Cuando Dios te da una piedra

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El mensaje de hoy va a requerir mucha imaginación de parte de todos nosotros. La imaginación dependiendo de cómo uno la use puede ser dañina o puede ser constructiva, pero sabemos que yo confío que en el día de hoy va a ser algo bien edificante para todos. Es una palabra que ha llegado a mi corazón desde la primera vez que yo reflexioné en esto.

Yo compartí una reflexión un miércoles en la noche, en uno de los servicios de oración y la gente respondió tan afirmativo a este mensaje que yo sentí en mi corazón como desarrollarlo un poco más. Y a mi me choca tanto porque yo hay veces que como predicador yo pienso que los mensajes que son más simples y más sencillos, son los que más se le quedan grabados a la gente y es en esa simpleza de la vida, yo creo, donde están las enseñanzas más grandes y más profundas que nosotros podemos tener. Así que habiendo dicho esto yo me quiero que me acompañen a un pasaje de la Biblia que se encuentra en Mateo, Capítulo 7, comenzando en el verso 7. Yo se que es un pasaje que muchos de nosotros conocemos pero hoy me voy a acercar a este pasaje de una perspectiva un poco distinta.

Y dice así la palabra del Señor “.... Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá porque todo aquel que pide, ¿que dice? Recibe, y el que busca, halla; y el que llama, se le abrirá. Entonces dice, ¿qué hombre hay de vosotros que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado le dará un serpiente? Pues si ustedes, o si nosotros, siendo malos sabemos dar buena dádivas a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se la piden.”

Jesús, yo te doy las gracias por tu palabra que es una palabra viva y eficaz, cortante como una espada de doble filo que penetra hasta lo más profundo del alma y discierne las intenciones del corazón y sobre todas las cosas nos lleva a tu verdad. Yo te pido Señor que el mensaje que voy a compartir con mis hermanos y hermanas pueda ser de bendición y edificación, que podamos tener corazones abiertos para recibir ese mensaje escondido que tu tienes para nosotros. Danos discernimiento para así recibirlo y a mi Señor, me pongo en tus manos, usa mis palabras para poder bendecir a mis hermanos y hermanas que están aquí esta mañana y aquellos que escuchan por el Internet también. En tu nombre Jesús oramos. Amen.

Bien, este pasaje, hermanos, todos sabemos que se encuentra dentro de lo que se conoce como el Sermón del Monte y es un pasaje bien conocido ya que nos anima, el mismo Jesús, nos está enseñando y nos anima a que nosotros tenemos que pedir, buscar, tocar a la puerta, o sea, hay una acción bien intencional de parte de nosotros como creyentes de poder buscar aquellas cosas que queremos ver sucediendo en medio de nuestras vidas.

Y yo reconozco también que tal vez hay gente que se acerca a este pasaje con un nivel como de distancia, por así decirlo, porque tal vez son personas que no les gusta pedir mucho o no les gusta que los vean como personas que piden sino que les gusta que los vean más como personas que pueden manejarse por sí solos. Pero lo que Jesús más bien está haciendo, o nos está enseñando, es que sí es bueno pedir. El nosotros pedir significa que estamos buscando las cosas necesarias para poder traer estabilidad a nuestras vidas, a nuestros seres queridos y a las personas que están a nuestro alrededor. Uno no tan solamente pide por un deseo egoísta, sino que uno también pide por edificar las vidas que están en las personas a nuestro alrededor, sea ya nuestro núcleo principal como nuestra familia, como también amistades que tengamos a nuestro alrededor como hermanos y hermanas en la iglesia, o sea quien sea. Y yo creo que la bendición de Dios se extiende a ese nivel.

Ahora, pero hay veces que yo me pregunto lo siguiente, ¿qué pasa cuando lo que nosotros pedimos no lo recibimos? ¿Qué pasa cuando lo que nosotros estamos buscando no lo encontramos? O ¿qué pasa cuando nosotros estamos tocando una puerta y lo que pasa es que las puertas se cierran por completo, nos cierran en la nariz? ¿Qué pasa?

