La limpieza del corazón

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Que el Señor, valga la redundancia, puso en mi corazón es el tema de la limpieza del corazón. Y yo escogí ese tema de la limpieza o la sanidad del corazón, porque yo me he dado cuenta de que es un gran necesidad en el pueblo de Dios, comenzando conmigo. Yo necesito que el Señor limpie mi corazón frecuentemente cada día. Y yo se que cada uno de nosotros necesita que el Señor haga eso.

Nosotros, muchas veces, estamos contaminados en nuestro corazón y contaminamos las relaciones interpersonales también, les pasa eso a ustedes a veces en nuestras casas, aunque son hogares cristianos puede haber discordia, momentos difíciles, conflictos que no se resuelven, actitudes equivocadas. Y todas esas cosas nacen del corazón y por eso viendo esa necesidad, porque lo veo, cada día no solamente en mi vida, en los que están cerca de mi, en el mundo, en la iglesia, pienso que es algo que es necesario enfocar aquí en la iglesia.

Nosotros tenemos la tendencia a separar los pecados en pecados mayores y pecados menores. Y los mayores pues, no hay que mencionarlos, asesinato, por ejemplo. Matar es un pecado mayor, ¿verdad? nadie tiene duda de eso que es un gran pecado. Pero muchas veces lo que hacemos es que decimos, bueno, yo no hago esto, no hago aquello, no hago lo otro, por lo tanto todo está bien. Pero dejamos de ver que muchas veces pecamos en maneras entre comillas “menores”, que son maneras que van viciando nuestro ambiente. Y nosotros somos responsables de poner un alto, de observar esas cosas y pedirle sanidad al Señor y hacer algo al respecto. Esa es la responsabilidad de cada cristiano. Nosotros vivimos por inercia. El cristiano por definición debe ser uno que impacte su mundo, impacte a aquellos que están alrededor de nosotros.

Así que por esa y otras muchas razones yo decidí traer este tema en este día, porque una de las cosas importantes es que cuando nuestro corazón no está limpio, no está puro, se vician nuestras relaciones, ¿verdad? y tenemos que hacer algo. Entonces no tenemos la vida plena que Dios ha determinado que nosotros tengamos. No la vivimos, entonces vivimos como pordioseros, teniendo tanta riqueza acumulada en el cielo, porque Cristo pagó el precio, sin embargo nosotros vivimos en discordias y en problemas aquí. Y en algún momento tenemos que decir ‘basta ya, vamos a hacer algo al respecto’.

Y eso es algo que no sucede, es decir, día a día no es para sentirnos culpables, ni condenados, simplemente cuando vemos una situación difícil, cuando sabemos que nuestro corazón está contaminado, hagamos algo al respecto. Eso es lo que Dios desea. Y vamos a ser una mejor persona y los que están alrededor de nosotros van a ser personas más felices también, y el amor va a crecer.

Así que lo que yo quiero hacer en este mañana es, primero hablar un poquito acerca de lo que es eso que la Biblia llama, el corazón, es una entidad en la Biblia. ¿Qué es el corazón según la Biblia? Y segundo, quiero que hablemos acerca de algunos principios de vida con respecto al corazón y tercero, acerca de algunas estrategias de cómo nosotros podemos cuidar nuestro corazón para que esté saludable. Así eso es lo que vamos a hacer en este día. Y pues, vamos a orar antes de comenzar de lleno en el mensaje.

Señor, gracias, Padre, por esta oportunidad. Señor, gracias por tu palabra, que es tan rica, Señor, por tu palabra eficaz, Señor. Padre, tu sabes que he orado para que el mensaje vaya directamente a donde tiene que ir, al corazón, Señor. Padre, yo te pido que en este día haya milagros, Señor, de sanidad en el corazón, de limpieza en el corazón, Señor. Y que por haber escuchado lo que dice tu palabra con respecto a esto, Señor, vivamos vidas diferentes, Señor que nuestra mente, nuestro corazón sea transformado de manera que nos establezcamos metas de aquí en adelante para honrarte bien todos, Señor, aún en las meditaciones que haya en el corazón, Señor. Nosotros traigamos honra y gloria a ti Señor. Y aún más, Señor, en el trato con los demás, Señor, traigamos honra y honor a ti, Señor. Gracias, Señor, yo se que tu estás en este lugar, Señor, y yo se que desde hace ya días, Señor, tu estás obrando, Señor, para que esta palabra llegue a donde tiene que llegar Señor, y de gran fruto. Gracias, Señor. Gracias por tu fidelidad Dios, en el nombre de Jesús. Amen.

En la Biblia hay 955 menciones del corazón, esos son bastantes ¿verdad? Si pensamos que Dios la menciona tanto, menciona tanto el corazón debe ser que es un tema importante para él, ¿verdad? Eso es algo bastante lógico. Desde el punto de vista bíblico, el corazón es el asiento o la fuente de nuestras pasiones, de nuestras motivaciones, de nuestra voluntad, de nuestros procesos mentales o intelectuales, es la fuente de la sabiduría. En otras palabras el corazón es el centro de la personalidad.

Y es ahí, en el corazón, no en nuestros miembros, no en el sistema nervioso central, sino en el corazón donde se dan lugar todas las acciones del ser humano. Usted tiene primero que procesarlas en el corazón para que una acción se de. Así que es una entidad bíblica muy, muy importante.

Nosotros sabemos que Cristo vino a redimir todo nuestro ser, ¿verdad? Él no solamente pagó un alto precio, un gran precio, un precio exquisito por nuestro espíritu para que nosotros tuviéramos vida eterna, sino que él también vino a redimir todo nuestro ser, vino a redimir la mente, el cuerpo, el alma y el corazón. O sea que él quiere ser el dueño de todo y él vino a redimir todo nuestro ser. Por lo tanto nosotros como hijos de Dios tenemos que vivir balanceadas y atender a todas las áreas de nuestro ser.

Y de hecho nuestra salvación comienza cuando nosotros abrimos nuestro corazón al Señor, ¿verdad? Tantas veces nosotros mismos respondimos un día al llamado del Señor, ‘abre tu corazón y ven a mi’. Y en la palabra dice en Romanos 10:9 dice: “... si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios se levantó de los muertos serás salvo...”

Así que ya desde ahí, desde el comienzo de la vida cristiana Dios tiene trato directo con el corazón, y de hecho aún desde antes, ¿verdad? cuando sentimos esos jalones de Dios, que Dios nos llama y a veces nosotros resistimos hasta que finalmente un día le decimos, sí y abrimos verdaderamente nuestro corazón. Y es cuando el Señor a habitar en nuestro corazón que nosotros empezamos a poder saborear y a experimentar el amor de Dios. Antes de eso simplemente lo teníamos de oídas, oíamos acerca del amor de Dios, pero una vez que nosotros verdaderamente decimos ‘sí, entra a mi corazón’ entonces empezamos a experimentar lo que es el amor de Dios.

