Los Cristianos - listos para gobernar las naciones?

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La palabra de Dios, Dios tiene todavía cosas que decirnos. Vamos al Libro de Levítico, Capítulo 10, comenzando con el versículo 1, pero antes de entrar en ese pasaje, déjenme a los hermanos que nos visitan, los que no han estado aquí anteriormente o los que estuvieron ausentes. Estos sermones forman parte de una serie que estoy predicando sobre el tema de la autoridad, por lo menos hay 4 ó 5 por ahí que recuerdan.

El tema de la autoridad. Esto es parte de una serie que hemos iniciado comenzando con el primer sermón que hablé sobre la obediencia y después entramos en el tema de la autoridad porque una cosa como que llevó a la otra. Porque están vinculados estos temas. Y yo decía que yo siento que el Señor primero ha hablado a mi vida.

Cuando yo comencé esta serie en realidad yo ni sabía en qué me estaba metiendo y obedecí simplemente a un pensamiento inicial que Dios puso en mi corazón acerca de la obediencia y como ustedes recuerdan hablé sobre obediencia al Señor, obediencia al Padre, y de que obediencia es mejor que los sacrificios. Esos sermones, de paso, están en el website, en la página del Internet, si usted quiere buscarlos y así poder tener una idea de todo el recorrido que hemos hecho.

La obediencia al Padre está vinculada a la obediencia a las autoridades humanas también. Una cosa está vinculada a la otra. Y por eso lógicamente yo me vi impulsado a continuar con el tema de la autoridad. Y en este proceso de compartir con ustedes y de meditar sobre ese tema se me ha abierto toda un panorama de meditación sobre un área que yo creo que es de absoluta importancia para el pueblo de Dios en este tiempo que estamos viviendo porque mi impresión y no solamente la mía, sino la de muchos que observamos el mover de la iglesia de Jesucristo en este tiempo, y que meditamos en lo que Dios quiere hacer con la iglesia en estos próximos años y quizás décadas, dependiendo de cuánto se tarde el Señor por venir, todo eso depende mucho de que la iglesia se aliñe, se sincronice con la palabra de Dios, se sincronice.

Esa palabra la voy a usar en una manera muy deliberada y cuando digo la palabra se me ocurre una comparación que puede ilustrar esto. Hace poco yo entré, di un paso más al mundo de la tecnología y me lo recordó el aparatito que estamos usando en la semana de promisa, con los iPods, no sé si es un iPod lo que estamos usando. Los iPods, yo había resistido mucho eso hacía tiempo y finalmente Sonia, nuestra hija mayor nos regaló un iPod y yo comencé a aprender a usarlo, etc. Estoy feliz con mi aparatito iPod. Lo único que no me van a ver por ahí corriendo con un aparatito de esos en los oídos, ni nada de eso, pero es muy interesante lo que puede hacer.

Y una de las cosas que usted hace con un iPod, digamos que usted graba música en su computadora. La música pasa a su computadora y está ahí almacenada en la computadora y la computadora le pone los títulos de cada canción que ella está almacenando. Entonces usted coge su aparatito, el iPod, lo enchufa a la computadora, y la computadora te pregunta ¿quieres tu sincronizar, es la palabra, lo que está en la computadora con el aparatito? El aparatito es simplemente un aparato para almacenar información, en este caso, música. Entonces, ella le dice, ¿quieres compaginar el contenido musical que está en mí, la computadora, con el aparatito que tu estás conectando? Entonces yo le digo, sí, y aprieto el botoncito que dice sync, entonces la computadora hace sus cosas ahí, raras, que yo no voy a poner a pensar qué es lo que hace, pero misteriosa, mágica, maravillosamente la música baja al aparatito y yo le conecto una bocina, o lo que sea, y puedo escuchar exactamente lo que estaba en mi computadora en el aparatito. ¿Por qué? Porque se sincronizó. En otras palabras, se puso en línea el aparatito con el contenido que estaba en la computadora.