En el mismo pasaje hay una ilustración que Jesús usa del trato de un padre con su hijo. Obviamente está hablando del padre terrenal pero haciéndolo en comparación con Dios y esta ilustración tiene que ver con que si a un padre su hijo le pide un pedazo de pan, ese padre le va a dar un pedazo de pan, no le va a dar una piedra. O si le pide un pescado, no le va a dar una serpiente, ni tan siquiera por mascota. Y lo que Jesús está dejándonos saber es que si nosotros, cuando usa esa expresión de que somos malos, o en otras palabras que somos imperfectos, seres humanos caídos, imperfectos que no tenemos el mundo resuelto por completo. Si nosotros dentro de esas limitaciones sabemos dar buenas dádivas a aquellos que tenemos a nuestro alrededor, ¿cuánto más Dios nos puede suplir a nosotros de aquellas cosas que le pidamos?

Pero aún así, yo me atrevo a ir a un nivel mucho más allá, y yo me pregunto, ¿qué pasa cuando esas oraciones que nosotros hacemos delante de Dios, qué pasa cuando nosotros oramos por pan y lo que recibimos es una piedra? Oramos por pan y recibimos lo que parece una piedra. Yo voy a aguantar esta piedra en mi mano. Yo creo que nuestra reacción inicial puede ser una queja, una persona al ver que esas oraciones no se están respondiendo como espera, puede quejarse y puede llegar hasta un nivel de frustrarse también. Yo puedo pensar que tal vez una persona que no ha sido intencional, en profundizar en su relación con Dios, en sacar un tiempo de intimidad con él, en poder conocer y alinearse a la voluntad de Dios, cuando ve que esas oraciones por pan no son respuestas, se frustra y en algunos niveles se aparta de ese camino, puede terminar pensando como que esto es una pérdida de tiempo, esto no es para mi, no voy a seguir en esto.

Ahora, pero, una persona que sí ha tenido el tiempo de buscar esa intimidad con Dios, de crecer en su relación con Dios, de buscar alinearse a lo que Dios quiere para él o para ella, cuando recibe a sus oraciones una piedra, esa persona debe percatarse de que si recibió una piedra, hay un mensaje escondido en esa piedra al cual tiene que prestar atención. Y de ahí sale el título de este mensaje: tesoros escondidos en las piedras.

Yo creo que si yo le doy esta piedra a usted, yo un hombre común y corriente, si yo le doy esta piedra, usted la va a recibir y va a hacer como que.... ¿para qué yo quiero esto? Podrá parecer como algo insignificante. Ahora, pero si Dios le diese esta piedra a usted, yo creo que usted entonces se quedaría como que,....mmm, ¿por qué Dios me está dando esta piedra?

¿Saben? Yo me pongo a reflexionar, hermanos. Una piedra puede parecer algo bien insignificante, hay gente que usa las piedras para adornar sus jardines. ¿Cuántos de ustedes adornan sus jardines con piedras? O puede ser todo lo contrario, hay veces que la gente lo que hace es que saca las piedras de sus jardines y las tira como basura, porque no quieren tener piedras en sus jardines, especialmente cuando están pasando la máquina de cortar grama que van así, y de repente oyen un prac.... y se encuentran con una piedra, y esa piedra se fue a juste. Hay gente que tal vez en sus años de antaño usaban piedras para jugar baseball, ¿cuántos de ustedes lo hacían? No soy el único, está bien, no soy el único. Muy bien, muy bien, o tal vez usaban una tapita de botella de Pepsi o Coca Cola, tal vez. Eso si, ok. Pero yo, cuando chiquito, yo usaba piedras ....

Pero puede ser que hay gente que usaba piedras para espantar los gatos o los perros que venían a su casa y..... puf, y ahí se iba el gato. Como puede ser que también haya gente que usaban una piedra para hacer daño, para romper tal vez propiedad ajena, como escuchábamos ese refrán, ‘este es de los que tira la piedra y esconde la mano’. Quien sabe que había gente que usaba con ese propósito.

Pero yo creo, hermanos, que cuando Dios permite que lleguen piedras a nuestras oraciones es porque hay un propósito en eso. Hay un mensaje escondido en esa piedra que Dios quiere que nosotros prestemos atención y la única forma en que nosotros podemos encontrar ese mensaje es si verdaderamente estamos en una sintonía tal con Dios que nosotros podamos discernir cuál es el mensaje que tiene esa piedra.

