Romanos 4 - Como funciona la fe?

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Vamos al Capítulo 4 de la Epístola a los Romanos, la carta a los Romanos, Capítulo 4. Continuamos con nuestro estudio de la Epístola a los Romanos y vamos esta mañana a hacer algo un poquito diferente. Yo voy a combinar la lectura de este pasaje con otros pasajes que nos vinculan con el drama navideño también. Y muy interesante como el Señor me habló esta mañana acerca de eso y voy a compartirlo más adelante, pero vamos primero a Romanos, Capítulo 4, versículos 1 al 5 y yo les voy a estar mostrando, luego el versículo 11, y tremendo, creo que lo vamos a poder proyectar aquí el texto para los hermanos que visitan y que no tienen sus Biblias.

Capítulo 4, Romanos. Pablo continua con su elaboración de la salvación como que es por medio la fe y no por las obras. Dice aquí “...¿Qué pues diremos que halló Abraham, nuestro padre, según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios”

Es decir, si la salvación de Abraham vino por algo bueno que él hizo, por sus acciones, su comportamiento, bueno entonces él podría jactarse de eso y Dios no tendría nada que ver en el asunto. ¿Porque qué dice la Escritura? En Génesis, Capítulo 15, versículo 6 dice “.... creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia”. ¿Dónde está eso de nuevo? Cuando Dios se le apareció a Abraham una de esas veces, y le dijo ‘vas a tener un hijo, Abraham’, y ya Abraham tenía 80 y pico, 90 y pico de años, la primera se le apareció él tenía 75, pero después varias veces le dijo ‘vas a tener descendencia.’ Y finalmente le dijo cómo la iba a tener, que le iba a dar un hijo ya en su vejez a través de su esposa que había sido estéril toda su vida, que también era una mujer ya muy avanzada en edad. Abraham le creyó a Dios, dice, y Dios vio eso con agrado y como que le contó eso como obras de justicia, agradó al Señor.

Cuando una persona vive en fe y le cree al Señor, eso agrada a Dios y Dios le cuenta eso como bendición.

Entonces “... creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia, pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia”

En otras palabras, si usted trabaja 40 horas a la semana y el viernes le dan un cheque de 250, ó 500, ó 750 dólares o lo que sea, no le están haciendo un favor, usted se lo ganó, usted trabajó y ahí no hay ninguna gracia, ni nada, sino simplemente usted ganó ese dinero.

“.... al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda, más al que no obra....”, -es decir al que se le da el dinero sin haber trabajado, al que se le da bendición y justicia sin habérsela ganado por buen comportamiento, sino que cree simplemente. Miren todas las veces que en estos pasajes se habla de creer, creer. Ese es el vínculo, ese es el instrumento que Dios usa para hacer correr sus bendiciones en la vida del creyente.

“... más al que no obra sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.

Vamos ahora al versículo 11 de ahí mismo, dice hablando acerca de Abraham “.... que Abraham recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia”.

Recuerden que yo voy a conectar todo esto con el relato navideño. Pero ¿qué está haciendo Pablo aquí en este Capítulo 4? Los primeros tres Capítulos ustedes lo vieron probar que toda la raza humana había pecado. Ni los cristianos, ni los paganos, ni los judíos podían salvarse por si mismos, todos necesitaban la misericordia y la gracia de Dios.

Entonces en la mente de Pablo siempre, él está, recuerden, él está escribiendo a gente que vive en la ciudad de Roma, cristianos romanos, pero también él escribe como un fariseo convertido que vivió toda su vida en el judaísmo y el Espíritu Santo le había revelado también que lo que él estaba diciendo tenía implicaciones muy serias para todos esos judíos a través de los siglos y en todas partes del mundo, que se iban a preguntar ¿pero cómo es eso? ¿Entonces qué pasó con todo el judaísmo? Y ¿qué papel juega el judaísmo dentro de los planes de Dios? Simplemente Dios se arrepintió y botó eso todo a la basura o cuál es la relación entre el pueblo israelita y el cristianismo ahora, esta nueva dispensación en la cual Dios está tratando con humanidad.

Y Pablo siempre está tratando de responder a cualquier objeción que le pudieran hacer los judíos a lo que él estaba diciendo. Entonces él escoge a Abraham como la ilustración máxima de que Dios obra por fe y por obras. Porque algunos judías dijeran, Abraham, por ejemplo, nuestro padre ahí tu tienes, él fue bendecido por medio de la ley. Y Pablo dice: ‘ah, ah, no fue así. Vamos a la historia y vamos a ver qué pasa.

Cuando Dios se le aparece a Abraham, Abraham todavía no está bajo la ley. No hay tal cosa como judaísmo. No hay ni siquiera judíos porque él fue el primer hombre que a través de él nació una nación que se iba a llamar nación judía. No había sistema de sacrificios, ni nada. Él era un beduino, un morador del desierto que Dios lo escogió a él y lo llamó, y le dijo: ‘Yo te voy a dar a ti una descendencia que va a bendecir la tierra. Y yo te voy a dar hijos que tu vas a tener que van a continuar tu linaje’.

Y entonces, Abraham, sin ninguna justificación le creyó a Dios lo que Dios le decía. Y entonces Dios le contó eso por justicia y le dijo entonces acerca de la circuncisión y todo lo demás.

Y Pablo dice, ‘ustedes ven, el pacto de Dios con Abraham fue hecho antes de que entrara el judaísmo en efecto, por lo tanto eso nos prueba una cosa, y es que Dios siempre a través de toda la historia siempre ha tratado con la humanidad de la misma manera: a través de la gracia, a través de la fe, no por las obras.

La ley vino después de la fe. Y Pablo dice, Dios hizo eso para que Abraham pudiera legalmente, judicialmente, ser padre, no solamente de los judíos sino también de los gentiles que no estaban bajo la ley. Porque él entró en su trato con Dios fuera de la ley y por medio de la gracia como todos nosotros tenemos que entrar en nuestro trato con Dios. El está enfatizando una y otra vez la salvación, la justificación es por gracia. Es simplemente por creerle a Dios y nada más.

Entonces, en el versículo 17 dice “... como está escrito te he puesto por padre de muchas gentes, delante de Dios a quien creyó, él cual da vida a los muertos y llama a las cosas que no son como si fuesen. Abraham creyó en esperanza contra esperanza para llegar a ser padre de muchas gentes conforme a lo que se le había dicho. Así será tu descendencia.”

En otras palabras, cuando Dios le habló a Abraham, Abraham estaba casi muerto, ya era un hombre, un anciano de una edad extremadamente avanzada y Dios de momento le dice, ‘mira, yo te voy a dar un hijo’. No había podido tener hijos cuando era joven y ahora Dios le dice así.

¿Y por qué dice que Dios llama a las cosas que no son como que son? Porque Dios le estaba diciendo a Abraham algo que era imposible, que no era, le estaba hablando como a un muerto como si estuviera vivo. Le estaba diciendo, tus generaciones serán.... en ti serán benditas todas las naciones de la tierra y eso ni siquiera podía ser concebible y sin embargo Dios lo estaba declarando.

