Avivamiento es quebrantamiento y transformación completa

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Dios les bendiga. Hace un año exactamente, el 4 de noviembre, celebrábamos el retiro de mujeres y en el mismo momento que nuestro retiro se terminaba, Dios se llevó, le dio una invitación a una gran y sencilla mujer a vivir con él por la eternidad, la eternidad que él había pactado con ella 51 años antes, cuando ella aceptó al Señor. Todavía hay tristeza en nuestros corazones, pero nosotros estamos a la misma vez gozosos de que Toñita está viva que nunca, aunque no esté aquí está más viva que nunca al lado del Señor y está disfrutando del galardón que el Señor le tenía prometido.

Toñita tenía muchos nombres, para una era Tonia, para uno era Tonia específicamente, para otros era mi mami, era suegra, era abuela, tía, amiga, consejera, intercesora. Ella extendió su maternidad mucho más allá de los límites de la sangre y no pertenecía solo a su familia sino a muchos más como yo se que pertenecía a la vida de muchos de ustedes. Y por eso en este día nosotros queremos traerla a la memoria.

El Apóstol Pablo dijo en una ocasión, ‘sed imitadores de mi’ y lo decía porque él había vivido una vida ........ nosotros creemos que en la vida de Toñita nosotros podemos imitarla a ella porque ha dejado un gran legado. Ella fue una mujer que vivió plenamente para el Señor, nunca se paró en un púlpito, nunca fue a una universidad, quizás estudió académicamente muy poco, pero cuando uno pasaba tiempo con ella, la miraba lo que ella traía era siempre palabra y poder de Dios vivido en una vida santa, digna y digna de imitar. Y por eso es que hoy la mencionamos.

Uno de los recuerdos que tenemos de ella es que ella todos los días aún en sus tiempos de mayor fragilidad, cuando ya la vista le fallaba, todavía leía su palabra diariamente con total fidelidad. Si ustedes pudieran ver su Biblia, es una Biblia muy gastada por el uso, así en eso hay un gran ejemplo para mi vida y para la de ustedes.

Así que por eso en este día nosotros la recordamos, la recordamos con cariño, significó tanto para tantos de nosotros y una cosa que su nieto mayor me comentó una vez; unos meses antes de ella morir cuando él estaba de visita, ella le dijo, estaba sentada al borde de su cama donde ella se sentaba con frecuencia a recibir visitas, no solamente de su familia sino de muchos más, ella dijo, ‘No tengo nada más lo tengo todo’. Eso es una descripción perfecta, una mujer que no tenía quizás gran cosa materialmente, pero espiritualmente era una mujer de una gran, gran riqueza y quiera Dios que nosotros podamos vivir nuestra vida así como ella la vivió. Era una mujer y es hoy porque está más viva que nunca, como dije al principio, una mujer bienaventurada y atándola a las palabras que Igna, porque Igna estuvo el año pasado aquí, quizás la escucharon, ella mencionó, predicó un sermón acerca de ‘sin reservas, sin retornos, y sin nada que lamentar’, así fue la vida de Toñita. Fue sin reservas, ella lo entregó todo al Señor, todo, todo; sin retorno porque no tenía nada que arrepentirse, y sin lamentar porque al fin de sus días ya la presencia del Señor era tan fuerte en su vida que no había nada que lamentar, lo había dado todo, se había vaciado todo y a la misma vez había llenado todo. Así que voy a hacer una oración dando gracias a Dios por su vida, nosotros obviamente sabemos dónde ella está, eso nos llena de gozo, no oramos por aquellos que se han ido, sino oramos por los que nos quedamos y oramos dando gracias a Dios por su memoria, así que si me acompañan:

Señor, te doy gracias por la vida de esa mujer, de Toñita, Señor que nos permitiste acercarnos a ella, Padre, muchos aquí dan testimonio, Señor aún hoy y lo seguirán dando por mucho tiempo del ejemplo de ella, de su vida santa dedicada a ti, de su palabra de ánimo continua en su boca, Señor. Gracias por esa mujer. Padre, yo te pido que cada uno de nosotros tanto la familia cercana a ella, Señor, como aquellos que la amaban, cada uno de nosotros pueda recordar el legado de esta mujer y ser imitadores de ese legado, Señor. Igual que Pablo fue imitador de ti, Toñita fue imitadora de ti, Señor y nosotros queremos seguir ese legado. Señor, permite que así sea. Te damos gracias nuevamente por la vida de esa mujer, sus 91 años bien vividos y bien aprovechados para tu honra y tu gloria, Señor. Gracias, Padre, en el nombre de Jesús. Amen. Amen.

Y ahora, tengo el privilegio de presentar a nuestra predicadora de hoy, como ustedes saben, muchas de ustedes participaron en retiro ayer, fue un tiempo glorioso con 850 personas presentes, incluyendo a 115 jovencitas que participaron en el retiro de jovencitas y en esta ocasión tenemos el privilegio de escuchar a Igna de Suárez, como la escucharon también el año pasado.

Igna es nacida, vivido toda su vida en Colombia, es una mujer muy sencilla y apasionada por el Señor y llena del gozo por el Señor y del fruto del espíritu. Y en este día ella nos va a compartir la palabra así que tengamos oídos bien atentos a lo que el Señor nos quiere decir a través de Igna hoy. Bienvenida Igna.

Yo creo que no nos van a sacar de esta iglesia. Se nos metieron muy, pero muy profundo en el corazón y nosotros, con Susan, estamos tan agradecidas porque repetir en un lugar... alguien dijo que cuando uno viene por primera vez, es un honor, pero cuando lo invitan por segunda vez, guau, eso es todavía triple honor, así es que gracias, Roberto, gracias Meche por confiar en lo que Dios nos ha entregado y dejarnos ser bendecidos a través de una congregación tan hermosa, hombres y mujeres tan lindos, digo así porque ayer estaban hombres involucrados en la alabanza, la adoración, el equipo fabuloso que tienen de alabanza y de adoración, realmente nos ministró muchísimo.

Veo que es un equipo muy fructífero porque el año pasado que vinimos había una chica embarazada cantando y este año en el retiro, había otra embarazada. Yo creo que son muy activos ustedes. Yo estaba en una lucha muy grande porque estoy convencida que cuando uno tiene el honor de compartir el mensaje de la palabra de Dios también tiene una gran responsabilidad y con Susan nos levantamos muy temprano para buscar del Señor, tanto ella como yo, qué era lo que Dios quería para ustedes, y el problema que yo tenía hasta hace poquito era que tenía 3 mensajes y no sabía cuál. Y desde el principio hemos estado orando esta mañana, y nada, y orando, y orando, y Susan sabía mi lucha y a cada rato se volteaba y me decía ‘ya, ya, amiga’, le digo, ‘nada, no siento ninguno’.

