué? Muchas veces, de hecho, dice la palabra del Señor en una parte que si tu ojo es malo, dice, que todo tu cuerpo estará malo. Si tu mente es una mente culpable y es una mente temerosa, tu vas a ver al diablo hasta en la sopa, en todo lo que tu hagas, cualquier cosita que tu hagas, vas a pensar que ahí está el diablo, que ya pecaste, que ya Dios te mandó al infierno, que ya cometiste el pecado imperdonable. Y hay hermanos que viven así todo el tiempo, piensan, nuestra mente está llena de temor, está llena de paranoia y vemos pecado en todo y creemos que Dios es un viejo aburrido que está siempre mirando con un telescopio desde el cielo a ver qué está haciendo la gente para tirarles rayos y centellas cuando se equivocan.

Hermanos, de la manera en que tu concibas a Dios, así va a ser tu vida. Si tu concibes a Dios como ese padre amoroso, lleno de misericordia, de amor, que quiere que tu pases el examen, Dios no está tratando de darte preguntas tramposas ahí para ver si te hace fracasar el examen. Dios te facilita para que tu pases el examen. Yo veo a Dios como que Dios está de mi parte, que Dios está haciendo todo lo posible para que yo llegue a la meta, más bien, y él es el animador, él es el consolador que está ahí diciendo, sigue, sigue, tu vas a llegar, tu puedes llegar porque estás conmigo. Yo te voy a llevar al final.

Pero para la gente que piensa que Dios es un Dios huraño y que siempre está juzgando a la gente, entonces su mente va a estar llena de pensamientos complicados. Yo le pido al Señor siempre, Padre, limpia mi mente, purifica mi mente e informa a mi mente a través de la palabra, que yo pueda ver el corazón de Jesús y entender cómo Jesús se quiere relacionar conmigo para yo saber entonces a qué temer y a qué no temer.

Pero yo les digo una cosa, hermanos que la postura esencial del creyente es una postura de libertad, de gozo y de paz. No es una postura de juicio, de culpabilidad ni de temor. Y si hay temor en nuestra vida, si hay angustia en nuestra vida, si hay ansiedad en nuestra vida, si hay condenación en nuestro corazón y en nuestra mente, dice la palabra del Señor, que donde está el temor no hay amor porque el perfecto amor echa fuera el temor.

Entonces, yo tengo que decir, Señor, ¿cómo está mi mente, cómo está mi fundamento psíquico, psicológico, mental, emocional? ¿Cómo está mi entendimiento de ti? Porque ahí está la raíz, yo tengo que ir, a qué Dios yo sirvo, cómo me ve Dios, cómo veo yo a Dios, cómo entiendo yo a Dios porque de ahí va a venir todo lo demás. Si yo pienso siempre que todo es malo y que hay peligro, entonces yo voy a estar lleno de ansiedad. Pero si yo pienso que Dios es mi ayudador, mi fortalecedor, que él me ha dicho ‘Yo estaré contigo todos los días hasta el fin del mundo’, yo puedo vivir confiado, yo puedo vivir lleno de fe, yo me puedo atrever a hacer cosas nuevas, diferentes, porque Dios es mi ayudador, mi fortalecedor.

Entonces, Pablo se está refiriendo allí, hay gente que piensa que si comen es malo, si no comen es malo, si faltan un día a la iglesia, pues, es malo, si no vienen a los 6 servicios es malo. Yo no se, hermanos, lo que les quiero decir es que tu no puedes vivir en condenación. Tu tienes que pedirle al Señor que te de una actitud positiva acerca del Reino de Dios para vivir en paz.

Usted no ve lo que dice aquí en el versículo 17, dice “... porque el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino ¿qué? justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo....” ¡Aleluya!

Yo quiero decir, siempre en mi vida que yo tengo justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Yo quiero que esos sean los valores que gobiernen mi relación con Dios, mi vida con Dios. Yo quiero que la plataforma sobre la cual yo esté parado siempre sea una plataforma de paz, gozo y justicia.

Ahora, justicia quiere decir que yo estoy alineado con los valores del Reino de Dios, que mi vida procede conforme a la santidad de Dios, a la rectitud de Dios, a los mandamientos divinos, a los valores de la palabra de Dios. Cuando yo tengo alineamiento con la palabra de Dios entonces yo tengo paz, gozo y justicia.