Y hermanos, yo creo que eso es lo que Dios quiere hacer con cada uno de nosotros y con su iglesia en este tiempo. ¿Cuál es la computadora? La palabra de Dios, el Espíritu Santo. Y Dios quiere que tu y yo y que la iglesia sobretodo, en general, se compaginen, se sincronice, se aliñe con el corazón de Dios, con la mente de Dios, con el contenido de la palabra de Dios, de manera en que la forma que Dios piensa, siente, razona, obra, su forma de ver el mundo, pase a tu corazón, a tu mente y que entonces tu puedas sincronizar el contenido del corazón de Dios con el contenido que está en tu corazón. ¿Entiende? Nunca lo vamos a hacer totalmente pero yo sí creo que podemos compaginar, yo creo que ahora mismo la iglesia de Jesucristo está desalineada completamente.

Interesante me pasó algo, otra cosa que puede ilustrar esto un poquitito más, ya estoy en el contenido del mensaje. Miguel, mi yerno, yo vi unas canciones que estaban en su iPod que yo quería tener en el mío. ¿Saben qué? Él es más hip, más moderno y tenía un contenido que yo aquí bien atrasado en eso, no tenía. Yo digo, guau, yo quiero esta, y quiero esta y quiero lo otro, y quiero ese CD completo. Había uno de jazz ahí muy bueno, que se los voy a recomendar después, santo todo, no se preocupe. El caso fue que no se supone, es decir, el programa del iPod no está hecho para que se baje canción de esa manera. Pero me dijo, no te preocupes, yo conozco de un programa que permite que se baje el contenido. Entonces a través de otro programa, que no era el contenido legítimo de la computadora, el iTunes.

Él usó otro programa para poder bajar el contenido de su computadora a mi iPod y así lo hizo y yo feliz con mi… pero ¿Qué pasó? Que cuando yo volví a querer bajar otras canciones en mi computadora, la computadora reconoció que en mi iPod había contenido que ella no me había dado permiso para yo bajar a mi iPod. Y me dijo, hay canciones aquí que no están autorizadas para ser bajadas. Ella reconoció que el programa que había metido esas canciones no era el mismo que ella tenía y que Apple, para mantener su monopolio, muy bien ha controlado. El punto es el siguiente que muchas veces así pasa.

Hay veces que hay contenido en la mente de la iglesia, hay contenido en el corazón del pueblo de Dios que Dios no ha autorizado que baje a nosotros. Hay contenido en mi mente, hay patrones en esta iglesia de gobierno y actitudes, y comportamientos, hermanos, en nosotros, maneras de pensar y razonar que Dios cuando nos examina para ver si estamos sincronizados con él, dice, ese programa no lo puse yo allí. Ese contenido no es mío y Dios lo rechaza. Y cada uno de nosotros, comenzando con el que les habla, tenemos contenido que no viene del corazón de Dios y tenemos que sacar ese contenido porque no puede haber conexión íntima y perfecta con el espíritu de Dios y ese contenido que está en nosotros. El espíritu de Dios lo rechaza y la información de Dios no puede pasar y correr adecuadamente entonces a través de nosotros.

El programa de Dios no se puede cumplir y manifestar con toda la plenitud que quiere manifestarse en nuestras vidas. Hay mucho contenido en el corazón de la iglesia, en el programa de la iglesia, en el gobierno de la iglesia, en la enseñanza de la iglesia, en el programa evangelístico de la iglesia, en el discipulamiento de la iglesia, en la forma en que los líderes se comportan en la iglesia, que no ha bajado del corazón de Dios o de su palabra, sino que ha bajado del programa de la cultura, del programa de la mente moderna, del programa del intelecto, del programa de la historia, el punto de la historia que estamos viviendo o del programa del propio corazón del hombre y de razonamientos carnales que nada tienen que ver con la cosmovisión, la visión de mundo que manifiesta la palabra de Dios.

