Está Jesus contigo todavía?

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Padre yo te doy las gracias por la oportunidad que me concedes de poder compartir tu palabra hoy con mis hermanos y hermanas. Señor, y así como sucedió esta mañana, yo también te pido ahora que esta palabra se haga vida para cada uno de nosotros. Por favor dame la fuerza que necesito para poder estar aquí y compartir este mensaje hoy. Y Señor, que seas tu glorificado en todo y que tu palabra no regresa atrás vacía sino que cumpla aquello para lo cual tu lo envías hoy. Que seas tu glorificado por encima de todas las cosas. Gracias, Jesús. Amen.

Bien, hermanos, hace unos meses atrás yo estuve hablando con mi madre, allá en Puerto Rico, por teléfono y ella me estaba contando acerca de una de sus experiencias con mi sobrino menor de un año y medio. Él se llama Giorvani, no Giovanni, sino Giorvani, yo se que los puertorriqueños tienen algo loco de jugar con los nombres y le pusieron Giorvani a mi sobrino. Entonces, mi madre me cuenta que estaban en mi casa allá en Puerto Rico, y nosotros vivimos en un sector que le dicen town houses, son como una hilera de tres casas que están juntas y entonces después de esas tres casas hay un espacio en el medio, y después viene otra hilera de 3 casas.

Entonces, pues, los techos de estas casas están conectados uno con el otro. En el techo de mi casa nosotros tenemos un apartamento adicional, mis abuelos estaban viviendo allí, y entonces pues allí, mi abuela tiene un jardín de flores. Pues, este día, estaba mi mamá, mi abuela y mi hermana, estaban allí viendo las flores, echando agua, hablando también y obviamente mi sobrino Giorvani estaba con ellas también.

Entonces, de repente ellas se enfocaron en esta flor que estaba bien bonita, estaba prendida, bien bonita y las 3 estaban ahí hablando de la flor, y qué bonita y ay, qué linda. Y de repente, empezaron a preguntar, ¿y dónde está Giorvani? Y empezaron a buscar y no lo encontraron, entraron adentro del apartamento y no lo encontraron allí, y de repente cuando se dan cuenta, mi sobrino estaba corriendo en la azotea de la casa del al lado.

Ahora, la casa nuestra tiene una reja que cierra el apartamento, de esas rejas que son como de 4 ó 5 pies de alto, pero las otras casas no. Entonces pues mi sobrino iba por ahí lo más campante corriendo por este otro techo y obviamente el peligro era de que fuese a correr demasiado cerca del borde y..... ustedes entienden ese gesto, ¿verdad? Que se fuera a ir por el borde y cayera abajo.

En su ansiedad, mi mamá entonces corrió hacia un portón que da acceso al otro lado del techo, pero el candado estaba cerrado. Y al no encontrar la llave mi madre se desesperó tanto, hermanos, que yo quiero que ustedes imaginen esto: una mujer de 60 años brincando una verja. Yo me sorprendí, yo no lo creía cuando ella me lo dijo, pero me sorprendí, yo me dije, mi madre de 60 años, a ella le gusta usar pantalones cortos, yo lo se, pero como quiera como que no me lo podía visualizar. Ella no se como enganchándose en la reja y trepando la pierna y brincando al otro lado. El asunto fue que lo hizo. Yo creo que cuando uno está en estrés y en angustia la adrenalina hace a uno hacer cosas que jamás podría hacer.

Pero el asunto fue que cuando mi mamá llegó al otro techo, empezó a correr detrás de mi sobrino, ‘Giorvani, Giorvani, para ahí’, Y él se creía que estaba jugando y siguió.... hi, hi, hi, hi..... y mi mamá corriendo detrás de él por todo el techo. La cosa fue que él cruzó a la tercera casa, al techo de la otra casa, y mi mamá seguía corriendo detrás de él y la cosa es que en medio de todo esto, el hijo del vecino al frente, cuando se dio cuenta de la situación salió corriendo de su casa y se trepó por el portón de la tercera casa, y se metió al techo y agarró a mi sobrino justamente a tiempo de que se me fuera a ir por el otro lado, porque esa era la dirección en que iba.

¿A qué me voy con esto, hermanos? Yo no se si ustedes se han encontrado en una situación en la cual ustedes asumen que alguien está con usted y tal vez usted hasta está hablando y se cree que esa persona le está escuchando pero de repente cuando mira al lado, es como que .... ¿y dónde está?

A mi me pasa a veces con mi esposa, estamos en la cocina y yo de repente salgo a la oficina a buscar algo, y ella me sigue hablando como si yo estuviera en la cocina pero no estoy. Y yo la dejo que me dice desde la cocina ‘pero mira, yo estoy hablando contigo,’ ‘ah, perdón, perdón, si regreso ahora de nuevo’.