Ahora, también lo que quiere decir ese versículo es que a veces nosotros nos perdemos en los detalles y nos olvidamos de las fundamentales. A veces por una cositita mínima se divide una iglesia, porque se use una batería, o porque se canten coritos y no himnos, o porque se toque un teclado en vez de un órgano de 24 pipas o lo que sea, y las iglesias se dividen. Y hay hermanos que se hacen enemigos de otro hermano por una cosita pequeñita, por una comida o una bebida, o lo que sea, y Dios dice, ‘No es de eso que se trata. No es de que tu guardes esto o hagas lo otro, cositas así chiquitas, sino es cosas grandes, como la paz, la justicia, el amor. Eso es lo importante.’

Muchas veces nosotros dividimos una iglesia por asuntos que no tienen sentido a la verdad, no tienen tanta importancia al final. Y muchas veces lo que Dios dice, es, mira, mejor sufre tu el agravio, mejor paga tu el precio y si ese hermanito te quedó debiendo 50 dólares, no vayas donde el pastor y te quejes para que ponga a ese hermanito en disciplina y estés por ahí arruinando su reputación, y enemistándote con ese hermanito, y quizás sacándolo de la iglesia. Mira, mejor pierde los 50 dólares y encomiéndaselo al Señor que Dios es poderoso para devolverte 50 y hasta 100, y se los va a cobrar a él también en algún momento. ¿Tu entiendes? Mejor retén la paz si es posible porque en el Reino de Dios es justicia, paz y gozo, eso es lo importante.

Cuántas veces, si nosotros fuéramos sabios en vez de estar confrontando cosas pequeñitas por ahí, diríamos, Señor, encárgate tu de eso y eso permite que haya paz en el matrimonio, en la familia, en la amistad, en el trabajo. Despreocúpate, más se perdió cuando se quemó Roma. Entonces, vive tu vida y sabe que el Señor es siempre tu proveedor.

Muchas veces, hermanos, si nosotros entendiéramos que nosotros estamos anclados en la suficiencia de Dios, en Cristo yo soy rico, en Cristo yo puedo ser generoso con los demás, yo puedo olvidar cosas, yo puedo perdonar cosas, porque tengo un Padre que me suple y me da y me bendice. Es la persona que se siente miserable y se siente que tiene poquito, la que siempre está, que le paguen lo que se le debe, sea, hablando en términos emocionales, o en términos financieros o lo que sea. La persona generosa dice, amen, olvídate, está bien, que el Señor me provea y entonces hay paz en el hogar.

Ahora, ¿por qué digo yo todo eso? Porque es que Pablo dice, mira, la comida, la bebida, los días de fiestas que si se guardan o no, son cosas pequeñitas, son secundarias. Lo importante es lo importante. Hay que poner la importancia en las cosas fundamentales de la vida.

Ahora, hay otra cosa, y con esto termino, lo que Pablo está diciendo, bien fundamental esto, muchas veces en la iglesia hay personas que son más liberales en su comportamiento que otras. E interesantemente, Pablo dice, que esas personas que se sienten más confiadas, más cómodas, son los “fuertes” y los débiles son las personas que son melindrosas y más cuidadosas en términos del asunto de comer, beber y todo esto. Y Pablo dice, mira, si tu tienes libertad para hacer algo y tu hermano no tiene esa misma libertad, ten cuidado que por tu libertad tu no ofendas a tu hermano y le causes problemas, y le causes conflicto interior, sino que asegúrate de que siempre la misericordia de Cristo gobierne tus acciones, de manera que tu tengas cuidado de la sensibilidad del otro.

Mire, donde dice aquí, versículo 15 “... pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor...”

¿Qué quiere decir eso? Bueno, en el caso que Pablo se refiere es, el hermano que se siente libre para comer, pero podríamos decir, el hermano que se siente libre para tomarse una copa de vino, o el hermano que se siente libre para ir al cine, o el hermano que se siente libre para bailar con su esposa en una fiesta, tiene que tener cuidado de que al hacer esto, no le haga daño a otros que son más sensitivos con respecto a esas cosas. Y no debe hacerlo simplemente porque puede sino tiene que pensar, ok, el espíritu de Jesucristo qué me exige en ese momento.

Las famosas palabras del Apóstol Pablo, “todo me es lícito, más no todo me conviene” se dijeron a la luz de ese tema. Hay veces que tu puedes hacer cosas, y está bien que las hagas, en términos absolutos, pero cuando tu te pones a pensar las consecuencias de lo que vas a hacer para los demás que están alrededor tuyo, quizás la madurez cristiana y el amor cristiano que mejor te eximieras de hacer lo que te es legítimo.

¿Cuántas veces en el matrimonio el esposo dice, por ejemplo, no yo puedo llegar a la hora que me de la gana porque yo soy el cabeza de la casa y yo mando aquí, etc., y yo no tengo que darle cuentas a nadie? Y llega a la hora que quiere porque él es el macho en el hogar. Bueno, quizás en un sentido absoluto tu tienes derecho a hacer eso, porque quizás no estás haciendo nada malo, etc., pero la pregunta que uno se tiene que hacer es, bueno, ¿cómo afecta eso a mi esposa?