Yo me pregunto, si las piedras hablaran, ¿qué nos dirían? Hay una canción bien bonita por un cantante cristiano que se llama Ezequiel Colón, yo no se cuántos de ustedes han escuchado de él, pero Ezequiel Colón tiene una canción por ese mismo título, ‘si las piedras hablaran qué nos dirían’. Y yo quisiera enseñarles una porción de esta canción para que ustedes la puedan oír, que puedan prestar atención, lo curioso que es escuchar la voz de una piedra.

Canción:

Si las piedras hablaran,

Si las piedras hablaran,

¿Qué nos dirían?

Contarían la historia paso a paso

De la vida

Si las piedras hablaran

A Moisés le dirían

No me maltrates por favor,

Controla tu ira

Si las piedras hablaran, oh,

¿qué nos dirían?

Una gritaría con orgullo

Fuerte fui, fuerte fui, pues vencí al gigante

Y no hubo miedo en mi, no

Y otra gritaría,

Yo no quiero convertirme en pan,

Quiero seguir siendo piedra, huye de mi

Huye de mi Satanás.

Digan, vosotras piedras, las que sintieron libertad

Cuando cayeron en el suelo y escucharon al

Maestro decir ‘Vete, vete...?

Y otra piedra que lloraba, sentía culpabilidad

Pues la sangre que la manchaba era de un mártir justo

Justo en verdad,

Si las piedras hablaran

Oh ¿qué nos dirían?

Pero hay una piedra, la que quiero interrogar,

Vamos, vamos piedra, cuéntame tu historia ya

Y ahora dime tu, la piedra, qué, qué sentiste cuando él

Se levantaba de la tumba, si es que no pudiste hacer

Si su boca te cubría, si sentiste su poder,

Si...... su..... te tuviste que mover

Es que solamente y ponerme en tu lugar,

Oye piedra, me tengo que estremecer.

Que tal esa última piedra. Yo espero que este silencio es porque usted estén meditando, hermanos. Esa primera piedra hablando de Moisés, me imagino que ustedes saben cuál es: fueron las dos piedras de las tablas que él reventó en contra de ese altar que habían hecho los israelitas cuando se rebelaron en contra de Dios.

La segunda piedra que habla es obviamente la gran piedra que usó David para derrotar a Goliat. Una piedra que aunque salió de la mano de David fue teledirigida por el espíritu de Dios para clavarla en el lugar donde tenía que llegar. Ahora, esas piedras que estaban a punto de apedrear a una mujer siendo acusada de adulterio, más sin embargo ante la presencia de Jesús esas piedras lo que sintieron fue libertad.

Pero también habla de aquella que sentía un nivel de culpabilidad cuando fue usada para matar a una persona como Esteban, lleno del espíritu. Si las piedras hablaran, ¿qué nos dirían a nosotros?

Pero antes de eso yo me tengo que preguntar cuáles son las piedras con las cuales nosotros nos encontramos en el camino. Saben, nosotros podemos tener distintos tipos de piedras. Yo mismo puedo ser una piedra. Tal vez algún compañero en el trabajo puede ser una piedra para mi, tal vez me hace la vida imposible todo el tiempo. Pueden ser que hayan hermanos aquí dentro de la iglesia que hay otros que son una piedra para ellos también, cuando no debería ser así, pero hay aquellos que así se sienten. Puede ser que si pienso en uno de los eventos más recientes de las decisiones que se tomaron en el Congreso este jueves pasado de no hacer ningún tipo de votación con respecto al asunto de inmigración, esa respuesta a lo que algunos esperaban que hubiese sido un pedazo de pan, tal vez parece ser una piedra.

Más sin embargo, hermanos, yo creo que en el poder de Dios esas piedras tienen mensajes que hablarnos a cada uno de nosotros. Y yo quiero animarlos a ustedes hoy, hermanos, a prestarle atención a lo que las piedras en su camino tienen que decir. Usualmente nosotros cuando vamos y encontramos una piedra nuestra tendencia es sacarlas, o esquivarlas. Y yo se que hay piedras que hay que esquivar, pero aún si las esquivamos, preste atención hermanos, porque hay un mensaje grabado en ellas que usted tiene que prestar atención, porque es un mensaje dirigido de parte de Dios para cada uno de nosotros.

Y para ir cerrando más o menos mi reflexión yo quisiera dirigirlos a otra piedra. Hay un pasaje bien precioso en Apocalipsis Capítulo 2, habla acerca de una piedra bien particular. Apocalipsis, Capítulo 2, verso 17 dice:

“... El que tiene oídos para oír, oiga lo que el espíritu dice a las iglesias; al que venciere daré a comer del maná escondido y le daré ¿qué? una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo el cual ninguno conoce sino aquel que la recibe y por ende, yo diría, aquel que lo da...”