Pero es esa sensación, hermanos, que cuando usted entiende o asume que alguien está con usted pero en realidad no está. Es una sensación que muchas veces causa un poquito de inseguridad y de angustia. Obviamente un padre con hijo que tal vez está en un lugar de mucha gente, y de repente están caminando, y de repente uno siente la mano vacía y se pone a mirar y ¿dónde está mi hijo? ¿Para dónde cogió? Yo creo que para eso se inventaron esas correítas que los amarran, ¿verdad? y que uno lo tiene siempre amarrado por si acaso se van. Un leash, exacto, lo agarran así.

Y saben, hermanos, yo entiendo que muchas veces en estas situaciones nos pasa lo mismo a nosotros en nuestra relación con Jesús. Hay veces que nosotros estamos llevando a cabo nuestras vidas asumiendo que el Señor está ahí, pero no nos aseguramos de que verdaderamente esté.

Hay un pasaje en la Escritura que puede probarles esto. Quisiera que vayan conmigo a Lucas, Capítulo 2, comenzando en el verso 41. Perdonen si me estoy poniendo un poquito afónico ya pero, estoy peleando con un pequeño flu de esos ahí que están molestando.

Lucas, Capítulo 2, verso 41 dice así: “Iban sus padres todos los años a Jerusalén a la fiesta de la pascua y cuando tuvo 12 años – esto es hablando de Jesús- subieron a Jerusalén conforme era la costumbre de la fiesta.”

Ahora, déjenme explicarles un poquito para que si hay algunos de ustedes que no entiende. La fiesta de la pascua era una de las tradiciones más celebradas en el contexto judío. La pascua significaba la liberación de los judíos del pueblo de Egipto. En inglés, la palabra se dice Passover, como pasar por encima, lo cual implica a una de esas 10 calamidades que fue cuando el ángel de Jehová empezó a pasar por toda la ciudad eliminando a todos los primogénitos del pueblo egipcio. Pero ninguno de los primogénitos del pueblo judío fueron afectados porque sus puertas estaban marcadas con la sangre del cordero.

Por lo tanto el ángel de Jehová pasó por encima de ellos sin afectarlos. Y eso es lo que implica la celebración de la pascua, es la liberación del pueblo de los judíos de su cautiverio en Egipto. Sigue el pasaje, verso 43:

“.... al regresar ellos acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús, en Jerusalén – ahora cómo puede pasar esto- sin que lo supiesen José y su madre María, y pensando que estaba entre la compañía anduvieron camino de un día, y le buscaban entre los parientes y los conocidos, pero no le hallaron.”

Déjenme detenerme allí. Yo quisiera hablar un poquito acerca de esto. Es interesante porque en este viaje, hermanos, yo quiero que ustedes entiendan este contexto. Este viaje no eran un viaje como ir de aquí a Wallham, no era un viaje como ir de aquí a Wooster, era un viaje un poquito más lejos. Si tienen el mapa por ahí disponible. Yo quiero que ustedes vean esto en una posición geográfica más o menos para que ustedes entiendan cuánto es que ellos estaban viajando. Ustedes ven este mapa, Galilea está allá en la parte de arriba, y Jerusalén está aquí en la parte de abajo. Judea, donde está Jerusalén, Bethania, más para acá al oeste, la flecha... bueno, Jerusalén al medio, más cerca de las montañas. Ok, vieron donde está Jerusalén.

Era un viaje de norte a sur, distancia estimada, estamos hablando que era de unas 60 a 80 millas de distancia lo que ellos tenía que viajar. Ahora, piensen en esto: de Boston a Springfield estamos hablando que son unas 80 millas más o menos de distancia, casi dos horas dependiendo de cuánto usted obedezca el límite de velocidad.

Ahora, si lo apuntamos un poquito más allá, estamos hablando que esta distancia representaba más o menos llegar desde Boston hasta los Burkshires allá en Massachussets, casi cerca del pueblo de Pittsfield. Ahora, en carro, obviamente un viaje así se lleva 3 horas, 3 horas y media. Pero en esta época ¿cómo era que se viajaba? En camello, a pie y a caballo. O sea que en vez de uno de esos carros tener 40, 60, 80 caballos de fuerza, solamente tenían un caballo y en algunos un camello, y en algunos casos una mula. So, la rapidez con la cual podían viajar no era tanta.

Encima de eso, esta familia de José y María no era una familia de dinero, ellos eran una familia pobre. Así que hacer un viaje así conllevaba un gasto, un precio que había que pagar por eso. Uno tenía que conseguir provisiones para el camino, tal vez se tardaban uno, dos, máximo de tres días para poder llegar de un lado a otro. Así que este viaje era un viaje importante para la misma vez difícil.