Y a veces nos tomamos un tiempo, yo se porque ese fue mi proceso también, y yo se que quizás en muchos de ustedes, donde empezamos a amar al Señor de una manera un poco extraña. Lo amamos con la cabeza y aún con la cabeza decimos, yo estaría hasta dispuesta a dar mi vida por ti, Señor, y yo quiero hacer esto y aquello por ti. Sin embargo todavía no ha llegado al nivel del corazón. Y ese proceso que todos pasamos, yo creo que es un proceso, primero amamos a veces al Señor, intelectualmente, y luego entonces, cuando entendemos verdaderamente el amor de Dios ese amor se hace real y lo amamos del corazón.

Yo se, cuando yo acepté al Señor yo reconocí, mi mente estaba ciento por ciento centrada, yo creía. Sin embargo, todavía mi corazón no estaba a la par con mi intelecto. Y el Señor hizo una obra para que finalmente yo pudiera enamorarme del Señor. Y eso es lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, no solamente que lo amemos de mente, de cabeza, intelectualmente, sino que estemos enamorados de él. Hay una gran diferencia, ¿verdad? Cuando usted está enamorado usted hace de todo, usted ve pajaritos volando donde no hay, y tiene mariposas en el corazón, y lo ve todo más hermoso y el Señor quiere que nosotros tengamos ese tipo de experiencias con él también, que rindamos nuestra mente y nuestro corazón de manera que estemos enamorados de él también.

Porque Dios es amor. Él nos ama a cada uno de nosotros. Dios pagó un gran precio para que nosotros estuviéramos aquí, tuviéramos salvación eterna. Nosotros a veces pensamos que el amor lo inventaron otros, pero Dios es el inventor del amor. No fue Hollywood con su películas, no fue Hallmark, con sus tarjetitas que chorrean miel, ¿verdad? No fue San Valentín tampoco, nada de eso. Es Dios y el amor de Dios es un amor diferente a todo otro amor. El amor de Dios es eterno y es veraz. En Dios no hay amor con emocionalismo. Es un amor de veras, ciento por ciento real.

Y Dios es un especialista en cirugías del corazón, como él nos creó, como él es el originador del amor, él es un especialista en la cirugía del corazón. Y miren que en David, en el salmo 51, versículo 10, David dice: “... crea en mi, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mi...”

David sabía que Dios podía renovar el corazón. Y también el Señor hace transplantes de corazón y se lo puedo probar por la Escritura también. Dice en Jeremías, 36:26 “....os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne...”

Así que Dios, confíen, Dios no solamente cambia el corazón que usted tiene, sino que en ocasiones también saca ese corazón, lo bota lejos y pone un corazón nuevo, como dice de carne, un corazón que de verdad palpite y sea tierno.

Y otra verdad acerca del corazón y de Dios es que Dios conoce todo acerca de ti. Si él te creó, si él creó tu corazón lo conoce todo. Nada le escandaliza, nada le preocupa más allá de su poder, porque él tiene poder para sanarlo. Nada de eso. Él lo conoce y de hecho en Jeremías dice que el corazón es la cosa más engañosa que hay, por lo tanto, usted mismo aún por más que usted trate, no va a conocer lo que está en su corazón.

¿No le pasa eso a veces cuando ustedes se sorprenden por las cosas que están sintiendo, por las cosas que han hecho? Y dicen, ¿pero de dónde salió eso? Y creemos que nos conocemos, pero la verdad, el corazón nos puede engañar aún a nosotros mismos. Pero ese mismo versículo dice que aunque el corazón es engañoso, también pregunta ¿quién lo conocerá? Y la respuesta es: Jehová, solamente Jehová lo conoce, solamente él. Por lo tanto nosotros tenemos que poner nuestra confianza en lo que Dios dice acerca de nuestro corazón y en los propósitos de Dios para nuestra vida, en vez de ponerla en nuestro propio corazón. Hay que cambiar el enfoque que tenemos muchas veces.

Muchas veces nos dejamos ir demasiado por el corazón y yo he visto personas así. Lo que el corazón le dice, eso hacen. Y ¿qué pasa? En, como una expresión muy común, se pasan metiendo la pata todo el tiempo, porque no hay una conciencia clara de lo que Dios quiere hacer sino lo que el corazón me dicta. Y en esta sociedad eso se ve continuamente.

Continuamente vemos que dicen, haz lo que te parezca bien, lo que se sienta bien. Que cosa tan ridícula. ¿Cómo vamos a hacer lo que se sienta bien? Estaríamos quizás unos cuantos de nosotros en la cárcel, tendríamos muchos más problemas de los que tenemos. No podemos hacer lo que se siente bien. Nosotros tenemos que hacer lo que está bien según la palabra, ¿verdad? Así que no nos dejemos engañar por lo que el corazón, por donde el corazón nos guía, sino veamos qué es lo que Dios quiere que hagamos.

En Colosenses 3 hay un pasaje donde el Apóstol Pablo hace una descripción del comportamiento relacional de un hijo de Dios, es una descripción muy, muy hermosa. Y lo yo hice, no lo vamos a leer de la palabra directamente, sino yo lo personalicé, en vez de ponerlo como está en la palabra lo rescribí con las mismas palabras, con el mismo contenido, pero desde el punto de vista del ‘Yo’, del pronombre ‘yo’. Y lo que yo quiero es que lo leamos todos juntos y mientras lo vayamos leyendo, vamos a tomarlo como una prueba diagnóstica, cuando usted lee la palabra, la palabra nos debe ayudar a discernir qué es el propósito de Dios y qué es lo que yo estoy haciendo en comparación con lo que la palabra dice, ¿verdad? De eso se trata, sino estamos leyendo como el papagayo.

Así que lo que vamos a hacer, vamos a verla como un diagnóstico, según la vayamos leyendo, vayamos pensando si cada una de esas cosas se aplica a mi, como persona. Así que comenzamos... así que vamos a leerlo juntos, ustedes más o menos me siguen a mi para no estar todos, cada uno en su propio tono. Así que empezamos.

Esto es Colosenses 3 del versículo 9 al 17 y espero pues, que está ahí proyectado así que lo leen conmigo.

“Soy un nuevo hombre, me he despojado del viejo hombre y sus actos y me he revestido del nuevo, el cual sigue renovándose conforme a la imagen de Dios que me creó. Yo soy un escogido de Dios, santo y amado por él, estoy vestido de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia, por lo tanto soy tolerante con los demás, pido perdón si alguien tiene una queja contra mi y perdono cuando yo tengo una queja contra otro. Yo perdono de la manera que Cristo me perdona a mi. Además de todas estas cosas también estoy vestido de amor y esto me permite vivir en unidad con los demás y la paz de Dios gobierna mi corazón y soy agradecido. La palabra de Cristo mora en abundancia en mi de manera que puedo enseñar y exhortar a otros en toda sabiduría y por eso le canto salmos e himnos espirituales al Señor, los cuales provienen de la gracia que él ha depositado en mi corazón. Y todo lo que hago sea de palabra o de hecho, lo hago en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Todo lo hago de corazón y para el Señor. amen”

Eso es Colosenses 3. Ok. ¿Cómo les quedó el traje? ¿Cómo les quedó? ¿Les quedó entalladito? ¿Les quedó un poco ancho? ¿Les quedó demasiado ancho? Alguien dice por aquí que le quedó grande. En un sentido a todos en cierta manera pues nos queda un poco grande el, pero eso es un pasaje donde nos habla..... fíjense que parte es la relación espiritual de esta persona con Dios y parte es a consecuencia de las relaciones espirituales vienen las repercusiones en las relaciones interpersonales.