Una piedrecita blanca. Y esa piedrecita va a contar lo que yo entiendo es la historia más importante en cada una de nuestras vidas, porque esa piedrecita va a contar la historia de todos aquellos que se mantuvieron fieles en el Señor hasta el final, no importando las situaciones, no importando las circunstancias. Esa piedrecita va a tener un nombre nuevo que va a estar hablando de la futura historia que se va a estar desarrollando para esa persona que lo recibe. Una piedrecita blanca.

Hermanos, yo creo lo que dice la Biblia, el Apóstol Pablo en Corintios cuando él dice que Dios ha escogido lo más pequeño, lo más vil, lo más insignificante de este mundo para avergonzar a aquello que es avergonzar lo fuerte, avergonzar a aquello que se exalta por encima de otras cosas. Una piedra podrá ser algo bien insignificante, más sin embargo es algo que Dios utiliza para hablarnos a nosotros. Y hermanos, yo quiero que ustedes piensen, yo estoy usando una piedra así como algo simbólico, pero yo quiero que usted se centre en esas piedras o la piedra que usted se ha encontrado en su vida.

Tal vez usted ha estado tratando de sacar esa piedras, o esas piedras de su camino por mucho tiempo porque lo que está buscando es pan. Pero, hermano, mi hermana, yo le animo hoy, no la saque a un lado tan rápido, preste atención a lo que esas piedras tienen para enseñarnos a nosotros. Yo no estoy diciendo que se quede con la piedra, yo estoy diciendo, preste atención, y una vez que usted escucha ese mensaje y lo reciba y lo internalice, entonces si se tiene que deshacer de la piedra, deshágase de ella. O si se quiere quedar con ella como un recuerdo, quédese con ella. Pero prestemos atención, hermanos, prestemos atención a la voz de Dios en aquellas cosas que parecen ser más insignificantes. Hay tesoros en las piedras y la única forma en que nosotros lo podremos encontrar es cuando dejamos que Dios nos de el discernimiento para poder descubrir ese tesoro, hermanos.

Así que en una palabra tan sencilla como esta, yo le animo, no se desanime cuando a las oraciones que usted hace por pan, tal vez lo que está recibiendo es una piedra. Pídele a Dios discernimiento para ver cuál es el mensaje, el tesoro escondido que está en esa piedra, para que su vida pueda ser enriquecida al nivel que él solo quiere. Y que en su fidelidad a él, en su lucha en la vida como un creyente, como un cristiano, como un hijo de Dios, que usted pueda permanecer firme y fiel, cosa que cuando llegue ese punto final se le pueda entregar una piedrecita blanca con su nombre nuevo, una piedra que solamente el Señor Jesús nos puede dar a nosotros. Créanme que esa piedra no la vamos a sacar de nuestro camino sino que la vamos a guardar como un trofeo.

Yo les invito mis hermanos a ponerse de pie. Yo quiero que usted reflexione en algo: yo no quiero que usted piense, Ave María el pastor Omar vino aquí a hablarnos de piedras. Yo puedo decir que como pastor yo he tenido momentos en los cuales me he encontrado muchas piedras a las respuestas de mis oraciones, piedras con las cuales me he dado bien duro, piedras con las cuales yo pensaba que mi vida se iba a desmoronar, como quien dice, pero el Señor Jesús, en su poder, en su fidelidad a las promesas y el pacto que él ha hecho conmigo, y que ha hecho con cada uno de ustedes, me ha permitido descubrir un tesoro, que si fuera por él yo no hubiese descubierto. Yo he logrado descubrir amistades que han enriquecido mi vida en una forma increíble. Lo que yo pensaba que iba a ser una piedra se ha convertido en una amistad tan sólida. Yo me he encontrado con situaciones donde yo pensaba que esa piedra iba a ser una destrucción total, tal vez al ministerio o a la situación en la cual estaba, más sin embargo en el poder de Dios, esa piedra se ha convertido en una oportunidad de crecimiento que yo jamás pensé que iba a suceder así.