Ahora, pero, ellos llegan a Jerusalén y celebran la fiesta. Cuando van a salir ¿qué es lo que ocurre? José y María, oh, perdonen.... cuando ellos viajaban en una caravana, como en una compañía. Eso significa que todas los familiares y vecinos de esa aldea, de esa ciudad, se unían todos juntos en una caravana e iban ahí en línea recta, y la idea era que las mujeres y los niños casi siempre iban en la parte al frente de esta caravana, como quien dice, marcando el paso, y los hombres y los hijos más adultos, se quedaban en la parte de atrás, bochincheando allá de lo que estaba pasando al frente, y al frente se bochincheaba de lo que pasaba atrás.

So, así fue el viaje. Cuando ellos deciden salir ya de Jerusalén ¿qué fue lo que dice el texto? Dice, se quedó el niño Jesús en Jerusalén sin que lo supiesen José y su madre María. ¿Cómo esto puede ocurrir? ¿Cómo esto sería posible? ¿Será que Jesús por su propia cuenta como que se escabulló y se quedó en otro lado? ¿O fue que el mero hecho de que María entonces asumió que como Jesús era de 12 años, ya se consideraba como quien dice un adulto, pues entonces estaba atrás con José, su papá, en la parte de atrás de la caravana. Pero entonces José estaba asumiendo que Jesús estaba al frente con María.

So, ahí van de camino de un día y yo me imagino que de repente María, como que ‘yo no he visto a Jesús dentro de dos horas. ¿Dónde estará Jesús?’ Ella va donde José, ‘José, ¿tu has visto a Jesús?’ ‘No, no lo tengo conmigo’. ‘Y yo no lo tengo tampoco’. A pues lo más seguro está con una tía por ahí, en algunos de los carritos, en alguno de los caballos montado, pues está bien.’ Se va tranquila.

Pasa una hora y como que no ven a Jesús y regresa una vez más donde José y le dice, ‘José, Jesús no está con su tía montada en otro caballo.’ ‘Vamos, no te apures, lo más seguro está con otros de sus amigos por ahí caminando en algún otro lado, pero no lo hemos visto.’

Pero, después de un rato se dan cuenta, después de haberlo buscado entre los parientes y los conocidos, se dieron cuenta ya de que Jesús no estaba allí. Y yo hay veces que me pregunto ¿cómo nosotros responderíamos? Yo me pregunto si, conociendo yo a algunas de las mujeres caribeñas, por así decirlo, que su pasión se enciende bien rápido, yo me pregunto que si ese niño se perdió a la primera hora, ya estuviesen llamando a la policía. ¿Dónde está? ¿dónde está mi chico o mi chica? Y el que se puede cortar la cabeza, puede ser el esposo, porque entonces viene donde el esposo a reclamarle, ‘Pero, mira, tu no saliste con él, ¿dónde está el muchacho?’ Y uno como que....

Ahora, puede ser que en otros contextos culturales pues sea un trato un poco más pasivo, ya tratan ahora con.... oh, amor usted no ha visto por casualidad a nuestro hijo que no lo encontramos. Y la persona se angustia pero el nivel de angustia no lo lleva al punto de gritar. Pero sea como sea, bueno, maybe, pero sea como sea, mis hermanos, el asunto es que al darse cuenta de que la persona que uno pensaba o asumía que estaba allí, no está, hay algo que causa un sentido de no estar completo. Es como que algo grande falta.

Y yo me pregunto, mis hermanos, nosotros en nuestras vidas así como José y María que iban de camino en un viaje, nosotros también en nuestra vida llevamos nuestros viajes, nosotros tenemos nuestras jornadas también. Hay jornadas de vida en las cuales nosotros nos podemos encontrar y del alguna manera u otra podemos asumir que ‘oh, como yo soy cristiano pues yo se que Dios está conmigo, pues por ahí lo sigo’, y nos tiramos, nos lanzamos a emprender cosas, pero no nos aseguramos de que la verdaderamente la presencia y la compañía de Jesús esté ahí en medio nuestro. ¿Me siguen por dónde voy?

Muchas veces yo personalmente y gente con la que me he encontrado decimos como que, tengo esta idea, de poder hacer esto algo nuevo, me voy a lanzar, voy a poner todas mis fuerzas, todas mis energías en eso y por ahí nos lanzamos. Pero yo me pregunto, ¿sacamos verdaderamente tiempo de asegurarnos de que el Señor está ahí en esos planes, de que el Señor está ahí guiando cada uno de nuestros pasos? Y claro está, hay ocasiones en las cuales no es así. Hay ocasiones en los cuales la gente emprende estos viajes, emprende estas jornadas y no es hasta que se encuentran con la soga al cuello, que entonces dicen, ‘ si, a mi se me había olvidado consultar con Dios acerca de esto’.

Es como José y María, andamos en un viaje y de repente nos damos cuenta que Jesús no está. Así ¿cómo nosotros podemos hacer, hermanos? Yo creo que la respuesta que ellos tuvieron es una respuesta bien importante porque como dice el pasaje, al ellos darse cuenta que Jesús no estaba, ellos decidieron ¿qué? Volver, una vez más a Jerusalén. Volver a donde habían empezado.