¿Y qué hizo Abraham? Abraham creyó. Abraham miró a su alrededor, miró su cuerpo, miró las circunstancias y no contradijo a Dios, sino dijo, ‘yo creo lo que Dios me está diciendo’. Y eso agradó al corazón de Dios. Y Dios lo bendijo y tuvo tratos con él.

Y nosotros podemos hacer lo mismo, eso es lo que está diciendo Pablo al final de la cuenta. Dios hoy nos dice, mi hijo, Jesucristo, es el salvador de la humanidad. Ustedes no se pueden salvar por las obras, no se pueden salvar por su buen comportamiento, no se pueden salvar porque son evangélicos y porque van a la iglesia los domingos, y porque dan dinero a las arcas de la iglesia. Nada de eso puede salvar a ningún hombre, solamente el creer que Cristo es el Hijo de Dios, el salvador de la humanidad.

Cuando tu crees, es decir, ¿a quien le estamos creyendo? A dos personas: le estamos creyendo a Dios primeramente que dice este es mi hijo amado en quien tengo complacencia, a él oíd. Le creemos a Dios y también creemos en Cristo como nuestro Señor y salvador. Y es esa fe en Jesús lo que hace el milagro.

Y eso de creer es aplicable a Abraham, es aplicable a los hebreos que están bajo la ley, es aplicable a todos los gentiles que habían de venir a través de Jesucristo, es aplicable a nosotros en el siglo XXI.

Hermanos, los tratos de Dios con el hombre, con la humanidad siempre son un asunto de fe, un asunto de creerle a Dios.

Y cuando yo estuve esta mañana, yo estaba pensando. Me levanté temprano y como siempre estaba buscando qué quería Dios que yo compartiera con ustedes en esta mañana, y estaba en el dilema de, bueno, este es el tiempo navideño, estamos ya a una semana de nochebuena, y como pastor uno se pregunta: ¿sería apropiado mejor predicar un sermón navideño en este domingo? Pero también quería continuar con la exposición de Romano. Y estaba ahí en una encrucijada. Y a veces uno como que se atora y no sabe por dónde ir, y se me ocurrió orar.

Fíjense qué cosa. Qué milagro. Se me ocurrió orar y pedirle al Señor qué quería, y le pregunté a él qué tu quieres que yo predique en esta mañana, cómo resolver este dilema. Y se me ocurrió en mi mente preguntarle al Señor, ¿Padre, sería posible en alguna manera unir el relato navideño con este pasaje de Romano? Y si es así, dame entendimiento de cómo hacerlo.

Y hermanos, les dijo, instantáneamente, inmediatamente mientras yo estaba sentado allí con una taza de café en mi asiento donde me siento por las mañanas, me vino a la mente el relato de María, Zacarías, los magos y el hecho de que esos relatos, todos, dicen lo mismo: hay que tener fe en el Señor, hay que creerle al mensaje de Dios. El trato de Dios con María, con José, con los magos, con Zacarías, fue un trato de fe. Lo que hace posible los milagros de Dios en nuestra vida es cuando tenemos fe.

Fe es la moneda, es el material, es el instrumento que Dios usa para desatar sus obras en nuestra vida. La Biblia dice que sin fe es imposible agradar a Dios, lo cual quiere decir que con fe es posible agradar a Dios.

La única manera de nosotros hacer ver los milagros de Dios en nuestra vida es cultivando en el espíritu de Dios la capacidad para creerle a Dios. Y eso fue lo que hizo María, eso fue lo que hizo Zacarías, eso es lo que es el relato navideño: gente que le creyó a Dios.

Mi esposa y yo fuimos a ver la película The Nativity hace poco y fue muy interesante. En esa película se traza el dilema de María, como estas jóvenes que leyeron, María era una jovencita, no se había casado y Dios le dice, ‘Vas a tener un hijo’. Y ella sabía lo que eso implicaba, la vergüenza pública porque quién iba a creer que un ángel le había dicho a ella que ese hijo iba a ser por generación, engendramiento de Dios. Venía con eso la vergüenza, venía la gente apuntándola a ella, venía el peligro de que su prometido la acusara de traicionarlo. Tantas cosas.

Esta muchacha no podía entender lo que le estaba pasando y sin embargo Dios le dijo, ‘yo necesito tu cuerpo para llevar a cabo mi obra’. María tuvo que también ponerse en esperanza contra esperanza como hizo Abraham y decidir, ¿le voy a creer a Dios o voy a continuar mi vida como a mi me complace, como a mi me conviene? Y en ese dilema había la sustancia de la fe.

Vamos al Evangelio según San Lucas, Capítulo 1, para que ustedes vean claramente cómo se desarrolla este elemento de fe y de que cuando nosotros le creemos a Dios, entonces Dios puede hacer sus obras. Pero yo les voy a mostrar a través de dos personajes, no solamente María, sino primero Zacarías. Y qué interesante que en el relato de Zacarías y de María, el nacimiento de Juan el Bautista, en el nacimiento de Jesús, hay mucho parecido con los orígenes de Isaac como hijo de Abraham. En todos estos casos siempre es lo mismo: una mujer que biológicamente no puede concebir pero que Dios la escoge a ella para ser la portadora de una vida que va a bendecir a la humanidad. Un imposible que Dios le plantea a una persona y siempre esa persona tiene la opción de decir ‘no creo’ o de decir ‘si’, aunque no entiendo todo pero voy a creerle a Dios y voy a unirme a su propósito.

En el caso aquí de Zacarías, Capítulo 1, versículo 11. Zacarías era sacerdote por profesión, miembro de la casta levítica. Está en el templo oficiando según le tocaba a él en ese día, y toda la multitud, dice en el versículo 10, estaba afuera orando a la hora del incienso. Zacarías está dentro del templo oficiando el rito sacerdótico “.....y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie, a la derecha del altar del incienso y se turbó Zacarías al verle y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo, ‘Zacarías, no temas porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elizabeth te dará a luz un hijo y llamarás su nombre Juan, y tendrás gozo y alegría y muchos se regocijarán de su nacimiento porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo aún desde el vientre de su madre.”

Así por el lado, fíjense que esa criatura aún dentro del vientre de su madre podía ser llena del Espíritu Santo. Muchos dicen que una criatura en el vientre de la madre es propiedad de la mamá, que ella tiene derecho a hacer lo que quiera con esa criatura porque es simplemente un pedazo de carne. Mire, ese pedazo de carne podía ser habitado por el Espíritu Santo. Así que ahí hay algo acerca de lo sagrado de la vida.

Los tratos de Dios son desde el vientre. Dice, antes de la creación del mundo inclusive. Es algo sagrado, es algo muy bello, muy importante. Y esa criatura que iba a nacer en el vientre de Elizabeth y por medio de Zacarías, Dios tenía un propósito especial con esa criatura. E iba a nacer de gente que no podía dar a luz, no tenían las capacidades. Y dice que “.....hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor, Dios de ellos, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia de los justos para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.”