Y yo creo que el corazón de Dios está diciendo en este tiempo a la iglesia, a la humanidad, yo necesito que ustedes aliñen su programa con mi programa, que ustedes aliñen su corazón con mi corazón. Hermanos, yo siento en mi espíritu que Dios está buscando, Dios quiere como nunca antes en la historia reconciliación con sus criaturas. Dios quiere reconciliarse con la humanidad, más bien, yo diría que en un sentido, es más, la humanidad necesita reconciliarse con Dios porque el Padre siempre está deseoso y dispuesto. Dios no quiere destruir a su criatura. Dios no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan a vida eterna, dice la palabra.

Pero ¿saben qué? Al mundo le queda muy poco tiempo antes de que Dios conmueva como Dios me dio en mi corazón a leer en Hebreos 12, los otros días, 25 al 27 o al 29, dice, aún una vez, dice el Señor, y yo conmoveré los cielos y la tierra. Y yo creo que el corazón de Dios está preparado para conmover los cielos y la tierra en cualquier momento. Y Dios no quiere destruir, Dios quiere preservar su criatura.

Hermanos, Dios es un Padre. Imagínense a Dios como un hombre muy rico y muy poderoso que tiene millones y millones de dólares a su disposición y gente tiembla ante su persona. Y puede coger el teléfono y llamar a cualquier cabeza de estado en cualquier parte del mundo y lo van a conectar con ese presidente, pero tiene un hijo rebelde que insiste en meterse droga y a cada rato llaman a ese padre para decirle que su hijo lo arrestaron, y él usa su influencia para sacarlo de la cárcel. Y él se sienta con su hijo y trata de razonar con él y le dice, hijo, yo quiero protegerte pero tu estás camino a la destrucción. Y ese hijo persiste en desobedecer a su padre y en vivir en una forma autodestructiva.

Y hay algo en el corazón de ese hijo, una herida, un orgullo, algún impulso maligno que lo lleva a patrones de comportamiento que son autodestructivos. Ese hijo es inteligente, ese hijo tiene gran potencial, ese hijo tiene grandes talentos, ese hijo tiene un llamado, ese hijo lleva en su carne las células y los genes de su progenitor, y podría ser casi tan grande como su padre y tener tanto éxito y hacer más bien inclusive que su padre aquí en la tierra. Pero ese hijo está empecinado en vivir conforme a sus principios y sus deseos y ese padre, su corazón se lamenta y llora y sangra porque ese padre dice, mírame, a mí con tanto poder que tengo si yo cojo el teléfono el presidente de Estados Unidos me responde, si yo quiero enviar un millón de dólares a una persona yo lo hago, si yo quiero comprar y vender con mi dinero yo lo puedo hacer, pero no puedo meterme al corazón de mi hijo y en su mente y cambiarle lo que hay adentro. No puedo sacárselo porque no tengo el poder, la autoridad, no el poder pero la autoridad para… no puedo meter mi mano en su corazón y arrancárselo y limpiárselo. No puedo abrirle la cabeza y buscar dónde está el problema en su cerebro y compaginarlo. No puedo ir a donde está el asiento de sus emociones y coger una tuerca o un martillo o lo que sea y sacar la impureza.

Todo mi dinero y todo mi poder no me sirve para cambiar el corazón de mi hijo y solamente puedo contemplarlo camino a la destrucción. Y un día me temo que me van a llamar y me van a decir, su hijo falleció en un accidente de tráfico, o se metió una sobredosis de droga, o lo agarraron en una discoteca y le pegaron un tiro y yo no tengo la facultad de proteger a mi hijo de esa dirección autodestructiva en que él está.

Y hermanos, ese es el dilema de Dios en este tiempo con respecto a la humanidad. Dios tiene total poder, si él quisiera él podría tornarte a ti y a mí en un robot que hiciera exactamente lo que él quiere. Si él quisiera él podría meterse un instante en el seno de la historia y controlar y tomar el timón del universo y del mundo y cambiar el curso de la historia y convertir esta raza humana en una raza completamente obligada a obedecerlo a él, pero él está impedido de hacerlo por su propia justicia y su propio respeto a sí mismo. Y entonces necesita que el hombre se aliñe, que el hombre se humille, que esa criatura que él ha creado se ponga en sincronía con él para él poder hacer lo que él quiere hacer. Esa criatura está destinada a cosas inmensas. Dios lo hizo un poquito menor que los ángeles, en el corazón del hombre, en los genes del hombres de la raza humana hay potencialidades que usted y yo no nos podemos ni siquiera imaginar, pero tenemos que sincronizarnos con el Padre.