¿Saben por qué yo entiendo que esto es algo interesante? Porque hay gente que una vez que emprenden sus jornadas no les gusta volver para atrás, porque creen que es una derrota. Se creen que es un fracaso volver atrás, se creen que tratar de volver a empezar algo, significa que yo fallé, no planeé las cosas bien, pues, si vuelvo para atrás le voy a demostrar a la gente... se creen que si yo entonces si regreso para atrás, voy a estar fallando, o demostrando a la gente que fui débil o que no supe cómo calcular bien las cosas.

Pero, hermanos, yo reto ese pensamiento. Porque no es así. El jueves pasado yo discutía con algunos hermanos de aquí de la iglesia, lo que es una vida de éxito y cómo se define una vida de éxito. Y claro está, muchas veces si nos dejamos llevar por este contexto secular, la vida de éxito se mide de acuerdo al nivel de logros que tu has alcanzado. Por ejemplo, alguien puede medir éxito dependiendo de la cantidad de dinero que tu tengas en el banco, o el nivel de educación que tu hayas adquirido o la casa grande que puedas tener y cuántos cuartos tenga. Mucha gente define éxito de acuerdo a esas cosas que son físicas, tangibles pero a la misma vez, pasajeras.

Pero yo me encontré con una definición de éxito que trastornó todo mi sentir por completo. Y éxito, de acuerdo a la definición de este hombre, él se llama Andy Stanley, que es un pastor en el área de Atlanta, él define éxito de la siguiente forma: éxito es mantenerse fiel al propósito de vida en el cual Dios nos tiene a cada uno de nosotros. Y a lo largo de ese proceso celebrar las recompensas del éxito.

Miren a dónde voy. Yo puedo trazarme una meta de graduarme con una maestría y una vez que lo tengo, ¿qué es eso? Yo me puedo considerar ¿qué? Exitoso, ¿verdad? Porque alcancé una meta, pero una vez que esa meta se acabó, ¿qué pasa? Ya, no tengo otra meta, entonces mi éxito se quedó ahí.

Si yo defino mi éxito por esos logros que yo alcanzo a lo largo del camino, eso se va a quedar nulo en un momento porque esa meta va y viene y ya se acabó. Ahora, pero si yo digo que mi éxito se define por cómo yo me mantengo fiel en ese propósito de vida en el cual Dios me tiene a mi, ya es una visión que va a un largo plazo. Y las cosas que se van alcanzando a lo largo del camino son las recompensas de yo haberme mantenido exitoso, de yo haberme mantenido fiel a las cosas que Dios iba haciendo a lo largo del camino. ¿Me siguen por dónde voy?

A lo largo de ese camino no tan solamente hay logros, sino que también hay fracasos. Toda jornada tiene sus altas y sus bajas, tiene sus logros y tiene sus fracasos. Hay gente que en esa jornada cuando tiene sus logros, se dice ‘ah, alábate pollo que mañana te cocinan’. Dicen, ‘por mi propia fuerza lo logré conseguir. Yo, con la inteligencia que tengo, John Einstein, aquí está. Lo hice y yo me merezco esto’, y se apoderan de eso. Y se olvidan de que el que nos a nosotros la fuerzas, el que nos da a nosotros la riqueza para nosotros poder hacer las cosas es Dios. Nosotros no somos nosotros mismos, estos es una ecuación de dos partes. Es como Dios trabaja en su parte y como yo trabajo la mía reconociendo esas dos cosas trabajando juntas.

Y en esa jornada, mis hermanos, también están sus fracasos, y muchas veces hay fracasos que son más pasajeros que otros, dependiendo de cómo nosotros reconozcamos el rol de Dios a lo largo de esa jornada. Hay gente que en esa jornada si no tienen a Jesús presente, esos fracasos pueden ser un poco más duros que otros. En otras palabras, hay gente que se da en contra de la pared más duros que otros, por eso es que hay algunos que tienen la nariz un poco más chata que otros, porque se han dado con la pared más duro. Yo tengo mi nariz chata así que por eso es que hablo de eso.

Pero, hermanos, es algo bien simple y a la misma vez es tan profundo porque lo que yo les estoy diciendo de la importancia de reconocer a Jesús en nuestras vidas puede sonar como algo bien simple. Tal vez ustedes me puedan mirar y como decir, ¿cuántas veces yo he escuchado eso? Pero es precisamente por eso que lo recalco una vez más. Porque en el mundo en el cual vivimos nos engatusa, ¿ustedes conocen esa palabra? Como que nos enrolla tanto en esa jornada de vida en las cuales uno está que hay veces que uno se olvida de reconocer el rol que Jesús juega en medio de esa jornada. Y no podemos permitir que eso pase, mis hermanos, no se puede permitir, porque a la vez que nosotros dejemos a Jesús fuera de la ecuación, entonces el orgullo y la vanagloria se va a empezar a apoderar de nosotros y cada vez que vayamos alcanzando esos logros, vamos a decir, ah, yo lo hice, yo logré hacer esto. Cuando verdaderamente ha sido Dios a través de su Hijo Jesús, el que nos ha provisto todas las cosas que nosotros necesitamos para poder alcanzar esos logros y esas metas que nosotros teníamos por delante.