Y nosotros ahí, pues, vemos muchos, muchos detalles en ese pasaje. No lo vamos a discutir, pero si usted ve, pues, es una persona que ha sido revestido del hombre nuevo. Es una persona que tiene una conciencia de su identidad en Cristo. Tiene las cualidades del fruto del espíritu como mansedumbre, humildad, todas esas cosas. Pide perdón, tiene un corazón agradecido. Está lleno de paz. La palabra de Dios nos solamente es algo que él lee sino es algo que mora en él. Y así por el estilo, y todo lo que hace lo hace para el Señor.

Así que todas esas son cualidades que nosotros necesitamos para vivir en paz y tener relaciones saludables con los demás. Y todas esas cosas se originan en el corazón. Vieron en el pasaje se menciona la palabra corazón varias veces porque ahí es donde todo se origina.

Así cuando leamos la palabra vamos a ver cómo me queda eso a mi. ¿Yo estoy vestida de lo que esa palabra dice que yo tengo que vestirme? ¿Esa palabra me describe a mi? ¿Cómo me describe? Hay cosas que estoy haciendo, otras cosas que no estoy haciendo. ¿Es esto lo que yo practico en mi vida? ¿Mi hogar, se parece a esta descripción que yo estoy viendo ahí?

O sea, todas esas cosas tenemos que preguntarlas y contestarlas con verdad. Sería ideal que nosotros viviéramos lo que esa palabra dice. Si fuera así, todos tendríamos unos hogares maravillosos, unos ambientes de trabajo maravillosos, iglesias maravillosas, todo estaría bien. Así que pues practiquemos lo que esa palabra dice.

En esa Escritura están los elemento que todos nosotros necesitamos para vivir vidas armoniosas. Y fíjense que la persona que puede lograr esto no es una persona superdotada, ni extraordinaria, es una persona como usted y como yo, muy común, simplemente que ha tomado la palabra de Dios en serio y de verdad ha orado y ha obrado para que su corazón esté limpio.

En otras palabras, no leamos estas cosas y pensemos, ‘ah, si supieran los problemas que yo tengo en mi casa sabrían que eso no es posible. Ah, yo soy de cierta manera y no puedo obrar así.’ Eso es mentira. Cada uno de nosotros puede aspirar a eso, no por nuestras propias fuerzas, nuestras propias capacidades, sino por lo que Dios ha depositado en nosotros por el poder de Dios.

Así que no piense, yo no puedo, sino piense todo lo contrario: yo si puedo, y esa es la manera en que yo voy a vivir y lo que ha caracterizado a la persona de este pasaje es que se ha despojado del viejo hombre. La naturaleza contaminada de pecado, con todos sus problemas la ha rechazado y por el contrario, no solamente ha rechazado eso y se ha quedado vacío, o sea, tenemos primero que vaciarnos, pero no nos podemos quedar vacíos, tenemos que llenarnos entonces de la identidad de Dios.

¿Qué es lo que Dios dice de mi? Pues, eso es lo que yo soy. Si Dios dice que yo soy un hombre nuevo, que puedo hacer todas esas cosas, sí puedo, y debe ser la meta de cada uno de nosotros, aunque sea difícil lograr llenar todo ese propósito de Dios para mi vida.

Y eso me recuerda una historia que yo escuché hace un tiempo de labios de varias veces oí que Toñita dijo esta historia, era una historia que se llevó a cabo en la República Dominicana. Era una señora ya de edad que visitó una iglesia por primera vez con una amiga que llevaba años insistiéndole, ‘vamos, vamos a la iglesia, vamos a la iglesia, te va a gustar’, y ella siempre le decía que no. Hasta que finalmente fue tanta la insistencia de mi amiga que dijo voy a ir a la iglesia. Pues la iglesia, una señora de edad, una señora casada muy digna, fue a la iglesia y le gustó todo: le gustaron las alabanzas, hasta los anuncios, le gustaron. Estaba muy contenta con el sermón pero era uno de estos pastores así bien fogosos, pentecostales y el Señor, sabemos que nosotros somos pentecostales, por eso lo puedo decir, y con lo más fogoso del sermón, el pastor dice ‘Hoy no se va nadie de aquí, hasta que cada uno se despoje del viejo hombre’. Y al escuchar esto la señora con mucho enojo se levanta, dice ‘ah, pero bueno, yo hago lo que usted quiera pero a mi viejo yo no dejo, no’. Y la señora, entonces se levantó y se fue para su casa y hasta el día de hoy está con su viejo hombre, está con el hombre viejo.

Así que si usted tiene uno de esos viejos, no lo dejen. Eso no lo deje, pero sí deje al viejo hombre. Exacto, al que está en su casa, siga con él. Al que está dentro de usted en el corazón, despójese de él.

Hay un parecido entre el corazón natural y el corazón espiritual. Nosotros sabemos que el órgano del corazón es esencial para la vida, ¿verdad? Para que nosotros funcionemos saludablemente el corazón tiene que estar saludable. Y por el contrario, un corazón que está enfermo, un órgano de corazón enfermo va a afectar todo el cuerpo y no nos vamos a poder sentir bien. Y asimismo ocurre en lo espiritual. Si tu corazón está saludable, si tu corazón espíritu, según la Biblia, está saludable, está libre de impurezas, vas a poder entrar en batalla con todo aquello que quiera contaminar tu corazón y vas a vencer. Y por el contrario, si tu corazón está enfermo vas a contaminar todo el resto de tu ser y también vas a contaminar a otros.

Así que es bien importante que nosotros tengamos cuidado del corazón. Y lo que quiero es hablarle de algunos principios acerca del corazón, de palabras de lo que dice la palabra acerca de la relación con esta entidad que nosotros llamamos corazón. Lo primero es que el corazón tiene importancia estratégica. Recuerden que dijimos al principio que el corazón es el asiento de la voluntad, de las pasiones, de las motivaciones, del intelecto. En el corazón es todo el centro de la personalidad. Por lo tanto, si eso es tan importante tiene importancia estratégica. Y es importante que nosotros nos preguntemos entonces, ¿quién es el dueño de mi corazón?