Y yo Señor, bueno, a veces el Señor me da un mensaje subiendo a la escalera y tengo que bajar y decirle, ‘por favor, denme el cassette o el cd porque nació aquí. No improvisamos, nosotros, con Susan tenemos un lema, vivimos preparadas más nunca programadas. El que programa es Dios, pero gracias, Meche, porque pensé que eran la alabanza y la adoración, a veces es oyendo una canción o algo que Dios confirme, estaba pendiente del pastor Roberto, qué más decía que me confirmara y nada. Pero una vez más, nuestra hermana Tonia vuelve a confirmar su palabra.

Y mientras Meche hablaba de algo tan importante, de un legado que ella dejó de vida santa, de vida de compromiso, de una vida que realmente se dio toda por Dios, por su familia y por su otra familia, que es la familia de Dios, pero ella mencionó al final algo que sí confirmó uno de mis mensajes, y ella dijo, algo que siempre nos tocó mucho en la vida de Toñíta es que todos los días leía su palabra y que su Biblia, si usted la leía, estaba completamente marcada. A la edad de 91 años no dejó de leer su palabra.

Creo que ese es el mejor legado que nos puede dejar alguien porque en ese legado está el testimonio, en ese legado está una vida de compromiso, en ese legado está una vida de santidad. Y yo recordaba que en el mes de mayo nuestro pastor partió también con el Señor, después de más de 45 años servicio en Colombia y de ser un hombre, un Apóstol a nivel nacional, con una visión de cuerpo, de unidad y su muerte tocó mucho la nación, nos tocó por supuesto mucho a nosotras que somos parte de la iglesia, mi esposo y yo. Hace 29 años estamos en nuestra iglesia y lideramos en nuestra iglesia y el día del entierro estábamos muy de cerca nuestra pastora, que es nuestra amiga también, nuestra gran amiga, y yo le dije a mi pastora algo, ‘lo único que quiero que me des de mi pastor es su Biblia. Tu puedes tener la del inglés porque él era escocés, pero dame a mi su Biblia en español’, y ese fue mi legado, una Biblia que él usó.

Por qué te digo esto, porque mi pastor era uno de los mejores maestros de la palabra y yo fui formada así, desde niña en el Señor. Él nunca fue mi profesor de homilética en el seminario, pero fue mi profesor de homilética toda una vida. Era el hombre al cual tu le escuchabas predicar un mensaje y tenías que prepararte que allí podías llorar, reír, ser confrontado, pero le podías coger desde el título hasta la conclusión y la aplicación. Siempre su mensaje llevaba orden y claridad.

Y mi legado fue ese, el que él me dejó. No solo su Biblia que la pedí, sino que fui formada en cuanto a la palabra. Y uno de los tres mensajes que estaba en mi corazón pero que no sabía yo si sí o no, es un mensaje que voy a compartirles que se llama ‘Traigan el libro’, ese es el título, y vamos a ir al libro de Neemías, en el Capítulo 8, por favor, abra su Biblia, preparemos nuestros corazones.

Neemías, Capítulo 8 versículo 1, dice: “....Y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las aguas y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la Ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender el primer día del mes séptimo, y leyó el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las aguas desde el alba hasta el mediodía en presencia de hombres y mujeres, y de todos los que podían entender y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley. Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que había hecho para ello, y junto a él estaba Matatías, Ema, otros hombres que no los voy a leer, abrió pues, Esdras el libro a los ojos de todo el pueblo porque estaba más alto que todo el pueblo y cuando lo abrió todo el pueblo estuvo atento.

Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande, y todo el pueblo respondió, Amen, amen. Alzando sus manos y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra y los levitas hacían entender al pueblo la ley y el pueblo estaba atento en su lugar y leían en el libro de la ley de Dios claramente y ponían el sentido de modo que entendiesen la lectura. Y Neemías, el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo, ‘día a santo es a Jehová nuestro Dios, no os entristezcáis, ni lloréis’, porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley. Luego les dijo, ‘id y comed grosuras y bebed vino dulce y enviad porciones a los que no tienen nada preparado porque día santo es a nuestro Señor. No os entristezcáis porque el gozo de Jehová es vuestra fortaleza’.

Los levitas pues hacía callar a todo el pueblo diciendo, ‘Callad, porque es día santo y no os entristezcáis’, y todo el pueblo se fue a comer y a beber y a obsequiar porciones y a gozar de grande alegría porque habían entendido las palabras que les habían enseñado....”

Si yo tan solo puedo dejarles esto, será mi mayor gozo. Déjenme hacer un pequeño recuento, poner como un poquito de contexto. Neemías fue un hombre tremendo usado por Dios. Neemías cuando usted lo ve en el Capítulo 1 del Libro de Neemías que lleva su nombre, está en el imperio, él era el copero del rey. Eso quería decir que era un hombre de confianza, era el que probaba el vino, era el que estaba muy cerca del rey. Tenía una posición, estaba en palacio, estaba cerca del rey, pero aunque estaba en esa posición tenía una carga tremenda en su corazón. Y la carga de Neemías era su ciudad, era Jerusalén, era su pueblo, porque aunque él comía bien, vestía bien, ganaba bien, había un dolor en su corazón por sus hermanos.

Y yo voy a ir aplicando, aún a pesar de la introducción porque el pastor mencionó que es necesario que ustedes evangelicen la ciudad de Boston, cada uno de ustedes es responsable. Pero no puede haber un evangelismo efectivo sin pasión y sin visión. Y en la vida de Neemías había una visión por su ciudad y había una pasión por su ciudad. Y puede usted ser recién convertido, debe tener pasión y visión por su familia y por su ciudad. Y cuando usted ve a Neemías en ese Capítulo 1, los ..... llegan unos amigos al reino y él les hace una pregunta, los saluda y les hace una pregunta, ¿cómo están mis hermanos en Jerusalén y cómo está la ciudad de Jerusalén?

Fíjese que él no preguntó nada más sino que iba directo a un propósito que él sentía latir en su corazón. Y ellos respondieron, ‘el pueblo está en gran mal y gran afrenta, están en oprobio y la ciudad, Neemías, está mal, sus muros están derribados, sus puertas están quemadas’.

Y vino un llanto en el corazón de Neemías, el versículo 3 describe que rasgó sus vestidos y empezó a conectarse directamente con Dios y empezó a clamar a Dios y la visión fue confirmada. Y estuvo dispuesto a dejar el reino, habló con el rey, su cara estaba triste. Nunca había estado triste. El rey se sorprendió, ‘¿qué te pasa, Neemías? Nunca has estado triste, y hoy te veo profundamente agobiado’. ‘Oh, rey, mi pueblo está mal, mi ciudad está mal...’

Y yo pienso cuántos Neemías se necesitan que se levanten. Puede que usted sea colombiano, guatemalteco, puertorriqueño, pero Dios lo puso en esta ciudad. Yo no soy de Bogotá pero Dios me puso en Bogotá y amo Bogotá como si fuera mi ciudad, y amo apasionadamente a Colombia y no paro de orar hasta que mi nación sea restablecida y la gloria de Dios venga y el mundo entero deje de oír malas noticias de Colombia y el mundo entero sepa que es una nación cambiada y transformada por un avivamiento que vendrá sobre mi nación que está viniendo, que está llegando y que no será caídas, temblores, lenguas, sanidades, eso será la añadidura, será una transformación. La violencia se terminará, el narcotráfico caerá, la guerrilla terminará, las guerras terminarán y podremos ver una nación como Dios la quiere ver.