Hermanos, piensen ustedes, cuáles son las piedras con las cuales usted se ha encontrado en su camino, una enfermedad, un compañero, una compañera de trabajo, o el jefe en su trabajo, una carrera de estudios que tal vez parece muy difícil de completar, una relación que tal vez usted está metido en ella y en vez de sentir paz lo que se siente un poco de discordia y no sabe cómo proceder, una situación financiera repentina que ha llegado a su vida y usted no sabe cómo responder a la misma, no sabe qué puerta tocar o en qué forma buscar, o a quién pedir.

Piedras en nuestro camino, mis hermanos, pero si son piedras que Dios permite que llegue a nuestras vidas, son piedras que tienen un tesoro escondido, como un diamante, que su estado original parece un carbón, `más sin embargo cuando es pulido y cortado a la medida, se convierte en una de las joyas más preciosas y de más valor en todo el mundo. Quien sabe si en esas piedras hay un tesoro así para usted.

Y yo quiero invitarle a hacer una oración. Si usted es una de esas personas que se ha encontrado con piedras, pero no ha logrado descubrir ese tesoro escondido, la única forma que lo puede hacer es, alineándose a Dios y pidiéndole a él el discernimiento necesario para poder encontrar ese tesoro. Si a usted le hace falta eso, si a usted le hace falta ese discernimiento, esa sabiduría de Dios que permita a usted descubrir ese tesoro escondido, yo quiero invitarle a que usted levante su mano para orar por usted.

Señor Jesús, en una forma simbólica yo agarro esta piedra en mi mano, Señor, representando las piedras que mis hermanos aquí hoy en esta iglesia están presentando delante de ti, que tal vez no han encontrado el tesoro escondido en esas piedras porque tal vez esa piedra ha golpeado demasiado fuerte y se nos hace difícil pensar, se nos hace difícil buscar claridad en la situación, pero Jesús te buscamos a ti ahora mismo, porque sabemos que en ti se encuentra la sabiduría y el discernimiento para nosotros poder descubrir esos tesoros escondidos en las piedras.

Espíritu de Dios, por favor, yo te suplico que tu te reveles a mis hermanos y hermanas que están levantando sus manos hoy, y que al ellos tener presente esas piedras delante de ellos, que tu les reveles a cada cual el mensaje escondido en cada una de esas piedras, que tu abras nuestro corazón, Señor, y que tal vez remuevas la piedra que tapa nuestro corazón, para nosotros poder descubrir esos mensajes que tu quieres que nosotros podamos recibir. Si, Señor Jesús, yo afirmo esta oración. Ayúdanos a descubrir primero el tesoro de la piedra en nuestro corazón, que muchas veces se interpone a nosotros poder recibir lo que tu quieres que nosotros podamos recibir de parte tuya, quebrante esas piedras en nuestros corazones, Señor, para poder ver los tesoros escondidos en otras piedras a nuestro alrededor.

Jesús esto es algo que solo se alcanza a través de ti, que nuestras fuerzas humanas es imposibles, las piedras se ven como algo insignificante y de poco valor, pero en ti, Señor, las posibilidades Señor, son ilimitadas. Jesús, abre nuestros ojos, abre nuestro corazón para poder ver esos tesoros escondidos en las piedras, las piedras que tu permites que lleguen a nuestra vida, o las piedras que tu mismo traes.

Y sabemos, Señor, que aunque nosotros lo que esperamos tal vez es un pedazo de pan, sabemos que si nos mantenemos fiel a ti, al recibir una piedrecita blanca con un nombre nuevo, no tan solamente tendremos pan sino que tendremos un banquete que durará por toda la eternidad, Señor Jesús. Esperamos ese banquete, Jesús, que tu tienes preparado para cada uno de nosotros, Señor, nuestra fe y nuestra esperanza está puesta en esa promesa que tu nos das, una promesa de vida, Jesús, esperamos ese trofeo de una piedrecita blanca con nuestro nombre nuevo que abrirá las puertas a un banquete que durará por toda una eternidad.

Padre, te damos la gloria y la honra solo a ti, pues solo tu la mereces y permite que en la reflexión de estas palabras tan simples y sencillas nuestra fe sea enriquecida aún más y nuestra confianza en ti pueda llegar a un nivel mucho mayor, Jesús, y que podamos ver milagros ocurriendo en medio de nuestras vidas, Señor. A ti te damos la gloria y el honor, por siempre y siempre, Señor. Amen.