Hermanos, yo recalco esto porque vivimos en un mundo también que está falto de sabiduría y a lo largo de ese camino, nos vamos a encontrar con gente que se van a creer sabios en su propia prudencia, más sin embargo no lo son, y van a tratar de ofrecerle el mejor consejo. Pero si el consejo de esas otras personas no está también cubierto por la presencia de Dios más fuerte se va a chocar con la pared.

Hay algo aquí bien importante, hermanos, porque así como José y María empezaron a buscar entre sus parientes y conocidos, muchas veces la gente cristiana también, cuando están en su jornada tienden a hacer lo mismo. Y hay un lado positivo y un lado negativo para esto, yo creo que es positivo el que nosotros sepamos que somos parte de un cuerpo, que somos parte de una iglesia que hay gente en la cual podemos contar, que hay gente en la cual podemos hablar, conversar acerca de las situaciones como para ver cómo el discernimiento de Dios nos ayuda, para saber entonces por dónde ir.

Pero esto también tiene un lado un poco negativo o desventajoso, por así decirlo. Porque asimismo como hay gente que buscan ese apoyo en una forma positiva, también hay gente que dependen de ese apoyo en una forma negativa, y tendemos a decirle a la gente ‘ay, por favor, ore por mi porque estoy pasando por esta situación’. Pero entonces nosotros nos olvidamos también de sacar tiempo de poder orar. Es como que nos limpiamos las manos de la responsabilidad de orar y dejamos esa carga en las manos de otra persona para que ore.

Ay, yo puedo pensar en una hermana como Maira, que es tremenda hermana adoración, y ‘ah, pues Maira, pues encárguese usted de orar por mi situación y yo entonces voy a confiar la respuesta de esa oración que usted haga.’ Pero, no. No es así, hermanos. Sí, gracias a Dios, por hermanas como ella que pueden orar, pero yo también tengo una responsabilidad para orar también por esa situación. Hay gente que tal vez dobla las rodillas más que yo, y entonces la gente dice, ‘bueno, para que no me duelan mis rodillas tanto, pues, yo voy a dejar que otros doblen sus rodillas por mi’. Ah, ah, eso no debe ser así en el pueblo de Dios.

No podemos estar cogiendo hitchiking en las oraciones de otras personas, nosotros tenemos que asumir nuestra responsabilidad de también poder orar, y reclamar esa presencia de Dios en medio de nuestras vidas y no estar buscando tal vez una palabra de consuelo o ánimo en los lugares distintos, cuando de repente nos encontramos en una situación y nos damos cuenta que nos falta algo, hay gente que no reconocen que lo que les hace falta es Jesús, y de repente empiezan a buscar en muchas otras cosas, se creen que la bebida va a satisfacer esa necesidad o que el dinero es lo que va a satisfacer esa necesidad, o que el estar con una mujer o con un hombre eso es lo que va a satisfacer esa necesidad, o que tener un carro convertible rojo es lo que va a satisfacer esa necesidad. Pero no es así. En cada aspecto de nuestra vida la presencia del Señor Jesús es lo que completa y complementa todo lo que nosotros somos, todo lo que nosotros hacemos. No hay nada que pueda quitar eso.

Y tal vez, habrá gente que me pueda argumentar diciendo, ‘ah, pero pastor Omar, si la Biblia me dice, deléitate a ti mismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón, ¿verdad?’. Suena bien bonito ese pasaje, pues si yo me voy a emprender una jornada, pues yo lo que voy a hacer es deleitarme en Dios y yo estoy seguro que él me va a conceder lo que yo quiero.

Ahora, pero yo te pregunto lo que tu quieres está en línea con lo que Dios quiere o no. Deleitarse a si mismo en Jehová no significa tan solamente que te guste estar con él, el tu deleitarte significa que porque te gusta algo, tu te alineas tu vida por completo a lo que esa otra persona ofrece para ti. Los deseos tuyos personales no son meramente tuyos carnales, lo que tu quieres hacer de tu propio deseo, sino tus deseos se convierten en los deseos de él. Lo que él desea se convierte en tu deseo y por eso es que dice: deléitate a ti mismo en Jehová y él te concederá los deseos de tu corazón. ¿Por qué? Porque tus deseos van a ser los deseos del corazón de él.