Esto que yo les estoy diciendo a ustedes, yo no sé de dónde me salió porque no es eso pero yo sé… todo eso está vinculado, se lo aseguro. Pero Dios está poniendo en mi corazón en este tiempo, hermanos, hay algo que está naciendo dentro de mí que ahora solamente me estoy atreviendo a comenzar a hablar de estas cosas y es que estamos en un tiempo clave donde Dios va a comenzar a hacer cosas grandes en el mundo, el curso de la historia va a cambiar y estamos al borde de un precipicio en el sentido positivo de la palabra, yo creo que se abre un tiempo de los tratos de Dios con la humanidad que yo mismo no estoy seguro lo que estoy viendo, pero yo sé que es grande. Y eso va a implicar, y aquí está la conexión, que la iglesia de Jesucristo, porque Dios quiere reconciliación con la humanidad, Dios le va a dar una última oportunidad a la humanidad, el Padre no quiere destruir a su creación. Antes de él terminar con esto y de enviar su juicio sobre la tierra, él está desesperadamente deseoso de que su criatura, que él ama por razones que no nos podemos jamás imaginar, por qué Dios escogió crearte a ti y a mí, por qué Dios hizo este experimento artístico tan increíble de formar con su boca un pedazo de tierra que se llama, la tierra, el planeta tierra, y plantar como se ponen pasas en un pastel, hombres y mujeres a caminar sobre él para que lo miren a él como él se mira a sí mismo. Y puso algo de él en esa criatura para que lo mire a él, casi con la misma lucidez con que él se ve a si mismo y para dialogar con esa criatura a través de siglos y siglos y resolver algo que tu y yo no podemos imaginarlo, qué es lo que hay en el corazón de Dios, en su relación con esta criatura que se llama el hombre, la mujer, la humanidad.

Y Dios ama a su criatura como un papá ama a sus hijos y eso hijo rebelde hiere el corazón del padre. Yo a veces siento el dolor del corazón de Dios en este tiempo con su criatura. Él quiere reconciliación. Su corazón está quebrantado. Él no quiero destruir al hombre pero necesita que el hombre se aliñe con él porque Dios no va a cambiar su forma de ser, él es alto y sublime. Los términos de la reconciliación entre Dios y el hombre van a ser conforme a lo que Dios ha establecido, no conforme a lo que el hombre quiere. ¿Usted entiende? Dios desea desesperadamente alinearse con su criatura pero ella se tiene que alinear con él. Él no va a cambiar sus términos, él quiere, desea ardientemente, su corazón sangra por reconciliación, no quiere destruir y le está suplicando a su criatura, no me dejes destruirte porque te amo y él no quiere que ninguno se pierda. Cada uno de nosotros es precioso para el corazón del Padre.

Y sin embargo, las naciones, los gobiernos, los países, los individuos, los sistemas se empecinan en decir no, yo quiero hacer las cosas a mi manera. Y el corazón del Padre sangra, sangra, sangra. Ese Dios, no me diga nadie a mí, que Dios es impasible y totalmente autosuficiente, que se mueve allá en absoluta otredad. No, Dios siente, hermanos, el Dios que yo veo en la Biblia es un Dios que sangra su corazón, un Dios que es capaz de sentir ira, celo, dolor, es un Dios apasionado.

Si usted siente pasión es porque Dios lo hizo a su imagen y porque él es apasionado y por eso usted siente sentimientos. Y ese Padre está sangrando por sus hijos y quiere reconciliarse con sus hijos, quiere que sus hijos se acerquen a él, le besen la mano y para él decirles, vengan hijos, estaba esperando. Como el hijo pródigo.