Porque, qué pasa que el que es dueño del corazón es el dueño de todo lo demás. Así que quién es el dueño de tu corazón. Nosotros sabemos que desde el principio, del principio de la creación Satanás ha conocido esto. Satanás va directo al corazón y desde el jardín del Edén nosotros vemos cómo él fue directamente al corazón de Eva primero, y ¿qué fue lo que él sembró en el corazón de Eva? Sembró duda acerca del carácter de Dios, acerca de que lo que Dios decía era cierto. Sembró duda y a consecuencia de esa duda vino la desobediencia al pecado y sabemos que también entonces, Adán y Eva que vivían en un lugar privilegiado, protegido, y tenían una relación muy hermosa, una relación armoniosa, de momento eso ya deja de ser y comienzan a entrar todo tipo de complicaciones en su vida.

Así que Satanás va directo al corazón. O sea, nosotros tenemos que contender con él todo el tiempo. Ustedes, ¿verdad que les pasa a ustedes, a veces tienen una situación difícil, no oyen? Si ustedes ven en los muñequitos que aparecen, yo no se si todavía aparecen, pero cuando yo era chiquita aparecía el angelito aquí y el diablito acá, un dibujito del angelito y el diablito acá, y el angelito susurraba, ‘mira lo que tienes que hacer el bien’, y el diablito decía ‘No, lo que tienes que hacer es esto otro’.

Pues, eso parece gracioso, pero muchas veces en la realidad eso es lo que pasa. Tenemos estas cosas, Satanás susurrándonos al oído diciéndonos lo que tenemos que hacer que obviamente va a ir en contra del plan de Dios. Así que, si eso es real, nosotros tenemos que estar concientes de eso, de que él quiere hacernos daño, de que él quiere contaminar nuestro corazón. Y tenemos que hacer algo para pelear contra él.

Yo creo, a mi eso me enoja. Yo creo que ya es tiempo que nosotros le digamos cada uno en su vida a Satanás, ‘Basta ya. Ni me hables porque no te voy a hacer caso, el dueño de mi corazón es Jesús y no tuyo. Tu no tienes arte ni parte en mi vida.’ ¿Saben qué? Esa es la guerra espiritual mejor que nosotros podamos hacer. Si nosotros viviéramos Colosenses 3 en nuestra vida, esa es la guerra espiritual más exquisita, lo más que va en contra del propósito de Satanás. Así que vamos a vivir lo que dice la Escritura, vivamos en paz. Controlemos nuestras emociones. Limpiemos nuestro corazón.

Y asimismo, como Satanás ataca nuestro corazón, también Dios le habla a nuestro corazón continuamente. Él sabe que para que nosotros podamos vivir vidas plenas, él tiene que ser el dueño de nuestro corazón. No podemos tener un corazón dividido. No podemos tener a dos dueños. Podemos tener uno solo y ese es el Señor Jesús. Nadie, nadie más.

Y por eso en Mateo 22:37 el Señor dice “.. amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente...”

Él sabe que esa es la única manera que nosotros podemos vivir vidas plenas, es cuando nosotros amamos a Dios con todo nuestro corazón. Nosotros tenemos el privilegio de tener un Dios que no es distante. Nuestro Dios es personal, él se involucra en nuestra vida, él se ocupa de las grandes cosas de nuestra vida y de los detalles más pequeñitos de nuestra vida también. Él es nuestro amado. Nosotros cantábamos hace un ratito, no recuerdo la canción, pero cantábamos una canción acerca de que yo soy su amado y él es mi amado también. Es una relación personal: Dios quiere tener comunión íntima con nosotros. El no es un Dios allá a lo lejos, él es un Dios de aquí ahora. Es el que está al lado de nosotros, es como el consolador que está aquí justo a nuestro lado, haciendo por nosotros todo el tiempo. Ese es nuestro Dios.

Y si ese es nuestro Dios por qué no confiarle nuestro corazón a él cada día y reconocer que nuestro corazón tiene una importancia estratégica por lo tanto tenemos que cuidarlo. Y siendo que el pecado nace del corazón también todo cambio o toda transformación tiene que nacer del corazón también, ¿verdad? Entonces por qué es tan difícil superar las malas actitudes, los prejuicios, el mal genio, el maltrato verbal, la actitud controladora, los celos, la amargura, y la lista continúa, ¿por qué es tan difícil? ¿Por qué? ¿Por qué nos cuesta tanto vencer esas cosas? ¿Por qué nosotros nos dejamos dominar por la carne tantas veces? A veces hasta inesperadamente nos sucede y ni siquiera sabemos por qué nos pasa eso. ¿Por qué nos pasa lo que Pablo dice, que Roberto ha estado leyendo en Romanos? “....Porque no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero, eso hago.....”

¿Por qué hacemos eso?

¿Por qué maldigo a otros en vez de bendecirlos? ¿Por qué hiero de palabra y acción? ¿Por qué a veces doy libre curso a mi ira en vez de controlarla? ¿Por qué escojo tantas veces no perdonar y encarcelar al otro? ¿Por qué a veces deseo vengarme de gente? ¿Por qué si ya soy un hombre nuevo, por qué suceden esas cosas?

La respuesta general ustedes la conocen, ¿verdad? ¿por qué? Porque hay pecado en el corazón, ¿verdad? Esa es la respuesta general, pero yo he aprendido en mi vida que a menos que yo no hile con más cuidado, más fino, no voy a encontrar mi por qué y que me ayude a mi a mejorar como persona. Así que vamos en pensar en varias razones específicas que hacen que nosotros no hagamos lo que Dios dice, y nos dejemos dominar por la carne.

Unas de las primeras cosas es la inmadurez o la ignorancia. Hay que reconocer que muchos de nosotros hemos dejado de desarrollarnos emocionalmente y decidimos quedarnos chiquitos. Las perretas que teníamos de chiquitos son las perretas que tenemos de grande. Y decidimos, ‘no, así soy yo’.

Yo tenía un tío que ya murió, yo estaba hablando con él acerca de algo, de una mala actitud que él tenía, y yo le decía, ‘Pero, tío usted puede cambiar. Mire, haga esto, tratando de establar una conversación con él, y él me decía ‘¿qué edad yo tengo?’, y yo le digo ‘tio, tu tienes 75 años’. Pues, ya.... a los 75 años yo no voy a cambiar. Eso es una mentira de Satanás. Claro que sí, que podemos cambiar. Como vamos a escoger quedarnos estancados y pequeños cuando podemos seguir creciendo. Nosotros podemos crecer hasta el último día de nuestra vida. No hay excusa para nosotros. Los que están en Dios, nuestra vida es una vida dinámica. El cristiano tiene una vida dinámica. Nunca debe decir, hasta aquí llegué, no voy a crecer más. Nunca. Tenemos oportunidad para seguir creciendo porque tenemos todos los recursos del cielo a nuestra disposición.

Así que esa es una razón, la inmadurez o la ignorancia. A veces nosotros pensamos que podemos hacer daño porque otros nos han hecho daño, entonces eso nos justifica. O como él me hace, o ella me hace, yo le hago. De todas maneras se lo merece. Entonces te empiezan todas esas justificaciones que son mentira otra vez.