Hay muchos matrimonios que tendrían menos problemas si los dos fueran más considerados con respecto a la sensibilidad del otro. Hay veces que hay que hacer ajustes en la vida, no porque sea nada malo lo que tu estás haciendo, sino porque para que pueda funcionar mejor la relación hay que hacer esos ajustes.

Y entonces uno tiene que pensar, por ejemplo, hijos de igual manera. El papá o la mamá le dice a la hija, mira, no te pongas ese vestido porque está demasiado apretado o demasiado revelador o lo que sea. Y la hija le dice, no mamá, es que tu eres off fashion, eres anticuada. Hoy en día eso se usa, eso era en tus tiempos, que se yo qué, que se yo cuánto, y la muchacha se va por allí con su vestido exactamente y ahí está la madre o el padre herido en su sensibilidad, porque su mente está funcionando conforme a tros patrones y conforme a otros valores, otra interpretación de la palabra del Señor.

¿Qué debe hacer un hijo, una hija en ese caso? Por amor a la madre, por amor al padre, por amor a su testimonio en el hogar, por amor a la armonía, debe encontrar una forma de honrar a su padre y a su madre, y quizás obedecer un poco y decir, está bien, no es lo que yo quiero hacer, pero para que haya armonía, para no herir la conciencia de mi madre o de mi padre, voy a ajustarme a eso. ¿Entienden lo que estoy diciendo, hermanos?

Asimismo, por ejemplo, muchas veces digamos, para mi personalmente no es ningún problema y digo esto con temor y temblor, tomar una copa de vino con una buena comida. No lo hago todo el tiempo, pero lo puedo hacer. Ahora, yo tengo cuidado de si yo se que hay un hermano que se ofende, es más, ni siquiera debiera decirlo públicamente, en un sentido, pero si hay un hermano que se ofende al pastor tomándose una copita de vino porque no sabía el pastor se lo tomaba, y en un momento lo agarra de sorpresa, o el hermano era un alcohólico antes y ahora al ver al pastor tomándose una copita de vino va a decir, bueno, desde que salga de aquí me voy a ir la licorería, me voy a comprar 6 cervezas, y esas 6 cervezas terminan siendo una caja de 24 botellas, porque no tiene el control que tiene quizás el pastor. Entonces, uno tiene que tener cuidado.

Es decir, la libertad del cristiano siempre está condicionada por el amor a los demás. Diga ¿si o no? amen. Nunca haga las cosas simplemente porque usted tiene el derecho a hacerlas. Piense que usted es parte del cuerpo de Jesucristo. Piense en cómo su acción afecta a los demás. Alguien dijo, ninguno de nosotros es una isla, todos somos parte de un continente.

A veces en el trabajo nosotros hacemos cosas y hablamos de cierta manera y a veces nos molestamos y decimos cualquier cosa, porque lo sentimos, pero qué del hermanito que no es lo suficientemente maduro para entender que tu no estás tampoco odiando a nadie, pero que dice, guau, este es el hermano que es miembro de la congregación tal y tal. Ah, pues si eso es ser cristiano, yo mejor me quedo afuera en la calle. Nuestro testimonio, ¿verdad que sí? Cómo afectan mis acciones, mis palabras, mi comportamiento al mundo que me rodea, incluyendo la iglesia.

El Apóstol Pablo en Primera de Corintios le habla a los Corintios, de paso, yo creo que vale la pena leerlo, ya voy aterrizando casi, pero, estas cosas son importantes porque esto es sabiduría práctica, hermanos, el mundo sería mucho menos violente si estas verdades de la palabra de Dios se pusieran en práctica.

Mire aquí, por ejemplo, en el Capítulo 6 de Primera de Corintios, dice “... ¿Se atreve alguno de vosotros cuando tiene algo contra otro ir a juicio delante de los injustos y no delante los santos?”

Pablo está criticando a los corintios, esta congregación en la ciudad de Corinto, de que continuamente estaban metiendo demandas unos a otros y llevándose a la corte. El llevar a gente a la corte y meterle demandas, de paso, no es algo del siglo XX, ya en el siglo I pasaba lo mismo. Entonces, había cristianos que estaban llevando a la corte por cualquier cosa a otros cristianos de la misma congregación y dándole el gusto al diablo, que entonces la gente decía, mira esos cristianos, cristianos y que se aman en el Señor y míralos metiéndose a la corte unos a otros, ¿no? El diablo siempre está buscando y la gente siempre está buscando excusas.