¿Usted ve la historia del hijo pródigo? El hijo estuvo por allá haciendo de lo suyo, dame mi herencia, su orgullo, fracasa y vuelve, y ¿Qué pasa? Desde que hizo el primer asomo de acercamiento al padre, ¿Qué hizo el papá? Se quitó la chancleta que tenía, ni siquiera se vistió, se fue con la bata de baño y salió a buscar a su hijo cuando lo vio a la distancia, y lo abrazó, lo besó, no le mencionó lo sinvergüenza que había sido, lo mucho que había herido su corazón, la vergüenza que le había traído a la casa. Simplemente, el hijo solo necesitaba hacer un gesto de quebrantamiento y de acercamiento y el corazón del padre se derritió enseguida.

Y ¿saben qué? Eso es lo que Dios quiere que haga la humanidad, que la humanidad mire los siglos de tragedia que se ha acarreado a sí misma, las guerras terribles, los genocidios, las muertes prematuras, los defectos de nacimiento, la libertad que ha tenido el diablo para destruir lo que Dios ama y que diga, guau, ¿saben qué? Regresaré a mi padre. Si cerca de mi papá hay todo lo que yo necesito, si los que están más alejados allá con mi papá, comen, y beben y gozan y mírame aquí, yo soy el hijo y estoy comiendo algarrobas, lo que comen los cerdos.

Y Dios está esperando que la humanidad cobre conciencia y diga, guau, que vuelva en sí, porque la humanidad está encantada, hipnotizada por los ojos de la serpiente. Y que la humanidad vuelva en sí y diga, ¿saben qué? Voy a regresar a la casa de mi padre y me voy a humillar a él. Y ¿saben qué? Dios no va a esperar ni siquiera que abramos la boca, él va a sentir el corazón de su criatura que se vuelve a él y enseguida, a la velocidad de la luz o más rápido, va a buscar reconciliación y va a decir, aquí estoy para bendecirte.

Pero, eso es lo que Dios quiere y yo sé eso viene y este es mi punto, porque como que no salgo de allí, y es lo siguiente, es que cuando ese momento llegue Dios va a necesitar una iglesia, una iglesia que opere conforme a su corazón para ella ejercer la autoridad que él necesita que ella ejerza sobre el mundo. Porque déjenme decirles, que en esa dispensación, voy a llamarlo así, que Dios abre y que se prepara para abrir para la humanidad, la iglesia, su iglesia, va a tener un rol administrativo, gobernativo bien importante que jugar.

Yo creo que la iglesia de Jesucristo en esa era, esa época que Dios quiere abrir, y primero va a venir juicio y entonces la apertura de eso y yo no estoy seguro, estoy siendo un poco vago porque no entiendo toda las concatenaciones y las relaciones de una cosa con la otra, pero, en esa nueva época que se va a abrir, la iglesia de Jesucristo va regir sobre las naciones y va a regir sobre sistemas intelectuales, gubernamentales, médicos, leyes, todas esas cosas, la cultura, la iglesia va a tener mucho que decir, va a ser una iglesia verdaderamente madre, una iglesia apostólica, una iglesia que las naciones van a venir para preguntar el consejo de los siervos del Señor. Y si esa iglesia no está gobernando conforme al corazón del Padre, va a fallarle al Padre, no va a poder ejercer la autoridad que ella tiene que ejercer, en la manera en que Dios quiere que la iglesia ejerza la autoridad. Y entonces por eso es que Dios está diciendo, iglesia mía, alíñense con los principios de mi palabra. Yo quiero restaurar los lineamientos de mi palabra a la iglesia para que ustedes puedan entonces gobernar en mi nombre y conforme a los principios de mi palabra, conforme al corazón de mi Hijo, para que no dañen lo que yo tengo para ustedes y para el mundo. ¿Me doy a entender?