Era una orden muy alta la que este niño iba a cumplir. Juan el Bautista era el que le iba a abrir el camino al salvador del mundo. Iba a ser un profeta que iba a preparar al pueblo con su mensaje, con su enseñanza. Y Zacarías iba a ser el instrumento usado por Dios.

Pero ¿qué pasa? Cuando Zacarías oye eso, su mente se llena de duda. El ángel intuye que no le está creyendo a Dios y Zacarías le dice al ángel “...¿En qué conoceré esto?” En otras palabras, qué prueba tu me vas a dar de que lo que tu me dices es verdad. Ahí falló.

¿Saben qué? Cuando Dios te dice muchas veces no te va a dar ninguna prueba de que es él quien te está hablando. Esta mañana cuando yo estaba allí sentado y tratando de resolver mi dilema, me vino ese pensamiento a la mente. Ningún ángel se me apareció y me habló en voz audible, pero yo creí que lo que Dios me estaba diciendo: usa estos textos, únelos, y muéstrale a mi pueblo que mi trato con mi gente a través de los siglos ha sido siempre a través de la fe. Yo decidí creer que esa palabra venía del Señor y tuve que obrar en ella por fe. Y aquí estoy parado haciendo esas conexiones, mostrando lo que Dios me ha dicho. Pero no hay nada que me asegure a mi que así es.

Y nosotros tenemos que tener mucho cuidado muchas veces cuando Dios nos habla, de no estar pidiendo al Señor pruebas contundentes y los tratos de Dios son por fe. Quizás Dios te ha hablado a ti en algún momento de algo que él quiere hacer a través de tu vida, algo que él quiere desarrollar en tu vida, algún don que él te quiere dar, algún llamado.

Yo se que Dios está tratando con muchos de ustedes y diciéndoles ‘Yo quiero que tu vayas a la universidad’. A algunos les está diciendo ‘Yo quiero que tu seas una consejera para mujeres’. A otros les está diciendo ‘Yo quiero que tu seas un mentor de un par de niños y que les enseñes. No tienen padre pero yo quiero que tu seas ese padre con ellos.’ A otros les dice, ‘Yo quiero que tu aprendas inglés porque yo te quiero usar en tu trabajo y en otros lugares.

Y nosotros vamos a escuchar esa voz de Dios y vamos a tener que preguntarnos como Zacarías, ¿cómo será esto? Muchos de nosotros decimos, yo no tengo estudio, yo nunca he ido a la escuela, yo no soy fácil con los idiomas. Pero lo que Dios pide, simplemente obedece, lánzate en el nombre del Señor. Créele a Dios y Dios irá abriendo camino según tu obedeces a la voz del Señor.

Zacarías no creyó. Su pregunta muy diferente a la de María, porque María también le preguntó al ángel, ¿cómo será esto pues yo no he conocido varón? Pero evidentemente en la pregunta de María, era más bien curiosidad lo que había. ¿Cómo tu vas a hacer esto? Mientras que Zacarías, en la pregunta de Zacarías hay duda. ¿Cómo tu me vas a probar a mi de que eso que tu me estás diciendo es verdadero? Entonces el ángel le responde, “‘Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios y he sido enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas.”

En otras palabras, él hace uso de su autoridad, de ser un mensajero de Dios. Lo que yo te estoy diciendo, Zacarías, es verdadero, viene directamente de Dios “.....y ahora quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto se haga por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.”

Hermanos, cuando nosotros no le creemos a Dios hay consecuencias negativas. Cuando le creemos a Dios viene la bendición. Hay mucha gente a quien Dios le ha dicho, ‘recibe a mi Hijo, él es tu salvador. Él es la única manera que tu puedes entrar al cielo’. Y hay gente que comienza de una vez a hacer preguntas y a cuestionar a Dios.

‘Bueno, y por qué hay tantas denominaciones. Y por qué entonces están los católicos, y los evangélicos. Y qué de los Testigos de Jehová y... todas las preguntas y todos los argumentos que ofrece la gente cuando usted le predica el Evangelio, ¿no? Y quién se casó se Caín para tener hijos, si solamente estaba Eva en la película y no había otras mujeres en ese tiempo.

Y hay gente que nunca progresa en el Evangelio, porque siempre están buscándole 5 patas al gato. Siempre están cuestionando algo, ¿no? Siempre están mirando las peleas de los evangélicos, de la gente que se porta mal en el Evangelio, la gente de que a pesar de que va a la iglesia, no hace lo que tiene que hacer en el trabajo, los que mienten a pesar de que van a la iglesia, los que caen otra vez en el mundo y se dejan escandalizar de todas esas cosas, y no entran a los caminos del Señor. Y siempre se están preguntando, bueno, que si Confucio, que si Buda, que si Mahoma y todas estas cosas, que si la ciencia, que si la evolución.

Hermanos, la salvación es creerle a Dios. Creerle a Dios aunque tu mente te esté gritando lo contrario, aunque haya argumentos que te sugieran algo diferente. Alguien ha dicho que creer en Cristo es como saltar al abismo, es simplemente echarse en el nombre del Señor y va a haber siempre voces que te van a invitar a cuestionar lo que tu has hecho. Va a haber situaciones en tu vida, va a haber traumas, va a haber dificultades financieras, van a venir enfermedades y te van a cuestionar que lo que tu hiciste fuera verdaderamente de Dios o no.

Y en esos casos nosotros tenemos que hacer como Abraham. Miró a su alrededor, se vio viejo, vio a su esposa avanzada en edad, cien años de edad, nunca habían tenido hijos. Pero Abraham creyó, se fortaleció en fe y dijo, ‘Señor, yo te creo’. Y entonces esa creencia le fue contada por justicia.

Yo les digo, hermanos, lo más importante en la vida del cristiano es pedirle al Señor, ‘Padre, aumenta mi fe cada día. Ayúdame a creer.’ No es por vista, es por creerle a Dios.

Pedro, cuando estaba en la barca y vio a Jesús caminando sobre las aguas, le dijo ‘Señor, -en un arranque de fe- haz que yo pueda caminar e ir hacia ti sobre las aguas’. Su fe le dio para pedirle a Jesucristo que le diera esa oportunidad. Y el Señor le dijo ‘adelante, ven’. Pedro se salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas. Pero ¿qué pasó? Comenzó a ver las olas de la tormenta, comenzó a oír el viento que rugía, comenzó a ver el spray del agua y los truenos y los relámpagos y dice que “comenzó a temer”.

¿Y qué pasó? Su mente comenzó a traicionarlo. El comenzó a decir ‘¿cómo puedo yo hacer eso? Yo soy un mero hombre y estoy caminando sobre las aguas. Einstein dijo que no se podía caminar sobre las aguas, comenzó a hundirse porque cuestionó, miró la circunstancia en vez de poner la mirada puesta en Jesús que le dijo, ‘ven hacia mi’.