Y claro está, entre medio de eso se puede venir los deseos tuyos personales también. Pero para hacer eso, mis hermanos, hay que reconocer la presencia de Jesús en medio nuestro. Sin Jesús esa jornada se hace nula. Sin Jesús esa jornada se hace incompleta. ¿Por qué lo necesitamos? Miren como dice el pasaje al final en el verso 51, dice:

“... y descendió Jesús con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos, y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón, - y miren cómo dice el verso 52 – y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres...”

¿Por qué necesitamos a Jesús en nuestra vida, mis hermanos? Porque Jesús se convierte en un recurso de vida para nosotros, un recurso de vida que influye en todas las dimensiones de lo que nosotros somos: en sabiduría, obviamente esa revelación de Dios que nos alcanza, en estatura, Jesús sí crecía en estatura, pero yo lo que entiendo que eso implica que Jesús también bendice todo nuestro ser completo. Nuestro cuerpo nos provee salud, fuerza, energía para poder seguir adelante y para poder cumplir esas metas que tenemos trazados en medio de nuestras vidas, que él también las pone en nuestro corazón y nos concede su gracias, mis hermanos. Que mejor que la gracia de Dios.

La gracia de Dios, obviamente, yo se que no puede ser abusada, hermanos. Oh, como dice el pasaje de Pablo que lo hemos discutido tanto, voy a pecar más para que abunde la gracia. Ah, en ninguna forma, eso es una gracia barata, por así decirlo. Hay un teólogo que se llama Dietriech von Hoffer que escribió eso, ‘Cheap grace’, gracia barata, y eso es lo que ocurre cuando nosotros abusamos de la gracia de Dios, que porque sabemos que Dios está ahí para perdonar todas mis faltas, pues entonces no hay problema si yo sigo haciendo estos otros revoluces por aquí porque Dios va a estar ahí para perdonarme. Eso es gracia barata. Esa gracia se corre un riesgo de ser grasa, por así decirlo.

Jesús crecía en sabiduría, en estatura, y en gracia delante de Dios y delante de los hombres. ¿Tu quieres tener éxito en tu jornada de vida, mi hermano? Tu necesitas tener a Jesús presente en todo momento porque Jesús es el que se va a encargar de darte la sabiduría que tu necesita para saber cómo proceder. Él es el que se va a encargar de darte a ti la palabra que tu necesitas para saber hablar en un tiempo oportuno, en un momento oportuno. Él es el que se va a encargar de nutrir tu vida, tu cuerpo para que tu puedas crecer fuerte en él y él es el que se va a encargar de proveerte gracia con Dios y con la gente que está a tu alrededor. Que tu no sientas que la gente a tu alrededor son un estorbo, que son un cayo ahí que está molestando todo el tiempo, sino que Dios te pone en gracia con ellos, que son gente que te extienden la mano, son gentes que están dispuestos a orar contigo siempre y cuando tu también ores.

Esa jornada de vida, mis hermanos, tenemos que tener a Dios presente. Yo te pregunto ¿en qué jornada de vida te encuentras tu hoy?

Para cerrar yo quiero meditar en esto; ¿en qué jornada de vida te encuentras tu hoy? ¿Estás en una jornada tal vez de restauración familiar? ¿Estás en una jornada de conseguir un nuevo trabajo? ¿Estás en una jornada de conseguirte un novio o una novia? O ¿estás en una jornada de casarte ya pronto? ¿Estás en una jornada tal vez de restaurarte de una pérdida que tuviste y ver cómo tu vida se engrana una vez más para poder seguir adelante’ ¿Estás en la jornada de restauración mental? ¿Estás en una jornada de restauración física? ¿estás en una jornada de cambiar parámetros mentales y los paradigmas con los cuales tu ves la vida y dejar que sea Dios quien moldee cada uno de tus pensamientos para que entonces todo te pueda ir mejor? ¿Cuál es la jornada de vida en la cual te encuentras hoy?

Y sobre todas las cosas, ¿tienes al Señor presente en esa jornada? O saliste de un punto asumiendo que él estaba ahí. Es bien diferente asumir algo y asegurarte de una cosa. Dios me puede decir, ‘Omar, yo estoy contigo dondequiera que tu vayas’. Fantástico, pues, por ahí voy. Es una cosa yo comportarme así y asumir que el Señor está siempre conmigo. Es otra cosa yo sacar el tiempo y asegurarme, ‘Papá, estás aquí. Estoy en esta relación con esta persona, ¿tu estás aquí? ¿Esta relación me conviene o no? Papá tu estás aquí en mi trabajo, estoy así pensando cambiar de trabajo, pero no se, Señor, necesito que estés aquí presente para saber por dónde irme, por dónde meterme, si es necesario quedarme en el lugar donde estoy.