Y por eso es que nosotros tenemos que aprender estos principios de la palabra de Dios: cómo se usa la autoridad legítimamente y cómo se somete uno a la autoridad legítimamente. La iglesia actual no está preparada, no está capacitada para ejercer la autoridad que Dios quiere poner en sus manos. Y por eso nosotros nos pasamos todo el tiempo diciéndole al Padre, Señor, trae avivamiento, Señor, envía a tu Hijo, Señor, restaura el gobierno de la iglesia, quita la afrenta de nuestra cabeza, dale la autoridad a tu iglesia que tu palabra promete. Y Dios dice, pero si se la doy ustedes va a hacer, como decimos nosotros en buen caribeño, un tollo, van a hacer una tontería, van a dañar la cosa. Yo no puedo darles autoridad hasta que ustedes no aprendan a usar la autoridad, y hasta que no aprendan a sujetarse a la autoridad.

Yo creo también que en esa época en que Dios quiere entrar a la iglesia, la autoridad apostólica va a ser muy importante, la autoridad apostólica. Eso quiere decir que yo creo que Dios quiere restaurar al gobierno de la iglesia ese tipo de ancianato, gente escogida por él, ungida por él, comisionada y dotada por él, en contacto muy profundo con su corazón y con su revelación que ejerzan autoridad en su nombre sobre la iglesia y sobre el mundo, y que la iglesia pueda ir a esa autoridad apostólica, recibir sus directivas, recibir revelación del Padre, esa autoridad y transmitirla a la iglesia para que la iglesia entonces ejecute las ordenes del Padre. Y la iglesia entonces tiene que aprender a llevarse de la cabeza, que Dios ha constituido.

¿Creen ustedes que esta iglesia fragmentada, denominacional, rebelde, cada uno como dice Gregory, como un chivo sin ley, todo el mundo por su lado, usted cree que esa iglesia está preparada para gobernar esta tierra, hermanos? Usted cree que esa iglesia está preparada para sujetarse a autoridad apostólica. Si hermanos, entre 5 cristianos hay 7 opiniones, siempre. Si cualquier cosa que uno determina aquí, como decía aquí en esta iglesia, gracias Señor, ese problema no existe, la iglesia de la hermana de Promisa, sí tiene esos problemas, pero nosotros no. Pero aquí, hermanos, cualquier determinación que se hace por tímida que sea genera muchas veces resistencia, crítica, segundas y terceras y quintas opiniones.

Usted cree que nosotros estamos listos para gobernar las naciones? De ninguna manera. De ninguna manera. Tenemos primero que aprender a sujetarnos a autoridad. Por eso es que, como les digo, Dios me ha metido en una trampa con estos sermones porque yo no entendía muchas cosas hasta que no comencé a profetizarlo y a predicarlos, de que nosotros, Dios dice, iglesia mía, pueblo mío, dice el Señor, si quiere reciba esto como profecía, yo me preparo para restaurarte y para ponerte en autoridad y yo necesito que tu te prepares porque el tiempo es poco, iglesia, queda poco tiempo, tenemos que ir a la guerra.

Se avecina el tiempo, no hay demasiado tiempo para prepararte largamente como quisiera, ya el tiempo ha pasado, el tiempo de la acción llegó, la mañana está por despertarse y ya solo quedan minutos para tu entrar en lo que tienes que hacer y tienes que alinearte conmigo, tienes que aprender a hacer guerra conforme a mí metodología, tienes que aprender a vivir conforme a mí modelaje, mí espíritu, mí corazón, mí mente, mí forma de pensar, tienes que aprender a razonar como yo razono, tienes que aprender a moverte como un ejército bien formado, bien concertado que se mueve conforme a las directivas que salen del cerebro, la cabeza que es Cristo, baja por la autoridad apostólica, sigue a través de sus pastores, sus maestros y baja hasta el líder congregacional y sigue y llega hasta el hogar, y pasa por el hogar al hijo y corre a través de las corporaciones, las universidades, los centros de salud, las escuelas, el asiento de gobierno, todo del padre, al hijo, a la autoridad apostólica, a los pastores maestros, profetas, Apóstoles, a la iglesia, a la familia, a los directores de corporaciones y de diferentes instituciones, todo un sistema y la iglesia tiene que aprender, y en todo eso está implicado el tema de la autoridad. Hasta que la iglesia no aprenda a someterse a autoridad no puede ejercer autoridad.