Que visión y qué pasión tenía Neemías. El Capítulo 2 describe que él sube y el mismo inspecciona, un hombre que tiene visión o una mujer que tiene visión siempre está en el lugar del problema para saber muy de cerca la situación y el latir del corazón de Dios. En el mismo Capítulo 2 Neemías confronta al pueblo, primero recorre la ciudad, ve los muros caídos y las puertas quemadas pero luego él va y confronta a los que estaban en oprobio y les hace un reto y el reto fue en el versículo 17, les dijo, del Capítulo 2:

“... vosotros véis el mal en que estamos.....” fíjese que él no dijo están, dijo estamos, “... Jerusalén está desierta, sus puertas consumidas por el fuego, venid y edifiquemos el muro de Jerusalén y no estemos más en oprobio. Y su visión contagió a otros, entonces les declaré como la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, asimismo las palabras que el rey me había dicho, y se unieron y dijeron, ‘levantémonos, edifiquemos’ y esforzaron sus manos para la obra....”

Si usted mira el Capítulo 3, todos los grupos de familia construyeron, toda la gente construyó, desde los jóvenes hasta los ancianos, desde los que tenían hasta los que no tenían y cuando usted llega al Capítulo 6 del libro de Neemías, el versículo 15 y 16,

“.... el muro fue terminado, las puertas fueron colocadas, y dice, fue terminado pues el muro el 25 del mes de Elul en 52 días... – escuche bien- ....en menos de dos meses el muro fue restaurado y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros y se sintieron humillados y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha la obra...”

Ahora, el muro estaba restaurado, la gente estaba animada, a pesar de toda la oposición que usted puede ver en el mismo Capítulo 2, el 4, el 5 en 52 días, la visión de un hombre y la pasión de un hombre se hicieron realidad. Porque nada hay imposible para Dios y la Biblia dice aquí que fue Dios, por la mano de Dios, la gloria era de Dios, la gloria no era de un hombre, la gloria era de Dios.

Pero vino otra segunda visión al corazón de Neemías, los muros estaban restaurados, pero la gente que estaba dentro del muro, ahora tenían protección, ahora había puertas, seguridad y había muros. Eso quería decir que ya ninguno entraba y salía, no había forma de combinarse, mezclarse porque los muros hablan de separación. Y el problema que veía Neemías es que ahora había un muro, estaban las puertas, pero había un pueblo dentro del muro que necesitaba un cambio, que necesitaba una transformación, que necesitaba que sus muros internos fueran reconstruidos.

¿Por qué? Habían pasado ya casi 70 años de cautividad. En ese tiempo de cautiverio, amados, el pueblo no tuvo servicios, no tuvo cultos, algunos estaban en Jerusalén, otros en Babilonia, se acabó, no había alabanza, no había cantores, no había levitas. El muro estaba destruido y el templo estaba destruido. Y durante todos esos años no hubo palabra de Dios, no hubo mensaje de Dios. Y cuando no hay mensaje de Dios el corazón del pueblo no está en condiciones optimas. Cuando no hay palabra de Dios, escuche bien esto, cuando no hay mensaje de Dios podemos decir que estamos mirando un pueblo superficialmente.

¿Qué está sucediendo hoy? Está sucediendo lo mismo. Tenemos muros construidos, tenemos noticias de iglesias magnas, miles de millones de dólares, púlpitos casi de oro, y con tristeza tengo que decir que hay carencia de la palabra de Dios, hay ausencia de la palabra de Dios. Los mensajes que escuchamos son recalentados, son demasiado superficiales. Si usted prende la televisión, no se si aquí, pero en Latinoamérica yo diría que un diez por ciento llega a ser bueno, o bueno, claro, hay gente que come todo, hay gente que come la hamburguesa que le dan, los tacos que le dan instantáneos, no los que tu preparas en casa, la pizza espiritual y eso les parece bueno, no hay sustancia. Hay mucha superficialidad, mucha improvisación. Tu puedes saber cuándo alguien está improvisando.

Eso preocupa porque qué le espera a nuestra generación que viene, qué le espera a jóvenes de 12, 13 años, qué tremendo que una mujer a los 91 años no dejaba de leer su Biblia y a los 91 años recibía mensaje de Dios porque si subrayaba su Biblia era porque Dios le estaba hablando. Que tremendo testimonio si solo con eso me quedo, que rete su generación.

Gracias a Dios por el programa que tienen ustedes, los animo. Yo estuve predicando con Susan el año pasado aquí, de Guatemala recibí una vez una llamada de una discípula nuestra que me dice, ‘sabes, hoy estaba decaída, y entré y me conecté por Internet, busqué León de Judá y ahí estabas tu y me oí el mensaje que predicaste el domingo. Dios me levantó, lo bajé y lo prediqué a los jóvenes. Llegué a Cali hace 3 semanas estaba predicando en la ciudad de Cali, en Colombia, y la primera noche del evento se bajan las niñas que estaban acá arriba, que habían sido el equipo de trabajo de la pastora y se bajan y pasan por la primera fila, y una de ellas se me acerca y me dice, ‘maravilloso’, Yo le dije qué ‘sin reserva, sin retorno, sin nada que lamentar’, y le digo yo, ‘¿dónde lo oíste?’, ‘en León de Judá por Internet’.

León de Judá ha sido famoso en Colombia. Me estaban entrevistando hace creo 6 meses en un programa de televisión muy bueno, joven cristiano, un entrevistador, pues es su carrera, fabuloso... y al final del programa me dice, ‘bueno, hermana Igna, explíqueme eso de cómo eso de ‘sin reserva, sin retorno y sin nada que lamentar’. Y yo le digo, ‘¿y tu de dónde sacaste eso?’, me dice, ‘de León de Judá por Internet’.

Amados, tengo tristeza en mi corazón por eso yo dije ayer a las mujeres, no esperen. Yo, a las mujeres les predico fuerte, porque no quiero ver mujeres superficiales sino mujeres como Ulta, profundas en la palabra de Dios, mujeres que puedan predicar no solo a mujeres sino a hombres, mujeres que realmente se levanten con el celo y la pasión por la palabra y por supuesto los hombres, pero ustedes saben que ustedes tienden más a eso.

Hay preocupación en mi corazón por eso es necesario que traigan el libro, es necesario que hoy el Espíritu Santo al terminar encienda una pasión pero tan fuerte por esta bendita palabra.

Hace poco estaba predicando en un lugar y alguien se me acercó y me dijo, ‘te voy a regalar una Biblia porque la que tiene ya te está dañando’. Yo le dije, ‘no, por favor, quién sabe cuánto me va a durar más, es que aquí tengo tesoros’.

Hay un pueblo aquí, voy a hablar dos cosas acerca de este pasaje que leímos, el título es ‘Traigan el libro’, ¿por qué? Voy a hablarte primeramente del clamor de un pueblo, eso es el punto número uno, el clamor de un pueblo.