Y mientras se hundía le dijo al Señor, ‘Señor, sálvame’, y el Señor Jesucristo extendió su mano, lo sacó del agua, lo metió a la barca y le dijo, ‘¿Por qué dudaste hombre de poca fe?’.

Hermanos, nunca se dejen llevar por las circunstancias alrededor de usted. Nunca se deje llevar por su pasado. Nunca se deje llevar por su falta de pedigrí familiar. Nunca se deje llevar por el hecho de que usted haya hecho altos teológicos o no. Nunca se deje llevar porque usted no haya sido la persona más entregada al Señor y ahora Dios lo esté llamando. A Dios le encanta coger gente insignificante y tornarla en gigantes para su gloria. A Dios le encante coger lo imposible y tornarlo en posible.

Es más para Dios mientras más imposible parecen las cosas, más se deleita él en mostrar todo lo contrario. Así que yo les animo a no dudar, a no cuestionar, a no mirar alrededor los eventos y las circunstancias y cuestionar a Dios, sino en el nombre del Señor lanzarse, agarrarse de la palabra de Dios.

Por eso el Señor Jesucristo dijo ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino ¿de qué? de toda palabra que sale de la boca de Dios’.

Nosotros tenemos que aprender a mirar lo que dice la palabra de Dios. Por eso es tan importante que nosotros conozcamos esa palabra, porque en esa palabra está el camino al corazón de Dios, por medio de esa palabra usted sabe cómo abrir la puerta de la bendición en los cielos. Por esa palabra usted sabe cómo Dios razona, cómo Dios piensa, cómo Dios resuelve los problemas.

Cuando usted viene y conoce esa palabra y usted ve los relatos de la Biblia, que Dios siempre ha trabajado a través del conducto de la fe, y que esa fe puede cambiar cualquier circunstancia, cualquier situación. No hay nada en este mundo que no obedezca a la palabra de fe, hermanos.

Por eso el Señor Jesucristo dijo, ‘si ustedes tienen fe, como un grano de mostaza, tan poderosa es la fe, ustedes le van a decir a una montaña ‘sal de allí y échate al fondo de la mar’, y esa montaña lo va a obedecer. Fue una hipérbole, quizás una exageración, pero lo que Cristo estaba diciendo es, no hay situación que tu no puedas resolver por medio de la fe en el Dios que ha prometido.

El problema muchas veces está en que nuestra fe es débil y no hemos cultivado la fe. ¿Cómo se cultiva la fe? La fe se cultiva compenetrándose con la palabra de Dios, leyendo los textos de la palabra continuamente y viendo la forma en que Dios ha obrado a través de la historia y eso va reforzando nuestra mente. La fe se cultiva contagiándose con la fe de los demás.

Yo creo que la fe es algo contagioso. Si tu te juntas con gente que tiene fe, tu fe va a crecer. Si tu te juntas con gente que habla en fe y gente atrevida en el Señor, y gente que tiene experiencias con el Señor, y que sabe a Dios es real, tu fe va a ir aumentando.

Ahora, si te juntas con gente que están pensando en pajaritos en el aire continuamente, que su mente está en lo secular, en lo mundano, en el tiempo y el espacio, siempre la cabeza metida en televisión y en cosas de hombres, tu mente va a ser igualita así de pequeña, en términos de fe.

Júntate con gigantes espirituales y tu fe va a crecer también. Y tu fe aumenta poniendo a Dios a prueba, aunque haya temor en tu corazón. Hay muchas veces, hermanos, que cuando Dios te hable, tu vas a tener que dar un paso de fe y tu vas a estar temblando mientras lo haces, pero sigue adelante en el nombre del Señor. Y aunque tu corazón dentro de ti, te esté diciendo, ‘te vas a estrellar contra el pavimento. Estás loco’. Y aunque los que están alrededor de ti también te digan lo mismo, sigue adelante en el nombre del Señor. Sigue insistiendo, sigue confiando en el Señor y al tu ver al Dios de los cielos abrir el camino delante de ti, tu fe va a ir en aumento.

¿Qué le pasó al ciego Bartimeo? Bartimeo era un hombre de fe. No podía ver pero oyó que Jesucristo estaba pasando cerca de él. ¿Y qué hizo Bartimeo? Comenzó a gritar a voz en cuello, ‘Señor, hijo de David, Jesús, hijo de David, sálvame, sáname? ¿Y qué hizo la gente alrededor de él, incluyendo a los discípulos? Cállate, no molestes al Maestro. ¿No? Lo estaban contradiciendo.

Usted ve, cuando usted se mueve en fe siempre va a haber voces alrededor de usted. Muchas veces bien intencionadas, bien intencionadas que le van a querer callar, porque esas voces no entienden la onda en que usted está funcionando en ese momento. Muchas veces van a ser gente que lo aman, muchas veces van a ser gente que quieren cuidarlo y defenderlo de cometer un problema.

Hay gente que le va a decir, ‘Mira, tu estás yendo a la iglesia demasiado tiempo, te estás volviendo loca, te estás volviendo fanática. La vida no es así, hay que hacer esto, hay que hacer lo otro. Ayúdate que yo te ayudaré, dice la Biblia, etc. etc, ¿no? Tu nunca has hecho eso, eso nunca se ha visto. Nadie ha hecho eso. Y si uno se deja llevar, hermanos, eso te mata tu fe. Y tu mismo a veces dentro de tu corazón, vas a decir ‘yo no puedo hacer eso. Yo nunca lo he hecho. No tengo la preparación, no tengo los recursos, no tengo experiencia en eso’.

Pero fe no es ausencia de duda. Yo he aprendido eso. Al contrario fe, yo creo que requiere duda en algún nivel, porque fe es lo que se repone, lo que se sobrepone a la duda. Fe es lo que escucha la voz de la carne pero dice ‘yo confío más en Dios que en la carne’, y avanza y va hacia adelante y da pasos de voluntad.

Bartimeo, mientras le decía ‘cállate’, dicen que él más duro gritaba entonces. ‘Señor, Jesús, hijo de David, ten misericordia de mi.’ Y dice la Biblia que el Señor se detuvo. ¿Ustedes no creen que el Señor lo escuchó la primera vez? Yo creo que si. Pero al Señor le gustaba probar a la gente y le gustaba ver si verdaderamente iban a persistir o no.

Muchas veces, nosotros hacemos una oración en el nombre de Jesús, amen, nos seguimos comiendo el cereal y nos creemos que ya hicimos lo que tenemos que hacer. Y Dios dice, ‘no, yo no voy a responder a oraciones superficiales.’ Dios responde las oraciones que salen de lo profundo del corazón. Dios responde a la oración que ha sido cultivada en la oscuridad, en las noches de desvelo, en la esperanza, contra esperanza, en la duda, en el temor, en la ansiedad, la persistencia, y entonces eso es lo que toca el corazón de Dios.