Y eso es, yo ni siquiera voy a tocar el texto ni nada porque yo creo que bastante tienes tu allí y yo ahora para pensar en lo que hemos escuchado. Pero esto es serio, hermanos, es bien serio. Yo o me estoy volviendo loco, o Dios me está hablando, no hay alternativa. Estamos entrando en un tiempo serio en la vida de la iglesia de Jesucristo y yo les digo hermanos, quítense los pañales porque la cosa más fea es un adulto con un pañal y vamos a vestirnos con la ropa de la adultez cristiana, vamos a aprender a lo que es ser el cuerpo, la iglesia de Jesucristo, vamos a tomar en serio la vida cristiana.

Lo que la hermana Carolina compartía con ustedes, y Dios como que lo coordinó todo muy bien, es eso, de que estos son tiempos serios, esto no es planchar la ropa el sábado en la noche porque voy a ir a la fiesterita esta que me dan en León de Judá, de 12 a 2 de la tarde. Esto es mucho más importante, más serio que esto, más sublime que esto. Hay ángeles que están escuchando esta predicación. Quien sabe si el ángel ese que vio Carina no se ha ido y está todavía allí mismo parado allí, escuchando lo que yo estoy diciendo, mirando hacia acá ahora mismo. Quien sabe. Y también hay un que otro demonio por ahí sentado con un cachimbo en la boca también sentado por ahí escuchando todo esto. El Señor lo reprenda en el nombre del Jesús.

Porque es serio, es serio pertenecer al Reino de Dios. Yo le pido al Señor, Señor, quémame con el sentido de reverencia por tus cosas, consúmeme con el sentido de lo serio del terreno que yo estoy pisando. Como le dijo Dios a Moisés, quítate las sandalias de tus pies porque lugar que pisas santo es. Y donde camina un hijo de Dios hoy es lugar santo. Tu casa es lugar santo, tu televisión es santo, tu iPod es santo, tu cama es santa, tu cocina es santa, la máquina donde tu trabajas del lunes al viernes es santa, tu carro es santo, tu ropa es santa, entiende dónde estás caminando.

Iglesia, el Señor te dice, la cosa se pone seria y le voy a pedir a los músicos que pasen por aquí. La cosa se pone seria. Dios le ha dado una vuelta al volumen bien grande. Estamos en tiempos importantes. A mis hermanos músicos yo les digo, sus instrumentos son santos, el tiempo es santo. Ese tres y medio por 25 santo, santo, serio, serio, serio, serio, serio, escúchame. Serio, serio, serio, serio.

Es así que dice el Señor y tenemos que, yo le pido al Señor, no nos dejes bajar de esa revelación. Do not let us go back to business as usual, please, Father. Have mercy on us.

Todo se pone mucho más serio, las bendiciones pueden ser millonésimamente más grandes y también el juicio y las consecuencias, todo se aumenta proporcionalmente, todo, todo. Quiere el Señor abrir nuestros corazones y nuestra mente para que entendamos lo que estamos diciendo, que yo primero, ruéguele a Dios que me ayude a mí a entender lo que yo estoy diciendo en esta tarde y vamos a pedirle al Señor, Padre, danos lo que tu vas a dar, dánoslo y prepáranos para recibirlo sobretodo. Lo que tu vas a hacer, hazlo si quieres hacerlo, pero nos dejes mancillar, manchar, malusar lo que tu pongas en nuestras manos.