En el versículo 1 dice, ‘... y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las aguas y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la ley....”

Diga, que trajese el libro de la ley. .... Ahora, voy a ir por partes, dice que se juntó todo el pueblo. Ya había sido el muro terminado, las puertas ya ...... ya se había empezado a restaurar a los levitas, ya Neemías tenía una visión completa y el pueblo se juntó. Me llama la atención que se juntó junto a la puerta de las aguas. La puerta de las aguas había sido restaurada y la puerta de las aguas nos hablan las aguas, las aguas nos hablan de la palabra de Dios.

Jesús dijo, ‘ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado...’ y allí se juntaron y se juntaron como un solo hombre, e hicieron un clamor y dijeron ‘traigan el libro’.

Diga conmigo, ‘traiga..’ haga así... ‘traigan el libro’, dígale al que está al lado, ‘es necesario que traigamos el libro’.

Y su clamor fue.... una vez que estaban juntos ellos dijeron, ‘que traigan el libro’, esto no lo hizo Neemías, eso no lo hizo Esdras, eso lo hizo un pueblo que tenía hambre, un pueblo que estaba viendo el cumplimiento de la fidelidad de Dios y que por fin recordaron el libro de la ley y ellos comenzaron a clamar ‘traigan el libro’.

Hay una porción en el libro de Amos, en el Capítulo 8 en el versículo 11 que dice, “... he aquí que vienen días, dice Jehová el Señor sobre la tierra en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino hambre y sed de la palabra de Dios.....”

Y yo amo esa palabra, y yo declaro que estos son esos días en que el mismo pueblo de Dios, yo se que a ustedes, se que tienen buen mensaje, se que tienen pastores que los alimentan bien, pero son las necesidades en la iglesia en general. Vienen días en que hay necesidad de que traigan el libro.

Y ellos dijeron, ‘traigan el libro’, todos unidos como un solo hombres. Ese fue su clamor. Luego me dice, que ese pueblo estaba dispuesto, ese pueblo pidieron que trajeran el libro y dice que el pueblo estaba atento, el versículo 3, dice:

“... y leyó el libro delante de la plaza que estaba delante de la puerta de las aguas desde el alba al mediodía en presencia de hombres y de mujeres y de todos los que podían entender y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley. Oiga bien. Los oídos estaban atentos al libro de la ley.

Ahora, aquí hay varias cosas: Esdras había construido un púlpito muy grande para que toda esa multitud pudiera oír y dice ‘... y todo el pueblo, nadie hablaba, todo el mundo apagó sus celulares’, y ahí estaban. ¿Y saben cómo estaban? Estaban así, estaban atentos al libro, escucha bien esto, estaban atentos al libro, no al predicador. Estaban atentos al libro, no al predicador.

El predicador desapareció, el libro apareció. Hoy se necesita eso. Hoy se necesita que el libro aparezca, que la palabra aparezca, que el verbo de Dios aparezca y que los predicadores desaparezcamos porque la gloria es solamente de él. Estaban atentos. Estaban atentos al libro.

Hay ausencia. Perdón que usemos mucho nuestros nietos, nuestra familia, son mis ejemplos más cercanos. Jonathan, mi nieto mayor, tiene un llamado muy fuerte, tiene un llamado profético muy fuerte. Desde muy niño desarrolló, Dios le ha dado una palabra de ciencia muy profunda, siempre digo, ‘cuidado tu entras en pecado en mi casa porque si está mi nieto te lo saca a la luz’. Es tremendo. Es tremendo ese niño.

A la edad de 6 años mi hermano llegó un día de visita a nuestra casa y trajo a un amigo que es de mi pueblo, que es médico, hacía muchos años que no lo veía. Yo no estaba ese día allí, pero estaba mi hija, mi mamá, mi esposo y mi nieto. Y mi hermano le dice, ‘mira, Jonathan, te presento a mi amigo José’, y él le extendió la mano para saludar al niño de 6 años, y el niño corrió la mano. Y le dice ‘¿por qué no me saludas?’, y él le pone el dedo y le dice ‘porque tu no amas a Dios’. Nunca lo había visto. Dice, ‘¿por qué tu dices que yo no creo en Dios?’, ‘porque tu no crees en Dios’. Y se voltea el amigo y le dice a mi hermano, ‘y a este quién le dijo’. Y mi hermano va a donde mi hija y le dice, ‘¿Y tu qué le dijiste al niño’. Mi hija le dice, ‘yo ni conozco a tu amigo’. Era budista, y eso impactó a mi hermano.

Y Jonathan ha crecido con el celo de Dios y el celo de la palabra. El es el niño que ya te dice dónde Dios le ha hablado, ya tiene subrayados mensajes que el Señor le ha dicho y hace unos meses, ellos asisten a una muy buena iglesia con sus padres, pero fijate que el niño desde el año pasado, le pidió a su pastor el permiso para ya no ir a la escuela de niños, sino que le dijo, ‘es buena, pero ¿me permites estar en el culto de los adultos?’. Le dice, ‘¿por qué, Jonathan?’, y le dice ‘porque quiero oír la palabra de Dios como se la predican a los grandes’. Y su pastor le permitió estar.

Y hace unos meses tuvieron un invitado en la iglesia y empezó a predicar supuestamente y el niño se voltea a la mamá después de 15 minutos y le dice ‘¿y a qué hora va a entrar en el mensaje?’. Y el predicador siguió haciendo chistes y la gente se toteaba de la risa, media hora, seguían riendo y el niño, ‘¿y a qué hora va a empezar el mensaje?’. Y luego le dijo ‘mami, apágame ese celular’. Luego voltea y le dice, ‘mami, está quemando tiempo’, y salió con tristeza del servicio, se subió al carro, un niño de escasos, no tenía los 12 años todavía, y se sentó en el carro y dijo, ‘que tristeza, no hubo palabra’.

Mi amados, ese pueblo pidió la palabra, ese pueblo clamó por la palabra y estuvo atento a la palabra. Pero hay algo más, ese pueblo le pidió a Esdras que le leyera la palabra, no le pidió a cualquier persona, no se lo pidieron a cualquiera de los..... no, fueron donde el sacerdote Esdras, y aquí dice el versículo 2 que ellos le pidieron a Esdras, el escriba, el versículo 1 dice:

“.... le dijeron a Esdras, el escriba.....”

Y cuando usted ve a Esdras más adelante en el verso 6 dice, “... entonces Esdras.....”, y hay otra porción que dice “... Esdras, el escriba....”

Ahora, déjenme decirle algo, ellos sabían quién era Esdras, ellos no fueron a otra persona sino a Esdras porque Esdras era un escriba. ¿Quién era un escriba? Un escriba era un sacerdote, pero no cualquier clase de sacerdote, era un sacerdote que profundizaba en la palabra de Dios.