Y cuando ese clamor de Bartimeo llegó a su nivel preciso, el Señor se volteó y dijo ‘tráiganmelo’. Y qué interesante que aquellos que le estaban diciendo a Bartimeo ‘cállate’, ahora le dice ‘mira, el Señor te está llamando. Ven, ven y acércate a él’.

La fe es contagiosa. El mundo necesita gente de fe que le muestre a los incrédulos que la fe vale, que la fe abre puertas, que la fe mueve montañas. Y otros entonces son animados por la fe de nosotros.

 

 

El Señor lo acercó y le dijo, ‘¿Qué quieres que te haga?’, como si no pudiera ver que el hombre era ciego, ¿no? Porque la fe también requiere expresiones verbales.

A veces, hermanos, hay que hablar las cosas. Esa es otra cosa: si tu quieres que tu fe crezca, no solamente debes leer la palabra, codearte con gente de fe, caminar a pesar de las dudas y el temor, pero también la fe se cultivo declarando las cosas que uno espera de Dios, como si fueran. Algunos se reían con mi mamá cuando ella... que le preguntaban ‘Toñita, ¿cómo está usted?’ Bien, a pesar de que tenía dolores de diferentes tipos, neurológicos y había otras cosas en su vida, pero ella decía ‘bien’. Y era frustrante a veces porque uno quisiera que ella dijera, ‘mira, me duele aquí o tengo esto’. No, siempre era la misma palabra, ‘bien’.

Porque el creyente, hermanos, puede usar la voz como para desafiar las circunstancias. Dios habla y crea por medio de su boca. Dios dijo, ‘sea la luz’, y fue la luz. ‘Nazcan los peces en el mar y aves en los cielos,’ y de momento se pobló el mar y el aire de seres vivientes. Y dijo ‘sea la luna, y sea el sol’, y surgió la luz en la noche y en el día. Porque Dios crea por medio de su boca.

Nosotros somos hijos de Dios, hechos a su imagen y semejanza y también creamos y operamos sobre la realidad por medio de nuestra boca y nuestra confesión. Cuando nosotros aprendemos a verbalizar lo que deseamos en Dios eso nos compromete, ¿si o no?

Es muy fácil uno ahí en su corazón, donde no hay riesgo, uno estarle pidiendo a Dios cosas, pero hay duda muchas veces, hay una seguridad que está diciendo, ‘yo no quiero comprometerme, porque si me comprometo y después no se da, entonces quedo en ridículo’.

Y por eso muchas veces uno tiene que, con discernimiento, declarar las cosas que uno espera. Y yo he aprendido en mi vida que muchas veces cuando yo verbalizo ciertas cosas en fe, se dan mucho más rápido. Es como que se activa algo.

Y por eso el Señor en muchas ocasiones le pregunta a la gente, ‘¿qué tu quieres que yo te haga?’, porque hay algo que desata el poder de Dios cuando uno verbaliza, cuando uno presenta sus argumentos delante de Dios, cuando uno se compromete con otros, delante de otros y dice ‘yo se que Dios va a hacer esto. Yo creo que Dios me va a bendecir. Yo creo que Dios va a traer a mi hijo a su conocimiento, lo va a sacar de la droga. Yo creo que mi esposo se va a convertir al Señor. Yo creo que mis finanzas van a mejorar este año. Yo creo que Dios me va a sanado, y es más, Dios me ha sanado porque Dios llama a las cosas que no son como que son.

Si Dios lo hace, nosotros también podemos hacerlo. Hay una confesión de poder que desata el mover de Dios y Cristo le dijo, ‘¿qué tu quieres que yo te haga?’ Señor, que vea, que sea sano. Y el Señor le extendió su mano, lo tocó y Bartimeo fue inmediatamente sanado porque había fe en él.

Y esa es una de las cosas que uno tiene que persistir en medio del grito de tu conciencia, de tu mente, de alrededor que te dice ‘No lo hagas, no debes’. Uno sigue avanzando en el nombre del Señor y el mar se abre del de uno. Hay que tomar riesgos si uno quiere que nuestra fe se ponga en acción.

En el Antiguo Testamento el Señor le dijo a los hebreos cuando iban a cruzar el río Jordán. Era primavera y todas las nieves de las montañas se habían derretido y el río Jordán, cuando venía la primavera, toda esa nieve que se derretía corría hacia abajo y llenaba el río. Era imposible pasarlo en seco para entrar a la Tierra Prometida. Y Dios les dijo, ‘Pongan a los sacerdotes delante del pueblo. Pongan el arca delante de los sacerdotes’, porque el arca simbolizaba la presencia del poder de Dios.

¿Usted ve? Es importante, cuando tu vayas a emprender cualquier cosa en tu vida pon primero el poder de Dios delante de ti. No importa lo que sea en tu vida, tu necesitas visualizar el poder de Dios, llenarte de las promesas del Señor. Tu tienes que ser como un atleta que comienza primero a hacer calesténicas y a ejercitarse, tienes que alabar al Señor, tienes que confesar la palabra de Dios, tienes que visualizar lo que tu quieres que Dios haga en tu vida, tu tienes que hacer gestos que te ayuden a ver la presencia de Dios en tu problema. Y cuando tu llevas ese motor a cierto nivel.

¿Usted ha visto un avión cuando va a despegar en el aeropuerto? ¿Qué hace primero? Prenden los motores y esos motores comienzan a subir hasta que chillan, comienzan a revolver y a rotar hasta un momento en que están ya en máxima potencia y entonces el piloto suelta el cambio, o lo que sea, yo no se como se da eso, pero el avión arranca de momento porque no tiene mucho espacio y hay que mover esa mole inmensa que es ese aparato en poco tiempo. Es decir que el motor no tiene tiempo a comenzar lentamente a moverse poco a poco, sino nunca llega. Tiene que estar fuerte y entonces despega y comienza a correr por la plataforma y puede subir a tiempo.

Nosotros tenemos que hacer lo mismo. Muchas veces tenemos que llevar el arca de Jehová en nuestra mente a cierto nivel de especificidad y de claridad en nuestra mente. Tenemos que pedirle al Señor, ‘lléname de confianza en ti’. Tenemos que quitar, poner a un lado todas las distracciones, todas las dudas, visualizar lo que queremos que Dios haga en nuestra vida. Tenemos que hacerlo a veces varias veces por días y semanas, preparando el espacio en el cual Dios va a ser su milagro.

Saben ustedes, hermanos, muchas veces la gente cree que la fe es algo que solamente Dios es el único jugador en la película. Sabe que el hombre tiene mucho, mucho que hacer en los milagros de Dios. Hay una parte que a nosotros nos toca que Dios no va a hacer nunca.