Padre, estoy en el proceso de terminar mi carrera académica, no se cuáles van a ser los próximos pasos que voy a tomar. Hey, te necesito aquí y ahora, más que nunca, más que cuando yo empecé en mi primer año de universidad. Ahora en mi cuarto año, te necesito. ¿Cuál va a ser mi próximo paso? necesito que estés ahí presente.

¿Vieron la diferencia? Cuando yo intencionalmente busco esa presencia de Jesús en mi vida, cuando yo intencionalmente estoy pendiente a mis alrededores viendo, Señor, dónde tu estás, y no solamente estoy asumiendo como que las cosas van a suceder por ósmosis. Dios quiere un pueblo que esté completamente intencional en buscar su presencia en todo lo que hace. Buscar su respaldo en todo lo que hace, desde la transacción que hacemos en el banco, hasta la presentación allá en el Estate House; desde un saludo que le damos a una persona, hasta un almuerzo con estas mujeres de New Bedford. La presencia de Dios tiene que estar ahí presente. No podemos asumir que él está. Hay que asegurarnos de que él está.

Vamos a ponernos de pie, hermanos. Gloria a Dios. ¡Aleluya! ¿Dónde te encuentras en la jornada de tu vida? Esa es la pregunta para ti hoy. Y en esa jornada dónde está Jesús, está bien presente en medio de la situación, está aislado metido en un closet o en una cajita. ¿dónde está? ¿Dónde está ese recurso de vida? ¿dónde está ese recurso de sabiduría para tu vida?

Hay que hacer bien intencionales, hermanos y hermanas, tenemos que ser bien intencionales. No importando las circunstancia, aún en medio de tus fracasos, escucha bien, esto era algo que estaba hablando hace unos minutos. Aún en medio de tus fracasos, mis hermanos, yo se que el Señor está presente. ¿Pero tu estás seguro de que él está ahí contigo?

Un fracaso en la vida muchas veces la gente lo ve como algo negativo, pero la gente que tiene a Dios bien presente, un fracaso se convierte en una oportunidad para crecer y eso se convierte en un marcador en ese proceso de éxito en el cual Dios te tiene, esa jornada de éxito en la cual Dios te tiene.

Celebramos las cosas buenas en nuestros éxitos. Amen, sí, Señor, gracias por esto, gracias por aquello, gracias por lo otro. Pero nosotros, como pueblo cristiano, cuando vemos nuestros fracasos también tenemos que decir, ‘Señor gracias, gracias, gracias porque tu estuviste ahí también. No dejaste que la vergüenza me hundiera sino que en medio de esa experiencia de aprendizaje levantaste mi vida a un nuevo plano para yo poder seguir adelante, pusiste mis pies sobre peña, afirmaste mis pasos para yo poder seguir’.

Eso es una vida de éxito. Reconocer la presencia de Dios en medio de cada una de esas etapas. Y te digo, mi hermano, que si alguno de ustedes tal vez se siente estancado ahora mismo en el lugar donde usted está, sepa esto, que Dios está usando ese estancamiento para prepararte aún más para lo que viene en el próximo nivel.

Ciertamente a nadie le gusta sentirse estoqueado, a nadie le gusta sentirse estancado, pero aún esos estancamientos a lo largo de la jornada son parte del propósito de Dios. así que mi hermano, mi hermana, confía, confía en él, confía en él, confía en él, y él hará. Y se intencional, no asumas, no asumas, por favor, no asumas que Dios va a obrar en favor tuyo. No asumas más Dios está trabajando en las cosas. No asumas, asegúrate. Asegúrate. Hay una diferencia bien grande. Asegúrate.

Te quiero hacer un llamado. Si hay alguien que se encuentre en esa jornada de vida y que a lo largo del camino se dio cuenta que Jesús no estaba ahí y quieren tomar esta oportunidad para traer a Jesús a esa jornada, yo quiero abrir esta oportunidad. Si usted está en su jornada de vida, y usted lo conoce mejor que yo, tu estás en esa jornada de vida y te has encontrado en momentos de confusión, te has encontrado en momentos tal vez estancado o estancada, te has encontrado en momentos donde no sabes qué hacer y consultas con gente a tu alrededor pero ellos tampoco no tienen la respuesta que tu estás buscando. La respuesta se encuentra en Jesús.

Y hoy Dios te provee una oportunidad para que tu puedas traer a Jesús en medio de esa jornada en tu vida. ¿Quieres hacerlo así? Yo te invito a que tu levantes tu mano ahí donde estás y di, Señor yo quiero traerte una vez más a mi jornada de vida y si quieres venir aquí al frente, please feel free to do so, siéntete libre de hacerlo. No importa quién seas, no importa si eres un cristiano de años, no importa si estás comenzando, no importa si quieres comenzar. Siéntete libre, estás en la casa de Papá. Hoy hay una oportunidad para tu volver a traer a Jesús al medio de tu vida, y dejar que sea él quien dirija cada uno de tus pasos.