Si usted quiere ver la descripción de un escriba, lo encuentra en el libro de Esdras un poquito, usted más atrás donde en el Capítulo 7, le voy a mostrar quién era un escriba, en el versículo 10 dice:

“... porque Esdras había preparado su corazón para inquirir en la ley de Jehová y para cumplirla y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos....”

Ese versículo dice 4 cosas importantísimas. Número uno, dice que Esdras era sacerdote pero que profundizaba, preparaba su corazón para inquirir. ¿Qué quiere decir eso? Esdras no venía a este libro de cualquier manera. Esdras oraba a Dios. Ahora, no estoy hablando, que sea una religiosidad, pero cuando Esdras venía al rollo, decía ‘Dios, yo quiero que tu Espíritu Santo prepare mi corazón para que tu palabra pueda caer en buena tierra, yo la pueda entender. Dame la sabiduría y dame la revelación’.

¿Pedimos eso? y dice, “....preparaba su corazón....” ¿Qué más decía? Preparar el corazón no solamente era orar, era ver cómo estaba su corazón, era qué había de malo, tal vez fue muchas veces donde su esposa, dijo, perdóname en la forma como yo te contesté ayer porque voy a entrar en el libro y quiero que Dios me hable directo y nada se interponga, ni un pecado, ni una mala actitud.

Dice, “.... preparaba su corazón para inquirir...”, pero la segunda cosa que dice es “.... para cumplirla...” El la leía, él la entendía, él la saboreaba, pero luego la aplicaba. Diga, ‘la aplicó’.

Tu puedes haber terminado ayer el congreso y el retiro para agradar a los dos, y lo puedes haber saboreado ok, y se que muchas mujeres fueron tocadas y fue maravilloso, pero tienes que aplicarlo. No puede comer en un DVD, no puede quedar en un CD, no puede quedar en tus notas, tienes que aplicarlo, tienes que vivirlo, tienes que hacerlo, tiene que eso te transforme y haya conductas correctas.

Y él dijo, que lo entendía para cumplirla, para vivirla. Y luego al final, dice “... para enseñarlo...” Ese es el proceso. Yo voy a la palabra, preparo mi corazón, recibo el mensaje, lo que yo te estoy predicando, lo que te prediqué ayer es porque ya ha sido vivido, porque yo puedo predicar lo que no vivo pero no debo predicarlo. Porque un mensaje con experiencia vivida tiene poder, transforma.

Y esto era un escriba, uno que preparaba su corazón, que valoraba la palabra de Dios, uno que cumplía y uno que la podía enseñar. Y el pueblo escogió a Esdras, y Esdras escogió su equipo de trabajo, eran los levitas, que tienen muchos nombres. No le vaya a poner esos nombres a sus hijos.

Y dicen que ese equipo estaba al lado de Esdras, y Esdras leía y lo leía con tanto énfasis, él no lo predicó, solamente leyó el libro. Yo estoy predicando, pero él estaba leyendo el libro. Y dice en ese Capítulo 8 que cuando él leía el pueblo estaba atento y el versículo 8 dice: “... y leían el libro de la ley de Dios, lo leía Esdras, y lo leía su equipo, lo leían claramente y ponían el sentido de modo que entendiesen la lectura...”

En el verso 5 es hermoso porque dice, “... Esdras, pues, abrió el libro a los ojos de todo el pueblo porque estaba más alto que todo el pueblo, y cuando lo abrió todo el pueblo estuvo atento...”

Ese hombre le puso el sentido, le puso la vida, le puso la pasión, le puso de tal manera su preocupación, era que el pueblo lo pudiera asimilar, lo pudiera entender, lo pudiera comprender. Ahora, cuando tu lo predicas, tu usas ilustraciones, tu usas los ejemplos, tu estás tratando de transmitir eso, que haya luz de ese mensaje, de esa palabra, para que nunca se olvide y penetre. Pero él solo lo estaba leyendo y la sola lectura de la palabra de Dios qué transformación hizo, qué transformación. Y se mezclaron dentro de todo el pueblo para que el pueblo pudiera entender.

Quiero llevarte, como segundo punto a ver los resultados de esto que pasó. Y hay varios resultados. Una vez que el pueblo oyó la palabra de Dios el primer resultado es que trajo, esa lectura trajo un profundo quebrantamiento y arrepentimiento porque dice aquí, en el versículo 9:

“... Y Neemías, el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: día santo es a Jehová, nuestro Dios, no os entristezcáis ni lloréis porque todo el pueblo – dígalo conmigo, ‘todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.

Todo el pueblo comenzó a llorar cuando oyó esa palabra. Como sería el llanto de cientos de personas. Jeremías Capítulo 23, versículo 29 dice:

“... ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, o como martillo que quebranta la piedra?...... ¿No es mi palabra como fuego, como martillo?

Mira, tu no necesitas manipular, dice Hebreos 4:12 que “.....la palabra de Dios es viva y es eficaz, dice que es más cortante que toda espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma, el espíritu, la coyuntura, los tuétanos.... Está hablando de lo profundo,.... y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón y no hay nada oculto que no sea revelado ante esta poderosa palabra de Dios....”

Hace muchos años atrás cuando en mi iglesia yo daba la escuela dominical después del primer servicio teníamos escuela dominical, entre uno y otro servicio, y yo tenía el privilegio de enseñar en esa escuela dominical. Nunca me olvido, teníamos una secuencia de unos libros que fueron maravillosos, yo todavía los tengo, los guardo porque estudié en el seminario bíblico, pero creo que esos libros, fueron para mí, un tesoro tan grande. Era sistematizada la enseñanza y mi pastora daba un domingo y yo daba otro domingo pero siguiendo la secuencia. Y un domingo me tocó enseñar sobre el pecado de David en la secuencia que llevábamos, sobre el adulterio con Betsabé, las consecuencias, todo eso, era media hora de clase. Yo duraba hasta la una de la mañana preparando mi clase. Era el privilegio más grande enseñar en la escuela dominical y allí alistaba todo, preparaba todo, yo le dije a Meche, ‘soy muy doméstica’, y a las mujeres ayer, y es que soy buena cocinera y me gusta ponerle la sazón a la comida. No puede pasar el amor en la comida, ni el caldito Maggi. Y así es, preparando los mensajes, yo le busco todo lo que el Espíritu Santo me dice que le eche, que le eche la albaca espiritual, se la echo. Lo único que a los mensaje no le echo es cubo Maggi porque eso ya es químico, pero todo lo espiritual y lo natural sí.

Y ese Dios me había dado un tesoro en esa enseñanza, y yo ve que una mujer en la tercera fila empezó a llorar, y a llorar, y a llorar y hasta que cayó de la silla en la tercera y se agachó, ya no la vi más porque ella duró de la mitad de la enseñanza hasta el final fue llorar, y llorar.... Yo terminé la enseñanza, oré por la gente y cuando bajé esta mujer vino y se me tiró y me dijo, ‘tengo que hablar contigo’.