Otra veces reclamamos nuestros derechos: yo tengo el derecho de sentirme así o asá porque me hizo, no me hizo, dejó de hacer, no me dijo.... y tenemos todos esos rollos mentales que nos hacen, entonces, nos impiden a nosotros crecer. Nos quedamos entonces bien pequeños y no podemos hacer eso.

La otra cosa es que somos criaturas de hábito. Nosotros muchas veces nuestras relaciones estamos acostumbrados a él hace, yo respondo; la nena dijo, yo le digo tal cosa; y así, me hicieron, yo hago. Y son simplemente hábitos que si nosotros verdaderamente pudiéramos observarlos con cuidado, si nos apartáramos un momento y dijéramos ¿qué está pasando aquí?, ¿Tengo yo que seguir actuando de la misma manera, contaminando mi ambiente o puede hacer algo al respecto? A veces un cambio muy pequeño puede hacer una gran transformación en todo un ambiente. A veces es solamente un pequeño cambio de actitud en usted y que usted diga, ‘voy a controlar tal cosa; voy a dominar esto’; eso va a poder crear un cambio en su ambiente. Trátelo. Yo lo he tratado y veo que funciona siempre.

De todas maneras, mire, si no hay un cambio en su ambiente porque usted cambió de todas maneras, usted gana. De todas manera gana porque está creciendo usted. Olvídese de lo que los demás piensen, hagan, digan, como pataleen. Eso es problema de ellos. La responsabilidad es de nosotros, nosotros cambiar. Si nosotros cambiamos, muy posiblemente vamos a ver cambio en los demás también.

También porque somos egoístas. ¿Usted es egoísta? ¿Alguno de ustedes es egoísta? Todos somos egoístas. Nadie puede decir que no le gusta que las cosas se hagan como usted quiere, ¿verdad? A lo mejor usted ha aprendido a ceder, a negociar, pero de verdad si somos sinceros, a todos nos gusta que hagan lo que nosotros queremos hacer. Así que somos criaturas egoístas, y nosotros funcionamos muy bien cuando todo nos va bien. Pero cuando hay un conflicto, una dificultad, entonces el hombre viejo sale como un monstruo de ahí adentro y vuelve otra vez y muestra sus garras. Y nosotros tenemos que sencillamente decirle, ‘No, hombre viejo, tu te quedas escondido, tu te quedas botado donde tu estabas, allá en el infierno tu no tienes que hacer nada aquí.’

A veces en cosas tan sencillas como en una línea de comida. Yo lo he visto varias veces y lo he visto en la iglesia. Cuando los de atrás ven que ya la comida se está acabando.... empiezan las malas actitudes y piensan ‘mira, aquella fulanita cogió dos muslos en vez de uno que le tocaba’. Y empiezan ‘ba, ba, ba, ba, ba...’ Y a molestarse y a moverse y a rezongar. ¿Por qué nos vamos a morir porque no nos comamos eso, porque nos toquen 3 granitos de arroz en vez de un plato lleno? No, no nos va a pasar nada. Así que no pensemos que alguien está ofendiéndonos por esas cosas. Sencillamente dejémosla pasar.

En la carretera, ¿verdad? que ahí a veces .... ahí es donde a mi se me sale lo peor. Lo controlo en el nombre del Señor, pero a veces uno ve cosas y a uno le hacen cosas en la carretera que uno quiere enseguida hacerle lo mismo al otro. Así que hay momentos en donde eso va a salir. En las divisiones de herencias, ¿cuántos hermanos que se han querido hasta ese punto, dejan de hablarse por años o de tratarse o se maltratan porque algo no fue exactamente como ellos querían en la herencia? Porque en vez de tocarle 35000 dólares con 5 chavitos, le tocaron solamente los 35.000.

La vida siempre va a tener oportunidades de conflicto y nosotros tenemos, desde el comienzo, que decir, los conflictos no me van a dominar a mi. Yo no voy a traer malas actitudes, no voy a dañar a nadie porque haya conflicto. Yo voy a obrar en ellos como Dios desea que yo obre. Eso es un principio de vida y a menos que usted no se determine eso desde ahora, cuando llegue el momento va a fracasar. Eso es un principio por el cual nosotros debemos vivir.

También nosotros tenemos a veces temor de tratar algo y que no funcione. Dices, ‘bueno, qué tal si trato con amor a mi esposo y me sigue diciendo palabras duras. Que tal si hago esto y no me funciona’. Otra vez, eso no lo hagamos solamente por el cambio, hagámoslo por nosotros mismos.

Y otra razón por la cual es tan difícil y por lo cual persistimos en cometer los mismos errores vez tras vez, es porque nosotros nos resulta muy difícil hacer cambios en un corazón que ya está endurecido. Hay muchos grados de endurecimiento del corazón pero a veces llegamos a momento en que nuestro corazón está tan duro, porque todos hemos sido herido. Nadie aquí, a menos que sea un bebé quizás, puede decir que no ha tenido una herida significativa en su corazón. Todos en alguna manera, aún usted puede venir de un hogar muy privilegiado con mucho amor, y puede ser que al ir a la universidad alguien le hiera, alguien no lo trate con respeto. O sea, en la vida en algún momento alguien va a herir nuestro corazón.

Y lo que pasa cuando nosotros somos heridos es que la vida, por decirlo así, empieza a escribir mensajes en nuestro corazón y esos mensajes empiezan a determinar nuestra vida, mensajes como por ejemplo, nadie se ocupa de mi o nadie me quiere. Tengo que defender mis derecho yo, porque sino alguien va a abusar de mi. Yo no le voy a tolerar a ningún hombre lo que mi mamá le toleró a mi papá. El que me la hace, me la paga. Ya tienen la idea, ¿verdad?

Muchas veces nosotros vivimos con máximas de vida como esas y nos compete a cada uno de nosotros ver por qué. Yo he visto en consejería como a veces por ejemplo, una mujer que de niña vivió con un padre mujeriego, abusador, que al llegar ella a tener su propia relación con un esposo, tiene una actitud de prepotencia y de... conmigo si que no. Imagínese si desde el comienzo ya vamos a empezar con actitudes defensivas, ¿qué podemos esperar de ese matrimonio? Va a haber separación y división desde el comienzo.

Y se que nosotros muchas veces tenemos actitudes, tenemos mensajes escritos en el corazón que no los puso Dios ahí. Tenemos que reconocer que son mentiras que Satanás, que otros quisieron marcar nuestro corazón con eso, y tenemos que decir, ‘No, no más, eso no me describe a mi. Eso describe al viejo hombre o a la vieja mujer, pero no me describe a mi.’

Y eso es liberador. Cuando usted de verdad mira así con mucha inteligencia, discernimiento su corazón y se da cuenta lo que está escrito ahí, y usted se quita la etiqueta esa, la arranca y la bota lejos, y la sustituye con la identidad de Cristo en su vida, usted verá cómo su vida cambia. Es algo maravilloso. Yo les reto a que lo hagan.