Y yo creo que nosotros tenemos que entender eso, que si nosotros queremos que Dios se mueva en poder en nuestras vidas, hay una parte que yo tengo que hacer. Hay una mecánica de la fe que es importante uno conocerla. Porque muchas veces le damos a Dios todo y decimos, oh, si Señor, tu eres el único. Yo creo que es un error. A veces queremos ser católicos que el papa, como dicen por allí. Queremos como quitarnos a nosotros del panorama y Dios dice, ‘no, yo quiero trabajar en sociedad contigo’.

Es decir, que nosotros tenemos que aprender cuáles son esas reglas, cuáles son esos mecanismos de la fe. Y ciertamente hay una parte de preparación y de participación nuestra donde nosotros tenemos que llevar nuestra visualización, confesar versículos y textos de la Biblia, tomar riesgos, cultivar la confianza en el Señor, quitar todas las distracciones y todos los temores, pedirle a otros que oren con nosotros, ayunar.

Si hay problemas grandes en nuestra vida, esas montañas solo van a salir, dice la Biblia, con ayuno y oración. Hay cosas pequeñitas que se pueden mover a veces con una oración más simple, pero hay cosas grandes en nuestra vida que solo van a obedecer a un tratamiento intensivo y a largo plazo, donde nosotros vamos a estar allí levantando el arca del Señor en nuestra mente, preparándola, acumulando la fuerza del espíritu, confesando todas estas cosas. Y ya cuando las condiciones están en su lugar entonces ahora nosotros vamos a movernos en el nombre del Señor y Dios hace lo que tiene que hacer.

Cuando él dijo, ‘pongan el arca de Dios delante, pongan a los sacerdotes allí que vayan con esa arca, y entonces vengan los demás del pueblo detrás de ellos’ y dijo, ‘comiencen los sacerdotes a caminar. Y cuando la planta de los pies de los sacerdotes pise el agua, el río se abrirá.’

Fíjense que no lo hizo antes. Él no dijo, ‘cuando el río se abra, entonces pasen’. Les dijo, no, caminen como generales aunque ustedes vean allí el agua hasta lo sumo y ustedes crean que se les van a mojar los zapatos y que van a hacer el ridículo, sigan caminando adelante, no teman. Y cuando lleguen al punto mismo, en ese momento....

Yo creo que si tuviéramos una película que pudiéramos ver eso, veríamos que cuando la planta de los zapatos tocó el agua, en ese momento el agua se abrió y nunca se le mojaron los zapatos.

Hay una lección allí, hermanos, muchas veces Dios, porque todo en la vida es Dios tratando de eliminar el orgullo del hombre, la dependencia del hombre de su razón, de si mismo, para que Dios se lleve la gloria. Y muchas veces los procesos de Dios se toman tanto tiempo porque Dios está bregando con aspectos de nuestra vida que necesitan primero ser trabajados y tratados antes de darnos el milagro que él está esperando.

Muchas veces el milagro de Dios no va a venir cuando tu lo quieres. Se va a tomar tiempo. Y miren lo interesante que aquí mismo en el pasaje con respecto a Zacarías, en el versículo 20 del Capítulo 1, dijo “... por cuanto no creíste mis palabras las cuales se cumplirán a su tiempo”. Se cumplirán ¿cuándo? A su tiempo.

Parte del problema de la fe es que tenemos que esperar el tiempo de Dios y no el tiempo nuestro. Dios es un Dios que se toma tiempo para hacer sus milagros. Él es un cocinero que no venga usted a apurarlo y decirle, ‘ya, tengo hambre, dámelo rápido’. Él dice, ‘no, no, yo me voy a tomar mi tiempo. Te voy a preparar una buena comida pero es en mis métodos y en mi tiempo’. Y eso a veces hace que nosotros nos pongamos impacientes y que abandonemos la pelea antes de tiempo.

Moisés esperó 80 años antes de entrar en su ministerio. Abraham, cien años, antes de tener su hijo. El pueblo de Dios ha tenido que esperar cuánto tiempo para la segunda venido de Cristo, aunque Cristo dijo hace tiempo, ‘yo vengo pronto’. Imagínese.

Dios tiene su tiempo y así tiene su tiempo en nuestras vidas también. Dios te ha dicho cosas que él quiere hacer en tu vida y se ha tomado mucho tiempo y muchos de nosotros hemos entregado la pelea y ya dejamos de soñar y dejamos de pedirle al Señor y dejamos de orar sobre lo que Dios nos ha prometido. Y quizás lo hicimos prematuramente. Dios se toma tiempo para las cosas que él quiere hacer en nuestra vida.

Yo les he dicho a ustedes, hay cosas que Dios me ha hablado en mi corazón y en mi espíritu que yo llevo toda mi vida esperándolo. Y he tomado riesgos en mi vida creyendo en la promesa del Señor y todavía no lo he visto, pero como Abraham yo sigo esperando. Y yo sigo diciéndole al Señor, ‘hey, tu me dijiste algo, vamos a ver cuándo se va a dar’. Porque las cosas del Señor se cumplen en su tiempo.

Y por eso es que la fe está unida a la paciencia. Si tu quieres que los milagros de Dios se hagan en tu vida requiere paciencia. No te rajes demasiado temprano, como dicen los mexicanos. Deja que el Señor complete su trabajo en tu vida y en el tiempo del Señor, entonces vendrá el milagro, vendrá la respuesta.

La fe requiere tiempo, requiere proceso. La fe no es algo mágico que tu dices una palabrita mágica, ‘ábrete sésamo’, y las cosas pasan. A veces Dios tiene otros propósitos. Dios quiere sacar provecho del proceso de espera, de quebrantamiento, de búsqueda, de oración, de clamor y todo eso redunda en gloria para su nombre y en bendición para tu vida.

Hay muchos milagros que si Dios te los hubiera dado ya, tu los hubieras desperdiciado. Y primero él está preparando tu corazón, tu vida, tu mente para que cuando llegue el milagro tu puedas entonces aprovecharlo y disfrutar de él y retenerlo y por eso es que, les digo, la ciencia de la fe es algo bien, bien profundo.

Cuando el Señor le habla a María, le dice, ‘Tu vas a tener un hijo’. María le dice ‘Heme aquí, la sierva del Señor. Hágase conforme a tu voluntad’. María era una muchachita sencilla, ignorante probablemente, insignificante en su pequeña aldea, en una región insignificante en la tierra. Dios le dijo, ‘tu vas a ser la mamá de un ser extraordinario, maravilloso, milagroso, será llamado Hijo de Dios. Será el continuador del linaje de David y su reino no tendrá fin. Será el salvador de la humanidad’.

Era algo demasiado inconcebible para esta muchachita insignificante. ‘Serás bendita entre todas las mujeres’, y María al final le dijo ‘Señor, hágase tu voluntad. Aquí está mi cuerpo, úsame como tu quieras’.

Cuando el Señor hable a tu vida, cuando el Señor ponga un sueño en tu vida te va a costar muchas veces, porque los procesos de la fe son costoso. La fe siempre involucra lucha, involucra oposición.