Y entonces entramos en un cuartito y fue tan hermoso y me dijo, ‘yo necesito confesar mi pecado’. Y ella dijo, ‘hace 8 años le quité el marido a una mujer y de esa unión está mi hija que tiene 5 años, que está aquí en la iglesia. Yo hace 2 años estoy viniendo a la iglesia, nadie sabe. Amo a ese hombre, nos llevamos muy bien, pero hoy entendí que ese hombre no me pertenece. Y hoy quiero que me ayudes porque la palabra para mi fue clara, lo que llamábamos nosotros un acople porque no se entendió con la mujer, ahora la entendí claramente que se llama adulterio y hoy yo he tomado una decisión’, dijo ella, ‘y necesito que me ayudes, porque hoy tengo que devolver el hombre que me robé. ¿Cómo lo hago?’

Así es que el día lunes yo estuve en consejería todo el día con ella. Su arrepentimiento era genuino. ‘Mi hija lo necesita, es su padre, yo lo amo pero no es mi esposo y es tan claro lo que Dios me habló, era como que tu me estuvieras predicando todo a mí’. Y en un mes devolvió al marido, él no se quería ir y ella le dijo, ‘yo no se si tu quieres volver al lado de tu esposa, pero a mi lado, no puedo, no me perteneces, hice mucho daño’. Y ella fue y habló con la esposa, pidió perdón.

Lo amaba, escucha, lo amaba. Duró dos años para olvidarlo, pero la palabra penetró. El domingo pasado yo estaba predicando en mi iglesia y ella ahora sirve profundamente en mi iglesia, ella sacó esa hija adelante, Dios la bendijo, la prosperó, está más hermosa que nunca y siempre que me puede abrazar me dice, ‘nunca olvido el día que Dios me confrontó con mi pecado,’ y dijo ‘ese día fui libre’.

Amados, la palabra, tiene que producir en nosotros un quebrantamiento y un arrepentimiento porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

También trajo una profunda adoración, mire el versículo 6, dice: “... bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande y todo el pueblo respondió amén, y amén y alzando sus manos se humillaron y adoraron, -diga, adoraron- a Jehová inclinados a tierra...”

Ellos adoraron a Dios. La palabra fue tan clara que produjo una adoración. Ahora, amados, eso tiene que producirlo la palabra en nosotros, no los domingos, escucha, no los días que tu tienes, no los sábados, es parte de lo que Dios nos va a hablar. El domingo es un día que como congregación recibimos todos la palabra que nuestros pastores han preparado, pero escuche bien, todos los días la palabra tiene que hablarte y no tienes que decir, ‘tin marín de dos pingüe... ay cucara maca, títere fue háblame aquí... Donde ponga el dedo háblame’.

No, tiene que haber una meditación, tiene que haber una búsqueda de Dios, no solamente en oración sino a través de la palabra de Dios, cada día tu tienes que meditar en esta bendita palabra y esa palabra tiene que traer quebrantamiento, tiene que traer arrepentimiento, tiene que traer adoración.

Amados, si esta palabra no nos hace erizar, si esta palabra no nos hace llorar, no la predicada, es obvio, es diferente, pero estoy hablando que cuando tu vengas a este libro, si esta palabra no está así marcada, señalada, subrayada, anotada, esta palabra tiene que causar un efecto en nosotros, esa palabra tiene que volverse a resaltar. Hoy casi no llevamos Biblia.

Maravillosa la tecnología, qué bueno que nos las ponen, pero ya no llevamos porque va a salir en el telón. Y yo he dicho, me gusto que pongan solo la cita que se menciona, pero que el pueblo la busque, que se oiga el sonar de las hojas de la Biblia, que se oiga el shshshshssh... porque hoy tu no sabes, empiezas a buscar a Malaquías donde está Apocalipsis y a Juan donde está Oseas, y necesitamos que el pueblo maneje la palabra de Dios, necesitamos que el pueblo tenga la palabra de Dios. Y esto debe producir adoración.

Yo no se si te ha pasado, pero a veces estoy yo allí leyendo y yo empiezo a llorar. Sabes los vuelos, para nosotros, los vuelos, viajar horas y horas en un avión, me gusta. Sabes, es mi deleite. Cuando yo tengo que viajar 5 horas, 6 horas, 8 horas, 10 horas en un avión me encanta. ¿Por qué? Porque yo lo único que hago es, bajo mi mesita, saco mi Biblia y saco una libreta, un cuaderno y solamente digo, ‘Señor, tenemos 8 horas, 5 horas, ahora habla mi vida...’

Iba para México el año pasado y me tocó al lado un Señor, y yo iba leyendo mi palabra y llegué a un punto donde estaba leyéndola y empiezo a llorar. Dios comienza a quebrantarme, pero era que no podía. Y yo lloraba y buscaba el Kleenex, hasta el señor me pasó un pañuelo, y yo seguía leyendo y lloraba. No podía, era una presencia. Hasta que el señor me dijo, ¿qué le pasa señora, está muy triste? Y yo le dije, ‘no, usted no entiende, después le explico...’

Me encanta. Sabes, mis mejores nacen en los aviones porque no tengo concordancia, no tengo comentarios, no tengo libros, no tengo historia pero tengo al Espíritu Santo y estoy más cerca del cielo y su revelación viene poderosamente sobre mi vida. Y allí es donde nace, esta palabra tiene que arder en nuestros corazones. Esta palabra, debemos tener bibliomanía.

Dígale al que está al lado, ‘debes volverte un adicto a la palabra de Dios’. Este libro trajo una profunda adoración pero ¿saben qué? también trajo un profundo gozo y alegría.

En el versículo 10 al final le dice “... nos os entristezcáis porque el gozo de Jehová es vuestra fortaleza...” y el 11 dice, “... el levitas pues, hacían callar a todo el pueblo diciendo, ‘callad porque es día santo, no os entristezcáis y todo el pueblo se fue a comer y a beber y a obsequiar porciones y a gozar de grande alegría....”

Diga, grande alegría, diga, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.

Ah, yo nunca olvido cuando recién me fue enseñada la palabra de Dios. ¿Quieren saber? La persona que me empezó a enseñar la palabra de Dios era un pastor evangélico que no tenía sino hasta quinto de primaria. Era el pastor de mi pueblo, pero estábamos llenos de prejuicios sociales y religiosos. Yo no iba a ir a una iglesia evangélica, pero iba a tener pastor a domicilio y comenzó una tarde a venir y enseñarnos la palabra. Y yo le dije dos tardes, yo le dije, tres tardes, y ese hombre que no había hecho ni un seminario bíblico, pero tenía la sabiduría de Dios, ese hombre se sentaba y nos enseñaba la palabra y nos la enseñaba de manera sencilla y fue tal la pasión por esta palabra que yo abracé esta palabra, mi esposo no se había convertido, pero yo esta palabra no la dejaba, la metía en mi cartera, la llevaba en mi mano, por donde iba yo llevaba mi... dormía con la Biblia y mi marido ya estaba hasta celoso. ¿Y que haces con ese libro allí toda la noche? No se, pero solamente el echo de tenerlo cerca.