Yo le pido al Señor, Padre, no me permitas jamás, jamás, jamás si tu pones algo en mis manos yo ensuciártelo. Lo único que le pido al Señor, si él nos va a usar en alguna manera que nos permita estar a la altura de lo que él ponga en nuestras manos, que nos limpie por dentro antes y nos prepare para ser el pueblo que él necesita que seamos y podamos usar su autoridad en una forma adecuada, que lo glorifique a él, que sea conforme a los principios de su reino, sincronizados al corazón de Dios, sincronizados al programa de Dios, sincronizados a la mente de Dios, sincronizados al sistema del Reino de Dios.

Ayúdanos Señor, ayúdanos, ayúdanos, Padre, ayúdanos. Pon tu santo temor en nosotros, pon tu santa mente en nosotros, Señor y has lo que vas a hacer, Padre. Te pedimos, Señor, queremos ver tu gloria, no es tanto que tu restaures a tu iglesia, no es tanto que tu le devuelvas su dignidad a su iglesia, no es tanto que tu iglesia reciba autoridad o poder, es que queremos ver la gloria de Dios manifestada, queremos ver el nombre del Jesús puesto en alto, queremos que el Hijo reciba toda la gloria en la tierra que él se merece, queremos que los principios del reino gobiernen esta tierra por el tiempo que tu quieras, queremos darle gloria al Hijo, queremos levantar al Hijo para que todo aquel que mire hacia él y en él crea, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Queremos ser una señal en el mundo, queremos ser un pueblo humilde y quebrantado, sencillo y manso que camine esta tierra con ropas sacerdotal recordándole a la humanidad que su Padre les ama y que quiere reconciliación con ellos.

Ayuda a tu iglesia, Señor, a estar a la altura de lo que tu la has llamado a moverse. Y hoy te damos gloria y honra Señor, hoy te decimos, Padre, reconocemos tu gloria y tu grandeza. Perdónanos por no ser más útiles, perdónanos por permitirnos libertades que no tenemos derecho a permitirnos. Perdónanos por ser descuidados con tu gloria. Perdónanos por ser torpes y poco entendidos en lo que significa caminar en el lugar santo donde están los candelabros con los siete tubos a través de los cuales corre el aceite de la unción de Dios, la llama de la adoración, la cercanía del lugar santísimo, el sonido de la ropa de los sacerdotes cuando rozan su cuerpo, el silencio del lugar santo, la belleza de las grabaciones en las paredes que tu mismo mandaste y diseñaste, el olor del incienso. Perdónanos por no discernir, Señor, dónde nos movemos.

Ayúdanos a caminar como sacerdotes tuyos en esta tierra, Padre. Quebrántanos, humíllanos, moldéanos, haznos de nuevo, Señor. Reconstituye tu iglesia, trabaja en esta iglesia, cámbiala, Señor. La ofrenda que te ofrecemos es tan pobre, tan débil, padre, te pedimos perdón. Es lo que tenemos, ayúdanos a darte más. Te adoramos, te bendecimos, Señor, te exaltamos, exaltamos, exaltamos, te exaltamos, exaltamos, Señor, exaltamos. Te bendecimos, Señor Jesús. El es Dios, el es Señor y él necesita que su pueblo ejemplifique lo que es una relación verdadera con él ante la humanidad. Que el Señor nos ayude a ser la iglesia que él necesita que seamos. Estamos muy lejos de serlo pero vamos a seguir esforzándonos, vamos a seguir trabajando para que así sea.

Quisiera pedirle, ustedes se atreven a cantar ese himno otra vez alto y sublime, lo pueden hacer, vamos a escucharlo hermanos, a la luz de lo que hemos recibido esta tarde, si puede, la tercera de Promisa, pasar por acá. Vengan, vamos a escucharlo y escúchelo allí en meditación y si puede, cierre sus ojos, baje su cabeza, reciba del Señor esta… mire ese ser alto y sublime, es el Dios que nosotros servimos y ese es el Dios que nosotros tenemos que tratar con sumo cuidado.

Señor me ayude a mí que predico este mensaje, vivir a esa altura hermanos, estoy muy lejos, pero voy a seguir tratando y tratando hasta que yo sincronice mi vida con lo que él necesita.