Porque cuando nosotros dejamos que esos mensajes escritos en nuestro corazón nos dominen, lo que nosotros hacemos es que cubrimos nuestro corazón con una capa protectiva para que nadie nos hiera y nos haga daño. Pero eso es una interferencia en tener relaciones saludables con otros y en lo que Dios puede hacer en nuestro corazón porque nadie puede penetrar en él.

Ustedes no han conocido a personas que usted los mira y usted dice ‘esto es una fachada, esta no es la persona en sí misma. Esto es una fachada. ¿Qué dolor, qué herido hubo ahí que marcó a esa persona de esa manera?

Así que analicemos nosotros nuestra propia vida porque yo se, yo he tenido que quitarme etiquetas en mi vida y cuando las he quitado me he dado cuenta de lo libre que yo soy en el Señor. Así que si usted tiene problemas de ese tipo, consistentemente usted tiene problemas con la gente; si la misma gente siempre le está diciendo lo mismo, ‘mira, volviste otra vez, hiciste esto, lo mismo y lo mismo’, yo creo que verdad que ya es hora de uno decir, ‘Bueno, a lo mejor hay algo de verdad en esto. Déjame por lo menos analizarlo y ver qué puedo hacer al respecto.’

Y usted verá. Y entonces invoque la presencia del Señor, el poder sanador del Señor y yo les aseguro que él les sanará su corazón, y les limpiará su corazón. Como decíamos antes, que Dios pone pureza en el corazón, limpia el corazón, y si nuestro corazón está tan dañado, lo bota y nos pone uno nuevo. Así que, si tenemos esos recursos, ¿por qué no aprovecharlos? Pídala sanidad al Señor y comprométase a hacer lo que él quiere que usted haga.

Otro punto, que hemos visto ya indirectamente, es que tu tienes la autoridad para decidir qué entra en tu corazón. Nuestro corazón no está totalmente vulnerable a menos que nosotros le permitamos ser vulnerable. Nosotros tenemos el poder de Dios en nosotros, así que nosotros tenemos que guardar nuestro corazón y estar pendientes de qué entra en él, porque tenemos autoridad para hacerlo.

Alguien una vez dijo que nosotros no podemos evitar que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos impedir que hagan un nido en nuestra cabeza, ¿verdad que si? Y con el corazón es la misma cosa. Nosotros no podemos evitar muchas veces las situaciones que pasan, que traen emociones fuertes a nuestra vida, puede ser que ronden el corazón pero de ninguna manera tenemos que permitirles que entren al corazón y se establezcan ahí y hagan daño. Así que nosotros tenemos el control para eso.

Recuerden que las tentaciones y las emociones que pudieran ser dañinas no son pecado en sí mismo. El sentir ira o el sentir enojo no es pecado en sí mismo, es lo que nosotros decidamos hacer con las tentaciones y con las emociones dañinos, ese es el problema. Es ahí donde está el problema, lo que hacemos; no el sentirlas ya que a veces uno dice, ah, pues siento eso, y uno se siente culpable. No, vaya adelante del Señor, pídale al Señor que le quite la emoción también si le afecta, pero no piense que ha pecado. Ese es un proceso totalmente diferente.

En Proverbios 4:23 dice: “...sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”.

Y esa es una realidad. Yo practico ese versículo y siempre estoy pendiente porque ese versículo me dice que yo soy responsable de lo que entra a mi corazón. Yo no soy un títere que las emociones manejan a su capricho. No, todo lo contrario, yo decido qué entra a mi corazón y qué no entra a mi corazón. Y puedo, en el poder de Dios, despojarme de lo que ya ha entrado a mi corazón antes, que está contaminándolo y puedo entonces pedir al Señor que lo sustituya con cosas que lo agraden a él y lo honren a él y que traigan relaciones saludables a mi vida.

Nunca ignores a tu corazón. La mayor parte de nosotros ignoramos al corazón. Seguimos la vida porque ¿qué es más fácil? Seguir la vida, seguir ocupándonos en nuestro trabajo, en nuestras cosas que prestarle atención al corazón porque a veces duele y porque es trabajo. Pero yo creo que nosotros siempre tenemos que estar en conversación con el corazón.

Si diariamente nosotros estamos en conversación con el corazón y con Dios vamos a poder estar alertas a lo que está pasando ahí. Yo practico eso. De hecho hay algo que yo practico cuando yo tengo una situación muy difícil que no se cómo manejarla y las emociones están confusas. Saben, yo tengo un anaquel mental, en mi mente yo tengo un anaquel. Ustedes no lo ven, pero yo se que yo lo tengo ahí. Es un librero, está ahí, entonces yo digo, ‘ok, yo no te entiendo a ti ahora mismo. Tu eres un animal raro para mi.’ Esta emoción no la entiendo, no entiendo qué tengo que hacer. No entiendo quizás el propósito de Dios con eso.

Entonces lo que hago es que agarro eso que es raro, y que no lo entiendo, lo pongo en el anaquel, y lo dejo ahí madurar unos días. Digo, ok, ahora tu te quedas ahí y más adelante..... ustedes están pensando que yo soy rara, me están mirando como que ‘esta mujer es rara!’ Lo dejo ahí. Y entonces después los re visito cuando ya estoy más tranquila, cuando he orado, los re visito y entonces, mire, siempre Dios me ha dado una luz nueva de cómo ver ese problema y cómo resolverlo. Es algo, funciona todas las veces. Nunca tomen decisiones, nunca reaccionen en el momento donde más fuerte está la emoción. Esperen un poquito y pónganlo en remojo, adóbenlo un poquito y entonces lo re visitan y ven.... Pero, primero, obviamente metan al Señor en el asunto. Cúbranlo con oración y ustedes verán cómo se resuelve mucho más fácil. Tenga conversación con su corazón continuamente.

Les voy a dar un ejemplo de mi vida donde yo practiqué eso y yo le pedí permiso, es un ejemplo de mi hija mayor, de Sonia, yo le pedí permiso a ella para compartir esto. Cuando Sonia tenía unos 14 años, pasó por una etapa un poco difícil. A algunos teenagers les pasa eso, ¿verdad? Pasan por etapas un poco difícil. La cuestión es que si yo decía sí, ella decía no. Si yo decía verde, ella decía rojo. O sea, todo era contrario, muy, muy difícil y era algo que seguía, y seguía y seguía. Llegó el momento que un día tuvimos una situación difícil donde ella me dijo unas palabras hirientes y yo respondí, o sea mi corazón, no yo, mi corazón respondió con odio, porque ya estaba tan cargada, ya tenía tanto resentimiento en mi corazón. Y yo por ese momento, yo pensé ‘Desaparécela’. Sentí hasta violencia contra ella.