Yo quiero que tu sepas que nunca he olvidado mi palabra. Dos veces en 32 años, dos veces se me quedó en casa, nunca la dejo, porque no se a qué hora me encuentre con alguien para compartírsela. Esa palabra trajo un profundo gozo, una profunda alegría y cuando tu vienes a esta palabra y lees las promesas de Dios, y Dios te habla, y el rema de Dios viene a tu vida y en la mayor dificultad y en la mayor necesidad, esta palabra, cuando la meditas salta a tu corazón y empiezas a veces a reír, porque Dios te está diciendo que en medio de tu desierto hay una esperanza, que pase lo que pase, él va a venir, que él hará, él cambiará, él tocará.

¿Sabe lo que dice Jeremías en el Capítulo 15, en el verso 16? Dice: “.... fueron halladas tus palabras, y yo las comí y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón porque tu nombre se invocó sobre mi, oh Jehová de los ejércitos.....”

Dice que las palabras le fueron por gozo y por alegría y dice en Ezequiel, en el Capítulo 3 que Dios le digo, ‘Ezequiel, come el rollo, toma el rollo, mete el rollo a tu boca’. Señor, el rollo y dice que lo comió y las palabras le fueron dulces como la miel.

Oh, las palabras fueron dulces como la miel. Y no hay forma más segura de que Dios te hable. Deja de andar buscando que te profeticen. Que Dios te profetiza que lo mande y... pero no lo busques. Esta es la palabra profética más segura, esta la palabra profética más firme, esta es la palabra profética que el Señor va a hablar a tu corazón y producirá profundo gozo y profunda alegría.

Y la cuarta cosa que produjo fue una profunda obediencia. El versículo 13 en adelante dice:

“... Al día siguiente se reunieron los cabezas de las familias de todo el pueblo, sacerdotes, levitas, a Esdras, el escriba, para entender las palabras de la ley...”

Mira, tenían adicción, pasó al otro día y querían más, ‘Esdras, queremos más’ y dice el verso 14:

“... y hallaron escrito en la ley que Jehová había mandado por mano de Moisés que habitasen los hijos de Israel en los tabernáculos, en la fiesta solemne del séptimo mes y que hiciesen saber y pasar pregón por todas las ciudades y por Jerusalén diciendo, ‘Salid al monte y traed ramas de olivo silvestre, de arrayán, de palmeras y de todo árbol frondoso para hacer tabernáculos como está escrito. Salió, pues, el pueblo, trajeron ramas, hicieron tabernáculos y esa palabra trajo una profunda obediencia...”

Salió lo que Dios había determinado y el pueblo obedeció y se volvió a hacer la fiesta de los tabernáculos que desde la época de Josué no se había vuelto a practicar. Pero hubo algo más de obediencia tremendo. Mire lo que dice el Capítulo 9 y el versículo 1:

“...Y en el día 24 del mismo mes, se reunieron los hijos de Israel en ayuno con silicio y tierra sobre sí, -verso 2- y ya se había apartado la descendencia de Israel de todos los extranjeros....”

La obediencias trajo separación, amados. Trajo separación, cuando oyeron se dieron cuenta que ellos se habían mezclado, que Dios había dicho no se casen, no se mezclen, no se unan con mujeres extranjeras de la tierra de Canaán ni de los babilónicos, pero ellos se había mezclado.

Y la palabra, Esdras no tuvo que hacer nada, los levitas no tuvieron que obligar, la palabra llegó y partió y separó y ellos mismos tomaron la decisión. Hubo obediencia perfecta, pero hubo algo más, trajo una profunda confesión y perdón identificativo.

El versículo 2 dice, después de decir que ya se habían apartados dice, “... y estando en pie confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres....”

Amados, el pecado nos aparta de Dios pero la palabra nos aparta del pecado. Y esto era lo que había pasado. Y ahora estaban allí y dice, “... ya todo el pueblo se había separado y comenzaron a confesar, primero sus propios pecados...”

Ellos confesaron, allí, públicamente, no les daba pena, ellos comenzaron a confesar sus pecados. Si usted se da cuenta en este pasaje los sacerdotes y los levitas nunca dijeron, ‘tienen que hacer esto o lo otro’, era la misma palabra que estaba cortando. Y dice, ellos confesaron sus pecados pero hicieron también un perdón identificativo, pidieron perdón por las iniquidades de sus padres.

Usted ve, habla de pecados y habla de iniquidades. Iniquidades es lo que venimos trayendo de generación en generación. Ellos querían estar limpios, querían estar libres. Ellos sabía que este eran un momento definitivo y ellos pidieron perdón por las iniquidades de sus padres.

Ahora entendían que el juicio de Dios había sido justo, tal vez por años, 70 años de cautividad habían dicho ‘¿por qué Dios tuvo que sacarnos de Jerusalén, por qué tuvo que permitir que la ciudad fuera destruidas?’. Nunca lo entendieron, pero ahora, que la ley se estaba leyendo, lo entendieron. Entendieron que Dios es justo, entendieron que Dios fue demasiado paciente, entendieron que ellos se habían apartado de los caminos de Dios, entendieron que sus generaciones pasadas le dieron la espalda a Dios, que adoraron a los baales, que levantaron aún en la misma casa de Dios, cantidad de ídolos, entendieron todo y entendieron la justicia divina. Y por eso lloraron por su propio pecado y lloraron por el pecado de sus antepasados.

Y la conclusión de todo esto, amados, es esta, dice: “.... y puestos en pie en su lugar leyeron el libro de ley de Jehová, su Dios, la cuarta parte del día y la cuarta parte confesaron sus pecados y adoraron a Jehová su Dios...”

No dice Dios de Israel, sino su Dios. Y si usted sigue leyendo, fue una oración preciosísima que hace Esdras y después de esto vino un avivamiento, vino un avivamiento.

Ahora, nosotros queremos un avivamiento. Cuando cantábamos la canción tan linda que Dios va a mandar lluvia, está hablando de un avivamiento, que va a venir con una visitación, está hablando de un avivamiento.

Estados Unidos necesita un avivamiento. Estados Unidos necesita una evangelización. Estados Unidos necesita una transformación. Dios ha reservado a los latinos para la última parte de los tiempos finales. Dios va a usar al pueblo latino, con el Islam, con el budismo, con el hinduismo. Nuestros rasgos fueron diseñados para este tiempo.

Tu pareces un marroquí, tu pareces árabe. Si, nuestros rasgos. Y Dios nos ha preparado y a otras naciones, pero el pueblo latino si tu miras a Latinoamérica, ya no es un campo misionero. Cuando yo oigo que otros van a abrir iglesias a Colombia, a Centroamérica, yo digo, ‘¿para qué van a hacer una iglesia si iglesias tenemos por cantidades?’ Colombia ya no es un campo misionero. Colombia es base para misiones, Salvador, Guatemala, Nicaragua, hay un liderazgo nacional muy bien establecido en cada nación y Dios está trayendo las primeras lluvias para Latinoamérica, pero se necesita la palabra de Dios, toda avivamiento en la Biblia es marcado primero como un resurgir de la palabra de Dios. Un avivamiento personal en mi vida tiene que ser con un resurgir de la palabra de Dios.