Entonces Pablo les escribió y les dijo, ¿por qué están ustedes llevándose unos a otro a las cortes en vez de hacerlo delante de los santos? En otras palabras, lavemos nuestra propia ropa sucia en la casa, no estemos exhibiendo nuestros problemas afuera en el mundo, para que la gente no esté tirando piedras continuamente.

Y Pablo dice, en vez de estar buscando un juez secular que resuelva su problema, no hay entre ustedes suficiente sabiduría. Óigame si nos matrimonios y en la amistad cristiana, y en la iglesia nosotros usáramos ese juicio, en vez de yo estar teniéndole que pagar a un abogado o aun consejero secular, por qué no usar la sabiduría de la palabra de Dios para resolver nuestros problemas en paz en el Señor. Cuántos problemas se resolverían sin menores consecuencias.

Dice el versículo 2, “....¿o no sabéis que los santos han de juzgar al mundo y si el mundo ha de ser juzgados por vosotros sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas o no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?

En otras palabras, miren, nosotros como cristianos, hermanos, un día vamos a tener el privilegio de sentarnos como un jurado hasta determinar el destino eterno de los ángeles mismos. ¡Guau! Eso me vuela a la tapa de los sesos pensar en eso solamente. Y Pablo dice, si ustedes van a juzgar cosas tan grandes y tan importantes, ¿no pueden juzgar las cosas más pequeñas entre ustedes?

Dice aquí, lo que voy a este punto, versículo 7 “... así que por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos – mire lo que dice - ¿por qué no sufrís más bien el agravio? ¿por qué no sufrís más bien el ser defraudados?

En otras palabras, lo que Pablo dice es por qué más bien no pagan ustedes el precio para que no haya discordia, ustedes absorban más bien el problema y remítanselo a Dios en vez de estar buscando siempre resolver las cosas en las cortes allá afuera. Hay veces, hermanos, que perder por amor al Señor es ganar a largo plazo.

La Biblia dice que ascuas de fuego amonta sobre su cabeza. Usted sabe que hay un poder terrible cuando uno remite su causa al Señor, y dice, Padre, yo no voy a estar pleiteando ni metiendo gente a la corte, ni voy a destruir mi matrimonio, mejor le voy a chubar al Espíritu Santo a ese hombre que se porta tan mal y encárgate tu de él, Señor, y yo voy a orar y voy a poner ascuas de fuego sobre su cabeza hasta que se le ardan los cabellos. ¿Usted entiende?

Hermano, eso tiene un poder tremendo. Cuando una mujer de Dios dice, yo voy a remitir mi causa al Señor en el poder del Espíritu Santo y encomienda un hombre al juicio de Dios, será mejor que tiemble esa persona, ¿sabe? Una mujer llena del Espíritu Santo o un trabajador contra un patrón injusto y explotador, entrégueselo al Señor, hermano, entréguele su causa al Señor. Como decíamos el domingo pasado en el servicio de las 9, atrévase a creer.

Si nosotros peleáramos menos y nos hincáramos y dobláramos más rodillas, el mundo sería transformando. Se dispararían menos tiros, habría menos violencia, habría menos discordia en el mundo y en la iglesia, no usemos nuestra libertad para herir a los demás, sino muchas veces más bien, remitamos nuestra causa la Señor, y digamos, Padre, ¿sabes qué? Yo no voy a usar mi libertad, si el hermano se ofende está bien, me voy a incomodar un poquito, pero yo se que tu me vas a bendecir a largo plazo.

Es decir, hay muchas maneras en la vida cristiana que por amor a los demás nosotros tenemos que pagar el precio en alguna manera, pero sabe que cuando tu lo haces en el espíritu de Jesucristo, Dios dice, ese es mi hijo, mi hija, yo lo voy a bendecir.

Siempre he usado una ilustración, con eso termino, la historia de Abraham cuando tenía su problema con su sobrino, Lot. Lot era un muchacho egoísta, interesado en sus propias cosas solamente y había una pelea entre los trabajadores de ambos, porque habían tenido muchas propiedades y el ganado de uno estaba teniendo problemas con el ganado del otro. Y Abraham, los dos tenían mucho dinero, eran ricos, Abraham llamó a su sobrino Lot, que no tenía que hacerlo porque él era el mayor, pero lo llamó y dijo, Lot, ¿sabes qué? no tengamos problemas porque somos hermanos, somos familiares, ¿sabes qué? vamos a hacer lo siguiente, mira la tierra es bien grande, vamos a una montaña y mira tu todo lo que esté en frente de ti, y si tu escoges irte para el norte, yo me voy para el sur y si tu vas para el este, yo me voy para el oeste, pero que no haya problemas entre nosotros.