No tengas miedo, por favor. No tengas miedo. Cobardes no vamos a ningún lado, solamente a la destrucción. Padre, te presento a este pueblo tuyo, Señor, un pueblo precioso delante de ti, hay que decirlo, hay que admitirlo. Con nuestras altas y nuestras bajas, con nuestros lados claros y nuestros lados oscuros, es un pueblo precioso delante de ti, Señor, porque tu lo haces precioso, tu presencia en medio nuestro trae belleza a todos los aspectos de nuestra vida.

Y gracias, Señor, porque aún en esos momentos de fracaso, de estancamiento, podemos encontrar la belleza de que tu estás ahí para restaurarnos, levantarnos, afirmar nuestros pies, Señor y poder seguir adelante. Padre, yo te presento ahora mismo a estos hombres y mujeres que en algún momento en su jornada, Señor, se han dado cuenta de que tu no estabas ahí. O tal vez asumieron que tu estabas pero en realidad no era así.

Señor, estos hombres y mujeres, que tu los conoces bien, tu conoces sus planes que ellos tienen, Señor, y también sobre todas las cosas, conoces los planes que tu tienes para ellos, así que Jesús, yo te pido que en una forma bien especial que esta palabra pueda llegar a lo más profundo de su corazón así como aprendemos que tu palabra es como una espada de doble filo, Señor, que traspasa lo más profundo de nuestros corazones y llega hasta el tuétano, Señor y parte el arma y discierne las intenciones de nuestro corazón, Señor, esa es la palabra que yo ministro ahora sobre tu pueblo, Señor. Que sea una palabra que llegue a lo profundo, una palabra que traiga ánimo, una palabra que traiga dirección, una palabra que afirme el corazón, una palabra que abra los ojos para saber el camino en el cual debemos andar.

Señor, que nadie aquí se apoye en su propia prudencia, que nadie aquí se apoye en su propia fuerza o en sus propios recursos, sino que siempre reconozcamos que nuestra fuerza, nuestros recursos, nuestras energías provienen de ti y es por eso que te necesitamos en el medio de nuestros caminares, te necesitamos en el medio de nuestras jornadas, cualquiera que sea Señor, te pedimos que te hagas presente en medio de nuestra jornada. No dejes que te escondamos en una cajita, Señor. Inquieta nuestro corazón siempre, cuando salimos de nuestras casas, cuando estamos prestos a prender el carro, cuando estamos prestos a entrar en nuestra oficina, en el trabajo o sentarnos en un salón de clases, Señor, cuando estamos compartiendo con amistades, cuando estamos compartiendo con familias, cuando estamos caminando en el mall, cuando estamos haciendo compras, cuando estamos jugando algún deporte, o cuando estamos leyendo algún libre, Señor, ayúdanos siempre a estar atentos a ti y a tu presencia en medio nuestro, a ser intencionales con hacerte parte de todo lo que nosotros hacemos. Que nuestra vida no esté compartamentalizada sino q2 nuestra vida sea un entero porque tu lo haces así. Tu haces nuestra vida un entero, tu eres el complemento que lo unifica todo y trae sentido y dirección a nuestras vidas.

Padre, yo te presento a mis hermanos y hermanas. Llénalos de ti, Jesús. Llénalos de fuerza en esas encrucijadas en las cuales ellos están, llénalos de fuerza para seguir adelante y no perder la dirección. Y Padre, declaro puertas abiertas, abre puertas, abre puertas, abre puertas, Señor, abre oportunidades, trae nuevas oportunidades a tu pueblo, Señor, que ellos mismos se maravillen de cómo tu Señor estás abriendo puertas en favor de ellos, que así como Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y los hombres, que así mismo tu pueblo pueda crecer en sabiduría, Señor, en estatura, en gracia delante de ti y de la gente la cual tenemos alrededor.

Padre, danos a todos tu bendición, Jesús. No podemos hacer nada sin ti. Gracias por tu amor para con cada uno de nosotros, Jesús. Y a ti sea la gloria y la honra, Jesús, por siempre y siempre, bendice a tu pueblo, Señor. bendice a tus hijos e hijas, Señor, bendice jóvenes aquí presentes. Bendice a niños, bendice a matrimonios, Señor, bendice personas solteras, Jesús. Las personas que nos ven por Internet, Señor, los bendecimos a ellos también, Dios, alcánzalos con tu poder, con tu gracia, Señor, ahí donde ellos están, donde quiere en el mundo se encuentren, Señor, alcánzalos.

Enviamos una palabra de unción, de bendición, de fortaleza, de ánimo a cada uno de ellos, Jesús. Y nos declaramos en victoria, Jesús. Declaramos en victoria para honrar y glorificar tu nombre, Señor. Jesús, oramos todas estas cosas confiando y creyendo en ti, en tus promesas, en tu presencia en medio nuestro. Amen.