Ahora, déjenme explicarle para finalizar, qué es un avivamiento. Un avivamiento es que confundimos.... yo quiero un avivamiento, yo quiero caídas espectaculares bajo la unción del espíritu...... yo quiero sanidades milagrosas, muertos resucitadas, palabra profética emergente todos los días, y yo quiero decirte esto: eso es la añadidura de un avivamiento. Pero un avivamiento se caracteriza por arrepentimiento. Un avivamiento es la transformación completa de una iglesia, de una ciudad o de una nación donde el índice de violencia, de muerte se acabe, de homosexualismo se acabe porque Dios ha llegado, no a visitar, sino a permanecer. Porque la visita viene y va. Azuza vino y fue pero no lo mantuvieron.

Pero es transformación, es cambio. Y este pueblo comenzó su avivamiento. Alguien dijo avivamiento es volver a vivir. Es algo que estaba seco, muerto y se le vuelve a dar vida, y eso es lo que hace el Espíritu Santo. Avivamiento es un tiempo de cambio, de humillación, de transformación.

Charles Finney dijo, avivamiento es un tiempo de quebrantamiento de corazón, doblegándose hasta el polvo en humillación y en abandono del pecado. Eso es avivamiento.

Y ese avivamiento lo produce esta palabra, porque déjenme decirle ya para terminar, esta palabra va a producir muchas cosas en tu vida. Esta palabra te sana, esta palabra te restaura, esta palabra de aviva, esta palabra te edifica, esta palabra te fundamenta, esta palabra te da poder, esta palabra trae liberación. ¡Aleluya! Esta palabra nos levanta cada día de la opresión y de la depresión. Esta palabra, dice, que es medicina, esta palabra es agua que limpia y lava. Esta palabra es fuego que consume hasta los huesos, esta palabra es miel que alegra tu corazón, esta palabra es poder. Esta palabra, y déjenme decirte lo que quieres oír, esta palabra trae prosperidad.

No la prosperidad que hoy oyes, no la prosperidad falsa, dígalo y mañana lo tiene, patéelo y lo recibe mañana. No la prosperidad manipulada. Cuando tu entras en la dimensión de esta palabra, esta palabra va a prosperar todos tus caminos que fue lo que el Señor le dijo a Josué. Nunca, Josué, se aparte de tu corazón la palabra de la ley. No te apartes de ella ni a derecha ni a izquierda, medita en ella todos los días porque entonces harás prosperar tu camino y todas las cosas que emprendas te saldrán bien.

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malo ni en silla de escarnecedores se ha sentado sino que en la ley de Jehová está su delicia y en su ley medita de día y de noche y todo lo que hace prosperará”.

Y yo quiero decirte, yo me considero una mujer próspera. No tengo millones en el banco, no tengo carros último modelo, pero si tu quieres saber en vivo y en directo quién es alguien próspero, soy yo, es Susan. Vivimos felices con lo que Dios nos ha dado. No conformes porque creemos y tenemos un Dios que nos lleva de gloria en gloria y de victoria en victoria, entonces cuando tu vives feliz con esto él te lleva a otro nivel y a otros nivel.

Y lo que te quiero decir es una prosperidad integral, que comienza en el espíritu, que comienza a través de esta bendita y maravillosa palabra porque esa es la clave, buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás os será añadido. Que Dios ponga fuego por esta palabra en nuestro corazón esta mañana. Que Dios nos avive, que Dios produzca hambre y sed.

Ponte de pie allí donde tu estás, por favor, esta palabra es la que inspira las canciones nuevas. Esta palabra es la que da cánticos proféticos nuevos. Esta palabra profetiza por sí sola, sola déjame decirte esto mientras estás de pie:

Generación joven, ponte de pie donde tu estás, yo quiero decirle a la generación joven, necesitan abrazar esta palabra. Ella les guardará de caída, de desvíos y de cualquier otra cosa y a nosotros que podamos transmitírselas no sola hablándola, sino viviéndola. Alza tu libro, tu palabra, tómala en tu mano derecha y dilo ahí, Señor, yo confieso en esta tarde que tu palabra es poder. Yo confieso con todo mi corazón que tu palabra es vida, que tu palabra levanta, edifica, restaura, restituye, obra milagros, obra sanidades, que tu palabra abre camino, tu palabra abre los cielos, tu palabra quebranta mi corazón, tu palabra toca mi familia y toca mi nación. Y hoy, Espíritu Santo, yo te pido que esa palabra de amor se cumpla en mi corazón, hoy la abrazo con mis dos brazos y la pongo en el centro de mi vida, y yo te pido Señor, que tu traigas un avivamiento a mi propia vida, produce hambre, Señor, y sed de tu palabra en mi corazón.

Dame la sabiduría y dame la revelación y dame la unción ahora. Dame tu unción, que pudra todo yugo en mi mente, falto de entendimiento, que tu unción abra mis ojos para contemplar las maravillas de tu ley y que escamas caigan de mis ojos y tu revelación me sea dada, Señor, profundamente como le fue dado a los discípulos de Emaús.

Lléname de tu palabra. Hazme un canal de tu palabra para amarla, para vivirla, para enseñarla para que produzca una conducta correcta. Aviva mi vida, Señor y aviva mi iglesia en el fuego bendito de tu palabra. Gracias te doy, Señor, en el nombre de Jesús. Amen. Dios te bendiga.

Hermanos, ustedes acaban de escuchar un sermón fundacional y merece ser escuchado más de una vez y en realidad es, digo, fundacional, fundamental porque cualquier avivamiento que nosotros queramos recibir o al cual queramos aspirar tiene que comenzar con ese fundamento. El Señor me ha estado hablando mucho acerca de arrepentimiento y de consagración y santificación del pueblo y eso comienza a través de este sermón. Y yo les animo a buscar ese sermón y escucharlo de nuevo y lo considero una palabra profética que reverbere por mucho tiempo en las paredes de este santuario y en el corazón de nuestro pueblo.

Así que vamos a recibir eso en el nombre de Jesús y vamos a ser un pueblo de la palabra, hermanos, porque un pueblo de la palabra es un pueblo invencible, un pueblo lleno de poder, irresistible. Seamos un pueblo de la palabra.

Nuestros jóvenes ojalá que cada día puedan llegar a amar más y más y a conocer la palabra. Gracias, Padre, la recibimos, Señor, nos humillamos ante tu palabra, oh Dios, y la consideramos, consideramos esta palabra, Señor, una palabra profética que tu has enviado para un tiempo como este, Señor, y la recibimos en nuestros corazones. La atesoraremos, Señor, y viviremos por ella con tu ayuda y con tu bendición.

Bendice a nuestras hermanas que nos han dado tanto en este día, Señor, Susan, a Igna y renueva sus fuerzas, y bendice a este pueblo, Padre, que quiere servirte y ayúdanos a alinearnos cada día más a esa palabra preciosa, Señor que tu nos has confiado en el nombre de Jesús. Amen y amen. Gloria al Señor. Amen y amen.