Cuando yo sentí eso, yo dije ‘esto no puede ser. Esto no es de Dios. ¿cómo puede ser que yo me vaya a relacionar con mi hija de esta manera? Y lo que hice fue, no hice nada, no hablé nada con ella. Simplemente sucedió la situación, me encerré en mi cuarto y empecé a orar, y le dije: ‘Señor, esto es lo que hay en mi corazón. He descubierto que en mi corazón en este momento hay resentimiento, hay odio, hay hasta emociones de violencia contra mi hija. Dios, yo se que eso no te agrada. Yo te pido perdón. Perdóname, Señor’, porque ya había llegado el momento en que yo no oraba por ella, ya no quería verla, era una situación difícil. Y yo se que muchos de ustedes pueden identificarse conmigo porque han pasado esas situaciones con sus hijos, con su esposa, con su esposo, con cualquier persona nos pasa eso.

Y entonces cuando me encerré en mi cuarto, le abrí mi corazón al Señor, y le dije, ‘Mira, Señor, esto es lo que hay. De todas manera tu lo sabes y esto lo que hay aquí ahora mismo. Sana mi corazón, no permitas que esto se anide en mi corazón de tal manera que vaya a determinar cómo yo me voy a relacionar con mi hija’. Porque yo pensé muchas cosas. Ella ahora tiene 14 pero un día va a tener 21, 22, Señor, yo se que tu la has llamado a ella a ser una gran mujer de Dios, yo se que tu la amas, yo se que tu tienes propósito para ella, pero ahora mismo yo no se qué hacer con ella.’

Y me quedé ahí orando y le dije, ‘Señor, yo no me voy de aquí hasta que tu hagas una obra en mi vida. La cuestión es que estuve de rodillas al lado de mi cama, orando, orando, delante del Señor y cuando me levanté de ahí sentía una paz tan grande. Y el Señor cambió mi corazón y empecé otra vez a orar con ella y a declarar el propósito que Dios yo sabía que tenía en ella, y después algo maravilloso sucedió. Cuando llegaron los 15 años, cuando Sonia tenía 15 años ella se reconcilió con el Señor. Ella había aceptado al Señor a los 6 años conmigo y a los 15 años se reconcilió con el Señor y toda esas actitudes negativas que ella había adoptado como parte de su personalidad se fueron. Y yo les puedo declarar, no ahora, desde hace mucho tiempo es una hija dulce, maravillosa y yo estoy tan agradecida al Señor por la hija que él me ha dado y nuestra es una relación que cada día se va haciendo más de amigas.

Uno puede decir eso porque uno ha obrado correctamente en alguna época de su vida en el pasado. Pero si seguimos dando curso a nuestro resentimiento, esas emociones que nos dominan, entonces nunca va a llegar ese buen día donde podemos cosechar el fruto de nuestro amor. Así que es algo que debemos practicar siempre, siempre.

Así que, recuerde, Dios está de su lado y lo que él exige de usted no es demasiado. Él siempre, siempre va a cumplir las promesas que él tiene para usted. Y otra cosas que nosotros tenemos que valorar a los demás especialmente a los que están más cercanos a nosotros. Cada uno de los que nos rodean son creados a imagen y semejanza de Dios, igual que tu y que yo, así que eso, por eso nada más ellos merecen respeto.

Sabe que nunca, nunca, nunca se justifican los insultos y las faltas de respeto. Nunca. La situación puede ser lo más horrible que sea, pero nunca, nunca, nunca se justifican los insultos y la falta de respeto. Nunca. No hay razón, no hay razón para que usted de maldición por maldición. Todo lo contrario, cuando peor sea entonces usted de palabras de mayor bendición. Así que no permita que esas situaciones le contaminen su vida. Ama de manera que se cumpla el propósito de Dios en su vida.

La palabra dice que Dios quiere que nosotros amemos con amor genuino y ¿saben de dónde brota el amor genuino? De un corazón puro. Y cuando nosotros estamos tan pendientes de nuestras propias necesidades, nuestras propias emociones, lo que hacemos es mirarnos el ombligo. Eso es lo que estamos haciendo. Estamos todo el tiempo así, pendientes de nosotros nada más y tiene que llegar un momento en que nosotros decimos, ‘mira, yo no voy a estar más centrado en mi, yo voy a estar centrado en los otros. Voy a amar como Dios quiere que amemos.’

Así que ahora bien rápido, porque ya se que se me ha ido el tiempo, vamos a muy brevemente a tocar sobre algunas estrategias que nosotros podemos hacer para mantener la higiene del corazón.

Como decimos, el corazón hay que cuidarlo y mantenerlo. Lo primero es aceptar que tenemos un problema. Esa es la parte más difícil. Aceptar que tenemos un problema. Aceptar responsabilidad por la situación que está surgiendo. Por lo menos por nuestra parte, aunque no sea ciento por ciento nuestro problema pero tenemos que por lo menos aceptar nuestra parte.

Esa es la primera victoria, en una victoria privada e interna. Pero si usted tiene esa victoria, sabe que puede pasar a la otra victoria que es la victoria externa y pública donde usted puede hacer lo que Dios quiere que usted haga. Así que número uno, acepte su responsabilidad, acepte que tiene un problema.

Lo otro es que nosotros tenemos que dejar de ser reactivos para ser pro activos. Eso es una palabra muy, muy conocida ahora. Tenemos que dejar de ser reactivos para ser pro activos. Decídete a dejar de ser víctima y decídete a ser una persona victoriosa sobre la circunstancia. No siempre me hicieron y yo hago... pobrecita de mi. No, nada de eso. Yo voy a ser pro activo. Una persona pro activa se establece metas específicas. No dice solamente, oh Dios bendice mi vida, que las relaciones sean buenas. No, sea bien específico. ¿Cuál es el problema? Pues el problema es este, este. ¿Cuál es mi parte? Este, este. Pues entonces yo voy a hacer algo para resolverlo.

Hace un tiempo una hermana de la iglesia me bendijo tanto con un testimonio que me compartió. Esa hermana viene de un hogar donde había mucha dificultad, donde ella recibió abuso verbal, físico y hasta sexual; y la relación con su padre era.... no había una relación. Esta mujer aceptó al Señor aquí en nuestra iglesia, y ha estado creciendo hermosamente en el Señor. Y hace un tiempo decidió agarrar al toro por los cuernos, como quien dice, y dice ‘Yo tengo que hacer algo con la relación con mi padre. Había una distancia obviamente pero no había paz en su corazón, ella quería tener algún contacto por lo menos con su padre.

Lo que decidió fue, voy a hacer un viaje, voy a visitar a mi país, voy a visitar a mi padre. Y así lo hizo y allá buscó el momento, encontrarse con su padre y ella iba con terror en su corazón porque no sabía cómo ella iba a reaccionar cuando lo viera. Hacía años que no lo veía, pero iba con su corazón dispuesto a hacer lo que agradara a Dios. Eso era lo único que ella sabía: yo quiero agradar a Dios.