El Señor me habló esta mañana de la figura de Herodes, ya voy a terminar. Herodes, en el relato navideño, simboliza todo lo que se levanta contra las promesas de Dios. Dondequiera que hay una gran promesa de fe hay un Herodes.

Herodes simboliza el elemento demoníaco, diabólico, terrenal que siempre se está oponiendo a los planes de Dios. Ese Herodes puede ser tu mente, ese Herodes puede ser un familiar bien intencionado que te está diciendo, ‘no vivas conforme a esos sueños de hadas’. Ese Herodes puede ser alguien que se opone a ti directamente. Ese Herodes puede ser una enfermedad que se levanta, cuando tu le pediste al Señor, ‘sáname’, sale algo peor en tu cuerpo. Ese Herodes puede ser ese ........ orando que Dios lo sane de la droga y ahora se mete a criminal a asaltar bancos.

Ese Herodes es el faraón que trata de matar a los hebreos primogénitos para que el pueblo de Dios no crezca. Ese Herodes es todos los que se opusieron al pueblo hebreo cuando iba a entrar a la Tierra Prometida para que no recibieran su heredad. Ese Herodes es los hermanos de José que lo venden como esclavo para que no llegue a su sueño.

Y sin embargo ¿qué pasa? Cuando tu crees Herodes termina trabajando para ti. Dios toma las oposiciones para formarte, para trabajarte, para pulirte, para quebrantarte, para aumentar tu fe, si tu te mantienes en lo que Dios te ha dicho. Si tu no te pones a pensar, ‘bueno, ahora se puso peor el muchacho, entonces voy a dejar de orar para ver si las cosas se mejoran’. Si tu, cuando se te dañó el carro, porque recibiste al Señor Jesucristo y venías a la iglesia el domingo y en el momento, ese carro que nunca se dañó, hoy no prende, y tu dices, ‘ah, si es así, pues yo no voy a ser cristiano’. Pero tu persiste, busca un taxi, vienes a la iglesia, sigues adorando al Señor.

La Biblia dice, ‘resistid al diablo, huirá de vosotros’. Cuando uno se mantiene en fe en lo que Dios ha declarado y uno persiste dando pasos de fe, el mar se abre delante de uno. Herodes tiene que huir tarde o temprano, Herodes muere y tu puedes regresar de Egipto para que la voluntad del Señor se cumpla en tu vida, como María y José. Por un tiempo tuvieron que irse para Egipto, pero después Herodes muere y el Señor puede continuar su ministerio.

Hermanos, la fe. Abraham, a pesar de ser el padre del judaísmo, dio una lección muy grande y es que los tratos de Dios siempre con la humanidad, han sido por fe. Y eso es lo que Pablo quiso probar a través del texto de Romanos, Capítulo 4, que no hay tal cosa como un hombre que se pueda justificar por sus obras o por sus acciones o su comportamiento. Lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, el mayor milagro de todos, que es la salvación de nuestra alma, se va a dar cuando nosotros procedamos por fe. Y de ahí en adelante nosotros tenemos que caminar por fe. Todos nuestros tratos tendrán que ser por fe.

¿Qué dice la palabra del Señor? El justo por la fe ¿qué? vivirá. Todas tus batallas, tu tienes que librarlas por medio de la fe. La moneda que compra y vende en el Reino de Dios es la fe. Cualquier situación en tu vida, pon tu fe a trabajar, preséntale tu causa al Señor, obra creyendo en Dios.

Yo le pido al Señor, ‘Padre, dame la fortaleza para que todos los asuntos de mi vida yo les pueda trabajar con fe.’ Cuando yo deseo algo en mi vida y tengo un sueño, yo lo primero que hago es comienzo a adobarlo y a mojarlo en fe, para ablandarlo y a veces comienzo a orar años antes de que se de la batalla, preparando la batalla para que cuando llegue el gigante ya esté, que con un soplo nada más se caiga.

A veces hay cosas que hay que comenzar a orar por ellas desde que le salen a uno en el momento el pensamiento, hay que comenzar a fertilizarlas con oración, con fe, con confesión de que Dios es poderoso para hacerlo.

Ese edificio allá afuera encima de ese estacionamiento, hermanos, yo llevo años orando por él. Todavía no se ve allí. No se ve. Pero hace años, yo me paré en el salón 208, allá arriba, todavía este edificio estaba sin terminar y Dios me habló y me dijo, ‘allí es donde se va a construir el nuevo templo. Cuando este templo se llene, ese va a ser el lugar del nuevo tempo.’

No se había dado un solo servicio aquí en este lugar. Les digo la verdad, hermanos, mi fe no daba para pensar que iba a haber dos servicios aquí llenándose cada domingo. Pero Dios, yo sentí en mi corazón, ese va a ser el lugar. Y ya yo llevo años fertilizando y, como digo yo, ablandando esa piedra grande de ese edificio en oración, y visualizándolo. En mi oficina tengo una maqueta, un modelo del nuevo templo. Y yo oro continuamente, y mi mente está siempre dando vuelta alrededor de ese edificio, y siempre se lo traigo al Señor. Y al decir yo esto, ¿usted sabe el compromiso que eso significa públicamente de que eso se va a dar? Pero yo creo en un Dios que hace milagros, el Dios todopoderoso. Yo creo en un Dios que dice, ‘no serán avergonzados cuantos en él confían’.

Hermanos, yo les puedo decir, que todas las batallas que yo he emprendido en el nombre del Señor, en fe, Dios me ha dado la victoria en todas. Y yo creo que esto no será diferente. Así puede ser en tu vida.

Yo no soy nada excepcional, mi fe muchas veces flaquea y muchas veces yo estoy temblando cuando me meto en los líos en que me meto, y digo. ‘Señor, ¿cómo me vas a sacar de esto?’ Pero Dios en su misericordia siempre se las arregla y me bendice.

Y Dios puede hacer lo mismo en tu vida. No hay nada imposible. Joven, Dios te puede dar victoria en tus estudios. Dios te puede sacar de la ignorancia. Anciano, Dios te puede dar una nueva carrera, un nuevo ministerio en tu ancianidad. Mujer, Dios te puede convertir en una gigante espiritual y Dios te puede proveer lo que tu necesitas. No temas. Mira hacia el futuro, mira hacia esa tierra prometida, y di, ‘En el nombre del Señor yo la voy a poseer. En el nombre del Señor yo voy a cruzar el Jordán. En el nombre del Señor mis pies no se van a hundir en el agua, yo voy a salir adelante. En el nombre del Señor, yo voy a concebir la vida de Dios en mis entrañas y voy a dar a luz la bendición de Dios al mundo.’

No importa que parezca difícil, grande la promesa, inmenso lo que Dios quiere hacer en tu vida. Cree. La vida se vive por fe. Los problemas, las luchas de la vida, los retos de la vida se vencen por fe. No en ti, en el Dios todopoderoso, que es fiel para cumplir lo que él ha prometido.