Abraham estaba buscando paz, que es lo que nosotros tenemos siempre que buscar, porque el Reino de Dios es paz, justicia, dice, y gozo. Y entonces sabe, dice la historia, ustedes la conocen bien, Lot miró interesadamente y vio la parte que era para Sodoma, dice que era la parte verde, era el real estate más jugoso, más bueno, más rico de todo, y dijo, por ahí me voy. Está bien como quien no quiere nada dijo, está bien, Abraham, yo voy a coger por allá. Y Abraham dijo, amen, vete, no hay problema, hermano. Y Lot se fue de lo más contento y dice que en ese momento vino la voz de Dios a Abraham, que se habrá quedado solo finalmente y dijo: ‘Abraham, Abraham, mira todo lo que está alrededor de ti, mira al norte, al sur, al este y al oeste,’ incluyendo la parte que Lot había escogido, y le dijo ‘todo eso te lo voy a dar a ti’.

Y ¿sabes qué? Lot, el pobre, sufrió tanto con esa tierra. Han oído hablar de Sodoma y de Gomorra, perdió a su mujer, sus hijas resultaron un desastre. Perdió todo su dinero, tuvo que sacarlo Dios por los cabellos, porque Sodoma fue destruida completamente. La persona que siempre está buscando solamente lo que tengo derecho, mi derecho, lo que yo soy, lo que necesito, lo que me merezco, esa persona siempre fracasa. Pero la persona generosa, que piensa en los valores más altos del Reino de Dios, esa persona es bendecida siempre. Dios se encarga de defender sus intereses y es una persona feliz, es una persona que a la larga prospera y es bendecida.

No hay nada como usted creer en un Dios que es justo y es fiel. Hermanos, si pudiéramos meternos en la mente del Señor, sabríamos que a Dios no se le escapa nada. Todo lo que tu haces en el nombre de Jesús y por amor a él, y por amor al Reino de Dios y para preservar la paz del Reino de Dios, Dios te lo va a pagar con intereses. ¿Cuántos creen eso en esta tarde? Amen.

Vamos a ser gente de amor, vamos a ser gente de misericordia. ¡Aleluya! Es tan difícil vivir así. No se crea que es fácil vivir así, el que se lo dice mismo tiene que aprender mucho de lo que está predicando él mismo, pero a eso nos llama el Señor, a ser gente de misericordia, ser gente de paz, ser gente que esté dispuesta a perder para que otros crezcan y sean bendecidos y gente que sabe que por encima de todo eso está el Señor mirando siempre, encargándose de que sus hijos nunca sean engañados, nunca sean derrotados, nunca terminen perdiendo.

Si vivimos en los valores de amor de aquel que se despojó a sí mismo, que no se aferró a sus propios derechos siendo igual a Dios, si vivimos así en el espíritu de Jesucristo, lo mismo que Jesucristo experimentó que fue levantado hasta lo sumo, nosotros también lo experimentaremos en nuestra vida. Seremos levantadas hasta lo sumo y podremos sentarnos al lado de Jesús también como él está sentado. Así queremos vivir.

Pongámonos de pie. Vamos a decirle al Señor, Padre, yo abrazo ese valor raro, diferente que el mundo no puede entender, la tolerancia, el amor, la paciencia, la compasión, el ponerme en el lugar de mi hermano, el incomodarme yo para que otro pueda crecer y estar cómodo, el hacerme un poquito más pequeño, el menguar yo para que otros puedan crecer, el valor de la cruz que tiene tanto poder para enriquecer a los que se empobrecen por amor a Jesús y por amor a los demás.

Ese es el valor que hoy nosotros abrazamos, Señor. Y te decimos, ayúdanos a vivir a esa altura, tan gran que cuando miramos desde su cima nos da vértigo, Padre. Pero ahí queremos estar, en esa altura, oh Dios, del espíritu y la actitud de Jesús, no juzgándonos unos a otros, no menospreciándonos unos a otros, sino soportando las flaquezas unos de los otros y velando por los intereses unos de los otros, aunque sea difícil, pero a la larga ganaremos y reflejaremos el carácter incomprensiblemente sublime de Cristo Jesús.

Gracias, Señor, gracias por tu palabra. La recibimos, la recibimos, la abrazamos, no la rechazamos, todo lo contrario, Padre. Sabemos que aunque es difícil vivirla pero es la verdad y en la verdad hay libertad y hay vida. Gracias, Señor. Amen y amen. Que la gracia del Señor sea con ustedes, mis hermanos.