Llegó allí y dice que Dios hizo un milagro pero portentoso. Vio a su papá y en vez de sentir toda la ira que ella había sentido por tantos años, toda el resentimiento por todo lo que él había hecho y lo que había dejado de hacer de nunca haber sido un padre amoroso, pudo agarrarle su mano, ya este señor es un hombre anciano, le agarró la mano y le dijo: ‘Papá, yo soy una hija de Dios ahora y yo te amo’, y de ahí fue una cosa maravilloso. Conversaron. Dice que ella sintió que un peso grande de su corazón se le fue y es una mujer libre porque se dio cuenta en ese momento lo atada que ella estaba por la falta de perdón con su papá.

Así que esas son las cosas que pasan cuando nosotros somos pro activos. No deje que siga pasando la vida, los días, los meses, los años. Haga algo. Si le resulta mal, mire, por lo menos sabe que lo ha hecho en el nombre del Señor y que ha querido agradarlo a él y si le sale bien, gana todo el mundo así que no hay que perder esas oportunidades.

Otra cosa que podemos hacer es reclutar a un compañero de jornada. A veces nosotros tenemos situaciones donde tenemos patrones de comportamiento que es bueno que podamos responderle, que podamos tener a alguien con quien compartir nuestra dificultad. Pero para eso hay que tener un espíritu enseñable.

Yo se que la mayor parte de las personas no les gusta que les digan la verdad, ¿verdad que si? Dicen, mira lo que pasa es que en esa situación tu hiciste esto y estaba sintiendo eso. Y la persona dice, ‘No, yo no. Yo enojado, cómo te atreves a decir que yo estaba enojado. Yo no estaba enojado, yo estaba muy tranquilo.’ No nos gusta que nos digan la verdad y tenemos que llegar a un momento en que nuestro espíritu tiene que decir ‘Sí, yo voy a aceptar la verdad.’

Así que si nos buscamos a alguien de nuestra confianza, de nuestro propio sexo con el que podamos conversar esas cosas, para cambiar, eso es una gran ayuda, porque esa persona nos puede hacer preguntas acerca de nuestro progreso y ayudarnos en eso.

Y otra cosas es reconocer que la higiene de nuestro corazón es un asunto diario, no se duerma en las pajas. Como ya dije, mantenga la conversación con su corazón fluyendo vez tras vez y siga siempre.... Aunque que usted crea, a mi me ha pasado, a veces yo creo que tengo un área de mi personalidad dominada o de mi corazón dominada y de momento viene otra prueba donde me doy cuenta que todavía estoy cruda, cruda, cruda y tengo que volver a hacer ajustes en esa área. ¿Verdad que nos pasa eso? A veces pensamos que todo está bien y de momento surge una situación y vuelven esas emociones a dominarnos. Así que es higiene diaria del corazón.

También tenemos que orar y poner en práctica la palabra que es todo lo que hemos estado hablando, ¿verdad? Dios conoce lo que hay en nosotros y él siempre, siempre responde la oración del justo. Así que podemos ir con confianza en él.

Y la última es que tenemos que confiar activamente en el Señor. tenemos que aprender acerca de sus atributos y apropiarnos de sus promesas. Dios no se ha mudado ni se va a mudar de tu lado. Él siempre está ahí al lado tuyo y siempre estará dispuesto a darte lo que tu necesitas en el momento que tu lo necesitas.

En Lucas 4:18 habla acerca de una de las misiones del Señor y dice así: Jesús hablando de si mismo dice, “... el espíritu del Señor está sobre mi por cuanto me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón....”

¿Quién aquí no tiene un quebranto? ¿Verdad? Todos tenemos algún quebranto. Así que si es así, sabemos por la palabra de Dios que tenemos la certeza de que él habrá de sanar nuestro corazón si nosotros estamos dispuestos a confiar en él.

Y para terminar yo quiero bendecirlos a través de....., en muchas tradiciones religiosas hay lo que se llama la bendición final, después de la prédica hay una bendición final. Y lo que yo quiero es declarar sobre ustedes Colosenses 3, con otra parte de los mismo que hemos hablado. Así que les pido, vamos a ponernos de pie y yo les pido si se siente cómodo, cierre sus ojos, y oiga las palabras internalícelas y séllelas en su corazón y en su espíritu, como que esa persona es usted. Amen.

En el nombre del Señor yo declaro que tu eres un nuevo hombre, una nueva mujer, que te has despojado del viejo hombre y sus actos y te has revestido del nuevo. Y que guardarás fielmente tu corazón de toda contaminación y continuarás renovándote conforme a la imagen de Dios que él plasmó en ti desde el momento que te creó. Declaro que eres un escogido de Dios, santo y amado por él. Te revestirás cada día de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia y por eso podrás ser tolerante con los demás. Pedirás perdón si alguien tiene una queja contra ti y perdonarás cuando tu tengas una queja contra otro. Perdonarás generosamente de la manera que Cristo te perdona a ti. También de pondrás el vestido del amor, y por eso podrás vivir en unidad con los demás. La paz de Dios gobernará tu corazón y vivirás agradecido

En el nombre del Señor también declaro que la palabra de Cristo morará en abundancia en ti de manera que podrás enseñar y exhortar a otros en toda sabiduría y por la abundante gracia que él ha depositado en tu corazón continuamente le cantarás himnos y salmos espirituales. Todo lo que hagas, sea de palabra o de hecho, lo harás en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Todo lo harás de corazón y para el Señor y no para los hombres. Y vivirás con la convicción del que comenzó la buena obra en ti es más que fiel y está más que deseoso de continuar perfeccionándola hasta el fin de tus días.

Señor, en el nombre tuyo Padre, yo sello esta palabra en la vida de mis hermanos y mis hermanas, Señor. Señor tu eres el dueño de su corazón, Padre. Y Señor en este día en adelante, Señor, cada uno de nosotros tiene un pacto contigo de mantener el corazón limpio, Señor. Señor en tu nombre, Padre, vamos a despojarnos, Señor, de toda contaminación y vamos a permitir y a rogarte Señor que en nuestro corazón tu seas el que lo llenes, Señor, que tu pongas en él todo lo que necesitamos, Señor, para mantener relaciones saludables.

Oh Señor sana nuestro corazón, Señor. Sana las relaciones, Señor, en el hogar, en el matrimonio, Señor, con nuestros hijos, Señor, con nuestros hermanos en la iglesia, Padre, con nuestra familia extendida, en nuestro trabajo, Señor. Sana todas esas relaciones, Señor. Sana nuestra tierra, Padre. Señor yo creo, Padre, que esta palabra que ha sido proclamada hoy, Señor, es tu palabra, Señor, y que tu continuarás, Señor, obrando en nosotros, Señor, conforme a tu poder, Señor, y conforme a las riquezas que tu tienes en la gloria, Señor, reservadas para cada uno de nosotros, Señor.

Señor, llévanos con bien a nuestros hogares, Señor. Y continua la obra, Señor, hasta el fin de nuestros días, Señor, en el nombre de Jesús. Amen.