Un pueblo así es lo que Dios necesita para en este tiempo hacer la obra que él quiere hacer en la ciudad de Boston, en EEUU, en toda la tierra. Y Dios puede usar un grupo de inmigrantes para darle un ejemplo a la humanidad inclusive, ¿por qué no?

Dios puede hacer cosas imposibles. Usó a una mujercita pequeña, ignorante, en una aldea judía, oprimida por el Imperio Romano y bendijo a toda la humanidad a través de miles de años, ¿por qué no puede usarnos a nosotros en el siglo XXI para bendecir a nuestra ciudad, bendecir nuestra nación? Dios lo puede hacer.

Estamos en la misma categoría o quizás un poco más alto inclusive que la misma María. No hay nada imposible para Dios.

Ponte de pie. Vamos a pedirle al Señor, aumenta mi fe, Señor, en este día. Enséñame los misterios, enséñame la ciencia de la fe. Enséñame cómo ser un hombre, una mujer de fe, cómo pelear mis batallas en fe, cómo ser un Abraham, cómo ser una María, cómo ser un rey mago, que vino desde la distancia del Medio Oriente caminando, dudando de si habría de encontrar lo que su mente le había dicho que podía encontrar y su fe. Y cuando llegaron al lugar, ahí estaba el Hijo de Dios y pudieron hacer su ofrenda y presentársela al Hijo de Dios.

Nosotros podemos ganar la batalla. No importa cómo nos sintamos, no importa lo que veamos, no importa lo que no tengamos. Dios bendice al hombre que cree. Dios es galardonador de los que le buscan. A Dios le agrada y cuenta por justicia cuando le creemos a él, que él es galardonador de los que le son fiel, los que lo aman, los que se atreven a dar pasos de fe y se arriesgan a creer y a mojarse los pies.

Pero, el Señor dice, ‘no te preocupes, vas a entrar en tu tierra prometida. Vas a matar a los gigantes y vas a habitar en la morada que yo tengo para ti.’

Vamos a pedirle al Señor que aumente nuestra fe en esta tarde. Padre, en el nombre de Jesús, quizás al decirte auméntanos la fe, tu te ríes un poco, porque dirías, ‘si tuvieran fe como un grano de mostaza yo abriría las ventanas de los cielos y haría milagros magníficos delante de ustedes’.

Pero, Padre, en la medida en que tu quieras, danos el don de la fe para que podamos siempre mantener la mirada puesta en ti solamente. Tener el oído puesto en las palabras que salen de tu boca, Señor. Tener los ojos puestos en esta maravillosa Escritura que nos enseña tu corazón, tu fidelidad, tu poder, tu continuidad a través de la historia, tus métodos que nunca cambian, tu instrumento milagroso que es la fe, el creerte a ti, Señor, que es lo que trae salvación y trae bendición a la vida.

Pedimos que en esta tarde, Señor, por esta palabra que ha sido predicada dos veces, tu hagas nacer en nosotros el germen de la fe, Señor. Si hay alguien en este día que está dudando, está confuso, su circunstancia desmienten tu fidelidad y tu promesa, Padre, yo pido que amanezca y que nazca en ellos la llama de la fe, el don de creerte a ti, Señor.

Padre, que tu avives los sueños muertos, Señor. que tu avives las ilusiones que dejamos atrás porque abandonamos la batalla antes de tiempo. Vuelve a iluminar en nosotros la luz del creer en algo bello que está delante, la esperanza que nazca en nosotros, Señor.

Padre, nosotros creemos en ti. Creemos en ti. Creemos que tu eres el mismo ayer, hoy y por todos los siglos. Creemos que el Dios que abrió el Mar Rojo puede quitar dificultades en el siglo XXI. Creemos que el Dios que dijo que nuestros jóvenes verían visiones, nuestros ancianos soñarían sueños, Señor, que tu enviarías un gran avivamiento, nosotros creemos que tu lo puedes hacer, Señor, que tu lo estás haciendo.

Nosotros creemos que tu puedes darnos una gran cosecha de almas, Señor, que tu puedes sanar nuestras enfermedades, que tu puedes proveer nuestras finanzas, que tu puedes bendecir nuestros hijos, nuestro linaje, Señor, que nuestra iglesia puede crecer y llenar esta ciudad y ser de bendición a esta ciudad y restaurar las ruinas antiguas, Señor, y bendecir la ciudades que están caídas.

Nosotros abrazamos tus sueños, Señor, abrazamos tu intención para este tiempo. Ayúdanos a creerte, en lo grande y en lo pequeño y a caminar por fe, Padre, como hizo Abraham y como han hecho todos esos héroes de la fe que señala Hebreos, Capítulo 11.

Gracias, Señor. Gracias, gracias. Recibimos tu fe. Proclamo fe en este lugar. Declaro fe, profetizo fe. Profetizo señales, prodigios, sanidades. Profetizo avivamiento en el nombre de Jesús. Profetizo bendición. Profetizo un nuevo amanecer en el pueblo de Dios. profetizo miles de almas llegando al conocimiento de Jesús en esta ciudad. Profetizo la caída de los gigantes que se rían de la iglesia e insultan al pueblo de Dios. Profetizo vientos que se llevarán toda esa contaminación, esa oscuridad que ha caído sobre esta ciudad. Profetizo huestes angelicales que vienen a defender al pueblo de Dios y a echar fuera las huestes demoníacas que quieren poseer lo que Dios le pertenece. Profetizo muerte contra todos los Herodes que se levantan para matar nuestros sueños y matar lo que tu has puesto en nuestros corazones, Padre, en el nombre de Jesús.

Levanta la temperatura espiritual en tu iglesia, Padre, y en esta comunidad de Boston, Señor. Y levántate, oh Dios, levántate de tu trono, Señor y golpea la tierra para que el hombre sepa que tu eres el Rey de Reyes y el Señor de Señores. ¡Aleluya! Creemos, creemos, creemos en fe.

Hermanos, yo quiero invitarles a hacer un gesto... salirse de su asiento y todos los que puedan vengan aquí adelante un momentito y vamos a creer lo que hemos declarado en esta tarde, de que Dios va a poner fe en nuestros corazones.

Todos los que puedan y los que no simplemente desplácese un poquitito de su asiento en señal de que usted quiere ser parte de este asunto. Vengan bien hacia delante y vamos a declarar la bendición de Dios sobre esta ciudad. Vamos a declarar la bendición de Dios sobre nuestras familias.

Vamos a poner nuestro espíritu a moverse ahora, porque eso es parte de lo que es la obra de fe. Es uno creer, es uno incomodarse, es uno dar una señal al diablo y al infierno, a Dios y a los ángeles de que yo creo, y de que yo estoy dispuesto a incomodarme y a moverme de mi zona de confort para que Dios haga su obra.

Dios va a hacer milagros, hermanos, en el nombre del Señor. esto es una acción profética. Esta es una acción profética lo que estamos haciendo en esta tarde. Glorifique el nombre del Señor. glorifique el nombre del Señor. Gracias, Señor. gracias, Dios. gracias.